Tuesday, June 13, 2017

Parto sin dolor. Una loca historia

Parto sin dolor



Era un día normal en la base. Habituados a que no teníamos conflictos con ningún país, nuestra rutina solo era realizar, de vez en cuando, algún ejercicio para mantenernos activos. Por eso, cuando sonó la alarma se produjo de inmediato cierta confusión hasta que los oficiales al mando pusieron orden.
El hecho era que un artefacto desconocido había irrumpido en nuestro espacio aéreo sin identificarse. De inmediato se me comisionó para que saliera a su encuentro y efectuar un contacto visual y, si era posible, obligarlo a aterrizar. Con la rapidez del caso me puse mi uniforme de vuelo, tomé el casco y monté mi avión, partiendo a los pocos minutos al encuentro del desconocido.
Dado que no lo podía observar en mi radar me costó bastante encontrarlo hasta que después de un rato lo pude ver. Ni mis ojos, ni mi mente, podían entender lo que era aquello, un gigantesco disco brillando a la luz del sol de tal manera que era casi imposible ver su contorno real. Di una vuelta alrededor del objeto para comprobar que tenían varios centenares de metros de diámetro y que se mantenía inmóvil en el cielo, algo imposible de acuerdo las leyes de la física.
Traté de trasmitir a la base la novedad pero la radio producía tan fuerte estática que no podía saber si me habían oído, probé con varias frecuencias, incluso tratando de obtener una respuesta de la nave desconocida pero tampoco lo logré. Después de pasar lo mas cerca posible tratando de ver alguna presencia de ventanillas o lo que me pudiera dar idea de su procedencia lo único que sentí fue un rayo enceguecedor que me impidió ver mas allá del interior de la cabina de mi avión.
Y no recuerdo mas nada, salvo que desperté en una cama, en una sala como la de un hospital. Estaba acostado boca arriba, solo cubierto con una bata blanca. Tardé bastante en recobrar la conciencia total como si despertara de la anestesia de una operación, pero no tenía dolor. Una vez que estuve mejor intenté moverme, pero me sentía extraño. La sensación era que algo le había pasado a mi cuerpo pues notaba que la distribución del peso era otra y allí hice lo primero que uno hace en estos casos, traté de palparme con el miedo de no encontrar algo, una pierna o un brazo, pero en realidad lo que encontré fue un enorme par de senos en mi pecho.
Asustado, me puse de pie, levanté mi bata y aun viéndolos no podía creer que estuvieran ahí, pero lo peor vino después, cuando al mirar hacia abajo descubrí que ya no tenia mas mi pene y en su lugar asomaban los labios de una vagina. Seguí con mi exploración táctil pues ni siquiera tenia un espejo donde mirarme y comprobé que tenia cuerpo de mujer, total, completo y debo decir a pesar del terror que sentía, bastante atractivo cuerpo de mujer.
Mi primera reacción fue salir de allí pero cuando estaba llegando a la puerta aparecieron tres personas, varones según parecían, altos, rubios, de cuerpo atlético, vestidos con unos ajustados trajes brillantes que les cubrían de los pies hasta el cuello.
-¿Quiénes son ustedes?- Pregunté.
-Somos veganos- Dijo uno de ellos y no pregunten por que les entendí lo que decían.
Al menos no me van a comer, pensé, pero su aclaración no me dejó tranquilo.
-Somos veganos, del planeta Vega-
-¿Qué me han hecho?- Pregunté esta vez.
-Lo hemos operado para convertirlo en una hembra procreadora-
-¿Por qué?-
-Por que una epidemia desconocida acabó con nuestras hembras y necesitamos procrear más individuos-
-¿Y entonces, por que no secuestraron una hembra humana?-
-Por dos razones, por que después de observar a su civilización descubrimos que los machos de su especie son mas sumisos y obedientes que las hembras que a todo se niegan y siempre arman escándalos mayúsculos y que luego, al no ser hembra y no tener sentimientos maternales no se le va a ocurrir reclamar nuestros hijos una vez que haya parido-
-¿Pero cuantos hijos tendré, uno o dos?-
-No, tendrá uno por cada miembro de la tripulación que la insemine, por que las hemos operado para que sea como eran nuestras hembras así tendrá unos ochenta hijos, pero no se asuste, son muy pequeñitos y no sentirá dolor-
O sea que no tenia elección y no se si será por que ellos tenían razón y somos sumisos pero durante un tiempo que no puedo calcular tuve relaciones con los ochenta miembros, palabra de doble significado, de la tripulación. Debo confesar que a partir del noveno o del décimo ya me estaba gustando el asunto y que realmente lo lamenté cuando terminaron. Por suerte no eran moluscos, enanos verdes con antenitas ni seres con dos cabezas, todos ellos eran robustos machos de vello en el pecho y fuertes brazos.
No tardé mucho tiempo en parir, al parecer el desarrollo de los embriones era bastante rápido y después de lo que creo fue una semana ya había expelido a todos.
-Bien, ya estoy preparada, para otra tanda- Me ofrecí.
Pero el que parecía ser el jefe, trayendo mi uniforme de piloto en la mano me lo arrojó y dijo.
-No funciona así, según nuestra experiencia no puede tener más que una partida de hijos, después ya no es fértil y no pretenda que lo volvamos a como era pues el proceso es irreversible-
De manera que me puse mi ropa y me acompañaron a una puerta de la nave, la abrieron  y me empujaron afuera. Por suerte habían aterrizado y así fue que me encontré a la orilla de una ruta, en medio del campo, vestida con el uniforme de piloto, cuyo cierre se me abría por el tamaño de mis senos esperando que pase un auto para hacerle dedo.


Alexia montes
Octubre, 12 de 2015.






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