Saturday, June 17, 2017

Lueve en Paris. Capitulos 5 y 6

Mas adelantos

Aunque recién comenzaban, era notoria su felicidad con el cambio operado. Sobre todo Rocío quien, en secreto, amaba a Sabrina hasta la médula, por todo lo que había hecho por ella, y deseaba fervientemente convertir a su socia en una señora respetable dejando atrás su apariencia de camionero de enormes pechos. Además, y aunque jamás hubo de parte de Susan y de mí, ni el más mínimo gesto de superioridad por nuestro nivel cultural, ellas albergaban muy dentro suyo cierto complejo de inferioridad que habían temido manifestar anteriormente y esta oportunidad era la manera de mostrarse más seguras en su trato, no solo con nosotras sino también con el resto de las personas.
Poco a poco supimos que las clases con Madame no habían sido fáciles. Sabrina se olvidaba de cruzar las piernas con la delicadeza suficiente como para no mostrar la bombacha y le resultaba imposible dejar de reír a carcajadas ante la más mínima situación que le resultara graciosa. Varias veces se había tentada de mandar al carajo a la profesora pero únicamente la había contenido la mirada suplicante  de Rocío y solo exclamaba entonces un discreto:
-¡Pero, señora!-
Rocío en cambio se ponía nerviosa por el temor de fallar y solía olvidar donde colocar los cubiertos en la mesa o tropezaba mientras trataba de caminar luciendo un vestido de fiesta.
Para colmo, la secretaría de Madame, haciendo gala de su prejuicio y notoria pedantería, comentaba delante suyo como si no estuvieran.
-Son las alumnas más difíciles que ha tenido Madame, dudo que pueda convertirlas en damas-
Madame, en cambio, tenía para con ellas una paciencia a toda prueba. Una y otra vez les repetía cuanto les quería enseñar. En algunas ocasiones sus ojos refulgían rojos como los de un personaje de película barata de terror, pero se calmaba. Había tomado la educación de Sabrina y Rocío como un reto personal. No solamente les enseñó modales además las atosigó de información. Listas de libros, películas, música, teatros, museos, conferencias, restaurantes y boutiques pasaron a ser como una Biblia de consulta permanente. Inesperadamente nos encontramos acompañándolas a recorrer la avenida Corrientes no solo para escuchar piropos, sino para entrar en librerías y concurrir al cine, ver alguna obra teatral o un recital. También por la avenida Santa Fe para comprar ropa y Puerto Madero a cenar. Hasta las clásicas idas a Angel´s fueron dejadas de lado por un tiempo y realizamos más paseos diurnos que incluían el Museo de Bellas Artes, San Telmo y el Complejo Recoleta. En varias ocasiones concurrimos al Teatro Colón. Susan y yo conocíamos estos ambientes pero además de disfrutarlos nosotras se sumaba el placer de compartirlos con Sabrina y Rocío, lo que nos daba la posibilidad de trasmitirles algo de nuestros conocimientos sabiendo que eran escuchados y aprendidos.



Rocío

Rocío, hasta cruzarse con Sabrina, había sufrido desde su niñez la peor de las suertes y la falta absoluta de alguien que la comprendiera o la ayudara.
Obligada a huir de la casa paterna, a los quince años luego de ser violada por su padre, capataz de estancia, al encontrarla vestida con ropas de su madre, una vez en la ruta no tuvo mas opciones. Llegó a Buenos Aires haciendo dedo a los camioneros y pagando su pasaje con sexo.
Viviendo en la ciudad las cosas no mejoraron, durmió en la calle y en las estaciones del subte con otros chicos, comandados por un delincuente de poca monta que la obligó a acostarse con él repetidas veces. Un día la conminó a dejar de pedir limosnas. O se dedicaba a robar o a la prostitución. Rocío, resignada, accedió a lo último. El individuo le proveyó de ropa adecuada y la presentó a otras travestís que hacían su negocio por la Estación Constitución.
No le iba ni bien ni mal en cuanto a la cantidad de clientes a pesar de su apariencia endeble, carente de senos y otros atributos para poder atraerlos, salvo su aspecto de niña que exacerbaba el deseo morboso de los hombres, pero no veía un miserable peso de su trabajo, todo se lo quedaba su proxeneta. Las compañeras de la calle, trabajadoras por su cuenta, la alentaron a hacer lo mismo. Cuando juntó coraje, trató de quedarse con el dinero ganado con su esfuerzo y se negó a entregarlo. Esa noche fue cuando Sabrina la encontró.







No comments: