Tuesday, August 06, 2024

Las locas aventuras de la comunidad ampliada, Decimo sexta parte de Mi aventura en Tokio

 

     Las locas aventuras de la “comunidad ampliada”

Alexia Montes

Décimo sexta parte de “Mi aventura en Tokio”

Keiko, Marga, Alexia, Esther y Silvia

 

 

UNO

 

De regreso en nuestro lugar en el mundo todo se fue normalizando. Las tres fuimos retomando las actividades. En realidad Marga y Keiko solamente, porque yo había decidido tomarme un tiempo sabático.

Nada de escribir por unos meses. Podía dedicarme un espacio para pintar o tocar el órgano solo por placer. Con mis novias teníamos el desayuno y la merienda con mate. En contadas oportunidades almorzábamos juntas pero ya no formaba parte de la costumbre debido a su múltiples tareas.

De todas maneras tuve un obligado descanso ya que me surgió un estado gripal con dolores en todo el cuerpo, bastante tos y fiebre.

Tuve que insistirles a Marga y Keiko que se ocuparan de lo suyo ya que tenía conmigo a una de las empleadas de la señora Azumi para atenderme. Igualmente no soy de esas enfermas molestas que solo se miran el ombligo. No es la primera vez que me ocurre y estos casos lo que suelo hacer es acostarme, taparme con bastantes frazadas, cerrar la ventanas y mantener la luz apagada. Y que nadie me moleste. Después de dos días ya estoy mejor. A lo sumo tomo algunos antibióticos para reforzar la cura. La fiebre me produce un estado de relajación en todo el cuerpo. Se podría decir que hasta siento placer en estirarme en la cama bajo las frazadas y en el más profundo silencio.

Pensaran que estoy loca pero así he pasado mis gripes desde que era adolescente.

Mis novias golpeaban suavemente la puerta cada vez que querían pasar, me traían mate o café con galletas y una buena provisión de caramelos de miel. Por la noche se quedaban a cenar y luego se iban porque les obligué a que no acostaran conmigo para no contagiarse.

Al tercer día ya me levanté yo misma a hacer el desayuno. Siempre revivo, como el ave Fénix.

Cerca del mediodía del que asome la cabeza a la calle desde mi gripe me fui a recorrer la avenida Gorlero y para descansar un rato me detuve en el Mc Donalds de la esquina de Los Muergos. Llevaba conmigo un cuaderno tamaño oficio que suelo usar para hacer bocetos de posibles futuros cuadros. Pedí un Capuchino con dos medialunas y me senté a una mesa cercana al gran ventanal que da a la vereda.

Estaba con la miraba baja concentrada en lo que dibujaba cuando sentí que otra bandeja se apoyaba del otro lado de mi mesa. Levanté la vista y me encontré con una hermosa sonrisa rubia que me mostraba todos sus dientes

-¡Esther!, buen día reina- Saludé.

-Buen día ¿Puedo hacer un brunch contigo?-

-Y, estás aquí, ya no te puedo echar-

-Ja, ja, siempre tan graciosa-

-¿Qué te trae por estas tierras, reina?- Le pregunté.

-Por aquí me trajeron varios negocios de muebles que tenía que ver-

-¿También van a hacer decoración de los departamentos?-

-No, no se tratade eso. Es que Silvia y yo decidimos mudarnos a Punta-

-¡Ah ,que bien! Así que van a ser vecinas. ¿Y tienen vivienda elegida?-

-No, ni siquiera construida-

-¿Cómo es eso?-

-Se trata de nuestro nuevo proyecto, por supuesto que no va a ser inmediato pero papá nos prestará un departamento de las torres que estamos construyendo y luego, nos mudaremos al definitivo en el nuevo complejo-

-¿Y eso cuando sería?-

-Supongo que pronto. Papá ya compró el terreno, Marga va a vender los departamentos, junto con Jacobo, que también se va a mudar. De los socios de Marga, Eduardo se ocupará de los cálculos de hormigón y la logística y Sara de proveedores y compras. Tenemos todo el equipo armado y estimo que no tardaremos mucho por que serán unas construcciones sencillas, de solo tres pisos-

-¿Y quién hace el proyecto?-

-Silvia y yo, naturalmente-

-Ya lo sabía, siempre eligiendo el trabajo más pesado…-

-¿Sabes que sos mala? Alguien me dijo que sos serpiente en el horóscopo chino y te cuento que se te está notando la lengua bífida-

-Ja, ja, ja- Comencé a reír sin parar.

-¿Qué te causó tanta gracia?- Me preguntó

-Dos cosas, que sos la única persona aparte de mis novias que se atreve a hacerme un chiste así, pero al mismo tiempo pensé: a cuantas les gustaría que tuviera un lengua como la serpiente-

-Conozco varias, incluida yo-

-¿Eso es una confesión?- Le pregunté.

-Vamos, como si no hubiéramos tenido una sesión inolvidable hace tiempo-

Sorbió parte de su café y tomó una medialuna.

-A propósito, veo unos dibujos muy lindos en ese cuaderno-

-Si, es una costumbre que tengo-

-¿Hacer bocetos en el cuaderno?-

-No, hacer dibujitos lindos-

Rio con ganas y tras ponerse seria dijo.

-Me falta comunicarte algo más del nuevo proyecto-

-¿Necesitan inversores? Conmigo no cuenten-

-No, Silvia y yo queremos que trabajes con nosotras en el diseño-

-Están locas-

-Dale, solo tres o cuatro horas diarias, si quieres vamos a tu casa. Y discúlpame, olvidé preguntarte como estas de salud. Algo me comentó Marga-

-Bien por suerte, nada que juntarme con un par de locas como ustedes pueda empeorar-

-¿Cuento con vos?-

-Si, dale-

-Yo sabía que te ibas a prender-

-Decime, ¿tenías esto pensado o se te ocurrió cuando me viste recién?-

-No, lo tenía pensado hace varios días pero justo Marga me contó lo de la gripe y decidí esperar y vaya que justo te encuentro de casualidad-

-Bien- Le dije estirando mi mano y tomándola de ella -¿Socias?-

-Socias-

Esa noche se lo conté a mis novias. Como son buenas chicas y a todas nos alegra que les vaya bien a las demás estallaron de júbilo. Después del mate, cenamos un abundante raviolada preparada por mí y tras la cena tuvimos sexo como hacía tres días que no lo practicábamos.

Antes de dormirme y mientras miraba el techo de la habitación pensé que sería bonito volver al pasado de los tableros de dibujo, las lapiceras Rotring y las plantillas de dibujo.

 

DOS

 Unos días después me llamó Esther por que iba a ir con Silvia a ver el terreno y me invitaba a acompañarlas. También se había anotado Marga y como estábamos cerca de la fábrica de Keiko, la japonesita se acercó a husmear.

El terreno, absolutamente llano, con una frondosa arboleda, a la altura de la parada 30, era básicamente un rectángulo un tanto deformado, con el frente sobre la Rambla Lorenzo Battle Pacheco, o sea La Brava.

Cuando llegué ya estaban todas allí. Baje del auto y caminé hacia el cerco de madera que marcaba el límite de la propiedad.

-¿Y bien?- Pregunté.

-Aquí está, ¿Qué opinas?- Me preguntó Esther.

Mire alrededor. El lugar era realmente hermoso. Los edificios vecinos estaban bastante alejados como para molestar el acceso a la luz natural y la vista. Me acerqué a la arboleda, no era tan densa como parecía desde más lejos. Y desde ese lugar volví a mirar hacia el mar. Todas me estaban viendo a mí, las mire y me sonreí.

-¿Están esperando que diga algo inteligente?- Pregunté.

-Quizá- Dijo Silvia.

-Bien, hay que sacar los árboles, a lo sumo dejar los de atrás, la vista al mar es escasa desde la planta baja, por lo tanto hay que hacer las cocheras a nivel y arrancar con los departamentos desde el primer piso. Para que los balcones superiores no den sombra sobre los inferiores es mejor construir en forma de terrazas, pero con techos traslucidos que no dejen pasar la vista desde el piso superior al inferior, por atrás, para que no queden esos pasillos oscuros de los edificios comunales de Londres yo haría galerías totalmente vidriadas y anchas escaleras, y no más de tres pisos. Ustedes sabrán cuantos departamentos quieren meter ahí, pero lo más práctico seria que en lugar de hacer un frente recto sobre la avenida, el edificio tenga la forma de un arco, no de futbol, aclaro, así se puede alargar y meter más unidades y como la curva seria hacia el frente cada vecino no tendría posibilidad de ver a los de sus laterales y lo demás, como ustedes saben…mucho vidrio, grandes ventanales y color blanco…-

Todo esto lo dije casi sin parar para respirar y mientras tanto había tomado un palito y hecho unos diagramas en la tierra. Cuando me detuve, Pregunté .

-…Y ¿Qué opinan?-

Silvia y Esther me miraban asombradas. Detrás de ella Marga hacia esfuerzos por no reírse y Keiko se había alejado del grupo creo que con la misma intención.

La primera que reaccionó fue Silvia, la tomó del brazo a Esther y dijo.

-Vos la trajiste-

-Vos estuviste de acuerdo- Respondió la rubia.

Marga se tomó del brazo de ambas y riendo manifestó

-Bueno niñas, ahora a dibujar-

Silvia me agarró de la mano-

-Vos no te escapas- Dijo.

-Encantada, pero ¿No se les olvida algo?-

-¿Qué?- preguntaron las tres.

-No apuntaron nada de lo que dije-

Esther con esa sonrisa pícara que hace cada tanto regresó dos pasos y le sacó una foto a los dibujos que yo había hecho en la tierra.

-Listo, ya está-

Keiko que no podía terminar de reír, dijo como pudo.

-Me voy a trabajar. Ale, nos vemos para el mate-

-Listo- Respondí.

Marga y yo subimos a nuestros respectivos autos, Esther y Silvia a aquella camioneta que habíamos visto usar a Jacobo y en pocos minutos estábamos estacionando frente al edificio donde todas tienen sus oficinas.

Subimos, Marga fue a su oficina, Esther, Silvia y yo ordenamos café a la recepcionista y nos sentamos alrededor de una enorme mesa de trabajo. En ese momento pasó Jacobo a saludar pero no podía quedarse.

-Bien, aquí estamos…- Dijo Esther.

Antes que me dijeran nada tomé una hoja grande de papel e hice un bosquejo del terreno, luego dispuse el edificio como lo tenía pensado y para hacerlo más claro les hice un corte del edificio. En todo ese procesos ni abrí la boca. Silvia y Esther tampoco.

Cuando terminé les mostré el dibujo y dije.

-Esta es la idea, la cantidad de unidades la ponen ustedes. Lo definen y nos reunimos nuevamente para ir viendo unidad por unidad. ¿Ustedes tienen pensado instalarse qui?-

-Si, tomaremos dos unidades y la convertiremos en una- Respondió Esther

-Y…seré curiosa. ¿Por qué no se hacen una casa individual?-

-Mucho trabajo de mantenimiento. Si no conozco mal la historia ustedes pasaron de viviendas unifamiliares al edificio que tienen-

-Cierto, buen punto. Bien, vean si este delirio funciona, sobre todo con el tema de las orientaciones y las salidas y puestas del sol y etc., etc. Pero no lo tomen como única idea, fue solo un estado de éxtasis religiosos lo que me asaltó allá afuera…-

Las miré, me observaban en silencio.

-Che, ¿No se enojaron conmigo?-

-¿Enojarnos? ¡Sos una genia!-

-Bien, era hora que lo reconocieran, estaban muy calladas. Ahora las dejo, tengo que hacer mate para otras dos diosas-

Las tomé a ambas de las cinturas y las atraje hacia mí.

-Creo que vamos a hacer un buen equipo…pero solo por esta vez, no me agarran para otro trabajo-

-De acuerdo- Dijo Esther.

Nos besamos en los labios y las dejé en la oficina. Bajé un piso a saludar a Marga y la encontré sola en su despacho.

-Reina, me voy a casa a prepararles el mate-

Marga se levantó de su sillón y rodeado el escritorio se acercó a mí y tomándome de la cintura me plantó un hermoso besos en los labios.

-Me hiciste reír con ganas allá en el terreno-

-Te juro que no tuve ninguna intención de hacer la superior ni nada parecido, me embalé sin darme cuenta-

-Eso está claro. Lo sé por qué sos así para todo…-

Luego de darme otro beso, volvió a su trabajo.

-…termino esto y voy a casa-

-Te amo Marga-Dije.

-Yo también, reina- Respondió

-Y hay que decírselo a Keiko también- Agregué

 

 TRES

 Tarde de viernes. Estaba en el estudio de Esther y Silvia discutiendo algunos detalles del proyecto. Afinando el lápiz, como se dice, ahora que básicamente habían estado de acuerdo en mi primer propuesta que según Esther también le encantó a su padre, estábamos abocadas a determinar cómo sería cada unidad por dentro.

Estaba en ello cuando me sonó el Whats App. Tomé el celular y leí.

“¿Puedo llamarte? Soy Gaby”

No lo podía creer, tenía que ser la Gaby, la única y autentica Gaby que conozco y amo. ¡la Gaby Sabatini!

“¡Si! “Contesté de inmediato.

Pasaron apenas dos minutos cuando me sonó el móvil. Atendí. Silvia y Esther se quedaron mirándome, no por que estuvieran molestas sino por curiosidad femenina.

-¡Hola reina!- Exclamé al atender.

-Hola. Te estoy llamando por que habíamos quedado encontrarnos alguna vez. Supe que habías regresado de tu gira triunfal por Japón y como yo estoy en Punta del Este quería preguntarte, si no es molestia, si puedo pasar por tú casa mañana. Hoy tengo un evento sobre mi perfume en el Conrad pero mañana estoy dispuesta a descansar todo el día-

-Sabes que siempre serás bien recibida en casa. Yo te invité. ¿Recordas? Decime a qué hora quieres venir, y te voy a preparar un séquito de admiradoras-

-Ja, ja, Supongo que tus novias a quienes no conozco personalmente. Me encantará conocerlas-

-Si, y aquí también tengo otras dos que seguramente te aman- Dije mirando a las arquitectas y apuntándolas con el dedo mientras ellas me observaban extrañadas.

-Ok, estoy allí a las quince-

-Dale, te puedo pasar a buscar-

-No, no te preocupes, tengo un auto disponible que pagó la agencia publicitaria. Decime la dirección-

-Ok, es sobre La Mansa, avenida Claudio Williman y Cruz del Sur, a la altura de la Parada 27-

-Genial, ahí nos vemos-

-¿Te va picada abundante con un buen vino?-

-¡Placer de dioses!-

-Listo, ¡nos vemos!-

Y cortamos.

-¿Se puede saber a quién amamos y a quien vamos a ver mañana?- Preguntó Silvia.

Tomé mi cartera en silencio, terminé mi taza de café y después de tenerlas en vilo unos segundos dije como lo más natural del mundo.

-A la Gaby Sabatini-

No puedo describir los gritos y saltos de alegría que pegaron las dos mujeres. Creo que por que a esa hora la mayoría de las oficinas estaban vacías no hubo quien viniera a protestar.

-Mañana a las quince horas, ya lo saben-

Me abrazaron, me besaron, me manosearon y siguieron saltando de alegría. Parecían dos adolescentes.

-Listo me voy a casa a hacer mate. Ya saben…-

Bajé un piso para ver si estaba Marga y la encontré alistándose para salir.

-¿Andas con tu auto?-

-Si-

-Bueno, me voy con el mío. Te espero en casa…-

Y cuando ella estaba cerrando la oficina la tomé de la cintura y la besé en el cuello.

-Mañana, quince horas. Viene la Gaby de visita-

Se dio vuelta.

-¿En serio?-

-Así es. Todavía le tengo que avisar a Keiko. Tus socias ya lo saben-

-¿Ellas eran las que gritaban?-

-Si- Y nos reímos.

A Keiko le mandé un mensaje, antes de arrancar el auto, que contestó de inmediato. También estaba exultante. Pocos minutos después estábamos cómodas de ropa, en casa, tomando mate y haciendo planes para el día siguiente. Teníamos suficiente vino en las cavas de las tres, la picada la encargamos para el día siguiente. Solo faltaba ordenar un poco la casa para lo que se ofreció la señora Azumi porque, no le era fácil ocultarlo, tenía ganas, aunque fuera de solo saludar, a nuestra ídola.

Esa mañana mis novias estaban alteradas. Querían estar bonitas y elegantes. Aunque luego decidieron usar equipos de jogging cómodos y zapatillas. Yo ya tenía decidido ese tipo de ropa y no les dije nada. Cuando me vieron con el conjunto de pantalón y buzo con capucha color rosa se dieron cuenta que lo mejor era vestir más informal.

Cuando llegó el delivery con toda la enorme picada dado que yo ya estaba vestida comencé a distribuirla con la ayuda de la señora Azumi en un par de mesas del comedor de Marga. También saqué copas y dejé las botellas de vino sobre la isla. Luego acomodé tazas de café con sus respectivas tazas y cucharas. En resumen, que para el mediodía ya tenía todo preparado.

Silvia y Esther aparecieron a las dos de las tarde de tan impacientes que estaban. Salió Marga a abrirles la puerta y cuando llegaron al living del tercer piso nos confundimos en abrazos y besos bastante más audaces que los de costumbre.

En un momento me llevé a Marga aparte y le dije.

-¿Es idea mía o todas nos estamos volviendo un poco más atrevidas con las arquitectas y a su vez ellas con nosotras?-

-Creo que ambas cosas. ¿Te jode?-

Y justo cuando se sentía que un auto se detenía en la puerta del edificio, a las quince en punto, miré a Marga y le repliqué.

-No me jode. Pero estaría bueno que clarificáramos un poco la relación. Hasta estoy pensando en algo más-

-¿Como qué?-

-Como naturalizar las relaciones entre todas, sin menoscabar los afectos. Que si hay actitudes audaces contenidas que nadie se reprima…bueno lo veremos-

Y la conversación quedó ahí pues bajé raudamente a la planta baja a recibir a la Gaby.

 

CUATRO

 Abrí la puerta y apareció ante mí la más hermosa morocha de todo el universo. Yo estaba emocionada.

-Hola, pasá- La tomé de la mano. nos dimos un beso en la mejilla y la guié hasta el ascensor.

-Hola- Dijo ella con su voz tan característica.

Luego, una vez en el ascensor me preguntó.

-¿Ustedes viven en el último piso?-

-No, cada una tiene el suyo, el edificio es de todas. Vivimos juntas pero con la intimidad de un espacio propio-

-Es una idea genial-

Llegadas al tercer piso se abrió la puerta del ascensor y allí estaban todas en el porche de Marga, impacientes por ver a nuestra visitante.

Les fui presentando a mis novias y amigas y quedó maravillada. Las saludó muy cordialmente y el detalle inesperado fue que nos regaló un frasco de perfume de su marca a cada una. Todas estaban como niño con juguete nuevo.

Antes de sentarnos la llevé a recorrer la casa y le presenté a la señora Azumi que estaba en la cocina de Marga. Le dije que también la admiraba. Gaby se excusó que no había traído otro frasco de perfume pero le tomó los datos del domicilio y le prometió que al otro día le enviaría uno a su casa sin falta. La señora Azumi le agradeció enormemente. Dijo que se quedaría a ayudar pero le insistí en que se considerara otra invitada más y finalmente aceptó.

Gaby seguía maravillada por las distribuciones de nuestros pisos y concluyó diciendo.

-Esto es como vivir en el palacio de Versalles-

Nos acomodamos en el comedor de Marga y comenzamos la picada con un excelente vino. La conversación de hizo interesante y amena. Mis novias y mis amigas estaban todo el tiempo embobadas y mientras las observaba me preguntaba si yo me vería igual.

-Leí por ahí que suelen jugar futbol los domingos, además de haber visto sus videos virales en You Tube, lástima que me tengo que ir muy temprano pero me hubiera gustado verlas-

-No jugamos todos los domingos. En realidad la reunión es un asado con los padres de Keiko y todos sus empleados y a veces despuntamos el vicio pero cuando quieras nos avisas y, quien te dice, nos jugamos un partidito- Le contesté.

-Encantada-

Fue una tarde maravillosa. Gaby nos contó acerca de las actividades que está realizando tanto en lo deportivo como en lo empresarial. De su vida en Zúrich y de su relación con Lujan Grisolia, de su pasión por el ciclismo de montaña y sus presentaciones en partidos de tenis.

Le confesamos que la admiramos por su estado atlético y su belleza. Ella es muy modesta y muy segura de sí misma. Y para nada arrogante.

En medio de la charla nos sacamos toda clase de fotos. Desde selfis hasta grupales con el disparador automático. La llevamos a ver la terraza y se mostró nuevamente maravillada de la vista que tenemos.

-Chicas, aquí tienen un paraíso-Dijo varias veces.

En otro momento se mostró interesada en la conformación del grupo. Estaba consciente de mi relación con mis novias lo que, como a muchos, le causaba sorpresa pero quiso saber que unía a Esther y Silvia, las que, por supuesto le contaron de su amor incondicional.

-¿Pero son como una especie de comunidad?- Preguntó.

Nos miramos. Yo, rápida de reflejos dije

-En principio Marga. Keiko y yo llamamos “comunidad” a nuestro trio, luego, hace poco llegaron ellas y conformamos lo que llamamos una “comunidad ampliada”. Creo que eso es lo que somos. Un grupo solidario-

-Me parece genial. En este mundo Hay que apoyarse unas a otras, sin caer en un gueto-

-Exacto- Dije viendo que la conversación ese estaba poniendo interesante y agregué- A propósito de eso me gustaría proponerte, Gaby, que seas la madrina de nuestra “Comunidad lésbica ampliada”.

Todas me observaron cómo su hubiera dicho un soberano disparate. Las miré una a una.

-¿Acaso no es eso lo que les gustaría?-

-Si, pero fue sorpresivo- Manifestó Esther.

-Yo estoy de acuerdo- Dijo Keiko

-Yo también- Dijo Silvia

-Yo también- agregó Marga

-Sorpresivo pero genial, como todo lo que se te ocurre- Manifestó Esther.

-Para mí es un enorme placer ser su madrina- Agregó Gaby

-Así vas a tener una buena excusa para venir a visitarnos- Opinó Keiko.

-O para invitarlas a mi casa en Suiza-

-Eso, estaría bueno- Dije sonriendo

Y así la comunidad tuvo su madrina de lujo.

Ya había caído el sol cuando Gaby debió retirarse pues tenía otra reunión. Llamó al auto y en pocos minutos la pasaron a buscar. En la puerta se despidió de todas.

-Me han hecho pasar una hermosa tarde. Buscaremos que se repita-

Y nos quedamos en la entrada hasta que el auto desapareció por la Avenida.

Aunque quería quedarse a ayudar a ordenar le dije a Azumi que se fuera a su casa a descansar y minutos después la pasó buscar un remise.

Una vez que quedamos solas, serví café y nos acomodamos en el living. Todavía estábamos influenciadas por la presencia de nuestra idola y nadie hablaba hasta que Esther dijo de pronto.

-Me parece genial darle una forma “oficial” a nuestra comunidad. ¿Qué te movió a hacerlo?-

-El notar que si bien hay afectos importantes, tal como lo conversamos en su momento después de aquella orgia que vivimos, subyacen, como si estuvieran siendo reprimidos, gestos físicos entre todas nosotras y creo que debemos naturalizar eso. Como dije aquella vez el amor existe pero lo que debemos hacer es no reprimir las emociones sensuales, fluyamos, demostrémonos afecto sin temor. Al fin y al cabo somos todas tripulantes de esta nave y si no somos sinceras entre nosotras ¿Qué nos queda?-

Un beso mutuo entre todas selló el nuevo pacto. Y no significó que fuéramos corriendo a la cama. Teníamos una nueva comunidad. Lo festejamos tomando más vino y terminando la picada. Esther y Silvia se quedaron a dormir en mi dormitorio.

 

CINCO

 A la mañana siguiente me levanté antes que todas. Bajé a mi piso y me puse a preparar el desayuno. Una vez que acomodé platos, tazas y bocadillos en la mesa del comedor, me dirigí a mi dormitorio donde Esther y Silvia dormían abrazadas. Sin decir nada les arrojé un par de almohadones que intentaron devolverme pero yo ya me había protegido detrás de la puerta.

-¡Levántense haraganas!- Les dije desde mi refugio y luego me dirigí al piso superior de Marga a hacer lo mismo con mis novias que, igualmente me arrojaron almohadones sin alcanzarme.

En pocos minutos estaban en mi comedor, vestidas con la ropa que me había regalado mi abuelita. El café las despertó y comenzamos a charlar acerca de la hermosa jornada del día anterior.

En un momento, Silvia, poniéndome un pedazo de galletita con manteca en la boca me dijo.

-Debo suponer que anoche, cuando mencionaste lo de la Comunidad te estabas refiriendo a algo más que ser “amigas con derecho a roce”-

-Exacto, se ve que no estabas tan borracha y me entendiste- Le contesté.

-¿Sabes un cosa? De eso estuvimos hablando hace unos días con Esty (Esther) y decíamos que lindo seria conformar un grupo unido y solidario, más allá del sexo-

-Así es, esa era la idea. Ser un grupo solidario que haga que nos ayudemos mutuamente ante cualquier problema- Confirmé.

Nos quedamos un rato en silencio. Creo que cada una mascullaba para si lo que habíamos decidido. Keiko rompió el silencio

-Estoy muy feliz-

Y las demás lo fueron repitiendo como un mantra. Volvimos a besarnos entre todas.

-Bueno, si las piernas les dan para algo más que caminar hasta la parrilla a buscar un chorizo, ¿Qué les parece si vamos al asado y nos llevamos los bolsos con la ropa para jugar futbol?- Pregunté.

-¡Dale! Pasamos por nuestro departamento a buscarlos y nos vemos allá- Manifestó Esther.

Nuestras “amigas con derecho a roce” partieron a su casa, mis novias y yo nos quedamos terminando de comer las facturas que habían sobrevivido al desayuno.

-Creo que hemos hecho algo más transcendente de lo que parece- Dijo Marga

-Seguro- Afirmó Keiko.

La primera persona que encontramos cuando llegamos al estacionamiento del edificio donde vive el matrimonio Yamura y todos sus empleados, fue la señora Azumi que se acercó a nosotras y nos contó lo feliz que estaba por que unos minutos antes un delivery le había llevado el perfume que le prometiera la Gaby.

-Todavía queda gente de palabra- Dijo Keiko.

-Si, pero poca- Manifesté.

Entrando al edificio encontramos al señor Yamura trabajando en sus bonsái que suele dejar en el hall del edificio para deleite de todos sus habitantes. A pesar de haber hablado con teléfono con el padre de Keiko en cuanto llegamos de Japón y Turquía, recién lo veía personalmente. Se acercó a nosotras. A Marga y a mi nos dio un fuerte abrazo. A su hija la había estado viendo en la semana.

“Este ya se está desquiciando” Pensé graciosamente. “Antes eran solo reverencias formales ahora ya nos abraza como cualquier latinoamericano”.

-Que alegría volver a verlas. Se que ha tenido exitosas presentaciones de su libro, pero además las redes están viralizadas con sus imágenes jugando al futbol. Ustedes son una caja de sorpresas en cada viaje- Nos dijo.

-No podemos con el genio- Solo se me ocurrió decir

-A propósito, veo que andan con los bolsos deportivos, ¿Sus otras dos amigas van a venir también? Porque ahí andaban un grupo de hijas y hermanas de algunos empleados que tenían ganas de un partido contra quien quiera-

-Excelente, esa era nuestra idea, correr un poco así nos da más hambre a la hora del asado- Contesté.

-Las vi hace un rato. Están allá en el Salón del último piso-

Y allí fuimos. En ese preciso momento llegaron también Esther y Silvia, de manera que subimos las cinco. En una esquina del salón estaban reunidas las chicas. Me acerqué y dije.

-Tengo entendido que por aquí hay un grupo de niñas que quieren perder un partido-

Se dieron vuelta instantáneamente y dieron un grito de júbilo.

-¡Si, Soñábamos jugar contra ustedes!-

En pocos minutos estábamos en la cancha de futsal del club vecino. Fue un partido intenso, de media hora, nada más, pero terminó de satisfactoria manera para todas en un empate de 2 a 2. El señor Yamura y su esposa estuvieron presentes y también gran parte del personal y sus parientes. Realmente lo disfruté muchísimo y las chicas rivales jugaban bastante bien.

Tras la ducha fuimos al edifico por que el olor a asado ya nos estaba llamando. Yo me quede atrás charlando con una de las hijas de un empleado que me preguntó cosas sobre Japón y cuando subí al salón del último piso donde se realizaba la reunión, porque ya se están sintiendo los primeros frescos del invierno, no vi a mis novias ni a mis amigas. Se me ocurrió llegarme hasta la terraza y allí las encontré.

-Estamos contemplando la rompiente sobre la zona del Faro de San Ignacio- Dijo Marga cuando me vio.

Me acerqué al grupo y me apoyé en la baranda mirando hacia el mar. De pronto sentí un brazo rodeando mi cintura, era Silvia. Miré al costado y pude ver que al lado de Silvia estaba Marga, y después Esther y al final Keiko, todas tomando de la cintura a la inmediata anterior. Cuando se dieron cuenta que las estaba observando dijeron casi al unísono.

-¿Qué?-

-Ni que se hubieran puesto de acuerdo, parecen un coro de angelitas- Dije riéndome.

Ellas también rieron al unísono. Sin soltarnos de las cinturas formamos una rueda, así fue que pude tomarla de la cintura a Keiko. Nos mirábamos y no podíamos para de reír.

-Somos cinco pendejas inmaduras- Dije.

Y seguimos riendo.

De pronto un pensamiento, como un rayo, pasó por mi mente. Esa manera estúpida de comportarnos es la clásica cuando una está perdidamente enamorada. Si, claro, yo amo a Marga y a Keiko. Silvia y Esther están enamoradas. ¿Pero y si, de golpe, todas estamos enamoradas de todas? Pensé. Y me alarmé. ¿No habíamos llevado nuestra amistad demasiado lejos?

 

 SEIS

 Estar en medio de estas cavilaciones me hizo quedar en silencio. Las demás bromeaban y reían.

-¡Vamos por el asado!- Gritó Esther y comenzamos a bajar.

A Keiko no le pasó desapercibido mi silencio y me preguntó.

-¿Algo te preocupa?-

-No sé si llamarlo preocupación pero es algo que me da vueltas por la cabeza-

Las chicas llegaron al piso del Salón. Keiko y yo nos quedamos en el descanso de la escalera.

-¿Es algo grave?- Insistió mi japonesita.

-No, pero es bueno que lo converse con vos-

-¿Por qué conmigo?-

-¿Te acordás cuando solo éramos nosotras dos solas, allá lejos y hace tiempo?-

-Si, ¿Por?-

-La pasábamos genial. Éramos una para la otra todo el tiempo-

-Si, bueno, hubo un momento en que yo me obnubilé con el trabajo y anduvimos distanciadas-

-Claro, y como resultado de eso apareció Marga y yo tuve esta loca idea de formar un trio. ¿Nunca te molestó?-

-¡No! ¡Por Dios!- Yo te amo y por eso acepté tu idea e inmediatamente Marga me conquistó y me parece lo más normal del mundo-

-Bien. Y así estábamos las tres hasta que aparecieron Silvia y Esther y las incorporamos, creo yo, con toda naturalidad. Al principio pareció que solo iba a ser una amistad pero con el tiempo se fue complicando…-

-¿Complicando?-

-Si, y por culpa mía y mis ideas locas-

-No se fue complicando, se fue acomodando y vos tuviste la valentía de dejarlo en claro. Yo te amo, amo a Marga. No es amor lo que me une a Silvia y Esther pero son dos minas transparentes, son como nosotras. Al fin fue como sumar más de lo mismo-

-Ja, más de lo mismo…excelente definición-

Keiko me tomó del brazo y me dio un beso en la mejilla.

-Dale, lo que hicimos suma. Esto va a ser para bien y si te parecía que la necesidad de conversar esto conmigo es porque creías que la aparición de otras chicas iba a hacerme sentir desplazada te puedo asegurar que no es así. Me siento integrada en un grupo maravilloso. Querida por todas, amada por Marga y por vos pero querida por las demás-

-Creo que a veces no controlo mis ideas- Dije pasando mi brazo por sobre el hombro de Keiko.

-Mejor, tus ideas son geniales. No trates de controlarlas-

Terminamos de bajar al salón. Marga, Silvia y Esther ya le estaban dando una buenas mordidas a trozos de asado. Cuando llegamos a su lado nos hicieron lugar en el largo banco de madera. Nos sirvieron dos copas con cerveza y nos alcanzaron asado para las dos.

-¿Ves? Somos una verdadera comunidad. Esto no pasa sin tu idea- me dijo Keiko al oído.

En la mañana siguiente, aun medio dormida me di cuenta que el sol ya se estaba colando por entre las cortinas. Me di vuelta en la cama y Keiko, que estaba a mi lado me pasó los brazos por la cintura y me abrazó muy fuerte. Apoyó su cabecita en mi pecho y se quedó así, quieta. Me daba lástima despertarla y al mismo tiempo tanteé atrás de mi para ver donde estaba Marga, pero no la encontré.

Resultó que Keiko no estaba dormida y me preguntó con su voz tan dulce.

-¿Qué pasa?-

-Estaba tratando de encontrar a Marga pero parece que se levantó-

Estaba finalizando la frase cuando la cara de Marga se asomó por la puerta y gritó.

-¡Vamos que el desayuno está listo!-

Me sorprendió pues siempre soy yo la que se levanta a prepararlo.

Nos levantamos con Keiko. Ambas nos pusimos sendos camisones de seda que compramos en algún viaje a Japón y fuimos a la cocina.

-¿Qué paso que te levantaste con ganas de trabajar?- Le pregunté a Marga.

-Es hora de que cambiemos las reglas. No puede ser que siempre seas vos la que se levanta más temprano para preparar el desayuno. De ahora en más una semana cada una-

-Estoy de acuerdo-Manifestó Keiko.

-Mas te vale, chiquita- Dijo Marga haciendo que la amenazaba con una cuchara.

Estábamos por comenzar el desayuno cuando sonó mi celular. Era Yuzu.

-¡Epa! ¿Qué estará pasando por Japón que me llama Yuzuchi?-

Mis novias se quedaron expectantes oyendo.

-¡Hola solcito! ¿Qué anda sucediendo?-

-Le tengo una sorpresa Alexia-san-

-¿Buena o mala?-

-¡Buenísima!-

-Contame-

-¿Recuerda que el gobierno de Uruguay le había prometido a Shou que crearían seis escuelas?-

-A decir verdad ya lo había olvidado-

-Bien. En pocos días van a inaugurar las tres que faltan y nos han invitado. Así que debemos ir por allí-

-¿Los cuatro?-

-¡Si! Serán pocos días pues todos tenemos bastante trabajo por acá pero el gobierno nos invitó a todos. Quedaron muy asombrados con los cambios que propusimos con Mei en la Academia y quieren saber cómo implementarlos-

-¡Wow! ¡Felicitaciones! Por supuesto que no necesito decirles que tienen el alojamiento reservado-

-¡Gracias! Porque además, uno de los pueblos en donde se hará una inauguración es cerca de su casa, en Maldo…maldo... no recuerdo muy buen-

-Maldonado, creo que un día los llevé a pasear por ahí-

-¡Exacto! En cuanto tenga el día justo les aviso cuando llegamos-

-No te preocupes avísame con tiempo así organizo el vuelo del Taxi Aéreo de Montevideo a Punta del Este-

Y cortamos. De más está decir que cuando se los conté a mis novias saltaron de alegría. Tendríamos por unos pocos días al solcito y su familia en casa nuevamente.

 

SIETE

 Pocas horas después pasé por el estudio de Esther y Silvia. Ya que todo el tiempo que normalmente me dedico a escribir lo estoy ocupando con mi actividad pictórica estaba llevando algunos cuadros míos a mi marchand favorita, la hermosa Adriana, pero me detuve, pues pasaba cerca del lugar de trabajo de mis amigas arquitectas, para ver un tema que había quedado pendiente. La distribución del departamento que habían reservado para ellas.

Primero pasé por la oficina de Marga para saludar y la encontré ocupada trabajando con Jacobo. Este chico cada vez se veía más aplomado y seguro de sí mismo. Conversamos cinco minutos y luego subí al piso de las oficinas de las arquitectas.

-Hola reinas- Saludé.

-Hola, llegaste justo. Tenemos la distribución de todos los departamentos pero queríamos empezar a resolver el nuestro- Me respondió Silvia que por supuesto no se privó de darme un beso en la boca.

Dejé mi cartera sobre una silla y me acerqué a la gran mesa de trabajo. Allí me paré al lado de Esther a quien le di un beso también.

-Bien, ¿Qué esperan de mí?-

-Es así, lo que decidimos es que nos vamos a quedar con los dos últimos departamentos del extremo norte, del tercer piso y queremos estudiarle una distribución original, para eso vamos a jugar a que vos sos la arquitecta y nosotras tus clientas que no sabemos nada de arquitectura-

-Eso me lo suponía- Dije

-¿Qué cosa?-

-Que no saben nada de arquitectura-

-Ja, ja muy graciosa- Exclamaron a dúo.

-Bien comencemos, eso sí, tráiganme un buen café-

Silvia fue a buscar el café mientras yo tomaba un lápiz y una hoja de papel de calcar, la puse sobre el sector que me indicaron y comencé a tirar algunas líneas.

-Primero, antes que nada, creo que ustedes, aprovechando que estarían en el extremo del edificio y eso no molestaría al resto, deberían hacerse una escalera desde un cochera individual, directa al departamento, sin pasar por el corredor trasero común al resto-

-Genial- Dijo Esther.

Luego les hice varios bocetos teniendo en cuenta lo que me pedían. A cada idea mía se quedaban asombradas y aprobaban.

-Nena, ¿Por qué no te dedicas a la arquitectura, te lo digo en serio- Dijo Silvia.

-Gracias, déjeme así, ayudarlas a ustedes es un placer pero justamente porque lo hago desinteresadamente y sin más compromiso que nuestra amistad. De todas maneras pueden tomar mis ideas o no. Simplemente es como pensar en voz alta. Y ahora voy a seguir viaje, tengo que llevar unos cuadros a mi marchand-

Antes de partir terminé el café. Esther, me miraba y de pronto comenzó a sonreír.

-¿Qué pasa?-Le pregunté.

-Nada, nada. Es que de golpe me vino una imagen a la cabeza. Las veía a ustedes dos, de dieciocho años en la Facultad. Vos tratando de levantarte a esta yegua y ella haciéndose la heterosexual- Dijo señalándonos a Silvia y a mí.

Me reí yo también y Silvia me pasó el brazo por sobre el hombro.

-Y mira donde vinimos a parar- Manifestó tratando de contener la risa ella también.

Las dejé pensando en mis ideas, después de todo iba a ser su casa. Y partí a lo de Adriana a llevar mis obras de arte.

Estaba en la calle cuando me sonó el celular. Era el solcito de Japón. Llamó para confirmarme cuando venían y me pasó las lista de lugares donde se harían las inauguraciones. El primer lugar era Colonia del Sacramento, el segundo La Paloma y, para finalizar, en Maldonado. Cada ceremonia se haría con un día de descanso en el medio. Pero como ellos venían con poco tiempo estarían sólo siete días.

Combiné horarios con Yuzu y le dije que las estaría esperando en Montevideo con un taxi aéreo para llevarlas a casa. Los y las Ahiara llegarían a casa en cuatro días y tenía que ocuparme de que estuvieran cómodos y felices. Lo primero que hice fue avisarle a Keiko para que invite a sus padres a una reunión el mismo día de llegada de los viajeros, con el fin de no perder tiempo. Después llamé a Esther para invitarlas a la misma reunión, así se conocían con la familia japonesa. Todo el mundo estuvo feliz con la noticia.

Seguí trabajando, de regreso a casa, con la señora Azumi para dejar todo el edificio impecable y dispuesto para los huéspedes. Nuestra ama de llaves también estaba contenta de poder ver nuevamente a los Aihara.

Esos días estuve más ocupada que cuando escribo. ¡Y pensar que me iba a tomar un tiempo sabático! De todas maneras me encanta todo esto de organizar la casa y las reuniones.

El día de la llegada de los viajeros era laborable por lo que era la única que podía ir a recibirlos. Me tomé el taxi aéreo hasta Montevideo. Una vez que llegamos, esperamos, junto con mi piloto, al costado de la pista. No pasó mucho tiempo hasta que llego el avión de Qantas y minutos después vimos a todos bajar por la escalerilla. De inmediato le entregaron las valijas y yo me acerqué a saludar y para que nos vieran, lo que por supuesto generó toda una sucesión de abrazos interminables.

Cargamos el equipaje en el pequeño avión y minutos después estábamos en el aire rumbo a Punta. El trayecto es tan corto que casi ni se puede entablar un dialogo. Finalmente aterrizamos, bajamos el equipaje, lo cargamos en la camioneta que había llevado yo y nos dirigimos a casa. Ume, Shou y las chicas no dejaban de asombrase. Ante sus exclamaciones dije

-Ustedes ya han visto esto. No crean que cambió mucho. Además en Japón hay paisajes muy bonitos también-

Detuve la camioneta frente al portón de las cocheras, lo abrí con el control remoto y entramos. Volvieron a bajar las valijas y nos dirigimos al ascensor.

-Ustedes ya saben cómo es esto. Marga, Keiko y yo nos quedamos en el tercer piso, el de Marga, y quedan libres el primero y el segundo. A pesar de que tenemos habitaciones de huéspedes queremos que estén realmente cómodas y por eso podrán utilizar los dormitorios principales, el mío y el de Keiko. Solo les resta elegir el piso en que quieren estar-

Ume y Shou eligieron el primero, Yuzu y Mei, sin poder optar, igualmente se manifestaron contentas con utilizar el segundo, el mío.

Luego les planteé el programa de actividades.

-Ustedes eligen, comer o no comer ahora. Para eso tengo una picada preparada, luego no les vendría mal un buen descanso porque esta noche tenemos visitas y fiesta de recepción. Estarán mis novias, por supuesto, el matrimonio Yamura y nuestras nuevas amigas que ya han conocido por Zoom, Esther y Silvia-

-Usted manda- Dijo Yuzu haciendo muy graciosamente la venia.

 

OCHO

 Después de haber comido algo de la suculenta picada que había preparado, todos los Aihara se fueron a dormir una siesta. Yo me quedé ordenando con Azumi que estaba contenta de volver a ver a nuestras amigas de Japón, y cuando ya estaba bajando el sol apareció Marga, detrás de ella Esther y Silvia y por ultimo llegó Keiko trayendo a sus padres.

Todos se reunieron en el piso de Marga que, al parecer, se está convirtiendo en el sitio favorito de los encuentros, tal vez por ser el más alto y de donde hay mejores vistas.

Bajé a avisar nuestros huéspedes que ya estaban todos los invitados, pero no necesité apurarlos porque ya estaban preparándose para subir. Regresé con ellos al tercer piso y se produjo el encuentro. El señor y la señora Yamura saludaron efusivamente a Shou y a Ume, pues, como es sabido ya se conocían. Debí presentarles al matrimonio Ahiara, el mayor, a Esther y Silvia. En cambio el otro matrimonio Ahiara, las jóvenes, habían visto a nuestras nuevas amigas por Zoom.

En el momento en que quedaron frente a frente, Yuzu y Mei de un lado y Esther y Silvia, por el otro, un pensamiento cruzó por mi cabeza. Pensamiento que pareció adivinar Keiko cuando se paró a mi lado y dijo.

-Es casi como un espejo-

Y así parecía. Una rubia y una morocha, frente a frente, todas bellísimas.

De todas maneras la impresión que había causado Silvia a nuestras amigas del Lejano Oriente se repitió cuando Ume la vio y acercándose a mí, dijo.

-No puede ser más hermosa-

-Así es- Respondí.

La reunión fue de lo más agradable. entre otros temas el señor Yamura felicitó a Shou por su enorme labor en favor de la educación y la cultura.

Y la señora Yamura tomando de las manos a Ume que estaba sentada a su lado no paraba de felicitarla por la manera en que había educado a Yuzu a pesar de haber quedado viuda, de cómo había trabajado para que el solcito tuviera educación apropiada y de cómo se había hecho cargo de su hijastra Mei y finalmente como comprendió el amor que se tenían las jóvenes.

Ume estaba emocionada por esas palabras y solo atinó a decir.

-Es lo que debe hacer una madre-

-Si, pero no todas lo hacen, créame- Respondió la señora Yamura.

El señor Yamura se mostró interesado en el nuevo emprendimiento del señor Nogueira y por ello hizo varias preguntas a su hija Esther.

-Me han dicho que será un hermoso edificio. Dará nuevo valor a la zona. Yo tengo mi edificio y la fábrica cerca- Comentó.

-Vamos a ser vecinos pues nosotras nos vamos a instalar en un departamento allí- Dijo Silvia.

-Que bien. ¿Eso quiere decir que se van a quedar a vivir en Punta del Este?-

-Así es. Mi padre me ha puesto a cargo de todos sus emprendimientos desde Piriápolis hasta La Paloma- Respondió Esther.

-¿Entonces no las perderemos como invitadas a los asados domingueros?- preguntó la señora Yamura

-Allí nos tendrá, firmes- Contestó Silvia y todos reímos.

Después de la cena tomamos postre helado y luego mientras todos se acomodaban en los sillones me dispuse a preparar café y una copita de coñac.

La señora Azumi también se había quedado a la cena porque yo la invité como una amiga más. Todos los Ahiara estuvieron felices de volver a verla e incluso intercambiaron algunas palabras en su idioma. Azumi me ayudó a organizar la sobremesa. Silvia y Esther también colaboraron.

Una vez acabado el café y la porción de alcohol los Yamura y los Aihara mayores, decidieron ir a descansar. Todos bajaron al primer piso, pues, como es sabido, los padres de mi japonesita tienen su habitación privada allí y Ume y Shou se aposentarían en el dormitorio de Keiko.

En el tercer piso quedamos las lesbianas. Volvimos a repartirnos por los sillones y seguimos con el coñac. La conversación se tornó interesante. Sobre todo por la curiosidad que se tenían mutuamente las dos parejitas que acababan de conocerse.

-Esto parece un antro de “tortas”-Dijo en un momento Marga.

Y la conversación se derivó a nuestras orientaciones sexuales.

-¿Sabes que me pregunto?- Comenzó Esther y continuó – Si sos mujer y te gustan las mujeres ¿Por qué hay lesbianas que se sienten atraídas por mujeres que parecen hombres, incluso más brutas y violentas?-

-Para eso que se busquen un hombre- Opinó Yuzu

-¡Exacto! Pero lo mismo sucede al revés. Hay gays a los que les gustan los afeminados. ¿Dónde está la gracia? Para eso que se busquen una mujer- Concluyó Silvia

-La conclusión sería que hay para todos los gustos. A mí lo que me atrae es una mujer muy femenina. Una vez en la cama se puede hacer cualquier rol, pero con una mujer femenina…- Dijo Esther.

Pero lo que me resultó gracioso, y creo que fui la única que se dio cuenta, fue la manera en que nos miró a las miembros de la “comunidad ampliada” seguramente recordando la forma en que las habíamos sometido en aquella orgia de tiempo atrás.

Al otro día había que levantarse temprano y nos fuimos a acostar. Silvia y Esther, a pesar de nuestra invitación de que se quedaran a dormir en el sofá cama del piso de Marga, prefirieron volver a su departamento. Mis novias y yo nos desparramamos en la cama del tercer piso. Mantuvimos relaciones hasta que explotamos con varios orgasmos. Y así nos quedamos dormidas.

Tras el desayuno del día siguiente Keiko llevaría a sus padres a su casa y luego iría a sus tareas habituales. Marga también tenía bastante trabajo y el mío era llevar a los Aihara a Colonia del Sacramento donde se haría la primera inauguración. De manera que todo el mundo se levantó temprano y luego del café, las tostadas con manteca y las medialunas cada uno emprendió su camino.

Antes de la despedida el señor Yamura pregunto a Shou y Ume.

-Tengo entendido que la última inauguración las hacen el sábado y el domingo todavía están aquí. Por ello quería invitarlos al asado de todos los domingos en la fábrica-

-¡Encantados!- Exclamaron los cuatro Ahiara.

Y luego que hubieron partido mis novias yo saque la camioneta del garaje y llevé a mis amigos de Japón hasta el Aeropuerto del Carmen.

 

 NUEVE

 Tras cincuenta y cinco minutos de viaje, casi todo a lo largo de la costa uruguaya, descendimos en el Aero Club Laguna de los Patos de Colonia del Sacramento. Tomamos un taxi hasta la Plaza 25 de Agosto pues en uno de su laterales, sobre la calle General Flores, se encontraba el instituto educativo a inaugurar.

La ceremonia no fue diferente a las de la ocasión anterior. Dijo un discurso el Ministro de Educación, luego Shou agregó algunas palabras y finalmente hubo un acto con la participación de un conjunto musical de la colectividad japonesa que no debe ser muy numerosa pero que estaba bien representada.

Luego, en un aula, con presencia exclusivamente del personal docente Mei y Yuzu expusieron las ideas que habían puesto en marcha en la Academia Aihara. Al finalizar ese evento no faltaron las mesas con postres y empanadas. Yo me compré dos empanadas, realmente estaban sabrosísimas. Y cuando ya nos íbamos con la intención de dar una vuelta por la ciudad no faltaron quienes me reconocieron y tuve que firmar algunos autógrafos.

Caminamos por la parte antigua de la ciudad, tranquilos, con todo el tiempo del mundo. Decidimos detenernos a almorzar en El Torreón, con vista al río y, de paso visitamos la Galería de Arte adyacente. Regresamos hasta la Plaza, dimos la vuelta completa a su alrededor y tomamos un taxi al Aero Club donde nos esperaba el avión. Poco tiempo después estábamos de regreso en Punta del Este. En el edificio que nos cobija.

Ya era la tarde cuando preparé mate para todos. Llegaron mis novias y nos acomodamos en mi living, para variar un poco de lugar de reunión.

A la noche vencimos la inercia y fuimos Kitty´s a cenar. El personal recordaba a los y las Aihara por lo que nos atendieron mejor que de costumbre. Es una manera de decir, pero lo cierto era que tanto el maître, el sommelier y las mozas estaban fascinadas, sobre todo con las niñas Mei y Yuzu. Esa noche quedamos en que al otro día llevaría a nuestros visitantes a dar una vuelta por la ciudad, hacer compras y parar en alguna confitería a tomar café. Nuestras amigas y Shou disfrutaron del paseo porque estuvo relajado, tranquilo y con tiempo. En realidad no habían tenido un gran descanso desde que llegaran y les sirvió para despejar la mente.

Por la tarde regresamos al edificio y en el piso de Marga preparé el mate ayudada por Mei y Yuzu. Luego llegaron mis novias. Fue una reunión informal y muy placentera. A la noche decidimos cocinar en casa para lo cual se anotó Yuzu a quien le encanta esa tarea y me ayudó haciendo unas tartas.

Al otro día debíamos ir a La Paloma, y dado que era solo una hora y media por tierra, les propuse ir en la camioneta de la empresa del padre de Keiko así cabíamos los Aihara y yo que conduciría. Todos estuvieron de acuerdo, ya que, de paso, podríamos observar el paisaje en más detalle que en avión. Esa noche hubo una larga sobremesa. Todas tenían ganas de conversar y disfrutar del momento. Hasta Shou y Ume se quedaron compartiendo sus historias. Cada una con una vaso de vino blanco en la mano y sorbiéndolo de a poco. Ya había pasado la medianoche cuando nos fuimos a dormir.

En la mañana se produjo la ceremonia del desayuno. Es un momento mágico para mí, de preparación y de relax al mismo tiempo. Sentir en las manos la taza de café calentita es como calentar el alma y los dulces y las facturas se comen masticando lentamente, disfrutando cada trozo de masa.

Mis novias se fueron a sus respectivas tareas. Yo bajé al garaje para revisar la camioneta. Comprobé agua y aceite, golpee las gomas con un palo para verificar la presión y cuando estuve satisfecha subí a buscar a mis amigas, más un amigo, claro está.

Una vez con todos a bordo, salí por la costanera y unas cuadras adelante doblé hacia el centro de Maldonado que atravesé para tomar la Ruta 39 y salir luego a la Ruta 9. Al poco tiempo pasábamos por el costado del pueblo de San Carlos. Cuando llegamos a Rocha doblé hacia la Ruta 15 hasta nuestro destino. La Paloma es un pueblo hermoso. Como todos los pueblos uruguayos es muy tranquilo, demasiado tranquilo. Lo suficiente para pasar unos días lejos del mundanal ruido, pero yo necesito un poco de ese ruido. En pequeñas dosis, es cierto, por eso recalamos en Punta del Este, donde podes integrarte al bullicio o refugiarte en el silencio sin moverte demasiado. Pero, es justo reconocerlo, amo esos pequeños pueblos uruguayos.

El colegio funcionaria, con las nuevas directivas que los otros inaugurados por Shou, en la calle Paloma casi en la intersección, rotonda mediante con la avenida Barrios Amorín, a pocos metros del mar. No necesito detallar la rutina de la ceremonia. Discursos, esta vez de la Directora General de Escuelas, luego un resumen de Shou sobre su pensamiento en lo educativo y una charla de Mei y Yuzu que se ganaron los aplausos del público.

Para ser un lugar tan tranquilo se puede decir que alborotamos el pueblo. Cantó un niño de origen japones dos hermosas canciones y un ballet de música folclórica bailó las clásicas zambas y pericones. El desbande se comenzó a producir cuando todavía era hora del almuerzo. Yo me compré unos pastelitos de dulce de membrillo en una de las mesas de la Cooperadora pero tenía ganas de algo más. Un buen asado. Y les propuse a mis amigas buscar un parrilla autóctona. Y la encontramos a pocas cuadras, en la esquina de Nicolas Solari y De la Virgen. El restaurante se llamaba Arrecifes. Nos sentamos a las mesas que están ubicadas en la vereda y a instancias mías nos comimos una parrillada espectacular.

-Este es el aperitivo para el domingo en lo de Yamura- Les dije.

Y Yuzu, todavía con la boca llena de un trozo de carne manifestó.

-¡Hum! ¡Deseo que llegue el domingo!-

-Creo que si me quedo a vivir en Uruguay voy a engordar- Dijo Ume.

En ese momento se me ocurrió preguntar.

-¿No es raro que la próxima inauguración se haga un sábado que no es un día laborable en la educación?-

Shou me respondió.

-Hasta donde sé, es porque quiere estar presente el Presidente de la Republica y como tiene una agenda bastante complicada se hizo un lugar el sábado-

Me quedé pensando. Viene el presidente. Va a ser a pocas cuadras de nuestro edificio. No estaría mal invitarlo a casa.

Pero una propone y el diablo dispone. Una vez que terminamos la parrillada descansamos un rato e iniciamos el camino de regreso a casa. Estaba a punto de tomar la Ruta 9, en las afueras de Rocha cuando me sonó el celular.

-¿Señorita Montes?- Preguntó una voz femenina.

-Si-

-Mi nombre es Estela, llamo de Ceremonial de Presidencia. Cree usted que puede recibir al señor presidente en su casa después de la inauguración del colegio?-

 

 DIEZ

 Detuve instantáneamente la camioneta al costado de la ruta. Mis pasajeros se sorprendieron. Mas tranquila dije a quién me llamaba.

-Perdón, ¿me estás hablando en serio?-

-Si, el señor presidente quería aprovechar a visitarla a usted y su gente ya que estaban a pocas cuadras del sitio de la inauguración-

-¿Estamos hablando de un almuerzo?-

-No. Solo sería una visita informal sin protocolo y tratando de no generarle gastos innecesarios-

-Eso es lo de menos. Solo quiero saber cómo organizarme debido a lo intempestivo de la noticia. Digamos, ¿Una picadita con vino o cerveza le vendría bien?-

-Perfecto-

-Ok. Otra cosa, ¿Qué pasa si invito algunas otras personas?-

-¿Son de su confianza? No hay problema-

-Bien, entonces el sábado lo veremos- Confirmé

-¿Usted va a ir a la inauguración, supongo?-

-Si, supone bien-

-Bien, la encargada de ceremonial estará allí y coordinaran todo-

-O sea que solo me ocupo de la picada-

-Ja, ja Si-

Y corté. De inmediato y sin mover la camioneta comencé a llamar a todo el mundo. A Keiko le dije que llevara a sus padres. A Esther le dije que estaban invitadas y si era posible que llevara al Señor Nogueira y su madre. A Marga le dije que llevara a Jacobo porque no quería dejarlo afuera.  Y finalmente llamé a Azumi para que pudiera poner la casa en orden. Luego de la maratónica sesión de llamados volví a la ruta y mientras les contaba a los Aihara que era lo que había sucedido le pedí a Yuzu que tomara mi celular y fuera viendo si tenía algún mensaje.

Así fue que en el trayecto a casa recibí todas las confirmaciones de presencia para el sábado en que se inauguraba la última escuela y el presidente volvía a visitarnos. Estacioné el vehículo en el garaje y subimos a mi piso. Ume declaró que estaba muy cansada y se fue a acostar un rato. Shou se quedó sentado en uno de los sillones mirando el mar (rio). Las chicas Aihara y yo nos acomodamos en otros sillones tomando mate.

-Mañana es un día para descansar y podemos levantarnos no muy temprano. Podríamos ir esta noche a Casapueblo a ver la puesta del sol y luego a cenar ¿Qué les parece?-

Las chicas Aihara dieron gritos de júbilo. Bueno, solo Yuzu por que Mei es tan medida en todas sus reacciones que solo dijo.

-Estaría bueno-

-Estoy de acuerdo- Manifestó Shou desde el otro lado del salón

-Bien, cuando lleguen Keiko y Marga partimos-

Al rato llegaron mis novias. Les dije del plan y estuvieron de acuerdo. Poco tiempo después los siete salíamos repartidas en dos autos a la hermosa construcción del genio de Páez Vilaró.

Estacionamos y bajamos a la terraza. Parece una paradoja decir “bajamos” pero ocurre que la entrada a todo el sitio está en lo más alto de la barranca y toda la construcción desciende por el acantilado lo que obliga a bajar en lugar de subir.

Llegó la hora indicada y volvimos a ver la puesta del sol conteniendo una profunda emoción. En realidad nosotras la podemos ver desde nuestra casa pero, allí, con todo el resto de la gente que va a ver el espectáculo y la música de fondo, es, evidentemente, otra cosa.

Luego de los aplausos y las lágrimas, cuando el sol se sumergió totalmente en las aguas, seguimos camino al restaurante. Nos sentamos a una mesa con vista al mar (rio) y cenamos. Fue otra hermosa experiencia. También aquí llamamos la atención. Algunas personas me reconocían a mí y otras ponderaban la belleza de las hermanastras Aihara, pero nos dejaron comer tranquilas (y tranquilo a Shou).

De regreso a nuestro edificio nos cruzamos en el estacionamiento con Jacobo que estaba acompañado de un joven muy bonito y elegantemente vestido. Nos saludó evidenciando que no tenía ningún problema en que lo viéramos tan bien acompañado.

-Mira al muchacho. ¿Sabes qué? Cada vez estoy más conforme con haberlo invitado a trabajar conmigo- Dijo Marga.

-Lo que nos pasó al conocer a este chico es una demostración de cómo se equivocan las personas al prejuzgar- Manifestó Keiko.

-Si, pero no podemos negar que nos influyó la imagen que trasmitía su padre. También nos equivocamos con Esther, antes de conocerla creímos que sería una soberbia y mira lo que resultó- Opiné yo.

Y sorpresivamente Jacobo, no solo nos saludó sino que se acercó a nosotras y dijo.

-Mi hermana me dijo que el sábado hay reunión en su casa, ¿Es cierto que va el presidente?-

-Si, ponete pintón. Vamos a tener una linda reunión- Le contestó Marga.

-¡Ah! Ok. Nos vemos-

Y se fue del brazo de su amiguito.

Terminamos el día, en casa, con una sesión de café con galletas dulces. Una larga charla y nos fuimos adormir.

En la mañana siguiente volvimos a juntarnos todos para el desayuno que me dispuse a preparar en el piso de Keiko, para variar un poco. Me levanté primero, siguiendo la costumbre y Marga llegó detrás de mí.

-Esta semana me tocaba a mi hacer el desayuno- Me dijo.

-Lo olvide, la fuerza de la rutina. Quédate si quieres a ayudarme. A partir de la semana próxima nos hacemos un programa organizado- Respondí.

Y los hicimos entre las dos. Al rato fueron llegando Keiko, por un lado y nuestros huéspedes por el otro.

-Hoy es un día libre. Les propongo hacer un paseo por la ruta de la costa hasta San Ignacio y, si las damas aquí presentes no se oponen podemos pasar por lo de Marga a la ida y por lo de Keiko en el regreso, solo por curiosear-

Todas manifestaron su aprobación. Mis novias dijeron que estarían encantadas con la visita y manifestaron que tendrían algo preparado, para degustar. Con todos de acuerdo terminamos el desayuno, mis novias fueron a sus trabajos y yo me quedé con Yuzu y Mei ordenando todo.

Rato después salíamos con la camioneta hacia el norte.

 

ONCE

 La primera parada de nuestro paseo fue, todavía dentro de la ciudad de Punta del Este, en el edificio donde tienen sus oficinas Marga y las arquitectas. Detuve la camioneta en el parque del frente y subimos por las escaleras.

En el momento en que llegábamos a la puerta de las oficinas de mi novia turca estaban saliendo Esther y Silvia. Marga salió a saludarlas y lo hicieron con besos en la boca. Nuestras amigas japonesas se quedaron mirando asombradas. No daban crédito a lo que veían. Pero lo más gracioso fue cuando las arquitectas nos vieron, saludaron a las Aihara haciendo una reverencia pero a mí me dieron sendos besos en la boca y además tomándome del cintura.

-Bye, bye- Saludó Esther

-Nos vamos para la obra- Aclaró Silvia

Y se fueron caminado por el pasillo meneando sus hermosos traseros.

Desde el extremo del pasillo Silvia se dio vuelta y exclamó

-¿Las vemos el sábado y el domingo, no?-

-Por supuesto- Respondí.

-No puedo creer lo que vi- Dijo Ume

Marga que estaba a mi lado, tomándome del brazo, sonrió y manifestó.

-Ahora, la princesita les va a explicar todo por el camino. Por de pronto entremos que hay café con medialunas-

Después de una amistosa charla, en donde Marga les contó detalles de sus negocios inmobiliarios y sobre todo los más importantes que había emprendido con el padre de Esther, conversación mezclada con abundantes facturas, salimos al balcón y de allí miramos los alrededores.

-Bien, ya molestamos bastante a la reina y debemos seguir viaje- Dije tomando mi cartera.

Nuestros huéspedes se despidieron de mi novia con un hasta luego y montamos todos en la camioneta. Tal como se los había prometido Marga tuve que contarles el cómo y el porqué de la familiaridad con que nos saludábamos con Esther y Silvia. Les referí acerca de la formación de la “comunidad ampliada” con el madrinazgo de la Gaby y como definimos que podría haber “derecho a roce” después de que, naturalmente, los saludos se habían vuelto más audaces. Y no deje de mencionarles como habíamos conocido a Esther y de mi frustrado intento de conquistar a Silvia cuando éramos estudiantes de la Facultad. Esto último, contado a mi manera, les causó mucha gracia.

-Lo notable es como se dan las vueltas de la vida- Dijo Mei.

-Si, aunque soy una defensora ultranza del libre albedrio, hay ocasiones en que creo que todo está escrito-

Después de una travesía de poco más de cuarenta minutos llegamos al pueblo de San Ignacio, más conocido por su faro. Muy pocas casas, muchos terrenos libres, calles de mejorado con algunos baches, nada de rejas y mucho menos de jardines cerrados. Otro pueblo demasiado tranquilo, como La Paloma. Anduvimos buscando algún sitio para comer cerca de la playa y terminamos en un Parador llamado La Huella donde al menos pudimos degustar choripanes y gaseosas. Luego estuvimos caminando por algunas de esas desoladas calles viendo casas muy bonitas. Regresamos cuando ya los sándwiches se habían aposentado en nuestros estómagos. Volví a la ruta 10 hacia Punta. El grupo estaba un poco cansado pero todavía tenían expectativas de visitar a Keiko y al señor Yamura.

Después de cruzar el rio Maldonado por el puente Leonel Viera, ese que parece que lo desencofraron cuando todavía estaba fresco. (es un chiste por la extraña forma que tiene) giré hacia mi derecha y entramos en los terrenos de la fábrica del señor Yamura, y de Keiko debo decir.

Saludamos a la señora Yamura que estaba regando los bonsái en el hall y luego pasamos por la fábrica. Keiko hizo las veces de guía explicando que se hacía en cada sector y además mostró orgullosa todo el jardín interior que habían hecho en el prolijo galpón, para dar un toque de naturaleza relajante a sus operarios. Pasamos al fondo, al parque donde el señor Yamura practica iaido. Y allí estaba con sus katanas y sus movimientos acompasados desenvainando y envainado sus armas.

Lo observamos unos minutos por respeto a su concentración y luego cuando se detuvo saludó a nuestros huéspedes con todas las reverencias del caso. Tras eso se unió a nuestro grupo pues Keiko había enviado a una empleada a anunciar que la merienda estaba lista.

Ingresamos al comedor de la empresa que al igual que la fábrica también estaba ornamentado con plantas y flores. Nos sentamos alrededor de la mesa y comenzamos con el café y masas secas.

-Si me mudo para Uruguay engordaría seguro- Volvió a decir Ume.

Yo estaba sentada con Keiko de un lado y Yuzu del otro. En un momento me di cuenta que nuestro solcito había quedado muy impresionada, a pesar de las explicaciones, por los besos entre Marga, yo y las arquitectas.

-¿Ella también se besa con las otras chicas?- Me preguntó señalando a Keiko.

-Si, claro, somos un grupo unido-

-Ja, ja. Ya era insólito un trio y ahora son cinco- Agregó

-Podemos ser más ¿No quieres participar?-

-No, no sabría que hacer- Contestó Yuzu casi sonrojándose.

Es todavía una niña a pesar de su valor y fuerza de voluntad, pensé en ese momento.

Y finalmente regresamos al edificio.  Nuestras visitas se fueron a dar una ducha. Yo también lo hice. Rato después llegaron Keiko y Marga. Cuando estaba por ir a darse también una ducha Marga se me acercó y me preguntó.

-¿Quedaron asombradas las japonesitas por los besos con las otras dos dementes?-

-No tanto, salvo Yuzu, pero es un ángel y yo la entiendo-

-En ese momento en que me besé cuando ustedes llegaban ni pensé que podría sorprenderlos y encima vas vos y se dan flor de chupada-

-No te preocupes. Entendieron todo y Yuzu no es boluda-

Mateada de por medio terminé de arreglar algunos detalles con la señora Azumi que había estado todo el día con dos de sus empleadas poniendo el edificio reluciente y le tuve que decir que ya estaba todo perfecto, porque quería seguir trabajando.

-Esta señora no conoce la palabra descanso- Dije al grupo después que se marchó.

Me fui caminado hacia la cocina de mi piso, en el que estábamos, y pregunté.

-¿Como andan para cenar? ¿Hago algo liviano?-

Y así fue, ayudada por Yuzu, genial cocinera, que hicimos unas ensaladas que rociamos con jugo de naranja por no tomar alcohol para despertar al otro día sin problemas.

 

DOCE

 En la mañana siguiente, la del gran evento, como movidas por un resorte, nos levantamos temprano. Marga fue la primera y preparó el desayuno en su piso donde nos reunimos para calentar un poco los estómagos.

Al terminar el desayuno nos fuimos a vestir. Yo me puse un jean celeste claro muy ajustado al cuerpo , una polera cuello de tortuga, blanca y botitas con tacos, de gamuza color marrón claro. Una vez reunidas y junto a Shou, salimos para el sitio del evento.

La escuela funcionaria en un establecimiento existente en la esquina de Acuña de Figueroa y 3 de Febrero, cerca de la Municipalidad. Si bien no eran muchas las cuadras que nos separaban de allí, unas veinte, decidimos ir en auto. Nos dividimos Keiko, Marga, Shou y Ume en el auto de la primera y las chicas Aihara y yo en mi auto.

El edificio era muy moderno y con excelentes instalaciones. Huelga decir que nos recibieron como a reinas. En la puerta nos estaban esperando las arquitectas y Jacobo, a las que hicimos entrar diciendo que iban con nosotras ya que no figuraban en la lista de invitados.

Minutos después llegó la comitiva presidencial. Tres camionetas, en una de las cuales iba el presidente y una escasa custodia policial. Nos acomodamos para ver el acto que, salvo la estelar presencia del presidente, fue como los anteriores. Primero un discurso del Ministro de Educación luego las clásicas palabras de Shou y cerrando esa parte del evento el discurso del presidente. En un aparte, Mei y Yuzu volvieron a dar “clase” a docentes y no docentes, acerca del trato hacia los alumnos y la manera de incentivarlos a ser mejores.

Mi encuentro con el presidente se produjo en cuanto llegó al acto. Se sentó junto a nosotras y estuvimos conversando en los espacios entre discursos.

-Siempre es un placer verla- Me dijo cuando me saludó.

-El placer es mío- Respondí. ¿Qué otra cosa podía decir?

Pero después se me ocurrió hacer un chiste.

-Lo bueno viene después con picada y vino tinto en mi casa-

Se rio con ganas. Estas escenas siempre fueron tema para los paparazzi, sobre todo los llegados de Sudacalandia, enviados por medios de comunicación que todavía seguían insistiendo que mi amistad con el presidente uruguayo era algo más que eso. Por supuesto que no lo decían en el plano sentimental sino en algún tipo de alianza política.

Después de la conferencia de Mei y Yuzu se repitieron, como antes, presentaciones de niños realizando breves, pero muy buenas, actuaciones. Un grupo interpretó una banda de candombe y otro una escena del teatro kabuki Yoshitsune Znebon Sakura, al parecer una de las más famosas. Esta última representación fue fascinante y tanto profanos, como conocedores del tema, como los Aihara quedaron impresionados.

Tras el final del acto el presidente me manifestó que tenía muchas ganas de llegar a nuestro edificio.

-Así me relajo un poco lejos del periodismo- Acotó.

-Entonces ya partimos. En pocos minutos estaremos allí- Respondí.

De todas maneras en el edificio ya estaban los Nogueira y los Yamura acompañados de la señora Azumi con cuatro empleadas para atender al presidente.

Igualmente llegamos todos juntos y yo abrí el garaje para que pudieran acomodar los vehículos oficiales. En la planta baja quedaron dos custodios a los dije que podían acomodarse en un sector donde había una mesa y sillas y les hice llegar comida con una de las empleadas de la señora Azumi.

Luego subimos al piso de Marga donde nos recibieron el resto de los invitados. El presidente iba acompañado solamente de su secretaria y un edecán. En la puerta del departamento quedaron otros dos custodios a los también hice atender como correspondía.

La señora Azumi había dispuesto la mesa con toda la picada, los vinos, cervezas y gaseosas para quien quisiera. En resumen estábamos las anfitrionas Marga, Keiko y yo, Shou, Ume, Mei, Yuzu, el matrimonio Nogueira y el matrimonio Yamura, Esther, Silvia y Jacobo. Nos distribuimos en los sillones mientras Azumi y su gente nos atendían.

-Veo gente que ya había conocido en mi anterior visita como el notable señor Yamura y su esposa, además de estas simpática personalidades venidas de tan lejos, pero también me encuentro con alguien a quien también conozco aunque de otras ocasiones- Dijo el presidente mientras daba la mano al señor Nogueira y a su esposa que luego le presentaron a sus hijos y a Silvia.

-Entonces me ha ahorrado el trabajo de presentarlos- Dije sonriendo.

Y le expliqué como habíamos llegado a conocer al magnate inmobiliario y a su familia.

-La gente importante a la larga o a la corta se encuentra y usted parece ser un imán para ello- Manifestó el presidente.

-Si, y me sale solo sin hacer ningún esfuerzo- Respondí riendo.

Luego el señor presidente tuvo interesantes charlas con el señor Yamura y con el señor Nogueira acerca de sus empresas.

-Supe que hizo importantes ventas a clientes americanos, es un orgullo para nuestro país-

-En realidad el mérito lo tiene mi hija que llevó adelante las negociaciones, yo soy solo un viejo samurái que practica iaido en los jardines de la empresa-

-De alguien aprendió su hija seguramente y eso del iaido ¿de qué se trata?-

-Del arte de desenvainar y envainar la katana-

-Interesante. Me gustaría poder verlo alguna vez-

-Bueno, aquí también tenemos a una maestra en ese arte y una muy buena coleccionista de katanas- Dijo el señor Yamura señalándome.

-¿También sabe hacer eso?- Me preguntó el presidente.

-Si, pero no es lo importante ahora. Están desviando el tema de conversación, aquí, Keiko es lo importante, se ha convertido en una excelente empresaria y muy querida por su gente-

-Créame que admiro a las mujeres que saben abrirse paso en un mundo de hombres- Manifestó el presidente dando la mano a mi noviecita japonesa.

Y luego dirigiéndose a mi agregó.

-Y también espero poder verla haciendo iaido. Alguna vez leí que en Japón también hubo samuráis mujeres muy valerosas-

Asentí en silencio. No quería llevar la conversación más allá, no fuera que quisiera que le hiciera una demostración ahí mismo. Por suerte se la tomó con Marga.

-Usted también ha progresado mucho con sus negocios inmobiliarios y eso también demuestra que es otra mujer con agallas y talento-

-Muchas gracias, me siento halagada- Contestó mi noviecita turca-

En ese momento la secretaria le habló al oído al presidente. Él sonrió y dijo

-Aquí me recuerda mi asistente que anduvieron viralizándose algunos videos de ustedes…-

-Espero que no sean los pornográficos- Le interrumpí.

-…Ja, ja, no. Son unos donde se las ve jugando al futbol y otros, debo decir, muy locos, trepando una montaña en China-

-Si, en realidad, más que locos se diría “muy locas”- Acotó Marga.

Después de algún que otro comentario intrascendente el presidente se dirigió al señor Nogueira.

-También, y esto parece una reunión de gente exitosa, he sabido que estas avanzando con varios proyectos en la costa y en Montevideo-

-Si, digamos que he tenido bastante suerte. Las cosas no andaban muy bien por que sufría un problema de competencia desleal-

-¡Ah! ¿Si? ¿Qué clase de deslealtad?-

-Un competidor había puesto un espía dentro de mi empresa que me robaba los datos para comprar terrenos y los proyectos que tenía entre manos quitándome la posibilidad de negociar esas compras y además intentaba quedarse con mis proveedores y empresa constructora-

-Mala gente. ¿Quién era? Si me lo puedes decir-

-Montaña, de la empresa Estructural-

-Si, no he oído buenas cosas de él-

-Y ahora oirá menos, se mudó al otro lado del rio- Acoté.

-¿Ahora que allá no hay plata para hacer obra pública y el negocio inmobiliario está parado?-

-Si, allá mismo- Respondí.

-¿Y cómo descubrió el espionaje?-

-El espía era una persona de mi mayor confianza-

-Suele suceder-

-Pero fue ella quien lo descubrió- Manifestó el señor Nogueira señalándome.

El presidente, que en ese momento estaba dándome la espalda, se dio vuelta y cuando me vio dijo.

-No podía imaginarme otra cosa. De modo que usted siempre está en el centro de la acción-

-Y sin ningún esfuerzo, como le dije antes- Respondí.

La reunión recién comenzaba. El presidente estaba relajado y se mostraba contento. Luego de hablar con los empresarios se sentó a conversar con Shou, Ume y sus hijas.

-Usted ha abierto los ojos, y los oídos, a mucha gente en el Ministerio y en las escuelas. En donde su sistema educativo ya está implementado desde hace un tiempo están muy satisfechos, las escuelas que inauguramos en esta ocasión ya están impacientes por comenzar con la nueva curricula y le puedo asegurar que hay varias escuelas que nos piden pautas para comenzar a hacer algunas cosas aunque sean parciales. Creo que vamos a tener trabajo y gracias a usted. Lo felicito-

-Gracias- contestó Shou y agregó -Y todo esto también se lo debo agradecer a mi esposa y a mis talentosas hijas-

-Lo creo así- Asintió el presidente.

 

TRECE

 El señor presidente conversó también con Esther, Silvia y Jacobo. Quiso saber de sus actividades y se manifestó muy conforme y feliz por encontrar gente de trabajo con ansias de progreso.

-Si la gente quiere progresar honestamente y trabajando al país le va a ir mejor- Dijo.

Y luego dirigiéndose a mi manifestó

-Ahora me gustaría ver una demostración de…¿iaido?-

-Hace tiempo que no practico- Respondí.

Pero el señor Yamura inesperadamente terció en la conversación.

-Podemos hacerlo juntos. Usted tiene varias katanas de colección-

-Podemos- Acepté.

Bajé a mi piso a buscar las espadas y regresé con dos. Primero se las mostré al presidente que las admiró detenidamente.

-Cuidado con el filo, es muy peligroso- Le advertí.

-Son verdaderas obras de arte- Opinó el presidente.

Entregue una de las katanas al señor Yamura con toda la ceremonia manteniéndola horizontal y tomada de ambos extremos. Hice una reverencia. Él tomó la espada e hizo otra reverencia. Nos colocamos los cinturones donde se enganchan las vainas y manteniéndonos suficientemente alejados uno del otro y del resto de la gente comenzamos a hacer los doce katas. Yamura, no se podía esperar otra cosa, hizo todos los movimientos perfectos. Yo me equivoque en algunos pero salí airosa, al menos aplaudieron.

-Fascinante- Dijo el señor presidente y agregó -Fascinante, en verdad-

El señor Yamura me devolvió la espada con la misma ceremonia y las llevé a su sitio en mi estudio.

-Admirable. Usted tiene un don y creo saber cuál es, pues es el que rige a todo lo demás-

-¿Y cuál sería?- Pregunté

-Afán de aprender. Afán de hacer cosas nuevas. Eso mantiene el espíritu en alto y el cerebro funcionado. Y además tiene a su alrededor, por lo que veo, a gente capaz, inteligente, laboriosa y honesta-

-Tal vez pero voy a disentir un tanto. Yo no soy el centro, simplemente se ha juntado aquí gente con intereses comunes y no necesariamente en lo económico sino también en lo intelectual. Soy solo una más. Me halaga usted demasiado-

-Bien, supongo que sí, es así- Manifestó el presidente.

Seguimos conversando de temas de política local y mundial. Un poco de futbol y de la bronca que se había agarrado el entrenador del Seleccionado de Uruguay por los sucesos en el partido con Colombia de la Copa América. En ese punto el presidente preguntó de que club éramos hinchas cada uno y se llevó una sorpresa pues ni Marga, ni Keiko, ni Esther ni Jacobo, ni Silvia ni yo éramos hinchas de alguno. Los Yamura se mostraron ignorantes del tema y el señor Nogueira y su esposa se manifestaron simpatizantes de Peñarol.

-Cuando vi sus videos de futbol las imaginé fanáticas de alguna institución-

Dijo el presidente.

-Nos gusta jugar, nos gusta ver algún partido, de vez en cuando, por el espectáculo, pero no compartimos el fanatismo, al menos mis novias y yo- Respondí.

-A nosotras nos pasa lo mismo- Opinó Esther.

-Bien, y debo decirles que juegan con mucha habilidad por los videos que he visto-

-Es ganas de pasarla bien. Y a la larga una aprende algo- Manifestó Silvia.

Tras estas palabras el presidente se levantó de su sillón y dijo

-Señoras, señores, voy a tratar de descansar un poco. He pasado una hermosa velada, rodeado de gente muy interesante y amena. Siento un honor tener en nuestro país a compatriotas y argentinas que llegaron para ayudar en el progreso. Y lo mío no es un discurso político. No se imaginan cuanta más gente como ustedes quisiera conocer-

Junto al edecán y su secretaria bajamos a la planta baja, donde están las cocheras. Todos los guardias de seguridad se acomodaron en los vehículos. Antes de arrancar los motores dijo Keiko.

-Creo haber visto algunos periodistas en la vereda-

-No me preocupan. ¿A ustedes?-Dijo el presidente

-Tampoco- Dijo Marga.

-Bien, ahí vamos-

Abrí la cochera y salieron las tres camionetas raudamente hacia Montevideo. A último momento habían decidido ir por tierra.

-Así veo el paisaje- Comentó el presidente.

Rápidamente, antes que pudiéramos cerrar la cortina metálica de la cochera se acercaron un par de periodistas.

-¿Ese que partió era el presidente Lacalle Pou?-

-Averígüenlo- Respondí.

Al otro día volvieron los comentarios en los diarios de Sudacalandia acerca de una alianza política entre el presidente y yo, o alguna pavada por el estilo.

Marga, Keiko y yo regresamos al tercer piso donde todavía estaban el resto de los invitados.

-Bien, señoras y señores. Hemos tenido un día muy especial. ¿Seguimos con un poco de té con masas?-

Todos estuvieron de acuerdo. Fui hasta la cocina y ayudada por la señora Azumi hice todos los preparativos. Silvia y Yuzu se acercaron a cooperar. Nos llevó poco tiempo para tener todo dispuesto en la mesa del comedor.

-Realmente estoy más que contento con todo lo que ha sucedido en este país con la apertura de las escuelas. Me voy enormemente satisfecho- Dijo Shou.

-Es usted una persona admirable. No son muchos los que se preocupan por estos países del tercer mundo- Agregó el señor Nogueira.

La reunión continuó. Junto con mis novias hicimos algunas pizzas y luego de comer, los Aihara grandes y los Yamura se retiraron a sus aposentos. Los Nogueira se fueron a su casa y quedamos solamente, las Aihara chicas, Esther, Silvia y Jacobo por un lado y mis novias y yo por el otro.

Adoro esos momentos en que vamos quedando pocos dispuestos a seguir conversando, vaso de vino mediante, excepto para las Aihara, y todo se relaja entre palabras y silencios.

 

CATORCE

 Mientras conversábamos tranquila y pausadamente en el piso de Marga, toda la “comunidad ampliada” y el resto de las chicas, (incluido Jacobo) se produjo una sorpresa. Un hecho del que casi no hablamos hablado a nuestro regreso de Japón y Turquía, el baile con el heladero Mehmet Dinc en Antalya, recién después de varios días se estaba volviendo viral.

Lo descubrió Silvia que se había puesto a revisas su celular y de pronto dijo.

-¿Estas son ustedes?-

Tomé el aparato y vi la imagen. Allí estábamos las tres haciéndonos las seductoras con Mehmet y bailando desenfrenadas. Luego cuando, recuperó su móvil, Silvia lo compartió con Esther y rápidamente estuvo en todos los celulares de las presentes en la reunión.

El tiempo ya es casi inexistente en este mundo globalizado y conectado. A los pocos minutos y mientras le contábamos a nuestras amigas la experiencia, comenzaron a llegar mensajes de nuestras amigas de Japón. En resumen, que seguíamos estando presentes en las redes a pesar de no tener otra cosa que You Tube y Facebook. Respondimos los mensajes, algunos con un corto texto o con un emoji para no perder el tiempo.

Después de esa oleada de popularidad seguimos conversando pero ya se hacía tarde. Esther, Silvia Y Jacobo se fueron a sus viviendas. Las chicas Aihara también estaban cansadas y bajaron mi piso a dormir.

Al otro día me desperté sola en la cama. Mis novias no estaban y fui a buscarlas vestida solo con mi conjunto preferido de tanga y corpiño color violeta. Las encontré en la cocina preparando el desayuno.

-¿Qué pasa? ¿Les dio ganas de trabajar?- Les pregunté.

-Estábamos desveladas Y no te quisimos molestar- Respondió Marga.

En ese instante llegaron al piso Mei y Yuzu que no estaban mucho más vestidas que yo, salvo por unos delicados baby doll. Mis novias, en cambio, tenían puestas combinaciones de las que les había regalado de mi abuela.

Fui a mi piso a buscar algo que ponerme cuando me crucé en las escaleras con Ume y Shou que, a pesar de su buena educación me miró asombrado.

-No mires porque te van a regañar- Le dije riéndome. Ume lo tomó con gracia.

Mientras tomábamos el desayuno, hicimos preparativos para ir a lo del padre de Keiko.

-¿Tienen alguna ropa deportiva y zapatillas?- Le pregunté a las y él Aihara.

-Ume y Shou dijeron que no pero Mei y Yuzu afirmaron y preguntaron.

-¿Para qué?-

-Para jugar un poco al futbol. No creo que haya rivales para hacer un partido pero podemos hacer algo entre nosotras- Respondí.

-¡Genial!- Exclamó Yuzu y Mei dijo que estaba de acuerdo aunque aclaró que nunca había jugado a lo que Yuzu agregó que ella tampoco pero tenía muchas ganas.

En dos vehículos fuimos a la fábrica de Yamura. En la entrada se nos sumaron Esther y Silvia. Saludamos a los padres de Keiko y pasamos al club vecino. Los equipos de mujeres no estaban, pues participaban de un torneo en Montevideo. Tuvimos el gimnasio todo para nosotras. Turnándonos en el arco hicimos algunos tiros y luego pases. Yuzu ponía todo su entusiasmo pero erraba la mitad de las pelotas y Mei estaba muy dura. Pero eso fue al principio pues conforme pasaron los minutos se fueron animando más y acertando las patadas.

Improvisamos un partido con Marga, Silvia y Esther por un lado y Yuzu, Mei, Keiko y yo por el otro. Terminamos 1 a 1 después de media hora de juego. Las Aihara estaban más que entusiasmadas. Mei parecía otra divirtiéndose alegremente y riendo por cualquier cosa.

Luego de una ducha y cambio de ropa nos acercamos al asado. No nos privamos de nada. El ejercicio nos había dado hambre.

Los Yamura estaban muy entretenidos hablando en japones con Ume y Shou. Nosotras dimos una vuelta por el parque y cuando llegó la hora nos pusimos en marcha de regreso a nuestro edificio.

-¿Van a tener que volver cada vez que se inaugure una escuela?-Pregunto la señora Yamura a Shou.

-No, ahora todo se va a resolver por Zoom por cualquier duda que se presente. Nosotros vendremos de vez en cuando. Es una lástima porque estos días compartidos con ustedes han sido hermosos, pero ya vendremos en el momento en que nuestras actividades y las de las chicas lo permitan- Respondió.

Era ya la tardecita y luego de una agradable mateada, regresamos al edificio. La despedida de los Aihara y los Yamura fue algo melancólica y presentía lo que sucedería más adelante.

La cena estuvo amena y se conversó bastante, pero ya se acercaba la hora de la partida y por momentos se hacían algunos silencios.

Al otro día después del desayuno Marga y Keiko partieron a sus trabajos. Yo llevé a los viajeros en la camioneta al Aeropuerto del Carmen y en taxi aéreo hasta Montevideo.

-Cada vez que venimos aquí pasamos unos días maravillosos. Gracias por todo- Me dijo Ume.

-Cuando nosotras vamos a su país también la pasamos genial gracias a su hospitalidad- manifesté.

Y luego, dirigiéndome a las niñas Aihara que estaban absortas mirando el paisaje por la ventanilla del avión, les pregunté.

-¿Y? ¿Van a seguir practicando futbol allá en su país?-

-Francamente no tenemos idea de dónde. A mí me gustó mucho y voy a buscar un sitio donde podamos jugar- Respondió el solcito.

-Y estoy segura que me va a arrastrar a mi- Agregó Mei sonriendo.

El taxi aéreo bajó en la pista. A pocos metros estaba el avión que debían tomar nuestras amigas (y amigo). Los empleados de aduana revisaron las valijas ahí mismo y mientras el equipaje viajaba a la bodega del avión los Aihara y no dejábamos de besarnos y abrazarnos.

-Los voy a extrañar- Dije mientras me corrían algunas lágrimas por las mejillas.

-Nosotros también- respondió Ume que también lloraba.

Yuzu y Mei no se quedaron atrás en la emoción. Shou intentaba disimular pero alguna lagrima brilló en su cara a la luz del sol. Tras todas estas muestras de afecto se encaminaron al avión. Yo me quedé parada al lado de la avioneta del taxi aéreo.

Mi piloto se subió al cabina a prepararse para regresar. De pronto asomó la cabeza por la ventanilla y dijo.

-Excelentes personas. Casi lloro yo también. He leído sobre el señor Aihara. Creo que en Uruguay le vamos a deber mucho en la educación de nuestros hijos-

Asentí en silencio. Di media vuelta y subí a la avioneta.

 

QUINCE

 Al otro día después de la partida de los Aihara volvimos a la rutina. Desayuno y mis novias partiendo a sus trabajos. Yo, procurando, en verdad, disfrutar de un periodo sabático tal como me lo había prometido.

Estaba ordenando esos papeles que nunca ordeno tranquila, sola, disfrutando del silencio cuando el sonido del portero eléctrico alteró la calma. Podía haber contestado por el aparato pero me resultó más fácil asomarme por la ventana. Y vi la camioneta de la empresa de Nogueira y a la bellísima Silvia apoyada sobre la puerta del vehículo.

Volví al portero eléctrico y abrí. De inmediato fui a mi cocina y comencé a preparar café. Sentí la voz de Silvia desde la escalera.

-¿Dónde estás?-

-Acá, en mi piso, el segundo- respondí.

Cuando llegó a mi cocina ya la estaba esperando con una taza de café en la mano y un plato de galletitas sobre la mesada de la isla.

-Ya sabes lo que me gusta- Dijo asiendo la taza.

La miré. Estaba bellísima. Vestida con un pantalón de corte de jean pero de tela engomada color negro, botitas con taco, un buzo con capucha, para variar color negro, que cuando se lo sacó dejo a la vista además de su hermoso cuerpo, una musculosa color bordó oscuro ajustada al cuerpo.

-¿Que te trae por estas latitudes, querida?- Le pregunté.

-Pasaba-

-Si, me imagino-

Y sin decirle nada más dejé mi taza sobre la mesada de la isla y me acerqué a ella que estaba apoyada sobre la mesada. Le saqué su taza y la arrinconé contra el mueble. La tomé de la cintura y le di tal beso que metí mi lengua hasta su garganta. Ella se entregó totalmente. No tuve que esperar más. La llevé al dormitorio tomándola de la mano y cuando entramos a mi habitación, solo pasaron unos pocos segundos para quedar totalmente desnudas acostadas en la cama.

Le metí la lengua en todas sus cavidades. Ella gemía de placer y tenía un orgasmo tras otro. También la mordí, debo confesarlo. Ella trató de hacer lo mismo conmigo y la dejé. Pronto su lengua era la que exploraba todo mi cuerpo.

Pero no quedó ahí, saqué un dildo de mi placar y me lo puse con un arnés. Ella no ofreció resistencia. La penetré por delante y por detrás. Su cuerpo seguía siendo un mar de orgasmos. Se retorcía de placer y gritaba como poseída.

Hasta que llegó el momento que me esperaba. Dándome la espalda, acostada boca abajo me suplicó que le pegue en los glúteos. La hice sufrir un poco haciéndole creer que no lo iba a hacer, hasta que tomé un latiguito de cuero también de mi placar y comencé a azotarla. Ella gozaba tanto que seguía teniendo más y más orgasmos. Me pedía que le siguiera pegando y lo hice hasta que decidí que era suficiente. Tenía las nalgas coloradas.

Cuando dejé de azotarla se aferró a mi como aquella vez, cuando la orgia grupal, y volvió a llorar de placer. La acaricié suavemente. Era un muñeca sumisa en mis brazos. Y volvieron a mi aquellas escenas de cuando éramos jovencitas y yo la perseguía por toda la Facultad.

Nos dimos una ducha y nos vestimos. Regresamos a la cocina. Le hice otro café.

-No sabía si podíamos hacer esto cuando llegué- Me confesó y agregó -Pero me siento indefensa ante vos. Gracias-

-No tenes por que darlas. Yo gocé muchísimo también- Le contesté.

Y luego de unos segundos le pregunté.

-En aquella época en que yo pretendía conquistarte y a vos se te tiraban encima todos los varones de la catedra, ¿Te cogió alguno?-

-Jamás. Nunca tuve relaciones con hombres. ¿Y vos?-

-Tampoco. Bueno salvo una travesti que me cogí y me cogió en Japón-

-¿Si? ¡Qué bueno! Así que por lo menos una vez en tu vida te comiste una pija real-

-Si, dos veces en realidad porque en otro viaje nos lo cogimos las tres-

-Me imagino eso. Ya vivimos con Esther de lo que son capaces ustedes tres juntas-

-¿Y a propósito de Esther? ¿No le va a extrañar tu ausencia?- Le interrogué.

-No, porque sabe que estoy acá-

-¿Y sabe que podríamos estar haciendo lo que hicimos?-

-Obvio. ¿Acaso no somos amigas con derecho a roce?-

-Si, claro-

-¿Y vos como manejas esto con tus novias?-

-Bien, al menos hasta ahora. Ellas supieron lo del trasvesti y también otra aventura que tuve en Japón con una mujer y les encantó-

-¿Alguna de ese maravilloso grupo que conocimos por Zoom?-

-Si, tal vez recuerdes a la mayor, la del pelo cortado desparejo-

-Si, creo saber quién pero no recuerdo el nombre-

-Mitsuko. Ella fue quien me introdujo en el ambiente lésbico en el primer viaje que hice a Japón y luego en otro viaje que fui sola a presentar un libro estuvimos juntas todo el tiempo porque su pareja estaba en Europa en esos días-

-Bueno. Toleraron tus aventuras en las antípodas. ¿Crees que toleraran esta si les cuentas?-

-Si- Respondí no muy segura.

Y después de besarnos un poco más Silvia se marchó.

-Si les contas después decime como te fue- Me dijo cuando nos despedimos.

Esa noche mis novias supieron todo. Mientras degustábamos una picada dije a modo de introducción.

-Hoy vino Silvia a visitarme-

-¿Y se decidieron a coger de una vez?-

-Si-

-Pues no sos la única afortunada. Esther me invitó a su departamento- Dijo Keiko

-¿Fuiste?-

-Por supuesto. Y la semana que viene va a invitarla a Marga-

Me miraron para observar mi reacción y me sonreí. Ellas también sonrieron.

-Esto de la “comunidad ampliada con derecho a roce” está funcionado de maravillas- Afirmo Marga.

Y nos besamos largamente. Esa noche nuestras relaciones fueron aún más intensas. Marga tenía razón.

Al otro día tuve una larga charla vía celular con Silvia y nos contamos todo.

 

DIECISEIS

 Marga y Esther tuvieron relaciones al otro día. Viendo cómo se estaba dando todo se dejaron llevar por la calentura y terminaron en el departamento de las arquitectas mientras Silvia estaba en la obra.

La idea de la comunidad ampliada y “con derecho a roce“ había sido mía pero jamás creí que lo tomaran con tanta naturalidad. De todas maneras estaba bueno porque entre mis novias y yo la relación continuaba igual, con verdadero amor y, además, podíamos tener aventuras con chicas que no nos eran desconocidas. Lo mismo valía para Esther y Silvia.

El día que Marga se acostó con Esther conversamos el tema, por la noche, durante la cena.

-Yo creo que lo mejor de esto que estamos haciendo es que podemos confiar en las arquitectas y que fundamentalmente somos un grupo unido- Argumentó Marga.

Lo que me hizo recordar a ese grupo relacionado con las madres de aquellas niñas compañeras de Adela, la hija del arquitecto Castaño.

-¿No estaría bueno que nos juntáramos para conversar sobre lo que pasó en estos días?- Preguntó Keiko.

-Algo así como un informe de situación- Dijo Marga riéndose.

-Que boluda que sos- Respondió Keiko.

Me encanta verlas pelear de mentira. A Marga siempre se le ocurre algo para tratar de hacer enojar a mi japonesita pero casi nunca lo logra.

Marga le dio un beso en la mejilla a Keiko y manifestó.

-¿Sabes que estaría bueno eso de juntarse un grupo de lesbianas infieles a contarse entre ellas como cogieron con otras? Te juro que estoy empezando a creer que va a ser algo bueno y positivo-

-¿Viste boluda que yo siempre tengo razón?- Afirmó Keiko devolviendo el beso en la mejilla a Marga.

Y, como consecuencia de esa insólita conversación quedamos en invitar a Esther y Silvia para el viernes por la noche a cenar en nuestro edificio. Marga fue la encargada de decírselo cuando se encontraron en sus oficinas.

-Se sorprendieron tanto que creí que iban a salir corriendo- Contó Marga y agregó – Pero después de unos segundos dijeron que les fascinaba la idea-

Y ese viernes, mientras afuera la temperatura estaba baja, dentro del edificio estábamos las cinco reunidas. Yo había pedido pizzas y empanadas, y como siempre, saqué unos buenos vinos de mi bodega.

Antes, a la tardecita, llegó primero Keiko, luego vi aparecer el auto de Marga y detrás la camioneta Porsche de Nogueira. Entraron sus vehículos en el garaje de la Planta Baja y lo cerraron.

Estaban hermosas. Marga con pantalones de jean celestes, botitas negras y un pulóver negro escote en V. Keiko de calzas negras, blusa roja y zapatos con taco chino. Esther y Silvia estaban casi iguales, de pantalón engomado negro y buzo, negro el de Silvia y blanco el de Esther, ambas con botas animal print. Yo, como era la única que estuvo en la casa durante todo el día, tenía un pulóver liviano color bordó, de cuello en V y un pantaloncito muy corto y ajustado color negro, como calzado estaba de zapatillas.

Les ofrecí tomar unos mates para comenzar y Marga se apresuró a ir a la cocina, pero no tuvo mucho que hacer pues yo había preparado todo. Se acercó con la bandeja que tenía el mate, el azúcar y el termo y se dispuso a cebar. Nos acomodamos en sillones alrededor de ella para que no tuviera que moverse mucho al entregar el mate.

Yo estaba sentada en el extremo de uno de los sillones largos. Esther se sentó a mi lado y pronto tuve su mano recorriéndome la pierna. Cuando la miré a los ojos me dijo.

-Me falta coger con vos-

-Ya te voy a dar un turno- Le contesté y sonreímos.

-Bien, todas nos hemos acostado de una manera que es distinta a la orgia de hace un tiempo. Es decir que es como si nos hubiéramos hecho los cuernos…con licencia- Manifestó Marga.

-Eso es lo lindo, lo de la licencia-Opinó Silvia.

-Estoy de acuerdo- Manifestó Esther.

-Entonces, ¿Qué resultó de esto? ¿La pasaron bien?-

-Yo genial- Dijo Esther y mirándome agregó- Creí que Keiko era un dulce, así con esa cara de muñeca de porcelana, tan suave y discreta y resultó ser una perra insaciable-

Keiko sonrió.

-La culpa es de la maestra- Afirmó Marga señalándome.

-Lo cierto es que creí que iba a ser la dominante y termine siendo la sometida- Aclaró Esther.

-¿Y qué te pareció?- Le pregunté.

-Ustedes saben que el gusto por ser sometidas es algo que Silvia y yo descubrimos con ustedes. Ustedes son expertas en eso. La pasé muy bien-

-¿Y con Marga?- Preguntó Keiko.

-Con Marga era casi inevitable, su aspecto es intimidante. Me ofrecí de entrada porque ya sabía que iba a ser casi su esclava-

-¿Y ustedes?- les pregunté a mis novias.

Ambas respondieron casi lo mismo.

-La forma en que esta chica se ofrece y se entrega y goza tanto de ser sometida es fascinante. Fue una linda experiencia-

-¿Y vos?- Me preguntó Marga.

-Genial también. Silvia, al igual que su pareja es un bombón listo para ser comido. Goza tanto del sometimiento que se corre el riesgo de pasarse de la raya. Es como yo, lo saben bien, pero mientras estaba en el rol de sádica con ella era como si me viera a mí misma con las nalgas rojas del azotamiento-

-¿Vos Silvy?- Preguntó Keiko.

-Alexia lo dijo todo. Gocé tanto de su castigo y su penetración que hubiera muerto de placer ahí mismo. Ustedes nos hicieron descubrir a Esther y a mí, nuevas formas de gozar y tener un mar de orgasmos, que han mejorado muchísimo nuestra relación-

-Entonces todo está bien, pero hay un tema…- Dije

-¿Cuál?- preguntaron todas.

-Que mientras Keiko, Marga, Silvia y yo tuvimos una sola relación esta mujer tuvo dos- Respondí pasando mi brazo por sobre el hombro de Esther y atrayéndola hacia mí.

-Ventajas de que nosotras somos solo dos y ustedes tres- Respondió la rubia.

-Entonces la próxima vez me toca a mi tener dos relaciones- Dijo Silvia.

-Listo, en las próxima ronda Silvia se come a la japonesa y a la turca- Manifesté riendo.

-Deberíamos hacer un fixture- Opinó Esther que ya se había acurrucado contra mi pecho.

Comimos las pizzas las empanadas, degustamos el vino y seguimos conversando de otros temas. Tenía la seguridad de que esa comunidad se estaba haciendo más fuerte.

-¿Como anda la obra?- Les pregunté a las arquitectas.

-Muy rápida y eso nos da una ventaja, los equipos de cimentación y bases ya están trabajando en el nuevo proyecto, en donde haremos nuestra casa. El lunes tenemos que presentar los planos definitivos, ¿Te gustaría echarles una mirada?- Preguntó Silvia.

-Podríamos verlos mañana si quieren, es sábado pero yo no tengo problemas- Respondí.

-¡Hecho! Mañana te traemos todo. La distribución de nuestro departamento está definida y en gran parte es gracias a vos- Afirmó Esther que luego de la cena se había acostado en el gran sillón donde yo estaba sentada, con su cabeza apoyada en mis piernas que aprovechó a besar muy suavemente.

Le acaricié el cabello, era un gesto amoroso que también me gusta hacerles a mis novias. Esther giró de costado y continuó besando mis piernas.

Después de la cena seguimos con el café y la acostumbrada copa de coñac o whisky. Esther siguió a mi lado pero cada vez que se daba oportunidad nos besábamos entre todas. Era un juego divertido pero no íbamos más allá, estábamos conscientes de que no era cuestión de tener sexo todo el tiempo como una adicción. Basta con demostrarnos afecto. Era la manera de fortalecer más el grupo.

Como se había hecho tarde las arquitectas accedieron a quedarse a dormir.  Les ofrecí mi dormitorio y mis novias y yo nos acomodamos en el de Marga. Volvimos a besarnos entre todas cuando Esther y Silvia bajaron a mi piso. Ese intercambio de labios y lenguas se había convertido en un rito amoroso indispensable.

Cuando nos quedamos, mis novias y yo, en el dormitorio de Marga, nos quitamos la ropa hasta quedar solo con corpiño y tanga. Nos acostamos y nos abrazamos juntando nuestros cuerpos como si nos quisiéramos fundir unas con otras. Claro que no duró mucho ese estado de laxitud por que de pronto me vi asaltada por ambas que comenzaron a lamer todo mi cuerpo.

No me resistí, casi sin darme cuenta me sacaron la tanga y sus lenguas pasaron repetidamente por mi vagina y la raya entre mis glúteos. Comencé a tener orgasmos, ellas también se estaban acariciando mutuamente y todo se convirtió en un concierto de gemidos, la poca ropa que teníamos puesta voló por el aire. Yo también comencé a lamer a mis novias y jugar con mis dedo en sus preciosas cavernas. Así estuvimos un largo rato.

No fue una de esas clásicas sesiones de desenfreno con dildos, látigos, ataduras ni mordazas. Fue una simple relación sexual en la que restregábamos nuestros cuerpos y ese solo roce nos excitaba aún más. Quedamos agotadas y totalmente desnudas como estábamos, nos dormimos abrazadas, con las piernas entrelazadas. Así despertamos al día siguiente con la sensación de haber estado en el paraíso.

Al colarse el sol por las ventanas nos levantamos. Marga se puso a preparar el desayuno en mi cocina y yo fui a despertar a nuestras amigas que dormían profundamente. Las besé en las mejillas. Despertaron exultantes. Seguramente también había tenido sexo.

 

DIECISIETE

 Nos reunimos para desayunar. Las cinco estábamos agotadas. Por suerte era sábado y no había urgencia por salir a trabajar. El cansancio era debido a las sesiones de sexo que tuvimos nosotras en la cama de Marga y nuestras amigas en mi cama. Eso era de suponer porque nadie lo contó, pues, además de agotadas, se nos veía felices.

-Tendríamos que ir a la oficina a buscar los planos- Dijo Silvia recordando que habíamos quedado en que yo los viera.

-Vayamos y volvemos- Manifestó Esther.

Y después de haber dicho esto nos miró a nosotras y agregó.

-Claro, si no es molestia-

Antes de que yo pudiera hablar Marga opinó.

-Por nosotras no hay problema. Es más, si se quieren quedar todo el día son bienvenidas-

Silvia y Esther hicieron un piedra, papel y tijera para decidir quién iba hasta la oficina a buscar los planos. Perdió la hija de Nogueira y se fue rápidamente para volver lo más pronto posible. De todas maneras el edificio del estudio está a pocas cuadras y no le iba a llevar mucho tiempo ir y volver.

El día estaba bastante fresco y desapacible. No daban ganas de salir a la calle y a mí me pareció una buena idea que nos quedáramos las cinco pasando el rato, cómodas de ropa gozando de las delicias del aire acondicionado. Subimos al piso de Marga y corrimos todas las cortinas. El mar (rio) estaba hermoso, de un profundo color gris oscuro que llegaba a contrastar con el cielo a pesar de estar nublado. No se veía a nadie caminando por la playa y muy pocos autos en la Costanera.

A pesar de que no hacía mucho tiempo que tomáramos el desayuno, preparé el mate. Para nosotras la infusión no es sólo un alimento, es un modo de relajarnos, conversar tranquilas, compartir el momento con la excusa de chupar la bombilla. (Aquí dirán que esto lo escribí con doble sentido, ja, ja).

Esther, como lo imaginaba, regresó pronto. Guardó la camioneta en el garaje y subió al tercer piso con un rollo de papeles. Los distribuyó sobre la mesa del comedor y comenzamos a revisarlos. No sé si esperaban una definición de mi parte pero los observé como si así fuera.

Habían tomado gran parte de mis ideas, sobre todo en lo ateniente a su propia vivienda. Usaron el tamaño de dos unidades en el tercer piso y una cochera doble en el extremo del edificio con entrada privada. El balcón hacia el mar era de generosas dimensiones y el departamento tenía un gran living y un no menos importante comedor, cocina con isla, lavadero, habitación deposito, un dormitorio principal con baño en suite, habitación vestidor con grandes placares y dos dormitorios de huéspedes con un baño más. Hacia el lado opuesto de la parte intima de la casa lograron un muy amplio espacio para armar un estudio y biblioteca. Realmente, todo el departamento no solo era espacioso sino, además, funcional.

Revisé el plano del departamento de mis amigas y todo el resto. Vi las plantas y cortes y vistas dibujadas por inteligencia artificial. Era un edificio hermoso. Se parecía un poco al de Yamura, con la diferencia de que el de las chicas tenía una importante curva a lo largo del frente lo que posibilitaba dar luz natural a todas las habitaciones durante gran parte del día.

-¿Qué te parece?- Preguntó Esther.

-Esta buenísimo- Opiné.

-¿Seguro?- Insistió.

-¿Qué pasa? ¿Están inseguras?-

-No, no es eso, solo queremos saber si estás de acuerdo-

-¡Si! No tengas dudas. Además ustedes son las profesionales. Yo solo soy una opinadora-

-Yo no, yo tengo mi interés en esto y creo que esos departamentos se van a vender como pan caliente- Dijo Marga.

-¿Ven? Ahí tienen a una que solo piensa en la plata y dice que va a estar todo bien-

Hasta Marga rio de mi ocurrencia.

-Vayan apurando que tenemos que hacer una gran fiesta de inauguración de su nuevo departamento- Manifestó Keiko.

-¡Por supuesto!- Respondió Esther.

Esa tarde de sábado las arquitectas se quedaron hasta la hora de la merienda. Luego fueron a su casa y nosotras nos quedamos disfrutando de la tranquilidad. Antes de irse combinamos con ellas para encontrarnos al otro día en lo de Yamura para el clásico asado de los domingos.

El domingo, después del desayuno partimos para la fábrica y el edificio del padre de Keiko. Llegamos temprano y como no andábamos con ganas de jugar al futbol nos dedicamos a mirar. Un equipo femenino del club vecino jugaba contra otro de Tacuarembó y cómodamente instaladas en sillas de playa al costado del campo de juego disfrutamos del espectáculo. Transcurría el período de descanso entre los dos tiempos de juego cuando llegaron Esther y Silvia y se unieron a nosotras

Luego paseamos un poco por los idílicos rincones del jardín que une ambas construcciones y donde el señor Yamura practica iaido. En un momento Marga, Keiko y las arquitectas fueron a contemplar los bonsáis del padre de la japonesita y yo me quedé sola observando los hermosos arboles de tamaño mas grande cuando, inadvertidamente, el señor Yamura se me acercó.

-Alguien me ha dicho que vio a mi hija besándose con la hija del señor Nogueira- Me dijo sin ningún preámbulo.

“Trágame tierra” pensé. No me imaginaba que nos hubieran visto mas allá de nuestros encuentros íntimos entre las arquitectas, mis novias y yo. Es cierto que alguna exteriorización de afecto pudo haber habido pero dentro de lo que puede ser solo una amistad.

Lo miré. Resuelta a no bajar la vista dije.

-Tal vez hay ojos que no ven lo creen ver y mentes que imaginan lo que creen ver-

-¡Vaya! Esperaba una respuesta mas simple. Algo así como: el idiota que le fue con el cuento es un imbécil-

-Aparte de que el hecho pueda, o no, ser real, ¿Habría un problema al respecto?-

Sentí que por primera vez desde que lo conocía estaba desafiando al señor Yamura.

-Vamos a suponer que sea real. Las niñas estas, Esther y Silvia me parecen una personas muy transparentes-

-Usted mismo se ha contestado. Yo cuido de Keiko como el primer día y se muy bien donde se mete. Le voy a decir algo. La hija del señor Nogueira, su novia y nosotras tres formamos una comunidad de hermanas. Y eso es lo que somos-

 

DIECIOCHO

 El señor Yamura me miró fijamente. Estuvo serio unos segundos y yo trataba de pensar que más decirle para que me dejara en paz.

Cuando imaginé que iba a largarme una diatriba comenzó a sonreír. Su sonrisa se hizo más grande y además meneaba la cabeza como el perrito que llevaban antiguamente los choferes sobre el tablero del ómnibus.

Antes de poder decir una palabra se largó a reír. Cuando pudo hablar manifestó.

-Ja, ja. ¿Se sintió cuestionada?-

-Yo no. No especialmente. Pero mas me molestó que tuviera algún tipo de pensamiento erróneo de su hija-

Sin poder dejar de sonreír dijo.

-Creo que, por primera vez he conocido a la Alexia Montes enojada-

-Tal vez-

-No se preocupe. Entiendo que mi hija es una persona mayor dueña de su vida. También entiendo que con la apertura mental que demuestran formando un trio tienen todo ordenado pero no me imaginaba que las niñas Esther y Silvia también entraban en ese juego y me preguntaba si usted lo sabía, o no-

-Señor Yamura, permítame una pregunta y según lo que me responda le cuento algo mas ¿Usted ve algo malo en que la hija del señor Nogueira y su novia tengan algún tipo de intimidad con Marga, su hija y yo?-

-Hace rato que no me chupo el dedo. Es evidente, por ese rumor que me trajeron que ustedes cinco tienen algún tipo de relación “especial” ¿Quiere que le responda? Le diré. Ustedes tres, incluida mi hija, por supuesto, me parecen las personas mas maravillosas de este mundo. Ya le dije antes, como consecuencia de tratar a Esther y Silvia me parecen personas honestas y transparentes. Las cinco son dueñas de hacer de su vida lo que quieran. Yo veo a mi hija feliz. Muy feliz, sobre todo recordando lo que sufrió de chica allá en Japón y cuando recién llegamos a la Argentina. Usted es responsable de esa felicidad y por eso se lo voy a agradecer el resto que me quede de vida. Si usted y la señora Marga están de acuerdo en tener una relación de …ejem…”hermanas”, con Esther y Silvia les deseo que sean, todas, felices-

Mis novias y nuestras amigas se estaban acercando y yo las veía venir. Por suerte el señor Yamura terminó su discurso.

-Y no se ponga a la defensiva. Ese no es su estilo-

Hizo una profunda reverencia y se encaminó a su edificio.

-¿Qué pasó?- Preguntó Keiko en cuanto me rodearon.

-Que te vieron besándote con ella y le fueron con el cuento a tu viejo- Respondí señalando a Esther.

-¿Hizo algún escandalo?- Interrogó Marga.

-No, por ahora. No le detallé nada al respecto, pero habría que evitar que nos viera algún nabo, que le vaya con chismes-

-De acuerdo- Dijeron todas.

Y fuimos acercándonos a la mesa a comer asado.

Cuando llegamos al extremo del largo tablón sobre caballetes el señor Yamura y su esposa nos hicieron un lugar.

-Vengan acomódense aquí- Dijo

Apenas se sentaron Esther y Silvia se notó que estaban tensas. Marga que intuyó que yo no les había dicho la verdad acerca de la reacción del señor Yamura,  trataba de no abrir la boca para no tentarse. Keiko oscilaba entre los nervios y la tranquilidad mirándome a mí y a su padre alternadamente.

El señor Yamura, que como bien había dicho hace un rato que no se chupaba el dedo, advirtió el clima de la mesa. Cortó unos pedazos de vacío, los dispuso sobre la tabla lentamente y haciendo un paneo visual entre todas comenzó a hablar con mucha tranquilidad.

-Cuando llegamos de Japón por las razones que la señora Alexia-san conoce, teníamos una hija. Un tiempo después supimos que teníamos otra hija a la que amamos. Mas tarde surgió otra hija, aunque primero nos asombramos y luego aprendimos a quererla, Y ya eran tres. Vaya, me dije: Que amores tan peculiares tienen estas tres mujeres, pero es un amor de lazos fuertes y honestos. Y ahora, descubro que tengo otras dos hijas. Y sepan algo. Tengo cara de malo pero mi corazón es blando. Ya hemos superado esta nueva sorpresa. Ahora sabemos que son una comunidad unida. Conserven eso. Y si se quieren besar en público, cada quien con quien quiera, les aseguro que si me vienen con un chisme al respecto, echare al boca floja a patadas. He dicho-

La cara de, primero sorpresa y luego alivio de las arquitectas hubiera sido algo digno de ser filmado. Les volvieron los colores a las mejillas. Pero tras ese segundo se dieron cuenta que yo no les había hablado claro con la intención de asustarlas.

-Señor Yamura, usted nos hace un gran honor. Sus palabras son una bendición para nosotras. Debo decirle que, aunque parezca que no viene al caso, mi padre lo admira y yo también. En el poco tiempo que lo hemos tratado supimos que usted es una persona honorable y su esposa una madre ejemplar y devota. Me ha devuelto el alma al cuerpo- Manifestó Esther

-A mí también- Dijo Silvia

-Aunque hay alguna persona que se divirtió con nuestro susto, la muy graciosa- dijo Esther

-¿Quién?- Preguntó el padre de Keiko.

-La dama que tiene a su izquierda-

El señor Yamura me miró y volvió a esa sonrisa amplia en la que además mueve la cabeza.

-Es mala usted…- Y no pudo seguir por que estalló de risa.

Cuando pudo detenerse las miró y dijo.

-No sé qué les manifestó para divertirse a costa de ustedes pero lo cierto que en toda la conversación previa que tuvimos en el jardín antes de que llegaran fue una encendida defensa de la relación que sostienen y si bien soy de mente amplia me hizo ver que el amor puede no tener número pero siempre debe ser incondicional-

No recuerdo en qué momento dije esas palabras pero el señor Yamura es un maestro del lenguaje y es preferible dejarlo expresarse como quiere.

-Yo creo que amerita una reunión especial. Entre nosotros. Mi esposa, ustedes cinco y yo. Solo para charlar. Todavía no tengo claro si es solo una comunidad de amigas como se dice ahora con…-

-…derecho a roce- Completé.

-Eso, con derecho a roce, o si sus sentimientos están siendo más fuertes pero lo que supongo es que aunque todavía no sean conscientes están forjando un futuro entre las cinco y yo quiero proponerles un proyecto conjunto-

Nos quedamos mudas.

 

DIECINUEVE

 Durante la tarde, luego del asado y la sobremesa el grupo de las cinco y los Yamura seguimos conversando de temas de política, de orden internacional, arquitectura y otras intrascendencias,

Al irnos, camino a nuestros automóviles quedamos por fin solas, es decir las arquitectas, mis novias y yo.

-¿Qué quiso decir tu viejo con eso de un proyecto conjunto?- Preguntó Marga a Keiko.

-No me preguntes. Se tanto como ustedes- Respondió la japonesita.

Y de pronto recordé aquel presentimiento de que podía ser posible que todas nos enamoráramos de todas. Esto se está complicando, pensé, pero no dije nada. Hasta que cuando estábamos frente a las puertas de los vehículos Silvia, como adivinando mi pensamiento, dijo.

-El señor Yamura parece tener la idea de que todas somos novias de todas-

-Y que estamos camino a un matrimonio múltiple- Agregó Marga riéndose.

-Estoy tan asombrada como ustedes- Manifesté.

-En lugar de que se hagan su vivienda cerca del Maldonado le podríamos agregar dos pisos más al edificio- Opinó Keiko

Todas reímos. Mis novias y yo subimos a la camioneta de la empresa Yamura. Esther y Silvia se marcharon en la SUV Porsche.

-¿Qué paso?- Volvió a preguntar Marga.

-Acá, la niña va a tener la misión de averiguarlo- Respondí apoyando mi mano sobre la pierna de Keiko.

Y partimos a nuestro castillo. A tratar de relajarnos.

Pasaron dos días si novedad alguna. Keiko no tenía idea de lo que tramaba su padre y además yo tuve en medio de ese tiempo una recaída de mi estado gripal, por lo que tuve excusas para quedarme en la cama a mi gusto, que no fueron mas de tres días. Como siempre, resurgi de mis cenizas y justamente esa noche mi novia japonesita trajo una sola noticia. Su padre quería concretar la reunión de la que había hablado. Keiko lo habló con Esther y Silvia y luego nos avisó a nosotras.

-Le ofrecí que la hagamos acá- Nos dijo.

Marga y yo estuvimos de acuerdo. Por lo que, al otro día a la hora de la merienda se produjo el tan esperado y misterioso evento. Las arquitectas llegaron temprano y me ayudaron a preparar tazas, platos, te, café, y distribuir masas y galletas para todos en el comedor de mi piso. Luego llegó Keiko trayendo a su padres y por último Marga que había tenido que atender un cliente de último momento.

Una vez que estuvimos todos, merendamos y cuando ya las tazas estaban vacías comenzó lo más importante. Saber el motivo del encuentro. El señor Yamura que se había estado haciendo tanto el misterioso, esta vez fue al grano…y sin anestesia.

-Ustedes son un grupo muy singular. Salvo Esther-san y Silvia-san que se dedican a lo mismo, Alexia-san, Marga- san y mi hija tiene actividades muy disímiles. Por eso, ¿no les gustaría pensar en un emprendimiento en conjunto?-

-¿Cómo que?- Pregunté.

-Una revista-

-¿De lesbianas?- Volví a preguntar sonriendo.

-Ja, no. Una revista de temas generales, pero de alto nivel. Así como Brandon-

-Brandon cerró en 2022- Acoté.

-Por que se quedaron en el tiempo- Respondió el señor Yamura.

-No sabía que usted la leía-

-No, ni tenía noticia, hasta que me hablaron de ella-

-¿Quién?- Seguía yo incisiva mientras las demás escuchaban.

-Hace un tiempo conocí al personal de una revista que se edita…se editaba aquí en Uruguay y me mostraron su trabajo-

-Por su aclaración creo que también cerraron-

-Por discrepancias con los patrocinantes y algún directivo-

-¿Por?- Seguí preguntando.

-Por que se estaba orientando demasiado a lo “woke” Usted sabe muy bien de lo que hablo.

-Correcto. O sea que el personal quería hacer un formato más tradicional y los directivos querían hablar de diversidad, feminismo y todas esas paparruchadas-

-Exacto-

-¿Y los patrocinantes donde encajaban?-

-Con los empleados, por eso fueron dejando las promociones-

-Pero si alguien les garantizara algo de sensatez volverían-

-Correcto-

-¿Y donde entramos nosotras? No creo que como inversionistas-

-No, eso corre por mí cuenta. Haríamos una nueva revista, con edición limitada para ciertos círculos, nada masivo que nos comprometa con ejemplares que después no tendremos donde meter. Sería para aquellas personas que quieren algo mas que Internet. Artículos interesantes, variados, para el hombre y la mujer-

-¿Hay público para eso?-

-Los empleados creen que si-

-¿Y ellos cuanto valen?-

-Son gente que ha encontrado otros trabajos pero tienen tiempo para la revista si se los apoya, por lo tanto no costarían casi nada. Si no tienen éxito cerramos todo y cada cual a su casa-

-Ahora, suponiendo…estos patrocinantes que no quieren saber nada con la agenda woke, ¿Cómo digieren una revista donde, de alguna manera, participarían cinco lesbianas asumidas?-

-Supongo que por que conocen sus ideas-

-Concretamente ¿Qué haríamos nosotras?-

-Supervisar las notas que hace el personal, turismo, modas, noticias económicas, autos, etc. Y además pensé que podan escribir una nota cada una. Esther-san y Silvia-san podrían hablar de arquitectura, mi hija de avances tecnológicos y empresas, Marga-san de negocios inmobiliarios y usted de arte y literatura-

-Lo tiene todo pensado-

-Así, es, no se olvide que soy el que pone el dinero-

-Eso me preocupa. Las amistades nacen, a veces de la nada, pero cuando hay dinero de por medio es más fácil que se rompan- manifesté al fin.

 

VEINTE

 No me gustaba la idea pero tampoco me animaba a decirle lisa y llanamente que no al señor Yamura. Después que Keiko llevó de vuelta a sus padres a su edificio y regresó, Marga, las arquitectas y yo nos quedamos conversando.

-Como dije, estamos muy bien como para mezclar dinero de por medio y sobre todo si es de otros- Dije

-Estoy de acuerdo. ¿Pero como se lo decimos?- Planteó Marga.

-Por ahora ganemos tiempo, le decimos que lo tenemos que pensar. Que estamos con mucho trabajo, que mejor dejarlo cuando estemos más libres…- Manifestó Silvia.

-Si, es algo. Hagamosnó las boludas por ahora, que nos sale bien-

Y así, con la aprobación de su hija Keiko que le llevó nuestro mensaje dilatorio no les respondimos a su padre por varios días. Días que fueron importantes pues en una conversación casual un cliente que iba a comprar un piso en las torres que estaba construyendo el señor Nogueira le comentó a Marga que había tenido un momento de duda en como invertir el dinero pues un grupo de empleados de una revista de lujo le había ofrecido ser su inversionista.

Cuando Marga me comenta esto por teléfono inmediatamente de haberse enterado, le avisé a Keiko y a las chicas. Pero le pedí a las japonesita si podía obtener algún dato de contacto con esos “empleados” que conversaran con su padre. Ella no me prometió rapidez en obtener la información pero esa misma noche me pasó un número de teléfono.

A la mañana siguiente llamé desde mi celular secreto. Me atendió una señorita muy amable que me pasó con un señor. El tono de voz de este individuo me puso en alerta. Solo faltaba que me dijera “che, vos”. Le dije que había escuchado que tenían un revista y como era estudiante de periodismo me interesaba saber si me podían dar trabajo.

-Trabajo de momento no, nos estamos reestructurando, pero si tiene usted o conoce alguien que pueda invertir en ella le estaremos agradecidos, tal vez con un trabajo como usted desea-

No dije mucho más, les prometí que haría alguna averiguación con mis amigos y los llamaría. Ni siquiera me preguntó cómo había obtenido el numero de teléfono. La maquinaria de la investigación se puso en marcha. Visité a todas aquellas personas de mi conocimiento como marchands, galeristas y libreros que podrían saber algo de esa revista.

Al fin obtuve la pista deseada. Y nada menos que con mi marchand favorita, Adriana.

-Si, una vez vinieron a ofrecerme esa inversión. Pero cuando intenté averiguar algo más supe que ese proyecto no existía. Son un par de maladras comandados por un periodista argentino que trabajó en esa revista, que si existió hace años pero que no tienen el más mínimo interés en volver a editarla, lo único que hacen es sacar plata y luego desaparecer. Acá la policía les siguió el rastro pero desaparecieron. No sabia que andan de nuevo a las andadas-

-Así, parece- Respondí y le agradecí enormemente el dato.

Marga mediante, volví a ver a su amigo el comisario. Le conté todo lo pasado y se mostró asombrado.

-Creí que los habíamos corrido. Bien ya les vamos a tender alguna trampa-

Y me fui satisfecha de haber salvado el dinero del señor Yamura. De todas maneras la llame a Keiko para que le avise a su padre de que se trataba todo.

Al otro día me llamó el señor Yamura.

-No puedo creer lo que ha pasado. Siempre tuve muy buen ojo para los negocios. Me engañaron como a un principiante-

-No se preocupe. Todos corremos ese riesgo y con el tiempo se pondrá peor. Ya nadie quiere trabajar. Pero lo bueno es que su dinero quedó a salvo.-

-No sé cómo agradecerle-

-No tiene nada que agradecer. Tuvo usted una idea loable pensando en nuestra pequeña comunidad pero quizá es mejor que sigamos así. En el fondo mezclar dinero con sentimientos puede ser peligroso. Tal vez me diga que Esther y Silvia lo hacen pero su caso es muy especial, ambas se complementan en sus tareas y no tienen conflictos de intereses, lo que es bueno para una es bueno para la otra-

Y así me despedí del padre de Keiko, por supuesto que prometiéndole que lo veríamos el siguiente domingo en el asado.

Después de esa llamada me senté en el balcón a tomar un café pero pronto supe que no descansaría demasiado cuando vi llegar la SUV Porsche de Nogueira y bajar de ella a la rubia Esther.

“Ésta viene por m i” Pensé. y así fue. Le abrí por el portero eléctrico y le dije que subiera al segundo piso. La recibí en la cocina.

-¿Algo para comer o tomar?- A tu socia le alegro la vida con un café con galletitas dulces, pero a vos es la primera vez que te recibo-

-Un café está bien- Respondió tomándome de la cintura y luego besándome en la boca.

-¿A quién se está cogiendo tu socia?- Le pregunté.

-Creo que a Marga-

Tomamos el café y no paso mas de un minuto en que estábamos abrazadas y desnudas en mi cama. Detallar todo lo que hicimos seria largo. Exploré todos sus huecos, hasta las orejas, lamí y besé los dedos de sus pies y de sus manos, la penetré con mi dildo y ella hizo lo propio conmigo. Nuestras lenguas no solo se mezclaron entre sí en profundos besos sin o también pasaron por vaginas apetitosas, con un sabroso gustito amargo. Fue una sucesión interminable de orgasmos mutuos. El mundo era como un planeta lejano. Nosotras solo existíamos en medio de la nada del universo. Creí por momentos que mi cabeza iba a estallar.

No podría establecer una comparación con la relación que había tenido con Silvia. Eran diferentes. A pesar de haber sido dominante con la morocha, sentía que la rubia era como una pequeña muñeca que se derretía entre mis brazos. Y ella gozaba de su sumisión. Terminamos agotadas.

Nos dimos una ducha. Le ofrecí otro café. la hija de Nogueira debía volver al trabajo.

-Decile a Silvia que no se olvide de Keiko sino se va a sentir frustrada- Le dije y nos reímos.

-Se lo voy a recordar aunque no creo que lo necesite.

Esa noche mis novias y yo nos contamos nuestras aventura sexuales. Keiko no estaba enojada. Ya la había llamado Silvia para su sesión de sexo. Y así pasamos esa primer etapa de la “comunidad ampliada”. Las cinco lesbianas felices.

La turca, la japonesa, la hijita del millonario, la que se hacia la hetero a los dieciocho años y yo, supuestamente, la superada.

 

 

 

 

 

 

 

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