Las
locas aventuras de la “comunidad ampliada”
Alexia Montes
Décimo sexta parte de “Mi aventura en
Tokio”
Keiko, Marga, Alexia, Esther y Silvia
UNO
De regreso en nuestro
lugar en el mundo todo se fue normalizando. Las tres fuimos retomando las
actividades. En realidad Marga y Keiko solamente, porque yo había decidido
tomarme un tiempo sabático.
Nada de escribir por
unos meses. Podía dedicarme un espacio para pintar o tocar el órgano solo por
placer. Con mis novias teníamos el desayuno y la merienda con mate. En contadas
oportunidades almorzábamos juntas pero ya no formaba parte de la costumbre
debido a su múltiples tareas.
De todas maneras tuve
un obligado descanso ya que me surgió un estado gripal con dolores en todo el
cuerpo, bastante tos y fiebre.
Tuve que insistirles
a Marga y Keiko que se ocuparan de lo suyo ya que tenía conmigo a una de las
empleadas de la señora Azumi para atenderme. Igualmente no soy de esas enfermas
molestas que solo se miran el ombligo. No es la primera vez que me ocurre y
estos casos lo que suelo hacer es acostarme, taparme con bastantes frazadas,
cerrar la ventanas y mantener la luz apagada. Y que nadie me moleste. Después
de dos días ya estoy mejor. A lo sumo tomo algunos antibióticos para reforzar
la cura. La fiebre me produce un estado de relajación en todo el cuerpo. Se
podría decir que hasta siento placer en estirarme en la cama bajo las frazadas
y en el más profundo silencio.
Pensaran que estoy loca
pero así he pasado mis gripes desde que era adolescente.
Mis novias golpeaban suavemente la
puerta cada vez que querían pasar, me traían mate o café con galletas y una
buena provisión de caramelos de miel. Por la noche se quedaban a cenar y luego se
iban porque les obligué a que no acostaran conmigo para no contagiarse.
Al tercer día ya me
levanté yo misma a hacer el desayuno. Siempre revivo, como el ave Fénix.
Cerca del mediodía
del que asome la cabeza a la calle desde mi gripe me fui a recorrer la avenida
Gorlero y para descansar un rato me detuve en el Mc Donalds de la esquina de
Los Muergos. Llevaba conmigo un cuaderno tamaño oficio que suelo usar para
hacer bocetos de posibles futuros cuadros. Pedí un Capuchino con dos medialunas
y me senté a una mesa cercana al gran ventanal que da a la vereda.
Estaba con la miraba
baja concentrada en lo que dibujaba cuando sentí que otra bandeja se apoyaba
del otro lado de mi mesa. Levanté la vista y me encontré con una hermosa
sonrisa rubia que me mostraba todos sus dientes
-¡Esther!, buen día
reina- Saludé.
-Buen día ¿Puedo hacer
un brunch contigo?-
-Y, estás aquí, ya no
te puedo echar-
-Ja, ja, siempre tan
graciosa-
-¿Qué te trae por
estas tierras, reina?- Le pregunté.
-Por aquí me trajeron
varios negocios de muebles que tenía que ver-
-¿También van a hacer
decoración de los departamentos?-
-No, no se tratade
eso. Es que Silvia y yo decidimos mudarnos a Punta-
-¡Ah ,que bien! Así
que van a ser vecinas. ¿Y tienen vivienda elegida?-
-No, ni siquiera construida-
-¿Cómo es eso?-
-Se trata de nuestro
nuevo proyecto, por supuesto que no va a ser inmediato pero papá nos prestará un
departamento de las torres que estamos construyendo y luego, nos mudaremos al
definitivo en el nuevo complejo-
-¿Y eso cuando
sería?-
-Supongo que pronto.
Papá ya compró el terreno, Marga va a vender los departamentos, junto con
Jacobo, que también se va a mudar. De los socios de Marga, Eduardo se ocupará
de los cálculos de hormigón y la logística y Sara de proveedores y compras. Tenemos
todo el equipo armado y estimo que no tardaremos mucho por que serán unas construcciones
sencillas, de solo tres pisos-
-¿Y quién hace el
proyecto?-
-Silvia y yo, naturalmente-
-Ya lo sabía, siempre
eligiendo el trabajo más pesado…-
-¿Sabes que sos mala?
Alguien me dijo que sos serpiente en el horóscopo chino y te cuento que se te está
notando la lengua bífida-
-Ja, ja, ja- Comencé
a reír sin parar.
-¿Qué te causó tanta
gracia?- Me preguntó
-Dos cosas, que sos la
única persona aparte de mis novias que se atreve a hacerme un chiste así, pero
al mismo tiempo pensé: a cuantas les gustaría que tuviera un lengua como la
serpiente-
-Conozco varias,
incluida yo-
-¿Eso es una
confesión?- Le pregunté.
-Vamos, como si no hubiéramos
tenido una sesión inolvidable hace tiempo-
Sorbió parte de su
café y tomó una medialuna.
-A propósito, veo
unos dibujos muy lindos en ese cuaderno-
-Si, es una costumbre
que tengo-
-¿Hacer bocetos en el
cuaderno?-
-No, hacer dibujitos lindos-
Rio con ganas y tras ponerse
seria dijo.
-Me falta comunicarte
algo más del nuevo proyecto-
-¿Necesitan
inversores? Conmigo no cuenten-
-No, Silvia y yo
queremos que trabajes con nosotras en el diseño-
-Están locas-
-Dale, solo tres o
cuatro horas diarias, si quieres vamos a tu casa. Y discúlpame, olvidé preguntarte
como estas de salud. Algo me comentó Marga-
-Bien por suerte,
nada que juntarme con un par de locas como ustedes pueda empeorar-
-¿Cuento con vos?-
-Si, dale-
-Yo sabía que te ibas
a prender-
-Decime, ¿tenías esto
pensado o se te ocurrió cuando me viste recién?-
-No, lo tenía pensado
hace varios días pero justo Marga me contó lo de la gripe y decidí esperar y vaya
que justo te encuentro de casualidad-
-Bien- Le dije estirando
mi mano y tomándola de ella -¿Socias?-
-Socias-
Esa noche se lo conté
a mis novias. Como son buenas chicas y a todas nos alegra que les vaya bien a
las demás estallaron de júbilo. Después del mate, cenamos un abundante raviolada
preparada por mí y tras la cena tuvimos sexo como hacía tres días que no lo
practicábamos.
Antes de dormirme y mientras
miraba el techo de la habitación pensé que sería bonito volver al pasado de los
tableros de dibujo, las lapiceras Rotring y las plantillas de dibujo.
DOS
Unos días después me
llamó Esther por que iba a ir con Silvia a ver el terreno y me invitaba a
acompañarlas. También se había anotado Marga y como estábamos cerca de la fábrica
de Keiko, la japonesita se acercó a husmear.
El terreno, absolutamente
llano, con una frondosa arboleda, a la altura de la parada 30, era básicamente un
rectángulo un tanto deformado, con el frente sobre la Rambla Lorenzo Battle
Pacheco, o sea La Brava.
Cuando llegué ya
estaban todas allí. Baje del auto y caminé hacia el cerco de madera que marcaba
el límite de la propiedad.
-¿Y bien?- Pregunté.
-Aquí está, ¿Qué
opinas?- Me preguntó Esther.
Mire alrededor. El
lugar era realmente hermoso. Los edificios vecinos estaban bastante alejados
como para molestar el acceso a la luz natural y la vista. Me acerqué a la
arboleda, no era tan densa como parecía desde más lejos. Y desde ese lugar volví
a mirar hacia el mar. Todas me estaban viendo a mí, las mire y me sonreí.
-¿Están esperando que
diga algo inteligente?- Pregunté.
-Quizá- Dijo Silvia.
-Bien, hay que sacar
los árboles, a lo sumo dejar los de atrás, la vista al mar es escasa desde la planta
baja, por lo tanto hay que hacer las cocheras a nivel y arrancar con los
departamentos desde el primer piso. Para que los balcones superiores no den sombra
sobre los inferiores es mejor construir en forma de terrazas, pero con techos
traslucidos que no dejen pasar la vista desde el piso superior al inferior, por
atrás, para que no queden esos pasillos oscuros de los edificios comunales de
Londres yo haría galerías totalmente vidriadas y anchas escaleras, y no más de tres
pisos. Ustedes sabrán cuantos departamentos quieren meter ahí, pero lo más
práctico seria que en lugar de hacer un frente recto sobre la avenida, el
edificio tenga la forma de un arco, no de futbol, aclaro, así se puede alargar
y meter más unidades y como la curva seria hacia el frente cada vecino no
tendría posibilidad de ver a los de sus laterales y lo demás, como ustedes
saben…mucho vidrio, grandes ventanales y color blanco…-
Todo esto lo dije
casi sin parar para respirar y mientras tanto había tomado un palito y hecho
unos diagramas en la tierra. Cuando me detuve, Pregunté .
-…Y ¿Qué opinan?-
Silvia y Esther me
miraban asombradas. Detrás de ella Marga hacia esfuerzos por no reírse y Keiko
se había alejado del grupo creo que con la misma intención.
La primera que
reaccionó fue Silvia, la tomó del brazo a Esther y dijo.
-Vos la trajiste-
-Vos estuviste de
acuerdo- Respondió la rubia.
Marga se tomó del
brazo de ambas y riendo manifestó
-Bueno niñas, ahora a
dibujar-
Silvia me agarró de la
mano-
-Vos no te escapas-
Dijo.
-Encantada, pero ¿No
se les olvida algo?-
-¿Qué?- preguntaron
las tres.
-No apuntaron nada de
lo que dije-
Esther con esa
sonrisa pícara que hace cada tanto regresó dos pasos y le sacó una foto a los
dibujos que yo había hecho en la tierra.
-Listo, ya está-
Keiko que no podía
terminar de reír, dijo como pudo.
-Me voy a trabajar.
Ale, nos vemos para el mate-
-Listo- Respondí.
Marga y yo subimos a
nuestros respectivos autos, Esther y Silvia a aquella camioneta que habíamos
visto usar a Jacobo y en pocos minutos estábamos estacionando frente al
edificio donde todas tienen sus oficinas.
Subimos, Marga fue a
su oficina, Esther, Silvia y yo ordenamos café a la recepcionista y nos sentamos
alrededor de una enorme mesa de trabajo. En ese momento pasó Jacobo a saludar
pero no podía quedarse.
-Bien, aquí estamos…-
Dijo Esther.
Antes que me dijeran
nada tomé una hoja grande de papel e hice un bosquejo del terreno, luego
dispuse el edificio como lo tenía pensado y para hacerlo más claro les hice un
corte del edificio. En todo ese procesos ni abrí la boca. Silvia y Esther
tampoco.
Cuando terminé les
mostré el dibujo y dije.
-Esta es la idea, la
cantidad de unidades la ponen ustedes. Lo definen y nos reunimos nuevamente
para ir viendo unidad por unidad. ¿Ustedes tienen pensado instalarse qui?-
-Si, tomaremos dos
unidades y la convertiremos en una- Respondió Esther
-Y…seré curiosa. ¿Por
qué no se hacen una casa individual?-
-Mucho trabajo de mantenimiento.
Si no conozco mal la historia ustedes pasaron de viviendas unifamiliares al
edificio que tienen-
-Cierto, buen punto.
Bien, vean si este delirio funciona, sobre todo con el tema de las
orientaciones y las salidas y puestas del sol y etc., etc. Pero no lo tomen
como única idea, fue solo un estado de éxtasis religiosos lo que me asaltó allá
afuera…-
Las miré, me
observaban en silencio.
-Che, ¿No se enojaron
conmigo?-
-¿Enojarnos? ¡Sos una
genia!-
-Bien, era hora que lo
reconocieran, estaban muy calladas. Ahora las dejo, tengo que hacer mate para
otras dos diosas-
Las tomé a ambas de
las cinturas y las atraje hacia mí.
-Creo que vamos a
hacer un buen equipo…pero solo por esta vez, no me agarran para otro trabajo-
-De acuerdo- Dijo
Esther.
Nos besamos en los
labios y las dejé en la oficina. Bajé un piso a saludar a Marga y la encontré
sola en su despacho.
-Reina, me voy a casa
a prepararles el mate-
Marga se levantó de
su sillón y rodeado el escritorio se acercó a mí y tomándome de la cintura me
plantó un hermoso besos en los labios.
-Me hiciste reír con
ganas allá en el terreno-
-Te juro que no tuve ninguna
intención de hacer la superior ni nada parecido, me embalé sin darme cuenta-
-Eso está claro. Lo sé
por qué sos así para todo…-
Luego de darme otro
beso, volvió a su trabajo.
-…termino esto y voy
a casa-
-Te amo Marga-Dije.
-Yo también, reina-
Respondió
-Y hay que decírselo
a Keiko también- Agregué
TRES
Tarde
de viernes. Estaba en el estudio de Esther y Silvia discutiendo algunos
detalles del proyecto. Afinando el lápiz, como se dice, ahora que básicamente habían
estado de acuerdo en mi primer propuesta que según Esther también le encantó a
su padre, estábamos abocadas a determinar cómo sería cada unidad por dentro.
Estaba
en ello cuando me sonó el Whats App. Tomé el celular y leí.
“¿Puedo
llamarte? Soy Gaby”
No
lo podía creer, tenía que ser la Gaby, la única y autentica Gaby que conozco y
amo. ¡la Gaby Sabatini!
“¡Si!
“Contesté de inmediato.
Pasaron
apenas dos minutos cuando me sonó el móvil. Atendí. Silvia y Esther se quedaron
mirándome, no por que estuvieran molestas sino por curiosidad femenina.
-¡Hola
reina!- Exclamé al atender.
-Hola.
Te estoy llamando por que habíamos quedado encontrarnos alguna vez. Supe que habías
regresado de tu gira triunfal por Japón y como yo estoy en Punta del Este
quería preguntarte, si no es molestia, si puedo pasar por tú casa mañana. Hoy
tengo un evento sobre mi perfume en el Conrad pero mañana estoy dispuesta a
descansar todo el día-
-Sabes
que siempre serás bien recibida en casa. Yo te invité. ¿Recordas? Decime a qué
hora quieres venir, y te voy a preparar un séquito de admiradoras-
-Ja,
ja, Supongo que tus novias a quienes no conozco personalmente. Me encantará
conocerlas-
-Si,
y aquí también tengo otras dos que seguramente te aman- Dije mirando a las arquitectas
y apuntándolas con el dedo mientras ellas me observaban extrañadas.
-Ok,
estoy allí a las quince-
-Dale,
te puedo pasar a buscar-
-No,
no te preocupes, tengo un auto disponible que pagó la agencia publicitaria.
Decime la dirección-
-Ok,
es sobre La Mansa, avenida Claudio Williman y Cruz del Sur, a la altura de la
Parada 27-
-Genial,
ahí nos vemos-
-¿Te
va picada abundante con un buen vino?-
-¡Placer
de dioses!-
-Listo,
¡nos vemos!-
Y
cortamos.
-¿Se
puede saber a quién amamos y a quien vamos a ver mañana?- Preguntó Silvia.
Tomé
mi cartera en silencio, terminé mi taza de café y después de tenerlas en vilo
unos segundos dije como lo más natural del mundo.
-A la
Gaby Sabatini-
No
puedo describir los gritos y saltos de alegría que pegaron las dos mujeres.
Creo que por que a esa hora la mayoría de las oficinas estaban vacías no hubo
quien viniera a protestar.
-Mañana
a las quince horas, ya lo saben-
Me
abrazaron, me besaron, me manosearon y siguieron saltando de alegría. Parecían
dos adolescentes.
-Listo
me voy a casa a hacer mate. Ya saben…-
Bajé
un piso para ver si estaba Marga y la encontré alistándose para salir.
-¿Andas
con tu auto?-
-Si-
-Bueno,
me voy con el mío. Te espero en casa…-
Y
cuando ella estaba cerrando la oficina la tomé de la cintura y la besé en el
cuello.
-Mañana,
quince horas. Viene la Gaby de visita-
Se
dio vuelta.
-¿En
serio?-
-Así
es. Todavía le tengo que avisar a Keiko. Tus socias ya lo saben-
-¿Ellas
eran las que gritaban?-
-Si-
Y nos reímos.
A
Keiko le mandé un mensaje, antes de arrancar el auto, que contestó de inmediato.
También estaba exultante. Pocos minutos después estábamos cómodas de ropa, en
casa, tomando mate y haciendo planes para el día siguiente. Teníamos suficiente
vino en las cavas de las tres, la picada la encargamos para el día siguiente.
Solo faltaba ordenar un poco la casa para lo que se ofreció la señora Azumi porque,
no le era fácil ocultarlo, tenía ganas, aunque fuera de solo saludar, a nuestra
ídola.
Esa
mañana mis novias estaban alteradas. Querían estar bonitas y elegantes. Aunque luego
decidieron usar equipos de jogging cómodos y zapatillas. Yo ya tenía decidido
ese tipo de ropa y no les dije nada. Cuando me vieron con el conjunto de
pantalón y buzo con capucha color rosa se dieron cuenta que lo mejor era vestir
más informal.
Cuando
llegó el delivery con toda la enorme picada dado que yo ya estaba vestida comencé
a distribuirla con la ayuda de la señora Azumi en un par de mesas del comedor
de Marga. También saqué copas y dejé las botellas de vino sobre la isla. Luego
acomodé tazas de café con sus respectivas tazas y cucharas. En resumen, que
para el mediodía ya tenía todo preparado.
Silvia
y Esther aparecieron a las dos de las tarde de tan impacientes que estaban. Salió
Marga a abrirles la puerta y cuando llegaron al living del tercer piso nos
confundimos en abrazos y besos bastante más audaces que los de costumbre.
En
un momento me llevé a Marga aparte y le dije.
-¿Es
idea mía o todas nos estamos volviendo un poco más atrevidas con las
arquitectas y a su vez ellas con nosotras?-
-Creo
que ambas cosas. ¿Te jode?-
Y justo
cuando se sentía que un auto se detenía en la puerta del edificio, a las quince
en punto, miré a Marga y le repliqué.
-No
me jode. Pero estaría bueno que clarificáramos un poco la relación. Hasta estoy
pensando en algo más-
-¿Como
qué?-
-Como
naturalizar las relaciones entre todas, sin menoscabar los afectos. Que si hay
actitudes audaces contenidas que nadie se reprima…bueno lo veremos-
Y la
conversación quedó ahí pues bajé raudamente a la planta baja a recibir a la
Gaby.
CUATRO
Abrí
la puerta y apareció ante mí la más hermosa morocha de todo el universo. Yo
estaba emocionada.
-Hola,
pasá- La tomé de la mano. nos dimos un beso en la mejilla y la guié hasta el
ascensor.
-Hola-
Dijo ella con su voz tan característica.
Luego,
una vez en el ascensor me preguntó.
-¿Ustedes
viven en el último piso?-
-No,
cada una tiene el suyo, el edificio es de todas. Vivimos juntas pero con la intimidad
de un espacio propio-
-Es
una idea genial-
Llegadas
al tercer piso se abrió la puerta del ascensor y allí estaban todas en el
porche de Marga, impacientes por ver a nuestra visitante.
Les
fui presentando a mis novias y amigas y quedó maravillada. Las saludó muy
cordialmente y el detalle inesperado fue que nos regaló un frasco de perfume de
su marca a cada una. Todas estaban como niño con juguete nuevo.
Antes
de sentarnos la llevé a recorrer la casa y le presenté a la señora Azumi que estaba
en la cocina de Marga. Le dije que también la admiraba. Gaby se excusó que no
había traído otro frasco de perfume pero le tomó los datos del domicilio y le
prometió que al otro día le enviaría uno a su casa sin falta. La señora Azumi le
agradeció enormemente. Dijo que se quedaría a ayudar pero le insistí en que se
considerara otra invitada más y finalmente aceptó.
Gaby
seguía maravillada por las distribuciones de nuestros pisos y concluyó diciendo.
-Esto
es como vivir en el palacio de Versalles-
Nos
acomodamos en el comedor de Marga y comenzamos la picada con un excelente vino.
La conversación de hizo interesante y amena. Mis novias y mis amigas estaban
todo el tiempo embobadas y mientras las observaba me preguntaba si yo me vería
igual.
-Leí
por ahí que suelen jugar futbol los domingos, además de haber visto sus videos
virales en You Tube, lástima que me tengo que ir muy temprano pero me hubiera
gustado verlas-
-No
jugamos todos los domingos. En realidad la reunión es un asado con los padres
de Keiko y todos sus empleados y a veces despuntamos el vicio pero cuando
quieras nos avisas y, quien te dice, nos jugamos un partidito- Le contesté.
-Encantada-
Fue
una tarde maravillosa. Gaby nos contó acerca de las actividades que está realizando
tanto en lo deportivo como en lo empresarial. De su vida en Zúrich y de su
relación con Lujan Grisolia, de su pasión por el ciclismo de montaña y sus
presentaciones en partidos de tenis.
Le
confesamos que la admiramos por su estado atlético y su belleza. Ella es muy
modesta y muy segura de sí misma. Y para nada arrogante.
En
medio de la charla nos sacamos toda clase de fotos. Desde selfis hasta grupales
con el disparador automático. La llevamos a ver la terraza y se mostró nuevamente
maravillada de la vista que tenemos.
-Chicas,
aquí tienen un paraíso-Dijo varias veces.
En
otro momento se mostró interesada en la conformación del grupo. Estaba consciente
de mi relación con mis novias lo que, como a muchos, le causaba sorpresa pero
quiso saber que unía a Esther y Silvia, las que, por supuesto le contaron de su
amor incondicional.
-¿Pero
son como una especie de comunidad?- Preguntó.
Nos
miramos. Yo, rápida de reflejos dije
-En
principio Marga. Keiko y yo llamamos “comunidad” a nuestro trio, luego, hace
poco llegaron ellas y conformamos lo que llamamos una “comunidad ampliada”.
Creo que eso es lo que somos. Un grupo solidario-
-Me
parece genial. En este mundo Hay que apoyarse unas a otras, sin caer en un
gueto-
-Exacto-
Dije viendo que la conversación ese estaba poniendo interesante y agregué- A
propósito de eso me gustaría proponerte, Gaby, que seas la madrina de nuestra
“Comunidad lésbica ampliada”.
Todas
me observaron cómo su hubiera dicho un soberano disparate. Las miré una a una.
-¿Acaso
no es eso lo que les gustaría?-
-Si,
pero fue sorpresivo- Manifestó Esther.
-Yo
estoy de acuerdo- Dijo Keiko
-Yo
también- Dijo Silvia
-Yo
también- agregó Marga
-Sorpresivo
pero genial, como todo lo que se te ocurre- Manifestó Esther.
-Para
mí es un enorme placer ser su madrina- Agregó Gaby
-Así
vas a tener una buena excusa para venir a visitarnos- Opinó Keiko.
-O para
invitarlas a mi casa en Suiza-
-Eso,
estaría bueno- Dije sonriendo
Y así
la comunidad tuvo su madrina de lujo.
Ya
había caído el sol cuando Gaby debió retirarse pues tenía otra reunión. Llamó
al auto y en pocos minutos la pasaron a buscar. En la puerta se despidió de
todas.
-Me
han hecho pasar una hermosa tarde. Buscaremos que se repita-
Y
nos quedamos en la entrada hasta que el auto desapareció por la Avenida.
Aunque
quería quedarse a ayudar a ordenar le dije a Azumi que se fuera a su casa a
descansar y minutos después la pasó buscar un remise.
Una
vez que quedamos solas, serví café y nos acomodamos en el living. Todavía
estábamos influenciadas por la presencia de nuestra idola y nadie hablaba hasta
que Esther dijo de pronto.
-Me
parece genial darle una forma “oficial” a nuestra comunidad. ¿Qué te movió a
hacerlo?-
-El
notar que si bien hay afectos importantes, tal como lo conversamos en su momento
después de aquella orgia que vivimos, subyacen, como si estuvieran siendo
reprimidos, gestos físicos entre todas nosotras y creo que debemos naturalizar
eso. Como dije aquella vez el amor existe pero lo que debemos hacer es no
reprimir las emociones sensuales, fluyamos, demostrémonos afecto sin temor. Al
fin y al cabo somos todas tripulantes de esta nave y si no somos sinceras entre
nosotras ¿Qué nos queda?-
Un
beso mutuo entre todas selló el nuevo pacto. Y no significó que fuéramos
corriendo a la cama. Teníamos una nueva comunidad. Lo festejamos tomando más
vino y terminando la picada. Esther y Silvia se quedaron a dormir en mi
dormitorio.
CINCO
A la
mañana siguiente me levanté antes que todas. Bajé a mi piso y me puse a
preparar el desayuno. Una vez que acomodé platos, tazas y bocadillos en la mesa
del comedor, me dirigí a mi dormitorio donde Esther y Silvia dormían abrazadas.
Sin decir nada les arrojé un par de almohadones que intentaron devolverme pero
yo ya me había protegido detrás de la puerta.
-¡Levántense
haraganas!- Les dije desde mi refugio y luego me dirigí al piso superior de
Marga a hacer lo mismo con mis novias que, igualmente me arrojaron almohadones
sin alcanzarme.
En
pocos minutos estaban en mi comedor, vestidas con la ropa que me había regalado
mi abuelita. El café las despertó y comenzamos a charlar acerca de la hermosa
jornada del día anterior.
En
un momento, Silvia, poniéndome un pedazo de galletita con manteca en la boca me
dijo.
-Debo
suponer que anoche, cuando mencionaste lo de la Comunidad te estabas refiriendo
a algo más que ser “amigas con derecho a roce”-
-Exacto,
se ve que no estabas tan borracha y me entendiste- Le contesté.
-¿Sabes
un cosa? De eso estuvimos hablando hace unos días con Esty (Esther) y decíamos
que lindo seria conformar un grupo unido y solidario, más allá del sexo-
-Así
es, esa era la idea. Ser un grupo solidario que haga que nos ayudemos
mutuamente ante cualquier problema- Confirmé.
Nos quedamos
un rato en silencio. Creo que cada una mascullaba para si lo que habíamos decidido.
Keiko rompió el silencio
-Estoy
muy feliz-
Y
las demás lo fueron repitiendo como un mantra. Volvimos a besarnos entre todas.
-Bueno,
si las piernas les dan para algo más que caminar hasta la parrilla a buscar un
chorizo, ¿Qué les parece si vamos al asado y nos llevamos los bolsos con la
ropa para jugar futbol?- Pregunté.
-¡Dale!
Pasamos por nuestro departamento a buscarlos y nos vemos allá- Manifestó
Esther.
Nuestras
“amigas con derecho a roce” partieron a su casa, mis novias y yo nos quedamos
terminando de comer las facturas que habían sobrevivido al desayuno.
-Creo
que hemos hecho algo más transcendente de lo que parece- Dijo Marga
-Seguro-
Afirmó Keiko.
La primera
persona que encontramos cuando llegamos al estacionamiento del edificio donde
vive el matrimonio Yamura y todos sus empleados, fue la señora Azumi que se
acercó a nosotras y nos contó lo feliz que estaba por que unos minutos antes un
delivery le había llevado el perfume que le prometiera la Gaby.
-Todavía
queda gente de palabra- Dijo Keiko.
-Si,
pero poca- Manifesté.
Entrando
al edificio encontramos al señor Yamura trabajando en sus bonsái que suele
dejar en el hall del edificio para deleite de todos sus habitantes. A pesar de
haber hablado con teléfono con el padre de Keiko en cuanto llegamos de Japón y Turquía,
recién lo veía personalmente. Se acercó a nosotras. A Marga y a mi nos dio un
fuerte abrazo. A su hija la había estado viendo en la semana.
“Este
ya se está desquiciando” Pensé graciosamente. “Antes eran solo reverencias
formales ahora ya nos abraza como cualquier latinoamericano”.
-Que
alegría volver a verlas. Se que ha tenido exitosas presentaciones de su libro,
pero además las redes están viralizadas con sus imágenes jugando al futbol.
Ustedes son una caja de sorpresas en cada viaje- Nos dijo.
-No podemos
con el genio- Solo se me ocurrió decir
-A
propósito, veo que andan con los bolsos deportivos, ¿Sus otras dos amigas van a
venir también? Porque ahí andaban un grupo de hijas y hermanas de algunos
empleados que tenían ganas de un partido contra quien quiera-
-Excelente,
esa era nuestra idea, correr un poco así nos da más hambre a la hora del asado-
Contesté.
-Las
vi hace un rato. Están allá en el Salón del último piso-
Y allí
fuimos. En ese preciso momento llegaron también Esther y Silvia, de manera que subimos
las cinco. En una esquina del salón estaban reunidas las chicas. Me acerqué y
dije.
-Tengo
entendido que por aquí hay un grupo de niñas que quieren perder un partido-
Se dieron
vuelta instantáneamente y dieron un grito de júbilo.
-¡Si,
Soñábamos jugar contra ustedes!-
En
pocos minutos estábamos en la cancha de futsal del club vecino. Fue un partido
intenso, de media hora, nada más, pero terminó de satisfactoria manera para todas
en un empate de 2 a 2. El señor Yamura y su esposa estuvieron presentes y
también gran parte del personal y sus parientes. Realmente lo disfruté
muchísimo y las chicas rivales jugaban bastante bien.
Tras
la ducha fuimos al edifico por que el olor a asado ya nos estaba llamando. Yo
me quede atrás charlando con una de las hijas de un empleado que me preguntó
cosas sobre Japón y cuando subí al salón del último piso donde se realizaba la reunión,
porque ya se están sintiendo los primeros frescos del invierno, no vi a mis novias
ni a mis amigas. Se me ocurrió llegarme hasta la terraza y allí las encontré.
-Estamos
contemplando la rompiente sobre la zona del Faro de San Ignacio- Dijo Marga
cuando me vio.
Me acerqué
al grupo y me apoyé en la baranda mirando hacia el mar. De pronto sentí un
brazo rodeando mi cintura, era Silvia. Miré al costado y pude ver que al lado
de Silvia estaba Marga, y después Esther y al final Keiko, todas tomando de la cintura
a la inmediata anterior. Cuando se dieron cuenta que las estaba observando dijeron
casi al unísono.
-¿Qué?-
-Ni
que se hubieran puesto de acuerdo, parecen un coro de angelitas- Dije riéndome.
Ellas
también rieron al unísono. Sin soltarnos de las cinturas formamos una rueda, así
fue que pude tomarla de la cintura a Keiko. Nos mirábamos y no podíamos para de
reír.
-Somos
cinco pendejas inmaduras- Dije.
Y
seguimos riendo.
De
pronto un pensamiento, como un rayo, pasó por mi mente. Esa manera estúpida de comportarnos
es la clásica cuando una está perdidamente enamorada. Si, claro, yo amo a Marga
y a Keiko. Silvia y Esther están enamoradas. ¿Pero y si, de golpe, todas
estamos enamoradas de todas? Pensé. Y me alarmé. ¿No habíamos llevado nuestra amistad
demasiado lejos?
SEIS
Estar
en medio de estas cavilaciones me hizo quedar en silencio. Las demás bromeaban
y reían.
-¡Vamos
por el asado!- Gritó Esther y comenzamos a bajar.
A Keiko
no le pasó desapercibido mi silencio y me preguntó.
-¿Algo
te preocupa?-
-No sé
si llamarlo preocupación pero es algo que me da vueltas por la cabeza-
Las chicas
llegaron al piso del Salón. Keiko y yo nos quedamos en el descanso de la
escalera.
-¿Es
algo grave?- Insistió mi japonesita.
-No,
pero es bueno que lo converse con vos-
-¿Por
qué conmigo?-
-¿Te
acordás cuando solo éramos nosotras dos solas, allá lejos y hace tiempo?-
-Si,
¿Por?-
-La
pasábamos genial. Éramos una para la otra todo el tiempo-
-Si,
bueno, hubo un momento en que yo me obnubilé con el trabajo y anduvimos
distanciadas-
-Claro,
y como resultado de eso apareció Marga y yo tuve esta loca idea de formar un trio.
¿Nunca te molestó?-
-¡No!
¡Por Dios!- Yo te amo y por eso acepté tu idea e inmediatamente Marga me
conquistó y me parece lo más normal del mundo-
-Bien.
Y así estábamos las tres hasta que aparecieron Silvia y Esther y las
incorporamos, creo yo, con toda naturalidad. Al principio pareció que solo iba
a ser una amistad pero con el tiempo se fue complicando…-
-¿Complicando?-
-Si,
y por culpa mía y mis ideas locas-
-No
se fue complicando, se fue acomodando y vos tuviste la valentía de dejarlo en
claro. Yo te amo, amo a Marga. No es amor lo que me une a Silvia y Esther pero
son dos minas transparentes, son como nosotras. Al fin fue como sumar más de lo
mismo-
-Ja,
más de lo mismo…excelente definición-
Keiko
me tomó del brazo y me dio un beso en la mejilla.
-Dale,
lo que hicimos suma. Esto va a ser para bien y si te parecía que la necesidad
de conversar esto conmigo es porque creías que la aparición de otras chicas iba
a hacerme sentir desplazada te puedo asegurar que no es así. Me siento
integrada en un grupo maravilloso. Querida por todas, amada por Marga y por vos
pero querida por las demás-
-Creo
que a veces no controlo mis ideas- Dije pasando mi brazo por sobre el hombro de
Keiko.
-Mejor,
tus ideas son geniales. No trates de controlarlas-
Terminamos
de bajar al salón. Marga, Silvia y Esther ya le estaban dando una buenas
mordidas a trozos de asado. Cuando llegamos a su lado nos hicieron lugar en el
largo banco de madera. Nos sirvieron dos copas con cerveza y nos alcanzaron
asado para las dos.
-¿Ves?
Somos una verdadera comunidad. Esto no pasa sin tu idea- me dijo Keiko al oído.
En
la mañana siguiente, aun medio dormida me di cuenta que el sol ya se estaba
colando por entre las cortinas. Me di vuelta en la cama y Keiko, que estaba a mi
lado me pasó los brazos por la cintura y me abrazó muy fuerte. Apoyó su
cabecita en mi pecho y se quedó así, quieta. Me daba lástima despertarla y al
mismo tiempo tanteé atrás de mi para ver donde estaba Marga, pero no la encontré.
Resultó
que Keiko no estaba dormida y me preguntó con su voz tan dulce.
-¿Qué
pasa?-
-Estaba
tratando de encontrar a Marga pero parece que se levantó-
Estaba
finalizando la frase cuando la cara de Marga se asomó por la puerta y gritó.
-¡Vamos
que el desayuno está listo!-
Me sorprendió
pues siempre soy yo la que se levanta a prepararlo.
Nos
levantamos con Keiko. Ambas nos pusimos sendos camisones de seda que compramos
en algún viaje a Japón y fuimos a la cocina.
-¿Qué
paso que te levantaste con ganas de trabajar?- Le pregunté a Marga.
-Es
hora de que cambiemos las reglas. No puede ser que siempre seas vos la que se
levanta más temprano para preparar el desayuno. De ahora en más una semana cada
una-
-Estoy
de acuerdo-Manifestó Keiko.
-Mas
te vale, chiquita- Dijo Marga haciendo que la amenazaba con una cuchara.
Estábamos
por comenzar el desayuno cuando sonó mi celular. Era Yuzu.
-¡Epa!
¿Qué estará pasando por Japón que me llama Yuzuchi?-
Mis
novias se quedaron expectantes oyendo.
-¡Hola
solcito! ¿Qué anda sucediendo?-
-Le
tengo una sorpresa Alexia-san-
-¿Buena
o mala?-
-¡Buenísima!-
-Contame-
-¿Recuerda
que el gobierno de Uruguay le había prometido a Shou que crearían seis
escuelas?-
-A
decir verdad ya lo había olvidado-
-Bien.
En pocos días van a inaugurar las tres que faltan y nos han invitado. Así que
debemos ir por allí-
-¿Los
cuatro?-
-¡Si!
Serán pocos días pues todos tenemos bastante trabajo por acá pero el gobierno nos
invitó a todos. Quedaron muy asombrados con los cambios que propusimos con Mei
en la Academia y quieren saber cómo implementarlos-
-¡Wow!
¡Felicitaciones! Por supuesto que no necesito decirles que tienen el alojamiento
reservado-
-¡Gracias!
Porque además, uno de los pueblos en donde se hará una inauguración es cerca de
su casa, en Maldo…maldo... no recuerdo muy buen-
-Maldonado,
creo que un día los llevé a pasear por ahí-
-¡Exacto!
En cuanto tenga el día justo les aviso cuando llegamos-
-No
te preocupes avísame con tiempo así organizo el vuelo del Taxi Aéreo de
Montevideo a Punta del Este-
Y
cortamos. De más está decir que cuando se los conté a mis novias saltaron de alegría.
Tendríamos por unos pocos días al solcito y su familia en casa nuevamente.
SIETE
Pocas
horas después pasé por el estudio de Esther y Silvia. Ya que todo el tiempo que
normalmente me dedico a escribir lo estoy ocupando con mi actividad pictórica
estaba llevando algunos cuadros míos a mi marchand favorita, la hermosa
Adriana, pero me detuve, pues pasaba cerca del lugar de trabajo de mis amigas arquitectas,
para ver un tema que había quedado pendiente. La distribución del departamento
que habían reservado para ellas.
Primero
pasé por la oficina de Marga para saludar y la encontré ocupada trabajando con
Jacobo. Este chico cada vez se veía más aplomado y seguro de sí mismo.
Conversamos cinco minutos y luego subí al piso de las oficinas de las
arquitectas.
-Hola
reinas- Saludé.
-Hola,
llegaste justo. Tenemos la distribución de todos los departamentos pero
queríamos empezar a resolver el nuestro- Me respondió Silvia que por supuesto
no se privó de darme un beso en la boca.
Dejé
mi cartera sobre una silla y me acerqué a la gran mesa de trabajo. Allí me paré
al lado de Esther a quien le di un beso también.
-Bien,
¿Qué esperan de mí?-
-Es así,
lo que decidimos es que nos vamos a quedar con los dos últimos departamentos
del extremo norte, del tercer piso y queremos estudiarle una distribución original,
para eso vamos a jugar a que vos sos la arquitecta y nosotras tus clientas que no
sabemos nada de arquitectura-
-Eso
me lo suponía- Dije
-¿Qué
cosa?-
-Que
no saben nada de arquitectura-
-Ja,
ja muy graciosa- Exclamaron a dúo.
-Bien
comencemos, eso sí, tráiganme un buen café-
Silvia
fue a buscar el café mientras yo tomaba un lápiz y una hoja de papel de calcar,
la puse sobre el sector que me indicaron y comencé a tirar algunas líneas.
-Primero,
antes que nada, creo que ustedes, aprovechando que estarían en el extremo del
edificio y eso no molestaría al resto, deberían hacerse una escalera desde un cochera
individual, directa al departamento, sin pasar por el corredor trasero común al
resto-
-Genial-
Dijo Esther.
Luego
les hice varios bocetos teniendo en cuenta lo que me pedían. A cada idea mía se
quedaban asombradas y aprobaban.
-Nena,
¿Por qué no te dedicas a la arquitectura, te lo digo en serio- Dijo Silvia.
-Gracias,
déjeme así, ayudarlas a ustedes es un placer pero justamente porque lo hago desinteresadamente
y sin más compromiso que nuestra amistad. De todas maneras pueden tomar mis
ideas o no. Simplemente es como pensar en voz alta. Y ahora voy a seguir viaje,
tengo que llevar unos cuadros a mi marchand-
Antes
de partir terminé el café. Esther, me miraba y de pronto comenzó a sonreír.
-¿Qué
pasa?-Le pregunté.
-Nada,
nada. Es que de golpe me vino una imagen a la cabeza. Las veía a ustedes dos,
de dieciocho años en la Facultad. Vos tratando de levantarte a esta yegua y
ella haciéndose la heterosexual- Dijo señalándonos a Silvia y a mí.
Me reí
yo también y Silvia me pasó el brazo por sobre el hombro.
-Y
mira donde vinimos a parar- Manifestó tratando de contener la risa ella
también.
Las
dejé pensando en mis ideas, después de todo iba a ser su casa. Y partí a lo de
Adriana a llevar mis obras de arte.
Estaba
en la calle cuando me sonó el celular. Era el solcito de Japón. Llamó para confirmarme
cuando venían y me pasó las lista de lugares donde se harían las
inauguraciones. El primer lugar era Colonia del Sacramento, el segundo La
Paloma y, para finalizar, en Maldonado. Cada ceremonia se haría con un día de
descanso en el medio. Pero como ellos venían con poco tiempo estarían sólo
siete días.
Combiné
horarios con Yuzu y le dije que las estaría esperando en Montevideo con un taxi
aéreo para llevarlas a casa. Los y las Ahiara llegarían a casa en cuatro días y
tenía que ocuparme de que estuvieran cómodos y felices. Lo primero que hice fue
avisarle a Keiko para que invite a sus padres a una reunión el mismo día de
llegada de los viajeros, con el fin de no perder tiempo. Después llamé a Esther
para invitarlas a la misma reunión, así se conocían con la familia japonesa.
Todo el mundo estuvo feliz con la noticia.
Seguí
trabajando, de regreso a casa, con la señora Azumi para dejar todo el edificio impecable
y dispuesto para los huéspedes. Nuestra ama de llaves también estaba contenta
de poder ver nuevamente a los Aihara.
Esos
días estuve más ocupada que cuando escribo. ¡Y pensar que me iba a tomar un
tiempo sabático! De todas maneras me encanta todo esto de organizar la casa y
las reuniones.
El día
de la llegada de los viajeros era laborable por lo que era la única que podía
ir a recibirlos. Me tomé el taxi aéreo hasta Montevideo. Una vez que llegamos,
esperamos, junto con mi piloto, al costado de la pista. No pasó mucho tiempo
hasta que llego el avión de Qantas y minutos después vimos a todos bajar por la
escalerilla. De inmediato le entregaron las valijas y yo me acerqué a saludar y
para que nos vieran, lo que por supuesto generó toda una sucesión de abrazos
interminables.
Cargamos
el equipaje en el pequeño avión y minutos después estábamos en el aire rumbo a
Punta. El trayecto es tan corto que casi ni se puede entablar un dialogo. Finalmente
aterrizamos, bajamos el equipaje, lo cargamos en la camioneta que había llevado
yo y nos dirigimos a casa. Ume, Shou y las chicas no dejaban de asombrase. Ante
sus exclamaciones dije
-Ustedes
ya han visto esto. No crean que cambió mucho. Además en Japón hay paisajes muy
bonitos también-
Detuve
la camioneta frente al portón de las cocheras, lo abrí con el control remoto y
entramos. Volvieron a bajar las valijas y nos dirigimos al ascensor.
-Ustedes
ya saben cómo es esto. Marga, Keiko y yo nos quedamos en el tercer piso, el de
Marga, y quedan libres el primero y el segundo. A pesar de que tenemos habitaciones
de huéspedes queremos que estén realmente cómodas y por eso podrán utilizar los
dormitorios principales, el mío y el de Keiko. Solo les resta elegir el piso en
que quieren estar-
Ume
y Shou eligieron el primero, Yuzu y Mei, sin poder optar, igualmente se
manifestaron contentas con utilizar el segundo, el mío.
Luego
les planteé el programa de actividades.
-Ustedes
eligen, comer o no comer ahora. Para eso tengo una picada preparada, luego no
les vendría mal un buen descanso porque esta noche tenemos visitas y fiesta de
recepción. Estarán mis novias, por supuesto, el matrimonio Yamura y nuestras
nuevas amigas que ya han conocido por Zoom, Esther y Silvia-
-Usted
manda- Dijo Yuzu haciendo muy graciosamente la venia.
OCHO
Después
de haber comido algo de la suculenta picada que había preparado, todos los
Aihara se fueron a dormir una siesta. Yo me quedé ordenando con Azumi que
estaba contenta de volver a ver a nuestras amigas de Japón, y cuando ya estaba
bajando el sol apareció Marga, detrás de ella Esther y Silvia y por ultimo
llegó Keiko trayendo a sus padres.
Todos
se reunieron en el piso de Marga que, al parecer, se está convirtiendo en el
sitio favorito de los encuentros, tal vez por ser el más alto y de donde hay
mejores vistas.
Bajé
a avisar nuestros huéspedes que ya estaban todos los invitados, pero no necesité
apurarlos porque ya estaban preparándose para subir. Regresé con ellos al
tercer piso y se produjo el encuentro. El señor y la señora Yamura saludaron efusivamente
a Shou y a Ume, pues, como es sabido ya se conocían. Debí presentarles al matrimonio
Ahiara, el mayor, a Esther y Silvia. En cambio el otro matrimonio Ahiara, las
jóvenes, habían visto a nuestras nuevas amigas por Zoom.
En
el momento en que quedaron frente a frente, Yuzu y Mei de un lado y Esther y
Silvia, por el otro, un pensamiento cruzó por mi cabeza. Pensamiento que
pareció adivinar Keiko cuando se paró a mi lado y dijo.
-Es
casi como un espejo-
Y así
parecía. Una rubia y una morocha, frente a frente, todas bellísimas.
De
todas maneras la impresión que había causado Silvia a nuestras amigas del
Lejano Oriente se repitió cuando Ume la vio y acercándose a mí, dijo.
-No
puede ser más hermosa-
-Así
es- Respondí.
La
reunión fue de lo más agradable. entre otros temas el señor Yamura felicitó a
Shou por su enorme labor en favor de la educación y la cultura.
Y la
señora Yamura tomando de las manos a Ume que estaba sentada a su lado no paraba
de felicitarla por la manera en que había educado a Yuzu a pesar de haber
quedado viuda, de cómo había trabajado para que el solcito tuviera educación
apropiada y de cómo se había hecho cargo de su hijastra Mei y finalmente como
comprendió el amor que se tenían las jóvenes.
Ume estaba
emocionada por esas palabras y solo atinó a decir.
-Es lo
que debe hacer una madre-
-Si,
pero no todas lo hacen, créame- Respondió la señora Yamura.
El
señor Yamura se mostró interesado en el nuevo emprendimiento del señor Nogueira
y por ello hizo varias preguntas a su hija Esther.
-Me
han dicho que será un hermoso edificio. Dará nuevo valor a la zona. Yo tengo mi
edificio y la fábrica cerca- Comentó.
-Vamos
a ser vecinos pues nosotras nos vamos a instalar en un departamento allí- Dijo
Silvia.
-Que
bien. ¿Eso quiere decir que se van a quedar a vivir en Punta del Este?-
-Así
es. Mi padre me ha puesto a cargo de todos sus emprendimientos desde Piriápolis
hasta La Paloma- Respondió Esther.
-¿Entonces
no las perderemos como invitadas a los asados domingueros?- preguntó la señora
Yamura
-Allí
nos tendrá, firmes- Contestó Silvia y todos reímos.
Después
de la cena tomamos postre helado y luego mientras todos se acomodaban en los
sillones me dispuse a preparar café y una copita de coñac.
La
señora Azumi también se había quedado a la cena porque yo la invité como una
amiga más. Todos los Ahiara estuvieron felices de volver a verla e incluso
intercambiaron algunas palabras en su idioma. Azumi me ayudó a organizar la
sobremesa. Silvia y Esther también colaboraron.
Una
vez acabado el café y la porción de alcohol los Yamura y los Aihara mayores,
decidieron ir a descansar. Todos bajaron al primer piso, pues, como es sabido,
los padres de mi japonesita tienen su habitación privada allí y Ume y Shou se aposentarían
en el dormitorio de Keiko.
En
el tercer piso quedamos las lesbianas. Volvimos a repartirnos por los sillones
y seguimos con el coñac. La conversación se tornó interesante. Sobre todo por
la curiosidad que se tenían mutuamente las dos parejitas que acababan de
conocerse.
-Esto
parece un antro de “tortas”-Dijo en un momento Marga.
Y la
conversación se derivó a nuestras orientaciones sexuales.
-¿Sabes
que me pregunto?- Comenzó Esther y continuó – Si sos mujer y te gustan las mujeres
¿Por qué hay lesbianas que se sienten atraídas por mujeres que parecen hombres,
incluso más brutas y violentas?-
-Para
eso que se busquen un hombre- Opinó Yuzu
-¡Exacto!
Pero lo mismo sucede al revés. Hay gays a los que les gustan los afeminados.
¿Dónde está la gracia? Para eso que se busquen una mujer- Concluyó Silvia
-La
conclusión sería que hay para todos los gustos. A mí lo que me atrae es una
mujer muy femenina. Una vez en la cama se puede hacer cualquier rol, pero con
una mujer femenina…- Dijo Esther.
Pero
lo que me resultó gracioso, y creo que fui la única que se dio cuenta, fue la
manera en que nos miró a las miembros de la “comunidad ampliada” seguramente
recordando la forma en que las habíamos sometido en aquella orgia de tiempo
atrás.
Al
otro día había que levantarse temprano y nos fuimos a acostar. Silvia y Esther,
a pesar de nuestra invitación de que se quedaran a dormir en el sofá cama del
piso de Marga, prefirieron volver a su departamento. Mis novias y yo nos
desparramamos en la cama del tercer piso. Mantuvimos relaciones hasta que
explotamos con varios orgasmos. Y así nos quedamos dormidas.
Tras
el desayuno del día siguiente Keiko llevaría a sus padres a su casa y luego iría
a sus tareas habituales. Marga también tenía bastante trabajo y el mío era
llevar a los Aihara a Colonia del Sacramento donde se haría la primera inauguración.
De manera que todo el mundo se levantó temprano y luego del café, las tostadas
con manteca y las medialunas cada uno emprendió su camino.
Antes
de la despedida el señor Yamura pregunto a Shou y Ume.
-Tengo
entendido que la última inauguración las hacen el sábado y el domingo todavía
están aquí. Por ello quería invitarlos al asado de todos los domingos en la
fábrica-
-¡Encantados!-
Exclamaron los cuatro Ahiara.
Y
luego que hubieron partido mis novias yo saque la camioneta del garaje y llevé
a mis amigos de Japón hasta el Aeropuerto del Carmen.
NUEVE
Tras
cincuenta y cinco minutos de viaje, casi todo a lo largo de la costa uruguaya,
descendimos en el Aero Club Laguna de los Patos de Colonia del Sacramento.
Tomamos un taxi hasta la Plaza 25 de Agosto pues en uno de su laterales, sobre
la calle General Flores, se encontraba el instituto educativo a inaugurar.
La
ceremonia no fue diferente a las de la ocasión anterior. Dijo un discurso el
Ministro de Educación, luego Shou agregó algunas palabras y finalmente hubo un
acto con la participación de un conjunto musical de la colectividad japonesa
que no debe ser muy numerosa pero que estaba bien representada.
Luego,
en un aula, con presencia exclusivamente del personal docente Mei y Yuzu
expusieron las ideas que habían puesto en marcha en la Academia Aihara. Al
finalizar ese evento no faltaron las mesas con postres y empanadas. Yo me
compré dos empanadas, realmente estaban sabrosísimas. Y cuando ya nos íbamos
con la intención de dar una vuelta por la ciudad no faltaron quienes me
reconocieron y tuve que firmar algunos autógrafos.
Caminamos
por la parte antigua de la ciudad, tranquilos, con todo el tiempo del mundo.
Decidimos detenernos a almorzar en El Torreón, con vista al río y, de paso visitamos
la Galería de Arte adyacente. Regresamos hasta la Plaza, dimos la vuelta
completa a su alrededor y tomamos un taxi al Aero Club donde nos esperaba el
avión. Poco tiempo después estábamos de regreso en Punta del Este. En el
edificio que nos cobija.
Ya
era la tarde cuando preparé mate para todos. Llegaron mis novias y nos
acomodamos en mi living, para variar un poco de lugar de reunión.
A la
noche vencimos la inercia y fuimos Kitty´s a cenar. El personal recordaba a los
y las Aihara por lo que nos atendieron mejor que de costumbre. Es una manera de
decir, pero lo cierto era que tanto el maître, el sommelier y las mozas estaban
fascinadas, sobre todo con las niñas Mei y Yuzu. Esa noche quedamos en que al
otro día llevaría a nuestros visitantes a dar una vuelta por la ciudad, hacer
compras y parar en alguna confitería a tomar café. Nuestras amigas y Shou
disfrutaron del paseo porque estuvo relajado, tranquilo y con tiempo. En
realidad no habían tenido un gran descanso desde que llegaran y les sirvió para
despejar la mente.
Por
la tarde regresamos al edificio y en el piso de Marga preparé el mate ayudada
por Mei y Yuzu. Luego llegaron mis novias. Fue una reunión informal y muy placentera.
A la noche decidimos cocinar en casa para lo cual se anotó Yuzu a quien le
encanta esa tarea y me ayudó haciendo unas tartas.
Al
otro día debíamos ir a La Paloma, y dado que era solo una hora y media por
tierra, les propuse ir en la camioneta de la empresa del padre de Keiko así
cabíamos los Aihara y yo que conduciría. Todos estuvieron de acuerdo, ya que,
de paso, podríamos observar el paisaje en más detalle que en avión. Esa noche
hubo una larga sobremesa. Todas tenían ganas de conversar y disfrutar del momento.
Hasta Shou y Ume se quedaron compartiendo sus historias. Cada una con una vaso
de vino blanco en la mano y sorbiéndolo de a poco. Ya había pasado la
medianoche cuando nos fuimos a dormir.
En
la mañana se produjo la ceremonia del desayuno. Es un momento mágico para mí,
de preparación y de relax al mismo tiempo. Sentir en las manos la taza de café calentita
es como calentar el alma y los dulces y las facturas se comen masticando lentamente,
disfrutando cada trozo de masa.
Mis
novias se fueron a sus respectivas tareas. Yo bajé al garaje para revisar la
camioneta. Comprobé agua y aceite, golpee las gomas con un palo para verificar la
presión y cuando estuve satisfecha subí a buscar a mis amigas, más un amigo, claro
está.
Una
vez con todos a bordo, salí por la costanera y unas cuadras adelante doblé
hacia el centro de Maldonado que atravesé para tomar la Ruta 39 y salir luego a
la Ruta 9. Al poco tiempo pasábamos por el costado del pueblo de San Carlos. Cuando
llegamos a Rocha doblé hacia la Ruta 15 hasta nuestro destino. La Paloma es un pueblo hermoso. Como todos los
pueblos uruguayos es muy tranquilo, demasiado tranquilo. Lo suficiente para
pasar unos días lejos del mundanal ruido, pero yo necesito un poco de ese
ruido. En pequeñas dosis, es cierto, por eso recalamos en Punta del Este, donde
podes integrarte al bullicio o refugiarte en el silencio sin moverte demasiado.
Pero, es justo reconocerlo, amo esos pequeños pueblos uruguayos.
El
colegio funcionaria, con las nuevas directivas que los otros inaugurados por
Shou, en la calle Paloma casi en la intersección, rotonda mediante con la
avenida Barrios Amorín, a pocos metros del mar. No necesito detallar la rutina
de la ceremonia. Discursos, esta vez de la Directora General de Escuelas, luego
un resumen de Shou sobre su pensamiento en lo educativo y una charla de Mei y
Yuzu que se ganaron los aplausos del público.
Para
ser un lugar tan tranquilo se puede decir que alborotamos el pueblo. Cantó un
niño de origen japones dos hermosas canciones y un ballet de música folclórica
bailó las clásicas zambas y pericones. El desbande se comenzó a producir cuando
todavía era hora del almuerzo. Yo me compré unos pastelitos de dulce de
membrillo en una de las mesas de la Cooperadora pero tenía ganas de algo más.
Un buen asado. Y les propuse a mis amigas buscar un parrilla autóctona. Y la
encontramos a pocas cuadras, en la esquina de Nicolas Solari y De la Virgen. El
restaurante se llamaba Arrecifes. Nos sentamos a las mesas que están ubicadas
en la vereda y a instancias mías nos comimos una parrillada espectacular.
-Este
es el aperitivo para el domingo en lo de Yamura- Les dije.
Y
Yuzu, todavía con la boca llena de un trozo de carne manifestó.
-¡Hum!
¡Deseo que llegue el domingo!-
-Creo
que si me quedo a vivir en Uruguay voy a engordar- Dijo Ume.
En
ese momento se me ocurrió preguntar.
-¿No
es raro que la próxima inauguración se haga un sábado que no es un día
laborable en la educación?-
Shou
me respondió.
-Hasta
donde sé, es porque quiere estar presente el Presidente de la Republica y como tiene
una agenda bastante complicada se hizo un lugar el sábado-
Me quedé
pensando. Viene el presidente. Va a ser a pocas cuadras de nuestro edificio. No
estaría mal invitarlo a casa.
Pero
una propone y el diablo dispone. Una vez que terminamos la parrillada descansamos
un rato e iniciamos el camino de regreso a casa. Estaba a punto de tomar la
Ruta 9, en las afueras de Rocha cuando me sonó el celular.
-¿Señorita
Montes?- Preguntó una voz femenina.
-Si-
-Mi
nombre es Estela, llamo de Ceremonial de Presidencia. Cree usted que puede
recibir al señor presidente en su casa después de la inauguración del colegio?-
DIEZ
Detuve
instantáneamente la camioneta al costado de la ruta. Mis pasajeros se sorprendieron.
Mas tranquila dije a quién me llamaba.
-Perdón,
¿me estás hablando en serio?-
-Si,
el señor presidente quería aprovechar a visitarla a usted y su gente ya que
estaban a pocas cuadras del sitio de la inauguración-
-¿Estamos
hablando de un almuerzo?-
-No.
Solo sería una visita informal sin protocolo y tratando de no generarle gastos
innecesarios-
-Eso
es lo de menos. Solo quiero saber cómo organizarme debido a lo intempestivo de
la noticia. Digamos, ¿Una picadita con vino o cerveza le vendría bien?-
-Perfecto-
-Ok.
Otra cosa, ¿Qué pasa si invito algunas otras personas?-
-¿Son
de su confianza? No hay problema-
-Bien,
entonces el sábado lo veremos- Confirmé
-¿Usted
va a ir a la inauguración, supongo?-
-Si,
supone bien-
-Bien,
la encargada de ceremonial estará allí y coordinaran todo-
-O
sea que solo me ocupo de la picada-
-Ja,
ja Si-
Y
corté. De inmediato y sin mover la camioneta comencé a llamar a todo el mundo.
A Keiko le dije que llevara a sus padres. A Esther le dije que estaban
invitadas y si era posible que llevara al Señor Nogueira y su madre. A Marga le
dije que llevara a Jacobo porque no quería dejarlo afuera. Y finalmente llamé a Azumi para que pudiera
poner la casa en orden. Luego de la maratónica sesión de llamados volví a la
ruta y mientras les contaba a los Aihara que era lo que había sucedido le pedí
a Yuzu que tomara mi celular y fuera viendo si tenía algún mensaje.
Así
fue que en el trayecto a casa recibí todas las confirmaciones de presencia para
el sábado en que se inauguraba la última escuela y el presidente volvía a
visitarnos. Estacioné el vehículo en el garaje y subimos a mi piso. Ume declaró
que estaba muy cansada y se fue a acostar un rato. Shou se quedó sentado en uno
de los sillones mirando el mar (rio). Las chicas Aihara y yo nos acomodamos en
otros sillones tomando mate.
-Mañana
es un día para descansar y podemos levantarnos no muy temprano. Podríamos ir
esta noche a Casapueblo a ver la puesta del sol y luego a cenar ¿Qué les
parece?-
Las
chicas Aihara dieron gritos de júbilo. Bueno, solo Yuzu por que Mei es tan medida
en todas sus reacciones que solo dijo.
-Estaría
bueno-
-Estoy
de acuerdo- Manifestó Shou desde el otro lado del salón
-Bien,
cuando lleguen Keiko y Marga partimos-
Al
rato llegaron mis novias. Les dije del plan y estuvieron de acuerdo. Poco
tiempo después los siete salíamos repartidas en dos autos a la hermosa construcción
del genio de Páez Vilaró.
Estacionamos
y bajamos a la terraza. Parece una paradoja decir “bajamos” pero ocurre que la
entrada a todo el sitio está en lo más alto de la barranca y toda la construcción
desciende por el acantilado lo que obliga a bajar en lugar de subir.
Llegó
la hora indicada y volvimos a ver la puesta del sol conteniendo una profunda emoción.
En realidad nosotras la podemos ver desde nuestra casa pero, allí, con todo el resto
de la gente que va a ver el espectáculo y la música de fondo, es,
evidentemente, otra cosa.
Luego
de los aplausos y las lágrimas, cuando el sol se sumergió totalmente en las
aguas, seguimos camino al restaurante. Nos sentamos a una mesa con vista al mar
(rio) y cenamos. Fue otra hermosa experiencia. También aquí llamamos la atención.
Algunas personas me reconocían a mí y otras ponderaban la belleza de las
hermanastras Aihara, pero nos dejaron comer tranquilas (y tranquilo a Shou).
De
regreso a nuestro edificio nos cruzamos en el estacionamiento con Jacobo que
estaba acompañado de un joven muy bonito y elegantemente vestido. Nos saludó evidenciando
que no tenía ningún problema en que lo viéramos tan bien acompañado.
-Mira
al muchacho. ¿Sabes qué? Cada vez estoy más conforme con haberlo invitado a
trabajar conmigo- Dijo Marga.
-Lo
que nos pasó al conocer a este chico es una demostración de cómo se equivocan
las personas al prejuzgar- Manifestó Keiko.
-Si,
pero no podemos negar que nos influyó la imagen que trasmitía su padre. También
nos equivocamos con Esther, antes de conocerla creímos que sería una soberbia y
mira lo que resultó- Opiné yo.
Y sorpresivamente
Jacobo, no solo nos saludó sino que se acercó a nosotras y dijo.
-Mi
hermana me dijo que el sábado hay reunión en su casa, ¿Es cierto que va el
presidente?-
-Si,
ponete pintón. Vamos a tener una linda reunión- Le contestó Marga.
-¡Ah!
Ok. Nos vemos-
Y se
fue del brazo de su amiguito.
Terminamos
el día, en casa, con una sesión de café con galletas dulces. Una larga charla y
nos fuimos adormir.
En
la mañana siguiente volvimos a juntarnos todos para el desayuno que me dispuse a
preparar en el piso de Keiko, para variar un poco. Me levanté primero,
siguiendo la costumbre y Marga llegó detrás de mí.
-Esta
semana me tocaba a mi hacer el desayuno- Me dijo.
-Lo
olvide, la fuerza de la rutina. Quédate si quieres a ayudarme. A partir de la
semana próxima nos hacemos un programa organizado- Respondí.
Y
los hicimos entre las dos. Al rato fueron llegando Keiko, por un lado y
nuestros huéspedes por el otro.
-Hoy
es un día libre. Les propongo hacer un paseo por la ruta de la costa hasta San
Ignacio y, si las damas aquí presentes no se oponen podemos pasar por lo de
Marga a la ida y por lo de Keiko en el regreso, solo por curiosear-
Todas
manifestaron su aprobación. Mis novias dijeron que estarían encantadas con la visita
y manifestaron que tendrían algo preparado, para degustar. Con todos de acuerdo
terminamos el desayuno, mis novias fueron a sus trabajos y yo me quedé con Yuzu
y Mei ordenando todo.
Rato
después salíamos con la camioneta hacia el norte.
ONCE
La primera
parada de nuestro paseo fue, todavía dentro de la ciudad de Punta del Este, en
el edificio donde tienen sus oficinas Marga y las arquitectas. Detuve la
camioneta en el parque del frente y subimos por las escaleras.
En
el momento en que llegábamos a la puerta de las oficinas de mi novia turca
estaban saliendo Esther y Silvia. Marga salió a saludarlas y lo hicieron con besos
en la boca. Nuestras amigas japonesas se quedaron mirando asombradas. No daban
crédito a lo que veían. Pero lo más gracioso fue cuando las arquitectas nos vieron,
saludaron a las Aihara haciendo una reverencia pero a mí me dieron sendos besos
en la boca y además tomándome del cintura.
-Bye,
bye- Saludó Esther
-Nos
vamos para la obra- Aclaró Silvia
Y se
fueron caminado por el pasillo meneando sus hermosos traseros.
Desde
el extremo del pasillo Silvia se dio vuelta y exclamó
-¿Las
vemos el sábado y el domingo, no?-
-Por
supuesto- Respondí.
-No
puedo creer lo que vi- Dijo Ume
Marga
que estaba a mi lado, tomándome del brazo, sonrió y manifestó.
-Ahora,
la princesita les va a explicar todo por el camino. Por de pronto entremos que
hay café con medialunas-
Después
de una amistosa charla, en donde Marga les contó detalles de sus negocios inmobiliarios
y sobre todo los más importantes que había emprendido con el padre de Esther,
conversación mezclada con abundantes facturas, salimos al balcón y de allí
miramos los alrededores.
-Bien,
ya molestamos bastante a la reina y debemos seguir viaje- Dije tomando mi
cartera.
Nuestros
huéspedes se despidieron de mi novia con un hasta luego y montamos todos en la
camioneta. Tal como se los había prometido Marga tuve que contarles el cómo y
el porqué de la familiaridad con que nos saludábamos con Esther y Silvia. Les referí
acerca de la formación de la “comunidad ampliada” con el madrinazgo de la Gaby
y como definimos que podría haber “derecho a roce” después de que, naturalmente,
los saludos se habían vuelto más audaces. Y no deje de mencionarles como
habíamos conocido a Esther y de mi frustrado intento de conquistar a Silvia
cuando éramos estudiantes de la Facultad. Esto último, contado a mi manera, les
causó mucha gracia.
-Lo
notable es como se dan las vueltas de la vida- Dijo Mei.
-Si,
aunque soy una defensora ultranza del libre albedrio, hay ocasiones en que creo
que todo está escrito-
Después
de una travesía de poco más de cuarenta minutos llegamos al pueblo de San Ignacio,
más conocido por su faro. Muy pocas casas, muchos terrenos libres, calles de
mejorado con algunos baches, nada de rejas y mucho menos de jardines cerrados. Otro
pueblo demasiado tranquilo, como La Paloma. Anduvimos buscando algún sitio para
comer cerca de la playa y terminamos en un Parador llamado La Huella donde al
menos pudimos degustar choripanes y gaseosas. Luego estuvimos caminando por
algunas de esas desoladas calles viendo casas muy bonitas. Regresamos cuando ya
los sándwiches se habían aposentado en nuestros estómagos. Volví a la ruta 10
hacia Punta. El grupo estaba un poco cansado pero todavía tenían expectativas
de visitar a Keiko y al señor Yamura.
Después
de cruzar el rio Maldonado por el puente Leonel Viera, ese que parece que lo desencofraron
cuando todavía estaba fresco. (es un chiste por la extraña forma que tiene) giré
hacia mi derecha y entramos en los terrenos de la fábrica del señor Yamura, y
de Keiko debo decir.
Saludamos
a la señora Yamura que estaba regando los bonsái en el hall y luego pasamos por
la fábrica. Keiko hizo las veces de guía explicando que se hacía en cada sector
y además mostró orgullosa todo el jardín interior que habían hecho en el
prolijo galpón, para dar un toque de naturaleza relajante a sus operarios.
Pasamos al fondo, al parque donde el señor Yamura practica iaido. Y allí estaba
con sus katanas y sus movimientos acompasados desenvainando y envainado sus
armas.
Lo
observamos unos minutos por respeto a su concentración y luego cuando se detuvo
saludó a nuestros huéspedes con todas las reverencias del caso. Tras eso se
unió a nuestro grupo pues Keiko había enviado a una empleada a anunciar que la
merienda estaba lista.
Ingresamos
al comedor de la empresa que al igual que la fábrica también estaba ornamentado
con plantas y flores. Nos sentamos alrededor de la mesa y comenzamos con el
café y masas secas.
-Si
me mudo para Uruguay engordaría seguro- Volvió a decir Ume.
Yo estaba
sentada con Keiko de un lado y Yuzu del otro. En un momento me di cuenta que
nuestro solcito había quedado muy impresionada, a pesar de las explicaciones, por
los besos entre Marga, yo y las arquitectas.
-¿Ella
también se besa con las otras chicas?- Me preguntó señalando a Keiko.
-Si,
claro, somos un grupo unido-
-Ja,
ja. Ya era insólito un trio y ahora son cinco- Agregó
-Podemos
ser más ¿No quieres participar?-
-No,
no sabría que hacer- Contestó Yuzu casi sonrojándose.
Es
todavía una niña a pesar de su valor y fuerza de voluntad, pensé en ese
momento.
Y
finalmente regresamos al edificio. Nuestras
visitas se fueron a dar una ducha. Yo también lo hice. Rato después llegaron
Keiko y Marga. Cuando estaba por ir a darse también una ducha Marga se me acercó
y me preguntó.
-¿Quedaron
asombradas las japonesitas por los besos con las otras dos dementes?-
-No
tanto, salvo Yuzu, pero es un ángel y yo la entiendo-
-En
ese momento en que me besé cuando ustedes llegaban ni pensé que podría sorprenderlos
y encima vas vos y se dan flor de chupada-
-No
te preocupes. Entendieron todo y Yuzu no es boluda-
Mateada
de por medio terminé de arreglar algunos detalles con la señora Azumi que había
estado todo el día con dos de sus empleadas poniendo el edificio reluciente y le
tuve que decir que ya estaba todo perfecto, porque quería seguir trabajando.
-Esta
señora no conoce la palabra descanso- Dije al grupo después que se marchó.
Me
fui caminado hacia la cocina de mi piso, en el que estábamos, y pregunté.
-¿Como
andan para cenar? ¿Hago algo liviano?-
Y así
fue, ayudada por Yuzu, genial cocinera, que hicimos unas ensaladas que rociamos
con jugo de naranja por no tomar alcohol para despertar al otro día sin
problemas.
DOCE
En la mañana siguiente, la del gran evento,
como movidas por un resorte, nos levantamos temprano. Marga fue la primera y
preparó el desayuno en su piso donde nos reunimos para calentar un poco los
estómagos.
Al
terminar el desayuno nos fuimos a vestir. Yo me puse un jean celeste claro muy
ajustado al cuerpo , una polera cuello de tortuga, blanca y botitas con tacos,
de gamuza color marrón claro. Una vez reunidas y junto a Shou, salimos para el sitio
del evento.
La
escuela funcionaria en un establecimiento existente en la esquina de Acuña de
Figueroa y 3 de Febrero, cerca de la Municipalidad. Si bien no eran muchas las
cuadras que nos separaban de allí, unas veinte, decidimos ir en auto. Nos
dividimos Keiko, Marga, Shou y Ume en el auto de la primera y las chicas Aihara
y yo en mi auto.
El
edificio era muy moderno y con excelentes instalaciones. Huelga decir que nos recibieron
como a reinas. En la puerta nos estaban esperando las arquitectas y Jacobo, a
las que hicimos entrar diciendo que iban con nosotras ya que no figuraban en la
lista de invitados.
Minutos
después llegó la comitiva presidencial. Tres camionetas, en una de las cuales iba
el presidente y una escasa custodia policial. Nos acomodamos para ver el acto
que, salvo la estelar presencia del presidente, fue como los anteriores.
Primero un discurso del Ministro de Educación luego las clásicas palabras de
Shou y cerrando esa parte del evento el discurso del presidente. En un aparte,
Mei y Yuzu volvieron a dar “clase” a docentes y no docentes, acerca del trato hacia
los alumnos y la manera de incentivarlos a ser mejores.
Mi
encuentro con el presidente se produjo en cuanto llegó al acto. Se sentó junto
a nosotras y estuvimos conversando en los espacios entre discursos.
-Siempre
es un placer verla- Me dijo cuando me saludó.
-El
placer es mío- Respondí. ¿Qué otra cosa podía decir?
Pero
después se me ocurrió hacer un chiste.
-Lo
bueno viene después con picada y vino tinto en mi casa-
Se
rio con ganas. Estas escenas siempre fueron tema para los paparazzi, sobre todo
los llegados de Sudacalandia, enviados por medios de comunicación que todavía seguían
insistiendo que mi amistad con el presidente uruguayo era algo más que eso. Por
supuesto que no lo decían en el plano sentimental sino en algún tipo de alianza
política.
Después
de la conferencia de Mei y Yuzu se repitieron, como antes, presentaciones de
niños realizando breves, pero muy buenas, actuaciones. Un grupo interpretó una banda
de candombe y otro una escena del teatro kabuki Yoshitsune Znebon Sakura, al
parecer una de las más famosas. Esta última representación fue fascinante y
tanto profanos, como conocedores del tema, como los Aihara quedaron impresionados.
Tras
el final del acto el presidente me manifestó que tenía muchas ganas de llegar a
nuestro edificio.
-Así
me relajo un poco lejos del periodismo- Acotó.
-Entonces
ya partimos. En pocos minutos estaremos allí- Respondí.
De
todas maneras en el edificio ya estaban los Nogueira y los Yamura acompañados
de la señora Azumi con cuatro empleadas para atender al presidente.
Igualmente
llegamos todos juntos y yo abrí el garaje para que pudieran acomodar los vehículos
oficiales. En la planta baja quedaron dos custodios a los dije que podían
acomodarse en un sector donde había una mesa y sillas y les hice llegar comida
con una de las empleadas de la señora Azumi.
Luego
subimos al piso de Marga donde nos recibieron el resto de los invitados. El
presidente iba acompañado solamente de su secretaria y un edecán. En la puerta
del departamento quedaron otros dos custodios a los también hice atender como
correspondía.
La
señora Azumi había dispuesto la mesa con toda la picada, los vinos, cervezas y gaseosas
para quien quisiera. En resumen estábamos las anfitrionas Marga, Keiko y yo,
Shou, Ume, Mei, Yuzu, el matrimonio Nogueira y el matrimonio Yamura, Esther,
Silvia y Jacobo. Nos distribuimos en los sillones mientras Azumi y su gente nos
atendían.
-Veo
gente que ya había conocido en mi anterior visita como el notable señor Yamura
y su esposa, además de estas simpática personalidades venidas de tan lejos,
pero también me encuentro con alguien a quien también conozco aunque de otras ocasiones-
Dijo el presidente mientras daba la mano al señor Nogueira y a su esposa que
luego le presentaron a sus hijos y a Silvia.
-Entonces
me ha ahorrado el trabajo de presentarlos- Dije sonriendo.
Y le
expliqué como habíamos llegado a conocer al magnate inmobiliario y a su
familia.
-La
gente importante a la larga o a la corta se encuentra y usted parece ser un
imán para ello- Manifestó el presidente.
-Si,
y me sale solo sin hacer ningún esfuerzo- Respondí riendo.
Luego
el señor presidente tuvo interesantes charlas con el señor Yamura y con el
señor Nogueira acerca de sus empresas.
-Supe
que hizo importantes ventas a clientes americanos, es un orgullo para nuestro
país-
-En
realidad el mérito lo tiene mi hija que llevó adelante las negociaciones, yo
soy solo un viejo samurái que practica iaido en los jardines de la empresa-
-De
alguien aprendió su hija seguramente y eso del iaido ¿de qué se trata?-
-Del
arte de desenvainar y envainar la katana-
-Interesante.
Me gustaría poder verlo alguna vez-
-Bueno,
aquí también tenemos a una maestra en ese arte y una muy buena coleccionista de
katanas- Dijo el señor Yamura señalándome.
-¿También
sabe hacer eso?- Me preguntó el presidente.
-Si,
pero no es lo importante ahora. Están desviando el tema de conversación, aquí,
Keiko es lo importante, se ha convertido en una excelente empresaria y muy
querida por su gente-
-Créame
que admiro a las mujeres que saben abrirse paso en un mundo de hombres- Manifestó
el presidente dando la mano a mi noviecita japonesa.
Y
luego dirigiéndose a mi agregó.
-Y
también espero poder verla haciendo iaido. Alguna vez leí que en Japón también hubo
samuráis mujeres muy valerosas-
Asentí
en silencio. No quería llevar la conversación más allá, no fuera que quisiera
que le hiciera una demostración ahí mismo. Por suerte se la tomó con Marga.
-Usted
también ha progresado mucho con sus negocios inmobiliarios y eso también
demuestra que es otra mujer con agallas y talento-
-Muchas
gracias, me siento halagada- Contestó mi noviecita turca-
En
ese momento la secretaria le habló al oído al presidente. Él sonrió y dijo
-Aquí
me recuerda mi asistente que anduvieron viralizándose algunos videos de
ustedes…-
-Espero
que no sean los pornográficos- Le interrumpí.
-…Ja,
ja, no. Son unos donde se las ve jugando al futbol y otros, debo decir, muy
locos, trepando una montaña en China-
-Si,
en realidad, más que locos se diría “muy locas”- Acotó Marga.
Después
de algún que otro comentario intrascendente el presidente se dirigió al señor
Nogueira.
-También,
y esto parece una reunión de gente exitosa, he sabido que estas avanzando con varios
proyectos en la costa y en Montevideo-
-Si,
digamos que he tenido bastante suerte. Las cosas no andaban muy bien por que
sufría un problema de competencia desleal-
-¡Ah!
¿Si? ¿Qué clase de deslealtad?-
-Un
competidor había puesto un espía dentro de mi empresa que me robaba los datos
para comprar terrenos y los proyectos que tenía entre manos quitándome la
posibilidad de negociar esas compras y además intentaba quedarse con mis
proveedores y empresa constructora-
-Mala
gente. ¿Quién era? Si me lo puedes decir-
-Montaña,
de la empresa Estructural-
-Si,
no he oído buenas cosas de él-
-Y
ahora oirá menos, se mudó al otro lado del rio- Acoté.
-¿Ahora
que allá no hay plata para hacer obra pública y el negocio inmobiliario está
parado?-
-Si,
allá mismo- Respondí.
-¿Y cómo
descubrió el espionaje?-
-El espía
era una persona de mi mayor confianza-
-Suele
suceder-
-Pero
fue ella quien lo descubrió- Manifestó el señor Nogueira señalándome.
El
presidente, que en ese momento estaba dándome la espalda, se dio vuelta y
cuando me vio dijo.
-No
podía imaginarme otra cosa. De modo que usted siempre está en el centro de la
acción-
-Y sin
ningún esfuerzo, como le dije antes- Respondí.
La
reunión recién comenzaba. El presidente estaba relajado y se mostraba contento.
Luego de hablar con los empresarios se sentó a conversar con Shou, Ume y sus
hijas.
-Usted
ha abierto los ojos, y los oídos, a mucha gente en el Ministerio y en las
escuelas. En donde su sistema educativo ya está implementado desde hace un tiempo
están muy satisfechos, las escuelas que inauguramos en esta ocasión ya están
impacientes por comenzar con la nueva curricula y le puedo asegurar que hay
varias escuelas que nos piden pautas para comenzar a hacer algunas cosas aunque
sean parciales. Creo que vamos a tener trabajo y gracias a usted. Lo felicito-
-Gracias-
contestó Shou y agregó -Y todo esto también se lo debo agradecer a mi esposa y a
mis talentosas hijas-
-Lo
creo así- Asintió el presidente.
TRECE
El
señor presidente conversó también con Esther, Silvia y Jacobo. Quiso saber de sus
actividades y se manifestó muy conforme y feliz por encontrar gente de trabajo
con ansias de progreso.
-Si
la gente quiere progresar honestamente y trabajando al país le va a ir mejor-
Dijo.
Y
luego dirigiéndose a mi manifestó
-Ahora
me gustaría ver una demostración de…¿iaido?-
-Hace
tiempo que no practico- Respondí.
Pero
el señor Yamura inesperadamente terció en la conversación.
-Podemos
hacerlo juntos. Usted tiene varias katanas de colección-
-Podemos-
Acepté.
Bajé
a mi piso a buscar las espadas y regresé con dos. Primero se las mostré al presidente
que las admiró detenidamente.
-Cuidado
con el filo, es muy peligroso- Le advertí.
-Son
verdaderas obras de arte- Opinó el presidente.
Entregue
una de las katanas al señor Yamura con toda la ceremonia manteniéndola
horizontal y tomada de ambos extremos. Hice una reverencia. Él tomó la espada e
hizo otra reverencia. Nos colocamos los cinturones donde se enganchan las
vainas y manteniéndonos suficientemente alejados uno del otro y del resto de la
gente comenzamos a hacer los doce katas. Yamura, no se podía esperar otra cosa,
hizo todos los movimientos perfectos. Yo me equivoque en algunos pero salí airosa,
al menos aplaudieron.
-Fascinante-
Dijo el señor presidente y agregó -Fascinante, en verdad-
El
señor Yamura me devolvió la espada con la misma ceremonia y las llevé a su
sitio en mi estudio.
-Admirable.
Usted tiene un don y creo saber cuál es, pues es el que rige a todo lo demás-
-¿Y cuál
sería?- Pregunté
-Afán
de aprender. Afán de hacer cosas nuevas. Eso mantiene el espíritu en alto y el cerebro
funcionado. Y además tiene a su alrededor, por lo que veo, a gente capaz,
inteligente, laboriosa y honesta-
-Tal
vez pero voy a disentir un tanto. Yo no soy el centro, simplemente se ha juntado
aquí gente con intereses comunes y no necesariamente en lo económico sino
también en lo intelectual. Soy solo una más. Me halaga usted demasiado-
-Bien,
supongo que sí, es así- Manifestó el presidente.
Seguimos
conversando de temas de política local y mundial. Un poco de futbol y de la
bronca que se había agarrado el entrenador del Seleccionado de Uruguay por los
sucesos en el partido con Colombia de la Copa América. En ese punto el
presidente preguntó de que club éramos hinchas cada uno y se llevó una sorpresa
pues ni Marga, ni Keiko, ni Esther ni Jacobo, ni Silvia ni yo éramos hinchas de
alguno. Los Yamura se mostraron ignorantes del tema y el señor Nogueira y su
esposa se manifestaron simpatizantes de Peñarol.
-Cuando
vi sus videos de futbol las imaginé fanáticas de alguna institución-
Dijo
el presidente.
-Nos
gusta jugar, nos gusta ver algún partido, de vez en cuando, por el espectáculo,
pero no compartimos el fanatismo, al menos mis novias y yo- Respondí.
-A
nosotras nos pasa lo mismo- Opinó Esther.
-Bien,
y debo decirles que juegan con mucha habilidad por los videos que he visto-
-Es
ganas de pasarla bien. Y a la larga una aprende algo- Manifestó Silvia.
Tras
estas palabras el presidente se levantó de su sillón y dijo
-Señoras,
señores, voy a tratar de descansar un poco. He pasado una hermosa velada,
rodeado de gente muy interesante y amena. Siento un honor tener en nuestro país
a compatriotas y argentinas que llegaron para ayudar en el progreso. Y lo mío
no es un discurso político. No se imaginan cuanta más gente como ustedes
quisiera conocer-
Junto
al edecán y su secretaria bajamos a la planta baja, donde están las cocheras. Todos
los guardias de seguridad se acomodaron en los vehículos. Antes de arrancar los
motores dijo Keiko.
-Creo
haber visto algunos periodistas en la vereda-
-No
me preocupan. ¿A ustedes?-Dijo el presidente
-Tampoco-
Dijo Marga.
-Bien,
ahí vamos-
Abrí
la cochera y salieron las tres camionetas raudamente hacia Montevideo. A último
momento habían decidido ir por tierra.
-Así
veo el paisaje- Comentó el presidente.
Rápidamente,
antes que pudiéramos cerrar la cortina metálica de la cochera se acercaron un
par de periodistas.
-¿Ese
que partió era el presidente Lacalle Pou?-
-Averígüenlo-
Respondí.
Al
otro día volvieron los comentarios en los diarios de Sudacalandia acerca de una
alianza política entre el presidente y yo, o alguna pavada por el estilo.
Marga,
Keiko y yo regresamos al tercer piso donde todavía estaban el resto de los
invitados.
-Bien,
señoras y señores. Hemos tenido un día muy especial. ¿Seguimos con un poco de té
con masas?-
Todos
estuvieron de acuerdo. Fui hasta la cocina y ayudada por la señora Azumi hice
todos los preparativos. Silvia y Yuzu se acercaron a cooperar. Nos llevó poco
tiempo para tener todo dispuesto en la mesa del comedor.
-Realmente
estoy más que contento con todo lo que ha sucedido en este país con la apertura
de las escuelas. Me voy enormemente satisfecho- Dijo Shou.
-Es
usted una persona admirable. No son muchos los que se preocupan por estos
países del tercer mundo- Agregó el señor Nogueira.
La
reunión continuó. Junto con mis novias hicimos algunas pizzas y luego de comer,
los Aihara grandes y los Yamura se retiraron a sus aposentos. Los Nogueira se
fueron a su casa y quedamos solamente, las Aihara chicas, Esther, Silvia y
Jacobo por un lado y mis novias y yo por el otro.
Adoro
esos momentos en que vamos quedando pocos dispuestos a seguir conversando, vaso
de vino mediante, excepto para las Aihara, y todo se relaja entre palabras y
silencios.
CATORCE
Mientras
conversábamos tranquila y pausadamente en el piso de Marga, toda la “comunidad ampliada”
y el resto de las chicas, (incluido Jacobo) se produjo una sorpresa. Un hecho
del que casi no hablamos hablado a nuestro regreso de Japón y Turquía, el baile
con el heladero Mehmet Dinc en Antalya, recién después de varios días se estaba
volviendo viral.
Lo descubrió
Silvia que se había puesto a revisas su celular y de pronto dijo.
-¿Estas
son ustedes?-
Tomé
el aparato y vi la imagen. Allí estábamos las tres haciéndonos las seductoras
con Mehmet y bailando desenfrenadas. Luego cuando, recuperó su móvil, Silvia lo
compartió con Esther y rápidamente estuvo en todos los celulares de las
presentes en la reunión.
El
tiempo ya es casi inexistente en este mundo globalizado y conectado. A los
pocos minutos y mientras le contábamos a nuestras amigas la experiencia,
comenzaron a llegar mensajes de nuestras amigas de Japón. En resumen, que
seguíamos estando presentes en las redes a pesar de no tener otra cosa que You
Tube y Facebook. Respondimos los mensajes, algunos con un corto texto o con un
emoji para no perder el tiempo.
Después
de esa oleada de popularidad seguimos conversando pero ya se hacía tarde.
Esther, Silvia Y Jacobo se fueron a sus viviendas. Las chicas Aihara también estaban
cansadas y bajaron mi piso a dormir.
Al
otro día me desperté sola en la cama. Mis novias no estaban y fui a buscarlas
vestida solo con mi conjunto preferido de tanga y corpiño color violeta. Las encontré
en la cocina preparando el desayuno.
-¿Qué
pasa? ¿Les dio ganas de trabajar?- Les pregunté.
-Estábamos
desveladas Y no te quisimos molestar- Respondió Marga.
En
ese instante llegaron al piso Mei y Yuzu que no estaban mucho más vestidas que
yo, salvo por unos delicados baby doll. Mis novias, en cambio, tenían puestas
combinaciones de las que les había regalado de mi abuela.
Fui
a mi piso a buscar algo que ponerme cuando me crucé en las escaleras con Ume y
Shou que, a pesar de su buena educación me miró asombrado.
-No mires
porque te van a regañar- Le dije riéndome. Ume lo tomó con gracia.
Mientras
tomábamos el desayuno, hicimos preparativos para ir a lo del padre de Keiko.
-¿Tienen
alguna ropa deportiva y zapatillas?- Le pregunté a las y él Aihara.
-Ume
y Shou dijeron que no pero Mei y Yuzu afirmaron y preguntaron.
-¿Para
qué?-
-Para
jugar un poco al futbol. No creo que haya rivales para hacer un partido pero podemos
hacer algo entre nosotras- Respondí.
-¡Genial!-
Exclamó Yuzu y Mei dijo que estaba de acuerdo aunque aclaró que nunca había
jugado a lo que Yuzu agregó que ella tampoco pero tenía muchas ganas.
En
dos vehículos fuimos a la fábrica de Yamura. En la entrada se nos sumaron Esther
y Silvia. Saludamos a los padres de Keiko y pasamos al club vecino. Los equipos
de mujeres no estaban, pues participaban de un torneo en Montevideo. Tuvimos el
gimnasio todo para nosotras. Turnándonos en el arco hicimos algunos tiros y luego
pases. Yuzu ponía todo su entusiasmo pero erraba la mitad de las pelotas y Mei
estaba muy dura. Pero eso fue al principio pues conforme pasaron los minutos se
fueron animando más y acertando las patadas.
Improvisamos
un partido con Marga, Silvia y Esther por un lado y Yuzu, Mei, Keiko y yo por el
otro. Terminamos 1 a 1 después de media hora de juego. Las Aihara estaban más
que entusiasmadas. Mei parecía otra divirtiéndose alegremente y riendo por cualquier
cosa.
Luego
de una ducha y cambio de ropa nos acercamos al asado. No nos privamos de nada.
El ejercicio nos había dado hambre.
Los
Yamura estaban muy entretenidos hablando en japones con Ume y Shou. Nosotras dimos
una vuelta por el parque y cuando llegó la hora nos pusimos en marcha de
regreso a nuestro edificio.
-¿Van
a tener que volver cada vez que se inaugure una escuela?-Pregunto la señora
Yamura a Shou.
-No,
ahora todo se va a resolver por Zoom por cualquier duda que se presente.
Nosotros vendremos de vez en cuando. Es una lástima porque estos días compartidos
con ustedes han sido hermosos, pero ya vendremos en el momento en que nuestras
actividades y las de las chicas lo permitan- Respondió.
Era
ya la tardecita y luego de una agradable mateada, regresamos al edificio. La
despedida de los Aihara y los Yamura fue algo melancólica y presentía lo que
sucedería más adelante.
La
cena estuvo amena y se conversó bastante, pero ya se acercaba la hora de la
partida y por momentos se hacían algunos silencios.
Al
otro día después del desayuno Marga y Keiko partieron a sus trabajos. Yo llevé
a los viajeros en la camioneta al Aeropuerto del Carmen y en taxi aéreo hasta
Montevideo.
-Cada
vez que venimos aquí pasamos unos días maravillosos. Gracias por todo- Me dijo
Ume.
-Cuando
nosotras vamos a su país también la pasamos genial gracias a su hospitalidad-
manifesté.
Y
luego, dirigiéndome a las niñas Aihara que estaban absortas mirando el paisaje por
la ventanilla del avión, les pregunté.
-¿Y?
¿Van a seguir practicando futbol allá en su país?-
-Francamente
no tenemos idea de dónde. A mí me gustó mucho y voy a buscar un sitio donde
podamos jugar- Respondió el solcito.
-Y
estoy segura que me va a arrastrar a mi- Agregó Mei sonriendo.
El
taxi aéreo bajó en la pista. A pocos metros estaba el avión que debían tomar
nuestras amigas (y amigo). Los empleados de aduana revisaron las valijas ahí
mismo y mientras el equipaje viajaba a la bodega del avión los Aihara y no
dejábamos de besarnos y abrazarnos.
-Los
voy a extrañar- Dije mientras me corrían algunas lágrimas por las mejillas.
-Nosotros
también- respondió Ume que también lloraba.
Yuzu
y Mei no se quedaron atrás en la emoción. Shou intentaba disimular pero alguna
lagrima brilló en su cara a la luz del sol. Tras todas estas muestras de afecto
se encaminaron al avión. Yo me quedé parada al lado de la avioneta del taxi
aéreo.
Mi piloto
se subió al cabina a prepararse para regresar. De pronto asomó la cabeza por la
ventanilla y dijo.
-Excelentes
personas. Casi lloro yo también. He leído sobre el señor Aihara. Creo que en
Uruguay le vamos a deber mucho en la educación de nuestros hijos-
Asentí
en silencio. Di media vuelta y subí a la avioneta.
QUINCE
Al
otro día después de la partida de los Aihara volvimos a la rutina. Desayuno y
mis novias partiendo a sus trabajos. Yo, procurando, en verdad, disfrutar de un
periodo sabático tal como me lo había prometido.
Estaba
ordenando esos papeles que nunca ordeno tranquila, sola, disfrutando del silencio
cuando el sonido del portero eléctrico alteró la calma. Podía haber contestado
por el aparato pero me resultó más fácil asomarme por la ventana. Y vi la
camioneta de la empresa de Nogueira y a la bellísima Silvia apoyada sobre la
puerta del vehículo.
Volví
al portero eléctrico y abrí. De inmediato fui a mi cocina y comencé a preparar café.
Sentí la voz de Silvia desde la escalera.
-¿Dónde
estás?-
-Acá,
en mi piso, el segundo- respondí.
Cuando
llegó a mi cocina ya la estaba esperando con una taza de café en la mano y un
plato de galletitas sobre la mesada de la isla.
-Ya
sabes lo que me gusta- Dijo asiendo la taza.
La
miré. Estaba bellísima. Vestida con un pantalón de corte de jean pero de tela
engomada color negro, botitas con taco, un buzo con capucha, para variar color
negro, que cuando se lo sacó dejo a la vista además de su hermoso cuerpo, una
musculosa color bordó oscuro ajustada al cuerpo.
-¿Que
te trae por estas latitudes, querida?- Le pregunté.
-Pasaba-
-Si,
me imagino-
Y
sin decirle nada más dejé mi taza sobre la mesada de la isla y me acerqué a
ella que estaba apoyada sobre la mesada. Le saqué su taza y la arrinconé contra
el mueble. La tomé de la cintura y le di tal beso que metí mi lengua hasta su
garganta. Ella se entregó totalmente. No tuve que esperar más. La llevé al
dormitorio tomándola de la mano y cuando entramos a mi habitación, solo pasaron
unos pocos segundos para quedar totalmente desnudas acostadas en la cama.
Le
metí la lengua en todas sus cavidades. Ella gemía de placer y tenía un orgasmo tras
otro. También la mordí, debo confesarlo. Ella trató de hacer lo mismo conmigo y
la dejé. Pronto su lengua era la que exploraba todo mi cuerpo.
Pero
no quedó ahí, saqué un dildo de mi placar y me lo puse con un arnés. Ella no
ofreció resistencia. La penetré por delante y por detrás. Su cuerpo seguía
siendo un mar de orgasmos. Se retorcía de placer y gritaba como poseída.
Hasta
que llegó el momento que me esperaba. Dándome la espalda, acostada boca abajo
me suplicó que le pegue en los glúteos. La hice sufrir un poco haciéndole creer
que no lo iba a hacer, hasta que tomé un latiguito de cuero también de mi placar
y comencé a azotarla. Ella gozaba tanto que seguía teniendo más y más orgasmos.
Me pedía que le siguiera pegando y lo hice hasta que decidí que era suficiente.
Tenía las nalgas coloradas.
Cuando
dejé de azotarla se aferró a mi como aquella vez, cuando la orgia grupal, y
volvió a llorar de placer. La acaricié suavemente. Era un muñeca sumisa en mis
brazos. Y volvieron a mi aquellas escenas de cuando éramos jovencitas y yo la perseguía
por toda la Facultad.
Nos
dimos una ducha y nos vestimos. Regresamos a la cocina. Le hice otro café.
-No sabía
si podíamos hacer esto cuando llegué- Me confesó y agregó -Pero me siento
indefensa ante vos. Gracias-
-No
tenes por que darlas. Yo gocé muchísimo también- Le contesté.
Y
luego de unos segundos le pregunté.
-En
aquella época en que yo pretendía conquistarte y a vos se te tiraban encima
todos los varones de la catedra, ¿Te cogió alguno?-
-Jamás.
Nunca tuve relaciones con hombres. ¿Y vos?-
-Tampoco.
Bueno salvo una travesti que me cogí y me cogió en Japón-
-¿Si?
¡Qué bueno! Así que por lo menos una vez en tu vida te comiste una pija real-
-Si,
dos veces en realidad porque en otro viaje nos lo cogimos las tres-
-Me imagino
eso. Ya vivimos con Esther de lo que son capaces ustedes tres juntas-
-¿Y
a propósito de Esther? ¿No le va a extrañar tu ausencia?- Le interrogué.
-No,
porque sabe que estoy acá-
-¿Y
sabe que podríamos estar haciendo lo que hicimos?-
-Obvio.
¿Acaso no somos amigas con derecho a roce?-
-Si,
claro-
-¿Y
vos como manejas esto con tus novias?-
-Bien,
al menos hasta ahora. Ellas supieron lo del trasvesti y también otra aventura
que tuve en Japón con una mujer y les encantó-
-¿Alguna
de ese maravilloso grupo que conocimos por Zoom?-
-Si,
tal vez recuerdes a la mayor, la del pelo cortado desparejo-
-Si,
creo saber quién pero no recuerdo el nombre-
-Mitsuko.
Ella fue quien me introdujo en el ambiente lésbico en el primer viaje que hice a
Japón y luego en otro viaje que fui sola a presentar un libro estuvimos juntas
todo el tiempo porque su pareja estaba en Europa en esos días-
-Bueno.
Toleraron tus aventuras en las antípodas. ¿Crees que toleraran esta si les
cuentas?-
-Si-
Respondí no muy segura.
Y después
de besarnos un poco más Silvia se marchó.
-Si les
contas después decime como te fue- Me dijo cuando nos despedimos.
Esa noche
mis novias supieron todo. Mientras degustábamos una picada dije a modo de introducción.
-Hoy
vino Silvia a visitarme-
-¿Y
se decidieron a coger de una vez?-
-Si-
-Pues
no sos la única afortunada. Esther me invitó a su departamento- Dijo Keiko
-¿Fuiste?-
-Por
supuesto. Y la semana que viene va a invitarla a Marga-
Me
miraron para observar mi reacción y me sonreí. Ellas también sonrieron.
-Esto
de la “comunidad ampliada con derecho a roce” está funcionado de maravillas-
Afirmo Marga.
Y
nos besamos largamente. Esa noche nuestras relaciones fueron aún más intensas.
Marga tenía razón.
Al
otro día tuve una larga charla vía celular con Silvia y nos contamos todo.
DIECISEIS
Marga
y Esther tuvieron relaciones al otro día. Viendo cómo se estaba dando todo se
dejaron llevar por la calentura y terminaron en el departamento de las
arquitectas mientras Silvia estaba en la obra.
La
idea de la comunidad ampliada y “con derecho a roce“ había sido mía pero jamás
creí que lo tomaran con tanta naturalidad. De todas maneras estaba bueno porque
entre mis novias y yo la relación continuaba igual, con verdadero amor y,
además, podíamos tener aventuras con chicas que no nos eran desconocidas. Lo
mismo valía para Esther y Silvia.
El día
que Marga se acostó con Esther conversamos el tema, por la noche, durante la
cena.
-Yo
creo que lo mejor de esto que estamos haciendo es que podemos confiar en las
arquitectas y que fundamentalmente somos un grupo unido- Argumentó Marga.
Lo
que me hizo recordar a ese grupo relacionado con las madres de aquellas niñas compañeras
de Adela, la hija del arquitecto Castaño.
-¿No
estaría bueno que nos juntáramos para conversar sobre lo que pasó en estos
días?- Preguntó Keiko.
-Algo
así como un informe de situación- Dijo Marga riéndose.
-Que
boluda que sos- Respondió Keiko.
Me encanta
verlas pelear de mentira. A Marga siempre se le ocurre algo para tratar de
hacer enojar a mi japonesita pero casi nunca lo logra.
Marga
le dio un beso en la mejilla a Keiko y manifestó.
-¿Sabes
que estaría bueno eso de juntarse un grupo de lesbianas infieles a contarse
entre ellas como cogieron con otras? Te juro que estoy empezando a creer que va
a ser algo bueno y positivo-
-¿Viste
boluda que yo siempre tengo razón?- Afirmó Keiko devolviendo el beso en la mejilla
a Marga.
Y,
como consecuencia de esa insólita conversación quedamos en invitar a Esther y
Silvia para el viernes por la noche a cenar en nuestro edificio. Marga fue la
encargada de decírselo cuando se encontraron en sus oficinas.
-Se sorprendieron
tanto que creí que iban a salir corriendo- Contó Marga y agregó – Pero después
de unos segundos dijeron que les fascinaba la idea-
Y
ese viernes, mientras afuera la temperatura estaba baja, dentro del edificio estábamos
las cinco reunidas. Yo había pedido pizzas y empanadas, y como siempre, saqué unos
buenos vinos de mi bodega.
Antes,
a la tardecita, llegó primero Keiko, luego vi aparecer el auto de Marga y
detrás la camioneta Porsche de Nogueira. Entraron sus vehículos en el garaje de
la Planta Baja y lo cerraron.
Estaban
hermosas. Marga con pantalones de jean celestes, botitas negras y un pulóver negro
escote en V. Keiko de calzas negras, blusa roja y zapatos con taco chino.
Esther y Silvia estaban casi iguales, de pantalón engomado negro y buzo, negro
el de Silvia y blanco el de Esther, ambas con botas animal print. Yo, como era
la única que estuvo en la casa durante todo el día, tenía un pulóver liviano
color bordó, de cuello en V y un pantaloncito muy corto y ajustado color negro,
como calzado estaba de zapatillas.
Les ofrecí
tomar unos mates para comenzar y Marga se apresuró a ir a la cocina, pero no
tuvo mucho que hacer pues yo había preparado todo. Se acercó con la bandeja que
tenía el mate, el azúcar y el termo y se dispuso a cebar. Nos acomodamos en
sillones alrededor de ella para que no tuviera que moverse mucho al entregar el
mate.
Yo
estaba sentada en el extremo de uno de los sillones largos. Esther se sentó a mi
lado y pronto tuve su mano recorriéndome la pierna. Cuando la miré a los ojos me
dijo.
-Me
falta coger con vos-
-Ya
te voy a dar un turno- Le contesté y sonreímos.
-Bien,
todas nos hemos acostado de una manera que es distinta a la orgia de hace un
tiempo. Es decir que es como si nos hubiéramos hecho los cuernos…con licencia- Manifestó
Marga.
-Eso
es lo lindo, lo de la licencia-Opinó Silvia.
-Estoy
de acuerdo- Manifestó Esther.
-Entonces,
¿Qué resultó de esto? ¿La pasaron bien?-
-Yo
genial- Dijo Esther y mirándome agregó- Creí que Keiko era un dulce, así con
esa cara de muñeca de porcelana, tan suave y discreta y resultó ser una perra insaciable-
Keiko
sonrió.
-La
culpa es de la maestra- Afirmó Marga señalándome.
-Lo
cierto es que creí que iba a ser la dominante y termine siendo la sometida-
Aclaró Esther.
-¿Y qué
te pareció?- Le pregunté.
-Ustedes
saben que el gusto por ser sometidas es algo que Silvia y yo descubrimos con
ustedes. Ustedes son expertas en eso. La pasé muy bien-
-¿Y
con Marga?- Preguntó Keiko.
-Con
Marga era casi inevitable, su aspecto es intimidante. Me ofrecí de entrada porque
ya sabía que iba a ser casi su esclava-
-¿Y
ustedes?- les pregunté a mis novias.
Ambas
respondieron casi lo mismo.
-La
forma en que esta chica se ofrece y se entrega y goza tanto de ser sometida es
fascinante. Fue una linda experiencia-
-¿Y
vos?- Me preguntó Marga.
-Genial
también. Silvia, al igual que su pareja es un bombón listo para ser comido. Goza
tanto del sometimiento que se corre el riesgo de pasarse de la raya. Es como
yo, lo saben bien, pero mientras estaba en el rol de sádica con ella era como
si me viera a mí misma con las nalgas rojas del azotamiento-
-¿Vos
Silvy?- Preguntó Keiko.
-Alexia
lo dijo todo. Gocé tanto de su castigo y su penetración que hubiera muerto de placer
ahí mismo. Ustedes nos hicieron descubrir a Esther y a mí, nuevas formas de gozar
y tener un mar de orgasmos, que han mejorado muchísimo nuestra relación-
-Entonces
todo está bien, pero hay un tema…- Dije
-¿Cuál?-
preguntaron todas.
-Que
mientras Keiko, Marga, Silvia y yo tuvimos una sola relación esta mujer tuvo
dos- Respondí pasando mi brazo por sobre el hombro de Esther y atrayéndola hacia
mí.
-Ventajas
de que nosotras somos solo dos y ustedes tres- Respondió la rubia.
-Entonces
la próxima vez me toca a mi tener dos relaciones- Dijo Silvia.
-Listo,
en las próxima ronda Silvia se come a la japonesa y a la turca- Manifesté
riendo.
-Deberíamos
hacer un fixture- Opinó Esther que ya se había acurrucado contra mi pecho.
Comimos
las pizzas las empanadas, degustamos el vino y seguimos conversando de otros
temas. Tenía la seguridad de que esa comunidad se estaba haciendo más fuerte.
-¿Como
anda la obra?- Les pregunté a las arquitectas.
-Muy
rápida y eso nos da una ventaja, los equipos de cimentación y bases ya están trabajando
en el nuevo proyecto, en donde haremos nuestra casa. El lunes tenemos que
presentar los planos definitivos, ¿Te gustaría echarles una mirada?- Preguntó
Silvia.
-Podríamos
verlos mañana si quieren, es sábado pero yo no tengo problemas- Respondí.
-¡Hecho!
Mañana te traemos todo. La distribución de nuestro departamento está definida y
en gran parte es gracias a vos- Afirmó Esther que luego de la cena se había
acostado en el gran sillón donde yo estaba sentada, con su cabeza apoyada en mis
piernas que aprovechó a besar muy suavemente.
Le
acaricié el cabello, era un gesto amoroso que también me gusta hacerles a mis novias.
Esther giró de costado y continuó besando mis piernas.
Después
de la cena seguimos con el café y la acostumbrada copa de coñac o whisky.
Esther siguió a mi lado pero cada vez que se daba oportunidad nos besábamos
entre todas. Era un juego divertido pero no íbamos más allá, estábamos conscientes
de que no era cuestión de tener sexo todo el tiempo como una adicción. Basta
con demostrarnos afecto. Era la manera de fortalecer más el grupo.
Como
se había hecho tarde las arquitectas accedieron a quedarse a dormir. Les ofrecí mi dormitorio y mis novias y yo
nos acomodamos en el de Marga. Volvimos a besarnos entre todas cuando Esther y
Silvia bajaron a mi piso. Ese intercambio de labios y lenguas se había
convertido en un rito amoroso indispensable.
Cuando
nos quedamos, mis novias y yo, en el dormitorio de Marga, nos quitamos la ropa
hasta quedar solo con corpiño y tanga. Nos acostamos y nos abrazamos juntando
nuestros cuerpos como si nos quisiéramos fundir unas con otras. Claro que no
duró mucho ese estado de laxitud por que de pronto me vi asaltada por ambas que
comenzaron a lamer todo mi cuerpo.
No
me resistí, casi sin darme cuenta me sacaron la tanga y sus lenguas pasaron repetidamente
por mi vagina y la raya entre mis glúteos. Comencé a tener orgasmos, ellas
también se estaban acariciando mutuamente y todo se convirtió en un concierto
de gemidos, la poca ropa que teníamos puesta voló por el aire. Yo también
comencé a lamer a mis novias y jugar con mis dedo en sus preciosas cavernas. Así
estuvimos un largo rato.
No fue
una de esas clásicas sesiones de desenfreno con dildos, látigos, ataduras ni mordazas.
Fue una simple relación sexual en la que restregábamos nuestros cuerpos y ese
solo roce nos excitaba aún más. Quedamos agotadas y totalmente desnudas como
estábamos, nos dormimos abrazadas, con las piernas entrelazadas. Así
despertamos al día siguiente con la sensación de haber estado en el paraíso.
Al
colarse el sol por las ventanas nos levantamos. Marga se puso a preparar el
desayuno en mi cocina y yo fui a despertar a nuestras amigas que dormían
profundamente. Las besé en las mejillas. Despertaron exultantes. Seguramente
también había tenido sexo.
DIECISIETE
Nos
reunimos para desayunar. Las cinco estábamos agotadas. Por suerte era sábado y
no había urgencia por salir a trabajar. El cansancio era debido a las sesiones
de sexo que tuvimos nosotras en la cama de Marga y nuestras amigas en mi cama.
Eso era de suponer porque nadie lo contó, pues, además de agotadas, se nos veía
felices.
-Tendríamos
que ir a la oficina a buscar los planos- Dijo Silvia recordando que habíamos
quedado en que yo los viera.
-Vayamos
y volvemos- Manifestó Esther.
Y después
de haber dicho esto nos miró a nosotras y agregó.
-Claro,
si no es molestia-
Antes
de que yo pudiera hablar Marga opinó.
-Por
nosotras no hay problema. Es más, si se quieren quedar todo el día son
bienvenidas-
Silvia
y Esther hicieron un piedra, papel y tijera para decidir quién iba hasta la
oficina a buscar los planos. Perdió la hija de Nogueira y se fue rápidamente para
volver lo más pronto posible. De todas maneras el edificio del estudio está a
pocas cuadras y no le iba a llevar mucho tiempo ir y volver.
El día
estaba bastante fresco y desapacible. No daban ganas de salir a la calle y a mí
me pareció una buena idea que nos quedáramos las cinco pasando el rato, cómodas
de ropa gozando de las delicias del aire acondicionado. Subimos al piso de
Marga y corrimos todas las cortinas. El mar (rio) estaba hermoso, de un
profundo color gris oscuro que llegaba a contrastar con el cielo a pesar de estar
nublado. No se veía a nadie caminando por la playa y muy pocos autos en la Costanera.
A
pesar de que no hacía mucho tiempo que tomáramos el desayuno, preparé el mate.
Para nosotras la infusión no es sólo un alimento, es un modo de relajarnos, conversar
tranquilas, compartir el momento con la excusa de chupar la bombilla. (Aquí dirán
que esto lo escribí con doble sentido, ja, ja).
Esther,
como lo imaginaba, regresó pronto. Guardó la camioneta en el garaje y subió al tercer
piso con un rollo de papeles. Los distribuyó sobre la mesa del comedor y comenzamos
a revisarlos. No sé si esperaban una definición de mi parte pero los observé
como si así fuera.
Habían
tomado gran parte de mis ideas, sobre todo en lo ateniente a su propia vivienda.
Usaron el tamaño de dos unidades en el tercer piso y una cochera doble en el
extremo del edificio con entrada privada. El balcón hacia el mar era de
generosas dimensiones y el departamento tenía un gran living y un no menos
importante comedor, cocina con isla, lavadero, habitación deposito, un dormitorio
principal con baño en suite, habitación vestidor con grandes placares y dos
dormitorios de huéspedes con un baño más. Hacia el lado opuesto de la parte
intima de la casa lograron un muy amplio espacio para armar un estudio y
biblioteca. Realmente, todo el departamento no solo era espacioso sino, además,
funcional.
Revisé
el plano del departamento de mis amigas y todo el resto. Vi las plantas y
cortes y vistas dibujadas por inteligencia artificial. Era un edificio hermoso.
Se parecía un poco al de Yamura, con la diferencia de que el de las chicas tenía
una importante curva a lo largo del frente lo que posibilitaba dar luz natural
a todas las habitaciones durante gran parte del día.
-¿Qué
te parece?- Preguntó Esther.
-Esta
buenísimo- Opiné.
-¿Seguro?-
Insistió.
-¿Qué
pasa? ¿Están inseguras?-
-No,
no es eso, solo queremos saber si estás de acuerdo-
-¡Si!
No tengas dudas. Además ustedes son las profesionales. Yo solo soy una opinadora-
-Yo
no, yo tengo mi interés en esto y creo que esos departamentos se van a vender
como pan caliente- Dijo Marga.
-¿Ven?
Ahí tienen a una que solo piensa en la plata y dice que va a estar todo bien-
Hasta
Marga rio de mi ocurrencia.
-Vayan
apurando que tenemos que hacer una gran fiesta de inauguración de su nuevo
departamento- Manifestó Keiko.
-¡Por
supuesto!- Respondió Esther.
Esa
tarde de sábado las arquitectas se quedaron hasta la hora de la merienda. Luego
fueron a su casa y nosotras nos quedamos disfrutando de la tranquilidad. Antes
de irse combinamos con ellas para encontrarnos al otro día en lo de Yamura para
el clásico asado de los domingos.
El
domingo, después del desayuno partimos para la fábrica y el edificio del padre
de Keiko. Llegamos temprano y como no andábamos con ganas de jugar al futbol
nos dedicamos a mirar. Un equipo femenino del club vecino jugaba contra otro de
Tacuarembó y cómodamente instaladas en sillas de playa al costado del campo de
juego disfrutamos del espectáculo. Transcurría el período de descanso entre los
dos tiempos de juego cuando llegaron Esther y Silvia y se unieron a nosotras
Luego
paseamos un poco por los idílicos rincones del jardín que une ambas construcciones
y donde el señor Yamura practica iaido. En un momento Marga, Keiko y las
arquitectas fueron a contemplar los bonsáis del padre de la japonesita y yo me
quedé sola observando los hermosos arboles de tamaño mas grande cuando, inadvertidamente,
el señor Yamura se me acercó.
-Alguien
me ha dicho que vio a mi hija besándose con la hija del señor Nogueira- Me dijo
sin ningún preámbulo.
“Trágame
tierra” pensé. No me imaginaba que nos hubieran visto mas allá de nuestros
encuentros íntimos entre las arquitectas, mis novias y yo. Es cierto que alguna
exteriorización de afecto pudo haber habido pero dentro de lo que puede ser
solo una amistad.
Lo
miré. Resuelta a no bajar la vista dije.
-Tal
vez hay ojos que no ven lo creen ver y mentes que imaginan lo que creen ver-
-¡Vaya!
Esperaba una respuesta mas simple. Algo así como: el idiota que le fue con el
cuento es un imbécil-
-Aparte
de que el hecho pueda, o no, ser real, ¿Habría un problema al respecto?-
Sentí
que por primera vez desde que lo conocía estaba desafiando al señor Yamura.
-Vamos
a suponer que sea real. Las niñas estas, Esther y Silvia me parecen una
personas muy transparentes-
-Usted
mismo se ha contestado. Yo cuido de Keiko como el primer día y se muy bien
donde se mete. Le voy a decir algo. La hija del señor Nogueira, su novia y
nosotras tres formamos una comunidad de hermanas. Y eso es lo que somos-
DIECIOCHO
El
señor Yamura me miró fijamente. Estuvo serio unos segundos y yo trataba de
pensar que más decirle para que me dejara en paz.
Cuando
imaginé que iba a largarme una diatriba comenzó a sonreír. Su sonrisa se hizo más
grande y además meneaba la cabeza como el perrito que llevaban antiguamente los
choferes sobre el tablero del ómnibus.
Antes
de poder decir una palabra se largó a reír. Cuando pudo hablar manifestó.
-Ja,
ja. ¿Se sintió cuestionada?-
-Yo
no. No especialmente. Pero mas me molestó que tuviera algún tipo de pensamiento
erróneo de su hija-
Sin
poder dejar de sonreír dijo.
-Creo
que, por primera vez he conocido a la Alexia Montes enojada-
-Tal
vez-
-No
se preocupe. Entiendo que mi hija es una persona mayor dueña de su vida.
También entiendo que con la apertura mental que demuestran formando un trio
tienen todo ordenado pero no me imaginaba que las niñas Esther y Silvia también
entraban en ese juego y me preguntaba si usted lo sabía, o no-
-Señor
Yamura, permítame una pregunta y según lo que me responda le cuento algo mas
¿Usted ve algo malo en que la hija del señor Nogueira y su novia tengan algún tipo
de intimidad con Marga, su hija y yo?-
-Hace
rato que no me chupo el dedo. Es evidente, por ese rumor que me trajeron que
ustedes cinco tienen algún tipo de relación “especial” ¿Quiere que le responda?
Le diré. Ustedes tres, incluida mi hija, por supuesto, me parecen las personas
mas maravillosas de este mundo. Ya le dije antes, como consecuencia de tratar a
Esther y Silvia me parecen personas honestas y transparentes. Las cinco son
dueñas de hacer de su vida lo que quieran. Yo veo a mi hija feliz. Muy feliz,
sobre todo recordando lo que sufrió de chica allá en Japón y cuando recién
llegamos a la Argentina. Usted es responsable de esa felicidad y por eso se lo
voy a agradecer el resto que me quede de vida. Si usted y la señora Marga están
de acuerdo en tener una relación de …ejem…”hermanas”, con Esther y Silvia les
deseo que sean, todas, felices-
Mis
novias y nuestras amigas se estaban acercando y yo las veía venir. Por suerte
el señor Yamura terminó su discurso.
-Y
no se ponga a la defensiva. Ese no es su estilo-
Hizo
una profunda reverencia y se encaminó a su edificio.
-¿Qué
pasó?- Preguntó Keiko en cuanto me rodearon.
-Que
te vieron besándote con ella y le fueron con el cuento a tu viejo- Respondí señalando
a Esther.
-¿Hizo
algún escandalo?- Interrogó Marga.
-No,
por ahora. No le detallé nada al respecto, pero habría que evitar que nos viera
algún nabo, que le vaya con chismes-
-De
acuerdo- Dijeron todas.
Y fuimos
acercándonos a la mesa a comer asado.
Cuando
llegamos al extremo del largo tablón sobre caballetes el señor Yamura y su
esposa nos hicieron un lugar.
-Vengan
acomódense aquí- Dijo
Apenas
se sentaron Esther y Silvia se notó que estaban tensas. Marga que intuyó que yo
no les había dicho la verdad acerca de la reacción del señor Yamura, trataba de no abrir la boca para no tentarse.
Keiko oscilaba entre los nervios y la tranquilidad mirándome a mí y a su padre
alternadamente.
El
señor Yamura, que como bien había dicho hace un rato que no se chupaba el dedo,
advirtió el clima de la mesa. Cortó unos pedazos de vacío, los dispuso sobre la
tabla lentamente y haciendo un paneo visual entre todas comenzó a hablar con
mucha tranquilidad.
-Cuando
llegamos de Japón por las razones que la señora Alexia-san conoce, teníamos una
hija. Un tiempo después supimos que teníamos otra hija a la que amamos. Mas
tarde surgió otra hija, aunque primero nos asombramos y luego aprendimos a quererla,
Y ya eran tres. Vaya, me dije: Que amores tan peculiares tienen estas tres
mujeres, pero es un amor de lazos fuertes y honestos. Y ahora, descubro que tengo
otras dos hijas. Y sepan algo. Tengo cara de malo pero mi corazón es blando. Ya
hemos superado esta nueva sorpresa. Ahora sabemos que son una comunidad unida.
Conserven eso. Y si se quieren besar en público, cada quien con quien quiera,
les aseguro que si me vienen con un chisme al respecto, echare al boca floja a
patadas. He dicho-
La
cara de, primero sorpresa y luego alivio de las arquitectas hubiera sido algo
digno de ser filmado. Les volvieron los colores a las mejillas. Pero tras ese
segundo se dieron cuenta que yo no les había hablado claro con la intención de
asustarlas.
-Señor
Yamura, usted nos hace un gran honor. Sus palabras son una bendición para
nosotras. Debo decirle que, aunque parezca que no viene al caso, mi padre lo
admira y yo también. En el poco tiempo que lo hemos tratado supimos que usted
es una persona honorable y su esposa una madre ejemplar y devota. Me ha
devuelto el alma al cuerpo- Manifestó Esther
-A
mí también- Dijo Silvia
-Aunque
hay alguna persona que se divirtió con nuestro susto, la muy graciosa- dijo
Esther
-¿Quién?-
Preguntó el padre de Keiko.
-La
dama que tiene a su izquierda-
El
señor Yamura me miró y volvió a esa sonrisa amplia en la que además mueve la
cabeza.
-Es
mala usted…- Y no pudo seguir por que estalló de risa.
Cuando
pudo detenerse las miró y dijo.
-No sé
qué les manifestó para divertirse a costa de ustedes pero lo cierto que en toda
la conversación previa que tuvimos en el jardín antes de que llegaran fue una encendida
defensa de la relación que sostienen y si bien soy de mente amplia me hizo ver
que el amor puede no tener número pero siempre debe ser incondicional-
No
recuerdo en qué momento dije esas palabras pero el señor Yamura es un maestro
del lenguaje y es preferible dejarlo expresarse como quiere.
-Yo
creo que amerita una reunión especial. Entre nosotros. Mi esposa, ustedes cinco
y yo. Solo para charlar. Todavía no tengo claro si es solo una comunidad de
amigas como se dice ahora con…-
-…derecho
a roce- Completé.
-Eso,
con derecho a roce, o si sus sentimientos están siendo más fuertes pero lo que
supongo es que aunque todavía no sean conscientes están forjando un futuro
entre las cinco y yo quiero proponerles un proyecto conjunto-
Nos
quedamos mudas.
DIECINUEVE
Durante
la tarde, luego del asado y la sobremesa el grupo de las cinco y los Yamura
seguimos conversando de temas de política, de orden internacional, arquitectura
y otras intrascendencias,
Al
irnos, camino a nuestros automóviles quedamos por fin solas, es decir las
arquitectas, mis novias y yo.
-¿Qué
quiso decir tu viejo con eso de un proyecto conjunto?- Preguntó Marga a Keiko.
-No
me preguntes. Se tanto como ustedes- Respondió la japonesita.
Y de
pronto recordé aquel presentimiento de que podía ser posible que todas nos enamoráramos
de todas. Esto se está complicando, pensé, pero no dije nada. Hasta que cuando
estábamos frente a las puertas de los vehículos Silvia, como adivinando mi
pensamiento, dijo.
-El
señor Yamura parece tener la idea de que todas somos novias de todas-
-Y
que estamos camino a un matrimonio múltiple- Agregó Marga riéndose.
-Estoy
tan asombrada como ustedes- Manifesté.
-En
lugar de que se hagan su vivienda cerca del Maldonado le podríamos agregar dos
pisos más al edificio- Opinó Keiko
Todas
reímos. Mis novias y yo subimos a la camioneta de la empresa Yamura. Esther y
Silvia se marcharon en la SUV Porsche.
-¿Qué
paso?- Volvió a preguntar Marga.
-Acá,
la niña va a tener la misión de averiguarlo- Respondí apoyando mi mano sobre la
pierna de Keiko.
Y
partimos a nuestro castillo. A tratar de relajarnos.
Pasaron
dos días si novedad alguna. Keiko no tenía idea de lo que tramaba su padre y
además yo tuve en medio de ese tiempo una recaída de mi estado gripal, por lo
que tuve excusas para quedarme en la cama a mi gusto, que no fueron mas de tres
días. Como siempre, resurgi de mis cenizas y justamente esa noche mi novia japonesita
trajo una sola noticia. Su padre quería concretar la reunión de la que había
hablado. Keiko lo habló con Esther y Silvia y luego nos avisó a nosotras.
-Le ofrecí
que la hagamos acá- Nos dijo.
Marga
y yo estuvimos de acuerdo. Por lo que, al otro día a la hora de la merienda se
produjo el tan esperado y misterioso evento. Las arquitectas llegaron temprano
y me ayudaron a preparar tazas, platos, te, café, y distribuir masas y galletas
para todos en el comedor de mi piso. Luego llegó Keiko trayendo a su padres y
por último Marga que había tenido que atender un cliente de último momento.
Una
vez que estuvimos todos, merendamos y cuando ya las tazas estaban vacías
comenzó lo más importante. Saber el motivo del encuentro. El señor Yamura que
se había estado haciendo tanto el misterioso, esta vez fue al grano…y sin
anestesia.
-Ustedes
son un grupo muy singular. Salvo Esther-san y Silvia-san que se dedican a lo
mismo, Alexia-san, Marga- san y mi hija tiene actividades muy disímiles. Por
eso, ¿no les gustaría pensar en un emprendimiento en conjunto?-
-¿Cómo
que?- Pregunté.
-Una
revista-
-¿De
lesbianas?- Volví a preguntar sonriendo.
-Ja,
no. Una revista de temas generales, pero de alto nivel. Así como Brandon-
-Brandon
cerró en 2022- Acoté.
-Por
que se quedaron en el tiempo- Respondió el señor Yamura.
-No
sabía que usted la leía-
-No,
ni tenía noticia, hasta que me hablaron de ella-
-¿Quién?-
Seguía yo incisiva mientras las demás escuchaban.
-Hace
un tiempo conocí al personal de una revista que se edita…se editaba aquí en
Uruguay y me mostraron su trabajo-
-Por
su aclaración creo que también cerraron-
-Por
discrepancias con los patrocinantes y algún directivo-
-¿Por?-
Seguí preguntando.
-Por
que se estaba orientando demasiado a lo “woke” Usted sabe muy bien de lo que
hablo.
-Correcto.
O sea que el personal quería hacer un formato más tradicional y los directivos
querían hablar de diversidad, feminismo y todas esas paparruchadas-
-Exacto-
-¿Y
los patrocinantes donde encajaban?-
-Con
los empleados, por eso fueron dejando las promociones-
-Pero
si alguien les garantizara algo de sensatez volverían-
-Correcto-
-¿Y
donde entramos nosotras? No creo que como inversionistas-
-No,
eso corre por mí cuenta. Haríamos una nueva revista, con edición limitada para
ciertos círculos, nada masivo que nos comprometa con ejemplares que después no
tendremos donde meter. Sería para aquellas personas que quieren algo mas que
Internet. Artículos interesantes, variados, para el hombre y la mujer-
-¿Hay
público para eso?-
-Los
empleados creen que si-
-¿Y
ellos cuanto valen?-
-Son
gente que ha encontrado otros trabajos pero tienen tiempo para la revista si se
los apoya, por lo tanto no costarían casi nada. Si no tienen éxito cerramos
todo y cada cual a su casa-
-Ahora,
suponiendo…estos patrocinantes que no quieren saber nada con la agenda woke,
¿Cómo digieren una revista donde, de alguna manera, participarían cinco lesbianas
asumidas?-
-Supongo
que por que conocen sus ideas-
-Concretamente
¿Qué haríamos nosotras?-
-Supervisar
las notas que hace el personal, turismo, modas, noticias económicas, autos,
etc. Y además pensé que podan escribir una nota cada una. Esther-san y
Silvia-san podrían hablar de arquitectura, mi hija de avances tecnológicos y
empresas, Marga-san de negocios inmobiliarios y usted de arte y literatura-
-Lo
tiene todo pensado-
-Así,
es, no se olvide que soy el que pone el dinero-
-Eso
me preocupa. Las amistades nacen, a veces de la nada, pero cuando hay dinero de
por medio es más fácil que se rompan- manifesté al fin.
VEINTE
No
me gustaba la idea pero tampoco me animaba a decirle lisa y llanamente que no
al señor Yamura. Después que Keiko llevó de vuelta a sus padres a su edificio y
regresó, Marga, las arquitectas y yo nos quedamos conversando.
-Como
dije, estamos muy bien como para mezclar dinero de por medio y sobre todo si es
de otros- Dije
-Estoy
de acuerdo. ¿Pero como se lo decimos?- Planteó Marga.
-Por
ahora ganemos tiempo, le decimos que lo tenemos que pensar. Que estamos con mucho
trabajo, que mejor dejarlo cuando estemos más libres…- Manifestó Silvia.
-Si,
es algo. Hagamosnó las boludas por ahora, que nos sale bien-
Y así,
con la aprobación de su hija Keiko que le llevó nuestro mensaje dilatorio no
les respondimos a su padre por varios días. Días que fueron importantes pues en
una conversación casual un cliente que iba a comprar un piso en las torres que
estaba construyendo el señor Nogueira le comentó a Marga que había tenido un
momento de duda en como invertir el dinero pues un grupo de empleados de una
revista de lujo le había ofrecido ser su inversionista.
Cuando
Marga me comenta esto por teléfono inmediatamente de haberse enterado, le avisé
a Keiko y a las chicas. Pero le pedí a las japonesita si podía obtener algún dato
de contacto con esos “empleados” que conversaran con su padre. Ella no me prometió
rapidez en obtener la información pero esa misma noche me pasó un número de
teléfono.
A la
mañana siguiente llamé desde mi celular secreto. Me atendió una señorita muy
amable que me pasó con un señor. El tono de voz de este individuo me puso en
alerta. Solo faltaba que me dijera “che, vos”. Le dije que había escuchado que
tenían un revista y como era estudiante de periodismo me interesaba saber si me
podían dar trabajo.
-Trabajo
de momento no, nos estamos reestructurando, pero si tiene usted o conoce
alguien que pueda invertir en ella le estaremos agradecidos, tal vez con un
trabajo como usted desea-
No
dije mucho más, les prometí que haría alguna averiguación con mis amigos y los
llamaría. Ni siquiera me preguntó cómo había obtenido el numero de teléfono. La
maquinaria de la investigación se puso en marcha. Visité a todas aquellas
personas de mi conocimiento como marchands, galeristas y libreros que podrían
saber algo de esa revista.
Al
fin obtuve la pista deseada. Y nada menos que con mi marchand favorita,
Adriana.
-Si,
una vez vinieron a ofrecerme esa inversión. Pero cuando intenté averiguar algo más
supe que ese proyecto no existía. Son un par de maladras comandados por un periodista
argentino que trabajó en esa revista, que si existió hace años pero que no
tienen el más mínimo interés en volver a editarla, lo único que hacen es sacar
plata y luego desaparecer. Acá la policía les siguió el rastro pero desaparecieron.
No sabia que andan de nuevo a las andadas-
-Así,
parece- Respondí y le agradecí enormemente el dato.
Marga
mediante, volví a ver a su amigo el comisario. Le conté todo lo pasado y se
mostró asombrado.
-Creí
que los habíamos corrido. Bien ya les vamos a tender alguna trampa-
Y me
fui satisfecha de haber salvado el dinero del señor Yamura. De todas maneras la
llame a Keiko para que le avise a su padre de que se trataba todo.
Al
otro día me llamó el señor Yamura.
-No
puedo creer lo que ha pasado. Siempre tuve muy buen ojo para los negocios. Me engañaron
como a un principiante-
-No
se preocupe. Todos corremos ese riesgo y con el tiempo se pondrá peor. Ya nadie
quiere trabajar. Pero lo bueno es que su dinero quedó a salvo.-
-No sé
cómo agradecerle-
-No
tiene nada que agradecer. Tuvo usted una idea loable pensando en nuestra
pequeña comunidad pero quizá es mejor que sigamos así. En el fondo mezclar
dinero con sentimientos puede ser peligroso. Tal vez me diga que Esther y
Silvia lo hacen pero su caso es muy especial, ambas se complementan en sus
tareas y no tienen conflictos de intereses, lo que es bueno para una es bueno
para la otra-
Y así
me despedí del padre de Keiko, por supuesto que prometiéndole que lo veríamos
el siguiente domingo en el asado.
Después
de esa llamada me senté en el balcón a tomar un café pero pronto supe que no
descansaría demasiado cuando vi llegar la SUV Porsche de Nogueira y bajar de
ella a la rubia Esther.
“Ésta
viene por m i” Pensé. y así fue. Le abrí por el portero eléctrico y le dije que
subiera al segundo piso. La recibí en la cocina.
-¿Algo
para comer o tomar?- A tu socia le alegro la vida con un café con galletitas
dulces, pero a vos es la primera vez que te recibo-
-Un
café está bien- Respondió tomándome de la cintura y luego besándome en la boca.
-¿A quién
se está cogiendo tu socia?- Le pregunté.
-Creo
que a Marga-
Tomamos
el café y no paso mas de un minuto en que estábamos abrazadas y desnudas en mi
cama. Detallar todo lo que hicimos seria largo. Exploré todos sus huecos, hasta
las orejas, lamí y besé los dedos de sus pies y de sus manos, la penetré con mi
dildo y ella hizo lo propio conmigo. Nuestras lenguas no solo se mezclaron
entre sí en profundos besos sin o también pasaron por vaginas apetitosas, con un
sabroso gustito amargo. Fue una sucesión interminable de orgasmos mutuos. El
mundo era como un planeta lejano. Nosotras solo existíamos en medio de la nada
del universo. Creí por momentos que mi cabeza iba a estallar.
No
podría establecer una comparación con la relación que había tenido con Silvia.
Eran diferentes. A pesar de haber sido dominante con la morocha, sentía que la
rubia era como una pequeña muñeca que se derretía entre mis brazos. Y ella
gozaba de su sumisión. Terminamos agotadas.
Nos
dimos una ducha. Le ofrecí otro café. la hija de Nogueira debía volver al
trabajo.
-Decile
a Silvia que no se olvide de Keiko sino se va a sentir frustrada- Le dije y nos
reímos.
-Se
lo voy a recordar aunque no creo que lo necesite.
Esa
noche mis novias y yo nos contamos nuestras aventura sexuales. Keiko no estaba enojada.
Ya la había llamado Silvia para su sesión de sexo. Y así pasamos esa primer etapa
de la “comunidad ampliada”. Las cinco lesbianas felices.
La
turca, la japonesa, la hijita del millonario, la que se hacia la hetero a los dieciocho
años y yo, supuestamente, la superada.