keiko
Capítulo 1
Elegí Las Grutas, el balneario ubicado
en el Golfo de San Matías en la provincia de Rio Negro que si bien ya comenzaba
a ser un sitio concurrido al menos estaba lejos de las atestadas playas de la
costa de la provincia de Buenos Aires y según me habían informado tenía algo
muy importante para mí, el agua de una temperatura agradable en la que te
podías meter sin andar tiritando de frio.
Las ganancias de la venta de mis libros
me posibilitaron comprarme un auto, un Mini Cooper convertible cupé de color
azul metalizado con dos franjas blancas a lo largo. De manera que sólo una
semana de haber llegado de Francia cargué en mi nuevo vehículo un par de bolsos con ropa y una sombrilla y
salí al camino dispuesta a disfrutar del manejo durante las casi trece horas
que me insumiría el viaje desde Buenos Aires por la Ruta 51.
El día era hermoso, el sol circulaba en
su recorrido mientras yo lo veía pasar de mi izquierda a mi derecha hasta que
se puso en un atardecer rojizo, coloqué el techo del auto y me concentré en
manejar durante la noche en un camino donde me cruzaba con algún ómnibus o
camión muy de vez en cuando. Temiendo que me sorprendiera el sueño paré en Azul
y Bahía Blanca para lavarme la cara y descansar unos minutos amparada en el
estacionamiento de un Área de Servicios. Ya estaba llegando a La Adela cuando
el sol volvió a aparecer por mi izquierda en un amanecer glorioso, saqué el
techo y continúe manejando mientras disfrutaba del viento.
Llegué
a Las Grutas a tiempo para hacer el check in del hotel. Después de haber dejado
mi vehículo en la playa de estacionamiento cargué mis bolsos y llegué hasta el
mostrador de recepción. Una hermosa morocha de abundantes curvas vestida como
una ejecutiva, de camisa blanca y pollera tubo con insinuante tajo me atendió.
Fijé mi mirada en ella como para que al menos imaginara lo que pasaba por mi
mente, y creo que lo imaginó pues se puso visiblemente nerviosa mientras tomaba
mis datos. El hotel que elegí era el Casino Rio justo frente al mar. Mi
habitación tenía un amplio balcón desde donde podía ver la inmensidad del
océano y con solo cruzar la calle podía estar en la amplia playa. En realidad
amplia cuando baja la marea pues en las horas de pleamar casi desaparece bajo
el agua.
Era temprano y tenía casi todo el día
para disfrutar del mar pero salvo las pequeñas siestas, no había dormido nada. Así
fue que decidí reponer fuerzas y dormir un rato. Solo vestida con corpiño y
tanga me estiré en la cama, puse el despertador de mi celular para las quince
horas y me dormí profundamente.
Creo que fue la brisa marina lo que me
despertó, había dejado la puerta de vidrio abierta y la cortina se movía al
compás del viento. Me levanté, cambié mi lencería por una bikini, me puse una
salida de baño casi transparente, las ojotas y salí a conocer un lugar
absolutamente nuevo para mí. Bajé por la rampa situada junto a la Delegación de
Prefectura y llegué hasta la playa que está unos metros más abajo que la calle
pues un no muy alto acantilado vertical separa el nivel de la calle de la
playa. Un acantilado lleno de nidos de cotorras que vuelan todo el tiempo sobre
la cabeza de los turistas emitiendo su singular chillido. Me saqué las ojotas y
caminé por la arena hasta alejarme del centro y volví. No suelo meterme en el
agua el primer día pero me mojé los pies para comprobar que realmente estaba
caliente. Siendo la hora de la marea baja se podía jugar en los charcos de las
restingas chapoteando con el agua que solo te tapa hasta el tobillo
Era la tarde haciéndose larga en tanto
el sol tardaba en ocultarse tras el horizonte y yo me sentía totalmente
relajada. Volví al hotel, pasé por la recepción para comprobar que la morocha
de la mañana ya no estaba allí sino un joven bastante feúcho el pobre, lo cual
tampoco me importó pues es bien sabido que los hombres me producen abulia
aunque no odio como a algunas lesbianas que conozco. Y es que tampoco soy
feminista, en realidad las feministas me parecen un montón de desquiciadas que
dicen combatir lo que más les quita el sueño o sea los penes. Yo no entro en
esa estupidez, mi razón no es lo que siento por los hombres, es que simplemente
prefiero la piel suave y sedosa de una mujer para acariciarla durante horas.
Subí a mi habitación y me di una
relajante ducha, luego, cubierta solo con un vestido de finos breteles y muy
corto bajé al restaurante a cenar. Pedí milanesas con ensalada y una botellita
de vino. De postre sopa inglesa y para rematar un café. Debo confesar que
estuve bastante distraída mientras cenaba, por lo general soy de andar
observando a mi alrededor pero esta vez me entretuve con el You Tube mirando
animes yuri. Después de la cena salí a caminar un poco por la peatonal. Había
mucha gente lo que normalmente me molesta pero estaba tan relajada que no me importó. Me entretuve viendo algunos
artistas callejeros, unas pocas vidrieras y las carteleras de los teatros. En
la puerta de uno de ellos un actor al que recordaba haber visto en la
televisión pero que en ese momento no recordaba su nombre, ni lo recuerdo
ahora, publicitaba su espectáculo y acepté que me entregara un folleto, le
sonreí por compromiso y me lo guardé en la cartera. En ese momento pensé que
sería interesante asistir a verlo. De regreso me compré un helado que saboree
lentamente y una vez en el hotel me saqué el vestido y me arrojé en la cama
deseando dormir.
Era la primera vez que dormía ocho horas
seguidas desde que saliera de Buenos Aires por lo que me levanté relajada y
descansada. Me vestí con la bikini y me puse un short de jean desflecado y una
amplia blusa. Bajé a desayunar y una vez alimentada, busqué mi mochila para
llevar lo necesario y la sombrilla. Estuve toda la mañana en la playa. Fui
varias veces al agua y en otros momentos saqué un libro y me dispuse a
leer. Había optado llevar conmigo “Cien
años de soledad” que ya tenía leído varias veces, pero como sospechaba que lo
recorrería parcialmente no me importaba perderme alguna parte en las ocasiones
en que miraba a mí alrededor. En un momento pedí a dos señoras que estaban casi
a mi lado que me echaran una mirada a mis cosas mientras iba al agua. Me
contestaron que lo harían pero que no era necesario, al parecer Las Grutas
todavía no estaba contaminada de ladrones. Mientras caminaba hacia la orilla me
siguieron dos perros de los tantos vagabundos que vi por todos lados a los que
le acaricié la cabeza pero era evidente que esperaban algo más pues rápidamente
se fueron corriendo detrás de un señor que pasaba por ahí.
Fue un tremendo placer meterme en el
agua tibia. No tuve necesidad de esperar a aclimatarme y al rato estaba
chapoteando más allá de las restingas con el oleaje a la altura de mi cintura.
Regresé contenta, hacía tiempo que no disfrutaba tanto.
Una vez que estuvo a un paso de mi
persona hizo una leve reverencia y pude sentir su voz.
-Usted disculpe, no quisiera hacer algo
que la moleste- Me dijo.
-Hasta ahora no has hecho nada que me
moleste, todo lo contrario- Contesté mientras le señalaba la silla opuesta
invitándola a sentarse.
Ella volvió a sonreír. En tanto yo la
observaba en detalle. La hermosa mujer debía andar por sus veinte o veinticinco
años, difícil es discernir la edad entre las orientales.
-Dime que deseas- Le dije para animarla
a hablar. No era tímida, simplemente era muy educada y comenzó por lo que advertí
tratando de sopesar todas las palabras para no parecer atrevida.
-Anoche la he visto a usted en el restaurante
durante la cena y como vi que estaba sola y yo también lo estoy me tomo el atrevimiento
de pedirle si podríamos hacernos compañía-
-¿Estás sola porque nadie quiso
acompañarte en las vacaciones o por decisión tuya?- Interrogué.
-Es que mis padres no han podido
acompañarme, ellos están muy ocupados y yo debería estar con ellos ya que
trabajo con mi padre pero insistieron en que debía tomarme unos días de
descanso-
-Ah, ya veo- Musité.
-¿Usted está sola porque lo prefiere? Porque
si es así no la molesto más- Manifestó.
-No, simplemente quería descansar un
poco del ajetreo cotidiano- Respondí y agregué -Pero no te preocupes, ahora me
doy cuenta que sería lindo que tuviéramos unas vacaciones juntas, me resultas
una persona muy agradable-
Ella suspiró y sonrió. Sentí que estaba
aliviada por mi respuesta. Y no solo aliviada, de la manera en que se acomodó
en la silla me di cuenta que estaba feliz. En eso estábamos cuando llegó el
mozo.
-¿Pizza y cerveza? Yo invito- Le
pregunté.
-¡Oh, sí!- Dijo ella y agregó- Pero quisiera
compartir los gastos, no puedo permitir que pague usted- Exclamó.
-No importa, hoy eres mi invitada,
mañana me lo retribuyes, ¿Ok?-
Ordenamos la pizza y la bebida, en
cuanto el mozo se alejó le pregunté
-Antes que nada y para no meter la pata,
de que parte de oriente eres y cómo te llamas-
-Soy japonesa y mi nombre es Keiko
Yamura-
-¿Y qué significa Keiko?-
-Niña respetuosa-
-¡Vaya, sí que es un nombre apropiado
para ti!-
Ella se sonrojó y esa reacción me
produjo una gran ternura. De pronto recordé a Yuzu y Mei y mis contenidas
reacciones de abrazarlas cuando se manifestaba el rubor en sus mejillas.
-¿Y qué haces aquí en la Argentina?-
-Mi padre decidió venir a instalar una fábrica
de componentes para computadoras hace unos diez años y le ha ido muy bien, yo
soy la jefa de administración, estudié manejo de empresas-
-Sí que es una gran decisión venir de un
país próspero a este suburbio del mundo. ¿No pensó que le podía ir mal?-
-No, lo que fabrica mi padre no tiene
competencia aquí, en cambio en Japón era solo uno más entre varios empresarios-
-Bien, te llamaré Keiko-chan, ¿está
bien?-
-Si, como guste, ¿Y usted como se
llama?-
-Primero te diré algo, si vamos a ser
compañeras de vacaciones estaría bueno que nos tuteemos-
-Sí, claro-
-Ahora te diré como me llamo, mi nombre
es Alexia, soy argentina, de segunda generación pues mis abuelos eran españoles
y soy escritora, artista plástica y hago un poco de música, bueno, eso creo…-
Abrió los ojos lo más grandes que pudo,
justo en el momento en que el mozo posaba la pizza y la botella de cerveza
sobre la mesa exclamó.
-¡Alexia! ¡Escritora!. ¿Usted es Alexia
Montes, la que escribió el libro sobre las lesbianas y las gyaru?-
-Bueno, sí, soy esa- Contesté sorprendida.
Ella puso su mano derecha sobre la mesa
y tomo la mía. Yo me quede quieta.
-No sabe cuánto me gustó su libro. Me ayudó
muchísimo-
-¿En qué sentido?-
Volvió a sonrojarse. Se tomó unos
segundos para comenzar a hablar y se largó.
-Soy lesbiana y he tenido algunos
problemas con eso-
-¿Con tus padres?-
-No, ellos me apoyan sin duda, el
problema lo tuve en la escuela. Comencé a tener una relación íntima con una compañera
y cuando se enteraron sus padres armaron un gran escándalo. Mis padres me
defendieron pero finalmente optaron por sacarme del colegio y justo fue cuando
mi padre decidió venir a la Argentina. Tenía entonces quince años y nunca más volví
a animarme a declararme a ninguna chica-
-O sea que eso ocurrió en Japón-
-Sí, así es-
-Aquí las cosas no están mucho mejor,
también hay mucha homofobia a pesar de las leyes de matrimonio igualitario-
-Lo sé, lo sé-
-Y sin embargo te acercaste a mí con
decisión-
-¿Con decisión? Usted no me vio pero
anduve rondándole toda la mañana con un miedo espantoso hasta que nos cruzamos
las miradas hace un rato y me animé porque adiviné sinceridad en sus ojos-
-¿O sea que sospechabas que yo era
lesbiana aun sin saber quién soy?-
-¿Esta mal?-
-No, Keiko-chan. Fuiste muy valiente.
Toda una tachi-
Ella rio con ganas.
-En realidad ahora me siento como una
neko-
-Yo te voy a proteger, no tengas miedo-
Y mientras decía esto apreté su mano que aún estaba posada en la mía. Ella se
distendió. En ese momento amé su rostro feliz, y su cuerpo de junco y sus
labios carmesí.
-Ahora comamos y no quiero que me trates
más de usted-
-Como digas, Alexia-chan-
El resto del almuerzo transcurrió entre
temas banales. De vez en cuando nos quedábamos ambas mirando el mar lo que nos producía
un suspiro de felicidad. Keiko estaba hermosa, la observaba cuando ella se
quedaba en un uno de esos ensimismamientos y no reparaba en mi mirada. Según lo
que me había contado tendría unos veinticinco años, pero parecía una niña. Y de
pronto me di cuenta que por primera vez yo me había visto empujada por las circunstancia
al rol activo cuando siempre fui la que gustaba el rol pasivo de la relación,
lo que me llevo a recordar a Mitsuko, la hermana de Harumi.
Lo que me sorprendió fue darme cuenta
que casi sin querer estaba fantaseando una relación con aquella mujer siendo
que no se había dicho nada al respecto ¿O debería darlo por sobreentendido? ¿La
intención de ella era conquistarme imaginando y luego comprobando que yo era
lesbiana o simplemente buscaba algo de compañía pasajera?
Capítulo 3
-Ven, acompáñame al hotel a
desembarazarme de estos bultos y así salimos luego a caminar por la playa-
Ella se levantó de su silla con rapidez,
se ofreció a ayudarme con el estuche de la sombrilla pero le aseveré que no era
necesario. Hasta el hotel había solo cuatro cuadras de manera que en poco
tiempo pasamos por la recepción a buscar la llave de mi habitación. Ya que no
quise apurar las cosas le dije a la japonesita que me esperara en el lobby mientras
yo dejaba mis petates, todo esto bajo la curiosa mirada de la empleada de
pollera tubo y enormes tetas que no dejaba de observarnos.
Bajé en pocos minutos cargando solamente
una pequeña billetera y el celular. Keiko estaba parada junto a la puerta y se
puso a mi lado en cuanto salimos. La tarde se mantenía bastante cálida,
caminamos un par de cuadras hasta encontrar una escalera con la que bajar a la
arena salvando la altura del acantilado. En esa zona la playa estaba casi vacía.
La gente se concentra más en la parte céntrica del pueblo pero allí, en horas
de la bajamar era tan amplia y tan solitaria que la teníamos casi para nosotras
solas, salvo algún que otro turista que nos cruzábamos de tanto en tanto.
Al principio ni nos tocamos pero en
cuanto noté que estábamos absolutamente a solas la agarré de la mano. Ella me
miró y sonrió. Por otros varios minutos no nos hablamos hasta que rompí el
silencio.
-Dime, ¿Tanto te impacto el escándalo
que viviste en Japón que tuviste miedo de encarar otra relación, o te pasó que dudabas
de tu sexualidad?-
-No dudaba, estaba y lo estoy ahora
segura de que soy lesbiana. Después de lo que pasó me paralizó el miedo y además
justo nos mudamos aquí, a una cultura totalmente diferente, de la que no tenía
ni idea. Reconozco que me sumergí en los estudios para ayudar a mi padre y por
ello sublimé mi deseo sexual-
-Pero llevas diez años aquí, ¿No aprendiste
los códigos locales?-
-Tengo que confesarte algo y espero que
no lo tomes a mal como argentina-
-Dime-
-Las pocas lesbianas que me encontré
ocasionalmente, y no por que las buscara, sino por obra de la casualidad me
parecieron malas copias de hombres, y de hombres maleducados por añadidura. Sumado
a mis miedos no era eso precisamente lo que me gustaba-
-Créeme que te entiendo, a mí me pasa lo
mismo-
Se hizo un breve silencio. Seguíamos caminando
despreocupadamente. El pueblo había quedado atrás y le propuse que volviéramos
sobre nuestros pasos. Ella asintió. En el momento en que giramos la tomé de la
cintura y no hizo ninguna objeción, se pegó a mí y así regresamos. La magia del
momento era imposible de ser obviada. Necesitaba dar un paso más, un paso metafórico,
pues lo que hice fue detenerme, la volví y la miré a los ojos, ella cruzó los
brazos aferrada a mi cuello. Estaba totalmente entregada, me lo decía con su
mirada, con todo su cuerpo que temblaba casi imperceptiblemente. La atraje más
y le di un largo, largo beso, en la boca. Ella suspiró de placer cuando al fin
la deje respirar. Se apretó a mi cuello y me devolvió el beso aferrándose de mí
con todas sus fuerzas. No hubo palabras, no eran necesarias. Nos reímos y continuamos
caminando tomadas de la mano. Estábamos llegando a la parte más poblada de la
playa cuando ella finalmente dijo.
-Ese beso fue lo más hermoso que me paso
en la vida-
La miré. Aun la sentía una niña. Será
por eso que solo se me ocurrió decirle.
-Bien, festejémoslo con un helado- y
mientras llamaba al heladero ella no paraba de reír.
Rato después, mientras continuábamos
nuestro recorrido Keiko propuso ir a tomar la merienda en el hotel y yo acepté
pues estaba algo cansada de la caminata. Entramos al lobby y en ese momento
manifestó.
-Tomemos la merienda en mi habitación-
Me gustó la idea. Iba a ser el primer
momento en que podríamos estar a salvo de cualquier mirada. Pedimos nuestras
llaves y fuimos derecho a su habitación. Por esas casualidades del destino
estaba a pocos pasos de la mía y también tenía un amplio balcón.
Salí a contemplar la inmensidad del mar.
Keiko opinó que estaría bueno sacar las sillas y una mesa ratona al balcón. Lo
hice mientras ella pedía servicio al cuarto.
-¿Café o té?- Preguntó.
-Café- Contesté yendo con las sillas al
balcón.
Pocos minutos después estábamos ambas
disfrutando del mar, de la merienda y de nosotras mismas mirándonos como dos adolescentes
pavotas que no dejaban de reír. Cuando terminamos llevé la bandeja adentro y volví
al balcón. Ella me estaba dando la espalda, apoyada sobre la baranda totalmente
ensimismada con el paisaje. Fui por detrás y rodee con mis brazos su cintura,
me apreté a su cuerpo y ella gimió de placer. Nos besamos largamente, una, dos,
varia veces. No podíamos dejar de hacerlo y así nos fuimos trasladando al
interior hasta caer pesadamente sobre la cama. Le fui sacando la ropa sin que
ofreciera ninguna resistencia, quedo totalmente expuesta con su hermoso cuerpo
de porcelana vibrando de placer anticipado. Yo me desnudé también y pronto
fuimos un cuerpo solo unidas por los besos, las caricias y el desenfreno sexual
que nos dominaba.
Exploré con mis manos todos su valles y
montañas. Descubrí que tenía unos hermosos pechos que hasta entonces había
disimulado con su blusa holgada. Fui bajando hacia su pubis y cuando metí mi
lengua en su vagina pareció que estallaba de placer. Casi sin previo aviso
comenzó a tener un orgasmo tras otro. Se mordía los labios para no gritar y
luego también comenzó a morder la almohada. Creí que iba a desmayarse. De
pronto fui consciente de que era la
primera vez que le estaba sucediendo esa marea de orgasmos, al menos con otra
persona. Me detuve temiendo hacerla sufrir. Ella me miró y luego decididamente
se lanzó a hacerme lo mismo que yo le había hecho. Estaba desenfrenada. Si era
la primera vez debo reconocer que era una buena alumna, pues yo también tuve
que morder la almohada para no gritar. Su lengua recorría el interior de mi vagina
de tal manera que yo me derramaba de placer como si estuviera disolviéndome en
un mar de leche.
Quedamos agotadas. Ella acercó su cara a
la mía y nos besamos. Creo que ambas sentimos el sabor en nuestras bocas de lo
que estuvimos haciendo, pero estábamos felices y abrazadas nos fuimos dejando
llevar por la somnolencia.
Debía confirmar lo que imaginaba y
cuando nos despertamos y nos dimos, juntas, una ducha le pregunte si realmente había
sido esa su primera vez. Me confeso que sí.
-¿Y con tu amiga en Japón no tuvieron
relaciones?-
-No, lo nuestro no pasó de unos pocos
besos-
-Tanto escándalo por nada- Comenté.
Se rió.
-Si, por nada-
Minutos después la dejé sola para ir a
mi habitación y cambiarme de ropa. Quedamos en encontrarnos para cenar. Me puse
un vestido corto y muy ajustado color rojo y zapatos de taco alto. Cuando
llegué al comedor no pude menos que sonreír. Ella había hecho lo mismo. Su
vestido, amarillo, parecía pegado a su delgado cuerpo. Me senté a la mesa que escogió
y nos dispusimos a cenar.
Durante la comida me di cuenta que
fuimos objeto de miradas ajenas. Por un lado hombres que se estarían haciendo
la película y por el otro mujeres que por envidia o por deseo nos echaban el
ojo cada tanto. Se lo comenté en voz baja y ella asintió diciendo que ya se había
dado cuenta. Cuando terminamos le propuse salir a caminar por la peatonal. Y
los hicimos tomadas de la mano, a propósito, para desafiar esas miradas.
En nuestro recorrido nos compramos
mutuos regalos. Ella me obsequió un colgante con su cadenita y yo le regalé un
anillo y un pañuelo de seda. Unas cuadras más adelante pasamos por el teatro en
donde me regalaran la promoción. Le pregunté.
-Tengo una promo para ver una obra aquí.
¿Quieres?-
Ella saco otro papel de su carterita y
dijo.
-Qué casualidad, iba a proponerte lo
mismo-
Así fue que disfrutamos del espectáculo.
Una comedia bastante divertida que nos hizo reír con ganas. Al finalizar le
propuse un helado y regresamos al hotel consumiéndolo.
-Ahora nos toca en mi cuarto, pasemos la
noche allí- Dije.
Estuvo de acuerdo. Esa noche volvimos a
tener sexo desenfrenado y nos dormimos abrazadas hasta que el sol subiendo del
mar nos despertó al día siguiente.
Capítulo 4
En nuestras conversaciones supe que ella
debía regresar un día antes que yo. Durante un rato me sentí aturdida hasta que
se me ocurrió una idea. Le propuse que me esperara, que volveríamos juntas si
ella se quedaba. Le ofrecí que yo le pagaba la diferencia y se alojara en mi
habitación. Que iríamos juntas hasta la terminal de ómnibus a cancelar su
pasaje y que haríamos el viaje en mi auto. Aceptó complacida. En ese momento
noté que ella también estaba preocupada por la separación pues su cara se
volvió radiante de felicidad.
De manera que hicimos lo pactado. Fui a
la recepción y pagué su estadía. Luego en mi auto fuimos hasta la terminal que
queda en las afueras y cancelamos su pasaje. Ella llamó a su padres y les avisó
del retraso.
-Está todo bien. Están muy contentos por
mi decisión-
-¿Solo por qué te quedas un día más?- Le
pregunté asombrada.
-Es que les dije que había conocido a
una persona maravillosa- Me contestó asombrándome más aún.
-¿Y…le dijiste que esa persona es una mujer?-
-Por supuesto. ¿Qué problema hay?-
-No, ninguno-
Y me quedé pensando que esto se estaba
poniendo más serio de lo que imaginaba.
Para nuestro viaje de regreso le
pregunté a qué hora deseaba llegar a su casa, como me contestó que por la
mañana, a eso de las diez estaba bien le propuse que dado que el viaje nos
insumiría doce o trece horas, sería conveniente salir a las nueve de la noche y
tener tiempo para detenernos en algún a comer algo y descansar.
-¿Estás de acuerdo en que viajemos de
noche?- Le pregunté.
-Si no es problema para vos tampoco lo es
para mí- Contestó.
Y así fue que el día de la partida
dejamos el hotel por la mañana, llevamos las valijas al auto y me acerqué a una
estación de servicio para revisar gomas, agua, aceite y cargar combustible. Al
mediodía almorzamos en la que se había convertido nuestra pizzería oficial y
por la tarde paseamos por las peatonal comprando los últimos regalos. A la
noche optamos por no cenar y mucho menos tomar alcohol antes de la salida para
estar despejadas.
-Yo manejo y tú haces mate- Le dije.
-No tengo idea de cómo hacer mate- Me
respondió.
-¿Diez años en la Argentina y nunca
hiciste mate?- Le manifesté.
Ella se encogió de hombros mientras
sonreía como si se sintiera culpable. En el poco tiempo que nos quedaba le hice
una clase rápida para hacer mate.
-No te preocupes si no te sale bien, mientras
pueda tomarlo. El mate me mantiene despierta-
-Bien, si es así…- Respondió-
Partimos a la hora que nos fijáramos. La
ruta estaba absolutamente desierta salvo un ómnibus detrás del cual me mantuve
durante muchos kilómetros solo para no sentirnos tan solitarias. Keiko se entusiasmó
con el mate y sentada a mi lado me ofrecía uno tras otro tomando ella también.
De vez en cuando le acariciaba las piernas pues tenía un breve short de jean.
Nos detuvimos a cenar en Bahía Blanca.
Elegimos un restaurante concurrido fuera de la ruta. Aquí le dije que mejor no
nos prodigáramos en caricias o besos pues las ciudades del interior me producen
cierta incomodidad. Una cosa es un lugar turístico donde nadie se fija que hace
uno, pero en un sitio lleno de pobladores locales no se sabe cómo puede
reaccionar alguien. Ella estuvo de acuerdo, de manera que cenamos frugalmente y
tomamos gaseosas. Luego llevé el auto a un Área de servicio y lo estacioné bajo
la luz aprovechando a hacerme una siestita de media hora. Despejada y bien
despierta, con más mates encima salimos directo a Buenos Aires.
Llegué a la puerta de la casa de Keiko a
las diez de la mañana. El día estaba hermoso y hacía calor. En ese momento me
di cuenta que nos íbamos a separar después de tantos días juntas. Me asaltó un sentimiento
de melancolía. Le ayudé a bajar sus valijas y a llevarlas hasta la puerta, ella
tocó el timbre y una señora de la servidumbre salió a abrir la puerta. Keiko me
miró. Me di cuenta que estaba desesperada por darme un beso, miró a ambos lados
de la calle y me besó en la boca.
-Te llamo- Dijo cuando entraba y agregó-
Por favor, no te me pierdas, me muero si no te veo-
-No te preocupes, no me vas a perder así
nomás- Respondí
Ella me dedicó una sonrisa y se perdió tras
la puerta. Volví al auto y a mi casa. Cuando llegué bajé mi equipaje, saqué
toda la ropa que había usado e inmediatamente la puse en el lavarropas. Me hice
un café y llamé a mi editor.
-¡Apareciste!- Exclamó del otro lado de
la línea.
-Sí, y prometo que voy a ponerme a
pensar- Le contesté en un tono de voz demostrando mi molestia.
-¿Pensar? ¿No tenes ya alguna idea para
la próxima novela?-
-No, querido, estoy en blanco. Lo único
que te pido es que no me llames. Yo te llamaré cuando tenga algo.
Me senté en mi sillón preferido, tomé
con parsimonia mi café, luego agarré mi guitarra y toque algunos acordes
sueltos. En eso sonó el teléfono.
-¡Hola!- Dijo la dulce voz de Keiko.
-¿Ya me extrañas?- Le pregunte riéndome.
-¡Sí! ¿Y vos?-
-Horrores, me gustaría estar contigo-
Conversamos un rato de banalidades y
quedamos en hablarnos esa noche. Luego de cortar me senté frente a la
computadora aunque sabía que esa no es la mejor manera de que se me ocurra una
idea. De modo que me paré. Recorrí con la vista mi amplia biblioteca leyendo
los lomos de los libros como buscando un tema. No se me ocurrió nada y me pasé
el resto del día entre la guitarra, un poco de You Tube, subiendo todas las
fotos de las vacaciones a la computadora, ordenado los recuerdos comprados y
colgando la ropa recién lavada en la terraza.
No tenía ganas de cenar, en realidad no tenía
ganas de cocinar, por lo tanto pedí unas empanadas en la rotisería que está a
dos cuadras de mi casa. Cuando llegaron abrí una lata de cerveza y de pronto me
sobresaltó el sonido del teléfono. Obviamente era Keiko.
Hablamos de lo que habíamos estado
haciendo durante el día. Después que le conté lo mío, me relató que estuvo en
la oficina de la fábrica de su padre poniéndose al tanto de lo que debía hacer
pero que todo el tiempo estuvo pensando en mí y mirando a cada rato las fotos
que guardaba en su celular.
-Pero además tengo algo importante que
decirte- Manifestó de pronto.
-Te escucho-
-Mis padres quieren conocerte y me
pidieron que te invite a cenar mañana en casa-
-¿Ya? ¿Tan rápido? ¿Qué les contaste de
nosotras?-
-Ja, ja, no mucho-
-No me imagino que quieres decir con ese
“no mucho”-
-No te preocupes, no entré en detalles-
Ese fue mi turno de reírme.
-¿Y a qué se debe el interés de
conocerme?-
-Eres una celebridad para ellos, también
leyeron tu libro y quedaron maravillados. ¿Vendrás amor?-
-Por supuesto, mi ego no se pierde
oportunidad de ser elogiado-
Ella suspiró.
-Te amo- me dijo casi en un susurro.
-Yo también te amo mi muñequita de
porcelana- Respondí.
-Bien, te espero a las ocho. Por favor
no tardes, te extraño mucho-
Capítulo 5
Después de estacionar, el mismo hombre
me pidió que lo acompañara hasta la recepción. Allí me esperaba Keiko, hermosa como
siempre vestida con un traje típico japonés que realzaba su juventud. Corrió
hacia mí y antes de que el señor se retirara silenciosamente me abrazó y me
besó. En un primer momento me sentí sorprendida ante su audacia pero luego la
rodeé con mis brazos y respondí a su beso.
-Ven, vamos a la biblioteca- Dijo
tomándome de la mano y casi arrastrándome tras de ella.
En la sala biblioteca estaban los padres
de Keiko, el hombre de unos cuarenta y cinco años estaba vestido de traje azul
y la esposa también tenía un vestido tradicional. Ambos me sonrieron, parecían
una imagen de otro tiempo pero al mismo tiempo se los veía joviales y amables.
El padre se paró frente a mí e hizo una reverencia que respondí. La madre me
dio un beso en la mejilla y en ese momento me di cuenta que Keiko no me había
soltado la mano. Sentí que me ruborizaba.
El padre me señaló un amplio sillón y
cuando me senté con Keiko que se ubicó en un sillón vecino siempre a mi lado
recién ellos tomaron sus respectivos asientos. La charla fue bastante formal al
principio. No es novedad que los japoneses no son impacientes para entrar en
diálogos más intensos, al principio suelen dar rodeos y hablar de temas varios
cuando recién conocen a la persona con quien tratan. Yo sabía manejar esos
tiempos debido a mi experiencia en mis visitas al país del Sol Naciente de
manera que les seguí la charla aunque debo confesar que me inquietaba la mano
de Keiko que a veces rozaba la mía.
Un sirviente asomó por una puerta
opuesta a la que había entrado y anunció que la cena estaba servida. El señor
Yamura, padre de Keiko, se puso de pie y nos invitó a pasar al comedor. En ese
trayecto la madre no se privó de elogiar mi atuendo ni tampoco de brindarle una
mirada cómplice a su hija. Tuve que contener la sonrisa para que no lo tomara
como una falta de respeto.
Esperaba encontrar comida japonesa
tradicional o algo así pero la cena eran suculentas milanesas con abundantes
guarniciones de papas fritas y ensaladas varias, cerveza, vino tinto y en el
postre porciones abundantes de sopa inglesa y helado al final. No me atreví a
manifestar que me había imaginado otro tipo de comida pero no fue necesario, en
un momento el padre me preguntó si la cena había estado a mi gusto. Conteste
que sí.
-En otra ocasión tendremos una cena con
platos típicos japoneses pero hoy quisimos homenajearla con sus comidas
favoritas-
-Ah, sí, claro, ahora comprendo. Imagino
quien les dio el dato- Dije mirando a Keiko.
Ella hizo como que se sentía avergonzada
y ocultó su sonrisa tras de un abanico.
-Sí, así es- Agregó la madre.
El señor Yamura indicó al mozo que nos había
servido que tomaríamos el café en la biblioteca. El hombre asintió en silencio
y regresamos a la amplia estancia rodeada de anaqueles con libros. Keiko volvió
a tomarme la mano.
-Vamos a ponernos algo más “occidental”-
dijo la madre y se llevó a Keiko con ella.
No necesitaba muchas señales para darme
cuenta que era una excusa para dejarme a solas con el padre. Respiré profundo y
esperé con calma a que comenzara hablar.
-Su libro me cautivó- Comenzó diciendo y
continuó- sus historias de gyarus y lesbianas son muy conmovedoras, confieso
que nunca antes le había prestado mucha atención a estas mujeres tan especiales
y tal parece que a usted la han cautivado-
-Desde que comencé a conocer su idiosincrasia
como pueblo me han cautivado, por eso creo que mi libro fue un intento de homenaje
no solo a ellas sino a toda la sociedad-
-Y lo ha logrado, le puedo asegurar porque
no solo yo y mi esposa lo hemos leído. Conozco varias personas de la
colectividad que han comentado favorablemente su contenido. Y mucho de ellos
también manifestaron haber conocido ese mundo gracias a usted-
-Me halaga-
-Lo merece. Y es por ello que quise
hablar inmediatamente con usted. No crea que no sepamos que nuestra hija ha
quedado impactada por su personalidad además de haberla conocido antes a través
de sus letras. No somos ciegos, es evidente que la ama, y la respeta y es como
una sempai para ella. Por eso quiero pedirle un gran favor-
En ese punto mi curiosidad iba en
aumento. No me imaginaba adónde iba el señor Yamura, pero no tardó en hacérmelo
saber.
-Supongo que le habrá contado acerca de
su experiencia a los quince años cuando los padres de una compañera hicieron un
gran escándalo por que tenían una relación-
-Sí, aunque no conozco todos los
detalles-
-El tema fue que en realidad no habían cometido
trasgresión alguna, solo era muy buenas amigas y si…solían besarse como cualquier
pareja, pero no iban más allá de eso. La situación se presentó cuando las
vieron en Shibuya dándose un beso cuando aún tenían puestos sus uniformes
escolares, usted sabe…en Japón somos muy estrictos con ciertas reglas-
-Lo sé, lo se…-
-Los padres de la otra niña eran muy
poderosos económicamente, yo era un simple ingeniero con algo de suerte que había
podido mandar a mi hija a una academia privada. Enseguida acusaron a Keiko de
haber corrompido a su hija y amenazaron con sacarla de escuela, eso era un golpe para el director
pues aunque nadie se asombra de que dos chicas tengan una relación sobre todo
en las clases más altas donde ya se saben condenadas a un matrimonio arreglado
de todas formas la reputación de la academia podía correr peligro. Y como a
todo esto Keiko nos confesó que lo suyo no era un juego de adolescentes yo temí
otras consecuencias…
-Y la sacó del colegio-
-Sí, pero en realidad para ese entonces
yo ya tenía muy avanzados los planes para venirme a la Argentina y sacarla del colegio
era una situación que se iba a realizar un mes antes o después-
-Y…creo suponer que ella se siente con
culpa por ello-
-Exacto, dio en el punto, era muy niña y
no entendió que nuestra partida de Japón no tenía nada que ver con ella, solo
se trataba de negocios. Se sintió culpable, además llegó a un país del cual no
tenía idea de sus costumbres y por ello no volvió a tener una relación, hasta
que llego usted-
-Entonces…¿Qué espera usted de mí?,
digo, además de no lastimar a su hija-
-Que vayan juntas a Japón, que se rencuentre
con todos los sitios donde vivió su experiencia, el colegio, el barrio, sus ex
compañeras, así vera que no huimos por ella, que en aquel entonces mucha gente
nos apoyó pero, como le dije, yo ya tenía mis planes de trabajo-
-¿Y si ese reencuentro no le resulta
positivo?-
-Resultará, por eso deseo que usted la
acompañe. Confío en usted. Cuando leí su libro fue una revelación ver como está
hoy el Japón en el tema de las relaciones homosexuales, las historias que contó
son edificantes y sobre todo cuando supe que se trataba de historias verdaderas
de chicas como Keiko-
-Bien…en ese caso- Dije con cierta duda
todavía.
-Debo aclararle que me gustaría que
fuera lo antes posible, sé que ustedes los escritores también trabajan muchas
horas, no como esa imagen bohemia que los representa pero me gustaría que le
dedique un tiempo a Keiko, por amor. Pero debo aclararle algo más, yo estaré
muy agradecido con usted y con una deuda difícil de saldar, por ello es que
correré con todos los gastos del viaje y la estadía, le reservaré los vuelos y
el hotel y podrán quedarse y pasear a su discreción-
-Su oferta es muy generosa-
-Y…algo más. He conversado de este tema
con mi esposa y con Keiko y le quiero decir que es usted libre de escribir una
novela con el tema, si lo desea -
-Vaya, ahora es más que muy generosa, me
ha solucionado un problema. No tenía idea de que podría escribir en mi próximo
libro. Pero no lo hago, ni por el libro, ni por los gastos pagos, digamos que
me complacerá ayudar a Keiko por amor, como usted dice-
Capítulo 6
-Supongo que debemos ir a Tokio…¿Por qué
es en esa ciudad donde sucedió todo?- Pregunté.
El señor Yamura asintió con la cabeza y
luego pronuncio las palabras que jamás en mi mejor estado de imaginación podía
haber pensado escuchar.
-Así, es, en Tokio y la academia que
deberían visitar es el Instituto Aihara-
Me quedé con la boca abierta unos segundos
al punto que creyeron que había perdido el habla. Me miraron extrañados. Cuando
reaccioné dije.
-No lo puedo creer-
-¿Qué es lo que no puedes creer?- Preguntó
Keiko aferrándose a mi brazo.
-¿Usted me está hablando de la Academia
Aihara de señoritas, la que dirige el señor Aihara, un hombre alto de cabellos
canos y barba candado y que es toda una eminencia en temas de educación?-
-El mismo-
-El mundo es chico hasta en las
antípodas- Exclamé y luego agregué -¿Y qué participación tuvo el señor Aihara
en el tema de Keiko?
-Nos apoyó hasta donde pudo, por él supe
que muchas chicas formaban parejitas provisorias antes de casarse, las toleraba
porque decía que…-
-Que les corre la sangre por las venas y
es mejor así porque no corren riesgo de embarazarse- Completé la frase.
-Así, es. ¿Entonces debo imaginar que conoció
al señor Aihara?-
-¿Qué si lo conocí? Vera usted, le voy a
contar algo a pesar de que le prometí reserva pero en este caso es importante
que se los revele-
Los tres se quedaron mirándome impacientes
por mi relato.
-Es así, ¿Recuerda, de entre las
historias que conté en mi libro, el caso de dos hermanastras que finalmente se
casan entre si y que una de ellas es nieta de un director de escuela?-
Esta vez los que quedaron boquiabiertos
fueron ellos.
-¿No me diga que ese personaje de la nieta
es la pequeña Mei?- Preguntó la madre de Keiko en cuanto pudo hablar.
-Bueno, no tan pequeña, ahora es toda
una mujer- Dije sonriendo.
-¡Rompió el arreglo matrimonial que le preparó
su abuelo y se casó con su hermanastra!- Exclamó el señor Yamura.
-Así es-
-Conocimos a Mei, tiene unos cinco años
menos que Keiko pero ya se la veía como alguien decidida a defender su vida aun
cuando estaba en la primaria-
-Si- Dije sin saber que agregar.
-Hubiera pagado por verle la cara a
Sensei Aihara cuando lo supo-
-Lastima, si hubiera sabido que alguien
pagaría por ello le hubiera tomado una foto-
La frase causó la risa del señor Yamura
y luego acotó.
-¿Usted estaba allí?-
-Sí, yo tuve mucho que ver con el tema
aunque no me auto referencié. Pero debo otorgarme el mérito de haber tanteado
la opinión del señor Aihara un tiempo antes y de haber influido en la
aceptación plena del compromiso de su nieta con su nietastra política-
-¡Vaya sorpresa!- Dijo la madre de
Keiko.
-¿Y cómo quedó su relación con el señor
Aihara?-
-En excelentes términos, hasta me regaló
un manuscrito del libro que escribió con la historia de su vida-
-Entonces tenemos el camino muy allanado
para poder verlo y conversar en extenso con él- Agregó el señor Yamura.
-Tengo todas las puertas abiertas-
El señor Yamura volvió a sacudir mi mano
con énfasis. Luego me dijo.
-Bueno, ya es tarde y debemos irnos a
dormir. Supongo que ustedes quieren estar a solas. Mañana la llamo y ultimamos
detalles- Y entonces tomó a su esposa de la mano saliendo de la habitación.
-¡Si no vuelvo esta noche es que me
quedo en casa de Alexia!- Dijo Keiko de pronto y yo me extrañé pues ni siquiera
habíamos hablado de eso.
Ella sonrió y mirándome dijo.
-Creo que será hermoso conocer tu casa-
Su sonrisa era tan cautivante que no
podía negarme, es más, ya estaba imaginado de como disfrutaríamos entre mis
sabanas.
Había pensado en invitar a Keiko a
bailar o simplemente a tomar algo por ahí, pero ante su dulce osadía decidí
llevármela a casa lo más rápido posible. Fuimos hacia el garaje donde el hombre
del traje nos abrió la puerta y salimos con el auto a la calle. Keiko estaba
hermosa, cuando se cambió luego de sacarse su traje tradicional se había puesto
un pantalón de tela de goma sumamente ajustado, unas botitas blancas con taco y
una blusa holgada multicolor, como cartera solo llevaba un pequeño sobre
colgado de su hombro con una larga cadenita y donde creo que lo único que le
entraba era su celular.
Llegamos a casa, entré el auto en la
cochera y pasamos a la sala. Ella observaba todo con detenimiento.
-Tienes buen gusto, admiro tu
decoración- Dijo al cabo de unos segundos.
La tomé de la cintura y la atraje hacia mí,
le di un beso en los labios hasta que ella abrió su boca y nuestras lenguas se
entrelazaron. Fue un momento apoteósico.
-Claro que tengo buen gusto, por eso te
tengo a ti- Le dije y agregué. -¿Deseas perder el tiempo tomando algo o vas a dejar
que te obligue a ir a la cama?-
-Oblígame- Contestó desafiante.
La tomé de un brazo y me la llevé a la
cama mientras ella simulaba resistirse. Cuando entramos en el dormitorio se quedó
mirando la cama.
-¡Vaya es enorme!- Exclamó.
-Y toda para nosotras- Le dije mientras
a su espalda comenzaba a sacarle la blusa.
No se resistió más. Dejó que la fuera
desnudando lentamente hasta que no le quedo nada puesto. Me saqué la ropa
mientas ella se acomodaba en la cama insinuante. Me acerqué desde el pie de la
cama hacia donde ella, imaginado lo que le iba a hacer abrió sus piernas y yo
me sumergí en su pubis con mi lengua presta a invadir su vagina. Ella comenzó a
gemir. Estiré mis brazos y tomé sus pezones. Primero se los acaricie suavemente
pero luego comencé a apretárselos de tal manera que intentaba provocarle dolor.
Y lo hice porque me imaginaba lo que sucedería, ella estaba gozando de la
pequeña tortura, a cada minuto se entregaba con más deleite y tenía orgasmos
continuos mientras me pedía que se los apretara más.
Minutos después ella era quien jugaba
entre mis piernas como toda una experta, me arrancaba orgasmos con solo verla
hundirse en mi pubis. Y también le pedí que me apretara los pezones. Más tarde
nos fundimos en un mar de besos y caricias, totalmente desenfrenadas hacíamos
tijeras y nos arrastrábamos por toda la cama explotando de placer. La bese, la
mordí, le di un par de palmadas en la nalga que la excitaron aún más.
Finalmente luego de una cantidad incontable de orgasmos quedamos las dos
rendidas, acostadas una junto a la otra, abrazadas, y así nos dormimos.
No estoy acostumbrada a tener a alguien
durmiendo en mi cama por la mañana, por lo general las echo después del sexo
pues amo desayunar a solas, pero cuando desperté Keiko estaba profundamente
dormida y placenteramente estirada. Hasta podría jurar que estaba sonriendo. Me
levanté, me puse una robe de seda que había comprado en Japón y fui a la cocina
a preparar el desayuno. Mientras estaba en esa tarea apareció la niña medio
dormida y totalmente desnuda. Caminó hacia mí, me abrazó y le pregunté si no tenía
algo para ponerse. Al responderme negativamente le dije que sacara algún camisón
mío del ropero.
Desayunamos, ella se dio una ducha, se
vistió y partió para la oficina pues tenía trabajo que hacer y no quería dejar
nada pendiente teniendo en cuenta el viaje que debíamos realizar. Yo me quedé
sola, caminé un rato por la casa, me asomé al balcón del dormitorio, me quede
allí contemplando el jardín y mientras tomaba mi tercera taza de café me senté
a mi escritorio tratando de ordenar mis ideas.
Capítulo 7
“¿En qué me estaré metiendo?” Me
pregunté, por una niña que unos pocos días atrás ni siquiera conocía. “Todo sea
por otro libro” Me dije consolándome. Además unos días de paseo por Japón, país
al que había comenzado a querer sinceramente, y con todos los gastos pagos no
era fácil de declinar.
Me acordé de mi editor. Era hora de que
le hiciera un llamado. Tomé el inalámbrico y me arrojé en la cama todavía
deshecha por la sesión de sexo de la noche anterior.
-¡Alexia! ¡Pensé que te habías olvidado
de mí!-
-Imposible, sos como una piedra en mi
zapato-
Después que dejó de reírse me dijo.
-Supongo que si me llamas es porque tienes
algo en mente para tu próximo libro-
-Digamos que sí, todavía está muy verde,
tan verde que primero voy a tener que vivirlo para después escribirlo-
-¿Cómo es eso?-
Y le conté, sin entrar en los detalles
del sexo por supuesto, toda la historia hasta ese momento el futuro viaje a Japón.
-¿A Japón, de nuevo? ¿No se te está
haciendo costumbre?-
-Si, tal vez-
-¿Y qué tal la japonesita? ¿La pasas
bien con ella?-
-Ya te estas poniendo pesado, pero te diré,
supongo que tan bien como vos con los hombres con los que te acostas-
-Ja, ja, pero no es lo mismo-
Mi editor era homosexual confeso. Muchas
veces me había contado de sus aventuras sexuales pero había algo que lo tenía
intrigado, y era como nos las arreglábamos las mujeres siendo que carecíamos de
pene. Para él sexo sin pene no era sexo. Y yo siempre lo dejaba con la incógnita
lo que me producía cierto placer.
Convenimos en que lo llamaría recién a
mi regreso. Y le contaría si la experiencia había valido la pena.
-¿Sabes una cosa? Tu último libro se está
vendiendo como pan caliente, algo que obviamente no ignoras. Creo que es una
buena idea seguir en este tema con uno más, el público se va poner ávido de
estas historias-
-Sí, me imagino, el morbo vende, pero no
voy a andar acostándome con cuanta japonesa me encuentre por ahí para seguir
escribiendo-
Rió con ganas.
-Sí, claro, conociéndote te acostarías
con cuanta japonesa te encuentres así sea por un libro o no-
Cortamos. Me quedé pensando cual era mi
verdadero sentimiento para con Keiko. No quería que se me convirtiera en una carga
solo por no lastimarla pero al mismo tiempo me sentía segura de que al menos me
gustaba mucho estar con ella. Para adelantar el relato me dirigí a mi estudio,
me senté frente a la computadora y comencé a escribir provisoriamente acerca de
todo lo ocurrido hasta entonces.
Al mediodía me llamó Keiko. Al sentir su
voz me sentí feliz. No me había dado cuanto de que en cierta manera la
extrañaba. Quedamos en que viniera de nuevo a mi casa esa noche. A ella también
se la sentía feliz.
No salí en todo el día, escribí varias
horas y en algunos intervalos de descanso toqué la guitarra. Luego me puse a
pensar en la cena y cuando las primeras sombras se iban convirtiendo en noche
llegó Keiko. Apenas abrí la puerta y la hice pasar sentí la necesidad
imperativa de abrazarla fuerte. Nos besamos largamente y nos dirigimos a la
cocina.
-Ven, estoy cocinando-
-Te ayudo- Dijo ella
Y así fue que compartimos la preparación
de la cena mientas me contaba las cosas que había hecho en la oficina y yo la puse
al tanto de la conversación con su padre. Por momentos, cuando ella no lo
advertía, yo la contemplaba en silencio. “¿Estaré enamorada?” me pregunté.
Cenamos en el comedor. Yo había dispuesto
la vajilla con todo detalle como para una cena formal. La comida estaba rica y
el vino aún mejor. Después del café le dije.
-Voy a hacer una llamada por Skipe a una
amiga en Japón para contarle del viaje, ven quiero que la conozcas-
La tomé de la mano y me la llevé conmigo
al estudio. Encendí la computadora y llamé a Mitsuko. Keiko jugaba distraídamente
con un adorno de mi escritorio. Al cabo de unos segundos apareció la imagen de
mi antigua amante y por detrás de ella la cara curiosa de su pareja, la niña
cuatro ojos (nunca recuerdo bien su nombre).
-¡Hola amiga, tanto tiempo!- Exclamó
Mitsuko con alegría.
No tuve tiempo de contestar. De pronto
Keiko gritó casi en mis oídos.
-¿Mitsuko-chan?- Preguntó sorprendida
-¿Keiko-chan?- Manifestó Mitsuko no
menos sorprendida.
-Vaya, veo que no tengo que
presentarlas- Agregué yo.
Y así fue que en medio de un dialogo
desordenando donde todas hablamos casi al mismo tiempo pude enterarme que a
pesar de que no eran compañeras en el mismo curso, Keiko y Mitsuko habían sido
buenas amigas para la época en que mi nueva amante tuvo su problema, que
Mitsuko ya era para entonces una alumna aventajada y estaba en el Comité Estudiantil,
del que luego sería presidenta. Y por el otro lado nuestras amigas de Japón se enteraron
de la relación que nos unía a Keiko y a mí lo que las hizo exclamar grititos de
alegría.
-No puedo creer las vueltas de la vida- Decía
Mitsuko.
Y por Whatsapp me mandaba un mensaje
para que solo yo lo leyera
“Me imagino lo bien que la está pasando
Keiko”
Nos pusimos al día con todas las
novedades. Les conté de cómo nos habíamos conocido con Keiko y del éxito del libro
y ellas nos dijeron que estaban muy bien, que la pareja se consolidaba cada día
más y que estaban por casarse formalmente en la Prefectura de Shibuya. Pero lo
que más les alegró fue saber que pronto nos veríamos personalmente como
consecuencia de nuestro viaje.
-Están formalmente invitadas a nuestra
casa- Afirmó Mitsuko.
-Hecho- Dije yo y luego le pregunté por
el resto de las chicas.
Así supe que su hermana Harumi andaba en
algún tipo de relación con su amiga Matsuri pero que no podía asegurar cual sería
era pues ambas chicas eran “como dos tiros al aire” dijo textualmente. Luego me
contó que Mei ya estaba formalmente a cargo de la Academia pues su abuelo se había
retirado definitivamente y el Consejo había aceptado que fuera ella la nueva directora
y lo que era más sorprendente que ante todos los miembros, hombres de
tradiciones férreas, había presentado a Yuzu como su esposa lo que, a pesar de
la sorpresa no pareció incomodarlos. Y por su lado Yuzu continuaba su trabajo
en la editorial y biblioteca donde la encontré cuando fui a presentar mi libro
con la novedad de que había dejado de ser pasante y tenía un cargo directivo en
la administración. Y que, por supuesto, la parejita estaba muy bien y muy
felices.
Me alegré muchísimo de recibir buenas
noticias. Seguimos luego hablando de otros temas e incluso dejé por un rato que
Keiko y Mitsuko conversaran de sus épocas de estudiantes y me corrí a un
costado mientras degustaba una copa de vino.
Luego les informé de la fecha en que
estaríamos por allí y convinimos en que las llamaría para encontrarnos. Cuando
corté sentí que había sucedido casi un milagro. Keiko se sentía muy bien de
haber podido hablar con alguien que la conociera y la apoyara cuando la
atacaban sin motivo por su relación con otra chica. Por un momento sentí celos,
conociendo a Mitsuko era probable que se le hubiera tirado a Keiko, pero
pensándolo fríamente me di cuenta que estaba imaginando lo que no era.
Capítulo 8
El día que debía presentarme en el
Centro Cultural elegí, como una forma de rebeldía un atuendo poco apropiado,
una blusa multicolor muy amplia, pantalones de jean gastados y zapatillas. Eso sí,
me maquillé muy bien y dejé mi larga cabellera negra a merced del viento. En
cuanto llegué a la puerta del salón me encontré con Adriana una rubia
voluptuosa que oficiaría de mi presentadora y moderadora. En cuanto la vi me di
cuenta que éramos el día y la noche, no solo por el color de nuestra piel y el
cabello sino también por la forma de estar vestidas. Ella lucía un trajecito
sastre color celeste, entallado, con una blusa blanca con volados y zapatos de
taco aguja. Al parecer mi ropa no le causó mala impresión o solo disimulaba, me
dio un beso en la mejilla y brindándome la bienvenida me hizo entrar.
El lugar estaba lleno de gente, mucha más
de la que me maginaba. La mayoría mujeres, todas elegantemente vestidas como
para un evento en el palacio de Buckingham, los pocos hombres de traje y
corbata. Mi presencia las alteró un poco. El público había notado mi forma de presentarme
y evidentemente no le había caído muy bien. Murmuraban entre ellos y ellas. Yo
me sonreía para mis adentros.
La moderadora, que luego me enteré era
la secretaria de cultura del municipio, dio un pequeño discurso presentándome y
noté que la mención de mi nombre y mi currículo los dejo asombrados. A partir
de allí ya no importó como estaba vestida, los había ganado con la fama que me precedía
y el público dejó asomar su estúpida admiración.
Luego de presentarme, Adriana mencionó
que se realizaría una lectura de un par de párrafos de mi libro, contestaría
algunas preguntas y al final habría lo que se llama “micrófono abierto” o sea
que quien quisiera podría leer sus propios trabajos. Allí lamenté haber ido,
conozco bien la calidad de lo que escriben las señoras aficionadas y me espanta
sinceramente. Sobre los hijos, los nietos, el amor, la paz y todas esas
pavadas, llevadas al extremo si, además, las damas son maestras.
Había escogido dos párrafos cortitos y
en lo posible los más audaces, para perder poco tiempo y escandalizarlas un
poco. Luego comenzaron las preguntas. Como lo esperaba eran bastante banales.
Acerca de cómo se me había ocurrido la idea, como la desarrollé, como hice la
investigación, y un largo etcétera. Pero luego de media hora se paró una joven,
de esas que llevan el pañuelo verde atado en la muñeca y preguntó.
-Dígame, ¿Usted ha escrito este libro
como un manifiesto de liberación feminista?-
Imaginaba la respuesta que la mocosa esperaba
por eso con todo énfasis dije una sola palabra
-No-
La niña no se sentó, inconforme con la
respuesta, y entonces decidí que debía una explicación.
-Vos estas confundiendo como se dice,
chicha con limonada. La homosexualidad no es algo que uno elige y mucho menos
para convertirlo en desafío al resto de la humanidad. La homosexualidad es
amor, simple y puro amor. ¿A una persona del mismo sexo?, si claro, pero es eso
amor, mucho amor y si bien los homosexuales deben luchar por sus derechos, las
lesbianas en particular no son lesbianas por feminismo, son lesbianas solo por
que aman a otras mujeres-
Creí zanjado el tema pero la mocosa
insistió.
-De manera que usted no es feminista-
-No, ni me interesa, porque yo me hice
un lugar entre los hombres y como escritora porque me rompí el culo así- Dije
haciendo un gesto con ambas manos y continúe- Estoy orgullosa de mi lucha y no necesité
ningún colectivo anacrónico para que me defienda-
La muchacha comenzó a sentarse
visiblemente abrumada pero yo ya estaba cebada y no iba a dejar así la cosa.
-Las feministas, y disculpen todas las presentes
que lo sean, han confundido derecho con privilegios y usan el género como
bandera criticando y denostando a los hombres pero nunca se les ocurre pensar
que aquí y en todo el mundo también hay hombres que son tratados como esclavos
y que también tienen sus derechos, así, que en vez de dividir deberían unirse
al hombre para luchar juntos contra toda injusticia, pero no, con su actitud lo
que hacen es dejarse dividir para que los poderosos reinen sobre todos…y todas-
Con el énfasis que puse a mis palabras creí
que me iban a arrojar de allí pero, por el contrario casi todo el público se
puso de pie y aplaudió largo rato, los hombres incluidos, excepto un grupito de
niñas que se quedaron sentadas y en silencio. Ni siquiera me importó.
Tras mi discursito tuve que soportar la
perorata de relatos y versos escritos por las damas presentes. Creí que no terminaba
más y llegué a pensar que ese era mi castigo por haber sido tan vehemente.
Finalmente llegó el momento de la despedida. Muchas mujeres se me acercaron con
un ejemplar de mi novela para que se los firme. Cuando ya no quedaba casi nadie
en el salón una mujer, de lo que calculo unos sesenta años, con una presencia
que delataba que había sido una belleza en su juventud, de cabellos largos,
vestido negro ceñido a un cuerpo que todavía parecía desear guerras
interminables y una larga cabellera entre rubia y canosa pero pulcramente
peinada, extendió su mano derecha y me ofreció una hoja de papel.
-Este es un poema que escribí pero no me
atreví a leer, no al menos entre este público. Lo hice para usted-
Tomé el papel y comencé a leer para mis adentros.
“Una flor que todavía no se ha
marchitado,
Sueña con otra flor que recién ha nacido
En la última primavera la ha descubierto
Rodeada de un desierto de arenas
traicioneras…”
A medida que continuaba la lectura me
fui dando cuenta que la mujer me había escrito una declaración de amor. Al
terminar levanté la vista. Ella me miraba ansiosa. Yo no pude evitar que
corriera una lágrima por mi mejilla.
-Es hermoso- Dije y no sabía cómo
continuar pero ella intervino.
-Te habrás dado cuenta que es una
declaración de amor, ya sé que es imposible, solo déjame soñar que alguna vez
podría haberte tenido en mis brazos y que guardarás ese poema en un lugar
privilegiado-
La tomé del brazo, le di un beso en cada
mejilla. Luego tomé un libro del escritorio, lo abrí en la primera hoja.
-¿Cómo te llamas?- Le pregunté.
-Isabel-
Escribí: “Para Isabel, que ha conmovido
mi corazón con su poema, para que sueñe con haberme tenido en sus brazos, con
todo mi amor. Alexia.
Ella leyó la dedicatoria y también dejó
caer una lágrima. Luego se dio vuelta de pronto como queriendo huir de allí y
se perdió entre la gente que todavía estaba en la puerta esperándome para
ejercer su obsecuencia. Pasé lo más rápido que pude entre el gentío y cuando
estaba por subir a mi auto llegó Adriana.
-¿Podríamos contar con vos para que des algunas
clínicas de escritura?-
-No, no puedo- Contesté y salí a toda
velocidad.
La segunda experiencia fue pocos días
después en un canal de televisión donde debía grabar el programa a emitirse
días después. Siguiendo con mi costumbre también fui vestida bastante informal,
no acepté que me hicieran maquillaje especial por las luces y la cámara y sin
haber tenido el más mínimo contacto previo con la conductora me indicaron que
me sentara en un sillón, en medio de una escenografía que representaba una
biblioteca. Pocos minutos después llegó la persona que me iba a entrevistar, me
paré, nos saludamos con esos falsos besos en las mejillas y nos sentamos cada
una en su lugar. No me iba a sorprender la temática de las preguntas, todas
eran referidas a las circunstancias que me habían llevado a escribir mi novela,
pero antes que eso se detuvo bastante tiempo en detallar mis libros anteriores
sobre todo los que versaban sobre aventuras fantásticas y de pronto preguntó.
-¿Qué te llevó a escribir esta novela de
gyarus y lesbianas en Japón?-
Después de mi relato me hizo, cuando
promediaba la entrevista una pregunta directa que no esperaba.
-¿Sos lesbiana?-
Me tomé unos segundos, como para pensar
si habría alguien de las personas que me interesaban en mi vida que aún no lo sabían
y como la conclusión era que todo el mundo estaba enterado de mi homosexualidad
dije con toda tranquilidad
-Por supuesto. O si no ¿De qué otra manera
podría haber escrito una novela tan comprometida con el tema?-
-Ahora que te lanzaste al ruedo con este
tema y de manera tan explícita, ¿Habrá otras historias similares?-
-En eso estoy-
-¿Crees que puedan redituarte más fama
que tus excelentes historias fantásticas?-
-No pienso en ello en forma de rédito,
yo escribo sobre un tema porque primero me gusta a mí y disfruto haciéndolo,
que tengan éxito no es mi preocupación-
Todo estaba yendo por carriles normales
hasta que largó otra pregunta inesperada.
-¿Sos feminista?-
-No, ¿Debería serlo?-
La dejé descolocada con mi pregunta y no
insistió con el tema. Al poco tiempo la
entrevista terminó. Me saludó con bastante frialdad y se fue por el pasillo. Yo
me quedé mirándola, un asistente se me acercó y dijo.
-La emitimos pasado mañana a las
veintiuna horas en canal 54-
-Bien- Le contesté casi sin mirarlo y
salí del estudio puteando bajito.
Dos días después estaba con Keiko, en mi
casa, mirando el programa que había grabado. Debo reconocer que respetaron toda
le entrevista tal como fuera hecha. Por un momento temí o que no lo pasaran o
que la cortaran o cualquier otra cosa que pudieran hacer para dejarme mal
parada ya que, según supe después, la conductora era quien pagaba el espacio
televisivo en el canal por que la bancaba un tipo con guita que le daba todos los
gustos, o sea, que tenía un chongo que la mantenía, algo muy poco feminista por
cierto.
Capítulo 9
Finalmente llegó el día de la partida.
El señor Yamura envió un auto por mí, luego pasamos por la casa de Keiko, y nos
llevó hasta Ezeiza. Los padres de Keiko nos hicieron mil recomendaciones como
su fuéramos dos niñas en edad escolar en su primer viaje de fin de curso.
-Tenes que entender a mis padres, en mi
viaje a Las Grutas fue la primera vez que estuve separada de ellos y ahora es
un viaje hasta el otro lado del mundo- Me dijo mientras esbozaba una sonrisa.
-Tranquila. No te preocupes- Respondí pasándole
el brazo por sobre su hombro y atrayéndola hacia mí.
Así hicimos todo el viaje hasta el Aeropuerto.
No es necesario contar toda la maraña de trámites en el check in. A pesar de
que ha mejorado mucho el sistema de Inmigraciones todavía sigue siendo bastante
lento sobre todo cuando se les cae el sistema. Además, en lo personal y aunque
no tengo nada que ocultar siempre me ponen de mal humor los controles
imaginando que un día me van a confundir con alguien fugado de la justicia.
Cargando el equipaje de mano caminamos por la manga hasta el avión, nos
acomodamos en nuestros asientos y esperamos el momento del despegue. Minutos
después el avión de Ethiopian Airlines estaba levantando vuelo para un viaje con
una escala en Dallas y treinta horas por delante para finalmente aterrizar en
el aeropuerto de Haneda.
Aproveché a descansar, cuando no estaba
durmiendo conversaba largamente con Keiko o si ella quería dormir y yo estaba
desvelada me colocaba los auriculares, buscaba el canal con la música más tranquila
posible y me relajaba o me quedaba viendo una película.
Después de un suave aterrizaje en el que
pudimos contemplar la magnificencia de la Bahía de Tokio descendimos ansiosas
de poder estirar las piernas para algo más de una caminata de pocos pasos como
las que habíamos hecho por los pasillos del avión. En cuanto nos juntamos con
nuestras maletas bajamos al subte y tomamos la línea a la Akihabara Station
pues era en sus cercanías que se encontraba el Hotel New Green Okachimachi que
nos reservara el señor Yamura.
El padre de Keiko me había advertido que
no era de lo mejor ya que todas las reservas estaban tomadas en otros hoteles.
No sé a qué llamaría “no es de lo mejor” pues me encontré con un hotel a todo
lujo con habitaciones muy limpias y bien iluminadas, el servicio de recepción
fue admirable y teníamos inclusive computadora, teléfono para hablar al
exterior sin necesidad de operadora y un amplio escritorio en la habitación.
Después que nos acomodamos llame por
Skipe a Mitsuko. Recibió con gran alegría la noticia de que habíamos llegado y
de inmediato nos invitó a su casa para la noche siguiente así teníamos tiempo
de descansar. Luego llamé a la casa de Yuzu y Mei pero no recibí respuesta por
lo que deduje que estaban en sus trabajos. Pero como deseaba escuchar la voz de
alguna de ellas revisé en mi agenda y encontré el celular de la rubia. Rogando
que no hubiera cambiado el número llamé.
-¡Hi, Alexia-chan!- Exclamó en mi oído
la dulce voz de Yuzu.
-Hola amiga- Dije sorprendida de haber
logrado la comunicación.
-¡Que tal! ¿Tuvieron buen viaje?-
-Vaya, parece que los chismes vuelan- Se
me ocurrió contestar.
-Sí, Mitsuko nos dijo que vendrías y
estábamos ansiosas de verte-
-Sí, yo también, por eso te llamé-
-¡Entonces mañana nos vemos en lo de
Mitsuko!-
-Genial, no me dijo que ustedes iban
también-
-Es que era una sorpresa, perdón, se me
escapó-
-No te preocupes, no diré nada, incluso
pondré cara de asombrada cuando las vea-
Del otro lado de la línea me llegó la
risa cantarina de Yuzu.
-¿Y ustedes cómo andan?- Pregunté.
-¡Excelente! Luego te contamos, con
tiempo. Y también quiero conocer a tu nueva novia-
-Por supuesto-
Como no quise molestarla más imaginando
que estaba trabajando me despedí de la amorosa rubia y le propuse a Keiko salir
a caminar un poco. Anduvimos paseando sin rumbo fijo. Mi novia, como dijera Yuzu,
estaba feliz, me tomaba de la mano o se abrazaba a mi cuerpo y así andábamos un
poco incomodas por la posición pero contentas de estar juntas. Andando por las
concurridas calles de la capital observé que había varias parejas de mujeres
que también iban del brazo o de la mano y que nadie parecía notarlo. Me sentí
feliz de poder transitar sintiendo que no éramos bichos raros.
Estuvimos bastante tiempo en el
Santuario Kameido Tenjinsha. El lugar estaba bastante tranquilo e invitaba a
recorrer lentamente sus hermosos y pulcramente cuidados jardines. Compramos unos
obsequios y regresamos al hotel. Esa noche, luego de la cena, tuvimos una
sesión de sexo que nos dejó agotadas. Nos quedamos dormidas, desnudas y cada
una en brazos de la otra. Cuando desperté no tenía idea de donde estaba.
Después de reaccionar solicité el desayuno en el cuarto y lo tomamos en el balcón.
En el momento en que Keiko se estaba
duchando aproveché a hacer otra llamada. Esta vez a alguien que supuestamente
ni soñaba de mi presencia en Tokio. El señor Aihara. Rogaba que estuviera en
estado de poder recibirme en ese mismo día pues no quería prolongar mi misión más
de lo necesario. Me atendió uno de sus sirvientes. Ignoro quien era pero en cuanto
me presenté me rogó que esperara en la línea con tanto entusiasmo que sospeché
le había sorprendido gratamente mi llamada.
Al cabo de unos segundos sentí la voz
grave del abuelo de Mei.
-¡Que placer volver a escucharla!-
Exclamó, pero más fue su sorpresa cuando supo que estaba en Tokio.
-Debo disculparme por ser tan
intempestiva pero por razones que luego le explicaría me interesaría saber si
me puede recibir hoy- Le dije luego de los saludos formales.
Asintió.
-Puede venir ahora mismo si quiere, a mi
casa, usted sabe que siempre es bienvenida-
Así fue que apenas colgué le dije a
Keiko, recién terminada de bañarse, que debía salir.
-¿Sola?- Preguntó ella.
-Sí, se trata de una visita que quiero
hacerle al señor Aihara para tener una charla introductoria del motivo que nos
trajo a Japón y prefiero explicarle todo antes de que te vea. ¿Estás de
acuerdo?-
No fue una cara feliz la que puso pero
lo aceptó sin protestar.
-¿Y mientras tanto que hago?-
-No voy a tardar mucho. Si quieres
puedes ir a pasear por ahí, estimo que no te vas a perder-
-Ja, ja, seguro que no-
Dicho todo esto me vestí y salí hacia la
mansión Aihara.
Capítulo 10
No tardé en llegar al barrio de Denenchufu,
una especie de Beverly Hills japonés, ya que una línea de trenes me llevó
directo desde Akihabara. Como el tren corría por un viaducto elevado tuve
oportunidad de ver parte de la ciudad mientras viajaba. Cuando salí de la
estación caminé unas pocas cuadras hasta encontrar la casa del abuelo de Mei.
Toqué el timbre y salió una de las empleadas de servicio que me conocía de mi
estadía anterior y me hizo pasar inmediatamente. Le seguí los pasos hasta que
me introdujo en la biblioteca, aquel salón en donde sucediera todo lo que marcó
el destino de mi parejita amiga.
El señor Aihara se levantó del sillón en
donde estaba leyendo y se acercó a saludarme. Hizo una profunda reverencia que
contesté en reciprocidad, luego me señaló un sillón cerca del suyo y nos
sentamos.
-Es un gran placer volver a verla y no
me imaginaba que sería tan pronto-
-Créame que yo tampoco lo imaginaba-
-¿Y que la trae por aquí?-
-Una misión que en realidad todavía me
produce algunas dudas y además de información me gustaría tener su opinión pues
la valoro mucho-
El hombre se acomodó en su asiento,
llamó a la sirvienta y le pidió dos cafés con algunas masas dulces. Como ni
siquiera me preguntó qué era lo que deseaba tomar, aclaró.
-Todavía recuerdo que usted prefiere el
café al té-
Sonreí, en tanto él mirándome a los ojos
insistió.
-Cuénteme su misión y sus dudas-
-Bien, no sé cómo empezar pero seré lo más
directa posible, ¿Recuerda usted a la alumna Keiko Yamura?-
El hombre dudó un instante, era evidente
que buscaba en los rincones de su memoria el nombre que le pronuncié. Y luego
me contestó.
-Humm, sí. Ahora recuerdo, era una muy
buena alumna y un orgullo de su clase. Lástima que no pudo completar aquí sus
estudios, su padre decidió instalarse en…-
-Argentina- Completé
-¡Cierto, en Argentina! ¿Entonces, no me
diga que usted la conoce?-
-A toda su familia. Pero lo que me trae
por aquí es un suceso en particular, uno que dejó en Keiko una terrible marca
de la que le costó reponerse-
-Ya sé a qué se refiere. Su relación con
otra alumna que motivo un escándalo por parte de los padres de esa muchacha.
¿Tan grave fue para Keiko?-
-Sí, lo fue. Por un lado porque ella
estaba enamorada realmente de esa alumna y por otro lado porque pensaba, a
pesar de las explicaciones de su padre acerca de los negocios que lo llevaron a
Sudamérica, que en realidad habían huido de Japón por vergüenza-
-Entiendo-
-Así pasaron diez años y ella jamás se atrevió
a tener otra relación con una mujer, por miedo al fracaso-
-Sí, yo entreví en su momento que allí había
un sentimiento real de Keiko por la otra niña y no solo una temporada de
distracción antes de su casamiento como sucede con otras alumnas-
-Si, como usted me lo ha explicado
cuando tuvimos aquella primera reunión en donde hablamos de su nieta-
-Lo recuerdo perfectamente-
-Bien, no le daré más preámbulos. El
tema es que hace un corto tiempo yo conocí a Keiko y hemos entablado una relación.
No sé qué la animó a sincerarse conmigo pero ella está convencida de que soy
como una especie de ángel salvador y realmente yo siento que estoy enamorada de
ella. Pero no termina todo allí, su familia también piensa lo mismo y el señor
Yamura me ha solicitado que la traiga a Japón para que se reencuentre con los lugares
y personas que tuvieron algo que ver con aquel suceso como una forma de
terminar de exorcizar sus miedos-
-O sea que la trajo-
-Correcto, pero tengo mis dudas, las que
también expresé al señor Yamura y esas dudas son si ese reencuentro no puede
generar un efecto contrario al deseado-
-Yo comparto sus dudas, pero por eso el
tema debe ser tratado con mucha delicadeza-
-Ahí es donde entra mi pedido de
consejo-
-Bien, le diré que haremos. Tráigala
aquí, a mi casa, y conversaremos. Yo le dejaré en claro que nunca tuvimos
intención de sancionarla por lo sucedido y que su padre no huyó por la
vergüenza. Creo que mi palabra le puede resultar algo tranquilizadora-
-Es más de lo que me hubiera atrevido a
pedirle-
-Descuide, usted se merece toda mi
atención. Mi opinión sobre usted es muy elevada y ayudarlas a ambas me
resultará de gran placer. De manera que cuando lo desee llámeme y combinamos la
visita-
-No quiero molestarlo más- Dije
preparándome para levantarme pero luego agregué.
-Ni Keiko ni sus padres me han dicho el
nombre de la otra chica, no sé, tal vez por algún prurito, pero yo quiero
saberlo. Necesito ver cómo vive y si le quedó alguna secuela después de esos
eventos. Descuide, no voy a cometer ninguna intromisión si no es necesario,
solo hacer algunas averiguaciones-
El abuelo de Mei volvió a hurgar entre
sus recuerdos y contestó.
-El padre de la otra niña es Eiji Fudo, un
hombre muy poderoso, es el más grande empresario en la zona norte de Tokio,
tiene varias factorías de vehículos que usa el gobierno para auxilios como
carros de bomberos y ambulancias, no le recomendaría meterse con él-
-No lo haré, no me interesa, solo me
gustaría saber cómo vive su hija-
-Me temo que tendrá que averiguarlo por
su cuenta, se llama Fumiko y hasta donde supe ella se casó en un matrimonio
arreglado pero no tengo idea de donde vive ni qué clase de vida lleva-
Me paré
y haciéndole una reverencia dije.
-Ya le he hecho perder mucho tiempo y además
debo buscar a Keiko que debe andar por Shibuya haciendo compras y esta noche
tenemos una cena en lo Mitsuko Taniguchi-
-¿Se verá con Mei y Yuzu también?-
-Sí, ahí mismo-
-¿Sabe que Mei ahora dirige la
Academia?-
-Sí, lo sé y si bien no me sorprendió
por su capacidad en realidad lo fue por que lo hace a tan temprana edad, aunque
no debería extrañarme, creo que es digna hija de su padre y nieta de su abuelo-
-Es una gran mujer y muy valiente. Le
debo que pueda tomarme un descanso que a esta edad me era necesario-
Y dicho esto también se levantó de su
asiento y llamó a la sirvienta para que me acompañe de salida. Una vez en la
calle me quedé mirando el cielo teñido de amarillo por efecto del sol en las
nubes y traté de pensar cuales serían mis próximos pasos.
Llame a Keiko y le dije que nos encontrásemos
en el hotel para almorzar. Le gustó mucho la idea, estaba paseando por los
jardines exteriores del Palacio Imperial y se manifestó ansiosa por que le
contara de mi entrevista con el señor Aihara. De manera que al rato ya estábamos
sentadas a una mesa en el restaurante y yo le manifestaba lo que me había dicho
el abuelo de Mei. Se mostró complacida de volver a ver a su antiguo director, consideraba
que sería un gran paso escuchar de su boca lo que había sucedido tras bambalinas
mientras ella sufría los embates de los padres de la otra niña que durante todo
ese tiempo no habían cesado de denostarla. De a poco iba comprendiendo lo que había
sufrido Keiko y por qué había estado traumada todos estos años.
Capítulo 11
Esa noche decidimos lucir, como suelen hacer
las parejas chinas de lesbianas, un mismo modelo de vestido aunque de diferente
color y sandalias con taco aguja y suela de acrílico. Los vestidos eran tan
cortos y ajustados que llamaron la atención en el lobby del hotel. A nuestro
paso varios hombres y mujeres se dieron vuelta para mirarnos. Esta vez
decidimos prescindir del transpondré público y nos tomamos un taxi que nos dejó
justo a la entrada del edificio donde vive Mitsuko.
A pesar de que creíamos llegar temprano,
en cuanto se abrió la puerta del departamento detrás del cuerpo de la
anfitriona pudimos ver un montón de caras que se asomaban curiosas, allí
estaban Mei, Yuzu, Harumi y Matsuri, además de la pareja de Mitsuko. Nos ofrecieron
unas sandalias para andar por el interior de la vivienda con el detalle de que
también tenían taco, y yo adoro caminar sobre ellos.
Fue toda una bienvenida de besos y
abrazos, les presenté a Keiko al resto de las chicas, excepto a Mitsuko ya que
se conocían de antemano. Mi parejita se abrazó fuerte con la anfitriona y no
perdió oportunidad de decirle cuanto le agradecía haberla ayudado en los
sucesos de diez años atrás. Mitsuko dijo que no era nada, que lo había hecho de
corazón.
Cenamos comida típica japonesa.
Conversamos todo el tiempo. Tuve oportunidad de saber cómo estaban Mei y Yuzu,
sus trabajos y su relación de pareja. Luego les pregunté a Harumi y Matsuri en
que andaban. La de pelo rosado, Matsuri, dejo entrever que se la quería transar
a la diosa Harumi pero que todavía se le resistía lo que hizo que la hermana de
Mitsuko se sonrojara primero y se enojara después, aunque le duró poco y yo
entreví que lo hacía por disimular pues en algunas ocasiones en que creían no
ser vistas advertí que se cruzaban miradas anhelantes.
Después de la cena Mitsuko puso música y
bailamos, mezclándonos unas con otras. Algunos bailes eran más insinuantes que
otros y todas jugamos un poco a una seducción de fantasía. En un momento en que
ya nos habíamos cansado del juego y estábamos sentadas saboreando una copa de
vino, le hice un gesto a Mitsuko indicándole que quería hablar con ella a
solas, de manera que inventó la excusa de ver el paisaje urbano desde el balcón
y allí fuimos las dos.
-Estuve con el señor Aihara esta mañana-
Dije a modo de introducción.
-¿Por el tema de Keiko?-
-Sí, se comprometió a conversar con ella
para disiparle sus dudas y también logré que me dijera el nombre de la otra
chica involucrada pero no tiene idea de su paradero. ¿Vos eras compañera de
ella?-
-No exactamente, Fumiko era del mismo
curso que Keiko, yo estaba en otro, pero en un viaje de verano coincidimos en
la misma habitación con otras dos chicas, no pasó nada, al principio se mostraba
distante pero luego compartimos varias charlas de medianoche-
-¿Y alguna vez te contó lo que sentía
acerca del escándalo de su relación con Keiko?-
-Jamás, era como un tema tabú. En
realidad yo nunca le pregunté nada pero ella guardo mutismo absoluto-
-¿Y sabes algo de ella ahora?-
-Solo que se casó con el hombre que sus
padres le eligieron y que se fue a vivir a Yokohama, no sé por qué pues ambas
familias, la de ella y su marido eran del norte de Tokio, sospecho que quiso
ella o ambos alejarse para vivir tranquilos. Y nada más, hace muchos años que
la vi por última vez. Nos cruzamos en la calle, nos saludamos pero ni siquiera
intercambiamos celulares-
-Lastima, me hubiera gustado conocerla-
-¿No pensaras confrontarla con Keiko?-
-No, ni remotamente o al menos si no es
necesario. Todavía tengo dudas acerca de que funcione esta idea y creo que un
encuentro entre ellas sería contraproducente, aunque…nunca se sabe, pero lo que
me interesaba era saber cómo vive, si su matrimonio funciona, cosas así, solo
para hacerme un cuadro de situación-
-Podría intentar localizarla a través de
otras ex compañeras. Dame un poco de tiempo, ¿O estas muy apurada por volver a
tu país?-
-No, estoy tomando esto como una
prolongación de mis vacaciones y además el padre de Keiko paga la estadía-
-¿Y vos, como te llevas con Keiko?- Me
interrogó Mitsuko mirándome fijamente.
-Bien. Estamos geniales. La amo y por
eso intento ayudarla. Siento que debo protegerla-
-Bien, espero que sean felices-
-Yo también, creo que debe ser el paso
de los años pero ya quisiera tener una pareja estable y no andar correteando
por ahí con cuanta lesbiana se me cruce-
-Como yo- Agrego Mitsuko y ambas reímos
con ganas.
Después de un día en que solo hicimos turismo,
me avisaron que nos recibiría el abuelo de Mei. Esa mañana fuimos temprano a la
casa en donde estuviera yo poco tiempo antes. Keiko estaba nerviosa porque no sabía
cómo enfrentar a quien fuera director de la escuela y por eso vaciló varia veces
en elegir que ropa se pondría. Finalmente, ante mi reclamo se decidió y
partimos.
Una vez frente a la casa del señor
Aihara toqué el timbre y salió la misma simpática anciana de la servidumbre que
nos hizo pasar a la biblioteca, lugar que ya se estaba haciendo habitual para mí.
El señor no estaba en ese momento por lo que tuve tiempo de contarle a Keiko al
menos rápidamente lo que había sucedido en ese lugar con la historia de Mei y
Yuzu. Pocos minutos después apareció Aihara y haciéndonos profundas reverencias
se disculpó por la tardanza a lo que, por supuesto contesté que no había sido
mucha la espera.
Nos sentamos en los sillones que nos indicó,
ofreció te o café a Keiko y a mi volvió a decirme que ya sabía lo que deseaba.
Y comenzó el diálogo. El señor Aihara, antes de entrar de lleno en el tema que preocupaba
a mi amante prefirió dar algunos rodeos, propios de los japoneses, para que se distendiera
y se sintiera cómoda con la conversación. Al principio le preguntó por cómo había
completado los estudios tan lejos de su país a lo que Keiko contestó que había concurrido
al Instituto Nichia Gakuin, lo que causó grata impresión al abuelo de Mei pues manifestó
que conocía la institución y que la consideraba de muy alto nivel
-De manera que no ha extrañado nuestra
educación- Dijo
Luego le preguntó por la notas
obtenidas, por su trabajo, por la empresa de su padre. A medida que pasaban los
minutos me di cuenta que la táctica funcionaba pues era evidente que Keiko
estaba más relajada y mostraba a menudo sus hermosa sonrisa. Así fue que
pasaron al tema principal.
El señor Aihara le relató con bastante
detalle como había surgido la denuncia de que las habían visto en el Shopping
de Shibuya besándose. Había sido otra alumna y como era muy amiga de la familia
de Fumiko enseguida les fue con el chisme al igual que lo hizo al día siguiente
ante las autoridades del colegio. Nos manifestó que tuvo la intención de llamarlas
a la dirección y darles solo una mínima advertencia pero todo se trastocó
cuando los padres de Fumiko se aparecieron por el colegio.
-Ahí ya no pude evitar que se convirtiera
en un escándalo, aunque traté de calmar al señor Fudo en una reunión privada,
su familia se encargó de propagar la novedad inculpándote de haber influido
sobre su hija- Manifestó el señor Aihara y continuó.
-Llamé a tu padre y le propuse pasarte
de curso para evitar encontrarte con la amigas de Fumiko, pero allí fue cuando
él me reveló que hacía meses que estaba organizando un negocio en Argentina y
que había decidido irse pues ya tenía todo arreglado, de manera que si tus
padres te han dicho que su partida a un lugar tan lejano no tenía nada que ver con
la situación es cierto-
Keiko largó un profundo suspiro.
-Gracias, Aihara-san- Dijo con voz
firme.
Quedó en silencio unos pocos segundos
mientras el abuelo de Mei me miraba interrogativamente y de pronto rompió el
silencio.
-¿Usted creyó que yo corrompí a Fumiko?-
-Querida hija, todos saben que yo soy
tolerante con las conductas de las alumnas siempre y cuando no rompan reglas importantes.
Parezco severo pero debo ser así para mantener la disciplina. La señorita aquí
presente lo sabe muy bien. Hace casi dos años le dije que comprendía que las
niñas ante la inevitabilidad de un matrimonio arreglado podían tomarse ciertas
libertades, siempre y cuando lo hicieran sin ostentación y como sabes sin
vestir el uniforme del colegio. Es preferible antes que vivir aventuras con
muchachos que les pueden contagiar alguna enfermedad o embarazarlas. ¿Conoces a
mi nieta Mei?-
-Hace dos días la conocí en una reunión-
-Bien, pues ella y su hermanastra Yuzu
dieron un paso más adelante y llevaron
su relación a algo muy serio. Los tiempos cambian y hay que adaptarse.
Cuentas con todo mi apoyo-
Una lágrima corrió por la mejilla de
Keiko que me apresuré a secar con un pañuelo.
-Gracias, gracias, gracias por su tiempo
Aihara-san- Musitó mi amante y levantándose del sillón hizo un reverencia que
el señor Aihara respondió.
Luego Aihara se dirigió hacia mí y me
preguntó.
-¿Ubicó a la señorita Fumiko?-
-Estoy en eso- Respondí.
Se levantó del sillón y manifestó.
-Bien, niñas, debo continuar con un
trabajo. Ha sido un enorme placer atenderlas y ayudarlas. Y recuerden, esta
casa está abierta para cualquier cosa que necesiten-
Cuando salimos de la mansión Aihara noté
que Keiko se sentía mejor. Cruzamos nuestras miradas y ella sonreía sin cesar.
-¿Más tranquila?- Le pregunté.
-Sí, mucho. Y todo te lo debo a ti-
-A tus padres deber agradecerle que
posibilitaron este viaje-
Me tomó de la mano y comenzamos a
caminar. Después de unos segundos en que pareció sumida en sus pensamientos me
preguntó.
-¿Es cierto que estas tratando de ubicar
a Fumiko?-
-Sí, pero solo quiero hacer algunas
averiguaciones. No es mi intención obligarte a que la veas si no quieres o si
crees que podría afectarte-
-No creo que me afecte pero déjame pensarlo-
Y así nos fuimos lentamente de regreso
al hotel.
Capítulo 12
Pocos minutos después, tras el corto
viaje en tren, estábamos saliendo del andén de la estación de Akihabara. Keiko
estaba feliz, seguíamos tomadas de la mano y mientras sonreía le pregunté.
-¿Crees que necesitas algo más para tu
tranquilidad?-
Todavía no me había contestado cuando
sonó mi celular. Era Mitsuko.
-Alexia, quería consultarte. Varias de
las ex compañeras de Keiko y mías quieren reunirse para verla. ¿Crees que sería
conveniente?-
-Dejame preguntarle a ella-
Keiko se manifestó ansiosa de poder
reunirse con algunas de sus ex compañeras. Y se lo manifesté a Mitsuko, pero
luego le envié un mensaje con una pregunta.
“¿Quiénes van a ir son las que apoyaron
a Keiko?”
“Si, no hay problema” Contestó Mitsuko.
La casa de Mitsuko parecía haberse convertido
en un salón de reuniones. Ella estaba feliz de poder juntar a las viejas
compañeras de escuela más allá del motivo de que vieran a Keiko. Eran siete, ya
no recuerdo sus nombres. Cinco estaban casadas, algunas con matrimonio arreglado
y otras por su voluntad. Dos permanecían solteras y como eran ejecutivas de
importantes empresas manifestaron que así querían continuar. Cuatro eran del
curso de Keiko, las otras tres del curso de Mitsuko.
Keiko y yo nos convertimos en la
atracción de la reunión, ella porque le recordaban viejas épocas, yo por mi
libro y ambas por nuestra relación. Nos preguntaron mil cosas, como nos conocimos,
como nos llevábamos y además quisieron saber cómo era la vida en la lejana
Argentina de la que conocían, por supuesto, el tango. Grande fue su decepción
cuando les manifesté que yo no lo bailaba pues pensaban que todo el mundo lo hacía
en Buenos Aires.
La conversación transcurría de manera
muy fluida entre pizzas y cervezas. La pareja de Mitsuko se ocupaba de mantener
la mesa siempre llena de comida y yo le ayudaba pues prefería dejar que las viejas
amigas conversaran entre ellas para recordar tiempos pasados. Hasta que de
pronto sucedió lo impensado.
Una de las mujeres, evidentemente
motivada por el alcohol, se dirigió a Keiko y le dijo.
-¿Por qué abandonaste a Fumiko? ¿No
sabías que ella en realidad te amaba? Estaba dispuesta a enfrentar a su familia
por tu amor-
Se hizo un silencio total.
-Ya lo saben, mi padre decidió que nos marcháramos
por sus negocios- Respondió Keiko visiblemente sorprendida y agregó.
-Además nunca me lo dijo, yo la amaba,
pero ella jamás me demostró que lo nuestro podía ser serio-
-¿Estabas ciega o qué?- Dijo la mujer.
-Disculpa pero yo fui quien perdió ante todo
el escándalo, me acusaron de corromperla…-
-¿Sabes?- Levantó la voz la mujer
-¿Sabes? ¡Yo amaba a Fumiko! ¡Pero, claro, ella quería estar contigo! ¡Con la
reina de la clase! ¡Y a mí que me parta un rayo!-
Por un momento temí que aquella mujer atacara
físicamente a Keiko porque se levantó abruptamente de su asiento pero lo que
hizo fue tomar su cartera y llegar hasta la puerta desde donde gritó.
-¡Ábreme Mitsuko! ¡Ya no soporto estar
aquí!-
Mitsuko, para evitar más escándalo se apresuró
a abrir y la mujer desapareció de nuestra vista. Nos quedamos todas en silencio
un buen rato hasta que la anfitriona dijo.
-Mira vos lo que se sabe tanto tiempo
después-
-Yo no sabía nada- Manifestó Keiko como
disculpándose ante el resto.
-Bah, no le hagas caso y vive tu vida.
Tienes tu pareja y eso es lo que cuenta, a veces es peligroso revolver el
pasado- Manifestó una de las mujeres.
-Sí, brindemos por ustedes- Agregó otra
y el clima se distendió.
Abracé a Keiko con todas mis fuerzas
pero noté que sollozaba. Temí que lo positivo de la reunión con el señor Aihara
se perdiera en ese momento. Y la llené de besos consolándola.
Poco tiempo después todas las presentes
se fueron yendo mientras agradecían a Mitsuko su atención.
-Tenemos que volver a reunirnos, no
dejemos pasar otros diez años- Dijo una.
Solo quedamos las anfitrionas, Keiko y
yo. Mientas buscaba mi abrigo Mitsuko puso un papel en mis manos.
-Fumiko se casó con un fulano llamado
Haru Kanaye, es el heredero de un imperio industrial que fabrica maquinas
herramientas, ahí tienes la dirección, me la dio una de las chicas pero
igualmente hace como cinco años que no la ve. Al menos tienes algo para comenzar-
Le agradecí el dato y me guardé el
papel. Esa noche en el hotel Keiko estuvo más animada y sobre todo cuando ambas
nos acostamos totalmente desnudas bajo las sabanas de seda. Del roce de
nuestros cuerpos a terminar en una fogosa sesión de sexo solo hubo un paso. Finalmente
nos quedamos dormidas pero antes de eso yo ya tenía decidido confrontar a la
señora Fumiko.
En la mañana siguiente ambas estábamos
del mejor humor. Desayunábamos junto al balcón cuando recibí un mensaje de la
siempre presente Mitsuko.
“Kaori, la que armó el escándalo de
ayer, era compañera de curso de Keiko y también fue la que las denunció. Me lo
acaba de confirmar otra de mis ex compañeras. Las había seguido hasta Shibuya
para ver que hacían, por celos, obviamente”
Me levanté de mi silla y me fui hasta el
baño. Allí cerré la puerta y llamé a Mitsuko. En cuanto me atendió dijo antes
de que pudiera saludarla.
-Supongo que ya te lo imaginabas-
-Sí, era una posibilidad. Ya sabía por
el señor Aihara que había sido una alumna la denunciante. Pero, bien. Será
nuestro secreto por ahora, no quiero mortificar más a Keiko, y de paso…-
-¿Qué?-
-¿No quisieras hacer un paseo por
Yokohama?-
-¿Invitas?-
-Por supuesto, voy a tratar de que Keiko
se quede con tu pareja y vamos en búsqueda de información-
-Genial, así se hacen un poco de
compañía-
-Estamos en contacto, organicémonos para mañana temprano-
-¿Y qué le dirás a Keiko?-
-La verdad. Yo jamás le mentiría-
-¿Y si quiere ir?-
-No te preocupes, ella confía en mí
totalmente-
Al volver del baño encontré a Keiko
todavía sentada a la mesa tomando su café.
-Una llamada misteriosa- Me dijo
mirándome a los ojos.
-No, porque te voy a decir quién era,
nuestra amiga Mitsuko. Ella me pasó ayer la dirección donde estaría viviendo
Fumiko y hemos decidido ir a ver como está. Si aceptas mi idea preferiría ir
con Mitsuko para evaluar si te será de provecho encontrarte con ella, no quiero
exponerte a una situación desagradable, bastante tuvimos anoche-
Keiko me regaló una de sus hermosas
sonrisas.
-Estoy en tus manos, tú sabes lo que
conviene. ¿Y mientras tanto que hare yo?-
-Te reunirás con “cuatro ojos”. Mitsuko
ya lo arregló, pueden ir de compras o lo que quieran-
Keiko se levantó de su silla y me abrazó
fuertemente.
-Está bien, pero ven pronto, no puedo
estar sin ti- Y preguntó- ¿Crees, como
dijo una de las chicas anoche, que es peligroso revolver el pasado?-
-Si estas preparada no. Pero no te
preocupes, solo quiero tu bien-
Ese día paseamos por los parques vecinos
a Ahikabara, el Sarue Onshi y el Hamacho y por el Edo-Tokio Museum, un edificio
que me hizo recordar a nuestra Biblioteca Nacional y que contiene una impresionante
muestra de trajes, vehículos, maquetas e imágenes de la historia de Japón, uno
de esos museos que jamás se terminan de recorrer del todo. Luego regresamos al
hotel impacientes por cenar y tener otra noche de sexo desenfrenado.
Capítulo 13
Y así fue que a la mañana siguiente dejé
a Keiko con “cuatro ojos” y luego Mitsuko y yo nos tomamos el tren a Yokohama. El
recorrido no es muy largo, unos escasos treinta kilómetros aproximadamente. De
modo que estuvimos en esta ciudad al sur de la capital y a la vera de la bahía
de Tokio con bastante tiempo para hacer nuestras averiguaciones.
La dirección que teníamos era en el
barrio de Yamate, conocido por “el de los occidentales” pues había sido durante
mucho tiempo el único lugar donde se permitía la estadía de comerciantes
europeos y por lo tanto cuando se camina por sus amplias calles uno parece
estar fuera de Japón debido a la arquitectura del lugar. Para llegar allí
debimos tomar otro tren local que nos dejó cerca de la dirección a la que íbamos.
Mientras recorríamos la calle Gasuyama Dori, angosta, sin veredas, como en la
mayoría de los barrios, contemplábamos a nuestro alrededor enormes casas que
parecían inclinarse sobre la acera. Finalmente encontramos la que buscábamos.
Un chalet de tres pisos, color crema, con un jardín alrededor al que se accedía
por una corta escalera desde la calle, lo que hacía parecer la casa aún más
alta de lo que era. Mitsuko tocó el timbre y a los pocos segundos se escuchó
una voz de mujer.
-¿Qué desean?-
-Buscamos a la señora Fumiko Kanaye- Respondió
mi amiga.
-¿Y quién la busca?-
-Soy una compañera del colegio, pasaba
por aquí y quise saludarla pues hace muchos años que no la veo-
-Un momento-
Nos quedamos esperando unos segundos que
se hicieron minutos. No serían más de diez, cuando le dije a Mitsuko.
-Mejor vámonos, hemos venido en vano-
Estábamos por dar el primer paso de
nuestro regreso cuando se abrió la puerta de la vivienda, salió un hombre vestido
con una robe de chambre negra y brillante, pulcramente peinado e incluso
bastante perfumando, lo que advertimos cuando bajó por las escaleras y
quedándose del otro lado del portón de entrada nos preguntó.
-¿Solo andan de paseo o desean alguna
otra cosa?-
-Solo de paseo, yo soy Mitsuko Taniguchi
y fui compañera de Fumiko en el Instituto Aihara-
-¡Ah! En el Aihara…permítanme presentarme
yo soy Haru Kanaye, el ex esposo de Fumiko-
Mi amiga y yo nos miramos. Tenía razón,
habíamos hecho el viaje en vano.
-Disculpe señor Kanaye-san, pero
ignorábamos que se hubiera separado- Dijo Mitsuko
-No se preocupe, lamento que no la encuentren
aquí, hace más de dos años que se mudó, después del bochorno que vivimos-
Mitsuko y yo volvimos a mirarnos, pero
ninguna de las dos se atrevió a preguntar qué quiso decir con “bochorno”
-Y lamento también que no pueda informarles
donde está, no sé dónde vive, solo tomó algunas de sus cosas y se fue, ni
siquiera quiso una parte de nuestros bienes-
Y dicho esto, hizo una reverencia, dio media
vuelta y volvió a subir por las escaleras del jardín hasta desaparecer en la
entrada de la casa.
Mi amiga y yo nos quedamos sin saber que
decir, varios minutos inmóviles hasta que reaccionamos.
-Bien, te lo dije hemos venido en vano-
-No creas preciosa, tengo una idea-
-¿Cuál?-
-Ya que hemos llegado hasta aquí no
podemos renunciar sin hacer otro intento. ¿Por qué no visitar la prefectura y averiguar
si nuestra Fumiko vive todavía en Yokohama?-
-¿Y eso se puede?-
-Si, al menos nos sacamos la duda-
Tuvimos que tomar otro tren que nos dejó
de nuevo en el centro de la ciudad. Seguí a Mitsuko que se movía con paso seguro.
Poco después entrabamos en el edificio de la Prefectura. Con habilidad asombrosa
mi amiga sorteó toda la burocracia y llegamos hasta el registro de personas. La
empleada que nos atendió le preguntó el motivo por el que buscábamos a Fumiko.
-Es que su madre está muy grave, allá en
Hokkaido y debemos llevarla de prisa-
Por el gesto que hizo la empleada era
evidente que no le creyó pero de todas maneras, encendió un monitor y le dijo a
Mitsuko que buscara a gusto.
-¿La sobornaste?- Le pregunté.
-¿Estás loca? Eso aquí no existe-
-¿Entonces?-
-Simplemente posé mi mano sobre la de
ella cuando le hablaba y no sabes cómo tembló de pasión-
No pude menos que reír. Nadie se resiste
a la seducción de Mitsuko.
La búsqueda no fue muy larga. Suponíamos
con razón que figuraría con el apellido de soltera y así fue.
-Aquí está. Fudo Fumiko. Kobai Street.
54. Departamento 2, vamos es acá cerca, no perdamos más tiempo-
De salida Mitsuko volvió a tomar de la mano
a la empleada y le dio un beso en la mejilla. La mujer quedo anonadada pero contenta.
Casi corriendo fuimos hasta la dirección
indicada. Era un barrio de pequeños edificios de dos o tres pisos. Rápidamente encontramos
la dirección y Mitsuko decididamente tocó el timbre.
-¿Quién es?- Preguntó una joven femenina
voz en el portero.
-Mitsuko Taniguchi, ¿Eres Fumiko?-
-Si…espera que bajo-
A los pocos minutos estaba por primera
vez frente a Fumiko. De la que tanto había oído hablar. No era una belleza
precisamente, menuda, de cabello corto carente de esa elegancia natural que
suelen tener las jóvenes japonesas a su edad. Confieso que me decepcionó.
Mitsuko nos presentó. Ella me reconoció pues había sido otra lectora de mi
libro. Señalo un barcito que estaba en la planta baja del edificio de enfrente
y allí fuimos. Nos sentamos y después de cierta vacilación fue Fumiko la que
comenzó a hablar por la clásica pregunta.
-¿Cómo me encontraron?-
Sin ser demasiado específicas le
contamos que fue gracias al registro de personas de la Prefectura. Entonces
ella dirigiéndose a Mitsuko le preguntó.
-¿Están solo por visita o por algo más?-
La respuesta era inevitable, pero
preferí dar un rodeo y le pregunté.
-¿Recuerdas a Keiko Yamura?-
La pregunta la tomó de sorpresa. Un
rictus de asombro se gestó en su rostro. Tardó unos segundos en contestar.
-Sí, claro que la recuerdo. Y también
recuerdo todo el bochorno que me vi obligada a vivir gracias a mis padres. Fue
una vergüenza para todo el resto de mi ciclo escolar. A Keiko no sé cómo le
habrá ido pero al menos ella se pudo ir y sus padres la apoyaban. Fue
lamentable, cuando terminé el colegio me casaron inmediatamente con ese imbécil
de Kanaye y no tuve más remedio que obedecer-
-¿Pero…tú amabas a Keiko?-
-Sí, claro, ¿pero de donde lo saben?-
-Lo dijo Kaori-chan, hace dos días en
una reunión en mi casa, ¿La recuerdas?-
-Esa idiota, no entiendo como todavía la
ves, es una mala persona-
-Dijo que te amaba a ti, y que había
estado celosa de tu relación con Keiko. ¿Sabías que fue ella quien las delató?-
-¿Si? No me extraña-
-Hay algo que quisiera saber- Dije yo
-¿Le confesaste alguna vez a Keiko que la amabas?-
-No, tenía miedo de involucrarnos más.
Yo sabía que mi destino estaba fijado, para que la iba a ilusionar-
Mitsuko me miró y dijo.
-Me hace acordar a Mei y Yuzu-
-Ta cuál- Respondí.
Fumiko se quedó mirándonos si entender
pero continuamos con el dialogo.
-De manera que te largaste de la casa de
tu marido. ¿Te sirvió?-
-Mucho, ahora soy feliz, tengo un
empleo, un autito, un departamento chico pero cómodo y mi familia no me quiere
ni ver, ja ja-
-¿Y cómo fue que tomaste la decisión?-
-Sencillo, mi marido me encontró a mí y
mi amante en la cama. Yo sabía a qué hora vendría por eso lo planeé para que nos
descubra. El resto fue fácil, como tenía terror de que su familia le diera una
patada en el trasero por cornudo calló todo, y yo me fui lo más tranquila con
mi amante-
-¿Vives con él ahora?-
-Con ella, se llama Sadhasi Sakiko y
estamos muy bien-
La cara que pusimos Mitsuko y yo debió ser
muy evidente pues Fumiko preguntó.
-¿Qué? ¿Acaso no se lo imaginaban?-
-Sí, obvio- Dijimos casi a dúo.
-¿Escribirás otro libro sobre
lesbianas?- Me pregunto Fumiko.
-En eso estoy-
-Entonces ¿Estás haciendo investigaciones?
Puedes poner mi historia si lo deseas-
-De hecho pensaba pedirte autorización
pues lo que estoy escribiendo es la historia de Keiko-
-¡Ah! ¡Vaya! ¿Y por qué de ella?-
-Porque es mi pareja-
Esta vez fue Fumiko quien puso cara de asombro.
-¡No me digas! ¡Debo felicitarte
entonces! ¿Se conocieron en la Argentina? Me gustaría volver a verla y decirle
como lamenté todo lo sucedido-
-Puedes, ella está en Tokio, esperando
noticias nuestras, creo que tienen mucho de qué hablar-
-¡Por supuesto! ¿Cómo hacemos?-
-Convengamos un día y nos reunimos en
casa, tu pareja está invitada también obviamente- Dijo Mitsuko.
-Iremos, te paso mi celular y me llamas
¿sí?-
Después de los saludos de despedida
Fumiko cruzó la calle y entró en su edificio. Pude ver que en el primer piso
una hermosa mujer miraba por la ventana. Un minuto después la cortina se corrió
y no pude ver más.
-Bien, tarea cumplida- Dijo Mitsuko.
-Volvamos a Tokio y esta noche vamos a un
bar de lesbianas-
-Aprobado- Contesté
Y nos fuimos caminando despacio hasta la
estación mientras yo llamaba a Keiko y le adelantaba el relato de todo lo que había
pasado.
Capítulo 14
Como quería estar cómoda de ropa le
propuse un estilo más sencillo. Así fue que ambas fuimos de pantaloncitos de
jean desflecados, zapatillas y lo más original cada una llevaba una remera blanca
con una inscripción que decía “I love” en grandes letras acompañadas con una
flecha que señalaba a un costado, al ponernos de la manera adecuada cada flecha
señalaba a la otra persona. Las habíamos comprado días antes en Shibuya y nos
parecieron muy graciosas lo que confirmamos luego pues al vernos Mitsuko no paraba de reírse cuando nos vio al
abrir la puerta.
Fumiko y su pareja ya estaban en el
departamento cuando llegamos. La otra mujer a la que había entrevisto asomada a
la ventana el día que la encontramos en Yokohama era realmente hermosa y no
solo eso, muy elegante y con una presencia que la hacía parecer una modelo,
alta y delgada, Sadhasi era la contrapartida de Fumiko. Y hablando de nombre de
pronto recordé el de la pareja de Mitsuko (ya me estaba acostumbrado a llamarla
cuatro ojos pero a pesar de que a ella le causaba gracia me pareció de buena
educación mencionarla por su nombre) Se llama Maruta.
Nos saludamos, Fumiko presentó a su
pareja y después de ello se estrechó en un fuerte abrazo con Keiko. Yo me
sentía feliz. Al menos había cumplido con lo prometido al señor Yamura. Durante
la cena estuvimos hablando de varios temas desde banalidades hasta la situación
internacional. Fumiko y Sadhasi se manifestaron muy curiosas de que les contara
sobre Argentina, sobre mis libros y mis viajes. Por un momento pensé que tanto
Keiko como su vieja amiga, después del abrazo inicial no querían tocar el tema
de lo que habían vivido. Pero después comprendí que ambas, sin haberse puesto
de acuerdo con anterioridad prefirieron dejar esa charla para cuando nos
sentamos en el espacioso living cada una con una copa de vino y con la
incansable Maruta ofreciéndonos postre y galletas dulces.
Durante ese momento observe a Mitsuko y
Maruta. Me producía curiosidad la manera en que se relacionaban. Mitsuko es una
tachi muy dominante, por eso me había conquistado años antes, pero en cuanto a
su actual pareja tenía la sospecha a pesar de su aspecto aniñado y de cuerpo más
pequeño, en realidad no era una neko corriente pues al parecer hacia lo que se
le daba la gana y Mitsuko la toleraba. Me sonreí para mis adentros al verlas
interactuar.
Finalmente comenzó lo más importante de
la reunión. Keiko y Fumiko primero se contaron mutuamente lo que había sucedido
en sus vidas después de aquel escándalo que las separó. Mi amante contó de su viaje
a nuestro país, la formación de la empresa de su padre, sus estudios, sus
miedos y finalmente como se había encontrado conmigo para culminar en cómo,
gracias a la insistencia de sus padres, habíamos hecho este viaje. Fumiko narró
sus desventuras, la imposición del matrimonio lo que la tuvo enferma un tiempo.
Su mudanza a Yokohama para estar lejos de sus padres y finalmente la anécdota de
la manera en que forzó la separación.
-Y yo que me sentía desagraciada- Dijo
Keiko- pero tú sufriste mucho más-
-No sé si vale comparar quien sufrió
mas, pero tú al menos tuviste el apoyo de tus padres y gracias a ellos estas
aquí, y debo decirte que me gustaría que les dijeras que no solo te han ayudado
a ti, también me han ayudado a mi pues este reencuentro me cierra viejas
heridas sabiendo que tu estas bien y poder contarte que yo también-
Mitsuko interrumpió en ese momento con
una pregunta que a mí también se me había ocurrido.
-Nos dijiste que hace mucho tiempo que
no ves a tu familia y deduzco que tampoco debes tener interés en verla,
pero…¿Tienes idea de que si saben algo de tu vida y sobre todo de que estas en
pareja con una mujer?-
-No, no tengo idea y no me importaría,
soy mayor de edad y puedo tomar mis decisiones-
Entonces yo hice otra pregunta.
-Parece una banalidad lo que te voy a
preguntar. ¿Tampoco tenes idea si te han desheredado? ¿Te importaría?-
-No me importa, ahora tengo todo lo que
necesito. Un buen trabajo, un buena pasar y sobre todo a ella- Respondió
tomándose del brazo de Sadhasi.
La conversación continúo y yo aproveché
a sacarles una foto con el celular a Fumiko y Keiko sentadas frente a frente
mientras charlaban. Inmediatamente se las envié por Whats App al señor Yamura y
al señor Aihara con un epígrafe que decía “Misión cumplida”. Las contestaciones
no tardaron en llegar. El padre de Keiko me envió sus felicitaciones con un
agregado
“Sabía que podía confiar en usted. Ha
recuperado la felicidad para mi hija” Mientras que el señor Aihara me respondió
“Cada vez que usted viene por Japón arregla
un problema, debería venir más seguido”
Y unos segundos después me llegó otro
mensaje
“Desde ya tiene un compromiso conmigo
para una nueva visita junto con su pareja antes de volver a Sudamérica”
Contesté que lo daba por descontado.
Dado que se había hecho muy tarde
Mitsuko ofreció a Fumiko y su pareja que se quedaran a dormir para partir a
Yokohama al día siguiente en el primer tren. Ellas aceptaron con gusto. Keiko y
yo estábamos a punto de regresar al hotel para dejarlas descansar pero la charla
continuaba imparable y casi sin darnos cuenta el sol comenzó a asomar en el
comienzo de un nuevo día.
Y allí apareció Maruta quien desde la
puerta de la cocina nos avisaba que el desayuno estaba servido.
-Esta Maruta no puede con su genio- Dijo
Mitsuko -A veces tengo que frenarla-
Nos trasladamos al comedor y
desayunamos. No sé en que momento Maruta había hecho todo pues no se la escuchó
trabajar. El hecho era que parecía un auténtico desayuno americano lleno de
ingredientes de toda clase, cafés, tés, jugos, tostadas, mermeladas, huevos,
tocino. Como para no volver a comer en el resto del día.
Una vez que terminamos, Mitsuko dijo que
se iba a dormir, Maruta volvió a la cocina, supongo que para arreglar los
restos del desayuno y mientras tanto Keiko y yo acompañamos a Fumiko y su
pareja a la estación del tren. Todavía era temprano y no había mucha gente
transitando. La ciudad parecía dormida todavía. No tomamos ningún transporte público,
simplemente fuimos caminando. Una vez en la estación esperamos que tomaran su
tren y nos despedimos entre abrazos y besos-
-No se pierdan, mantengámonos en
contacto por Skipe- Dijo Fumiko.
-Seguro- Contestó Keiko.
Y nos quedamos en el andén agitando la
mano hasta el tren desapareció de nuestra vista.
Keiko se abrazó a mí e iniciamos el
regreso al hotel. Ya comenzaba a aparecer toda la gente que iba a sus trabajos.
Nosotras como si estuviéramos en otro mundo, caminábamos lentamente, yo llevaba
mi brazo por sobre el hombro de Keiko y un brazo de ella rodeaba mi cintura.
Así, con nuestras remeras y sus inscripciones tan evidentes arrancamos una
sonrisa a más de uno e incluso me di cuenta que varios usaron sus celulares para
sacarnos fotos o tal vez un videíto Tik Tok.
Capítulo 15
A la mañana siguiente mientras
desayunábamos en el balcón, como se había hecho costumbre, me vino de pronto
una idea a la cabeza y no podía dejar de pensar en ella. Estaba tan absorta en
mis propios pensamientos que no me di cuenta que Keiko me estaba hablando. Tuvo
que insistir hasta que reaccioné y me di cuenta que me estaba preguntando si
ponía mermelada en mi pan.
-Sí, claro- Conteste automáticamente.
-¿Te pasa algo?- Me preguntó.
Tratando de ordenar mis pensamientos
tardé unos segundos en contestarle y luego le dije.
-¿Sabes? Hay algo que no me cierra-
-¿Acerca de qué?-
-De Fumiko. Me preguntaba, recordando la
pregunta que le hicimos ayer en casa de Mitsuko, que si había sido tan fácil
para nosotras, ciudadanas comunes, encontrarla donde vive, es evidente que su
familia o su ex esposo que son personas importantes también pueden ubicarla sin
problemas-
-¿Y eso a que viene?-
-A que es muy probable que Fumiko lo ignore
pero quizás saben dónde vive y solo la mantienen bajo vigilancia disimulada
para saber si no hace algo que afecte el apellido familiar-
-¿No estas dejando volar mucho la
imaginación?- Preguntó Keiko sonriendo.
-Sí, tal vez sea mi mente de novelista,
pero eso me lleva a otro pensamiento-
-¿Cuál?-
-Imagínate que lo que pienso sea verdad.
Entonces eso quiere decir que también saben que la hemos visitado y teniendo en
cuenta lo que te odian los padres de Fumiko estamos en peligro-
-¡Exageras!-
-¿Te parece? Creo que voy a intercambiar
ideas con la sempai Mitsuko-
E inmediatamente llamé a mi gran amiga. Atendió
todavía medio dormida pero en cuanto le expuse lo que pensaba se despertó de
golpe.
-Me parece que tenes razón- Manifestó.
-Estoy empezando a creer que será hora
de que nos volvamos a Buenos Aires- Dije.
-Estoy de acuerdo- Replicó Mitsuko.
Y después que colgué Keiko me suplicó.
-¡No, no quiero volver ahora!-
-Podemos correr peligro y yo tengo la
obligación de protegerte- Insistí.
Ella me miro adusta. Sentí que se estaba
comportando como una chiquilla y me preocupó.
-Suponte que los padres de Fumiko saben
que la visitamos y donde estamos alojadas, vendrán por nosotras-
-Bien, eso es lo que me falta para completar
mi viaje. Enfrentar a esos monstruos-
-Estás loca-
-No. Tomemos precauciones si quieres
pero no me prohíbas hacer esto-
Me quede mirándola mientras pensaba y
finalmente tome una decisión.
-No iremos a buscarlos, pero los
esperaremos, mientras tanto haré algunos llamados-
Tomé mi celular y llamé al señor Aihara.
Le expuse detalladamente como había llegado a mi razonamiento. Ante su pregunta
le dije que enfrentaríamos a la familia de Fumiko si era necesario. Le pedí que
estuviera atento por las dudas y el manifestó que pondría a dos de su
guardaespaldas a nuestro servicio. Le agradecí pero le rogué que se mantuvieran
de manera disimulada.
El segundo llamado fue a Mitsuko. Con
ella convinimos que me reportaría cada cuatro horas y que tendría mi ubicación
en su celular. Si nos pasábamos del límite de horario podría llamar a la
policía.
El tercer llamado fue al señor Yamura.
Este lo tuve que hacer a escondidas pues no deseaba que Keiko supiera que iba a
conversar con su padre. El hombre me manifestó su temor compartido con el mío
pero, contrariamente a lo que me esperaba, estuvo de acuerdo con su hija. No lo
entendía hasta que me dijo una frase reveladora.
-Confío en usted, pero además comprenda
que se trata de una cuestión de honor-
Honor. De eso se trataba. Algo que no
hubiera sido importante en cualquier otro país del mundo pero en Japón es
primordial. Colgué y le conté a mi amante la conversación que tuviera con su
padre. Ella no se enojó. Antes de que se lo dijera ya sabía la respuesta del
señor Yamura.
-Es hora de que salgamos a ventilar nuestras
tetas- Le dije a Keiko.
Ella estuvo de acuerdo y luego de
vestirnos no dirigimos de la habitación hacia el lobby del hotel. Al pasar tras
una enorme columna alcance a ver a Kaori, aquella compañera que las había
denunciado hace diez años atrás, sentada tranquilamente en uno de los grandes
sillones.
Me detuve antes que me viera y le hice
señas a Keiko que hiciera lo mismo. Retornamos sobre nuestros pasos y nos
quedamos ocultas tras unas plantas.
-¿Qué hace esta aquí?- Me preguntó mi
amante.
-¿No te imaginas? Ahí tenes la
comprobación de que no soy tan delirante. Esa seguramente nos ha delatado-
-¿Estas segura?-
-Esa es la respuesta- Contesté mientras
le señalaba que dos señores vestidos de traje conversaban con Kaori y luego se
dirigían al mostrador de recepción. Les saqué una foto con el celular.
Arrastrando a Keiko conmigo me metí en
una cabina telefónica y llamé a la Recepción. En cuanto me atendieron les
pregunté si esos señores nos estaban buscando a nosotras. Desde mi posición
podía ver como los individuos hablaban con una empleada. La persona que me atendió
dejó el teléfono y se acercó al mostrador. Luego volvió al teléfono y me
confirmó lo que imaginaba.
-¿Estas segura de que quieres correr
este riesgo innecesario?- Pregunté a Keiko.
-Estoy segura-
Antes de salir de nuestro escondite hice
dos llamadas rápidas, la primera fue a Mitsuko para ponerla al tanto de las
novedades para que nos rastrearan a través del celular y la otra a Fumiko para
avisarle que seguramente estaba siendo espiada por su padre. Y les mande a
ambas la foto de Kaori con los sujetos.
Y con Keiko tomada de mi mano me
encaminé al mostrador donde aún estaban quienes preguntaran por nosotras.
En cuanto estuve a su lado les pedí a
los empleados del hotel que se quedaran unos segundos y escucharan lo que iba a
decir.
-Señores, ya sé que ustedes nos están
buscando. Se quiénes son y de parte de quien vienen y además como nos han
ubicado. Antes estas personas quiero dejar constancia que quien los envía es el
señor Eiji Fudo y que cualquier cosa que nos suceda es su responsabilidad-
Los sujetos nos miraban asombrados
mientras yo decía mi discurso. Le pedí a uno de los empleados que anotara el
nombre del padre de Fumiko y aclaré.
-Vamos por nuestra voluntad por que
deseamos aclarar algunas cosas con el señor Fudo, pero nuestro plan es regresar
aquí sanas y salvas-
Y mirando a quienes nos buscaban dije-
-¿Vamos señores?-
Mientras estábamos saliendo del hotel
pasamos junto a Kaori. Ella no nos estaba viendo por lo que fue sorprendida
cuando la tomé de un brazo y levantándola con fuerza del sillón la increpé.
-Sos una basura. Yo sé que me entendés
lo que te estoy diciendo. Cuando volvamos de ver a tu amigo Fudo te juro que
vas a tener que esconderte muy bien porque voy a revolver todo Japón hasta
encontrarte y entonces vas a conocer como me gusta saborear la venganza-
Advertí que estaba asustada. No creo que
arrepentida por lo que hizo pero era evidente que no esperaba mis palabras. La
arrojé con todas mis fuerzas contra el sillón lo que la hizo tambalear y cayó
de rodillas justo delante de mí.
-Así vas a estar el día en que te toque
pedirme clemencia- Exclamé.
Tomé a Keiko del brazo y mirando a los
individuos de traje les dije
-Estamos perdiendo tiempo, vamos de una
vez-
Y salimos los cuatro del hotel a la
vereda donde nos esperaba una limosina negra.
Unos pasos más allá, otros dos señores
de traje negro y anteojos oscuros miraban la escena. Me imaginé que eran los
guardaespaldas de Aihara.
Capítulo 16
Cuando hice pie en tierra observé a mi
alrededor y no vi a nadie aparte de nosotros. La casa no era ni una mansión ni
una vivienda modesta. De ladrillos a la vista parecía un chalet inglés
trasplantado a la campiña japonesa. Tenía planta baja y primer piso, tejas
rojas y una frondosa enredadera cubriéndole parte de sus paredes. Casi empujándonos
nos hicieron entrar.
Del vestíbulo pasamos a través del vano
de una enorme puerta corrediza a una oficina. En el fondo de la habitación había
un escritorio y sentado en un sillón de alto respaldo un señor vestido con una
camisa negra nos miraba fijo, casi con odio podría decir tratando de adivinar
la expresión de sus ojos bajo una gruesas cejas.
-El señor Fudo- Me dijo Keiko en voz
baja.
En cuanto estuvimos a un paso del
escritorio el hombre nos invitó a sentarnos. Observé las sillas y me di cuenta
que eran muy bajas. Conozco el truco. La persona que quiere someterte
psicológicamente se mantiene en un sitio más alto mientras te habla.
-No, gracias- Contesté. Yo sé que el
truco no funciona conmigo pero temía que lo lograra con Keiko.
El sujeto se mordió los labios, era
evidente que estaba conteniendo su furia. Se levantó de su asiento y comenzó a
caminar por la habitación. Yo lo seguía con la vista.
-Bien, señoritas. Estoy muy disgustado.
¡Mucho!- Gritó al final.
Se detuvo al lado de Keiko que aterrada
no quería hacer contacto visual con el señor Fudo
-¡Y sobre todo con usted! ¡Pervertida!
¡Que no se conformó con ser una enferma sino que además pervirtió a mi hija! ¡Y
encima tiene el descaro de aparecerse por aquí después de tantos años para
seguir corrompiendo lo que rodea!-
La pobre Keiko estaba al borde del llanto.
El señor Fudo la emprendió conmigo.
-¡Y usted, que anda llenado la cabeza de
las jovencitas con su libro de mierda! ¡También tenía que venir!-
En todo ese momento no le bajé la
mirada. Creo que eso lo exasperaba aún más. Era evidente un tipo acostumbrado a
maltratar a las mujeres y me pregunté cómo lo toleraría su esposa. Continúo la
perorata con otras frases que ya no recuerdo. Cada vez levantaba más la voz y además
prorrumpía en una catarata de insultos algunos de los cuales yo no conocía.
Keiko y yo mudas. Hasta que noté que ya se estaba agotando y realicé mi ataque.
-¡Usted es un desalmado! ¡Un mal padre!
¡Un egoísta cobarde que prefiere espiar a su hija en lugar de darle un lugar en
la familia! ¡Usted es una basura!-
Los guardaespaldas hicieron un
movimiento como para acercarse a mí pero Fudo los detuvo levantando su mano
derecha.
-Usted es muy insolente, para ser mujer
y para ser extranjera- Me dijo acercando su cara a la mía más de lo que podía
tolerarlo, y agregó -Y eso se paga-
Entonces me jugué una carta sin saber si
la tenía.
-Usted grita mucho para ser un padre que
sacrificó a su hija casándola con un homosexual-
La cara del sujeto se transfiguró. Me había
jugado y estaba en lo cierto. Mi percepción no me había fallado y no lo deje
respirar.
-Me los imagino, a usted y al señor
Kanaye, discutiendo preocupados porque ambos tienen hijos ¿“anormales” debería decir?
¿No es así? Y claro, encontraron la solución perfecta, casarlos. Usted ya sabía
que su hija era lesbiana, lo sabía antes de que conociera a Keiko. ¿Me equívoco?
Lo que lo sacó de quicio fue que se supiera. Y adiós la honra de la familia-
El señor Fudo me miraba estupefacto y
sin reaccionar. Yo continué.
-Claro, lo que no saben ignorantes como
usted es que la homosexualidad ni se cura ni se disimula con matrimonios arreglados.
Estaban condenados al fracaso y a la separación, por eso mantiene vigilada a su
hija, para que no haga nada escandaloso. Y me imagino que Kanaye hará lo mismo
con su hijo. Por eso le dieron una casa en Yokohama, lejos del ámbito de sus
amistades-
-¿Cómo sabe usted todo eso?- Preguntó el
padre de Fumiko en cuanto pudo reaccionar.
-Fácil, estuve en casa de su ex yerno y
lo vi-
-De manera que no tiene pruebas-
-No las necesito, puedo oler a un puto a
miles de metros. Cualquiera que lo visite se dará cuenta que es una marica-
La furia del señor Fudo iba en aumento
pero rápidamente me di cuenta que no era solamente en nuestra contra pues gritó
a uno de sus subordinados.
-¡Tráigame a la señorita Isamu!-
En ese momento no tenía idea de quien era
hasta que la vi cuando entró en la habitación. Nada menos que Kaori. La que
diez años atrás denunciara a mi Keiko y a Fumiko. Por la forma en que la
trajeron era evidente que no gozaba del aprecio del señor Fudo y menos cuando
le preguntó gritando.
-¡Imbécil! ¡Cómo no me informaste que
estas mujeres estuvieron en casa de Kanaye!-
-No lo sabía, Alguien le debe haber dado
la dirección, pero nunca mencionaron que lo iban a ver. Yo solo vigilaba a
Fumiko, no la casa de su yerno-
La bofetada que el señor Fudo le dio a
Kaori me dolió hasta a mí. Continuó gritándole toda clase de improperios. Ella
se tocaba la mejilla roja por el golpe pero no contestaba. Hasta que de pronto
reaccionó. Tomó a Keiko del brazo y la arrastró con todas sus fuerzas hacia
afuera. Los guardaespaldas tardaron en reaccionar y cuando pudimos seguirla
estaba subiendo a mi pareja a un auto y partiendo a toda velocidad.
-¡Usted será responsable si le pasa algo
a las señorita Yamura!- Le grité a Fudo
Y sin esperar más corrí hacia otro auto
parado en la entrada, vi que tenía las llaves puestas y salí persiguiendo a
Kaori.
Hicimos varios kilómetros a toda
velocidad por la ruta que por suerte estaba vacía de tránsito. De a poco me fui
acercando temiendo que la otra hiciera alguna mala maniobra. Me costaba mantenerme
sobre el carril izquierdo ya que en Japón se conduce como en Inglaterra. Cuando
ya estaba casi por alcanzar al auto de Kaori me rebasó otro vehículo a mayor
velocidad. Se puso casi paragolpes con paragolpes y pasó lo que temía. Kaori
perdió el control y se salió de la ruta
chocando contra el cerco del costado. Por suerte no volcó ni se prendió fuego.
Para mi tranquilidad Keiko salió del
auto por sus medios, aparentemente ilesa y corrió hacia mí. Un segundo después salió
Kaori. En ese momento advertí que la ocupante del otro auto estaba a mi lado y
para mi sorpresa era Sadhasi, la pareja de Fumiko, con un arma en la mano
apuntando a Kaori.
-¡Detente allí mismo!- Le gritó.
Pero la otra mujer intentó correr hacia
la costa aunque no llegó muy lejos. Antes que pudiera darme cuenta Sadhasi le
disparó dos veces y cayó pesadamente. Yo estaba aterrorizada.
-¡No era para tanto!- Alcancé a gritar.
Sadhasi, fría como un tempano me miró y
sacó una chapa de policía de su campera.
-No te preocupes, es una delincuente que
hacía rato que estábamos buscando. La identifiqué con la foto que nos mandaste-
No pasó mucho tiempo hasta que llegaron
al sitio los guardaespaldas del señor Aihara y se ofrecieron a llevarnos de
regreso. Keiko, aun temblando se aferraba a mí y lloraba sin parar. La consolé
como pude.
-¿Nos necesitas aquí?- Pregunte a
Sadhasi.
-No, tal vez te llamen a declarar pero
no te preocupes-
-¿Y con respecto al señor Fudo?-
-Lo tendré bajo vigilancia. No las va
volver a molestar-
-Nos veremos- Dije.
-Seguro- Contestó.
Y partimos hacia la ciudad.
Capitulo 17
Los guardaespaldas del señor Aihara se
la pasaron disculpándose todo el viaje de regreso. Habían perdido contacto con
la limosina al seguirnos pero lograron llegar hasta el sitio donde nos llevaran
un minuto antes de que yo saliera corriendo tras el auto de Kaori. Estaban por
entrar en la casa pero decidieron seguirme y por eso llegaron al punto donde se
produjo el choque, pero Sadhasi, con un auto más veloz los había pasado. Intenté
tranquilizarlos diciéndoles que no había problema ya que todo estaba resuelto.
Ellos informaron a su patrón acerca de lo sucedido y le contaron que Keiko y yo
estábamos sanas y salvas.
Mientras tanto yo llamaba a Mitsuko para
que se quedara tranquila y ella me comentó que Sadhasi nos había ubicado
gracias a la señal de la ubicación del celular que le había pasado, lo cual me hizo
agradecerle su invalorable ayuda. Luego llamé al padre de Keiko y le puse al
tanto de todo lo sucedido ya que el hombre ignoraba que nos habíamos expuesto a
una situación riesgosa. Pensé que me iba a recriminar nuestra actitud pero, por
el contrario, nos felicitó por la audacia.
-Hicieron lo que debían- Dijo y yo ni
siquiera le repliqué.
Luego le pasé el celular a mi amante
para que hablaran. Keiko, aun asustada, le dijo que había sido deseo de ella
enfrentar al señor Fudo y que yo le había advertido del riesgo. Su padre le
dijo lo mismo que a mí y agregó que estaba muy orgulloso de ella por su valor.
Nos dejaron en la puerta del hotel.
Pasamos por la recepción para aclarar que habíamos regresado sanas y salvas.
Keiko tenía parte de la ropa rasgada por el accidente y pensando que podía
tener alguna herida nos enviaron un medico a la habitación para revisarla pero
la encontró en perfecto estado. Cuando al fin estuvimos solas nos dimos una
ducha juntas y ya relajadas nos tiramos en la cama aun totalmente desnudas.
En ese momento nos dimos cuenta que casi
ni habíamos hablado entre nosotras. La reacción fue comenzar a besarnos desenfrenadamente,
lo que continuó en abrazos y caricias y finalmente en una fogosa relación sexual
que nos debíamos holgadamente.
Cuando anochecía me llamó Sadhasi para
avisarme que debíamos presentarnos a declarar al día siguiente. Otra vez
termino un viaje a Japón teniendo que ir a la comisaria, pensé y mientras
miraba por la ventana el incesante juego de luces de la ciudad sentí los brazos
de Keiko rodeándome la cintura y volvimos a la cama.
A la mañana siguiente Sadhasi nos pasó a
buscar luego de la hora del desayuno y fuimos a la Delegación Policial.
-¡De nuevo usted por aquí!- Exclamó el
jefe de policía con una amplia sonrisa para que me diera cuenta que solo era un
comentario amistoso.
-Sí, espero que no se me haga costumbre-
Respondí.
Nos hizo pasar a su despacho, se sentó
en un sillón y nos invitó a hacer lo mismo en otros similares. Parecíamos un
grupo de amigas tomando el té.
-Bien, cuénteme todo, desde el
principio- Dijo el oficial.
-Espero que se arme de paciencia, es una
larga historia-
Y comencé el relato desde el momento en
que Keiko y Fumiko fueran denunciadas por Kaori. El nombre tomaba notas y cada
tanto me detenía para preguntarme algo o a Keiko que permanecía a mi lado.
A su vez supe con más detalle acerca de
lo sucedido el día anterior. Yo, con todas las precauciones que había tomado amedrenté
en cierta manera a los guardaespaldas del señor Fudo por eso estuvieron tan
dubitativos todo el tiempo. En principio los empleados de Aihara nos siguieron pero, como ya lo sabía, se perdieron y
comenzaron a seguir un camino al azar con tanta suerte que al pasar frente a
establecimiento de campo donde estábamos reconocieron la limosina.
Por el otro lado, cuando le envié el
mensaje a Fumiko, ésta se lo mostró a su pareja. Grande fue la sorpresa para Sadhasi
de ver a Kaori en la foto adjunta. De inmediato quiso saber adónde íbamos pero como
no tenía la información llamó al único teléfono de alguna amiga nuestra que
conocía, el de Mitsuko que de inmediato le fue diciendo por donde andábamos. Llegó al establecimiento rural detrás de los guardaespaldas de Aihara y alcanzó a ver toda
la escena en la cual Kaori se llevaba a la rastra a Keiko y mi posterior salida
de la casa persiguiéndolas. Aceleró y comenzó a seguirnos hasta el desenlace
conocido.
Pregunté cuales eran los delitos de
Kaori y fue Sadhasi quien me contestó.
-Era conocida en el ambiente del robo de
casas cuyos dueños no estaban. Hacía bastante tiempo que la veníamos intentando
localizar pero era muy hábil para pasar desapercibida. Ustedes jamás hubieran
sospechado a lo que se dedicaba y, cuando Mitsuko la invitó a aquella reunión
en la que, según me he enterado, perdió la compostura, tampoco tenía idea-
-¿Pero hubo necesidad de matarla? en definitiva
era una delincuente menor-
-No tan menor, tenemos un registro de
que entró en doscientas casa por lo menos. Ahora mismo están allanando su
vivienda por que entre sus ropas encontraron la dirección anotada y según el
llamado que me hicieron los agentes parece un depósito de un almacén mayorista.
De todas maneras tenía un arma y debía defenderme y a ustedes también-
Terminamos la declaración y salimos
después de haber saludado efusivamente al jefe de policía.
-Que la próxima vez que venga sea solo
de visita- Dijo el hombre.
Cuando salimos al patio, Sadhasi
caminaba a mi lado y queriendo sacarme una duda de encima le pregunté.
-¿No tenía un arma, verdad?-
-No, pero si no eliminamos así a los
delincuentes se multiplicaran como conejos-
Y estuve de acuerdo.
Capitulo 18
En cuanto atendí escuché su voz cantarina
casi gritando.
-¡Hola, sempai Alexia!-
Después del saludo le pregunté que
necesitaba o si había pasado algo.
-¡Ja, No! Sí, es cierto que nunca te he
llamado antes pero es por una buena causa-
Y pasó a contarme.
-¿Recuerdas al señor Udagawa?-
-No, ¿debería?-
-Sí, Sempai Alexia, era el prometido de
Mei, quien te ayudó a escaparte de los secuaces de su padre-
-Francamente ni me acordaba el nombre.
¿Y qué pasa con él?-
-Está libre. El juez consideró que no tenía
participación activa en su secuestro y además contaba con su declaración de que
la ayudó, por eso lo liberaron en cuanto terminó el juicio-
-Me alegro por él. Pero supongo que no
me llamas solo por eso-
-No, ocurre que ha decidido tomar
distancia de su familia y los negocios de su padre, quien continúa preso y por
muchos años. Por eso decidió reabrir la posada en donde una vez nos reunimos
todas y dedicarse a ese solo negocio, lejos de Tokio-
-¿Y que tenemos que ver con esa
decisión?-
-Que nos ha invitado a todas a una
fiesta de inauguración. En realidad es a pasar cuatro días antes de la fiesta y
luego quedarnos para el festejo. Es para intentar reconciliarse con el grupo y
sobre todo con usted y con Mei pues teme que le odiemos por lo que pasó-
-Bien, dime cuando-
-Será el próximo sábado. Hasta ahora
tengo algunas confirmaciones de quienes irán y los vehículos que necesitamos,
Harumi me está ayudando con la organización-
-¿Harumi? No me digas-
-No, no es lo que piensa. Es
inaccesible, será por eso que la amo-
-¿Y quiénes irían?-
-¡Uh! Es una larga lista, pero trataré
de decirle. Van Mei y Yuzu, Mitsuko y Maruta, La sempai Suzuran y Momokino,
Sara, Nina, Nene, Usted y Keiko, Harumi, yo, y hemos invitado también a Fumiko
y Sadhasi-
-Veo que no te olvidaste de nadie-
-Así es. Entonces cuento con ustedes-
-Por supuesto-
Los días pasaron rápido. Keiko y yo
anduvimos recorriendo Tokio de arriba abajo. Utilizando el tren como medio de transporte
más usual y aprovechando que algunas líneas van sobre elevadas lo que nos permitía
ver el paisaje desde las alturas. Uno de los sitios que quería ver era la Torre
de Tokio, una construcción que implica reminiscencias de la Torre Eiffel en
cuanto a su estilo aunque más alta que la parisina y desde donde se puede observar
toda la ciudad e incluido el lejano y emblemático Monte Fuji. Después de
almorzar en uno de los restaurantes de la base subimos hasta el segundo
observatorio y abrazadas y llegando casi hasta las lágrimas nos quedamos largo
rato viendo en todas direcciones.
El paseo continuó luego por los alrededores
de la torre, el Prince Park, los Jardines de Hamarikyu sobre la costa, el Hotel
Imperial de Tokio, que fuera proyectado y construido por el arquitecto Frank
Lloyd Wright a quien admiro especialmente.
Otro día nos llevó al Campo de hierba
del Parque Hibiya, y rodeamos Koiko, la residencia y jardines del Emperador. También
estuvimos en el National Art Center y el Museo de Arte Contemporáneo Watari.
Largo seria detallar tantos sitios por
donde anduvimos. Salíamos temprano en la mañana y dedicábamos todo el día a
nuestra recorrida. Regresábamos a la noche cansadas pero felices y a pesar de
todo siempre dispuestas a tener una noche de amor.
En una de las conversaciones con el
señor Yamura, le confirmamos que estaríamos una semana más en Japón con el objeto
de cumplir con la invitación del ex prometido de Mei y una visita final al
señor Aihara. El padre de Keiko nos preguntó varias veces sobre cómo habían influido
todos los buscados y también los inesperados eventos en que nos vimos
envueltas. Tanto mi amante como yo les manifestamos que la experiencia, a pesar
de los peligros corridos, había sido muy positiva. Keiko insistió en decirle a
su padre que sentía que había madurado mucho con lo sucedido pues aunque les agradecía
todo el amor con que la habían criado era evidente que necesitaba salir al
mundo y valerse por sí misma.
-Estoy muy orgulloso de ti- Dijo el
señor Yamura ante esta revelación.
El viernes anterior a la partida hacia
la posada llovió todo el día. Francamente no lo lamentamos, si bien nos
estábamos escasa de relaciones sexuales, nos la pasamos todo el día desnudas o
eventualmente con algún camisón transparente, haciendo el amor. Solo paramos
para el almuerzo, la merienda y la cena que, por supuesto pedimos en la
habitación. Como había cesado la lluvia la última comida la realizamos en el
balcón. Después de ello preparamos un bolso cada una con la ropa que
llevaríamos al paseo. A media tarde Matsuri ya me había llamado para confirmar
donde nos encontraríamos.
-La posada esta cerca de un pueblito llamado
Chichibu, el lugar es ideal por que no es totalmente silvestre ni totalmente
ciudad. Hay servicios médicos cerca pero gozamos de cierta intimidad. Nos
encontraremos, para que nadie se pierda, al pié de la Torre de Tokio. De allí
partimos en tres autos, nos repartiremos cinco por auto o algo así. De todas
las que fuimos casi ni recordamos el camino por eso el primer auto lo va a
manejar Mitsuko que es la que mejor se orienta- Me dijo la niña de cabello rosa.
-¿Cómo? ¿Y acaso no tienen GPS?-
Matsuri se rió con ganas.
-Mejor que guie Mitsuko, es más
confiable que un aparato-
Y así quedamos en vernos al día
siguiente en la base de la Torre, más precisamente en el restaurante Wakanui.
Keiko y yo fuimos las primeras en
llegar. Siempre me pasa lo mismo cuando estoy obsesionada por no llegar tarde. Pedimos
algo de comer y nos sentamos cerca de la entrada. Al rato y de a poco fueron
llegando las demás. Los saludos fueron muy efusivos y como algunas de las
chicas solo me eran conocidas por haber sido mencionadas alguna vez me fueron presentadas por Yuzu.
Todas estaban hermosas. Ese conjunto de
jóvenes y su espíritu alegre me contagiaban el ánimo. Keiko también se veía muy
feliz. Las ultimas en llegar fueron Mitsuko y Maruta. En cuanto llegó se puso a
organizar la forma en que nos distribuiríamos en los autos. Les indico a
Sadhasi y Suzuran que manejaban los otros vehículos cual era el camino a seguir
y le insistió en que no la perdieran de vista al seguirla.
Antes de la partida me quede conversando
un rato con Mei. La conversación giró en torno a un par de dudas que yo tenía.
Se trataba de las chicas que recién conocía. Suzuran y Momokino parecían una
pareja, Nina y Sara otra.
-Según tenía entendido a Momokino le
tenían un matrimonio arreglado pero veo que está muy atenta con Suzuran-
-Aja. Así es, Momokino se declaró en
rebeldía, se buscó un trabajo y se negó a casarse-
-Y…acerca de Sara y Nina ¿Es cierto que
son hermanas?-
-Sí, lo son y del mismo padre y la misma
madre, no como Yuzu y yo-
-¿Pero, son pareja?-
-Sí, descubrieron su amor después de aquella
vez en que coincidimos en Kioto, en el viaje escolar-
-No puedo creerlo-
Mei se rio con ganas al ver mi cara.
-Es así, sempai Alexia, estas en medio
de un verdadero grupo de lesbianas un tanto insólitas-
Y la acompañe en su risa.
Finalmente partimos. Durante largo
tiempo fuimos entre construcciones, primero de edificios altos y luego de
viviendas de planta baja o un primer piso. La ciudad parecía no terminar nunca,
hasta que salimos al campo. Pero en Japón el campo no es lo que los argentinos conocemos.
Aquí se parece más a Europa donde desde un pueblito se puede divisar el
siguiente y donde haya viviendas a lo largo de la ruta. Los campos sembrados no
son tan extensos y predominan bosquecitos con flores multicolores, en especial
el cerezo.
La posada estaba en medio de un conjunto
de casas al final de un camino que nos llevó entre unas bajas serranías muy
verdes por su pasto abundante. La construcción tenía techo a dos aguas y
grandes ventanales. La rodeaba un jardín primorosamente cuidado. En la parte posterior
discurría un arroyito y entre la corriente de agua y la posada había un espacio
para comer o simplemente estar.
Capitulo 19
Después de estacionar los autos en la
entrada la algarabía que produjeron las chicas al bajarse y cargar sus bolsos
hacia la posada hizo que saliera el señor Udagawa a recibirnos. Las que lo conocían
lo abrazaron y saludaron efusivamente, el resto les fue presentado. Yo me quedé
observando la escena desde lejos. Recordaba al muchacho de aquella ocasión en
que se frustró su casamiento con Mei y cuando, un año después, me salvó de las
garras de su padre y realmente lo veía muy distinto. Aquel de tiempo atrás era
atildado, muy prolijo y formal en su
vestimenta, de cabello corto cuidadosamente peinado. Ahora estaba más
distendido, llevaba el cabello largo, vestía camisola suelta por arriba del
pantalón y hasta tenía un atisbo de barba que lo hacía más apuesto que antes.
Cuando las chicas invadieron la sala de estar
de la posada, él se quedó hablando con Mei. La conversación no duró mucho y
adivino que solo estaba tratando de disculparse por todo lo sucedido. Después
que estuvieron hablando un rato Mei hizo una pequeña sonrisa, realizaron mutuas
reverencias y luego la morocha entró a la posada y vi cómo se abrazaba a Yuzu tomándola
desde la espalda. No pude menos que sentirme aliviada.
En ese momento me vio el señor Udagawa.
Caminó hacia donde yo estaba con Keiko a mi lado.
-Montes-san- Dijo haciendo una
reverencia y saludándome por el apellido.
-No sea tan formal, llámeme Alexia y
tuteémonos-
-Como guste. Antes que nada quiero
decirle que me siento muy honrado de que usted haya venido a esta humilde
morada, y esperando que no me guarde rencor por todo lo que sucedió en el
pasado-
-El pasado es eso, solo pasado-
Manifesté, y luego agregué -Y yo estoy en deuda con usted, de manera que sería
imposible guardarle algún tipo de animosidad. Solo espero que su vida sea buena
de ahora en más-
-Y lo es, aquí está ahora mi trabajo y
mi hogar. En medio de esta campiña soy feliz. Detestaba la idea de casarme pero
todo lo que sucedió me abrió los ojos acerca de mi familia como nunca antes y
eso se lo debo agradecer a la experiencia vivida-
-Y a Yuzu que irrumpió en el momento
justo luchando por su amor-
-Ja, ja…Si, Yuzu. Es como un ángel para mí.
Ojala los dioses le conserven el espíritu y la bondad-
-Bien- Dije poniendo mi mano sobre el
hombro de Udagawa -Ya pasó todo y usted está aquí con la frente en alto,
olvidemos el pasado, solo es un ancla que no nos deja navegar-
-Sabias palabras-
Y entramos al salón donde había bastante
bullicio.
-Parecen niñas de primario- Dijo Mitsuko
dándose vuelta hacia mí.
Le sonreí.
-Va a ser mejor que nos unamos al ruido,
sino vamos a parecer dos viejas amargadas-
Después de haber decidido como nos repartiríamos
en las habitaciones, lo que llevó una media hora de discusiones, cada una se
fue a dejar sus pertenencias. No sé en que se perdió tiempo discutiendo pues
estaba claro que había siete parejas o proyectos de parejas y habitaciones suficientes
para que cada una tuviera su espacio. La única que sobraba sin pareja era Nene
que finalmente se quedó con Sara y Nina, al parecer muy contenta con la
situación.
Después de dejar nuestros bolsos Keiko y
yo bajamos al salón comedor. De nuevo toda la algarabía estaba allí pues
deseaban comer. El señor Udagawa ya tenía personal propio. Una cocinera y dos
mozas, además de cuatro camareras para las habitaciones. Pero en la cocina no
daban abasto con los pedidos y Yuzu, Keiko Y Harumi se ofrecieron a ayudar por
lo que al poco tiempo estábamos todas dispersas en las varias mesas saciando el
hambre.
En ese momento fue que se me ocurrió una
idea y me dirigí a la pequeña oficina del ex prometido de Mei. Golpeé el marco
de la puerta, pues estaba abierta y me invitó a pasar.
-Dime, ¿has realizado alguna publicidad
para la posada?- Le pregunté.
-Repartí folletos e hice una página de Internet con fotos-
-¿Y tienes reservas hechas?-
-Hasta ahora ninguna-
-Bien, hagamos una cosa, acompáñame al salón
y vamos a hablar con las chicas-
Una vez en el comedor tuve que gritar un
par de veces para que me prestaran atención. Les expliqué que la publicidad
realizada no había dado mucho resultado por lo que las invitaba a todas a que tomaran
sus celulares, se sacaran fotos y les escribieran a todos sus contactos de
Twiter, Instagran, Tik Tok y Facebook. Que les contaran lo maravilloso que la
estaban pasando y que mostraran esa alegría.
Decirle a una japonesa que haga algo con
su celular es como darles las llaves del paraíso, así que a partir de ese
instante todas comenzaron a sacarse selfies o fotos de las otras chicas, de la
posada y hasta salieron afuera a fotografiar el paisaje circundante.
-Van a creer que la posada es un refugio
de lesbianas- Me dijo Mitsuko al oído.
-Bueno, sería un buen target para
publicidad-
-Pobre señor Udagawa, como si no tuviera
bastante con todas nosotras-
Después del almuerzo algunas chicas
ayudaron a lavar los platos y ordenar el comedor. Luego salieron en desbande a
caminar hasta el arroyito cercano y pasear por el bosquecito circundante. Yo
llegué hasta el quincho que estaba frente al arroyo y me senté ‘. Keiko se sentó
a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro.
-Ve con las chicas si quieres- Le dije.
-No, estoy bastante cansada-
-Yo también-
-Debe ser por todo el sexo que tuvimos
en Tokio-
-Seguramente- Le pasé el brazo por sobre
el hombro y la atraje más hacia mí y así nos quedamos hasta que después de un
rato de descanso nos fuimos a caminar buscando a todo el grupo al que se lo oía
por entre la arboleda.
Pasamos la tarde yendo y viniendo por el
bosque, jugando a las escondidas como adolescentes. Me encantaba la situación,
me sentía rejuvenecida al contacto con esas mujeres aunque en realidad no eran
mucho más chicas que yo, pero lo que me ocurría era que hacía mucho tiempo que
no me sentía tan libre de disfrutar de cosas tan sencillas. Me había enfrascado
mucho entre mis libros y los viajes siempre habían sido para conferencias y
presentaciones.
Llegado el atardecer regresamos a la
posada con bastante hambre. Nuevamente ayudamos al personal a cocinar y servir
la comida. En ese momento se me acercó Udagawa y me dijo que la idea de mandar
mensajes por las redes sociales había dado un excelente resultado. Ya tenía
cinco reservas tomadas y esperaba otras confirmaciones. Me alegré por él, no
solo como incipiente empresario sino porque si los negocios le iban bien podría
alejarse de la familia nociva que tenía.
Después de la cena nos dirigimos a
nuestras habitaciones. Realmente estaba cansada pero en el pasillo Yuzu y Mei
nos invitaron a pasar a su habitación para una reunión de sobremesa. Lleve una
botella de champagne que encontré en la heladera y cuatro copas más unos
bocadillos dulces que sobraran del postre. Estuvimos las cuatro conversando
casi hasta la salida del sol. Pasamos por todos los temas inimaginables desde
religión, sexo y política hasta nuestras preferencias musicales o de películas.
Mei estuvo muy locuaz, lo cual no es muy habitual en ella pero era evidente que
se sentía feliz y por momentos era ella quien bromeaba con Yuzu que estaba tan
radiante como siempre.
Hablaron también de sus trabajos y Keiko
y yo les contamos de nuestra vida en Argentina. Ellas se manifestaron curiosas
de conocer nuestro país y les prometí que si se decidían a hacer el viaje me
iba a encargar de que estuvieran bien atendidas.
Así pasamos los días siguientes. Algunas
se entretuvieron pescando a orillas del arroyito, otras paseábamos por el
bosque. También nos llegamos hasta el pueblo de pequeñas pero confortables
viviendas de grandes ventanales. Uno de los motivos de visitar el pueblo era
pasar por la tienda de ropa pues habíamos decidido que en la fiesta de
inauguración cada pareja vestiría de la misma manera. De modo que Keiko y yo
nos compramos dos vestidos holgados y estampados en muchos colores. Cuando
estábamos en la tienda vimos con sorpresa a Matsuri casi arrastrando a Harumi
para comprarse ropa. Terminaron llevando dos pantaloncitos blancos muy pequeños
y remeras negras con la cara de una artista de K-pop que yo no reconocía.
El último día nos levantamos temprano
para ayudar a preparar el salón para la fiesta. Todo era bullicio y algarabía.
El ex prometido de Mei me confirmo que vendría mucha gente del pueblo.
Capitulo 20
Fue una fiesta increíble. Jamás había
imaginado que pasaría todo lo que pasó. Desde temprano comenzó a llegar gente.
Dado que la cantidad de personas superaba lo esperado y aprovechando que era un
día soleado pero de temperatura agradable se decidió hacerla en los jardines, y
dejando el salón para las mesas donde se serviría la comida y las bebidas.
Mientras todas nosotras andábamos
vestidas tal como lo habíamos acordado, cada pareja de la misma manera, la
única que no tenía con quien compartir vestimenta era Nene pero me sorprendió
gratamente verla vestida de la misma manera que las hermanas Sara y Nina.
-Un triángulo increíble- Susurró Matsuri
a mi lado y no pude menos que reírme pues conozco las fantasías de la niña de
cabello rosa.
La gente que conformaba el público, por
otro lado, vestía de las maneras más locas que podía prever. Vi lolitas, darks,
disfraces de ositos y otros animales, algo de cosplay y también, por que no,
vestidos como gente normal y varias mujeres arregladas como geishas y otras con
esos vestidos entallados y con cuello redondo que tanto me fascinan.
Hubo espectáculos varios. Luego Udagawa
me confesó que no había preparado nada de eso, sino que la gente del pueblo
espontáneamente se asoció al festejo con sus dotes artísticas. Así fue que
vimos una batalla entre samuráis, una muestra de teatro kabuki realizado por
hombres en sus vestimentas femeninas tal como es la tradición, dos coros de
geishas cantando canciones tradicionales muy dulces a las que no le entendí
nada de la letra pero me resultaron emocionantes y también un grupo de chicas y
de chicos bailando los más conocidos temas de k-pop con coreografías
alucinantes.
Se sirvió comida al mediodía y a la
noche. En la tarde se repartió helado y bebidas azucaradas. La gente iba y
venía por todo el jardín e incluso por la calle cercana. Los que no se quedaron
todo el día, al menos pasaban para curiosear y seguían su camino. Mientras
tanto comencé a notar que muchas personas querían sacarse selfies conmigo. Al
principio no lo entendía pero al ver que la cantidad aumentaba le pregunte la
razón a Mitsuko.
-¿No te das cuenta?- Me preguntó y se empezó
a reír.
Yo ya me estaba impacientando por su
respuesta cuando completó la frase.
-Es que sos la única no japonesa aquí,
¿O acaso te pensaste que es porque te reconocen como escritora famosa?- Y
siguió riéndose.
Continuábamos ambas una al lado de la otra
cuando se acercaron cuatro jovencitas con sendos libros en las manos. Todas
eran muy bonitas, un par de ellas gyarus y las otras de aspecto sencillo pero
sensuales.
-¡Sempai Montes!- Exclamaron casi a
coro.
-¿Nos firma sus libros, por favor?-
Como la tenía aun cerca le pegue un
codazo a Mitsuko. Ella dejo de reír.
-Esto es para que veas que no hay que
abrir la boca sin saber- Le dije.
-Me rindo- Contestó y volvió a largar
una sonora carcajada.
Después de este encuentro me costó
sacarme de encima a las cuatro admiradoras. Insistieron en conversar conmigo.
Me agradaban pero quería ver el resto del espectáculo y solo me salvó la
llegada de Keiko que me tomó del brazo y les dijo imaginando lo que pasaba.
-Sempai Alexia es mía, toda mía-
Y las niñas se fueron no sin darme un
beso en la mejilla cada una.
Los festejos duraron hasta la medianoche
cuando terminó con una gran demostración de fuegos artificiales que se lucían
mucho más contra la oscuridad de las serranías y el cielo absolutamente negro.
Fue un momento emocionante, Keiko y yo nos besamos largamente y después pude
observar a pocos pasos de nosotros a Mei y Yuzu haciendo lo mismo. Fue muy graciosa
la situación pues todas nos dimos cuenta que nos habíamos visto y no podíamos
dejar de reír. Nos acercamos y nos abrazamos las cuatro en una rueda y así
permanecimos un tiempo como si no quisiéramos separarnos más.
Ordenar las mesas, las sillas, la
vajilla, limpiar el salón y la cocina fue una tarea titánica, pero la hicimos
con gusto. Eran cerca de las cuatro de la mañana cuando nos fuimos todas a
dormir, agotadas. Previsoramente ya teníamos preparados nuestros bolsos pues al
otro día partiríamos a Tokio.
Nos levantamos cerca de las once.
Bastante trabajo nos costó despertarnos e incluso las chicas que iban a manejar
prefirieron darse una ducha para terminar de despejarse. Fuimos acomodando los
bolsos en los autos y despidiéndonos de Udagawa y todo su personal con quienes habíamos
compartido esos días como amigas más que como clientas y servicio.
Fumiko y Sadhasi partieron solas pues
iban por otro camino a Yokohama. Antes de partir hablamos un rato
-No hemos tenido oportunidad de conversar.
¿Cómo anda lo tuyo?- Le pregunté a Fumiko.
-Muy bien, mi padre ya no volverá
molestarme. Ahora sabe que Sadhasi lo tiene en la mira por algunos negocios
turbios y ha prometido que no interferirá en mi vida-
-De todas maneras cuídense. Un león
enjaulado puede volverse más peligroso-
-Sí, pero ahora sabemos lo que no
sabíamos antes de la llegada de ustedes. Ahora estamos advertidas-
Y dicho esto me dio un beso en la
mejilla. Sadhasi pasó a mi lado y me dio la mano con la energía de un hombre,
después sonrió y me dio un beso. A los pocos minutos partían rumbo a su casa.
-¡Gracias por todo!- Gritó Fumiko desde
el auto.
La mayoría iba dormida, Mitsuko Maruta y
yo nos manteníamos despiertas.
-Parece que les ganó el cansancio- Dijo
Maruta.
-Yo creo que es el relax después de
tantas emociones- Comenté.
-Y un poco el aburrimiento de volver a
la rutina- Agrego Mitsuko.
En la estación de Akihabara bajamos
Keiko y yo. Mitsuko decidió llevar a Mei Y Yuzu a su casa. Nos despedimos con
la promesa de que nos veríamos en el Aeropuerto el día de nuestra partida. En
el otro auto también bajaron Sara y Nina para tomar el tren a su casa mientras
Suzuran se encargaba de dejar al resto al menos cerca de sus viviendas.
Keiko y yo cruzamos la calle y nos
fuimos al hotel. Las camas de la posada no eran incomodas pero cuando pude
arrojarme en la cama del hotel me sentí feliz. Ahora había que pensar que nos
quedaban dos días en Japón y debíamos aprovecharlos. De modo que llamé al señor
Aihara y le dije que podíamos pasar en la mañana siguiente por su casa si ello
no significaba una molestia.
-Todo lo contrario señorita Montes- Me
dijo el abuelo de Mei -Usted es siempre bienvenida-
Después del llamado telefónico decidimos
comenzar a poner en orden nuestras valijas lo que nos dejó una incierta
sensación de tristeza por la partida, pero al rato la compensamos con una
excelente relación sexual que nos llevó a paroxismos casi ilimitados. Debo
haber tenido más orgasmos que el resto de las veces juntas. No cesaba de
temblar de pasión y Keiko no se me quedaba atrás. Fue una experiencia
alucinante, lo que demostraba que cada vez nos íbamos perfeccionando en nuestros
juegos sexuales. Keiko se transformaba de una manera increíble. De una mujer de
aspecto de adolecente sumisa y dulce viraba a una dominadora insaciable que a
veces me dejaba en posición de terminar siendo yo la sumisa, lo que me excitaba
aún más. Por poco casi caemos de la cama debido a nuestros excesos y terminamos
ambas desnudas y abrazadas, agotadas y con ganas de dormir varias horas.
Capitulo 21
A la mañana siguiente partimos a la casa
del señor Aihara. Mencionar que fuimos recibidas con mucha amabilidad por parte
de su personal es ya casi obvio. El abuelo de Mei nos recibió en la consabida biblioteca
con vista al jardín posterior. Ambas habíamos ido vestidas de manera recatada
en virtud del respeto al anfitrión.
Pronto estuvimos sentadas en sendos
sillones y cada una con mesitas de servicio con una amplia variedad de
bocadillos, taza de café y jugo de frutas.
-De manera que vuelve a partir a su
tierra- Dijo Aihara como para iniciar la conversación.
-Sí, pero a diferencia de las anteriores
ya estoy pensando que volveré antes de lo que imagino-
-Estaría bueno, usted es una
solucionadora de problemas-
-Lo dudo, solo he estado en donde tenía
que estar en el momento en que tenía que estar. Y no porque lo tuviera pensado
de antemano-
Luego se dirigió a Keiko.
-¿Y Usted? ¿Qué impresión se lleva de lo
vivido en estos días? ¿Le sirvió el viaje?-
-Absolutamente- Contestó mi amante y
continuó- Todo me ha servido de aprendizaje para la vida. Reconozco que fui
criada entre algodones y no culpo por nada mis padres, pero necesitaba estas
emociones fuertes para valorar mi propia capacidad-
-Bien, bien. Pero tampoco hay que
exagerar-
Después de ese preámbulo le contamos en detalle
todo lo sucedido. Terminamos con la merienda y luego cuando ya nos disponíamos
a partir el seños Aihara se acercó a mí y me dijo.
-Usted tiene experiencias muy valiosas
para contar a nuestras alumnas, sus libros son populares y posee carisma.
Imagino en el Instituto una triada con Matsuko Tanigucchi, mi nieta Mei y usted
en algún gabinete de consulta paras las niñas-
-No olvide que vivo en el otro lado del
mundo-
-Señorita, usted es de este mundo y de
esta época. Las comunicaciones han achicado el planeta. Tampoco pretendo que se
venga a vivir aquí, pero…pasarse una temporadita de vez en cuando-
-Pero, ¿No es prerrogativa de Mei tomar decisiones
como esta?-
-Por supuesto, se lo propondré y estoy
seguro que estará de acuerdo. Mei le estima mucho a usted.-
Y cuando ya estábamos en la puerta manifestó.
-Así me aseguro de verla por aquí cada
tanto-
Nos dimos un fuerte abrazo, algo poco
usual en Japón entre un hombre y una mujer y sobre todo de diferentes edades.
En realidad es poco usual toda muestra de afecto con contacto físico algo a que
los occidentales y los latinos sobre todo estamos tan acostumbrados, por eso me
sorprendió su gesto.
Luego del abrazo, me tomó de un brazo y
me dijo.
-Por favor, no se pierda-
Hicimos con Keiko una profunda
reverencia y salimos de la casa.
Una vez en la calle Keiko se tomó de mi brazo
y mientras caminábamos hacia la estación del tren dijo.
-Que extraño el abrazo del señor Ahiara-
-Sí, se ve que está bastante susceptible-
Al otro día estábamos en el aeropuerto
listas para partir. Mitsuko, Maruta, Mei y Yuzu eran las únicas que vivieron a
despedirnos. Harumi y Matsuri tenían exámenes y no podían faltar a sus obligaciones
pero, por medio de Maruta nos enviaron un par de obsequios, unas pequeñas
imágenes en marfil de geishas con sus trajes típicos. Los saludos fueron
efusivos. Besos y abrazos y muchas recomendaciones.
-Ahora sé que no vas a dejar de venir
cada tanto-. Manifestó Mitsuko.
Mi cara de sorpresa debió ser evidente.
-¿Qué? ¿No te dijo nada el señor
Aihara?-
-¿Acerca de qué?-
-De que formemos un consejo para las
chicas aquí en el Instituto junto con Mei-
-Sí, es una idea brillante- Agregó Mei.
-De manera que ustedes estaban
enteradas…¿desde cuándo?-
-Hace varios días que nos lo dijo-
-¡Ah, viejo pícaro! A mí me hizo creer
que se le había ocurrido ayer mientras conversábamos-
Mitsuko y Mei rieron al unísono.
-Sí, ya lo sabíamos y estoy totalmente
de acuerdo- Dijo Mei.
Luego de los últimos saludos caminamos
por la manga al avión. Casi un día después y tras un viaje en que me la pasÉ más
tiempo durmiendo que otra cosa estábamos aterrizando en Ezeiza. Con más valijas
que las que teníamos en el viaje de ida era necesario un transporte cómodo.
Pero el señor Yamura ya se había ocupado de ello y nos esperaba una van color
negro, muy amplia y con cómodos asientos.
Preferí que pasáramos primero por la
casa de Keiko así aprovechaba a conversar con su padre. El matrimonio nos
recibió con toda algarabía y muy efusivamente. Era emotivo verlo. Nos atendieron
como si fuera el regreso de la hija prodiga. Como parecía ser costumbre la
madre de Keiko se la llevó a su habitación, esta vez con la excusa de
desempacar y quedé sola con su padre.
-No tengo palabras para agradecerle lo
que hizo por mi hija y de haber corrido peligro para rescatarla-
-Era lo que correspondía, de alguna
manera ella estaba en ese predicamento debido a la manera audaz en que manejé
el asunto-
-Lo importante es que, según me ha
contado ella por vía Skipe en estos días, ha aprendido mucho a superar los
malos momentos y sobre todo lo que usted le ha enseñado. Espero que su relación
prospere y sean muy felices juntas. Cuenta con todo nuestro apoyo-
Hice una reverencia. En ese momento
Keiko y su madre aparecieron en el salón y manifesté mi deseo de seguir camino
a mi casa pues la extrañaba. Me despedí de todos y Keiko me siguió hasta la puerta.
-Ahora voy a dar una vuelta por la
oficina para ver cómo anda todo. Después me gustaría que nos veamos para la
cena-
-Está bien, pasa por casa, prepararé
algo sencillo. No tengo ganas de salir hoy-
Regresar a mi lugar en el mundo fue
tranquilizador y relajante. La van me dejó en la puerta y el chofer esperó
hasta que hubiera entrado. Dejé las valijas en el dormitorio y me dirigí a la
cocina. Me hice un café y llamé a mi editor.
-¡Hola, apareciste!- Gritó desde el otro
lado de la línea.
-Sí, aquí estoy y me voy a poner a
escribir. Lo único que te pido es que no me llames. Ya te llamare yo. Necesito ordenar
las ideas-
En el dormitorio puse las valijas sobre
la cama y las vacié. Separé lo que debía lavar y guardé el resto. Una vez que
tuve todo ordenado me hice otro café. Saqué la guitarra de la funda y rasqué un
poco las cuerdas. Luego improvisé algo en el órgano. No era nada especial pero
el sonido me relajaba. Finalmente me senté frente a la computadora y revisé lo que
había escrito antes del viaje. Luego tomé mis notas y las ordené.
Cuando ya era el atardecer cociné unos
fideos con abundante salsa. Keiko me llamo para avisarme que estaba por llegar.
-Te extraño mucho- Me dijo por teléfono.
Llegó, se sacó el abrigo, nos dimos un
profundo y largo beso. Era la primera vez que estábamos separadas tantas horas
desde hacía varios días. Serví la comida con un buen vino tinto. De fruta
comimos unas manzanas. Conversamos largamente de todo el viaje y nuestras
impresiones.
Nos quedamos saboreando un café en la
sala, ella de pie mirando hacia el jardín iluminado y yo sentada en uno de los
sillones a su espalda.
De pronto, sin dejar de mirar hacia
afuera me dijo.
-Quiero venir a vivir aquí contigo-
Me mantuve en silencio. Ella se dio
vuelta y me miró. Me acomodé en el sillón y la mire a los ojos.
-Sabes muy bien que yo prefiero vivir
sola-
Hay cosa a las que no se renuncian ni
por amor.
FIN
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