Monday, July 24, 2017

Familias particulares. Capitulos 7, 8 , 9 , 10, 11 y 12

Intento de violación

En tanto Alexia y yo seguíamos realizando los dibujos para presentar al padre de Susan. Teníamos la promesa de la inexistencia de límites para el presupuesto y lo tomamos al pie de la letra.
-Quiero lo mejor- Nos decía mientras nos pagaba sin retacear ni un peso.
Y lo mejor eran muebles a medida, realizados por carpinteros y ebanistas con las maderas más nobles. Nada de aglomerado enchapado, todo macizo. Los herrajes más precisos, los cerámicos mas impactantes, artefactos de cocina y baño importados.
El padre de Susan y su esposa solían visitar los talleres donde se realizaban los trabajos para verificar la calidad de los mismos. Siempre encontraban algo para cambiar o mejorar. Algunos carpinteros se molestaban por su presencia pero obviaban cualquier comentario adverso al enterarse de que le serían pagados todos los materiales y la mano de obra que implicaban las modificaciones. Realizamos otros dos viajes a Uruguay para verificar medidas y visitar, tanto en el balneario como en Montevideo, negocios de venta de muebles y de telas para cortinados y decoración pues preferíamos utilizar sus servicios y de esa manera evitarnos traslados innecesarios. Así como también comprobar que los muebles llegaran en perfectas condiciones luego de sortear largos caminos en camión.
La única situación que estaba comenzando a exasperarnos se producía cuando entrábamos en la casa de Punta del Este y los custodios nos seguían obsesivamente a todos lados. Entendía que su trabajo era vigilar que nada raro sucediera pero estaba segura que sus intenciones eran otras. No me gustaba sentirme paranoica pero sus miradas, acompañadas de poses con aire de suficiencia los delataban, por eso le rogaba a Alexia que estuviéramos siempre juntas. Incluso noté que de nada valía vestirnos con discreción.
En el segundo viaje se confirmaron mis peores pensamientos. Una tarde, cerca del anochecer, Alexia y yo habíamos anotado unas medidas y otros datos que necesitábamos y nos preparamos para partir. En el preciso momento en que terminábamos de guardar los útiles de trabajo en un bolso los dos individuos entraron en la habitación y supe que había llegado el momento tan temido. Los miré tratando de no demostrar el miedo que sentía. Se pararon junto a la única puerta por la que debíamos salir
-¿Ya se van las perritas?- Dijo el más alto, que era evidentemente el que mandaba, mientras se tocaba el bulto de la entrepierna con la mano derecha.
Miré a Alexia. Ella fijó sus ojos en mí. Fue suficiente un gesto para saber que íbamos a hacer. Ellos, seguros de su superioridad física caminaron lentamente hacia nosotras con ese andar pedante que utilizan algunos hombres para demostrar su virilidad.
Apoyados sobre la pared hacia la que nos habían acorralado, estaban varios caños de electricidad sobrantes, tomé uno de ellos como si fuera una katana y Alexia hizo lo mismo. Los sorprendimos al punto que no atinaron a sacar sus armas, aunque sospecho que no lo hicieron pues les pareció innecesario para someter a dos débiles mujeres.
-Vamos- Dijo el obeso en falso tono conciliador y agregó -Solo queremos divertirnos y ustedes también, ¿o no?-
-¡No!- Exclamé mientras le asestaba un golpe de caño a la altura de los hombros. Alexia golpeó a su atacante en las piernas por lo que cayó arrodillado.
Antes que se recuperaran de nuestra defensa, corrimos. No se como tuvimos la presencia de ánimo suficiente como para no dejar atrás nuestras carteras y el bolso de trabajo. Salimos al pasillo y bajamos las escaleras tan rápido como pudimos. Afortunadamente cuando vamos a controlar obras no llevamos los tacos, sino que calzamos zapatillas lo que facilitó nuestra huida. Cruzamos el enorme living y cuando estábamos dispuestas a salir por la puerta principal, mientras manoteábamos con desesperación el picaporte, nos encontramos de frente con el padre de Susan que entraba. La sorpresa fue mutua.
Nuestros atacantes ya bajaban la escalera y también ellos quedaron estáticos al ver a su patrón.
-¿Que pasa acá?- Preguntó el dueño de casa. Su mirada era terrible. En ese momento supe lo difícil que debió ser para Susan cuando la echó de la casa. Los vigiladores comprendieron que no podían mentir pero tampoco iban a confesar su fechoría. Se mantuvieron callados y expectantes ante la imposibilidad de justificar la escena.
El padre de Susan me miró y yo sostuve su mirada. En ese gesto, el hombre comprendió que ocurría.
-Eres un muchachita valiente- Me dijo al cabo de unos segundos y señalando a sus empleados preguntó: -¿Que quieres que haga con ellos?-
-Usted es el que manda- Contesté.
-¡Fuera de acá, los dos!- Exclamo señalando la puerta.
Sin el paso seguro del que hicieran ostentación minutos antes, terminaron de bajar las escaleras, cabizbajos, cruzaron el living y salieron al jardín del frente.
-Algún día nos vamos a encontrar, perra- Susurró el más alto al pasar a mi lado y debo reconocer que tuve miedo.



Otra terrible noticia

Una de tantas mañanas Alexia y yo despertamos abrazadas como de costumbre y mientras nos estábamos desperezando sonó su celular. Era su ex esposa. Se la podía oír totalmente alterada. No pronunciaba claramente las palabras y sin la posibilidad de discernir lo que decía nos tenía en vilo.
Finalmente, en medio del llanto, nos pudo aclarar lo que sucedía. Sus padres le habían hecho juicio para quitarle la tenencia de Adrián por considerar que no era una buena madre para él debido a sus anormales tendencias sexuales. Le había llegado una notificación ordenándole entregar la criatura a sus abuelos hasta que el juez se expidiera. Juro que creí que el mundo se me cayó encima junto con todos lo planetas aledaños. ¿Por qué esta saña? Me interrogaba como si no supiera la respuesta. ¿Que podría hacer Alexia para cambiar la situación? En cuanto la viera el juez estábamos perdidas. ¿Cómo hacerle entender que la criatura gozaba del amor de sus padres, estaba contenido por ellos y además era tan inteligente como para comprender la situación?
-¿Otra vez tendremos que ir a la televisión?- Se preguntaba Alexia en medio de su propio llanto.
Una vez que me repuse del golpe me vestí rápidamente, la apuré a Alexia para que hiciera lo mismo, la senté en el auto y partimos lo más rápido que pude manejar hasta la casa de Beatriz. Llegamos en el preciso momento en que sus ex suegros se presentaban con una visitadora social y un oficial de justicia.
-Ni se te ocurra abrir la boca delante de los viejos- Advertí a Alexia.
Corrimos desde la vereda a través del jardín para adelantarnos a los que llegaban y toqué el timbre. Beatriz abrió al vernos y entramos presurosas cerrando la puerta detrás de nosotras.
-¿Que hacemos?- Preguntó desesperada.
-Esto es lo que vamos a hacer- Dije mientras reponía la respiración normal y sintiendo que no había otra salida continué:
-Por de pronto vamos a resistir. Mientras me ocupo de entretener a estos hijos de puta, Alexia va llamar algunos periodistas conocidos y a la maestra de Adrián y vos le vas a explicar al niño todo lo que sucede, con todas las letras. Es muy inteligente y va a saber lo que se espera de él. Es necesario que se sienta muy seguro por que lo voy a exponer ante las cámaras si es necesario.-
Dicho esto abrí la puerta y salí al porch enfrentando a los abuelos de Adrián.
-Lo siento pero no van a pasar- Afirmé.
-¿Usted quién es?- Pregunto el padre de Beatriz.
-Alguien que seguramente quiere a Adrián mucho más que ustedes-
-¿Y eso como lo sabe?- Interrogó la visitadora.
-Por que jamás se me ocurriría utilizarlo como rehén de una venganza. No quieren al niño, solo desean mortificar a su madre-
-¡Eso es falso!- Exclamó la madre de Beatriz.
-¡Esta es seguramente una de las amantes pervertidas de mi hija!- Gritó el padre.
Mientras ignoraba estos comentarios tomé de un brazo a la visitadora social.
-Tengo que hablar con usted, a solas-
La mujer, conciente de su autoridad pretendió ignorarme, pero ante la firmeza de mi mirada y de mi mano prestó atención.
-¿Usted sabe que si la madre de la criatura alega discriminación homo fóbica por parte de su propios padres como único motivo para quitarle a su hijo esto se puede convertir en un caso paradigmático? Yo no quisiera estar en sus zapatos. Al menos deje a la criatura con su madre hasta que el juez se expida-
-No puedo-
-¿No?- Dije mirando por sobre su hombro complacida de comprobar que varios medios se habían hecho presentes y que la maestra de Adrián llegaba corriendo desde la escuela aún con el guardapolvo puesto.
Ante semejante movimiento la visitadora me miró suplicante.
-¿Que pretende?-
-Fácil, que escuche la única voz valedera en este entuerto, a su madre, a su padre y a su maestra, dentro de la casa, sin la presencia de los abuelos. Luego ante su decisión yo hablo con los medios-
-Es justo- Reconoció.
Me costó trabajo retener a los padres de Beatriz afuera a pesar de que intentaron entrar a la fuerza mientras lo hacían el oficial de justicia y la visitadora, pero valió la pena. Una vez adentro los burócratas hablaron con Adrián. El niño estuvo brillante. Con pocas palabras convenció a ambos. Lo que no voy a olvidar mientras viva es su gesto de sorpresa cuando descubrieron quién era el padre.
-Este sí que va a ser todo un caso- Comentó la visitadora.
Y la admiración que demostraron ante la maestra al contarles ésta su manera de tratar con  los alumnos temas tan dificultosos como la familia actual y sus nuevas conformaciones.
-Bien, el niño queda aquí, en custodia de la madre. Pero no olviden que la decisión final la toma un juez... un juez que debería escuchar a este chiquilín-
El final de la frase fue dicho en medio de un gesto cómplice. Al salir los empleados sociales de la casa yo lo hice detrás de ellos.
-Bien chicos- Me dirigí a los movileros. -Por de pronto esta resuelto, por orden de la visitadora social el niño permanecerá donde corresponde, es decir con su madre, donde recibe verdadero amor y cuidado-.
Motivados por una espontánea solidaridad todos aplaudieron.
Los padres de Beatriz me miraban azorados y rabiosos. Estaban desencajados. El hombre quiso golpearme y yo rápidamente di un paso hacia atrás. Cayó al suelo y su impotencia le soltó la lengua adelante de todas las cámaras y micrófonos prendidos.
-¡Degenerada, puta, eso es lo que sos, igual que la machona de mi hija que después de tener un hijo se anda revolcando con otras tortilleras como ella!-
No lo iba a desengañar, para que aclarar. La visitadora me susurró.
-Esto también lo debería ver el juez-



Accidente

La permanente exposición en los medios de Sabrina y Rocío trajo consecuencias inesperadas. Salían de un canal de televisión de noticias donde le habían hecho una nota pocos minutos antes, cuando una mujer pobremente vestida con prendas que ostentaban varios remiendos, el cabello despeinado y arrugas que delataban no el paso de los años sino sus inclemencias, cruzaba la Avenida gritando el nombre masculino de Rocío. Todo sucedió en un segundo. Rocío se dio vuelta pues había reconocido esa voz y solo fue para ver a quién la llamaba volar por lo aires atropellada por un auto. El impacto fue terrible. El cuerpo se levantó por sobre el capó del vehículo y golpeó contra el parabrisas que se astilló totalmente, luego cayó a un costado. El conductor se detuvo gritando de impotencia.
-¡Ella se cruzó, ella se cruzó!-
Se produjo un inmediato embotellamiento. Rocío atravesó el asfalto y al detenerse junto a la atropellada no dudó.
-¡Es mi madre!- Gritó a Sabrina que ya se acercaba.
La mujer estaba inconsciente y tenía varias heridas en todo el cuerpo. Rocío lloraba. Sabrina la apretó fuertemente para consolarla. La ambulancia llegó en pocos minutos y ambas subieron al vehículo junto al cuerpo de la accidentada.
Apenas nos enteramos llegamos al Hospital, Madame, tío Roberto, Alexia y yo. Sabrina estaba sentada en el pasillo. Rocío estaba dentro de la sala de terapia intensiva tratando de lograr algún contacto con su madre.
Salió desconsolada. Lo que más dolía era ver que se sentía culpable a pesar de que esa madre no había hecho nada por evitar la  feroz violación a la que la había sometido su padre.
-Si me hubiera enterado que se hubiera muerto por ahí tal vez no me hubiera importado, pero verla así llamándome como si fuera su acto final me parte el corazón- Dijo Rocío mientras se refugiaba en brazos de Sabrina.
Una doctora salió de la sala.
-¿Quién de ustedes es pariente de la señora accidentada?-
-Yo soy...la hija- Contestó Rocío titubeando.
-Bueno, debo decirle que su madre está muy grave, por el momento está compensada pero estas cuarenta y ocho horas son fundamentales. Por de pronto necesitamos sangre, es factor cero negativo, así que no le costará mucho encontrar donantes.
-Claro que no, yo soy cero positivo- Dije enfáticamente.
-Y yo- Agregó Alexia.
-Y yo por supuesto- culminó Rocío.
Por la manera en que nos miró la doctora intuí que sucedía algo. Mis sospechas se confirmaron cuando debimos completar un formulario como requisito para donar. El cuestionario mencionaba todas las variantes posibles de sexo no seguro pero siempre referido a relaciones homosexuales e incurría en la aberración de incluir estas relaciones como una enfermedad más. Con una sola de esas respuestas positiva estábamos inhabilitadas para colaborar. La lista era absolutamente discriminatoria:
Varones que hayan tenido sexo con varones, mujeres que hayan tenido sexo con hombres que tienen sexo con hombres, quienes hayan tenido relaciones sexuales ocasionales, quienes hayan tenido sexo por dinero o quienes han estado detenidos por más de setenta y dos horas, sin contar a los que se hubieran hecho tatuajes o acupuntura. Lo único que faltaba era que incluyeran a los que nos gusta la música de Virus o ABBA.
-¿Como que no puedo donar sangre para mi propia madre?- Preguntaba Rocío al borde de la desesperación.
-Mintamos- Propuso Sabrina.
-Si, como si no se nos notara lo que somos- Aseveré conteniendo la bronca.
Mentir, no era mentir del todo. Claro que todas habíamos tenido experiencias homosexuales, pero en los últimos tiempos lo habíamos hecho solo con nuestras parejas, además teníamos realizados los exámenes de HIV y eran todos negativos.
-Yo voy a donar- Dijo tío Roberto.
-¿Usted está con estas personas?- Preguntó la enfermera.
-No, pero si hay que dar una mano a un semejante estoy dispuesto-
-Tiene que llenar este formulario y por favor lea las causas por las que no podría donar-
-¿Por que me toma? ¿Por uno de esos putos?- Exclamó tío Roberto
-Yo soy su esposa y también voy a donar, soy tipo A- Agregó Madame.
-Pasen- Invitó la enfermera cuando completaron el cuestionario.
Acompañamos a Rocío por turnos a velar en el pasillo. Fue una noche larga que compensamos con mate y bizcochitos que trajo la mamá de Sabrina, valerosa mujer a la que estimaba como si fuera mi propia madre. En realidad por que había hecho contra toda opinión lo que consideraba correcto y había contenido a su hija cuando más lo necesitaba.
El sol estaba comenzando a asomarse cuando una de las enfermeras llamó a Rocío.
-Venga, por favor, su madre recuperó el conocimiento pero preguntó por su hijo, ¿Él no está?-
-Si, está bien, soy yo- Contestó sin reparar en el desagradable gesto de la enfermera y dirigiéndose a nosotras dijo:
-Espérenme y deséenme suerte-
Lo que sucedió dentro lo supimos por ella al salir.



Rocío se acercó al lecho de su madre calladamente. La mujer volvió el rostro como si hubiera escuchado el silencio. Estaba totalmente cubierta de vendajes y su cara era una indescriptible pelota morada, los ojos apenas se veían bajo los párpados hinchados y los labios no se notaban por el edema generalizado.
-Mi hijo, ¿sos vos?-
-Si mamá- Le contestó tomándole una mano de cuyo brazo pendían varias vías de suero.
La madre hizo un imperceptible gesto de dolor.
-Hace años que te buscaba, mi hijo-
-Sabés bien por que me fui-
-Si hijo, eso no me lo voy a perdonar nunca pero tu padre era muy violento y le tenía miedo-
-¿Era?-
-Si mi hijo, lo mató un borracho en la despensa. Estaban peleando por algo, no se bien por qué. Tu padre lo apuró con un cuchillo, el otro sacó un revolver y le disparó cuatro tiros-
El fin que se merecía, pensó Rocío pero calló para no angustiar más a su madre.
-¿Y como me encontraste?- Preguntó para cambiar de tema.
-Don Jacinto, el dueño de la estancia me echó por que no tenía trabajo para mí, encima otros peones le fueron con el cuento de lo que había pasado con vos, no se como se enteraron pero creo que tu propio padre anduvo haciendo alarde de lo que te había hecho, así que con la poca platita que me dio me vine a Buenos Aires. Unos parroquianos del bar de Acha, en la ruta te habían visto subir a un camión que venía para acá-
Después de unos segundos que utilizó para respirar pausadamente continuó.
-La ciudad es muy grande. Estuve perdida. Trabajé de sirvienta en varias casas pero no duraba. La situación económica, ¿sabes?-
-Si mamá, lo se-
-¿Y yo a quién iba a preguntar? Ni en las comisarías, ni en los hospitales, nada. Hasta que te vi en la tele, en la casa donde trabajo. Te vi así vestido de mujer, pero supe que eras vos, una madre sabe-
Volvió a descansar unos segundos.
-La patrona me dijo que estabas en vivo, que seguramente estabas en el canal, por eso tomé el colectivo y corrí para encontrarte.
Tuvo que hacer un esfuerzo para respirar. Una luz roja se encendió en un tablero. La enfermera llegó corriendo.
-Ha hecho un gran esfuerzo, dejémosla descansar- Dijo a Rocío y exclamo para que la oyera la madre: -Ahora vuelve su hija, descanse-
-Es hijo, hijo- Susurró la mujer con pocas fuerzas.



Rocío lloraba inconsolable cuando salió y nos ponía al tanto de la conversación. La rodeamos de afecto. Lo único que podíamos darle y no era poco. La llevamos al bar del Hospital para que distrajera mientras tomábamos algo caliente. Luego nos pusimos de acuerdo para decidir quién se quedaría con ella y Sabrina la siguiente noche y cada quién marchó a los quehaceres que teníamos abandonados.
En esa misma tarde sonó el teléfono en el Estudio, Silvana se escuchaba alterada y hasta creo que lloraba cuando me pasó la llamada.
-Es Sabrina, desde el Hospital- Me anunció.
Antes que mi vieja amiga pudiera hablar ya lo sabía.
-Murió la mamá de Rocío, hace una hora-
Le pregunté si Rocío había podido hablar con su madre alguna vez más.
-No, porque entró como en estado de coma, tuvo dos infartos y no resistió-
-¿Y Rocío?-
-Aquí a mi lado, está bien-
Me puse el abrigo, pasé por la oficina de Alexia y la llamé.
-Vamos al Hospital, tenemos que estar con Rocío- Musité.
Al abrazar con todas mis fuerzas a la tierna niña, ella se refugió sobre mi pecho y me rogó:
-¿Podrás ocuparte de los trámites del sepelio? Siento que no puedo más estar en pie. No se como me produce piedad mi madre después de todo lo que sufrí-
-Así es, a pesar de su incomprensión, de su ignorancia o lo que sea no dejan de ser quienes nos dieron la vida, no los pudimos elegir pero ahí están-
El cortejo fúnebre era chico. Sabrina, su madre, Alexia, Beatriz, tío Roberto, Madame, su secretaría, nuestra empleada Fernanda por si misma y en representación de Silvana. Nadie más. Susan, enterada por un llamado mío se comunicó con Rocío y le trasmitió sus condolencias y las de Pierre.
Estuvimos en silencio. Como lo habíamos estado en el velatorio. Las que ya habían perdido seres queridos eran quienes la comprendían mejor. La madre de Sabrina, pues Sabrina era muy chica cuando su padre murió y Alexia cuyos padres habían fallecido en un accidente automovilístico. En estos momentos no suelo encontrar las palabras adecuadas y para decir obviedades mejor me callo. Siempre me incomodaron estas situaciones. Con Rocío, al menos podía abrazarla, apretarla contra mi cuerpo, enjugar sus lágrimas y llenarla de besos en la frente sin necesidad de abrir la boca.
Caminamos detrás del ataúd lentamente. Como si fuera el marco más adecuado una tenue llovizna caía mansamente y no se escuchaba ni siquiera el canto de los pájaros. En cada paso volvían a mi mente las experiencias que todas habíamos vivido, asaltaban mis sentidos los problemas que aún teníamos que resolver y pensaba en el destino. Por momentos trataba de imaginar que hubiera sido de todas nosotras si no hubiéramos tenido esta sensación de que nacimos en el cuerpo equivocado. ¿Que vericuetos atravesarían nuestras vidas? ¿Seríamos hombres que irían al fútbol los domingos, que visitarían a la madre para comer las pastas, que harían el asado para toda la parentela, o tenido sexo siempre los viernes por la noche y en la misma posición? ¿Nos conformaríamos con un empleo anodino, una casita en los suburbios, un auto mediano y una vida apacible hasta que llegara la jubilación, los nietos invadieran nuestras vidas al punto de no tener mas intimidad y los hijos se irían de vacaciones dejándonos en casa, con suerte, si no en un geriátrico, cuando se van de vacaciones?
Desperté de mis ensoñaciones al sentir a mi lado a Sabrina arrojando un poco de tierra sobre el ataúd. El sacerdote había pronunciado las últimas palabras, los empleados del cementerio bajaron el ataúd y yo había estado en otro mundo. Me sentí turbada, busqué con la mirada a Alexia que se mantenía apartada, tal vez dominada por sus propios pensamientos. Me coloqué a su lado y le tomé la mano. Ella me la apretó sabiendo que ese gesto me hace sentir bien.
Volvimos a los autos. Propuse una reunión en mi casa para alargar las horas de compañía. No quería dejar a Sabrina y Rocío solas y terminamos esa tarde escuchando música clásica, tomando café con facturas y hablando del futuro.





Juicio de adopción

El juez que se hizo cargo del tema de la adopción de un niño por parte de Sabrina y Rocío estaba exasperado.
-¿Ustedes creen que por poner presión en los medios periodísticos van a influir en mi decisión? ¡Hasta en Francia han publicado sobre el caso!- Gritaba mientras nos mostraba la portada del Paris Match.
Callamos. Cada una miraba a las demás tratando de infundirles valor y prudencia ante la actitud del magistrado. El abogado que había conseguido tío Roberto trató de conciliar.
-Comprenda usted la situación de mis clientes. La sociedad las discrimina, no tienen otra arma que la exposición pública para luchar por sus derechos. Al fin y al cabo la señora Sabrina, quien es la que hará la adopción, es una persona con enorme capacidad de amor, su madre ha estado a su lado en los difíciles momentos en que sufría por descubrir su sexualidad y siempre recibió de ella el mejor ejemplo. Tenga en cuenta que la criatura que adopten tendrá un hogar y no la incertidumbre que tiene ahora. Su padre es desconocido y la madre tuvo miedo de abortar por la presión del sacerdote de su pueblo, ¿Por qué condenar al niño a una vida incierta si tiene la posibilidad de un hogar?-
El juez se acomodó en su sillón y era evidente que estaba mas relajado, lo que nos tranquilizó un poco.
-¿Puede probar que estará bien atendido?-
-Seguro, mis clientas viven en una casa con todas las comodidades, con la madre de la señora Sabrina, tienen su negocio propio, una peluquería en el barrio de Recoleta, todo en orden de acuerdo a las leyes vigentes y con abundante clientela, si usted lo teme debo aclararle que no ejercen la prostitución, sus ingresos son suficientes, hasta se podría decir holgados y su vida absolutamente normal-
Madame, la madre de Sabrina y yo éramos los únicos testigos. Observábamos sentadas detrás de una barra con los dedos cruzados rogando que el juez fuera una persona conciente de que lo importante no pasaba por el aspecto de Sabrina y Rocío sino por su interior.
-¿Le parece normal hombres que pretenden ser mujeres?- Interrogó el Juez y yo casi me caigo de estupor ante la pregunta.
-No se puede decir lo que es normal si pretendemos que la sexualidad sea una sola, en cambio si aceptamos a las personas como quieren ser, es decir auténticas, comprenderemos que es mas sano entregar una criatura a quienes son capaces de amarlo por que se están jugando la vida en ello. Les hubiera resultado más cómodo no luchar por lo que desean como hacen muchos padres heterosexuales que justamente abandonan a estos niños a su suerte-
Contundente, pensé. Y lo pensó también el Juez.
-Bien, les daré la adopción, pero deben saber que este niño es HIV positivo. ¿Lo sabían?-
-El muy hijo de puta las está probando- Dije por lo bajo a Madame.
Sabrina no vaciló, se paró instantáneamente, Rocío hizo lo mismo.
-Si, lo sabíamos, ¿Por que habríamos de discriminarlo?-
La afirmación nos sorprendió pues ninguna de las dos lo había mencionado jamás en nuestras conversaciones. El juez tampoco esperaba esa respuesta. Miró a la visitadora social buscando una explicación. La mujer se hizo la distraída.
-Esto no es lo que usted me informó- Dijo el Juez visiblemente molesto.
-Yo me atuve a las consignas- Trató de excusarse la funcionaria.
-Algunas veces hay que abrir la mente y salirse de las reglas para poder impartir justicia, no todo está escrito y estoy seguro que los juristas deberán revisar a fondo los preconceptos y las normas ante los nuevos tiempos- manifestó el magistrado y agregó:
-Todo resuelto, podrán ver a la criatura hoy mismo en el hogar, enviaré todos los papeles de la resolución para que lo puedan llevar a su casa inmediatamente-
La madre de Sabrina se acercó al estrado y se abrazó al juez.
-Usted ha hecho un milagro, me ha convertido en abuela-
Esa misma tarde acompañé a Sabrina y Rocío a presentar los papeles de adopción en el hogar de tránsito y buscar al niño. Al vernos, las empleadas titubearon. Hicieron un par de llamadas al juzgado para asegurarse de la orden y cuando recibieron la confirmación cambiaron sus agrias caras para deshacerse en cumplidos.
El niño tenía dos años, se llamaba Jonatan, morocho, cabello abundante, al acariciarle la cabeza parecía un cepillo, los ojos marrones, enormes, la cara redonda y caminaba erguido y con seguridad. En un momento me recordó a Adrián por su vivacidad. Solo necesitaron decirle una vez que Sabrina iba a ser la persona que lo iba a cuidar y él se aferró a su mano diciéndole tiernamente:
-¿Mamá?-
Lloramos todas.
Las dejé en su casa. La madre de Sabrina se había adelantado para preparar la habitación de la criatura. Siempre retendré en la memoria la imagen de Sabrina cargando al niño y a Rocío abrazada a ella entrando a su hogar.



El fuego todo lo purifica

-¿Ves la vida? Ayer llorábamos por una muerte y hoy somos felices por una vida que se salva- decía Alexia mientras íbamos a la casa de Las Lomas para verificar el avance del trabajo de decoración.
-¡Bravo por la filósofa!- Le contesté en broma y nos hicimos unos suaves intercambios de golpes de manos que acostumbrábamos realizar cuando estábamos de buen humor. En ese momento un vehículo nos pasó a excesiva velocidad y frenó delante del nuestro. Volanteé rápidamente y lo esquivé.
-¡Que hijo de puta! ¡Ese maldito casi me raya el auto!-
-¡Son chorros!- Gritó Alexia.
Aceleré para alejarme pero era evidente que no nos iban a dejar ir fácilmente, se pusieron a nuestro lado y al girar la cabeza me di cuenta que no se trataba de ladrones, eran los despedidos guardaespaldas del padre de Susan dispuestos a cumplir la promesa de su venganza. Trataron de echarnos el auto encima y volví a esquivarlo. No por nada Dánica Patrick es mi ídola y me gustaría ser como ella. Si no fuera por lo peligroso de la situación me hubiera sentido como en las 500 Millas.
La persecución continuó por varias cuadras. Cruzábamos las bocacalles a la misma velocidad que llevábamos. Yo temía que atropelláramos a alguien en nuestra carrera y también deseaba que algún patrullero advirtiera lo que sucedía. Pero nada pasaba y estábamos por llegar a la Autopista. La opción era seguir por esa calle y cruzar el puente o girar hacia la bajada y entrar en el tránsito rápido. No sé por que lo hice pero dirigí el auto como si fuera a atravesar la Autopista y cuando ya tenía las ruedas delanteras sobre la calle que iba al puente, frené bruscamente y giré sin demora hacia la bajada. Ellos intentaron hacer lo mismo pero unos segundos después debido a la sorpresa. Las ruedas chocaron contra el cordón y siguieron derecho por su propia aceleración mitad sobre la calle y mitad sobre la vereda. Chocaron contra la baranda del puente. El golpe los hizo caer por el terraplén de tierra y el vehículo se levantó del piso, giró dos o tres veces sobre si mismo cayendo definitivamente sobre la Autopista incendiándose de inmediato.
Detuve el auto sobre la banquina y corrí hacia el de los individuos. Al mismo tiempo un patrullero llegó al lugar.
-¡Deténgase señorita, no puede hacer nada, aléjese que va a estallar!-
Reaccioné y volví corriendo a mi auto.
-¿Que hacés loca?- Me preguntó Alexia
-Solo quería ver si estaban muertos-
Una explosión tapó mis palabras. Pedazos de auto volaron por los aires y las llamas se extendieron a los otros carriles de la Autopista sin provocar, por fortuna, inconvenientes a los vehículos que pasaban.
-Ahora si lo están- Agregó Alexia
Los policías no nos preguntaron por que estábamos allí, ni nos pidieron documentos, ni nos solicitaron como testigos, ni siquiera se sorprendieron de que nos quedáramos hasta ver como los bomberos sacaban los cadáveres calcinados. Uno solo me dijo:
-Este no es un espectáculo para unas damas como ustedes-
-No crea, esta se ve en la tele todos los programas de catástrofes- Contestó Alexia señalándome.
Habiendo comprobado que esos matones ya no nos molestarían más continuamos con nuestro viaje.
-¿Ves la vida? Ahora también estamos felices por unas muertes- Le dije a Alexia parafraseándola.
-Lo tuyo no es filosofía barata, es humor negro- Me contestó.



Una jueza con oídos abiertos

Cuando ya empezábamos a preocuparnos por las consecuencias de mi audacia en el caso de Adrián tuvimos noticias de la jueza interviniente. Después de llamar al orden a la visitadora social y al oficial de justicia por contradecir su resolución decidió realizar una audiencia.
Al ver a Alexia casi cae de espalda, si algo le faltaba al caso era la presencia de tan original padre. El abuelo del niño quiso abalanzarse sobre Alexia  para agredirla mientras le gritaba:
-¡Pervertido! ¡Vos corrompiste a mi hija! ¡A ella antes no le daba por acostarse con mujeres!-
Y dirigiéndose a la Jueza:
-¡Vea, como va a crecer Adrián  normal con semejantes padres!-
Debieron contenerlo dos empleados del juzgado.
La jueza también solicitó mi presencia. Había visto los videos de la frustrada entrega del niño a sus abuelos y mi intervención.
-¿Usted sabe que ha interferido una acción judicial?- La tomó conmigo de entrada.
-Si, lo sé, pero hay ocasiones en que se deben tomar decisiones aunque estas parezcan ilegales-
-¿Parezcan? ¡Son!- Exclamó y en ese momento temí que había echado todo a perder.
-Después veré que hago con usted, pero lo verdaderamente interesante es que del video surgen conclusiones que si bien no son pruebas aclaran mucho la situación-.
Tras esas palabras y dejándome en ascuas, llamó a declarar a la Visitadora Social.
-El niño viven en un hogar adecuado, tiene las comodidades necesarias, no le falta alimento ni ropa, concurre todos los días al colegio y sus notas son excelentes, además practica deportes y estudia inglés-
Después declaró la maestra. Los conceptos elogiosos sobre Adrián y su visión acerca de los nuevos conceptos de familia dejaron boquiabierta a la jueza que la dejó hablar sin interrumpirle.
-Cundo Jesús dijo “Ama a tu prójimo como a ti mismo” ¿Acaso aclaró como debía ser ese prójimo?- Dijo la maestra a modo de cierre de sus palabras
Beatriz aclaró que desde chica sospechaba que tenía otra inclinación sexual y no como lo afirmaba su padre que acusaba a Alexia, pero que cuando concibieron a Adrián amaba a su entonces esposo. Que respetaba la nueva vida de Edgardo o Alexia que nunca le había hecho faltar la cuota alimentaria y se había ocupado del niño en las visitas o cuando lo necesitó.
-Nos separamos de común acuerdo y de común acuerdo seguimos educando a Adrián- Enfatizó.
Alexia debió aclarar su nueva situación. Explicó que tenía un trabajo, que era mi socia y que además éramos pareja. Que nos ocupábamos de llevar al niño a pasear, que incluso yo lo ayudaba con las tareas escolares, lo cuál era cierto, que nunca le mintieron, que comprendía la realidad de la situación sabiendo que había otros niños con familias homoparentales en situación igual a la suya y que había aprendido a no discriminar.
-Lo que no se podía asegurar de otros- Dijo mirando a su ex suegro.
Cuando culminaron las exposiciones, a mi pedido la jueza hizo pasar a Adrián.
-Esto no es usual, pero los comentarios que escuché antes de esta audiencia me incitan a la curiosidad- Explicó.
-¿Pero como hace hablar al chico si todavía no razona lo que dice?- Protestó el abuelo.
-Veamos y cállese la boca- Ordenó la jueza.
Adrián se paró frente al escritorio de la magistrada. La miró directo a los ojos y esperó las preguntas
-¿Quién es tu madre?-
-Ella- Contestó señalando a Beatriz.
-¿Y tu padre?-
-El, bueno, ella- Señaló a Alexia mientras algunas nos reíamos por lo bajo.
-¿Tu madre te dejó solo algún día o con personas extrañas mientras salía de paseo?-
-¿Se refiere con sus amigas? Nunca. Salía cuando me tocaba estar con Alexia-
-¿Quién?-
-Alexia, mi padre-
-Pero ese no es su nombre verdadero-
-Si ya se, se llamaba Edgardo pero ahora es Alexia y yo respeto su nueva vida y la quiero igual por que me sigue amando y se ocupa de mi y me cuida y me protege-
-¿Sabes que otros niños tienen familias que los adultos llamaríamos no tradicionales?-
-Si, lo sé, y he estado de visita en sus casa para los cumples. Hay compañeritos con dos padres y hay compañeritos con dos madres-
-¿Y tú que piensas de ellos?-
-Que son felices. Yo soy feliz con mamá y Alexia y mi tía Gabriela-
-¡Ah! ¿Ella es tu tía?- Preguntó mirándome.
-Si, tía postiza pero yo la quiero mucho-
-¿Y alguna vez has estado en la casa de tus abuelos?-
-A veces, de visita, pero...-
-¿Pero?-
-Mi abuelo es muy grosero, cuando le conté de mis compañeritos dijo que eran todos unos degenerados que iban a pudrir todo el mundo-
-¿Eso dijo?-
-¡Mentira! ¡Miente, dice lo que le enseñaron esos...!- Gritó el abuelo.
-¿Esos que?-
-¡Esos pervertidos!-
Y si algo le faltaba a la jueza para su dictamen la última palabra selló la suerte del juicio.
-El niño llamado Adrián quedará bajo la custodia de su madre y con el régimen de visitas que ha convenido la pareja de común acuerdo, sus abuelos no podrán reclamar ninguna custodia y se avendrán a realizar visitas los días y horas que voy a estipular al final del dictamen. En cuanto a usted...- Dijo mientras me señalaba- Debería sancionarla por obstruir la justicia pero comprendo que a veces hay que hacer ciertas cosas... en fin, la reacción del abuelo de la criatura que vi en los videos ya me había preparado para esto, así que vaya tranquila-
Y sin disimular una sonrisa agregó.
-Pero no olvide que la voy a estar vigilando-
Casi nos echan de la sala del juzgado cuantos comenzamos a festejar. Saltábamos y cantábamos. Alexia me abrazó y Beatriz nos tomó a ambas con todas sus fuerzas.
-Cuando me dijiste que seríamos amigas nunca imaginé que me lo demostrarías de esta manera- Me dijo la ex esposa.
-Las vueltas de la vida- Contesté. Siempre contesto lo mismo en estas ocasiones.






No comments: