Nacida huérfana
(A veces es mejor no tener padres)
Alexia Montes
Décimo quinta parte de “Mi aventura en Tokio”
Uno
Hay detalles de mi vida acerca de los cuales he hecho poca mención, uno de ellos es la relación con mis padres. Al igual que Keiko también soy hija única pero la gran diferencia es que el señor Yamura y su esposa apoyan completamente la orientación sexual de su hija, y eso a pesar de aquel enredo que nos llevó a viajar a Japón, apenas nos conocimos, para desenredar la madeja de malos entendidos que la tenían preocupada.
En mi caso, mis padres, que viven en el siglo pasado, eran absolutamente intolerantes con la idea de que su hija fuera lesbiana. Fueron largas las noches en que me quedaba llorando, encerrada en mi cuarto cada vez que surgía el tema ya fuera porque me veían en alguna actitud sospechosa con una amiga o cuando intenté enfrentarlos y salir del closet.
Como pude terminé mis estudios secundarios en una escuela técnica con la intención de ingresar en la Facultad de Arquitectura. A pesar de todo mis notas fueron muy buenas y me recibí de Maestra Mayor de Obras, con honores, a los dieciocho años. Mis compañeros de colegio, siendo yo la única mujer del grupo en aquel entonces, se acercaron a felicitarme el día de la graduación, los profesores también fueron generosos con sus comentarios. Todos me auguraban un gran futuro, aunque luego la vida me cambió todos los esquemas y la literatura me conquistó.
En aquella ceremonia mis padres estuvieron ausentes. Les resultaba vergonzoso que su hija estudiara una profesión de hombres, aunque luego en la Facultad hubiera paridad de sexos. Ese fue el inicio de mi independencia. Los toleré un par de años más. Ya estaba teniendo mis primeros éxitos literarios y un día, sin avisar, me mudé a un pequeño departamento el que dejé luego, ya con mis primeras importantes regalías cobradas, por aquella casa en donde vivía cuando comencé a relatarles toda mi historia.
Mientras viví en mi departamentito de un ambiente, mis padres no dejaron de molestarme. Siempre aparecían a criticarme la forma en que vivía o a insistir en que vuelva a vivir con ellos. Y ni hablar de cuando supieron que además pretendía ser escritora. Era el colmo. A los veinte años me fui a hacer un viaje por Europa. Nadie puede imaginar los aires del libertad que respiré caminado por París, Madrid y Roma. Cuando, como relaté, me compré mi casa propia, mis padres desaparecieron de mi vida, simplemente porque no podían tolerar mi éxito. Y, además, el hecho de que en algunos medios periodísticos ya me conocían como lesbiana. Era demasiado para ellos.
En lo que se refiere a mis abuelos, de tres de ellos no puedo decir nada mejor. Los padres de mi padre eran igual de retrógrados y nunca tuve mucho contacto, antes bien me evitaban por que lidiar con niños no era su preferencia. El padre de mi madre no se quedaba atrás en lo intolerante y todos juntos hacían coro cuando se juntaban a criticarme.
La única excepción era mi abuela Rebeca. Ella era toda dulzura y nunca entendí como se casó con un déspota como mi abuelo. Por suerte para ella, un día quedó viuda y en buena posición económica. Rebeca me entendía y me defendía. También solía pasar a visitarme en la época de mi departamentito y traía masas secas para tomar mate.
Un día, quizá presintiendo su muerte, llegó acompañada de un joven que le ayudaba cargando dos grandes cajas. Una vez que el muchacho se fue, las abrió y me mostró su contenido. Era toda su ropa interior. Corpiños, bombachas, enaguas, combinaciones, trusas, medias de nylon, portaligas. Todo de una época pasada pero realmente hermosas. Ella sabía que esas prendas me fascinaban. Y su último gran gesto fue regalármelas. Falleció dos semana después y fui la única de la familia que acudió a su velatorio.
La ropa, además de limpia, estaba perfectamente doblada y perfumada. Así como llegaron a mis manos, así se mudaron las cajas a mi casa y así ahora las tenía guardadas en mi lugar en el mundo, el edificio que comparto con mis novias. Ellas nunca supieron que poseía ese importante tesoro hasta que decidí que era momento de usarlo y compartirlo.
Una tarde les dije que fuéramos a mi dormitorio pues tenía algo que mostrarles. En cuanto estuvieron allí, les hice un rápido relato acerca de mi abuela y de cómo me había hecho un regalo. Ya se estaban poniendo ansiosas, bajé las dos cajas de la parte superior del placar del vestidor y las abrí sobre la cama. De a una fui sacando las prendas. Tanto Marga como Keiko estaban maravilladas por el brillo y las suavidad de las telas, la calidad de las costuras y los detalles de encajes y bordados.
Era tanta la cantidad de prendas que tomé una decisión.
-¿Qué les parecen, les gustan?- Pregunté.
-¡Si!- Exclamaron a dúo.
-Bien, les diré que a mi estas prendas me parecen muy hermosas, pero no tiene gracia tenerlas ocultas en cajas sin usarlas. Estuvieron allí mucho tiempo y es hora de que vivan. Por lo tanto, les propongo repartírnoslas y usarlas aquí en casa-
-¡Fabuloso!- Exclamó Keiko.
-Entonces veamos qué hay de cada cosa y dividamos por partes iguales-
Mis novias estaban como niño con juguete nuevo. Acomodamos sobre la cama todas las prendas y las fuimos repartiendo. Realmente me puso muy contenta haber tenido esa idea. Y como no podíamos de la impaciencia nos desnudamos y nos vestimos con la lencería de mi abuela. Corpiños, bombachas y combinaciones. El conjunto de Keiko de color blanco, el de Marga negro y el mío rosado. Nos miramos en el espejo y hacíamos mohines como adolescentes en día de compras.
Cada una tomó su parte y se fue a guardarla a su departamento. Yo acomodé lo mío en cajones libres y quedamos en reunirnos en pocos minutos vestidas con la lencería en el living de Marga, para tomar mate.
Y así fue. Yo estaba feliz de poder usar esas prendas antiguas que tanto adoraba y también porque mis novias las estaban disfrutando.
-Me gusta más que la lencería moderna- Opinó Marga y Keiko dijo estar de acuerdo.
-Cuando las veía en casa de mi abuela siempre me asaltaba el deseo de ponérmelas. Alguna vez lo hice en pero ella nunca lo supo. Aunque si le dije lo que me gustaban y evidentemente lo recordó, por eso me regaló todo antes de su muerte- Manifesté.
-Pero nunca la sacaste en todo este tiempo. ¿Las habías olvidado?- Preguntó Keiko.
-No. Es decir si, las recordaba, pero pensaba que debía guardarlas como un tesoro. Y esta mañana cuando volví a pensar en ellas me di cuenta que la mejor manera de atesorarlas era usándolas y compartirlas con ustedes si les gustaban-
-¿Y a vos que es lo que más te gusta de todas estas prendas?- Preguntó Marga.
-Sin dudar las combinaciones. Debe ser porque las mujeres ya no las usan y por qué tienen telas tan suaves que son una caricia para el cuerpo-
-Coincido- Dijo Keiko.
(Las combinaciones son como vestidos de largos variables por arriba de la rodilla o por debajo. Las mujeres solían usarlas siempre bajo la ropa de calle. Pueden ser de varios colores, siendo los más usuales, blanco, negro, beige o rosa. Algunas son muy sencillas y otras tienen encaje en los bordes del ruedo y son muy cómodas)
Esa tarde tomamos mate en el living de Marga. Luego subimos a la terraza, vestidas como estábamos y seguimos un rato más hasta que comenzó a oscurecer.
Me sentía feliz.
Dos
El recuerdo de Rebeca estaba lamentablemente asociado al de mis padres. Hacía unos pocos años, ya ni recuerdo cuantos, cuando todavía vivía en Sudacalandia, recibí un telegrama avisándome que los padres de mi padre habían tenido un accidente de tránsito. Si pensaban que iba a ir al hospital donde estaban internados estuvieron equivocados. No fui, así como ninguno de ellos había ido al sepelio de mi querida abuela.
Pero dado que soy una persona con alguna capacidad natural de predecir el futuro supe que volvería a tener noticias de eso que algunos llaman familia y que para mí eran dos soberbios energúmenos.
Y no estaba desacertada. No sé gracias a que serie de contactos lograron mi número de teléfono. Atendí porque sabía que seguirían insistiendo y en tanto yo deseaba terminar de una vez con lo que fuera que querían.
-Hola-
-¡Hola hija! ¿Cómo estás?- Sonó la voz de mi padre.
-Bien hasta ahora que te escucho. ¿Qué quieres?-
-Bueno, no te pongas así. Solo queríamos saludarte-
-Listo, ya saludaste. Y ahora ¿qué quieres?-
-Mira, entendemos que te sientas mal con nosotros pero es cierto que hemos sido muy injustos contigo y ahora quisiéramos remediarlo-
-Ya es tarde. ¿Qué quieres?-
-Saber cómo estas. Si necesitas algo. Tu madre está muy preocupada por vos, hace muchos años que no te vemos-
-Vamos por partes. Primero estoy muy bien, segundo no necesito nada, tercero mi madre es una vieja arpía que me hubiera matado de bebé si se hubiera animado y con respecto a no vernos esto seguirá así hasta la eternidad-
-Pero sos nuestra hija…-
-No, nunca lo fui, solo fui un accidente en sus vidas. Un accidente que les estropeó su deseo de viajar todos los años al Caribe y salir todas las noches a cenar con sus amigos de la alta sociedad. Decime de una vez ¿Qué quieres?-
-Mira, estamos en problemas económicos. Las jubilaciones no nos alcanzan-
-Debí suponerlo. ¿Y qué paso con todo ese dinero que lavaban para sus amigos políticos? ¿Acaso no se quedaban con parte del botín? Y si las jubilaciones no les alcanzan debe ser porque quieren seguir teniendo ese tren de vida que llevaban. Ajústense. Si tienen dos jubilaciones pueden vivir. De mí no esperen un peso, antes bien no sea que se me destrabe la lengua y el mundo sepa de sus negociados-
-¿Serias capaz?-
-Señor, usted sabe que soy capaz. No hay nada que me ate a ustedes. Para mí es como si estuvieran muertos-
Y colgué.
Una vez que me tranquilicé comencé a buscar toda la información que había coleccionado de los actos de corrupción en los que había participado mi padre y de los que mi madre era cómplice. Los políticos con los que estuvieran involucrados ya estaban muertos pero no era el caso. Lo que yo quería era hundir a mis padres hasta lo más profundo. La hora de la venganza había llegado.
Probablemente muchos de mi seguidores piensen que vengarme de mis padres era un poco exagerado. Después de todo había podido hacer mi vida lejos de ellos, pero no era el caso.
Solo yo podría saber cuánto me hicieron sufrir en mi infancia y adolescencia. Ciertamente era un estorbo para ellos. Era la mocosa impresentable ante sus amistades, la loca tortillera a la que le gustaban las mujeres y dicho sea de paso, mi madre no era lo que se dice un modelo a seguir, siempre vana y presuntuosa de sus joyas y sus vestidos y totalmente alejada del rol de educadora y contenedora.
Los años lograron que superara todo aquello. Y así hubiera seguido hasta el fin de mis días, o los suyos, pero mi padre tuvo la mala idea de tratar de contactarme y ahí renació mi odio visceral hacia ellos. Durante mucho tiempo, incluso desde aquella adolescencia, yo junté información sobre los negociados corruptos que tenían con varios políticos ahora alejados del poder, tanto que algunos están “mirando crecer los rabanitos de raíz”. Toda esa documentación se fue enriqueciendo con otra que conseguí una vez independizada.
La tenía totalmente ordenada en prolijas carpetas. Pero decidí esperar para ver si mi padre se animaba a algo más o se había asustado con mi amenaza solamente. De todas maneras, me senté frente a mi computadora y comencé, luego del tiempo de reposo, a bocetar mi nuevo libro. La vida con mis padres.
Esa noche les comenté mi decisión a mis novias que me confesaron que se sentían más aliviadas de que dejáramos el libro en conjunto que teníamos proyectado para más adelante ya que estaban tapadas de trabajo por el momento y por suerte.
De manera que al día siguiente me dediqué a ordenar y recopilar toda la información que poseía, que no era poca, ya que durante años había tenido la oportunidad y la habilidad para sacar fotocopias de sus tratos de corrupción con los políticos de toda una época. Me topé inclusive con datos de años anteriores a mi nacimiento, más precisamente durante la Guerra de Malvinas cuando mi padre proveyó de material defectuoso al ejército a cambio de suculentas coimas. Y así fue igual con los gobiernos posteriores hasta que la gran fiesta de la corrupción la hizo durante el gobierno del patilludo riojano del que no menciono por su nombre porque da mala suerte.
A pesar de la fama de corrupto de mi padre no pudo hacer negocio con los K. los delincuentes venidos de la Patagonia, tal vez porque no le tenían confianza, y pensaban que podían ser ellos los timados. El hecho fue que mis padres comenzaron a vivir en grande gracias a las rentas de sus negociados y así habrían seguido. Pero algo pasó y su necesidad de dinero los volcó hacia mi después de tantos años de tranquilidad.
Yo no estaba dispuesta darles un céntimo así me sobrara. Mi idea de hacerlos terminar tras las rejas, o algo así, siguió creciendo en mi cabeza. Comprendí que debía primero hacerlos caer en alguna trampa para recién después escribir el libro con sus andanzas.
En Sudacalandia solo tenía una persona de mi entera confianza. Y ese era mi editor. Por lo que lo llamé.
-¡Hola!- Saludó.
-Hola querido amigo…-
-¿Amigo? ¿Qué me vas a pedir?-
-Pedirte, nada. Solo te voy a ofrecer la oportunidad de aparecer en mi nuevo libro, como coautor, quizás-
-Estoy consciente de que voy a caer en una trampa. Ya me dijo mi mamá que no confíe en las mujeres-
-Dijo bien tú mamá. Te cuento lo que quiero- Manifesté.
Y le relaté toda la situación
Tres
Mi editor se enganchó de inmediato con el proyecto. Cuando terminé el relato me preguntó que quería concretamente.
-Quiero saber, si fueron tan cuidadosos con el dinero, ¿por qué les falta?-
-¿Malas inversiones?-
-No, no creo. Deben tener todavía pero por alguna razón no les alcanza para algo-
-¿Una extorsión?-
-¡Si! Es probable. ¿Me lo podrás averiguar?-
-Por supuesto, tengo un amigo que trabaja en la Afip (Agencia de recaudación de impuestos). Él te puede ayudar-
-Gracias, te estaré eternamente agradecida-
-Si, con los créditos del libro…-
Después de cortar tracé mi plan. En realidad dependía de lo que averiguara el amigo de mi editor pero de todas maneras tenía bien clara la línea general.
Esos días estuve catalogando toda la información. Luego esperaba a mis novias con el mate vespertino. A veces, cuando sabía que ellas tenían un poco de tiempo al mediodía pasaba por lo de Marga con el almuerzo. En esas visitas solía encontrarme con Silvia, siempre tan hermosa.
“Pensar que a este bombón se lo está comiendo la Esther, ella solita” Mascullaba para mis adentros. Y por añadidura la muy guacha se hacia la sensual conmigo sabiendo que me despertaba todos los ratones juntos. Pero, algo más descubrí en medio de una conversación. La fulana también se estaba haciendo la gran fantasía de saber cómo sería estar con varias lesbianas a la vez. Yo me sonreí cuando lo supe. Me causaba gracia que mostrara, un poco, algo de envidia por mi situación.
De todas maneras, nos habíamos convertido en buenas amigas, incluso con su novia y las mías. El ”grupo ampliado” funcionaba como tal cuando nos reuníamos a cenar en Kitty´s, o participaban de los partidos de futbol en lo de Yamura o se acercaban a nuestro edificio a tomar mate con facturas en la terraza, porque el calorcito no afloja.
Un día me llamó mi editor y me pasó con otra persona, su amigo de la Afip. El tipo se mostró muy interesado en el caso y me dijo que a mis padres los habían estado investigando en épocas pasadas pero gracias a sus conexiones políticas habían salido indemnes. Ahora la situación había cambiado y agregó que quería tener una reunión conmigo para saber que le podía aportar.
-Si, muy bien, pero yo voy a escribir un libro con todo esto y no quiero perderme la oportunidad de hacerlo-
-De acuerdo. Solo le pido que nos brinde lo que crea conveniente, usted tendrá todos los documentos y podrá hacer uso de ellos como quiera. Solo debe darnos unos días de tiempo para investigarlos, mientras tanto puede comenzar con el libro-
-¿Ustedes tienen alguna información de por qué, aparentemente teniendo plata vienen a mí y me dicen que están en la ruina?-
-Su percepción es muy cierta. Tienen mucha plata y propiedades. Pero no es suyo. Es de X. un político de la época del riojano que es el único que todavía vive y que se las está reclamando. Y como no es dinero legal, el político no puede hacer un juicio, por eso se los está exigiendo sin hacer ruido y además el hombre no es de andar con pesados ni violentos por eso no avanza más en su reclamo-
Ahora todo cerraba. Mis padres en realidad estaban en la ruina y muy probablemente lo que poseían no era todo lo que el viejo político les había confiado como testaferros. Por eso tenían miedo. Pero si ese viejo político no era sujeto de armas tomar algo había que hacer. Era la hora de “apretar las clavijas”
Armé con letras recortadas de diarios y revistas un anónimo amenazante:
“Si no me entregan todo lo mío los hare ejecutar en el momento en que menos los esperen”.
Se lo envié en un sobre adentro de otro sobre, por correo a mi editor para que lo sacara del sobre que tenía los sellos postales y, munido de guantes, lo depositara en el buzón de la casa de mis padres. Ni quiso saber de qué se trataba. Al otro día me confirmaba que la tarea estaba cumplida. No pasaron veinticuatro horas para recibir una nueva llamada, esta vez mas desesperada, de mi padre. Ya no estaba en condiciones de dar órdenes. Me rogó casi al borde del llanto que los ayudara. Le dije qué no, que lo que las revistas decían que yo tenía eran fantasías de los periodistas, que tal como me lo repitió mil veces durante mi adolescencia, la literatura no daba ganancias. Y le corté.
Al otro día me reuní con el amigo de mi editor en su habitación del Hotel Conrad. El hombre había viajado especialmente para que yo le entregara toda mi información.
-Debo agradecerle esto con mucho énfasis- Dijo.
-No se moleste, no lo estoy haciendo por la patria- Le contesté
-Si, me lo imagino. Debe haber sido dura su vida con sus padres para motivar esta venganza- Manifestó mientras guardaba todos los folios en su maletín.
-Espero que haga buen uso de ellos- Respondí.
-Pierda cuidado-
El tema del anónimo no trascendió. Mis padres no podían hacer la denuncia y tampoco se atrevieron a enfrentar al político que supuestamente se lo había enviado. De todas maneras el efecto estaba causado. Estaban muertos de miedo.
Comencé a organizar el libro. No solo relataría todos los actos de corrupción de mis padres sino también mis andanzas juveniles y las nefastas consecuencia que tenían cuando ellos se enteraban. Los encierros en mi habitación, las prohibiciones de salir con mis amigos, el control sobre las ropa que usaba y hasta las llamadas telefónicas. Y la constante cantinela de echarme la culpa por que no podían hacer tal o cual viaje debido a que yo era un estorbo. Sinceramente no sé cómo salí cuerda de ese manicomio.
En todo este tiempo seguí con los anónimos. Envié cuatro más, siempre a través de mi editor que, en realidad, nunca supo su contenido. Mi padre no volvió a llamarme pero con solo imaginar como la estarían pasando me sentía satisfecha.
Mis novias se iban enterando de todo día a día y tenían opiniones diferentes al respecto. Keiko, que, a pesar de todo, siempre contó con el amor de sus padres creía que estaba exagerando con la venganza, pero Marga, que sufrió las mismas reacciones por parte, no solo de su padres sino también de su hermano, al punto que se planteó internarse en algún sitio para “curarse” su homosexualidad, estaba de acuerdo con lo que yo estaba haciendo. Y se lamentaba no haber tenido oportunidad de poder realizar algo parecido. Aunque reconoció que ahora, al ver a su hermano casado con un hombre, le dio lástima porque considera que en el fondo es un pobre tipo.
Por supuesto que, hablando de cosas más agradables, estas reuniones de mate y bizcochos e incluso para la cena, nos vestíamos con la ropa interior de abuela Rebeca. Toda esa ropa siempre había sido como un fetiche para mí, pero lo sorprendente fue como mis novias se engancharon con rapidez y mientras estábamos en la casa no se la sacaban para nada.
Y así me quedé esperando noticias de Sudacalandia
Cuatro
Era inevitable. El “grupo ampliado” un día tenía que estallar. Había demasiados chisporroteos en el aire y alguna llama se tenía que prender.
Fue una tarde de sábado. Mis novias y yo estábamos en casa descansando y como ya se había hecho habitual, vestidas con la lencería de mi abuela. Sonó el teléfono de Marga. era Esther preguntando si teníamos algún plan para esa noche.
Deliberamos y decidimos decirles que pasen por casa, tomaríamos unos mates y luego encargaríamos algo de delivery para la cena. Aceptaron gustosas.
La sorpresa fue de Esther y Silvia cuando las recibimos vestidas como estábamos. De la sorpresa pasaron a la admiración y finalmente les ofrecí una prendas mías. Estaban exultantes. De manera que las guie hasta mi dormitorio y les di a elegir. Esther se puso un conjunto blanco y Silvia, para ser consecuente con su costumbre, uno de color negro.
Cuando regresamos al living de Marga, mis novias las aplaudieron y dieron chiflidos de admiración. Tras eso nos fuimos a la terraza a tomar mate con bizcochitos.
El ambiente estaba caliente. Cinco lesbianas reunidas, vestidas solo con lencería vintage, no podían estar mucho tiempo inactivas, más allá del amor, el deseo se imponía. Cuando bajó el sol y el clima se puso un poco más fresco entramos al living de Marga. Terminado el mate comenzamos una amena conversación. Marga y Esther estaban sentadas en un sillón triple y en el opuesto, también triple, estábamos Silvia y yo. Keiko estaba acomodada en un sillón individual.
Todo comenzó cuando Esther le pasó el brazo por sobre el hombro a Marga. Mi novia me miró y yo lo único que hice fue sonreír libidinosamente. Eso animó a ambas a que comenzaran a besarse apasionadamente. Keiko puso cara de sorpresa pero no demoró en acercarse a ellas y comenzar a acariciarlas. Yo seguía sonriendo, en verdad el espectáculo me gustaba por eso no advertí a Silvia que puso sus manos en mis senos y luego me besó.
Perdí de vista lo que hacían Marga, Esther y Keiko pues Silvia me tomó de la cintura y rápidamente me acostó a lo largo del sillón y continuó con su tenaz exploración de todo mi cuerpo. Yo no podía creer lo que sucedía. Tantas veces había deseado tener a esta yegua entre mis brazos y era ella la que me sometía a sus deseos.
No sé cuánto tiempo pasó pero los jadeos y las exclamaciones de placer era lo único que se escuchaba en la enorme habitación. En medio de toda esa agitación hubo cambios, Marga dejó a Esther y se vino con Silvia y conmigo y Keiko se quedó sola con la hija de Nogueira. Después hubo otras mudanzas porque en realidad todas querían tener relaciones con todas.
Y la diversión se puso mejor cuando Marga trajo sus dildos. Silvia y Esther estallaron de placer. La poca ropa que quedaba sobre los cuerpos voló por el aire e intentamos comenzar la frenética danza de las penetraciones tanto vaginales como anales lo que fue una novedad para nuestras nuevas amigas. Pero estábamos sobre la alfombre que a pesar de ser mullida lastimaba nuestras rodillas y nos dejaba la columna al miseria.
De modo que tomé a Esther de la mano y bajando un piso me la llevé a mi cama. De inmediato nos siguieron las demás. El colchón era mucho mejor y de pronto todo era una sucesión de penetraciones o lenguas entrando por todos los agujeros posibles. Todas con todas.
Orgasmos tras orgasmos, bocas babeándose de placer, vaginas calientes llenas de líquidos que eran absorbidos con deleite como si fuera el mejor de los manjares.
Y alguna nalgada ocasional sumado a que de pronto Esther y Silvia sacaron a relucir su fetiche y comenzaron a lamernos los pies. Esto ya estaba cayendo en un total descontrol.
Pero se puso mucho mejor cuando Marga salió de la habitación y regresó a los pocos minutos con un par de látigos y varios rollos de cuerdas. Nuestras nuevas amigas no entendieron lo que sucedía hasta que les dijimos que debían pasar por una prueba de aceptación.
Aceptaron, sin estar del todo convencidas. Pero se dejaron atar de pies y manos de manera que no podían soltarse de ninguna manera. Luego las amordazamos con bolas sujetas a una correa de cuero. Su pasividad ante nuestra orden fue sorpresiva por lo que supusimos que ya hacían estas prácticas.
Las acostamos boca abajo y nosotras tres, por turnos, les dimos unos suaves pero firmes latigazos tal como lo hacemos habitualmente. No podían gritar, ni siquiera de placer, pero se aguantaban el castigo y las tuvimos en esa posición varios minutos hasta que sus nalgas quedaron enrojecidas.
Cuando las soltamos fue la gran sorpresa. Silvia se aferró a mí y me abrazaba con fuerza, lo mismo hizo Esther con Marga. Ambas estaba llorando sin parar. En ese momento tuve miedo de haberlas lastimado y tratamos de consolarlas. Pero no era así. Estaban llorando de placer. Habían disfrutado tanto del sometimiento de tal manera que creo que casi se convierten en nuestras esclavas sexuales ahí mismo.
-Nunca había experimentado algo así- Me dijo Silvia cuando pudo parar de lloriquear un poco.
-¿No te hicimos daño?- Le pregunté.
-No, me han hecho la mujer más feliz del mundo. ¿Ustedes siempre hacen esto?-
-Si. Y créeme que te entiendo, yo también gozo mucho con los castigos- Le dije.
Esther estaba en el mismo estado.
-No entiendo como nunca se nos ocurrió hacer esto- Dijo.
-Bien, ahora lo saben lo pueden hacer cuando quieran- Manifestó Keiko.
-Seguro- Aseveró Silvia.
-Todavía estoy teniendo un orgasmo- Exclamó Esther apretándose la vagina con la mano.
Una vez calmadas nos fuimos a duchar todas juntas, lo que se hubiera convertido en otra orgia si no fuera porque estábamos agotadas. Luego, vestidas nuevamente con la lencería de Rebeca nos dirigimos de regreso al piso de Marga donde les ofrecí hacer unas pizzas en lugar de pedirlas al delivery. Como estuvieron de acuerdo me puse a hacerlas, en tanto se sentaron en el living a comentar lo sucedido y Silvia se acercó a ayudarme. Entre las dos rápidamente cocinamos tres pizzas y las llevamos al centro de la mesa del comedor para que cada una se sirva como quisiera. Además traje varias latas de cerveza de mi piso.
Después de la cena y el café volvimos a la terraza. Munidas de un buen vaso de wiski nos pusimos a contemplar el paisaje nocturno y los reflejos de la Luna sobre el rio. Nos abrazamos todas con todas. Nos besamos todas con todas y después de un rato decidí invitar a nuestras nuevas miembros del “grupo ampliado” a que se queden a dormir ya que se había hecho demasiado tarde. Mis novias y yo compartimos lecho en el piso de Marga. Silvia y Esther durmieron en mi cama.
-Todavía no puedo creer lo que pasó anoche- Dijo Marga en medio de la oscuridad cuando ya habíamos apagado la luz.
-Yo tampoco- Dijo Keiko
-Y eso que nosotros disfrutamos mucho de los castigos y la humillación. Pero nunca me hubiera puesto a llorar-
-Las hicimos felices. Estas dos no se separan más- Concluyó Marga
-Creo que deberíamos obsequiarles unos metros de soga y un látigo- concluyó Keiko.
Y nos quedamos dormidas.
Cinco
Yo sabía que el desayuno del domingo, después de la fogosa noche anterior no iba a ser un desayuno común. Me levanté temprano por que no podía dormir. Como siempre me “desenganché” de las piernas de mis novias y fui a mi departamento a preparar el desayuno. Cuando terminé con los preparativos subí al piso de Marga a despertar a mis novias. En el intento recibí el impacto de una almohada por parte de Keiko que quería seguir durmiendo. Pero cuando les recordé que debíamos ir a al clásico asado en lo de su padre, se levantó entusiasta. Ese domingo no teníamos partido, por suerte, pues mis brazos y piernas estaban atontadas y no creo que hubiera podido correr ni un metro.
Bajé a mi piso y entré en mi dormitorio. Esther y Silvia, vestidas solo con sus bombachitas estaban abrazadas y dormidas. Las contemplé unos segundos y me percaté que Silvia se había dormido chupando los dedos de una mano de Esther. Me sonreí. Nunca me la hubiera imaginado así después de haberme hecho traspirar de deseo cuando éramos unas pendejas.
En silencio me acerqué a ellas y comencé a acariciarle los glúteos a Silvia. Eso la despertó y dio un salto lo que también despertó a Esther.
-¿Hasta cuándo piensan dormir señoritas?- Les pregunté riéndome.
-Hoy es domingo- Alcanzó a decir Esther todavía medio dormida.
-Es domingo y por eso vamos a ir a lo del señor Yamura a ver un partido de futbol y comernos un gran asado y por eso se tienen que levantar a desayunar ya, así las llevamos-
Respondí.
Se levantaron y se vistieron con las combinaciones que les había prestado. Las guie hasta mi comedor donde mis novias ya estaban sentadas a la mesa. Los saludos fueron efusivos.
-Mira que hemos tenido tribus de tortas (lesbianas) de visita en este edificio pero nunca pasó nada así- Me dijo Marga en voz baja.
-Y bueno, algún día tenía que pasar. De carne somos- Le respondí riendo
Por ello decidí que debíamos aclarar algunos puntos y solicité la atención de todas.
-Señoras…mis novias y yo aquí presentes somos una comunidad muy unida por el amor. Aunque parezca una bobera romántica nos amamos más allá de cualquier diferencia. Pero, como lo habrán experimentado ayer, tenemos la mente abierta…-
-Y las piernas también- Dijo Keiko.
-…muy graciosa. No vamos a ocultarles que nosotras hemos tenido experiencias sexuales con otras personas pero todo se trató de juegos eróticos y nada más. Esas personas en realidad están muy lejos y no hay peligro de contaminar las relaciones pero ocurre que ustedes no están lejos ni son relaciones de ocasión. Se ha cimentado una nueva amistad entre ustedes y nosotras. Una amistad con derecho a roce, se podría decir, pero con respeto por los sentimientos. Yo amo a estas dos hermosas criaturas, las tres nos amamos y por lo que vemos ustedes también se aman. La idea es, tengamos todo el sexo que se nos ocurra, conservando la amistad y cada una su amor…o sus amores-
Esther, después de tragar una medialuna que casi la atraganta dijo.
-Estoy totalmente de acuerdo. Somos personas adultas. Somos personas con sentimientos. Lo de anoche fue algo totalmente loco. Algo que para nosotras, Silvia y yo, va a ser inolvidable. Ustedes nos aceptaron como amigas y eso seguiremos siendo. Formar parte de lo que ustedes llaman “comunidad ampliada” es un orgullo. Me han hecho…nos han hecho muy felices y eso no tiene precio-
-Bien, brindemos por la ”comunidad ampliada”- Dije levantando mi taza de café. y todas lo hicimos. Comenzaba una nueva e inesperada etapa.
A media mañana fuimos a la fábrica. Disfrutamos de un partido entre dos equipos de la empresa. Luego fagocitamos asado hasta que nos salió por las orejas. Perdí la cuenta de cuantos choripanes me comí. Cuando promediaba la tarde Esther y Silvia se fueron a la casa que estaban alquilando mientras durara la obra de los departamentos.
Jacobo apareció un poco más tarde. Se había quedado dormido pero disfrutó de comer algo con nosotras. El domingo terminó como debía ser, agotadas pero felices.
Pocos días después tuve una nueva reunión con el agente de la Afip. Tenían todos los casos bajo investigación. Estaban asombrados de la cantidad de datos que les había entregado y, por supuesto, se obligaron a mantener el anonimato aunque yo publicara el libro más adelante.
La investigación también llegó hasta el político X. que fue citado a declarar. No le dijeron nada acerca de cómo habían llegado hasta él pero el hombre supuso que lo había delatado mi padre. Cuando, a su tiempo, fueron citados a declarar mi padre y mi madre, recién allí se enteraron que la justicia los perseguía, asombrados, además, de que poseyeran tanta información sobre ellos.
Mi padre no dijo nada del tema de los anónimos por que le seguía teniendo miedo al político X pero, era evidente, que los investigadores ya tenían confirmado toda la conexión entre ambos y, gracias a mí, todos los actos de corrupción de tiempos anteriores. Claro que mi padre no fue nunca funcionario del Estado y por ello no era pasible de penas importantes pero, al menos, podía perder toda su mal habida fortuna y, realmente, vivir sólo de su jubilación.
Cuando tuve más noticias sobre el caso el juez ya había decretado la inhabilitación de todos sus bienes por lo que todavía los conservaba pero no podía tocar un miserable peso.
No volvieron a llamarme. O se habían dado cuenta de que yo los delaté o comprendieron que el brazo de la justicia es largo aunque, muchas veces, lento. La cuestión es que la noticia de la investigación sobre su relación con políticos del pasado circuló por varios canales de televisión. En realidad no porque mi padre fuera alguien importante sino por todos los funcionarios de renombre que estaba involucrados aunque ya no se les podía acusar de nada porque, como ya lo conté, están bien muertitos. Excepto X.
Pero X. no tiene mucho que temer. Él tampoco ira preso. Tiene los años suficientes para evadir la cárcel y tener, a lo sumo, prisión domiciliaria, lo que en Sudacalandia es casi un privilegio. Lo mismo sucede con mis padres. Y aquí llegó la parte divertida de la situación.
Cuando se les dictó la inhabilitación de sus bienes y la prisión domiciliaria el juez intentó comunicarse conmigo por si yo tenía idea de donde podrían vivir mis progenitores para definir el sitio de la reclusión. En realidad lo que quería era lograr que yo me hiciera cargo de ellos pero le contesté de la manera más inesperada para él.
Previendo lo que sucedería, aconsejada por el abogado del señor Yamura presenté una denuncia por malos tratos y presión psicológica por parte de mis padres cuando era niña, lo que me habilitaba a rechazar de plano cualquier intento de imponérmelos. El juez tuvo que dar marcha atrás y finalmente habilitar una de las casas que tenían a su nombre, como testaferros de X para sitio de reclusión.
Y así, mis padres tuvieron que conformarse con ver la televisión como único entretenimiento y vivir de sus jubilaciones, que finalmente no eran tan magras. Pero se le acabaron sus salidas al teatro, sus viajes al Caribe y Europa y ese devaneo de personas de mundo con el que trataban de impresionar a sus amistades que desaparecieron cuando supieron que su fortuna era tan falsa como moneda de plástico.
Había terminado la primera parte de mi venganza. Ahora era tiempo de comenzar el libro…
Seis
Una vez determinado que haría la justicia con mis padres y con la libertad de publicar todo lo que se me antojaba, comencé propiamente a escribir.
Mi editor, que huele un posible libro a mil kilómetros de distancia, me llamó para preguntarme en que andaba.
-Ya sabes en que ando- Le contesté.
-Sabía que me usaste para ciertas averiguaciones con la promesa de incluirme en los créditos de un libro que seguramente promete ser casi escandaloso. Estuve escuchando las noticias y supe lo de tus padres, deduzco que el libro va por ahí-
-Bueno, no se necesita mucho cerebro para saber que el libro tratará sobre mis padres, sobre todo después de los favores que te pedí- Respondí.
-Ja, ja, siempre tan simpática vos- Exclamó y agregó -Entonces, ¿vas a tratar toda la parte de la corrupción?- preguntó
-La corrupción y algo más. Voy a contar como me maltrataban de chica cuando supieron que me gustan las mujeres y además como me ningunearon porque mi presencia alteraba todos sus planes de personas de la alta sociedad. Eran dos venidos a más sin ninguna educación ni valores y que lo único que podían hacer era refregarle la plata en la cara a sus amistades para darse importancia. Todo eso voy a contar, como sobreviví a sus castigos y a su total ausencia de cariño paterno-
-Debió haber sido muy duro-
-Lo fue, pero aquí estoy, viva y feliz y ellos no-
-Entonces espero tus novedades-
-Te mantendré al tanto-
-Tranqui, no va a ser un libro fácil de escribir, muchachita valiente-
Y cortamos. De inmediato me puse a trabajar.
Ciertamente no sería un libro fácil de escribir. Los recuerdos de mi infancia eran bastante dolorosos por momentos pero siempre fui una persona resiliente que se las arregló para salir adelante ante cualquier problema o situación desagradable. No es de ahora que sé enfrentarme a las dificultades. Muy probablemente el carácter que tengo hoy es producto de haberme hecho fuerte ante la adversidad en mis primeros años.
De a poco fui combinando mis experiencias personales con los momentos en que comencé a escuchar algunas cosas en mi casa que me fueron dando la pauta de que mis padres andaban en temas complicados. La presencia de personas desconocidas en horas poco habituales, los temores permanentes de mi padre de encontrar a tal o cual persona en la calle o en reuniones, guardar grandes sumas de dinero en cajas fuertes ocultas en la vivienda en lugar de llevarlas al banco y algunas conversaciones que escuché cuando dejaba la puerta abierta de mi cuarto mientras conversaban en el living.
Decidí no dar muchos datos acerca de mis amoríos con las niñas dispuestas a besarse conmigo porque lo importante de la historia era la relación con mis padres. Así que espero no defraudar a mis lectores que esperan con cierto morbo las descripciones de relaciones lésbicas. Además, ustedes, lectores míos, ya tienen por bastante sabido lo que hacemos mis novias y yo.
En tanto, lo notable es que contra toda suposición el “grupo ampliado” no volvió a realizar alguna nueva orgía colectiva. Nos veíamos casi todos los días pero no se habló del tema y luego supe porque, pero no me voy a adelantar.
De todas maneras teníamos actividades en conjunto, además de ir a cenar a Kittýs, y una de ellas fue bastante insólita. Los partidos de futbol que solíamos tener los domingo, antes del asado, comenzaron a ser conocidos y se acercaba gente a ver y disfrutar del espectáculo. Por ello no tardó en llegarnos un desafío. Las chicas del equipo del club al que le alquilábamos la cancha nos retaron a un partido, solo femenino, de salón. Nosotras, inconscientes, aceptamos y se programó para un domingo, como no podía ser de otra manera.
Como los equipos son de cinco jugadoras de inmediato conformamos el nuestro Marga, Keiko, Esther, Silvia y yo y llevamos a la recepcionista de Marga y una de las chicas del plantel administrativo de la fábrica, como reemplazantes por cualquier cosa que sucediera.
Desde temprano estuvimos haciendo algunos movimientos en la cancha, jugar en la superficie lisa de cemento es mucho más cansador que en el pasto, pero nos teníamos fe. Se juntó bastante gente para vernos y alentar a ambos equipos. Entre el público estaban además de, lógicamente, el señor Yamura y su esposa, también el señor Nogueira con su cónyuge.
Por supuesto todo estaba pactado según las reglas del Futsal y teníamos un árbitro que dirigía. La duración de juego seria de dos tiempos de veinte minutos cada uno.
El partido por suerte era breve porque creo que si duraba un poco más hacíamos el papelón de nuestras vidas. Nos pasaron por encima. Resultaba hasta gracioso ver cómo nos quitaban la pelota con tanta habilidad que nos sorprendía. Terminamos cinco a uno. Nuestro gol lo hizo Keiko con un cabezazo increíble luego de saltar a la par de una defensora y ganarle la altura, a pesar de ser más bajita.
Al terminar el partido todas las jugadoras, las rivales y nosotras nos abrazamos en medio de la cancha. Saltamos de alegría y a alguna se le fue la mano metiéndola en los glúteos de otra, o sea a mí. Pero era todo alegría y festejo y terminamos en franca amistad con esas chicas tan hábiles que finalmente, luego de las duchas fueron invitadas por el señor Yamura a compartir el asado.
Pero, luego, un hecho inesperado nos reivindicó. Fue cuando un muchacho se llegó al sitio del asado pues era hermano de una de las jugadoras del club, pidió permiso y se acercó adonde estamos todas dándole a la cerveza y los choripanes. Tenía un celular en la mano y se lo entregó a su hermana que lo tomó y lo miró unos segundos, luego le dio vuelta y me lo mostró a mí. En la pantalla se veía el video que estaba circulando en las redes sociales donde se nos veía en la trepada al monte Huaschan.
-¿Son ustedes?- Preguntó la jugadora.
-Si- Respondió Marga.
-¡Wow! ¡Es increíble!- Exclamó la jugadora y se dedicó a mostrarles el video a todas sus compañeras.
De inmediato nos convertimos en celebridades. De todas maneras supe que a mí ya me conocían pues otra jugadora se me acercó y me dijo.
-Yo sé que la gente nos considera brutas por que jugamos al futbol, pero yo leo mucho y he leído varios de su libros. Me encantan-
Le agradecí el elogio.
Fue una hermosa tarde. Al rato ya nadie se acordaba del resultado del partido. Nos habíamos divertido y eso era lo importante.
Regresamos las cinco a nuestro edificio y subimos a la terraza ver la puesta del sol, para variar tomando mate con scones. Conversamos de muchos temas, hicimos planes para el futuro. Cada vez considerábamos más a nuestras nuevas amigas, ya no del “grupo ampliado” sino como parte de nuestras más cercanas amistades.
A veces la miraba a Silvia y pensaba como son las vueltas de la vida. Éramos amigas a los diecisiete años y las circunstancias nos alejaron. Nunca había dejado de pensar en que algún día podría volver a verla. Y ahí estábamos, de nuevo amigas y ella tan hermosa.
Siete
Otra actividad que teníamos un tanto abandonada desde hacía tiempo fue el buceo y los paseos en crucero. De modo que organizamos uno para la semana siguiente e invitamos a Esther, Silvia y Jacobo.
Esa mañana de sábado estuvimos los seis, temprano en el muelle para tomar el barco.
Esther y Silvia estaban exultantes. La primera, había hecho alguna excursión en crucero pero, como lo reconoció, no la disfrutó debido al excesivo control de su padres. Silvia nunca estuvo en un barco. Y Jacobo tuvo la oportunidad de hacer algún crucero pero se negó debido a las mismas razones por las cuales su hermana la pasó mal.
De modo que aquí están los tres como niños con juguete nuevo. Zarpamos en medio de un mar absolutamente calmo y en poco tiempo llegamos a la isla de Los Lobos distante solo a unos once kilómetros. Fondeamos en la costa menos expuesta al oleaje y decidimos zambullirnos a hacer buceo. Ni Silvia, ni Esther , ni Jacobo tenían la más mínima experiencia, por ello tuvimos la precaución de invitar también a Paul, nuestro entrenador que aceptó gustoso porque dice que se divierte mucho con nosotras.
Mientras él enseñaba los detalles a tener en cuenta en una zambullida, mis novias y yo nos pusimos los trajes de neopreno y el chaleco con los tanques y en pocos minutos ya estábamos buceando a unos ocho metros de profundidad, observando la exuberante fauna marina y algún que otro lobo que nos pasaba más o menos cerca pero que teníamos la prudencia de evitar. A veces son juguetones y curiosos pero suelen tener también mal carácter.
Al rato bajaron las novatas y el novato, junto con Paul, nos agrupamos y realizamos varios recorridos por alrededor del barco y acercándonos a la costa. Por supuesto que ninguna, incluido Jacobo, se salvaron de la broma de que les tomemos de los pies cuando estaban distraídos y saltaran de susto.
Después de casi cuarenta y cinco minutos de excursión submarina regresamos al barco. Por supuesto Esther y Silvia nos retaron por las broma de los pies.
-A todas nos pasó- Le respondí y lo tomaron a broma como es lógico.
Una vez que acomodamos los equipos de buceo en la cubierta para que se sequen regresamos lentamente hasta la isla Gorriti. Realmente estábamos disfrutando del paseo, la temperatura era agradable aunque no es normal para esta época del año que habitualmente ya debía haber comenzado con los fríos del otoño. Seguramente es el famoso calentamiento global.
Una vez que llegamos frente a la isla, fondeamos frente a Playa Honda. Había una cantidad bastante importante de cruceritos, veleros y lanchas pequeñas, como suele ser costumbre en pleno verano. Y en la playa también gente disfrutando del oleaje.
Las dos camareras que acompañan al capitán, comenzaron a servir la comida en la mesa de cubierta al aire libre. Estábamos protegidos del sol por una lona que daba un fresco agradable al sitio. Nos acomodamos y comenzamos el almuerzo. No quisimos que las camareras y el capitán se sintieran como empleados a nuestro servicio y los invitamos a acompañarnos. Dudaron un poco hasta que dije.
-Vamos, que nadie va a contar nada y nos van a hacer sentir mejor-
Y se asociaron a la comida. Fue un momento muy agradable que compartimos charlando, cantando y bromeando, además de comer.
Luego, las camareras levantaron la mesa y también tuvieron que acceder a que le ayudáramos. Una vez todo ordenado nos acomodamos en diversas partes de la cubierta. Yo me quedé cerca de la popa estirada en un largo sillón de tapizado blanco. Estaba sumida en mis pensamientos cuando se sentó Silvia a mis pies.
-Quería agradecerte por la invitación, la estamos pasando genial-
-Esa era la idea-
-Además te quería preguntar algo-
-Decime-
-Todas esas cosa que hicimos el otro día y que me resultaron fascinantes, ¿las hacen habitualmente?-
-Si, ¿por?-
-Porque fue todo muy loco y nos enseñaron cosas que nunca habíamos imaginado hacer-
-¿Y ahora, las van a hacer?-
-Si, te voy a contar algo. Esther compro vía internet, sogas, dildos, mordazas y latiguillos-
-Vaya, no se van a privar de nada-
-De nada. La penetración anal que me hicieron fue una experiencia impresionante, pero lo que me hizo volar la cabeza fue estar atada y amordazada, sin posibilidad de defensa y siendo azotada, por eso termine llorando de placer-
-Si, vimos tu reacción y la de Esther. Pero ustedes tienen el fetiche de lamer los pies-
-Si, eso es lo único que hacíamos además de lo usual, y pensar que nos creíamos una pervertidas totales, solo por eso-
-Siempre se aprende algo nuevo-
-Ya lo creo. Ah! Y también me quedaron marcas de mordidas, eso también me gustó-
-No sé si te diste cuenta pero la que te mordí fui yo, es mi debilidad, a Marga y Keiko las dejo marcadas por todo lados cuando hacemos el amor-
-Silvia se quedó unos segundos mirando hacia la lejanía. Seguramente estaba pensando en algo. Luego dijo.
-Pensar que podíamos haber hecho estas cosas cuando éramos unas pendejas (jóvenes)-
-No sé. Además del hecho de que vos te hacías la heterosexual yo no tenía tanta experiencia y en esa época era bastante básica-
-Bueno, pero más vale tarde que nunca. Esther y yo la estamos pasando genial con todo lo que aprendimos de ustedes-
-Por eso no hubo un nuevo intento de orgia-
-Si, seguro, pero no va faltar oportunidad-
-Seguro, anda con cuidado que por ahí te viola alguna lesbiana insaciable.
Y nos reímos.
En el resto del día dimos vuelta a la Isla Gorriti y volvimos al puerto. Bajamos del barco y abonamos el servicio, Esther, Silvia y Jacobo intentaron pagar su parte pero no los dejamos.
-Fue una invitación nuestra- Les dijimos.
Luego, cargando nuestros bolsos y otras pertenencias, nos separamos. Las chicas fueron a su casa y de paso dejaban a Jacobo en el edificio donde alquila un departamento mientras dura la obra.
Nosotras volvimos a casa raudamente a darnos una ducha y cambiarnos de ropa, pues esa noche ya teníamos arreglado una cena para las seis en Kitty´s.
Ocho
Desde que se iban mis novias a sus trabajos hasta la tardecita cuando volvían para la sesión de mate, yo me encerraba en mi estudio y escribía. Dado que muchas veces era difícil coordinar horarios no estábamos teniendo los encuentros para almorzar. Solo muy de vez en cuando me tomaba un respiro e iba a lo de mi marchand y hasta un día pasé por la obra para ver como avanzaba.
Ese día me encontré por casualidad con el señor Nogueira que estaba inspeccionando el avance de los trabajos. Cuando me vio merodeando por la estructura de hormigón se acercó.
-Buen día, no esperaba verla por aquí-
-Si, yo tampoco esperaba verme por aquí pero estaba cerca y pasé a curiosear-
-¿Qué le parece?-
-Impactante. Es notable ver cómo van creciendo las tres torres al mismo tiempo-
-Esto es consecuencia de su consejo cuando estábamos en los cimientos-
-Me alegra haber aportado algo bueno-
-¿No le gustaría trabajar con nosotros? Además tengo entendido que han hecho una fuerte amistad con mi hija-
“Si supieras”, pensé
-Le voy a confesar algo, me hice escritora para no trabajar-
-Ja, Ja, usted es una fuente de sorpresas. Pero no me va a negar que esto le gusta. Por eso estudió para ser Maestra Mayor de Obras-
-Veo que conoce mi historia-
-Inevitable, mi esposa aparte de leer sus libros junta cuanta nota periodística encuentra acerca de usted-
-¡Vaya! No lo hubiera imaginado-
Y así recorrimos juntos toda la construcción. Le pregunté sobre técnicas que veía e incluso me pidió opinión sobre varios temas. Fue una mañana interesante.
Pero debía volver a mi libro. Claro que en ocasiones hay interrupciones, agradables por suerte. Recibí un llamado de Yuzu.
-¡Hola, Alexia sempai!- dijo su voz juvenil y cantarina desde el otro lado del mundo.
-Hola reina. ¿Cómo andas?-
-¡Bien, genial! Acá todos estamos bien. Antes que nada un comentario. Después del Zoom en el que nos presentaron a sus nuevas amigas, todas se quedaron fascinadas por la belleza de Silvia-
-Si, parece ser lo usual- Respondí.
-Le llamo por que el señor Akiyama tuvo una conversación con el editor de usted y le habló de un libro que estaba en proceso-
-Ja, ja, Parece que mi editor ya quiere vender mis libros aun cuando no están escritos. Vos lo dijiste, está en proceso. No creo que tarde mucho, lo digo para que se calmen las fieras-
Le tocó a Yuzu reír.
-¿Y de que se trata?-
-De la relación con mis padres en mi niñez y adolescencia-
-Una historia de amor-
-No, justamente todo lo contrario, de terror-
-¿Tan terrible fue?-
-Si-
-¿Y no es doloroso revivir esa situación?-
-Si, lo era, pero ya me he vengado de esa situación y escribir es como sacar todo afuera y desprenderme de ello para siempre-
-Una cura-
-Así es-
-No le voy a negar que ya me están dando ganas de leerlo-
-Paciencia. Ya lo van a tener pronto. Y por milésima vez no me trates de usted-
Rio Yuzu y después de hablar de otros temas cortamos. Seguí trabajando en el libro aunque las interrupciones no cesaron. Estaba en mi balcón con una taza de café en la mano cuando vi parar en la entrada del edificio una camioneta de la empresa constructora de Nogueira. La sorpresa fue ver bajar de la misma a Silvia, tan hermosa como siempre enfundada en su calzas negras y una musculosa, para variar, del mismo color.
Le di un grito desde arriba y levantó la vista saludándome.
A los pocos segundos tocó el timbre y le abrí con el portero eléctrico. Dejé abierta la puerta de mi departamento y me volví al balcón. Cuando se asomó por la puerta preguntó
-¿Puedo entrar?-
-Si, dale, estoy acá afuera-
Llegó junto a mí y nos dimos un beso en la boca. Nada sensual ni romántico, solo un beso.
-¿Queres café?-
-Si, me vendría bárbaro-
Cuando volví con su taza seguí interrogándola.
-¿Cansada?-
-Bastante, pero feliz con el avance de la obra-
-¿Y qué te trae por acá?-
-Podría decirte que vos, pero en realidad estaba aquí a dos cuadras viendo a un proveedor y me dije, podría pasar por lo de las chicas a saludar-
-Las chicas están en sus trabajos-
-Si, lo imaginé. ¿Y vos, en que andas?-
-Escribiendo-
-¿Una novela?-
-La tórrida relación con mis viejos-
-¡Uh! ¡Eso es todo un tema!-
-Si, pero lo voy llevando bien. Lo bueno es que las editoriales sabiendo del tema andan más ansiosas que de costumbre-
-No es para menos…la famosa lesbiana contando como sus padres se ponían locos cuando salió del closet-
-Algo así-
-¿Y vas a contar de tus novias de la infancia?-
-Básicamente no, no voy a dar nombres. Lo interesante es como reaccionaban mis viejos-
-Genial. Espero verlo pronto publicado-
Tomamos otra taza de café y de pronto ella se levantó del sillón y dijo
-Es hora de que siga con el trabajo. Realmente fue un placer verte. ¿Tus novias se enojarían si te visito de vez en cuando?-
-Pregúntaselo a ellas, ja, ja-
-Ni loca. Y a propósito…me dejaste flor de marcas con tus mordidas-
-Sorry-
Y la acompañe hasta la puerta. Nos dimos otro beso en la boca como despedida.
Nueve
En medio de una de las conversaciones que tenía con mis novias les relaté de la visita inesperada de Silvia. Como siempre preferí contarles yo antes de que se supiera por otro lado y creyeran que lo mantenía oculto a propósito. Debo decir que no se sorprendieron.
-¿Vino a seducirte?- Preguntó Marga.
-No, al parecer solo pasaba por acá y “vio luz y entró”-
-Bueno, no es extraño, es una amiga- Dijo Keiko.
-Confieso que me sorprendió, pero solo estuvimos sentadas en el balcón tomando un café, hablando de la construcción de los edificios y del libro y nada más. De pronto dijo que tenía que seguir trabajando y se fue. Eso sí, me dio un “pico” cuando se despidió, pero en ningún momento se insinuó ni nada por el estilo-
-¿Te contó que andan haciendo con Esther todas las cosas que aprendieron con nosotras?- preguntó Marga
-¡Ah! Si, el día que paseamos en el crucero. ¿Ya lo sabían?-
-Si, Esther me lo contó. Se ve que están entusiasmadas-
-Ahora que recuerdo dijo algo de que todavía tenía las marcas de mis mordidas-
-¡También! Si sos terrible cuando te pones cachonda. Yo también tuve marcas tuyas- Manifestó Keiko.
Días después, terminé de escribir el libro.
No era que no lo supiera pero ahí comprendí el germen del odio que tengo por la sociedad sudaca ya que mis padres eran producto de esa sociedad enferma que fui conociendo cada vez más y que, a la larga, me llevó a vivir a otro país. La justicia ya había dado su veredicto y con todas las pruebas que tenía, más las que aporté, su condena fue rápida teniendo en cuenta lo lenta que suele ser para dar veredictos.
Claro que los políticos involucrados ya estaban muertos, pero yo quería venganza y la logré. Culminar el libro era cerrar esa etapa oscura de mi vida y cuando escribí la última palabra recordé lo que me dijera Yuzu. Ya me sentía curada.
En cuanto terminé de leerlo con detenimiento se lo mandé a mi editor. La respuesta fue asombrosamente rápida. Se lo había acabado en una noche.
-¡Esto es oro en polvo! ¡No te imaginas el revuelo que va a causar!- Gritó cuando atendí su llamado telefónico.
-Bueno, me alegro, así podes ganar más dinero- le dije riéndome.
-Ya estoy trabajando en la revisión y en cuanto la tenga te mando la prueba de galera. ¿Qué ponemos en la tapa?-
-Una foto mía, nada más-
-¿Y el titulo?-
-Una adolescencia que hubiera preferido olvidar-
-¡Genial!-
-Y no te olvides que tenes que mencionarte como colaborador en la portada del libro- Le dije
-No te preocupes, no tenía intenciones de hacerlo, cuando te lo dije solo era una broma- Respondió.
-Yo te lo prometí y cumplo mis promesas- Insistí.
-Bueno, pero no en la portada, lo hare en las páginas interiores-Concluyó
Mi editor estaba tan apurado que antes de la prueba de galera me envió el modelo de la tapa. El motivo era que si yo se la aprobaba comenzaría de inmediato a promocionar el libro aun antes de estar editado. La aprobé. Me gustó la foto que eligió entre varias que en una ocasión me habían hecho en un estudio fotográfico y aprobé su trabajo. Dos días después me mandó la prueba de galera que también aprobé y solo otros dos días pasaron para enterarme de que ya había enviado una sinopsis a los editores en Londres, Paris, Madrid y Roma. Y , por supuesto al país donde al parecer soy más popular, Japón.
Me llamó Yuzu para avisarme que el señor Akiyama ya tenía una copia en su escritorio y que esperaba que lo leyera a la brevedad. Todo estaba sucediendo muy rápido. Mucho más que con otros libros.
-Si esto sigue así vas a pasar al nivel uno de la literatura- Manifestó Marga-
-Yo creí que ya estaba allí- Respondí riéndome.
-Vas camino al Nobel- Comentó Keiko.
-Voy a decir esto aunque sé que nunca lo lograría, pero en verdad no me interesa-
No agregaron nada más porque saben que es cierto. Los premios Nobel son, para mí, arreglados de antemano. Salvo quizás los que se refieren a las ciencias, pero el de literatura y el de la Paz están viciados por la política oportunista. Algo de lo que me di cuenta cuando supe que se lo dieron a Pérez Esquivel en 1980, muchos años antes de que yo naciera, en plena época de las dictaduras militares en Latinoamérica o a Barack Obama en 2009 mientras estaba sosteniendo una guerra en Medio Oriente.
La noticia corrió rápido, tanto en Sudacalandia como en Uruguay. Me llamaron de varios programas de radio y de televisión para que diera entrevistas en cuanto saliera el libro. Yo me hice rogar. Invariablemente contesté que lo pensaría. Con quienes me comprometí fueron los directivos del Centro Cultural Castillo del Alquimista de Montevideo para efectuar allí la presentación formal del libro ya que cuando dimos a conocer el libro escrito por las tres fuimos muy bien recibidas y atendidas. Ellos también hicieron publicidad con el futuro evento para asegurarse la presencia de una gran cantidad de público lo que llegó a oídos del presidente Lacalle Pou. Lo supe al recibir un Whats App de su parte.
“No se aún si podré concurrir a la presentación de su nuevo libro, pero quiero que sepa que apoyo su obra literaria que en esta ocasión parece ser muy interesante por los comentarios que he oído. Desde ya le expreso mi admiración y deseos de buena suerte”
Le contesté.
“Agradezco su mensaje y de todas maneras considérese invitado. Serian un gran honor para mí su presencia pero quiero que sepa que tendrá un ejemplar del libro a su disposición”
Cumplida esa formalidad y dado que comenzaba un tiempo en que los que debían trabajar eran otros, hasta que llegara el momento de las entrevistas, decidí que era momento de relajarme. Al mismo tiempo mis novias ya estaban entrado en una etapa de menor actividad. Marga nos comunicó que ya tenía vendidos el ochenta por ciento de los departamentos, lo que hacía muy feliz al señor Nogueira, y había delegado muchas tareas en Jacobo quien cada vez estaba más entusiasmado con su actividad de vendedor y Keiko, cumplidas con todas las reuniones y entrevistas con clientes norteamericanos solo le quedaba poner en marcha la producción solicitada lo que ya había dejado en manos de los encargados.
En nuestro edificio se sucedieron algunos encuentros con Silvia y Esther pero sin el desenfreno sexual de aquella vez. Solíamos juntarnos los sábados para almorzar y luego departíamos por la tarde mientras escuchábamos música y bailábamos. No hubo otra salida en barco ni buceo pues, finalmente, el otoño hizo su presencia y bajó la temperatura, pero lo que más nos obligaba a permanecer a resguardo fue una sucesión casi imparable de lluvias, debidas al fenómeno del Niño, según los meteorólogos, lo que me hacía acordar a un capítulo de Cien años de soledad. De todas maneras disfrutamos ese clima que colaboró para que permaneciéramos junto a nuestras amigas.
Diez
No tuve mucho tiempo para relajarme del todo. En lo que parecía una segunda etapa de la repercusión sobre la cercana presentación del libro también me llegaron algunos pedidos de entrevistas desde Europa, las que prometí realizar vía Zoom.
Pero, por supuesto, la noticia que estaba esperando con más impaciencia debía provenir de Japón. Y llegó, primero a través de un llamado de Yuzu para avisarme que el señor Akiyama estaba literalmente enloquecido con el tema y que ya había dado orden de editar de inmediato para lo cual combinó con mi editor la manera en que iban a realizar la tapa.
Un rato después me llamó el jefe de Yuzu. Se disculpó por no haberlo hecho antes pero ocurría que andaba de gira por Europa presentando los trabajos de su editorial. En ese momento estaba en Roma y me contó que había estado leyendo el libro durante los ratos libres del viaje pero que ya había dado orden de publicarlo lo más rápido posible.
Y por supuesto me pidió que fuera a presentarlo en el país del Sol Naciente. Asegurándome además que tenía ofertas de varios sitios culturales de diversas ciudades, además del suyo, para hacerlo. Le contesté que estaba muy agradecida pero le pedí que tratara de coordinarlo para no tener que pasar muchos días en Japón ya que tenía mucho trabajo en Uruguay. Me prometió organizarlo.
En realidad no tenía nada concreto que hacer, pero como ya sabía que se me avecinaba una temporada de mucha actividad lo único que quería luego era descansar, descansar y descansar.
A la mañana siguiente recibí un llamado de mi editor. Era para avisarme que en la organización de la Feria del Libro ya se habían enterado de la pronta publicación del libro y de su temática y estaban interesados en que lo presentara en el evento. Me negué rotundamente.
-No pienso pisar tierra sudaca- Le respondí a mi editor.
-Van a insistir- Me alertó.
-Deciles eso y que ni sueñen con que yo cruce el rio solo para darles un poco de publicidad-
Tal como lo imaginé y me advirtió mi editor insistieron. Le llamaron dos veces. Finalmente le dije que les pasara un mail que suelo usar en lugar del oficial solo para casos especiales y que me escriban si tienen tantas ganas de conectarse conmigo.
Y lo hicieron. Debo reconocer que con bastante amabilidad me rogaron que presentara mi libro en la Feria. Pero, claro, su amabilidad no me convencía y además tengo mi decisión tomada desde hace mucho tiempo por lo que redacté mi respuesta.
“Señores, la labor que ustedes hacen promocionando el libro es encomiable. Pero, como autora, tengo todo el derecho y la libertad de elegir qué hacer con mis creaciones. Me fui de Argentina con la intención de no regresar a raíz de las lamentables políticas del gobierno anterior, al que su director todavía admira. Y además sé que puedo estar expuesta a algún acto militante y no es mi intención seguir su juego. Igualmente gracias”
No hubo más contacto. Por un lado pensé que corría el riesgo de que boicotearan mis libros pero por el otro lado, sabiendo cómo funcionan ciertas mentes, estaba segura que me serviría como publicidad adicional. El morbo vende.
Y me dio la razón el hecho de que el presidente Milei también desistiera de presentar su libro en la Feria por razones de seguridad.
En tanto mi editor había hecho una tirada de pocos ejemplares para repartirlos rápidamente entre aquellos periodistas que habían manifestado interés en el libro. Eso, obviamente, significó que comenzaran los llamados para confirmar las entrevistas. Decidí atender a todos, por vía telefónica las radios y por Zoom a los canales de televisión. Por suerte, y porque era de esperar, los que me llamaron eran todos afines total o parcialmente al gobierno actual. No se hizo ver ningún militante del gobierno anterior. No voy a cansarlos relatando entrevista por entrevista pero puedo decir que el interés sobre el relato pasaba por varios puntos. Primero, mis relaciones lésbicas, segundo, como lo tomaron mis padres, tercero como comencé a sospechar de sus actividades y como recogí la información y finalmente sobre mi decisión de colaborar con la justicia. Esto era lo que más llamaba la atención. Debo aclarar que obvie mencionar mi jugada de los anónimos, no sea que me viera envuelta en algún delito.
Mis padres supieron de la publicación pero no abrieron la boca, según quienes estaban custodiándolos. Mutismo absoluto de su parte. Era evidente que habían comprendido que haberme tratado como me trataron durante mi niñez y adolescencia tenía su precio y no les quedaba más remedio que pagarlo.
Pero también supe que sus padres, o sea mis abuelo paternos, casi mueren de sendos infartos por el disgusto. Resulta que ellos, a pesar de ser retrógrados e intolerantes, habían tenido una vida honesta en cuanto a sus negocios y que se supiera de lo corrupto que había sido su hijo los llenó de vergüenza ante sus amistades, todas ellas de las altas esferas de la sociedad.
Pero ya estaban muy viejos y no me importaba lo que les sucediera. Tanto era así que inesperadamente recibí un llamado de mi abuelo y lo atendí con toda naturalidad.
-Has llenado de vergüenza a la familia- Me dijo de entrada.
-Yo creo que está equivocado señor. El que llenó de vergüenza a la familia fue su hijo-
-No tenías necesidad de haber contado todo lo que cuentas en el libro-
-¿Usted que sabe? O mejor dicho, usted lo sabe. Usted y su esposa fueron su cómplices cuando mi padre y mi madre me hicieron la vida imposible humillándome como me humillaron. ¿O quiere que cuente eso también?-
-¡No, por Dios!-
-Bien. Esta es la última conversación que hemos tenido. Realmente me hubiera gustado tener unos abuelos normales, con hermosos recuerdos como tienen la mayoría de los niños, pero ustedes eligieron ser intolerantes y hasta violentos. Todo se paga. Espero que al menos lo recuerde cuando sienta de cerca la muerte-
Y colgué. Nunca más supe de ellos.
La publicación del libro comenzó siendo un éxito aun antes de la presentación formal que haría en Montevideo. Y no solo se trataba de que contaba mis experiencia sexuales sino que por que el periodismo comenzó a recordar en varias notas aquella época en que mis padres habían hecho su mayores actos de corrupción con los funcionarios del gobierno del patilludo riojano. El político X también estaba purgando prisión domiciliaria y se negó a dar ninguna entrevista pero como es sabido, nadie resiste un archivo y salieron a la luz algunos datos que complementaban lo que yo contaba en mi obra.
Algunos argentinos que todavía andaban dando vueltas por Punta del Este me paraban en la calle y me felicitaban por mi valentía. Firmé varios ejemplares allí donde me encontraban. Realmente no imaginé la repercusión que tendría mi denuncia.
Mis novias y la “comunidad ampliada” estaban orgullosas de mí. No paraban de mencionar que me conocían ante la admiración de quienes los escuchaban. Como me vaticinó Marga, mi popularidad dio un salto enorme. Hasta influyó en la venta de mis cuadros por lo que me informó mi marchand.
Estaba en la gloria. Solo faltaba el acto de la presentación formal y saber de la repercusión que tendría en Europa y, sobre todo, en Japón. Esperé con impaciencia
Once
Una tirada de prueba en Japón se agotó en pocas horas. En Europa andaban más lentos con las traducciones. Pero yo debía hacer la presentación formal y, como lo adelanté, sería en el Castillo del Alquimista.
Ese día fui con Marga y Keiko a Montevideo en el taxi aéreo de costumbre y nos alojamos en el Punta Trouville como la vez anterior cuando presentamos el libro escrito por las tres y donde nos recibieron como reinas.
Durante el día salimos a hacer algunas compras, solo por pasar el tiempo, y cuando se acercaba la hora subimos a la habitación para cambiarnos de ropa. Yo no tenía muchas ganas de vestirme de soirée y por ello me puse unos pantalones super ajustado blanco y una suéter negro, liviano de mangas tres cuartos, lo suficiente para abrigar sin cargarme con kilos de ropa. De calzado una botas cortas de gamuza marrón claras con tacos aguja.
En cuanto llegamos fuimos guidas por una empleada que nos llevó hasta el salón de recepción. Antes de entrar al salón principal me retuvieron los periodistas, algunos eran del otro lado del rio. Me atosigaron a preguntas, de las cuales pude responder muy pocas pues todos hablaban al mismo tiempo.
Estaba en eso cuando llegaron Esther, Silvia y Jacobo que no tuvieron que hacer la fila dado que como hija de quien es, nuestra amiga entra en todos lados con trato preferencial. También llegó el matrimonio Nogueira pues era impensable que la madre de Esther faltara al evento. Mis novias también entraron y, por suerte, la guía me alejó de los periodistas y nos encaminamos al salón principal.
Cuando entré no podía creer lo que veía, el lugar estaba lleno, con gente parada en los pasillos. Al subir al escenario el aplauso fue tan estruendoso que me sentía una rock-star. Saludé con la mano y me senté en un sillón. Frente a mí estaba el director del lugar que iba a presentarme.
Esta vez demostró que había leído, al menos lo más sustancial del libro e hizo una buena presentación. Breve y didáctica. Luego me pasó el micrófono.
-Buenas noches. Lo único que lamento decirles es que este libro ya está spoileado, pues conocen el final. Que yo estoy aquí con ustedes- Dije a modo de saludo e inicio qué causó gracia entre los presentes.
Conté como había decidido escribirlo y algunas anécdotas sin dar mucho detalle, solo para generar curiosidad. Lo más impactante entre el público fue el dato de que yo había colaborado con la justicia para juntar pruebas. La pregunta recurrente era si no me arrepentía.
-Lean todo el libro y van a encontrar la respuesta a eso- Contesté.
No estaba el presidente Lacalle Pou pero envió un gran ramo de rosas y una nota con felicitaciones y buenos deseos.
“Alguno va a pensar que tenemos un romance” Pensé.
Después de una serie de preguntas del público que, por suerte, trataban sobre el libro y no sobre la situación política actual se terminó la ceremonia. Y me dirigí al salón contiguo para firmar ejemplares. Casi se me acalambra la mano pues era una cantidad increíble los que me presentaron. Todo el mundo quería una selfi o decirme algo, en un momento creí que no terminaba más. Por supuesto que no faltó la señora de Nogueira, mi fan número uno, que también me regaló un ramo de flores, un poco más modesto que el del presidente. Y no cesaba de decirle a todo el mundo que yo era su amiga.
Cuando, al fin pude terminar con las firmas el director me avisó que en otro salón estaba esperándome la prensa para una pequeña conferencia y luego había algo de comer y tomar. Eso ultimo me pareció muy apropiado.
En la conferencia me sacaron montones de fotos. Les pedí a mis novias que estuvieran conmigo, por ello fue que Marga se me acercó y me dijo al oído.
-Te lo dije, subiste de nivel-
-Entonces, de ahora en más deben tratarme como una diosa—
-Si, esperá sentada…ja, ja-
En este ámbito las preguntas se trataron más de política y la situación del país. Los lobos estaban sedientos de mis opiniones bizarras y les di el gusto en varios párrafos de respuesta, a saber.
1-Si, es cierto que la situación por ahora se ve muy dura. Pero lo que no puede decir nadie es que no lo sabíamos. ¿O acaso pensaron que Milei exageraba?-
2-Yo lo voté. Pero siempre deje en claro que las elecciones del 2023 no eran solo un cambio de gobierno, era la oportunidad de echar para siempre al populismo retrogrado, corrupto y empobrecedor y si para eso había que votar a un mono suelto con una navaja yo lo votaba…y bueno…apareció Milei-
3-Hay muchos “don nadie” que se la pasan protestando por el precio de los rabanitos, se quejan, se quejan, se quejan pero ni oírlos de hacer una propuesta-
4-A niveles más altos, políticos, militantes, sindicalistas, empleados públicos, empresarios amigos de ex gobierno la protesta se puede entender. Están defendiendo sus intereses corruptos-
5-Me importa un rábano lo que digan en España de Milei, allí gobierna una manga de impresentables corruptos y traidores a la patria, como aquí lo son la “reina polenta” y “chirolita”-
6-La runfla populista está empezando a darse cuenta que si a Milei le va bien no vuelven más, por eso están desesperados-
7-No soy militante de Milei. Quienes me conocen saben que no milito para nadie, es mi mayor orgullo. Ser militante o ideologizado o políticamente correcto es sinónimo de cabeza quemada-
Y si, los deje felices con un montón de títulos para los noticieros y los portales de Internet. El señor Nogueira, su esposa, Jacobo y nuestras nuevas amigas se acercaron a saludar. El director del sitio nos invitó a pasar a un salón más privado donde, pocos, festejaríamos el éxito de la presentación. Se habían vendido todos los libros y había una lista de espera bastante numerosa. Como el centro cultural tenia, ofrecido por mí, un porcentaje en las ventas, estaban exultantes.
Comimos algunos bocadillos y solo un vaso de vino. Keiko me confirmó que nuevamente teníamos una mesa en Trouville. Allí estaríamos las tres más Jacobo, la “comunidad ampliada”, el matrimonio Nogueira y mi editor que llegó tarde debido a una demora en los vuelos.
Caminamos la cuadra hasta el hotel cruzándonos con gente que me saludaba. para alegría de mis novias algunos recordaban la anterior presentación del libro en conjunto y también les pidieron autógrafos. En cuanto entramos le maître nos guio hasta la mesa que tenían preparada.
Nos sentamos. El sommelier le iba a hacer probar el vino al señor Nogueira pero éste me señalo a mí y le dijo.
-La señora es la homenajeada-
-Si, pero como usted es el varón mayor…- respondió el mozo.
-Esas son antigüedades. Ahora el mundo es de las mujeres…no de las feministas…de las mujeres-
Y caté el vino.
Doce
La cena fue agradable, amena y además sustanciosa en comida y bebida. Realmente disfruté del momento. Las conversaciones fueron interesantes e intensas. Se habló de todo, de construcciones, de política, de películas, de libros, de música y nuestras vidas. Tras el café estábamos tan entusiasmados por el buen momento que pasábamos que no nos levantábamos de la mesa pero el maître se acercó a avisarnos que el restaurante estaba por cerrar pero que podíamos pasar a la confitería que suele estar abierta hasta mucho más tarde.
De manera que nos trasladamos a otro piso y nos acomodamos allí, sentados en grandes sillones, con una escasa luz que llamaba a la intimidad y munidos de vasos de whisky o copas de coñac según el gusto de cada uno.
En el momento de acomodarnos el señor Nogueira se sentó a mi lado.
-Hay algo que quiero preguntarle- Me dijo.
-Dígame-
-De lo poco que sé de su libro usted es lapidaria con la actitud de su padres para con usted y por sus negocios espurios y le comprendo, no es para menos…- Comenzó diciendo.
-¿Entonces?-
-…que yo quisiera saber qué opinión tiene usted de mi pues he comprendido, sobre todo en estos últimos tiempos que no he sido un buen padre para mi hijo y mi hija-
-¿Tanto le preocupa?-
-Usted me abrió los ojos-
-No, no he sido yo. Han sido las circunstancias. La sucesión de un numero de hechos que fueron dándose y de personas que han intervenido y su propia percepción al darse cuenta que estaban sucediendo cosas novedosas en su vida y en la de sus hijos-
-¿Usted cree?-
-Por comenzar le diré algo, en principio y según lo que he oído y leído sobre usted por ahí, en los medios usted no tiene una pizca de corrupto y además, ha sido considerado con la orientación sexual de sus hijos, eso ya lo pone en un plano totalmente diferente al de mis padres. Por seguir es probable que haya cometido algunos errores como padre, ¿Quién no? Y eso es lo que parecía visto desde un plano superficial. A nosotras también nos pareció que Jacobo era un bueno para nada hasta que Marga tuvo el olfato para darse cuenta de que ocultaba una innegable capacidad para los negocios, especialmente para la venta. Lo sorprendente fue saber que él estaba haciendo el papel del tonto a propósito para no convertirse en alguien como su hermana y esperando el momento de demostrar su valor, lo que logró trabajando con Marga-
-Ahí fallé como padre por no darme cuenta-
-No se acuse, en realidad demostró que no era ningún tonto y en cuanto a Esther debo reconocerle que pensábamos que iba a ser una chiquilla caprichosa, ricachona con ínfulas de genia y resultó todo lo contrario pues si buen está notablemente preparada técnicamente no vacila en pedir consejo y escuchar. Solo hizo lo que usted esperaba de ella y muy bien pues no es de aquellas personas que sacan chapa de apellido y creen que con eso les basta. Es estudiosa, responsable y además, una gran amiga-
-Usted me da una gran tranquilidad-
-Es que es como le digo, el único fallo fue que no se comprendieron entre ellos hasta que a través de este trabajo que están haciendo con los edificios comenzaron a conocerse uno al otro como realmente son y ahora colaboran no solo como profesionales sino como hermanos. Están recuperando el tiempo perdido-
-Y todo gracias a que un día me enteré que Marga era la dueña de los terrenos y luego aparecieron el resto de ustedes-
-Es la vida-
En ese momento me di cuenta que nuestra conversación que había iniciado entre los dos estaba siendo seguida atentamente por los demás que escuchaban en silencio. Los miré y me reí.
-Che, ¿no se puede tener una conversación privada?- Pregunté todavía en medio de la risa lo que provocó la distensión y más carcajadas.
El señor Nogueira se puso de pie y tomó a su esposa de la mano.
-Bien, es hora de que los viejitos vayamos a la cama. No se acuesten tarde por que produce arrugas en la piel- Dijo sonriendo y se fueron a su casa montevideana.
El “grupo ampliado” más Jacobo y mi editor nos quedamos conversando. Yo no paraba de observar al hijo de Nogueira que, evidentemente estaba tratando de seducir a mi editor. Los miraba y me sonreía para mis adentros. “Estos dos van a terminar en la cama” pensé y no pasaron muchos minutos cuando se levantaron, se despidieron del resto de nosotras y se fueron juntitos.
Así que en esa penumbra de luces rojas de las lámparas de mesa quedamos solo las lesbianas.
-Sospecho que si nos quedamos todas juntas esto va a terminar en una orgia- Dijo Esther
Las demás reímos con ganas.
-Lo dudo, yo estoy agotada y lo único que quiero es dormir- Dije.
Esther y Silvia se levantaron de su asientos y se tomaron de la mano.
-Vamos a pasarla noche en casa de papá. Mañana volvemos a Punta en su avión, ¿no quieren venir?- Dijo Esther
-No, gracias, ya tenemos contratado el taxi aéreo, pero no va a faltar oportunidad-
-Seguro- agregó Silvia
-No se olviden a Jacobo- Manifestó Keiko.
-Y si no se despierta a tiempo va a tener que ir en ómnibus- Dijo riendo Esther.
-¿Saben dónde está?-
Si, supongo que en el departamento que tiene en la ciudad. De todas maneras lo voy a llamar al celular.
Y así se fue la otra parejita. Marga, Keiko y yo terminamos nuestras bebidas y subimos a la habitación. Realmente estábamos agotadas. Solo nos dio tiempo de sacarnos toda la ropa y caer en la cama.
Al otro día pedí el desayuno en la habitación. Lo tomamos en el balcón, por supuesto que ya estábamos bañadas y vestidas. El poco frio que hubo días anteriores desapareció y continuaba el clima cálido y húmedo. Por eso salimos al aire libre.
-Ahora te queda Japón- Dijo Keiko instaurando un tema que me tenía preocupada
-Si, tengo que ver que organizó el señor Akiyama, pero aquí la cuestión es…¿Van a poder venir conmigo?-
-Yo estimo que sí. La venta de los departamentos esta casi terminada y puedo dejar a Jacobo y a mis socios al cargo- Dijo Marga.
-Yo también. La producción que exportamos a Estados Unidos está en marcha, mi gente es muy capaz y además…lo tengo al viejo- Manifestó Keiko.
-Bien, organicémonos- Concluí.
Trece
En el taxi aéreo, de regreso a casa le pregunté a Marga.
-¿Tus viejos eran turcos, no?-
-Si, de Estambul-
-Pero vos sos nacida en Argentina-
-Si-
-¿Y nunca tuviste curiosidad por conocer Turquía?-
-Tal vez, pero ¿adónde vas con eso?-
-Pensaba, en voz alta. Siempre vamos a Japón y Keiko tiene la oportunidad de visitar su tierra, por eso me preguntaba si no estaría bueno que en alguno de nuestros viajes también vos pudieras hacer lo mismo, digo, solo eso-
-Y…estaría bueno, pero no quiero obligarlas a nada-
-Vamos, ya sabes que aquí nadie obliga a nadie, yo también quisiera conocer Turquía- terció Keiko sumándose a la conversación.
-Entonces, creo que va siendo hora de que hagamos ese viaje- Manifesté.
-¿Ahora?- preguntó Marga-
-Si, ¿why not?- Pregunté.
-De todas maneras no haría ese viaje por que quería a mis padres, lo haría simplemente porque dicen que Turquía es lindo. Para decir verdad los turcos no me flipan y, como saben, de mis viejos no tengo el mejor de los recuerdos- Aclaró Marga
-Es tu decisión, solo fue una idea que me atravesó el cerebro- Manifesté.
-De acuerdo, siempre va a ser bueno ir a otros lugares donde no tenga que ver más que ojitos rasgados- Dijo Marga, tratando de hacer enojar a Keiko, pues esa es su diversión.
Pero Keiko no se enojó y así fue acordado que luego de las presentaciones de mi libro, haríamos un paseo por la tierra natal de los padres de Marga.
Al otro día recibí de Yuzu un mail detallando el itinerario que debía hacer en Japón. Tokio, Osaka y Kioto. Y luego, para variar, reunión en lo del abuelo. Los hoteles estaban todos reservados excepto en la capital donde nos alojaríamos en el departamento de Yuzu y Mei. de allí en más yo organicé el resto del recorrido por Turquía. Ya comenzaba a respirarse aire de viaje
-Las vamos a extrañar-Dijeron casi a dúo Silvia y Esther cuando se enteraron.
-No te preocupes, siempre volvemos- Respondió Keiko.
-Pero antes tenemos algo que festejar- Dijo Marga imprevistamente y agregó -¿O es que acaso no va a cumplir más años?-
-¡Cierto!- Dije dándome una palmada en la frente.
-¿Qué? ¿Te habías olvidado de tu cumple?- Preguntó Silvia.
-¡No! El de la diosa Harumi que cumple el mismo día que yo-
Y tomando el celular la llamé sin más demora, En Japón están adelantados doce horas y ya era día 12 en el hogar de las Taniguchi.
-¡Hola! ¡Feliz cumpleaños!- Escuché la voz de la diosa antes de que yo pudiera decir nada.
-¡Hola! ¡También para ti, reina!-
-Me tomaste justo, estaba buscando el celular para llamarte Alexia sempai-
-Trasmisión de pensamiento hasta las antípodas- Dije
-Eso demuestra el poder de las taurinas- Manifestó Harumi.
Hablamos de varios temas, les pasé el celular a mis novias y a nuestras amigas de la “comunidad ampliada” y todas le desearon felicidades por turnos.
Luego de la animada charla y cuando cortamos Silvia dijo.
-Que hermosa mujer es Harumi-
Una reina alabando a otra, pensé.
No se trataba de que había olvidado mi cumpleaños pero, inmersa en la vorágine de todos los últimos sucesos no pensé en ello. Pero mis novias lo recordaron muy bien. Organizaron, sin decirme nada, una reunión en casa, en el piso de Marga donde invitaron a cuanta conocido encontraron por la zona.
Así fue que estuvieron presentes Silvia, Esther y Jacobo, el matrimonio Nogueira y el matrimonio Yamura, la infaltable Azumi, mi editor, mi marchand, la recepcionista de Marga, sus socios el matrimonio de arquitectos y las secretarias de Keiko.
Y como habían organizado todo cronométricamente tuvimos un Zoom con Japón, con todos los presentes de este lado y casi toda la banda que estaba con Harumi del otro lado del mundo. Fue un momento muy emotivo.
Todo comenzó temprano. Dado que justamente era domingo mis novias me despertaron con el desayuno en la cama, luego nos vestimos para ir al asado en lo de Yamura. Mis novias se cuidaron de no comer mucho e insistieron en que yo también me cuide. Hasta ese momento tenía la sospecha de que algo estaban tramando pero no sabía que.
Luego del asado, regresamos a casa y allí lo vi todo. El piso de Marga estaba adornado con guirnaldas de colores que atravesaban todo el living y el comedor.
-La fiesta es de sencillo. Así que de pantalones y blusa solamente- Me aclaró Keiko.
Y en ese momento tuve conciencia de lo que me esperaba. Al rato comenzaron a llegar todos los invitados. Cuando pude reaccionar ya tenía una montaña de regalos.
Sirvieron unas mesa de autoservicio, así cada uno tomaba lo que deseaba. Me saqué innumerables selfis con todos. Brindé una y otra vez y me besé en los labios con varias, incluso las más inesperadas.
En medio del bullicio recibí un Whats App del presidente Lacalle Pou que supo del festejo porque Marga le avisó. Le contesté agradeciendo su felicitación.
De más está decir que me sentía muy feliz. Rodeada de un montón de personas que son parte de mis afectos y olvidando, por unas horas, la miseria del mundo. Cantamos, reímos y bailamos hasta mas no poder. Keiko había conseguido un karaoke y nos la pasamos desafinando por turnos y riéndonos unos de otros. Hay momentos en que el ridículo no cuenta.
A pesar de que la noche estaba fresca salimos a ver el paisaje desde la terraza. Ya estábamos a la altura de los postres y yo tenía un poco de alcohol en sangre, ja, ja…Debió ser por eso que no sentía el frio.
Estaba improvisando unos pasos de un baile árabe cuando sonó mi celular. Era Yuzu. Me llamó la atención el llamado por que hacia un rato que habíamos estado en contacto.
Atendí.
-¡Hola Alexia sempai!- Gritaba la hermosa rubia.
-Hola ¿Qué pasó?- Pregunté.
-Casi nada. Como de costumbre, mi jefe mandó un ejemplar al Estudio Wit y van a comunicarse con usted por si está de acuerdo en hacer un manga-
-Gracias por la noticia-
-Si, quería dársela como un regalo de cumpleaños-
Después de cortar me quedé pensando. Tenía demasiada suerte en mi vida. ¿Suerte o trabajo? Supongo que ambas cosas. Bueno, talento también, ¿o no?
De manera que debíamos agregar una pasada por el Estudio Wit en el gran viaje que nos esperaba.
Catorce
Al día siguiente de mi cumpleaños recibí otro llamado que me emocionó, era la diosa de Gabriela Sabatini. No tenía presente la fecha pero la había leído en una nota periodística y después de averiguar mi teléfono con mi editor me hizo llegar sus felicitaciones.
-Feliz cumpleaños, preciosa- Me dijo de entrada y yo me derretía.
-Gracias, no te imaginas el placer de escuchar tu voz- Contesté.
-Llego un poco atrasada-
-No te preocupes. Me ha hecho muy feliz tu llamado-
-Un día de estos tendríamos que encontrarnos y charlar-
-¡Por mí, encantada! Desde ya estas invitada a mi casa en Punta del Este. Ahora estoy por viajar, estaré varios días en Japón pero a mi regreso te llamo-
-De acuerdo-
-¡Ah y otra cosa! Seguro estaré muy ocupada con los preparativos y no quiero olvidarme. Desde ya te deseo un muy feliz cumpleaños a vos también-
-Gracias, preciosa. Espero tu llamado para visitarte-
Y nos despedimos.
-¿Quién era?- Preguntaron casi a dúo Marga y Keiko.
-¡La Gaby Sabatini! La invité a venir cuando volvamos de Japón-
-¡Genial!- Exclamaron ambas.
Cuando comienza la etapa de los preparativos de un viaje el tiempo corre más rápido. Marga y Keiko se ocuparon de dejar sus trabajos en orden, delegando las tareas en sus subalternos. En el caso de mi japonesita en realidad lo hizo en su padre que si bien esta gozando de su retiro, disfruta hacerse cargo de la empresa al menos cada tanto.
-Supongo que esta vez no piensan andar escalando montañas- Me dijo en una ocasión.
-Pierda cuidado, sabemos que Dios te protege solo una vez en la vida-
-Curiosa conclusión- Respondió riendo.
El día de la partida hicimos lo de todos los viajes, fuimos en el auto de Marga hasta el Aeropuerto del Carmen. Después de bajar las valijas y colocarlas en el taxi aéreo, guardamos el vehículo en el hangar. Partimos de inmediato a Montevideo donde llegamos a los pocos minutos. El vuelo que teníamos reservado a Japón era por LATAM. Hicimos todo check in y abordamos el avión. Nos tocaron los tres asientos juntos así que no teníamos necesidad de andar caminando por los pasillos para poder conversar entre nosotras.
Treinta y una horas de vuelo. Ya me he acostumbrado a estos intervalos de mi vida en donde me resigno a hacer nada. Las películas no eran de mi mayor agrado, así que en cuanto cenamos me dedique a dormir.
De todas maneras alguna caminata tenía que hacer por el pasillo para estirar las piernas. Así que di un par de recorridas. En la primera de ellas observé a una señora, de unos cincuenta años, leyendo mi último libro con total atención. Estaba tan absorbida por la lectura que ni siquiera notó mi presencia, ni cuando me detuve a su lado para trata de ver por qué capitulo iba.
No sucedió lo mismo en mi segundo paseo. Estaba caminando en sentido contrario a los asientos cuando, por algunas pequeña distracción, levantó la vista y me vio. En primera instancia creo suponer que le estaba pareciendo una fantasía o un sueño, verme ahí a dos metros de ella. Y tras esos pocos segundos de duda, reaccionó. Se paró de su asiento y vino hacia mi raudamente.
-¡Alexia Montes!- Exclamó mientras me abrazaba con todas sus fuerzas.
El resto del pasaje nos miraba asombrados, algunos me reconocieron también, pero otros se preguntaban quién era yo y el porqué del entusiasmo de esa señora.
Pero no les duró mucho la duda pues mi admiradora exclamó en alta voz.
-¡Es Alexia Montes, la mejora escritora latinoamericana de la actualidad!-
Y mientras tanto levantaba mi libro en su brazo extendido.
Hubo algunos aplausos que agradecí. La señora me pidió que le autografiase el ejemplar y comencé a buscar una lapicera entre mis bolsillos. Como no encontraba ninguna se acercó Keiko trayéndome la birome. Le firmé el libro con una dedicatoria a nombre de Angelica. La mujer estaba fascinada, no dejaba de abrazarme y decirme que había leído todos mis libros, que apoyaba mis ideas en política y, de pronto, también se confesó lesbiana.
La miré y no pude resistir la tentación de hacerle una broma.
-¿Estas segura?- Le pregunté.
-¡Por supuesto!- Respondió con énfasis.
-Bueno…me alegro que lo tengas claro. ¿Pareja?-
-No, por ahora. Me voy a mudar a Japón y espero encontrarla ahí-
-¿Por qué en Japón?- Pregunté azorada y luego una idea me atravesó la mente
-¿No te estarás basando en mis libros para deducir que en Japón es fácil conseguir una pareja lésbica?- Volví a preguntar.
-¡No! ¡Obvio!- Respondió pero no me dejó muy convencida.
-¿Sos argentina?- La seguí interrogando.
-Si, pero me voy , allí no se aguanta más, no tengo trabajo estable, la inseguridad está cada vez peor, ya ni podía pagar las expensas. Decidí intentar en Uruguay pero me salió la oportunidad en Japón y no lo pensé dos veces, soy técnica en biología y allá en Argentina nadie le da bola a la investigación científica-
-Pero no crees que con el cambio de gobierno eso puede cambiar?-
-No le tengo fe a Milei, aparte los peronchos (peronistas) nunca terminan de irse y le van a hacer la vida imposible-
-¿Y el idioma?-
-Lo sé cómo para manejarme, y luego aprenderé más. Soy buena para eso, hablo inglés y francés-
-Bien, entonces te deseo la mejor de las suertes. Si necesitas algo en Japón escribime un mail a la cuenta que está en la contratapa del libro. Conozco algunas personas que podrían ayudar en algo, pero, ojo, yo no hago recomendaciones-
-Te agradezco mucho. Y ¿te puedo hacer una pregunta?-
-Si-
-¿En realidad, ¿vos le tenes fe a Milei?-
-Ni un poco, pero lo prefiero antes que a los peronchos-
Y así terminó mi charla con la insólita compañera de viaje. Volví a mi asiento y seguí durmiendo.
En Haneda, el Aeropuerto de Tokio, nos estaba esperando una camioneta para llevarnos directamente a la casa de Yuzu y Mei. El chofer hizo un llamado apenas nos acomodamos en el vehículo y me pasó el teléfono. Era Yuzu que quería disculparse en nombre suyo y de Mei por no haber podido ir a recibirnos. Le agradecí su atención y luego me explicó que Ume esperaba en el piso para acomodarnos pues estaba en un pequeño periodo de vacaciones.
-A Yuzu le perdono todo- Le dije a mis novias cuando colgué.
Quince
En pocos minutos llegamos, a pesar del tránsito, al edificio donde viven Yuzu y Mei en un piso y Ume y Shou en otro. La genial madre de Yuzu nos estaba esperando en el piso de las niñas. En cuanto entramos, dejamos las valijas a un lado y nos estrechamos en fuertes abrazos con ella. Siempre me encanta volver a verla. Para mí es una mujer excepcional.
Nos guio hasta la habitación de huéspedes, de muy buen tamaño, con vista a la bahía de Tokio. Señalándonos una cama matrimonial y otra de una plaza dijo mientras sonreía.
-Me imagino que la cama chica no la van a usar, ¿no?-
-Acertaste- Dijo Keiko.
-Lo sospechaba- Manifestó y volvió a reír.
-Por eso le compraste la cama matrimonial a las chicas- Le dije.
-Ja, ja, si, por eso, de todas maneras tardaron bastante en usarla como corresponde-
-¿Lo hiciste a propósito?- Preguntó Marga.
-Por supuesto, si no las empujaba un poco todavía andarían en los prolegómenos- Respondió Ume.
Después de tan insólita conversación nos entregó una tarjeta para entrar al departamento y nos invitó.
-Esta noche, cena en el piso de arriba, ustedes y las chicas. Tendremos una reunión de mujeres-
-¿Y Shou?- Pregunté.
-En Tailandia, ayudando a abrir una par de escuelas para Lady Boys-
-¿Escuelas especiales?-
-Si y no, en realidad, escuelas con personal preparado para no ser discriminativos y que ayuden a las alumnas, pero además podrán ir niños que no sean lady Boys-
-¿Y…perdón por la pregunta, pero… que sabe Shou de eso?-
-Nada, solo tiene que preparar un plan de estudios y entrenar a los profesores. De la parte sociológica se encargará otro profesional-
Una vez que Ume nos dejó solas lo primero que hicimos fue darnos un baño. Luego nos vestimos cómodas, con pantalones y blusas amplias y zapatillas. Estuvimos un largo rato en el balcón observando el paisaje urbano hasta que decidimos subir al piso de Ume.
Nos recibió como si fuera la primera vez que nos veía. Abrazándonos con fuerza.
-No se imaginan lo feliz que me hace que estén aquí- Dijo.
-El sentimiento es mutuo, Ume san- Dijo Marga.
-Te ayudamos con la comida- Le ofrecí. Manifestó.
Y así fue que entre todas acomodamos platos y cubiertos, o mejor dicho palillos.
-Las chicas llegaran en pocos minutos. Recién me enviaron un mensaje- Dijo Ume.
Al rato se oyó el ruido de la puerta y en un segundo las chicas Aihara estaban abrazadas a nosotras. Mei más seria pero Yuzu no dejaba de gritar de contenta. Yo sentía placer en tener ese hermoso cuerpo entre mis brazos y me hacía tan feliz escuchar al solcito cuando irradia alegría.
-La comida ya está, pero si tienen ganas de trabajar pueden ayudarme con la mesa-
Ume nos ofreció cervezas para acompañar la comida. Pero solo a nosotras porque Mei y Yuzu no toman alcohol. Ellas prefieren te frio o bebidas aromatizadas pues tampoco toleran las bebidas gaseosas. Manejarnos con los palillos nos está resultando más fácil cada vez y realmente disfrutamos de una sustanciosa comida a base de pescado y pollo con salsa muy suaves.
No paramos de conversar contándonos todas las novedades. Seis mujeres juntas pueden llegar a ser como una bandada de cotorras. Mei y Yuzu insistieron con lo bella que es Silvia, nuestra amiga de la “comunidad ampliada” y se asombraron con la novedad acerca de que jugamos futbol.
Les pregunté por el abuelo.
-Ahí anda, siempre igual. Activo, escribiendo otro libro acerca de personajes famosos de la Era Edo, eso lo mantiene vivo y con la mente activa- Contestó Mei
-Y por supuesto que está deseando verlas cuando terminen con la gira de presentación- Agregó Yuzu.
-Yo también tengo muchas ganas de volver a verle- Manifesté
-La última vez que estuvieron fue un aquelarre- Opinó Ume.
-Si, lo recordamos, algunas mujeres que estuvieron presentes nos siguieron escribiendo mails- Dijo Keiko.
-¿Admiradoras?- Preguntó Yuzu.
-Supongo, pero ninguna se nos declaró- Respondí.
Y todas reímos.
Una vez terminado el postre, un riquísimo helado de frutilla y chocolate, ayudamos a la dueña de casa a desarmar la mesa y lavar la vajilla. Cuando terminamos Ume nos repartió otra tanda de latas de cerveza y nos quedamos conversando. La temperatura estaba agradable por lo que salí al balcón a ver el paisaje nocturno.
De pronto sentí una voz a mi lado.
-Hermoso, ¿no lo crees?-
Era Ume. La miré.
-Si Tokio tiene el encanto de parecer una gran colmena silenciosa-
-Hum, Una descripción original-
Y, de pronto cambió de tema.
-¿Tan terrible fue tu vida en la niñez y adolescencia?-
-¿Leíste el libro?-
-Si, y te puedo asegurar que me asombra que seas hoy una mujer fuerte y dueña de sí misma después de todo lo que pasaste-
-Si, es que la adversidad no me venció, sino más bien me fortaleció-
-Eso se ve-
Y es por eso que admiro a madres como tú, como la madre de Keiko o como la madre de una nueva amiga que tenemos allá, Esther, que son comprensivas y cariñosas y que apoyan a sus hijas justamente para evitarles, en la mayor medida posible, sufrimientos innecesario-
-Es que eso es lo que debe hacer una madre, proteger y educar para cuando salgan al mundo-
-El problema es que hay muchas madres y padres que no piensan así- Dije
-Si, allá afuera la vida es terrible. Es la colmena silenciosa porque hay mucha gente que no puede hablar-
Nos quedamos mirando el interminable mar de luces que por un lado llega hasta el horizonte y por el otro se pierde en la negrura del Mar de Japón. De a poco se fueron acercando las demás. Ume levantó su lata de cerveza.
-Brindo por el mayor éxito de tú libro, aunque fue escrito desde el dolor-
La abracé
-Gracias- Le dije.
Dieciséis
En la mañana siguiente desayunamos en el departamento de Ume por invitación de ella. Yuzu y Mei debían irse temprano a sus obligaciones y nosotras nos quedamos conversando con la dueña de casa que estaba en un pequeño periodo de vacaciones.
Dado que la presentación del libro era esa misma noche teníamos un día para haraganear un poco de modo que invitamos a la mama de Yuzu a pasear con nosotras.
-Estaba pensando ir de compras hoy- Dijo Ume.
-¡Genial! Vayamos todas de compras- Opiné.
Marga y Keiko estuvieron de acuerdo.
-¿Y adónde vamos?- Pregunto Marga.
-¡A 109 por supuesto!- Exclamó Ume.
Y así fue que bajamos a la calle y tomamos un taxi que nos dejó en el cruce de Shibuya. Primero pasamos a dejar un flores en la estatua de Hachiko frente a la estación del tren. Luego caminamos lentamente, entre medio del ir y venir de una marea de peatones, hasta la puerta de entrada del más famoso Shopping de Tokio.
Nos recorrimos todos los pisos. Ume se compró varias prendas y una par de zapatillas. Mis novias y yo solo una vestido cada una y algo de bijou. Luego nos detuvimos en la confitería a tomar un café con masas dulces.
-Realmente estoy disfrutando este paseo. Salvo cuando podemos coincidir , de vez en cuando, con Yuzu y Mei, siempre hago las compras sola, por eso me siento feliz de hacerlo con ustedes- Dijo mientras degustaba una masa con chocolate.
Regresamos al edificio. Ume fue a su piso y nosotras al de las chicas a descansar antes de la presentación. Una siesta reparadora y una ducha nos dejaron como nuevas. Elegimos vestidos largos y zapatos con tacos altos aunque estuviéramos incomodas bien valía la pena mostrar nuestra elegancia.
A la hora señalada llegó la camioneta del Centro a buscarnos e invitamos a Ume que venga con nosotras. En pocos minutos estábamos en la puerta. La cantidad de personas haciendo fila eran un buen augurio. Bajamos del vehículo y de inmediato fui reconocida y también mis novias por el libro anterior. Por ello recorrimos los pocos metros hasta la entrada firmando autógrafos y compartiendo cientos de selfis.
El salón estaba lleno como nunca. Todas las veces que he presentado mis libros en Japón creo que la concurrencia ya ha llegado a un nivel máximo, pero en cada nuevo evento puedo constatar que en cada ocasión hay más gente. Los había parados en los pasillos, y también sentados cerca del escenario.
Yuzu nos recibió en el pasillo que da al salón.
-Esto está de locos, me parece que va a tener que venirse a vivir a Japón, Alexia san-
Me dijo aferrándose a mi brazo.
Tras de ella apareció el señor Akiyama acompañado del señor Nakatake del Estudio Wit. Se acercaron a saludarme.
-Me he tomado el atrevimiento de invitar al señor Nakatake pues están muy interesados en el libro- Dijo Akiyama.
-Genial, me ahorran un viaje hasta el estudio- Dije riendo.
-Siempre será bienvenida- Manifestó Nakatake
-¿Vamos?- Pregunto Akiyama señalando la entrada al escenario.
-Vamos- Respondí
Y entramos en el salón principal por la puerta lateral que da al proscenio. El aire se llenó de un estruendoso aplauso. Todavía hoy me sigo asombrando de la recepción que tengo en el País del Sol Naciente. Caminamos hasta el centro. Nos acomodamos en los sillones ya dispuestos y el anfitrión tomó un micrófono y presentó al director del Estudio notificando al público que habría un manga con una versión reducida del libro.
Luego me presentó a mí y volvieron los aplausos. Nos dieron un micrófono a cada uno y comenzó la charla. Akiyama hizo una breve reseña de que se trataba el libro, algo que me pareció graciosos pues calculando a ojo creo que el noventa por ciento del publico ya tenía el libro en sus manos. De todas maneras resultó interesante el resumen del editor y si alguien estaba indeciso de seguro compraría un ejemplar.
Una vez terminada su presentación se dirigió a mí y comenzó una charla interesante que todo el público siguió en un silencio casi religioso.
-Es un libro fuerte. Mas que otros que ha escrito, quizá porque en esta ocasión habla de su vida abiertamente- Dijo Akiyama.
-En todos los libros, aun en las novelas fantásticas uno pone parte de sí en alguna situación o en algún personaje, en este caso puse mi nombre y apellido y relaté una situación real que fue muy dura para mi-
-¿Y lo sigue siendo?-
-No, supongo que me debía escribir esta historia pero no es ni catarsis ni venganza. Solo sentí que había llegado el momento-
-He leído algunas noticias de su país y sé que sus padres están presos por corrupción y que usted aportó pruebas para ello-
-Si, esta contado en el libro. Pero las pruebas que yo aporté no fueron importantes para la causa, al menos dado el hecho de que ya estaban, por otros medios, en poder de la justicia-
-¿Y por qué la justicia tardó varios años en actuar?-
-Porque siempre es así en Argentina y supongo que en otros países donde no hay reglas claras. La justicia va detrás del poder político y obra según quien está en el gobierno-
-¿Habrá políticos presos por estar asociados con sus padres?-
-Los políticos cómplices están todos muertos salvo uno que también estaba en la mira de los jueces pero sé que está mal de salud y a lo sumo tendrá una prisión domiciliaria…-
-Igual que sus padres-
-Si, pero eso ya no me importa. Tienen para comer y bañarse todos los días. Ya no podrán llevar la vida rumbosa que tenían cuando se llenaban los bolsillos de plata sucia pero están vivos-
-¿El problema que tenía con usted era por su orientación sexual?-
-Si, pero no era todo. Prácticamente se puede decir que nací accidentalmente y no se animaron a hacer un aborto. Pero, aparte de mis aventuras lésbicas juveniles lo que más le molestaba era mi presencia. Me escondían en las fiestas que daban y jamás me llevaron a alguno de sus viajes por el mundo. Debía quedarme en la casa, cuidada por alguna persona de la servidumbre, que, afortunadamente fueron bastante cómplices conmigo, puedo decirlo ahora-
-Realmente es fuerte el tema- Opinó el director del Estudio Wit.
-¿Y usted cree que le hubiera tocado otra vida si sus padres hubieran sido más abiertos de mente y más cariñosos?- Preguntó Akiyama.
-No creo. Me crie luchando contra la adversidad, lo que me fortaleció para enfrentarme a los avatares de la vida. Debo reconocer que nunca, en la sociedad, me encontré con oposición a mi persona por ser lesbiana. O…bueno…no demasiada, pero nunca fue tan férrea como la de mis padres. Pero eso me hizo fuerte, hasta creo que quizá les debería estar agradecida por ello- Dije riendo
Una risa que se contagió a todo el salón.
-Pasando a un tema más general. ¿Por qué cree usted que es tan popular en Japón?-
-No sé, dígamelo usted-
El señor Akiyama rio por mi respuesta.
-Bien, hablando seriamente, creo que por que cuando por pura curiosidad me asomé a su cultura fui muy respetuosa con ella en mis libros, digo…supongo-
-Yo creo que es así- Manifestó Akiyama y luego agregó.
-Lo que me llama la atención es la forma demográfica en que usted es popular en el mundo. Es muy popular aquí, ahora se le está abriendo el mercado en Corea, Viet Nam y Tailandia y hasta he recibido algunos comentarios de China, pero para quienes saben inglés y luego le sigue Europa toda en grado de popularidad, pero lo sorprendente es lo que sucede en Estados Unidos y en Latinoamérica donde sus libros son casi como un bien escaso, atesorados pero muy poco numerosos sin editoriales locales que los impriman. ¿A qué se debe ello?-
-Bueno…Europa fue mi primer escala después de haber hecho “algo” de fama en Argentina. Paris, Madrid, Roma fueron mis primeros sucesos y ellos, además de otros países han mantenido nivel constante de venta de mis libros, sin llegar a convertirse en best sellers pero con buen suceso. Lo de Japón ya lo expliqué y el acceso a países cercanos es casi lógico. Estados Unidos es un mercado que ni mi editor ni yo nos tomamos el trabajo de explorar y en Latinoamérica, salvo Uruguay, donde vivo, y Argentina, en el resto de los países me ignoran, muchos me odian por sus ideologías políticas y francamente ni me preocupan-
El reportaje siguió varios minutos y era interrumpido cada tanto por fuertes aplausos. Luego, una vez terminado, el señor Akiyama invitó al público a pasar a un enorme salón contiguo done firmaría mis libros, lo que, francamente, me llevó mucho tiempo y un brazo agotado.
Antes de ello saludé a todo el grupo de amigas que había ido a presenciar la presentación. Allí estaban las infaltables, Harumi, Mitsuko, Maruta, Matsuri, Sara y Nina, Momokino y nada menos que el abuelo, quien me recordó la reunión en su casa a nuestro regreso de Kioto y Osaka.
Estaba en medio de la firma de ejemplares cuando se acercó el señor Akiyama a decirme que luego habría una cena en mi homenaje en un salón de un piso superior. Estaríamos solo mis novias, Ume, Mei y Yuzu, el señor Akiyama y el señor Nakatake.
Cuando terminé la firma de ejemplares mis amigas japonesas que seguían rondando por ahí haciendo sociales volvieron a acercarse. Continuamos con la charla un rato.
-No se imagina la alegría de volver a verla-Me dijo Harumi.
-Y yo de encontrarlas a todas ustedes- Repliqué.
-Supongo que iras a la reunión en lo del abuelo Ahiara- Me interrogó Mitsuko, la única que me tutea
-¡Si! No pienso perdérmela. Ver al viejo es un honor para mí-
Y después de una larga despedida subí con mis novias al primer piso. Allí nos esperaban los ejecutivos Akiyama y Nakatake. La mesa estaba servida con todo detalle de protocolo, muchos cubiertos y varias copas que nunca aprendí a usar como lo dictan las normas, pero, habría que improvisar. En realidad creo que nadie de los presentes conocía el uso de tanta vajilla.
La cena estuvo exquisita con varios platos de pescados y pastas. Un vino riquísimo que me obligo a preguntar de donde era.
-De Mendoza- Respondió el sommelier.
Conversamos de muchos temas, de los personales, de política, de negocios. Los japoneses están encantados conmigo y me tratan como si fuera la emperatriz.
Esa noche tuvimos sexo entre las tres en el hotel. Al otro día partiríamos para Osaka.
Diecisiete
A media mañana del día siguiente ya estábamos camino a Osaka. La camioneta del Centro nos llevó hasta la estación Shinagawa donde tomaríamos el tren bala Tokaido Sanyo Shinkansen que nos dejaría en nuestro destino en tres horas en la estación Shin Osaka. El tren iría muy rápido pero podríamos ver algo del paisaje por eso desechamos ir en avión.
Gran parte del paisaje fueron los suburbios de Tokio que parecían no terminar más, también pudimos ver algo de la campiña y en un sector las vías iban paralelas a la costa lo cual nos posibilitó observar el mar.
En la estación nos estaba esperando una limosina que nos llevaría al Osaka Toin High School donde se haría la presentación. El recorrido hasta el colegio duró unos cuarenta minutos y en el trayecto atravesamos el rio Yodo. Dado que la presentación sería al otro día nos ofrecieron una habitación en los pisos superiores del mismo colegio lo que nos pareció una gran idea. El edificio principal es una enorme construcción de cuatro pisos de alto y en el que nos acomodaron era casi un hotel de cinco estrellas. Además había cancha de futbol, un campus con pista de atletismo y otros edificios alrededor del predio. Está ubicado casi en las afueras de la ciudad y tiene una hermosa vista de las montañas cercanas. En un predio vecino estaba el Simphony Toin, el sitio donde se haría la presentación.
En cuanto llegamos se presentó de inmediato el director del colegio el señor Aoki que con las acostumbradas reverencias se interesó por nuestra estadía, por si estábamos conformes con el alojamiento y además para informarnos que siempre habría un vehículo a nuestra disposición por si queríamos pasear por la ciudad. Le agradecimos todo y le dijimos que una vez que nos acomodáramos, para lo cual no íbamos a tardar mucho iríamos a hacer una visita al centro de Osaka. Nos dio el número de celular del chofer y después de decirnos que podíamos pedir comida en la cocina del colegio estaba totalmente a nuestra disposición.
-Hay sitios donde me parece casi un abuso gozar de la hospitalidad- Dijo Marga.
-¿Por qué?- Pregunté
-Es que la gente es tan amable que me da la sensación de que uno se está aprovechando de ellos-
-Coincido- Opinó Keiko.
Nos duchamos, nos pusimos ropa cómoda, llamamos al chofer y en pocos minutos estábamos saliendo rumbo al centro de la ciudad para una visita relámpago, solo para ver un poco a la pasada. Ya tendríamos dos días después de la presentación para otros paseos antes de ir a Kioto.
A sugerencia del chofer pasamos por varios parques, primero el Shirokita, con sus espeso bosque y un hermoso lago y luego el Yodogawa, con instalaciones deportivas de atletismo y beisbol, ambos a orillas del rio Yodo, más tarde pasamos por el Surumi y para finalizar por el Benten- Ike con un lago pequeño, para luego regresar al colegio. Ya estaba atardeciendo pero la temperatura era agradable por lo que antes de ir a cenar decidimos pasar por la cancha de futbol.
Allí sorprendimos a varios muchachos jugando lo que nosotros llamaríamos un “picadito” y nos quedamos viendo, hasta que sucedió lo impensable, una pelota llegó hasta nuestros pies y Marga la devolvió con un disparo certero a uno de los arcos sorprendiendo al arquero. Asombrados nos invitaron a jugar y accedimos. En un rato estábamos formando parte de uno de los equipos y la noticia corrió por el campus pues en pocos minutos teníamos un montón de público observándonos. Marga metió dos goles y yo uno mientras Keiko maravilló a los espectadores con sus desmarques y fintas.
Cuando nos cansamos salimos al costado de la cancha en medio de un fuerte aplauso, allí pudimos ver que hasta el señor Aoki estaba viéndonos
-Sorprendente, sorprendente- Murmuraba y luego haciendo una reverencia manifestó.
-Esto va a quedar en los anales de la historia del colegio-
Esa noche cenamos en un coqueto restaurante en el último piso del colegio donde fuimos el motivo de las miradas de todos los profesores y alumnos que usan las instalaciones en lugar de ir a sus casas a comer. En cuanto terminamos saludamos a todos con reverencias y nos fuimos a dormir, habíamos tenido un día muy movido.
En la mañana siguiente hicimos otro paseo por la ciudad. Esta vez paseamos por el Distrito Dotombori famoso por su restaurantes, luego pasamos por el acuario Kaiyukan donde el agua te rodea por todos lados inclusive por arriba y para terminar fuimos al Osaka Castle y su maravilloso parque. Regresamos con tiempo a fin de prepararnos para la presentación.
A la hora fijada entramos en el gran salón del Simphony Toin. Estaba absolutamente lleno. Mis novias se sentaron en la primera fila y yo subí al escenario donde me esperaba el señor Aoki.
-Ya no se si presentarla como escritora o como jugadora de futbol- Dijo riendo.
-Igualmente es un honor para mí- Respondí.
El público estaba expectante. Mantuvieron un profundo silencio mientras el director que evidenciaba haber leído el libro me hacia las preguntas usuales. De esas preguntas saque en claro que en primer lugar no comprendían el sistema de corrupción de Sudacalandia. O más precisamente, la impunidad de los culpables. Por lo tanto tuve que explicar esa realidad que tanto conocemos. Luego se centró en los problemas que tenían mis padres con mi orientación sexual, pero antes me preguntó si estaba dispuesta a hablarlo.
-Escribí un libro sobre ello. Estoy dispuesta- Contesté.
Tras analizar la situación y mi actitud hacia mis padres donde creí que me iban a criticar dado el sentimiento de apego que ellos tienen por la familia, por el contrario el señor Aoki manifestó que hubiera hecho lo mismo.
-El amor de un hijo no es automático, hay que ganárselo- Dijo sorprendiéndome.
Tras su sentenciosa frase dio la palabra a los jóvenes para que me hagan preguntas. Algunas versaron de política sudaca, lo que me demostró que estaban al tanto de las noticias. También me preguntaron sobre mi carrera literaria y sobre cómo había descubierto mi orientación sexual. Y no faltó el audaz que preguntó si era cierto que Marga y Keiko eran mis parejas. Además, tampoco se privaron de decir que estaban fascinados por nuestra demostración de futbol y preguntaron si jugábamos a menudo por lo que les conté lo que hacíamos los domingos en el club aledaño a la fábrica de Yamura.
Cenamos en el mismo restaurante pero con la compañía del señor Aoki y varios profesores. Era tanta la admiración que nos profesaban a las tres que ya resultaba empalagosa. Pero la pasamos genial y hasta hubo una sesión de baile tras los postres.
Los dos días siguientes aprovechamos a recorrer Osaka. Estuvimos en otros maravillosos parques e hicimos un paseo por el Rio Yodo.
Fueron unos días muy relajados pero nos esperaban en Kioto que no está muy lejos y por ello, como aquella primera vez que visité Japón para presentar mi primer libro decidí que iríamos en auto. El trayecto nos llevaría poco más de una hora.
Alquilamos un auto que nos entregaron en la puerta del colegio. Bajamos de nuestros aposentos y en el gran hall de entrada nos estaban esperando el director y un grupo de profesores además de una importante cantidad de alumnos. Nos aplaudieron, nos vitorearon y cuando ya nos íbamos el director me tomó de la mano y dijo.
-Ahí se está volviendo viral el video de ustedes jugando al futbol. Creo que van a hacerse más famosas.
Y nos despedimos.
Dieciocho
Manejar por las rutas y calles de Japón no es una buena idea. Pero no lo pensé cuando se me ocurrió ir conduciendo de Osaka a Kioto. El problema no es que el transito sea caótico o que los conductores sean desaprensivos, más bien todo lo contrario. Lo que sucede es que los japoneses manejan por la izquierda, como los ingleses, y para los que circulamos por derecha puede llegar a ser fuente de confusión. De todas maneras me las arreglé bastante bien porque el tiempo de viaje no fue muy largo y mis nervios lo resistieron.
De todas maneras no me era posible resistir a mis novias que, Keiko en el asiento de adelante y Marga en el de atrás daban grititos de placer cada vez que veían en sus celulares compartido el video de nosotras jugando al futbol. La noticia llego hasta Tokio desde donde toda la alegre banda de nuestras amistades hicieron comentarios en las redes sociales y felicitándonos en nuestras cuentas particulares.
-Lo único que falta es que nos pidan una exhibición- Dije en un momento.
Lo que por suerte parecía no ocurrir.
Por supuesto que la viralización llegó hasta Kioto. Era de suponer. Y hasta el instituto donde iba a hacer la presentación el Kioto Kuka Women´s University, una entidad privada pero con mucha importancia en el ámbito educativo de la ciudad que ocupa una gran cantidad de terrenos en medio de un vasto complejo cultural y , por supuesto, solo reservado para mujeres.
-Un sitio ideal para nosotras, me pregunto qué tan abiertos de mente son - Dijo Marga.
-Estuve aquí presentando mi primer libro sobre lesbianismo y gyarus y todos estaban muy interesados a pesar de que en aquella época yo era una doña nadie-
-Pero ahora te esperan con los brazos abiertos- Dijo Keiko mostrándome en su celular la página del instituto anunciando mi presencia con dos fotos mías, una muy seria con aspecto de intelectual y la otra pateando la pelota en Osaka.
Dejamos el auto en la sucursal de la agencia que nos lo alquiló y tomamos un taxi hasta el instituto. Cuando llegamos ante la entrada principal flanqueada por un lado por un moderno edificio y por el otro una hermosa casa antigua totalmente restaurada Marga y Keiko se quedaron mudas de asombro.
-¡Wow!, ¡Qué lugar!- Exclamó Marga cuando se repuso.
Y también antes que nos diéramos cuenta llegaron caminando ligero dos hermosas japonesitas que nos dieron la bienvenida en nombre de la dirección y se ofrecieron a llevar nuestro equipaje pues, tal como sucedió en Osaka también nos brindarían alojamiento en la sede.
-Las guiamos a su habitación y luego, a las diecinueve horas la directora las espera en su despacho. Pasaremos a acompañarlas- Dijo una de la niñas en perfecto inglés.
Y nos dejamos guiar. El edificio donde nos alojaban era también una vieja y hermosa casona donde, supimos después, suelen pernoctar los visitantes al establecimiento.
Al igual que en Osaka también nos ofrecieron una habitación para las tres.
-Esta no son ningunas ingenuas- Opinó Keiko.
-Me pregunto cuántas lesbianas habrá aquí- Dijo Marga.
-Seguramente muchas- Respondí yo.
A la hora fijada nos recibió la señora Yoshida. Impecable en su conjunto Chanel color crema. Por suerte nos habíamos vestido discretamente, con zapatos y no zapatillas ni calzas, pues íbamos a contrastar demasiado.
-Cuando usted vino hace algún tiempo por aquí yo era una simple maestra y no puedo olvidar el revuelo que provocó entre las jovencitas…-
-Espero que no haya sido para mal- La interrumpí.
-Todo lo contrario. Dio pie a que muchas alumnas hicieran sus tesis con sus ideas y se armaran debates muy amplios y saludables. Hubiera sido interesante tenerla aquí en ese momento-
-Bueno, es un honor y una sorpresa saberlo-
-Por eso la invitamos nuevamente a presentar otro libro suyo en nuestra universidad, ahora que es muy famosa en nuestro país. Las niñas están ávidas de su palabra y créame que la van a ametrallar a preguntas. Se lo digo para que no la tomen desprevenida-
-En ese caso, me gustaría que mis novias, aquí presentes, también formen conmigo un panel de respuestas. Entre las tres pensamos mejor-
-Será un placer. Su libro anterior, el que escribieron juntas también gustó mucho y sus novias no son desconocidas, también será un placer para las alumnas interactuar con ellas-
-Entonces está todo dicho- Manifesté.
-Bien, lo único que no puedo ofrecerle es un campo de futbol, aunque estimo que a más de una les hubiera gustado verlas jugar- Completó la conversación la directora mientras me estrechaba la mano.
Salimos del edificio y caminábamos hacia nuestro alojamiento cuando aparecieron las mismas dos mujeres que nos guiaran y se ofrecieron a llevarnos hasta el comedor. Aceptamos gustosas, el viaje nos había dado hambre.
Al llegar notamos que el restaurante era una hermosa recreación del periodo Edo. Parecía que nos hubiéramos transportado en el tiempo. Mientras admirábamos la decoración nos sentamos a la mesa. Las alumnas se quedaron paradas mirándonos.
-¿No van a cenar con nosotras?- Les pregunté.
-No lo tenemos permitido. La orden es no molestar a las visitas-
Y dieron media vuelta para irse, no sin antes señalarnos un edificio enfrente.
-Allí es su alojamiento, solo tienen que cruzar el sendero-
Y se marcharon.
La atención en el restaurante de la Universidad fue muy buena. Casi diría como la de un restaurante de cinco tenedores, (¿Existen los restaurantes de cinco tenedores o es invento mío?) Bien, lo que quise decir es que fue excelente.
No había mucho público en el salón pero , por supuesto volvimos a ser blanco de las miradas. Cuando nos dábamos cuenta saludábamos con un mohín o una sonrisa. Los japones no suelen ser muy demostrativos y la conducta extemporánea que solemos tener los latinos, les resultan un poco abrumadora.
Después de la cena salimos al jardín y luego de caminar un poco por los bien iluminados senderos nos fuimos a dormir. Al otro día nos esperaba la maratón de preguntas. Mis novias estaban contentas de participar.
Entre el desayuno, tomado en la cafetería y la merienda, también en la cafetería, hicimos un breve paseo por los alrededores que incluyó el cercano e impresionante templo de Kiyomuzi-Dera, rodeado por un hermoso y frondoso parque, caminos pulcros y bien conservados y majestuosos edificios de madera, algunos en color natural y otros pintados de rojo y blanco, como los torii que casualmente había pintado en uno de mis últimos cuadros.
Regresamos relajadas y felices. La caminata nos había hecho muy bien. Quizá el ambiente de los templos japoneses es lo que logra la paz espiritual, donde una se siente en contacto con la naturaleza y la escala humana y no como en las catedrales católicas donde todo está hecho para hacer sentir al hombre como una cucaracha.
Ya estábamos listas para el gran evento.
Diecinueve
Estar cómoda fue una prioridad, por lo que decidí ir a la presentación con pantalones tipo jean muy ajustados, una blusa tejida bastante holgada, pero, eso sí, zapatos de taco alto. De modo que, finalmente, las tres hicimos lo mismo.
Como si lo hubiéramos sabido, nuestra forma de vestir coincidió con el ambiente descontracturado de la reunión. Hasta la directora había cambiado su trajecito Chanel por un conjunto de pantalón y blusa. Y en todo el público se notaba una forma informal de vestir.
En cuanto subimos al escenario se produjo el aplauso de costumbre. (Ya me estoy habituando a ello). Se podría decir que el noventa y nueve por ciento del publico era femenino.
-Nunca vi tantas mujeres juntas bajo un mismo techo- Me dijo Marga al oído.
-Y también te preguntarás cuantas lesbianas hay- Le respondí.
-Muchas, seguro que muchas- Reiteró Marga.
La directora ya nos estaba esperando en el escenario. Había cuatro sillones y después de la presentación nos invitó a sentarnos.
-Es un gran honor tenerlas aquí. Señora Montes-san debo decirle que usted se ha hecho muy famosa en un medio que es muy competitivo y eso tiene un mérito doble pues lo logró siendo mujer-
Agradecí el elogio y manifesté que suponía que habiendo tantas mujeres estudiando diferentes carreras significaba que tendrían posibilidades en el futuro laboral o intelectual.
-Así está siendo ahora, después de mucho esfuerzo. Personalidades mujeres como usted marcan el camino aun no siendo japonesas-
-Nunca me había imaginado con tanta responsabilidad- Respondí.
Y pasamos al motivo del evento. La directora hizo una descripción bastante buena del libro. Yo leí algunos párrafos sueltos y pasamos a las preguntas del público. Era evidente que las japonesas me querían pero igualmente me interpelaban. O al menos eso sentí al principio pero conforme pasaba el tiempo me fui dando cuenta que lo que estaban tratando de hacer era encontrar respuestas contundentes y claras a sus propias dudas. Y esas dudas pasaban por la familia, el sexo, el trabajo y la política.
Ahí fue cuando entendí las palabras de la directora. Estaban procurando convertirme en una especie de predicadora de la palabra. Y acepté mi rol con gusto. Desgrané mis conceptos acerca del género hombre, del feminismo, de la sexualidad y la sociedad, de la corrupción política.
Noté algo sobre lo que había leído y era que cada vez menos japoneses quieren un compromiso, que prefieren el trabajo antes que un matrimonio y eso es igual para los dos sexos, pero en las mujeres eso es una decisión más audaz ya que mujer soltera, es mujer fuera de su familia y tiene que arreglárselas sola.
El hecho fue que la presentación del libro se convirtió en una conferencia de muchos temas. Recibí aplausos y más preguntas. Marga y Keiko también respondieron a muchos interrogantes y las notaba felices de compartir conmigo este momento. Hasta que cuando llevábamos casi dos horas de conversación, la directora, que también estaba embelesada por la charla decidió que era momento de terminarla.
-Usted perdone, hemos abusado de su amabilidad y de su tiempo, y el de sus novias también- Dijo mientras se ponía de pie y luego anunciaba el clásico lunch y firma de libros en un salón contiguo. Y allí también gasté mi brazo firmando.
Algo me decía que había sido uno de mis mejores contactos con el público. Bueno…quizá porque eran mujeres no feministas muy diferentes de las brujas latinoamericanas.
Al finalizarla interminable sesión de firmas y haber probado algunos bocadillos fuimos invitadas por la directora a una cena en la que, como en Osaka, también estuvieron algunos profesores.
Conversamos de varios temas pero, en el fondo, lo que los tenía más intrigados era el tipo de relación que teníamos las tres y nuestra afición al futbol. Por enésima vez debimos explicar que lo nuestro funcionaba así, sin reglas ni exclusiones que todas éramos iguales en el trato mutuo.
-Finalmente solo se trata de que en lugar de dos somos tres- Dije divertida.
En cuanto al futbol lamentaron no tener una cancha pero se me ocurrió la estúpida idea de decir que también podía ser en un gimnasio cerrado siempre y cuando tuvieran el balón adecuado. Y eso nos comprometió para la tarde del día siguiente a dar una exhibición. Todavía teníamos un par de días en Kioto y accedimos.
En tanto, en el tiempo libre paseamos por la ciudad que , estimo, es la más bella de todo Japón. Estuvimos en el templo Kiyomizu-dera con su gran cantidad de torii. También recorrimos la calle Sannenzaka con sus casas de madera y piedra que realmente es un marco ideal para una escapada romántica. Será por eso que la recorrimos las tres asidas de la mano. En Gion tomamos él te en una casa atendida por auténticas Geishas.
También paseamos por la costa del rio Kamo e hicimos una larga visita al Palacio Imperial ya que, hay que recordar que Kioto fue capital imperial antes de serlo Tokio y podría contar varios sitios más porque todo es atrayente pero lo que nos quedó para lo último fue el maravillosos e imponente bosque de bambú en Arashiyama.
En el medio de estos paseos, la tarde siguiente al de la presentación hicimos la exhibición de futbol. Solo tres chicas tenían alguna noción de como patear. Si bien es un deporte conocido no es el que más practican los japoneses, siendo el beisbol, su favorito, introducido por los Norteamericanos después de la segunda guerra.
Se juntó bastante público para ver el juego. Tratando de darle un poco más de movimiento y atractivo solicitamos si algún varón estaba dispuesto a participar. Conseguimos a cuatro muchachos de la maestranza y así armamos dos equipos. Keiko y yo más una alumna y dos empleados formamos uno y el otro Marga más dos niñas y dos empleados.
Aprovechamos los arcos de Handball y debo decir que nos divertimos como pocas veces. El público aplaudía cualquier jugada que le parecía buena aunque creo que la mayoría no entendía lo que pasaba. Pero la gracia era ver el espectáculo. Finalmente, después de unos cuarenta minutos de actividad lo dimos por terminado. Ganó el equipo de Marga dos a uno y nos fuimos las alumnas y nosotras a la duchas del gimnasio.
Estaba secándome después de la ducha cuando se me acercó una de las mujeres participantes.
-¿Todas las mujeres que juegan al futbol son lesbianas?- Me preguntó de improviso.
-No podría asegurártelo, pero se podría decir que existe el preconcepto de que si, así, es-
Y después de un segundo le pregunté.
-¿Por qué me lo preguntas? ¿Eres lesbiana o tienes miedo de que te tomen por lesbiana por haber jugado con nosotras?-
-Soy lesbiana, y no soy la única. Solo quería decirle que las admiro. Fue un honor compartir este momento con ustedes-
Le di un beso en la mejilla y se marchó.
-¿Viste? Yo te dije que debe estar lleno de lesbianas- Dijo Marga que había escuchado la conversación.
Veinte
Regresamos a Tokio en tren. No estaba dispuesta a manejar nuevamente. De manera que nos acomodamos en el Shinkasen y a volar por sobre los rieles. En menos de tres horas estábamos bajando en la estación Shinagawa donde tomamos un taxi hasta el edificio donde nos alojábamos, en el departamento de las niñas Ahiara.
Ellas no estaban pero como nos habían entregado las tarjetas magnéticas pudimos entrar, darnos una ducha reparadora y descansar porque esa misma noche teníamos la reunión en lo del abuelo.
Yuzu me llamó para saber si ya estábamos instaladas y avisarme que una Van pasaría a buscarnos a nosotras, a Une y a Shou que había llegado de Tailandia y estaba descansando en el piso superior.
A la hora indicada, como siempre puntuales, llegó el vehículo. En el ascensor nos encontramos con el matrimonio que bajaba de su piso y nos pasamos todo el descenso saludándonos efusivamente. Salimos a la calle y subimos a la camioneta. En casi una hora estábamos entrando en el garaje de la casa del abuelo Aimara.
Desde el mismo garaje pasamos a un pasillo que nos llevó al hall de entrada. Allí nos esperaba el abuelo y casi todas las invitadas. Estaba la banda casi completa. Harumi, Mitsuko, Matsuri, Maruta, Nene, Shirapón, Momokino hasta las hermanitas Sara y Nina. Además de, por supuesto, Mei y Yuzu.
En cuanto nos vimos saludé primero con una reverencia y un saludo de manos al anfitrión y luego me estreché en abrazos con todas. Fue un reencuentro memorable. Tenía unas ganas enormes de volver a reunirme con todo ese maravilloso grupo.
-Hoy decidí que tendríamos una reunión íntima- Me dijo el abuelo
-¿A esto llama íntima?- Le contesté riendo.
-Ja, ja, sí. Están quienes tienen que estar. La reunión de la última vez fue demasiado ruidosa, mucha gente-
-Si, pero me dio la oportunidad de conocer personalmente a Miyazaki-san-
-Ah, sí. Bueno, eso estuvo bien, me alegra haber colaborado en ello. Usted le admira- Manifestó el abuelo.
-Si, así es-
En el inicio se sirvió una mesa de fiambres, quesos y otros bocadillos. Como degustábamos de pie tuvimos ocasión de conversar todas con todas. La comidilla fueron los videos jugando futbol. Todas se manifestaron admiradas de nuestras habilidades.
-Ustedes son una caja de sorpresas, un día trepan una montaña y otra vez aparecen jugando al futbol- Dijo el abuelo.
Después de esa entrada pasamos al comedor. La extensa mesa estaba servida como para un reunión en el palacio de Buckingham, con toda su vajilla. En cada plato había un ramito de violetas con un prendedor para ponérselo enganchado a la ropa. Todas nos pusimos las flores, incluidos los dos hombres, Shou y el abuelo.
Durante la cena la conversación no decayó y tratamos muchos temas. La mayoría del grupo se interesó por la situación política de Sudacalandia con un presidente tan insólito y también hablamos del libro y de cómo nos había ido en Osaka y Kioto.
-¿Usted cree que Argentina mejorará a partir de ahora?- Me preguntó el abuelo.
-Me han hecho esa pregunta muchísimas veces y lo único que se me ocurre responder es que si mejora va a costar mucho. Los gobernantes actuales son bastante ingenuos, tienen muchas áreas de gobierno infiltradas de peronistas, las medidas que decidieron tomar traerán recesión antes de ver sus frutos aunque debo admitir que han hecho grandes avances en la lucha contra la corrupción pero eso no es lo que preocupa a la gente. La gente quiere saber si va a tener trabajo y un peso en el bolsillo y por ahora solo tienen sangre, sudor y lágrimas…-
-Impactante opinión- Manifestó Shou.
-Se puede decir que Argentina vive en un tembladeral, pero no somos los únicos en Latinoamérica. La región es inestable. Demasiados zurdos en los diferentes gobiernos. En Chile, en Bolivia, en Nicaragua, en Cuba, en Brasil y solo hay pocos demócratas como Milei, Lacalle Pou y Bukele. Están rodeados de ignorantes que se quedaron en los años 70-
Tras mi discurso, poco se habló de política pero me preguntaron sobre el libro.
-Ahí anda, caminando solito. Al parecer vendiéndose como pan caliente-
-Ya lo he leído. Quise hacerlo antes de conversar con usted- Dijo el abuelo y agregó -Es un libro fuerte. Y usted es muy valiente para contar lo que hizo. Priorizó la honestidad por sobre la familia y eso es revolucionario-
-Gracias, no sé si tomarlo como un cumplido o como una crítica-
-Es un cumplido, ya le dije, es usted muy valiente. Algunos la criticarán, esos que defienden la familia por sobre todo aunque sean una banda de corruptos o lascivos y no ven la realidad-
-Apoyo eso- Dije, pero creo que ya me estaba afectando el champagne.
Después de la cena se sirvió café en la biblioteca. Siguieron las conversaciones entre todas, se formaban grupitos, luego se formaban otros. A veces la charla era general. Me sentía absolutamente cómoda en ese ambiente.
-Su nueva amiga de Uruguay impresionó a todas las chicas- Me dijo Mitsuko en un momento en que estuvimos aparte del resto.
-Si, algo de eso dejó entrever Yuzu en una conversación telefónica, hace tiempo. Además, debo decirte algo, esta amiga que se llama Silvia se quedó fascinada con tu hermanita-
-¿Ah, sí? Interesante-
-Muy interesante. Debemos reconocer que son dos diosas-
-Me voy a poner celosa- Respondió Mitsuko riendo y se alejó a reunirse con su novia Maruta
El abuelo se me acercó luego y en medio de la conversación me preguntó
-¿Vuelven directamente a su país?-
-No, vamos a hacer una pasada por Turquía, la tierra de los antepasados de Marga. Un poco de Estambul, un poco de Capadocia, un poco de Ankara, un poco de Antalya…-
-No va a escalar ninguna montaña, supongo-
-No, nos vamos a portar bien-
-Que lo disfruten entonces-
Y cuando las primeras luces del alba comenzaron a asomar la reunión se fue terminando. Cada uno se fue para su casa. Las hermanitas Sara y Nina a un hotel pues regresarían a Kioto y nosotras con Ume, Shou, Mei y Yuzu para dormir un poco.
Era ya el mediodía cuando nos reunimos a desayunar con todos los Ahiara. Fue también una ceremonia de despedida hasta el próximo viaje. Hasta hubo lágrimas de tristeza pero la vida sigue y nosotras todavía teníamos unos días de viaje.
La camioneta del centro cultural nos pasó a buscar para llevarnos al Aeropuerto de Haneda. Allí nos esperaba el vuelo de Asiana que nos dejaría en Estambul, en aproximadamente trece horas.
Comenzábamos otra etapa de aventuras.
Veintiuno
En un hermoso día soleado desembarcamos en Estambul. El taxi nos llevó desde el Aeropuerto hasta el impresionante hotel Mandarín Oriental Bosphorus en la orilla del Bósforo tras un viaje de más o menos cuarenta minutos.
Cuando nos dejó en la puerta quedamos impresionadas. Era colosal. Jamás hubiéramos creído que era tan impresionante y además tenía una espectacular vista sobre el estrecho del Bósforo y la costa opuesta.
Nos atendieron con tanta amabilidad y dedicación que nos parecía estar en un palacio imperial con todos sus lujos. La habitación estaba en el tercer piso. Al entrar seguíamos asombradas con la boca abierta como llegadas del campo. Tenía dos dormitorios, sala, cocina y dos baños, además de un enorme balcón.
No puedo describir más. En cuanto nos pusimos cómodas salimos a pasear por la ciudad. Habíamos programado dos días para Estambul, dos para Ankara, uno para Capadocia y dos para Antalya, para regresar a Estambul con dos días más hasta tomar el avión hacia nuestro hogar. Por ello tratamos de ver todo lo más posible en poco tiempo. Marga estaba contenta, pero no tan entusiasmada. Tal vez primaba sobre ella la desastrosa vida que le hicieron su madre y su hermano. De su padre recordaba poco. Marga detesta a los turcos varones y no es solo por causa de su homosexualidad.
-Si hubiera sido hetero jamás me hubiera casado con un turco- Me dijo una vez.
El hecho fue que transitamos por los sitios más emblemáticos. Obviamente fuimos a Haga Sofia, a la Mezquita azul y al palacio Topkapi, a las cisternas Basílicas y al Hipódromo. En el segundo día hicimos una excursión por el Bósforo en un pequeño crucero con cena incluida. Y dejamos para el regreso del resto del país el Gran Bazar, la Mezquita de Solimán, el Parque Gulhane y el Palacio Dolmabahce y otros sitios atrayentes.
Al tercer día viajamos temprano a Ankara, solo una hora de viaje en Turkish Airlines y bajamos en la capital turca. Nos alojamos en el Grand Sera Hotel.
Nuestro paseo por la ciudad incluyó como casi una obligación el Mausoleo de Ataturk, el padre de la Turquía moderna. Luego la mezquita de Kocatepe, el castillo y la ciudadela y el Parque Genclik. Y por último el Museo de las civilizaciones de Anatolia.
No hubo sucesos mayores en estos recorridos. Realmente los disfrutamos. Estábamos relajadas y felices. Era un propuesta diferente a la costumbre de ir de Japón a Uruguay y viceversa. Con los días Marga se animó más y comenzó a disfrutar de verdad del paseo. Por supuesto, por las noche no faltaba el sexo aunque terminábamos dormidas sin vestirnos de nuevo.
Luego fuimos a Capadocia. Allí solo pensábamos hacer un vuelo en globo y algún recorrido menor por las casas construidas en la roca. Tres horas y media llevó el viaje hasta Kayseri, la ciudad más cercana para tomar una excursión. Luego nos llevaron hasta el sitio donde se hacían las excursiones en globo pues ya teníamos reservado el pasaje.
La experiencia de subir a casi 900 metros de altura, en medio de un mar de otros globos llenos de turistas, es casi alucinante. El único ruido que se escuchaba era el calentador del aire interior del globo. Paseamos por arriba de todas las increíbles construcciones y formaciones naturales, algunas con formas muy sugestivas.
-Esos parecen penes- Dijo Keiko señalando las formaciones rocosas que semejan miembros erectos
-No esperaba este comentario de vos- Le dije riendo y agregué -Eso es de esperar de la guasa de tu novia Marga-
El paseo fue alucinante también la excursión a pie entrando a las construcciones talladas en el Valle de Pasabag. Luego de una larga caminata que incluyó parar en dos ocasiones, una para almorzar y otra para tomar mate regresamos a Kayseri, donde nos alojaríamos en el Radisson Blue para partir al día siguiente hacia Antalya en la costa sobre el Mediterráneo en un viaje aéreo de una hora y media.
Antalya esta consideraba la ciudad más linda de Turquía aunque no es muy conocida en el exterior. Tiene numerosos sitios históricos hermosos y dignos de verse, pero además de ello, a nosotras nos tentaba la idea de pasar por la heladería de Cilgin Dondurmaci (Dondurma es helado en turco). Y no se trataba de si el helado es rico o no. El motivo era ver en persona a Mehmet Dinc, el “heladero loco” que agregó música y bailes al clásico malabar de los heladeros en aquella parte del mundo que te sirven el cucurucho en el extremo de un palo y juegan con el cliente a ver si lo puede agarrar o no. Para lo cual, si vas a comprar un helado tenes que tener bastante paciencia y buen sentido del humor.
En el caso de Dinc mucha gente del público se presta al juego de hacer con él pasos de baile con una motivadora música árabe de fondo. La mayoría son mujeres pero también hay hombres, niños, grupos de baile, gente disfrazada, pues el espectáculo se ha vuelto viral en You Tube y eso lo ha hecho famoso, al punto que es punto obligatorio de paradas en todas las excursiones turísticas.
Así que antes de cualquier otra excursión y luego de alojarnos en el Saye Konak Hotel nos dirigimos a Balek, el barrio donde estaba nuestro destino. Cuando llegamos había bastante gente reunida y estaba una hermosa mujer árabe bailando con toda la gracia natural que tienen mientras detrás del mostrados Dinc hacia su espectáculo. Todo el mundo sacaba fotos, filmaba, en verdad era un suceso. Después de varios minutos y de que otra mujer rubia de aspecto escandinavo hiciera lo suyo nos acercamos las tres. Habíamos visto muchas veces los videos en You Tube, por lo tanto nos sabíamos los pasos de baile.
Dinc nos vio e hizo como que se agarraba la cabeza. Y comenzó la danza fenética, hacíamos lo mejor coordinadas que podíamos nuestra coreografía y él nos respondía desde dentro del puesto de venta. Era un juego de diversión y seducción al mismo tiempo. Debo reconocer que el fulano estaba bastante lindo y mientras las tres al unísono bailábamos éramos centro de todas las miradas y celulares apuntándonos, además de que cada tanto una de nosotras filmaba a las otras dos con los celulares.
Dinc salió del puesto y se acercó a nosotras, primero tomó de la mano a Keiko y la hizo girar sobre si, luego hizo lo propio con Marga y para finalizar conmigo. Mientras seguía bailando lo rodeamos y le seguíamos el ritmo. Finalmente volvió a su puesto y nos regaló un cucurucho a cada una, no sin antes hacernos las clásicas bromas de sacarlo justo cuando íbamos a tomarlo.
Estábamos ofreciéndole nuestros últimos pasos de baile cuando sentí de pronto una voz que gritaba
-¡Alexia Montes!-
Me di vuelta. La que había lanzado semejante exclamación era una mujer que formaba parte de un grupo de tres parejas. Cuando me acerqué a ellos continuaba gritando.
-¡No lo puedo creer! ¡Venir hasta aquí y encontrarla!-
Evidente mi admiradora era argentina por la forma de hablar. De inmediato me presentó a su novio y a sus amigos.
-¿Paseando?- pregunté
-Llevamos dos meses recorriendo Europa y terminamos aquí, en una semana regresamos a Argentina- Me contestó.
-Hemos oído que presentó otro libro y quisimos comprarlo, pero ya nos habíamos ido de España y no lo conseguimos en castellano- Dijo otra de las chicas
-Bueno, lo encontraran allá- Manifesté
-¿No estará agotado?-
-No creo, pero vamos a hacer algo, nos sacamos una selfi y después se la mandan a este número que es el teléfono comercial de mi editor y le piden que se los reserve-
-¡Gracias, gracias!- Exclamaron las tres mujeres.
Nos saludamos, ellos se marcharon. Mis novias yo nos quedamos viendo los videos que nos sacamos mientras bailábamos. Habían salido muy buenos a pesar de la improvisación. Sin demora los subimos a You Tube y al Tik Tok de Marga.
Ahora nos quedaba ver la maravillosa Antalya y todas sus ruinas históricas. La ciudad tiene la belleza de poseer ruinas o construcciones de muy diferentes épocas, por lo que hay para elegir en cuanto a un recorrido histórico.
Lo primero que vimos fue La torre del Reloj del siglo XIII, luego la Mezquita de Tequeli y la de Mosque, más tarde el barrio antiguo y la Puerta de Adriano, prosiguiendo vimos el Museo de Atartuk, el padre de la Turquía moderna, al salir del museo pasamos por el Karaalioglu Park, sobre la costa, luego el pequeño puerto, la Plaza de la República, la calle delos paraguas lleno de restaurantes y para finalizar el primer día, el bazar con tantas ofertas para comprar que hay que contenerse. El segundo día fuimos a las Cascadas de Duden, la torre Hidirlik, el anfiteatro de Perge
Después de tan increíble experiencia regresamos de Antalya a Estambul en tan solo una hora y media de avión por Turkish Airlines. En la emblemática ex Constantinopla volvimos a recorrer sus calles, sobre todo perdiéndonos en el Gran Bazar, de interminables pasillos con toda clase negocios. Fueron otros dos días maravillosos, la tarde de nuestra ultima jornada en Turquía la pasamos descansando en el gran balcón de nuestra habitación tomando cerveza y contemplando el Bósforo. Realmente había sido un paseo relajante.
Y luego el gran viaje, de Estambul a Montevideo. Diecinueve horas por KLM. Cuando llegamos a nuestra tierra tenía las posaderas entumecidas, pero había dormido casi todo el viaje. Y mis novias también. Como para no perder el envión, nos esperaba el taxi aéreo que en pocos minutos nos depositó en el Aeropuerto del Carmen y tras haber traslado nuestro equipaje al auto, no nos llevó mucho más llegar a nuestro castillo con vista La Mansa.
Allí nos esperaba la señora Azumi que ya había dispuesto todo para que encontráramos nuestros departamentos relucientes y ordenados.
Nos cambiamos de ropa. Con solo una remera y pantaloncito corto nos arrojamos a los sillones de mi piso. Hice un poco de café y los bebimos lentamente. Al fin en casa!
Minutos después recibí un llamado de mi editor. Las noticias eran buenas, (pensaran que estoy loca por lo que voy a contar) El hecho era que en Sudacalandia el periodismo berreta que solo piensa con el culo me estaba destrozando, argumentado que yo era una desalmada, hipócrita, y oportunista debido a la temática de mi último libro.
-¿Vas a contestarles?- Me preguntó mi editor.
-Ni loca, no pierdo el tiempo con idiotas. Y además vos sabes tan bien como yo que esos fuegos de artificio generan más ventas.
De mis padres no supe más nada. Ni siquiera me molesté en averiguar que es de su vida. Ya cumplí mi venganza. La vida es así, dura.
Al día siguiente se produjeron todos los reencuentros, Keiko con sus padres y empleados, Marga con sus socios arquitectos que le tenían varios buenos negocios preparados y además con Esther y Silvia y el inefable Jacobo y yo me reencontré con todos…y todas.
Pero eso será otra historia…
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