Dame
una señal
Si
supiera donde encontrarte acudiría prestamente, sin demora, ávido de tus besos
y tus caricias. Toda distancia me parecería corta y todo peligro tan solo un
pequeño escollo. No habría entidad humana ni celestial que me apartara de tus brazos,
ni tempestades, ni desiertos, ni océanos, ni
montañas.
Si
tan solo supiera en que sitio del universo moran tu mente y tu cuerpo. Donde las
flores adornan tu ventana y los pájaros entonan sinfonías al amanecer de tu
hermosura.
Si
tan solo tuviera una pista. Un mensaje venido de las estrellas, un sonido en la
placidez de la tarde, una luz en la profundidad de la noche. Un simple
mensajero que me traiga una carta donde solo diga: Te espero.
O
en el canto del jilguero, o en un libro con claves, en el aroma de los
eucaliptos, en las olas saladas y espumosas, en un papel arrastrado por el
viento del norte, o en las escamas del salmón que remonta la corriente.
Más
no en un mail, ni por teléfono, ni siquiera un mensaje de celular. En ellos no
confío.
Dime
donde estás y soy todo tuyo. Dime donde habitan tus ojos negros y tu cabellera
azabache, tu piel morena y tus labios rojo sangre.
Echa
a volar una paloma, arroja una botella al mar, fabrica trenzas en las crines de
caballos desbocados, dibuja signos en los picos de las aves migratorias,
envíame tan solo una palabra a través de los ecos de las montañas, o de las
campanadas de la Catedral de Notre Dame. Avísame a que hora del día la sombra
de la pirámide de Keops me señalará el camino.
Dame
una señal que muero si no te veo. Si no puedo recostarme a tu lado en la
alcoba, murmurarte mis poemas y acariciar tus senos.
Dame
una señal. Más no en un blog, ni en facebook, ni en wilkipedia. En ellos no
confío.
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