Monday, September 05, 2022

EPILOGO ARDIENTE...DE EXPERIENCIAS INESPERADAS. (NO APTO PARA MENORES NI GENTE IMPRESIONABLE)

 Epilogo sexual (No apto para menores)

 Pasamos diez días hermosos en Las Grutas. Nuestra rutina era levantarnos temprano, bajar a desayunar a la cafetería y luego nos íbamos caminado hacia la playa, sombrillas en mano, reposeras y bolsitos con algún libro, dinero y cremas protectoras. Luego de tomar un poco de sol, Marga y yo, por que Keiko, como buena japonesa prefiere verse pálida, íbamos juguetear en el agua, caminábamos por las restingas buscando pececitos en lo piletones naturales y al medio día nos acercábamos a nuestra pizzería favorita donde, después de acabar con la pizza y un litro de cerveza hacíamos una amena sobremesa. Por la tarde, era mar de nuevo o la pileta del complejo donde estábamos alojadas. Nadábamos un poco y luego disponíamos las reposeras para secarnos, leer otro poco y conversar de pavadas. A la tardecita subíamos a la habitación, nos duchábamos y nos poníamos super elegantes. Bajábamos a cenar y chusmear sobre nuestros vecinos de mesas y después del postre nos íbamos a caminar por la calle principal a ver las vidrieras, los artistas ambulantes y si nos interesaba, algún espectáculo teatral.

Al llegar a la habitación se desataba el infierno. Nos desnudábamos de inmediato y comenzaba una orgia donde no faltaban lenguas que penetraban por todo sitio y centímetro de piel. Ningún agujero quedaba por explorar y todo era gemidos y gritos acallados para no hacer escándalo.

Marga amaba besarnos los pies y chupar con fruición los dedos. Aunque Keiko y yo tampoco nos quedábamos atrás en ese fetichismo. Usábamos los dildos de todas las maneras posibles. Los teníamos sujetos con arneses y las variantes eran dos penetrando a la tercera una por delante y otra por detrás, o una por delante o detrás y la otra por la boca. Keiko era la que mas gozaba de esa sensación de entrega y sumisión.

O sea que no nos privábamos de nada. Y como el bondage entra también en nuestras prácticas sexuales yo había cargado en la camioneta unas cuerdas que usamos a tal fin. Lo normal es que dos de nosotras atáramos al tercera de pies y manos y la amordazáramos. Una vez inmóvil comenzábamos un juego de besarla, acariciarla, morderla, apretarle los pezones y jugar con nuestras lenguas en sus cavidades hasta hacerla explotar en interminables orgasmos. Era algo que las tres gozábamos de la misma manera.

Pero en esta ocasión se me ocurrió una variante, se diría opuesta. Porque igualmente dos atábamos a la tercera de pies y manos a la cama de una plaza, la amordazábamos y la dejábamos ahí mientras las dos libres hacíamos el amor de manera que la inmovilizada viera todo y se muera de ganas de participar. Lo mas gracioso era que después que las dos que habían tenido relaciones se iban a dormir, no desataban a la tercera hasta el otro día a la mañana. Esa nueva experiencia la hicimos dos veces cada una y debo confesar que estar atada y amordazada, totalmente inmóvil me producía un placer tan intenso que tenia orgasmos de solo disfrutar ese momento.

A todo eso le agregábamos en ocasiones unas buenas nalgadas y la pequeña tortura de colocarnos broches de ropa en los pezones hasta no aguantar mas el dolor. Así pasamos las noches de nuestras vacaciones.

Saturday, September 03, 2022

EXPERIENCIAS INESPERADAS (6TA PARTE DE "MI AVENTURA EN TOKIO")

 

               Capítulo 1

 

Sentada frente al órgano tratando de sacar “Cantando bajo la lluvia” me detuve un momento porque me vino a la cabeza un hecho que creía olvidado. Y tan olvidado que siempre tuve la certeza de que Marga había sido la primera mujer en mi vida y no fue así.

¡Wow! Me dije. ¿Cómo pude haber olvidado a Mónica?

Mónica era una de mis compañeras de primaria. Alta, rubia, de ojos verdes, era la atracción de los varones del curso, pero ella apuntaba mas alto. Ella se fijaba en los chicos del vecino colegio secundario que, habiendo dejado el guardapolvo blanco atrás, como una especie de iniciación en la adolescencia mayor ya usaban saco y corbata.

Cuando salíamos de la escuela ella insistía en que pasáramos por la vereda donde se reunían esos muchachos. Yo la acompañaba solo porque la consideraba una amiga, pero, y ahí sí puedo confirmarlo, los varones no me atraían. Ella intentaba con sus inexpertos doce años tratar de seducir a alguno de ellos y lograba que varios la miraran. Aunque tenía competencia. Las chicas del secundario de la otra cuadra con sus uniformes de inquietantes minifaldas. A pesar de ello no se daba por vencida. Me repetía constantemente que su meta era casarse con un hombre profesional, en lo posible con dinero. De todas maneras, igualmente estaba decidida a estudiar para tener una profesión. Sería doctora. Me lo dijo una y otra vez.

Entre ella y yo había un pacto tácito. Lo nuestro no era una gran amistad. En realidad, creo que nos unió el hecho de ser las llamativas del curso. Ella por demasiado bonita, yo por demasiado esmirriada y algunos hasta nos tenían por antipáticas. Eso hizo que además de pasearnos por la vereda del colegio vecino, estudiáramos juntas lo cual fue de bastante provecho pues conforme pasaron los años obteníamos muy buenas notas.

Cuando llegamos al último grado del primario sabíamos que íbamos a tomar por caminos diferentes. Ella estudiaría bachillerato para poder acceder luego a la Facultad de Medicina, yo tenía decidido seguir el colegio industrial pues amaba el dibujo y además ya esbozaba en mis cuadernos incipientes cuentos y poemas que soñaba publicar alguna vez.

Fue en ese año que comencé a darme cuenta que Mónica me estaba gustando. De pronto me apareció inquietante el deseo, que me costaba contener, de abrazarla, acariciarla y besarla. ¿Qué me está pasando? Me pregunté.

Y mientras estudiábamos, en su casa o en la mía, para los últimos exámenes no podía dejar de mirarla y si bien trataba de disimularlo ella me sorprendió varias veces en ese gesto. Bajaba la cabeza y daba vuelta la cara, pero yo puedo asegurar que se sonreía.

Y un día, sorprendiéndome en mi observación no dio vuelta la cara. Me miró fijo y mientras se arreglaba el cabello con ese gesto sensual que solía hacer frente a los chicos me preguntó sin aviso previo.

-¿Te gusto?-

No respondí.

-Vamos. ¿Te crees que no me di cuenta que te gustan las chicas?- Insistió.

Ya estaban las cartas echadas y no valía la pena ocultar lo que sentía.

-Si, me gustan las chicas. Y me gustas vos, pero a vos te gustan los chicos y no voy a intentar siquiera seducirte-

Se rio y luego de un par de segundos en silencio se acercó a mí, me tomó la mano y dijo.

-Es cierto, me gustan los chicos. Pero solo para casarme con uno, tener hijos y una buena posición, lo que no quita que estaría bueno que seamos amantes, al menos por los tres meses de vacaciones que nos esperan. Luego iré a un colegio al otro lado de la ciudad y hasta es probable que nos mudemos. Sería una linda experiencia sobre todo porque aquí como me ves, jamás me han besado-

-A mí tampoco- Solo atiné a decir.

Y así comenzó mi primera experiencia que podía llamar lésbica. Durante esos tres meses nos encontrábamos casi todos los días e íbamos a pasear, nos quedábamos a dormir juntas, a veces en mi casa, a veces en la de ella. Y cuando estábamos solas nos besábamos como lo habíamos visto en las películas, una y otra vez, desenfrenadas. Solo un par de veces estuvimos totalmente desnudas y abrazadas, pero no sabíamos que hacer y solo seguimos besándonos.

Teníamos solo doce años. Nuestra sexualidad aun no estaba despierta del todo. Éramos una caricatura de lesbianas, pero nos gustaba. Bueno, a mí me gustaba. Ella seguía con su idea. Estaba claro que en su futuro habría un hombre y yo admitiendo todo lo que disfrutaba también tenia en claro todo lo contrario.

Por eso la despedida no fue tan dolorosa como sería de suponer. Habíamos jugado nuestro juego y había llegado el momento del fin. La vi por última vez el día que se mudaron. Acompañé el camión con la vista hasta que se perdió, lejos en la calle, me di media vuelta y volví a casa. Estaba contenta.

Como conté antes, cinco años después conocí a Marga y el resto de la historia ya lo he relatado, salvo un detalle.

Andaba yo por los veinte años, tenía algunas cosas interesantes publicadas. Había perdido el trabajo en donde conociera a Marga. A pesar de no haber vuelto a trabajar en la construcción igualmente terminé mis estudios secundarios en el Industrial porque, en aquel tiempo aun no sabía si podía llegar a vivir de la literatura. Participaba de concursos literarios para lograr alguna edición gratuita de mis obras y uno de esos concursos era organizado por una reconocida entidad privada de medicina prepaga.

La ceremonia de entrega de premios era como casi todas a las que he asistido. Me puse lo mejor que tenia y dispuesta a tolerar los tacos altos llegué al lugar. Había mucha gente en el gran salón. Algunos eran escritores conocidos y otros simples anónimos. Entre los cuales estaría yo, pensé, pero conforme pasaba el tiempo de espera de inicio del acto varias personas se acercaron a saludarme. No sé si por que hubieran leído algo de lo poco que había logrado editar por entonces o porque mi cara les resultaba familiar. O quizá influiría que yo era una de las nominadas para los premios.

El gran salón tenia colgados en sus paredes varios cuadros de esos que los críticos llaman arte. Me dediqué a mirarlos solo por pasar el tiempo. Y estaba en eso cuando, con el rabillo del ojo vi a una dama, alta, rubia, enfundada en un vestido color rosa que mas que elegante se podía decir que era extravagante. La cartera y los zapatos le hacían juego.

Venia acercándose a mí, pero no por que tuviera esa intención sino porque se estaba paseando por el salón saludando a todo el mundo y había tomado esa dirección.

Al tenerla mas cerca mi agucé el oído captando que su saludo era un formalidad vaga e inconsistente. A todos les decía lo mismo y casi no esperaba respuesta, esbozaba una gran sonrisa y repetía maquinalmente su deseo de que le fuera bien en el concurso o en su defecto que disfrute de “nuestra hermosa colección de arte”. Conclusión primera, era Mónica, tan artificial como siempre, pero con dinero. Conclusión segunda, era la anfitriona, o la esposa del anfitrión.

Cuando llegó a mi lado repitió su cantinela, me sonrió, me deseó suerte y siguió rauda detrás de otros participantes. Ni me reconoció, o no intentó hacerlo, o no le importó. La miré alejarse y me sonreí. “Que pelotuda”, es lo único que me vino a la cabeza.

Otra fue la reacción cuando se develó la ganadora del primer premio y mi nombre fue dicho en los micrófonos. La cara de Mónica era una hoja en blanco. Creo suponer que estaba espantada. Ahí estaba, caminando hacia el atril, el recuerdo de una parte de su pasado que, conociendo bien a las mujeres como ella, desearían olvidar y enterrar.

No la miré mientras me entregaban el premio. Una plaqueta, un diploma, el vale para una publicación de mi libro y una importante suma de dinero. Un abrazo del director de la entidad, o sea el marido de Mónica, sus deseos para que tenga una importante carrera en las letras, lo que daba por descontado, y volví a mi asiento mientras un aplauso cerrado sonaba a mi paso.

En el brindis que se celebró luego tuve que atender a muchas personas que se acercaban a felicitarme. Cuando pude zafe de la presión y me fui a un rincón a degustar una copa de vino con una masa. Y ella se acercó.

-Parece que estás haciendo realidad tus sueños literarios- Me dijo mirándome a los ojos.

-Bueno, veo que vos también estas haciendo realidad tus sueños de ser una dama de sociedad casada con un profesional con dinero. ¿Te recibiste de medica?-

-Si, me recibí y estoy trabajando aquí con mi marido-

-O sea, ¿nada de trabajar para los pobres?-

-Ni loca, ¿vos?-

-Yo tampoco. Que se arreglen solos-

Y reímos con ganas

-¿Te acordas de nuestros doce años?-

-A veces-

-Yo también. ¿estábamos medio locas, ¿no?-

Volvimos a reírnos. Alguien la llamó, nos despedimos.

Nunca mas la volví a ver.

 

 

Capítulo 2 (No apto para menores)

 Marga estaba sentada en un extremo del sillón de tres cuerpos, Yo en el otro extremo. En tanto Keiko esta acostada a todo lo largo con la cabeza apoyada en mi regazo y los pies en el de Marga que aprovechaba a hacerle masajes y darles un beso de vez en cuando.

Estábamos escuchando el Concierto para piano n° 21 de Mozart. Y luego que la música acabó les relaté mi aventura con Mónica.

-De modo que no fui la primera- Dijo Marga dejando de chupar un dedo del pie de Keiko.

-Es que realmente tenia olvidada aquella experiencia y no sé cómo me vino de pronto a la cabeza- Respondí.

-Podrías escribir una novela con eso- Agregó Keiko.

-O algo parecido. El hecho es que me quedé pensando en las mujeres como Mónica. No sé si ella siguió alternando los sexos o ni siquiera si alguna vez le hizo los cuernos al marido, aunque, no sé por qué, la creo capaz-

-Vos te réferis a las que les viene bien lo que se presente- Acotó Marga.

-Exacto. Realmente me intrigan. Son indecisas o son insaciables, ¿Qué son?-

-Bueno, al menos saben lo que es chuparse una buena pija- Manifestó Marga.

-Si, eso. Pero nosotras, al menos, sabemos que es ser bien cogidas con esos dildos que tenemos- Dijo Keiko.

-Si, que también te gusta mamarlos- Acoté yo.

-Por supuesto, y me encanta, pero no tienen sabor a carne-

-No te quejes-Dijo Marga riéndose y agregó- ¿O acaso te gustaría comerte una de verdad?-

-¡No, por Dios!- Respondió Keiko. Y después de un segundo dijo -Lo que a mí me gusta no es el sabor de la pija, lo que me fascina es cuando ustedes me hacen arrodillarme y meterme el dildo en la boca. La sensación placentera es por el acto de sumisión-

-Ya te conocemos amiga. Y lo que más te enloquece es cuando una te mete el dildo en la boca y la otra por el culo- Agregó Marga.

-Bueno, eso nos gusta a todas- Manifesté.

-Lo que genera una conclusión maravillosa…no necesitamos a los hombres- Dijo Marga.

-Eso me lleva al pensamiento inicial antes de que nos desbarrancáramos con la conversación. ¿Qué lleva a las personas a coger con otras personas de ambos sexos?- Dije.

-Ansias de aventura, curiosidad, como dijiste antes, indecisión o insaciabilidad- Respondió Keiko.

-Ya veo que estás pensando en un nuevo libro- Dijo Marga.

-Si, es cierto, pero no creo tener muchas posibilidades de hacer averiguaciones. ¿Qué mujer contaría sobre su bisexualidad y mas si es casada?-

-Pocas, pero habría que buscar una forma de hacerlas hablar- Agregó Marga.

-Que cuenten como se las arreglan para acostarse con turistas en una playa del Caribe- Dijo Keiko recordándome lo que les había contado de las madres de Paula y Emilia, de las que sospechaba que eran quienes habían tenido esa conversación acerca de sus vacaciones en Cancún y que yo escuché, sin que lo supieran, en el Mac Donalds.

-Si, esa es una manera de tener una aventura y no sentir culpa. Total, están de vacaciones y todo vale- Acoté.

-Hum, me parece que la mente te está empezando a funcionar a mil por hora como siempre cada vez que estás pensando en algún proyecto- Observó Marga quien siguió chupando los dedos de los pies de Keiko.

Y era cierto. Si tenía intenciones de seguir con esa idea estaba segura que no sería fácil. No era lo mismo que atacar feministas radicales. Esto era mas complejo. Debía buscar quien me pudiera introducir en un ambiente de bisexuales. ¿Pero quién?

No podía ir alegremente y decirle a la madre de Paula o la de Emilia, miren, yo conozco su secreto. Aunque…de todas maneras tampoco era un secreto ya que cuando las escuché hablar había otras mujeres presentes. Lo notable era que a ninguna parecía importarle y era evidente que el hecho había sido divulgado por la protagonista o a través de alguna testigo como una manera de hacerse notar, de mostrarse como una liberada. No lesbiana, liberada nomás, no vaya a ser que las demás crean que es torta, sino que la admiren por su audacia.

Y con un poco de inteligencia yo podría explotar ese grado de vanidad.

Keiko me miró y al cabo de unos segundos dijo.

-Me parece que anda rondando por ahí alguna idea loca-

-Así es, así es- Respondí y agregué -Pero no voy a decir nada hasta que la redondee, por pura cábala-

-Bueno, habrá que esperar- Se conformó mi japonesita adorable.

En tanto Marga continuaba con los masajes, los besos y las lamidas de sus pies.

Mi mente andaba a mil, como decía Marga. Sabía que las dos mujeres habían sido, una testigo y la otra la protagonista, pero mi memoria auditiva no daba para distinguir quien era quien. Por lo tanto, debía andar con pie de plomo para no equivocarme. Si intentaba hablar con las dos juntas podrían sospechar algo y se sentirían mas protegidas para no irse de lengua. Debía hacerlo una por una. Tenía una buena excusa, al fin y al cabo, la relación de sus hijas. En realidad, también me preocupaba sinceramente como seguían las niñas en su romance así que mataría dos pájaros de un tiro.

Busqué en mi agenda los teléfonos de ambas familias. Cuando llamara esperaba que atendieran las mujeres. No quería a los hombres presentes, por obvias razones. De modo que sin saber con quién arrancar hice un revoleo de moneda y la suerte indicó que debía llamar a la madre de Paula.

No sabía si iba a resultar, pero, sería entretenido.

 

 

Capítulo 3

 Al otro día esperé a quedarme sola. Me senté cómodamente en el sillón e hice el llamado a la madre de Paula tal como lo había resuelto el azar. Tuve la suerte de que ella atendiera el teléfono.

-Hola, soy Alexia, la escritora que suele reunirse con su hija y las otras chicas del grupo-

-¡Ah, buen día!- Me respondió aun sin tener idea de por qué razón la llamaba.

Después de algunas frases banales fui a lo que me proponía.

-La llamo por que quisiera tener una charla personal con usted acerca de Paula y como está llevando su situación de aceptación de su identidad sexual. Simplemente quiero saber si tiene algún inconveniente-

La mujer mordió el anzuelo, pero de inmediato respondió.

-Entonces debería ir la madre de Emilia también-

-No, no. Intento que cada una me cuente lo que ve y sabe en la mayor comodidad y discreción-

-Ah, ok. Está bien- Respondió convencida.

Y finalmente combinamos para esa misma tarde. Las dos solas reunidas en casa.

La recibí de manera informal. No me vestí como para una reunión social. Me puse un pantalón de tela engomada, negro y una blusa muy holgada blanca. En lugar del escritorio nos aposentamos en el living. La invité a sentarse y le ofrecí café y masa que aceptó gustosa. Ella, al contrario, estaba muy elegante. Algo insinuante, eso sí. Su vestido era bastante ajustado y se le adivinaban los pezones bajo la tela. De pronto pensé que podía haber interpretado cualquier cosa, sobre todo inconveniente, por haberla citado a solas. En ese momento me arrepentí de lo que estaba haciendo. Claro. ¡Que idiota soy! Pensé. Que otra cosa se le podía haber ocurrido si una lesbiana famosa la invita a su casa a solas. Pero también podía ser imaginación mía, de modo que traté de manejar la situación de la manera mas aséptica. Todavía no sabía si era ésta la que se había transado a la turista española en Cancún.

Comencé, por supuesto, preguntándole por su hija. Traté de sacarle cuanta información podía acerca de cómo estaba llevando su relación de pareja y ella contestaba de manera abierta, sin esconder nada, totalmente inocente. Así fue que supe que todo andaba bien entre las chicas. Que en tanto y en cuanto estaba en sus manos trataban de que no tuvieran inconvenientes y no se metían en sus vidas cuanto estaban reunidas en casa de alguna de ellas. Las compañeras y el resto de la clase las apoyaba y al final reconoció que había sido de mucha influencia en todo el colegio las charlas que yo había dado en cuanto al respeto por las diversidades. Me sentí halagada.

A esa altura, si había tenido algún pensamiento de que yo la estaba tratando de seducir ya se estaba dando cuenta que no iba por ese lado y se relajó. Bajó la guardia. Y yo aproveché. Como si fuera un comentario sin importancia dije.

-Supongo que cuando se vayan de vacaciones alguna de las dos familias tendrá que llevarlas juntas-

-Si, claro. Van a ir con la familia de Emilia a Cancún-

-¡Ah! ¿Van a Cancún?-

-Si, ellos van todos los años. Nosotros preferimos variar y la mayoría de las veces hacemos turismo local. En realidad, una sola vez fuimos a Cancún, con los padres de Emilia y otros dos matrimonios del colegio-

-La habrán pasado bien en grupo-

-Si, fue bastante divertido-

-Es que cuando uno está de vacaciones todo se vuelve más relajado y sobre todo si se está con amigos. En las vacaciones uno se anima a hacer cosas que no haría durante el año- Dije con sutileza.

Y cayó en la trampa.

-Si. Mire le puedo contar algo, porque es usted. Ese año, la madre de Emilia con la complicidad de las otras madres tuvo varios encuentros con una chica española, muy bonita ella, mas que bonita, espectacular.  Solían irse a una de las cabañas a la hora de la siesta. Todos los santos días. Y cuando regresaba estaba esplendida y feliz-

La miré esbozando una sonrisa.

-Entonces, si ella fue capaz de una aventura lésbica. ¿Por qué se negaba tanto a que su hija saliera del closet?-

-Bueno. Una es una y los hijos son los hijos. De todas maneras, es como usted dice, era una aventura-

-Esa es la parte que todavía no comprendo. Yo soy lesbiana. Jamás se me ocurriría tener relaciones con un hombre. Por eso me gustaría saber que impulsa a una mujer a engañar a su marido con una mujer y no con un hombre-

-Por la diferencia. Por hacer algo bien distinto de la rutina. Un hombre sería mas de lo mismo y encima puede ser capaz de enamorarse de una y generar un problema insalvable en el matrimonio-

-Y, una mujer ¿no puede llegar a enamorarse también? Le puedo asegurar que hay algunas que suelen ser bastante posesivas. Para una mujer que no es experta tener una aventura con una lesbiana puede ser riesgoso también-

-Supongo que si-

-¿La madre de Emilia solía hacer eso a menudo?-

-Hasta donde sé fue la única vez-

-Y al parecer a ninguna de las otras madres les importó-

-Claro, porque para ellas era una hazaña que no se atrevían a realizar-

-¿Y usted?-

-¿Yo?-

-Si, digo. ¿Usted lo hizo alguna vez?-

-Lo haría, pero nunca tuve oportunidad-

-En eso no la puedo ayudar-

-Lo sé- Dijo y tras un efusivo saludo la acompañé hasta la puerta.

-Le agradezco muchísimo que haya venido- Le dije a modo de despedida.

Había sido una tarde provechosa.

 

Capítulo 4

 Ahora tenia que tratar con la madre de Emilia, pero tenía un punto a mi favor. Ya sabía que era ella la que había jugado a ser lesbiana. El asunto era como sacarle una confesión.

La llamé al otro día y la conversación de introducción fue bastante similar a la que había tenido con la madre de Paula. Le dije que deseaba tener información sobre la relación de su hija solo para saber si las podía ayudar en algo.

La mujer no tuvo ningún reparo. No tenía problemas en ir a mi casa esa misma tarde y ni siquiera mencionó la necesidad de que también estuviera presente la madre de la otra chiquilla. De modo que. Tal como lo había hecho la tarde anterior también la recibí con café y masas. Yo repetí el pantalón y la blusa y ella también estaba muy informal con un jogging blanco que le quedaba muy bien pero no era nada sugerente.

En el principio de la charla, que también se desarrolló en el living, hablamos de las chicas, de su relación y de su entorno. Básicamente repitió lo mismo que me dijera la madre de Paula, lo que me dejó tranquila respecto de cómo marchaba el romance de sus hijas.

Y ahí introduje la primera pregunta.

-¿Cuándo van de vacaciones las llevan juntas con alguna de las dos familias?-

-Si, por supuesto- Respondió.

-Ah, que bien. Es una manera de que convivan, aunque sea en un periodo sin preocupaciones. ¿Y adonde piensan ir? Pregunto, si no es secreto-

-No, todos los años vamos a Cancún y allí las llevaremos. Como tenemos una sola hija no es problema, en cambio Paula tiene varios hermanos y a sus padres se les hace pesado lidiar con todos. Así no solo ayudamos a las chicas sino también a nuestros amigos-

-Me parece genial. Pero hay que cuidar a las chicas. Ciertos sitios de veraneo pueden parecer por unos pocos días el paraíso y tentar a la gente para hacer cosas de las que luego pueden arrepentirse. Cuiden que se porten bien-

-Lo haremos. Pero…- Dudó.

-¿Sí?- Pregunté imaginándome lo que seguía.

-¿Cómo puedo contarle esto?-

-Con palabras. ¿Qué sucede?-

-Su comentario me hizo recordar que yo tuve una de esas tentaciones. Un año tuve una aventura con una mujer española. Debo confesarle, aunque usted, perdone, lo debe saber bastante bien, la pasé genial-

-No lo dudo-

-Disculpe, no sé si debí contarle esto, pues ahora dirá que habiendo tenido esa experiencia se la negaba a mi hija-

-Adivinó mis palabras-

-Es el temor, usted sabe, de que fracase y no lo pueda superar-

-Lo superará. Es una mujer muy preparada y Paula también-

E iba a levantarse del sillón mientras miraba la hora, como para irse y de pronto me miró a los ojos.

-Hay mas- Me dijo y agregó -Seguí teniendo relaciones ocasionales y sin compromiso con otras mujeres-

-¡Oh! ¡Vaya!- Exclamé.

-Tenemos un grupo de amigas, todas casadas con hombres. A veces nos juntamos y hacemos cosas…y a veces tenemos encuentros con otras mujeres-

-Vaya, usted es una caja de sorpresas-

-Si, pero le ruego, esto es una confesión. Las otras madres del colegio solo supieron de mi aventura en Cancún y les pareció mas graciosa que escandalosa, pero no saben el resto-

-Soy una tumba…y…a propósito, me gustaría conocer ese grupo. No para tener relaciones, ya tengo bastante con dos novias, pero me fascina saber que les pasa por la cabeza a las que alternan entre ambos sexos-

-¿Para otro libro?-

-No lo había pensado, pero es una buena idea. ¿Me contactará?-

-¡Seguro! Se van a enloquecer de conocer a una lesbiana famosa-

-Espero tu llamado-

Y así nos despedimos.

Luego que se fuera la madre de Emilia me quedé pensando un largo rato. Además de que me parecía increíble como les había sacado información sin el mas mínimo esfuerzo todavía estaba tratando de saber a ciencia cierta que deseaban las mujeres casadas cuando tenían una relación lésbica por fuera del matrimonio. ¿Era solo placer? ¿Era la búsqueda de algo totalmente distinto? ¿Era así de sencillo o había algo mas?

Estaba todavía en esas meditaciones cuando llegó Marga desde su casa. Ya se había duchado y cambiado de ropa, después de llegar del trabajo. La amaba cuando se ponía sus calzas y una blusa negras. Keiko ni siquiera pasó por su casa. Entró por la puerta principal de mi casa y pasó rauda por el living cuando Marga y yo todavía no habíamos comenzado a conversar.

-¡Voy a darme una ducha!- Dijo mientras se dirigía a mi baño.

Al rato apareció solo con un camisón blanco. Estaba hermosa. Marga me había preguntado por mis entrevistas, pero le dije que iba a hacer unos mates así se los contaba a las dos juntas. De manera que cuando mi japonesita apareció ya tenía listo todo para tomar mate y ponerlas al tanto.

Algo sabían de mi entrevista con la madre de Paula, pero cuando les conté de la confesión de la madre de Emilia casi se quedan duras con la boca abierta.

-¡No puedo creerlo!- Dijeron a coro, como si lo hubieran ensayado.

-Así es. Y tendré un contacto con el grupo de tortas. Y podre juntar material para mi libro-

-Esto va a ser genial- Agregó Marga mientras daba una chupada a la bombilla.

 

Capítulo 5

 Yuzu volvió a llamarme para avisarme que las ventas de mi último libro seguían aumentando y del Estudio Wit también recibí la notificación de que tenían bastante avanzado el animé y que esperaban estrenarlo en unos meses, pero, que, de todas maneras, ya habían hecho una prueba de mostrar a diferentes públicos algunos avances de lo realizado y la acogida había sido sumamente positiva.

En tanto yo trataba de tener actividades todo el tiempo para no amargarme por la lamentable situación de mi país. Debo confesar que a veces me daban ganas de irme a vivir a otro lado. No soy nacionalista, pero al menos quisiera vivir en un país ordenado, con progreso, trabajo, educación y sin violencia y eso está cada vez mas lejano en la Argentina.

Por de pronto, mientras realizaba videos tocando el órgano y los subía a un canal de You Tube que creé a tal efecto, esperé el llamado de la madre de Emilia. Su demora me hizo pensar que se había arrepentido pero dos días después me mandó un mensaje de WhatsApp para avisarme de una próxima reunión, solo de carácter social, y a la que estaba invitada. Se disculpó alegando que antes de darme el dato lo había consultado con el resto del grupo y la aprobación había sido unánime.

Bien, esto va mejor de lo que esperaba, pensé. De modo que, contrariamente a lo que suponía, las señoras casadas que gustan de las aventuras lésbicas estaban dispuestas a hablar. ¿Necesidad de catarsis? ¿Vanidad? Ya lo sabría. De inmediato acepté la invitación.

El día indicado fui al domicilio que me pasó la madre de Emilia. Tal cual lo imaginaba, dentro de ese grupo no había otras madres de alumnas del colegio. Me encontré con un grupo de desconocidas. Recordé el comentario de la señora acerca de que solo le conocían su aventura de Cancún.

Como soy, para estas mujeres, y otras también, una celebridad, me recibieron como tal. Se prodigaron en besos y abrazos. Alguna se entusiasmó un poco, pero la frené. Eran un grupo muy singular. Al menos en apariencia no había ni siquiera un hilo conductor. Físicos de características diferentes, gordas, delgadas, altas, petisas. En la ropa tampoco coincidían, unas de jogging, otras súper elegantes, otras mas formales. Y las edades oscilaban, según mi calculo, entre treinta y cincuenta años.

En suma, eran seis con la ya conocida madre de Emilia. Lo primero que me preguntaron fue si tenía intenciones de escribir un libro con el tema. Les dije que no lo había pensado pero que de una casual conversación con la madre de Emilia había surgido el tema. Ustedes saben que esto era mentira, pero era una mentira piadosa. No quise mencionar a Emilia y su orientación sexual, pero luego, en medio de la conversación advertí que todas sabían de ella.

Les comenté que no solo me interesaban las anécdotas que pudieran contar, sino que me intrigaba en particular que las llevaba a buscar mujeres para engañar a sus maridos y que sentían respecto a relacionarse con ambos sexos.

-¿Usted no ha tenido relaciones con hombres?- Me interrogó la mas jovencita.

-Jamás. Nunca tuve la más mínima curiosidad-

-No sabe lo que se pierde-

-En verdad, en lo personal, prefiero seguir en la ignorancia-

-Otra cosa que a mí me intriga, ¿Cómo hace para mantener dos novias?- Preguntó otra.

-Con esfuerzo- Respondí para luego aclarar que era un chiste y allí me explayé contando acerca de la comunidad que teníamos y terminé diciendo.

-Nos amamos entre todas. Y está bien por es un reaseguro por si a alguna le pasa algo. No son relaciones ocasionales. En realidad, hay una comunión-

A esa altura ya me estaba acercando a ponerme molesta. Yo había ido con intención de interrogarlas y eran ellas las que me preguntaban a mí. De todas maneras, intenté responderles con amabilidad porque de esa manera obtendría mayor predisposición de su parte. No volvieron a insistir y comencé yo con mis preguntas y aclaraciones.

-En realidad todo esto comenzó por pura curiosidad, como ya lo adelanté, después de una conversación con ella- Dije señalando a la madre de Emilia y agregué – y también porque hace poco me vino a la mente una aventura que tuve en la preadolescencia con una chica que ya de grande se casó y no fue algo extemporáneo, sino que era su idea desde que estábamos en el colegio primario. Si llevo adelante un libro, mi idea sería plasmar aventuras y anécdotas, con los nombres cambiados, por supuesto y hacer una breve reseña de cuáles son las motivaciones de cambiar de objeto sexual-

-Entendido- Dijeron casi a coro.

Y comenzaron con los relatos. En realidad, eran historias bastante parecidas. Algunas habían tenido primero una aventura lésbica con compañeras de secundario y después se casaron pensando que lo suyo era algo pasajero. Con el tiempo descubrieron que no y comenzó la alternancia. Otras fueron al revés. Jamás habían tenido relaciones lésbicas y ni soñaban tenerlas, pero con los años comenzó el tedio y en ese momento en que una persona esta mas susceptible por la situación lo que se acercó fue una amiga u otra mujer que la comprendía, generalmente compañera de trabajo, y terminaron en la cama descubriendo que eso era mas lindo que hacer el amor con su marido en la misma posición durante años, tolerar que solo él tenga un orgasmo sin saber que ellas podían tenerlo también.

El orgasmo. Todo pasaba por ahí. Tantas mujeres ignoran lo que es tener un orgasmo. El hombre, egoísta a la larga, jamás espera que su esposa pueda gozar de semejante manera. Para el hombre ella debe ser la receptiva pasiva que está solo para darle placer. Si a eso se le suma el hastío de una vida vacía o incluso la falta de relaciones sexuales, el deber de cumplir el rol de ama de casa, madre, esposa, acompañante sin ninguna gratificación, como lo espera la sociedad, y no solo la sociedad machista sino también muchas mujeres que creen que debe ser así, es lógico que las hartas busquen otra cosa, realmente otra cosa que no sea ponerse al abrigo de un hombre. Lo que necesitan es una buena compañera de juegos sexuales que las haga sentir plenas.

 

Capítulo 6

 La conversación continuó. Las mujeres estaban ávidas de contar sus experiencias y aproveché el envión antes de que se arrepientan. El segundo tema que las empujaba a tener relaciones lésbicas era la seguridad, en varios sentidos. Al parecer sentían que otra mujer no se pondría violenta, ni generaría ningún escándalo porque generalmente estarían en la misma posición de, permítaseme el termino futbolístico, “orsay” y de riesgo respecto de sus propias parejas hombres.

La otra sensación de seguridad era por supuesto que sus maridos tuvieran alguna sospecha de engaño. Si, cuando se ponían inquisidores, les decían que iban a encontrarse con una amiga, era evidente que eso era cierto de alguna manera. El hombre, si fuera tan paranoico como para seguirlas o mandarlas seguir, al verla encontrarse con otra mujer dejaría de lado sus sospechas. En general los hombres son bastante ingenuos en ese punto.

Pero, por el contrario, si lo descubrieran, por azar o por insistencia la reacción podría ser mas peligrosa. Un hombre engañado por su esposa con otro hombre tiende a esa ancestral sensación de pelea con el rival, tal como en la época de las cavernas y eso generaría una situación violenta, pero lo que el hombre no comprende, ni comprenderá, es que su esposa se acueste con otra mujer. No entra en su cerebro tal idea y no la puede metabolizar. Eso puede llegar a ponerlo mas violento.

Estas mujeres con las que hablaba estaban seguras de hacer todo con mucho cuidado para no ser descubiertas y hasta ahora les estaba yendo bastante bien. Solían tener reuniones entre ellas o con alguna fuera del grupo, pero no cualquier desconocida, sino en quien pudieran confiar.

Tomé nota de todo lo que me contaron. De sus anécdotas, de como cada una descubrió dentro de sí la llama del lesbianismo y de cómo se conformó este grupo tan particular. De como utilizan diversos métodos para el engaño y de la tremenda satisfacción que les produce una relación. De cómo se sienten mucho mejor de ánimo y ganas de vivir la vida.

Cuando ya se estaban agotando los comentarios una de ellas dijo.

-No podés dejar de escribir ese libro. Así como ayudase a muchas mujeres y sobre todo a las chicas jóvenes con tu libro sobre el feminismo y el machismo debemos ayudar a todas las mujeres que viven una vida insatisfecha y triste por no animarse a hacer algo diferente-

-Voy a ponerme a trabajar. Les haré llegar borradores para que los vayan leyendo- Respondí.

Al fin y al cabo, me complacía que pareciera que la idea del libro era suya lo que me evitaba decirles que había sido mi intención desde el primer momento y se sintieran engañadas. Volví a casa con la sensación de que tenia otra mina de oro en las manos. Como llegué tarde, Marga y Keiko ya estaban esperándome con el clásico mate y los bizcochos. Mientras lo tomábamos les conté lo sucedido.

-¿No se te tiró alguna?- Preguntó Keiko.

-No, como tirarse no, pero noté que varias andaban con ganas. Por supuesto que traté de no darles ni la más mínima posibilidad-

-El trabajo con el placer no se mezclan- Acotó Marga.

-Y mucho menos entre una jauría de lesbianas donde cualquiera de ellas me vería como un trofeo. Imagínate, quien se levantará a la torta famosa-

-¿Crees que tenés suficiente material, como para no tener que repetir la experiencia?-

-Supongo que si porque espero no volver. De todas maneras, basándome en las historias que me contaron te puedo inventar diez o quince mas-

Y después de esta última frase me quedé pensando al punto que Marga y Keiko se quedaron mirándome extrañadas.

-¿Qué te pasó?- Me preguntaron.

-Nada, que de pronto se me ocurrió una idea. Pensaba, ¿Cómo será este tipo de mujeres del otro lado del mundo?-

-Ah, ya me la veo venir. ¿Otro viaje al Sol Naciente?- Interrogó Marga.

-No, por ahora no, pero…-

-¿Pero qué?- Preguntó Keiko.

-Tengo en mente una persona que puede hacer el trabajo sucio allá en Japón. Alguien que no tiene drama en hurgar profundo-

-¡Mitsuko!- Exclamó Keiko.

-Tal cual- Respondí.

-¿Y crees que aceptará?-

-Seguro, es capaz de cualquier cosa con tal de divertirse. Después la voy a llamar-

-A propósito…- Comenzó a decir Marga -¿Mitsuko es la lesbiana que te posibilitó ayudar a Mei y Yuzu, según contas en tu libro?-

-¿Cuál es el problema? Vos no quisiste ir a Japón conmigo en mi primer viaje y a Keiko no la conocía. Conocí a Mitsu, tal como lo conté, en plena calle. Lo demás está en la novela. No hay ningún secreto-

-Si, no hay problema con eso. Lo que ocurre es que hasta recién no había caído en la cuenta que esa lesbiana de la que contas era Mitsuko. Y…otra pregunta Mitsu ya andaba con la cuatro ojos?-

-No, en aquel entonces, pero me parece que Maruta ya le andaba detrás y pocos meses después ya estaban viviendo juntas para asombro de Harumi-

-Pero Harumi ya sabía que su hermana era torta-

-Si, pero la hacía saliendo con mujeres mas grandes. La sorpresa fue cuando su compañera de colegio, Maruta, le contó que andaba con su hermana-

-Y, por aquel entonces, Harumi todavía andaba sin saber que quería hacer de su vida sentimental-

-Si, pero me parece que Matsuri ya la “decidió”-

Y levantándome de mi asiento, me dirigí a mi estudio diciendo.

-Voy a llamar a esa yegua y proponerle un negocio-

 

Capítulo 7

 Hice una llamada por Zoom a Mitsuko. Sabía que, a la hora en que la llamé, estaría en su casa y sobre todo despierta.

Se alegró muchísimo de verme la cara. Mientras estábamos saludándonos se asomó por detrás de ella la carita de Maruta sonriendo, enigmática, con sus infaltables anteojos. Saludó, me mandó besos para Marga y Keiko y siguió su camino.

-La mandé a cocinar- Dijo Mitsuko entre risas-

Inmediatamente después me preguntó como andábamos y yo aproveché a preguntarle por las chicas. Ella estaba en contacto con todas y me fue pasando un rápido informe que, como conclusión, indicaba que estaba todo bien.

Después de todo ese intercambio de noticias me preguntó.

-¿Qué andas necesitando?-

-Ja. Me haces sentir que solo te llamo para pedirte favores-

-Y lo bien que haces. Al menos podemos saludarnos y vernos las caras. Pero no te preocupes. Es un gran placer hacer algo por vos-

-Bien, el tema es así…- Dije y comencé contarle todo lo sucedido en los últimos días acerca de mi nuevo proyecto.

-Tengo buenas historias, pero de pronto hace un rato se me ocurrió saber cómo sería el tema por allí y…¿a quién preguntarle si no?-

-A la persona indicada. Ahora decime, ¿Lo que quieres es que me contacte con algunas señoras y les saque información?-

-Tú lo has dicho-

-Si, creo recordar a un par de ejemplares de esos y podré conectarme con otras mas. Dalo por hecho-

-Tomate tu tiempo. Tampoco es tan urgente-

-Ok. Me voy a ocupar y te voy escribiendo mails con lo que consiga-

-Te voy a incluir en los créditos y en las regalías si se publica el libro-

-Te tomo la palabra. Y ahora voy a ver que está haciendo Maruta en la cocina-

Y así, una vez que le dejé el encargo a Mitsuko me puse a trabajar en las notas que yo había juntado. Se avecinaba un nuevo libro mientras tanto los anteriores seguían vendiéndose bastante bien y de manera constante.

La subida de videos a You Tube tocando el órgano eléctrico también parecían ir de maravillas. Aumentaban constantemente las vistas y la cantidad de suscriptores. No había pasado un mes desde las primeras subidas que recibí una notificación para ofrecerme a monetizar mi canal. Por supuesto que acepté de inmediato y pronto tuve publicidad al inicio de cada canción. Y eso significó dinero y el dinero siempre viene bien, sobre todo cuando se vive en un país con el 90% de inflación anual.

Afortunadamente el arquitecto Castaño había tomado unas obras interesantes y de gran tamaño por lo que me tranquilicé por el futuro laboral de Marga. En la misma situación estaba la empresa del señor Yamura dirigida por Keiko. Habían logrado reemplazar un componente de su producción que era importado por otro nacional con lo que evitaron que tener que lidiar con el gobierno y la falta de dólares para traer esos insumos del exterior.

O sea que la situación de este país maldito no nos afectaba demasiado, al menos por ahora. Y quisiera aclarar que cuando digo maldito no es un insulto. Es la aceptación de que estamos condenados a ir de fracaso en fracaso, sobre todo desde el advenimiento del peronismo allá por 1945. Por eso puedo decir, país maldito, o país maldecido por la suerte. Pero lo peor es que no aceptamos que la culpa es de todos los argentinos y no solo de la clase política, porque los políticos no vinieron de Marte así de pronto. Salieron del seno de esta sociedad que los prohijó y los educó.

En el afán por mantenerse en forma, Marga se compró varios equipos para hacer ejercicios y se montó un pequeño gimnasio en una habitación que todavía tenia desocupada. Un día vimos como descargaron una cinta para caminar, una bicicleta fija y un aparato para hacer abdominales y otras variantes además de algunas mancuernas y pequeñas pesas. Nunca supimos cuánto había gastado, pero en realidad no nos sorprendió porque ya llevaba un par de meses insistiendo con el tema de que estaba harta de ir al gimnasio y que prefería la comodidad de la casa y el hecho de que las tres pudiéramos disfrutar de todo el equipamiento.

Así fue que, aunque Keiko y yo no éramos muy afectas al ejercicio de gimnasio, le hicimos compañía a Marga aprovechando lo que había. De todas maneras, no éramos sedentarias, amamos caminar y andar en bicicleta, pero por la calle. Aunque, estos aparatos venían bien sobre todo para esos días de invierno en que no dan ganas de salir de casa, aunque una fuera una osa polar.

Mi editor volvió a la carga con el tema de que debía hacerme una gira por Europa. Incluso me avisó que las ciudades a visitar serían Madrid, Roma y París. Claro, incluyó Paris porque sabe que muero de placer por visitar esa ciudad, mi favorita en el mundo, aunque ahora ya está compitiendo con Tokio. Es cierto que son absolutamente opuestas y quizá por ello es que me gustan tanto.

Hacer un viaje era tener que ir sola. Ya no podría distraer a Marga y Keiko de sus trabajos una vez mas. Pero, estaba segura de que las extrañaría y no disfrutaría del paseo. Además, ya estaba enganchada con el nuevo libro.

Llamé a mi editor. Le expliqué que por el momento no podía hacer un nuevo viaje y le propuse hacer conferencias por Zoom. Me dijo que era una buena idea y que iba a averiguar que recepción tendría la oferta. Pero no se privó de decirme que las casas editoras europeas estaban un tanto celosas porque les prestaba mas atención a los japoneses. Yo le refuté que no se podían quejar porque habían hecho un gran negocio con mis libros, y ya fuera que yo estuviera por allí o no, se estaban vendiendo muy bien, al menos ese era el reporte que me habían hecho llegar.

Mi editor se rindió ante la evidencia y me dio la razón. De todos modos, le dije que preparara esas conferencias si fuera posible pero que consultara conmigo fechas y horarios. De esta manera di un corte al tema y me dispuse a seguir trabajando.

 

 

Capítulo 8

 En ocasiones salgo de la cueva y voy a alguna reunión de presentación de libros o de lectura. Ya sea porque me invitan como plato principal del evento o sólo como una más para chusmear que se escribe en los clubes literarios, de todas maneras no paso desapercibida y debo firmar autógrafos en algún libro de mi autoría o en cualquier papel, pero no me imaginaba que una persona se me iba a acercar para otro motivo.

-¿Alexia Montes?-

-Si, por ahora-

La mujer que preguntaba mi nombre era la directora de un centro cultural cercano a mi casa. Se rió de mi contestación y continuó con lo que venía a decirme.

-Vi sus videos en You Tube tocando el órgano y me parecieron muy buenos. Seré indiscreta, ¿Lee música o toca sólo de oído?-

-En primer lugar, gracias por el elogio y no es indiscreción, en la información del canal explicité que solo toco de oído-

-¡Ah! Muy bueno, muy bueno. ¿Ha tocado en público?-

-No, me temo que no me animaría. Para hacer cada video he tenido que recomenzar varias veces hasta que me salga el tema completo sin errores. Creo que al público en vivo no le gustaría-

-Debería intentarlo. Le diré una cosa. Si se anima, las puertas del centro están abiertas para usted. Cuando quiera me llama, mi nombre es Edith, y combinamos-

-Le agradezco, pero no se haga ilusiones-

-Espero. Se que un día le va a picar el bichito y aquí tiene donde expresarse-

-Bien, supongo que tiene razón. La llamaré, si me animo-

Y tras un cordial saludo, la mujer se alejó para atender a otras personas.

Debo confesar que me dejó pensando, pero, de todas maneras, aceptar su ofrecimiento era la obligación de tener que practicar mucho, lo que, francamente, me gustaba.

Comenté la novedad a mis novias que, por supuesto, se manifestaron muy entusiasmadas y trataron de alentarme a que me ponga manos a la obra.

-Bien, veré como me hago tiempo para todo. Ahora tengo que escribir un libro- dije.

Pero, al otro día me llegaría una novedad. Me llamó la madre de Emilia y me pidió si la podía ver en el Mc Donalds. Debo confesar que el tono de su voz y el deseo de vernos personalmente implicaba que debía decirme algo serio y que no podía, o al menos no quería, decirlo por teléfono. Y rato después estábamos frente a sendos cafés con medialunas.

-Una de las chicas del grupo que conociste el otro día, Mabel es su nombre, tuvo una cita con otra mujer…-

-Y la descubrió el marido-

-Si, pero no. El marido que las descubrió fue el de la otra mujer-

-¿Y que pasó?-

-Parece que las estaba siguiendo y no mordió el anzuelo de que solo se encontraba con una amiga, tal vez porque sospechaba algo, pero lo cierto es que les hizo un escándalo en la vía pública y luego se llevó a su esposa-

-Podría decir que es problema de la otra mujer, pero, sospecho que ahora Mabel tiene miedo de que el hombre la deschave, si logra saber quién es-

-Exacto-

-Debería suponer que esta señora no es tan idiota como para tener a Mabel en su lista de contactos del celular-

-No lo sabemos-

-¿Cuántos días hace de esto?-

-Ayer-

-¡Ah! Si esta mujer tiene a Mabel en su lista y ha chateado con ella ya puede darse por reconocida, pero si solo ha hablado por teléfono sin chat, aunque la tenga como contacto deberíamos hacernos de ese celular rápidamente, antes de que lo haga revisar-

-Eso suena difícil ¿Cómo lo lograríamos?-

-Robándolo, ¿de que otra manera?-

-Me parece que tu alma de novelista se te subió a la cabeza-

-Si, pero es lo que mejor me funciona. En principio quiero que me consigas con Mabel el número de teléfono de esta mujer y luego déjame todo por mi cuenta. Es necesario que ninguna de ustedes quede involucrada-

Y así fue que pocos minutos después, estando ya en casa recibí un mensaje de Mabel pasándome el número de teléfono de su amante ocasional. De inmediato busqué en mi escritorio un celular con tarjeta que tengo como repuesto por lo que no está a nombre de nadie y llamé.

Tuve que hacer varios intentos y nunca obtuve respuesta por lo que deduje que el aparato no estaba en poder de la señora y era muy probable que el marido ya lo hubiera llevado a algún lugar para que se lo estudien. ¿Pero adonde?

De inmediato me acordé de aquel periodista que me había ayudado cuando fue el caso de las escuelas del conurbano y me puse en contacto con él. Después que le expliqué la situación, sin entrar en demasiado detalle, le pregunté si sabía de algún lugar donde se pueden llevar los celulares para estudiar las llamadas que se han hecho. Por suerte eran solo cuatro.

-Tenes que tener en cuenta que son todos clandestinos. Son hackers que preferirán el anonimato, pero se puede hacer tratos con ellos-

Y me dió la lista. El siguiente paso era saber el nombre del marido de la amante de Mabel, aunque en ese momento me surgió la gran duda ¿Y si, tratándose de negociar con gente fuera de la ley, hubiera dado un nombre falso? Me sentí como al principio.

Estuve un día entero tratando de pensar cómo hacer para identificar el lugar donde podría estar el teléfono. En el medio conseguí con Mabel el nombre del marido engañado. Ya era un dato más.

Como sea, tenía que hacer el intento.

 

Capítulo 9

 Comencé a llamar a los hackers a los teléfonos que me había provisto mi amigo el periodista. Me hacía pasar por la secretaria del marido de la amante de Mabel, no sabiendo si había usado un alias me jugué y le dije el nombre real. Tres de los que llamé manifestaron no saber nada, lo cual sería lógico, pero con el cuarto me llevé la sorpresa. Después de decirle de parte de quien llamaba me dijo que todavía no lo había tocado, que tenía mucho trabajo. Tras esta averiguación llamé a la madre de Emilia y le pedí alguna seña que ella conociera para identificar el teléfono. Al rato me dijo que era color rosa y tenia una funda de Kitty. ¿Se creería una nena todavía? Pensé.

Como también tenia las direcciones de estos individuos fui a la que identifiqué. Para ello me conseguí una peluca rubia y grandes anteojos de sol, me pinté como una puta, me puse unos pantalones elastizados, calzado de acrílico con taco aguja y una blusa que mostraba la mitad de mis senos.

No era un sitio sórdido, tenia un local de ventas de accesorios para celulares. Como me indicó mi amigo pedí por “Alfonso” a modo de contraseña. La empleada fue a la trastienda y al rato me hizo pasar. El hombre estaba detrás de un vidrio sentado a un escritorio, trabajando. Como tuve que esperar, comencé a recorrer el sitio con la vista y de pronto lo vi. Tan rápida como pude lo tomé, junto a otros tres que estaban juntos y luego me quedé haciéndome la idiota.

El tipo me hizo pasar, le hice el verso de que quería que me revisara las llamadas de un celular que le llevé, que era un aparato viejo que nunca había usado por que fallaba. Aceptó el trabajo. Lo tomó, lo miró y lo puso a un costado.

-A que nombre lo anoto- Me preguntó.

-A Gloria-

-Bien. Yo no la voy a llamar. Llámeme usted en un par de semanas.

-Ok- Dije y salí del local con los celulares que había tomado.

De inmediato llamé a la madre de Emilia y a Mabel y les dije que creía que tenía el celular correcto y que quería verla cuanto antes. Nos encontramos, para variar, en el Mc Donalds. Cuando llegué ellas ya estaban allí. Saqué el celular del bolso y se los mostré. Mabel lo reconoció enseguida, no solo por la infantil funda sino también por la pantalla de inicio. Recorrimos todos los contactos y ella no figuraba pero igualmente el hacker hubiera podido identificar las llamadas.

-Bien- Le dije a Mabel -Recuperamos el celular, pero bajo ningún concepto lo debe saber tu amiga. Si ella se entera puede abrir la boca sin querer y no te digo nada si se lo encuentra el marido. Este celular, según mi opinión, debería ser destruido-

-Estamos de acuerdo, ¿pero si solo le falta este celular al hacker no será sospechoso?-

-No, porque me llevé otros celulares también. Lo lamento por sus dueños-

De todas maneras, zafamos de la situación de la manera mas insólita. Al otro día de haber estado yo en el local entraron ladrones y se llevaron alrededor de cincuenta celulares entre nuevos y en “arreglo”. De modo que mi incursión pasó desapercibida. Y lo mejor de todo era que el hacker no podía denunciar lo celulares que tenia para revisar, para no comprometer a sus dueños y con todo el hecho, según mi amigo periodista, ni siquiera parecía acordarse de que alguien lo había llamado en nombre del marido de la amante de Mabel.

Así fue que con mi ingenio y una gran suerte el caso quedó resuelto, pero me enfrentaba a un problema. Temía que en el grupo que había hablado conmigo surgieran dudas en cuanto a la posibilidad de que el libro alertara a muchos maridos engañados. Por lo tanto, las reuní en casa donde tuvimos una larga charla. Después de debatir se llegó a una conclusión. El marido de la amante de Mabel era el único que se había dado cuenta en casi diez años que llevaba el grupo haciendo de las suyas y no creían que el libro aumentara ese porcentaje. Después de todo, argumentaron, los hombres son tan inocentes que, aunque supieran de que hay mujeres que los engañan con otras mujeres siempre van a pensar que a ellos nunca les pasará.

Estaban a punto de retirarse cuando llegaron, por diferentes caminos, Marga y Keiko. Hasta ese momento estas mujeres solo sabían de la existencia de mis novias por comentarios. Cuando las conocieron personalmente se quedaron maravilladas.

-Ustedes son el sueño de todas nosotras- Dijo una de ellas.

-Si, pero esto solo se logra cuando no hay matrimonios y los hombres quedan estrictamente fuera del asunto- Respondí.

-Lo que nos pasa a nosotras es que somos mujeres que todavía vivimos en el sistema patriarcal y queremos un marido para que nos mantenga mientras nos quedamos en casa y tenemos hijos- Dijo otra.

-Y, bueno, eso es lo que aprendieron de sus madres y sus madres de sus abuelas. El asunto es romper el molde antes de casarse, arreglárselas como pueda cada uno, estudiando, teniendo una profesión o un emprendimiento. Asegurarse de ser las generadoras del dinero y así se hacen un favor ustedes, se sienten realizadas como personas independientes, no le deben nada a nadie, se libran de criar hijos y encima pueden dar rienda suelta a su verdadera sexualidad- Comenté

-Ahora es tarde para nosotras- Manifestó una tercera.

-Por eso, si descubren que sus hijas se disparan para el lado lésbico, no las critiquen, no las castiguen, ayúdenlas, aconséjelas y acompáñelas. Será lo mejor para ellas-

-Eso lo puedo afirmar yo y ahora mi hija es muy feliz gracias a los consejos de Alexia- Dijo la mamá de Emilia.

Cuando ya se iban se me acercó Mabel.

-Todavía no les di las gracias como corresponde. Me ha salvado la vida-

-No es nada. Fue un poquito de acción, ya me estaba aburriendo siempre sentada escribiendo- Respondí.

-Si hubiera sido otra situación creo que hubiera intentado seducirla- Manifestó en voz baja.

-Pero no es. Y cuídese. Esta vez salió bien-

Se acercó, me dio un beso en la mejilla y se marchó con las otras que ya estaban en el jardín delantero despidiéndose de Marga y Keiko.

-Simpáticas- Dijo Marga.

-Son todas una boludas- Agregué yo y nos reímos a coro.


Capítulo 10

 Zoom para Europa, practicar con el órgano y comenzar a escribir un nuevo libro. En realidad, estaba bastante ocupada, aunque todavía no tenia las fechas de las conferencias, al menos podía ir usando mi tiempo con la música.

Lo que me preocupaba era el libro. Después de lo sucedido con Mabel y su amante me parecía que escribir un tratado sobre como las mujeres engañan a sus esposos con otras mujeres era algo así como darles información que podía volver a los hombres mas posesivos y paranoicos y las que perderían serían las esposas. Y toda esa duda persistía en mi a pesar de que las amigas de la madre de Emilia y Mabel misma opinaron que debía comenzarlo.

Pensaba en todo ello mientras sacudía las teclas del órgano y no encontraba respuesta. Estaba sola en casa una tarde cuando recibí la señal de llamado de Mitsuko.

-¿Cómo va ese libro?- Me preguntó después de los afectuosos saludos.

-En suspenso…-

Y le relaté toda la historia, sobre todo lo relacionado a Mabel y mis dudas. Ella manifestó que sería un problema en Argentina u otro país latinoamericano donde los hombres todavía se creen los amos de las mujeres y hay mucha violencia de género, pero consideraba que en Japón eso era distinto por razones que no estaban relacionadas con el lesbianismo en forma directa.

-¿Cómo es eso?- Le pregunté.

-El tema es así. Sabes muy bien que aquí hay tolerancia respecto de las personas homosexuales, sobre todo en los sitios en que la influencia taoísta, budista o confucionista es mas poderosa y en algunas prefecturas hay certificados de unión civil que posibilitan la visita a hospitales, derechos de herencia y cosas así. Mei y Yuzu tienen ese certificado. Lo que ocurre aquí es que las personas mayores tienen una vida mas tradicional y muchas veces no saben cómo reaccionar respecto de la homosexualidad, pero no es un problema de homofobia, sino porque tienen un concepto arraigado de igualdad en todas las cosas y suelen ver a los homosexuales como gente muy especial a la que, a veces, no saben cómo tratar. De todas maneras, las mujeres con tendencias lésbicas pero que están casadas tienen amplias posibilidades, sobre todo en los baños públicos de agua caliente. Como es norma meterse en el agua totalmente desnuda y están separados los hombres de las mujeres hay ocasión de algunos juegos eróticos sin mayor culpa. No sé que pasa entre los hombres, pero sospecho que deben hacer algo parecido. No te olvides que antes de la llegada del cristianismo aquí, que por suerte esta muy limitado, la homosexualidad era absolutamente normal-

-Bien, pero…¿qué pasa con las personas jóvenes?-

-Ahí está la otra cara del tema. Los japonese cada vez tienen menos sexo. No les interesa formar una familia porque es “mucho problema” y eso que para progresar en un empleo tener una familia y sobre todo con un hijo es bien visto y deseado-

-Es como el tema de los MGTOW o los hombres vegetarianos-

-Exacto, pero también existe esa apatía entre las mujeres y muchas prefieren vivir solas o tener un perro antes que un hijo-

-O sea que para las lesbianas es mas fácil tener aventuras extramatrimoniales-

-Si, pero no lo ven como lesbianismo, solo como una manera divertida de tener relaciones sin compromiso-

Y tras esa frase agregó.

-Ahí te envié por mail unas historias que me contaron algunas conocidas. Te van a resultar interesantes, pero no son como para andar robando celulares, ja, ja-

Le agradecí el envío y cuando estábamos por cortar me dijo.

-¿Y si contaras las historias que recopilaste vos y las mías como si hubieran sucedido sido en Japón?-

-No sé, pero me diste pie a que se conectaran dos neuronas. ¿Por qué no una novela “ficticia” que suceda en el futuro?-

-¡Genial! ¡Ya la estoy esperando!-

Y nos despedimos.

Esa noche llamé a la madre de Emilia y la invité a mi casa porque no quería hablar con ella por teléfono acerca del libro. A la mañana siguiente, café con leche y medialunas mediante le conté lo que pensaba y que mi idea de ambientar las historias en una novela que orillaba la ciencia ficción. Ella estuvo de acuerdo. Noté que todavía estaba sensible por lo sucedido a Mabel.

A la hora de la sobremesa con Keiko y Marga, nos acomodamos en los sillones del living y mientras degustábamos un licor de café al coñac les conté acerca de mi intención de convertir el tema de las lesbianas de “medio tiempo”, como empecé a llamarlas graciosamente, en una novela de ciencia ficción. A las dos les fascinó la idea, aunque, en ocasiones no sé si lo hacen porque me quieren o porque en realidad les parece bien. De todas maneras, me gusta ser halagada.

Después de una noche tormentosa, no sé qué pasó, pero estábamos todas muy animadas, tal vez por el coñac, a la mañana siguiente cuando me levanté a preparar el desayuno no sabía ni donde estaba. Marga y Keiko aparecieron cinco minutos después y no se las veía mucho mejor. Tomamos unos abundantes cafés para despertarnos y una vez que ellas partieron a sus actividades me senté en mi escritorio, lápiz en mano tratando de imaginar como comenzaría mi nueva novela.

No había coordinado todavía algunas ideas sueltas cuando recibí un llamado de mi editor. Ya tenía las fechas de las tres conferencias que tendría que dar. Una sería para público en Madrid, otra en Roma y la tercera en París.

-¿Qué pasa con el idioma?- Le pregunté.

-Bueno, en Roma y Paris habrá traductoras en tiempo real. En Madrid no creo que tengas problema-

-Ja! También me refería a Madrid. Los españoles también hablan bastante diferente a nosotros-

-Si, lo sé. Las películas de Almodóvar y de Alex de la Iglesia deberían venir con subtítulos. No les entiendo nada-

Y así quedamos. Ya tenía las fechas, el equipo con el Zoom en funcionamiento y yo, con pocas ganas de hablar.

 

Capítulo 11

 La primera conferencia fue para público de Madrid. El sitio donde se encontraban mis oyentes era el Centro Cultural de la Puerta de Toledo. Tenía una capacidad de 150 personas y según podía ver, estaba completo. No se trataba de la presentación de un libro en particular por lo que el moderador que estaba en Madrid hizo una, debo reconocer, elogiosa presentación de toda mi actividad literaria y luego hablé yo, cómodamente instalada en el sillón de mi escritorio. Por suerte la hora del evento era a las 19 horas, de modo que en casa eran solo las 15 horas y yo estaba bien despierta y animada.

Después de dar mi propia interpretación de como había llegado a la literatura y que significaba ello en mi vida manifesté que esperaba sus preguntas. Y los españoles comenzaron una interesante ronda de comentarios, observaciones y definiciones sobre mi obra que hasta a mí me impresionaron. Parecía que se habían leído todo mi trabajo y lo habían desmenuzado a fondo porque inquirieron hasta los más pequeños detalles. Fue todo un desafío pues, en otras ocasiones, los lectores me han preguntado banalidades que contesté con cierta comodidad, pero ahí me sentía examinada y debí pensar. Me sentía, de todas maneras, cómoda en el sentido de que estaba en mi casa y mientras me preguntaban algo yo podía buscar en mi otra computadora los datos necesarios para las respuestas.

Fue una interesante experiencia que, cuando terminaba la conferencia les agradecí de corazón. Luego me llegaron otras preguntas, tales como cuando haría un viaje por España y si existía la posibilidad de que diera conferencias en diversas ciudades. Me cuidé de no prometer nada y le eché la culpa a mi editor.

Pero, en esa etapa recibí de una jovencita la pregunta mas inesperada.

-¿Tiene alguna predilección especial por Japón?-

Me tomé un par de segundos porque me sentí sorprendida.

-Bueno, sí, me encanta su cultura, sin ofender a nadie, pero lo que me ata al Japón es una bella japonesita que me tiene loca-

Al principio hubo un incómodo silencio y luego todo el auditorio estalló en un aplauso que parecía no terminar. Mientras tanto me levanté del sillón y tomando la cámara me dirigí a la pared donde tengo la foto de Keiko y la mostré.

Pero luego moví la cámara hacia el retrato de Marga y agregué.

-Ella también es mi gran amor-

Y el aplauso se hizo mas fuerte. Tras esa demostración de afectos me despedí del público y terminó la sesión.

Al otro día tuve mi turno con público de Roma. En esta ocasión estaban reunidos en el Cinema Nuovo Sacher, en el Trastevere, elegido por que podía albergar bastante público, esperando lograr una cantidad aceptable de gente que, finalmente llenó el lugar.

Al igual que la vez anterior me instalé en mi escritorio y en cuanto se abrió la pantalla recibí un importante aplauso de bienvenida. Comenzamos bien, pensé. Una bella joven ofreció de conductora y realizó una detallada síntesis de mi obra. Luego, hablé yo, mientras era traducida por la mencionada joven. Escucharon en respetuoso silencio y cuando terminé comenzaron las preguntas.

Debo decir que no estuvieron tan inquisitivos como los españoles, pero igualmente demostraron que conocían mis libros. Las preguntas se dirigieron mas hacia mis trabajos sobre la sexualidad en Japón. Era evidente que el tema les interesaba, pero también me interrogaron bastante sobre mi conocimiento de la cultura del país del Sol Naciente. Alegué que no era experta en detalles sobre la cultura pero que podía darles una semblanza a partir de mi trato con la gente.

Además de mi obra también noté interés sobre mis opiniones relativas al feminismo y patriarcado. Por un momento pensé que alguien saldría a tratar de refutarme, pero no. Era evidente que su interés estaba mas allá de las bobadas habituales y escucharon en silencio todo mi discurso.

Hubo un gran aplauso al finalizar y volví a sentirme reconfortada. Por supuesto no faltó la pregunta sobre si alguna vez iría a visitarlos personalmente. Les contesté que no podía prometerles nada pero que siempre tenía el deseo.

Debo contar, en este punto, que ya había hecho un viaje por Europa, allá por el 2012, era muy joven y todavía desconocida. Madrid, Roma, Florencia, Padua, Venecia, Innsbruck, Lucerna, Kerns, Paris, Lourdes, San Sebastián y Toledo habían sido mis destinos. Ese viaje fue iniciático. Allí comprendí que había, no solo otra cultura, sino también otra manera de vivir.

La tercera sesión fue en el sitio mas emblemático posible, la librería Shakespeare & Co. En pleno corazón de Paris. La librería que aparece en la película “Antes del anochecer” y la genial cinta de Woody Allen “Medianoche en Paris “  y, lo mas importante, en el libro “Paris era una fiesta” donde Hemingway la menciona repetidas veces.

Me sentía en la gloria. En parte porque amo Paris con todas mis fuerzas y también por poder ingresar, aunque fuera virtualmente en ese mundo de cultura. No había mucha cantidad de personas, pero disfruté cada minuto de lo que se convirtió en una interesantísima charla, alternando lo poco que sé de francés con español e inglés.

Los franceses fueron, además de saber de mi obra, los que más me requirieron acerca de mis ideas políticas y respecto de la Argentina. Fui clara y franca, tanto que en un momento me preguntó alguien, en español, si no pensaba dedicarme a la política.

-Me temo que no, soy trabajadora, honesta y de mente amplia y todo ello no es compatible con la política-

-Lástima. Se necesita gente como usted en la política-

-Tal vez…- Comencé a responder cuando me di cuenta que quien me había dicho esto no era francés, mas bien sonaba como un perfecto porteño y sin terminar mi respuesta pregunté.

-¿argentino?-

Me respondió que sí. Le pregunté si estaba en Europa porque ya no toleraba vivir en Argentina y volvió a responder afirmativamente.

-Quédate ahí donde estas. Siempre vas a estar mejor que acá-

Se quedó un segundo en silencio y luego puso el pulgar hacia arriba. La sesión terminó con otro fuerte aplauso.


Capítulo 12

 Una vez terminadas las sesiones europeas era hora que me dedicara a la novela y si quería hacer algo respecto al concierto de órgano debía ponerme a practicar sin descanso. Tenía la ventaja de que estaba sola durante gran parte del día ya que Marga y Keiko, afortunadamente para ellas, tenían bastante trabajo.

Es cierto que el trabajo escasea, pero quienes tienen estudio y dignidad pueden aspirar a tener un empleo ya que hay una gran mayoría de gente que ya no califica por falta de estudios o simplemente porque se han acostumbrado a vivir del Estado que fomentó su vagancia como consecuencia de las políticas populistas. Triste destino para un país que era uno de los más avanzados de Latinoamérica en educación.

Marga dependía de que el arquitecto Castaño tuviera obras, pero era un profesional con mucha capacidad y voluntad de trabajar por lo que siempre tenia algo para hacer. En cambio, Keiko dependía de sí misma y por supuesto de la experiencia de su padre, el señor Yamura, pero además contaba con un bien inapreciable que era la lealtad y la capacidad de su personal, algo también difícil de conseguir en estos tiempos.

De manera que mi preocupación rondaba por el nuevo libro. Mientras trataba de inspirarme, porque si bien alguna vez había escrito algún cuento corto de ciencia ficción nunca lo hice en forma de novela, y por ello comencé a releer a H. G. Wells , Isaac Asimov y otros que fueron parte de mi lectura favorita en mi adolescencia.

También cayeron bajo mi vista los textos que me había enviado Mitsuko y que para facilitarme su lectura había impreso. De su análisis saqué las mismas conclusiones que mi amiga japonesa. Estaba existiendo un marcado desinterés en formar parejas heterosexuales con todas las consecuencias que ello acarrea y la opción era cero sexo o aventuras pasajeras tanto homo como hetero. Las mujeres parecían mas liberadas, aunque no tenía ninguna estadística para comprobarlo. Claro que todavía no era la mayoría la que practicaba esta abstinencia, pero había cierta preocupación en las autoridades. Y no era para menos en un país donde la gente prefiere tener un perro antes que un hijo.

Fui dando forma a un argumento que se desarrollaba en una época donde el sexo estaba reglamentado y controlado por el Estado, de manera que todo debía hacerse de la manera indicada y solamente dentro del matrimonio por ello era que las mujeres buscaban la liberación a través de relaciones lésbicas clandestinas, de manera que para no poner en alerta a los hombres casados en mi novela pondría el control de la moral sobre el gobierno.

A la tardecita, cuando llegaron mis novias de sus trabajos me encontraron bocetando algunas ideas en una libreta y les relaté a grandes rasgos lo que estaba pensando.

Fue Keiko quien me preguntó

-¿Y en el caso de hombres insatisfechos, no buscan otros hombres?-

-No hay estadísticas, obvio, pero es totalmente diferente, para una mujer tener una aventura lésbica puede ser solo eso, una aventura. Para un hombre buscar otro hombre es cruzar una delgada línea a la que todos los machos le temen. Además, que si es su hombría la que está en duda lo lógico es que se busquen una mujer para cogérsela y demostrar que son activos dominantes-

Y unos segundos después de esta respuesta se me ocurrió una idea y le dije a Keiko que continuaba sentada a mi lado mientras yo tomaba notas.

-Pero hay otra cosa que es digna de tener en cuenta. Si bien para un hombre que su mujer tenga una relación sexual con otra mujer es lo mas deshonroso que le pueda pasar, al mismo tiempo existe un morbo generalizado de consumir pornografía lésbica-

-Bueno, es eso de que si es ajeno esta bien pero que no me pase a mi- Acotó Marga que estaba sentada en un sillón leyendo un libro.

-Exacto, pero creo que ese factor también debería incluirlo en la novela- Agregué yo.

De manera que seguí trabajando. Keiko se dirigió a la cocina y al rato volvió con el mate y bizcochitos. Y nos acomodamos para la ceremonia relajante de todas las tardes. Conversamos un poco sobre sus trabajos y luego escuchamos música mientras el mate iba pasando de mano en mano. Esos momentos eran necesarios para las tres. Para ellas por lo estresante de sus trabajos y para mí porque también debía descansar la mente.

En ese entonces fue que comencé a dar forma a un ambicioso proyecto arquitectónico. No crean, mis lectores, que se trataba de una gran construcción, pero una vez que se los hice saber a mis novias, todas coincidimos que era una buena idea.

El tema era que pasar de una casa a la otra requería atravesar los jardines a la intemperie y eso era algo bastante complicado por el frio de los inviernos de manera que hicimos lo siguiente, de lo que se ocupó técnicamente el arquitecto Castaño. Como la casa de Marga y la mía tenían una medianera en común a la altura de los lavaderos hicimos una puerta por la que pasábamos sin salir al patio, con una hoja doble para poder cerrarla de ambos lados y dar privacidad en el caso que se quisiera. Para unir mi casa con la de Keiko no fue tan sencillo pero un no muy largo pasadizo realizado en ladrillos y con techo de losa de hormigón, unió la casa de ella con la mía y también pusimos puerta doble, lo que significaba también una medida de seguridad.

Esos trabajos motivaron que pospusiera unos días mi literatura, pero cuando se terminaron quedamos contentas. El arquitecto Castaño volvió a elogiar mi inventiva diciendo por enésima vez.

-Como me hubiera gustado tener una diseñadora como usted, lastima que se dedica a escribir-

Y luego aprovechó para contarme que su hija se había distanciado de su novio.

-Espero que no sea porque se haya vuelto lesbiana- Respondí.

-No, no se preocupe por ello, de todas maneras, jamás la reprobaría, pero el pequeño detalle es que el muchacho le confesó que andaba medio “confuso”-

-¿Gay?- Manifesté sorprendida.

-Así parece, pero bueno, la vida es así- Y encogiéndose de hombros me dio la mano y se fue no sin antes decirme.

-Por ahí se la mando para que charlen un poco-

-Encantada, que me llame- Y se marchó.


Capítulo 13

 Adela apareció por casa un día, con cita previa. Ella y sus amigas estaban de vacaciones y el grupo andaba ahora disperso por sitios de veraneo. Por suerte para mí que andaba muy ocupada con el libro y la práctica de órgano.

Pero le dediqué un tiempito a la hija del arquitecto Castaño porque tenía ganas de escuchar su versión de la historia de la supuesta homosexualidad de su novio.

Ella vestía esa mañana un pantaloncito muy corto y sugerente y una blusa tipo musculosa no muy ajustada y sandalias de taco chino, algo inusual, ya que las jovencitas suelen andar en zapatillas. La hice pasar al living, le ofrecí un café y galletas de chocolate. Después de las banalidades corrientes que se suelen decir en un encuentro nos acomodamos en sendos sillones y comenzó la verdadera charla.

-Bien, contame lo de tu novio- Le pedí.

-Antes que nada, quiero agradecerle por este tiempo, yo sé que está muy ocupada y no quisiera molestarla- Comenzó diciendo.

-No te preocupes, si yo accedí a que vengas es porque, en verdad, me interesa lo que te sucede y aunque no tenga una solución, al menos tenes en quien venir a confiar, como si fuera tu hermana mayor- Respondí.

-Bueno. El tema es que, con Javier, mi novio, ya llevábamos dos años de salir juntos y hasta ahora no había sucedido nada anormal. La pasábamos bien, paseábamos, estudiábamos juntos y soñábamos en que, algún día, cuando tuviéramos la edad conveniente y nuestras vidas organizadas, trabajo y todo eso… nos casaríamos, pero…-

-¿Pero, qué?-

-En los últimos meses comenzó a estar raro. Era como si ya no quisiera estar conmigo. Siempre tenia otra actividad que hacer-

-¿Y como surgió eso de la posible homosexualidad? Ya que su actitud también podría ser producto de que o ama a otra chica o que se dio cuenta que es muy joven para pensar en compromisos y prefirió huir. No sería el primero…-

-Un día, en el Mc Donalds, se lo escuché a unos amigos de él. En realidad, no eran chicos del colegio sino compañeros de un equipo de futbol. Yo los había visto alguna vez, pero ellos no me reconocieron y por eso, como estaban en la mesa cercana hablaban sin bajar la voz, pero lo nombraron y dijeron que al parecer había tenido relaciones con otro de los chicos. Yo casi me levanto y los encaro, pero me contuve, sentí que iba a hacer el ridículo de mi vida-

-Si, claro. Siempre es mejor ir a la fuente antes de hablar de más-

-Eso hice. Al otro día mientras estaba en casa, porque vino a traerme unos apuntes, le dije lo que había escuchado. Le aclaré que si era cierto no lo juzgaba, pero le pedí que, por favor, fuera sincero conmigo-

-¿Y lo fue?-

-Al principio no. Pero conforme trataba de explicar lo inexplicable se fue enredando más en excusas y terminó reconociéndolo. En realidad, me dijo que estaba muy confuso, que no sabía lo que quería y que solo había sido como una prueba. Yo le dije que también podía haber hecho una prueba conmigo y eso lo descolocó totalmente-

-¿Por qué? ¿Nunca tuvieron relaciones entre ustedes?-

-Nunca-

-¿Nunca lo intentó?-

-Jamás, esta bien que yo nunca lo alenté, pero ya sabe como son los hombres. Viven alzados todo el tiempo y no es por alabarme a mi misma, pero en el colegio había varios que me tenían ganas y justo él que era el mas cercano no hacía otra cosa que darme besos en la boca y nada mas-

-¿Quedaron en algo? ¿Algo como esas pavadas de “tomarse un tiempo”?-

-No, nos despedimos. Le deseé suerte. Le pedí que se cuide y nada mas-

-¿Te duele? ¿Tenes la sensación de haber sido engañada todo este tiempo?-

-No, no me duele y con respecto a ser engañada tampoco lo siento así. Él mismo estaba desorientado. No sabía lo que sentía. Tal vez lo intuyó y trataba de demostrarse a sí mismo que era “normal” pero sé que al menos me apreciaba-

-Bien, porque lo importante que tenes que saber es que vas a tener oportunidad de conocer muchos hombres antes de encontrar a quien te acompañe toda la vida, o hasta el divorcio, ja, ja. Sos joven, sos bonita y tenes toda una vida por delante. Lo importante es que una decepción así no te inmovilice y no te deje ser feliz-

-Bueno, de ultima me puedo hacer lesbiana- me dijo riéndose.

-Si, claro, pero tenes que saber eso no es garantía de felicidad. Corres el riesgo de encontrarte con la persona equivocada tal como sucede en la heterosexualidad-

-Pero usted es muy feliz y encima con dos novias-

Si, soy feliz, no lo niego. Pero no todas las personas gay son felices. Muchas, y sobre todo los hombres, viven vidas trágicas, por la no aceptación de sus familiares, por la dificultad de conseguir pareja estable, por la homofobia. Si se te cruzó la peregrina idea de probar el lesbianismo te digo dos cosas, primero, con esto se nace, segundo fíjate donde te metes-

-Y Paula y Emilia son felices-

-Ja, ja, ya veo por donde vas. No se te ocurra tener aventuras porque te sentís desgraciada por lo que te pasó. Yo se que eso es mas frustrante que si te hubiera dejado por otra chica, pero no es motivo para que intentes experimentar lo que no sentís y respecto de Paula y Emilia, no es que sean felices, están viviendo un sueño. Muy probablemente, lo dicen las estadísticas, que rompan en poco tiempo, luego cada una ira buscando por su lado y así pasaran mucho tiempo antes de encontrar su otra mitad-

-La vida es dura-

-Muy dura. La felicidad son momentos que debemos aprender a aprovechar pues a veces nos damos cuenta que lo dejamos pasar esperando otra cosa. La vida no es esos anuncios en la televisión donde muestran parejas lésbicas felices. De modo que Sali a disfrutar tu juventud, a mostrar esas hermosas piernas que tenes y a gozar de la vida. Ya llegara el tiempo de las responsabilidades laborales, por ahora, solo trata de no queda embarazada-

Y ella se marchó contenta y yo también. Me hizo recordar mi propia frescura de años atrás.

 

Capítulo 14

 Apenas se fue Adela me quedé pensando si había hecho bien en mencionarle la posibilidad que se me había ocurrido acerca de haber sido engañada todo el tiempo, y que, además, me dejó con la duda de lo que pensaba ella al respecto y si había sido sincera conmigo.

Pero no tuve que esperar mucho tiempo para satisfacer mi curiosidad pues, esa misma tarde cuando estaba dedicada a la tarea de escribir sonó mi celular y vi que era ella quien me llamaba. Atendí con presteza.

Tras el saludo Adela me dijo directamente, y dando prueba de su madurez, aquello que pasaba por mi mente.

-Alexia, hace un rato volví a pensar en algo que hablamos. Y era que Javier no sintiera afecto por mí, como le dije esta mañana y solo me hubiera usado como pantalla para esconder la homosexualidad que sentía latente. Cuando llegué a casa me di cuenta que existía realmente esa posibilidad y temo que tal vez usted se quedó pensando que eso me podía afectar. Quería dejarla tranquila. Lo pensé, lo elaboré y ya lo deseché. Me sentí mal, es cierto, pero ya pasó-

-¿Me quedo tranquila entonces?- Le pregunté.

-Si. Usted es una gran persona, quisiera que fuera mi amiga-

-Lo soy. Sos una muchacha excepcional. Cualquier cosa, ya sabés. Mi teléfono, mi casa y mi tiempo están a tu disposición-

Y colgamos. Me quedé mas tranquila.

Estaba acomodándome después de la conversación con Adela cuando llegaron, cada una de su casa, Keiko y Marga. Las dos estaban cambiadas con ropa cómoda de entrecasa lo que me hacía suponer que también se habían duchado para sacarse las malas ondas de la calle. Ambas me dieron besos en los labios y mientras Marga se sentaba a mi lado en el sillón, Keiko se dirigió a la cocina, como si supiera que yo había dejado preparados los elementos para el mate vespertino. Cuando mi japonesita volvió de la cocina y comenzamos el ritual del mate, les conté, lo mas detallado que pude, toda la conversación que había tenido con Adela. Se asombraron de la situación. Marga, que por trabajar con el arquitecto Castaño había conocido al novio de Adela en la oficina, dijo que jamás se lo hubiera imaginado.

-Es que generalmente es así. Hoy día cualquiera puede ser gay y no tener ningún amaneramiento y no es necesario parecer un camionero ruso para que se den cuenta que eres lesbiana- Manifesté.

Keiko, luego de pasarme el mate quedó pensativa unos segundos y como la mire inquiriéndole solo con un gesto que le pasaba, comentó:

-El tema es…¿la engañó a sabiendas de que era gay o él mismo se autoengañaba pensado que podía “curarse”?-

-No lo sabremos, al menos que él nos lo diga, pero yo no tengo ningún interés en meterme en esos asuntos. Lo hecho, hecho está y Adela me manifestó que había pensado esa posibilidad y que no le va a afectar-

-Es lo mejor que puede hacer, es joven, es bonita, es simpática. Va a tener pretendientes enseguida, en cuanto sepan que anda sola- Comentó Marga.

-Pero hay otra cosa que me intriga…- Dijo Keiko -…¿Qué crees que la llevó a decir que se haría lesbiana?-

-Inconciencia. La pobre, a pesar de que parece superada, aun no asimila del todo el golpe y cree que experimentar cualquier cosa la va a ayudar. La previne de que tuviera cuidado y que ante alguna duda acuda a mí-

-Claro, debe creer que la felicidad esta en ser homosexual y no lo en lo heterosexual ya que tuvo una decepción en una “supuesta” relación heterosexual- Agregó Marga.

-Tal cual. Y eso me hace pensar que debería hablar con su padre, por las dudas- Concluí.

Después de dar un sorbo a la bombilla del mate tomé el celular y llamé al padre de Adela. Me atendió rápidamente.

-Hola Alexia. ¿Otro trabajo?-

-No, ja, ja, ojalá pudiera, pero por ahora no. ¿Tiene unos minutos?-

-Si, y me imagino por qué. Supe que Adela fue a verla y volvió contenta. Le agradezco mucho su interés-

-Si, pero creo que usted debe conocer lo que hablamos. En otro caso hubiera sido discreta, pero ya que tengo con usted lo que siento como una amistad me resulta necesario que sepa lo que piensa su hija-

Y le conté los pormenores. Al final le manifesté que no había nada porque preocuparse, pero ya que él y su esposa eran las personas mas cercanas observaran si se portaba de manera diferente

El arquitecto Castaño me agradeció enormemente mi preocupación y manifestó que iban a estar atentos. Por mi lado le pedí que fueran discretos y no le dijeran a Adela nada acerca de esta conversación.

-Pierda cuidado y mil gracias- Manifestó.

Cuando colgué Marga me preguntó como andaba el libro.

-Bien, avanzando rápido. Realmente es fácil escribir ciencia ficción con trasfondo de sexo. Me parece que me voy a dedicar a esto- Respondí.

-Pero, ¿Cuándo crees que lo terminaras?- Me interrogó Keiko-

-No muchos días, pero me parece que ustedes dos andan tramando algo-

-Vacaciones- Respondió Keiko.

-¡Ah, bien!. ¿Adonde?-

-Podriamos ir a Las Grutas. Para nosotras es el lugar donde comenzó nuestra historia y Marga no lo conoce-

-Genial. ¿Y vamos a ir en auto?-

-Si, claro, nos podemos turnar para manejar-

-Denme una semana así le tiro el manuscrito por la cabeza a mi editor. Mientras tanto, ocúpense de organizar todo-

Las dos pegaron un grito ensordecedor. Estaban felices. Yo también. Es cierto, necesitábamos alejarnos de la realidad.


Capítulo 15

 No terminé el libro en plazo que me había impuesto y eso se debió a que finalmente tuve que participar de los preparativos de las vacaciones junto a mis novias. El viaje no presentaba mayor problema. Keiko logró tener una de las camionetas 4x4 de la empresa disponible para nosotras, lo que me evitaba sacar mi Mini Cooper a la ruta lo que además hubiera sido un tanto incómodo para tantos kilómetros y 13 horas de viaje, no solo por ser tres personas, sino que debíamos tener lugar para los bolsos, la sombrilla y otros elementos.

De manera que una semana después, habiendo dejado la custodia de nuestras casas en manos de Azumi y un par de guardias de la empresa, de entera confianza del señor Yamura, partimos hacia el lejano sur. Habíamos decidido hacer turnos de solo dos horas para manejar. El tema era que tanto Marga como Keiko no tenían experiencia en la ruta abierta y la mía tampoco era una maravilla, por eso se podía decir que cuando me tocó descansar igualmente iba atenta a cualquier imprevisto.

Para llegar a las diez de la mañana y hacer el check in en el hotel partimos a las nueve de la noche del día anterior, lo que nos iba a llevar a conducir casi todo el tiempo de noche. Cenamos frugalmente para que no nos caiga pesada la comida y si sentíamos hambre nos hacíamos café o mate con algunas galletas. Y realmente la noche pasó sin problemas. La ruta tenia bastante tránsito lo que, en cierta manera me parecía mejor por si teníamos algún inconveniente siempre habría alguien que parara.

Comenzaba a salir el sol cuando llegamos a Rio Colorado. Llevábamos buen ritmo y decidimos parar a tomar algo caliente ya que habíamos acabado con el agua de los termos y las galletas. La mañana estaba fresca pero igualmente invitaba a sentarse a una de las mesas que estaban en la vereda del local donde nos detuvimos. Pronto llegó una señorita, muy bonita ella, a preguntarnos que deseábamos. Le pedimos tres cafés grandes y medialunas. El sitio estaba bastante concurrido, era evidente que el público estaba conformado en su mayoría por gente que iba a sus sitios de trabajo, aunque en un par de mesas se notaba que se trataba de turistas como nosotras. En una mesa estaba sentado un hombre solo que hubiera paso desapercibido si no fuera porque comenzó a levantar la voz y a quejarse de la mala atención, de que el café estaba frio y no sé que otras cosas.

Nadie reaccionaba y tal vez hubieran muerto allí sus protestas, pero cuando se acercó la moza a tratar de calmarlo y ofrecerle disculpas el hombre la tomó del brazo y comenzó a insultarla. Todo el mundo se quedó quieto. A mí me hervía la sangre. Como la mesa que ocupaba el violento estaba cerca del estacionamiento llevó a la rastra a la chica sin soltarla del brazo y justo la empujó contra el capot de nuestra camioneta.

En ese preciso momento me levanté de mi silla. Keiko y Marga me miraron aterradas. Me acerqué al individuo por detrás. Él sostenía con su mano derecha a la chica y amenazaba pegarle una trompada con la izquierda. Y ahí fue cuando intervine. Tomé con fuerza su brazo izquierdo y le paré el golpe. Y su cara de sorpresa fue cambiando rápidamente. Primero porque alguien le había detenido el brazo, segundo cuando se dio vuelta y comprobó que era un mujer y tercero cuando vio que yo, con mi brazo libre descorría mi campera y dejaba ver mi pistola 11,25 en una sobaquera.

Después del primer instante de conmoción se deshizo con fuerza de mi sostén y trató de culminar su obra con la chica, pero yo, muy rápidamente saqué la pistola de la cartuchera y usándola como garrote le di tremendo golpe en la mandíbula con la empuñadura. El tipo cayó casi de rodillas a mis pies y después de un par de segundos levantó la vista hacia mí, pero se encontró que tomando el arma como corresponde le estaba apuntando directamente en los ojos y se quedó quietito como un cordero.

En ese instante llegaron, haciendo sonar sus sirenas, dos patrulleros. De uno de ellos bajaron dos agentes que tomaron al individuo de los brazos y se lo llevaron a la rastra al vehículo donde lo entraron a patadas.

-Vaya que son rudos los policías por acá- Dije en voz alta mientras me guardaba la pistola bajo la campera.

-Es que hay un buen motivo. La jovencita que usted defendió es la hija del comisario- Respondió alguien que estaba a mi lado.

-Ese tipo ya está muerto- Sentenció otro.

Del otro patrullero bajo un oficial de alto rango. El comisario. Espero que no me venga con problemas, pensé.

El comisario abrazó a su hija tiernamente y hablaron unos segundos. Al parecer le preguntaba como estaba y como habían sucedido las cosas. Después de darle un beso en la frente se dio media vuelta comenzó a caminar hacia mí, cuando estuvo a dos pasos hizo la venia y luego extendió su mano. Hice lo mismo y se la estreché con fuerza. Sonrió.

-Debo agradecerle infinitamente lo que usted ha hecho. Es muy valiente-

-O inconsciente, quizás- Respondí. Y luego pregunté señalando el otro patrullero -¿Lo conoce?-

-No. Pero no importa, después de esta noche no lo va a reconocer nadie-

Me sonreí como para demostrarle que no me impresionaban sus palabras. El volvió a agradecer.

-Cualquiera lo hubiera hecho- Dije por compromiso.

-¿Usted cree?- Respondió mientras señalaba alrededor a todos los curiosos que nos rodearon.

Luego, tocó la visera de su gorra con elegancia. Volvió a sonreír y dijo.

-Supongo que su arma está registrada y en regla-

-Portación y posesión. ¿Quiere ver los papeles?-

-No es necesario. Y recuerde, soy el comisario mayor Giménez. Cuente conmigo para lo que necesite-

Y se fue en su vehículo seguido por el otro patrullero. En ese momento el ambiente se relajó y todos aplaudieron y vivaron por mí. Mis novias todavía me miraban asombradas. Ninguna de las dos sabía de mi arma y tuve que contarles mientras seguíamos camino a nuestro destino.

 

 

Capítulo 16

 Salimos de Rio Colorado rumbo a la etapa final de nuestro viaje. Iba manejando yo. Marga sentada en el asiento del acompañante y Keiko detrás me miraban asombradas. Yo, para hacer una humorada dije.

-¿Qué pasa? ¿Nunca vieron una mujer con un arma?-

-Si, pero no a vos- Respondió Marga.

-Bien, para que no se preocupen, les voy a contar- Comencé el relato y continué – Ya de adolescente usaba armas. Iba con un tío a practicar al Tiro Federal. A mis viejos no les gustaba nada, pero a mí me fascinaba. Y tenía y tengo muy buena puntería. Siempre usé pistolas porque son fáciles de llevar, pero no eran de mi propiedad, solía prestármelas un amigo de mi tío y así me hice muy hábil y les perdí el miedo, aunque no el respeto, porque a estos aparatos hay que respetarlos…-

-Increíble- Acotó Marga.

-…yo no tenía armas propias hasta que me vi envuelta en un tiroteo en Tokio, en mi segundo viaje cuando el padre de Ugawanda ordenó a unos imbéciles que me secuestraran porque quería vengarse en mí el fracaso de su plan de casar a su hijo con Mei. Ahí me di cuenta que era capaz de usar un arma bajo presión con serenidad y puntería porque despaché a dos de los japoneses que me habían secuestrado. Entonces, cuando regresé a Buenos Aires decidí comprarme esta pistolita y gracias a mi tío que esta en el RENAR conseguí los papeles de posesión y portación. Y eso es todo-

-¿Y siempre la llevas con vos?- Preguntó Keiko.

-No siempre. Pero en esta ocasión me pareció necesario. Íbamos a viajar de noche y un arma es útil-

-Lo que me sorprendió es que no la usaste como pistola sino como elemento contundente para golpear- Acotó Marga.

-Si, era al divino botón pegarle un tiro. Sabía que con el golpe bastaba-

-Seguramente le van a dar la paliza del siglo en la cárcel al infeliz- Manifestó Keiko.

-Eso le pasa por meterse con la hija del comisario, pero creo que es muy probable que aparezca tirado en un zanjón, bien muerto- Respondí.

-Y bien merecido se lo tiene- Dijo Marga.

-Sos muy valiente. Recuerdo como me defendiste y enfrentaste a nuestros secuestradores en Tokio y la persecución en auto- Recordó Keiko.

-¿Cuántas veces te secuestraron en Japón?- Preguntó Marga.

-Dos- Respondí y entre Keiko y yo le relatamos nuestra aventura cuando Keiko fue a ver a su ex novia de la infancia.

-Vaya que se divertían en la tierra del sol naciente- Dijo Marga riendo.

Pero de pronto reaccionó.

-¿Te cargaste a dos japoneses? ¿En serio? ¿Y no tuviste problemas con la justicia? ¿Y no te dejó alguna secuela psicológica?-

-Primera respuesta, si, en serio. Segunda respuesta, no tuve problemas con la justicia porque era un claro caso de defensa propia y tercera respuesta, también no y por la misma razón. Eran ellos o yo. En una situación así no hay otras opciones-

-Bien, genial. Me siento mas tranquila y segura- Afirmó Marga.

-Y mientras tanto los kilómetros se sucedían y nos acercábamos a nuestro destino.

Ya eran casi las diez de la mañana cuando llegamos a la puerta del hotel. Era el horario justo para hacer el check in. De modo que bajamos las valijas e ingresamos al enorme hall.

El hotel era un enorme complejo llamado Casablanca. Una construcción en forma de U que ocupaba toda la manzana rodeando una amplia pileta y un jardín. Las habitaciones daban a un pasillo que no era cerrado, sino un patio que balconeaba hacia el interior con vista a la pileta y por el otro lado se gozaba de un balcón privado con vista a la calle y, mas lejos, hacia el mar.

Después que hicimos los tramites de ingreso una señorita nos guió hasta la habitación en el primer piso. Una vez que ingresamos pudimos ver que era bastante amplia, con grandes roperos y dos camas, una matrimonial y otra simple.

-Alguna va a tener que dormir sola- Dije riéndome.

-No voy a ser yo- Dijo Keiko.

-Ni yo- Agregó Marga.

-Bien, como tampoco pienso ser yo, lo cierto es que vamos a estar muy juntitas porque esta cama matrimonial es mas chica que las nuestras- Acoté.

Después de cambiarnos de ropa salimos a la calle. Tenia ganas de ver el mar en el único sitio de toda la costa argentina donde me sentía cómoda debido a la temperatura del agua. Caminamos una cuadra hasta la costanera que en ese lugar está bastante mas alta que la playa y pudimos observar que la marea estaba baja y la playa se extiende varios metros hasta el agua. Bajamos por una rampa hasta la arena y cuando llegamos nos sacamos las chinelas y sentimos, con placer, el juego de la arena entre los dedos. Cuando llegamos al borde nos metimos hasta que el agua cubrió nuestros pies y luego seguimos caminado a lo largo de la costa alejándonos del centro.

Cuando habíamos hecho varias cuadras recordé que estábamos en aquel momento donde Keiko y yo nos dimos nuestro primer beso y lo comenté.

-En recuerdo a ese momento deberíamos besarnos las tres- Dijo mi japonesita.

-Estoy de acuerdo- Agregó Marga

Y allí, lejos del amontonamiento de turistas nos besamos las tres largamente, tomándonos de las cinturas. Luego, aun de la mano regresamos al centro.

-Tengo hambre- Comenté.

-¿Estará la pizzería?- Preguntó Keiko.

-Tendríamos que ver- Acoté y llevándolas de la mano comenzamos a subir la rampa hasta llegar a la calle donde estaba la pizzería en la que Keiko apareció en mi vida.

Y así fue que nos sentamos a comer una pizza con una botella de cerveza fría que disfrutamos debido al tiempo que no tomábamos nada con alcohol debido a tener que manejar. Así comenzaron nuestras vacaciones.


FIN (por ahora)