De
pronto sintió terror. El asesino había entrado dentro de su campo
visual. La duda era esconderse o huir. No le sirvió de nada
permanecer en la sombra. Su ocultamiento fue descubierto y no tuvo
mas remedio que correr. Pensó en su madre que le había dado tantos
consejos para un momento así. Pero cuando creyó que se había
librado del peligro un olor fuerte inundó sus pulmones. También le
habían hablado de eso. Comenzó a sentir que ya no podía correr y
se detuvo. En ese preciso segundo se vio venir el chancletazo del
final. Tuvo un solo segundo para volver a recordar a su madre cuando
le decía: Hagas lo que hagas no te dejes matar como una cucaracha
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