Me gusta usar lencería cuando me acuesto. Sentir
ese suave roce sobre mi piel me resulta excitante. Lo he hecho desde chico robándole
por un rato las enaguas, los corpiños, las bombachas y las medias de nylon a mi
madre. Hasta me animo a llevar puestos un corpiño y una tanguita bajo la ropa
de hombre.
Por ello es que suelo comprarla cada vez que veo
algo que me gusta y me imagino luciéndolo ante un hombre que se excita con solo
mirarme. Cierta vez caminaba recorriendo vidrieras por la calle comercial de mi
barrio y en un pequeño negocio, que era más una mercería que un local de venta
de ropa, vi un baby doll rojo, compuesto por tres piezas. Una tanguita adornada
con encajes, un corpiño haciendo juego y un pequeño camisolín transparente que
se sujetaba por el frente con una cintita del mismo color.
Verlo y desearlo fue todo uno. De manera que entré
a averiguar el precio. Detrás del mostrador estaba un hombre de unos cuarenta
años de aspecto bastante común. Nada que llamara la atención.
-¿Cuánto sale ese baby doll rojo de la vidriera?-Pregunté
ansioso por saber si me alcanzaba el dinero.
-Quinientos pesos- Me respondió y sacó de inmediato
una caja del estante que estaba tras de sí. Cuando depositó la caja sobre el
mostrador la abrió y dijo.
.-Tengo en tres colores, blanco, negro y rojo-
-Me gusta el rojo- Afirme para luego preguntar-
¿Son talle único?
-Sí, pero es bastante grande- Respondió.
-Temo comprarlo y que no le vaya a mi novia- Dije
para disimular.
-Me lo traes y lo cambias por otra cosa. El dinero
no lo devolvemos-
-Sí, claro, pero después voy a tener que comprar
algo que no me interesa-
-Decime, ¿Tu novia tiene un talle como el tuyo?- Me
interrogó.
-Y…si- Respondí.
-Entonces es muy fácil, probatelo vos, así estás
seguro de lo que llevas-
La idea era buena. Mire a mi alrededor y no vi
ningún probador en el local.
-Pero no tenes donde cambiarme- Manifesté.
-Tengo, aquí atrás hay una habitación que uso de depósito,
incluso tiene un espejo donde podes verte-
Y alcanzándome el baby doll agregó.
-Cambiate tranquilo, tomate tu tiempo, nadie te va
a molestar-
Tomé la prenda y con sus indicaciones salí a un
angosto pasillo, apenas hice un metro había una puerta, abrí y entré a la
habitación. El vendedor cerró la puerta tras de mí y una vez solo me saqué toda
la ropa y me puse el baby doll. Me quedaba perfecto, estuve viéndome unos
segundos al espejo. Teniendo mi cuerpo totalmente depilado la lencería favorecía
mis curvas y me hacía ver como toda una mujer.
De pronto sentido unos suaves golpes en la puerta
y una voz que me preguntaba.
-¿Y? ¿Cómo te queda?-
-Perfecto- Respondí.
-¿Puedo ver?-
-Si adelante-
El vendedor entró a la habitación y se quedó
mirándome.
-¡Wow! Te queda precioso-
Adelantó unos pasos, se puso a mi lado y
señalándome el espejo dijo.
-Mira que linda te queda la tanguita, que hermoso
culito te hace-
Y pasó una mano por mis glúteos como al descuido.
Se quedó mirándome unos segundos mientras yo no sabía qué hacer y de pronto me
preguntó.
-Decime la verdad ¿Es para vos, no?-
-Y…si- Respondí.
-Me imaginaba. Y decime, ¿es para dormir solita o
para seducir a un hombre?-
-Para lo que se presente- Manifesté medio
avergonzado por mi confesión.
-Tenes un cuerpo precioso. ¿Te puedo pedir algo?-
-¿Qué?-
-Mira, me gustaría que me hicieras un desfile con
varias prendas. Aquí tengo un cajón con ropa de segunda selección. Si me haces
el desfile te regalo la que elijas y te dejo el baby doll a mitad de precio-
Me sorprendió su propuesta pero era una buena ocasión
de hacerme de algo más de lo qué había pensado por lo que acepté
inmediatamente. El vendedor sacó un montón de prendas de la caja y me dijo.
-Allá está el baño, vos elegí lo que quieras
lucir, cámbiate y haceme una pasada con cada ropa.
Tome las prendas y me metí en el baño. Lo primero
que me puse fue un camisón largo transparente negro, me dejé abajo la tanguita
y el corpiño y salí a desfilar. El hombre se había acomodado en un sillón para
verme y no paró de elogiarme mientras yo trataba de caminar lo más
seductoramente posible. Luego me puse un camisolín verde de seda, más tarde
otro baby doll blanco y así hice varios cambios cuya muestra mi espectador
festejó con aplausos y piropos. Lo último que me puse fue un baby doll negro
con cintitas rojas y sus correspondiente tanguita transparente. Cuando pasaba
me detuve ante él y lo dejé que me observara cuanto quisiera.
-Sos hermosa- me dijo y señalando el sitio delante
de él me ordenó que me arrodillara.
Yo lo hice de inmediato. Él saco su enorme pene de
adentro del pantalón y me la puso sobre los labios. Yo comencé a besárselo, después
abrí mi boca lo más grande que pude y tomándoselo con mis manos me lo introduje
lentamente. Le comencé una regia mamada que le hacía exclamar gritos de placer y
palabras obscenas.
-¡Si putita! ¡Así, mámamela toda!-
Y yo no paraba. Deseaba que eyaculara en mi boca y
que me hiciera tragar todo su semen. Pero me detuvo.
-Veni, vamos arriba, a mi casa- Dijo ayudándome a
levantarme.
Una vez que
estuvimos parados me abrazó por la cintura y me dio un gran beso introduciendo
su lengua en mi boca. Yo me deje llevar. No quería resistirme a su deseo.
Subimos las escaleras juntos y abrazados, me dirigió hasta el dormitorio y una
vez allí me acosté boca arriba. Él se colocó sobre mí continuando con los besos
apasionados, luego me levantó las piernas e introduciéndome sus dedos untados
en crema me fue dilatando el ano hasta que estuvo receptivo. Yo esperaba con
impaciencia su penetración que fue haciendo de a poco al punto que su calculada
lentitud me ponía más cachonda. Estiré las manos y abrí mis glúteos con lo que
logré que acelerara su introducción. Pronto tuve todo ese enorme pene en mi ano.
Lo sentía chocar contra mi próstata y cada roce me calentaba aún más.
-¡Dámela toda papito!- Le pedía desesperada y él
se reía de mí.
Después de quedarse unos segundos quieto comenzó
su ir y venir. Yo gritaba aún más fuerte y cuando sentí como se ponía más
grande y duro supe que estaba por eyacular. Fue tal la cantidad de semen que vertió
en mi recto que lo sentí correrse entre mis glúteos. Él saco su pene y pude
bajar las piernas que ya me estaban doliendo por la posición.
Se fue hacia el baño a higienizarse y me llamó. Me
dijo que me quitara la lencería así nos bañábamos juntos. Inmediatamente estuve
a su lado bajo el agua de la lluvia, los dos abrazados. Tomó la esponja y
comenzó a lavarme los glúteos. Luego yo hice lo mismo con su pene.
Después de secarnos volvimos a acostarnos en la
cama.
-¿No vas a atender el negocio?- Le pregunté.
-Sí, pero antes de que te vayas quiero que me
prometas que vas a volver esta noche. Vamos a pasar un rato genial-
Le prometí que volvería, ¡Como me iba a perder
semejante pene! Me fui llevándome el baby doll rojo, el baby doll negro y el
camisón transparente. Había hecho negocio y me habían dado una de las mejores
cogidas de mi vida.
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