Descubrí el placer de vestirme con ropa de mujer aproximadamente a los once o doce años. Y en lugar de hacerlo a escondidas como, luego supe, lo hicieron la mayoría de las crossdressers, me animé y le pedí a mi madre si me dejaba usar su ropa.
Cuando esperaba un reto por mi audacia, fui sorprendido por su reacción. Me dejó hacerlo permitiendo que tomara de su placar lo que quisiera. En principio, siempre y cuando conservara el secreto entre nosotras (nosotras dijo) y que no lo supiera mi padre que estaba todo el día fuera por razones de trabajo.
Es preciso aclarar que soy hijo único y por lo tanto gozaba del privilegio de su atención. De manera que comencé a usar sus prendas. Me ponía corpiños, bombachas, polleras, blusas y vestidos, sugiriéndome ella que también usara unas hermosas enaguas semitransparentes que me hacían ver atractiva. (siempre me mencionaba en femenino)
Yo era delgado y lampiño, por lo que todo me quedaba bien y me encantaba ver mi figura frente al espejo cubierto por esa prendas.
Para aquel entonces yo tenia un amigo que vivía justo enfrente. Se llamaba Roberto y tenia dieciocho años. Venia muy seguido a casa y la razón no era muy clara ya que a su edad otros chicos andan correteando tras las mujeres o, a lo sumo, tras una pelota de futbol.
Pero el venia a mi casa a jugar conmigo. A los soldaditos, a las carreras de autos, o a mirar revistas. Se había convertido en una persona de confianza de mi madre.
Yo no me preguntaba, en esa época, porque lo hacía. Ni siquiera tenía alguna sospecha. Totalmente ignorante de cualquier tema que tuviera que ver con sexo ni me molestó cuando un par de veces acarició mis glúteos como al pasar.
Lo único que yo había visto en mi corta edad eran los besos románticos de las parejas en las películas y toda mi fantasía pasaba por ahí. Cuando estaba vestido de mujer me imaginaba besándome con un chico y nada más.
Y ese era mi secreto hasta aquel día.
Ese día Roberto estaba en casa como de costumbre. Mi madre, modista con bastantes clientas en el barrio, al no tener un maniquí para probar como quedaban las prendas solía probarlas en mí. De manera que tuve sobre mi piel los vestidos que luego usarían varias vecinas. Eso sucedía estando solos pero en esa ocasión mi madre necesitaba terminar un prenda y delante de mi amigo me pidió que me la pusiera.
No me sentía muy contento de hacerlo pero acepté. Fui hasta el dormitorio, me puse el vestido y volví al comedor, donde solía trabajar mi madre y donde también estaba Roberto.
Cuando me vio, y mientras mi madre tomaba sus medidas mi vecino que me veía por primera vez con ropas femeninas dijo.
-Que lindo que estas, te queda bárbaro ese vestido-
A lo que mi madre replicó.
-¿Viste? Le queda hermoso. La verdad es que le gusta vestirse de mujer-
-¿En serio?- Pregunto Roberto.
-Si- Y dirigiéndose a mi me dijo- ¿Por qué no le muestras después?-
Yo estaba algo confundido. Mi madre había hecho hincapié en que era un secreto y ahora se lo estaba contado a un vecino y además me instaba a que me vistiera de mujer para que me vea. Pero soy obediente y fui a su dormitorio .
-¡Ponerte la enagua blanca que te queda linda!- Gritó mi madre desde el comedor.
Me puse un corpiño, una bombachita y la enagua blanca. Sali del dormitorio y cuando llegué al comedor Roberto me miró y exclamó
-¡Estas bellísima!-
-¿Verdad que si?- Dijo mi madre
Y luego disponiéndose a seguir trabajando ordenó
-Vayan a su habitación, que tengo que terminar esto-
Cuando Roberto y yo entramos en mi habitación ella llegó por detrás y cerró la puerta.
-Así están más tranquilos- Manifestó.
Roberto y yo nos miramos. Él se acercó a mí y dijo
-¿Te gusta tanto vestirte de mujer?-
-Si-
-¿Y cuando estas vestido de mujer, que sentís? ¿Te sentís una mujercita?-
-Si-
-¿Y piensas en chicos, algo así como tener un novio?-
-Algo así-
-¿Y qué te gustaría hacer con un novio?-
-Besarnos en las boca, como en las películas-
-¿Nunca te besaron?-
-No-
-¿Queres que te enseñe?-
-Si-
Me pasó los brazos por la cintura y me apretó contra él. Me hizo aferrar mis brazos por su cuello y comenzó a acerca su cara a la mía. Me dio un beso en los labios cerrados, pero me los hizo abrir con un empujón de su lengua y pronto ambas lenguas estaban rozándose una contra la otra y yo no cabía en mí de felicidad. Solo tenía doce años pero sentía que la sangre me hervía. Y sus manos comenzaron a pasar por mis glúteos una y otra vez. Y me gustaba. Me gustaba demasiado. Tal vez en se momento no era consciente pero ya sabía que Roberto iba a ser mi hombre.
Así estuvimos un rato. Luego me dio vuelta y tomándome de nuevo por la cintura apoyó su pelvis contra mis glúteos. Sentí que algo grande me rozaba.
-¿Te gusta esto?- Me preguntó mientras hacia un movimiento acompasado.
-Si-
-¿Sabes que hay otras cosas que hacen un hombre y una mujer?-
-¿Cómo qué?-
-Como coger-
-¿Y eso como es?-
-Lo mismo que estamos haciendo ahora pero desnudos. El hombre penetra a la mujer por el culito hasta que acaba-
-¿Acaba?-
-Si, te llena de semen y ambos gozan muchísimo-
-¿Y cuando lo vamos a hacer?-
-Ahora no, estando tu mamá no me siento tranquilo. Pero si podemos quedarnos solos bastante tiempo te voy a enseñar eso y otras cosas que también te van a gustar-
En ese momento mi madre golpeó la puerta. En otra ocasión no lo hubiera hecho pero era evidente que no quería molestarnos.
-Roberto, vino tu hermana a buscarte por que tenes que ayudarla en algo- Dijo
Mi vecino, sintiéndose en alguna medida audaz y confiado me tomó de la mano y fuimos al comedor. Mi madre nos vio.
-¿La pasaron bien?-
-Muy bien- Respondió Roberto.
Y agregó
-Señora, cuando usted tenga que salir o hacer algún trámite yo me puedo ocupar de cuidar a José- (o sea a mí)
Ella lo pensó unos segundos y dijo.
-Mira justamente mañana tendría que ir al centro a hacer un trámite. Me voy a demorar unas cuatro horas entre viaje y lo que tengo que hacer. ¿Podrías quedarte con él?-
-¡Seguro!- Respondió mi vecino.
-Listo, mañana a las nueve venite. José te va a esperar ansioso-
Roberto no me soltaba la mano y hasta me dio un beso en la mejilla.
-Estoy seguro que me va a esperar- dijo y viéndome a mi agregó -Ponete algo lindo-
-Por eso no te preocupes- Manifestó mi madre.
El pacto de entrega estaba concluido. Pero recién comenzaba todo.
En cuanto se fue Roberto mi madre me miró y dijo
-¿La pasaste bien?-
-Si-
¿Qué hicieron de lindo?-
-Nos besamos en la boca-
-¿Y te gustó?-
-Mucho-
-Bien, mañana van a tener tiempo de intimar más. Nadie los va a molestar. Pórtate bien con él y hacele caso. Tenes que comportarte como una mujercita sumisa-
-Si mamá-
Al otro día mi madre me hizo poner un conjunto de bombacha y corpiños negros y una enagua negra transparente. Cuando me vi al espejo quedé fascinado. Realmente esperaba la hora en que vendría Roberto y me enseñara todo lo que me había prometido. A las nueve en punto estaba tocando a la puerta. Mamá le abrió y cuando mi vecino entró y me vio se quedó con la boca abierta.
-¿Qué tal?- Preguntó mi madre.
-No podía estar mejor- Dijo Roberto.
Mi madre tomó su cartera, abrió la puerta, y cuando estaba por salir dijo.
-Por seguridad los voy a dejar con llave. Roberto, trata con amor a José y pásenla bien-
Salió y cerró la puerta con llave. Roberto y yo quedamos encerrados en la casa hasta que mi madre regresara.
Fuimos directo a mi habitación. Lo primero que hicimos fue besarnos una y otra vez. Yo me colgaba de su cuello y el me atraía hacia su cuerpo caliente. Sus manos se posaron en mis glúteos. Sentí que debía hacer lo que mi madre me dijo. Entregarme a los deseos de Roberto, quisiera lo quisiera hacer.
-Antes que nada quiero que sepas que no te voy a lastimar. Me gustas mucho y quiero que seas mi novia- Dijo mi vecino mientras seguía besándome las mejillas y el cuello.
Me ordenó que me sentara en el borde de la cama y lo hice. Él se paró delante de mí y me preguntó.
-¿Nunca viste a un hombre desnudo?-
-No-
-¿Te gustaría?-
-Si, claro-
Sin decir mas comenzó a sacarse la ropa. La remera y luego el pantalón y los slips. Y ahí fue cuando vi por primera vez en mi vida el pene de otro hombre. Estaba derecho y duro. Se acercó a mí, que permanecía sentado y me puso la cabeza del pene a solo un centímetro de mi cara.
-Bésalo- Me ordenó
Y yo, como me había aconsejado mi madre obedecí de inmediato. Comencé a besárselo en la punta y a todo lo largo. A otra orden suya lo tomé en mis manos y lo saboree como un helado. Le pasaba la legua en toda su extensión y mi excitación iba en aumento.
-Abrí la boca- Volvió a ordenar
Y yo, igualmente sumiso abrí mi boca y él empujando con el cuerpo me penetró con ese enorme pene hasta mi garganta. Yo hervia de placer. Roberto se movía lentamente y parecía que entraba en éxtasis hasta que se detuvo.
-¿Qué pasa?- Le pregunté.
-Me encantaría acabarte en las boca pero lo quiero hacer mejor en otro sitio-
-¿Adonde?-
-En tu culito-
-¿Me vas a coger?-
-Por supuesto. Eso es lo que más quiero. Hacerte mía totalmente, llenarte de mi semen y convertirte en mi esposa-
Yo volaba. No sabia como iba a seguir pero él me había prometido no lastimarme.
Me ordenó que me sacara la bombachita y me pusiera como un perrito. Lo hice sin chistar. Luego me preguntó si mi madre no tenía alguna crema suavizante. Le indiqué donde estaba. La buscó y volvió. Se untó los dedos con la crema y empezó a metérmelos en el culo. Yo nunca había imaginado que eso fuera tan placentero y empujé mi culito hacia atrás para que me penetre mejor.
-¡Ah! ¡Estas hecha toda una putita!- Exclamó
Y para mí eso fue un elogio. De pronto me sacó los dedos y me tomó de la cadera. Se afirmó bien y comencé sentir algo mas grueso penetrándome. Adiviné que ya me estaba cogiendo. No cabía en mí de felicidad. ¿Cómo era posible que con doce añitos estaba gozando tanto? El se movió una y otra vez y no se tardó tanto en acabar. Enseguida sentí que algo calentito entraba por mi recto. Nos estiramos sobre la cama y él sin dejar de abrazarme se apretó contra mí. Yo deseaba que ese momento no terminara nunca.
Roberto era una máquina sexual. Durante todo el tiempo en que estuvimos solos me cogió dos veces más. En una me acostó boca arriba y levanto mis piernas por sobre sus hombros dejándome totalmente expuesto, en la otra se acostó él boca arriba y me hizo sentar sobre su pene y que fuera yo quien se moviera para hacerlo acabar. Después de todo lo que hicimos yo estaba cansado y él también pero al final se dio el gustó de volver a acabar donde lo deseaba, en mi boca. Sentí todo su semen llenando mi garganta, calentito, suave, dulce.
Cuando llegó mi madre estábamos besándonos en el dormitorio. Al sentir la llave fuimos al living y una vez abierta la puerta apareció la cara de madre y luego entró.
-Hola. ¿Todo bien?- Preguntó.
-Excelente- Contestó Roberto.
-¿La pasaste bien?- Le preguntó a él.
-De maravillas, señora- Volvió a responder.
Como Roberto debía ir a hacer un trabajo me quedé solo con mi madre. Ella tenía todo bien claro y me lo demostró con sus preguntas.
-¿Te cogió?-
-Si, mamá-
-¿Y te gustó?-
-Mucho. También me acabó en la boca-
-¡Ah, qué suerte! Hace tantos años que no saboreo una acabada en la boca-
-¡Mamá!-
-¿Qué te escandaliza? Soy una mujer y tengo mis pasiones. Pero ahora las estas disfrutando vos-
Y así fue que cada vez que mi madre tenía algo que hacer, ya fuera las compras para lo que se tardaba no mucho tiempo o algún trámite en el centro, donde se tardaba más, Roberto venía a “cuidarme”. Y yo estaba cada vez mas ansioso esperando el momento.
Mientras tanto descubrí que me encantaba que me maltratara un poco. Casi de casualidad comenzó a darme nalgadas o a apretarme los pezones. El dolor me causaba placer y cuando lo supo tampoco se privó de hacerme sufrir un poco. Me acababa en la boca y en el culito. Me enseñó varias poses más y nos besábamos apasionadamente.
Mi madre seguía estimulando esos encuentros y disfrutaba con ellos al punto que ya no le importaba vernos, cuando ella estaba en la casa, abrazados y besándonos. Roberto se había convertido en mi novio oficial.
Pero ese era solo el principio. Pues a mi madre, evidentemente deseosa de convertirme totalmente en un puto asumido continuó con un plan que yo ignoraba. Le contó a mi padre lo que estaba sucediendo. ¿Esperaba que mi padre reaccionara violentamente?
No. Ella sabía muy bien que mi padre había tenido algunas experiencia homosexuales en su juventud y que finalmente, el hecho de que yo naciera fue mas producto de la casualidad que otra cosa pues mi padre no tenía el más mínimo interés en tener relaciones con ella. Y a decir verdad ella con él tampoco.
Yo no supe que mi madre había confesado a mi padre que yo estaba en relaciones con un muchacho hasta que un día, en que ella había salido a hacer un trámite y Roberto estaba trabajando, por lo tanto no pudo venir, me quede en casa, a solas con mi padre.
Entró en mi habitación y se sentó en el borde de la cama. Sin más preámbulos me dijo
-Así que te gusta sentirte una mujercita y tenes un novio-
-¿Quién lo dijo?-
-Tu madre, ¿Quién va a ser?-
-Creí que era un secreto-
-No, nunca fue secreto. Tu madre ya intuía que te gustan los chicos, sobre todo por que nunca protestabas cuando probaba ropa de mujer en vos. Luego caíste solo cuando le pediste usar su ropa y para terminar también se dio cuenta que ese chico que es tu novio venia acá a buscar algo mas que jugar con los autitos. Por eso te hizo vestir adelante de él y todo lo demás hasta que los dejó solos para que tuvieran relaciones tranquilos. Yo lo supe siempre. Tu madre sabe desde hace mucho tiempo que me gustan los muchachitos y no hay nada mejor que tener uno en casa disponible todo el tiempo sin el riesgo de andar buscando por ahí. Tu madre te hizo entrenar con ese chico, al que podes seguir viendo si quieres pero lo hizo para entregarte a mí ya con experiencia. Ahora anda y ponete esa ropa linda que sabes usar-
Entonces fui al dormitorio de mis padres y me puse lo acostumbrado. Regresé a mi habitación. Mi padre seguía sentado en el borde de la cama pero ya se había bajado los pantalones.
-Estas muy linda. Muy seductora-
Y tomándome de un brazo me ordenó que me arrodillara ante él. Lo hice y pronto tuve su pene frente a mi como aquella vez con Roberto, pero no tuvo preámbulos.
-Abrí la boca- Me ordenó.
Y tomando mi cabeza penetró su pene en mi boca y se movió lentamente hasta que sentí su semen en mi garganta.
-Listo. De ahora en mas no tenes que esconderte de mí para andar vestida de mujercita. Además, a partir de esta noche vas a dormir conmigo en la cama matrimonial-
-¿Y mamá?-
-Tu madre va dormir en tu cama. De ahora en más vas a ser mi esposa-
A pesar de que creí que mi madre se enojaría por semejante cambio, en realidad pareció ser que era lo que andaba buscando y se fue feliz a dormir en mi habitación. Además de tener relaciones ocasionales con Roberto cuando podíamos también disfrutaba que mi padre me cogiera todas las noches. Tenia doce años y ya era toda una puta.
Esta situación se fue prolongando en el tiempo. Yo disfrutaba de dos hombres y ambos mantenían el mas absoluto secreto. Roberto por que no tenia ni la mas mínima intención de compartirme con algún vecino del barrio. Me quería toda para sí aunque le conté lo que pasaba con mi padre y ante eso no tuvo objeción. Y mi padre obviamente no podía ni siquiera alardear de que comía a un chico cuando ese chico era su propio hijo pues la cárcel era su destino inmediato. Y yo me callaba la boca por que la estaba pasando muy bien.
Pero, hubo un cambio repentino en la conducta de Roberto. Un día me dijo que conocía a un hombre de otro barrio al que le había hablado de mí. El hombre, viudo y mayor para nosotros, pues tenía la edad de mi padre, se sentía muy solo y no tenía oportunidad de volver a formalizar otro matrimonio.
La idea de Roberto era compartirme con ese hombre ya que le tenia confianza y era una buena persona. Yo le dije que no sabía si podía hacerlo sin que lo supiera mi madre. Roberto me dijo que lo dejara decírselo a él. Un día, estábamos en mi habitación besándonos y mi madre golpeó la puerta para traernos la merienda. Entró, yo estaba solo con corpiño y bombachita pero a ella no le importó. Entonces Roberto encaró el tema.
-Señora, conozco a un buen hombre viudo que necesita un poco de consuelo sexual ya que se siente muy solo. Yo quería pedirle permiso para ir con José a verlo los domingos y que esté un rato con él. Es de otro barrio y mantendremos el secreto-
Mi madre no lo pensó dos veces.
-Bueno, vayan. Vos lo cuidas. Que sean los domingos y no vuelvan tarde.
El domingo siguiente fuimos con Roberto a la casa de este hombre llamado Emilio. En cuanto tocamos la puerta nos hizo pasar. Era un lindo hombre y tendría unos cuarenta años. Su casa estaba muy limpia y prolija. Le ordenó a Roberto que se quedara en el living, si quería podía ver la televisión y me llevó a mí al dormitorio.
Una vez en su habitación me saqué la ropa de varón y me quedé con la ropa interior de mujer que llevaba debajo. Seria largo describir todo lo que hice con aquel hombre. Acabó en mi boca y en mi culito varas veces. Nos besamos desenfrenadamente, practicamos todas las poses posibles. Fue una tarde excepcional.
Una vez que terminamos me vestí y salimos al living. Allí vi como el hombre le pagaba a Roberto por el servicio y nos dijo que nos esperaba todos los domingos. Una vez en la calle le dije a mi novio.
-Esto es ser como una verdadera puta. Los hombres pagan por mi-
-Exacto. Y esta parte es tuya- Y me dio unos billetes.
Volvimos todos los domingos. Cuando ya llevaba varios visitas en las cuales Roberto se quedaba esperándome en el living, el hombre dijo.
-Hoy vamos a hacer algo diferente-
Y mirándome a mí me preguntó
-¿Alguna vez te comiste dos penes al mismo tiempo?-
-No- Respondí asombrado-
-Pues ahora lo vas a hacer-
Y, a partir de ese día Roberto también participo de las relaciones con Emilio. Tener un pene en la boca y otro en el culo al mismo tiempo era lo mas hermoso que me había pasado. También jugaban acabándome en la cara, dándome nalgadas o apretándome los pezones hasta gritar mas de placer que de dolor. Eso hizo que esperara los domingos con ansiedad.
Y mi padre me sometía todas las noches. Y como placer adicional me pedía que le contara de mis aventuras fuera de casa con Roberto solo o con Roberto y Emilio. El saber que yo tenía relaciones con dos hombres lo excitaba aún más y se convertía en una maquina de sexo. Yo estaba feliz.
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