Nacida
huérfana
(A veces es
mejor no tener padres)
Alexia Montes
Décimo quinta
parte de “Mi aventura en Tokio”
Uno
Hay detalles de mi
vida acerca de los cuales he hecho poca mención, uno de ellos es la relación
con mis padres. Al igual que Keiko también soy hija única pero la gran
diferencia es que el señor Yamura y su esposa apoyan completamente la
orientación sexual de su hija, y eso a pesar de aquel enredo que nos llevó a
viajar a Japón, apenas nos conocimos, para desenredar la madeja de malos
entendidos que la tenían preocupada.
En mi caso, mis
padres, que viven en el siglo pasado, eran absolutamente intolerantes con la
idea de que su hija fuera lesbiana. Fueron largas las noches en que me quedaba
llorando, encerrada en mi cuarto cada vez que surgía el tema ya fuera porque me
veían en alguna actitud sospechosa con una amiga o cuando intenté enfrentarlos
y salir del closet.
Como pude terminé mis
estudios secundarios en una escuela técnica con la intención de ingresar en la
Facultad de Arquitectura. A pesar de todo mis notas fueron muy buenas y me recibí
de Maestra Mayor de Obras, con honores, a los dieciocho años. Mis compañeros de
colegio, siendo yo la única mujer del grupo en aquel entonces, se acercaron a
felicitarme el día de la graduación, los profesores también fueron generosos con
sus comentarios. Todos me auguraban un gran futuro, aunque luego la vida me
cambió todos los esquemas y la literatura me conquistó.
En aquella ceremonia
mis padres estuvieron ausentes. Les resultaba vergonzoso que su hija estudiara una
profesión de hombres, aunque luego en la Facultad hubiera paridad de sexos. Ese
fue el inicio de mi independencia. Los toleré un par de años más. Ya estaba
teniendo mis primeros éxitos literarios y un día, sin avisar, me mudé a un
pequeño departamento el que dejé luego, ya con mis primeras importantes regalías
cobradas, por aquella casa en donde vivía cuando comencé a relatarles toda mi historia.
Mientras viví en mi departamentito
de un ambiente, mis padres no dejaron de molestarme. Siempre aparecían a
criticarme la forma en que vivía o a insistir en que vuelva a vivir con
ellos. Y ni hablar de cuando supieron
que además pretendía ser escritora. Era el colmo. A los veinte años me fui a
hacer un viaje por Europa. Nadie puede imaginar los aires del libertad que
respiré caminado por París, Madrid y Roma. Cuando, como relaté, me compré mi casa
propia, mis padres desaparecieron de mi vida, simplemente porque no podían tolerar
mi éxito. Y, además, el hecho de que en algunos medios periodísticos ya me conocían
como lesbiana. Era demasiado para ellos.
En lo que se refiere
a mis abuelos, de tres de ellos no puedo decir nada mejor. Los padres de mi
padre eran igual de retrógrados y nunca tuve mucho contacto, antes bien me
evitaban por que lidiar con niños no era su preferencia. El padre de mi madre
no se quedaba atrás en lo intolerante y todos juntos hacían coro cuando se juntaban
a criticarme.
La única excepción
era mi abuela Rebeca. Ella era toda dulzura y nunca entendí como se casó con un
déspota como mi abuelo. Por suerte para ella, un día quedó viuda y en buena posición
económica. Rebeca me entendía y me defendía. También solía pasar a visitarme en
la época de mi departamentito y traía masas secas para tomar mate.
Un día, quizá presintiendo
su muerte, llegó acompañada de un joven que le ayudaba cargando dos grandes cajas.
Una vez que el muchacho se fue, las abrió y me mostró su contenido. Era toda su
ropa interior. Corpiños, bombachas, enaguas, combinaciones, trusas, medias de
nylon, portaligas. Todo de una época pasada pero realmente hermosas. Ella sabía
que esas prendas me fascinaban. Y su último gran gesto fue regalármelas.
Falleció dos semana después y fui la única de la familia que acudió a su
velatorio.
La ropa, además de
limpia, estaba perfectamente doblada y perfumada. Así como llegaron a mis
manos, así se mudaron las cajas a mi casa y así ahora las tenía guardadas en mi
lugar en el mundo, el edificio que comparto con mis novias. Ellas nunca
supieron que poseía ese importante tesoro hasta que decidí que era momento de
usarlo y compartirlo.
Una tarde les dije
que fuéramos a mi dormitorio pues tenía algo que mostrarles. En cuanto
estuvieron allí, les hice un rápido relato acerca de mi abuela y de cómo me
había hecho un regalo. Ya se estaban poniendo ansiosas, bajé las dos cajas de
la parte superior del placar del vestidor y las abrí sobre la cama. De a una
fui sacando las prendas. Tanto Marga como Keiko estaban maravilladas por el
brillo y las suavidad de las telas, la calidad de las costuras y los detalles
de encajes y bordados.
Era tanta la cantidad
de prendas que tomé una decisión.
-¿Qué les parecen,
les gustan?- Pregunté.
-¡Si!- Exclamaron a dúo.
-Bien, les diré que a
mi estas prendas me parecen muy hermosas, pero no tiene gracia tenerlas ocultas
en cajas sin usarlas. Estuvieron allí mucho tiempo y es hora de que vivan. Por
lo tanto, les propongo repartírnoslas y usarlas aquí en casa-
-¡Fabuloso!- Exclamó
Keiko.
-Entonces veamos qué
hay de cada cosa y dividamos por partes iguales-
Mis novias estaban
como niño con juguete nuevo. Acomodamos sobre la cama todas las prendas y las
fuimos repartiendo. Realmente me puso muy contenta haber tenido esa idea. Y
como no podíamos de la impaciencia nos desnudamos y nos vestimos con la
lencería de mi abuela. Corpiños, bombachas y combinaciones. El conjunto de
Keiko de color blanco, el de Marga negro y el mío rosado. Nos miramos en el
espejo y hacíamos mohines como adolescentes en día de compras.
Cada una tomó su
parte y se fue a guardarla a su departamento. Yo acomodé lo mío en cajones
libres y quedamos en reunirnos en pocos minutos vestidas con la lencería en el
living de Marga, para tomar mate.
Y así fue. Yo estaba
feliz de poder usar esas prendas antiguas que tanto adoraba y también porque
mis novias las estaban disfrutando.
-Me gusta más que la lencería
moderna- Opinó Marga y Keiko dijo estar de acuerdo.
-Cuando las veía en
casa de mi abuela siempre me asaltaba el deseo de ponérmelas. Alguna vez lo
hice en pero ella nunca lo supo. Aunque si le dije lo que me gustaban y
evidentemente lo recordó, por eso me regaló todo antes de su muerte- Manifesté.
-Pero nunca la
sacaste en todo este tiempo. ¿Las habías olvidado?- Preguntó Keiko.
-No. Es decir si, las
recordaba, pero pensaba que debía guardarlas como un tesoro. Y esta mañana
cuando volví a pensar en ellas me di cuenta que la mejor manera de atesorarlas
era usándolas y compartirlas con ustedes si les gustaban-
-¿Y a vos que es lo
que más te gusta de todas estas prendas?- Preguntó Marga.
-Sin dudar las
combinaciones. Debe ser porque las mujeres ya no las usan y por qué tienen
telas tan suaves que son una caricia para el cuerpo-
-Coincido- Dijo
Keiko.
(Las combinaciones
son como vestidos de largos variables por arriba de la rodilla o por debajo.
Las mujeres solían usarlas siempre bajo la ropa de calle. Pueden ser de varios
colores, siendo los más usuales, blanco, negro, beige o rosa. Algunas son muy
sencillas y otras tienen encaje en los bordes del ruedo y son muy cómodas)
Esa tarde tomamos
mate en el living de Marga. Luego subimos a la terraza, vestidas como estábamos
y seguimos un rato más hasta que comenzó a oscurecer.
Me sentía feliz.
Dos
El recuerdo de Rebeca
estaba lamentablemente asociado al de mis padres. Hacía unos pocos años, ya ni
recuerdo cuantos, cuando todavía vivía en Sudacalandia, recibí un telegrama
avisándome que los padres de mi padre habían tenido un accidente de tránsito.
Si pensaban que iba a ir al hospital donde estaban internados estuvieron
equivocados. No fui, así como ninguno de ellos había ido al sepelio de mi
querida abuela.
Pero dado que soy una
persona con alguna capacidad natural de predecir el futuro supe que volvería a
tener noticias de eso que algunos llaman familia y que para mí eran dos
soberbios energúmenos.
Y no estaba
desacertada. No sé gracias a que serie de contactos lograron mi número de
teléfono. Atendí porque sabía que seguirían insistiendo y en tanto yo deseaba
terminar de una vez con lo que fuera que querían.
-Hola-
-¡Hola hija! ¿Cómo estás?-
Sonó la voz de mi padre.
-Bien hasta ahora que
te escucho. ¿Qué quieres?-
-Bueno, no te pongas
así. Solo queríamos saludarte-
-Listo, ya saludaste.
Y ahora ¿qué quieres?-
-Mira, entendemos que
te sientas mal con nosotros pero es cierto que hemos sido muy injustos contigo
y ahora quisiéramos remediarlo-
-Ya es tarde. ¿Qué quieres?-
-Saber cómo estas. Si
necesitas algo. Tu madre está muy preocupada por vos, hace muchos años que no
te vemos-
-Vamos por partes.
Primero estoy muy bien, segundo no necesito nada, tercero mi madre es una vieja
arpía que me hubiera matado de bebé si se hubiera animado y con respecto a no
vernos esto seguirá así hasta la eternidad-
-Pero sos nuestra
hija…-
-No, nunca lo fui,
solo fui un accidente en sus vidas. Un accidente que les estropeó su deseo de viajar
todos los años al Caribe y salir todas las noches a cenar con sus amigos de la
alta sociedad. Decime de una vez ¿Qué quieres?-
-Mira, estamos en
problemas económicos. Las jubilaciones no nos alcanzan-
-Debí suponerlo. ¿Y qué
paso con todo ese dinero que lavaban para sus amigos políticos? ¿Acaso no se
quedaban con parte del botín? Y si las jubilaciones no les alcanzan debe ser porque
quieren seguir teniendo ese tren de vida que llevaban. Ajústense. Si tienen dos
jubilaciones pueden vivir. De mí no esperen un peso, antes bien no sea que se
me destrabe la lengua y el mundo sepa de sus negociados-
-¿Serias capaz?-
-Señor, usted sabe
que soy capaz. No hay nada que me ate a ustedes. Para mí es como si estuvieran
muertos-
Y colgué.
Una vez que me
tranquilicé comencé a buscar toda la información que había coleccionado de los
actos de corrupción en los que había participado mi padre y de los que mi madre
era cómplice. Los políticos con los que estuvieran involucrados ya estaban
muertos pero no era el caso. Lo que yo quería era hundir a mis padres hasta lo más
profundo. La hora de la venganza había llegado.
Probablemente muchos
de mi seguidores piensen que vengarme de mis padres era un poco exagerado. Después
de todo había podido hacer mi vida lejos de ellos, pero no era el caso.
Solo yo podría saber cuánto
me hicieron sufrir en mi infancia y adolescencia. Ciertamente era un estorbo
para ellos. Era la mocosa impresentable ante sus amistades, la loca tortillera
a la que le gustaban las mujeres y dicho sea de paso, mi madre no era lo que se
dice un modelo a seguir, siempre vana y presuntuosa de sus joyas y sus vestidos
y totalmente alejada del rol de educadora y contenedora.
Los años lograron que
superara todo aquello. Y así hubiera seguido hasta el fin de mis días, o los suyos,
pero mi padre tuvo la mala idea de tratar de contactarme y ahí renació mi odio
visceral hacia ellos. Durante mucho tiempo, incluso desde aquella adolescencia,
yo junté información sobre los negociados corruptos que tenían con varios
políticos ahora alejados del poder, tanto que algunos están “mirando crecer los
rabanitos de raíz”. Toda esa documentación se fue enriqueciendo con otra que conseguí
una vez independizada.
La tenía totalmente
ordenada en prolijas carpetas. Pero decidí esperar para ver si mi padre se
animaba a algo más o se había asustado con mi amenaza solamente. De todas
maneras, me senté frente a mi computadora y comencé, luego del tiempo de
reposo, a bocetar mi nuevo libro. La vida con mis padres.
Esa noche les comenté
mi decisión a mis novias que me confesaron que se sentían más aliviadas de que
dejáramos el libro en conjunto que teníamos proyectado para más adelante ya que
estaban tapadas de trabajo por el momento y por suerte.
De manera que al día
siguiente me dediqué a ordenar y recopilar toda la información que poseía, que
no era poca, ya que durante años había tenido la oportunidad y la habilidad
para sacar fotocopias de sus tratos de corrupción con los políticos de toda una
época. Me topé inclusive con datos de años anteriores a mi nacimiento, más
precisamente durante la Guerra de Malvinas cuando mi padre proveyó de material
defectuoso al ejército a cambio de suculentas coimas. Y así fue igual con los
gobiernos posteriores hasta que la gran fiesta de la corrupción la hizo durante
el gobierno del patilludo riojano del que no menciono por su nombre porque da
mala suerte.
A pesar de la fama de
corrupto de mi padre no pudo hacer negocio con los K. los delincuentes venidos
de la Patagonia, tal vez porque no le tenían confianza, y pensaban que podían
ser ellos los timados. El hecho fue que mis padres comenzaron a vivir en grande
gracias a las rentas de sus negociados y así habrían seguido. Pero algo pasó y
su necesidad de dinero los volcó hacia mi después de tantos años de tranquilidad.
Yo no estaba
dispuesta darles un céntimo así me sobrara. Mi idea de hacerlos terminar tras
las rejas, o algo así, siguió creciendo en mi cabeza. Comprendí que debía
primero hacerlos caer en alguna trampa para recién después escribir el libro con
sus andanzas.
En Sudacalandia solo tenía
una persona de mi entera confianza. Y ese era mi editor. Por lo que lo llamé.
-¡Hola!- Saludó.
-Hola querido amigo…-
-¿Amigo? ¿Qué me vas
a pedir?-
-Pedirte, nada. Solo
te voy a ofrecer la oportunidad de aparecer en mi nuevo libro, como coautor,
quizás-
-Estoy consciente de
que voy a caer en una trampa. Ya me dijo mi mamá que no confíe en las mujeres-
-Dijo bien tú mamá.
Te cuento lo que quiero- Manifesté.
Y le relaté toda la
situación
Tres
Mi editor se enganchó
de inmediato con el proyecto. Cuando terminé el relato me preguntó que quería
concretamente.
-Quiero saber, si
fueron tan cuidadosos con el dinero, ¿por qué les falta?-
-¿Malas inversiones?-
-No, no creo. Deben tener
todavía pero por alguna razón no les alcanza para algo-
-¿Una extorsión?-
-¡Si! Es probable.
¿Me lo podrás averiguar?-
-Por supuesto, tengo un
amigo que trabaja en la Afip (Agencia de recaudación de impuestos). Él te puede
ayudar-
-Gracias, te estaré
eternamente agradecida-
-Si, con los créditos
del libro…-
Después de cortar tracé
mi plan. En realidad dependía de lo que averiguara el amigo de mi editor pero
de todas maneras tenía bien clara la línea general.
Esos días estuve
catalogando toda la información. Luego esperaba a mis novias con el mate vespertino.
A veces, cuando sabía que ellas tenían un poco de tiempo al mediodía pasaba por
lo de Marga con el almuerzo. En esas visitas solía encontrarme con Silvia,
siempre tan hermosa.
“Pensar que a este bombón
se lo está comiendo la Esther, ella solita” Mascullaba para mis adentros. Y por
añadidura la muy guacha se hacia la sensual conmigo sabiendo que me despertaba
todos los ratones juntos. Pero, algo más descubrí en medio de una conversación.
La fulana también se estaba haciendo la gran fantasía de saber cómo sería estar
con varias lesbianas a la vez. Yo me sonreí cuando lo supe. Me causaba gracia
que mostrara, un poco, algo de envidia por mi situación.
De todas maneras, nos
habíamos convertido en buenas amigas, incluso con su novia y las mías. El
”grupo ampliado” funcionaba como tal cuando nos reuníamos a cenar en Kitty´s, o
participaban de los partidos de futbol en lo de Yamura o se acercaban a nuestro
edificio a tomar mate con facturas en la terraza, porque el calorcito no
afloja.
Un día me llamó mi
editor y me pasó con otra persona, su amigo de la Afip. El tipo se mostró muy
interesado en el caso y me dijo que a mis padres los habían estado investigando
en épocas pasadas pero gracias a sus conexiones políticas habían salido indemnes.
Ahora la situación había cambiado y agregó que quería tener una reunión conmigo
para saber que le podía aportar.
-Si, muy bien, pero
yo voy a escribir un libro con todo esto y no quiero perderme la oportunidad de
hacerlo-
-De acuerdo. Solo le
pido que nos brinde lo que crea conveniente, usted tendrá todos los documentos
y podrá hacer uso de ellos como quiera. Solo debe darnos unos días de tiempo
para investigarlos, mientras tanto puede comenzar con el libro-
-¿Ustedes tienen
alguna información de por qué, aparentemente teniendo plata vienen a mí y me
dicen que están en la ruina?-
-Su percepción es muy
cierta. Tienen mucha plata y propiedades. Pero no es suyo. Es de X. un político
de la época del riojano que es el único que todavía vive y que se las está
reclamando. Y como no es dinero legal, el político no puede hacer un juicio,
por eso se los está exigiendo sin hacer ruido y además el hombre no es de andar
con pesados ni violentos por eso no avanza más en su reclamo-
Ahora todo cerraba.
Mis padres en realidad estaban en la ruina y muy probablemente lo que poseían
no era todo lo que el viejo político les había confiado como testaferros. Por
eso tenían miedo. Pero si ese viejo político no era sujeto de armas tomar algo
había que hacer. Era la hora de “apretar las clavijas”
Armé con letras
recortadas de diarios y revistas un anónimo amenazante:
“Si no me entregan
todo lo mío los hare ejecutar en el momento en que menos los esperen”.
Se lo envié en un
sobre adentro de otro sobre, por correo a mi editor para que lo sacara del
sobre que tenía los sellos postales y, munido de guantes, lo depositara en el
buzón de la casa de mis padres. Ni quiso saber de qué se trataba. Al otro día
me confirmaba que la tarea estaba cumplida. No pasaron veinticuatro horas para
recibir una nueva llamada, esta vez mas desesperada, de mi padre. Ya no estaba
en condiciones de dar órdenes. Me rogó casi al borde del llanto que los
ayudara. Le dije qué no, que lo que las revistas decían que yo tenía eran fantasías
de los periodistas, que tal como me lo repitió mil veces durante mi
adolescencia, la literatura no daba ganancias. Y le corté.
Al otro día me reuní
con el amigo de mi editor en su habitación del Hotel Conrad. El hombre había viajado
especialmente para que yo le entregara toda mi información.
-Debo agradecerle
esto con mucho énfasis- Dijo.
-No se moleste, no lo
estoy haciendo por la patria- Le contesté
-Si, me lo imagino.
Debe haber sido dura su vida con sus padres para motivar esta venganza- Manifestó
mientras guardaba todos los folios en su maletín.
-Espero que haga buen
uso de ellos- Respondí.
-Pierda cuidado-
El tema del anónimo
no trascendió. Mis padres no podían hacer la denuncia y tampoco se atrevieron a
enfrentar al político que supuestamente se lo había enviado. De todas maneras el
efecto estaba causado. Estaban muertos de miedo.
Comencé a organizar
el libro. No solo relataría todos los actos de corrupción de mis padres sino
también mis andanzas juveniles y las nefastas consecuencia que tenían cuando
ellos se enteraban. Los encierros en mi habitación, las prohibiciones de salir
con mis amigos, el control sobre las ropa que usaba y hasta las llamadas
telefónicas. Y la constante cantinela de echarme la culpa por que no podían
hacer tal o cual viaje debido a que yo era un estorbo. Sinceramente no sé cómo salí
cuerda de ese manicomio.
En todo este tiempo seguí
con los anónimos. Envié cuatro más, siempre a través de mi editor que, en
realidad, nunca supo su contenido. Mi padre no volvió a llamarme pero con solo
imaginar como la estarían pasando me sentía satisfecha.
Mis novias se iban
enterando de todo día a día y tenían opiniones diferentes al respecto. Keiko,
que, a pesar de todo, siempre contó con el amor de sus padres creía que estaba
exagerando con la venganza, pero Marga, que sufrió las mismas reacciones por parte,
no solo de su padres sino también de su hermano, al punto que se planteó
internarse en algún sitio para “curarse” su homosexualidad, estaba de acuerdo
con lo que yo estaba haciendo. Y se lamentaba no haber tenido oportunidad de
poder realizar algo parecido. Aunque reconoció que ahora, al ver a su hermano
casado con un hombre, le dio lástima porque considera que en el fondo es un
pobre tipo.
Por supuesto que,
hablando de cosas más agradables, estas reuniones de mate y bizcochos e incluso
para la cena, nos vestíamos con la ropa interior de abuela Rebeca. Toda esa
ropa siempre había sido como un fetiche para mí, pero lo sorprendente fue como
mis novias se engancharon con rapidez y mientras estábamos en la casa no se la
sacaban para nada.
Y así me quedé
esperando noticias de Sudacalandia
Cuatro
Era inevitable. El
“grupo ampliado” un día tenía que estallar. Había demasiados chisporroteos en
el aire y alguna llama se tenía que prender.
Fue una tarde de
sábado. Mis novias y yo estábamos en casa descansando y como ya se había hecho
habitual, vestidas con la lencería de mi abuela. Sonó el teléfono de Marga. era
Esther preguntando si teníamos algún plan para esa noche.
Deliberamos y
decidimos decirles que pasen por casa, tomaríamos unos mates y luego
encargaríamos algo de delivery para la cena. Aceptaron gustosas.
La sorpresa fue de
Esther y Silvia cuando las recibimos vestidas como estábamos. De la sorpresa
pasaron a la admiración y finalmente les ofrecí una prendas mías. Estaban
exultantes. De manera que las guie hasta mi dormitorio y les di a elegir. Esther
se puso un conjunto blanco y Silvia, para ser consecuente con su costumbre, uno
de color negro.
Cuando regresamos al
living de Marga, mis novias las aplaudieron y dieron chiflidos de admiración.
Tras eso nos fuimos a la terraza a tomar mate con bizcochitos.
El ambiente estaba caliente.
Cinco lesbianas reunidas, vestidas solo con lencería vintage, no podían estar
mucho tiempo inactivas, más allá del amor, el deseo se imponía. Cuando bajó el
sol y el clima se puso un poco más fresco entramos al living de Marga.
Terminado el mate comenzamos una amena conversación. Marga y Esther estaban
sentadas en un sillón triple y en el opuesto, también triple, estábamos Silvia
y yo. Keiko estaba acomodada en un sillón individual.
Todo comenzó cuando
Esther le pasó el brazo por sobre el hombro a Marga. Mi novia me miró y yo lo
único que hice fue sonreír libidinosamente. Eso animó a ambas a que comenzaran
a besarse apasionadamente. Keiko puso cara de sorpresa pero no demoró en
acercarse a ellas y comenzar a acariciarlas. Yo seguía sonriendo, en verdad el
espectáculo me gustaba por eso no advertí a Silvia que puso sus manos en mis
senos y luego me besó.
Perdí de vista lo que
hacían Marga, Esther y Keiko pues Silvia me tomó de la cintura y rápidamente me
acostó a lo largo del sillón y continuó con su tenaz exploración de todo mi
cuerpo. Yo no podía creer lo que sucedía. Tantas veces había deseado tener a
esta yegua entre mis brazos y era ella la que me sometía a sus deseos.
No sé cuánto tiempo
pasó pero los jadeos y las exclamaciones de placer era lo único que se
escuchaba en la enorme habitación. En medio de toda esa agitación hubo cambios,
Marga dejó a Esther y se vino con Silvia y conmigo y Keiko se quedó sola con la
hija de Nogueira. Después hubo otras mudanzas porque en realidad todas querían tener
relaciones con todas.
Y la diversión se
puso mejor cuando Marga trajo sus dildos. Silvia y Esther estallaron de placer.
La poca ropa que quedaba sobre los cuerpos voló por el aire e intentamos
comenzar la frenética danza de las penetraciones tanto vaginales como anales lo
que fue una novedad para nuestras nuevas amigas. Pero estábamos sobre la
alfombre que a pesar de ser mullida lastimaba nuestras rodillas y nos dejaba la
columna al miseria.
De modo que tomé a
Esther de la mano y bajando un piso me la llevé a mi cama. De inmediato nos
siguieron las demás. El colchón era mucho mejor y de pronto todo era una sucesión
de penetraciones o lenguas entrando por todos los agujeros posibles. Todas con
todas.
Orgasmos tras
orgasmos, bocas babeándose de placer, vaginas calientes llenas de líquidos que
eran absorbidos con deleite como si fuera el mejor de los manjares.
Y alguna nalgada
ocasional sumado a que de pronto Esther y Silvia sacaron a relucir su fetiche y
comenzaron a lamernos los pies. Esto ya estaba cayendo en un total descontrol.
Pero se puso mucho
mejor cuando Marga salió de la habitación y regresó a los pocos minutos con un
par de látigos y varios rollos de cuerdas. Nuestras nuevas amigas no
entendieron lo que sucedía hasta que les dijimos que debían pasar por una
prueba de aceptación.
Aceptaron, sin estar
del todo convencidas. Pero se dejaron atar de pies y manos de manera que no
podían soltarse de ninguna manera. Luego las amordazamos con bolas sujetas a
una correa de cuero. Su pasividad ante nuestra orden fue sorpresiva por lo que supusimos
que ya hacían estas prácticas.
Las acostamos boca abajo
y nosotras tres, por turnos, les dimos unos suaves pero firmes latigazos tal
como lo hacemos habitualmente. No podían gritar, ni siquiera de placer, pero se
aguantaban el castigo y las tuvimos en esa posición varios minutos hasta que
sus nalgas quedaron enrojecidas.
Cuando las soltamos
fue la gran sorpresa. Silvia se aferró a mí y me abrazaba con fuerza, lo mismo
hizo Esther con Marga. Ambas estaba llorando sin parar. En ese momento tuve
miedo de haberlas lastimado y tratamos de consolarlas. Pero no era así. Estaban
llorando de placer. Habían disfrutado tanto del sometimiento de tal manera que
creo que casi se convierten en nuestras esclavas sexuales ahí mismo.
-Nunca había experimentado
algo así- Me dijo Silvia cuando pudo parar de lloriquear un poco.
-¿No te hicimos
daño?- Le pregunté.
-No, me han hecho la
mujer más feliz del mundo. ¿Ustedes siempre hacen esto?-
-Si. Y créeme que te
entiendo, yo también gozo mucho con los castigos- Le dije.
Esther estaba en el mismo
estado.
-No entiendo como
nunca se nos ocurrió hacer esto- Dijo.
-Bien, ahora lo saben
lo pueden hacer cuando quieran- Manifestó Keiko.
-Seguro- Aseveró
Silvia.
-Todavía estoy
teniendo un orgasmo- Exclamó Esther apretándose la vagina con la mano.
Una vez calmadas nos
fuimos a duchar todas juntas, lo que se hubiera convertido en otra orgia si no
fuera porque estábamos agotadas. Luego, vestidas nuevamente con la lencería de
Rebeca nos dirigimos de regreso al piso de Marga donde les ofrecí hacer unas pizzas
en lugar de pedirlas al delivery. Como estuvieron de acuerdo me puse a hacerlas,
en tanto se sentaron en el living a comentar lo sucedido y Silvia se acercó a
ayudarme. Entre las dos rápidamente cocinamos tres pizzas y las llevamos al
centro de la mesa del comedor para que cada una se sirva como quisiera. Además
traje varias latas de cerveza de mi piso.
Después de la cena y
el café volvimos a la terraza. Munidas de un buen vaso de wiski nos pusimos a contemplar
el paisaje nocturno y los reflejos de la Luna sobre el rio. Nos abrazamos todas
con todas. Nos besamos todas con todas y después de un rato decidí invitar a
nuestras nuevas miembros del “grupo ampliado” a que se queden a dormir ya que
se había hecho demasiado tarde. Mis novias y yo compartimos lecho en el piso de
Marga. Silvia y Esther durmieron en mi cama.
-Todavía no puedo
creer lo que pasó anoche- Dijo Marga en medio de la oscuridad cuando ya
habíamos apagado la luz.
-Yo tampoco- Dijo
Keiko
-Y eso que nosotros
disfrutamos mucho de los castigos y la humillación. Pero nunca me hubiera
puesto a llorar-
-Las hicimos felices.
Estas dos no se separan más- Concluyó Marga
-Creo que deberíamos
obsequiarles unos metros de soga y un látigo- concluyó Keiko.
Y nos quedamos
dormidas.
Cinco
Yo sabía que el
desayuno del domingo, después de la fogosa noche anterior no iba a ser un desayuno
común. Me levanté temprano por que no podía dormir. Como siempre me “desenganché”
de las piernas de mis novias y fui a mi departamento a preparar el desayuno.
Cuando terminé con los preparativos subí al piso de Marga a despertar a mis
novias. En el intento recibí el impacto de una almohada por parte de Keiko que
quería seguir durmiendo. Pero cuando les recordé que debíamos ir a al clásico
asado en lo de su padre, se levantó entusiasta. Ese domingo no teníamos
partido, por suerte, pues mis brazos y piernas estaban atontadas y no creo que
hubiera podido correr ni un metro.
Bajé a mi piso y entré
en mi dormitorio. Esther y Silvia, vestidas solo con sus bombachitas estaban
abrazadas y dormidas. Las contemplé unos segundos y me percaté que Silvia se
había dormido chupando los dedos de una mano de Esther. Me sonreí. Nunca me la
hubiera imaginado así después de haberme hecho traspirar de deseo cuando éramos
unas pendejas.
En silencio me acerqué
a ellas y comencé a acariciarle los glúteos a Silvia. Eso la despertó y dio un
salto lo que también despertó a Esther.
-¿Hasta cuándo
piensan dormir señoritas?- Les pregunté riéndome.
-Hoy es domingo- Alcanzó
a decir Esther todavía medio dormida.
-Es domingo y por eso
vamos a ir a lo del señor Yamura a ver un partido de futbol y comernos un gran
asado y por eso se tienen que levantar a desayunar ya, así las llevamos-
Respondí.
Se levantaron y se vistieron
con las combinaciones que les había prestado. Las guie hasta mi comedor donde
mis novias ya estaban sentadas a la mesa. Los saludos fueron efusivos.
-Mira que hemos tenido
tribus de tortas (lesbianas) de visita en este edificio pero nunca pasó nada así-
Me dijo Marga en voz baja.
-Y bueno, algún día tenía
que pasar. De carne somos- Le respondí riendo
Por ello decidí que debíamos
aclarar algunos puntos y solicité la atención de todas.
-Señoras…mis novias y
yo aquí presentes somos una comunidad muy unida por el amor. Aunque parezca una
bobera romántica nos amamos más allá de cualquier diferencia. Pero, como lo habrán
experimentado ayer, tenemos la mente abierta…-
-Y las piernas
también- Dijo Keiko.
-…muy graciosa. No
vamos a ocultarles que nosotras hemos tenido experiencias sexuales con otras
personas pero todo se trató de juegos eróticos y nada más. Esas personas en
realidad están muy lejos y no hay peligro de contaminar las relaciones pero
ocurre que ustedes no están lejos ni son relaciones de ocasión. Se ha cimentado
una nueva amistad entre ustedes y nosotras. Una amistad con derecho a roce, se
podría decir, pero con respeto por los sentimientos. Yo amo a estas dos
hermosas criaturas, las tres nos amamos y por lo que vemos ustedes también se
aman. La idea es, tengamos todo el sexo que se nos ocurra, conservando la
amistad y cada una su amor…o sus amores-
Esther, después de
tragar una medialuna que casi la atraganta dijo.
-Estoy totalmente de
acuerdo. Somos personas adultas. Somos personas con sentimientos. Lo de anoche
fue algo totalmente loco. Algo que para nosotras, Silvia y yo, va a ser
inolvidable. Ustedes nos aceptaron como amigas y eso seguiremos siendo. Formar
parte de lo que ustedes llaman “comunidad ampliada” es un orgullo. Me han
hecho…nos han hecho muy felices y eso no tiene precio-
-Bien, brindemos por
la ”comunidad ampliada”- Dije levantando mi taza de café. y todas lo hicimos. Comenzaba
una nueva e inesperada etapa.
A media mañana fuimos
a la fábrica. Disfrutamos de un partido entre dos equipos de la empresa. Luego fagocitamos
asado hasta que nos salió por las orejas. Perdí la cuenta de cuantos choripanes
me comí. Cuando promediaba la tarde Esther y Silvia se fueron a la casa que
estaban alquilando mientras durara la obra de los departamentos.
Jacobo apareció un
poco más tarde. Se había quedado dormido pero disfrutó de comer algo con nosotras.
El domingo terminó como debía ser, agotadas pero felices.
Pocos días después
tuve una nueva reunión con el agente de la Afip. Tenían todos los casos bajo
investigación. Estaban asombrados de la cantidad de datos que les había
entregado y, por supuesto, se obligaron a mantener el anonimato aunque yo
publicara el libro más adelante.
La investigación
también llegó hasta el político X. que fue citado a declarar. No le dijeron
nada acerca de cómo habían llegado hasta él pero el hombre supuso que lo había
delatado mi padre. Cuando, a su tiempo, fueron citados a declarar mi padre y mi
madre, recién allí se enteraron que la justicia los perseguía, asombrados, además,
de que poseyeran tanta información sobre ellos.
Mi padre no dijo nada
del tema de los anónimos por que le seguía teniendo miedo al político X pero,
era evidente, que los investigadores ya tenían confirmado toda la conexión
entre ambos y, gracias a mí, todos los actos de corrupción de tiempos
anteriores. Claro que mi padre no fue nunca funcionario del Estado y por ello
no era pasible de penas importantes pero, al menos, podía perder toda su mal
habida fortuna y, realmente, vivir sólo de su jubilación.
Cuando tuve más
noticias sobre el caso el juez ya había decretado la inhabilitación de todos
sus bienes por lo que todavía los conservaba pero no podía tocar un miserable
peso.
No volvieron a
llamarme. O se habían dado cuenta de que yo los delaté o comprendieron que el
brazo de la justicia es largo aunque, muchas veces, lento. La cuestión es que
la noticia de la investigación sobre su relación con políticos del pasado
circuló por varios canales de televisión. En realidad no porque mi padre fuera
alguien importante sino por todos los funcionarios de renombre que estaba
involucrados aunque ya no se les podía acusar de nada porque, como ya lo conté,
están bien muertitos. Excepto X.
Pero X. no tiene
mucho que temer. Él tampoco ira preso. Tiene los años suficientes para evadir
la cárcel y tener, a lo sumo, prisión domiciliaria, lo que en Sudacalandia es
casi un privilegio. Lo mismo sucede con mis padres. Y aquí llegó la parte
divertida de la situación.
Cuando se les dictó
la inhabilitación de sus bienes y la prisión domiciliaria el juez intentó
comunicarse conmigo por si yo tenía idea de donde podrían vivir mis
progenitores para definir el sitio de la reclusión. En realidad lo que quería
era lograr que yo me hiciera cargo de ellos pero le contesté de la manera más
inesperada para él.
Previendo lo que
sucedería, aconsejada por el abogado del señor Yamura presenté una denuncia por
malos tratos y presión psicológica por parte de mis padres cuando era niña, lo
que me habilitaba a rechazar de plano cualquier intento de imponérmelos. El
juez tuvo que dar marcha atrás y finalmente habilitar una de las casas que
tenían a su nombre, como testaferros de X para sitio de reclusión.
Y así, mis padres
tuvieron que conformarse con ver la televisión como único entretenimiento y
vivir de sus jubilaciones, que finalmente no eran tan magras. Pero se le
acabaron sus salidas al teatro, sus viajes al Caribe y Europa y ese devaneo de
personas de mundo con el que trataban de impresionar a sus amistades que
desaparecieron cuando supieron que su fortuna era tan falsa como moneda de
plástico.
Había terminado la
primera parte de mi venganza. Ahora era tiempo de comenzar el libro…
Seis
Una vez determinado
que haría la justicia con mis padres y con la libertad de publicar todo lo que
se me antojaba, comencé propiamente a escribir.
Mi editor, que huele
un posible libro a mil kilómetros de distancia, me llamó para preguntarme en
que andaba.
-Ya sabes en que
ando- Le contesté.
-Sabía que me usaste
para ciertas averiguaciones con la promesa de incluirme en los créditos de un
libro que seguramente promete ser casi escandaloso. Estuve escuchando las
noticias y supe lo de tus padres, deduzco que el libro va por ahí-
-Bueno, no se
necesita mucho cerebro para saber que el libro tratará sobre mis padres, sobre
todo después de los favores que te pedí- Respondí.
-Ja, ja, siempre tan
simpática vos- Exclamó y agregó -Entonces, ¿vas a tratar toda la parte de la
corrupción?- preguntó
-La corrupción y algo
más. Voy a contar como me maltrataban de chica cuando supieron que me gustan
las mujeres y además como me ningunearon porque mi presencia alteraba todos sus
planes de personas de la alta sociedad. Eran dos venidos a más sin ninguna educación
ni valores y que lo único que podían hacer era refregarle la plata en la cara a
sus amistades para darse importancia. Todo eso voy a contar, como sobreviví a
sus castigos y a su total ausencia de cariño paterno-
-Debió haber sido muy
duro-
-Lo fue, pero aquí
estoy, viva y feliz y ellos no-
-Entonces espero tus
novedades-
-Te mantendré al
tanto-
-Tranqui, no va a ser
un libro fácil de escribir, muchachita valiente-
Y cortamos. De
inmediato me puse a trabajar.
Ciertamente no sería
un libro fácil de escribir. Los recuerdos de mi infancia eran bastante
dolorosos por momentos pero siempre fui una persona resiliente que se las
arregló para salir adelante ante cualquier problema o situación desagradable.
No es de ahora que sé enfrentarme a las dificultades. Muy probablemente el
carácter que tengo hoy es producto de haberme hecho fuerte ante la adversidad
en mis primeros años.
De a poco fui combinando
mis experiencias personales con los momentos en que comencé a escuchar algunas
cosas en mi casa que me fueron dando la pauta de que mis padres andaban en
temas complicados. La presencia de personas desconocidas en horas poco habituales,
los temores permanentes de mi padre de encontrar a tal o cual persona en la
calle o en reuniones, guardar grandes sumas de dinero en cajas fuertes ocultas
en la vivienda en lugar de llevarlas al banco y algunas conversaciones que
escuché cuando dejaba la puerta abierta de mi cuarto mientras conversaban en el
living.
Decidí no dar muchos
datos acerca de mis amoríos con las niñas dispuestas a besarse conmigo porque
lo importante de la historia era la relación con mis padres. Así que espero no
defraudar a mis lectores que esperan con cierto morbo las descripciones de relaciones
lésbicas. Además, ustedes, lectores míos, ya tienen por bastante sabido lo que
hacemos mis novias y yo.
En tanto, lo notable
es que contra toda suposición el “grupo ampliado” no volvió a realizar alguna
nueva orgía colectiva. Nos veíamos casi todos los días pero no se habló del
tema y luego supe porque, pero no me voy a adelantar.
De todas maneras teníamos
actividades en conjunto, además de ir a cenar a Kittýs, y una de ellas fue
bastante insólita. Los partidos de futbol que solíamos tener los domingo, antes
del asado, comenzaron a ser conocidos y se acercaba gente a ver y disfrutar del
espectáculo. Por ello no tardó en llegarnos un desafío. Las chicas del equipo
del club al que le alquilábamos la cancha nos retaron a un partido, solo femenino,
de salón. Nosotras, inconscientes, aceptamos y se programó para un domingo,
como no podía ser de otra manera.
Como los equipos son
de cinco jugadoras de inmediato conformamos el nuestro Marga, Keiko, Esther,
Silvia y yo y llevamos a la recepcionista de Marga y una de las chicas del
plantel administrativo de la fábrica, como reemplazantes por cualquier cosa que
sucediera.
Desde temprano
estuvimos haciendo algunos movimientos en la cancha, jugar en la superficie
lisa de cemento es mucho más cansador que en el pasto, pero nos teníamos fe. Se
juntó bastante gente para vernos y alentar a ambos equipos. Entre el público
estaban además de, lógicamente, el señor Yamura y su esposa, también el señor
Nogueira con su cónyuge.
Por supuesto todo
estaba pactado según las reglas del Futsal y teníamos un árbitro que dirigía. La
duración de juego seria de dos tiempos de veinte minutos cada uno.
El partido por suerte
era breve porque creo que si duraba un poco más hacíamos el papelón de nuestras
vidas. Nos pasaron por encima. Resultaba hasta gracioso ver cómo nos quitaban
la pelota con tanta habilidad que nos sorprendía. Terminamos cinco a uno.
Nuestro gol lo hizo Keiko con un cabezazo increíble luego de saltar a la par de
una defensora y ganarle la altura, a pesar de ser más bajita.
Al terminar el
partido todas las jugadoras, las rivales y nosotras nos abrazamos en medio de
la cancha. Saltamos de alegría y a alguna se le fue la mano metiéndola en los glúteos
de otra, o sea a mí. Pero era todo alegría y festejo y terminamos en franca amistad
con esas chicas tan hábiles que finalmente, luego de las duchas fueron invitadas
por el señor Yamura a compartir el asado.
Pero, luego, un hecho
inesperado nos reivindicó. Fue cuando un muchacho se llegó al sitio del asado
pues era hermano de una de las jugadoras del club, pidió permiso y se acercó
adonde estamos todas dándole a la cerveza y los choripanes. Tenía un celular en
la mano y se lo entregó a su hermana que lo tomó y lo miró unos segundos, luego
le dio vuelta y me lo mostró a mí. En la pantalla se veía el video que estaba
circulando en las redes sociales donde se nos veía en la trepada al monte Huaschan.
-¿Son ustedes?-
Preguntó la jugadora.
-Si- Respondió Marga.
-¡Wow! ¡Es
increíble!- Exclamó la jugadora y se dedicó a mostrarles el video a todas sus
compañeras.
De inmediato nos convertimos
en celebridades. De todas maneras supe que a mí ya me conocían pues otra
jugadora se me acercó y me dijo.
-Yo sé que la gente nos
considera brutas por que jugamos al futbol, pero yo leo mucho y he leído varios
de su libros. Me encantan-
Le agradecí el
elogio.
Fue una hermosa tarde.
Al rato ya nadie se acordaba del resultado del partido. Nos habíamos divertido
y eso era lo importante.
Regresamos las cinco
a nuestro edificio y subimos a la terraza ver la puesta del sol, para variar
tomando mate con scones. Conversamos de muchos temas, hicimos planes para el
futuro. Cada vez considerábamos más a nuestras nuevas amigas, ya no del “grupo
ampliado” sino como parte de nuestras más cercanas amistades.
A veces la miraba a
Silvia y pensaba como son las vueltas de la vida. Éramos amigas a los diecisiete
años y las circunstancias nos alejaron. Nunca había dejado de pensar en que algún
día podría volver a verla. Y ahí estábamos, de nuevo amigas y ella tan hermosa.
Siete
Otra actividad que
teníamos un tanto abandonada desde hacía tiempo fue el buceo y los paseos en
crucero. De modo que organizamos uno para la semana siguiente e invitamos a
Esther, Silvia y Jacobo.
Esa mañana de sábado
estuvimos los seis, temprano en el muelle para tomar el barco.
Esther y Silvia
estaban exultantes. La primera, había hecho alguna excursión en crucero pero,
como lo reconoció, no la disfrutó debido al excesivo control de su padres.
Silvia nunca estuvo en un barco. Y Jacobo tuvo la oportunidad de hacer algún
crucero pero se negó debido a las mismas razones por las cuales su hermana la
pasó mal.
De modo que aquí están
los tres como niños con juguete nuevo. Zarpamos en medio de un mar absolutamente
calmo y en poco tiempo llegamos a la isla de Los Lobos distante solo a unos
once kilómetros. Fondeamos en la costa menos expuesta al oleaje y decidimos
zambullirnos a hacer buceo. Ni Silvia, ni Esther , ni Jacobo tenían la más
mínima experiencia, por ello tuvimos la precaución de invitar también a Paul, nuestro
entrenador que aceptó gustoso porque dice que se divierte mucho con nosotras.
Mientras él enseñaba
los detalles a tener en cuenta en una zambullida, mis novias y yo nos pusimos
los trajes de neopreno y el chaleco con los tanques y en pocos minutos ya estábamos
buceando a unos ocho metros de profundidad, observando la exuberante fauna
marina y algún que otro lobo que nos pasaba más o menos cerca pero que teníamos
la prudencia de evitar. A veces son juguetones y curiosos pero suelen tener
también mal carácter.
Al rato bajaron las
novatas y el novato, junto con Paul, nos agrupamos y realizamos varios
recorridos por alrededor del barco y acercándonos a la costa. Por supuesto que
ninguna, incluido Jacobo, se salvaron de la broma de que les tomemos de los
pies cuando estaban distraídos y saltaran de susto.
Después de casi cuarenta
y cinco minutos de excursión submarina regresamos al barco. Por supuesto Esther
y Silvia nos retaron por las broma de los pies.
-A todas nos pasó- Le
respondí y lo tomaron a broma como es lógico.
Una vez que acomodamos
los equipos de buceo en la cubierta para que se sequen regresamos lentamente
hasta la isla Gorriti. Realmente estábamos disfrutando del paseo, la
temperatura era agradable aunque no es normal para esta época del año que habitualmente
ya debía haber comenzado con los fríos del otoño. Seguramente es el famoso
calentamiento global.
Una vez que llegamos
frente a la isla, fondeamos frente a Playa Honda. Había una cantidad bastante
importante de cruceritos, veleros y lanchas pequeñas, como suele ser costumbre
en pleno verano. Y en la playa también gente disfrutando del oleaje.
Las dos camareras que
acompañan al capitán, comenzaron a servir la comida en la mesa de cubierta al
aire libre. Estábamos protegidos del sol por una lona que daba un fresco
agradable al sitio. Nos acomodamos y comenzamos el almuerzo. No quisimos que
las camareras y el capitán se sintieran como empleados a nuestro servicio y los
invitamos a acompañarnos. Dudaron un poco hasta que dije.
-Vamos, que nadie va
a contar nada y nos van a hacer sentir mejor-
Y se asociaron a la
comida. Fue un momento muy agradable que compartimos charlando, cantando y bromeando,
además de comer.
Luego, las camareras levantaron
la mesa y también tuvieron que acceder a que le ayudáramos. Una vez todo
ordenado nos acomodamos en diversas partes de la cubierta. Yo me quedé cerca de
la popa estirada en un largo sillón de tapizado blanco. Estaba sumida en mis pensamientos
cuando se sentó Silvia a mis pies.
-Quería agradecerte
por la invitación, la estamos pasando genial-
-Esa era la idea-
-Además te quería
preguntar algo-
-Decime-
-Todas esas cosa que
hicimos el otro día y que me resultaron fascinantes, ¿las hacen habitualmente?-
-Si, ¿por?-
-Porque fue todo muy
loco y nos enseñaron cosas que nunca habíamos imaginado hacer-
-¿Y ahora, las van a
hacer?-
-Si, te voy a contar
algo. Esther compro vía internet, sogas, dildos, mordazas y latiguillos-
-Vaya, no se van a privar
de nada-
-De nada. La penetración
anal que me hicieron fue una experiencia impresionante, pero lo que me hizo
volar la cabeza fue estar atada y amordazada, sin posibilidad de defensa y
siendo azotada, por eso termine llorando de placer-
-Si, vimos tu
reacción y la de Esther. Pero ustedes tienen el fetiche de lamer los pies-
-Si, eso es lo único
que hacíamos además de lo usual, y pensar que nos creíamos una pervertidas
totales, solo por eso-
-Siempre se aprende
algo nuevo-
-Ya lo creo. Ah! Y también
me quedaron marcas de mordidas, eso también me gustó-
-No sé si te diste cuenta
pero la que te mordí fui yo, es mi debilidad, a Marga y Keiko las dejo marcadas
por todo lados cuando hacemos el amor-
-Silvia se quedó unos
segundos mirando hacia la lejanía. Seguramente estaba pensando en algo. Luego
dijo.
-Pensar que podíamos
haber hecho estas cosas cuando éramos unas pendejas (jóvenes)-
-No sé. Además del hecho
de que vos te hacías la heterosexual yo no tenía tanta experiencia y en esa
época era bastante básica-
-Bueno, pero más vale
tarde que nunca. Esther y yo la estamos pasando genial con todo lo que aprendimos
de ustedes-
-Por eso no hubo un
nuevo intento de orgia-
-Si, seguro, pero no
va faltar oportunidad-
-Seguro, anda con cuidado
que por ahí te viola alguna lesbiana insaciable.
Y nos reímos.
En el resto del día
dimos vuelta a la Isla Gorriti y volvimos al puerto. Bajamos del barco y
abonamos el servicio, Esther, Silvia y Jacobo intentaron pagar su parte pero no
los dejamos.
-Fue una invitación
nuestra- Les dijimos.
Luego, cargando
nuestros bolsos y otras pertenencias, nos separamos. Las chicas fueron a su
casa y de paso dejaban a Jacobo en el edificio donde alquila un departamento mientras
dura la obra.
Nosotras volvimos a
casa raudamente a darnos una ducha y cambiarnos de ropa, pues esa noche ya teníamos
arreglado una cena para las seis en Kitty´s.
Ocho
Desde que se iban mis
novias a sus trabajos hasta la tardecita cuando volvían para la sesión de mate,
yo me encerraba en mi estudio y escribía. Dado que muchas veces era difícil
coordinar horarios no estábamos teniendo los encuentros para almorzar. Solo muy
de vez en cuando me tomaba un respiro e iba a lo de mi marchand y hasta un día
pasé por la obra para ver como avanzaba.
Ese día me encontré
por casualidad con el señor Nogueira que estaba inspeccionando el avance de los
trabajos. Cuando me vio merodeando por la estructura de hormigón se acercó.
-Buen día, no
esperaba verla por aquí-
-Si, yo tampoco
esperaba verme por aquí pero estaba cerca y pasé a curiosear-
-¿Qué le parece?-
-Impactante. Es
notable ver cómo van creciendo las tres torres al mismo tiempo-
-Esto es consecuencia
de su consejo cuando estábamos en los cimientos-
-Me alegra haber
aportado algo bueno-
-¿No le gustaría
trabajar con nosotros? Además tengo entendido que han hecho una fuerte amistad con
mi hija-
“Si supieras”, pensé
-Le voy a confesar
algo, me hice escritora para no trabajar-
-Ja, Ja, usted es una
fuente de sorpresas. Pero no me va a negar que esto le gusta. Por eso estudió
para ser Maestra Mayor de Obras-
-Veo que conoce mi
historia-
-Inevitable, mi
esposa aparte de leer sus libros junta cuanta nota periodística encuentra
acerca de usted-
-¡Vaya! No lo hubiera
imaginado-
Y así recorrimos
juntos toda la construcción. Le pregunté sobre técnicas que veía e incluso me
pidió opinión sobre varios temas. Fue una mañana interesante.
Pero debía volver a
mi libro. Claro que en ocasiones hay interrupciones, agradables por suerte. Recibí
un llamado de Yuzu.
-¡Hola, Alexia
sempai!- dijo su voz juvenil y cantarina desde el otro lado del mundo.
-Hola reina. ¿Cómo
andas?-
-¡Bien, genial! Acá todos
estamos bien. Antes que nada un comentario. Después del Zoom en el que nos
presentaron a sus nuevas amigas, todas se quedaron fascinadas por la belleza de
Silvia-
-Si, parece ser lo
usual- Respondí.
-Le llamo por que el
señor Akiyama tuvo una conversación con el editor de usted y le habló de un
libro que estaba en proceso-
-Ja, ja, Parece que
mi editor ya quiere vender mis libros aun cuando no están escritos. Vos lo
dijiste, está en proceso. No creo que tarde mucho, lo digo para que se calmen
las fieras-
Le tocó a Yuzu reír.
-¿Y de que se trata?-
-De la relación con
mis padres en mi niñez y adolescencia-
-Una historia de amor-
-No, justamente todo
lo contrario, de terror-
-¿Tan terrible fue?-
-Si-
-¿Y no es doloroso
revivir esa situación?-
-Si, lo era, pero ya
me he vengado de esa situación y escribir es como sacar todo afuera y
desprenderme de ello para siempre-
-Una cura-
-Así es-
-No le voy a negar
que ya me están dando ganas de leerlo-
-Paciencia. Ya lo van
a tener pronto. Y por milésima vez no me trates de usted-
Rio Yuzu y después de
hablar de otros temas cortamos. Seguí trabajando en el libro aunque las interrupciones
no cesaron. Estaba en mi balcón con una taza de café en la mano cuando vi parar
en la entrada del edificio una camioneta de la empresa constructora de
Nogueira. La sorpresa fue ver bajar de la misma a Silvia, tan hermosa como
siempre enfundada en su calzas negras y una musculosa, para variar, del mismo
color.
Le di un grito desde
arriba y levantó la vista saludándome.
A los pocos segundos
tocó el timbre y le abrí con el portero eléctrico. Dejé abierta la puerta de mi
departamento y me volví al balcón. Cuando se asomó por la puerta preguntó
-¿Puedo entrar?-
-Si, dale, estoy acá
afuera-
Llegó junto a mí y
nos dimos un beso en la boca. Nada sensual ni romántico, solo un beso.
-¿Queres café?-
-Si, me vendría bárbaro-
Cuando volví con su taza
seguí interrogándola.
-¿Cansada?-
-Bastante, pero feliz
con el avance de la obra-
-¿Y qué te trae por
acá?-
-Podría decirte que
vos, pero en realidad estaba aquí a dos cuadras viendo a un proveedor y me
dije, podría pasar por lo de las chicas a saludar-
-Las chicas están en
sus trabajos-
-Si, lo imaginé. ¿Y
vos, en que andas?-
-Escribiendo-
-¿Una novela?-
-La tórrida relación
con mis viejos-
-¡Uh! ¡Eso es todo un
tema!-
-Si, pero lo voy
llevando bien. Lo bueno es que las editoriales sabiendo del tema andan más
ansiosas que de costumbre-
-No es para menos…la
famosa lesbiana contando como sus padres se ponían locos cuando salió del
closet-
-Algo así-
-¿Y vas a contar de
tus novias de la infancia?-
-Básicamente no, no
voy a dar nombres. Lo interesante es como reaccionaban mis viejos-
-Genial. Espero verlo
pronto publicado-
Tomamos otra taza de
café y de pronto ella se levantó del sillón y dijo
-Es hora de que siga
con el trabajo. Realmente fue un placer verte. ¿Tus novias se enojarían si te
visito de vez en cuando?-
-Pregúntaselo a
ellas, ja, ja-
-Ni loca. Y a
propósito…me dejaste flor de marcas con tus mordidas-
-Sorry-
Y la acompañe hasta
la puerta. Nos dimos otro beso en la boca como despedida.
Nueve
En medio de una de
las conversaciones que tenía con mis novias les relaté de la visita inesperada
de Silvia. Como siempre preferí contarles yo antes de que se supiera por otro
lado y creyeran que lo mantenía oculto a propósito. Debo decir que no se
sorprendieron.
-¿Vino a seducirte?-
Preguntó Marga.
-No, al parecer solo
pasaba por acá y “vio luz y entró”-
-Bueno, no es
extraño, es una amiga- Dijo Keiko.
-Confieso que me
sorprendió, pero solo estuvimos sentadas en el balcón tomando un café, hablando
de la construcción de los edificios y del libro y nada más. De pronto dijo que tenía
que seguir trabajando y se fue. Eso sí, me dio un “pico” cuando se despidió,
pero en ningún momento se insinuó ni nada por el estilo-
-¿Te contó que andan
haciendo con Esther todas las cosas que aprendieron con nosotras?- preguntó
Marga
-¡Ah! Si, el día que
paseamos en el crucero. ¿Ya lo sabían?-
-Si, Esther me lo
contó. Se ve que están entusiasmadas-
-Ahora que recuerdo
dijo algo de que todavía tenía las marcas de mis mordidas-
-¡También! Si sos
terrible cuando te pones cachonda. Yo también tuve marcas tuyas- Manifestó
Keiko.
Días después, terminé
de escribir el libro.
No era que no lo
supiera pero ahí comprendí el germen del odio que tengo por la sociedad sudaca
ya que mis padres eran producto de esa sociedad enferma que fui conociendo cada
vez más y que, a la larga, me llevó a vivir a otro país. La justicia ya había
dado su veredicto y con todas las pruebas que tenía, más las que aporté, su
condena fue rápida teniendo en cuenta lo lenta que suele ser para dar veredictos.
Claro que los políticos
involucrados ya estaban muertos, pero yo quería venganza y la logré. Culminar
el libro era cerrar esa etapa oscura de mi vida y cuando escribí la última palabra
recordé lo que me dijera Yuzu. Ya me sentía curada.
En cuanto terminé de
leerlo con detenimiento se lo mandé a mi editor. La respuesta fue
asombrosamente rápida. Se lo había acabado en una noche.
-¡Esto es oro en
polvo! ¡No te imaginas el revuelo que va a causar!- Gritó cuando atendí su
llamado telefónico.
-Bueno, me alegro,
así podes ganar más dinero- le dije riéndome.
-Ya estoy trabajando
en la revisión y en cuanto la tenga te mando la prueba de galera. ¿Qué ponemos
en la tapa?-
-Una foto mía, nada más-
-¿Y el titulo?-
-Una adolescencia que
hubiera preferido olvidar-
-¡Genial!-
-Y no te olvides que
tenes que mencionarte como colaborador en la portada del libro- Le dije
-No te preocupes, no tenía
intenciones de hacerlo, cuando te lo dije solo era una broma- Respondió.
-Yo te lo prometí y
cumplo mis promesas- Insistí.
-Bueno, pero no en la
portada, lo hare en las páginas interiores-Concluyó
Mi editor estaba tan
apurado que antes de la prueba de galera me envió el modelo de la tapa. El
motivo era que si yo se la aprobaba comenzaría de inmediato a promocionar el
libro aun antes de estar editado. La aprobé. Me gustó la foto que eligió entre
varias que en una ocasión me habían hecho en un estudio fotográfico y aprobé su
trabajo. Dos días después me mandó la prueba de galera que también aprobé y
solo otros dos días pasaron para enterarme de que ya había enviado una sinopsis
a los editores en Londres, Paris, Madrid y Roma. Y , por supuesto al país donde
al parecer soy más popular, Japón.
Me llamó Yuzu para
avisarme que el señor Akiyama ya tenía una copia en su escritorio y que
esperaba que lo leyera a la brevedad. Todo estaba sucediendo muy rápido. Mucho más
que con otros libros.
-Si esto sigue así
vas a pasar al nivel uno de la literatura- Manifestó Marga-
-Yo creí que ya
estaba allí- Respondí riéndome.
-Vas camino al Nobel-
Comentó Keiko.
-Voy a decir esto aunque
sé que nunca lo lograría, pero en verdad no me interesa-
No agregaron nada más
porque saben que es cierto. Los premios Nobel son, para mí, arreglados de
antemano. Salvo quizás los que se refieren a las ciencias, pero el de
literatura y el de la Paz están viciados por la política oportunista. Algo de
lo que me di cuenta cuando supe que se lo dieron a Pérez Esquivel en 1980,
muchos años antes de que yo naciera, en plena época de las dictaduras militares
en Latinoamérica o a Barack Obama en 2009 mientras estaba sosteniendo una
guerra en Medio Oriente.
La noticia corrió
rápido, tanto en Sudacalandia como en Uruguay. Me llamaron de varios programas
de radio y de televisión para que diera entrevistas en cuanto saliera el libro.
Yo me hice rogar. Invariablemente contesté que lo pensaría. Con quienes me comprometí
fueron los directivos del Centro Cultural Castillo del Alquimista de Montevideo
para efectuar allí la presentación formal del libro ya que cuando dimos a
conocer el libro escrito por las tres fuimos muy bien recibidas y atendidas.
Ellos también hicieron publicidad con el futuro evento para asegurarse la
presencia de una gran cantidad de público lo que llegó a oídos del presidente
Lacalle Pou. Lo supe al recibir un Whats App de su parte.
“No se aún si podré
concurrir a la presentación de su nuevo libro, pero quiero que sepa que apoyo
su obra literaria que en esta ocasión parece ser muy interesante por los
comentarios que he oído. Desde ya le expreso mi admiración y deseos de buena
suerte”
Le contesté.
“Agradezco su mensaje
y de todas maneras considérese invitado. Serian un gran honor para mí su
presencia pero quiero que sepa que tendrá un ejemplar del libro a su
disposición”
Cumplida esa
formalidad y dado que comenzaba un tiempo en que los que debían trabajar eran
otros, hasta que llegara el momento de las entrevistas, decidí que era momento
de relajarme. Al mismo tiempo mis novias ya estaban entrado en una etapa de
menor actividad. Marga nos comunicó que ya tenía vendidos el ochenta por ciento
de los departamentos, lo que hacía muy feliz al señor Nogueira, y había
delegado muchas tareas en Jacobo quien cada vez estaba más entusiasmado con su
actividad de vendedor y Keiko, cumplidas con todas las reuniones y entrevistas
con clientes norteamericanos solo le quedaba poner en marcha la producción
solicitada lo que ya había dejado en manos de los encargados.
En nuestro edificio
se sucedieron algunos encuentros con Silvia y Esther pero sin el desenfreno
sexual de aquella vez. Solíamos juntarnos los sábados para almorzar y luego
departíamos por la tarde mientras escuchábamos música y bailábamos. No hubo
otra salida en barco ni buceo pues, finalmente, el otoño hizo su presencia y
bajó la temperatura, pero lo que más nos obligaba a permanecer a resguardo fue
una sucesión casi imparable de lluvias, debidas al fenómeno del Niño, según los
meteorólogos, lo que me hacía acordar a un capítulo de Cien años de soledad. De
todas maneras disfrutamos ese clima que colaboró para que permaneciéramos junto
a nuestras amigas.
Diez
No tuve mucho tiempo
para relajarme del todo. En lo que parecía una segunda etapa de la repercusión
sobre la cercana presentación del libro también me llegaron algunos pedidos de
entrevistas desde Europa, las que prometí realizar vía Zoom.
Pero, por supuesto,
la noticia que estaba esperando con más impaciencia debía provenir de Japón. Y
llegó, primero a través de un llamado de Yuzu para avisarme que el señor
Akiyama estaba literalmente enloquecido con el tema y que ya había dado orden
de editar de inmediato para lo cual combinó con mi editor la manera en que iban
a realizar la tapa.
Un rato después me
llamó el jefe de Yuzu. Se disculpó por no haberlo hecho antes pero ocurría que andaba
de gira por Europa presentando los trabajos de su editorial. En ese momento
estaba en Roma y me contó que había estado leyendo el libro durante los ratos
libres del viaje pero que ya había dado orden de publicarlo lo más rápido
posible.
Y por supuesto me
pidió que fuera a presentarlo en el país del Sol Naciente. Asegurándome además
que tenía ofertas de varios sitios culturales de diversas ciudades, además del
suyo, para hacerlo. Le contesté que estaba muy agradecida pero le pedí que tratara
de coordinarlo para no tener que pasar muchos días en Japón ya que tenía mucho
trabajo en Uruguay. Me prometió organizarlo.
En realidad no tenía
nada concreto que hacer, pero como ya sabía que se me avecinaba una temporada
de mucha actividad lo único que quería luego era descansar, descansar y
descansar.
A la mañana siguiente
recibí un llamado de mi editor. Era para avisarme que en la organización de la
Feria del Libro ya se habían enterado de la pronta publicación del libro y de
su temática y estaban interesados en que lo presentara en el evento. Me negué rotundamente.
-No pienso pisar
tierra sudaca- Le respondí a mi editor.
-Van a insistir- Me
alertó.
-Deciles eso y que ni
sueñen con que yo cruce el rio solo para darles un poco de publicidad-
Tal como lo imaginé y
me advirtió mi editor insistieron. Le llamaron dos veces. Finalmente le dije
que les pasara un mail que suelo usar en lugar del oficial solo para casos
especiales y que me escriban si tienen tantas ganas de conectarse conmigo.
Y lo hicieron. Debo
reconocer que con bastante amabilidad me rogaron que presentara mi libro en la
Feria. Pero, claro, su amabilidad no me convencía y además tengo mi decisión
tomada desde hace mucho tiempo por lo que redacté mi respuesta.
“Señores, la labor
que ustedes hacen promocionando el libro es encomiable. Pero, como autora,
tengo todo el derecho y la libertad de elegir qué hacer con mis creaciones. Me
fui de Argentina con la intención de no regresar a raíz de las lamentables
políticas del gobierno anterior, al que su director todavía admira. Y además sé
que puedo estar expuesta a algún acto militante y no es mi intención seguir su
juego. Igualmente gracias”
No hubo más contacto.
Por un lado pensé que corría el riesgo de que boicotearan mis libros pero por
el otro lado, sabiendo cómo funcionan ciertas mentes, estaba segura que me
serviría como publicidad adicional. El morbo vende.
Y me dio la razón el
hecho de que el presidente Milei también desistiera de presentar su libro en la
Feria por razones de seguridad.
En tanto mi editor
había hecho una tirada de pocos ejemplares para repartirlos rápidamente entre
aquellos periodistas que habían manifestado interés en el libro. Eso, obviamente,
significó que comenzaran los llamados para confirmar las entrevistas. Decidí
atender a todos, por vía telefónica las radios y por Zoom a los canales de
televisión. Por suerte, y porque era de esperar, los que me llamaron eran todos
afines total o parcialmente al gobierno actual.
No se hizo ver ningún militante del gobierno anterior. No voy a
cansarlos relatando entrevista por entrevista pero puedo decir que el interés
sobre el relato pasaba por varios puntos. Primero, mis relaciones lésbicas,
segundo, como lo tomaron mis padres, tercero como comencé a sospechar de sus
actividades y como recogí la información y finalmente sobre mi decisión de
colaborar con la justicia. Esto era lo que más llamaba la atención. Debo
aclarar que obvie mencionar mi jugada de los anónimos, no sea que me viera
envuelta en algún delito.
Mis padres supieron
de la publicación pero no abrieron la boca, según quienes estaban
custodiándolos. Mutismo absoluto de su parte. Era evidente que habían
comprendido que haberme tratado como me trataron durante mi niñez y adolescencia
tenía su precio y no les quedaba más remedio que pagarlo.
Pero también supe que
sus padres, o sea mis abuelo paternos, casi mueren de sendos infartos por el disgusto.
Resulta que ellos, a pesar de ser retrógrados e intolerantes, habían tenido una
vida honesta en cuanto a sus negocios y que se supiera de lo corrupto que había
sido su hijo los llenó de vergüenza ante sus amistades, todas ellas de las
altas esferas de la sociedad.
Pero ya estaban muy
viejos y no me importaba lo que les sucediera. Tanto era así que
inesperadamente recibí un llamado de mi abuelo y lo atendí con toda
naturalidad.
-Has llenado de
vergüenza a la familia- Me dijo de entrada.
-Yo creo que está
equivocado señor. El que llenó de vergüenza a la familia fue su hijo-
-No tenías necesidad
de haber contado todo lo que cuentas en el libro-
-¿Usted que sabe? O mejor
dicho, usted lo sabe. Usted y su esposa fueron su cómplices cuando mi padre y
mi madre me hicieron la vida imposible humillándome como me humillaron. ¿O
quiere que cuente eso también?-
-¡No, por Dios!-
-Bien. Esta es la
última conversación que hemos tenido. Realmente me hubiera gustado tener unos
abuelos normales, con hermosos recuerdos como tienen la mayoría de los niños,
pero ustedes eligieron ser intolerantes y hasta violentos. Todo se paga. Espero
que al menos lo recuerde cuando sienta de cerca la muerte-
Y colgué. Nunca más
supe de ellos.
La publicación del libro
comenzó siendo un éxito aun antes de la presentación formal que haría en
Montevideo. Y no solo se trataba de que contaba mis experiencia sexuales sino
que por que el periodismo comenzó a recordar en varias notas aquella época en
que mis padres habían hecho su mayores actos de corrupción con los funcionarios
del gobierno del patilludo riojano. El político X también estaba purgando
prisión domiciliaria y se negó a dar ninguna entrevista pero como es sabido,
nadie resiste un archivo y salieron a la luz algunos datos que complementaban
lo que yo contaba en mi obra.
Algunos argentinos
que todavía andaban dando vueltas por Punta del Este me paraban en la calle y
me felicitaban por mi valentía. Firmé varios ejemplares allí donde me
encontraban. Realmente no imaginé la repercusión que tendría mi denuncia.
Mis novias y la
“comunidad ampliada” estaban orgullosas de mí. No paraban de mencionar que me
conocían ante la admiración de quienes los escuchaban. Como me vaticinó Marga,
mi popularidad dio un salto enorme. Hasta influyó en la venta de mis cuadros
por lo que me informó mi marchand.
Estaba en la gloria.
Solo faltaba el acto de la presentación formal y saber de la repercusión que
tendría en Europa y, sobre todo, en Japón. Esperé con impaciencia
Once
Una tirada de prueba
en Japón se agotó en pocas horas. En Europa andaban más lentos con las
traducciones. Pero yo debía hacer la presentación formal y, como lo adelanté,
sería en el Castillo del Alquimista.
Ese día fui con Marga
y Keiko a Montevideo en el taxi aéreo de costumbre y nos alojamos en el Punta
Trouville como la vez anterior cuando presentamos el libro escrito por las tres
y donde nos recibieron como reinas.
Durante el día
salimos a hacer algunas compras, solo por pasar el tiempo, y cuando se acercaba
la hora subimos a la habitación para cambiarnos de ropa. Yo no tenía muchas ganas
de vestirme de soirée y por ello me puse unos pantalones super ajustado blanco
y una suéter negro, liviano de mangas tres cuartos, lo suficiente para abrigar
sin cargarme con kilos de ropa. De calzado una botas cortas de gamuza marrón
claras con tacos aguja.
En cuanto llegamos
fuimos guidas por una empleada que nos llevó hasta el salón de recepción. Antes
de entrar al salón principal me retuvieron los periodistas, algunos eran del
otro lado del rio. Me atosigaron a preguntas, de las cuales pude responder muy
pocas pues todos hablaban al mismo tiempo.
Estaba en eso cuando
llegaron Esther, Silvia y Jacobo que no tuvieron que hacer la fila dado que
como hija de quien es, nuestra amiga entra en todos lados con trato
preferencial. También llegó el matrimonio Nogueira pues era impensable que la
madre de Esther faltara al evento. Mis novias también entraron y, por suerte,
la guía me alejó de los periodistas y nos encaminamos al salón principal.
Cuando entré no podía
creer lo que veía, el lugar estaba lleno, con gente parada en los pasillos. Al
subir al escenario el aplauso fue tan estruendoso que me sentía una rock-star.
Saludé con la mano y me senté en un sillón. Frente a mí estaba el director del
lugar que iba a presentarme.
Esta vez demostró que
había leído, al menos lo más sustancial del libro e hizo una buena
presentación. Breve y didáctica. Luego me pasó el micrófono.
-Buenas noches. Lo
único que lamento decirles es que este libro ya está spoileado, pues conocen el
final. Que yo estoy aquí con ustedes- Dije a modo de saludo e inicio qué causó
gracia entre los presentes.
Conté como había
decidido escribirlo y algunas anécdotas sin dar mucho detalle, solo para
generar curiosidad. Lo más impactante entre el público fue el dato de que yo
había colaborado con la justicia para juntar pruebas. La pregunta recurrente
era si no me arrepentía.
-Lean todo el libro y
van a encontrar la respuesta a eso- Contesté.
No estaba el
presidente Lacalle Pou pero envió un gran ramo de rosas y una nota con
felicitaciones y buenos deseos.
“Alguno va a pensar
que tenemos un romance” Pensé.
Después de una serie
de preguntas del público que, por suerte, trataban sobre el libro y no sobre la
situación política actual se terminó la ceremonia. Y me dirigí al salón
contiguo para firmar ejemplares. Casi se me acalambra la mano pues era una
cantidad increíble los que me presentaron. Todo el mundo quería una selfi o
decirme algo, en un momento creí que no terminaba más. Por supuesto que no
faltó la señora de Nogueira, mi fan número uno, que también me regaló un ramo
de flores, un poco más modesto que el del presidente. Y no cesaba de decirle a
todo el mundo que yo era su amiga.
Cuando, al fin pude
terminar con las firmas el director me avisó que en otro salón estaba
esperándome la prensa para una pequeña conferencia y luego había algo de comer
y tomar. Eso ultimo me pareció muy apropiado.
En la conferencia me
sacaron montones de fotos. Les pedí a mis novias que estuvieran conmigo, por
ello fue que Marga se me acercó y me dijo al oído.
-Te lo dije, subiste
de nivel-
-Entonces, de ahora
en más deben tratarme como una diosa—
-Si, esperá sentada…ja,
ja-
En este ámbito las
preguntas se trataron más de política y la situación del país. Los lobos
estaban sedientos de mis opiniones bizarras y les di el gusto en varios
párrafos de respuesta, a saber.
1-Si, es cierto que
la situación por ahora se ve muy dura. Pero lo que no puede decir nadie es que
no lo sabíamos. ¿O acaso pensaron que Milei exageraba?-
2-Yo lo voté. Pero
siempre deje en claro que las elecciones del 2023 no eran solo un cambio de
gobierno, era la oportunidad de echar para siempre al populismo retrogrado,
corrupto y empobrecedor y si para eso había que votar a un mono suelto con una
navaja yo lo votaba…y bueno…apareció Milei-
3-Hay muchos “don
nadie” que se la pasan protestando por el precio de los rabanitos, se quejan,
se quejan, se quejan pero ni oírlos de hacer una propuesta-
4-A niveles más
altos, políticos, militantes, sindicalistas, empleados públicos, empresarios
amigos de ex gobierno la protesta se puede entender. Están defendiendo sus
intereses corruptos-
5-Me importa un rábano
lo que digan en España de Milei, allí gobierna una manga de impresentables
corruptos y traidores a la patria, como aquí lo son la “reina polenta” y
“chirolita”-
6-La runfla populista
está empezando a darse cuenta que si a Milei le va bien no vuelven más, por eso
están desesperados-
7-No soy militante de
Milei. Quienes me conocen saben que no milito para nadie, es mi mayor orgullo.
Ser militante o ideologizado o políticamente correcto es sinónimo de cabeza quemada-
Y si, los deje
felices con un montón de títulos para los noticieros y los portales de
Internet. El señor Nogueira, su esposa, Jacobo y nuestras nuevas amigas se
acercaron a saludar. El director del sitio nos invitó a pasar a un salón más
privado donde, pocos, festejaríamos el éxito de la presentación. Se habían
vendido todos los libros y había una lista de espera bastante numerosa. Como el
centro cultural tenia, ofrecido por mí, un porcentaje en las ventas, estaban
exultantes.
Comimos algunos
bocadillos y solo un vaso de vino. Keiko me confirmó que nuevamente teníamos
una mesa en Trouville. Allí estaríamos las tres más Jacobo, la “comunidad
ampliada”, el matrimonio Nogueira y mi editor que llegó tarde debido a una
demora en los vuelos.
Caminamos la cuadra
hasta el hotel cruzándonos con gente que me saludaba. para alegría de mis
novias algunos recordaban la anterior presentación del libro en conjunto y
también les pidieron autógrafos. En cuanto entramos le maître nos guio hasta la
mesa que tenían preparada.
Nos sentamos. El
sommelier le iba a hacer probar el vino al señor Nogueira pero éste me señalo a
mí y le dijo.
-La señora es la
homenajeada-
-Si, pero como usted
es el varón mayor…- respondió el mozo.
-Esas son
antigüedades. Ahora el mundo es de las mujeres…no de las feministas…de las
mujeres-
Y caté el vino.
Doce
La cena fue
agradable, amena y además sustanciosa en comida y bebida. Realmente disfruté
del momento. Las conversaciones fueron interesantes e intensas. Se habló de
todo, de construcciones, de política, de películas, de libros, de música y
nuestras vidas. Tras el café estábamos tan entusiasmados por el buen momento
que pasábamos que no nos levantábamos de la mesa pero el maître se acercó a avisarnos
que el restaurante estaba por cerrar pero que podíamos pasar a la confitería
que suele estar abierta hasta mucho más tarde.
De manera que nos
trasladamos a otro piso y nos acomodamos allí, sentados en grandes sillones,
con una escasa luz que llamaba a la intimidad y munidos de vasos de whisky o
copas de coñac según el gusto de cada uno.
En el momento de
acomodarnos el señor Nogueira se sentó a mi lado.
-Hay algo que quiero
preguntarle- Me dijo.
-Dígame-
-De lo poco que sé de
su libro usted es lapidaria con la actitud de su padres para con usted y por
sus negocios espurios y le comprendo, no es para menos…- Comenzó diciendo.
-¿Entonces?-
-…que yo quisiera
saber qué opinión tiene usted de mi pues he comprendido, sobre todo en estos
últimos tiempos que no he sido un buen padre para mi hijo y mi hija-
-¿Tanto le preocupa?-
-Usted me abrió los
ojos-
-No, no he sido yo. Han
sido las circunstancias. La sucesión de un numero de hechos que fueron dándose
y de personas que han intervenido y su propia percepción al darse cuenta que estaban
sucediendo cosas novedosas en su vida y en la de sus hijos-
-¿Usted cree?-
-Por comenzar le diré
algo, en principio y según lo que he oído y leído sobre usted por ahí, en los
medios usted no tiene una pizca de corrupto y además, ha sido considerado con
la orientación sexual de sus hijos, eso ya lo pone en un plano totalmente
diferente al de mis padres. Por seguir es probable que haya cometido algunos
errores como padre, ¿Quién no? Y eso es lo que parecía visto desde un plano
superficial. A nosotras también nos pareció que Jacobo era un bueno para nada
hasta que Marga tuvo el olfato para darse cuenta de que ocultaba una innegable
capacidad para los negocios, especialmente para la venta. Lo sorprendente fue
saber que él estaba haciendo el papel del tonto a propósito para no convertirse
en alguien como su hermana y esperando el momento de demostrar su valor, lo que
logró trabajando con Marga-
-Ahí fallé como padre
por no darme cuenta-
-No se acuse, en
realidad demostró que no era ningún tonto y en cuanto a Esther debo reconocerle
que pensábamos que iba a ser una chiquilla caprichosa, ricachona con ínfulas de
genia y resultó todo lo contrario pues si buen está notablemente preparada
técnicamente no vacila en pedir consejo y escuchar. Solo hizo lo que usted
esperaba de ella y muy bien pues no es de aquellas personas que sacan chapa de
apellido y creen que con eso les basta. Es estudiosa, responsable y además, una
gran amiga-
-Usted me da una gran
tranquilidad-
-Es que es como le
digo, el único fallo fue que no se comprendieron entre ellos hasta que a través
de este trabajo que están haciendo con los edificios comenzaron a conocerse uno
al otro como realmente son y ahora colaboran no solo como profesionales sino
como hermanos. Están recuperando el tiempo perdido-
-Y todo gracias a que
un día me enteré que Marga era la dueña de los terrenos y luego aparecieron el
resto de ustedes-
-Es la vida-
En ese momento me di cuenta
que nuestra conversación que había iniciado entre los dos estaba siendo seguida
atentamente por los demás que escuchaban en silencio. Los miré y me reí.
-Che, ¿no se puede
tener una conversación privada?- Pregunté todavía en medio de la risa lo que provocó
la distensión y más carcajadas.
El señor Nogueira se
puso de pie y tomó a su esposa de la mano.
-Bien, es hora de que
los viejitos vayamos a la cama. No se acuesten tarde por que produce arrugas en
la piel- Dijo sonriendo y se fueron a su casa montevideana.
El “grupo ampliado” más
Jacobo y mi editor nos quedamos conversando. Yo no paraba de observar al hijo
de Nogueira que, evidentemente estaba tratando de seducir a mi editor. Los
miraba y me sonreía para mis adentros. “Estos dos van a terminar en la cama”
pensé y no pasaron muchos minutos cuando se levantaron, se despidieron del
resto de nosotras y se fueron juntitos.
Así que en esa penumbra
de luces rojas de las lámparas de mesa quedamos solo las lesbianas.
-Sospecho que si nos
quedamos todas juntas esto va a terminar en una orgia- Dijo Esther
Las demás reímos con
ganas.
-Lo dudo, yo estoy agotada
y lo único que quiero es dormir- Dije.
Esther y Silvia se levantaron
de su asientos y se tomaron de la mano.
-Vamos a pasarla
noche en casa de papá. Mañana volvemos a Punta en su avión, ¿no quieren venir?-
Dijo Esther
-No, gracias, ya
tenemos contratado el taxi aéreo, pero no va a faltar oportunidad-
-Seguro- agregó
Silvia
-No se olviden a
Jacobo- Manifestó Keiko.
-Y si no se despierta
a tiempo va a tener que ir en ómnibus- Dijo riendo Esther.
-¿Saben dónde está?-
Si, supongo que en el
departamento que tiene en la ciudad. De todas maneras lo voy a llamar al
celular.
Y así se fue la otra
parejita. Marga, Keiko y yo terminamos nuestras bebidas y subimos a la
habitación. Realmente estábamos agotadas. Solo nos dio tiempo de sacarnos toda
la ropa y caer en la cama.
Al otro día pedí el
desayuno en la habitación. Lo tomamos en el balcón, por supuesto que ya
estábamos bañadas y vestidas. El poco frio que hubo días anteriores desapareció
y continuaba el clima cálido y húmedo. Por eso salimos al aire libre.
-Ahora te queda
Japón- Dijo Keiko instaurando un tema que me tenía preocupada
-Si, tengo que ver
que organizó el señor Akiyama, pero aquí la cuestión es…¿Van a poder venir
conmigo?-
-Yo estimo que sí. La
venta de los departamentos esta casi terminada y puedo dejar a Jacobo y a mis
socios al cargo- Dijo Marga.
-Yo también. La producción
que exportamos a Estados Unidos está en marcha, mi gente es muy capaz y
además…lo tengo al viejo- Manifestó Keiko.
-Bien, organicémonos-
Concluí.
Trece
En el taxi aéreo, de
regreso a casa le pregunté a Marga.
-¿Tus viejos eran
turcos, no?-
-Si, de Estambul-
-Pero vos sos nacida
en Argentina-
-Si-
-¿Y nunca tuviste curiosidad
por conocer Turquía?-
-Tal vez, pero ¿adónde
vas con eso?-
-Pensaba, en voz
alta. Siempre vamos a Japón y Keiko tiene la oportunidad de visitar su tierra,
por eso me preguntaba si no estaría bueno que en alguno de nuestros viajes
también vos pudieras hacer lo mismo, digo, solo eso-
-Y…estaría bueno,
pero no quiero obligarlas a nada-
-Vamos, ya sabes que
aquí nadie obliga a nadie, yo también quisiera conocer Turquía- terció Keiko
sumándose a la conversación.
-Entonces, creo que
va siendo hora de que hagamos ese viaje- Manifesté.
-¿Ahora?- preguntó
Marga-
-Si, ¿why not?-
Pregunté.
-De todas maneras no
haría ese viaje por que quería a mis padres, lo haría simplemente porque dicen
que Turquía es lindo. Para decir verdad los turcos no me flipan y, como saben,
de mis viejos no tengo el mejor de los recuerdos- Aclaró Marga
-Es tu decisión, solo
fue una idea que me atravesó el cerebro- Manifesté.
-De acuerdo, siempre
va a ser bueno ir a otros lugares donde no tenga que ver más que ojitos
rasgados- Dijo Marga, tratando de hacer enojar a Keiko, pues esa es su
diversión.
Pero Keiko no se
enojó y así fue acordado que luego de las presentaciones de mi libro, haríamos
un paseo por la tierra natal de los padres de Marga.
Al otro día recibí de
Yuzu un mail detallando el itinerario que debía hacer en Japón. Tokio, Osaka y Kioto.
Y luego, para variar, reunión en lo del abuelo. Los hoteles estaban todos reservados
excepto en la capital donde nos alojaríamos en el departamento de Yuzu y Mei.
de allí en más yo organicé el resto del recorrido por Turquía. Ya comenzaba a
respirarse aire de viaje
-Las vamos a
extrañar-Dijeron casi a dúo Silvia y Esther cuando se enteraron.
-No te preocupes,
siempre volvemos- Respondió Keiko.
-Pero antes tenemos
algo que festejar- Dijo Marga imprevistamente y agregó -¿O es que acaso no va a
cumplir más años?-
-¡Cierto!- Dije
dándome una palmada en la frente.
-¿Qué? ¿Te habías
olvidado de tu cumple?- Preguntó Silvia.
-¡No! El de la diosa
Harumi que cumple el mismo día que yo-
Y tomando el celular
la llamé sin más demora, En Japón están adelantados doce horas y ya era día 12
en el hogar de las Taniguchi.
-¡Hola! ¡Feliz
cumpleaños!- Escuché la voz de la diosa antes de que yo pudiera decir nada.
-¡Hola! ¡También para
ti, reina!-
-Me tomaste justo,
estaba buscando el celular para llamarte Alexia sempai-
-Trasmisión de
pensamiento hasta las antípodas- Dije
-Eso demuestra el
poder de las taurinas- Manifestó Harumi.
Hablamos de varios
temas, les pasé el celular a mis novias y a nuestras amigas de la “comunidad
ampliada” y todas le desearon felicidades por turnos.
Luego de la animada
charla y cuando cortamos Silvia dijo.
-Que hermosa mujer es
Harumi-
Una reina alabando a
otra, pensé.
No se trataba de que había
olvidado mi cumpleaños pero, inmersa en la vorágine de todos los últimos
sucesos no pensé en ello. Pero mis novias lo recordaron muy bien. Organizaron,
sin decirme nada, una reunión en casa, en el piso de Marga donde invitaron a
cuanta conocido encontraron por la zona.
Así fue que
estuvieron presentes Silvia, Esther y Jacobo, el matrimonio Nogueira y el matrimonio
Yamura, la infaltable Azumi, mi editor, mi marchand, la recepcionista de Marga,
sus socios el matrimonio de arquitectos y las secretarias de Keiko.
Y como habían
organizado todo cronométricamente tuvimos un Zoom con Japón, con todos los presentes
de este lado y casi toda la banda que estaba con Harumi del otro lado del
mundo. Fue un momento muy emotivo.
Todo comenzó
temprano. Dado que justamente era domingo mis novias me despertaron con el
desayuno en la cama, luego nos vestimos para ir al asado en lo de Yamura. Mis
novias se cuidaron de no comer mucho e insistieron en que yo también me cuide.
Hasta ese momento tenía la sospecha de que algo estaban tramando pero no sabía
que.
Luego del asado, regresamos
a casa y allí lo vi todo. El piso de Marga estaba adornado con guirnaldas de colores
que atravesaban todo el living y el comedor.
-La fiesta es de
sencillo. Así que de pantalones y blusa solamente- Me aclaró Keiko.
Y en ese momento tuve
conciencia de lo que me esperaba. Al rato comenzaron a llegar todos los
invitados. Cuando pude reaccionar ya tenía una montaña de regalos.
Sirvieron unas mesa
de autoservicio, así cada uno tomaba lo que deseaba. Me saqué innumerables selfis
con todos. Brindé una y otra vez y me besé en los labios con varias, incluso
las más inesperadas.
En medio del bullicio
recibí un Whats App del presidente Lacalle Pou que supo del festejo porque
Marga le avisó. Le contesté agradeciendo su felicitación.
De más está decir que
me sentía muy feliz. Rodeada de un montón de personas que son parte de mis
afectos y olvidando, por unas horas, la miseria del mundo. Cantamos, reímos y
bailamos hasta mas no poder. Keiko había conseguido un karaoke y nos la pasamos
desafinando por turnos y riéndonos unos de otros. Hay momentos en que el ridículo no cuenta.
A pesar de que la
noche estaba fresca salimos a ver el paisaje desde la terraza. Ya estábamos a
la altura de los postres y yo tenía un poco de alcohol en sangre, ja, ja…Debió
ser por eso que no sentía el frio.
Estaba improvisando
unos pasos de un baile árabe cuando sonó mi celular. Era Yuzu. Me llamó la
atención el llamado por que hacia un rato que habíamos estado en contacto.
Atendí.
-¡Hola Alexia
sempai!- Gritaba la hermosa rubia.
-Hola ¿Qué pasó?-
Pregunté.
-Casi nada. Como de
costumbre, mi jefe mandó un ejemplar al Estudio Wit y van a comunicarse con
usted por si está de acuerdo en hacer un manga-
-Gracias por la
noticia-
-Si, quería dársela
como un regalo de cumpleaños-
Después de cortar me
quedé pensando. Tenía demasiada suerte en mi vida. ¿Suerte o trabajo? Supongo
que ambas cosas. Bueno, talento también, ¿o no?
De manera que
debíamos agregar una pasada por el Estudio Wit en el gran viaje que nos
esperaba.
Catorce
Al día siguiente de
mi cumpleaños recibí otro llamado que me emocionó, era la diosa de Gabriela
Sabatini. No tenía presente la fecha pero la había leído en una nota
periodística y después de averiguar mi teléfono con mi editor me hizo llegar
sus felicitaciones.
-Feliz cumpleaños,
preciosa- Me dijo de entrada y yo me derretía.
-Gracias, no te
imaginas el placer de escuchar tu voz- Contesté.
-Llego un poco
atrasada-
-No te preocupes. Me
ha hecho muy feliz tu llamado-
-Un día de estos
tendríamos que encontrarnos y charlar-
-¡Por mí, encantada!
Desde ya estas invitada a mi casa en Punta del Este. Ahora estoy por viajar,
estaré varios días en Japón pero a mi regreso te llamo-
-De acuerdo-
-¡Ah y otra cosa!
Seguro estaré muy ocupada con los preparativos y no quiero olvidarme. Desde ya
te deseo un muy feliz cumpleaños a vos también-
-Gracias, preciosa.
Espero tu llamado para visitarte-
Y nos despedimos.
-¿Quién era?-
Preguntaron casi a dúo Marga y Keiko.
-¡La Gaby Sabatini!
La invité a venir cuando volvamos de Japón-
-¡Genial!- Exclamaron
ambas.
Cuando comienza la
etapa de los preparativos de un viaje el tiempo corre más rápido. Marga y Keiko
se ocuparon de dejar sus trabajos en orden, delegando las tareas en sus
subalternos. En el caso de mi japonesita en realidad lo hizo en su padre que si
bien esta gozando de su retiro, disfruta hacerse cargo de la empresa al menos
cada tanto.
-Supongo que esta vez
no piensan andar escalando montañas- Me dijo en una ocasión.
-Pierda cuidado,
sabemos que Dios te protege solo una vez en la vida-
-Curiosa conclusión-
Respondió riendo.
El día de la partida
hicimos lo de todos los viajes, fuimos en el auto de Marga hasta el Aeropuerto
del Carmen. Después de bajar las valijas y colocarlas en el taxi aéreo,
guardamos el vehículo en el hangar. Partimos de inmediato a Montevideo donde
llegamos a los pocos minutos. El vuelo que teníamos reservado a Japón era por
LATAM. Hicimos todo check in y abordamos el avión. Nos tocaron los tres asientos
juntos así que no teníamos necesidad de andar caminando por los pasillos para
poder conversar entre nosotras.
Treinta y una horas
de vuelo. Ya me he acostumbrado a estos intervalos de mi vida en donde me resigno
a hacer nada. Las películas no eran de mi mayor agrado, así que en cuanto
cenamos me dedique a dormir.
De todas maneras
alguna caminata tenía que hacer por el pasillo para estirar las piernas. Así
que di un par de recorridas. En la primera de ellas observé a una señora, de
unos cincuenta años, leyendo mi último libro con total atención. Estaba tan
absorbida por la lectura que ni siquiera notó mi presencia, ni cuando me detuve
a su lado para trata de ver por qué capitulo iba.
No sucedió lo mismo
en mi segundo paseo. Estaba caminando en sentido contrario a los asientos
cuando, por algunas pequeña distracción, levantó la vista y me vio. En primera
instancia creo suponer que le estaba pareciendo una fantasía o un sueño, verme
ahí a dos metros de ella. Y tras esos pocos segundos de duda, reaccionó. Se paró
de su asiento y vino hacia mi raudamente.
-¡Alexia Montes!-
Exclamó mientras me abrazaba con todas sus fuerzas.
El resto del pasaje
nos miraba asombrados, algunos me reconocieron también, pero otros se preguntaban
quién era yo y el porqué del entusiasmo de esa señora.
Pero no les duró mucho
la duda pues mi admiradora exclamó en alta voz.
-¡Es Alexia Montes,
la mejora escritora latinoamericana de la actualidad!-
Y mientras tanto
levantaba mi libro en su brazo extendido.
Hubo algunos aplausos
que agradecí. La señora me pidió que le autografiase el ejemplar y comencé a
buscar una lapicera entre mis bolsillos. Como no encontraba ninguna se acercó
Keiko trayéndome la birome. Le firmé el libro con una dedicatoria a nombre de
Angelica. La mujer estaba fascinada, no dejaba de abrazarme y decirme que había
leído todos mis libros, que apoyaba mis ideas en política y, de pronto, también
se confesó lesbiana.
La miré y no pude resistir
la tentación de hacerle una broma.
-¿Estas segura?- Le pregunté.
-¡Por supuesto!- Respondió
con énfasis.
-Bueno…me alegro que
lo tengas claro. ¿Pareja?-
-No, por ahora. Me
voy a mudar a Japón y espero encontrarla ahí-
-¿Por qué en Japón?-
Pregunté azorada y luego una idea me atravesó la mente
-¿No te estarás
basando en mis libros para deducir que en Japón es fácil conseguir una pareja
lésbica?- Volví a preguntar.
-¡No! ¡Obvio!-
Respondió pero no me dejó muy convencida.
-¿Sos argentina?- La seguí
interrogando.
-Si, pero me voy ,
allí no se aguanta más, no tengo trabajo estable, la inseguridad está cada vez
peor, ya ni podía pagar las expensas. Decidí intentar en Uruguay pero me salió
la oportunidad en Japón y no lo pensé dos veces, soy técnica en biología y allá
en Argentina nadie le da bola a la investigación científica-
-Pero no crees que
con el cambio de gobierno eso puede cambiar?-
-No le tengo fe a
Milei, aparte los peronchos (peronistas) nunca terminan de irse y le van a
hacer la vida imposible-
-¿Y el idioma?-
-Lo sé cómo para
manejarme, y luego aprenderé más. Soy buena para eso, hablo inglés y francés-
-Bien, entonces te
deseo la mejor de las suertes. Si necesitas algo en Japón escribime un mail a
la cuenta que está en la contratapa del libro. Conozco algunas personas que
podrían ayudar en algo, pero, ojo, yo no hago recomendaciones-
-Te agradezco mucho.
Y ¿te puedo hacer una pregunta?-
-Si-
-¿En realidad, ¿vos
le tenes fe a Milei?-
-Ni un poco, pero lo prefiero
antes que a los peronchos-
Y así terminó mi
charla con la insólita compañera de viaje. Volví a mi asiento y seguí
durmiendo.
En Haneda, el
Aeropuerto de Tokio, nos estaba esperando una camioneta para llevarnos
directamente a la casa de Yuzu y Mei. El chofer hizo un llamado apenas nos
acomodamos en el vehículo y me pasó el teléfono. Era Yuzu que quería
disculparse en nombre suyo y de Mei por no haber podido ir a recibirnos. Le
agradecí su atención y luego me explicó que Ume esperaba en el piso para acomodarnos
pues estaba en un pequeño periodo de vacaciones.
-A Yuzu le perdono
todo- Le dije a mis novias cuando colgué.
Quince
En pocos minutos
llegamos, a pesar del tránsito, al edificio donde viven Yuzu y Mei en un piso y
Ume y Shou en otro. La genial madre de Yuzu nos estaba esperando en el piso de
las niñas. En cuanto entramos, dejamos las valijas a un lado y nos estrechamos
en fuertes abrazos con ella. Siempre me encanta volver a verla. Para mí es una
mujer excepcional.
Nos guio hasta la
habitación de huéspedes, de muy buen tamaño, con vista a la bahía de Tokio.
Señalándonos una cama matrimonial y otra de una plaza dijo mientras sonreía.
-Me imagino que la
cama chica no la van a usar, ¿no?-
-Acertaste- Dijo
Keiko.
-Lo sospechaba- Manifestó
y volvió a reír.
-Por eso le compraste
la cama matrimonial a las chicas- Le dije.
-Ja, ja, si, por eso,
de todas maneras tardaron bastante en usarla como corresponde-
-¿Lo hiciste a
propósito?- Preguntó Marga.
-Por supuesto, si no
las empujaba un poco todavía andarían en los prolegómenos- Respondió Ume.
Después de tan insólita
conversación nos entregó una tarjeta para entrar al departamento y nos invitó.
-Esta noche, cena en
el piso de arriba, ustedes y las chicas. Tendremos una reunión de mujeres-
-¿Y Shou?- Pregunté.
-En Tailandia,
ayudando a abrir una par de escuelas para Lady Boys-
-¿Escuelas
especiales?-
-Si y no, en
realidad, escuelas con personal preparado para no ser discriminativos y que
ayuden a las alumnas, pero además podrán ir niños que no sean lady Boys-
-¿Y…perdón por la
pregunta, pero… que sabe Shou de eso?-
-Nada, solo tiene que
preparar un plan de estudios y entrenar a los profesores. De la parte sociológica
se encargará otro profesional-
Una vez que Ume nos
dejó solas lo primero que hicimos fue darnos un baño. Luego nos vestimos cómodas,
con pantalones y blusas amplias y zapatillas. Estuvimos un largo rato en el balcón
observando el paisaje urbano hasta que decidimos subir al piso de Ume.
Nos recibió como si
fuera la primera vez que nos veía. Abrazándonos con fuerza.
-No se imaginan lo
feliz que me hace que estén aquí- Dijo.
-El sentimiento es
mutuo, Ume san- Dijo Marga.
-Te ayudamos con la
comida- Le ofrecí. Manifestó.
Y así fue que entre
todas acomodamos platos y cubiertos, o mejor dicho palillos.
-Las chicas llegaran
en pocos minutos. Recién me enviaron un mensaje- Dijo Ume.
Al rato se oyó el
ruido de la puerta y en un segundo las chicas Aihara estaban abrazadas a nosotras.
Mei más seria pero Yuzu no dejaba de gritar de contenta. Yo sentía placer en tener
ese hermoso cuerpo entre mis brazos y me hacía tan feliz escuchar al solcito
cuando irradia alegría.
-La comida ya está,
pero si tienen ganas de trabajar pueden ayudarme con la mesa-
Ume nos ofreció
cervezas para acompañar la comida. Pero solo a nosotras porque Mei y Yuzu no
toman alcohol. Ellas prefieren te frio o bebidas aromatizadas pues tampoco
toleran las bebidas gaseosas. Manejarnos con los palillos nos está resultando más
fácil cada vez y realmente disfrutamos de una sustanciosa comida a base de
pescado y pollo con salsa muy suaves.
No paramos de
conversar contándonos todas las novedades. Seis mujeres juntas pueden llegar a
ser como una bandada de cotorras. Mei y Yuzu insistieron con lo bella que es
Silvia, nuestra amiga de la “comunidad ampliada” y se asombraron con la novedad
acerca de que jugamos futbol.
Les pregunté por el
abuelo.
-Ahí anda, siempre
igual. Activo, escribiendo otro libro acerca de personajes famosos de la Era
Edo, eso lo mantiene vivo y con la mente activa- Contestó Mei
-Y por supuesto que
está deseando verlas cuando terminen con la gira de presentación- Agregó Yuzu.
-Yo también tengo muchas
ganas de volver a verle- Manifesté
-La última vez que
estuvieron fue un aquelarre- Opinó Ume.
-Si, lo recordamos,
algunas mujeres que estuvieron presentes nos siguieron escribiendo mails- Dijo
Keiko.
-¿Admiradoras?-
Preguntó Yuzu.
-Supongo, pero
ninguna se nos declaró- Respondí.
Y todas reímos.
Una vez terminado el
postre, un riquísimo helado de frutilla y chocolate, ayudamos a la dueña de
casa a desarmar la mesa y lavar la vajilla. Cuando terminamos Ume nos repartió
otra tanda de latas de cerveza y nos quedamos conversando. La temperatura
estaba agradable por lo que salí al balcón a ver el paisaje nocturno.
De pronto sentí una voz
a mi lado.
-Hermoso, ¿no lo
crees?-
Era Ume. La miré.
-Si Tokio tiene el
encanto de parecer una gran colmena silenciosa-
-Hum, Una descripción
original-
Y, de pronto cambió
de tema.
-¿Tan terrible fue tu
vida en la niñez y adolescencia?-
-¿Leíste el libro?-
-Si, y te puedo
asegurar que me asombra que seas hoy una mujer fuerte y dueña de sí misma después
de todo lo que pasaste-
-Si, es que la adversidad
no me venció, sino más bien me fortaleció-
-Eso se ve-
Y es por eso que
admiro a madres como tú, como la madre de Keiko o como la madre de una nueva
amiga que tenemos allá, Esther, que son comprensivas y cariñosas y que apoyan a
sus hijas justamente para evitarles, en la mayor medida posible, sufrimientos
innecesario-
-Es que eso es lo que
debe hacer una madre, proteger y educar para cuando salgan al mundo-
-El problema es que
hay muchas madres y padres que no piensan así- Dije
-Si, allá afuera la
vida es terrible. Es la colmena silenciosa porque hay mucha gente que no puede
hablar-
Nos quedamos mirando
el interminable mar de luces que por un lado llega hasta el horizonte y por el
otro se pierde en la negrura del Mar de Japón. De a poco se fueron acercando
las demás. Ume levantó su lata de cerveza.
-Brindo por el mayor
éxito de tú libro, aunque fue escrito desde el dolor-
La abracé
-Gracias- Le dije.
Dieciséis
En la mañana
siguiente desayunamos en el departamento de Ume por invitación de ella. Yuzu y
Mei debían irse temprano a sus obligaciones y nosotras nos quedamos conversando
con la dueña de casa que estaba en un pequeño periodo de vacaciones.
Dado que la presentación
del libro era esa misma noche teníamos un día para haraganear un poco de modo
que invitamos a la mama de Yuzu a pasear con nosotras.
-Estaba pensando ir
de compras hoy- Dijo Ume.
-¡Genial! Vayamos
todas de compras- Opiné.
Marga y Keiko estuvieron
de acuerdo.
-¿Y adónde vamos?-
Pregunto Marga.
-¡A 109 por
supuesto!- Exclamó Ume.
Y así fue que bajamos
a la calle y tomamos un taxi que nos dejó en el cruce de Shibuya. Primero
pasamos a dejar un flores en la estatua de Hachiko frente a la estación del
tren. Luego caminamos lentamente, entre medio del ir y venir de una marea de
peatones, hasta la puerta de entrada del más famoso Shopping de Tokio.
Nos recorrimos todos
los pisos. Ume se compró varias prendas y una par de zapatillas. Mis novias y
yo solo una vestido cada una y algo de bijou. Luego nos detuvimos en la confitería
a tomar un café con masas dulces.
-Realmente estoy
disfrutando este paseo. Salvo cuando podemos coincidir , de vez en cuando, con
Yuzu y Mei, siempre hago las compras sola, por eso me siento feliz de hacerlo
con ustedes- Dijo mientras degustaba una masa con chocolate.
Regresamos al edificio.
Ume fue a su piso y nosotras al de las chicas a descansar antes de la
presentación. Una siesta reparadora y una ducha nos dejaron como nuevas.
Elegimos vestidos largos y zapatos con tacos altos aunque estuviéramos incomodas
bien valía la pena mostrar nuestra elegancia.
A la hora señalada
llegó la camioneta del Centro a buscarnos e invitamos a Ume que venga con
nosotras. En pocos minutos estábamos en la puerta. La cantidad de personas
haciendo fila eran un buen augurio. Bajamos del vehículo y de inmediato fui
reconocida y también mis novias por el libro anterior. Por ello recorrimos los pocos
metros hasta la entrada firmando autógrafos y compartiendo cientos de selfis.
El salón estaba lleno
como nunca. Todas las veces que he presentado mis libros en Japón creo que la
concurrencia ya ha llegado a un nivel máximo, pero en cada nuevo evento puedo
constatar que en cada ocasión hay más gente. Los había parados en los pasillos,
y también sentados cerca del escenario.
Yuzu nos recibió en
el pasillo que da al salón.
-Esto está de locos,
me parece que va a tener que venirse a vivir a Japón, Alexia san-
Me dijo aferrándose a
mi brazo.
Tras de ella apareció
el señor Akiyama acompañado del señor Nakatake del Estudio Wit. Se acercaron a
saludarme.
-Me he tomado el
atrevimiento de invitar al señor Nakatake pues están muy interesados en el
libro- Dijo Akiyama.
-Genial, me ahorran
un viaje hasta el estudio- Dije riendo.
-Siempre será
bienvenida- Manifestó Nakatake
-¿Vamos?- Pregunto
Akiyama señalando la entrada al escenario.
-Vamos- Respondí
Y entramos en el
salón principal por la puerta lateral que da al proscenio. El aire se llenó de
un estruendoso aplauso. Todavía hoy me sigo asombrando de la recepción que
tengo en el País del Sol Naciente. Caminamos hasta el centro. Nos acomodamos en
los sillones ya dispuestos y el anfitrión tomó un micrófono y presentó al
director del Estudio notificando al público que habría un manga con una versión
reducida del libro.
Luego me presentó a mí
y volvieron los aplausos. Nos dieron un micrófono a cada uno y comenzó la
charla. Akiyama hizo una breve reseña de que se trataba el libro, algo que me
pareció graciosos pues calculando a ojo creo que el noventa por ciento del
publico ya tenía el libro en sus manos. De todas maneras resultó interesante el
resumen del editor y si alguien estaba indeciso de seguro compraría un ejemplar.
Una vez terminada su
presentación se dirigió a mí y comenzó una charla interesante que todo el público
siguió en un silencio casi religioso.
-Es un libro fuerte.
Mas que otros que ha escrito, quizá porque en esta ocasión habla de su vida
abiertamente- Dijo Akiyama.
-En todos los libros,
aun en las novelas fantásticas uno pone parte de sí en alguna situación o en
algún personaje, en este caso puse mi nombre y apellido y relaté una situación
real que fue muy dura para mi-
-¿Y lo sigue siendo?-
-No, supongo que me debía
escribir esta historia pero no es ni catarsis ni venganza. Solo sentí que había
llegado el momento-
-He leído algunas
noticias de su país y sé que sus padres están presos por corrupción y que usted
aportó pruebas para ello-
-Si, esta contado en
el libro. Pero las pruebas que yo aporté no fueron importantes para la causa,
al menos dado el hecho de que ya estaban, por otros medios, en poder de la justicia-
-¿Y por qué la
justicia tardó varios años en actuar?-
-Porque siempre es así
en Argentina y supongo que en otros países donde no hay reglas claras. La
justicia va detrás del poder político y obra según quien está en el gobierno-
-¿Habrá políticos
presos por estar asociados con sus padres?-
-Los políticos cómplices
están todos muertos salvo uno que también estaba en la mira de los jueces pero sé
que está mal de salud y a lo sumo tendrá una prisión domiciliaria…-
-Igual que sus
padres-
-Si, pero eso ya no me
importa. Tienen para comer y bañarse todos los días. Ya no podrán llevar la
vida rumbosa que tenían cuando se llenaban los bolsillos de plata sucia pero están
vivos-
-¿El problema que tenía
con usted era por su orientación sexual?-
-Si, pero no era
todo. Prácticamente se puede decir que nací accidentalmente y no se animaron a
hacer un aborto. Pero, aparte de mis aventuras lésbicas juveniles lo que más le
molestaba era mi presencia. Me escondían en las fiestas que daban y jamás me llevaron
a alguno de sus viajes por el mundo. Debía quedarme en la casa, cuidada por
alguna persona de la servidumbre, que, afortunadamente fueron bastante cómplices
conmigo, puedo decirlo ahora-
-Realmente es fuerte
el tema- Opinó el director del Estudio Wit.
-¿Y usted cree que le
hubiera tocado otra vida si sus padres hubieran sido más abiertos de mente y más
cariñosos?- Preguntó Akiyama.
-No creo. Me crie luchando
contra la adversidad, lo que me fortaleció para enfrentarme a los avatares de
la vida. Debo reconocer que nunca, en la sociedad, me encontré con oposición a
mi persona por ser lesbiana. O…bueno…no demasiada, pero nunca fue tan férrea
como la de mis padres. Pero eso me hizo fuerte, hasta creo que quizá les
debería estar agradecida por ello- Dije riendo
Una risa que se contagió
a todo el salón.
-Pasando a un tema más
general. ¿Por qué cree usted que es tan popular en Japón?-
-No sé, dígamelo
usted-
El señor Akiyama rio
por mi respuesta.
-Bien, hablando
seriamente, creo que por que cuando por pura curiosidad me asomé a su cultura
fui muy respetuosa con ella en mis libros, digo…supongo-
-Yo creo que es así- Manifestó
Akiyama y luego agregó.
-Lo que me llama la
atención es la forma demográfica en que usted es popular en el mundo. Es muy
popular aquí, ahora se le está abriendo el mercado en Corea, Viet Nam y Tailandia
y hasta he recibido algunos comentarios de China, pero para quienes saben inglés
y luego le sigue Europa toda en grado de popularidad, pero lo sorprendente es
lo que sucede en Estados Unidos y en Latinoamérica donde sus libros son casi
como un bien escaso, atesorados pero muy poco numerosos sin editoriales locales
que los impriman. ¿A qué se debe ello?-
-Bueno…Europa fue mi primer escala después de
haber hecho “algo” de fama en Argentina. Paris, Madrid, Roma fueron mis primeros
sucesos y ellos, además de otros países han mantenido nivel constante de venta
de mis libros, sin llegar a convertirse en best sellers pero con buen suceso.
Lo de Japón ya lo expliqué y el acceso a países cercanos es casi lógico.
Estados Unidos es un mercado que ni mi editor ni yo nos tomamos el trabajo de
explorar y en Latinoamérica, salvo Uruguay, donde vivo, y Argentina, en el resto
de los países me ignoran, muchos me odian por sus ideologías políticas y francamente
ni me preocupan-
El reportaje siguió
varios minutos y era interrumpido cada tanto por fuertes aplausos. Luego, una
vez terminado, el señor Akiyama invitó al público a pasar a un enorme salón
contiguo done firmaría mis libros, lo que, francamente, me llevó mucho tiempo y
un brazo agotado.
Antes de ello saludé
a todo el grupo de amigas que había ido a presenciar la presentación. Allí
estaban las infaltables, Harumi, Mitsuko, Maruta, Matsuri, Sara y Nina,
Momokino y nada menos que el abuelo, quien me recordó la reunión en su casa a
nuestro regreso de Kioto y Osaka.
Estaba en medio de la
firma de ejemplares cuando se acercó el señor Akiyama a decirme que luego
habría una cena en mi homenaje en un salón de un piso superior. Estaríamos solo
mis novias, Ume, Mei y Yuzu, el señor Akiyama y el señor Nakatake.
Cuando terminé la
firma de ejemplares mis amigas japonesas que seguían rondando por ahí haciendo
sociales volvieron a acercarse. Continuamos con la charla un rato.
-No se imagina la
alegría de volver a verla-Me dijo Harumi.
-Y yo de encontrarlas
a todas ustedes- Repliqué.
-Supongo que iras a
la reunión en lo del abuelo Ahiara- Me interrogó Mitsuko, la única que me tutea
-¡Si! No pienso
perdérmela. Ver al viejo es un honor para mí-
Y después de una
larga despedida subí con mis novias al primer piso. Allí nos esperaban los
ejecutivos Akiyama y Nakatake. La mesa estaba servida con todo detalle de
protocolo, muchos cubiertos y varias copas que nunca aprendí a usar como lo
dictan las normas, pero, habría que improvisar. En realidad creo que nadie de los
presentes conocía el uso de tanta vajilla.
La cena estuvo
exquisita con varios platos de pescados y pastas. Un vino riquísimo que me
obligo a preguntar de donde era.
-De Mendoza-
Respondió el sommelier.
Conversamos de muchos
temas, de los personales, de política, de negocios. Los japoneses están
encantados conmigo y me tratan como si fuera la emperatriz.
Esa noche tuvimos
sexo entre las tres en el hotel. Al otro día partiríamos para Osaka.
Diecisiete
A media mañana del
día siguiente ya estábamos camino a Osaka. La camioneta del Centro nos llevó
hasta la estación Shinagawa donde tomaríamos el tren bala Tokaido Sanyo
Shinkansen que nos dejaría en nuestro destino en tres horas en la estación Shin
Osaka. El tren iría muy rápido pero podríamos ver algo del paisaje por eso
desechamos ir en avión.
Gran parte del
paisaje fueron los suburbios de Tokio que parecían no terminar más, también
pudimos ver algo de la campiña y en un sector las vías iban paralelas a la costa
lo cual nos posibilitó observar el mar.
En la estación nos
estaba esperando una limosina que nos llevaría al Osaka Toin High School donde
se haría la presentación. El recorrido hasta el colegio duró unos cuarenta
minutos y en el trayecto atravesamos el rio Yodo. Dado que la presentación sería
al otro día nos ofrecieron una habitación en los pisos superiores del mismo
colegio lo que nos pareció una gran idea. El edificio principal es una enorme construcción
de cuatro pisos de alto y en el que nos acomodaron era casi un hotel de cinco
estrellas. Además había cancha de futbol, un campus con pista de atletismo y
otros edificios alrededor del predio. Está ubicado casi en las afueras de la ciudad
y tiene una hermosa vista de las montañas cercanas. En un predio vecino estaba
el Simphony Toin, el sitio donde se haría la presentación.
En cuanto llegamos se
presentó de inmediato el director del colegio el señor Aoki que con las acostumbradas
reverencias se interesó por nuestra estadía, por si estábamos conformes con el alojamiento
y además para informarnos que siempre habría un vehículo a nuestra disposición
por si queríamos pasear por la ciudad. Le agradecimos todo y le dijimos que una
vez que nos acomodáramos, para lo cual no íbamos a tardar mucho iríamos a hacer
una visita al centro de Osaka. Nos dio el número de celular del chofer y después
de decirnos que podíamos pedir comida en la cocina del colegio estaba totalmente
a nuestra disposición.
-Hay sitios donde me
parece casi un abuso gozar de la hospitalidad- Dijo Marga.
-¿Por qué?- Pregunté
-Es que la gente es
tan amable que me da la sensación de que uno se está aprovechando de ellos-
-Coincido- Opinó
Keiko.
Nos duchamos, nos
pusimos ropa cómoda, llamamos al chofer y en pocos minutos estábamos saliendo
rumbo al centro de la ciudad para una visita relámpago, solo para ver un poco a
la pasada. Ya tendríamos dos días después de la presentación para otros paseos
antes de ir a Kioto.
A sugerencia del
chofer pasamos por varios parques, primero el Shirokita, con sus espeso bosque
y un hermoso lago y luego el Yodogawa, con instalaciones deportivas de
atletismo y beisbol, ambos a orillas del rio Yodo, más tarde pasamos por el
Surumi y para finalizar por el Benten- Ike con un lago pequeño, para luego
regresar al colegio. Ya estaba atardeciendo pero la temperatura era agradable
por lo que antes de ir a cenar decidimos pasar por la cancha de futbol.
Allí sorprendimos a
varios muchachos jugando lo que nosotros llamaríamos un “picadito” y nos
quedamos viendo, hasta que sucedió lo impensable, una pelota llegó hasta
nuestros pies y Marga la devolvió con un disparo certero a uno de los arcos sorprendiendo
al arquero. Asombrados nos invitaron a jugar y accedimos. En un rato estábamos
formando parte de uno de los equipos y la noticia corrió por el campus pues en pocos
minutos teníamos un montón de público observándonos. Marga metió dos goles y yo
uno mientras Keiko maravilló a los espectadores con sus desmarques y fintas.
Cuando nos cansamos
salimos al costado de la cancha en medio de un fuerte aplauso, allí pudimos ver
que hasta el señor Aoki estaba viéndonos
-Sorprendente, sorprendente-
Murmuraba y luego haciendo una reverencia manifestó.
-Esto va a quedar en
los anales de la historia del colegio-
Esa noche cenamos en
un coqueto restaurante en el último piso del colegio donde fuimos el motivo de
las miradas de todos los profesores y alumnos que usan las instalaciones en
lugar de ir a sus casas a comer. En cuanto terminamos saludamos a todos con
reverencias y nos fuimos a dormir, habíamos tenido un día muy movido.
En la mañana
siguiente hicimos otro paseo por la ciudad. Esta vez paseamos por el Distrito
Dotombori famoso por su restaurantes, luego pasamos por el acuario Kaiyukan
donde el agua te rodea por todos lados inclusive por arriba y para terminar
fuimos al Osaka Castle y su maravilloso parque. Regresamos con tiempo a fin de prepararnos
para la presentación.
A la hora fijada
entramos en el gran salón del Simphony Toin. Estaba absolutamente lleno. Mis
novias se sentaron en la primera fila y yo subí al escenario donde me esperaba
el señor Aoki.
-Ya no se si
presentarla como escritora o como jugadora de futbol- Dijo riendo.
-Igualmente es un
honor para mí- Respondí.
El público estaba
expectante. Mantuvieron un profundo silencio mientras el director que evidenciaba
haber leído el libro me hacia las preguntas usuales. De esas preguntas saque en
claro que en primer lugar no comprendían el sistema de corrupción de Sudacalandia.
O más precisamente, la impunidad de los culpables. Por lo tanto tuve que
explicar esa realidad que tanto conocemos. Luego se centró en los problemas que
tenían mis padres con mi orientación sexual, pero antes me preguntó si estaba
dispuesta a hablarlo.
-Escribí un libro
sobre ello. Estoy dispuesta- Contesté.
Tras analizar la situación
y mi actitud hacia mis padres donde creí que me iban a criticar dado el
sentimiento de apego que ellos tienen por la familia, por el contrario el señor
Aoki manifestó que hubiera hecho lo mismo.
-El amor de un hijo
no es automático, hay que ganárselo- Dijo sorprendiéndome.
Tras su sentenciosa
frase dio la palabra a los jóvenes para que me hagan preguntas. Algunas
versaron de política sudaca, lo que me demostró que estaban al tanto de las
noticias. También me preguntaron sobre mi carrera literaria y sobre cómo había
descubierto mi orientación sexual. Y no faltó el audaz que preguntó si era
cierto que Marga y Keiko eran mis parejas. Además, tampoco se privaron de decir
que estaban fascinados por nuestra demostración de futbol y preguntaron si
jugábamos a menudo por lo que les conté lo que hacíamos los domingos en el club
aledaño a la fábrica de Yamura.
Cenamos en el mismo restaurante
pero con la compañía del señor Aoki y varios profesores. Era tanta la admiración
que nos profesaban a las tres que ya resultaba empalagosa. Pero la pasamos genial
y hasta hubo una sesión de baile tras los postres.
Los dos días
siguientes aprovechamos a recorrer Osaka. Estuvimos en otros maravillosos parques
e hicimos un paseo por el Rio Yodo.
Fueron unos días muy
relajados pero nos esperaban en Kioto que no está muy lejos y por ello, como
aquella primera vez que visité Japón para presentar mi primer libro decidí que
iríamos en auto. El trayecto nos llevaría poco más de una hora.
Alquilamos un auto que
nos entregaron en la puerta del colegio. Bajamos de nuestros aposentos y en el
gran hall de entrada nos estaban esperando el director y un grupo de profesores
además de una importante cantidad de alumnos. Nos aplaudieron, nos vitorearon y
cuando ya nos íbamos el director me tomó de la mano y dijo.
-Ahí se está
volviendo viral el video de ustedes jugando al futbol. Creo que van a hacerse
más famosas.
Y nos despedimos.
Dieciocho
Manejar por las rutas
y calles de Japón no es una buena idea. Pero no lo pensé cuando se me ocurrió ir conduciendo de Osaka a Kioto. El problema no es que el transito sea caótico
o que los conductores sean desaprensivos, más bien todo lo contrario. Lo que
sucede es que los japoneses manejan por la izquierda, como los ingleses, y para
los que circulamos por derecha puede llegar a ser fuente de confusión. De todas
maneras me las arreglé bastante bien porque el tiempo de viaje no fue muy largo
y mis nervios lo resistieron.
De todas maneras no
me era posible resistir a mis novias que, Keiko en el asiento de adelante y
Marga en el de atrás daban grititos de placer cada vez que veían en sus
celulares compartido el video de nosotras jugando al futbol. La noticia llego
hasta Tokio desde donde toda la alegre banda de nuestras amistades hicieron
comentarios en las redes sociales y felicitándonos en nuestras cuentas particulares.
-Lo único que falta
es que nos pidan una exhibición- Dije en un momento.
Lo que por suerte parecía
no ocurrir.
Por supuesto que la viralización
llegó hasta Kioto. Era de suponer. Y hasta el instituto donde iba a hacer la
presentación el Kioto Kuka Women´s University, una entidad privada pero con
mucha importancia en el ámbito educativo de la ciudad que ocupa una gran
cantidad de terrenos en medio de un vasto complejo cultural y , por supuesto,
solo reservado para mujeres.
-Un sitio ideal para
nosotras, me pregunto qué tan abiertos de mente son - Dijo Marga.
-Estuve aquí presentando
mi primer libro sobre lesbianismo y gyarus y todos estaban muy interesados a pesar
de que en aquella época yo era una doña nadie-
-Pero ahora te
esperan con los brazos abiertos- Dijo Keiko mostrándome en su celular la página
del instituto anunciando mi presencia con dos fotos mías, una muy seria con
aspecto de intelectual y la otra pateando la pelota en Osaka.
Dejamos el auto en la
sucursal de la agencia que nos lo alquiló y tomamos un taxi hasta el instituto.
Cuando llegamos ante la entrada principal flanqueada por un lado por un moderno
edificio y por el otro una hermosa casa antigua totalmente restaurada Marga y Keiko
se quedaron mudas de asombro.
-¡Wow!, ¡Qué lugar!-
Exclamó Marga cuando se repuso.
Y también antes que
nos diéramos cuenta llegaron caminando ligero dos hermosas japonesitas que nos dieron
la bienvenida en nombre de la dirección y se ofrecieron a llevar nuestro
equipaje pues, tal como sucedió en Osaka también nos brindarían alojamiento en
la sede.
-Las guiamos a su
habitación y luego, a las diecinueve horas la directora las espera en su
despacho. Pasaremos a acompañarlas- Dijo una de la niñas en perfecto inglés.
Y nos dejamos guiar.
El edificio donde nos alojaban era también una vieja y hermosa casona donde,
supimos después, suelen pernoctar los visitantes al establecimiento.
Al igual que en Osaka
también nos ofrecieron una habitación para las tres.
-Esta no son ningunas
ingenuas- Opinó Keiko.
-Me pregunto cuántas
lesbianas habrá aquí- Dijo Marga.
-Seguramente muchas-
Respondí yo.
A la hora fijada nos
recibió la señora Yoshida. Impecable en su conjunto Chanel color crema. Por
suerte nos habíamos vestido discretamente, con zapatos y no zapatillas ni
calzas, pues íbamos a contrastar demasiado.
-Cuando usted vino
hace algún tiempo por aquí yo era una simple maestra y no puedo olvidar el
revuelo que provocó entre las jovencitas…-
-Espero que no haya
sido para mal- La interrumpí.
-Todo lo contrario.
Dio pie a que muchas alumnas hicieran sus tesis con sus ideas y se armaran
debates muy amplios y saludables. Hubiera sido interesante tenerla aquí en ese
momento-
-Bueno, es un honor y
una sorpresa saberlo-
-Por eso la invitamos
nuevamente a presentar otro libro suyo en nuestra universidad, ahora que es muy
famosa en nuestro país. Las niñas están ávidas de su palabra y créame que la
van a ametrallar a preguntas. Se lo digo para que no la tomen desprevenida-
-En ese caso, me
gustaría que mis novias, aquí presentes, también formen conmigo un panel de respuestas.
Entre las tres pensamos mejor-
-Será un placer. Su
libro anterior, el que escribieron juntas también gustó mucho y sus novias no
son desconocidas, también será un placer para las alumnas interactuar con
ellas-
-Entonces está todo
dicho- Manifesté.
-Bien, lo único que
no puedo ofrecerle es un campo de futbol, aunque estimo que a más de una les
hubiera gustado verlas jugar- Completó la conversación la directora mientras me
estrechaba la mano.
Salimos del edificio
y caminábamos hacia nuestro alojamiento cuando aparecieron las mismas dos
mujeres que nos guiaran y se ofrecieron a llevarnos hasta el comedor. Aceptamos
gustosas, el viaje nos había dado hambre.
Al llegar notamos que
el restaurante era una hermosa recreación del periodo Edo. Parecía que nos hubiéramos
transportado en el tiempo. Mientras admirábamos la decoración nos sentamos a la
mesa. Las alumnas se quedaron paradas mirándonos.
-¿No van a cenar con nosotras?-
Les pregunté.
-No lo tenemos permitido.
La orden es no molestar a las visitas-
Y dieron media vuelta
para irse, no sin antes señalarnos un edificio enfrente.
-Allí es su
alojamiento, solo tienen que cruzar el sendero-
Y se marcharon.
La atención en el
restaurante de la Universidad fue muy buena. Casi diría como la de un
restaurante de cinco tenedores, (¿Existen los restaurantes de cinco tenedores o
es invento mío?) Bien, lo que quise decir es que fue excelente.
No había mucho público
en el salón pero , por supuesto volvimos a ser blanco de las miradas. Cuando
nos dábamos cuenta saludábamos con un mohín o una sonrisa. Los japones no
suelen ser muy demostrativos y la conducta extemporánea que solemos tener los
latinos, les resultan un poco abrumadora.
Después de la cena
salimos al jardín y luego de caminar un poco por los bien iluminados senderos nos
fuimos a dormir. Al otro día nos esperaba la maratón de preguntas. Mis novias
estaban contentas de participar.
Entre el desayuno,
tomado en la cafetería y la merienda, también en la cafetería, hicimos un breve
paseo por los alrededores que incluyó el cercano e impresionante templo de
Kiyomuzi-Dera, rodeado por un hermoso y frondoso parque, caminos pulcros y bien
conservados y majestuosos edificios de madera, algunos en color natural y otros
pintados de rojo y blanco, como los torii que casualmente había pintado en uno
de mis últimos cuadros.
Regresamos relajadas
y felices. La caminata nos había hecho muy bien. Quizá el ambiente de los
templos japoneses es lo que logra la paz espiritual, donde una se siente en
contacto con la naturaleza y la escala humana y no como en las catedrales
católicas donde todo está hecho para hacer sentir al hombre como una cucaracha.
Ya estábamos listas
para el gran evento.
Diecinueve
Estar cómoda fue una
prioridad, por lo que decidí ir a la presentación con pantalones tipo jean muy
ajustados, una blusa tejida bastante holgada, pero, eso sí, zapatos de taco
alto. De modo que, finalmente, las tres hicimos lo mismo.
Como si lo hubiéramos
sabido, nuestra forma de vestir coincidió con el ambiente descontracturado de
la reunión. Hasta la directora había cambiado su trajecito Chanel por un
conjunto de pantalón y blusa. Y en todo el público se notaba una forma informal
de vestir.
En cuanto subimos al
escenario se produjo el aplauso de costumbre. (Ya me estoy habituando a ello).
Se podría decir que el noventa y nueve por ciento del publico era femenino.
-Nunca vi tantas
mujeres juntas bajo un mismo techo- Me dijo Marga al oído.
-Y también te preguntarás
cuantas lesbianas hay- Le respondí.
-Muchas, seguro que
muchas- Reiteró Marga.
La directora ya nos
estaba esperando en el escenario. Había cuatro sillones y después de la
presentación nos invitó a sentarnos.
-Es un gran honor
tenerlas aquí. Señora Montes-san debo decirle que usted se ha hecho muy famosa
en un medio que es muy competitivo y eso tiene un mérito doble pues lo logró
siendo mujer-
Agradecí el elogio y
manifesté que suponía que habiendo tantas mujeres estudiando diferentes
carreras significaba que tendrían posibilidades en el futuro laboral o
intelectual.
-Así está siendo
ahora, después de mucho esfuerzo. Personalidades mujeres como usted marcan el
camino aun no siendo japonesas-
-Nunca me había imaginado
con tanta responsabilidad- Respondí.
Y pasamos al motivo
del evento. La directora hizo una descripción bastante buena del libro. Yo leí
algunos párrafos sueltos y pasamos a las preguntas del público. Era evidente que
las japonesas me querían pero igualmente me interpelaban. O al menos eso sentí
al principio pero conforme pasaba el tiempo me fui dando cuenta que lo que
estaban tratando de hacer era encontrar respuestas contundentes y claras a sus
propias dudas. Y esas dudas pasaban por la familia, el sexo, el trabajo y la
política.
Ahí fue cuando
entendí las palabras de la directora. Estaban procurando convertirme en una especie
de predicadora de la palabra. Y acepté mi rol con gusto. Desgrané mis conceptos
acerca del género hombre, del feminismo, de la sexualidad y la sociedad, de la corrupción
política.
Noté algo sobre lo
que había leído y era que cada vez menos japoneses quieren un compromiso, que
prefieren el trabajo antes que un matrimonio y eso es igual para los dos sexos,
pero en las mujeres eso es una decisión más audaz ya que mujer soltera, es
mujer fuera de su familia y tiene que arreglárselas sola.
El hecho fue que la
presentación del libro se convirtió en una conferencia de muchos temas. Recibí aplausos
y más preguntas. Marga y Keiko también respondieron a muchos interrogantes y
las notaba felices de compartir conmigo este momento. Hasta que cuando llevábamos
casi dos horas de conversación, la directora, que también estaba embelesada por
la charla decidió que era momento de terminarla.
-Usted perdone, hemos
abusado de su amabilidad y de su tiempo, y el de sus novias también- Dijo
mientras se ponía de pie y luego anunciaba el clásico lunch y firma de libros
en un salón contiguo. Y allí también gasté mi brazo firmando.
Algo me decía que había
sido uno de mis mejores contactos con el público. Bueno…quizá porque eran
mujeres no feministas muy diferentes de las brujas latinoamericanas.
Al finalizarla
interminable sesión de firmas y haber probado algunos bocadillos fuimos invitadas
por la directora a una cena en la que, como en Osaka, también estuvieron algunos
profesores.
Conversamos de varios
temas pero, en el fondo, lo que los tenía más intrigados era el tipo de
relación que teníamos las tres y nuestra afición al futbol. Por enésima vez
debimos explicar que lo nuestro funcionaba así, sin reglas ni exclusiones que
todas éramos iguales en el trato mutuo.
-Finalmente solo se
trata de que en lugar de dos somos tres- Dije divertida.
En cuanto al futbol
lamentaron no tener una cancha pero se me ocurrió la estúpida idea de decir que
también podía ser en un gimnasio cerrado siempre y cuando tuvieran el balón
adecuado. Y eso nos comprometió para la tarde del día siguiente a dar una
exhibición. Todavía teníamos un par de días en Kioto y accedimos.
En tanto, en el
tiempo libre paseamos por la ciudad que , estimo, es la más bella de todo
Japón. Estuvimos en el templo Kiyomizu-dera con su gran cantidad de torii.
También recorrimos la calle Sannenzaka con sus casas de madera y piedra que realmente
es un marco ideal para una escapada romántica. Será por eso que la recorrimos
las tres asidas de la mano. En Gion tomamos él te en una casa atendida por auténticas
Geishas.
También paseamos por
la costa del rio Kamo e hicimos una larga visita al Palacio Imperial ya que,
hay que recordar que Kioto fue capital imperial antes de serlo Tokio y podría
contar varios sitios más porque todo es atrayente pero lo que nos quedó para lo
último fue el maravillosos e imponente bosque de bambú en Arashiyama.
En el medio de estos paseos,
la tarde siguiente al de la presentación hicimos la exhibición de futbol. Solo
tres chicas tenían alguna noción de como patear. Si bien es un deporte conocido
no es el que más practican los japoneses, siendo el beisbol, su favorito, introducido
por los Norteamericanos después de la segunda guerra.
Se juntó bastante público
para ver el juego. Tratando de darle un poco más de movimiento y atractivo
solicitamos si algún varón estaba dispuesto a participar. Conseguimos a cuatro
muchachos de la maestranza y así armamos dos equipos. Keiko y yo más una alumna
y dos empleados formamos uno y el otro Marga más dos niñas y dos empleados.
Aprovechamos los
arcos de Handball y debo decir que nos divertimos como pocas veces. El público aplaudía
cualquier jugada que le parecía buena aunque creo que la mayoría no entendía lo
que pasaba. Pero la gracia era ver el espectáculo. Finalmente, después de unos
cuarenta minutos de actividad lo dimos por terminado. Ganó el equipo de Marga
dos a uno y nos fuimos las alumnas y nosotras a la duchas del gimnasio.
Estaba secándome después
de la ducha cuando se me acercó una de las mujeres participantes.
-¿Todas las mujeres
que juegan al futbol son lesbianas?- Me preguntó de improviso.
-No podría asegurártelo,
pero se podría decir que existe el preconcepto de que si, así, es-
Y después de un
segundo le pregunté.
-¿Por qué me lo
preguntas? ¿Eres lesbiana o tienes miedo de que te tomen por lesbiana por haber
jugado con nosotras?-
-Soy lesbiana, y no
soy la única. Solo quería decirle que las admiro. Fue un honor compartir este momento
con ustedes-
Le di un beso en la
mejilla y se marchó.
-¿Viste? Yo te dije que
debe estar lleno de lesbianas- Dijo Marga que había escuchado la conversación.
Veinte
Regresamos a Tokio en
tren. No estaba dispuesta a manejar nuevamente. De manera que nos acomodamos en
el Shinkasen y a volar por sobre los rieles. En menos de tres horas estábamos
bajando en la estación Shinagawa donde tomamos un taxi hasta el edificio donde
nos alojábamos, en el departamento de las niñas Ahiara.
Ellas no estaban pero
como nos habían entregado las tarjetas magnéticas pudimos entrar, darnos una
ducha reparadora y descansar porque esa misma noche teníamos la reunión en lo del
abuelo.
Yuzu me llamó para
saber si ya estábamos instaladas y avisarme que una Van pasaría a buscarnos a nosotras,
a Une y a Shou que había llegado de Tailandia y estaba descansando en el piso
superior.
A la hora indicada,
como siempre puntuales, llegó el vehículo. En el ascensor nos encontramos con
el matrimonio que bajaba de su piso y nos pasamos todo el descenso saludándonos
efusivamente. Salimos a la calle y subimos a la camioneta. En casi una hora
estábamos entrando en el garaje de la casa del abuelo Aimara.
Desde el mismo garaje
pasamos a un pasillo que nos llevó al hall de entrada. Allí nos esperaba el
abuelo y casi todas las invitadas. Estaba la banda casi completa. Harumi, Mitsuko,
Matsuri, Maruta, Nene, Shirapón, Momokino hasta las hermanitas Sara y Nina.
Además de, por supuesto, Mei y Yuzu.
En cuanto nos vimos
saludé primero con una reverencia y un saludo de manos al anfitrión y luego me
estreché en abrazos con todas. Fue un reencuentro memorable. Tenía unas ganas
enormes de volver a reunirme con todo ese maravilloso grupo.
-Hoy decidí que tendríamos
una reunión íntima- Me dijo el abuelo
-¿A esto llama íntima?-
Le contesté riendo.
-Ja, ja, sí. Están
quienes tienen que estar. La reunión de la última vez fue demasiado ruidosa,
mucha gente-
-Si, pero me dio la
oportunidad de conocer personalmente a Miyazaki-san-
-Ah, sí. Bueno, eso
estuvo bien, me alegra haber colaborado en ello. Usted le admira- Manifestó el abuelo.
-Si, así es-
En el inicio se
sirvió una mesa de fiambres, quesos y otros bocadillos. Como degustábamos de
pie tuvimos ocasión de conversar todas con todas. La comidilla fueron los videos
jugando futbol. Todas se manifestaron admiradas de nuestras habilidades.
-Ustedes son una caja
de sorpresas, un día trepan una montaña y otra vez aparecen jugando al futbol-
Dijo el abuelo.
Después de esa
entrada pasamos al comedor. La extensa mesa estaba servida como para un reunión
en el palacio de Buckingham, con toda su vajilla. En cada plato había un ramito
de violetas con un prendedor para ponérselo enganchado a la ropa. Todas nos
pusimos las flores, incluidos los dos hombres, Shou y el abuelo.
Durante la cena la
conversación no decayó y tratamos muchos temas. La mayoría del grupo se interesó
por la situación política de Sudacalandia con un presidente tan insólito y
también hablamos del libro y de cómo nos había ido en Osaka y Kioto.
-¿Usted cree que
Argentina mejorará a partir de ahora?- Me preguntó el abuelo.
-Me han hecho esa pregunta
muchísimas veces y lo único que se me ocurre responder es que si mejora va a costar
mucho. Los gobernantes actuales son bastante ingenuos, tienen muchas áreas de
gobierno infiltradas de peronistas, las medidas que decidieron tomar traerán
recesión antes de ver sus frutos aunque debo admitir que han hecho grandes avances
en la lucha contra la corrupción pero eso no es lo que preocupa a la gente. La
gente quiere saber si va a tener trabajo y un peso en el bolsillo y por ahora
solo tienen sangre, sudor y lágrimas…-
-Impactante opinión- Manifestó
Shou.
-Se puede decir que
Argentina vive en un tembladeral, pero no somos los únicos en Latinoamérica. La
región es inestable. Demasiados zurdos en los diferentes gobiernos. En Chile,
en Bolivia, en Nicaragua, en Cuba, en Brasil y solo hay pocos demócratas como
Milei, Lacalle Pou y Bukele. Están rodeados de ignorantes que se quedaron en
los años 70-
Tras mi discurso,
poco se habló de política pero me preguntaron sobre el libro.
-Ahí anda, caminando
solito. Al parecer vendiéndose como pan caliente-
-Ya lo he leído.
Quise hacerlo antes de conversar con usted- Dijo el abuelo y agregó -Es un
libro fuerte. Y usted es muy valiente para contar lo que hizo. Priorizó la honestidad
por sobre la familia y eso es revolucionario-
-Gracias, no sé si
tomarlo como un cumplido o como una crítica-
-Es un cumplido, ya
le dije, es usted muy valiente. Algunos la criticarán, esos que defienden la
familia por sobre todo aunque sean una banda de corruptos o lascivos y no ven
la realidad-
-Apoyo eso- Dije, pero
creo que ya me estaba afectando el champagne.
Después de la cena se
sirvió café en la biblioteca. Siguieron las conversaciones entre todas, se formaban
grupitos, luego se formaban otros. A veces la charla era general. Me sentía absolutamente
cómoda en ese ambiente.
-Su nueva amiga de Uruguay
impresionó a todas las chicas- Me dijo Mitsuko en un momento en que estuvimos
aparte del resto.
-Si, algo de eso dejó
entrever Yuzu en una conversación telefónica, hace tiempo. Además, debo decirte
algo, esta amiga que se llama Silvia se quedó fascinada con tu hermanita-
-¿Ah, sí?
Interesante-
-Muy interesante. Debemos
reconocer que son dos diosas-
-Me voy a poner
celosa- Respondió Mitsuko riendo y se alejó a reunirse con su novia Maruta
El abuelo se me
acercó luego y en medio de la conversación me preguntó
-¿Vuelven directamente
a su país?-
-No, vamos a hacer
una pasada por Turquía, la tierra de los antepasados de Marga. Un poco de
Estambul, un poco de Capadocia, un poco de Ankara, un poco de Antalya…-
-No va a escalar
ninguna montaña, supongo-
-No, nos vamos a
portar bien-
-Que lo disfruten
entonces-
Y cuando las primeras
luces del alba comenzaron a asomar la reunión se fue terminando. Cada uno se
fue para su casa. Las hermanitas Sara y Nina a un hotel pues regresarían a
Kioto y nosotras con Ume, Shou, Mei y Yuzu para dormir un poco.
Era ya el mediodía
cuando nos reunimos a desayunar con todos los Ahiara. Fue también una ceremonia
de despedida hasta el próximo viaje. Hasta hubo lágrimas de tristeza pero la
vida sigue y nosotras todavía teníamos unos días de viaje.
La camioneta del
centro cultural nos pasó a buscar para llevarnos al Aeropuerto de Haneda. Allí
nos esperaba el vuelo de Asiana que nos dejaría en Estambul, en aproximadamente
trece horas.
Comenzábamos otra
etapa de aventuras.
Veintiuno
En un hermoso día
soleado desembarcamos en Estambul. El taxi nos llevó desde el Aeropuerto hasta
el impresionante hotel Mandarín Oriental Bosphorus en la orilla del Bósforo
tras un viaje de más o menos cuarenta minutos.
Cuando nos dejó en la
puerta quedamos impresionadas. Era colosal. Jamás hubiéramos creído que era tan
impresionante y además tenía una espectacular vista sobre el estrecho del Bósforo
y la costa opuesta.
Nos atendieron con
tanta amabilidad y dedicación que nos parecía estar en un palacio imperial con
todos sus lujos. La habitación estaba en el tercer piso. Al entrar seguíamos
asombradas con la boca abierta como llegadas del campo. Tenía dos dormitorios,
sala, cocina y dos baños, además de un enorme balcón.
No puedo describir más.
En cuanto nos pusimos cómodas salimos a pasear por la ciudad. Habíamos
programado dos días para Estambul, dos para Ankara, uno para Capadocia y dos
para Antalya, para regresar a Estambul con dos días más hasta tomar el avión
hacia nuestro hogar. Por ello tratamos de ver todo lo más posible en poco
tiempo. Marga estaba contenta, pero no tan entusiasmada. Tal vez primaba sobre
ella la desastrosa vida que le hicieron su madre y su hermano. De su padre
recordaba poco. Marga detesta a los turcos varones y no es solo por causa de su
homosexualidad.
-Si hubiera sido
hetero jamás me hubiera casado con un turco- Me dijo una vez.
El hecho fue que
transitamos por los sitios más emblemáticos. Obviamente fuimos a Haga Sofia, a
la Mezquita azul y al palacio Topkapi, a las cisternas Basílicas y al Hipódromo.
En el segundo día hicimos una excursión por el Bósforo en un pequeño crucero
con cena incluida. Y dejamos para el regreso del resto del país el Gran Bazar,
la Mezquita de Solimán, el Parque Gulhane y el Palacio Dolmabahce y otros
sitios atrayentes.
Al tercer día
viajamos temprano a Ankara, solo una hora de viaje en Turkish Airlines y
bajamos en la capital turca. Nos alojamos en el Grand Sera Hotel.
Nuestro paseo por la
ciudad incluyó como casi una obligación el Mausoleo de Ataturk, el padre de la Turquía
moderna. Luego la mezquita de Kocatepe, el castillo y la ciudadela y el Parque
Genclik. Y por último el Museo de las civilizaciones de Anatolia.
No hubo sucesos
mayores en estos recorridos. Realmente los disfrutamos. Estábamos relajadas y
felices. Era un propuesta diferente a la costumbre de ir de Japón a Uruguay y viceversa.
Con los días Marga se animó más y comenzó a disfrutar de verdad del paseo. Por
supuesto, por las noche no faltaba el sexo aunque terminábamos dormidas sin
vestirnos de nuevo.
Luego fuimos a Capadocia.
Allí solo pensábamos hacer un vuelo en globo y algún recorrido menor por las
casas construidas en la roca. Tres horas y media llevó el viaje hasta Kayseri,
la ciudad más cercana para tomar una excursión. Luego nos llevaron hasta el
sitio donde se hacían las excursiones en globo pues ya teníamos reservado el
pasaje.
La experiencia de
subir a casi 900 metros de altura, en medio de un mar de otros globos llenos de
turistas, es casi alucinante. El único ruido que se escuchaba era el calentador
del aire interior del globo. Paseamos por arriba de todas las increíbles construcciones
y formaciones naturales, algunas con formas muy sugestivas.
-Esos parecen penes-
Dijo Keiko señalando las formaciones rocosas que semejan miembros erectos
-No esperaba este comentario
de vos- Le dije riendo y agregué -Eso es de esperar de la guasa de tu novia
Marga-
El paseo fue alucinante
también la excursión a pie entrando a las construcciones talladas en el Valle
de Pasabag. Luego de una larga caminata que incluyó parar en dos ocasiones, una
para almorzar y otra para tomar mate regresamos a Kayseri, donde nos alojaríamos
en el Radisson Blue para partir al día siguiente hacia Antalya en la costa
sobre el Mediterráneo en un viaje aéreo de una hora y media.
Antalya esta
consideraba la ciudad más linda de Turquía aunque no es muy conocida en el
exterior. Tiene numerosos sitios históricos hermosos y dignos de verse, pero
además de ello, a nosotras nos tentaba la idea de pasar por la heladería de
Cilgin Dondurmaci (Dondurma es helado en turco). Y no se trataba de si el helado
es rico o no. El motivo era ver en persona a Mehmet Dinc, el “heladero loco” que
agregó música y bailes al clásico malabar de los heladeros en aquella parte del
mundo que te sirven el cucurucho en el extremo de un palo y juegan con el
cliente a ver si lo puede agarrar o no. Para lo cual, si vas a comprar un
helado tenes que tener bastante paciencia y buen sentido del humor.
En el caso de Dinc
mucha gente del público se presta al juego de hacer con él pasos de baile con
una motivadora música árabe de fondo. La mayoría son mujeres pero también hay
hombres, niños, grupos de baile, gente disfrazada, pues el espectáculo se ha vuelto
viral en You Tube y eso lo ha hecho famoso, al punto que es punto obligatorio de
paradas en todas las excursiones turísticas.
Así que antes de
cualquier otra excursión y luego de alojarnos en el Saye Konak Hotel nos
dirigimos a Balek, el barrio donde estaba nuestro destino. Cuando llegamos
había bastante gente reunida y estaba una hermosa mujer árabe bailando con toda
la gracia natural que tienen mientras detrás del mostrados Dinc hacia su espectáculo.
Todo el mundo sacaba fotos, filmaba, en verdad era un suceso. Después de varios
minutos y de que otra mujer rubia de aspecto escandinavo hiciera lo suyo nos
acercamos las tres. Habíamos visto muchas veces los videos en You Tube, por lo
tanto nos sabíamos los pasos de baile.
Dinc nos vio e hizo
como que se agarraba la cabeza. Y comenzó la danza fenética, hacíamos lo mejor
coordinadas que podíamos nuestra coreografía y él nos respondía desde dentro
del puesto de venta. Era un juego de diversión y seducción al mismo tiempo.
Debo reconocer que el fulano estaba bastante lindo y mientras las tres al unísono
bailábamos éramos centro de todas las miradas y celulares apuntándonos, además
de que cada tanto una de nosotras filmaba a las otras dos con los celulares.
Dinc salió del puesto
y se acercó a nosotras, primero tomó de la mano a Keiko y la hizo girar sobre
si, luego hizo lo propio con Marga y para finalizar conmigo. Mientras seguía bailando
lo rodeamos y le seguíamos el ritmo. Finalmente volvió a su puesto y nos regaló
un cucurucho a cada una, no sin antes hacernos las clásicas bromas de sacarlo
justo cuando íbamos a tomarlo.
Estábamos
ofreciéndole nuestros últimos pasos de baile cuando sentí de pronto una voz que
gritaba
-¡Alexia Montes!-
Me di vuelta. La que
había lanzado semejante exclamación era una mujer que formaba parte de un grupo
de tres parejas. Cuando me acerqué a ellos continuaba gritando.
-¡No lo puedo creer!
¡Venir hasta aquí y encontrarla!-
Evidente mi admiradora
era argentina por la forma de hablar. De inmediato me presentó a su novio y a
sus amigos.
-¿Paseando?- pregunté
-Llevamos dos meses
recorriendo Europa y terminamos aquí, en una semana regresamos a Argentina- Me
contestó.
-Hemos oído que
presentó otro libro y quisimos comprarlo, pero ya nos habíamos ido de España y
no lo conseguimos en castellano- Dijo otra de las chicas
-Bueno, lo
encontraran allá- Manifesté
-¿No estará agotado?-
-No creo, pero vamos
a hacer algo, nos sacamos una selfi y después se la mandan a este número que es
el teléfono comercial de mi editor y le piden que se los reserve-
-¡Gracias, gracias!-
Exclamaron las tres mujeres.
Nos saludamos, ellos se
marcharon. Mis novias yo nos quedamos viendo los videos que nos sacamos mientras
bailábamos. Habían salido muy buenos a pesar de la improvisación. Sin demora
los subimos a You Tube y al Tik Tok de Marga.
Ahora nos quedaba ver
la maravillosa Antalya y todas sus ruinas históricas. La ciudad tiene la
belleza de poseer ruinas o construcciones de muy diferentes épocas, por lo que hay
para elegir en cuanto a un recorrido histórico.
Lo primero que vimos
fue La torre del Reloj del siglo XIII, luego la Mezquita de Tequeli y la de
Mosque, más tarde el barrio antiguo y la Puerta de Adriano, prosiguiendo vimos
el Museo de Atartuk, el padre de la Turquía moderna, al salir del museo pasamos
por el Karaalioglu Park, sobre la costa, luego el pequeño puerto, la Plaza de
la República, la calle delos paraguas lleno de restaurantes y para finalizar el
primer día, el bazar con tantas ofertas para comprar que hay que contenerse. El
segundo día fuimos a las Cascadas de Duden, la torre Hidirlik, el anfiteatro de
Perge
Después de tan
increíble experiencia regresamos de Antalya a Estambul en tan solo una hora y
media de avión por Turkish Airlines. En la emblemática ex Constantinopla
volvimos a recorrer sus calles, sobre todo perdiéndonos en el Gran Bazar, de
interminables pasillos con toda clase negocios. Fueron otros dos días
maravillosos, la tarde de nuestra ultima jornada en Turquía la pasamos descansando
en el gran balcón de nuestra habitación tomando cerveza y contemplando el Bósforo.
Realmente había sido un paseo relajante.
Y luego el gran
viaje, de Estambul a Montevideo. Diecinueve horas por KLM. Cuando llegamos a
nuestra tierra tenía las posaderas entumecidas, pero había dormido casi todo el
viaje. Y mis novias también. Como para no perder el envión, nos esperaba el
taxi aéreo que en pocos minutos nos depositó en el Aeropuerto del Carmen y tras
haber traslado nuestro equipaje al auto, no nos llevó mucho más llegar a
nuestro castillo con vista La Mansa.
Allí nos esperaba la
señora Azumi que ya había dispuesto todo para que encontráramos nuestros departamentos
relucientes y ordenados.
Nos cambiamos de
ropa. Con solo una remera y pantaloncito corto nos arrojamos a los sillones de
mi piso. Hice un poco de café y los bebimos lentamente. Al fin en casa!
Minutos después recibí
un llamado de mi editor. Las noticias eran buenas, (pensaran que estoy loca por
lo que voy a contar) El hecho era que en Sudacalandia el periodismo berreta que
solo piensa con el culo me estaba destrozando, argumentado que yo era una desalmada,
hipócrita, y oportunista debido a la temática de mi último libro.
-¿Vas a contestarles?-
Me preguntó mi editor.
-Ni loca, no pierdo
el tiempo con idiotas. Y además vos sabes tan bien como yo que esos fuegos de
artificio generan más ventas.
De mis padres no supe
más nada. Ni siquiera me molesté en averiguar que es de su vida. Ya cumplí mi
venganza. La vida es así, dura.
Al día siguiente se
produjeron todos los reencuentros, Keiko con sus padres y empleados, Marga con
sus socios arquitectos que le tenían varios buenos negocios preparados y además
con Esther y Silvia y el inefable Jacobo y yo me reencontré con todos…y todas.
Pero eso será otra historia…