Monday, September 05, 2022

EPILOGO ARDIENTE...DE EXPERIENCIAS INESPERADAS. (NO APTO PARA MENORES NI GENTE IMPRESIONABLE)

 Epilogo sexual (No apto para menores)

 Pasamos diez días hermosos en Las Grutas. Nuestra rutina era levantarnos temprano, bajar a desayunar a la cafetería y luego nos íbamos caminado hacia la playa, sombrillas en mano, reposeras y bolsitos con algún libro, dinero y cremas protectoras. Luego de tomar un poco de sol, Marga y yo, por que Keiko, como buena japonesa prefiere verse pálida, íbamos juguetear en el agua, caminábamos por las restingas buscando pececitos en lo piletones naturales y al medio día nos acercábamos a nuestra pizzería favorita donde, después de acabar con la pizza y un litro de cerveza hacíamos una amena sobremesa. Por la tarde, era mar de nuevo o la pileta del complejo donde estábamos alojadas. Nadábamos un poco y luego disponíamos las reposeras para secarnos, leer otro poco y conversar de pavadas. A la tardecita subíamos a la habitación, nos duchábamos y nos poníamos super elegantes. Bajábamos a cenar y chusmear sobre nuestros vecinos de mesas y después del postre nos íbamos a caminar por la calle principal a ver las vidrieras, los artistas ambulantes y si nos interesaba, algún espectáculo teatral.

Al llegar a la habitación se desataba el infierno. Nos desnudábamos de inmediato y comenzaba una orgia donde no faltaban lenguas que penetraban por todo sitio y centímetro de piel. Ningún agujero quedaba por explorar y todo era gemidos y gritos acallados para no hacer escándalo.

Marga amaba besarnos los pies y chupar con fruición los dedos. Aunque Keiko y yo tampoco nos quedábamos atrás en ese fetichismo. Usábamos los dildos de todas las maneras posibles. Los teníamos sujetos con arneses y las variantes eran dos penetrando a la tercera una por delante y otra por detrás, o una por delante o detrás y la otra por la boca. Keiko era la que mas gozaba de esa sensación de entrega y sumisión.

O sea que no nos privábamos de nada. Y como el bondage entra también en nuestras prácticas sexuales yo había cargado en la camioneta unas cuerdas que usamos a tal fin. Lo normal es que dos de nosotras atáramos al tercera de pies y manos y la amordazáramos. Una vez inmóvil comenzábamos un juego de besarla, acariciarla, morderla, apretarle los pezones y jugar con nuestras lenguas en sus cavidades hasta hacerla explotar en interminables orgasmos. Era algo que las tres gozábamos de la misma manera.

Pero en esta ocasión se me ocurrió una variante, se diría opuesta. Porque igualmente dos atábamos a la tercera de pies y manos a la cama de una plaza, la amordazábamos y la dejábamos ahí mientras las dos libres hacíamos el amor de manera que la inmovilizada viera todo y se muera de ganas de participar. Lo mas gracioso era que después que las dos que habían tenido relaciones se iban a dormir, no desataban a la tercera hasta el otro día a la mañana. Esa nueva experiencia la hicimos dos veces cada una y debo confesar que estar atada y amordazada, totalmente inmóvil me producía un placer tan intenso que tenia orgasmos de solo disfrutar ese momento.

A todo eso le agregábamos en ocasiones unas buenas nalgadas y la pequeña tortura de colocarnos broches de ropa en los pezones hasta no aguantar mas el dolor. Así pasamos las noches de nuestras vacaciones.

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