Sesenta y seis años de historia en un ratito.
Escribo este texto sin
recurrir a Google, libros, ni nada parecido, por que, a diferencia de la mayoria en mi pais tengo memoria.
Nací en 1953. Gobernaba Perón su segunda
presidencia. Ya sin Evita caía en el desbarranco que le preparaban sus
camaradas de armas. En 1955, cuando yo tenía dos años finalmente lo echaron
huyendo al Paraguay, a Venezuela y a España.
Los militares le hicieron probar su propia medicina
pues como sabemos Perón había participado en los golpes del 30 y del 43.
Recuerdo, como si fuera hoy, a mis abuelos españoles, republicanos y
antifranquistas hasta la médula festejando en el patio de su casa. Si, lo
habían echado los militares, pero no importaba, el tirano había caído.
En el nombre de la “Revolución Libertadora” asumió
Lonardi, un general flaquito, parecido a Fred Astaire, que dijo “Ni vencedores,
ni vencidos”. Pero a sus compañeros de golpe no les gustaba la idea y lo
sacaron del medio. Asumió Aramburu como presidente y el almirante Rojas como
vice. Como tenían una papa caliente que les quemaba las manos llamaron a
elecciones y ganó Frondizi gracias al pacto que había hecho con Perón para que
no boicotearan la elección.
Frondizi tenía buenas ideas como tratar de lograr
el autoabastecimiento petrolero pero se volcó demasiado a la izquierda, para el
gusto de los militares, recibiendo al Che en la Casa Rosada. Lo voltearon.
Como los militares además estaban peleando una
guerra de opereta entre ellos en los bandos azules y colorados, que en
definitiva pugnaban por quien toleraba más o menos el regreso del peronismo,
decidieron dejar el gobierno al presidente provisional del Senado, José María
Guido. Este llamó a elecciones y ganó Arturo Illia. Otro presidente con posibilidad
de encaminar el país, honrado y patriota, pero no le toleraron que se metiera
con los laboratorios médicos y comenzaron a hacerle una campaña feroz
tildándolo de “tortuga”, mucho periodismo de la época se prendió en los agravios.
Así fue que el 66 otro general que se creía Perón,
la “morsa” Ongania, hizo un golpe con el sueño de que su “Revolución Argentina”
durara 100 años. Duró un poco menos. En el 69 se enteró que había obreros
descontentos en las fábricas de autos de Córdoba y se comió el “Cordobazo”.
Incapaz hasta de sofocar la protesta se tuvo que ir cuando el General Lanusse,
nuevo caudillo del Ejercito lo echó de una patada. Lanusse, el suegro de
Rimoldi Fraga, aquel de “argentino hasta la muerte” trajo a un títere, el General
Levingston, de los Estados Unidos y lo puso de presidente.
Pero el títere tenía sus propias ideas y también se
creía Perón. Le duró bien poco el sueño porque
Lanusse le recordó quien mandaba y como no encontraba otro que hiciera
el trabajo por él se quedó de presidente. Lanusse podía haber pasado a la
historia sin demasiados méritos ni criticas pero se mandó la gran cagada. Como el país ya
era un hervidero de atentados terroristas desde 70/71 no se le ocurrió mejor
idea que invocar como “prenda de paz” al anciano senil que vivía en España
rodeado de su corte de adulones, Campora, Isabelita, López Rega, Jorge Antonio,
etc.
Y dijo que a Perón “no le daba el cuero”. Lanusse
era un zorro viejo y sabía que el senil iba a morder el anzuelo. En definitiva lo
que quería era dejarle la banda, el bastón y borrarse. A Perón lo trajeron, lo
manejaron y lo terminaron de enfermar todos los que lo rodeaban por su afán de
poder.
Y Perón
volvió, pero como prenda de guerra y violencia. Alentó a sus derechas e izquierdas
y estos terminaron haciendo una masacre peleando por un palco miserable en Puente
Doce, camino a Ezeiza. Los Montoneros mataron a Rucci y a Aramburu. Las Triple A,
ejerciendo el terrorismo de estado, a cuanto pensador y activista de izquierda
que se les cruzaba.
Las elecciones del 73 las ganó Campora, el que iba
a tener el gobierno pero no el poder. El 25 de mayo, cuando asumió, liberó a
todos los presos políticos y no políticos de las cárceles demostrado que solo
era un inepto chupamedias. Su ministro del interior era un tal Righi que años
después participó en la corte K. Campora renunció tal como estaba acordado y lo
sucedió Lastiri, este llamó a elecciones y ganó la formula Peron- Peron
Cuando Perón supo que Montoneros quería hacer
“peronismo sin Perón” los echó de la Plaza de Mayo, realizando una bravata que
no le serviría de nada. Al mes se murió, o lo mataron, lo cual ya no importa, y
los “imberbes” siguieron haciendo de las suyas. Isabelita, asumió el gobierno,
pero no el poder, paradójicamente, pues la tironeaban de todos lados, militares,
gremialistas, López Rega, todos querían opinar. Los sindicalistas ganaron al
principio la pulseada cuando lograron que la presidenta pusiera en un avión a
Lopecito y lo mandara de embajador
itinerante. En medio de eso el ministro de Economía Rodrigo, se mandó el
“rodrigazo”, gran salto de los precios que hizo que de un día para otro las
cosas valieran el triple de lo que costaban. En esa semana me estaba casando.
Pero, como de costumbre la última palabra la tuvieron
los militares y un día de Marzo del 76 la rajaron en helicóptero. Y entramos en
la negra noche de los tiempos. Salvo Ricardo Balbín que dos días antes del
golpe llamó a un dialogo constructivo en un emotivo mensaje por televisión, el resto,
políticos y ciudadanos, salieron a aplaudir a los militares. Al principio y
mucho tiempo después nadie sabía a ciencia cierta que estaba pasando en el
país. Estábamos preparándonos para el Mundial y lo demás no importaba, ni
siquiera esas viejas locas que daban vueltas alrededor de la pirámide de Mayo.
Y mientras tanto los jefes de la guerrilla se reunían en Paris con el Almirante
Massera para salvar sus vidas delatando compañeros.
Y estos militares se hubiera quedado en el poder
mucho tiempo, pero, a Videla lo sucedió Viola y a éste Galtieri. Y al borracho
no se le ocurrió mejor idea que invadir las Malvinas. Este Galtieri también se
creía Perón, y hasta tuvo su Plaza de Mayo llena cuando vino Alexander Haig, el
secretario de estado norteamericano, en medio de la guerra y una multitud de
personas lo vitoreaba mientras allá en las islas unos pobres chicos eran
masacrados sin piedad y la gran mayoría del país pensaba que estamos jugado otro
Mundial de futbol en el que siempre “íbamos ganando”. Hasta que perdimos y la
gente reaccionó, pero no por la tiranía opresora y salvaje de “Proceso” sino porque
se había perdido una guerra aunque después ignoráramos a los combatientes que
regresaban, con nuestra característica falta de solidaridad. (Aunque algunos
digan lo contrario)
Los militares cayeron por que ya no sabían cómo
agarrarse de la cornisa y, como antes, largaron la papa caliente y con Bignone
a la cabeza dieron elecciones. Y ganó Alfonsín, gracias al nabo de Herminio Iglesias
y su ataúd quemado. Alfonsín tuvo los huevos para enjuiciar a los generales
pero cuando quisieron seguir más abajo se le sublevaron los coroneles en una Semana
Santa y tuvo que dar las leyes de punto final y obediencia debida. Muchos piensan
que no fue fuerte pero evitó otra nueva masacre en tiempos en los que había que
ser valiente para enfrentarse al poder militar. En la economía no le fue muy
bien y se vino la hiperinflación ayudada por el accionar destituyente, como
siempre, del peronismo. Y también se tuvo que bancar que algunos exiliados como
Gorriaran Merlo que la estaban pasando de lujo bien lejos de país regresaran
para el quijotesco y salvaje intento de copamiento de La Tablada y dos
alzamientos carapintadas más que demostraban que los militares no iban a dar el
brazo a torcer así nomas.
Y tuvimos a Menen con sus patillas riojanas y aire
de caudillo federal. Lo que era toda una farsa, cambió el poncho por los trajes
de seda italiana y se mandó, sin disparar un tiro, un programa económico más
salvaje que el de Martínez de Hoz, con privatizaciones que eran regalos y
despidos masivos. Pero a muchos otros, que gracias al dólar uno a uno podían
irse a Miami a comprar televisores, les importaba un pito lo que le sucedía a
los desocupados. (En fin, la clásica falta de solidaridad Argentina) y Menen
dijo: “si decía lo que iba a hacer nadie me votaba” y ahí andaba paseando en su
Ferrari. Y, a pesar de que indultó a todos los generales enjuiciados por Alfonsín
no pudo evitar un alzamiento carapintada liderado por Seineldin.
No logró quedarse eternamente como era su propósito
y hubo nuevas elecciones. Ganó De la Rúa. Un inepto total que no tenía idea de
cómo manejar un país. Además del hecho de que sus aliados lo dejaron abandonado
en medio de un gran desastre que, como otras veces, era magnificado por la
costumbre destituyente de los peronistas. El uno a uno, como era previsible,
estalló en el aire y el ministro Cavallo también. Se vino el corralito y la
crisis del 2001. Corridas en la Plaza de Mayo, muertos y heridos. De la Rúa se
rajó en helicóptero. Pasaron varios “presidentes por un día” hasta que asumió
Duhalde, el capo del conurbano, el que le hizo la gran cama a De la Rúa. El
único mérito de Duhalde fue tener a Lavagna como ministro de economía y de
cumplir con su palabra de llamar a elecciones y retirarse de la política.(o retirarse a las sombras, que no es lo mismo) Pero
como todo peronista tenía que hacer algo jodido, lo parió al Néstor.
Aunque lo
sospechaba y nadie me creía, con el Kichnerismo se acrecentó el odio que por
ese entonces ya se estaba calmando y la dictadura militar pasó de ser un
recuerdo a ponerse de nuevo en el tapete, mientras el gobierno acusaba a cuanto
opositor había de ser cómplice de la dictadura, sin aclarar, que el matrimonio gobernante
se había enriquecido en aquella época y si escucharon de cerca algunos tiros
seguramente lo hicieron escondidos bajo la cama. La corrupción llego a lo largo
de doce años a extremos nunca vistos porque de la ocasional, que siempre hay, aquí
se instaló una verdadera banda de ladrones que se robó medio país y encima nos sumió
en el populismo berreta, al igual que Venezuela de quienes tuvieron que ser
socios porque en todo el mundo nos cerraban las puertas. Mataron a un fiscal de
la nación para mantener oculto el pacto con Iran por el atentado en la Amia, prohijaron
corruptos menores en todo el país y a decir verdad podría escribir todo el día
parta explicar este negro capítulo de nuestra historia pero no tengo tiempo. Y después
tuvimos, al menos los no fanáticos, la esperanza de la llegada de Cambiemos y
Macri, pero estos ineptos hicieron todo mal, desde la política a la economía,
salvo algo de obra pública. Y con ello revivieron a la ex presidenta Cristina
que cual ave fénix pretende volver a estar en el gobierno (nota de último momento,
con un títere como presidente) Y si bien el futuro del país no tiene ninguna
esperanza de buenaventura, lo que sí es seguro que con el regreso del populismo
nos vamos al barranco para siempre…
Resumiendo:
En mi vida vi
pasar
18 años de gobiernos radicales, incluido el actual de Cambiemos.
18 años de gobiernos radicales, incluido el actual de Cambiemos.
18 años de
gobiernos militares.
30 años de
gobiernos peronistas (38 si contamos que Perón ya estaba gobernado desde 1945)
Y asi estamos...
Y asi estamos...
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