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Antes
de que lo imagináramos llegó la Ley de Identidad de género. Todos los avatares
que había sufrido la promulgación del Matrimonio igualitario nos hacían creer
que esta nueva ley sería resistida por los retrógrados de siempre con los
imbeciles argumentos de siempre. Pero casi no hubo tal cosa. De pronto supimos
que podíamos acceder al Documento con nuestra identidad autopercibida sin
necesidad de pasar por operaciones traumáticas y peligrosas ni tratamientos
sicológicos
De
todas maneras, ya sea por la sorpresa o por que considerábamos que el gobierno
hacia esto solo para pasar por progresista en medio de una situación que ya
comenzaba a volverse intolerante, con controles impositivos asfixiantes,
corrupción, inflación ocultada bajo la alfombra, rasgos de autoritarismo y
manipulación de los medios de comunicación y de los jóvenes, fue que ni
siquiera nos asociamos a los festejos.
Llegó
la hora de aprovechar lo poco bueno que tiene este gobierno, nos dijimos y
fuimos en tropel a solicitar nuestros nuevos documentos.
El
tramite fue bastante sencillo, pues supongo que ciertas actitudes retrogradas
de algunos jueces con respecto al matrimonio igualitario que provocaron varias
protestas, hicieron que los empleados del Registro Civil nos atendieran con la debida
prontitud y eficiencia.
Cuando
tuve el documento en mis manos aún me parecía mentira. Rocío, Sabrina, Alexia, nuestras
empleadas Fernanda y Silvana los recibimos casi en el mismo día por lo que
propuse una reunión en casa para festejar y tratar de olvidar los malos
momentos pasados.
Estuvo
presente toda la tribu y a pesar del intento no se pudo deslindar aquello que
sucediera. La conversación viró por varios temas pero siempre se volvía a lo
mismo. Tío Roberto fue el que encendió la mecha de la idea de emigrar.
-Pero
tío, ya sabes que en todas partes te podes encontrar algún loco que nos
detesta-
-Tal
vez, pero no se trata solamente del homofobia, es la inseguridad general, claro
que en todas partes hay locos pero en algunos lugares civilizados al menos
saben que tienen castigo, aquí todos son impunes y están concientes de ello por
eso hacen lo que quieren-
No
tuve argumentos para rebatir los suyos y comprendí que tenía razón. Esta era la
consecuencia de la dictadura, la peor consecuencia, la de los muertos por la
inseguridad que no tienen derechos humanos que los cobijen mientras los
delincuentes gozan de todos los privilegios por que el gobierno y la justicia
no quieren caer en la represión. Me quede en silencio el resto del tiempo y
cuando todos se marcharon Alexia me pregunto que me pasaba.
-Supongo
que estoy empezando a creer que hay que irse el país- Le conteste y se me quedó
mirándome sin saber que agregar.
Y dimos el sí
Apenas
obtuvimos los nuevos documentos comenzamos los trámites de casamiento. En medio
de lo que parecía una incipiente ola de matrimonios igualitarios nosotras éramos
como unas moscas blancas ya que era la primera vez que dos travestís se casaban
entre sí, y más llamativo aun que fueran dos parejas dispuestas a hacerlo.
Aunque
hubiéramos deseado casarnos el mismo día nos dieron turnos en fechas diferentes,
siendo Sabrina y Rocío las que lo harían primero. Como era de esperar volvimos
a invadir el Registro Civil con nuestras galas, elegantes vestidos, polleras
tubo, tacos aguja y las infaltables capelinas. En la vereda éramos un imán para
los curiosos que pasaban esbozando una sonrisa, que no supe apreciar si era de simpatía
o de burla. De todas maneras no les dimos mayor importancia.
Esta
vez era una mujer la encargada de casar a las chicas y demostró mayor amplitud
mental. Explicó con todo detalle los pormenores de la ceremonia a las
contrayentes y se mostró afable con todas nosotras, parecía evidente que, a
pesar de su inexperiencia en este tipo de situaciones trataba de hacernos sentir
cómodas a todas y todos. Frente a ella Sabrina y Rocío hicieron sus votos de
amor y en el final de la ceremonia no tuvo mejor idea que decir
-Y
ahora pueden besarse las novias-
Lo
que provocó una risa generalizada.
Las
chicas se besaron largamente mientras sostenían al pequeño Jonatan una de cada
mano. Al advertirlo la jueza opino que debían lo antes posible regularizar la
situación del pequeño que por ahora figuraba solo como hijo de Sabrina para que
en más fuera legalmente hijo de las dos. Agradecieron esa preocupación por
parte de la funcionaria y de inmediato le preguntaron como debían iniciar los
tramites lo cual les explicó debidamente.
A
pesar de que estaba programada una gran fiesta para cuando, una semana después,
nos casáramos Alexia y yo, nuestras amigas nos invitaron a todos a una reunión
en su salón de peluquería y allí partimos, siempre dispuestas cuando hay
festejo.
En
medio de la reunión Sabrina recibió un llamado, era de la directora de un Jardín
de Infantes con el que habían hablado para confirmarles que recibiría a
Jonatan. Cuando lo supo Rocío ambas se abrazaron y lagrimearon de felicidad.
Después supe que la mujer había abierto ese lugar como un refugio para niños en
situación de ser discriminados por la causa que fuera.
-¿Y
no será como un getto?- Les pregunté.
-No,
por que según sabemos es un sitio donde los preparan en sus primeros años para
enfrentar el mundo de allá afuera, de todas maneras no estamos seguras de lo
que haremos mas adelante, ya ves lo que le sucedió a Adrián-
¿Qué
haremos mas adelante? La pregunta resonó en mis oídos pero no quise
preguntarles, me imaginaba la respuesta.
Una
semana después Alexia y yo nos enfrentábamos a la experiencia del matrimonio.
Resultaba extraño pues si bien lo hacíamos para dejar en orden toda nuestra
situación legal en cuanto a herencias y la asuncion de todos los derechos que
nos interesaban como, por ejemplo, poder estar al lado una de la otra en caso
de internacion, la realidad es que habíamos decidido seguir cada una viviendo
en su casa. No figuraba en nuestros planes tener hijos y nos sentíamos cómodas
en esa situación.
Otra
jueza, pero de modales mas hoscos. Se mantuvo seria mientras duró todo el trámite,
aunque, como lo comprobé después, tenia miedo de exteriorizar sus verdaderos
sentimientos. Una vez que dimos el sí, no dijo palabra pero con un gesto de sus
brazos abierto nos invito a besarnos. Luego, cuando todas estábamos mas
relajadas y dispuesta a partir se acerco sigilosamente nos abrazó a ambas y
musito.
-Que
sean muy felices-
La
fiesta fue en mi casa haciéndonos recordar cuantas reuniones habíamos tenido
antes por matrimonios reales o virtuales o para festejar tantas cosas que
habían pasado. Mientras estábamos acomodándonos prendí la computadora y conecte
el Skipe. Del otro lado, en la pantalla apareció la dulce cara de Susan y por
fondo las repisas de su biblioteca y a un costado las luces de Paris asomando
por la puerta balcón totalmente abierta.
-¡Las
felicito a todas!- Grito exultante luego llamó a Pierre que se asomo por un
costado de la pantalla y nos hizo el gesto del pulgar hacia arriba, luego se
acercó al micrófono y dijo.
-¡Era
hora que se casaran! Y les voy a contar una novedad, Nosotros también nos vamos
a casar, en España, como tengo una propiedad en Madrid no nos han hecho
problemas, vamos aprovechar antes que Rajoy nos quite ese derecho-
El
gesto de felicidad de Susan era perceptible. Creo que hasta derramó una
lágrima, luego abrió su boca en una hermosa sonrisa y nos tiró un beso por la
pantalla.
-¿Cuándo
vienen por acá?- Preguntó.
Y
yo pensé que probablemente antes de lo imaginado.
La
fiesta continuó, comimos y bailamos hasta el amanecer y, como otras veces, el
grupo más allegado se quedó en el patio, tomando mate con medialunas. Tío
Roberto, tía Catalina, Beatriz, Paulina, Sabrina, Rocío, Alexia y yo, sentadas
donde nos había ganado el cansancio, mientras que Jonatan y Adrián estaban
profundamente dormidos en los sillones del living.
Alexia
se colgó de mi cuello y mientras yo acariciaba su mano recordaba las increíbles
vueltas de la vida en los últimos años, desde aquella vez en que a Rocío se le
ocurrió tratar de ser más culta. Lo que un gesto al parecer pequeño se había
convertido en una imparable bola de nieve.
La exposición en
París.
Alexia
entró en la oficina como si la persiguiera el demonio, llego hasta mi
escritorio y mostrándome la pantalla del celular me dijo casi a los gritos
-¡Confirmado!
Se hace la exposición en París, quieren veinte obras de cada una, va a ser en
el Jeu de Pauné, frente a la Place de la Concorde-
En
ese momento fui conciente de que se estaba abriendo una nueva puerta en nuestras
vidas, algo con lo que siempre había soñado y me pregunte si esta oportunidad
era algo enviado por el caprichoso destino.
Nos
pusimos de inmediato en comunicación con el señor Reverte y comenzamos a
coordinar los detalles. Para nuestra tranquilidad solo debíamos preocuparnos
por enviarle las obras y él se haría cargo de todo el traslado, teniendo en
cuenta que algunas de las vendidas iban a ser solicitadas en préstamos a sus
dueños, y por nuestro viaje a la Ciudad Luz.
Esa
misma noche nos abocamos a la tarea de elegir las obras, para que el señor
Reverte estuviera al tanto de lo que íbamos a mandar les sacamos fotos y las
enviamos por mail para ver si él o su curadora estaban de acuerdo. La resolución
fue rápida, a vuelta de mail nos contestó que aceptaban todas. Con respecto al
viaje pudimos sortear las dificultades que impone el gobierno acerca de la
compra de dólares pues contábamos con bastante cantidad y un amigo nos hizo el
favor de proveernos algunos euros.
Era
mediodía cuando el avión partió de Buenos Aires, la despedida nos la habían
hecho la noche anterior en casa de tío Roberto, de manera que andábamos las dos
solitas por Ezeiza cargando nuestras maletas llenas de ropa. Pasamos el check
in sin inconvenientes pero la cola para migraciones era bastante extensa. Los
nuevos controles la hacían más lenta ya
que ahora nos sacaban fotos y huellas dactilares lo que me hizo sentir como una
delincuente a punto de fugar.
Presentamos
los nuevos documentos y pasaportes al empleado que nos miró detenidamente.
Ahora no había motivo de dudas en cuanto a la identidad, pero descubrimos que
el hombre era un viejo conocido
-¿Así
que cambiando de aire?- y después de mostrar todos sus dientes en una amplia
sonrisa agregó - A vos hacia tiempo que no te veía por acá, a tu amiga es la
primera vez-
-¿Cómo
me reconociste?- Pregunté
-Quien
puede olvidarte una vez que te vió- Y largó una carcajada.
-¿Volves?-
Me pregunto cuando ya habíamos traspuesto el control.
-Tal
vez- le conteste echándole un beso.
El
viaje fue tranquilo, vimos algunas películas y cada tanto nos levantamos a estirar
las piernas, en otro momento estuvimos entretenidas cuando un par de galanes
nos quisieron echar sus redes a lo que contestábamos con sonrisas y palabras
evasivas.
Llegamos
al aeropuerto de Orly y debimos manejarnos por nuestra cuenta pues Susan y
Pierre no estaban en se momento en la ciudad sino en su casa de la Provence atendiendo
sus viñedos, de manera que tómanos el subte de Orly a Anthony donde hicimos
combinación con la línea B hasta Denfert Rochereau y pasamos a la línea 4 hasta
Saint Germain des Pres, luego al salir a la superficie tuve que esperar a
Alexia que se había quedado estática, como hipnotizada, viendo la calle y
preguntándose como era posible que estuviera allí, algo en lo que la entendí
perfectamente.
Caminamos
por la Rue Bonaparte hasta la Rue Jacob donde estaba el hotel que habíamos
reservado, el d´Angleterre, en el 44 de la Rue Jacob, nada importante salvo que
Hemingway estuvo alojado allí. Nos atendieron como si fuéramos dos celebridades
y luego supimos que se debía a que Monsieur Michael Pornoy, el agregado
cultural, al saber donde estaríamos alojadas, había dejado instrucciones
precisas en cuanto a la manera en que debíamos ser tratadas.
Impacientes
por ver el sitio de la exposición dejamos las valijas en la habitación y
salimos. Tomamos el subte en Mabillon, y, haciendo combinación en Sevres
Babylóne viajamos hasta la estación Concorde. En cuanto llegamos nos recibió
Charles, el curador local que nos llevo a la sala que compartiríamos, en otras dos
salas anexas estarían expuestas obras de un pintor colombiano, en una y de una
escultora brasileña en la otra. Conocimos a los demás artistas que estaban
ayudando a acomodar sus obras y nos dirigimos a la sala donde se exhibirían las nuestras, recién llegadas y
aun sin desembalar por lo que nos pusimos, nosotras también, a proceder a su
distribución siguiendo el consejo del curador.
Fue
una hermosa tarde matizada por uno vasos de vino y algunos bocadillos que
compartimos entre todos y cuando ya caía la noche estaba todo preparado para la
muestra aunque no se abriría hasta dos días después.
Esos
dos días los aprovechamos visitando algunos lugares de interés, así que como ya
conocía algo de la ciudad llevé a Alexia por cuanto lugar pude, mientras ella
lloraba de emoción a cada rato y frente a cada edificio importante de la
ciudad. Además tocaba con sus dedos todo lo que tenia cerca como tratando de
asegurarse que era verdad lo que estaba viviendo.
Estábamos
sentadas a una de las mesas del café George V en la vereda de los Campos
Eliseos cuando ella comenzó a observar con atención un cartel en la vereda opuesta.
Al principio no le di importancia pero comenzó a interesarme cuando, habiendo
terminado el café, se paró y me dijo que quería verlo de cerca. Cruzamos y se
detuvo frente a un local vacío con cartel de alquiler. Sin siquiera aclararme
cual era su intención tomó nota de numero telefónico y allí fue que le pregunté
que le pasaba.
-Mira
que local hermoso ideal para poner un negocio de venta de artículos varios de
decoración- Me dijo, dejando ver su intención.
-¿Estas
loca? Debe valer una fortuna- Contesté.
-Si
no preguntamos, no sabemos- Exclamo y sacó su celular para llamar a la inmobiliaria.
La
cifra era un disparate, pero le dije que no dijera ni que si, ni que no, algo había
en su resolución que me estaba abriendo la mente y decidí tener algunas charlas
con otras personas para definir lo que me estaba pasando por la cabeza.
El
día de apertura de la muestra llegaron Susan y Pierre de su refugio en la
Provence, entre cuadro y bocadillo del vernisage me llevé a un sitio apartado a
Pierre, luego de pedirle permiso s Susan y decidí interrogarlo acerca de lo que
pensaba. Le pedí que me diera una idea sobre el monto del alquiler y además que
posibilidades había de comprar un buen piso para Alexia y para mi. Pierre se sorprendió
gratamente y prometió hacer algunas averiguaciones.
La
exposición duraba diez días, e íbamos todos ellos a ver como continuaba. Parecía
tener bastante público e incluso muchas ofertas por los trabajos de ambas y de
nuestros colegas. El resto del día paseábamos por Paris y fuimos un par de
veces a la casa de nuestros amigos a cenar. En una de esas reuniones Pierre, me
informo lo que sabía, que el precio del alquiler estaba bastante por debajo de
la normalidad por lo que era una buena oportunidad y otra cosa que hizo fue
investigar como andaba el tema de la venta de artículos de decoración.
-Siempre
hay buen mercado para eso- Me dijo y luego me entregó tres tarjetas, dos de fabricantes
de muebles y una de accesorios varios para que nos contactáramos con ellos y ver
como se podía armar el negocio.
Sin
decirle nada por anticipado a Alexia le pedí a Pierre que diera una seña por el
alquiler y tratar de mantener la reserva, que le pagaría aunque no se realizara
la operación, pero que necesitaba tiempo para conversar con otras personas. Además
de eso arrastre a mi pareja a ver a los fabricantes de muebles y las
conversaciones con ellos fueron fructíferas, resulto que deseaban hacer pie en
el centro de la ciudad pero no tenían local por lo que también era una buena
oportunidad para ellos.
Cuando
Alexia tomó conciencia de hacia donde me estaba disparando no lo podía creer,
lo único que manifestó fue que si nos instalábamos en Paris no podría ver a
Adrián tan seguido.
-Esa
es la parte que vamos a resolver a nuestro regreso- Le aseguré y la deje mirándome
sin poder comprender todavía.
Regresamos
a Buenos Aires con una importante ganancia que para no tener que declarar
dejamos al cuidado de Susan y Pierre en una cuenta bancaria. Al otro día de nuestra
llegada convoque a una reunión de toda la tribu.
Haciendo grandes
planes
Durante
el largo viaje de regreso estuve definiendo los argumentos que esgrimiría para
lo que estaba pensando. Era una jugada importante, la más grande de la vida de
todos los miembros del grupo. Las opiniones que les había escuchado a varios de
ellos me animaban a hacerlo aunque no estaba segura si solo eran declaraciones
de la boca para afuera. De algo estaba segura, la situación en el país se estaba
volviendo insostenible, ya estaba harta de vivir en una republica bananera y podía
suponer, en base a mi profundo conocimiento de la historia política de nuestro país
que nada iba a cambiar o que todo sería peor. El gobierno supuestamente progresista
se estaba convirtiendo en una versión remixada del viejo totalitarismo neo
fascista de lo que fuera el gobierno del viejo líder, Perón, y los políticos de
la oposición navegaban mares neblinosos sin acertar ni por casualidad con la dirección
del timón. Si había algo que dominaba mi conciencia era que no iba a quedarme a
vivir en una nueva Venezuela.
Las
leyes de matrimonio igualitario y de identidad de genero eran logros
impensables con otros gobiernos pero a mi no me alcanzaban, me servían, pero al
mismo tiempo sabía que habían sido dictadas solo por una cuestión de imagen.
Todo
esto maduraba en mi mente mientras por la ventanilla de avión solo se veía la oscuridad
absoluta y alguna que otra estrella fugaz. Alexia, a mi lado, estaba sumida en
sus propios pensamientos y juraría que eran los mismos que los míos.
Al
llegar, lo primero que hice fue convocar a una reunión de todo el grupo.
Ese
día, Sabrina, Rocío, Jonatan, Adrián, Beatriz, Paulina, tío Roberto, tía
Catalina, Alexia y yo estábamos sentados alrededor de la extensa mesa del
comedor de mi casa. Servimos los acostumbrados mates con bizcochitos y
comenzamos a hablar de cualquier tema, sobe todo Alexia y yo debimos contar
como nos había ido en la exposición y toda nuestra experiencia en Francia.
-No
voy a esperar más para hacerles saber el motivo de esta reunión- dije parándome
de mi silla y comenzando a caminar alrededor de la mesa.
Todos
los ojos se posaron en mí y se hizo un silencio expectante.
-El
motivo es hacerles una pregunta, una sola pregunta, que esta basada en muchas
cosas que les he venido escuchando en los últimos tiempos-
Abrieron
los ojos tratando de adivinar que les iba a decir.
-La
pregunta es…¿están dispuestos realmente a irse del país?-
El
silencio se hizo más notorio. Hasta los niños parecieron entender la importancia
del tema.
-¿Y
bien?- Insistí ante a falta de respuesta.
-Yo
si- dijo Tío Roberto- Y Catalina también- Agregó.
-Por
supuesto que yo también- Dijo Alexia- Pero
ya sabes cual es mi problema-
-Eso
solo lo puede resolver Beatriz- Contesté mirando a la madre de Adrián a los
ojos.
-Yo
si, dijo Paulina-
Beatriz
le tomó la mano y contestó.
-Supongo
que iríamos todos al mismo sitio- Manifestó.
-Obviamente-
Contesté
Rocío
y Sabrina permanecían en silencio.
-¿Ustedes?-
Les pregunté.
-Y,
cuesta… - Dijo Sabrina.
-¿Qué?
Estamos en condiciones perfectas de irnos, ya no hay nada de importancia que
dejemos atrás- Insistí.
-El
trabajo, por ejemplo- Dijo Rocío.
-Querida,
Alexia y yo vamos a comenzar de nuevo, en el pasado salimos de la nada y aquí
estamos ¿Qué nos impide rehacernos en otro sitio?-
-Nosotras
también comenzaremos de nuevo, seguro que nos ira mejor que aquí, donde las
compras y ventas de inmuebles esta cada día peor- Manifestó Paulina.
-¿Y
donde sería ese sitio maravilloso?- Preguntó Sabrina.
-¡Paris,
mujer, Paris! ¿Qué otro lugar imaginaste?-
-Bien,
entonces, de acuerdo, vayamos a Paris- Afirmó Sabrina tomando bajo su brazo a
la dulce Rocío.
-¡Aplaudo
la decisión!- Exclamo Tío Roberto- Yo abriré un restó-
-¿Nosotras
podremos abrir una peluquería?- Preguntó Rocío.
-¿Y
nosotras una inmobiliaria?- Agregó Beatriz.
-Queridas
amigas, esto que voy a decirles ahora lo había dejado para último momento pues
deseaba que tomaran su decisión en base a sus genuinos sentimientos. Estando en
Paris tuve largas conversaciones con Pierre, el marido de Susan, le pedí un
informe de la situación en que estaríamos si quisiéramos vivir de nuestros
trabajos, abrir nuestros negocios y conseguir vivienda. Ayer me contesto en un
extenso mail a todas mis preguntas. Por de pronto tenemos alojamiento asegurado
en un edificio de su propiedad hasta que decidamos por la vivienda definitiva,
luego nos acompañará a todos a ver locales y organizarnos, solo bastaba este si
convencido que me han dado. El próximo paso es escribirle a Pierre y comenzar los contactos. Los que no tienen
pasaporte vayan haciendo el tramite, tenemos una reserva suficiente de dinero
para el viaje de todos, el gobierno no podrá decirnos que hacer y que se metan
sus controles en el culo. Tomen todo lo que quieran llevar, tendremos alquilado
un avión de Federal Express para enviarlo a Paris. Queridos amigos, ¡el futuro
es nuestro!
Alexia
abrió una botella de champagne y brindamos por la nueva vida. Esa noche comencé
a organizar todo con Susan y Pierre.
Una conversación
Alexia
revolvía con insistencia la cuchara en su pocillo de café y siendo que la
conozco bien supe que estaba pensando algo.
-¿Preocupada?-
Le pregunté.
-No
exactamente. Lo que pasa es que me puse a divagar y pasaron algunas cosas por mi
cabeza-
-¿Cuáles?-
-Pienso
en las chicas, las que no tiene las oportunidades que tenemos nosotras, las que
no tienen mas remedio que andar por la calle prostituyéndose, poniendo en
riesgo su vida, por los hijos de puta que andan por ahí, por la policía, por
los implantes de mala calidad o las inyecciones de aceite de maquina, por el
SIDA, por el abandono de parte de sus
familiares y por que no tienen adonde refugiarse. Claro que nosotras hemos pasado
por situaciones horribles, pero siempre hemos tenido suerte, no dependemos de
nuestras, bah! de las familias si es que podemos llamar familias a las personas
con quienes hemos debido tratar a la fuerza y acordarme de todo eso me produce
mucha pena, por que al fin y al cabo son como nuestras hermanas-
¿Qué
podía decir antes esos argumentos?, yo misma muchas veces me había sentido
igual de impotente, solo pude ayudar a alguna que otra, muy pocas, un grano de
arena en el desierto, pero también debí aceptar que la situación no va a
cambiar por una ley o dos, el cambio de mentalidad debe ser muy grande y a
estas alturas solo creo que un milagro podría lograrlo.
-Somos
afortunadas- Continuo diciendo Alexia- Y si bien eso me produce una gran alegría
también me genera sentimientos contrapuestos. Nosotras podemos huir, escapar de
esta realidad, a otra que todavía no conocemos bien pero que nos genera
esperanzas. Pero ¿te das cuenta lo que es despertarte cada mañana y saber que
estas obligada a una rutina que quizás acabe solo con la muerte?-
-No
podemos hacer otra cosa, tal vez parezca egoísta pero la situación es así, lamentablemente-
Dije sin pensar un mejor argumento.
-La
vida promedio de una travesti es de treinta y cinco años. ¿Te das cuenta, lo
que debe ser saber que no llegaras a la plenitud de la edad?- Insistía Alexia,
al borde de las lagrimas.
-No
puedo imaginarlo, ni siquiera me lo planteaba cuando con Susan andábamos las
dos iniciándonos en esta vida y no por que fuéramos superiores, tal vez por
que, como se dieron las cosas ni siquiera tuvimos tiempo para pensar en ello.
Reconozco que soy afortunada pero no me siento capaz de poder hacer por las
chicas más de lo que hice-
-Lo
que yo siento es que nosotras tal vez debemos mucho de nuestra situación a la
lucha de una gran cantidad de travestis que se jugaron el pellejo, cuando tenían
todo por perder-
-En
eso tenes razón, pero no voy a aceptar la idea de que estoy huyendo por que huir
es mas fácil, solo estoy yendo por un camino que años atrás era impensable
incluso para mi. Todas esas travestis están para siempre en mi corazón pero también
se que no me quiero quedar en el país y no es solo por la homofobia, es por que
necesito otro aire, por que aquí me estoy ahogando-
Alexia
me miró, una lágrima de cada ojo le corría por las mejillas. Tomó un pañuelo y
se las secó. Tomó de un sorbo el café y abrazándome dijo
-Y
yo voy contigo aunque sea al fin del mundo-
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