Monday, July 01, 2019

NO QUIERO SER JOVEN HOY


Alla entre fines de la decada del 60 y principios de la del 70, todos los sabados por la mañana yo organizaba las salidas de un grupo conformado por algunos de mis compañeros del secundario y varias chicas que conocimos en un picnic del dia de la primavera. 
Las salidas eran clásicas, el sábado por la noche ir a bailar a Zodiaco o San Jorge y los domingos juntarnos en la casa de alguien o ir también de baile a Ramos Mejia, a boliches como Camelot o Apple. 
Todo esto lo hacia desde el teléfono, el único en varias manzanas a la redonda, no publico, pero por el que me cobraba unas monedas por llamado Don Repetto, el dueño de la forrajeria. Allí, entre bolsas de carbón, de mijo o alpiste, tambores de kerosen y algunas aves de corral que se paseaban libres yo hacia todos los llamados necesarios. Combinaba horarios y lugares de encuentro y como los que tenían teléfono luego iban personalmente a avisar a los que no lo tenían y, salvo por algun problema en particular, nadie falto a aquellas por que no se enterara. 
Eran épocas sencillas, yo la llamo “La era de la inocencia”, un devenir provinciano en donde el ahora tenebroso conurbano era, en aquella época, la antesala del campo. En una época sin drogas, el LSD Y la marihuana eran cosa de yanquis, sin la inseguridad de ahora, de calles recién asfaltadas en donde pasaba un auto de vez en cuando, de respeto por los maestros y los policías y sabiendo que si se estudiaba se iba a ser algo en la vida y se tenia un trabajo, porque era digno, como era digno levantarse la casa ladrillo a ladrillo. 
Una época en que todo el barrio sin distinción  jugaba al carnaval en las calles y luego se encontraba a la noche en el corso barrial. Una época en que a pesar de ser un gran cantidad de chicos en el barrio todos nos conocíamos, conociamos nuestras casas y nuestros padres. Una época de la infancia en que jugábamos en las calles hasta que caia el sol y luego ya casi de noche se oia el coro de nuestras madres llamándonos a cenar. Una época en que contagiados,  ya adolescentes, desde lejos, por el flower power y el amor y no la guerra teníamos un atisbo de esperanza de un mundo mejor. Y a pesar de la guerra fría no habia enloquecidos musulmanes matando gente por que sí. No era el paraíso, lo se. 
No se trata de nostalgia barata, pues en realidad me gusto ser joven en aquella época. En esta época, aunque se me apareciera un angel y me quisiera otorgar la posibilidad de serlo lo rechazaría. 
Me encanta la tecnología y la aprovecho en lo que mi economía y mi cerebro me lo permiten pero no quiero ser joven hoy. Por que me sucedió algo de mayor valor. El poder haber vivido en dos mundos, aquel en que debias llamar a una operadora para pedirle el numero al que querias llamar y ésta en que te conectas en un segundo con el otro extremo del mundo. Aquel en que las revistas te hablaban de un futuro tecnologico casi mágico y éste en que se vive inmerso en esa magia. Aquel del lechero y del panadero en carros con caballos y éste de Supermercados en cada esquina. Aquel de maquina de tren a vapor y éste de trenes que corren a 500 km por hora. 
Por eso creo comprender a quienes vivieron por 1890 la época de la Revolucion Industrial. Debio haber sido algo portentoso, algo casi irreal. Hoy tengo 66 y soy feliz de la edad que tengo, me gusta intercambias opiniones con los jóvenes y también…recordar.


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