El hombre camino
lentamente atravesando la Piazza de San Marco. La imponente catedral
y el Campanile le daban un aire solemne al gran espacio vacío de
gente. Ese gran espacio visitado todo el año por millones de
turistas a los que no amedrentaban ni las inundaciones.
Estaba deprimido.
No por ese momento, lo estaba desde hacia varios meses. Su
matrimonio era un fracaso y los negocios lo llevaron a la ruina. Por
ello habia tomado la decision de suicidarse. Tenia pensadas varias
maneras pero en el fondo todas le aterraban, unas por que podian
fracasar y dejarlo tullido, otras por ser demasiado sangrientas.
Cuando se entero de
la pandemia sintio que habia llegado como un regalo del cielo para
sus expectativas. Esa era la solucion. Pero no era cuestion de
quedarse en su casa, entre esas paredes que odiaba, a esperar la
muerte. ¿Por que no morir como un personaje de Lord Byron? Aun le
quedaba un halito de romanticismo y tomo la decision, viajar a
Italia, al Veneto, a Venecia.
Logro hacerlo antes
de que los controles sobre los viajes se hicieran rigurosos. Pocos
dias despues de haber resuelto el viaje, estaba en la ciudad de los
canales buscando la manera de contagiarse. Concurrio a hospitales,
se acerco a un mendigo que tosía en la escalera sur del Ponte
Rialto, comio la fruta del mercado sin haberla lavado, nunca se
higienizo las manos, y concurrio varias veces a los barcitos de los
Giardini de la Biennale antes que los cerraran.
Pasaron varios
dias. Y el hombre continuaba igual. Concurrio por quinta o sexta vez
al medico para escucharle la misma cantinela.: Amici, usted esta
sano como un roble. Y por eso ahora deambulaba como perdido. Parecia
que algo en su cuerpo rechazaba el virus..
¿Que hago ahora?
Se preguntaba. Habia gastado sus ultimos ahorros en ese viaje, No
tenia pasaje de regreso, obviamente. Estaba solo en la vieja Europa.
Ya no podia cumplir el deseo de sentarse en un banco frente al Hotel
Gabrielli y mirar el sol poniendose tras las cupulas de Santa Maria
de la Salute.
¿Que hago ahora?.
Vio al gondolero
que cruzaba pasajeros a San Giorgio Maggiore y tuvo una idea. Me
lleva a la chiesa. Le dijo. El gondolero aceptó. El Gran Canal
estaba tranquilo como una pileta. Pero el hombre no sabía nadar.
Ahi fue que hizo lo que pensaba. Cuando estaban en medio se arrojo
al agua ante la sopresa del gondolero que no pudo hacer nada por
ayudarlo cuando el cuerpo del hombre se hundio en el agua.
El gondolero juro y
perjuro ante los carabinieri que lo ultimo que le escucho al suicida
fue: ¡Virus de mierda, no me quisiste matar pero te gane!
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