Monday, July 29, 2019
Saturday, July 20, 2019
LA LOTERIA DEL DIA DE LA JUSTICIA
Andrew salió de su casa esa mañana de muy buen
humor. El clima era agradable y a pesar de lo temprano de la hora el Sol
comenzaba a asomarse sobre los tejados de las casas. El barrio estaba
tranquilo, algunas personas comenzaban a salir para sus tareas cotidianas y los
niños a la escuela.
Andrew estaba feliz, finalmente iba a vivir el día
tan esperado. Después de tantos años de comprar todos los meses un billete para
la lotería le llegó la hora de ganar con el número que seguía rutinariamente,
el premio que tanto anhelaba.
Esperó en la esquina el ómnibus que lo llevaría a
la Estación de ferrocarril, allí tomaría el expreso hasta la vecina ciudad de
Puerto del Medio, donde lo estarían esperando con un vehículo para finalmente
dejarlo en su destino. El destino con el que soñara tantas noches, él como
muchos otros que esperaban con ansias ganar el derecho que creían merecido.
En ese día, no era el único que salía de su casa
feliz, en todo el país eran cincuenta los ganadores. Cincuenta individuos,
hombres o mujeres, poseedores del billete que los acreditaba para ser los
protagonistas del Día de la Justicia.
Cumplió todo su viaje en corto tiempo. Los
servicios de transporte público habían mejorado notoriamente en los últimos
diez años desde que el gobierno decidió hacer una profunda reforma de muchos
aspectos de la vida cotidiana de sus habitantes. Los ómnibus estaban
prolijamente limpios, los ferrocarriles funcionaban a horario y los empleados públicos
de todos los niveles eran responsables y honestos.
Tan responsable como el chofer que esperaba
puntualmente a Andrew en la estación de Puerto del Medio. Tras los saludos de
rigor y habiendo mostrado su billete, nuestro hombre subió a la camioneta y comenzó
la última etapa del viaje, saliendo de la ciudad por una amplia autopista y
atravesando extensos campos cultivados.
Una hora después ya se encontraba a las puertas de
la Penitenciaria de Puerto del Medio, un edificio de altas murallas grises que
no permitían ver nada de ella desde el exterior. Un guardia revisó el billete
que Andrew mantenía ansiosamente en su mano y ordenó abrir la pesada puerta de
hierro. Inmediatamente entraron a un patio con unos pocos árboles y al
detenerse el vehículo llego a saludarlo el mismo Alcaide de la prisión en
persona.
Lo hicieron pasar a las oficinas donde charlaron
un rato para distenderse. Incluso el director le ofreció un trago de whiskey
por si lo necesitaba para animarse pero Andrew lo rechazó alegando que prefería
tener todos sus sentidos en funcionamiento.
El tiempo de espera en las oficinas del Alcaide tenía
otro propósito. Otra lotería. Una que se iba a efectuar dentro del ámbito de la
prisión para elegir a una persona. Una vez cumplido el acto, un guardia llego
hasta la oficina y le entregó al director un papel con un nombre.
-Llegó la hora-
Le dijo el director a Andrew. Y acompañado por dos guardias salieron por
un largo pasillo sin ventanas y en semipenumbra. Al abrirse una puerta entraron
en un salón profusamente iluminado cuyas luces enceguecieron por unos segundos
a los recién llegados. Cuando Andrew recuperó la vista pudo ver claramente al
otro extremo de este salón a un sujeto, parado contra la pared, con los ojos
vendados.
Uno de los guardias, en silencio, le presento un maletín
plástico y al abrirlo pudo ver una pistola con su cargador completo. Con
seguridad la tomó del caño para no jalar accidentalmente el gatillo. La sopesó
en la mano derecha e hizo la prueba de apuntar levantándola con ambas manos.
-¿Todo en orden?- Le pregunto el Alcaide.
Respondió solo con un movimiento de cabeza, dada la emoción que sentía en ese
momento.
-Cuando quiera- Dijo el Alcaide. Se tomó un par de
segundos para asegurar la mira laser y disparó, los ocho tiros del cargador.
El prisionero cayó muerto sin pronunciar siquiera
una queja. El destino que cumplió al haber tenido el número que saliera en la lotería
dentro del presidio.
-Uno menos- Comentó un guardia.
-¿Va a seguir participando en la Lotería del Día
de la Justicia?- Pregunto el Alcaide.
-Por supuesto- Respondió Andrew.
Esa noche,
cincuenta ciudadanos honestos, como Andrew, habían cumplido su sueño. Eliminar
un delincuente, legalmente, como se venía haciendo desde hacía varios años
todos los meses, desde que el gobierno instaurara la Lotería del Día de la
Justicia, para amedrentar a los violentos y los deshonestos y no superar la
superpoblación en las cárceles.
Saturday, July 06, 2019
LOS LIBROS QUE ME MARCARON
Muchas veces me han preguntado en
reportajes de diarios o emisoras de radio de poca monta donde tuve oportunidad
de contar sobre mi actividad literaria que llevo adelante con mi verdadero
nombre de varón sobre cuáles son los libros que marcaron mi estilo de narración
y temáticas.
Muchas veces me lo he preguntado
yo misma y no acababa de tener una respuesta pues era una lectora compulsiva
desde mi más tierna infancia y fue una multitud de libros los que cayeron en
mis manos y que leí ávidamente.
Pero con el tiempo fui decantando
títulos autores y me di cuenta que claramente me quedaban dos a los que puedo
adjudicar esa influencia.
Se tratan de La Regenta de
Leopoldo Alas y El Retorno de los Brujos de Pauwels y Bergier. Y ambos fueron
libros discutidos, fueron libros ensalzados y fueron libros, en suma polémicos.
Y creo que haber abrevado en esas fuentes fue lo que moldeó mi literatura a un nivel
de trasgresión permanente en el que no me importa la reacción del lector mientras
sienta que le están dando un codazo en el estómago, es decir, que lo impresione
y no sienta que está leyendo ni un texto políticamente correcto ni una intención
de moralina.
La regenta fue publicado entre 1884 y 1885,
ferozmente criticado por la Iglesia católica española de entonces que tenía una
fuerte presencia entre la población y además de los habitantes de la ciudad de
Oviedo pues consideraron que su autor los tomó como modelo para el escenario de
la novela en una ciudad a la que llamo Vetusta y que no los dejaba bien parados
mostrándolos como una sociedad francamente hipócrita. El argumento versaba
sobre el personaje femenino de Ana Ozores, (la regenta) casada por su tías con
un anciano con el que nunca llego a tener relaciones sexuales. Acosada por dos
hombres, Álvaro Mesia, presidente del partido liberal, un play boy de aquellas épocas
que se había acostado con cuanta mujer, casada o soltera pudo. El otro era Fermín
des Pas, sacerdote, magistral de la catedral con una madre dominante y corrupta
en cuanto a algunos negocios dentro de la Iglesia. Ambos hombres luchan por
poseer a Ana y no voy a contar el final pero es dramático. Debo aclarar que mi
padre, cuando yo descubrí este libro a más o menos los doce o trece años, me prohibió
leerlo pero no lo consiguió pues a pesar de haberlo escondido, lo encontré y lo
termine. Hoy día, La Regenta está considerado uno de los libros más importantes
de la literatura española
El Retorno de los brujos fue también
un libro criticado pues se adelantó en su tiempo con temas de difícil explicación.
La alquimia, las civilizaciones desaparecidas, el esoterismo nazi y la parasicología
eran algunos de sus temas. Hoy día en cualquier canal de cable vemos burdas
interpretaciones acerca de estos temas como el del Santo Grial pero debemos
tener en cuenta que el libro de Pauwels y Bergier data de 1961. Su existencia
llego a mi cuando tenía unos catorce años y fue porque lo encontré entre la bibliografía
de una nota del diario La Nación de 1967, mas o menos, que hablaba de los
Cataros y su desaparición. Este libro ha dado tema para montones de novelas y
documentales.
Friday, July 05, 2019
Thursday, July 04, 2019
MI AVENTURA EN TOKIO (NOVELA YURI)
Mi aventura en Tokio
Alexia Montes
Capítulo 1 Regreso y
reencuentro
Regresé a Japón antes de lo que me había
imaginado. Solo pasó un año desde que fui por primera vez. En aquella ocasión
no fue por un motivo meramente turístico, ansiaba conocer y empaparme de la
cultura japonesa tan distinta a la nuestra para escribir una novela que se
desarrollara en el Imperio del Sol Naciente.
Mis amigos siempre me reprocharon que no
situara ninguna de mis novelas en Buenos Aires pero ocurre que a nuestra ciudad
la veo todos los días, en cambio imaginar historias en otras ciudades era la
excusa para viajar aunque fuera virtualmente a lugares desconocidos.
Es cierto que antes o después de hacer
mis relatos había tenido oportunidad de viajar a los sitios mencionados pero
estos siempre se habían referido a ciudades europeas de las cuales tengo una
idea al menos básica de su cultura e historia.
Pero el Japón era una incógnita para mí.
Lo único que tenía como referencia era lo que veía en las películas donde
siempre eran los villanos en la guerra o eran atacados por un monstruo más
gracioso que terrorífico llamado Godzilla.
Lo que más me interesaba en esta ocasión
era su vida cotidiana, sus costumbres y su organización social. Algo había
visto en You Tube o en Google, documentales y mucho animé y más manga pero
necesitaba más. Ir y ver. Y como tenía tiempo y las regalías de mis anteriores novelas
me daban suficiente margen económico decidí un día pasar una temporada en
aquellas lejanas tierras.
Como resultado de aquella incursión de
la que hablaré más adelante escribí una novela cuyo tema central era la
aceptación social y la apertura mental del pueblo japonés acerca de las
diversidades sexuales. La tarea me demandó casi un año y cuando la llevé a mi editor
él insinuó que sería interesante presentarla en el mismo país donde sucedía la
historia además de los otros ya habituales donde eran traducidos y conocidos
mis trabajos. No me imaginé que lo lograría pues en Japón era una total
desconocida y podía suceder que las editoriales locales ni se interesaran pero
sucedió todo lo contrario y un día me llamó a su oficina y me dijo que podía
organizarme para viajar nuevamente.
Así fue que preparé mis valijas y me
dispuse a un largo periplo en avión sabiendo que durante muchas horas no podría
hacer otra cosa más que ver viejas películas que ya conocía y con un poco de
suerte dormir para hacer más corto el viaje.
Cuando bajé del avión en el Aeropuerto
de Tokio estaba relajada y feliz. Había tomado la decisión de aprovechar el
tiempo libre para pasear como turista despreocupada. El editor local me tenía
preparadas una serie de presentaciones en la capital, en Kioto y en Osaka pero
me sobraba tiempo para alimentar mi espíritu de esa cultura que había aprendido
a admirar.
En la recepción del Aeropuerto me
esperaba el señor Akiyama Mitsuro, el editor en persona acompañado de su
secretaria Emiko que hacia honor a su nombre pues era portadora de una dulce y permanente
sonrisa. Tras las reverencias obligatorias me indicaron que tenía un coche
listo para llevarme al hotel. Así fue que en poco tiempo estaba entrando al
Ryumeikan Ochanumizu portando mi equipaje y acompañada de la señorita Emiko.
Me resultaba placentero estar acompañada
de una dama tan solícita y amable. Había tenido oportunidad de un romance con
una japonesa pero si se diera una nueva oportunidad la simpática mujer de
largos cabellos negros y un rostro como muñeca de porcelana me resultaba
atractiva. Ella se encargó de apurar todos los tramites de recepción y antes que
subiera a mi habitación me sugirió que podía pasar por el salón donde se haría
la presentación para conocerlo y así sentirme más cómoda.
Por supuesto que agradecí y acepté la
invitación que no es usual en otras latitudes donde llegas al sitio sobre la
hora sin saber siquiera que comodidades tiene. Y, aunque la ceremonia seria al
día siguiente le contesté que iría esa misma tarde si era posible. Entonces
ella me informó que un vehículo pasaría a buscarme a las tres de manera que tenía
tiempo de darme una ducha y cambiarme de ropa.
Se retiró sonriendo como siempre y me
quedé sola. Un botones tomó mis maletas y subí a la habitación que estaba en el
quinto piso. Desde su amplio ventanal podía tener una hermosa vista de la
ciudad por lo que me quede mirando un rato y luego me metí en el baño para la
ducha reparadora.
Puntualmente llegó el auto que habían
enviado por mí y pocos minutos después estaba en el sitio de la presentación.
Era una enorme biblioteca en un edificio moderno de grandes superficies
acristaladas, varios espacios con los libros dispuestos según temática y salas
de lectura. El lugar preciso para mi actuación era un anfiteatro donde cabía
una numerosa cantidad de personas lo que me hizo temer que si concurría poco
público se vería muy vacío.
Como era de esperar fui atendida con
toda cortesía lo que me maravillaba acostumbrada a los desplantes y
desorganización de nuestro país y sobre todo a la impuntualidad ya que fui
informada que la presentación comenzaría a la hora indicada y ni un minuto más.
Amo los libros, las bibliotecas y las
grandes librerías siempre fueron como lugares mágicos para mí desde mi más
tierna infancia. Por ello me sentía a mis anchas en ese mundo de anaqueles
repletos. El único inconveniente era que estaban todos en japonés y no entendía
ni lo más mínimo. A algunos libros los podía identificar por la portada similar
a ediciones en otro idioma, siendo que me las arreglo bastante bien con el inglés
y un poco con el francés y el italiano. Por lo que solo los admiraba y los
tocaba como si fueran un objeto de culto.
Estaba entretenida en esta incursión cuando
se paró a mi lado una joven de largos cabellos rubios que me saludó.
-Hello
sempai Alexia, ¡what a happiness to see you again!-
La miré y en cuanto la reconocí no podía
creer quien era. Se trataba de Yuzu Aihara a quien había conocido en casuales circunstancias
en el año anterior. Ella intentó hacer una reverencia pero yo sin darle tiempo
la abracé con todas mis fuerzas. Abrió sus enormes ojos abrumada por mi gesto
pero rápidamente nos recompusimos y reímos al unísono. Yo había aprendido a
amar, en el más puro sentido a aquella niña, pues lo era para mí con sus dulces
entonces dieciséis años comparados con mis treinta.
-¡Que alegría volver a verte!- Exclamé y
agregué- Me preguntaba en el viaje si podría ubicarte de alguna manera-
-Yo ya sabía que la volvería ver, estaba
enterada de la presentación de su libro-
-Y viniste a verme…no sabes lo feliz que
me hace-
-Sí, pero además trabajo aquí, gané una pasantía
hace unos meses y así me ayudo con mis estudios-
Me quede mirándola, su juventud y su
modo optimista de ver la vida me fascinaban, el año transcurrido parecía haber
obrado un cambio en su aspecto, se la veía más aplomada y madura pero era la
misma joven que había conocido.
-De modo que mañana estarás aquí para la
presentación- Le dije.
-No pienso perdérmela- Me contestó.
-¿Tienes tiempo? Que te parece si vamos
a la cafetería a tomar algo-
Asintió con la cabeza. Luego hizo un
gesto como si se acordará de algo y me pidió que la esperara. Caminó a paso
rápido hasta una oficina y regresó portando algo en la mano.
-¿Vio su libro editado?- Dijo mientras
me alcanzaba un ejemplar.
-No, es el primero- Respondí y comencé a
hojearlo.
Unos segundos después esbocé una sonrisa
lo que causó la curiosidad de Yuzu.
-¿Qué sucede?- Me preguntó.
-¿Sabes?, me causa gracia el hecho de no
entiendo ni medio, aquí podría decir cualquier cosa y no lo que yo escribí y no
lo podría saber-
Se rió y extendiendo la mano me entregó
otro ejemplar.
-Aquí tiene uno en inglés-
Caminamos hasta la cafetería y elegimos
una mesa al lado del ventanal que daba a la calle. Nos miramos a los ojos y no
pudimos evitar una mutua sonrisa cómplice. Yo tenía ganas de preguntarla algo específico
pero no me animaba a hacerlo temiendo su respuesta por lo que derivé la charla
hacia otros temas.
-¿Te gusta la literatura o solo es
casual que trabajes en este lugar?-
-Aprendí a amar los libros cuando los
pude leer por placer y no por obligación, por eso me presenté aquí para obtener
una pasantía-
¿Y no se te ha ocurrido escribir?-
-No, no me siento capaz-
-Vas a ver que si lo eres, si amas los
libros leerás mucho y pronto vas a querer contar tus propias historias-
-Tal vez- Dijo con su hermosa sonrisa.
-Yo la admiro mucho a usted, sempai
Alexia-
-Gracias. ¿Has leído el libro?-
-Solo los párrafos iniciales, no tuve
tiempo, es que llegaron hoy hace unas pocas horas, pero leí los anteriores, en
ingles porque aún no están impresos en japonés, pero oí que si este libro tiene
éxito los editaran también en nuestro idioma-
Tomé el libro en japonés y lo abrí en la
primera hoja. Escribí una
dedicatoria en ingles: For my great friend with all my love. Y
lo firmé. Creo que estuvo a punto de soltar una lagrima cuando lo tomó en sus
manos, entonces volvieron a mi mente los sucesos que compartiera con ella el año
anterior y juntando valor porque temía hacer una pregunta inconveniente, la interrogué.
-¿Cómo está Mei?-
Levantó la vista del libro y me miró
fijo a los ojos. Quede esperando su respuesta.
Como en una ensoñación volvieron a mí
los recuerdos de mi viaje anterior. Dado que suponía que estaría un tiempo
largo fuera del país invité a mi pareja de entonces, Marga, a que fuera
conmigo, pero se negó. Supongo que se debía a que estaba en uno de esos
momentos de duda por los que atraviesan algunas mujeres que no terminan de
saber si prefieren a los hombres, situación seguramente influenciada por la
presión de su familia, sobre todo de su hermano a quien un día le oí decir sin
que supiera que le estaba escuchando.
-¿Cuándo vas a dejar de andar siempre
junto con esa escritorcita?-
Tengo la sospecha de que el hermano de
Marga tenía intención de conquistarme y, tal vez, redimirme de mi
homosexualidad, delirio bastante habitual en los seres heterosexuales de ambos
sexos.
El hecho fue que hice el viaje sola y
estoy convencida que así fue mejor.
Llegué a Tokio una mañana destemplada y
con el cielo cubierto de una pertinaz niebla. En cuanto salí a la calle desde
los salones del Aeropuerto me tomé un taxi y me dirigí al hotel que ya tenía
reservado, el Mokkoan, una posada sencilla pero pulcra y donde fui muy bien
atendida.
Aunque no tenía idea de por dónde
comenzar me pareció lo más lógico salir a recorrer las calles de la ciudad sin
rumbo fijo, pero, eso sí, munida de un plano para no perderme en ese laberinto.
Todo me resultaba novedoso y hasta en ocasiones gracioso, pero lo que investigara
en Internet me resultó de ayuda. No eran novedad las calles perfectamente
limpias, la falta de cestos de basura, la gran cantidad de máquinas
expendedoras de cualquier artículo que pueda alguien desear o necesitar, el
silencio de celulares aunque cada uno estaba atento al suyo y sobre todo las
exóticas maneras de vestirse de algunas personas, sobre todo las chicas
adolescentes.
Los nombres de las calles me resultaban
incomprensibles y para no perderme fui marcando con una lapicera mi recorrido.
Estaba en una gran avenida esperando el semáforo para cruzar inmersa en mi
plano cuando advertí que alguien se paraba a mi lado. De inmediato me di cuenta
que era una mujer. Sin levantar la vista noté sus pantalones chupines que le
llegaban un poco más alto que el talón y sus zapatos negros con un taco
bastante considerable.
No sé por qué razón no me atrevía a seguir
mirando más arriba. Algo me detenía a hacerlo pero finalmente vencí el temor y
levanté la vista para observar de cuerpo entero a esa mujer. Era hermosa, de
cabello negro cortado de manera despareja cayéndole un largo mechón sobre el
hombro izquierdo, tenía puesta una camisa blanca abierta hasta donde la
prudencia lo exigía pero lo más llamativo era que me estaba observando fijamente
a los ojos.
No pude evitar esa mirada. Me dominaba
por completo. Ella lo sabía pues luego de unos segundos insinuó una sonrisa que
me cautivó.
El semáforo se puso en verde y comencé a
caminar. Sin darme vuelta estaba segura que la mujer seguía mis pasos. Hice
media cuadra y me detuve en la puerta de una cafetería. Me di vuelta, la miré y
asombrándome de mi audacia hice el gesto de que iba a entrar. Ella repitió su
sonrisa.
El sitio estaba lleno de estudiantes y había
bastante bullicio por lo que elegí una mesa apartada y antes de sentarme
verifiqué que ella estaba parada casi a mi lado. Sin pronuncia palabra me senté
y le hice un gesto para que también lo haga. Nos quedamos frente a frente sin
hablarnos hasta que ella abrió la boca.
-You
are a beautiful woman-
-Thanks- Contesté y rompimos el hielo.
Se llamaba Mitsuko, trabajaba en una
empresa de electrodomésticos. Su presencia infundía respeto y a pesar de su
juventud, tenía veinticinco años, se podía apreciar en ella la determinación de
seguir escalando en el organigrama. Me conquistó, desde ese primer momento supe
que sería una tachi perfecta, y yo sentí aflorar en mí una nueva sensación pues
por mi altura y mi experiencia yo siempre era la tachi en las relaciones y
ahora me sentía toda una neko.
Le conté todo acerca del motivo de mi viaje.
Ella se interesó honestamente y pronto me dijo que podía contactarme con
algunas personas que me pudieran ayudar. Le agradecí el gesto a lo que
manifestó.
-Podrías agradecérmelo ahora mismo-
Me sonreí, sabía a donde llevaba esa
conversación y lo comprobé cuando estiró su brazo y tomó mi mano derecha con su
izquierda. Hice lo mismo con mi mano izquierda y tomé su derecha. Después de
unos segundos me di cuenta que en Buenos Aires jamás me había atrevido a hacer
algo así en público. Miré a mi alrededor, nadie nos observaba. A nadie le
importaba lo que estábamos haciendo.
Esto es increíble, pensé. Ella tomó un
pedazo de la crema del postre que habíamos pedido y me lo puso sobre los labios,
abrí la boca y me lo tragué. Un buen comienzo.
-¿Vamos a mi hotel?- Pregunté.
-Vamos- Dijo ella mientras tomaba su
cartera y comenzaba a pararse. Pocos segundos después estábamos caminando a mi
alojamiento.
Entramos a la recepción tomadas de las
manos y así continuamos por el pasillo hasta mi habitación. Una vez adentro
arrojé mi cartera sobre una de las camas y ella hizo lo mismo. Comencé a
sacarme la ropa y ella me imitó. La observé detenidamente, a pesar de su
delgadez tenía un cuerpo bien conformado y con armoniosas curvas. Quedamos
paradas frente a frente a frente y mirándonos como si no supiéramos como
seguir. Creo que ambas pensamos lo mismo pues largamos al unísono una sonora
carcajada. Luego nos arrojamos una a los brazos de la otra y nos fundimos en un
largo, largo beso.
De allí a arrojarnos a la cama no pasó más
de un segundo. Al rato nos estábamos revolcando mientras no parábamos de
besarnos. Fue un momento mágico, eterno, excitante. Nos recorrimos mutuamente
todas nuestras curvas, nuestros montes y nuestros valles. No quedó sitio por
explorar y finalmente después de tanta lujuria nos quedamos dormidas, felices y
satisfechas.
Desperté sin saber dónde estaba. Cuando
vi a Mitsuko a mi lado durmiendo plácidamente recordé todo lo sucedido. Llamé
al servicio de cuarto y pedí desayuno para dos. Ninguna pregunta. Nada por
investigar.
-Si señorita- Dijo el conserje y pocos
minutos después estaban golpeando a mi puerta.
Desperté a mi nueva amiga quien dio unas
vueltas en la cama antes de levantarse. Luego, vestida solo con tanga y corpiño
se sentó a mi lado para desayunar y apoyó su cabeza en mi hombro. Yo estaba
feliz y ella parecía estarlo también. Ese desayuno fue uno de esos momentos que
jamás olvidaré.
-De modo que tu novela se va a tratar
del tema del lesbianismo entre jovencitas- Me dijo después de un rato en que
desayunamos en silencio.
-Sí, y creo que he elegido bien el sitio
para ambientarla-
-Sí, lo mismo creo, por eso voy a darte
un dato. El lugar donde se reúne mi hermana con sus amigas, podrás conversar
con ellas y además de conocer sus historias podrás entrar en el mundo de las
gyarus-
-¿Las gyarus?-
-Sí, son una tribu urbana. Mi hermana es
una gyaru encubierta, lo hace a escondidas pero no sabe que yo lo sé, como
tampoco sabe que yo sé que es lesbiana-
-Pero… ¿cuál es la característica de las
gyarus? ¿Es su identidad sexual?-
-No, una cosa no tiene que ver con la
otra, te explico…-
Y pasó a contarme en detalle las
características de ese grupo.
-Las gals son una subcultura de chicas y chicos adolescentes, kogals o kogyaru y mujeres y hombres jóvenes, gals o gyaru, que se preocupan
principalmente por su belleza cuidando al detalle la ropa, el cabello, el
maquillaje, las uñas, etc. Su contraparte masculina son los gyaruo. Gal es una abreviación de girl. Asimismo, la palabra gal se dice gyaru en japonés. Surgió con la aparición de cantantes que rompían los
estereotipos de piel pálida y cabello negro japoneses, su aparición con
plataformas, uñas y pestañas postizas, minifaldas, maquillaje perfecto, motivó
que las adolescentes empezaran a imitar ese estilo, en los años setenta y
ochenta, muchas jóvenes japonesas usaron esa estética atrevida y sexy hasta el
punto en que Namie Amuro se convirtió en ídolo, y más adelante Ayumi Hamasak. Luego las jóvenes intentaron imitar el estilo californiano, chicas
morenas, cabello rubio decolorado y un estilo alocado y atrevido que
significaba una liberación para la mujer. En este caso el origen se dio en los
años noventa. Series como Beverly Hills 90210 significaron mucho para ellas.
Con ello empiezan las técnicas para agrandarse los ojos. Las gals suelen agruparse en "gal circles". Éstos, se
dividen en dos tipos: los ive, el nombre procede del inglés event, que se
dedican a organizar eventos, suelen tener muchos miembros y aparecen con
frecuencia en los medios de comunicación, como televisión y revistas y los
nago, que son circles con menos miembros y con una actividad más tranquila,
como charlar, e ir de compras y son más similares a un grupo de amigas típico. Las
gals acostumbran a pasear por Shiva y frecuentan el centro comercial Shibuya
109, donde pueden comprar ropa de marcas específicas para ellas
como Cocolulu, MA*RS, Liz Lisa y CECIL McBEE entre otras. También tienen
revistas específicas para ellas, siendo la EGG la más famosa, además de
Popteen, Ranzuki, Ageha y otras. Suelen escuchar a cantantes como Amuro
Namie, Ayumi
Hamasaki, Boa, Koda
Kumi o Sifow, aunque sus gustos musicales no se limitan
al J-pop sino que también escuchan otros géneros. ¿Qué te pareció
la información?-
Yo había permanecido
callada todo ese tiempo tratando de absorber todo lo que me había dicho. Recordé
entonces haber visto algunas chicas vestidas de la manera descripta pero
también de muchas otras y se lo dije.
-Las que te dije son las más
numerosa y usuales pero hay una gran variedad de gyarus con diferentes tipos de
vestimenta, parece muy caótico para quien las ve por primera vez pero puedo
hacerte una lista de variantes-
Me pidió papel y una
lapicera y rápidamente me escribió unas quince tribus diferentes que siguen la
lógica gyaru de rebelarse contra las imposiciones sociales.
-Aunque su rebeldía es
pacifica- aclaró- pero en definitiva hacen lo que quieren y la sociedad las
acepta-
Dicho esto se levantó de
su asiento y comenzó a vestirse.
-Debo ir a trabajar-
Manifestó.
-¿Podre volver a verte?-
Le pregunté
-Anota mi celular-
Respondió y luego agregó- Por nada del mundo voy a perderme pasar otra noche
como la que pasamos-
De inmediato me envió por
Whatsapp la dirección del sitio donde podría ver a su hermana, me sacó una foto
aunque yo todavía estaba cubierta solo por un pequeño camisón transparente y
luego hizo una selfie donde aparecíamos ambas con nuestras caras juntas. Tras
toda esa ceremonia se terminó de vestir y salió.
-Esta tarde te llamo- Dijo
desde la puerta- Y si vas adonde esta mi hermana después me cuentas tus
impresiones-
Y se marchó.
Cuando se acercaba la hora
del mediodía fui hasta la cafetería y karaoke en donde se reunía la hermana de
Mitsuko y sus amigas. Gracias a la descripción que me hiciera mi amante de la
noche pasada la reconocí de inmediato. Era inconfundible con su flequillo recto
a la altura de sus cejas y el cabello color marrón. En la misma mesa estaban
sentadas otras dos chicas, una de cabello rosado no muy largo, con los auriculares
colgados sobre sus hombros pero sin escucharlos y la otra era una rubia que
llevaba el cabello largo con una colita hacia un costado tomada por un moño
rojo y dos largos mechones sueltos que le daban marco a su rostro.
Todavía dudaba en como
acercarme a ellas. No podía mencionar que me había dado el dato Mitsuko pues develaría
que sabía que su hermana era una gyaru y que conocía sus lugares de reunión. De
modo que decidí ir por la lógica, decir cuál era el motivo real de mi interés
en ellas.
-Good morning ladies- Dije
tratando de captar su atención y viendo que me escuchaban continué- I am a
argentine writer. I am writing a novel for Japanese teenagers and I would like to talk for
a while with you-
Me saludaron muy cortésmente,
simplemente por el hecho de que los japoneses son muy educados pero yo quería
ganarme su confianza y para ello extraje del bolso que llevaba varios ejemplares
de mis novelas traducidos al inglés y los dejé sobre la mesa.
-Estos son algunos de mis
libros, se los dejo de obsequio, me gustaría poder conversar con ustedes para que
me cuentan sus costumbres y su modo de vida-
Ellas hojearon los libros
en silencio y se los repartieron en tanto la hermana de Mitsuko me hizo un
gesto para invitarme a sentarme con ellas.
-Yo soy Harumi Taniguchi-
Se presentó y señalando a la de cabello rosa dijo- Ella es Matsuri Mizusawa y
nuestra rubia es Yuzu Aihara-
Las otras jóvenes sonrieron
cuando las mencionaba. Comprendí que había sido bien recibida y me senté.
-Entonces ¿sobre qué va
usted a escribir?- Preguntó Matsuri
-Debo confesarles que he
conocido la cultura japonesa a través del manga y el anime y luego viendo documentales
y me he sentido fascinada-
-¿Escribirá sobre gyarus o
sobre toda clase de gente?- Me interrogó Harumi.
-En principio sobre toda
clase de gente pero reconozco que ustedes son una clase especial y quizá lo
haga sobre un grupo de chicas como ustedes-
Harumi y Matsuri se
mostraba interesadas pero Yuzu parecía ausente, no dejaba de sorber la bebida
que estaba tomando y su mirada parecía posarse en un punto lejano, donde seguramente
estaban sus pensamientos. Eso hizo que me fijara en ella con atención mientras
conversaba con las otras dos. Tenía ganas de preguntarle que le pasaba pero no
me pareció prudente.
Lo que yo había pensado
como un interrogatorio sobre ellas se convirtió también en una serie de preguntas
hacia mí. Les causaba curiosidad mi nacionalidad pues no conocían casi nada de
la Argentina por lo que también tuve que someterme a su interés. La más
incisiva era Matsuri, que aunque parecía más pequeña de edad que las otras dos
me parecía que era muy inteligente y observadora.
Casi sin querer fui
derivando el tema de la conversación a la sexualidad y la manera en que la ven.
Fui dándome cuenta que los conceptos que tenía acerca de la aceptación de las diversidades
sexuales eran reales.
-Aquí no tenemos problemas
de fobias ante lo que es diferente- Me aclaró Harumi-
-¿Y por qué crees que
sucede cuando en otros países si los tienen?- pregunté.
-Por la religión- Dijo
Matsuri.
-Sí, claro, el budismo
dice que debemos ser quienes queremos ser para completarnos a nosotras mismas y
que nadie puede influir sobre nuestra decisión- Agregó Harumi.
En ese momento recibí la
pregunta más inesperada.
-¿Y usted es lesbiana?- Me interrogó Matsuri.
La miré, estaba sorbiendo
su bebida con la cabeza gacha y solo podía ver su sonrisa pícara pues el resto
de la cara estaba tapada por su flequillo.
Me tomé unos segundos para
responder. Era evidente que algo me había delatado o que Matsuri solo había
intentado provocarme. Decidí que era mejor ser honesta con ellas.
-Sí, lo soy-
Respondí mirando a Yuzu,
ella salió de su ensimismamiento y me miró. Luego exhaló un largo suspiro y
cuando creí que volvería al estado anterior de ensoñación mirándome a los ojos
me preguntó.
-¿Está enamorada?-
En ese punto ya no tenía
marcha atrás y seguí siendo sincera.
-No, he tenido muchas
parejas, pero no me duran y no creo jamás haberme enamorado de alguna de ellas,
solo hubo sexo-
-¿Cómo es tener sexo con
otra mujer?- Volvió a preguntarme Yuzu.
-Es hermoso- Respondí.
-Ella no ha tenido sexo
con su novia- Aclaró Matsuri.
-¿Tienes novia?- La interrogué
a Yuzu.
Pero ella parecía haber
vuelto a su estado de ensoñación y no me respondió. La que hablo fue Harumi.
-Sí, su hermanastra-
-¿Y por ella estas así,
como ausente?- volví a preguntarle a Yuzu.
No obtuve respuestas por
parte suya. Fue Harumi la que respondió.
-Sí, esta así por que no
la puede ver-
-Pero, si es su hermanastra
¿Por qué no la puede ver?-
-Una larga historia- dijo
Harumi y me pareció notar en sus ojos un atisbo de lágrimas.
¿Qué estaba pasando? Me
pregunté. Algo me decía que no solo Yuzu estaba melancólica por su hermanastra
sino que Harumi tenía algún sentimiento hacia la hermosa rubia que seguía
jugando con sus cabellos en silencio.
Verla a Yuzu en ese estado
comenzó a generarme una corriente de cariño hacia ella. La estaba viendo como a
una hija que jamás tendré. Harumi me producía un sentimiento parecido. En tanto
Matsuri me daba la sensación de que simulaba estar en otro mundo pero se notaba
que estaba afectada por lo que le sucedía a sus amigas.
-Lamento haberles causado
alguna molestia- Dije.
-Fue Harumi la que, al
parecer respuesta de su estado me contestó.
-No se preocupe, no
estábamos mejor hace un rato y conversar con otras personas nos hace bien-
Y de pronto me asaltó con
otra pregunta.
-¿Por casualidad, no nos
encontró aquí por información de mi hermana?-
-No te lo voy a negar- Me
sinceré.
-Sí, claro, no hay
problema…¿Se acostó con ella?-
Mi gesto de sorpresa les
causó gracia, hasta Yuzu sonrió con ganas.
-No se preocupe- Dijo
Harumi y agregó -Ella no sabe que yo sé que es lesbiana, bueno, además tampoco
sabe que yo sé que ella sabe que soy gyaru y que también me gustan las chicas-
-En verdad, ustedes me sorprenden
minuto a minuto- Afirmé.
Volvieron a reír.
-¿Podemos tutearla sempai
Alexia?- Interrogó Harumi.
-Por supuesto estaba por
pedírselo-
-Entonces Alexia-chan, te
voy a decir algo. Eres una buena persona y tienes experiencia de vida por eso te
voy a pedir algo…-Hizo una pausa-…me gustaría que hables con Yuzu, me parece
que podrías ayudarla en su predicamento-
Yuzu levantó la vista sorprendida
y luego me dedicó una sonrisa. Te amaría como mujer si no fueras tan joven,
pensé en ese momento. Harumi hizo una seña a Matsuri y ambas se levantaron de
sus sillas.
-Vamos a un salón de
karaoke. Así las dejamos solas para conversar-
-De acuerdo- Dije y volví
a mirarla a Yuzu.
Cuando sus amigas se
alejaron unos metros tomé audazmente las manos de la niña y le pregunté
-¿Quieres contarme lo que
te sucede o no confías en mí?-
-Sí, confío, sempai
Alexia- Respondió.
Y tras esa frase comenzó
su relato para ponerme al tanto.
El relato de Yuzu fue
bastante sencillo pero esclarecedor. En principio me sorprendió que estuviera
enamorada de su hermanastra pero, al fin y al cabo, me dije luego, ¿Qué tiene
de malo?
Todo había comenzado
cuando su madre se casó con el padre de Mei, su hermanastra a la que había
conocido en la escuela adonde tuvo que ir cuando su madre se mudó. Se trataba
de un Liceo de señoritas llamado no casualmente Aihara, porque su madre se había
casado con el heredero de ese complejo estudiantil por ahora bajo la dirección
de su abuelastro por que el padre de Mei se encontraba viajando incansablemente,
abriendo escuelas en países del Tercer Mundo donde se dedicaba a la enseñanza
pues esa era su verdadera vocación y no la de heredar el Liceo lo que tenía
bastante molesto al patriarca de la familia. Mei era una alumna ejemplar y la
Presidenta del Consejo Estudiantil. Al principio chocaron por que Mei era
inflexible con las reglas y Yuzu, toda una gyaru, las contravenía todas.
En la primera noche en que
durmieron juntas en el nuevo departamento de la madre de Yuzu, Mei le dio un
beso en la boca que confundió a Yuzu quien hasta entonces solo pensaba en
romances con chicos aunque nunca había tenido novio.
Yuzu comenzó a experimentar
atracción por su hermanastra y poco a poco fue avanzando para conquistarla.
Debieron sortear muchas dificultades e idas y vueltas pues a pesar de la
decisión de Yuzu, Mei por momentos parecía corresponder a esas intenciones pero
por momentos parecía distante y fría. Una de las razones del estado melancólico
de Mei era que deseaba que su padre volviera del extranjero y se ocupara del Liceo,
pero este, en una visita, le dejó claro que no lo haría por lo que Mei decidió
por cuenta propia mantener el Liceo hasta que lo heredara de su abuelo.
Varias fueron las
dificultades que debieron atravesar pero salieron airosas y llegó un momento en
que Yuzu creyó que al fin eran pareja pero ignoraba lo esencial, que la
melancolía de Mei obedecía a que sabía que su abuelo tenía para ella un
matrimonio arreglado y que si se entusiasmaba en su relación con Yuzu la
lastimaría luego al tener que abandonar la relación.
Yuzu ignoraba esa realidad
hasta que Mei le dejó una carta explicándole los motivos de su ida y donde le
pedía que no se vieran más. En ese punto fue cuando yo llegue a conocerla.
Capítulo 4 La promesa
Yuzu estaba inconsolable,
incluso durante el relato las lágrimas asomaban cada tanto y temí que le
estropeara el maquillaje. Lo indudable para mí era que a pesar de su aparente
fragilidad de mujer joven se escondía un corazón fuerte y valiente y una
madurez que no se reflejaba en su aspecto de gyaru. Sus enormes ojos verdes
eran una ventana a su alma y me revelaban la determinación de esa niña
enamorada. Cuando terminó le tomé las manos por arriba de la mesa y se las
apreté fuerte lo que generó en ella una sonrisa de agradecimiento.
Después de unos segundos
en los que me perdí en estos pensamientos abrí la boca.
-Entonces, amas a Mei-
Dije y agregué - ¿Estas dispuesta a luchar por ella?-
-Sí. Amo a Mei. Cuando yo
pensaba solo en banalidades de chica de pronto ella irrumpió en mi mundo y lo
cambió para siempre- Contestó sin vacilar.
-¿Y hasta donde sabes de
ella? ¿Has podido hurgar en sus sentimientos? ¿Ella también te ama?-
-Estoy segura que sí, pero
está atrapada por la situación y no se atreverá a desobedecer a su abuelo-
-De todas maneras no
comprendo totalmente la situación, sé que ustedes como pueblo son muy aferrados
a las tradiciones y eso está bien porque mantiene una unidad nacional
inquebrantable, pero hay cosas que ya no son de este siglo y yo pensaba que la
juventud se rebelaba contra esas costumbres casi medievales-
-Sí, los matrimonios
arreglados prácticamente existen solo en algunos niveles de las clases altas
pero todavía quedan chicas como Mei que sin alguna ayuda se encuentran en una
encrucijada a la que es difícil resistirse, y no es la única en el colegio-
-Lamento oír eso, pero tú
lo has dicho, necesita ayuda- Afirmé.
Me miró y advertí en esos
ojos que esperaba alguna buena idea de mi parte. Se había abierto a mí, una
total desconocida, y de pronto sentí que me estaba adoptando como una hermana
mayor lo que me produjo un profundo sentimiento de afecto por ella.
Mientras trataba de que se
me ocurriera algo dije:
-Tal vez ella espera que
la vayas a rescatar como un príncipe a su princesa-
-Si supiera como, está
encerrada en una torre de un castillo y custodiada por un dragón que arroja
fuego- Se lamentó.
-Claro, tampoco se trata
de tomar un castillo por la fuerza y dejar heridos en la batalla. Hay que
buscar maneras más sutiles de llegar al corazón de la gente-
-Al corazón del dragón-
Dijo tratando de hacer un chiste.
Todavía seguía con la
mente en blanco y por eso continué interrogándola
-Aparte de tus amigas y
ahora yo ¿Lo sabe alguien más?-
-Sí, se lo confesé a mi
madre y a mi padrastro-
-¡Wow! ¡Eso es audacia! Hay
que tener valor para salir del closet con tus propios padres. ¿Te costó mucho
decidirte? ¿Y que dijeron?-
-Que me apoyarían-
-Me asombras. Realmente
son personas de mente abierta y que piensan en lo mejor para su hija…o hijas-
-En mi madre sabía que
podía confiar. Siempre fuimos muy compañeras desde la muerte de papá y nos
contamos todo. Ella es una mujer que ha debido luchar mucho para salir adelante
económicamente y además educarme y darme una vida con valores. Siempre me inculcó
que fuera independiente y que siguiera mis propios instintos-
-¿Y tu padrastro?-
-No he tenido oportunidad
de profundizar una relación personal con él, siempre anda viajando, tal es así
que le hice mi confesión vía Skipe, pero mi madre me aconsejó que lo hiciera.
Creía en su mentalidad y que también deseaba lo mejor para Mei. Y me recordó
que también es una especie de rebelde contra ciertas tradiciones, por eso no
quiso seguir siendo solo un burócrata en la Academia de su propio padre-
-¿Tienen un plan?-
-No lo sé, pero el abuelo
de Mei no escuchara a mi madre, porque la ignora, si hasta desconocía que su
hijo se había vuelto a casar y se asombró que tuviera otra nieta cuando se lo
dije en circunstancias que no fueron las apropiadas, casi me echa del colegio
por gyaru pero luego se arrepintió. El que puede ayudarme es mi padrastro pero está
lejos, en Uganda y no puede venir hasta dentro de tres semanas porque le surgió
un problema con las autoridades de ese país y, además, digamos que no tiene muy
buena relación con el abuelo desde que no quiso ser su sucesor al frente de la
Academia-
-¿No puede venir en tres
semanas?… ¿Y en cuanto tiempo se casaría Mei?-
-Hasta donde sé, en dos
semanas-
-Hum, eso implica que hay
que buscar de atrasar la boda hasta que vuelva tu padre-
-Eso sería bueno pero no
me imagino como, deberá tener bastante imaginación para y conocer mejor
nuestras costumbres. En Japón la palabra dada es lo más importante y si ya
arreglaron fecha únicamente un terremoto podrá impedir un compromiso de
cualquier clase que fuera-
-Déjame pensarlo, pero
primero cuéntame, por lo que me dices el abuelo de Mei es una persona importante
dentro de la sociedad de Tokio-
-Sí, pertenece a una
familia muy rica y tradicional, con una larga cadena de ancestros-
-Claro, pero eso no es lo
que me interesa fundamentalmente, dime, debo suponer que se trata de alguien relacionado
con la cultura-
-Por supuesto, dirige el
Liceo y tienen muchos contactos-
-Entonces podría aceptar
que se le haga un reportaje…digo, tal vez-
-No sé, es un hombre muy
estricto y poco amable. ¿Qué tienes en mente?-
-Algo que me hace ruido en
el cerebro. Quizá no resista la tentación de hablar con una escritora venida de
muy lejos. Hagamos una cosa, dame tu número de celular y te mantendré al tanto-
Yuzu me dio su número e
inmediatamente hicimos la prueba para comprobar que podíamos comunicarnos.
-Ahí tienes mi número
también, dame un par de días y te cuento si puedo hacer algo. No lo tomes como
algo seguro, pero guarda una lucecita de esperanza. A veces suelo ser bastante
persuasiva-
-Usted es una persona
maravillosa Alexia-san-
Volví a tomarle las manos.
-¿No era que nos estábamos
tuteando?-
Ella sonrió. Esa sonrisa
era un aliciente para mí. De pronto me olvide la novela y de lo que pensaba
hacer en Japón. Tenía algo más importante con que cumplir.
Le di un beso en la
frente, me levante de mi silla y mientras me despedía de la hermosa rubia le
dije:
-Pasaré a saludar a tus
amigas, ellas lograron que conociera tu historia y debo agradecerles-
Averigüe en que sala de
karaoke estaban y entré justo para interrumpirlas en medio de una canción.
Harumi y Matsuri se mostraron intrigadas por la conversación que tuviera con
Yuzu.
-Por ahora no puedo
contarles nada, pero ya nos volveremos a ver con toda seguridad-
Mientras salía Harumi se
acercó a mí y me dijo.
-No sé qué va a hacer o
tratar de hacer, pero si ayuda a Yuzu se lo voy a agradecer toda la vida-
-¿La quieres mucho, no?-
-Sí, es la persona más
maravillosa que conocí en mi vida-
-¿Incluida yo?- Preguntó
Matsuri desde el fondo de la sala.
-Sí, incluida vos-
Contestó Harumi.
Y ahí las deje
discutiendo, lo que según supe después era la manera más normal en la que se
trataban. Una delgada línea entre el amor y el odio. Estas dos terminara siendo
pareja, imagine esperanzada.
Capítulo 5 La ayuda de Mitsuko
Después de haber
averiguado el número de teléfono correspondiente intenté una cantidad
incontable de veces contactarme con el abuelo de Mei pero en su oficina de la
escuela que dirigía siempre me encontraba con la misma pregunta: ¿Usted conoce
al señor Aihara? Ni siquiera me respondían, cuando preguntaba, a qué hora
podría ubicarlo diciéndome que ese dato era información personal que no podían
darme. Los japoneses suelen ser muy corteses pero son exasperantes a la hora de
cumplir las normas. ¿Cómo diablos iba a conocer al director si no tenía
posibilidad de concretar una entrevista con él?
Llevaba varios días
perdiendo el tiempo con esa situación, tratando de contener mi ira pues es bien
sabido con el enojo no se llega a ningún lado en Japón, y lo que más me
molestaba era no poder cumplir la promesa hecha a Yuzu. Estaba amando a esa
chica como una hermana menor y me había impuesto ayudarla como fuera aunque por
momentos me preguntaba por qué diablos me había metido en semejante asunto.
Ya estaba al borde de la
exasperación cuando me encontré en la calle con Harumi. Fue ella la que me
descubrió pues yo, absorta en mis pensamientos, no la había visto y casi ni la
reconozco con sus pantaloncitos ajustados, sus botas bucaneras y unos enormes
anteojos que le cubrían media cara. Después de los saludos de rigor la invité a
tomar un helado y nos quedamos sentadas a una mesa de una confitería hablando
de temas superfluos, aunque yo tomaba nota mental de todo lo que me decía pues se
me hacía cada vez más evidente la atracción que sentía por nuestra rubia amiga
aunque lo disimulara y convirtiera ese amor en un afecto de amiga
incondicional.
Fue por esa sensación que
me atreví a contarle la conversación que tuviera con Yuzu. Mi intención era
saber algo que me pudiera dar una pista sobre lo que era más conveniente hacer
a pesar de que ya tenía mi plan. Y así fue que, cuando menos lo esperaba, logré
abrir una puerta que me parecía infranqueable y por el lugar más insólito para
mí.
-Necesito hablar con el
abuelo de Mei y en la escuela me niegan el contacto todo el tiempo- Le confesé.
Me miró con ojos picaros y
al principio no me di cuenta el motivo hasta que habló.
-Es muy fácil, mi hermana
Mitsuko, con la que seguramente la estás pasando muy bien, fue hace algunos
años una destacada presidenta del consejo estudiantil y tiene llegada inmediata
al señor Aihara porque él le tiene gran afecto-
Primero me reí ante la
sorpresa de que mencionara mi relación con su hermana. Ella sopló su flequillo
en un gesto casi infantil y rió conmigo. Luego, intentando ponerme seria,
aunque con dificultad, le dije:
-No te imaginas cuanto me
has ayudado. No tenía idea que tu hermana fue estudiante de la Academia Aihara-
-La culpa no es tuya, es
que ella habla poco, hay otras cosas que hace mejor-
Volví a reírme. De
inmediato tomé el celular y llamé a mi amiga amante.
-¡No puedo creer que
perdimos todo este tiempo por no hablar del tema!- Exclamó Mitsuko entre
sorprendida y alborozada, del otro lado de la línea.
Harumi, que llegó a
escuchar las palabras de su hermana acotó acercando sus labios al teléfono.
-Y, claro, eso les pasa
por andar haciendo tijeras todo el tiempo-
-¡Te escuché!- Grito
Mitsuko en mi oído de manera que casi me deja sorda y agregó -¡A vos todavía te
falta mucho que aprender!-
Harumi, a pesar de su
desparpajo se ruborizó. Bajó la cabeza mientras jugaba manipulando su propio
celular-
-Nunca pierde oportunidad
de molestarme, pero nos llevamos bien, cuando era chica le tenía miedo pero eso
ya pasó- Dijo por lo bajo para ser solo escuchada por mí.
Al parecer mi amante no la
oyó pues no hizo comentario alguno al respecto.
Una vez que retomamos la
conversación Mitsuko se ofreció de inmediato a lograrme una entrevista con el
señor Aihara lo antes posible y prometió llamarme en cuanto lo consiguiera. Lo
que no demoró demasiado. Esa misma tarde yo estaba mirando el paisaje
ciudadano, casi caótico de Tokio, desde el amplio balcón de mi habitación
cuando me confirmó la reunión para el día siguiente en la dirección del
colegio. Se lo agradecí tantas veces que tuvo que interrumpirme.
-Basta, basta, lo hice por
Yuzu y con respecto a agradecérmelo…ya sabes cómo-
Y por supuesto que lo
sabía.
No perdí tiempo y llamé a
Yuzu a la que le conté del, hasta ese momento, pequeño avance. Era solo un
intento pero al menos deseaba hacerle saber que no me había olvidado de ella y
de mi promesa y de paso disculparme por el tiempo perdido.
-No tienes que disculparte
Alexia-chan. El hecho de que te hayas interesado por mí y Mei es un gran
aliciente para mí-
-Te llamaré en cuanto
pueda decirte algo concreto- Afirmé.
Y después de colgar
regresó a mí la imagen de sus ojos verdes.
El resto de ese día lo perdí
paseando por las calles de Tokio mirando aquí y allá con ojos de investigadora.
Quería imbuirme de lo que se veía cotidianamente, de lo normal, de lo que
llamara la atención al resto de los individuos o por el contrario de lo que
pasaba totalmente desapercibido y así fue que descubrí varias parejas de
jovencitas tomadas de la mano con toda naturalidad y sin que alguien se
detuviera a observarlas.
Había venido con la intención
de escribir sobre el lesbianismo en Japón y mi curiosidad estaba siendo
alimentada con creces. Pero además, inesperadamente, estaba ingresando personalmente
a una historia real de niñas enamoradas de sus amigas o compañeras de colegio
o, impensable por mí hasta ese momento, de sus propias hermanastras.
Esa noche, cuando llegué
al hotel Mitsuko me esperaba en el lobby. Me echó una sugestiva mirada en
cuanto traspuse la puerta. En el momento de pasar al lado del sillón donde
estaba sentada, la tomé de la mano, la levanté de su asiento y sin soltarla me
la llevé al ascensor. Ella sonreía de placer. Estaba hermosa, siempre con sus
pantalones ajustados, su blusa casi transparente donde se podía ver el corpiño
negro y sus zapatos de taco aguja. Tuve que reprimir mis ansias de besarla en
el ascensor pues subieron otras personas con nosotras. Una vez en la habitación
ella preparó unos tragos mientras yo me bañaba. Tal vez hubiéramos ido primero
a cenar pero la impaciencia y la pasión nos apuraban y cuando salí del baño
totalmente desnuda ella ya estaba tal como vino al mundo esperándome en la
cama. Me arrojé a su lado y nos besamos, y nos besamos, y nos besamos, por
largos e interminables minutos. Nos recorrimos con los labios toda la extensión
de nuestros cuerpos desde la cabeza hasta los pies inclusive. El juego continuó
un par de horas. El calor aumentaba y el sudor nos invadió. Era tanto el placer
que no me importaba tener que volver a bañarme. Cada centímetro de nuestros
cuerpos se rozó con cada centímetro del cuerpo de la otra una y otra vez.
Nuestros orgasmos eran largos y repetidos. Hasta que el cansancio pudo con
nosotras y nos fuimos a duchar juntas. Minutos después salíamos a cenar,
exhaustas pero felices.
Capítulo 6 La entrevista
con el señor Aihara
Al otro día estaba
puntualmente en la puerta de la Academia Aihara. Era un enorme edificio de tres
pisos rodeado de jardines pulcramente cuidados. En realidad todo se veía como
creo que hubiera estado el día de su inauguración, de tanto esmero que ponen en
su mantenimiento, sobre todo teniendo en cuenta que la limpieza, la comida y
las tareas de disciplina los ejercen los mismos estudiantes, cuidando enseres y
elementos didácticos como si fueran suyos personales. Y aunque conocía la sana
costumbre de sacarse los zapatos con los que se llega de la calle, costumbre
que yo misma cultivo en mi casa, ignoraba que también se realizaba en el
colegio para alumnos, maestros y visitantes.
La carta de presentación
de Mitsuko fue realmente efectiva. En primer lugar la administrativa que
siempre me había negado telefónicamente la posibilidad de ver al señor Aihara
me trató como si yo fuera la reina de la creación. Después de un breve tiempo
en la sala de espera fui introducida al recinto y frente a la persona que tanto
deseaba ver.
El abuelo de Mei no era un
ogro, ni tampoco tenía por qué pensar que lo fuera, solo se trataba de un
hombre apegado a las costumbres tradicionales de su país y de su clase social.
Respetuoso y amable, una vez que me senté en un sillón y él ubicado frente a mí
como en el living de un hogar, la conversación pudo ser más fluida que si
estuviera frente a su imponente escritorio, sobre el que, advertí rápidamente,
estaba una foto del director, su hijo y su nieta.
Por supuesto que usé como
excusa el hecho de que estaba haciendo una investigación sobre la sociedad
japonesa para un libro, lo que no era mentira pero no podía atacar el tema
principal de mi visita de pronto, porque es bien sabido que los japoneses se
toman su tiempo para todo y son muy cautos y diplomáticos en sus
conversaciones.
Que yo fuera argentina
ayudó a romper más el hielo, por supuesto que no me salió con esa estupidez de
Messi o Maradona. El hombre era un buen conocedor del tango y la primer parte
del dialogo rondó por temas y autores. Cuando ya había entrado en confianza, o
algo así pues es bastante difícil lograrlo comencé a exponer mis preguntas. Le
dije que lo que más me asombraba era la yuxtaposición de tradición y modernidad
en su cultura.
-Somos pragmáticos, tomamos
de lo moderno aquello que nos hace crecer como país y sociedad, la tecnología,
los avances sociales por ejemplo y mantenemos la unión y la disciplina gracias
a las tradiciones-
Le manifesté que
disciplina era una palabra con poca popularidad en Latinoamérica, que siempre
es mal usada como sinónimo de represión.
-Perdone usted- Me dijo -Todavía
les falta aprender mucho si comenten ese error, aquí la disciplina significa
colaborar con el otro, saber lo que hay que hacer en una emergencia, no es para
nada ignorado que en Japón vivimos en peligro todo el tiempo y si no tuviéramos
disciplina y respeto por las leyes y las reglas ya nos hubieran tragado los
tsunamis y los terremotos-
Atravesamos varios temas,
sobre la política interna y la internacional, sobre la herencia de la guerra,
sobre sus vastos avances tecnológicos, sobre el respeto a la vejez, sobre la
organización escolar y finalmente recalé donde lo quería, en la juventud y la
sexualidad.
-Antes de conocerlo más en
profundidad me asombraba la dicotomía entre la tradición y las expresiones
visibles de las diferentes sexualidades- Manifesté.
-¿Usted es católica?- Me
preguntó sin esperármelo.
-No, soy atea- Respondí- Y
espero que no sea un problema-
Rió con ganas.
-No, ja, ja, no lo es,
justamente nuestra religión, el budismo, propugna el respeto del individuo, sus
creencias y su forma de vida-
-Sospechaba que era así-
-Así es, claro que siempre
hay personas, básicamente influidas por costumbres de otros países y que tienen
otra religión y a veces hay casos de violencia, a veces, muy de vez en cuando-
-Si claro, no como en mi
país donde una travesti tiene un promedio de vida de treinta y cinco años, o
lesbianas y homosexuales sufren discriminación a menudo-
-Lamento oír eso, pensé
que era diferente con sus leyes avanzadas-
-Las leyes no cambian las
mentes de las personas sobre todo en una sociedad dominada por la religión
católica o las evangelistas- Afirmé.
Se quedó pensativo unos segundos,
yo aproveché para sorber un poco de café y luego le lancé la gran pregunta.
-De camino hacia aquí observé
algunas alumnas de su academia y de otros colegios caminado juntas tomadas de
las manos, eso en mi país significa una cosa…-
-Aquí también- Me
interrumpió
Creí que le había
molestado la observación pero me calmé cuando dijo:
-Es así, la mayoría de
esas chicas, de clases altas, ya tienen un matrimonio arreglado y se casaran
jóvenes. Pero nadie puede prohibir que les corra la sangre por la venas. Es
preferible que exploren la sexualidad con otra chica y no con un muchacho que
las pueda dejar embarazadas-
Lógica pura, pensé.
Y di el otro gran paso.
-¿Usted tiene hijas o
nietas en esa situación?-
-Sí, mi nieta Mei Aihara,
ella se va a casar en dos semanas-
-Y, disculpe si soy
entrometida…pero… ¿ella también tiene algún romance juvenil?-
-No que yo sepa, ella se
ha criado conmigo porque su padre prefirió ir a recorrer el mundo a crear
escuelas en países pobres-
-Una loable acción-
-Tal vez, pero tenía su
lugar aquí en la academia y junto a su hija-
En ese momento el hombre
pareció flaquear entre la nostalgia y la bronca. Pero yo estaba decidida a ir
más allá.
-¿Y si estas chicas que
tienen aventuras juveniles se enamoran, realmente se enamoran?-
Y antes de darle tiempo a
una respuesta apunté más alto.
-¿Y si usted no lo sabe y
su nieta tiene un romance sincero y verdadero con otra chica?-
-Ella ha sido educada para
tomar decisiones propias. Y se le deben respetar, porque si la quisiéramos
tener atada a convicciones que no son suyas hubiera sido educada de otra
manera, una manera que aquí en Japón no conocemos-
-¡Vaya! Hubiera pensado
antes de conocerlo que jamás me daría esa respuesta. Es usted una persona
admirable-
-Lo único que necesito es
que ella sea sincera con sus sentimientos. Sinceridad y verdad son las únicas
armas que nos llevan lejos-
Dicho esto se levantó de
su asiento y me extendió la mano.
-Me gustaría haber tenido
una charla más extensa, pero mis tiempos están muy ocupados. Sería bueno que
nos viéramos antes de que regrese a su país-
Le extendí la mano y le
hice una reverencia.
-Pierda cuidado, le dejo
mi celular para estar en contacto pero estoy segura que nos volveremos a ver-
Le contesté y salí del despacho.
Merodear por casas ajenas
no era mi idea más deseada pero tenía que hablar con Mei de alguna manera. Después
de averiguar con mi permanente fuente de información, o sea mi amante Mitsuko,
obtuve la dirección de la casa del abuelo. Así fue que me instalé en su calle
esperando que en algún momento la niña debiera salir por cualquier motivo,
mientras trataba de pasar lo más disimulada posible para evitar cualquier
malentendido con la policía o algún vecino.
La paciencia rindió sus
frutos. Finalmente vi a la hermosa morocha de largos cabellos atravesando la
puerta principal. Vestía el uniforme de la Academia Aihara de manera discreta,
seguramente respetando todas las normas impuestas. En ese momento entendí a
Yuzu, era imposible no sentirse atraída por esa mujer. Era alta, delgada y de
andar firme y pausado. Caminó hacia mí sin sospechar siquiera que podría estar
haciendo yo allí. La dejé pasar a mi lado sin pronunciar palabra y la seguí por
espacio de unos metros. No quería abordarla en esa calle solitaria por lo que
esperé hasta que llegamos a la vereda de la avenida donde la cantidad de gente
que circulaba ofrecía un marco de seguridad.
-Aihara san- Le dije
tratando de mantener las formas de urbanidad.
Ella me miró, había un gesto
de asombro en sus enormes ojos color violeta, pero no hizo nada por evadirme
aunque permaneció en silencio y desee que su reacción no solo fuera por pura
cortesía y nada más.
-Sorry, I don´t speak Japanese. ¿Do you speak
English?- Manifesté.
-Yes- Dijo ella y antes
que sospechara cualquier actitud extraña de mi parte le dije a boca de jarro
que iba de parte de Yuzu.
Eso pareció asombrarla aún
más, sobre todo por que quien así le hablaba era una persona desconocida y para
colmo extranjera.
-Es preciso que hable con
usted, deberíamos cruzarnos al shopping y sentarnos un rato a conversar-
-Crucemos aunque no puedo
dedicarle mucho tiempo, las normas nos prohíben estar en lugares públicos,
salvo en el camino de casa a la escuela, vestidas con el uniforme escolar- Dijo
ella y comenzó a caminar por que en ese preciso momento se encendía la luz
verde del semáforo.
Semejante revelación me
dejó sin palabras. No solo me parecía exagerada sino que me molestaba que la
niña me lo mencionara cuando yo iba a retenerlas unos pocos minutos por un tema
tan importante para su vida. Era evidente que se trataba de una persona educada
en el respeto por las reglas.
No dijimos palabra hasta
que estuvimos sentadas en el patio de comidas y con sendos cafés en la mesa.
Antes que nada y como necesaria introducción le expliqué que estaba haciendo en
Japón y como había llegado a conocer a Yuzu y sus amigas las cuales también
eran sus compañeras de colegio. Después de aquel primer gesto de asombro en la
vereda no volvió a expresar como se sentía. Sus ojos seguían todos mis
movimientos pero era como hablarle a una imagen de porcelana como la de esas
muñecas que venden en los comercios de recuerdos. No podía adivinar qué efecto
le producían mi discurso sobre todo cuando le manifesté lo desolada que estaba
Yuzu.
¿Pero a esta mina no la
conmueve nada? Pensé mientras desgranaba mis argumentos tratando de encontrar
las palabras adecuadas para lograr que recibiera a su hermanastra y la
escuchara.
-Yo creo que usted se ha
tomado muy en serio heredar la Academia, todavía es usted muy joven. Debe dejar
esas decisiones para después, cuando tenga la edad suficiente, y además creo fervientemente que un matrimonio
arreglado con alguien a quien no ama no es condición inevitable para luego
ejercer su actividad al frente de la Academia, es más, un matrimonio arreglado
no es ninguna garantía de felicidad futura, ante todo están los sentimientos y
si en el mañana usted toma la responsabilidad que cree debe tomar una mujer a
su lado también puede ser una excelente ayuda. Y afirmo esto porque entiendo
que a pesar de la situación usted también está enamorada de su hermanastra-
Espere un segundo y volví
a atacar con el último argumento.
-Porque supongo que está
enamorada de Yuzu ¿No es así?-
-Sí, claro, por ello no la
quiero lastimar, pero…¿Cómo sabe usted todo eso?- Me preguntó saliendo por fin de
su letargo.
-Ya le dije, he hablado
con varias personas, pero quiero ser totalmente sincera con usted para que me
comprenda y me crea, lo que no le dije es que también he conversado con su
abuelo-
-¿Con mi abuelo? ¿Y qué le
dijo usted? ¿Y que le respondió él?- Por primera vez la sentí ansiosa por
saber.
Temí que hubiera tomado mi
intervención en el hecho como una descarada intromisión y por lo tanto me
apresuré a responderle.
-Tal vez piense que no debí
meterme en lo que no me importa pero antes que se enoje conmigo le responderé
su última pregunta. Dijo que esperaba que usted le fuera sincera, solo eso-
-¿Eso dijo? ¿Qué puedo ser
sincera con mi abuelo?-
-Veamos, ¿Usted le teme o
respeta a su abuelo? ¿Alguna vez ha mantenido una conversación de igual a igual
con él sobre su futuro?-
-Debo confesarle que no
pero lo respeto. Usted debe saber que él me ha mantenido después que partió mi
padre hacia sus alocadas utopías-
-Sí, ya lo sé pero eso no
lo convierte en su dueño y además creo que usted tiene una visión parcial de su
abuelo. Usted pensará que es demasiado apegado a sus tradiciones, pero le puedo
asegurar que es una persona benévola y comprensiva-
De repente pareció
enojarse.
-Pero usted solo tuvo una
conversación, ¡Yo convivo con él desde que nací! ¡No puede decirme que lo
conoce mejor que yo!-
-Tal vez, tal vez, pero a
veces una persona que no está influenciada por la convivencia, una persona que
viene de afuera, que no está apegada a las costumbres y tiene la libertad de
expresarse logra penetrar más a fondo en las mentes y quizá yo le haya hecho
las preguntas que usted nunca se atrevió a hacerle-
Después de estas últimas
palabras creí que había metido la pata hasta el fondo. Me surgió el miedo de
haberla ofendido. Mei permaneció en silencio unos larguísimos segundos y por un
momento pensé que se iba a levantar y dejarme allí habiendo fracasado en mi
intento.
Pero ya estaba jugada y
decidí seguir adelante con mi intención.
-¿Hablaras con Yuzu?- La
apuré.
-Primero debo hablar con
mi abuelo. Necesito algunas respuestas de su propia boca- Me respondió.
Se levantó, iba a dejarme
el dinero para el café pero le dije que era mi invitada. Ella sonrió, por
primera vez desde que nos encontráramos, y cuando ya estaba por partir y
paradas una frente a la otra tomó mis manos y mirándome fijo a los ojos me
dijo.
-De manera que mi abuelo
quiere que le sea sincera-
Asentí con la cabeza.
-Veremos si lo que me dice
es cierto- Dándose vuelta salió del local y se fue caminando lentamente.
En tanto, mientras la
miraba alejarse, yo rogaba que el abuelo hubiera sido sincero conmigo.
Capítulo 8 Una reunión
inesperada
Me dirigí rápidamente a la
confitera en donde conociera a Yuzu y sus amigas pero no las encontré, ni a
ella, ni a Harumi, ni a Matsuri. Al fin y al cabo era obvio, no se iban a pasar
la vida allí. De modo que tomé el celular y traté de comunicarme con Yuzu pero
antes que pudiera marcar su número sonó una llamada entrante. Era el abuelo de
Mei. Sonamos, pensé, el viejo se enteró de todo y debe estar que trina y ahora
me llama a mí para reprocharme porque no le había sido sincera en cuanto al
hecho de que conocía la situación de su nieta, pero el hombre no dejaba de asombrarme
cada vez más.
-He hablado con mi hijo vía
Skipe y ya está en viaje hacia aquí. Me llamó para ponerme al tanto de que
sabía de la relación de Mei con su hermanastra y me pidió que no tome ninguna
determinación al respecto hasta que llegue y deduzco que usted también lo sabía
por las preguntas que me hizo en nuestra reunión. Así que parece que soy el
único que lo ignoraba-
-Discúlpeme, no le mentí
en cuanto al motivo de mi entrevista, en realidad deseaba tener opiniones de
una persona respetable como usted para volcar a mi libro pero conocía la
historia de Yuzu y Mei y me pareció que no podía averiguar sus sentimientos si
iba de frente a plantearle el tema y tener un conflicto de entrada que
imposibilitara el resto de la conversación-
-Usted parece japonesa, ha
sabido cómo manejar la situación con tacto e inteligencia para obtener una
respuesta sincera. Ha jugado las cartas adecuadas-
-Supongo que debo tomar
eso como un cumplido-
-Es un cumplido, créame-
-Me quedo más tranquila-
-Bien, le diré lo que
haré, hablaré con Mei, hablaré con su padre y hablaremos con Yuzu y espero que
todos sean sinceros. En tanto tendré que afrontar la reacción del prometido de
Mei-
-Supongo que sabrá
resolverlo-
-Eso espero-
-A propósito, acabo de
conversar con Mei sobre este tema y le recomendé que hablara con usted y le
fuera sincera en cuanto a sus afectos. Después que ella se marchó de donde nos
reunimos imaginé que tendrían una charla ríspida y temí que se enojara con
ella, pero veo que no tendrá problemas en escucharla-
-Los sucesos se han
desarrollado rápido, pero según sé mi hijo se enteró de la relación por Yuzu y
no hay que quitarle merito a la valentía de mi nueva nieta-
Terminé el llamado con el
hombre y estaba por disponerme a intentar de nuevo con Yuzu cuando volvió a
sonar otra llamada entrante. Esta vez era Mitsuko y su voz se oía algo
alterada.
-Me acaba de llamar
Harumi. Esta junto a Matsuri acompañando a Yuzu por que decidió ir a la casa
del abuelo de Mei para confrontarla-
-¿Al abuelo o a Mei?-
Pregunté.
-A Mei, al parecer Yuzu está
convencida de que Mei la odia y quiere escucharlo de su propia voz. La pobre
está sufriendo mucho y ya no aguanta más sin verla-
-¿Y ya están allí?- Volví
a preguntar.
-Sí, si nos apuramos
podremos ayudarlas a que no se metan en líos. Como ya lo sabes el señor Aihara
escucha mis opiniones-
-Tomo un taxi y voy-
-No, decime donde estas,
paso a buscarte con la moto-
-Estoy en la confitería
donde se reúnen las chicas-
-En cinco minutos estoy
allí-
Y fueron cinco minutos
exactos. Mitsuko apareció de pronto montada sobre una enorme moto japonesa,
ataviada con un enterizo de cuero que la hacía parecer bastante sexy y un casco
negro. En cuanto se detuvo me dio otro casco y partimos raudamente. A pesar del
tránsito y de que mi amante respetaba todas las reglas antes de que pudiera
pensar que estábamos haciendo ya nos encontrábamos frente al portón de la casa
del abuelo de Mei.
En cuanto nos bajamos de
la moto pude observar en el jardín a Yuzu junto a Harumi y Matsuri caminando
hacia la entrada de la vivienda. Ignoro aún hoy como lograron convencer al
guardia de la puerta para entrar aunque parece que el hecho de que estuvieran
vistiendo con los uniformes de la Academia fue suficiente argumento. Tanto
Mitsuko como yo intentamos apelar a nuestra sensualidad para tratar de pasar, lo
que no surtió efecto. Los guardias de seguridad se mantenían inconmovibles y
finalmente lo conseguimos de la manera más fácil, la sirvienta que hizo entrar
a las chicas a la casa reconoció a Mitsuko y nos abrió la puerta.
Cuando ingresamos al salón
ya se estaba desarrollando una escena crucial. Matsuri y Harumi estaban en una
esquina como queriendo pasar desapercibidas, mirando a cualquier lado y sin
saber qué hacer. El abuelo de Mei en el centro observaba la escena que sucedía
frente a él. Yuzu, con lágrimas en sus ojos le estaba pidiendo explicaciones a
Mei acerca de su decisión de casarse. Mei, muda e inexpresiva la miraba con los
ojos muy abiertos y sin capacidad de elaborar una respuesta coherente.
Parecía que esta situación
iba a alargarse demasiado. Yo estaba temblando de ansiedad y casi tomo a Mei
del brazo para hacerla salir al jardín junto con Yuzu, cuando la misma Yuzu
tuvo esa idea. Agarró a Mei de la mano y se la llevó al patio sin ningún tipo
de resistencia por parte de su hermanastra.
Yo estaba deseando saber
que dialogo se estaría desarrollando puertas afuera pero me mordía los labios
para no intervenir. Lo que necesitaban las niñas era estar solas para poder sincerarse a pesar de
nuestra impaciencia. El abuelo de Mei me tomó del brazo en un gesto
reconfortante.
-Tranquila, todo lleva su
tiempo de maduración- Me dijo sonriendo.
Y cuando lo vi a los ojos
me di cuenta que estaba tratando de evitar las lágrimas.
Continuaba mirando por las
amplias puertas ventanas que daban al patio cuando la sirvienta avisó que en la
recepción había otra persona. El señor Aihara salió a buscarle y después de
unos minutos de intriga entró en el salón con el prometido de Mei. Era un joven
bastante apuesto, de anteojos, cabello corto y con aspecto de intelectual.
Pude ver que todas le
conocían aunque estaban sorprendidas de verle allí pues no habían imaginado que
era quien estaba prometido a Mei. Y fue Mitsuko quien me puso al tanto. El
joven había tenido un pequeño bar en el que Yuzu trabajó durante un tiempo para
juntar dinero y comprar unos anillos para Mei y ella y adonde Matsuri era una
clienta regular. Además durante un viaje de verano todo el grupo junto con
otras chicas habían pernoctado en una posada que también era propiedad del
joven.
Matsuri y Harumi no se reponían
de la sorpresa pero Mitsuko, parada a mi lado, lo encaró y le preguntó qué
opinaba de lo que estaba sucediendo. El joven se acercó a nosotras y sin
molestarse porque yo lo escuchara dijo.
-En realidad yo no quiero
casarme. No quiero ser cómplice de un matrimonio arreglado y además si lo hago no
sólo le voy a hacer un mal a Mei sino también a Yuzu a quien estimo y no se lo
merecen-
Después de unos segundos
en que pareció estar volando mentalmente por otros ámbitos aclaró.
-El señor Aihara me puso
al tanto. Yo estoy de acuerdo que Mei y Yuzu hagan lo que sientan pero temo la
reacción de mi padre-
Capítulo 9 El temor del señor Aihara
Mientras continuaba ansiosa por saber cómo
se desarrollaba el dialogo entre Yuzu y Mei se acercó a mí el señor Aihara y me
invitó a pasar a la biblioteca. Su voz sonaba autoritaria por lo que en un
primer momento pensé que iba regañarme por mi intromisión, aunque luego recordé
que tiene ese tono porque es una persona acostumbrada a mandar.
Cuando entramos en el enorme salón su
voz se dulcificó y me invitó muy amablemente a sentarme en uno de los enormes
sillones que rodeaban una mesa ratona de vidrio. Elegí el que me posibilitaba
seguir mirando hacia afuera pues la biblioteca también tenía grandes ventanales
hacia el jardín. Disimuladamente estiré el cuello pues las niñas habían quedado
un poco fuera de mi alcance visual pero pude ver que todavía estaban conversando
lo que me produjo cierto alivio. Estaba segura que si Mei no cerraba sus oídos
Yuzu ya tenía ganada su metafórica batalla.
La morocha caminaba de aquí para allá
visiblemente nerviosa, era evidente que la actitud decidida de la rubia la había
tomado por sorpresa. A veces se alejaban, a veces se acercaban. Yuzu la seguía
por todo el patio aferrándose todo el tiempo a la cadenita con el anillo, igual
al que le regalara a Mei, que colgaba de su cuello. En medio del movimiento de
Mei pude ver que también llevaba la cadenita con su anillo. Me pregunte si Yuzu
se habría dado cuenta de ello pero no podía salir a decírselo.
En ese momento recién advertí que el abuelo
de Mei ya me estaba hablando, traté de disculparme por mi falta de atención pero
el continuaba pues no se había dado cuenta de mi distracción ya que mientras lo
hacía se encontraba contemplando un enorme cuadro en la pared que representaba
a un antiguo samurái.
-…debo felicitarla, usted ha tenido el
valor de venir aquí a abrirme los ojos cuando no me conocía, no sabía cómo
podía yo reaccionar y sobre todo, y no quiero ser peyorativo, usted no conocía
en profundidad nuestras costumbres- Dijo y continuó -El pretendiente de Mei no
me caía mal, varias personas me lo habían recomendado como un joven brillante,
educado y honesto pero al mismo tiempo me llegaron versiones alarmantes sobre
su padre, al parecer es miembro de la yakuza, la mafia…-
-Sí, ya se lo que es- Respondí.
-…si, me imagino, aparecen en todas las
películas de Hollywood. El tema es que no se si el muchacho está contaminado
por las actividades de su padre, si éstas fueran ciertas-
Y se quedó callado como si su mente se
transportara a otros sitios o a otros tiempos lo que noté cuando volvió a
levantar la vista al cuadro.
-¿Algún antepasado?- Pregunté.
-Mi abuelo. Ellos sí que sabían lo que
es el honor-
-¿Cómo los cuarenta y nueve ronin?-
-Si, como ellos. ¿Conoce su historia?-
-Sí, he leído sobre su historia-
Y en ese momento pude ver a Mei y Yuzu
dándose un apasionado beso, un poco más lejos de la casa, protegidas, apenas,
de la vista por un matorral con flores rojas.
Me sonreí disimuladamente para que el
abuelo de Mei no lo note y al mismo tiempo me sentí preocupada por lo que
acababa de contarme. Le hice saber mi estado de ánimo pero el señor Aihara no compartía
totalmente mi miedo. Presuponía que los rumores sobre actividades ilícitas de
quien había estado a punto de ser su futuro pariente político eran infundados.
-De todas maneras hablaré con el padre
del muchacho y apelaré a su honor para saber a qué atenerme- Me dijo.
En ese momento le propuse llevarme a
Yuzu y a Mei a un lugar seguro. Al principio no estaba muy convencido que fuera
necesario pero finalmente accedió si me llevaba conmigo a un par de sus
custodios. Me pareció buena idea y sin mediar otra palabra salí al jardín donde
las niñas, ajenas a lo que se estaba desarrollando caminaban tomadas de la mano
y conversando.
Cuando me vieron corrieron hacia mí
riendo con entusiasmo. De manera precipitada y hablando las dos al mismo tiempo
intentaron ponerme al tanto de lo que yo ya había visto por lo que debí
interrumpirlas y contarles a mi vez los sucesos y las conversación que había
tenido con el abuelo de Mei en la biblioteca.
Ambas se mostraron consternadas. Mei temía
por su abuelo. Sobre todo por el estado de su corazón o por que corriera alguna
otra clase de peligro. Las tranquilicé y les dije mi plan.
Mientras ellas se preparaban para partir
conmigo yo encaré al joven prometido de Mei. Sabía que lo iba a poner en un
aprieto pero le pregunte directamente y sin rodeos:
-¿Tu padre tiene que ver con la yakuza?-
Su respuesta fue contundente pero no me
dejó del todo tranquila.
-No- Me dijo- Pero tiene muy mal
carácter.
El abuelo de Mei puso un auto a nuestra
disposición con un chofer pues yo no me animaba a manejar en un sitio donde se circula
por la izquierda como en Londres. En otro auto iban los custodios y atrás
Mitsuko en su moto. Harumi y Matsuri se fueron por su lado pues estando
contentas con lo sucedido decidieron festejarlo en un bar de karaoke. Cuando
las vi irse volví a pensar que eran una dupla explosiva pero que en fondo algo
las atraía.
No tardamos mucho en llegar a mi hotel.
Prestamente hice alojar a Yuzu y Mei en una habitación contigua a la mía y a
los custodios en la siguiente. A pesar de que mi intención era pagar por todos
ellos uno de los hombres de Aihara me notificó que traían la imperativa orden
de que la estancia iba a ser pagada por el abuelo de Mei.
El hecho de compartir la habitación, y
sobre todo la cama, ahora que tenían clara la intensidad de su relación las
emocionó tanto que desaparecieron rápidamente. Mitsuko que estaba a mi lado aún
con el casco en la mano sonrió largamente.
-¡Ah, la juventud!- Dijo con tono
sarcástico.
Yo no perdí tiempo y la tomé de la mano.
-Vamos a aprovechar nosotras también- Le
dije mientras la llevaba a mi habitación.
Mitsuko y yo ya nos conocíamos como si
nuestra relación llevara años. Totalmente desnudas nos arrojamos a la cama
abrazadas y acariciándonos en nuestro lugares sensibles. Nos recorríamos,
explorándonos y sabiendo cuanto hacer para excitarnos una a la otra. Yo mordía
sus pezones lo que le arrancaba ahogados grititos de placer y ella luego pasaba
su lengua por mi entrepierna haciéndome volar por el espacio. Nuestro juego se prolongó
sobre todo cuando descubrimos cuanto nos gustaba adorarnos los pies, besándolos
mutuamente y chupando sus dedos uno por uno. Los orgasmos brotaban como geiseres
o volcanes. Éramos una sola aferradas las dos sin soltarnos y apretándonos
fuertemente pecho con pecho.
Fue tanta la intensidad de nuestra
relación que quedamos agotadas. Necesitadas de un baño nos metimos juntas en la
bañera y luego de un placentero momento de reposo nos vestimos con sendas robe
de chambre de colorida seda y salimos al balcón a disfrutar del cálido
atardecer.
En ese momento fue que oímos los gemidos
de nuestras niñas amigas. Yuzu y Mei se estaban revolcando en la cama, era evidente,
y la estaban pasando de lo mejor. Según como nos acomodábamos en el balcón las
podíamos ver puesto que no habían tenido la precaución de cerrar las cortinas.
Era la primera vez en mi vida que se me ocurría espiar a dos mujeres manteniendo
relaciones pero la complicidad de Mitsuko me animó y estuvimos varios minutos observándolas.
Debo confesar que parecían bastante
expertas, sobre todo Yuzu lo que me sorprendió pues yo pensaba que Mei era quien
tenía experiencia. El verlas comenzó a generarme cierta excitación. De pronto
pasé mi brazo por la cintura de Mitsuko y le dije que era suficiente, que
estaba mal que siguiéramos ahí invadiendo la intimidad de las chicas. En
realidad estaba desesperada por que nosotras continuáramos con nuestro juego y
así fue por volvimos a arrojarnos a la cama ya sin las robe de chambre.
Capítulo 10 Momento difícil
Entre todos los sucesos del día anterior
no recuerdo cuando y como le habría dado mi número de celular al prometido de
Mei, pero lo cierto fue que me llamó cuando yo me encontraba en ese momento en
que hubiera seguido durmiendo por varias horas más.
El muchacho me avisaba que su padre iba
a ir esa mañana a lo del señor Aihara y que temía que se generara una disputa
pues no estaba del mejor de los humores.
Desperté a Mitsuko, lo que me costó
bastante trabajo pues ella quería seguir durmiendo también pero cuando alcanzó
a escuchar lo que pasaba se levantó como un resorte. Nos vestimos rápidamente y
en lugar de tomar el desayuno tranquilamente sentadas en mi habitación avisamos
al conserje que pasaríamos por la confitería. Después de ello acudí a la
habitación de los custodios de las chicas y les puse al tanto de la situación
pidiéndoles que cuidaran de ellas y que, por nada del mundo, las dejaran salir
y mucho menos ir a la casa del abuelo de Mei.
Mientras estábamos tomando a las apuradas
una taza de café en la planta baja recibí otro llamado. Esta vez era Yuzu quien
a su vez había recibido un llamado de su madre y la noticia era que el padre de
Mei estaba llegando con anticipación a lo pensado y que estaba en camino del
Aeropuerto a la casa de su propio padre.
Nuevamente montadas en la moto de
Mitsuko llegamos a la casa del señor Aihara, confieso que mi amiga era bastante
audaz para correr entre el intenso tránsito de la mañana y temí que, o nos
hicieran una multa o termináramos chocando contra algún auto. Pero no pasó nada
y llegamos a la callejuela donde estaba la mansión. Al llegar, el hombre de la
custodia nos dejó pasar inmediatamente pues por suerte nos reconoció y entrando
en el salón de recepción advertimos la presencia del joven prometido y su
padre, un hombre de cuerpo prominente y cara de pocos amigos, vestido de esa
manera en que visten aquellos que desean ostentar después de haber obtenido
dinero rápidamente contrastando con el muchacho que lucía sencillamente
pantalón gris y camisa blanca.
Detrás de nosotras entró un hombre,
delgado, de cabello bastante largo y barba incipiente. Parecía descolgado de la
situación, cualquiera lo hubiera tomado por un campesino o un artesano. Lo
único por lo que supuse que se trataba de alguien con buen pasar económico
fueron sus costosas zapatillas de una reconocida marca. Mitsuko me dijo al oído
que se trataba del padre de Mei. ¡Al fin conocía al sujeto que se la pasaba
viajando por el mundo fundando escuelas en los países pobres!
El único que faltaba en esa improvisada
reunión era el abuelo de Mei, que no tardó en llegar. La primera reacción del
señor Aihara fue abrazar a su hijo, al cual, al parecer, hacía mucho tiempo que
no veía. Me pareció un gran gesto pues deducía que no se llevaban bien a raíz
de la decisión del padre de Mei de no hacerse cargo de la academia. Se cruzaron
unas breves palabras en japonés que Mitsuko me tradujo.
-Dijeron que primero van a resolver este
problema y luego conversarían en extenso sobre ellos-
El abuelo de Mei se acercó al padre del
joven prometido e hizo una clásica reverencia, el otro hombre también se inclinó
un poco pero era evidente que estaba impaciente por comenzar a hablar. Mitsuko continúo
traduciéndome:
-Realmente me sorprende lo que ha
ocurrido señor Aihara-san- Dijo el recién llegado
-Las cosas se han presentado de manera
inesperada y yo también he sido sorprendido-
-Me cuesta creer que usted no conociera
los deseos de su nieta siendo que vive con ella-
-Hemos educado a nuestros jóvenes para
que acepten nuestros deseos, usted sabe, pero mi nieta está decidida a no
aceptar un casamiento arreglado-
-Tal vez, pero es nuestro deber saber
que les sucede. Lo lamentable es que llevamos muy adelante este arreglo y yo ya
no sé cómo lo explicaré a mi familia y allegados-
-No veo la forma en que podré ayudarlo y
me disculpo por mi ignorancia-
En ese instante intervino el padre de
Mei, defendiendo a su padre y diciendo que la responsabilidad de anular el
compromiso era toda suya.
El padre del joven no perdió oportunidad
de echarle en cara que sabía que había sido un padre ausente.
-Pero estoy aquí cuando es importante y
mi palabra es la última palabra- Afirmó el padre de Mei con firmeza.
En un segundo comprendí que el padre del
prometido no tenía idea del verdadero motivo de la negativa de Mei a casarse y
consideré oportuno detener al padre de ella antes que abriera aún más la boca.
Temía que el padre del joven fuera una de esas personas anticuadas que no
aceptan diferentes tendencias sociales y se enojara aún más.
Lo tomé del brazo y le pedí a Mitsuko
que le dijera que detuviera la discusión allí antes de entrar en detalles. El
padre de Mei comprendió mi opinión y se calló.
No sé si fue ese silencio o que su
paciencia estaba llegando al límite que el padre del joven tomó al padre de Mei
por las solapas de la camisa y gritó totalmente descontrolado, lo que era
evidente pues además del gesto violento se le escapó lo que no debía haber
dicho:
-¡Estoy en la ruina! ¿Cómo podré salir
de mis apremios económicos sino caso a este inútil con alguna heredera con
dinero?-
Fue como un mazazo en las paredes, como
si hubiera explotado una bomba. El hombre tal vez no fuera de la yakuza pero tenía
un motivo inmoral para casar a su hijo. El joven acusó el golpe, había sido
tratado como un pelele frente a un montón de personas. Pero no se detuvo, trató de tomar
a su padre de un brazo y volverlo a la realidad. En ese momento cayó del
bolsillo interno del saco del hombre una pistola que cuando llegó al piso rápidamente
sostuve bajo mi pie de manera de mantenerla lejos de las manos de su dueño.
Tras esa reacción la levanté y apuntando al padre del prometido le dije que se
fuera inmediatamente o si no disparaba.
El joven se puso entre su padre y mi
persona protegiéndolo.
-Nos vamos- Dijo - Y prometo que no
volveremos a molestarlos.
El padre, visiblemente aturdido y recién
comprendiendo la magnitud de lo que había dicho hizo una reverencia y
manifestó.
-He mancillado mi honor y el de mi
familia. He insultado a mi hijo y les he traído temor a su casa. Espero que
sepan disculparme. De este bochorno no sé cuándo seré capaz de reponerme-
El abuelo de Mei contestó la reverencia
y le dijo que estaba disculpado en cuanto a lo sucedido en su casa y que le
daba su palabra de caballero que vería alguna manera de ayudarlo
financieramente pero que por favor se fueran.
-¿Confía en él?- Le pregunté.
-Confío, un japonés tiene ante todo su
palabra- me contestó el señor Aihara.
Bajé la pistola, le saqué el cargador, la
limpié con un pañuelo y se la entregué al joven.
-En América jamás confiaríamos en un
hombre que tiene una pistola en su bolsillo- Dije.
Y los vimos marcharse rápidamente.
Lo primero que hice fue llamar a las
chicas y a sus custodios para que fueran a la casa del abuelo de Mei. Quien
llegó antes que ellas fue la madre de Yuzu. Estaba muy preocupada por que
ignoraba los últimos acontecimientos de los que fue informada por su esposo. En
la casa solo estábamos ambos padres, el abuelo, Mitsuko y yo. Nos sentamos a
tomar café mientras esperábamos a las chicas que llegaron pronto pues los
custodios se encargaron de llevarlas lo más rápido posible.
En cuanto llegaron Mei y Yuzu se las
veía radiantes. Por primera vez Mei tenía una gran sonrisa en su rostro lo que
era más notable porque casi siempre la había visto callada y circunspecta,
salvo cuando las espiamos en su habitación. Todos se abrazaron. Las chicas con
el padre de Mei, luego con la madre de Yuzu, luego con el abuelo y, cuando nos
vieron, a Mitsuko y a mí.
-Ya lo hablamos anoche- Dijo Yuzu y
agregó riendo - ¡Nos vamos a casar!-
-¿Pueden?- Pregunté.
-Si, en la Prefectura de Shibuya, es una
unión civil pero tiene rango de matrimonio, y hay otras Prefecturas en otras
ciudades de Japón que tienen leyes similares al respecto- Me contestó Mitsuko.
-Debemos festejar- Manifestó el abuelo
de Mei y dirigiéndose a mí me dijo -Usted es una mujer muy valiente, nadie supo
cómo resolver la situación vivida y temo que hubiera pasado algo grave si no
fuera por su intervención-
-Llámelo inconsciencia- Repliqué lo que
le arrancó una sonrisa.
El abuelo de Mei llamó a uno de sus
sirvientes y le dio una orden de cuyo contenido supe pocos minutos después
cuando el hombre ingresó con una botella de champagne y varias copas sobre una
enorme bandeja de plata. Las copas fueron cargadas y brindamos no una sino
varias veces.
La madre de Yuzu y el padre de Mei
también se acercaron a mí y me expresaron su agradecimiento y entonces
aproveché ese momento para manifestarles mi admiración por ser personas de
mente abierta y comprensiva. Y ya que estaba embalada le dije al padre de Mei
que quizá era hora de quedarse en Japón junto a su hija y a su
“nuera-hijastra”. El hombre sonrió y me contestó que tenía cosas pendientes por
resolver en los sitios donde fundó las escuelas y después de unos segundos en
que pareció quedarse pensando dijo:
-Sería una buena idea que haga un último
viaje para arreglar todo llevando conmigo a mi esposa y a las chicas y después,
al regreso realizar una buena boda-
-Lo que sea, pero lo mejor será que
permanezcáis unidos- Respondí.
Ambos me abrazaron. Me sentí feliz como
nunca. Hice una profunda reverencia y dije:
-Bien, es momento de dejar a la familia
sola, deben tener muchas cosas que conversar-
Y después de dar un beso y un abrazo a
cada uno comencé a caminar hacia la puerta. Mitsuko saludó apresuradamente a
todos diciendo.
-Ya nos volveremos a ver-
Y al llegar a mi lado me tomó de la mano
y salimos juntas de la casa.
En el jardín estaba estacionada la moto
de mi amante. Ella tomó los cascos, me ofreció uno a mí y sonriendo exclamó.
-Vamos a comer algo y después al hotel a
seguir festejando-
-¿Tenes idea de algún restaurante?- Le
pregunté.
-No, es hora de que conozcas mi casa-
Y así fue que llegamos a su
departamento. Entramos las dos riéndonos de algún chiste que habíamos hecho
cuando habiendo ingresado al living nos encontramos con Harumi y Matsuri. La
morocha, hermana de Mitsuko estaba sentada en una silla y la niña de cabello
rosa en un sillón, era evidente que algo estaban haciendo cuando entramos y trataban
de disimular. Me causó gracia pues sus caras pues se delataban solas. Yo me
sonreí apenas moviendo mis labios pero Mitsuko no perdió oportunidad de bromear
a costa de su hermana.
-¿Interrumpimos algo?- Les dijo casi en
medio de una carcajada.
Esas palabras incomodaron aún más a las
niñas que no contestaron. Por lo que mi amante se acercó a su hermana y
abrazándola manifestó.
-No se priven, estamos entre iguales,
vamos hermanita como si no supiera lo que te gusta. Es una lástima que no hayas
podido conquistar a Yuzu pero no te preocupes, Matsuri parece ser un buen
partido-
La niña de los cabellos rosa que siempre
me había parecido tan dueña de sí misma se ruborizó y bajó la vista.
-No es necesario que nos diga eso-
Manifestó.
-Sí, es necesario- Interrumpió Mitsuko y
agregó -No es cuestión de que anden perdiendo el tiempo, ¿no?-
Después de esas palabras todo pareció
distenderse, sobre todo cuando mi amante me tomó de la mano y me llevó a la
cocina.
-Veni, vamos a cocinar algo y también
para estas dos que deben estar muertas de hambre-
Ya cuando estábamos a punto de trasponer
las puerta agregó -A propósito, es hora
que lo sepan…Yuzu y Mei se van a casar, en el almuerzo les contamos los detalles-
Mire a Harumi y ahí comprendí el amor de
esa muchacha por la rubia Yuzu por que en lugar de mostrarse triste o rencorosa
sonrió con todos sus dientes y dijo.
-Bien, al menos sé que va a ser feliz-
-Era hora- Manifestó Matsuri y también sonrió.
Mitsuko entró en la cocina y yo me quede
un paso atrás. Hice como que la seguía pero me volví y asomé apenas la cabeza
por el vano de la puerta. Las dos niñas estaban besándose apasionadamente.
Mitsuko que me estaba dando la espalda
mientras buscaba los ingredientes para la comida y sin haber visto la escena
exclamó.
-Espero que les dure el entusiasmo a
esas dos-
-¿Por qué lo decís?- Le pregunté.
-Por la forma en que se están besando-
-¿Y cómo sabes que se estaban besando?-
-Hay mucho silencio en la sala, amiga-
Mitsuko me asombraba más cada día.
Ayudé a mi amante a hacer la comida, la
pusimos en platos sobre diferentes bandejas y las llevamos al living. En lugar
de sentarnos a la mesa cada una se acomodó donde más le plació. Yo me senté en
un enorme sillón de tres cuerpos y Mitsuko lo hizo a mi lado, Matsuri y Harumi
eligieron los sillones individuales, tal vez porque les daba vergüenza
mostrarse más cercanas.
No fue necesario que les contáramos los
detalles de lo sucedido con Mei y Yuzu pues, mientras cocinábamos ellas habían
tenido una video llamada con sus amigas. Después del almuerzo, Mitsuko se
estiró en el sillón poniendo su cabeza sobre mi regazo lo que hizo gracia a su
hermana.
Así nos quedamos en silencio un largo
rato. Fue un momento de relax luego de todos los avatares pasados. De pronto
Mitsuko se levantó, agarró su campera de cuero y me tomó de un brazo para
hacerme poner de pie.
-Vamos a tu hotel, así disfrutamos un
rato y dejamos a estas niñas inexpertas solas para que jueguen un poco-
Mi amante se divertía molestando a su
hermana.
En pocos minutos estábamos como más nos
gustaba, desnudas en la cama, explorando cada centímetro de nuestros cuerpos. Y
así estuvimos hasta que nos venció el sueño. Cuando desperté Mitsuko estaba
preparando café.
-¿Cuánto tiempo más te vas a quedar?- Me
preguntó.
-Varios días más, no mucho, debo cumplir
con compromisos en Argentina- Conteste apesadumbrada pues era algo en lo que no
había tenido tiempo de pensar.
-Entonces vamos a aprovecharlos, te voy
a llevar al mundo de las lesbianas y los gays, tendrás ocasión de ver mucho
para tu libro-
-Gracias- Le dije mientras la abrazaba.
Capítulo 12 Regreso a Buenos Aires
Me quede veinte días más en Tokio y
fueron ampliamente aprovechados. Puesto que Mitsuko dbía estar en su trabajo
durante el día yo aprovechaba a recorrer las calles y observar a la gente. A
diferencia de otras ciudades europeas en las que lograba orientarme mirando el
mapa solo un par de veces, en Tokio me sentía perdida a cada rato y debía
consultar la guía constantemente leyendo nombres de calles que nunca terminaba
de entender.
En ocasiones solía sentarme en la banca
de un parque y trataba de adivinar si cuando veía a dos muchachos o a dos
chicas juntas daban señales de ser una pareja. Me pareció ver una gran cantidad
aunque solo podía ser parte de mi imaginación pero comprobé que muchas niñas
iban de la mano y eso es una clara señal. Por las tardes me acercaba a los café
maid, atendidos por muchachos crossdresseres vestidos y transformados en
hermosas camareras, no solo por la calidad de su maquillaje sino también por la
contextura de su cuerpo y sus facciones andróginas. Si se daba la ocasión en
que mi audacia me lo permitía me acercaba a algún cliente para conversar con él,
siempre, por supuesto que supiera inglés, lo cual era más frecuente de lo que
me imaginaba.
La particularidad de estos clientes era
que ellos también se travestían pues el local tenia las comodidades en su parte
posterior con habitaciones donde podían hacerlo con toda comodidad. Y lo más sorprendente
era que el sitio no se conformaba como si fuera un gueto o un círculo cerrado
pues, además, asistían clientes de todo tipo incluso los que no tenían nada que
ver con ese estilo de vida y que no mostraban ningún asombro por los habitués
travestidos, lo cual me parecía absolutamente maravilloso.
Me hice ver tan seguido por esos cafés
que ya me trataban como si fuera una amiga. En ocasiones conversaba con alguno
o me queda tomando notas y estudiando sus maneras y su forma de expresarse e
incluso me invitaron a sus camarines para verlos transformarse.
Por las noches recorría con Mitsuko
cuanto boliche gay o lésbico hubiera por Tokio. Me presentó a algunas de sus
amigas. De todas ellas me llamó la atención una niña muy hermosa con enormes
anteojos que, según supe después, era compañera de estudios de Yuzu y Mei y que
parecía adorar a Mitsuko como si fuera una diosa. No me provocó celos pues yo
estaba consciente de que me iría muy pronto, que quizá no volvería nunca más a Japón
y que hacerme cualquier ilusión con Mitsuko era una utopía.
En medio de todo este ajetreo fuimos
Mitsuko, Matsuri, la niña amiga de mi amante que se llamaba Maruta y yo al Aeropuerto
a despedir a Yuzu, Mei y sus respectivos padre y madre pues, conforme a lo que
habían decidido en la casa del abuelo de Mei partían a un viaje a la India y
otros países donde el padre de Mei dejaría arreglados algunos asuntos. Como la
boda de las niñas sería a su regreso supe que no estaría allí para presenciarla
por lo que les hice un regalo a cada una, dos hermosas pulseras de plata con
los nombres de ambas. Fue una emotiva despedida. No dejábamos de abrazarnos y
llorar un poco. Sobre todo la madre de Yuzu y el padre de Mei conmigo pues
consideraban, exageradamente, que había sido como una especie de hada
bienhechora para resolver toda la situación.
Esa despedida me dejo un gusto amargo. También
pensaba, en aquella instancia, que tampoco volvería a ver a esa gente tan
agradable lo que me llevo un día a pasar por la casa del abuelo de Mei para
despedirme. El hombre también se puso melancólico, hizo abrir una botella de
champagne y brindamos a mi salud.
-Espero poder volver a verla- Dijo.
-Tal vez si, tal vez no, el destino
tiene caminos imprevistos- Dije yo, por decir algo.
Ni él ni yo imaginábamos que eso podría
suceder.
Estreché su mano fuertemente, le pedí
que se cuide su salud y le deseé lo mejor.
Y, como llegan todas las cosas, inexorablemente
me llegó el día tan poco deseado de mi regreso a casa.
La despedida con Mitsuko fue otra
experiencia triste. Sabíamos, ambas, que ni ella ni yo éramos pájaros de un
solo nido, por lo que no nos hicimos ninguna promesa de amor ni de fidelidad.
La habíamos pasado genial y eso era todo. Lo único que estipulamos fue que nos
veríamos cada tanto por Skipe y nos contaríamos los chismes.
Matsuri, Harumi y las otras chicas que
conocí de su grupo se mostraron también emotivas y hasta lagrimearon un poco.
-Usted es un ángel- Me dijo Harumi al
oído cuando yo ya estaba por ir a la rampa de abordaje del avión.
Lloré como nunca antes mientras caminaba
por la manga y presentaba mi boarding pass a los controles. Sentí una opresión
en el pecho cuando el avión se elevó. Jamás hubiera imaginado ser protagonista
de lo que había sucedido. Esa experiencia y todo lo que Mitsuko me enseñó en
Tokio me daban material para una buena novela y debía consagrarme a ella para
paliar mi tristeza.
Cuando regresé a mi país aún me sentía
acongojada y peor aún me hizo verme de nuevo en medio del atraso mental de mis
conciudadanos, de esta América inculta, irrespetuosa y violenta. Tomé con
decisión mis valijas y llamé un taxi, lo mejor era encerrarme en mi casa a
escribir sin escuchar la radio ni ver la televisión
Recopilar mis notas, ordenarlas e
imaginar el argumento de la novela me mantuvo bastante ocupada. Marga ni asomó
su cara mi por casa, lo cual agradecí. Ya no quería verla más a ella ni al
idiota de su hermano, al que no llamo idiota por una cuestión de género pues
ella lo era tanto como él.
Solo salí cuando no tenía más remedio,
mientras superaba ese estado de desánimo que siempre se me produce cuando comparo
el sitio de donde llego con mi país y no extrañe la calle, mi mundo de novelas,
manuscritos y teclado de computadora es más rico que la terrible realidad.
Mi editor me apuraba, pero no era la
primera vez desde que descubrió que yo era como una pequeña mina de oro para su
negocio. Sabedor de mis inclinaciones sexuales siempre se mostró muy respetuoso
conmigo pero la curiosidad lo inquietaba pues varias veces me pregunto si había
estado haciendo “estudio de campo en primera persona” lo que me hacía gracia
pues no se animaba a llamar las cosas por su nombre.
Con Mitsuko nos veíamos por Skipe cada
tanto, como nos lo prometimos. A veces la muy picara se me aparecía en la
pantalla totalmente desnuda y yo terminé haciendo lo mismo lo que culminaba en
una soberana sesión de onanismo cuando apagaba la computadora. Pero un día me
confesó que estaba enamorada de aquella amiga que me había presentado en Tokio
y yo me alegré por ella.
Así fue que terminé de escribir y le
lleve el manuscrito a mi editor. Él sabía perfectamente que no soy tolerante
con que me imponga cambios en el texto y mucho menos en el título, de manera
que prometió leerlo lo más rápido posible. Al otro día me llamó entusiasmado
diciendo que ya lo iba a poner en edición y que intentaría hacerla publicar en
Japón, lo que, por supuesto, no le creí.
Capítulo
13 Volviendo al presente
Todo
lo que recordaba de mi primer viaje a Japón pasó por mi mente a la velocidad de
la luz. Sentada frente a mí, Yuzu, con su hermosa cara angelical, esos enormes
ojos verdes tan expresivos y su cabellera rubia desbordando en una perfumada
catarata iba esbozando lentamente su perfecta sonrisa. Eso me tranquilizaba un
poco pero esperaba su respuesta.
-Mei
está muy bien. Ocupándose de la Academia y continuando con sus estudios, lo que
la está haciendo muy feliz-
-¿Con
la Academia?- Pregunté -¿No se quedó su padre para ocuparse o su abuelo?-
-El
abuelo está un poco agotado de tanto trajín, los médicos le han sugerido que se
tome un serio reposo y les ha hecho caso, por lo que ahí anda, tranquilo, en su
casa ocupándose de escribir un libro sobre su años de experiencia como director
y en cuanto al papá de Mei han llegado a un acuerdo, él va a ver sus escuelas
solo seis meses y el resto del año la pasa con nosotros y ayudando a Mei con la
Academia-
-O
sea que Mei no solo recibe ayuda concreta sino que además puede estar con su
padre más tiempo que era lo que ella extrañaba-
-Si,
en efecto y eso mejoro muchísimo su manera de ver la vida, porque ahora sabe
que su esfuerzo para conservar la Academia tiene un sentido, sabiendo que su
padre, de alguna manera, forma parte de ella y que en el futuro podrá dirigirla
sola-
-¿Y
ustedes, como pareja?-
-Genial,
el que Mei se sienta mejor ha influido en nuestra relación. Somos una pareja
muy feliz. Nos apoyamos mutuamente. Creo que nuestras maneras de ser, tan
diferentes, ha enriquecido nuestra experiencia-
-Me
alegra oír eso y debo confesarte que te veo mucho más madura y aplomada.
Siempre me di cuenta que tu madre te había criado para que fueras una persona
independiente y responsable y, aunque parezca banal, hasta tu decisión de ser
una gyaru forma parte de esa independencia y tienes en claro tus objetivos y
adonde quieres ir y lo demostraste cuando luchaste por tu amor-
-Gracias-
dijo ella bajando la mirada quizá para que no viera que la había emocionado
pero instantáneamente me miró a los ojos y sonriendo a través de los suyos
agregó.
-Y
como para Mei y para mí sería un gran honor, ya te estoy invitando a nuestra
casa para cenar, hoy. Cocino yo-
-Acepto
sin dudar, y el honor es para mí- Exclamé.
Ella
extendió sus delicadas manos y tomó las mías- volvió a sonreír ampliamente.
-Es
una gran alegría volver a verte-
-Lo
mismo pienso- Dije yo casi al borde de las lágrimas por la emoción.
Mientras
se levantaba de su silla continuó hablando
-Debo
irme a seguir trabajando, te mando por Whats app mi dirección, es aquí cerca,
en realidad tenemos un departamento en el mismo edificio en que vivíamos con mi
madre, solo que un par de pisos más arriba-
-Qué
bueno que tengan su espacio propio, es lo primero que una pareja necesita-
Manifesté.
-Sí,
fue gracias al abuelo de Mei. Él opinaba de la misma manera y para nuestro
regreso del viaje que hicimos con papá y mamá nos encontramos con la sorpresa
de que nos había comprado ese departamento, nos dio un lugar para vivir y hasta
tuvo el detalle de pensar en que estuviéramos también cerca de mi madre.
¿Quieres que la invite a cenar con nosotras?-
-¡Por
supuesto, me encantaría volver a verla! Es una persona maravillosa-
Yuzu
se paró frente a mí y después de darme un beso en la mejilla regresó a su
trabajo. Yo me quede mirándola mientras se alejaba y en ese momento decidí
quedarme unos días más de lo planeado. Estaba segura de que sería gratificante
para mí poder compartir algún tiempo con la parejita, sus amigas y las personas
mayores que habían ayudado a posibilitar su felicidad.
De
pronto recordé que no había llamado a Mitsuko. Era hora de hacerle saber que estaba en Tokio y además también pensé en
su hermana Harumi, en Matsuri y se me cruzó por la cabeza que podía conocer a
otras yuri. Deseaba pasar un tiempo con chicas como yo sin ninguna intención de
sexo, solo de poder sentirme a gusto en mi ambiente.
Tomé
mi celular y sin perdida de tiempo llame a Mitsuko.
-¡Hola
amiga!- Saludó antes de que yo pidiera hablar.
-Hola,
me encanta oír tu voz, hace tiempo que no hablamos por Skipe y quería contarte
una novedad-
-¿Cuál?-
-Que
estoy aquí, en Tokio, y deseaba saludarte en persona, digo, si no es molestia-
-¿Pero
cómo va a serlo? ¡Bienvenida! ¡Menuda sorpresa! Jamás pensé que nos volveríamos
a ver ¿Y a que se debe tu venida?-
-Mañana
por la tarde voy a presentar mi libro, el que escribí gracias a tu ayuda y la de
todas ustedes y me gustaría invitarlas, a vos, a tú hermana y a todas las
chicas del grupo y por supuesto a tu pareja-
-¡Wow!.
¿Y dónde será el evento?-
-¡Vaya
en este momento no recuerdo el nombre! Pero lo averiguaré y te lo paso por
Whats app-
Durante
un segundo sentí que Mitsuko hablaba con otra persona que evidentemente estaba
a su lado y cuando volvió a mí me manifestó
-Aquí
me recuerda Maruta que Yuzu nos comentó algo al respecto hace unos días, pero por
ese entonces no tenía idea si vendrías-
-Sí,
fue algo repentino, y ya que mencionas a Yuzu, acabo de estar con ella y la
presentación es en sitio donde ella trabaja-
-¡Ah!
Entonces ya sé dónde es. Dime la hora y allí estaremos todas, prometo llevarte
a todo el grupo así las tenga que arrastrar a la fuerza, ja, ja-
-A
las dieciocho horas. No olviden ser puntuales-
-Me
haces reír ¿Olvidas que estas en Japón? Aquí somos puntuales para todo. No te imaginas
la alegría que me da volver a verte-
-Bien
¿Y cómo anda tu relación de pareja?-
-Excelente,
…..es una gran chica. Estamos viviendo juntas-
-Me
alegra oírlo. Bueno, las espero mañana-
-¿Y
esta noche donde cenas? No me digas que sola en el hotel, porque si no te
invito a casa-
-Me
temo que ya se te adelantó Yuzu, cenaré con ella, Mei y su madre-
-Bien,
pero algún día tendrás que salir con nosotras y todo el grupo-
-No
te quepa la menor duda que lo haré. Tengo fechas determinadas para ir a Osaka y
Kioto a hacer otras presentaciones, pero he decidido quedarme algunos días y
tendremos oportunidad, hasta que se cansen de mí-
-No
digas eso. Bien. Mañana nos vemos-
Capítulo 14 Una
cena inolvidable.
Esa
noche me vestí como para una fiesta, me puse un vestido color rosa largo hasta
las rodillas y lo suficientemente ajustado como para insinuar mis curvas. Me
sentía emocionada de poder ver a la parejita juntas y a la madre de Yuzu a quién
guardaba un profundo respeto y no menor afecto. Encargué en el hotel que me
compraran masas finas para llevar y de salida para tomar el taxi compre en un
local un pack de latas de cerveza a la que sabía tan afecta la señora.
Como
prevención de que el taxista no entendiera palabra en ingles me había anotado
en un papel la dirección del edificio y gracias a ello no tuve problemas en
llegar. Una vez en la puerta de la imponente torre toqué el portero eléctrico del
departamento de las chicas y habiendo atendido Yuzu me franqueó inmediatamente el
paso.
En
cuanto estuve en la puerta mi amiga rubia la abrió sin que yo llegara a llamar
lo que me pareció imprudente de su parte por la posibilidad de que fuera otra
la persona que estuviera en el pasillo y se lo dije pero ella me contestó en
medio de su infaltable sonrisa que ya me había visto por el mirador y que además
era un sitio muy seguro, lo que me llevó a pensar que eso en mi bendito país no
sucede.
Mientras
conversábamos sobre esto casi olvido la costumbre de que hay que dejar el calzado
en el porche. Yuzu me lo mencionó y yo no pude evitar sonrojarme.
-Perdón,
es difícil recordarlo para personas que habitualmente no lo hacemos-
-No
te preocupes- Dijo ella sin perder la sonrisa y me extendió unas pantuflas
nuevas de un encantador color salmón.
-Las
compré especialmente para ti- Aclaró y agregó –Pues supongo que no será la
única vez que vengas a visitarnos-
-Seguro
que no- Contesté al borde de la emoción.
La
seguí hasta la gran habitación que funcionaba como living y comedor. Una mesa
con seis sillas por un lado y dos confortables sillones individuales y uno de
tres cuerpos por el otro delimitaban los sectores. Una larga mesada separaba el
ambiente de la cocina y de cualquier lugar se podía ver el exterior por puertas
ventanas que daban a un amplio balcón. Yuzu me guió por el resto del
departamento. Siguiendo un pasillo estaban un baño para visitas y tres
habitaciones de buen tamaño, una estaba vacía, la otra tenía un par de camas,
para cuando iban sus amigas, me aclaró la rubia y la tercera, con un baño en
suite era la de la feliz pareja. Todo el tamaño del departamento me asombró
pues tenía la idea de que en una ciudad donde el espacio es lo que falta las
viviendas debían ser más pequeñas.
Después
de la recorrida Yuzu me invitó a que me acomodara en alguno de los sillones
mientras ella terminaba de cocinar.
-Mei
ya está por llegar y mi madre viene en camino del trabajo, se cambiara de ropa
y también llegará pronto-
-Tu
madre es una gran persona, es evidente que trabaja duro para mantenerse y
haberte mantenido a ti estando sola-
Cuando
terminé de decir esto pensé que afectaría a Yuzu por mencionar la ausencia de
su padre fallecido pero ella no pareció inmutarse. Se dio vuelta y dijo.
-Sí,
trabaja duro y la admiro, es mi ejemplo. Aunque soy muy joven todavía ya he
entrado en la época de hacerme cargo de mis responsabilidades, por mí y por Mei
y ella es quien me inspira-
Y
como adivinando lo que me había pasado por la mente segundos antes agregó.
-No
te preocupes, la muerte de mi padre fue algo inevitable y no es un dolor para mí.
Seguramente él está en un buen sitio-
Mientras
me hablaba me levanté del sillón y me acerqué a la cocina.
-No
puedo estar ahí sentada sin hacer nada, dime en que puedo ayudarte-
-Bueno-
Contestó y de inmediato me dio algunas indicaciones para colaborar con ella. De
modo que cuando llegó Mei estábamos las dos muy ocupadas terminando de servir
la comida en las fuentes y preparando la
mesa.
-¡Llegue!-
Exclamó la morocha y lo primero que hizo fue dirigirse a mí y abrazarme.
-¡Que
placer volver a verte!- Dijo con una gran sonrisa como no le había visto antes.
Se está mimetizando con Yuzu, pensé.
Luego
abrazó a Yuzu, se dieron un gran beso y estuvieron así un ratito. Me causó gracia,
parecía que no se veían desde hacía años y habían estado juntas esa mañana. Me
hizo realmente feliz poder verlas prodigándose amor de esa manera.
Mientras
Mei se daba una ducha y se cambiaba de ropa llegó la madre de Yuzu. También
fuimos efusivas en nuestro abrazo y tras ello le di el pack de cervezas lo que
le hizo exclamar un sonoro gracias y decir que eran justo su marca preferida.
Suspiré de alivio, había acertado.
-¿Tu
marido?- Le pregunté cuando volvió de poner el pack en la heladera.
-En
Zambia, recorriendo un par de escuelas-
-¿Pero…anda
más seguido por aquí?-
-Sí,
hemos llegado a un acuerdo sobre el tiempo que pasa con sus escuelas y con nosotras.
Todas estamos satisfechas-
La
cena estuvo magnifica. Yuzu es una gran cocinera y es evidente que lo hace con
amor. Mantuvimos una larga charla que luego se continuó en los sillones del
living mientras afuera la noche se vestía de una multitud de luces multicolores
de los edificios circundantes.
Así
fue que supe que la madre de Yuzu era ingeniera, que por ser sus padres no muy
adinerados había tenido que trabajar para pagarse sus estudios, luego me enteré
de las circunstancias que la llevaron a conocer al padre de Mei y del pacto que
hicieron para que ella cuidara de la heredera de los Aihara.
-Desde
el principio no nos pensamos como un matrimonio formal. Supe de sus ocupaciones
en el extranjero y del casi nulo tiempo que dedicaba a Mei cuando tuvimos un
encuentro ocasional en Tokio. Yo estaba sola con Yuzu, Mei, a la que había
visto solo de lejos me pareció enseguida una gran persona y por eso me
comprometí a cuidarla. Era probable que ambas necesitaran una hermana y por eso
convencí al padre de Mei de que la cuidaría y el creyó en mí, y aquí estamos,
con estas dos criaturas convertidas en “hermanas”-
El
gesto haciendo comillas con los dedos me hizo reír. Ellas también sonrieron y
no pude menos que decir.
-Son
increíbles las vueltas de la vida-
Y
se hizo más fuerte el respeto y admiración que sentía por esa mujer.
Cuando
me despedí de la parejita y la madre de Yuzu era bastante tarde en la noche.
Pidieron por mí un taxi y cuando este llegó salí del departamento hacia el
ascensor. Fue una larga sesión de abrazos y demostraciones de cariño entre
todas nosotras.
-Las
espero mañana para la presentación, va a ser un placer, no creo que venga mucha
gente-
-Ten
esperanza- dijo Yuzu dándome un guiño.
Cuando
me saqué las pantuflas para ponerme mi calzado, Yuzu agregó
-Y
recuerda que aquí tienes tus pantuflas, te van a estar esperando para cuando
quieras volver-
Casi
me largo a llorar pero me contuve. Había vivido uno de esos momentos que
gratifican la vida. Ahora debía irme a dormir para esta lucida en la
presentación.
Capítulo 15 Presentación
Siendo la presentación del libro por la
tarde se me antojó quedarme en la cama el mayor tiempo posible. Hubiera tenido
varias horas para pasear por Tokio pero me encontraba exhausta. Además la cama
era muy cómoda y para estar más placentera aun me saque el baby doll, la tanga y me desnude totalmente. Me estiré cuanto pude
enlongando de puro placer y llamé a servicios de cuarto por el desayuno.
Encendí la televisión, de la cual por supuesto, no entendía nada, pero me entretenía
con las imágenes.
A los pocos minutos me llegó el
desayuno. Vestida solo con la bata de salida de baño abrí la puerta e hice
pasar al botones con el carrito bandeja. Le di unos yenes de propina, que
debieron ser muchos para él pues me lo agradeció con varias reverencias y se marchó.
Me saqué la bata y me llevé las bandejas a la cama en donde seguí toda esa
mañana sin hacer nada.
Recibí un llamado de mi guía personal
con dos motivos, el primero por si quería hacer un paseo por la ciudad y lo
segundo recordarme la hora del evento. Le contesté que prefería estar relajada
y descansada para la presentación y agradecí su recordatorio. Me informó
entonces que ella misma en un auto pasaría a buscarme para que no sufriera
inconvenientes y se lo agradecí.
De modo que no solo vi un poco de televisión
sino que fui haciendo en mi notebook algunas notas acerca de todo lo que estaba
viviendo, tal vez para escribir otro libro. Luego me di una ducha reconfortante
y para cuando se acercaba la hora de que me pasaran a buscar ya estaba vestida,
muy discreta, con pollera tubo, zapatos de tacos altos y una camisa de seda.
Emiko, mi guía estaba esplendida. Por su
aspecto tan grácil y delicado me resultaba atractiva pero no quise insinuarle
nada por temor a producir algún escándalo. Una cosa es una escritora que
escribe sobre lesbianas y otra es una que se tira a una guía de la entidad
anfitriona. De todas maneras cuando ella caminaba a mi lado por el lobby del
hotel sentí la tentación mental de poner una de mis manos en sus glúteos.
En cuanto llegamos al Centro me recibió
en la puerta el señor Akiyama, haciendo profundas reverencias que contesté de
la misma manera. En perfecto inglés me preguntó si quería ver el salón pues ya
estaba llegando gente, pero le contesté que no, que prefería salir en el
momento indicado y sorprenderme por la cantidad de personas. Él sonrió amable y
me invitó entonces a que me acomodara en una sala donde podían relajarme y leer
algo hasta la hora indicada, lo que no era mucho, apenas unos treinta minutos
de espera.
Le agradecí el gesto y seguí a Emiko
hasta esa sala donde me esperaba un pequeño servicio de merienda y sonaba una
música relajante por los parlantes.
Llegado el momento, Emiko volvió a
buscarme y a paso rápido fuimos hasta el salón. Entré por la parte posterior
del gran escritorio que había sido montado, donde estaban sentados el señor
Akiyama y otras dos mujeres que por entonces no conocía. En cuanto me acerqué
al escritorio ellos se levantaron, reverencias mediante, y sonó un fuerte aplauso.
El sonido de esas manos me hizo levantar la vista hacia el público y de pronto
me di cuenta que la tribuna estaba llena. No podía creer que una escritora
totalmente desconocida en Japón pudiera atraer tantos curiosos. Lo que más me gratificó
fue ver entre el público a Yuzu y Mei, a la madre de Yuzu, al abuelo de Mei, a
Mitsuko, su amante Maruta, Harumi, Matsuri y otras chicas que evidentemente
estaban con ellas.
Me senté en el lugar que me habían
asignado. El señor Akiyama comenzó a hacer una presentación del libro y de mi
persona lo que pude saber a través del traductor que me habían colocado en un
audífono pues si no fuera por ello no hubiera entendido ni media palabra.
Luego supe quiénes eran las dos mujeres
que compartían la mesa. Eran representantes de asociaciones de lesbianas. Era obvio
por su presencia que no iban a destrozar mi libro pero me sorprendió
grandemente cuando lo elogiaron de tal manera que logré llegar a creer que eran
sinceras sus palabras y que no estaban allí por puro compromiso.
Llegó el turno de mi discurso, el señor
Akiyama me presentó formalmente y comencé a hablar en inglés pero me interrumpieron
para hacerme saber que lo hiciera tranquilamente en castellano y entonces
recordé que estaba el traductor. No fue una larga exposición, primero conté muy
sucintamente como había llegado a la idea de escribir sobre Japón y como luego
el tema se centró en las gyarus y el lesbianismo.
Como había conocido a personas maravillosas en primer viaje, que me abrieron
las puertas de sus corazones y me ayudaron a entender sus costumbres. Al
finalizar manifesté mi sueño de que entendieran lo que escribí y fueran
benevolentes con algunos errores posibles, lo que causó gracia en el público.
Al terminar se realizó un ágape. Muy
pocas personas se fueron después de haber comprado su ejemplar, muchas, la gran
mayoría, hizo fila para que les firmara el suyo. Mi diálogo con ellas estaba
bastante limitado, tal vez a un thanks de mi parte y un gracioso arigato por
parte de ellos. También hicieron fila todas mis amigas e inclusive el abuelo de
Mei, quien cuando me extendió su ejemplar me dijo.
-Compre este para tener su firma pero
Yuzu ya me había regalado uno hace varios días y lo he leído completo. Debo
felicitarla y además…me gustaría que pasara por mi casa, le debo un buen
almuerzo, en tranquilidad, sin tantos avatares como los que pasamos hace un
año-
-Ya le digo que sí. Cuando quiera-
-Sé que debe ir a Kioto y Osaka, ¿puede
ser mañana mismo antes de su periplo?-
-Allí estaré-
Bastante tiempo me llevó complacer a
todos los compradores. La reunión había sido un éxito y el señor Akiyama me
manifestó que podía esperar suceso similar en las otras ciudades. Luego dijo
que estaba a mi disposición para lo que mandara y agradeciéndole contesté.
-Me tomare un día de descanso antes de
ir a Osaka. Solo avíseme cuando me pasan a buscar para ir a la estación del
ferrocarril. En realidad me impacienta tener la experiencia de viajar en tren
bala-
El hombre sonrió. Me temí que me tomaba
por una chiquilla que no ha visto el mundo pero su sonrisa era de aprobación.
-Estamos tan acostumbrados a viajar en
el tren bala que olvidamos que no es frecuente en otras partes del mundo- Dijo.
-Y sobre todo en la atrasada Latinoamérica-
Agregué-
Nos dimos la mano, hizo una reverencia y
salí con una bolsa llena de ejemplares de mi libro. Afuera me esperaba toda la
cofradía. Fuimos al bar donde conocí a Harumi, Matsuri y Yuzu. Nos quedamos
departiendo y comiendo hasta que el dueño nos dijo que debía cerrar. Cuando
salimos a la vereda nos despedimos. Entonces les prometí que después de mi viaje
regresaría a Tokio para nuevos encuentros. Todas se disputaban llevarme a algún
lado de visita y yo me sentía realmente feliz.
Capítulo
16 Visita al Señor Aihara
El
abuelo de Mei me recibió en su casa con todos los honores. En realidad yo aún
me preguntaba por qué daban tanta importancia a mi participación en los eventos
del año anterior que habían culminado con el casamiento de Yuzu y Mei siendo
que si no hubiera sido por su comprensión probablemente no tendríamos un final
feliz. Todo podía haberse ido al demonio si el hombre continuaba aferrado a las
costumbres ancestrales, pero evidentemente también era un individuo de este
siglo de nuevas costumbres y se había adaptado a él.
De
entrada noté la preparación de mi recepción. Apenas llegó el taxi a la puerta
dos de los guardaespaldas del señor Aihara me recibieron con grandes muestras
de amabilidad. Ellos también me recordaban y solícitamente abrieron la puerta
del vehículo para que yo pudiera bajar más cómodamente, luego, en cuanto
ingresamos al jardín, me escoltaron hasta la vivienda donde me esperaba el
abuelo de Mei parado en las escalinatas tan solemne como un rey espera a sus
invitados. Me dio la mano con fuerza, noté en ese gesto que me trataba como un
par, no como una debilucha mujer a la que hay que consentir como una muñeca o
desmerecerla solo por serlo. Contesté el saludo con la misma medida fuerza y
luego realizamos sendas reverencias. Me señaló la puerta de entrada y yo
ingresé con él un paso atrás de mí.
La
primera parte de la reunión fue tomar un aperitivo en el living mientras
teníamos un dialogo intrascendente, hablando del clima, de lo hermosos que
estaban los azahares en la calle y del tránsito. Luego pasamos al comedor.
Hasta ese momento todo resultaba demasiado formal para mi gusto pero decidida a
respetar las costumbres de la casa hablé poco, degusté la comida con fruición y
traté de mantener un posición elegante y delicada.
Luego,
una vez que concluimos el postre, volvimos al living. En ese instante noté que
el señor Aihara se estaba distendiendo. Me invitó a sentarnos cerca de la
ventana que daba al jardín posterior peno de flores de todos los colores y me
preguntó si deseaba tomar café. Ante mi respuesta positiva llamó a uno de los sirvientes
y ordenó la bebida.
Mientras
nos servían comenzó a hablar.
-He
visto que ha hecho usted un muy buen trabajo con su novela. Ha sido, audaz pero
cauta, insinuante pero con respeto. El
equilibrio no es fácil y usted ha hecho gala de el-
-¿Cree
usted que gustara al público en general?-
-Estimo
que sí. He hablado con académicos y secretarias, con jóvenes y adultos y la
respuesta ha sido muy positiva. Ha hecho usted una pintura muy veraz sobre todo
viniendo de tan lejos. Y es evidente que ha puesto en cada palabra mucho amor. Le
confieso que al principio me asustaba un poco…-
-¿Eso
quiere decir que el libro fue leído por el público antes de su presentación?-
-Sí,
las editoriales suele hacer este tipo de pruebas y en su caso lo dio a leer a
unas cien personas de diferentes clases sociales y nivel intelectual y el
resultado de esa prueba lo ha visto usted en la presentación de ayer con tanta
gente curiosa concurriendo-
-Interesante…¿y
que pasaba si era rechazado?-
-La
editorial habría hecho una tirada más pequeña
para no correr tantos riesgos y cumplir con el contrato estipulado. De
todas maneras su presencia era también un evento en si mismo, le dio la debida
importancia que necesitaba la presentación, es que también había mucha
curiosidad por ser usted extranjera-
Comprendí
que el señor Aihara no era solo un director de escuela y que su importancia en
el mundo de la cultura era más importante de lo que parecía, y hasta tuve la fantasía
de que él hubiera influido para que se interesaran en Japón por mi obra, pero
me abstuve de preguntarle, aunque me dio la oportunidad de interrogarle por su
libro.
Al
principio le sorprendió que supiera que estaba escribiendo. Luego largó una
risotada como pocas veces le oí y dijo.
-Ja,
Ja, ya me imagino quien fue el pajarito que se lo contó-
-Me
temo que he sido imprudente en mencionarlo- Acoté.
-No,
para nada, Yuzu se ha convertido en una especie de secretaria ad honoren, me es
de mucha ayuda, siempre se hace un tiempo entre sus estudios, su trabajo y
atender su casa para pasar por aquí y ordenar mis papeles. Pensar que cuando la
conocí la juzgué por su aspecto de gyaru y resultó ser mucho más madura,
responsable, amable y cariñosa que muchas de las que andan con su uniforme
impecable,
-Supongo
que de eso exceptúa a Mei- Opiné.
-Mei
es demasiado responsable. Le estaba costando vivir una vida normal. Yo la presioné
mucho pero ahora gracias a Yuzu está disfrutando de cosas que antes no valoraba.
Estoy feliz por su cambio. Ese fue otro de mis grandes errores, yo pensaba que
Yuzu iba a ser una mala influencia para Mei. Tengo tanto para arrepentirme,
pero afortunadamente he podido corregirlos a tiempo-
La
conversación fue transitando por varios interesantes carriles cuando de pronto
se me ocurrió hacerle una pregunta.
-Finalmente…¿logró
ayudar al padre del prometido de Mei-
-No,
luego de todos aquellos sucesos traté de ubicarlo a través de las direcciones
que tenia de su casa y oficina y no lo logré. Recurrí a conocidos comunes,
empresarios y banqueros pero fue inútil, el hombre ha desaparecido-
-¿Su
hijo también?-
-Me
temo que sí, tampoco pude hallarlo-
-Pero,
si le había prometido ayuda ¿Por qué cree que no volvió a contactarse con
usted?-
-Por
orgullo, por dignidad podría asegurar. Yo le ofrecí ayuda sinceramente pero es
evidente que lo hirió en su honor-
-Bueno,
convengamos que lo que estaba haciendo tratando de casar a su hijo con una
joven de dinero tampoco era muy digno que digamos, ni muy honorable-
-Sí,
pero contaba con dos cosas, la costumbre y que nadie se enterara de su
verdadero propósito. De alguna manera Mei se hubiera adaptado al matrimonio
arreglado pues el muchacho no parece ser mala persona y la hubiera tratado como
corresponde, pero se encontró con algo impensado para todos. Y a veces me
siento mal de pensar que estaba empujando a mi nieta tan lejos de la felicidad
que se merecía- Me respondió el señor Aihara abriendo su boca en una sonrisa.
En
ese momento ni mi mejor imaginación me preparó para las consecuencias de la
desaparición del padre del joven prometido.
Después
de otras conversaciones más banales, decidí que era hora de marcharme. Al otro
día me esperaba la aventura del viaje a Osaka y Kioto en el tren bala y estaba
un poco ansiosa. Me despedí del abuelo de Mei con la promesa de volver a verlo
antes de regresar a Argentina. El correspondió mi saludo y me dijo.
-Me
gustaría que la próxima vez pueda leerle algo de lo que ya he escrito-
-Créame
que me interesa- Contesté y bajando la escalinata me despedí del personal de servidumbre
y los guardaespaldas con profusas reverencias
Muchas veces había visto en documentales
el tren bala de Japón y de otros países como Francia pero de allí a viajar en
ellos medía la misma comparación entre viajar de mi casa al centro de la ciudad
y un viaje interplanetario. Lo primero que llama la atención es el excelente
trato de azafatas y portadores de equipaje con sus reverencias y sus
permanentes sonrisas. Estoy segura que eso jamás sucedería en la Argentina
donde la mayoría considera que tener buen trato con los clientes es rebajarse
como persona y ser un obsecuente. Después nos preguntamos por qué seguimos
siendo un país de cuarta.
El viaje fue tan placentero que se me
acabó antes que pudiera comenzar a disfrutarlo. De todas maneras me había
acomodado en mi sillón y veía pasar el paisaje raudamente al punto de poder ver
solo las cosas que estaban más alejadas pues lo que estaba cercano a las vías desaparecía
en una fracción de segundo.
Tan solo trescientos kilómetros separan
a Tokio de Osaka y a pesar de que se puede ver algo de campiña se podría decir
que la mayoría del trayecto es paisaje urbano. En realidad se pasa primero por
Kioto antes de llegar a la ciudad costera de Osaka situada a orillas de la bahía
del mismo nombre pero lo abigarrado de
las construcciones en un país donde lo que no sobra es terreno hace parecer a
ambas ciudades como una sola.
Nada diferencia a estas ciudades de
Tokio. Los carteles de neón y las pantallas con propaganda inundan de luz la
noche y la actividad no parece detenerse nunca. Pero yo llegue en pleno
mediodía. Como era previsible me estaban esperando en la estación. Esta vez era
un joven estudiante universitario que con un cartel con mi nombre estaba
ubicado en la sala de espera. Me acerque a él y me brindó una enorme sonrisa.
De inmediato me guió hasta un automóvil, me ayudó con mi equipaje, aunque lo
único que llevaba era una valija.
Su nombre era Eiji y por lo que me dijo
su significado era que podía ser un gran gobernante aunque sus estudios de
Literatura no parecían llevarlo por ese camino. Fue locuaz aunque amable y muy
respetuoso, su ingles era perfecto y no me costó nada conversar con él. Me llevó
hasta el hotel, el Quintessa Osaka Bay, un enorme edificio de frentes vidriados
donde me tocó, por suerte una habitación en el décimo piso con una amplia vista
sobre la bahía.
El joven Eiji se ocupó de llevar mi
valija hasta la recepción y presentarme con el personal además de comprobar que
la reservación estuviera en orden. Luego me dio una tarjeta con su nombre y me
indicó que esa noche pasarían a buscarme para la presentación del libro. Le
pregunte si había alguna manera de hacer aunque fuera un mínimo recorrido por
la ciudad y me indicó que eso ya estaba arreglado con un servicio de guías del
hotel que podían llevarme por los sitios más emblemáticos. Evidentemente ya
estaba todo pensado, de modo que arreglé con el conserje que llamaría en cuanto
estuviera preparada. Subí a mi habitación, me di una ducha y me cambié de ropa.
Luego, después de un llamado a la recepción bajé y me estaba esperando otro
joven que me llevó a la recorrida por las ciudad. El paseo se centró en los
alrededores al rio Yedo que atraviesa todo el centro de la ciudad habiendo
nacido en el Lago Biwa que en realidad está al norte de Kioto y tiene salida a
la Osaka Bay en donde se levanta uno de los puertos más grandes de Japón.
Salvo el Tsurumi Ryocuchi Park y los
jardines del Castillo de Osaka no hay muchos espacios verdes salvo una mínima
parte de la costa sobre el Yedo. El resto es un conjunto tan abigarrado de
edificios que no se pueden observar amplias vista de la ciudad salvo que sea de
las alturas. Francamente me sentí bastante abrumada por semejante profusión de
construcciones. Los parques fueron un remanso en medio de tanta actividad de
gente yendo de un lugar a otro como hormigas y lo que más disfruté fueron la
visita al castillo que está rodeado de un gran lago artificial y no es una
fortaleza sino uno de esos clásicos edificios de varios pisos con sus techos a
cuatro aguas que más parece un templo y luego
el recorrido por el museo de la ciudad.
El guía me llevó de regreso al hotel y decidí
darme una ducha y descansar. Esa noche tendría mi evento y debía estar
preparada. Eiji me paso a buscar, como no, puntualmente. El lugar donde
presentaría mi libro estaba ubicado justo a orillas del río, en un edificio del
Imaichi High School. El hecho de que fuera en un colegio se notó por que en
este caso una gran cantidad del público eran jóvenes estudiantes. Cuando me
asomé al salón fui recibida con una gran aplauso y no solo se efectuaron las
presentaciones de rigor de parte del representante de la editorial en Osaka, el
señor Furugawa y mi posterior discurso sino que estaba también preparada una
especie de rueda de preguntas las cuales fueron hechas en su mayoría por los
estudiantes.
Debo confesar que no se guardaron nada
en los temas que trataron las preguntas. Era evidente el alto nivel de
educación que tienen en Japón, no solo por el respeto con que me interrogaban
sino también por la demostración de sus conocimientos, no solo del contenido
del libro sino también sobre la Argentina y mi persona, mis libros y mi
trayectoria como escritora.
Luego llegó el ágape correspondiente que
me posibilitó interactuar con esos jóvenes frente a frente y me sentí tan a
gusto que deseaba que no terminara. Firmé tantos ejemplares que se me cansó el
brazo izquierdo, pues soy zurda y estuve a punto de tener un calambre. El señor
Furugawa estaba tan contento por la enorme cantidad de libros vendidos que
hasta llamó a la casa central en Tokio e inclusive a mis editores en Buenos
Aires para manifestar su satisfacción. Me manifestó entonces que la idea de
divulgar mi obra entre los jóvenes había sido suya y que tuvo en su momento
algunas objeciones de sus jefes que pensaban que debía ser un libro enfocado en
un público adulto pero que ahora estaban sumamente complacidos de tal manera
que estaban organizando que en la presentación en Kioto también fueran
incluidos los estudiantes.
-No sé qué pensaban en Tokio- Me dijo y
agrego- Es gracioso, tal vez creían que un libro cuya temática fuera el
lesbianismo era solo para público mayor, pero parecería que no saben que estos
chicos leen manga yuri y yaoi tanto como sus libros escolares-
Asentí, yo ya sabía desde mucho antes la
predilección de los jóvenes por esas historias tanto en las revistas de manga
como en el anime del cual yo también soy bastante fanática y además, como no
iba a ser un libro para adolescentes si ellos habían sido mi mayor fuente de información.
Eiji me dejó en el hotel. El plan era
que al día siguiente me llevaría a la estación para el viaje a Kioto pero le
solicite cambiar mi pasaje y conseguirme, si fuera posible un traslado en auto
ya que la otra ciudad está solo a cuarenta kilómetros y no valía la pena por un
trayecto tan corto usar el tren, además de que quería ver el paisaje con mayor
detalle y hacer, tal vez, una parada por el camino.
Estuvo de acuerdo, de inmediato hizo
algunas llamadas y me consiguió el cambio, lo que me asombró pues ya era
bastante avanzada la hora de la noche y no me imaginaba que hubiera abierta
alguna oficina tanto de ferrocarriles como de un servicio de remises.
Me dijo que pasarían a buscarme después
del mediodía así tendría tiempo de descansar. Se despidió formalmente y subí a
mi habitación. Estuve un largo rato mirando por la ventana el increíble
espectáculo de las luces de la ciudad y mientras lo hacía pensé que no era una
idea alocada quedarme a vivir en ese paraíso, bueno…salvo por los terremotos.
Capítulo 18 Kioto, presentación y algo mas
Me
costó despertarme. Estaba desayunado cuando sonó mi celular. Lo atendí pero
ante mi requerimiento nadie me contestó. Así sucedió un par de veces más lo que
realmente no me inquietó pues no era descartable la idea de que también en Japón
los celulares anduvieran como la mona.
Un
siguiente llamado me puso al borde de perder la paciencia pero esta vez me
contestaron tras mi Hello! Era el señor Furigawa para avisarme que ya estaba
todo arreglado en Kioto para la presencia de jóvenes estudiantes y que me
preparara para su interrogatorio pues ya habían llegado a aquella ciudad
noticias del éxito de la presentación en Osaka.
Me
alegré por él y por mí. Y ante la noticia me olvide preguntarle si había
intentado comunicarse conmigo en los minutos anteriores. Olvidé el tema de las
llamadas y me vestí con ropa cómoda después de la consabida ducha. Eche una última
mirada a la ciudad desde lo alto y bajé al lobby. El conserje me presentó al
chofer que me llevaría a Kioto quien tomó mi valija y la llevó hasta el auto.
Me despedí del personal y subí al vehículo, un confortable Honda de alta gama.
A
decir verdad el paisaje no era lo maravilloso que uno pueda imaginar, salvo que
se interese por la arquitectura japonesa pues en realidad los límites entre los
suburbios de Osaka y Kioto se unen y se confunden en uno solo y no se termina
nunca de andar como en medio de un gran mundo suburbano. Sería como recorrer el
Gran Buenos Aires pero con conductores educados, limpieza absoluta en las
calles y una inocultable sensación de seguridad.
Mi
chofer no era muy locuaz, a duras penas le pude sacar algunas palabras y por
eso deseché la idea de parar a comer en mitad del camino pues estaba segura de
que sería un no muy deseable compañero de mesa. Así fue que en una hora, sobre
todo por lo nutrido del tránsito estuvimos a la puerta del hotel que me
albergaría en Kioto. Enterada de mi llegada ya me estaba esperando Hanako, la
guía que me acompañaría en esta ciudad. Hanako me fascinó de entrada y me
sonreí para mis adentros pensando que le pasaría si pudiera adivinar lo que
pasaba por mi cabeza. Era altísima, más que el promedio, una silueta estilizada
pero con suaves caderas, cara de muñeca de porcelana y el cabello negro largo
hasta la cintura. Lucía uno de esos
vestidos ajustados de seda que suelen usar las mujeres chinas, con tajos a los
costados y que las hacen tan sexis. Quedé encantada de que fuera una mujer mi
acompañante, sus modales eran muy suaves y agradables. Incluso se tomó la
confianza de besarme dos veces una en cada mejilla lo que nunca antes en mi
estadía había sucedido con otra mujer que recién conocía.
Mi
alojamiento era en el Stay Inn Kioto Gojo. Como anteriormente en las otras
ciudades mi guía verificó que todo estuviese en orden en cuanto a la reservación
y me dijo que pasaría a buscarme para el evento de esa noche.
-¿Tienes
algo que hacer ahora?- Le pregunté asombrándome de mi audacia.
Creo
que la sorprendí pues dudó unos segundos, finalmente me contestó con otra
pregunta.
-No,
tengo unas horas libres ¿Qué desea hacer señora?-
-En
primer lugar no seas tan formal llámame Alexia y en segundo lugar me gustaría
ir a almorzar y tener una charla interesante-
-Bien,
el almuerzo se lo puedo asegurar, la conversación no estoy segura- Dijo casi
sonrojándose.
La
tomé del brazo y señalando la puerta del hotel le dije.
-Bien,
¡Vamos, llévame donde gustes!-
Terminamos
comiendo en un pequeño local a un costado del Parque Katsuragawa, a orillas del
Rio Uji, afluente del Yedo. Hanako era realmente una mujer brillante en
conocimientos, estudiante de historia y filosofía. Había leído todos mis
anteriores libros y conocía mi trayectoria en detalle, por eso había sido
escogida para acompañarme. Terminado el almuerzo salimos a recorrer un poco la
ciudad. A diferencia de Osaka tiene muchos más espacio verde y hacia el norte están
casi a las puertas de la ciudad vastos campos sembrados. Esta ciudad me gustó
más que mi anterior destino pues era notoriamente provinciana en su movimiento
local, las calles no estaba tan atestadas de automóviles, la profusión de
edificios era mucho menor y más bien parecía una urbe de templos y barrios
bajos, como el de las geishas o grandes parques tranquilos y silenciosos. Y
además tiene el gran Lago Biwa, naciente del rio Yedo a poca distancia del
centro.
Caminamos
durante horas con mi nueva amiga. Y puedo llamarla así porque nos sentíamos
como si nos conociéramos de tiempos anteriores, La charla siempre fue amena y
no sentí el paso del tiempo. Finalmente volvimos al hotel y me preparé para la
noche mientras ella iba a su casa por el mismo motivo pues debía pasar por mí
con un auto.
El
evento de esa noche fue nada menos que en la Kioto Koka Women´s University
situada cerca del Rio Katsura, otro afluente del Yedo. Aunque estaba colmado de
jóvenes estudiantes, muchos más que en Osaka, lo que confirmó lo dicho por el
señor Furygawa, casi obviamente podría
decir que la gran mayoría eran mujeres y no solo porque es una Universidad para
ellas sino también atraídas por la temática del libro. Nuevamente hubo
presentaciones de rigor, mi discurso e innumerable cantidad de preguntas y además
mi brazo izquierdo volvió a cansarse de tantos libros firmados. Después del ágape
estaba ansiosa por volver al hotel. Me sentía muy cansada y necesitaba urgente
una ducha y dormir una buena cantidad de horas. Me sentía feliz de poder
completar mis obligaciones pero a la vez estaba triste por que en pocos días
debía volver a las salvajes tierras americanas. De todas maneras me quedaba
solamente tiempo de descanso y podía pasarla con mis amigas.
Me
dirigí a Hanako que estaba bellísima en su vestido rojo ajustado y dejando ver
sus hermosos y pálidos hombros.
-Llévame
al hotel, por favor- Le dije.
Ella
sonrió mostrando toda su fila de perfectos dientes y sacando de su cartera las
llaves del auto dijo
-Bien,
vamos-
Casi
ni hablamos en el trayecto. Yo apoyé la cabeza en el respaldo del asiento y entrecerré
los ojos, pero cada tanto me daba cuenta que mi guía me echaba una mirada
sugerente. ¿En que estará pensando esta mina? Pensaba yo a mi vez.
Estacionó
el auto en la entrada del hotel, le di un beso de despedida y comencé a bajar
del vehículo. En ese momento ella dijo tímidamente.
-¿Tienes
tiempo mañana para otro paseo?-
-Si,
por supuesto. ¿Dónde quieres ir?-
-Al
Templo Enmusubi-
-¿Y
por qué allí?-
-¿No
te enojas si te lo digo cuando estemos en el lugar?-
-No
hay problema, pásame a buscar al mediodía, quiero dormir un poco-
-De
acuerdo- Manifestó y arrancó el auto perdiéndose entre el tránsito.
A
la mañana siguiente tuve otra vez un par de llamados que no respondían a mi
saludo. No sé porque comencé a inquietarme pero traté de olvidarlos. Hanako pasó
puntualmente a las doce y me llevó primero a comer a un restaurante en la
entrada del Templo. Hablamos de los sucesos del día anterior y del éxito del
libro. Luego ingresamos al cuidado parque que rodea las construcciones y
caminamos disfrutando del silencio pues no había mucha gente a esa hora.
Después
de un amplio recorrido llegamos hasta un local donde se vendían souvenirs. Ella
me pidió que la esperara y fue a comprar algo. Luego regresó junto a mí y me
dijo.
-¿Sabes
cuál es el motivo por el que la gente viene a este Templo?-
-Ni
idea-
-Aquí
venimos a rezar para conseguir pareja- Y poniendo en mi mano una tarjeta con un
precioso dibujo de azahares y un texto que no entendía agregó- Yo sé que te iras esta noche y probablemente
no regreses nunca por aquí, pero antes de irte quiero que sepas que has
conmovido mi corazón, déjame estar esta tarde contigo, te deseo mucho-
Cerré
la mano asiendo la tarjeta y con la otra tomé su mentón acercándolo a mi cara.
-¿Se
puede?- Pregunté.
Ella
cerró los ojos y contestó.
-Claro
que se puede-
Entonces
la atraje más hacia mí y le di un largo y profundo beso en la boca.
Para
no perder más tiempo regresamos al hotel. Apenas cerramos la puerta de la
habitación comenzamos a desnudarnos y nos arrojamos a la cama. Fue una
vertiginosa tarde en la que experimentamos todo lo que pueden hacer dos
lesbianas ávidas de sexo. Ella era una furia incontenible, tan distinta a lo
tímida que había parecido hasta ese momento. Nos prodigamos sin medida, sin
límites, sin vergüenza. Lloró un poco cuando se tuvo que ir pero me agradeció
lo sucedido creo que cientos de veces. Yo también lloré después que se fue.
Capítulo
19 Situación inesperada
Llegué
a la Estación de Tokio deseando encontrarme con mis amigas lo más rápido
posible. Salí a la calle, arrastrando mi valija y con intención de llamar un
taxi cuando se detuvo ante mí con una brusca frenada un auto negro del que
bajaron dos individuos que antes de pudiera darme cuenta me arrastraron al
interior de su vehículo junto con mi equipaje. Sin poder reaccionar ante la
sorpresa me ataron las manos, me amordazaron y además me taparon los ojos de
manera que no podía ver adonde me llevaban. Todo esto lo hicieron sin
intercambiar ninguna palabra entre ellos.
Imposibilitada de ver y hablar trate de
aguzar mis sentidos para poder discernir donde me llevaban, pero en una ciudad
totalmente desconocida no tenia puntos de referencia familiares y todo era en
vano. Solo escuchaba el ruido del tránsito a mí alrededor.
Después de lo que calculo fue media hora
de viaje el auto se detuvo. Sentí la apertura de lo que parecía un gran portón
y luego volvió a arrancar. Por el eco del ruido del motor adiviné que estaba en
un lugar cerrado pero vacío. Tal vez un gran galpón.
De pronto me asieron de ambos brazos y
me llevaron, casi a la rastra hasta unos poco metros donde me sentaron en una
silla y me ataron a ella tan fuerte que me dolían las ligaduras. Por primera
vez sentí las voces de mis captores. Todos hablaban en japonés y por supuesto
no entendía absolutamente nada. De lo único que podía darme cuenta era que se
trataba de cuatro individuos. O sea que nadie se había agregado pues antes de
que me vendaran los ojos en el auto llegue a verlos.
Poco después advertí que dos de ellos se
iban. Volví a sentir la apertura del portón y el ruido del auto alejándose. Se
hizo un largo silencio y de pronto sin que mediara palabra uno de los que
quedaran me saco la venda de los ojos. Y luego la mordaza.
-Es inútil que grite- Me dijo y agregó -Aquí
nadie la va a oír-
En ese momento advertí algo de salobre
en el aire y me di cuenta que estábamos a orilla del mar, tal vez en uno deposito
del puerto. Una recorrida con mi vista me confirmó mi anterior sensación. Estábamos
en un galpón totalmente vacío y en medio de la oscuridad salvo una pequeña luz
sobre mí y mis secuestradores.
-Deme un poco de agua- Le pedí en inglés.
El hombre reacciono inmediatamente, se dirigió
a una canilla y llenó un vaso que estaba sobre una mesa. Luego se acercó a mí y
me dio de beber. El otro individuo le hablo en japonés, deduzco que
increpándolo, por el tono de su voz.
-¿Me secuestraron para pedir rescate?-
Le pregunté.
-No, nos contrataron para asesinarla-
Temblé pero no quise demostrarles el
miedo que sentía y reponiéndome dije.
-¿No se habrán equivocado de persona?-
-No, esto le pasa por haber vuelto a Japón.
No debió hacerlo-
¿Cómo sabía este tipo que yo había
estado antes en su país? Pensé. Mi mente volaba a mil por hora. ¡De modo que mi
secuestro tenía algo que ver con mi anterior estadía! Esa frase era casi
reveladora. Traté de disimular que su conversación me estaba dando algunos
indicios y me mantuve expectante. Le pedí un poco más de agua y amablemente me
dio nuevamente de beber. Necesitaba pensar, pensar, pensar. Sacar alguna
conclusión. Lo que me estaba llegando a la cabeza me parecía un despropósito
pero no había otra posibilidad. Todos mis esfuerzos mentales me llevaban a una
sola persona. El padre del prometido de Mei.
El hombre que me había quitado la venda
se alejó unos pasos y se sentó junto al otro que estaba limpiando una pistola. Así
pasó el tiempo. Y era casi la madrugada, lo que podía ver por los tragaluces
del techo cuando de pronto sonó mi celular. El secuestrador que me quitara las
vendas lo tomó de mi bolso que yacía al pie de la silla en la que estaba atada
y poniéndolo junto a mi cara dijo.
-Conteste. Diga que no la esperen,
invente algo y no haga trucos-
Mire la pantalla y vi que era Mitsuko. El
hombre apretó el icono de atender y hablé
-Hola mi amor- Dije y continué –No te
preocupes por mí, he decidido pasar unos días más en Kioto. Te aviso cuando
llego así me preparas una rica comida-
Mitsuko mantuvo el silencio unos
segundos. Era evidente que la había sorprendido pero rápida de reflejos me
contestó.
-No te preocupes, tomate el tiempo que
quieras-
-Adiós y nos vemos- Alcance a decir
antes que el hombre cortara la comunicación.
En eso se abrió el portón y entró el
auto que ya conocía. Bajaron los dos individuos del día anterior y otro más al
que reconocí inmediatamente. Era el ex prometido de Mei. Cuando los recién
llegados advirtieron que yo estaba sin la venda de los ojos comenzaron a gritar
a quienes me custodiaban y uno de ellos me tapó con prisa.
De modo que el muchacho no era ajeno a lo
que pasaba o tal vez su padre lo había obligado a meterse en ese lío, pensé y
me dije: De modo que así acaba mi vida y de esta estúpida manera.
Mientras tanto me desataron de la silla,
me obligaron a ponerme de pie y me llevaron hasta el auto. Según parece no me
van a matar aquí, deduje. Me introdujeron en el vehículo mientras hablaban
entre ellos. Reconocí la voz del prometido entre las de los demás. Algo me
decía que estaba allí muy a pesar suyo pero era tan cómplice como los otros.
Sentí que las puertas del auto se
cerraron y a pesar del silencio que me rodeaba intuí que había otra persona
conmigo dentro. Hasta que sentí una voz en ingles diciéndome.
-No tema, ahora voy a cortar sus
ligaduras. Les ordené a los hombres dejarme a solas con usted para hablarle y
ellos obedecieron por que fueron contratados por mi padre y le tienen temor. Mi
padre me obligó a que supervise su ejecución sin saber mis verdaderas
intenciones-
Y dicho esto, me desató y me sacó la
venda de los ojos, deslizó sobre mis piernas una pistola automática y sacó otra
de su bolsillo.
-Ahora vamos a jugárnoslas, estimo que
usted sabe usar una de estas por la forma que se manejó aquel día en casa del
abuelo de Mei. Tal vez no nos salga bien pero no tenemos opción-
-¿Y su padre?- Le pregunté.
-Ya lo arreglaremos después- Me
contestó.
Dicho esto abrió rápidamente la puerta
del auto y pistola en mano salió disparando contra los delincuentes. Yo salí
por la otra puerta haciendo lo mismo, disparando sin dar tregua. Dos individuos
cayeron alcanzados por las balas pero los otros dos lograron refugiarse tras
unos muebles.
El joven y yo tratamos de rodearlos y el
intercambio de disparos continuó sin pausa. Nuestra determinación era tal que
ambos hombres intentaron huir por el portón principal pero cuando se estaban asomando
al exterior se oyeron las sirenas de la policía. Varios patrulleros se detuvieron
frente a la entrada y dieron la voz de alto a los delincuentes que quedaron estáticos
y arrojaron sus armas al suelo. De otro auto bajo corriendo Mitsuko quien llegó
a mi lado y me abrazó con todas sus fuerzas.
-¡Amiga!- Exclamó - ¿Estas bien?-
-Sí, no te preocupes-
-Estuviste genial en la manera que hablaste,
yo sabía que ya debías estar en Tokio y no en Kioto, por eso llamé a la policía
que de inmediato tomó tu posición que había quedado indicada en mi celular y
por eso te hallamos, pero no imaginábamos que te íbamos a encontrar en medio de
un tiroteo. ¿Qué pasó?-
En ese momento se acercó el jefe de
policía y les expliqué lo sucedido, mientras veía como se llevaban esposado a
los dos delincuentes y al ex prometido de Mei-
-El vino a salvarme- Aclaré- El
responsable de todo es su padre-
-Ya haremos las averiguaciones
pertinentes- Me contestó el policía -Pero usted ha estado muy arriesgada-
-No tenía opción. Iban a matarme-
Se llevaron a los detenidos mientras el
policía daba la orden de captura para el padre del prometido. Mitsuko me llevó
a su auto abrazándome tiernamente.
-¿Por qué crees que el padre del
prometido de Mei hizo esto?- Me preguntó.
-Por venganza. Tal vez estimó que su
plan falló por mi intervención en la casa del señor Aihara-
-Te salvaste de buena-
-Sí, creo que mi visión idílica del
Japón se ha terminado-
-Vamos, no vas a pensar que todo está
lleno de delincuentes-
Y dicho esto puso en marcha su auto.
-Ven, vamos a mi casa, te mereces un
gran desayuno-
Capítulo 20 En
Tokio a la fuerza
Decidí quedarme en Tokio a pesar de que aún
me sentía con miedo ante los sucesos recientes pero estimaba que la policía
estaba pronta a detener a quien me había enviado a matar. El tiempo de estadía
en el hotel que tenía abonado por la editorial ya estaba por terminar y debía
tomar la decisión de pagarme el tiempo que deseara por mi cuenta pero enteradas
mis amigas del hecho ofrecieron rápidamente sus viviendas para que me aloje con
ellas.
Las primeras fueron Mitsuko y su pareja
Maruta y luego Yuzu y Mei pero no quería ser una molestia para las parejitas y
finalmente vino a mi salvación la madre de Yuzu, Uine quien por esos días
estaba sola ya que el padre de Mei andaba por uno de sus acostumbrados periplos
en los países del Tercer Mundo.
-En realidad yo me voy temprano y regreso
tarde del trabajo, vas a estar sola pero puedes usar el departamento como si
fuera tuyo- Me aclaró mientras abría dos latas de cerveza y me alcanzaba una.
Pasamos un largo rato mirando el paisaje
urbano por la enorme ventana del living. Tuvimos una charla agradable. En
realidad en todo el tiempo de mi anterior viaje y éste nunca habíamos tenido la
oportunidad de sentarnos a charlar y contarnos de nuestras vidas. Luego preparamos
juntas la cena y ella se fue a dormir ya que debía madrugar, pero antes me
llevó hasta la habitación que compartieran Mei y Yuzu para que me instale allí.
Entramos y me señaló donde podía guardar
mi ropa y luego la enorme cama matrimonial diciéndome.
-Supongo que aquí vas a estar cómoda, es
bastante grande, la había comprado para mis hijas-
Y luego sonriendo ampliamente agregó.
-No quiero imaginarme que habrán hecho
mientras dormían juntas. Me siento como que arrojé a una en brazos de la otra,
ja ja-
Y salió de la habitación riendo, pero un
segundo después se asomó por la puerta y dijo.
-Me levanto y me voy temprano, tú no te
preocupes, voy a dejar al alcance de la mano las cosas para el desayuno-
Le agradecí con una reverencia y cuando
me quede sola me saqué toda la ropa y me di un baño reparador, volví al
dormitorio, y vestida solo con un conjunto de corpiño y tanga me sumergí en la
suavidad de aquellas sabanas sintiendo el placer de acostarme donde Mei y Yuzu
lo habían hecho tanto tiempo. Lo único que recuerdo es que me dormí
instantáneamente.
El sol se estaba filtrando por las
cortinas cuando sentí ruidos en el departamento, pensé que sería Uime que aún
no habría ido pero también escuche voces y me preocupé. Me levanté de la cama
lentamente, me puse un bata y tomando un grueso paraguas que encontré apoyado
en la pared salí al pasillo. Las voces provenían de la cocina. Caminé sin hacer
ruido pues estaba descalza. Llegué hasta la puerta que daba al living integrado
con la cocina y la abrí de golpe. Dos enorme pares de ojos me miraban
asombrados y cuando reconocí a sus dueñas no pude menos que reírme. Eran Mei y
Yuzu que estaban preparando el desayuno.
-Niñas, niñas, me asustaron- Dije en
medio de la risa.
Ellas rieron también por la situación. Y
luego se acercaron a mí a saludarme.
-Quisimos darte una sorpresa para que no
desayunes sola- Aclaró Mei.
-Se los agradezco. Me alegra verlas,
pero…¿no tienen actividad hoy?-
-Sí, pero tenemos tiempo, Mei se va a la
Academia y yo a mi trabajo- Aclaró Yuzu.
Quise colaborar con ellas en la
preparación del desayuno pero me insistieron en que yo era su invitada de honor
y que no debía hacer nada. Al rato estábamos las tres sentadas a la mesa
disfrutando del café caliente y unos sabrosos tostados con queso y mermelada.
-La policía se comunicó con mi abuelo.
No sabían dónde ubicarte y lo llamaron a él pues mientras siguen tratando de
encontrar al padre de mi ex prometido debes presentarte ante el juez para
declarar todo lo que puedas informar-
-¿Y no fue suficiente con lo que dije a
la policía cuando llegaron a rescatarme?-
-No por que declarar ante la policía no
tiene validez, aunque es una ayuda para su investigación, pero es el juez quien
debe ser informado-
-Ajá, y supongo que tu abuelo sabe cuándo
debo presentarme-
-Sí, así creo-
En ese preciso momento sonó mi celular,
era el abuelo de Mei.
-Ah, hablando del rey de Roma- exclamé
-¿Qué?- Preguntó Yuzu.
-Nada, es una frase que decimos en mi
país-
Atendí el teléfono. El abuelo de Mei me
invitó para que fuera a almorzar con él y yo acepté gustosa no solo porque
deseaba saber de mi secuestro sino porque me resultaba una persona muy
interesante con quien conversar.
De manera que terminé el desayuno con
las niñas y las tuve que obligar a que se marcharan a sus tareas y me dejaran
la oportunidad de terminar de limpiar la cocina y el comedor. Luego me di otra
ducha y me vestí para visitar al señor Aihara.
Como de costumbre la recepción en su
casa fue muy agradable, los sirvientes y el personal de custodia eran muy atentos
conmigo y me hicieron pasar a la biblioteca para esperar allí al abuelo de Mei.
Me entretuve mirando los libros, la mayoría estaban en japonés pero también
encontré muchos ejemplares en inglés, sobre todo de obras clásicas occidentales,
sorprendiéndome de ver a Balzac junto a Vargas Llosa y Poe junto a Saramago.
-Se ve que gusta de la literatura- Dijo
el señor Aihara entrando al salón.
-La amo- Contesté.
Nos hicimos sendas reverencias y me
invitó a sentarnos en los amplios sillones mientras esperábamos que el comedor
estuviera listo. Al principio conversamos de temas generales relacionados en su
mayoría con los autores que conocíamos pero luego, movida por las curiosidad,
le pregunté por el avance de la causa de mi secuestro.
-He hablado con el jefe de policía y el
señor juez. El primero me dijo que según parece tendrían ubicado a quien envió
por usted. Estaría oculto en una vivienda en Funabashi, en las afueras de la
ciudad. En cuanto al señor juez, tendrá que presentarse mañana a dar su
declaración de los hechos-
-¿Y si me preguntan el motivo del odio
de este señor hacia mí, puedo ser explicita en los detalles? Digo, seguramente va
a querer saber por qué intervine en el asunto del arreglo o de la boda de Mei-
-No se preocupe usted por los detalles. El
honor de un japonés es decir la verdad-
Dicho esto pasamos al comedor. El
almuerzo no solo fue gratificante en cuanto a la comida sino también a la
charla. El abuelo de Mei me dijo que era un placer tenerme como invitada y que si
fuera posible yo debería vivir en Japón. No me veía como una latinoamericana
típica.
-Hay mucha gente notable en mi país. El
problema es que no hace “ruido” y no se la ve- Le aclaré.
-Lo sé, lo sé, y no quisiera haber
pasado por peyorativo pero usted es una persona muy culta y refinada. Supongo
que se debe sentir extraña en su tierra-
-Ha dado en el clavo, muchas veces pensé
en irme a vivir a otro país, mi idea era Francia, España o Italia, pero lo fui postergando.
Lo cierto es que jamás se me hubiera ocurrido vivir en Japón aunque los admiro-
Tras el almuerzo pasamos de regreso a la
biblioteca. El hombre me entregó un manuscrito impreso en hojas A4 del libro
que había terminado de escribir sobre su vida y la educación en su país y del
que habíamos hablado hacía tiempo.
-Es una versión en inglés que me
tradujeron especialmente para usted. Acabo de entregar el original a la
imprenta para que lo edite pero quiero que usted tenga el honor de leerlo antes
que nadie-
-Por supuesto que es un honor. Comenzaré
a leerlo hoy mismo- Contesté.
-Y recuerde que mañana debe ir a ver al
Juez. Aquí tiene la dirección y el número de su despacho y sé que no debo
insistirle sobre esto pero le ruego puntualidad-
-No se preocupe- Afirmé.
Y pocos minutos después salí de la casa del
señor Aihara saludada cortésmente por todo el personal y llevando el manuscrito
de su libro.
Capítulo 21 Ante
el Juez
Al otro día, temprano, y luego de haber
desayunado con Mei y Yuzu que seguían insistiendo en bajar de su departamento
al de la madre de la rubia para estar conmigo, partí hacia el juzgado. Llegué
con bastante tiempo. El edificio estaba ubicado en el barrio de Shinagawa,
cercano al puerto porque era su jurisdicción el lugar donde me habían
encontrado, un depósito abandonado sobre los muelles.
Hube de saludar con reverencias aquí y allá,
a cuanta empleada me iba haciendo pasar de sector en sector hasta que llegue a
la antesala del despacho del señor Ichiwa o “primera roca” si lo tradujéramos
literalmente.
El hombre abrió en persona la puerta de
su oficina y con otra reverencia me hizo pasar. Gentilmente me señalo un sillón
en donde ubicarme y preguntó.
-¿Café, té o bebida gaseosa?-
-Café, gracias- Contesté.
Mientras tanto llegaba la infusión se
sentó en otro sillón frente a mí y preguntó, esta vez sobre la causa.
-¿Conoce usted los motivos de su
secuestro?-
-Los puedo intuir-
-Bien, cuénteme-
Y así, sin entrar en demasiados detalles
le referí los sucesos de mi primer viaje a Japón y como el destino me había
llevado a estar en la casa del señor Aihara aquel día en que su nieta se iba a
comprometer, de la reacción del padre del prometido al enterarse del fracaso
del matrimonio y como se había desarrollado todo.
Me escuchó atentamente y tomó nota de algunas
cosas mientras yo hablaba. Cuando termine mi relato se acomodó en el sillón distendiéndose
y manifestó.
-Preferí escucharla a usted su versión
de los hechos para estar seguro, sin avisarle previamente, pero es mi deber
informarle que anoche detuvimos al hombre que contrató a los sicarios para que
la asesinen y tengo su confesión. Coincide en todo con lo que usted manifestó-
-Me alegra saber que está preso, pero
podría tomar la conducta de usted como una “pequeña trampa”- Dije haciendo el
clásico gesto con los dedos.
Él se rio y dijo.
-No lo tome a mal, es el procedimiento,
pero, ahora, cuénteme que paso el día en que estaba prisionera de los sicarios-
Volví a explayarme en el relato de los
sucesos de mi secuestro y sobre todo insistí en los detalles de cómo el ex
prometido de Mei había ayudado a salvarme la vida, al finalizar comenté con un
cierto tono de sarcasmo.
-…claro que seguramente lo debe saber
por la confesión del muchacho, ¿no?-
-Sí, así es. El hijo confesó estar al
tanto de los planes de su padre y de no haber hecho nada por evitarlos y luego
como se arrepintió y decidió tan audaz acto de salvación-
Y después de unos segundos de mirarme
hasta ponerme incomoda prosiguió.
-Y eso nos lleva a usted y su propio
acto de audacia al tomar un arma y manejarse con tanta determinación-
Sonamos, pensé.
-¿Estoy acusada de algo?- Pregunté.
-No, estaba usted intentando salvar su
vida y eso está claro, pero también esta claro que usted es bastante hábil con
las armas, debo decirle que los dos delincuentes muertos fueron por la pistola
que usted portaba, es evidente que tiene puntería aun en una situación extrema-
-Será por vivir en la jungla- Manifesté.
Y el sólo esbozo una sonrisa.
-Y con respecto al muchacho, ¿es posible
que pueda salvarse de una condena?- Interrogué.
-No, confesó y será juzgado, tal vez se
tenga alguna consideración con él pero la ley es la ley-
Igual que en mi país, se me cruzó la
idea sarcástica por la cabeza.
-¿Debo tener alguna prevención, es
decir, mi vida sigue corriendo peligro?- Le pregunté.
-No, el hombre solo había contratado a
estos cuatro imbéciles, si me permite el término, aficionados a los que les
prometió una exigua paga pues no tenía dinero-
-Sí, eso lo sabía, pero lo que me llama
la atención es porque en lugar de descargar su odio hacia mí no lo hizo con el
señor Aihara o su hijo, u otra persona más cercana al tema-
-Tal vez porque eran japoneses y, en
cambio usted era una extranjera que se metía en asuntos que no le concernían-
-Sí, supongo que tiene razón ¿pero cómo
supo que después de una año yo volvería a Japón?-
El hombre se levantó del sillón, caminó hacia
su escritorio y me alcanzó un par de diarios.
-Lo lamento pero no se japonés- Dije
mirando las páginas que me mostraba.
-Aquí esta, en detalle, el itinerario de
su visita, las fechas, las conferencias y hasta los hoteles donde se alojaría.
Era inevitable que no lo supiera-
-Perjuicios que trae la fama- Respondí
riendo.
-Exacto- Dijo y agregó acercándome un
ejemplar de mi libro -¿Me haría el favor de autografiármelo?-
No pude menos que volver a reírme, tomé
el libro y se lo dedique en la primera página. El lo dejó en el escritorio, se acercó
a mí y haciendo una reverencia dijo.
-Eso es todo-
-¿Quedo en libertad de moverme por donde
quiera?-
-Sí, madam, y de regresar a su país
cuando lo desee-
-¿No será necesaria mi declaración en
los juicios?-
-Cuando la necesite, si la necesito,
haremos su declaración por video llamada-
-Entonces me voy, pero antes quisiera
hacerle una pregunta.
-Diga usted-
-Si el señor Aihara le hizo a mi captor
una oferta de ayudarlo económicamente a pesar de que no fueran consuegros, ¿Por
qué no la aceptó?-
-Podría decirle que sentiría mancillado
su honor si la aceptaba, pero además confesó que sus socios se lo impidieron-
-¿Y eso socios, no son peligrosos para mí?-
-No, ellos rehicieron sus negocios y no
tienen ningún reparo al respecto porque consideran que lo que hizo el hombre de
intentar casar a su hijo para salvar su negocio era una canallada-
-Ustedes tienen un muy alto concepto del
honor, como quisiera que en mi país tuvieran al menos la mitad de esa
capacidad-
-Así hemos sido educados aunque…a veces
hay manzanas podridas en el canasto-
Y me hizo otra reverencia por lo que
deduje que ya era suficiente. Hice una reverencia a mi vez y salí del despacho
más tranquila y dispuesta a convertir el resto de mi estadía en Tokio en un
paseo turístico solamente. Hasta que me sonó el celular. Era mi editor en
Buenos Aires anunciándome que existía la posibilidad de realizar una presentación
de mi libro en Paris. Y todo el mundo sabe que Paris me vuelve loca.
FIN
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