Tuesday, September 26, 2017

COMO SOBRELLEVAR UNA DOBLE VIDA. Capitulos 19,20,21 y 22

19. FILMANDO II
                Realizar la filmación en casa de Julia me costó bastante trabajo. Las, hasta entonces remisas, amigas se habían convertido en un grupo de exaltadas queriendo aparecer en cámara lo más posible. Me resultó más difícil que lidiar con las modelos aspirantes a estrellitas con muchas tetas y poco cerebro.
Mientras realizaban todas las tareas habituales yo andaba por toda la casa cámara en mano. Las tomaba mientras ayudaban a Carmen en la cocina, o se arreglaban el maquillaje, mientras conversaban o reían por algún chiste. Julia hizo gala de su arte para la preparación de la carne, Sissy, la que debía estar más acostumbrada a estar frente a un cámara, tiraba besos al lente como una cholula, las demás no resultaban naturales y yo debía insistir en que debían olvidarse de que estaba allí.
En un momento le pasé la cámara a Carmen y le di algunas explicaciones de lo que quería lograr, así tenía oportunidad de aparecer en las imágenes. Después de todos estos avatares, cuando llegó la hora del mate con facturas tomé el micrófono y comencé a reportearlas una por una. Ninguna escatimó detalles de cómo habían comenzado, de cómo se las arreglaban según sus posibilidades y como iban superando o habían superado sus temores y salido a la calle a mostrar su realidad. Mónica no perdió oportunidad de declamar su heterosexualidad, Julia habló de la comprensión de su esposa, Jenny hizo gala de su pasión por los hombres, Gabriela mencionó el cuidado y el estilo para vestir, Rosa contó de su sentimiento de culpa, Sweet se mostró como lo liberada que era, Antonia se lamentó de su indecisión para irse de la casa de sus padres, Agustina dijo que todas éramos muy lindas y que su afán era parecerse a nosotras, Amanda habló de su miedo a enfrentar la gente estando travestida y del gran apoyo que le había dado el grupo, Rebeca instó a todas las que estando casadas tomaran una decisión si no podían con ambas situaciones, quien la oyera no podía creer que era la misma de pocos meses atrás, Sissy hablo de su carrera artística y yo me despaché con un discurso sobre el crossdressing y la necesidad de que fuera aceptado como una forma natural de vida. Carmen cerró las entrevistas haciendo hincapié en el apoyo de las esposas en el caso de las casadas, haciendo mención de que Julia, se había convertido en un hombre más amoroso y comprensivo desde que le confesara su pasión.
Antes de ir a los boliches y entrevistar a otras crossdressers se me ocurrió la idea de salir a la calle y filmar en medio de la gente. Por supuesto que les previne que irían las que desearan hacerlo pues nada las obligaba. Se anotaron las previsibles, Julia, Jenny, Gabriela, Sweet, Carmen y yo, obviamente.
Fuimos en auto hasta la Avenida Corrientes, centro de mayor movimiento de la noche porteña con sus cines, teatros, librerías y restaurantes. En cuanto nos paramos en una esquina llamamos la atención, pasaban y nos miraban, algunos sonreían, otros tiraban besos y alcanzamos a escuchar algún piropo tierno y varios guasos. La cosa cambió en cuanto saqué la cámara de su funda y el imán electrónico se encendió.
Las personas mas cercanas preguntaron si era para un programa de televisión, otros, si era una película y los más acertados opinaron que era para un documental, sobre todo desde el momento en que para despistarlos Julia, Sweet, Carmen y nos comunicábamos en inglés.
Se hizo un círculo en torno a nosotras y no perdí ocasión de mandar a Carmen a entrevistar a los curiosos, yo la seguía con la cámara mientras ella arrancaba con la pregunta clave.
-¿Usted sabe que es el crossdressing?-
-Una vez vi un documental sobre las travestis sagradas en la India- Dijo uno.
-Yo sobre las muxas en Mexico- Dijo otro.
-En Japon se llama Oyama y es aceptado socialmente- Acotó un tercero
El resto no tenía ni idea, lo que motivó una clase acelerada sobre el tema. Una vez que se escucharon varias exclamaciones monosilabicas supimos que algo habían entendido y pasó a las siguientes preguntas, si conocía a alguien que lo hiciera, si lo aceptaría si fuera su marido, si siendo gay aceptaría que su pareja se vistiera de mujer, si alguna vez había tenido la fantasía de ponerse una prenda femenina y si lo había logrado hacer.
Las repuestas eran asombrosas, una sola mujer entre cincuenta o sesenta que logramos entrevistar dijo que aceptaría a su marido vestido de mujer, nadie confesó ser gay pero algunos que trataban de disimularlo dijeron que en caso que lo fueran no les gustaría o, declarados heterosexuales reconocieron que si les gustaría tener al menos una relación, Con respecto a si conocían a algún crossdresser, negativa absoluta. Y por las fantasías, uno solo admitió que alguna vez lo había pensado.
El momento gracioso fue cuando Carmen mencionó que ella y Julia eran matrimonio y desafió a los presentes a que adivinaran quien era la mujer. Las opiniones estuvieron divididas, yo me tenté de risa al ver la cara de Carmen y casi se me cae la cámara al suelo. Finalmente develamos el misterio y aquella mujer que había opinado que aceptaría a su marido si fuera crossdresser  se acercó a Carmen y le dijo que tenía cierta sospecha de que le usaba sus prendas a escondidas pero no sabía cómo encarar el tema sin herir sus sentimientos.
-Se sincera con él pero con delicadeza, no le digas que lo sabes o lo sospechas, una buena manera es insinuarle que te gustaría tener una experiencia sexual diferente y menciónale lo de las ropa de mujer como si se te ocurriera en el momento- Opinó Carmen.
La cara de la mujer se iluminó. Le pidió el mail a Carmen y quedó en contarle lo que pasara, luego se perdió en medio de la multitud que nos rodeaba.
El amontonamiento atrajo a un par de agentes de policía. Se acercaron a mí supongo que porque era la que tenía la cámara y me preguntaron.
-¿De qué se trata esto?-
-Pues, es que se trata de una documenta, ya sabes tío, para la tele española, mostramos Buenos Aires, para el turismo, ¿Quieres decir algo? Te verán en España, majo-
Las chicas enmudecieron, temían que si despegaban los labios largarían la carcajada. Uno de los policías miró en torno al grupo, el otro me observó directo a los ojos.
-¿Así  que para España?-
Sonamos, pensé, este no se tragó el cuento.
-¿Y puedo decir algo? Tengo unos primos allá y por ahí me ven-
-Pues claro, majo, di lo que quieras-
Y lo enfoqué, apuntando el micrófono incorporado de la cámara.
-Bien, Como argentino y como miembro de las fuerzas de seguridad les puedo asegurar a todos los turistas que lleguen a esta ciudad que van a estar seguros pues la Policía Federal los va a proteger, gracias-
-¡Bien, majo, muy bien!- Exclamé
El otro agente se puso a mi lado y me preguntó en voz baja señalando a las chicas.
-¿Esos no son travestis?-
-Pues, que ojo tienes, por supuesto que lo son, pero no vais a hacerle pasar un mal trance, mira que son periodistas de la tele española-
-No, no, faltaba más- Contestó alejándose un par de pasos como si tuviéramos la peste.
El otro agente recibió una llamada en su handy.
-Todo en orden, sin novedad- Contestó al requerimiento y ambos se marcharon. Cuando estuvieron a suficiente distancia fue Jenny la que rompió el silencio.
-¡Que hija de puta! ¡Sos una guacha, una genia!- Dijo mientras me abrazaba. El grupo de curiosos aún a nuestro alrededor estalló en aplausos.
En los boliches la recepción a nuestra idea fue dispar, tal como había sucedido en el grupo, algunas estaban a favor y otras si bien no estaban en contra tampoco se mostraban entusiasmadas. Muchas temían aparecer en cámara pero el número de las que sí lo hacían era suficiente como para varias horas de película. De manera que Carmen mediante, como reportera estrella, fuimos logrando muchos testimonios e imágenes de bailes desenfrenados y sesiones de karaoke. Acompañamos a un grupo que se reunía por las tardes en una confitería de Recoleta, otra nos mostró su placard repleto de ropa femenina, obtuvimos la opinión de dos psicólogos cuyos comentarios nos dejaron más confundidas de lo que realmente estamos y como broche final entrevistamos a Claudia y mostramos su negocio, verdadero santuario para las crossdressers. Sobre el final desestimamos incluir consejos útiles, pues no parecería una película digna de mostrar en algún festival, lo que me pareció correcto y finalmente se decidió que se incluirían en los créditos direcciones de páginas de Internet para efectuar consultas.
Con una gran cantidad de horas filmadas, varias ideas en la cabeza y un agotamiento atroz, decidí tomarme una semana de descanso para luego disponerme a editar.

 20. UNA CONVERSACIÓN
 No pude completar la semana de descanso pues en la mitad recibí una llamada de Benjamín. Se lo escuchaba bastante alterado.
-Decime, ¿Dónde te metiste? Hace varios días que te ando buscando-
-¿Oíste hablar de los teléfonos, los celulares y los mail?- Le pregunté para exasperarlo más aún.
-Mi ánimo no está para bromas, por eso voy al grano…-
En silencio se lo agradecí.
-…el tema es que dentro de poco tenemos que viajar a Berlín, vos sos mi director estrella y los medios que quieren hacerte notas  me llaman a mí preguntándome donde estas y eso no es todo, ahora me entero que estás haciendo una película para otro productor-
-Te llevaron mal el chisme, no hay otro productor de por medio y es un proyecto que ni siquiera tengo que discutir con vos pues no soy tu empleado- Contesté airado.
-Tal vez, pero lo que imagino es que se trata sobre travestis, ¿Qué pasa? ¿Te agarró la idea fija? ¿No te bastó con meterme uno en mi película?-
-¿Cuál es tu problema?-
-¡Que no los puedo ni ver!-
-¿Qué te hicieron? ¿Te violaron?-
-¡A mí no me hablás así!-
-Mirá, si no te gusta me importa un pito y podés buscarte otro director porque no me interesa trabajar más con vos-
Y colgué seguro de lo que iba a suceder dos minutos después.
Volvió a sonar el teléfono.
-Bueno, tranquilicémonos, tenemos que ir a Berlín dentro de quince días y te necesito allá-
-Con una condición- Impuse
-¿Cuál?-
-Que el actor que hizo el papel de la travesti pueda ir también-
-¡Estás loco!-
Volví a colgar. Dos minutos después sonaba el teléfono.
-Está bien, que vaya, vení pronto a buscar los pasajes y después hablamos pues quiero hacer otra película-
-De otra película vamos a hablar según te portes conmigo en Berlín y sabés a que me refiero- Afirmé.
-Te voy a dar todo el crédito de la película si abandonas eso que estás haciendo- Amenazó.
-Entonces te podés meter todo tu crédito en el culo-
Colgué nuevamente. Otros dos minutos.
-Está bien, hacé lo que quieras, andá y acóstate con tus travestis si queres-
-A mi tus palabras no me ofenden, pero si las decís con esa bronca es porque el tema te jode, y si te jode por algo debe ser-
-¿Qué estás insinuando?-
-Nada, nada, bah, nada que no sepas, ahí tenés tema para conversar con tu analista-
Esta vez el que cortó fue él.

 21. EN BERLIN
 Sissy saltaba de alegría cuando le dije que nos íbamos a Berlín para el Festival. Ella podía estar contenta pero a mí me faltaba entusiasmo, salvo por las actividades propias del evento no creía que fuera una ciudad digna de ser recorrida, o al menos ese era mi prejuicio. Si por lo menos hubiéramos ido a Paris, o Madrid, o Londres aún. Pero, lo que viene gratis no se discute y a caballo regalado huelgan las palabras.
En la primera reunión que tuvo el grupo les presenté el guión que había elaborado en base a las tomas realizadas, detallando los tiempos que correspondían a cada una de las chicas, la reunión en casa de Julia, la entrevista a Claudia y las notas en la calle, en Casa Brandon y Angel´s. Les pedí que lo vieran con detenimiento pues si tenían algo que objetar era mejor antes de que me pusiera a editar.
Faltaban dos días para la partida cuando recibí un mail de Sissy.
-Querida Sabri, ¿Vamos a llevar ropa de mujer a Berlín?-
-¡Por supuesto!-. Contesté.
Y de inmediato me puse a escoger lo que llevaría pues era un tema en el que no había pensado. De manera que el cuando llegué a Ezeiza portaba dos valijas, rogando que no se les ocurriera pedirme que abriera una de ellas. Recé a todos los dioses en que no creo hasta que la vi transitar rauda por la cinta transportadora hasta el avión. Luego me asaltó una duda y hasta que revisé totalmente el bolso de mano, y pude recordar que el equipo de maquillaje había ido en la valija, no respiré aliviada. Sissy pasó por las mismas experiencias a pesar de que ya había hecho dos viajes a España.
Nos sentamos en el salón de la puerta de embarque y en ese momento llegó Benjamín con un muchacho joven, al que presentó como su secretario y que iba a viajar con nosotros y nosotras. El chico era buen material, si no fuera porque evito a los chiquilines por razones de economía, es decir que jamás le pagaría a uno por hacerme feliz, estaba como para tirársele encima y pedirle la prueba de amor.
-¿Quién es qué?- Me preguntó Sissy al oído.
-Obvio, el viejo hace de fulana y el pibe debe tener una buena matraca- Le contesté haciendo un gesto con las manos que cuando miré alrededor pude comprobar que había sido visto por varios pasajeros en el salón que me observaban curiosos.
Durante el viaje casi no nos hablamos con Benjamín, pues él y su acompañante se sentaron cuatro asientos detrás de nosotras. Salvo un par de veces que me paré para estirar un poco las piernas e intercambiamos unas pocas palabras, el resto del tiempo me la pasé conversando con Sissy o escuchando música, aislada del mundo por los auriculares. Una vez que el avión se alejó de las costas americanas el paisaje se volvió tedioso y lo único que matizaba el aburrimiento era la comida y algunas películas que ya había visto varias veces en el cable.
El viaje implicaba una escala en Madrid por lo que al menos pudimos ver la capital de España desde el aire, pero ni siquiera bajamos del avión. En un tiempo bastante breve, comparando con las grandes distancias en nuestro continente, aterrizábamos en Berlín. Una vez en tierra no me sentí ni siquiera en otro país, ni en otro continente, si no más precisamente, en otro mundo, y no lo digo por el orden reinante sino por el idioma. Si me piden que hable con un portugués, un italiano, un francés o un inglés puedo improvisar una conversación con las más o menos pocas palabras que conozco de cada uno de esos idiomas pero en alemán eso es imposible. Todo me sonaba gutural y no distinguía siquiera la separación entre una palabra y otra. Así que no me quedaba más remedio que seguir las indicaciones de los empleados como si fuera un cavernícola al que implantaron en nuestra época.
Lo que comprendí bien fue que teniendo que revisar una valija cada tanto, justo le tocó a la mía en donde llevaba la ropa de mujer. La abrí con toda naturalidad rindiéndome ante lo que parecía inevitable. El empleado miró, pasó la mano por los bordes, apretó, debo decir con bastante delicadeza, el montón de ropa como si buscara algún objeto duro y al no encontrar nada giró la valija sobre la mesada y dijo algo que alguien a mi lado tradujo como gracias, yo me limité a un gesto y una sonrisa y cerré la valija.
-Primer mundo- Acotó a mi lado Sissy
En dos taxis nos dirigimos al Hotel. El ABC Backpacker´s, un viejo edificio situado en pleno centro de la ciudad, cerca de todos los puntos de interés dignos de visitar, según lo explicó nuestro taxista, negro de Cabo Verde, que hablaba algo de español. La vista de la fachada me resultó amable, uno espera encontrar construcciones dominadas por la modernidad, recordando que Berlín es una ciudad que quedó devastada por la guerra, pero afortunadamente subsisten aquellos de las épocas en que eran obra de artistas y no de dibujantes de líneas rectas, lo cual fue una sorpresa para mí. El color del frente era amarillo y toda la carpintería de madera había sido restaurada al punto en que se podía ver la calidad del material, su veteado y color.
El costo era relativamente barato, de dieciocho euros la noche y las habitaciones tenían incluida una cocina que se podía usar libremente. El pulido de los pisos, el empapelado de las paredes, los muebles modernos pero con estilo y los cortinados semejaban más una vivienda que la impersonal habitación de un hotel por lo que cuando Sissy y yo entramos en la nuestra nos sentimos tan a gusto como si hubiéramos estado viviendo allí desde hacía tiempo. Benjamín y su acompañante tomaron la habitación contigua.
Esa noche salimos los cuatro a recorrer la ciudad. El primer lugar que deseábamos ver era el gran símbolo de la historia de la ciudad, en East Side Gallery, restos del Muro que había dividido la ciudad y luego otro sitio de interés que había estado dentro de su línea, la puerta Branderburgo.
Nos atrajeron dos barrios, el Prenzlauer Berg y el Friedrischchain donde se reúne la gente joven, las veredas son un bullicio permanente y si no fuera por el idioma uno juraría que está en Paris, o al menos eso imagina alguien que nunca estuvo en Paris. Todo este recorrido que hicimos en taxi para evitarnos perder tiempo caminado o tomando el transporte público en una ciudad que desconocíamos fue un agradable acercamiento a un sitio que nos parece tan lejano culturalmente, pero que resultó ser tan cosmopolita como otros.
Al otro día llegaron los protagonistas principales de la película, se alojaron en el mismo hotel y cuando se acomodaron volvimos a salir, esta vez para conocer el Berlinale Palast, sitio central del Festival. Nos llamó la atención que el tráfico no tuviera el ritmo alocado como el de Buenos Aires o lo que uno ha escuchado de Madrid o Roma, las calles, amplias avenidas, parecían vacías y también era poca la gente que caminaba por la veredas a pesar de lo agradable de la temperatura que ya estaba virando a calurosa.
No éramos los únicos transeúntes de cabello negro y tez morena, la ciudad parece invadida por inmigrantes, se los ve por todas partes a punto que uno cree estar en otro sitio que no sea una gran ciudad de un país de rubios de ojos celestes.
Recorrimos el Berlinale mientras Benjamín se informaba acerca de donde y cuando se proyectaba nuestra película. Luego salimos a recorrer nuevamente la ciudad. Visitamos la Iglesia Kaiser Wilhelm Gedachtniskinale, el Reichstag, la Avenida Unter den Linden desde Alexanderplatz hasta la puerta Brandenburgo, el Pergamon Museun y Postdamez Platz, hicimos compras en Mitte y nos animamos a entrar en el barrio Kreurberg, donde casi no se escucha una palabra en alemán pero si un no menos incomprensible turco.
Al otro día comenzaba el Festival y ya no tendríamos tiempo de ver nada más pues nos iríamos en cuanto terminara y las celebraciones oficiales ocuparían todas las noches restantes, de manera que Sissy y yo decidimos que esa era la ocasión de salir a lucir nuestras carnes argentinas por las callecitas de Berlín y recibirnos de crossdressers internacionales para envidia de nuestras amigas. Afortunadamente Benjamín tenía su plan para después de la cena en el comedor del hotel, tras los postres hizo un gesto al muchacho y se levantaron ambos rápidamente dirigiéndose a las escaleras. La parejita protagonista de la película estaba también en lo suyo, pues aunque cada uno tenía su matrimonio y se habían conocido durante el rodaje era evidente que estaban viviendo una aventura digna de los programas de chismes, tras la partida de Benjamín se hablaron al oído y luego nos dijeron que se iban a pasear pues la ciudad de noche les parecía muy romántica. Sissy y yo, que habíamos estado pensando que excusa poner para salir huyendo luego de la cena, nos quedamos sentadas riendo por haber superado el momento sin siquiera abrir la boca.
Subimos a la habitación. Rápidamente nos cambiamos. Estábamos envalentonadas y la temperatura nos ayudaba. De modo que elegimos ropa liviana y cómoda. Me puse una minifalda de jean, botas, musculosa y metí mis adminículos de maquillaje en un pequeño bolso rosa. Sissy tenía un vestido corto, zapatos clásicos y tomó un bolsito parecido al mío pero plateado.
Bajamos las escaleras sigilosamente, cuidándonos de encontrar a nadie de nuestros conocidos, llegando a la planta baja nos topamos de frente con un señor de mediana edad, pulcramente vestido que nos saludó en su incomprensible idioma algo que sonó como buenas noches y continuó su camino. Nosotras atravesamos el vestíbulo, dejamos la llave al conserje sin ningún tipo de explicación, algunos nos miraron pero nadie dijo nada, sonreímos por pura cortesía o de nervios y salimos a la calle.
Buscando un sitio donde pudiéramos estar rodeadas por personas fuimos al Prenzlauer Berg, el lugar, donde ya habíamos estado, caminamos por la calle principal, miramos vidrieras y para llevarnos un recuerdo compramos una remeras con inscripciones sobe Berlín a un jamaiquino que hablaba inglés. Luego nos sentamos a una mesa en la vereda para mirar a la gente como en una pasarela de modas. Un mozo rubio, alto y hermoso se acercó a nosotras. Sin conocer el idioma nos sentimos perdidas por lo que optamos por algo sencillo, mientras Sissy le señalaba la carta yo articulaba algo así como beer, beer, lo que afortunadamente fue entendido por el mozo que dijo
-¿Don´t you speak germany?-
-Yes, I don´t- Afirmé segura.
Sonrió y mientras estaba yendo hacia la barra se dio vuelta y nos miró.
-¿Do you speak Spanish? - Volvió a preguntar.
-Si- Contesté nuevamente.
-Hubiéramos empezado por ahí- Acotó para luego preguntar- ¿Españolas no son?-
-No, pibe- Dije con toda intención.
-¡Argentinas!- Exclamó en voz tan alta que de las mesas cercanas se dieron vuelta para observarnos-
-¿Vos también?- Pregunté yo.
-No, uruguayo, de Maldonado-
Y nos saludamos efusivamente, es decir lo más que pudimos pues enseguida supimos que la esposa del mozo era la otra mesera, una rubia de bella pero disgustada cara que nos taladraba con sus ojos verdes.
-Casado, que lástima- Dijo Sissy en cuanto el muchacho se alejó a buscar la cerveza.
-Lindo lomo uruguayo- Acoté imaginándomelo en la cama.
Nos sirvió la cerveza, nos trajo una suculenta picada de fiambres y quesos que casi no pudimos terminar de comer y hasta logró que su esposa se acercara a saludarnos. Ella resultó simpática una vez que se rompió el hielo, era alemana pero se hacía entender en un español básico que fue suficiente como para prometernos permanecer en contacto a través de intercambio de nuestros mail.
Volvimos caminando al hotel, sin saber la razón nos sentíamos seguras, diferente a aquella vez en que nos corrieron en Arrecifes cuando estábamos en pleno rodaje de la película. El empleado a cargo de la conserjería nos atendió amablemente cuando le pedimos la llave. Temíamos que al ser otro y no al que se la habíamos dejado no nos reconocería pero era evidente que sabía quiénes éramos pues con una sonrisa de oreja a oreja nos las entregó mientras decía en un español de película yanqui.
-Buenaaas nocheeees, señorrritas-
Y subimos a la habitación a descansar. No habíamos pensado en sexo en todo ese tiempo y cuando nos acostamos en la cama matrimonial que compartíamos tampoco, pero la cercanía de los cuerpos vestidos con lencería calentó el ambiente y satisficimos nuestros deseos lanzándonos sin prolegómenos a una relación desenfrenada. Tras eso nos dormimos plácidamente una en brazos de la otra.

22. LA FUNCIÓN
 Al otro día estábamos preparadas para el gran evento. Vestidas de hombre ya que no había otra opción. Cada vez más siento que la ropa masculina no es lo mío, me cuesta volver a ponérmela sobre todo después de una experiencia como la de la noche anterior en que pude expresar toda mi feminidad con absoluta libertad. Solo la tolero cuando debo mostrarme como varón para algún evento y esta era la ocasión.
Benjamín estaba sentado a una de las mesas de la confitería, que daban hacia la calle. Mientras Sissy entregaba las llaves, yo me senté con el productor.
-¿Quiénes eran las mujercitas que salieron de su habitación ayer?- Me preguntó antes de saludar.
-Adivine- Contesté sin  ganas de continuar la conversación.
-Yo lo sé- Dijo en tono burlón.
-Y si lo sabe ¿para qué pregunta?- Dije, cada vez más molesto.
En ese momento Sissy se sentó junto a mí.
-¿Son ustedes no?- Volvió a atacar.
-¿Nosotras que?- Preguntó Sissy que no entendía lo que pasaba.
-¿Y si somos, que?- Pregunté al borde de la ira.
-¿Si somos qué?- Volvió a interrogar Sissy.
-Este idiota se cree que somos travestis- Dije mirando a mi amiga.
-No lo creo, lo sé- Afirmó con énfasis.
-Bien, nosotros también creemos, es decir lo sabemos, que usted se trajo al nene ese para que lo consuele mientras dejó a su esposa en Argentina-
-No es lo mismo- Dijo Benjamín mientras advertí que ya comenzaba a arrepentirse del juego.
-Nosotros no jodemos a nadie, en cambio usted si, ¿Por qué no le confiesa a su mujer que le gustan los muchachitos?- Interpeló Sissy.
-Está bien, está bien- gesticuló, demostrando que ya no quería hablar más del asunto.
En ese instante llegó su secretario que no supo de que estábamos hablando.
Partimos hacia la Berlinale, juntos como si no hubiera el menor conflicto entre nosotros. Una vez en la sala y mientras esperábamos la primera película Sissy, sentada a mi lado me comentó.
-A este tipo no me lo aguanto, es uno estos malditos moralistas de doble cara que no tienen huevos para asumir lo que son-
-Yo tampoco lo aguanto, hace rato que tengo decidido que no voy a volver a filmar otra película con él-
-¿Pero y tu futuro, y tus sueños?-
-No necesito a este estúpido para eso, no voy a pelear en cada película para defender mi visión de cómo debe hacerse, prefiero hacer mi propia producción-
Vimos varias películas, algunas me atraparon, otras las abandonamos por la mitad y de unas cuantas ni siquiera leí los títulos. Al cabo de cuatro días lo único que había logrado fue sacarme fotos al lado de algunas celebridades y firmar autógrafos a los cazadores que le pedían una firma a cualquiera que tuviera la oblea de acceso irrestricto a las salas, lo que significaba que debía ser alguien importante.
Cuando le llegó el turno a mi película la sala no estaba demasiado llena, o la maratón de filmes había agotado a los espectadores o directamente no les interesaba. Esta vez nos sentamos en primera fila para estar más cerca del escenario en caso de que nos fuera requerida la presencia. Al principio se escuchaban murmullos entre la platea que fueron acallándose poco a poco en cuanto el relato comenzó a mostrar su dramatismo. El silencio sepulcral que acompañó el resto de la función era un excelente augurio. Se podía oír hasta el ritmo acompasado de las respiraciones. Sissy me tomó de la mano, nos miramos y sonreímos. Olíamos el éxito.
Mientras la palabra fin aparecía y los créditos comenzaban, los aplausos no tardaron en hacerse oír, algunas personas se pararon, otros exclamaban vivas en diferentes idiomas. El público que estaba en el hall esperando para ver la siguiente película se asomaba a ver que sucedía.
-¡Éxito, éxito!- Gritaba Benjamín.
Tal como lo presentíamos, nos llamaron al escenario. Subimos todos, la parejita protagónica, Benjamín, Sissy y yo. Saludamos con profundas reverencias y el público no dejaba de aplaudir.
-Esto es mucho más de lo que había soñado- Le dije a Sissy
 -Para mí también- Me contestó guiñando un ojo.
Esa noche festejamos en un restaurante de la Unter den Linden. El clima era una mezcla de alegría y tensión. Por un lado el éxito de la película y por el otro la poca afinidad entre nosotros contribuían a esa extraña conjunción. Pero la pasamos lo mejor posible. De regreso en el hotel cada par se marchó por su lado. La parejita de actores se fueron quien sabe adónde, Benjamín y el muchacho se encerraron en su habitación. Sissy y yo, sacamos nuestras prendas y salimos a recorrer la noche berlinesa. Anduvimos errantes hasta que nos animamos a entrar en una disco gay en Prenzlauer Berg. El bullicio era ensordecedor. Las luces bailaban produciendo miles de arabescos, la música era un ritmo constante y la multitud ocupaba la pista y los balcones vip. Sobre un estrado el dj jugaba con sus aparatos produciendo sonidos inclasificables. Sissy y yo nos mezclamos con la gente, danzando y contorsionándonos como si fuéramos dos muchachitas de veinte. Algunos ojos, masculinos, femeninos, trans, o lo que fueran se posaron en nosotras, pero estábamos ajenas a todo. Esa era la diversión que buscábamos, no pretendíamos otra cosa, si tal vez quisiéramos sexo ya nos teníamos una a la otra sin necesidad de arriesgarnos a andar con desconocidos.
En la madrugada, salidas de la disco nos detuvimos a desayunar en lo de nuestro amigo uruguayo. Su esposa nos atendió con cortesía. Y ya debidamente alimentadas llegamos al hotel donde Benjamín nos esperaba sentado a la misma mesa que escogía para sus desayunos, frente a él estaba el muchachito que nos miraba azorado.
-Era hora que llegaran- Nos increpó de entrada.
-¿Cuál es el problema?- Preguntó Sissy.
-Ustedes son el problema, ¿No saben que hoy es la entrega de premios y estamos nominados? ¿A qué hora van a estar presentables?-
-Bueno, ahora estamos presentables- Contesté dando un paso atrás.
-No sean ridículos y vayan a cambiarse- Exclamó.
-Ni mi padre me retó así- Dije, ya de mal humor.
-Vamos, vamos- Sissy me tomó de la mano, me llevó por el lobby, pidió las llaves al conserje y subimos por las escaleras. Todos nos miraban, les sonreí a algunos y un caballero nos saludó sacándose su sombrero tipo tirolés.
Al bajar ya vestidos de hombrecitos el ambiente estaba aún caldeado, era evidente que Benjamín temía más por su propia reputación que por cualquier otra consecuencia producida por nuestra audacia. Sin dirigirnos la palabra salimos a la vereda y detuvimos dos taxis pues nos resultaba intolerable estar juntos. Como se había vuelto costumbre la parejita de actores ya se había ido por su cuenta.
Llegamos hasta la alfombra roja caminando, a diferencia de muchas celebridades y otras que no eran tanto, que descendían de limusinas alquiladas. Nadie nos pidió una nota, ni siquiera un saludo a las cámaras. Pudiera ser que el éxito del día anterior se hubiera limitado a los presentes en la sala y que nuestros rostros aún no eran lo debidamente conocidos. De todas maneras agradecí esa falta de interés. No me sentía de humor. Benjamín y su asistente entraron primero a la gran sala del Berlinale, nosotras unos pasos más atrás y hasta incluso nos sentamos separados.
La ceremonia no era como las de Hollywood. Afortunadamente duró mucho menos aunque debimos tolerar algunos discursos francamente aburridos.
Al menos, no tuvimos que esperar demasiado para saber que no logramos ni siquiera un premio consuelo. Benjamín estaba devastado, hasta se había enojado con su asistente y no le contestaba ni media palabra a los requerimientos de éste. Yo debo confesar que estaba un poquito desanimada, a pesar de que los festivales jamás me interesaron, mi creencia es que solo una buena cantidad de público hace un éxito, no como tantas que ganan grandes premios y después no la ve ni la madre del director. Pero la función del día anterior me había hecho despertar tenues esperanzas.
Sissy estaba malhumorada pero afortunadamente no se la tomaba conmigo. Al trasponer la puerta y nuevamente en la calle me tomó del brazo y dijo:
-Vamos a emborracharnos por ahí-
No fuimos a emborracharnos. Fuimos al hotel, nos encerramos en nuestra habitación,  jugamos un juego que culminó cuando logramos olvidar las decepciones. Al otro día estábamos en el lobby con nuestras valijas esperando a Benjamín que bajó por las escaleras discutiendo con su acompañante. De la parejita protagónica, ni noticias.


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