A mis quince años no sabía mucho de sexo. Hijo único al que ni padre ni madre le habían explicado nada al respecto, tuve que buscar información donde pudiera. Otro chico de mi edad tenía escondida en su casa una revista con foros de mujeres desnudas pero era solo eso y yo quería saber algo más.
De modo que, en cuanto pude, investigue en Internet. Después de una corta investigación accedí a páginas pornográficas donde pude ver a hombres y mujeres teniendo relaciones. Las vi maravillado pero con el tiempo comencé a darme cuenta que los cuerpos femeninos no me atraían. No solo eso, no me gustaban. En cambio observaba con atención los musculosos cuerpos masculinos.
Como los videos de relaciones entre ambos sexos me seguían ofreciendo parte del placer y dado que ya había escuchado algunas cosas con respecto a que los hombres tenían relaciones entre sí, orienté mi búsqueda de pornografía a las relaciones homosexuales.
Y eso fue como encontrar el paraíso. Ahora veía algo que realmente me gustaba y pasar de ver a masturbarme fue solo un instante. Disfrutaba de imaginarme estando en la cama con un hombre. De lamer esos penes duros y erectos, de besarnos, y de ser sometido una y otra vez.
Pero era un niño aun. Y no tenía idea de cómo y dónde podía encontrar esa felicidad. Entre mis compañeros de colegio nadie decía nada al respecto como evitando el tema. Y tampoco tenia animo de que otras personas supieran lo que me pasaba pues también sabía que podía ser objeto de burla.
Sea como sea, mi mundo se reducía a continuas masturbaciones y así hubiera seguido si no fuera porque, como fanático lector que soy comencé a frecuentar una librería de viejo a pocas cuadras de mi casa.
Siempre compré libros, en cuanto podía, pero descubrir ese negocio me posibilitó conseguir ejemplares usados a buen precio. Solía pasar por allí en mis ratos libres y revisaba las mesas de saldos hasta encontrar algo que me gustara. El dueño, un hombre de unos cincuenta años observó mi costumbre y cada vez que iba me preguntaba que estaba buscando, si era algo en especial y si podía ayudarme.
Así fue que conseguí varios libros que no hubiera encontrado entre tanto ejemplar. Y entonces, además de hacer mi compra nos quedábamos charlando un rato. En una de esas charlas me dijo.
-Si lees tanto no vas a tener tiempo para una novia-
Había tirado el anzuelo y yo caí en su trampa.
-No me interesa tener novia- Respondí.
-¿Por qué? ¿Acaso no te gustan las mujeres?-
-No me atraen- Me entregaba cada vez más.
-Yo estuve casado. Mi esposa falleció en una accidente automovilístico hace un par de años-
-Lo lamento-
-Si, yo también. La extraño y me siento muy solo-
-¿Y no buscó otra mujer?-
-Te voy a confesar algo. Si estuviera con otra persona me guastaría verla con las ropas de mi ex esposa y eso a las mujeres las espanta-
Realmente me parecía que el hombre estaba medio chiflado pero me callé la boca. Tomé mis libros y saludándolo me fui.
Toda esa tarde me quedé pensando que me había querido decir. Luego volví a mis fantasías y a mi masturbación.
Dos días después pasé por el frente del negocio y aunque no pensaba comprar nada entré a curiosear. El hombre estaba solo y se sonrió al verme.
-¡Hola! Que pronto volviste. ¿Algo que te olvidaste?-
-No, solo mirar un poco-
Y volvió al ataque.
-El otro día me dijiste que las chicas no te atraían. ¿y que te atrae entonces?-
-No sé, todavía no tengo experiencia-
-¿Te masturbas?-
-Si- Respondí dudando.
-¿Sabes?, yo me siento muy solo en mi casa. ¿No te gustaría visitarme, así charlamos más tranquilos, tomamos un té con facturas…-
-Bueno- Dije yo
Ese sábado fui a verlo. Vivía a dos cuadras del negocio en una casa muy linda y muy bien cuidada. En cuanto toqué el timbre abrió la puerta como si hubiera estado esperando atento.
-Hola-
-Hola- Respondí.
Pasé al living y me invitó a sentarme en un sillón. Me ofreció un té y cuando estuvimos ambos tomando dijo.
-¿Nunca te sentiste solo?-
-No, tengo mis amigos del colegio y del barrio-
-No, yo me refiero a haber amado a alguien que ya no está-
-Soy muy chico para eso, además no he amado a nadie-
-¿Nunca te besaste con otra persona, o se acariciaron?-
-Nunca-
-Yo me siento muy solo- insistió y luego agregó -¿te acordas que te dije que mi sueño era estar con alguien que se pusiera las ropas de mi esposa y así me imagino que estoy con ella-
-Si, lo recuerdo-
-¿No me harías ese gran favor?-
-¿Cuál?-
-Vestirte con ropa de mi esposa y hacerme compañía durante la tarde-
-No estoy seguro-
-No te preocupes, será nuestro secreto. Me harías muy feliz-
Y acepté. Me llevó hasta el dormitorio de huéspedes y me mostró un ropero lleno de prendas femeninas, tanto de vestir como de interior, prolijamente colgadas y dobladas en los cajones. Yo miraba todo fascinado.
-Te dejo, ponete lo que quieras, te espero en el living- Dijo y me quedé en esa habitación tratando de decidirme que elegir.
Finalmente me puse un conjunto de corpiño y tanga de color violeta y un vestido rojo muy corto y entallado al cuerpo. Me miré en el espejo. No podía creer lo que veían mis ojos. Mi cuerpo lampiño y muy delgado parecía de una mujer. Me solté el cabello que ya llevaba largo en ese entonces y conseguí ponerme unos zapatos color dorado con taco.
Caminando como pude llegué al living. En cuanto me vio se quedó mirándome en silencio unos segundos hasta que dijo.
-¡Estas bellísima!-
Se puso de pie y se acercó a mí, me rodeó la cintura con sus enormes brazos y manifestó.
-Así que nunca te han besado-
-No-
-¿ Te gustaría saber que se siente?-
-Si- Y cerré los ojos pasando mis bracitos por su cuello tal como lo había visto en las películas.
Su lengua penetró en mi boca, yo entré en éxtasis. ¡Eso era lo que siempre había soñado! El beso fue interminable. Sus manos se posaron en mis glúteos y yo ya estaba totalmente entregado. Ahora sabía con seguridad lo que quería. De la mano me llevó al dormitorio. Nos paramos frente al espejo del placar . Él se paró detrás de mí y ahora nos veía a los dos, con sus brazos tomándome de la cintura y besándome el cuello. De pronto sentí ese bulto apoyado en mi cola. Todas las imágenes de los videos pornográficos vinieron a mi mente. Ya sabía lo que seguía y sin que me lo pida me puse de rodillas. Él se sacó los pantalones y tomé ese delicioso pene. ¡Por primera vez! me lo llevé a la boca metiéndomelo hasta la garganta y comencé a mamárselo.
-¿Cómo es eso de que no tenías experiencia?- Me preguntó asombrado.
Me saque le pene de la boca y respondí.
-Lo aprendí en los videos porno-
-¡Ah! Mira vos. Al fin de cuentas sos todo un putito-
Y lo sentí como un elogio.
Después de un rato me hizo acostar boca abajo en la cama. Le obedecí. Me sacó la tanguita y quede con todo mi culito a la vista. Se puso sobre mí y comenzó a lamerme el agujero. Yo me sentía a punto de estallar.
-¿Te gusta?- Preguntó
-¡Si!- Exclamé
Y luego untó los dedos de una mano en un frasco de crema y me los fue metiendo, de a uno, hasta tres. Y yo seguía gimiendo de placer. Hasta que algo mas gordo comenzó a entrar en mi . ¡Al fin! Me penetró con todo su pene en mi culito virgen, pero me lo había dilatado tanto que no sentí mayor dolor. Estaba gozando como siempre lo había fantaseado. Se movió dentro de mi hasta que sentí el calor de su semen en mi recto. Nos relajamos.
-Te amo. Quiero que seas mi esposa- Dijo él.
-Pero no puedo vivir con vos-
-No importa, pero podes venir los sábados y domingos hacerme feliz y yo te hago feliz a vos-
Esa tarde me enseñó otras poses. Acabó en mi colita varias veces. También pasé largo tiempo mamado su pene. Y, de alguna manera, fui su esposa. A veces cuando iba a comprar algún libro durante la semana, si estaba solo me llevaba a la trastienda y me acababa en la boca. Y los fines de semana me vestía como su ex esposa y me hacia el amor de todas las maneras posibles.
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