Thursday, December 05, 2019

UN CUENTO DE ACTUALIDAD: EL LOCO PEDRO




Todos lo conocíamos en el pueblo como “el loco Pedro”. No era el único loco del Manicomio local pero debido a la falta de personal los enfermeros le confiaban ir a la feria a hacer las compras. Y allí iba, con la lista prendida en el saco y a medida que pasaba por cada puesto los feriantes le llenaban la bolsa y un papel con la cuenta que luego abonaba el director del hospicio.
De regreso de su itinerario de aprovisionamiento, el loco Pedro se detenía en el centro de la Plaza que recordaba a un prócer de pasadas guerras y dejando las bolsas a un lado se paraba sobre un banco y comenzaba un vehemente discurso luego de presentarse a sí mismo.
-¡Y ahora, con ustedes, el señor Presidente de la Nación, Don Pedro Ramírez!-
Y comenzaba a desgranar una cantidad inacabable de incoherencias imitando en el tono de voz a los políticos que estábamos hartos de ver por el pueblo solo en época de elecciones. Y tal vez sería eterno su discurso sino fuera que después de un rato los muchachos atorrantes que al principio lo rodeaban y parecían escucharlo con atención, terminaban echándolo de la plaza arrojándole frutas o cualquier otra cosa que tuvieran a mano.
Pero un día el loco Pedro desapareció. Y no le extrañó a nadie. Más bien se podría decir que lo que podía resultar extraño es que no se hubiera ido antes dada la libertad de la que gozaba.
Pasaron varios meses y una tarde de verano, el Carnicero Don Rudecindo López que había ido a la Capital regresó  contando que lo había visto en una Unidad Básica de un Partido acomodando las sillas para un acto político y sirviendo café a los presentes. Nadie dudó de la veracidad de Don Rudecindo y fueron a ver al Director del Manicomio para que hiciera buscar al loco Pedro, pero el hombre se rehusó.
-¿Para qué? Si no molesta a nadie. Además no tengo personal suficiente-
Y así pasaron los meses. Cada tanto, alguien que iba a la Capital, traía una noticia del loco Pedro. Al parecer seguía siempre en el mismo lugar. Pero de asistente había pasado a vocal de la Comisión de la Unidad Básica, luego a secretario, más tarde a vicepresidente y un día supimos que era el presidente del local partidario.
Nada nos preparó para la siguiente noticia. El loco Pedro estaba postulado para Presidente de la Nación en las siguientes elecciones. Comenzamos a seguir su campaña por el único televisor del pueblo en el Almacén de Ramos Generales. El loco Pedro daba unos largos discursos en los actos políticos tan incoherentes como los que decía en la plaza del pueblo. Pero todo el mundo lo aplaudía a rabiar, inclusive los otros políticos del Partido. En las reuniones para jugar al truco y la Lotería Familiar increpábamos al Director del Manicomio para que lo fuera a buscar antes de que hiciera un desastre pero el hombre se encogía de hombros y decía.
-¿Para qué?  ¿No ven lo popular que es? Además no tengo personal suficiente-
Y llegó a Presidente. El único argumento a favor de nuestro pueblo es que ninguno lo votó, pero en donde no lo conocían sumo tantos votos que su victoria fue aplastante. Su discurso de asunción ante el Congreso fue la más aberrante pieza de incoherencia literaria. ¡Y todos sus nuevos colegas lo aplaudían! Nosotros seguíamos sin entender.
El caso fue que la presidencia del loco Pedro era un desastre. De pronto la inflación escaló a niveles altísimos, las exportaciones se terminaron, las empresas cerraban y despedían personal y mientras la pobreza aumentaba unos pocos se enriquecían con la especulación monetaria y la importación de casi todo. Y todos los que aplaudían al loco Pedro se llenaban los bolsillos con la plata de la corrupción.
En tanto nosotros insistíamos en que el Director del Manicomio fuera buscarle y el respondía
-¿Para qué? ¿No ven que ahora es el Presidente? Además no tengo la suficiente cantidad de personal-
No pasó mucho tiempo para que el periodismo fuera perseguido y las manifestaciones de protesta reprimidas brutalmente. Mientras tanto el loco Pedro continuaba con sus discursos incoherentes que, dicho sea de paso, era lo único que se podía escuchar en la radio o la televisión.
Hasta que un día, saliendo de la Casa de Gobierno, el loco Pedro recibió un balazo con agujero de entrada en medio de los ojos y de salida por la nuca por donde se le escapo la inútil masa encefálica. No hubo necesidad de buscar al culpable. Se presentó solo ante las autoridades y resulto ser el Hermenegildo, uno de los muchachones que corrían al loco Pedro cuando se ponía a dar su discurso parado en el banco de la plaza de regreso de la feria.
El juicio fue breve. El sujeto aceptó la culpa con toda tranquilidad.
-Era lo que había que hacerse- Dijo.
Y cuando los jueces le preguntaron si estaba arrepentido de algo contestó:
-Sí, de que lo dejamos hablar demasiado tiempo-

Fin



No comments: