Había un país que no era un país. Todos sus
habitantes simulaban que era un país. En realidad todos simulaban lo que no
eran. Los políticos, los abogados, los delincuentes y los administradores de
consorcio simulaban que eran honestos. Los gobernantes simulaban que eran
eficientes, los ricos simulaban que eran pobres y los pobres simulaban que eran
importantes. Los vagos simulaban que trabajaban y los ignorantes simulaban que
eran inteligentes. Los violentos simulaban ser víctimas y la policía simulaba
que detenía criminales y los jueces simulaban que los condenaban. Y el ejército
simulaba que entrenaba.
Hasta que un día los invadió otro país, gobernado
por un tirano. La invasión fue rápida porque los soldados simulaban que
disparaban. En poco tiempo el país quedo sojuzgado en la esclavitud, los niños
asesinados y las mujeres violadas. Pero no les importaba. Ellos simulaban que
eran libres.
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