Una llamada
Fernanda
entró a mi oficina para avisarme que tenia una llamada de un señor que no se había
identificado. Tomé el teléfono temiendo que se tratara de alguna mala noticia e
inmediatamente reconocí la voz del padre de Susan.
Por
un momento me tranquilicé pensando que era por algún nuevo trabajo de
decoración pero no me duro mucho ese estado de ánimo al escucharlo.
-He
realizado algunas investigaciones y se que mi hijo y usted han estudiado en la
misma escuela y para la misma época, por lo que deduzco que realmente se
conocieron y no me lo ha querido decir-
-Así
es, usted lo deduce pero es una conclusión suya. Yo no tengo ni idea de quien
es su hijo- Contesté con la voz mas tranquila y firme que pude.
-De
todas maneras no la llamo para reprochárselo, lo que quiero decirle es que ya
lo he ubicado, esta en Francia viviendo como una mujer-
Tuve
que hacer un esfuerzo para no parecer interesada y solo dije:
-Me
alegro por usted, espero que si lo va a buscar tenga la mente abierta para
aceptarlo tal como es y recuerde que si, como usted dice tiene mi edad ya es una
persona adulta para saber que es lo que quiere-
-Por
eso la llamo, por que quiero entenderlo. Esta haciendo su vida, es cierto, pero
no me resisto a perderlo-
-Es
muy sencillo- Dije- Tiene que aceptar que no es un anormal, ni un pervertido,
ni un enfermo. Que es una persona que ha comprendido cual es la vida que quiere
como tantos otros, como yo, como mi socia Alexia. Si usted nos ha aceptado para
que fuéramos sus decoradoras debe hacer lo mismo con él-
-Intentare
hablarle y después la tendré al corriente, es probable que deba seguir
pidiéndole consejo- Dijo y cortó.
Mi
cara debió reflejar el estado de ánimo en que quedé pues cuando entró Alexia
inmediatamente me preguntó que me sucedía. Le conté la conversación y juntas
decidimos que debíamos avisarle a Susan de inmediato la novedad.
Conecte
el Skipe y la llamé. Estaba en su casa de París atendiendo algunos clientes de
Pierre por lo que le aclare que tenía un motivo urgente para molestarla. Se
trasladó al dormitorio con su notebook y la puse al corriente de todo.
-¿Sabes?-
Me dijo- Antes pensaba que no los quería ver nunca más pero creo que finalmente
debo enfrentarlos de una vez por todas, como vos hiciste con tus padres, así
que teneme al tanto y te agradezco inmensamente tu ayuda-
Corté
pero a pesar de todo no me quedé tranquila. Sinceramente temía por ella y eso
me dio motivo para pensar en tío Roberto y lo que le había sucedido.
-¿Será
que no podemos vivir tranquilas?- Le dije a Alexia.
La vida tiene esas
cosas
Ocurre
que a veces se piensa que las cosas ya no pueden estar peor y sin embargo empeoran
aun más. Claro que hay situaciones en la vida que son inevitables pero la
muerte es algo que nunca llegamos a aceptar. Una mañana nos enteramos que había
fallecido la mamá de Sabrina, la pobre vieja murió en paz mientras dormía pero
el impacto entre nosotras fue terrible. No había habido ningún síntoma que
supusiera una enfermedad, la vieja se mantenía muy activa para su edad y era
todo un ejemplo para las más jóvenes por su permanente buen humor y su
disposición para ayudar a su hija natural y
su hija postiza.
Fue
el cortejo mas triste que había visto en mi vida. El silencio reinante era el índice
mas adecuado para expresar lo que todas y todos sentíamos. El velatorio ni
siquiera fue el marco para intercambiar chismes y comer sándwiches de miga.
Todas llorábamos, nos calmábamos y volvíamos a llorar. Abrazos persistentes con
Sabrina y Rocío y el pequeño Jonatan que tal vez no alcanzara a entender la
magnitud de la tragedia pero que era evidente que asumía que algo grave estaba
pasando y se mantuvo callado y quieto toda la noche.
Creí
que no iba a poder soportar el momento en que el cajón fuera cerrado o cuando
fuera colocado en la fosa, instantes claves en los que se adquiere conciencia
de que no se va a ver mas a la persona amada. Me mantuve junto a las chicas
solo por que consideraba un deber ineludible darles animo pero mis piernas se
aflojaban y no se aun como me mantuve parada sobre ellas.
No
faltó nadie, ocioso sería enumerar a quienes estuvieron. Éramos una marea de
abrazos y dientes apretados. Sabrina y Rocio eran las principales afectadas
pero todas las demás sentíamos esa muerte como algo propio. El regreso a la casa
de las chicas fue igualmente silencioso. Como un pacto ya previsto solo nos
quedamos acompañándolas Alexia y yo. El resto se fue después de dar las últimas
condolencias, pensando, con razón, que era el círculo mas intimo el que debía
estar con ellas.
Una
vez en la casa estuvimos tomando mate y tratando de apaciguar la pena. Después
de un rato Sabrina, que estaba totalmente encerrada en si misma se levantó de
golpe y dijo:
-Es
hora de que sigamos trabajando-
Rocío
la miró y levantándose también salio tras ella.
-Nos
vamos al salón- Dijo y nos dejo solas con el mate y la sorpresa de tamaña
decisión. Aunque creo que fue lo mejor que podían hacer.
La maldad viene en
frasco chico
Alexia
llegó con cara de preocupación una mañana al estudio e inmediatamente me di
cuenta de que pasaba algo malo. Me lo contó en pocas palabras, unos compañeros habían
agredido a Adrián en el colegio debido a que se habían enterado de que ahora
tenia dos madres y por añadidura se mostró orgulloso de tal situación.
Afortunadamente no había sido nada grave pues al ser de contextura robusta se había
defendido con eficacia pero lo peor era que fue amonestado a pesar de ser la
victima en lo que supuse un rasgo de homofobia por parte de la maestra o el
director del colegio.
Mientras
estaba tratando de calmar a Alexia recibí una llamada de Beatriz que estaba
desencajada, totalmente fuera de si y puteando. El motivo era que necesitaba
consejo y pensaba que alguna de nosotras podía ayudar. Le dije que concurriera
al INADI, pero esgrimió un argumento de peso. Que sucedería mientras tanto con Adrián,
pues no podría seguir yendo al colegio en esas condiciones. Alexia pensaba, con
razón, que una intervención suya complicaría aun mas las cosas por lo que lo único
que se me ocurrió fue que lo sacara del colegio, que lo prepararíamos nostras
mismas hasta que consiguiera otro o eventualmente pudiera dar exámenes libres y
después resolver el año próximo.
Beatriz
estuvo de acuerdo. Pero una frase suya me quedó resonando en los oídos.
-Muchas
leyes, muchas leyes, pero todo sigue igual, deberíamos irnos del país-
Primero
tío Roberto, ahora Beatriz, era como una llamada insistente. No le dije nada a
Alexia pero algo comenzó a hacerme ruido en el cerebro.
Lo
más importante fue que Adrián emergió ileso mentalmente hablando. El hecho no
lo había atemorizado ni había cambiado su aceptación de las realidades de sus
padres, es más, diría que hasta se habían fortalecido. Tuve una larga charla
con él esa tarde con la intención oculta de averiguar como seguía pensado y
pude confirmar que estaba muy maduro para su edad, algo que ya sabíamos pero
que nunca había sido puesto a prueba de esa manera.
El
director del colegio se escandalizó cuando Beatriz le notifico que sacaba al
niño de su colegio y quiso hablar con ella pero le aconsejé que lo hiciera en un
terreno neutral por lo que le contestó que si deseaba decirle algo lo hiciera
en nuestro estudio. Esperaba que no aceptara la invitación pero lo hizo. Cuando
llegó lo estábamos esperando Beatriz, Paulina y yo que me presenté como tía del
niño. El hombre estaba molesto por la situación, era evidente que no quería que
trascendiera que en su escuela hubieran sucedido actos de discriminación y
homofobia pero no pudo garantizar que no volvieran a suceder.
-El
problema es que estos chicos ya traen esas ideas de sus casas- Argumentó, lo
cual es cierto pero no pudo decir más que eso y debió aceptar lo inevitable.
Además
lamentaba la partida de Adrián pues era uno de los alumnos más brillantes y
estaba entrenando para las Olimpiadas de Matemáticas representando al colegio.
Se fue con las manos vacías. El siguiente paso fue decirle a Adrián que Alexia
y yo nos encargaríamos de su educación el resto del año y le gustó la idea a
tal punto que no hubo que obligarlo a que cumpliera el horario que le habíamos
indicado y se esforzó por estudiar.
La exposición
Antes
de que lo imagináramos recibimos un llamado de la curadora asistente del señor
Reverte, el dueño de la galería de arte. El motivo era que deseaba ver lo
realizado para organizar una muestra. La citamos de inmediato en casa de
Alexia, nuestro común atelier y llego puntualmente. En cierta manera nos hacia acordar
a la secretaria de tía Catalina, aunque era mucho mas bella, vestía de igual
manera, traje sastre, pero de color negro y camisa blanca con volados en el
cuello y zapatos stiletto negros, el cabello rubio caía sobre sus hombros con
delicadeza y su maquillaje era el adecuado, ni mucho, ni poco.
Sus
modales eran acordes a su aspecto, solemne, no decía mas palabras que las
necesarias y observaba cuanto le mostráramos con la afectación de quienes creen
que poseen un secreto que los hace mas importantes. Traté de no caer en su
juego de pretender agradarle siendo condescendiente con ella, me limite a
dispersar mis dibujos por la mesa de trabajo, así como Alexia había colocado
sus cuadros uno al lado del otro contra las paredes. Miró todo una y otra vez,
luego de casi media hora en que lo único que hizo además de su trabajo fue tomar
una taza de café, escogió sin siquiera preguntarnos nuestra opinión diez
cuadros de Alexia y quince dibujos míos.
-Este,
este y este- Decía y agregó- Los cuadros deben estar enmarcados y los dibujos
también o con un vidrio por delante. Pónganles nombres, si no lo tienen y luego
deben enviármelos en un plazo de diez días para que los registre y los ponga en
catalogo-
Asentimos
casi contagiadas de su silencio y ni bien traspuso la puerta explotamos de
alegría saltando y bailando como enloquecidas.
El
día de apertura de la exposición estaba todo el mundo, por un momento había
quedado de lado, aunque no olvidadas, las penurias pasadas. El señor Reverte
nos había prometido una duración de diez días en las principales salas de su
galería, todo dependiendo de la rapidez con que se vendieran las obras, algo
que nosotras no esperábamos con tanto optimismo como él, pero el hombre tiene
sus contactos y logró que varios compradores habituales de su obras, dueños de
colecciones privadas se acercaran al vernisagge y regresaran luego con ofertas
tal vez no importantes pero halagüeñas. Como además hicimos correr la noticia
entre nuestros clientes, antiguos y actuales, los salones estuvieron llenos
hasta altas horas de la noche y por ese lado hubo también promesas de compras y
la intención de ver otras obras aparte de las expuestas.
Después
del vino y los bocaditos de la inauguración nos fuimos a casa. Estábamos
exhaustas y emocionadas, cuando comenzamos con esta diversión de pintar y
dibujar jamás nos imaginábamos que podía tener tanta repercusión.
Cuando
terminó el tiempo asignado estaba todo vendido, de manera que el señor Reverte
nos sugirió que hiciéramos una reunión en el atelier ya que él tenia las salas
comprometidas. Inmediatamente nos pusimos a organizar el evento, para lo que
arreglamos el desorden habitual en la sala que nos servia de sitio de trabajo y
dos semanas después unas cincuenta personas se dieron cita en la casa de
Alexia. No todos compraron, ni se llevaron todo lo que teníamos, pero en medio
de la reunión apareció un individuo que trataba de hacerse entender en un
español con acento francés.
-Señoritas-
Dijo- Soy el agregado cultural de la Embajada francesa en Buenos Aires y
siempre ando a la búsqueda de nuevos talentos para exponer en París, les puedo
prometer una galería para dentro de seis u ocho meses, veo que han agotado
cuanto hicieron pero tendrán tiempo suficiente, con todo su talento de poder
hacer mas creaciones-
Tras
lo cual nos entregó una tarjeta y haciendo una solemne reverencia se marchó.
Alexia
y yo no lo podíamos creer. Yo me sentía exultante, no se si por exhibir en
Paris o por la idea de volver al sitio que, olvidando aquel hecho que cambio mi
vida y la de Susan, era el que mas amo en este mundo. Alexia compartía mi amor
por la ciudad luz y si era posible ese viaje podría, por fin, no solo conocerla
sino que nuestras mentes febriles ya imaginaban un viaje por Europa, teniendo
una buena excusa, y alejarnos un poco de la amarga realidad. Además de que
podría ser nuestra segunda luna de miel.
Le toca a Jonatan
Cuando
atendí el teléfono esa tarde me encontré con la voz de Rocío sumida en un llanto
incontenible. El motivo era bastante desagradable. La directora del Jardín de
Infantes las había conminado a sacar a Jonatan debido a que no quería tener
problemas con el resto de los padres ya que además de la identidad de las
madres el niño era portador de HIV. Lo que no estaba claro era la manera en que
se habían enterado ya que no lo habían manifestado al inscribirlo pues estaba
debidamente controlado por retrovirales.
El
hecho era que sufríamos de nuevo por la homofobia latente en la sociedad y nos
sentíamos absolutamente desprotegidas a pesar de que parecía haber un cambio de
mentalidad en la sociedad lo que era evidente solo de la boca para afuera y
para no quedar mal con los tiempos que corren.
Trate
como pude, calmar a Rocío y le dije que lo mejor era sacarlo y buscar otro
sitio. Que era inútil combatir contra los molinos de viento, que seguramente
encontrarían donde ubicarlo. Mis palabras no surtieron demasiado efecto por que
el dolor acumulado era muy grande pero al menos se calmó un poco y me pidió si
podía pasar por casa pues necesitaba desahogarse. Por supuesto que le dije que
si y al cabo de una hora estaban las dos tocando el timbre y con el pequeño.
Adrián,
apenas se entró del asunto, pues estaba estudiando en casa, se puso a jugar con
Jonatan.
-Pobre-
Dijo- Todavía no entiende lo que pasa pero va a sufrir mucho cuando sea más
grande- Y se lo llevo de la mano al cuarto donde tenía algunos de sus juguetes.
Tuve
a las chicas toda la tarde en casa, llorando un poco, puteando otro tanto y con
breves ratos de calma y aceptación. Finalmente se fueron un poco mas tranquilas
con el consuelo de la decisión de buscar otro Jardín.
-¿Pasará
esto en otro país?- Se preguntaban.
Yo
les dije que si, que muy probablemente, pero me quedé pensando.
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