Saturday, July 13, 2024

Soy la esposa del librero 2.

              Tengo quince años y soy decididamente homosexual. Ya conté que cuando me di cuenta que no me atraían las mujeres pero, en cambio me fascinaban los cuerpos masculinos inicie mi aprendizaje teórico viendo videos pornográficos en Internet.

Mi pasión por los libros me llevo a conocer al dueño de una librería y fue él quien finalmente me inició en las relaciones homosexuales. Voy desde el mediodía del sábado hasta el domingo a la noche, a su casa, donde me trasvisto con la ropa de su esposa fallecida tiempo atrás y entonces soy toda suya. Le complazco en todo lo que desea. Es mi hombre.

El resto de la semana paso por ser un chico normal. Voy al colegio, Juego al futbol con mis compañeros de colegio. Tengo muy buenas notas por que soy muy responsable y nadie sospecha que durante el fin de semana me convierto en la amante de ese hombre que se preocupa más que mis propios padres en saber cómo me va en el colegio y me insiste en que estudie y saque buenas notas.

-Tenes que hacerte un futuro. No siempre vas a serla putita de alguien- Me decía.

Y yo, además de mi propia responsabilidad, le obedecía como le obedezco en todo lo que me pide que haga.

Todo marchaba de maravillas entre nosotros pero la cosa se puso aún mejor y fue por una descubrimiento casual. En una ocasión estaba penetrándome con mis piernas sobre sus hombros cuando llevado, no sé por qué idea, comenzó a apretarme con los dedos mis pezones.

Cuando lo hizo quizá pensó que me iba a resistir pero en realidad era tal el placer de sentir esa presionen en mis pezones que comencé a dar gritos y pidiéndome que me apretara más. Y lo hizo y yo gozaba más aún y cuando acabó en mi culito me los seguía apretando y yo gritando aún más de placer.

Cuando nos relajamos me preguntó si me gustaba sentir dolor y le dije que sí. Entonces se sentó en un sillón y me hizo acostar sobre sus piernas boca abajo y comenzó a darme nalgadas con la mano y yo le pedía que me pegara más mas, que no parara. Fue como estar en la gloria. Para él y para mí.

-Resultaste toda una pervertida- Me dijo.

-Si- Le dije mientras iba descendiendo por sus piernas hasta llegar a sus pies y comencé a besárselos y lamerlos y meterme los dedos en la boca uno por uno.

-Sos toda una sorpresa. Creo que ahora vamos a gozar mucho más, uno del otro-

Y así fue. Las nalgadas, el apriete de los pezones y la adoración de sus pies fueron costumbres que se sumaron a la penetración y las mamadas.

Y un día estando en su casa sacó una caja con varios instrumentos que yo conocía de los videos. Esposas de cuero con candado, una mordaza para la boca y un latiguillo de cuero de varias cintas que había comprado por Internet.

-Querida, si gozas de todo lo que hicimos hasta ahora esto te va a volar la cabeza- Dijo

Me ordenó que me sacara la tanguita y me acostara en la cama boca abajo solo con el corpiño y el baby doll. Antes de ello me puso un broche de la ropa en cada pezón. Luego me amarró a la cama, piernas y brazos extendidos y para culminar me puso la mordaza en la boca.

Se quedó mirándome un rato mientras yo estaba totalmente indefensa e inmóvil.

-Prepárate para gozar, amor- Me dijo y comenzó a pegarme en los glúteos con el latiguillo. Como con las nalgadas cuanto más me pegaba más quería yo que me pegara. El dolor en los pezones iba en aumento. Mi sensación de indefensión me hacía gozar hasta el paroxismo. Luego, comenzó a pasarme la lengua por la rayita y untándose los dedos con crema jugó con ellos un rato en mi agujero hasta que me penetró. Estaba siendo violada. Era mi hombre, pero la sensación de ser violada me encantaba.

El bondage, los castigos y el sometimiento se hicieron costumbre. Me encanta estar atada e inmóvil. Mi hombre podía hacerme lo que quería, para eso es mi hombre.

Pero no todo terminaría allí. Se acercaban los carnavales y mientras mirábamos a algunas de las comparsas que se presentarían, mi hombre me preguntó.

-¿No te gustaría poder ponerte esas prendas con lentejuelas y plumas y parecer una vedette?-

-¡Me encantaría!- respondí.

-Bueno, mañana vamos a ir a ver a un viejo amigo que es director de una murga. Por ahí te conseguimos una oportunidad-

Y así estuve impaciente hasta el otro día. Mi hombre y yo ya habíamos dado el paso de salir a pasear por la calle en su auto e íbamos a cenar. Por supuesto que yo lo hacía con la ropa de su ex esposa, delgado, lampiño, con el pelo largo y una cara delicada y suave, pasaba por una nena tranquilamente. De todos modos íbamos a otros sitios que no fuera el barrio.

Al día siguiente fuimos al lugar de reunión de la murga, un enorme galpón donde pude ver, cuando entramos una gran cantidad de chicas y muchachos practicando sus pasos de baile.

Pasamos directamente a las oficinas del director. En el trayecto me di cuenta que los chicos me miraban y me sentí hermosa. Tenía puesto un vestido muy ajustado y cortito y botitas

Mi hombre y el director eran grandes amigos desde hacía muchos años. Entramos y nos atendió cordialmente. Cuando me vio exclamó

-¡Pero que preciosura tenemos acá!-

-Te aclaro que es un putito- Dijo mi hombre.

-¡Mejor que mejor! ¿Te lo comes vos?-

-Totalmente-

-¿Y cómo se llama?-

-¿Sabes que nunca pensamos un nombre? Listo, te vas a llamar Mimí- Dijo.

Yo asentí. Ahora era Mimí.

-¿Y que los trae por qui?- Preguntó el director.

-Me gustaría pedirte el favor de que incluyeras a Mimí en tu murga, travestida claro está-

-¡Pero por supuesto! ¿De qué otra manera podría ser, si es una belleza?-

-Pero no tengo experiencia- Dije.

-No te preocupes. Lulú te va a enseñar, en realidad solo tenes que menear un poco la colita y mostrarte sensual que, por lo que veo, no te cuesta mucho-

Abrió la puerta de la oficina y llamó a Lulu. Cuando entró quedé anonadada, era toda una belleza. Más alta que yo aunque también se adivinaba que era muy joven.

-Lulu es mi novia- Dijo el director- También es travesti y te va a enseñar a desfilar.

Luego le dijo a mi hombre.

-Vamos, tomemos unos cafés con medialunas mientras las chicas se conocen-

Yo estaba fascinada. Lulú me tomó de la cintura y fuimos a un rincón a practicar. Enseguida aprendí los pasos esenciales. Algunos chicos se acercaron a mirar pero Lulú los espantó.

-A trabajar, que la nena tiene dueño y es amigo del jefe-

Y nos dejaron en paz pero no pude evitar oír a uno de las chicas decir

-Si, seguro que lo queres para vos solita-

Lulú no le contestó.

Después de un rato mi hombre dijo que debíamos irnos. Pero antes de eso me probaron un vestido con lentejuelas muy corto, tan corto que se me veía la mitad de los glúteos, muy ajustadito al cuerpo y un tocado de plumas en la cabeza que resultó ser más liviano de lo que imaginaba.

-Listo preséntate el viernes para la práctica final- Dijo el director pero luego tomó del brazo a mi hombre y le murmuró al oído- ¿No quieren venir a casa esta noche, para festejar el reencuentro?-

Mi hombre aceptó. Y esa noche estuvimos en la hermosa casa del director. Solo estábamos los cuatro, Lulu, el director, mi hombre y yo. Dijo que tenia unas pizzas preparadas para calentar pero que íbamos a comer luego.

-Antes tenemos que ver a estas chicas en acción- Dijo y mi hombre asintió.

Era evidente que sabía lo que iba a pasar.

Lulu se me fue acercando, me tomó de la cintura y me dio un largo beso en la boca rozándonos las lenguas. De modo que lo que querían los hombres era un espectáculo lésbico.

-Te cuento que Mimí no tiene experiencia de torta- Aclaró mi hombre.

-No parece. Es toda una zorrita. ¿La conociste desvirgada o la desvirgaste vos?-

-La desvirgue yo, Lulú es recién la segunda persona con la que se besa.

Pero ya eran mas que besos, Lulú me llevó a la cama y nos acostamos, volaron los vestidos y quedamos en corpiño y tanga. Todo se hizo más loco. Lulu me lamió el culito y yo se lo lamí a ella, nos adoramos los pies mutuamente y nos acariciábamos todo el cuerpo. Yo estaba entre asombrada y feliz. Era mi primera experiencia lésbica y la estaba pasando genial.

-Es toda una yegua- Dijo Lulu refiriéndose a mí y me agradó el comentario.

-Bueno, ahora se merecen algo de verdad- Dijo el director y al igual que mi hombre se desnudaron. Sentados en un sillón tuvimos que arrodillarnos delante de ellos y mamarles sus hermosos penes. Luego de un rato mi hombre propuso un cambio y mientras yo se la mamaba al director mi hombre gozaba con la boca de Lulú.

Tras eso terminamos las dos en posición de perritas, una al lado de la otra, en la enorme cama matrimonial, con nuestros hombres penetrándonos salvajemente. Acabaron casi al mismo tiempo. Y ni que decir del resto de la noche. Mi hombre penetró a Lulú y el director me penetró a mí. Hasta que sucedió lo que me imaginaba.

-¿Tu perrita nunca se comió dos pijas al mismo tiempo?- Preguntó el director

-No-

-Entonces vamos a tener que mostrarle como es-

Y de pronto me vi con el pene de mi hombre dentro de la boca y el del director penetrándome por atrás. No podía gritar de placer por que tenia toda la boca ocupada, pero gocé como nunca. Después le hicieron lo mismo a Lulu que ya tenía experiencia en eso.

Fue una noche genial. Volvimos a casa de mi hombre. Dos días después les dije a mis padres que iba a desfilar en una murga y ni les interesó.

Y así fue que desfilé en carnaval. Al principio iba unos pasos mas atrás de Lulú para no quitarle protagonismo pero después de un rato ella me esperó, me tomó de la mano y también de la cintura. Esos escasos gestos fueron tema para infinidad de fotos de parte del público.

-Con esto solo, todos esos pajeros se hacen la película- Me dijo Lulu en plena pasarela y a partir de ahí desfilamos siempre juntas.

También nos sentábamos juntas en el primer asiento del ómnibus que nos llevaba de corso en corso. Ahí nos dimos besos en la boca varias veces. A nosotras no nos molestaba nadie porque Lulú era la mujer del director, pero supe que en el fondo del vehículo se acostumbraba a hacer mamadas, tanto de mujeres y maricas a los hombres. Todo el viaje era una orgia.

Y ahí estoy. Sigo con mi hombre. Mis padres no tienen idea de lo que hago. Creen que por que mi hombre es un librero debe ser una persona decente y por eso no les importa que pase todo el tiempo que paso con él. Si supieran que su hijo es convertido en mujercita sumisa y obediente. Que es atada y amordazada, castigada y violada, que se come litros de semen dulce y suave y que además se ha vuelto lesbiana con Lulú y participa de orgias siendo penetrada por dos hombres a la vez, el director y mi hombre.

Soy feliz.

 

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