Friday, September 29, 2017

COMO SOBRELLEVAR UNA DOBLE VIDA Capitulos finales

27. EN UN PROGRAMA DE TELEVISIÓN
               Al regresar a mi trabajo me esperaban novedades. Benjamín me había llamado varias veces para hacer otra película. Siendo que estaba estudiando ofertas de otros productores con los cuales había concertado citas para conversar me producía placer su desesperación. La película que había hecho para él continuaba siendo un éxito y hasta había llegado una oferta de un estudio de Hollywood para comprarle los derechos. No voy a negar que me pagó puntualmente lo que habíamos pactado, cifra que me permitió engrosar mi alicaída billetera, y trató de interesarme en hacer otra película sin reparar en presupuesto, pero no deseaba hacerlo. Y no era por su homofobia, situación que no me importaba, sino porque quería libertad para hacer lo que quisiera y elegir el argumento, tal vez alguno de los que yo tenía escritos.
Sin saberlo, ya que Willy no me pasó ninguna llamada por orden mía a mi casa mientras duró el montaje de la película sobre crossdressing, mi constante e involuntaria negativa había sacado fuera de sí a Benjamín al punto que acordándose de todos mis ancestros y los de Willy, amenazó con que iba a hacer saber a todos las revistas de chismes de mi afición a la ropa femenina.
-¿Es cierto eso de la ropa de mujer?- Preguntó Willy después de contarme con lujos de detalles la última llamada de Benjamín.
Como estimo que nunca hay que estar a la defensiva sino, por el contrario, redoblar la apuesta, le contesté que sí y que si me guardaba el secreto por un tiempo nos íbamos a divertir a costa del productor. Willy aceptó el trato aunque imagino que se moriría de ganas de andar contando por ahí lo que sabía.
La secretaría de Benjamín, mi aliada incondicional, me avisó que le harían un reportaje sobre la película en un canal de televisión y que aprovecharía para dar una noticia importante acerca de mí. Ella no sabía de qué se trataba, aun así temía que fuera algún tipo de venganza. Le agradecí el dato. Inmediatamente me puse en contacto con la producción del programa que, a través de un amigo que trabajaba allí, consintieron en ayudarme pues les prometí que conseguirían buen rating.
La tarde del reportaje me acerqué al canal con el bolso donde llevaba todo mi equipo para transformarme. Me hicieron pasar a un camarín donde pudiera estar sola y comencé a montarme. Me puse una blusa negra de mangas largas, una mini negra tableada, muy corta, botas bucaneras negras, la peluca negra, aros y un collar brillantes, me maquillé inclusive colocándome pestañas postizas y esperé hasta que mi amigo de la producción me avisara el momento justo en que debía aparecer. En un monitor que tenía en el camarín podía seguir lo que sucedía en el estudio.
El conductor presentó a Benjamín, hizo una semblanza de su trayectoria y comenzó con las preguntas que se sucedieron desde los comienzos hasta su última película. En ese momento comenzó lo bueno. Él habló de la película, de su frustrada participación en el festival de Berlín y del éxito de público que estaba teniendo.
-Pero quiero decir algo de su director…- Comenzó.
-Dígame- Acotó el conductor.
-Se trata de una persona que tiene una extraña afición…-
-¿Si? ¿Cuál?- Preguntó el conductor.
En ese momento aparecí yo, detrás de Benjamín, radiante en mi vestuario femenino. Los operadores de cámaras y el resto del personal no podían contener la risa mientras Benjamín continuaba aún sin verme.
-Es una perversión…-
Y no pudo terminar la frase pues en ese instante me senté en la otra silla que habían dejado a su lado con ese propósito y le dije toda suelta de cuerpo.
-Hola Benji, ¿Cómo estás?-
Era terror lo que se dibujó en su cara. Sin saber cómo continuar quedó petrificado.
-Nos ibas a decir algo- Dijo el conductor.
-Iba a decir que a mí me gusta vestirme de mujer, y sí, es cierto, ¿Cuál es el problema?- Pregunté dirigiéndome a todos los que estaban detrás de cámara lo que generó un espontáneo aplauso.
-¿Eso era?- Le preguntó el conductor.
Reaccionó.
-¡Si, eso era! ¿No ven que es un pervertido?-
-Bueno, cada uno puede hacer lo que quiera si no molesta a los demás- Comentó el conductor mientras desde detrás de cámaras le ponían un cartel con el minuto a minuto del rating que había comenzado a crecer desmesuradamente. Luego se dirigió a mí y preguntó.
-¿Esto que vos hacés tiene un nombre?-
-Sí, crossdressing-
-¡Ah! ¿Y me podes explicar de qué se trata?-
A partir de ese momento Benjamín no pudo decir ni media palabra. El conductor se concentró en mi persona mientras yo me explayaba en la contestación a su requerimiento, el personal del piso se mantenía en un expectante silencio y el rating se iba a las nubes. Al terminar hice el anuncio de la película sobre el tema prometiendo que la exhibiríamos en cuanto tuviera la confirmación de la sala. El conductor me pidió que le avise en cuanto lo supiera. Al apagarse las luces para pasar a la tanda me levanté del asiento y saludé todos. Benjamín, sin reponerse todavía continuaba sentado hasta que le dijeron que debía dejar el lugar para los próximos invitados.
-Esta me la vas a pagar- Dijo mientras pasaba a mi lado.
-Vos te lo buscaste- Contesté segura de mí.
Estaba aún cambiándome en el camarín cuando comenzó a sonar mi celular. En ese orden me llamaron Julia, Jenny, Gabriela, Sweet y Sissy.
-¡Sos una idola!- Gritaba Julia sin poder dejar de repetirlo a cada rato.
-Te salió redondo y encima promocionaste la película- Decía Jenny.
-¡Genia, loca!- Afirmaba Sissy.
Y yo les respondía como podía dándoles las gracias por su apoyo.
En la calle todo seguía igual. El mundo no se había detenido pero yo estaba exultante. Al llegar a casa no noté nada diferente, si mis vecinos habían visto el programa era poco probable que me identificaran pues había aparecido en cámaras totalmente travestida y no había quien supiera que era yo el director de las película producida por Benjamín pues no acostumbraba a conversar con nadie de mi actividad laboral.
El teléfono desbordaba de mensajes. Compañeros de la agencia de publicidad y productores que había contactado en esos últimos días. Estos me felicitaban por mi valentía pero más aún por haber enfrentado a Benjamín dejándolo en ridículo.
-No dejen de exhibir esa película sobre crossdressing, va a ser un suceso- Decía uno de ellos.
Otro mensaje era de una revista de la comunidad glttb solicitándome un reportaje pero los que más me interesaban eran los de mis hijos. Ambos llamaron casi inmediatamente.
-Sabes que no comparto tu afición y creo que fue innecesaria tu exposición. Si no te hubieras mostrado hubiera quedado solo como una infamia de parte del señor ese que habría tenido que probarla, solo espero que nadie de mis conocidos haya visto el programa- Opinó el mayor.
-Te preocupa no pasar vergüenza pero te recuerdo que en esta vida siempre hay algo que moleste a los demás por lo que uno hace y espero que nunca tengas que estar obligado a dar explicaciones- Le contesté
Distinto fue con mi hijo menor.
-¡Tenías que haberle visto la cara a la vieja!- Exclamó en cuanto nos comunicamos.
Me aclaró la situación de inmediato.
-Estábamos viendo la tele y dijeron que iban a hablar de tu película, por eso nos quedamos atentos y cuando apareciste no lo podíamos creer. Yo me cagaba de risa y la vieja abrió los ojos como platos y se quedó muda todo el tiempo, pero lo más gracioso fue cuando dijo que clase de ejemplo nos dabas y yo le conté que ya lo sabíamos y que me parecía genial, casi se cae de la silla. Estuvo murmurando toda la tarde no sé qué cosas pero evidentemente no le causó gracia. Ya sabes cómo es la vieja con el tema de la moral…-
Si, lo sabía y hasta sentí satisfacción en que lo supiera. Lo cierto es que ya no podría extorsionarme si lo quisiera. Total, ya lo sabía todo el mundo.
La secretaría de Benjamín me llamó al otro día comentándome que había vuelto del canal hecho una furia, luego, para calmarse, llamó al jovencito que siempre lo acompañaba y se fueron al departamento que le mantiene. Al regreso se sentía otro, lo único que comentó en la oficina fue que “ese puto” había logrado que hablen de ellos y que por ello su película se iba a ver más por el morbo de la gente.

28, DE ESTRENO
 Una semana después Carmen me llamó para avisarme que teníamos sala para exhibir la película. Es decir teníamos esa sala y diez más, todas del mismo dueño que no tuvo ni el más mínimo reparo en hacer una presentación en toda su cadena de cines en cuanto Carmen se lo solicitó y además le pidió la exclusividad por las dos primeras semanas pues ya sabía que otros exhibidores estaban con intención de comunicarse con ella para alquilarle varias copias.
Jamás hubiera imaginado que ese fuera el resultado de mi audacia. Lo único que pretendía era dejar en ridículo a Benjamín  y, de pronto, me veía solicitado por lo que en definitiva era mi primer trabajo personal.
Para el día del estreno propuse que fuéramos montadas. Algunas aceptaron el reto, otras prefirieron ir como hombres, pero de todas maneras no querían perderse la fiesta, salvo Mónica, Antonia y Rebeca que, desde su reconciliación matrimonial había desaparecido por completo, aunque Sissy sabía, por intermedio de amigos comunes que el matrimonio era un caos, que todos los días se la pasaban discutiendo y que algunos vecinos habrían creído oír acusaciones de parte de ella tratándolo de marica. Al parecer, según Sissy, la habría descubierto nuevamente con ropas de ella.
Julia, Jenny, Gabriela, Sweet, Sissy y yo fuimos montadas, luciendo nuestras mejores prendas de noche. Yo utilizaba el vestido largo de seda color turquesa, la peluca negra y sandalias de suela y taco de acrílico. El dueño de la sala había hecho colocar una alfombra roja y por allí pasé en medio de los aplausos del público sintiéndome una diva de Hollywood. Las cinco chicas hicieron el mismo recorrido, el resto, las que habían ido de hombre, miraban desde un costado. Toda la pasarela fue inundada de crossdressers, travestis, drag queens y toda clase de mariquitas que daban color y bullicio al evento. Los móviles de algunos programas de chimentos también se hicieron presentes. Todo era brillo, strass, maquillajes exagerados, alegría y música.
Carmen organizaba a los invitados especiales. Algunos periodistas me interrumpían a cada paso para preguntarme alguna banalidad. Desde el público me extendían la mano y algún vivo también aprovechó para posar su palma en mis glúteos. Mi mayor temor en ese momento era que se hubiera generado demasiada expectativa y luego no les gustara la película lo que podía resultar en una catástrofe.
Finalmente comenzó la exhibición. Debieron pasar algunos minutos para que cesara el murmullo y el público se concentrara en disfrutar de la película pero una vez que fue captada su atención el silencio que continuó fue demostración suficiente de su aprobación. Yo, atenta hasta a los más mínimos detalles, pude constatar que ni siquiera se oía el rechinar de los asientos como cuando las personas se mueven demostrando su impaciencia. En el final el aplauso fue apabullante y lo disfruté con más entusiasmo que el del Festival de Berlín.
Siendo que el aplauso no cesaba subí como pude,  debido a los tacos, al escenario e invité a las chicas a acompañarme. Carmen y todas las que estaban montadas subieron también, las otras desde la primera fila nos hacían gestos cómplices. Comencé a hacer señas para silenciar al público y en cuanto pude me dispuse a hablar cuando alguien me alcanzó un micrófono.
-Tal vez yo sea la cara visible de este proyecto, más que nada por mi intempestiva aparición en la tele…- En este momento se hicieron oír más aplausos y continué -…pero debo decir que la idea provino de estas dos personas…- Señalé a Carmen y Julia-…que lograron integrar a un grupo humano excepcional para llevarlo adelante, algunas están aquí en el escenario, otras en la platea, no, no diré dónde y otras que no pudieron venir seguramente lo verán en la tele y sabrán que compartimos este momento con ellas también-
Y no pude continuar. Me abracé con Julia, con Carmen y todas las otras. Era la culminación de algo que por momentos creí que no haría nunca. Lo habíamos logrado, después las críticas podían ser buenas o malas pero no nos importaba. El objetivo estaba cumplido.
Y así fue. Algunos comentarios en las secciones espectáculos de los diarios nos destrozaron. Rosa, como participante, aunque desconocida, declinó hacer la crítica en el diario desde donde había vapuleado mi otra película, porque sabía que no le iban a aceptar lo que iba a escribir pero a través de un amigo logró que una revista de espectáculos le aceptara una nota en donde ponderaba todo el esfuerzo que nos había llevado poder completar el proyecto. Otros fueron más benevolentes, sobre todo con nuestro valor para tratar un tema tan delicado y polémico y algunos, pocos, elogiaron toda la realización.
Pero es bien sabido que el público no responde a esos estímulos ya que hubo lleno total en todas las salas durante más de un mes, luego, a la llegada de nuevas súper promocionadas películas de Hollywood pasamos al olvido, pero no me desanimé, habíamos logrado más éxito que la gran mayoría de las películas nacionales.
La noche del estreno fuimos todas a festejar con pizza y cerveza a Las Cuartetas, el mismo sitio de donde nos habían echado tiempo atrás. Esta vez éramos un grupo más numeroso y nadie se atrevió a quejarse. El mismo mozo que nos atendió aquella vez se esmeró en complacer rápidamente nuestros pedidos, inclusive se mostró particularmente amable conmigo, lo que me llamó la atención hasta que se develó el misterio cuando me solicitó un autógrafo diciéndome que me había visto en la tele. En las mesas de alrededor supieron de inmediato, gracias a la lengua del mozo, quién era yo y varias mujeres se acercaron para felicitarme-
-Estuviste muy bien, a hombres como ese que pretendía denunciarte hay que tratarlos así- Me dijo una de tantas.
-Lo que es la fama- Comentó Jenny.
-Sí, la fama y la hipocresía, antes nos miraban como a enfermas pervertidas y mirá ahora, apareces en la tele y sos Dios, te juro que los prefiero cuando eran sinceros, por lo menos los podía mandar al carajo, ahora, en cambio, tenés que sonreírles y fingir que está todo bien- Argumenté.
-Tal vez tengas razón, pero no te preocupes, disfrutalo, ahora los tenés a tus pies- Opinó Sissy.
Debo reconocer que me complacía su admiración, pues de todas maneras seguía siendo quién quería ser y ellos solo eran ovejas que van para donde calienta el sol, carentes por completo de pensamientos propios. E hice lo que aconsejaba Sissy. Disfruté de una de las mejores noches de mi vida.
Llegue a mi casa cuando ya era de mañana. Bajé del remise y después de pagar advertí que la quiosquera me estaba observando. Me acerqué a comprar unos bizcochos para el mate.
-Hola Eduardo- Dijo ella con toda naturalidad y mientras me daba el paquete guiñando un ojo agregó -Se te ve bien como mujer-
-Es la ventaja de ser dos personas a la vez, los elogios siempre son dobles-
Y ambas reímos.

29. OTRO ASADO EN LO DE JULIA
 Me tomé una semana en una playa solitaria que no voy a nombrar para que no comience a llenarse de turistas.  Suficiente tiempo para llenar el contestador del teléfono y la casilla de mensajes del celular que había dejado en casa. Mi mail también desbordaba. Todo el mundo preguntándome dónde diablos estaba.
De inmediato contesté mails, mensajes y llamadas. Arreglé asuntos de trabajo y me comuniqué con Julia pues uno de los mail era una invitación al tradicional asado que se iba a realizar en su casa, el primero luego del exitoso estreno de la película. Estaba ansiosa de ver nuevamente a las chicas, en un ambiente más distendido, luego de todas las discusiones y polémicas que había generado su realización.
El domingo siguiente me vestí con ropa cómoda, cargué un bolso azul donde llevaba mi maquillaje y el celular y en otra bolsa puse tres botellas de vino tinto como para no ir con las manos vacías.
Carmen me abrió la puerta, tomó las botellas y mientras intercambiamos los primeros chismes fuimos hasta la cocina. Allí estaban Jenny y Gabriela con las clásicas ensaladas.  Por la ventana se la podía ver a Julia luchando con la parrilla y conversando con Sissy y Amanda. Sweet y Rosa estaban retocándose el maquillaje en el baño principal de la planta alta.
-¿Las otras chicas?- Pregunté
-No vienen y lo que es peor creo que no van a venir más- Contestó Carmen.
-Por Rebeca me imaginaba, pero ¿y las otras?-
-Mirá, lo único que me dieron fueron excusas. Mónica dice que con el asunto de la película todo esto del crossdressing se hizo muy notorio y ahora anda con miedo que la descubran, Antonia argumentó que es muy joven, que cree que esto es una locura que ya se le va a pasar y Agustina volvió con eso de que se cree fea, que salió espantosa en la película…-
-Acá no se trata de ser lindas o feas, todas somos bellas porque es algo que se siente dentro- Acoté
-…sí, pero andá a decírselo a ella, en el fondo ya me estaba hartando- Se sinceró Carmen.
-¿Y de Rebeca sabés algo?-
-Sí, Sissy trajo las últimas noticias, se la encontró en la calle, está separada de nuevo, se fue a vivir al departamento de un primo o algo así y parece que la muy estúpida le echa la culpa de todo al crossdressing y tampoco la trató muy bien a Sissy como si tuviera miedo de que la vieran hablando con ella-
Me quedé callada unos instantes y cuando estaba por salir al patio a saludar al resto de las chicas Carmen me tomó del brazo y me dijo.
-¿Sabes que es lo que más lamento? Que todo empezó por la película y me siento culpable por eso-
-No te lamentes, lo que sucedió, sucedió y no por la película, tarde o temprano algunas iban a abandonar el grupo porque cada una es como es y cualquier cosa podía provocar que pasara lo que pasó-
-Vos lo decís para consolarme-
-No, es así. En todos los grupos de personas pasa lo mismo y este no podía ser la excepción, algunas se adaptan, otras no y no podemos pensar que nosotras podíamos estar al margen de la regla solo porque el crossdressing es algo tan especial que nos debe unir más. Ves, ahora quedaron las que se sienten más identificadas, somos menos, la cantidad no importa, el hecho es que seamos más fuertes-
Carmen me abrazó, luego las abrazó a Jenny y a Gabriela que habían escuchado toda la conversación sin decir una palabra. Aproveché ese momento para salir al patio. Amanda, en cuanto me vio corrió a mi lado, me abrazó y mirándome a los ojos dijo.
-Hola mi reina, mi madre, mi protectora-
-Amiga, me siento muy bien con todo lo que decís, y no sé qué hice para merecerme estos conceptos pero es hora de que te sientas bien contigo misma, has dado un gran paso tratando de superar la timidez y ahora eres toda una crossdresser lista para salir al mundo a conquistar hombres porque eres hermosa-
Julia sirvió el asado. Como de costumbre ataqué las morcillas y los chorizos. Carmen elogió el vino que había llevado, Jenny sirvió las ensaladas, Gabriela se la pasó imitando a Moria Casán, Sweet y Amanda levantaron la mesa, Sissy trajo el café y las masas de postre. Rosa y yo lavamos los platos. Hicimos planes para ir a ver “Casa Valentína” por la curiosidad de ver como se trataba el tema del crossdressing en el teatro, aunque no nos hacíamos muchas ilusiones.
De a poco nos fuimos yendo. Algunas en sus autos, otras a pie. Amanda decidió regresar montada, la acompañé hasta la parada y estuvimos conversando mientras esperaba el colectivo. En cuanto arrancó el vehículo ella me saludó desde la ventanilla hasta que se alejó impidiendo vernos. Yo regresé caminando despacio. Por la mitad de camino una persona se colocó a mi lado, estuve tensa hasta que descubrí que se trataba de Alberto, aquel viejo compañero de trabajo que conocía mi secreto.
-Hola, Sabrina, ¿Queres que vayamos a tomar algo?-
-Bueno, dale- Contesté aferrándome a su brazo.
Y seguimos charlando por esa calle solitaria mientras buscábamos un barcito.

FIN

Thursday, September 28, 2017

COMO SOBRELLEVAR UNA DOBLE VIDA Capitulos 23, 24, 25 Y 26

23. NOVEDADES AL REGRESO DE BERLIN
 La relación que nos había unido a Sissy y a mí durante el viaje se cortó en cuanto estuvimos en Buenos Aires. Yo no me había hecho ninguna ilusión al respecto, para mí era simplemente haber aprovechado una situación de intimidad y pasarla bien, pero era evidente que a ella le interesaba dejar las cosas aclaradas pues mientras estábamos en vuelo me dijo.
-Sería conveniente que las chicas no sepan que mantuvimos relaciones, para evitar cualquier habladuría-
Asentí sin palabras. Eso significaba abiertamente que no quería repetirlas y no la contradije. ¿O habría alguna persona en particular dentro del grupo que no debía saberlo?
En cuanto a Benjamín, su malhumor continuaba. Y no era por la película, pues apenas llegados supimos que estaba batiendo records de recaudación. En realidad seguía molestándolo lo sucedido en el lobby del hotel. El haber visto bien de cerca a dos personas que no negaban su sexualidad y mucho menos su pasión por la ropa femenina, había sido como enfrentarse a un espejo que no quería ver, un espejo que le revelaba brutalmente lo que él era y procuraba ocultar.
La situación se puso peor cuando un desconocido le envió por mail a la dirección de las oficinas una foto en donde se nos veía a nosotras, Sissy y yo, levemente de espaldas y a Benjamín y su muchacho, de frente, en el momento de la discusión en el lobby. El epígrafe decía algo así como “El empresario se divierte con travestis latinoamericanas”. Nunca hubiera sabido de esa foto si no fuera porque la secretaría de Benjamín me la reenvió por mail, ignorando quienes eran las supuestas travestis.
De manera que no habría más películas con Benjamín, algo que no me preocupó. En cuanto estuve en casa comprobé que mi contestador rebosaba de llamados. Proyectos y más proyectos me eran ofrecidos. Tomé debida nota y me prometí un buen descanso antes de analizarlos.
Lo primero que hice, una vez que estuve lo suficientemente relajada, fue llamar a Julia para hacerle saber que iba a comenzar a editar el documental que habíamos filmado con el resto de las chicas. Su respuesta me preocupó.
-Mirá, con el tiempo que pasó algunas están de nuevo reticentes a aparecer y colaborar, sería bueno que nos reuniéramos y vemos quienes siguen con el proyecto-
Estuve de acuerdo. Carmen y Julia habían puesto mucho énfasis en la idea y yo las había acompañado gustosa pero si eso era ocasión de problemas estaba dispuesta a no continuar.
Antes de fijar la reunión tuve ocasión de encontrarme con varias en Angel´s. Era sábado y había decidido salir a mostrarme un poco. Tomé un remise en la puerta de mi casa, saludando a unas vecinas que estaban tomando fresco en la vereda. Siempre me preguntaba en estas situaciones si se darían cuenta de quién era en realidad, pero lo cierto es que nunca lo supe. Si lo habían adivinado lo callaban muy bien y si no era así, podía sentirme satisfecha de mi apariencia y tranquila ante la posibilidad de encontrarme algún conocido por la calle.
Bajé del auto en la Avenida Corrientes, mi sitio favorito para pasar el tiempo. Caminé despacio por las veredas deteniéndome en las vidrieras de las librerías o frente a la cartelera del Teatro San Martín. Entré en varios locales para revolver libros de las mesas de ofertas y finalmente, no pudiendo resistir la tentación, terminé comprando dos tratados sobre cine que, afortunadamente, entraron en la cartera.
Cuando consideré que era una hora apropiada doblé en Callao hacia la avenida Córdoba, volví a girar en Viamonte hasta la puerta del boliche. En la vereda había gran bullicio generado por varios grupos de travestis, crossdressers y sus admiradores. Pasé entre ellos hasta llegar a la entrada. En el momento en que iba a trasponerla me tocaron el hombro y giré para ver quién era. Jenny, Rosa y Amanda estaban detrás de mí. Nos confundimos en abrazos y grititos de alegría.
Ni bien entramos Rosa y Amanda se fueron a bailar en medio de la pista. Jenny y yo nos quedamos en la barra mirando el ambiente.
-Se la ve más decidida a Amanda- Comenté al verlas desenfrenadas.
-Sí, ahora, pero no te imaginas lo que nos costó sacarla. A ella le gusta salir pero sigue con su miedo atroz, prácticamente la vestimos a la fuerza para traerla- Aclaró Jenny.
Después de un par de cervezas, salió a relucir el tema de la película.
-Sí, las cosas volvieron a ser lo que eran- Dijo Jenny, para continuar – Siempre son las mismas las que se oponen-
-Bueno, será cuestión de no incluirlas y listo-
-Tal vez, pero ¿sabes? Siento que este tema puede dividir al grupo y eso sería una lástima-
-Mirá, yo no gano nada haciendo esto, si se corre ese peligro no la hacemos, pero hablé con Julia y ella está dispuesta a hacerlo con las que estén de acuerdo-
-Sí, es que era una buena idea, nunca nos imaginamos que produciría roces entre nosotras-
En ese instante me prometí charlar seriamente con el matrimonio. A mí me interesaba conservar el grupo, aunque las actitudes de algunas no me conformaran, pues sentía que me habían dado un lugar en un ambiente donde las amistades son efímeras.
Para olvidar el tono de la charla Jenny y yo nos sumergimos en la locura ambiente. Bailamos toda clase de ritmos incluso algunos lentos en los cuales nos abrazamos fuertemente. Pero yo no estaba deseosa de sexo y ella tampoco.
Continuamos la reunión en el bar de una estación de servicio, único lugar abierto a esa hora de la madrugada, cuando el sol comienza a asomarse. Sentadas a una mesa cubierta de platos con medialunas, tazas de café y té, me pidieron que les contara todas las peripecias del viaje a Berlín, en las que obvie, por supuesto, las relaciones que había tenido con Sissy. Mi sospecha acerca de una relación especial de Sissy con alguna de las chicas se me presentó clara cuando noté que Amanda preguntó por ella insistentemente.
-¿Se acostaron con hombres?- Preguntó de pronto.
-No, nos portamos como unas santas- Contesté advertida del interés de Amanda. Mientras me alcanzaba a mi casa en su auto Jenny me clarificó las últimas noticias acerca del proyecto de la película. Estaban a favor, Julia y Carmen por supuesto, ella misma, Gabriela, Sweet y Sissy. En contra Mónica, Rosa, Antonia y Agustina y Rebeca a la que le había asaltado la idea de tratar de reconquistar a su ex esposa. Indecisa Amanda que se debatía entre su timidez y sus ganas de liberarse de su complejo.
Lo de Rebeca me cayó mal. ¿Dónde había quedado su ansia de libertad? ¿Iba a renunciar al crossdressing por una mujer que la maltrataba? Es bien sabido que al crossdressing no se puede renunciar, salvo que se sea masoquista. Es un estilo de vida, no un capricho ni una perversión. Estaba segura de que Rebeca sufriría nuevamente  pero decidí no meterme. Era evidente que estaba enceguecida y no debía estar en capacidad de razonar.
Para el domingo siguiente se fijó la fecha para un asado en lo de Julia. Recibí el aviso por mail y no me puso de buen humor. Hubiera preferido evitar la posibilidad de un enfrentamiento y preocupada por ello volvía llamar a Julia. Quedamos en que el matrimonio pasaría por mi casa.
Las recibí, vestida con un pantalón de jean elastizado, una blusa plateada brillante y mis nuevas botas negras. Ellas estaban espléndidas, ambas con vestidos, azul el de Carmen, rosa el de Julia y zapatos stiletto haciendo juego con el color de la ropa. En cuanto bajaron del auto llamaron la atención de los transeúntes, algunos de los cuales se quedaron mirando hasta que ingresaron a mi casa.
Fue una velada agradable. Tomamos té y masas, ellas habían llevado facturas y una botella de coñac. Les conté de Berlín y luego pasamos al tema que nos preocupaba.
-Francamente estoy desilusionada- Dijo Carmen- Me pareció que era una buena idea, algo que sirviera de ayuda a todas ustedes y a nosotras, las esposas y a todo nuestro ámbito de relación-
-Sí, pero debimos pensar que muchas jamás saldrían del closet, jamás lo dirán a sus parejas ni jamás asumirán lo importante que es el crossdressing- Argumenté.
-Sí, me temo que es así, estos son los momentos en que te das cuenta que a los sueños, en ocasiones, los barre la realidad-
Después de varias tazas de té y café y algunas copas de coñac llegamos a una sola conclusión, el proyecto se haría con las que lo desearan, siempre y cuando eso no significara el desmembramiento del grupo. Una vez tomada la decisión nos sentimos más tranquilas y nos dispusimos a ver “Reyes o reinas” en DVD.

 24. UNA REUNIÓN IMPORTANTE
 Como lo esperaba, la reunión en casa de Julia no fue todo el tiempo placentera. A medida que fuimos llegando, algunas vestidas de hombre para cambiarse en la casa y otras directamente montadas, el clima reinante parecía como el de las buenas épocas. Julia se concentró en el asado mientras Jenny, Sweet y yo ayudábamos a Carmen con las ensaladas. Antonia y Agustina preparaban platos, vasos y cubiertos llevándolos a la larga mesa que habían desplegado en el jardín. El resto estaban sentadas conversando.
Hubiera sido un feliz regreso a las épocas en que reinaba la más absoluta armonía, se hicieron bromas, nos sacamos fotos, cantamos y contamos chistes. Pero finalmente Julia dijo que era hora de definir lo que se iba a hacer con la película. Algunas se mostraron incómodas, yo entre ellas pues aunque sabía que tarde o temprano habría que hablar el tema, me pareció que era estropear un ambiente casi ideal.
Las opiniones se cruzaron. Yo permanecí muda. Estaba segura que Julia y Carmen finalmente propondrían lo que habíamos hablado dos días antes pero, al parecer, continuaban decididas a involucrar a todas, aun las que no querían saber nada.
Mónica fue la que más reparos puso. Dijo que lo había pensado mucho y que no podía correr el riesgo de ser reconocida.
-Ese riesgo corremos todas- Arguyó Sissy.
-Sí, pero vos sos artista, en cambio sí en mi trabajo se llega a saber me expulsan- Insistió Mónica.
-A cualquiera le pasaría lo mismo- Interpuso Gabriela.
-No me vengan con macanas, casi todas ustedes tienen profesiones liberales, lo que no hacen aquí lo hacen allí y listo- Se defendió Mónica.
-Además debemos respetar la situación de cada una, la vida que queremos llevar fuera de este círculo- Dijo Rebeca, hasta ese entonces sumergida en sus pensamientos.
-Vos tenés un problema y no sabes cómo manejarlo. ¿Acaso pensás que tu mujer te va a dejar travestirte cuando vuelvas con el caballo cansado?- La interrumpió Jenny.
-Eso es problema mío- Contestó Rebeca.
-No creas, es problema de todas, este grupo se formó en base a la amistad y la necesidad que tenemos de contar con un sitio de pertenencia, si no permanecemos juntas cada una irá a la deriva- Afirmó Julia, levantando la voz a un nivel que nunca antes le había escuchado.
Rebeca bajó la mirada y así se quedó, mirando el suelo sin contestar, pero Mónica volvió a la carga.
-Yo sería la vergüenza de mi trabajo-
-Pero, ¿Qué carajo sos, milico?- Preguntó Sissy airada.
Mónica la miró durante un tiempo que pareció eterno.
-Sí, soy milico- Contestó al fin.
El silencio que se produjo era tan denso que parecía niebla. Nadie supo que decir. Después del primer desconcierto Gabriela tomó la palabra.
-¿Se dan cuenta a donde hemos llegado? Mejor paremos antes que esto provoque la fractura del grupo-
Entonces creí llegado el momento de hablar.
-La idea más sensata sería proponer soluciones y votarlas. En primer lugar creo que se debería definir si se hace o no la película con la salvedad de que participen solamente las que lo que deseen y que ello no perjudique al mantenimiento del grupo, en segundo lugar que cada una decida si se suma al proyecto y si no lo hace nadie va a obligarla ni echárselo en cara en el futuro-
-Bien, bien- Dijeron algunas a coro.
-Pero lo ideal sería que participen todas- Objetó Carmen.
-No podemos forzar lo que no es, ante todo está el grupo, somos diferentes, tenemos personalidades y maneras diferentes, si no respetamos nuestra diversidad de pensamientos, ¿Qué podemos esperar de los de afuera?- Insistí.
Lo que más me molestaba era que Julia y Carmen siguieran en sus trece a pesar de haber tenido con ellas la conversación previa.
-Votemos- Dijo Sissy.
Se votó la realización de la película, extrañamente todas las manos se levantaron a favor de hacerla. Cuando ese punto quedó aclarado, pedí a todas que expresaran su aceptación o no a la participación. Las únicas que finalmente se negaron fueron Mónica, Rebeca y Antonia. Las que estaban de acuerdo en hacerla dijeron que dejarían todo el montaje bajo mi decisión. Amanda exclamó, con una convicción desconocida para ella que ya era su forma de vida. Que éramos así y nada podía cambiarnos.
-Nací crossdresser y moriré crossdresser- Afirmó al terminar de hablar.
Viniendo de ella era tan importante como la Declaración de la Independencia y no tuve mejor idea que aplaudirla. Se acercó a mí, con sus brazos rodeó mi cintura y apoyando su cara en mi pecho solo pudo decir, balbuceando.
-Gracias, gracias-
Una vez resuelto lo que se iba a hacer, mi temor era que pese a las declaraciones de buena voluntad, el grupo se mostrara hostil con las que se negaron a participar por eso creí necesario decir unas palabras.
-Antes que nada, recordemos que tenemos un acuerdo. Ningún reclamo a quienes han decidido preservarse por el motivo que fuera. En el crossdressing cada una tiene su límite. Más allá de las posibilidades de trasponerlo considerémonos afortunadas, todas nosotras tenemos la valentía de salir a la calle tomando más o menos recaudos según cada una, en tanto hay otras, cientos, miles quizá, que ni siquiera pueden ponerse una prenda a escondidas por más de cinco minutos. Nosotras vivimos crossdressing, respiramos crossdressing, mamamos crossdressing, llevamos dentro una mujer que no tendrá ovarios ni podrá ser madre, pero es tan auténtica como las biológicas por que vive en nuestra mente. Somos especiales, eso nos une, que no sean los males del mundo los que nos separen-
-De acuerdo- Dijo Julia y agregó – Hemos votado, hemos decidido, debemos respetarnos-
Carmen se paró de su asiento y con voz grave dijo.
-Entonces yo quisiera agregar algo…-
Se hizo silencio para escucharla, yo temí que opinara algo en contra de todo lo dicho, pero no fue así.
-…en la heladera tengo dos botellas de champagne, creo que es una buena ocasión para abrirlas-
Por suerte ninguna de las que manejaban fue detenida por control de alcoholemia. Yo volví caminando despacio, pasé por los sitios en donde había trascurrido mi niñez, esa niñez en la que había comenzado a palpar la delicadeza de la ropa femenina. Llegue a mi casa, compré dos atados de cigarrillos en el quiosco, la quiosquera me preguntó por Eduardo, le dije que estaba de viaje por trabajo, me mandó saludos para él y comentamos algo sobre el clima. Luego me encerré en mi estudio a chatear mientras escuchaba a Shakira.

25. UNA CITA QUE NO ERA A CIEGAS
 Desde que puse mis fotos en sitios como Facebook y Flickr sumé gran cantidad de admiradores virtuales.  Crossdressers que aparecían y desaparecían después de dos o tres conversaciones por privado y de hombres cuya única obsesión era el sexo. En momentos como esos comprendía por que las travestis tienen como clientela mayoritaria homosexuales reprimidos. Pues aunque me veo bastante femenina cuando estoy montada lo único que les interesaba a los hombres que se contactaban conmigo era mi parte masculina y yo no les daba el gusto sabiendo que son idiotas que no se animan a salir del closet.
De vez en cuando encontraba alguien sensato y amable con quien conversar. Por lo tanto cuando contactaba un alma gemela, ya fuera un hombre o una crossdresser podía pasarme horas charlando.
Una noche harta de la televisión y sus pobres propuestas me enganché con el Facebook encontrándome, como era habitual, con varias solicitudes de amistad. Acepté, por curiosear, uno de ellos al azar y en cuanto se produjo la aceptación vi que estaba conectado y que me enviaba un mensaje para charlar. No demasiado original comenzó con ¿Qué eres? ¿De dónde eres? ¿Edad? Yo contestaba y a mi vez lo interrogaba. No escatimó información por lo que supe que era de mí mismo barrio y de mi misma edad.
Nunca acepto una cita a través del chat, cuando los hombres se ponen un poco molestos en cuanto a aquello de ¿Por qué no nos conocemos? invento cualquier excusa, como la de que estoy en pareja y soy fiel, aunque no suele ser un argumento convincente pues enseguida proponen que lo engañe o que hagamos un “menage a trois”. Mi ocasional interlocutor no parecía ir por ese rumbo. Charlamos varios temas, sobre el crossdressing, el travestismo, la homosexualidad, la homofobia y finalmente, sintiéndose comprendido por un igual, confesó su verdadera orientación sexual.
Me sentía cómoda, relajada y hasta estuve por proponerle yo misma que conectáramos la video llamada pero, a casi una hora de conversación fue él quien lo pidió. Con la peluca negra larga, un leve maquillaje, blusa negra, minifalda tableada y botas del mismo color estaba como para que no me reconociera ni mi madre, por eso siempre me sentí impune ante la cámara. Pero él estaba al natural y lo reconocí de inmediato a pesar de que el nombre en su perfil no coincidía con el real, era Alberto, compañero en el primer trabajo que había tenido apenas casada y en ese momento volvieron a mi mente algunas de las cosas que solía decir demostrando su homofobia. Y ahora estaba allí, podía hacer lo que quisiera con él, desnudarlo metafóricamente dicho. Tratando de no delatarme comencé mi ataque.
“¿Sabés que yo te conozco?”
Pensé que lo asustaría y cortaría la comunicación, pero no fue así, tal vez la intriga lo venció.
“¿Quién sos?”. Preguntó a su vez.
“No te voy a decir, me estás viendo, adiviná si podes”
“No tengo idea”
“Soy alguien que muchas veces te oyó criticar a los homosexuales”
“¿En dónde?”
“¿Y lo preguntas? Eso quiere decir que lo has hecho en muchos lados”
“No, por favor, muchas veces lo tuve que hacer para no quedar mal”
“Yo nunca hice eso”
“Es que es difícil asumir lo que a uno le gusta, por eso chateo, puedo decir lo que pienso con gente como vos que se ve que sos una excelente persona”
“Tal vez si, tal vez no. Pero para ser puto hay que tener los huevos bien puestos. Ahora fíjate, si no poníamos la video llamada nunca hubiera sabido que eras vos y creía estar charlando con una persona abierta de mente y sobre todo sincera”
“Soy sincero pero no es fácil”
A pesar de sus dichos cuando éramos compañeros de trabajo, yo tenía cierto afecto por él. Había estado presente en mi casamiento y yo en el suyo. Solíamos ir a tomar unas cervezas a la salida de la oficina y nos habíamos ayudado mutuamente por lo que decidí no hostigarlo más. Era evidente que se sentía mal por haber sido descubierto y además tampoco podía acusarlo de no salir del closet pues mientras tuvimos trato amistoso en aquellas épocas años atrás yo tampoco lo había hecho y ahora estaba aprovechándome de la posibilidad de no ser reconocida.
Estos pensamientos me ocuparon varios segundos.
“¿Estás ahí?” Preguntó.
“Si, discúlpame, me quedé pensando”
“Entonces me conocés y descubriste lo que oculté por años, pero vos no me decís quien sos”
“Por ahora no. Decime, ¿Todavía estas casado?”
“No, hace tres años que me separé. ¿Vos lo sabías?”
“No, lo deduje. ¿Ella sabía lo tuyo?”
“Ni loco se lo diría. Las mujeres son unas brujas. Será por eso que me gustan las travestis o las cross”
“Algunas también son brujas, no es una condición de género”
“¿Y ahora en que andas?”
“Si te referís a pareja, nada”
Y tras unos segundos agregó:
“¿Vos no querrías serlo?”
“No te tires lances conmigo que te conozco bien, pero podríamos ser amigos si te animas a encontrarnos en la calle”
“¿En la calle y vos travestida?”
“Por supuesto, lugar neutral, yo tengo asumida mi identidad sexual, claro que aunque no la ando divulgando a los cuatro vientos, no corro riesgo”
“¿Y qué riesgo corro yo?”
“Ah! Tenés miedo que te haga un escándalo, para que sepas soy una dama”
Era la primera vez, y la única, en mi vida que iba a tener una cita de chat pero la excepción bien valía la pena. Estaba dispuesta a divertirme, de modo que convinimos en encontrarnos al otro día en una tradicional confitería frente a la estación del ferrocarril. Para no abrumarlo me presenté, discreta, con pantalones no demasiado ajustados, botas grises, camisola de seda haciendo juego y la peluca negra, mi favorita.
En cuanto entré en el salón mi metro ochenta acaparó todas las miradas. Las cabezas giraron durante el trayecto hasta la mesa en que me esperaba Alberto quien me observaba anonadado y hasta tuve que acomodarme la silla yo misma pues él continuaba como si hubiera visto un espectro.
-Hola Alberto-
-Te juro que no sé qué hago acá, tenía unas enormes ganas de verte y al mismo tiempo me moría de miedo- Dijo aún sorprendido.
-¿Miedo a que? ¿A qué te vieran con una travesti?- Pregunté
-No, miedo a tu presencia, ustedes son tan seguras de sí mismas, son avasallantes-
-Pero yo solo soy una dulce gatita-
Se sonrió. Era evidente que se estaba acostumbrando a mi presencia, como casi todos los parroquianos pues ya habían dejado de mirarme. Se acercó el mozo, pedimos café con leche y medialunas.
-Por lo que veo nunca te encontraste con una travesti en un sitio público-
-Sí, claro, he ido a buscar travestís a Palermo, pero nunca pensé en sentarme con una de ellas a tomar algo en una confitería, además vos sos tan imponente y encima usas esos tacos. ¿Viste cómo te miraban cuando entraste?-
-Estoy acostumbrada-
Durante varios minutos rememoramos la charla en el chat del día anterior y a consecuencia de ello comenzó a relatarme sus aventuras con travestis y hombres en las cuales no solo era activo sino también pasivo. Lo dejé hablar, sentí que deseaba desahogar con alguien todas sus emociones, alguien que lo escuchara con la debida atención, como un hermano.
En un momento, entre un sorbo de café y el mordisqueo de una medialuna, le hice la pregunta.
-Te has sincerado conmigo sin tapujos y es evidente que era algo que necesitabas hacer. Confiaste en mí, confiaste en que te dije que te conocía y sin embargo no te revelé mi identidad. Ahora es momento en que me conozcas. ¿Adivinas quién soy?-
Me observó, entrecerró los ojos como haciendo un esfuerzo para encontrar en algún resquicio de la memoria o entre mis rasgos faciales una pista, una pequeña pista aunque fuera. Lo dejé sufrir un minuto en esa situación, luego lo miré a los ojos y le dije mi nombre.
Su cara era una mueca imposible de describir. Por suerte fue lo bastante discreto como para bajar la voz.
-¿Vos? Sabes que te hubiera cruzado por la calle mil veces y jamás me hubiera dado cuenta, que digo cruzar, estuvimos acá charlando casi una hora y nunca se me pasó por la cabeza-
-Gracias, eso es un halago para mí- Dije mostrando mis dientes en una abierta sonrisa.
-Ahora estamos parejos, conocemos nuestros secretos mutuos, eso nos hermana, más que antes-
-Eso, nos hermana, porque a pesar de gustarme a rabiar los hombres te aclaro que, solo por nuestra amistad anterior,  no podría tener sexo contigo-
-Perdé cuidado, yo tampoco podría-
-¿A tu casa o al mía?- Pregunté tomándolo de sorpresa.
-¿A qué?- Se asustó.
-No seas tonto, a nada, a terminar de charlar en un sitio más tranqui-
-A mi casa entonces- Afirmó.
De paso compramos facturas. Sentados en el living entre mate y mate conversamos durante horas. Recordamos los viejos tiempos, nos contamos nuestras frustrantes experiencias matrimoniales, y acerca de lo que hacíamos de nuestra vida en el presente. Había caído el sol cuando me fui, él, galante, quiso acompañarme a casa. En ese momento comprendí que me veía más como mujer que como el antiguo compañero de trabajo.
-No te preocupes, puedo cuidarme sola- Le dije tras darle un beso de despedida en la mejilla, único contacto físico que tuvimos durante toda la tarde.

 26. EDITANDO
 Habiendo encargado a Willy que se ocupara de terminar algunas tomas del último trabajo publicitario que estábamos haciendo, me encerré en mi estudio, en casa, a editar en la computadora la película sobre crossdressing. En primer lugar dejé aparte todas aquellas escenas en donde aparecían quienes no habían querido participar.          No era problema en cuanto a las ocasiones en que estaban frente a cámara ellas solas pero se me complicaba en las tomas abiertas donde se apreciaba a todo el grupo. Para evitarme problemas  las llamé y les expliqué la situación. Mónica no objetó lo que apareciera de soslayo, Antonia solo me pidió que lo evitara lo más posible. Rebeca se puso insoportable. En primer lugar me aclaró que había reiniciado su matrimonio prometiendo que jamás volvería al crossdressing y dejó que su esposa se ocupara de arrojarle toda la ropa a la basura.
-¿Y el grupo?- Fue lo único que atiné a preguntar.
-No voy a poder verlas más- Contestó de mala manera.
-Entonces me voy a sentir libre para decirte lo que siento, ¡Sos una pelotuda! ¿Cuánto tiempo crees que vas a aguantar sin ponerte una ropa de mujer? ¿Dos días, tres, una semana?-
-¡No seas hija de puta!- Exclamó y cortó.
A pesar del insulto no me molesté. Desde un primer momento me había caído mal, pero siendo la recién llegada procuré hacer buenas migas con ella como con todas, incluso pensé que la había rescatado de una situación que con sus propias palabras había denostado por intolerable y ahora salía con esto. Allá vos, pensé. No resistí la tentación de llamar a Julia para contárselo, pero ya lo sabía y no quiso hacer demasiados comentarios.
-Es su problema, cada una hace su vida, pero el tema es que todas sabemos bien que el crossdressing es algo que nunca se abandona y que salvo que se lo mantenga muy oculto es incompatible con el matrimonio cuando la esposa lo sabe y no pertenece al mínimo de mujeres que pueda comprenderlo-
No creí necesario agregar nada a sus palabras.
Sentarme a editar es una tarea que me gusta, algo que no le sucede a la mayoría de los directores que consideran que su único trabajo es filmar. Además fue una buena excusa para aislarme del mundo. Tras levantarme temprano, me vestía como siempre en mi casa, con prendas femeninas cómodas. Elegía minis de jean, musculosas holgadas  y chinelas de taco bajo. Luego me tomaba bastante tiempo en desayunar, algo que en otros momentos lo hacía a las corridas. Me sentaba tranquilo tras haber preparado una enorme taza de café, las tostadas con manteca o jalea y el vaso con jugo de naranja. Escuchaba las noticias en la radio y cuando había acabado con todo, lavaba lo que había utilizado y me ponía a trabajar.
Siempre me acompañaba buena música, preferentemente melodías de las grandes orquestas famosas en la época de los setenta como Caravelli o Frank Pourcel, o música clásica, que me mantenía de buen ánimo y no me distraía. En tanto iba armando el entramado del film sentado cómodamente frente a la computadora.  Sólo interrumpía mi labor el tener que ir al baño o cuando me acomodaba nuevamente en la cocina para picar algo al mediodía y así continuaba hasta la tarde matizando con varios pocillos de café y medialunas.
Había divido la película en seis partes, la primera era una explicación acerca de que era el crossdressing, donde las chicas expresaban su opinión y conocimiento del tema intercalándolas para dar mayor dinámica y mantener el interés. En la segunda mostraba la reunión en lo de Julia, los comentarios, las bromas, los diálogos, el clima de camaradería. En la tercera, la experiencia de salir a la calle, de contar como lo había vivido cada una y mostrando nuestra propia salida, algunas escenas en boliches como Angel´s, los reportajes a la gente y hasta la intervención de la policía. En la cuarta compaginé un reportaje a Claudia mientras mostraba su local y explicaba todos los servicios que atendía tanto ella como de los sitios donde encontrar ropa y calzado a medida, maquillaje, accesorios y pelucas. En la quinta hacía un paseo por varias páginas de Internet, blogs, Facebook mostrando la cantidad de sitios que aparecen en Google cuando se pone la palabra crossdressing en el buscador demostrando así la universalidad y la cantidad de hombres que lo practican. Para finalizar, en la sexta, coloque los reportajes que hizo Carmen a dos sicoanalistas, un hombre y una mujer cuyas opiniones distaban un tanto de ser definitivas y coincidentes pero que abrían una puerta para la introspección de cada crossdrersser.
Podía ser considerado un trabajo menor pero yo no lo tomé así. Le dedique mi mejor esfuerzo. Compaginé escenas, creé efectos especiales para los títulos y los créditos y elegí músicas de fondo como si estuviera elaborando un film para Hollywood. Cuando terminé podía decir que estaba satisfecho, de todas maneras, una vez que lo grabé en DVD, lo miré una y otra vez buscando donde perfeccionarlo. Esta búsqueda me obligó a hacer algunos cambios y volver a grabar otros DVD. Después de una semana de verla creí llegado el momento de terminar. Ya estaba en ese límite en el que si hay errores, no se ven de tanta repetición y era hora de hacerla ver por otras personas.
Llamé a Julia y Carmen para invitarlas a mi casa y que pudieran observar el material terminado. Combinamos para el sábado siguiente lo que llamamos graciosamente “almuerzo de trabajo”. Ese día me levanté temprano para hacer las compras. Pasé por la carnicería, la verdulería y el supermercado chino. A la vuelta me puse a cocinar, había decidido hacer pollo al horno con papas, comida en la que considero especialista. Además compré vino y una pastaflora de postre. Al mediodía llegaron, las recibí con un vestido rosa de breteles finos y sandalias de suela de acrílico y tacos aguja.
Debido a la impaciencia en primer lugar vimos la película completa, luego la volví a pasar deteniendo la imagen donde hacíamos algunos comentarios, la regresábamos para estudiarla detenidamente y cuando acabamos Carmen y Julia no cabían en sí de satisfacción.
-¡Esto es lo que siempre soñé!- Exclamó Carmen.
-¡Está perfecta!- Agregó Julia.
Respiré aliviada. No por el temor de que no aprobaran el trabajo, sino simplemente porque ya estaba con ganas de olvidarlo por un tiempo para tomarme un descanso.
Una semana después, la pasamos en la casa de Julia, con la presencia de todas las chicas, aun las que no habían participado excepto Rebeca. La aprobación fue total.
-Ahora debemos ver como logramos exhibirla- Argumentó Gabriela.
-De eso me encargo yo- Dijo Carmen –Tengo un conocido, dueño de una sala cinematográfica que me debe un favor-
Y volvimos destapar otro champagne.



Tuesday, September 26, 2017

COMO SOBRELLEVAR UNA DOBLE VIDA. Capitulos 19,20,21 y 22

19. FILMANDO II
                Realizar la filmación en casa de Julia me costó bastante trabajo. Las, hasta entonces remisas, amigas se habían convertido en un grupo de exaltadas queriendo aparecer en cámara lo más posible. Me resultó más difícil que lidiar con las modelos aspirantes a estrellitas con muchas tetas y poco cerebro.
Mientras realizaban todas las tareas habituales yo andaba por toda la casa cámara en mano. Las tomaba mientras ayudaban a Carmen en la cocina, o se arreglaban el maquillaje, mientras conversaban o reían por algún chiste. Julia hizo gala de su arte para la preparación de la carne, Sissy, la que debía estar más acostumbrada a estar frente a un cámara, tiraba besos al lente como una cholula, las demás no resultaban naturales y yo debía insistir en que debían olvidarse de que estaba allí.
En un momento le pasé la cámara a Carmen y le di algunas explicaciones de lo que quería lograr, así tenía oportunidad de aparecer en las imágenes. Después de todos estos avatares, cuando llegó la hora del mate con facturas tomé el micrófono y comencé a reportearlas una por una. Ninguna escatimó detalles de cómo habían comenzado, de cómo se las arreglaban según sus posibilidades y como iban superando o habían superado sus temores y salido a la calle a mostrar su realidad. Mónica no perdió oportunidad de declamar su heterosexualidad, Julia habló de la comprensión de su esposa, Jenny hizo gala de su pasión por los hombres, Gabriela mencionó el cuidado y el estilo para vestir, Rosa contó de su sentimiento de culpa, Sweet se mostró como lo liberada que era, Antonia se lamentó de su indecisión para irse de la casa de sus padres, Agustina dijo que todas éramos muy lindas y que su afán era parecerse a nosotras, Amanda habló de su miedo a enfrentar la gente estando travestida y del gran apoyo que le había dado el grupo, Rebeca instó a todas las que estando casadas tomaran una decisión si no podían con ambas situaciones, quien la oyera no podía creer que era la misma de pocos meses atrás, Sissy hablo de su carrera artística y yo me despaché con un discurso sobre el crossdressing y la necesidad de que fuera aceptado como una forma natural de vida. Carmen cerró las entrevistas haciendo hincapié en el apoyo de las esposas en el caso de las casadas, haciendo mención de que Julia, se había convertido en un hombre más amoroso y comprensivo desde que le confesara su pasión.
Antes de ir a los boliches y entrevistar a otras crossdressers se me ocurrió la idea de salir a la calle y filmar en medio de la gente. Por supuesto que les previne que irían las que desearan hacerlo pues nada las obligaba. Se anotaron las previsibles, Julia, Jenny, Gabriela, Sweet, Carmen y yo, obviamente.
Fuimos en auto hasta la Avenida Corrientes, centro de mayor movimiento de la noche porteña con sus cines, teatros, librerías y restaurantes. En cuanto nos paramos en una esquina llamamos la atención, pasaban y nos miraban, algunos sonreían, otros tiraban besos y alcanzamos a escuchar algún piropo tierno y varios guasos. La cosa cambió en cuanto saqué la cámara de su funda y el imán electrónico se encendió.
Las personas mas cercanas preguntaron si era para un programa de televisión, otros, si era una película y los más acertados opinaron que era para un documental, sobre todo desde el momento en que para despistarlos Julia, Sweet, Carmen y nos comunicábamos en inglés.
Se hizo un círculo en torno a nosotras y no perdí ocasión de mandar a Carmen a entrevistar a los curiosos, yo la seguía con la cámara mientras ella arrancaba con la pregunta clave.
-¿Usted sabe que es el crossdressing?-
-Una vez vi un documental sobre las travestis sagradas en la India- Dijo uno.
-Yo sobre las muxas en Mexico- Dijo otro.
-En Japon se llama Oyama y es aceptado socialmente- Acotó un tercero
El resto no tenía ni idea, lo que motivó una clase acelerada sobre el tema. Una vez que se escucharon varias exclamaciones monosilabicas supimos que algo habían entendido y pasó a las siguientes preguntas, si conocía a alguien que lo hiciera, si lo aceptaría si fuera su marido, si siendo gay aceptaría que su pareja se vistiera de mujer, si alguna vez había tenido la fantasía de ponerse una prenda femenina y si lo había logrado hacer.
Las repuestas eran asombrosas, una sola mujer entre cincuenta o sesenta que logramos entrevistar dijo que aceptaría a su marido vestido de mujer, nadie confesó ser gay pero algunos que trataban de disimularlo dijeron que en caso que lo fueran no les gustaría o, declarados heterosexuales reconocieron que si les gustaría tener al menos una relación, Con respecto a si conocían a algún crossdresser, negativa absoluta. Y por las fantasías, uno solo admitió que alguna vez lo había pensado.
El momento gracioso fue cuando Carmen mencionó que ella y Julia eran matrimonio y desafió a los presentes a que adivinaran quien era la mujer. Las opiniones estuvieron divididas, yo me tenté de risa al ver la cara de Carmen y casi se me cae la cámara al suelo. Finalmente develamos el misterio y aquella mujer que había opinado que aceptaría a su marido si fuera crossdresser  se acercó a Carmen y le dijo que tenía cierta sospecha de que le usaba sus prendas a escondidas pero no sabía cómo encarar el tema sin herir sus sentimientos.
-Se sincera con él pero con delicadeza, no le digas que lo sabes o lo sospechas, una buena manera es insinuarle que te gustaría tener una experiencia sexual diferente y menciónale lo de las ropa de mujer como si se te ocurriera en el momento- Opinó Carmen.
La cara de la mujer se iluminó. Le pidió el mail a Carmen y quedó en contarle lo que pasara, luego se perdió en medio de la multitud que nos rodeaba.
El amontonamiento atrajo a un par de agentes de policía. Se acercaron a mí supongo que porque era la que tenía la cámara y me preguntaron.
-¿De qué se trata esto?-
-Pues, es que se trata de una documenta, ya sabes tío, para la tele española, mostramos Buenos Aires, para el turismo, ¿Quieres decir algo? Te verán en España, majo-
Las chicas enmudecieron, temían que si despegaban los labios largarían la carcajada. Uno de los policías miró en torno al grupo, el otro me observó directo a los ojos.
-¿Así  que para España?-
Sonamos, pensé, este no se tragó el cuento.
-¿Y puedo decir algo? Tengo unos primos allá y por ahí me ven-
-Pues claro, majo, di lo que quieras-
Y lo enfoqué, apuntando el micrófono incorporado de la cámara.
-Bien, Como argentino y como miembro de las fuerzas de seguridad les puedo asegurar a todos los turistas que lleguen a esta ciudad que van a estar seguros pues la Policía Federal los va a proteger, gracias-
-¡Bien, majo, muy bien!- Exclamé
El otro agente se puso a mi lado y me preguntó en voz baja señalando a las chicas.
-¿Esos no son travestis?-
-Pues, que ojo tienes, por supuesto que lo son, pero no vais a hacerle pasar un mal trance, mira que son periodistas de la tele española-
-No, no, faltaba más- Contestó alejándose un par de pasos como si tuviéramos la peste.
El otro agente recibió una llamada en su handy.
-Todo en orden, sin novedad- Contestó al requerimiento y ambos se marcharon. Cuando estuvieron a suficiente distancia fue Jenny la que rompió el silencio.
-¡Que hija de puta! ¡Sos una guacha, una genia!- Dijo mientras me abrazaba. El grupo de curiosos aún a nuestro alrededor estalló en aplausos.
En los boliches la recepción a nuestra idea fue dispar, tal como había sucedido en el grupo, algunas estaban a favor y otras si bien no estaban en contra tampoco se mostraban entusiasmadas. Muchas temían aparecer en cámara pero el número de las que sí lo hacían era suficiente como para varias horas de película. De manera que Carmen mediante, como reportera estrella, fuimos logrando muchos testimonios e imágenes de bailes desenfrenados y sesiones de karaoke. Acompañamos a un grupo que se reunía por las tardes en una confitería de Recoleta, otra nos mostró su placard repleto de ropa femenina, obtuvimos la opinión de dos psicólogos cuyos comentarios nos dejaron más confundidas de lo que realmente estamos y como broche final entrevistamos a Claudia y mostramos su negocio, verdadero santuario para las crossdressers. Sobre el final desestimamos incluir consejos útiles, pues no parecería una película digna de mostrar en algún festival, lo que me pareció correcto y finalmente se decidió que se incluirían en los créditos direcciones de páginas de Internet para efectuar consultas.
Con una gran cantidad de horas filmadas, varias ideas en la cabeza y un agotamiento atroz, decidí tomarme una semana de descanso para luego disponerme a editar.

 20. UNA CONVERSACIÓN
 No pude completar la semana de descanso pues en la mitad recibí una llamada de Benjamín. Se lo escuchaba bastante alterado.
-Decime, ¿Dónde te metiste? Hace varios días que te ando buscando-
-¿Oíste hablar de los teléfonos, los celulares y los mail?- Le pregunté para exasperarlo más aún.
-Mi ánimo no está para bromas, por eso voy al grano…-
En silencio se lo agradecí.
-…el tema es que dentro de poco tenemos que viajar a Berlín, vos sos mi director estrella y los medios que quieren hacerte notas  me llaman a mí preguntándome donde estas y eso no es todo, ahora me entero que estás haciendo una película para otro productor-
-Te llevaron mal el chisme, no hay otro productor de por medio y es un proyecto que ni siquiera tengo que discutir con vos pues no soy tu empleado- Contesté airado.
-Tal vez, pero lo que imagino es que se trata sobre travestis, ¿Qué pasa? ¿Te agarró la idea fija? ¿No te bastó con meterme uno en mi película?-
-¿Cuál es tu problema?-
-¡Que no los puedo ni ver!-
-¿Qué te hicieron? ¿Te violaron?-
-¡A mí no me hablás así!-
-Mirá, si no te gusta me importa un pito y podés buscarte otro director porque no me interesa trabajar más con vos-
Y colgué seguro de lo que iba a suceder dos minutos después.
Volvió a sonar el teléfono.
-Bueno, tranquilicémonos, tenemos que ir a Berlín dentro de quince días y te necesito allá-
-Con una condición- Impuse
-¿Cuál?-
-Que el actor que hizo el papel de la travesti pueda ir también-
-¡Estás loco!-
Volví a colgar. Dos minutos después sonaba el teléfono.
-Está bien, que vaya, vení pronto a buscar los pasajes y después hablamos pues quiero hacer otra película-
-De otra película vamos a hablar según te portes conmigo en Berlín y sabés a que me refiero- Afirmé.
-Te voy a dar todo el crédito de la película si abandonas eso que estás haciendo- Amenazó.
-Entonces te podés meter todo tu crédito en el culo-
Colgué nuevamente. Otros dos minutos.
-Está bien, hacé lo que quieras, andá y acóstate con tus travestis si queres-
-A mi tus palabras no me ofenden, pero si las decís con esa bronca es porque el tema te jode, y si te jode por algo debe ser-
-¿Qué estás insinuando?-
-Nada, nada, bah, nada que no sepas, ahí tenés tema para conversar con tu analista-
Esta vez el que cortó fue él.

 21. EN BERLIN
 Sissy saltaba de alegría cuando le dije que nos íbamos a Berlín para el Festival. Ella podía estar contenta pero a mí me faltaba entusiasmo, salvo por las actividades propias del evento no creía que fuera una ciudad digna de ser recorrida, o al menos ese era mi prejuicio. Si por lo menos hubiéramos ido a Paris, o Madrid, o Londres aún. Pero, lo que viene gratis no se discute y a caballo regalado huelgan las palabras.
En la primera reunión que tuvo el grupo les presenté el guión que había elaborado en base a las tomas realizadas, detallando los tiempos que correspondían a cada una de las chicas, la reunión en casa de Julia, la entrevista a Claudia y las notas en la calle, en Casa Brandon y Angel´s. Les pedí que lo vieran con detenimiento pues si tenían algo que objetar era mejor antes de que me pusiera a editar.
Faltaban dos días para la partida cuando recibí un mail de Sissy.
-Querida Sabri, ¿Vamos a llevar ropa de mujer a Berlín?-
-¡Por supuesto!-. Contesté.
Y de inmediato me puse a escoger lo que llevaría pues era un tema en el que no había pensado. De manera que el cuando llegué a Ezeiza portaba dos valijas, rogando que no se les ocurriera pedirme que abriera una de ellas. Recé a todos los dioses en que no creo hasta que la vi transitar rauda por la cinta transportadora hasta el avión. Luego me asaltó una duda y hasta que revisé totalmente el bolso de mano, y pude recordar que el equipo de maquillaje había ido en la valija, no respiré aliviada. Sissy pasó por las mismas experiencias a pesar de que ya había hecho dos viajes a España.
Nos sentamos en el salón de la puerta de embarque y en ese momento llegó Benjamín con un muchacho joven, al que presentó como su secretario y que iba a viajar con nosotros y nosotras. El chico era buen material, si no fuera porque evito a los chiquilines por razones de economía, es decir que jamás le pagaría a uno por hacerme feliz, estaba como para tirársele encima y pedirle la prueba de amor.
-¿Quién es qué?- Me preguntó Sissy al oído.
-Obvio, el viejo hace de fulana y el pibe debe tener una buena matraca- Le contesté haciendo un gesto con las manos que cuando miré alrededor pude comprobar que había sido visto por varios pasajeros en el salón que me observaban curiosos.
Durante el viaje casi no nos hablamos con Benjamín, pues él y su acompañante se sentaron cuatro asientos detrás de nosotras. Salvo un par de veces que me paré para estirar un poco las piernas e intercambiamos unas pocas palabras, el resto del tiempo me la pasé conversando con Sissy o escuchando música, aislada del mundo por los auriculares. Una vez que el avión se alejó de las costas americanas el paisaje se volvió tedioso y lo único que matizaba el aburrimiento era la comida y algunas películas que ya había visto varias veces en el cable.
El viaje implicaba una escala en Madrid por lo que al menos pudimos ver la capital de España desde el aire, pero ni siquiera bajamos del avión. En un tiempo bastante breve, comparando con las grandes distancias en nuestro continente, aterrizábamos en Berlín. Una vez en tierra no me sentí ni siquiera en otro país, ni en otro continente, si no más precisamente, en otro mundo, y no lo digo por el orden reinante sino por el idioma. Si me piden que hable con un portugués, un italiano, un francés o un inglés puedo improvisar una conversación con las más o menos pocas palabras que conozco de cada uno de esos idiomas pero en alemán eso es imposible. Todo me sonaba gutural y no distinguía siquiera la separación entre una palabra y otra. Así que no me quedaba más remedio que seguir las indicaciones de los empleados como si fuera un cavernícola al que implantaron en nuestra época.
Lo que comprendí bien fue que teniendo que revisar una valija cada tanto, justo le tocó a la mía en donde llevaba la ropa de mujer. La abrí con toda naturalidad rindiéndome ante lo que parecía inevitable. El empleado miró, pasó la mano por los bordes, apretó, debo decir con bastante delicadeza, el montón de ropa como si buscara algún objeto duro y al no encontrar nada giró la valija sobre la mesada y dijo algo que alguien a mi lado tradujo como gracias, yo me limité a un gesto y una sonrisa y cerré la valija.
-Primer mundo- Acotó a mi lado Sissy
En dos taxis nos dirigimos al Hotel. El ABC Backpacker´s, un viejo edificio situado en pleno centro de la ciudad, cerca de todos los puntos de interés dignos de visitar, según lo explicó nuestro taxista, negro de Cabo Verde, que hablaba algo de español. La vista de la fachada me resultó amable, uno espera encontrar construcciones dominadas por la modernidad, recordando que Berlín es una ciudad que quedó devastada por la guerra, pero afortunadamente subsisten aquellos de las épocas en que eran obra de artistas y no de dibujantes de líneas rectas, lo cual fue una sorpresa para mí. El color del frente era amarillo y toda la carpintería de madera había sido restaurada al punto en que se podía ver la calidad del material, su veteado y color.
El costo era relativamente barato, de dieciocho euros la noche y las habitaciones tenían incluida una cocina que se podía usar libremente. El pulido de los pisos, el empapelado de las paredes, los muebles modernos pero con estilo y los cortinados semejaban más una vivienda que la impersonal habitación de un hotel por lo que cuando Sissy y yo entramos en la nuestra nos sentimos tan a gusto como si hubiéramos estado viviendo allí desde hacía tiempo. Benjamín y su acompañante tomaron la habitación contigua.
Esa noche salimos los cuatro a recorrer la ciudad. El primer lugar que deseábamos ver era el gran símbolo de la historia de la ciudad, en East Side Gallery, restos del Muro que había dividido la ciudad y luego otro sitio de interés que había estado dentro de su línea, la puerta Branderburgo.
Nos atrajeron dos barrios, el Prenzlauer Berg y el Friedrischchain donde se reúne la gente joven, las veredas son un bullicio permanente y si no fuera por el idioma uno juraría que está en Paris, o al menos eso imagina alguien que nunca estuvo en Paris. Todo este recorrido que hicimos en taxi para evitarnos perder tiempo caminado o tomando el transporte público en una ciudad que desconocíamos fue un agradable acercamiento a un sitio que nos parece tan lejano culturalmente, pero que resultó ser tan cosmopolita como otros.
Al otro día llegaron los protagonistas principales de la película, se alojaron en el mismo hotel y cuando se acomodaron volvimos a salir, esta vez para conocer el Berlinale Palast, sitio central del Festival. Nos llamó la atención que el tráfico no tuviera el ritmo alocado como el de Buenos Aires o lo que uno ha escuchado de Madrid o Roma, las calles, amplias avenidas, parecían vacías y también era poca la gente que caminaba por la veredas a pesar de lo agradable de la temperatura que ya estaba virando a calurosa.
No éramos los únicos transeúntes de cabello negro y tez morena, la ciudad parece invadida por inmigrantes, se los ve por todas partes a punto que uno cree estar en otro sitio que no sea una gran ciudad de un país de rubios de ojos celestes.
Recorrimos el Berlinale mientras Benjamín se informaba acerca de donde y cuando se proyectaba nuestra película. Luego salimos a recorrer nuevamente la ciudad. Visitamos la Iglesia Kaiser Wilhelm Gedachtniskinale, el Reichstag, la Avenida Unter den Linden desde Alexanderplatz hasta la puerta Brandenburgo, el Pergamon Museun y Postdamez Platz, hicimos compras en Mitte y nos animamos a entrar en el barrio Kreurberg, donde casi no se escucha una palabra en alemán pero si un no menos incomprensible turco.
Al otro día comenzaba el Festival y ya no tendríamos tiempo de ver nada más pues nos iríamos en cuanto terminara y las celebraciones oficiales ocuparían todas las noches restantes, de manera que Sissy y yo decidimos que esa era la ocasión de salir a lucir nuestras carnes argentinas por las callecitas de Berlín y recibirnos de crossdressers internacionales para envidia de nuestras amigas. Afortunadamente Benjamín tenía su plan para después de la cena en el comedor del hotel, tras los postres hizo un gesto al muchacho y se levantaron ambos rápidamente dirigiéndose a las escaleras. La parejita protagonista de la película estaba también en lo suyo, pues aunque cada uno tenía su matrimonio y se habían conocido durante el rodaje era evidente que estaban viviendo una aventura digna de los programas de chismes, tras la partida de Benjamín se hablaron al oído y luego nos dijeron que se iban a pasear pues la ciudad de noche les parecía muy romántica. Sissy y yo, que habíamos estado pensando que excusa poner para salir huyendo luego de la cena, nos quedamos sentadas riendo por haber superado el momento sin siquiera abrir la boca.
Subimos a la habitación. Rápidamente nos cambiamos. Estábamos envalentonadas y la temperatura nos ayudaba. De modo que elegimos ropa liviana y cómoda. Me puse una minifalda de jean, botas, musculosa y metí mis adminículos de maquillaje en un pequeño bolso rosa. Sissy tenía un vestido corto, zapatos clásicos y tomó un bolsito parecido al mío pero plateado.
Bajamos las escaleras sigilosamente, cuidándonos de encontrar a nadie de nuestros conocidos, llegando a la planta baja nos topamos de frente con un señor de mediana edad, pulcramente vestido que nos saludó en su incomprensible idioma algo que sonó como buenas noches y continuó su camino. Nosotras atravesamos el vestíbulo, dejamos la llave al conserje sin ningún tipo de explicación, algunos nos miraron pero nadie dijo nada, sonreímos por pura cortesía o de nervios y salimos a la calle.
Buscando un sitio donde pudiéramos estar rodeadas por personas fuimos al Prenzlauer Berg, el lugar, donde ya habíamos estado, caminamos por la calle principal, miramos vidrieras y para llevarnos un recuerdo compramos una remeras con inscripciones sobe Berlín a un jamaiquino que hablaba inglés. Luego nos sentamos a una mesa en la vereda para mirar a la gente como en una pasarela de modas. Un mozo rubio, alto y hermoso se acercó a nosotras. Sin conocer el idioma nos sentimos perdidas por lo que optamos por algo sencillo, mientras Sissy le señalaba la carta yo articulaba algo así como beer, beer, lo que afortunadamente fue entendido por el mozo que dijo
-¿Don´t you speak germany?-
-Yes, I don´t- Afirmé segura.
Sonrió y mientras estaba yendo hacia la barra se dio vuelta y nos miró.
-¿Do you speak Spanish? - Volvió a preguntar.
-Si- Contesté nuevamente.
-Hubiéramos empezado por ahí- Acotó para luego preguntar- ¿Españolas no son?-
-No, pibe- Dije con toda intención.
-¡Argentinas!- Exclamó en voz tan alta que de las mesas cercanas se dieron vuelta para observarnos-
-¿Vos también?- Pregunté yo.
-No, uruguayo, de Maldonado-
Y nos saludamos efusivamente, es decir lo más que pudimos pues enseguida supimos que la esposa del mozo era la otra mesera, una rubia de bella pero disgustada cara que nos taladraba con sus ojos verdes.
-Casado, que lástima- Dijo Sissy en cuanto el muchacho se alejó a buscar la cerveza.
-Lindo lomo uruguayo- Acoté imaginándomelo en la cama.
Nos sirvió la cerveza, nos trajo una suculenta picada de fiambres y quesos que casi no pudimos terminar de comer y hasta logró que su esposa se acercara a saludarnos. Ella resultó simpática una vez que se rompió el hielo, era alemana pero se hacía entender en un español básico que fue suficiente como para prometernos permanecer en contacto a través de intercambio de nuestros mail.
Volvimos caminando al hotel, sin saber la razón nos sentíamos seguras, diferente a aquella vez en que nos corrieron en Arrecifes cuando estábamos en pleno rodaje de la película. El empleado a cargo de la conserjería nos atendió amablemente cuando le pedimos la llave. Temíamos que al ser otro y no al que se la habíamos dejado no nos reconocería pero era evidente que sabía quiénes éramos pues con una sonrisa de oreja a oreja nos las entregó mientras decía en un español de película yanqui.
-Buenaaas nocheeees, señorrritas-
Y subimos a la habitación a descansar. No habíamos pensado en sexo en todo ese tiempo y cuando nos acostamos en la cama matrimonial que compartíamos tampoco, pero la cercanía de los cuerpos vestidos con lencería calentó el ambiente y satisficimos nuestros deseos lanzándonos sin prolegómenos a una relación desenfrenada. Tras eso nos dormimos plácidamente una en brazos de la otra.

22. LA FUNCIÓN
 Al otro día estábamos preparadas para el gran evento. Vestidas de hombre ya que no había otra opción. Cada vez más siento que la ropa masculina no es lo mío, me cuesta volver a ponérmela sobre todo después de una experiencia como la de la noche anterior en que pude expresar toda mi feminidad con absoluta libertad. Solo la tolero cuando debo mostrarme como varón para algún evento y esta era la ocasión.
Benjamín estaba sentado a una de las mesas de la confitería, que daban hacia la calle. Mientras Sissy entregaba las llaves, yo me senté con el productor.
-¿Quiénes eran las mujercitas que salieron de su habitación ayer?- Me preguntó antes de saludar.
-Adivine- Contesté sin  ganas de continuar la conversación.
-Yo lo sé- Dijo en tono burlón.
-Y si lo sabe ¿para qué pregunta?- Dije, cada vez más molesto.
En ese momento Sissy se sentó junto a mí.
-¿Son ustedes no?- Volvió a atacar.
-¿Nosotras que?- Preguntó Sissy que no entendía lo que pasaba.
-¿Y si somos, que?- Pregunté al borde de la ira.
-¿Si somos qué?- Volvió a interrogar Sissy.
-Este idiota se cree que somos travestis- Dije mirando a mi amiga.
-No lo creo, lo sé- Afirmó con énfasis.
-Bien, nosotros también creemos, es decir lo sabemos, que usted se trajo al nene ese para que lo consuele mientras dejó a su esposa en Argentina-
-No es lo mismo- Dijo Benjamín mientras advertí que ya comenzaba a arrepentirse del juego.
-Nosotros no jodemos a nadie, en cambio usted si, ¿Por qué no le confiesa a su mujer que le gustan los muchachitos?- Interpeló Sissy.
-Está bien, está bien- gesticuló, demostrando que ya no quería hablar más del asunto.
En ese instante llegó su secretario que no supo de que estábamos hablando.
Partimos hacia la Berlinale, juntos como si no hubiera el menor conflicto entre nosotros. Una vez en la sala y mientras esperábamos la primera película Sissy, sentada a mi lado me comentó.
-A este tipo no me lo aguanto, es uno estos malditos moralistas de doble cara que no tienen huevos para asumir lo que son-
-Yo tampoco lo aguanto, hace rato que tengo decidido que no voy a volver a filmar otra película con él-
-¿Pero y tu futuro, y tus sueños?-
-No necesito a este estúpido para eso, no voy a pelear en cada película para defender mi visión de cómo debe hacerse, prefiero hacer mi propia producción-
Vimos varias películas, algunas me atraparon, otras las abandonamos por la mitad y de unas cuantas ni siquiera leí los títulos. Al cabo de cuatro días lo único que había logrado fue sacarme fotos al lado de algunas celebridades y firmar autógrafos a los cazadores que le pedían una firma a cualquiera que tuviera la oblea de acceso irrestricto a las salas, lo que significaba que debía ser alguien importante.
Cuando le llegó el turno a mi película la sala no estaba demasiado llena, o la maratón de filmes había agotado a los espectadores o directamente no les interesaba. Esta vez nos sentamos en primera fila para estar más cerca del escenario en caso de que nos fuera requerida la presencia. Al principio se escuchaban murmullos entre la platea que fueron acallándose poco a poco en cuanto el relato comenzó a mostrar su dramatismo. El silencio sepulcral que acompañó el resto de la función era un excelente augurio. Se podía oír hasta el ritmo acompasado de las respiraciones. Sissy me tomó de la mano, nos miramos y sonreímos. Olíamos el éxito.
Mientras la palabra fin aparecía y los créditos comenzaban, los aplausos no tardaron en hacerse oír, algunas personas se pararon, otros exclamaban vivas en diferentes idiomas. El público que estaba en el hall esperando para ver la siguiente película se asomaba a ver que sucedía.
-¡Éxito, éxito!- Gritaba Benjamín.
Tal como lo presentíamos, nos llamaron al escenario. Subimos todos, la parejita protagónica, Benjamín, Sissy y yo. Saludamos con profundas reverencias y el público no dejaba de aplaudir.
-Esto es mucho más de lo que había soñado- Le dije a Sissy
 -Para mí también- Me contestó guiñando un ojo.
Esa noche festejamos en un restaurante de la Unter den Linden. El clima era una mezcla de alegría y tensión. Por un lado el éxito de la película y por el otro la poca afinidad entre nosotros contribuían a esa extraña conjunción. Pero la pasamos lo mejor posible. De regreso en el hotel cada par se marchó por su lado. La parejita de actores se fueron quien sabe adónde, Benjamín y el muchacho se encerraron en su habitación. Sissy y yo, sacamos nuestras prendas y salimos a recorrer la noche berlinesa. Anduvimos errantes hasta que nos animamos a entrar en una disco gay en Prenzlauer Berg. El bullicio era ensordecedor. Las luces bailaban produciendo miles de arabescos, la música era un ritmo constante y la multitud ocupaba la pista y los balcones vip. Sobre un estrado el dj jugaba con sus aparatos produciendo sonidos inclasificables. Sissy y yo nos mezclamos con la gente, danzando y contorsionándonos como si fuéramos dos muchachitas de veinte. Algunos ojos, masculinos, femeninos, trans, o lo que fueran se posaron en nosotras, pero estábamos ajenas a todo. Esa era la diversión que buscábamos, no pretendíamos otra cosa, si tal vez quisiéramos sexo ya nos teníamos una a la otra sin necesidad de arriesgarnos a andar con desconocidos.
En la madrugada, salidas de la disco nos detuvimos a desayunar en lo de nuestro amigo uruguayo. Su esposa nos atendió con cortesía. Y ya debidamente alimentadas llegamos al hotel donde Benjamín nos esperaba sentado a la misma mesa que escogía para sus desayunos, frente a él estaba el muchachito que nos miraba azorado.
-Era hora que llegaran- Nos increpó de entrada.
-¿Cuál es el problema?- Preguntó Sissy.
-Ustedes son el problema, ¿No saben que hoy es la entrega de premios y estamos nominados? ¿A qué hora van a estar presentables?-
-Bueno, ahora estamos presentables- Contesté dando un paso atrás.
-No sean ridículos y vayan a cambiarse- Exclamó.
-Ni mi padre me retó así- Dije, ya de mal humor.
-Vamos, vamos- Sissy me tomó de la mano, me llevó por el lobby, pidió las llaves al conserje y subimos por las escaleras. Todos nos miraban, les sonreí a algunos y un caballero nos saludó sacándose su sombrero tipo tirolés.
Al bajar ya vestidos de hombrecitos el ambiente estaba aún caldeado, era evidente que Benjamín temía más por su propia reputación que por cualquier otra consecuencia producida por nuestra audacia. Sin dirigirnos la palabra salimos a la vereda y detuvimos dos taxis pues nos resultaba intolerable estar juntos. Como se había vuelto costumbre la parejita de actores ya se había ido por su cuenta.
Llegamos hasta la alfombra roja caminando, a diferencia de muchas celebridades y otras que no eran tanto, que descendían de limusinas alquiladas. Nadie nos pidió una nota, ni siquiera un saludo a las cámaras. Pudiera ser que el éxito del día anterior se hubiera limitado a los presentes en la sala y que nuestros rostros aún no eran lo debidamente conocidos. De todas maneras agradecí esa falta de interés. No me sentía de humor. Benjamín y su asistente entraron primero a la gran sala del Berlinale, nosotras unos pasos más atrás y hasta incluso nos sentamos separados.
La ceremonia no era como las de Hollywood. Afortunadamente duró mucho menos aunque debimos tolerar algunos discursos francamente aburridos.
Al menos, no tuvimos que esperar demasiado para saber que no logramos ni siquiera un premio consuelo. Benjamín estaba devastado, hasta se había enojado con su asistente y no le contestaba ni media palabra a los requerimientos de éste. Yo debo confesar que estaba un poquito desanimada, a pesar de que los festivales jamás me interesaron, mi creencia es que solo una buena cantidad de público hace un éxito, no como tantas que ganan grandes premios y después no la ve ni la madre del director. Pero la función del día anterior me había hecho despertar tenues esperanzas.
Sissy estaba malhumorada pero afortunadamente no se la tomaba conmigo. Al trasponer la puerta y nuevamente en la calle me tomó del brazo y dijo:
-Vamos a emborracharnos por ahí-
No fuimos a emborracharnos. Fuimos al hotel, nos encerramos en nuestra habitación,  jugamos un juego que culminó cuando logramos olvidar las decepciones. Al otro día estábamos en el lobby con nuestras valijas esperando a Benjamín que bajó por las escaleras discutiendo con su acompañante. De la parejita protagónica, ni noticias.