11. PREPRODUCCIÓN Y CASTING
Mi segunda reunión con Benjamín fue más placentera que la
anterior. Seguramente debido al hecho de haber superado las primeras impresiones
y aclarado los términos de nuestra relación laboral. A su pedido concurrí a las
mismas oficinas que habían sido testigo de aquel encuentro.
-Aquí está el guión, es una historia muy interesante acerca
de un hombre que decide renunciar a toda su vida anterior y huye a un lugar
tranquilo en donde reiniciarla-
-Esto ya lo he visto. El cine argentino últimamente está
lleno de estas historias-
-Pero este tiene una diferencia, el hombre se ve envuelto
en un crimen en el que todas las evidencias lo culpan y él debe luchar contra
los prejuicios de los pobladores ante los extraños-
-¡Ah! Esto suena interesante, aquello de pueblo chico,
infierno grande-
-Así es, y la
prioridad es el suspenso pues el espectador también llegará a dudar del
protagonista y no sabrá la verdad hasta último momento-
Me resultaba interesante. Yo había escrito varios guiones
pensando que alguna vez iba a tener oportunidad de filmar alguno y los finales
inesperados eran mi predilección. No me agradan esas historias en donde se sabe
de antemano quién es el héroe y que nunca le va a pasar algo grave mientras los
villanos sucumben irremediablemente.
Llevé el guión a mi casa. Encendí la pipa, puse al lado de
mi sillón favorito una bandeja con un budín cortado en rebanadas y una taza de
café caliente disponiéndome a leerlo detenidamente. En cuanto lo terminé sentí
que conformaba mis expectativas por lo que me dispuse a leerlo nuevamente al
tiempo que le hacía anotaciones en los bordes de las hojas marcando las locaciones necesarias,
algunas ideas de cómo colocar las cámaras y sobre todo pensé en los actores. Al
finalizar ya tenía casi todo el casting en mente incluidas varias opciones en
caso de que los artistas en los que había pensado estuvieran comprometidos o no
quisieran correr el riesgo de trabajar con un desconocido aunque la mención de
que Benjamín fuera el productor era mi carta de presentación.
De inmediato llamé a Willy y le di la lista de actores y
actrices que quería convocar pidiéndole que
se reuniera conmigo al otro día para salir a dar una vuelta y ver algunos
sitios donde filmar en Buenos Aires. El problema se me presentaba en cuanto al
pueblo donde se desarrollaba la mayor parte de la historia, pero Willy,
eficiente como siempre, por eso le perdono algunas cosas, me habló de un
caserío llamado Tood, a la vera de la Ruta 8 y a no muchos kilómetros de la
ciudad que era muy pequeño y donde podríamos hacer tomas de planos largos
mostrando su aislamiento de otros pueblos lo que convenía al desarrollo del
argumento. Determiné con mi asistente que iríamos a ese lugar al día siguiente
de recorrer la ciudad y por lo tanto debía tratar de ubicar a los actores para
un día después. Estaba decidido a no perder tiempo.
Una vez que puse la maquina a funcionar me sentí aliviado.
Los tres días siguientes me dedique al plan que había convenido con Willy.
Recorrimos Villa Devoto observando algunas viviendas en busca de la que debía
ser la del protagonista mientras estaba casado y en un empleo alienante. Lo que
nos costó fue tratar de convencer a los propietarios de las que nos parecieron
apropiadas que nos la cedan por unos pocos días, a lo que todos se negaron.
Finalmente y cuando comenzaba a desesperarme Willy recordó a un tío que vivía
solo a pocas cuadras de donde estábamos, pariente al que no visitaba desde
muchos años atrás.
El hombre nos recibió con frialdad, casi ni reconoció a su
sobrino y pienso que hubiera sido mejor que no lo hiciera pues en cuanto lo
recordó le soltó una andanada de reproches que creí que no iban a terminar
jamás.
-Tío- Se defendía Willy- Finalmente me acuerdo de usted y
me recibe de esta manera-
Pero el viejo no terminó ahí, en cuanto se enteró del
motivo de nuestra visita casi estalla de cólera.
-¡Ah ladino! ¡Venís solo por interés!-
Y luego que acabó todas sus energías con su sobrino se
dirigió a mí.
-¿Usted es el director?-
-Si señor-
-¿Y qué le parece, podría aparecer yo en la película? Soy
buen actor-
-Sí, hombre, si, por supuesto-
Lo hubiera puesto de protagonista si fuera necesario para
obtener la casa.
Al día siguiente, transportados en una camioneta de la
agencia fuimos a Tood. La mañana estaba espléndida, el sol parecía dorar aún
más los campos de trigo y yo disfrutaba del paseo.
-¿No tendrás otro tío abandonado acá también?- Pregunté a
Willy.
-No, acá tengo un primo que es el delegado municipal. Con
tal de mostrar su pueblo te va a ayudar, estoy seguro-
La camioneta se detuvo frente a la oficina de la
Delegación, previamente habíamos hecho una breve recorrida del pueblo, muy
breve, no tenía más de diez cuadras de frente y otro tanto de fondo hacia el
campo, extendido a un solo lado de la ruta, del otro estaba la estación
abandonada al igual que la playa de maniobras y un par de vagones de carga con
el pasto crecido a su alrededor, más allá solo horizonte. Los negocios,
concentrados sobre la vereda de la ruta y un par de almacenes ubicados dentro
del pueblo, en viejas casonas de revoques caídos y puertas chirriantes.
El primo de Willy era uno de esos típicos hombres de campo,
bonachón, obeso, con una sonrisa permanente, cabello corto y bigotes a lo
Pancho Villa, vestía bombacha campesina, camisa, campera y una boina negra se
ladeaba en su cabeza. Vistos uno al lado del otro no solo no parecían parientes
con Willy sino que hasta se podría decir que eran de mundos diferentes. El
hombre me abrazó como si fuera su hijo pródigo de regreso, escuchó atentamente
todas las explicaciones y finalmente dijo lo que tanto temía.
-¿Y no habrá un papelito para mí?-
Mi respuesta fue obvia.
En el tercer día comenzaron los verdaderos problemas.
Ninguno de los artistas convocados se presentó. Adujeron enfermedades,
compromisos previos, años sabáticos y otros argumentos que no recuerdo. Después
de estar todo un día perdiendo el tiempo oyendo explicaciones de parte de sus
representantes pues ninguno se dignó llamar personalmente tomé la decisión,
llamé a Benjamín y le dije que haría la película con actores desconocidos le
gustara o no.
Encargué a Patricia, otra de mis asistentes que se ocupara
del casting. Ella ya había hecho esa tarea para otros directores en
largometrajes y tenía más experiencia en cuanto a cómo conseguir lo mejor de
los entrevistados. De todas maneras yo estuve a un costado viendo las pruebas
pues tenía en mente como debía ser el aspecto físico de los intérpretes para
cada papel aunque no me iba a mostrar ante ellos, solo observaría en silencio.
Durante toda la mañana Patricia entrevistó a casi medio
centenar de postulantes casi todos ellos con experiencia teatral y unos pocos
con antecedentes cinematográficos. Tomé nota de varios que me resultaron aceptables y cuando llegaba
el mediodía le dije a mi asistente que paráramos para almorzar. El último que
se presentó antes del receso pasó la prueba ante la cámara y antes de retirarse
le entregó una tarjeta a Patricia mientras le decía.
-También soy transformista- Y junto con la tarjeta adjuntó
una foto donde se lo veía travestido.
Ya se había marchado cuando se me ocurrió curiosear la foto
e inmediatamente supe quién era. Nada menos que Sissy.
Después del almuerzo la
llamé al celular que había dejado en sus datos.
-Hola Sissy- Dije en cuanto atendió.
-¿Quién es?- Preguntó azorada.
-Soy yo, Sabrina-
-¡Ah! Guacha que susto me diste porque este no es el
celular que di en el grupo, ¿Y vos como lo tenés?-
Le explique todo. Quien era yo detrás de Sabrina y que
sinceramente me había gustado su prueba.
-Ahora, decime, tengo un papel para vos como hombre, pero
en atención a nuestra amistad si queres hacer un papel travestida, aunque no tengo
un personaje así lo puedo inventar. ¿Qué te parece?-
-Dejame pensarlo, te contesto en un par de días, ¿vale?-
Y colgó. Me sentí satisfecho de haber podido sumarla a mi
proyecto.
12. FILMANDO
Seguí concurriendo a las reuniones en lo Claudia regularmente.
Allí me encontraba con las otras chicas del grupo. En algunas ocasiones
estábamos todas y en otras solo algunas. Tras los bocaditos, la charla y la
cerveza íbamos a Angel´s o a Casa Brandon. Bailábamos, cantábamos y
regresábamos a nuestras casas agotadas y felices. Cuando se supo que el
proyecto de Julia y Carmen debía ser pospuesto unas semanas hasta que yo
terminara con el rodaje de mi película se calmó la tensión subyacente.
Me volqué de lleno a la filmación. Con los actores
elegidos, las locaciones comprometidas y todo el equipo técnico alquilado debía
rodar en el menor tiempo posible para que Benjamín no comenzara a molestarme
con exigencias presupuestarias y mucho menos de las artísticas, pues no
confiaba que, a pesar del contrato firmado, no se pusiera impertinente.
Comenzamos en la casa del tío de Willy, quien nos recibió
con amabilidad y comida. El pobre hombre, ignorante de que llevábamos nuestro
propio catering había preparado toda clase de postres y bebidas, lo que resultó
un problema difícil de solucionar para no ofenderlo. Finalmente envié de vuelta
el catering y disfrutamos de su oferta. Además de hacerlo aparecer en la
historia como un vecino que aconsejaba al protagonista a cambiar de vida
radicalmente, lo invité a viajar con nosotros a Tood y así poder disfrutar de
unos días de la tranquilidad del campo. Al proponérselo me abrazó fuerte
mientras decía.
-¡Gracias hijo mío!-
Y hasta se le soltaron unas lágrimas de emoción.
Estuvimos solamente una semana rodando en la casa de Villa
Devoto y en algunas de las calles aledañas lo que motivó la presencia de muchos
vecinos curiosos que debíamos correr de la escena a cada rato para que no
molestaran. La curiosidad aumentó cuando corrió la noticia de que el tío de
Willy actuaba. Debimos repetir varias veces una toma en la que intervenía pues,
al concluir, todos los curiosos aplaudían y corrían a felicitarlo antes de yo
diera la orden de cortar.
En esa semana también aproveché a llamar a Sissy y
preguntarle que había decidido con respecto a como deseaba aparecer y me
confirmó que travestida. Para incluirla le inventé un personaje que era la
primera amistad que encontraba el protagonista al llegar al pueblo. La imagen
era perfecta. Un recién llegado a un pueblo chico mirado con desconfianza por
los pobladores solo podía tener un primer contacto sincero con alguien que, aun
siendo del lugar, también era despreciada por su vecinos. Su personaje fue
creciendo a medida que rodábamos hasta que se convirtió en la única que creía
en el protagonista acusado de un crimen que no había cometido.
Algún inevitable chupamedias, obsecuente de Benjamín, de
los tantos que pululaban alrededor del equipo de rodaje, le llevó el cuento de
la aparición de Sissy. Una tarde recibí una llamado del productor a mi celular.
-¿Qué es eso de hacer modificaciones en el guión?- Preguntó
con furia.
-Yo soy el director y puedo hacer lo que crea mejor, en eso
quedamos- Afirmé.
-Sí, ¿Pero, un travesti? Hubieras creado otro personaje-
Insistió.
-Así que el tema es que sea una travesti. ¿Cuál es tu
problema, la transfobia?-
-No, soy una persona de mente abierta, pero la gente que va
a ver la película no va a tolerar que un pervertido tenga tanto protagonismo-
-Sos un hipócrita, y los espectadores también lo son si piensan
eso. Como los que no darían jamás trabajo digno a una travesti y después se
pasean por Palermo para tener sexo con ellas o para mirarlas que al final es lo
mismo-
Mi propia audacia me sorprendió. Pero me di cuenta que ya
no lo hacía por la película, ni por Sissy. Era por todas, las travestis, las
crossdressers y las transexuales.
-¿Sabes que puedo buscar otro director y echarte de patitas
a la calle?- Dijo Benjamín.
-No, no podés, porque tenemos un contrato firmado y además
no te va a resultar fácil pues ya nadie quiere trabajar contigo- Contesté
seguro de mí mismo.
-Está bien, está bien. Hacé lo que quieras, pero vos vas a
ser responsable si esta película es un fracaso. Seguro que te acostás con ese
travesti, por eso lo favoreces-
-No me acuesto con ella, a mí me gustan los hombres- Y sin
darle tiempo a una respuesta colgué.
Al igual que en la capital, en Tood nos vimos rodeados de
vecinos en cada toma, pero la diferencia radicaba en que se mantenían en un religioso
silencio. Si bien veían películas regularmente en la televisión, las que se
pasaban en la Sociedad de Fomento o en la Iglesia Evangelista pues no había un
cine verdadero, ni siquiera uno que hubiera sido cerrado por la crisis, y los
que podían iban a las ciudades vecinas más grandes, aunque eran solo una
minoría, descubrir cómo se creaba esa magia era, para ellos, casi como una
experiencia sublime. En ningún momento fueron una molestia.
El asombro en sus caras solo trocaba en una sonrisa
silenciosa cuando aparecía Sissy en escena. No se trataba una sonrisa de
simpatía, era de burla, pero jamás la molestaron. Yo me moría de ganas de
montarme y un día de descanso la convencí a Sissy de ir juntas a Arrecifes, la
ciudad más cercana, debidamente travestidas.
Por si se presentaba la oportunidad había llevado un bolso
con algunas prendas. Reunidas en la habitación de la pensión que nos alojaba nos
producimos totalmente. Yo llevaba una pollera larga hasta las rodillas, botas
tipo paje y una blusa. Sissy, pantalones de jean, botas media caña y una musculosa. Era la tarde, al no haber
rodaje todos los vecinos estaban en sus casas durmiendo la siesta. Caminamos
como pudimos por las desparejas veredas de ladrillos hasta la camioneta.
Subimos y partimos.
En pocos minutos estuvimos en nuestro destino. Recorrimos
el centro sin bajar del vehículo. Por la mayor actividad de una ciudad más
importante aquí había personas transitando por todos lados, llegamos hasta la
plaza central, enorme, arbolada y limpia como todas las plazas de pueblo. Detuvimos
la camioneta y caminamos media cuadra hasta un bar frente a la plaza con mesas
en la vereda, el sol estaba radiante y era un verdadero placer ubicarse bajo
sus rayos.
Nos sentamos. Llegó un mozo de pantalón negro y camisa
blanca.
-Señoritas, ¿Qué desean?-
Pedimos una cerveza con picada. No sabemos si era nuestro
aspecto tan citadino o nos delataron nuestras voces pero el hombre, mientras
armaba nuestro pedido, hablaba con el que estaba tras la barra y nos señalaba.
-Tranquila- Le dije a Sissy, mientras yo también trataba de
mantener la calma.
El mozo llegó con el pedido, lo sirvió con la misma
amabilidad del principio y yo insistí en pagárselo de inmediato. Asintió, tomó
el dinero y regresó al local. Pero continuaba los conciliábulos con su
compañero a los que se sumaron dos parroquianos que estaban dentro y a los que
no había visto anteriormente. Los cuatro nos miraban y se reían y esa risa no
me gustaba. Apuré la cerveza y la picada. Sissy hizo lo mismo.
-Vámonos antes que esto se ponga feo- Le dije y nos paramos
súbitamente. Comenzamos a caminar hacia la camioneta. Me di vuelta para ver que
sucedía y los cuatro hombres estaban ya en la vereda. Apuramos el paso. Tres de
ellos lo hicieron también, y el cuarto se quedó en la puerta.
-¡Corramos!- Le grité a Sissy mientras acomodaba en mis
manos las llaves que había tomado previsoramente.
Los individuos comenzaron a correr también. Nuestros tacos
nos impedían ir más rápido pero la distancia que llevábamos de ventaja nos
ayudó. Llegamos hasta el vehículo, abrimos, lo puse en marcha y arranqué a toda
velocidad. En ese momento llegaron ellos que por no alcanzarnos quedaron
impotentes gritando en la vereda.
-¡Y no vuelvan más por acá, putos!-
Al ver que no nos perseguían aminoré la marcha, no era
cuestión de tener también un problema con la policía. Pocas cuadras más
adelante ya habíamos salido a la ruta. Estaba totalmente vacía. Miramos hacia
atrás para comprobar que nadie nos siguiera. A mitad de camino paramos a un
costado en la banquina. Bajamos para relajarnos. Estuvimos una hora
contemplando el paisaje.
-Para ciertas cosas prefiero la ciudad aunque no sea lo
ideal- Dijo Sissy.
-Amén- Contesté.
Dos semanas después terminamos el rodaje. Debido a que era
mi primera experiencia en largometrajes no sabía si había logrado lo que
deseaba. En mi mente ya tenía algunas ideas sobre armar el rompecabezas que
sería la edición y no veía la hora de comenzar. Después de un viaje de regreso
que parecía no terminar más, el chofer de la camioneta nos dejó a Sissy en su
casa y a mí en la mía.
Estaba agotada. Dormí dos días seguidos a pesar de la
impaciencia para recomenzar el trabajo. Después me di un largo baño, levanté
todos los mensajes del contestador, hice algunos llamados y salí a trabajar.
13. DISCUSIONES ESTERILES
Recompuesto de la filmación fui a las oficinas donde
realizaría la edición de la película. No tenía intención de ver a nadie
mientras hacía el trabajo. Puse a Willy a cargo de realizar algunos cortos
publicitarios que teníamos pendientes y le aclaré que no me molestara salvo que
hubiera un diluvio universal. Llevaba varias horas de compaginar imágenes en la
computadora cuando sonaron mis dos celulares, el de Eduardo y el de Sabrina.
Ignoré la llamada a Eduardo y contesté la de Sabrina.
-¡Hola reina! ¿Ya terminaste con la filmación? ¡Sissy me
contó todo! ¡Está recontenta!-
Era la inconfundible voz de Carmen.
-Sí, todo bien, todavía tengo mucho trabajo por delante,
estoy editando- Contesté.
-No te preocupes, solo te llamaba para decirte que no te
olvides de lo nuestro. ¿Nos vemos en lo de Claudia el sábado?-
-Por supuesto, tengo unas ganas locas de montarme y salir.
¿Te contó Sissy la aventura que tuvimos?-
-Sí, tuvieron suerte. Es una locura que todavía pasen estas
cosas-
-Y seguirán pasando, te lo dice una optimista-
El otro celular continuó sonando. A pesar de que sospechaba
de quién se trataba atendí. Y acerté, era Benjamín.
-¿Y muchacho, como va eso?-
-Eso va a ir muy lento si pierdo tiempo atendiendo el
teléfono- Manifesté de mala manera pues aún tenía cierto resentimiento por su
intento de intervención en el rodaje.
-Bueno, bueno- Te dejo trabajar y no te olvides que el plan
es estrenar en un mes.
El muy maldito me estaba imponiendo una fecha casi
imposible de cumplir. Me quería atosigar en venganza por mi negativa a retirar
a Sissy del film, pero no le iba a dar el gusto y lo más calmado que pude
contesté redoblando la apuesta.
-Listo, nos vemos en tres semanas entonces, el fotógrafo ya
tiene las imágenes para el afiche publicitario así que vaya dándole marcha-
No debió haber ningún diluvio universal en esos días pues
Willy solo me llamaba por las noches para decirme que estaba todo bajo control
y yo agradecido.
Dos sábados me reuní con las chicas en lo de Claudia. En el
primero nadie habló del tema del proyecto de Julia, en el segundo Rosa mencionó
un artículo de una revista de la comunidad homosexual acerca de que si se debía
hacer de la condición sexual una militancia o simplemente se debía vivir cada
uno en lo suyo y en intimidad.
El tema provocó una dura conversación. Sissy y Jenny
opinaban que debía ser militancia. Amanda, Antonia y Rosa decían que se debía
vivir entre cuatro paredes y que a nadie debía interesarle lo que se hiciera en
la cama de otros. Rebeca, Agustina, Sweet, Gabriela, Julia y Mónica expresaron
que los heterosexuales no andaban por ahí diciendo lo que eran.
-Vos sí- Dijo Jenny mirando a Mónica y temí por un momento
que la interpelada iba a reaccionar mal pero mantuvo la calma.
Carmen opinó.
-Lo ideal sería que la homosexualidad y la heterosexualidad
fueran absolutamente normales y nadie tuviera que andar con explicaciones-
-Correcto- Dije- Pero no es así y los homosexuales deben
hacerse visibles para ser, primero conocidos y luego aceptados y de paso lograr
sus derechos sociales-
Sentí que la conversación iba por los mismos carriles de
aquella que habíamos tenido tiempo atrás, la noche que me encontré con algunas
de las chicas, pero ahora estaban todas y eso podía derivar en una discusión
sin retorno. Julia, con poco sentido del tacto intercaló el tema del proyecto
cuando el clima era lo menos apropiado.
-Sigo sin estar de acuerdo- Dijo Rosa.
-Yo también- Acotó Mónica
-Y yo también- Agregó Amanda.
Tras esas declaraciones, Antonia, Agustina y Rebeca
manifestaron que ya no estaban tan seguras. Mientras las miraba fui haciendo la
cuenta de las posiciones de cada una. Salvo Carmen a la que no conté por ser
mujer, estábamos empatadas. Pero ni siquiera quise mencionarlo. Julia habló
rompiendo el silencio.
-Si lo que priorizamos es seguir siendo amigas no
hablaremos más del tema. Lo olvidaremos y olvidaremos lo que hemos dicho,
dejemos pasar el tiempo pues hay heridas que deben cicatrizar-.
Esa noche solo Julia, Carmen, Jenny, Sissy y yo fuimos a
Angel´s. el resto, pretextando una u otra excusa se marcharon apenas dieron las
dos de la mañana.
14. UNA COMPRA CON DESCUENTO
Caminaba un día hasta el supermercado por un helado cuando
pasé frente a la vidriera de un negocio de venta de lencería. Me detuve
pensando que tal vez sería agradable adquirir alguna prenda y lo que llamó mi
atención era un body rojo bastante insinuante. Miré disimuladamente hacia
adentro y vi que el local estaba vacío de clientes lo que facilitaba poder
comprar sin miradas indiscretas.
Me sorprendió encontrar a un hombre atendiendo ya que
suelen ser mujeres las que se ocupan en este tipo de negocios pero no me
importó. Entré y fui directo a lo que deseaba.
-Disculpame, ese body que tenés en vidriera, ¿Cuánto
cuesta?-
-Doscientos cincuenta pesos-
Era más barato de lo que había pensado por lo que decidí
que no podía perder la oportunidad.
-¿Te lo muestro?-
-Si- Contesté con seguridad.
Retiró una caja de un estante y sacó varios que extendió
sobre el mostrador.
-Tengo en rojo, blanco y negro-
-El rojo me gusta-
Me lo acercó y lo tomé en mis manos mientras trataba de
imaginar si me entraría.
-¿Es el único talle que tenés?-
-Sí, es talle único- Contestó y viendo que dudaba aseveró -
Pero es elástico, se adapta al cuerpo-
-Claro- Dije sin estar todavía convencida.
-¿Es para alguien de talle grande?-
-Y… si, más o menos como yo-
Sonrió, o al menos eso creo.
-Bueno, podes hacer una cosa, si querés te lo podes probar,
así te lo llevas con la seguridad de que va a estar bien-
-No es mala idea- Manifesté agregando - Pero no tenés
probador-
-No hay problema, atrás del negocio es mi casa, ni bien salís
por esa puerta entrás a una habitación, hay un espejo, probate tranquilo-
Tomé el body, salí por la puerta indicada a un angosto
pasillo en penumbras y a un costado encontré otra puerta abierta, entré, la
habitación recibía luz de una ventana que daba a un patio posterior, el piso
era de parquet, había pocos muebles, una cama de una plaza, una mesita de luz,
una mesa, dos sillas y un viejo ropero con un gran espejo en su puerta central.
Me saqué toda la ropa y me puse el body. El vendedor tenía
razón, era de mi talle y se ajustaba a mi cuerpo como un guante. Me quedé unos
segundos observándome al espejo tras los cuales sentí su voz desde el pasillo.
-¿Y, que tal como te queda?-
-Pasa y mirá vos mismo- Contesté.
Entro y me vio. El resto fue pura fogosidad de su parte y
un dejar hacer de la mía como si hubiera sido programado de antemano.
Compré el body, me lo dejó a mitad de precio. El descuento
pagaba la sesión de sexo. Ya en la calle y mientras iba, ahora si, por el
helado sentía que había hecho negocio. Hasta podía volver por otras prendas.
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