Tuesday, September 13, 2022
Monday, September 05, 2022
EPILOGO ARDIENTE...DE EXPERIENCIAS INESPERADAS. (NO APTO PARA MENORES NI GENTE IMPRESIONABLE)
Epilogo sexual (No apto para menores)
Al llegar a la habitación se desataba el infierno. Nos desnudábamos de inmediato y comenzaba una orgia donde no faltaban lenguas que penetraban por todo sitio y centímetro de piel. Ningún agujero quedaba por explorar y todo era gemidos y gritos acallados para no hacer escándalo.
Marga amaba besarnos
los pies y chupar con fruición los dedos. Aunque Keiko y yo tampoco nos quedábamos
atrás en ese fetichismo. Usábamos los dildos de todas las maneras posibles. Los
teníamos sujetos con arneses y las variantes eran dos penetrando a la tercera
una por delante y otra por detrás, o una por delante o detrás y la otra por la
boca. Keiko era la que mas gozaba de esa sensación de entrega y sumisión.
O sea que no nos
privábamos de nada. Y como el bondage entra también en nuestras prácticas
sexuales yo había cargado en la camioneta unas cuerdas que usamos a tal fin. Lo
normal es que dos de nosotras atáramos al tercera de pies y manos y la amordazáramos.
Una vez inmóvil comenzábamos un juego de besarla, acariciarla, morderla,
apretarle los pezones y jugar con nuestras lenguas en sus cavidades hasta
hacerla explotar en interminables orgasmos. Era algo que las tres gozábamos de
la misma manera.
Pero en esta ocasión
se me ocurrió una variante, se diría opuesta. Porque igualmente dos atábamos a
la tercera de pies y manos a la cama de una plaza, la amordazábamos y la
dejábamos ahí mientras las dos libres hacíamos el amor de manera que la
inmovilizada viera todo y se muera de ganas de participar. Lo mas gracioso era que
después que las dos que habían tenido relaciones se iban a dormir, no desataban
a la tercera hasta el otro día a la mañana. Esa nueva experiencia la hicimos
dos veces cada una y debo confesar que estar atada y amordazada, totalmente
inmóvil me producía un placer tan intenso que tenia orgasmos de solo disfrutar
ese momento.
A todo eso le
agregábamos en ocasiones unas buenas nalgadas y la pequeña tortura de
colocarnos broches de ropa en los pezones hasta no aguantar mas el dolor. Así
pasamos las noches de nuestras vacaciones.
Saturday, September 03, 2022
EXPERIENCIAS INESPERADAS (6TA PARTE DE "MI AVENTURA EN TOKIO")
Capítulo 1
Sentada frente al
órgano tratando de sacar “Cantando bajo la lluvia” me detuve un momento porque
me vino a la cabeza un hecho que creía olvidado. Y tan olvidado que siempre
tuve la certeza de que Marga había sido la primera mujer en mi vida y no fue
así.
¡Wow! Me dije. ¿Cómo
pude haber olvidado a Mónica?
Mónica era una de mis
compañeras de primaria. Alta, rubia, de ojos verdes, era la atracción de los
varones del curso, pero ella apuntaba mas alto. Ella se fijaba en los chicos
del vecino colegio secundario que, habiendo dejado el guardapolvo blanco atrás,
como una especie de iniciación en la adolescencia mayor ya usaban saco y corbata.
Cuando salíamos de la
escuela ella insistía en que pasáramos por la vereda donde se reunían esos
muchachos. Yo la acompañaba solo porque la consideraba una amiga, pero, y ahí sí
puedo confirmarlo, los varones no me atraían. Ella intentaba con sus inexpertos
doce años tratar de seducir a alguno de ellos y lograba que varios la miraran.
Aunque tenía competencia. Las chicas del secundario de la otra cuadra con sus uniformes
de inquietantes minifaldas. A pesar de ello no se daba por vencida. Me repetía constantemente
que su meta era casarse con un hombre profesional, en lo posible con dinero. De
todas maneras, igualmente estaba decidida a estudiar para tener una profesión.
Sería doctora. Me lo dijo una y otra vez.
Entre ella y yo había
un pacto tácito. Lo nuestro no era una gran amistad. En realidad, creo que nos
unió el hecho de ser las llamativas del curso. Ella por demasiado bonita, yo
por demasiado esmirriada y algunos hasta nos tenían por antipáticas. Eso hizo
que además de pasearnos por la vereda del colegio vecino, estudiáramos juntas
lo cual fue de bastante provecho pues conforme pasaron los años obteníamos muy
buenas notas.
Cuando llegamos al
último grado del primario sabíamos que íbamos a tomar por caminos diferentes.
Ella estudiaría bachillerato para poder acceder luego a la Facultad de Medicina,
yo tenía decidido seguir el colegio industrial pues amaba el dibujo y además ya
esbozaba en mis cuadernos incipientes cuentos y poemas que soñaba publicar
alguna vez.
Fue en ese año que
comencé a darme cuenta que Mónica me estaba gustando. De pronto me apareció
inquietante el deseo, que me costaba contener, de abrazarla, acariciarla y
besarla. ¿Qué me está pasando? Me pregunté.
Y mientras
estudiábamos, en su casa o en la mía, para los últimos exámenes no podía dejar
de mirarla y si bien trataba de disimularlo ella me sorprendió varias veces en
ese gesto. Bajaba la cabeza y daba vuelta la cara, pero yo puedo asegurar que
se sonreía.
Y un día, sorprendiéndome
en mi observación no dio vuelta la cara. Me miró fijo y mientras se arreglaba
el cabello con ese gesto sensual que solía hacer frente a los chicos me
preguntó sin aviso previo.
-¿Te gusto?-
No respondí.
-Vamos. ¿Te crees que
no me di cuenta que te gustan las chicas?- Insistió.
Ya estaban las cartas
echadas y no valía la pena ocultar lo que sentía.
-Si, me gustan las
chicas. Y me gustas vos, pero a vos te gustan los chicos y no voy a intentar
siquiera seducirte-
Se rio y luego de un
par de segundos en silencio se acercó a mí, me tomó la mano y dijo.
-Es cierto, me gustan
los chicos. Pero solo para casarme con uno, tener hijos y una buena posición,
lo que no quita que estaría bueno que seamos amantes, al menos por los tres
meses de vacaciones que nos esperan. Luego iré a un colegio al otro lado de la
ciudad y hasta es probable que nos mudemos. Sería una linda experiencia sobre
todo porque aquí como me ves, jamás me han besado-
-A mí tampoco- Solo
atiné a decir.
Y así comenzó mi primera
experiencia que podía llamar lésbica. Durante esos tres meses nos encontrábamos
casi todos los días e íbamos a pasear, nos quedábamos a dormir juntas, a veces
en mi casa, a veces en la de ella. Y cuando estábamos solas nos besábamos como
lo habíamos visto en las películas, una y otra vez, desenfrenadas. Solo un par
de veces estuvimos totalmente desnudas y abrazadas, pero no sabíamos que hacer
y solo seguimos besándonos.
Teníamos solo doce
años. Nuestra sexualidad aun no estaba despierta del todo. Éramos una caricatura
de lesbianas, pero nos gustaba. Bueno, a mí me gustaba. Ella seguía con su
idea. Estaba claro que en su futuro habría un hombre y yo admitiendo todo lo que
disfrutaba también tenia en claro todo lo contrario.
Por eso la despedida
no fue tan dolorosa como sería de suponer. Habíamos jugado nuestro juego y
había llegado el momento del fin. La vi por última vez el día que se mudaron. Acompañé
el camión con la vista hasta que se perdió, lejos en la calle, me di media
vuelta y volví a casa. Estaba contenta.
Como conté antes,
cinco años después conocí a Marga y el resto de la historia ya lo he relatado,
salvo un detalle.
Andaba yo por los
veinte años, tenía algunas cosas interesantes publicadas. Había perdido el
trabajo en donde conociera a Marga. A pesar de no haber vuelto a trabajar en la
construcción igualmente terminé mis estudios secundarios en el Industrial porque,
en aquel tiempo aun no sabía si podía llegar a vivir de la literatura. Participaba
de concursos literarios para lograr alguna edición gratuita de mis obras y uno
de esos concursos era organizado por una reconocida entidad privada de medicina
prepaga.
La ceremonia de
entrega de premios era como casi todas a las que he asistido. Me puse lo mejor
que tenia y dispuesta a tolerar los tacos altos llegué al lugar. Había mucha gente
en el gran salón. Algunos eran escritores conocidos y otros simples anónimos.
Entre los cuales estaría yo, pensé, pero conforme pasaba el tiempo de espera de
inicio del acto varias personas se acercaron a saludarme. No sé si por que
hubieran leído algo de lo poco que había logrado editar por entonces o porque
mi cara les resultaba familiar. O quizá influiría que yo era una de las
nominadas para los premios.
El gran salón tenia
colgados en sus paredes varios cuadros de esos que los críticos llaman arte. Me
dediqué a mirarlos solo por pasar el tiempo. Y estaba en eso cuando, con el
rabillo del ojo vi a una dama, alta, rubia, enfundada en un vestido color rosa
que mas que elegante se podía decir que era extravagante. La cartera y los
zapatos le hacían juego.
Venia acercándose a mí,
pero no por que tuviera esa intención sino porque se estaba paseando por el
salón saludando a todo el mundo y había tomado esa dirección.
Al tenerla mas cerca
mi agucé el oído captando que su saludo era un formalidad vaga e inconsistente.
A todos les decía lo mismo y casi no esperaba respuesta, esbozaba una gran
sonrisa y repetía maquinalmente su deseo de que le fuera bien en el concurso o
en su defecto que disfrute de “nuestra hermosa colección de arte”. Conclusión
primera, era Mónica, tan artificial como siempre, pero con dinero. Conclusión
segunda, era la anfitriona, o la esposa del anfitrión.
Cuando llegó a mi lado
repitió su cantinela, me sonrió, me deseó suerte y siguió rauda detrás de otros
participantes. Ni me reconoció, o no intentó hacerlo, o no le importó. La miré
alejarse y me sonreí. “Que pelotuda”, es lo único que me vino a la cabeza.
Otra fue la reacción
cuando se develó la ganadora del primer premio y mi nombre fue dicho en los
micrófonos. La cara de Mónica era una hoja en blanco. Creo suponer que estaba
espantada. Ahí estaba, caminando hacia el atril, el recuerdo de una parte de su
pasado que, conociendo bien a las mujeres como ella, desearían olvidar y
enterrar.
No la miré mientras me
entregaban el premio. Una plaqueta, un diploma, el vale para una publicación de
mi libro y una importante suma de dinero. Un abrazo del director de la entidad,
o sea el marido de Mónica, sus deseos para que tenga una importante carrera en
las letras, lo que daba por descontado, y volví a mi asiento mientras un
aplauso cerrado sonaba a mi paso.
En el brindis que se
celebró luego tuve que atender a muchas personas que se acercaban a
felicitarme. Cuando pude zafe de la presión y me fui a un rincón a degustar una
copa de vino con una masa. Y ella se acercó.
-Parece que estás
haciendo realidad tus sueños literarios- Me dijo mirándome a los ojos.
-Bueno, veo que vos
también estas haciendo realidad tus sueños de ser una dama de sociedad casada
con un profesional con dinero. ¿Te recibiste de medica?-
-Si, me recibí y estoy
trabajando aquí con mi marido-
-O sea, ¿nada de
trabajar para los pobres?-
-Ni loca, ¿vos?-
-Yo tampoco. Que se
arreglen solos-
Y reímos con ganas
-¿Te acordas de
nuestros doce años?-
-A veces-
-Yo también. ¿estábamos
medio locas, ¿no?-
Volvimos a reírnos.
Alguien la llamó, nos despedimos.
Nunca mas la volví a ver.
Capítulo 2 (No apto para menores)
Estábamos escuchando
el Concierto para piano n° 21 de Mozart. Y luego que la música acabó les relaté
mi aventura con Mónica.
-De modo que no fui la
primera- Dijo Marga dejando de chupar un dedo del pie de Keiko.
-Es que realmente
tenia olvidada aquella experiencia y no sé cómo me vino de pronto a la cabeza-
Respondí.
-Podrías escribir una
novela con eso- Agregó Keiko.
-O algo parecido. El
hecho es que me quedé pensando en las mujeres como Mónica. No sé si ella siguió
alternando los sexos o ni siquiera si alguna vez le hizo los cuernos al marido,
aunque, no sé por qué, la creo capaz-
-Vos te réferis a las
que les viene bien lo que se presente- Acotó Marga.
-Exacto. Realmente me
intrigan. Son indecisas o son insaciables, ¿Qué son?-
-Bueno, al menos saben
lo que es chuparse una buena pija- Manifestó Marga.
-Si, eso. Pero nosotras,
al menos, sabemos que es ser bien cogidas con esos dildos que tenemos- Dijo
Keiko.
-Si, que también te
gusta mamarlos- Acoté yo.
-Por supuesto, y me encanta,
pero no tienen sabor a carne-
-No te quejes-Dijo
Marga riéndose y agregó- ¿O acaso te gustaría comerte una de verdad?-
-¡No, por Dios!-
Respondió Keiko. Y después de un segundo dijo -Lo que a mí me gusta no es el
sabor de la pija, lo que me fascina es cuando ustedes me hacen arrodillarme y
meterme el dildo en la boca. La sensación placentera es por el acto de
sumisión-
-Ya te conocemos
amiga. Y lo que más te enloquece es cuando una te mete el dildo en la boca y la
otra por el culo- Agregó Marga.
-Bueno, eso nos gusta
a todas- Manifesté.
-Lo que genera una
conclusión maravillosa…no necesitamos a los hombres- Dijo Marga.
-Eso me lleva al
pensamiento inicial antes de que nos desbarrancáramos con la conversación. ¿Qué
lleva a las personas a coger con otras personas de ambos sexos?- Dije.
-Ansias de aventura,
curiosidad, como dijiste antes, indecisión o insaciabilidad- Respondió Keiko.
-Ya veo que estás
pensando en un nuevo libro- Dijo Marga.
-Si, es cierto, pero no creo tener muchas
posibilidades de hacer averiguaciones. ¿Qué mujer contaría sobre su
bisexualidad y mas si es casada?-
-Pocas, pero habría
que buscar una forma de hacerlas hablar- Agregó Marga.
-Que cuenten como se
las arreglan para acostarse con turistas en una playa del Caribe- Dijo Keiko recordándome
lo que les había contado de las madres de Paula y Emilia, de las que sospechaba
que eran quienes habían tenido esa conversación acerca de sus vacaciones en
Cancún y que yo escuché, sin que lo supieran, en el Mac Donalds.
-Si, esa es una manera
de tener una aventura y no sentir culpa. Total, están de vacaciones y todo
vale- Acoté.
-Hum, me parece que la
mente te está empezando a funcionar a mil por hora como siempre cada vez que
estás pensando en algún proyecto- Observó Marga quien siguió chupando los dedos
de los pies de Keiko.
Y era cierto. Si tenía
intenciones de seguir con esa idea estaba segura que no sería fácil. No era lo
mismo que atacar feministas radicales. Esto era mas complejo. Debía buscar
quien me pudiera introducir en un ambiente de bisexuales. ¿Pero quién?
No podía ir alegremente
y decirle a la madre de Paula o la de Emilia, miren, yo conozco su secreto. Aunque…de
todas maneras tampoco era un secreto ya que cuando las escuché hablar había
otras mujeres presentes. Lo notable era que a ninguna parecía importarle y era
evidente que el hecho había sido divulgado por la protagonista o a través de
alguna testigo como una manera de hacerse notar, de mostrarse como una
liberada. No lesbiana, liberada nomás, no vaya a ser que las demás crean que es
torta, sino que la admiren por su audacia.
Y con un poco de
inteligencia yo podría explotar ese grado de vanidad.
Keiko me miró y al
cabo de unos segundos dijo.
-Me parece que anda
rondando por ahí alguna idea loca-
-Así es, así es-
Respondí y agregué -Pero no voy a decir nada hasta que la redondee, por pura
cábala-
-Bueno, habrá que
esperar- Se conformó mi japonesita adorable.
En tanto Marga
continuaba con los masajes, los besos y las lamidas de sus pies.
Mi mente andaba a mil,
como decía Marga. Sabía que las dos mujeres habían sido, una testigo y la otra
la protagonista, pero mi memoria auditiva no daba para distinguir quien era
quien. Por lo tanto, debía andar con pie de plomo para no equivocarme. Si
intentaba hablar con las dos juntas podrían sospechar algo y se sentirían mas
protegidas para no irse de lengua. Debía hacerlo una por una. Tenía una buena excusa,
al fin y al cabo, la relación de sus hijas. En realidad, también me preocupaba
sinceramente como seguían las niñas en su romance así que mataría dos pájaros
de un tiro.
Busqué en mi agenda
los teléfonos de ambas familias. Cuando llamara esperaba que atendieran las
mujeres. No quería a los hombres presentes, por obvias razones. De modo que sin
saber con quién arrancar hice un revoleo de moneda y la suerte indicó que debía
llamar a la madre de Paula.
No sabía si iba a resultar, pero, sería
entretenido.
Capítulo 3
-Hola, soy Alexia, la
escritora que suele reunirse con su hija y las otras chicas del grupo-
-¡Ah, buen día!- Me respondió
aun sin tener idea de por qué razón la llamaba.
Después de algunas
frases banales fui a lo que me proponía.
-La llamo por que
quisiera tener una charla personal con usted acerca de Paula y como está
llevando su situación de aceptación de su identidad sexual. Simplemente quiero
saber si tiene algún inconveniente-
La mujer mordió el
anzuelo, pero de inmediato respondió.
-Entonces debería ir
la madre de Emilia también-
-No, no. Intento que
cada una me cuente lo que ve y sabe en la mayor comodidad y discreción-
-Ah, ok. Está bien-
Respondió convencida.
Y finalmente
combinamos para esa misma tarde. Las dos solas reunidas en casa.
La recibí de manera
informal. No me vestí como para una reunión social. Me puse un pantalón de tela
engomada, negro y una blusa muy holgada blanca. En lugar del escritorio nos
aposentamos en el living. La invité a sentarse y le ofrecí café y masa que
aceptó gustosa. Ella, al contrario, estaba muy elegante. Algo insinuante, eso sí.
Su vestido era bastante ajustado y se le adivinaban los pezones bajo la tela.
De pronto pensé que podía haber interpretado cualquier cosa, sobre todo
inconveniente, por haberla citado a solas. En ese momento me arrepentí de lo
que estaba haciendo. Claro. ¡Que idiota soy! Pensé. Que otra cosa se le podía
haber ocurrido si una lesbiana famosa la invita a su casa a solas. Pero también
podía ser imaginación mía, de modo que traté de manejar la situación de la
manera mas aséptica. Todavía no sabía si era ésta la que se había transado a la
turista española en Cancún.
Comencé, por supuesto,
preguntándole por su hija. Traté de sacarle cuanta información podía acerca de cómo
estaba llevando su relación de pareja y ella contestaba de manera abierta, sin
esconder nada, totalmente inocente. Así fue que supe que todo andaba bien entre
las chicas. Que en tanto y en cuanto estaba en sus manos trataban de que no
tuvieran inconvenientes y no se metían en sus vidas cuanto estaban reunidas en
casa de alguna de ellas. Las compañeras y el resto de la clase las apoyaba y al
final reconoció que había sido de mucha influencia en todo el colegio las
charlas que yo había dado en cuanto al respeto por las diversidades. Me sentí
halagada.
A esa altura, si había
tenido algún pensamiento de que yo la estaba tratando de seducir ya se estaba
dando cuenta que no iba por ese lado y se relajó. Bajó la guardia. Y yo
aproveché. Como si fuera un comentario sin importancia dije.
-Supongo que cuando se vayan de vacaciones
alguna de las dos familias tendrá que llevarlas juntas-
-Si, claro. Van a ir
con la familia de Emilia a Cancún-
-¡Ah! ¿Van a Cancún?-
-Si, ellos van todos
los años. Nosotros preferimos variar y la mayoría de las veces hacemos turismo
local. En realidad, una sola vez fuimos a Cancún, con los padres de Emilia y
otros dos matrimonios del colegio-
-La habrán pasado bien
en grupo-
-Si, fue bastante
divertido-
-Es que cuando uno está
de vacaciones todo se vuelve más relajado y sobre todo si se está con amigos.
En las vacaciones uno se anima a hacer cosas que no haría durante el año- Dije
con sutileza.
Y cayó en la trampa.
-Si. Mire le puedo
contar algo, porque es usted. Ese año, la madre de Emilia con la complicidad de
las otras madres tuvo varios encuentros con una chica española, muy bonita
ella, mas que bonita, espectacular.
Solían irse a una de las cabañas a la hora de la siesta. Todos los
santos días. Y cuando regresaba estaba esplendida y feliz-
La miré esbozando una
sonrisa.
-Entonces, si ella fue
capaz de una aventura lésbica. ¿Por qué se negaba tanto a que su hija saliera
del closet?-
-Bueno. Una es una y
los hijos son los hijos. De todas maneras, es como usted dice, era una
aventura-
-Esa es la parte que
todavía no comprendo. Yo soy lesbiana. Jamás se me ocurriría tener relaciones
con un hombre. Por eso me gustaría saber que impulsa a una mujer a engañar a su
marido con una mujer y no con un hombre-
-Por la diferencia.
Por hacer algo bien distinto de la rutina. Un hombre sería mas de lo mismo y
encima puede ser capaz de enamorarse de una y generar un problema insalvable en
el matrimonio-
-Y, una mujer ¿no puede
llegar a enamorarse también? Le puedo asegurar que hay algunas que suelen ser
bastante posesivas. Para una mujer que no es experta tener una aventura con una
lesbiana puede ser riesgoso también-
-Supongo que si-
-¿La madre de Emilia
solía hacer eso a menudo?-
-Hasta donde sé fue la
única vez-
-Y al parecer a
ninguna de las otras madres les importó-
-Claro, porque para
ellas era una hazaña que no se atrevían a realizar-
-¿Y usted?-
-¿Yo?-
-Si, digo. ¿Usted lo
hizo alguna vez?-
-Lo haría, pero nunca
tuve oportunidad-
-En eso no la puedo
ayudar-
-Lo sé- Dijo y tras un
efusivo saludo la acompañé hasta la puerta.
-Le agradezco
muchísimo que haya venido- Le dije a modo de despedida.
Había sido una tarde provechosa.
Capítulo 4
La llamé al otro día y
la conversación de introducción fue bastante similar a la que había tenido con
la madre de Paula. Le dije que deseaba tener información sobre la relación de
su hija solo para saber si las podía ayudar en algo.
La mujer no tuvo ningún
reparo. No tenía problemas en ir a mi casa esa misma tarde y ni siquiera
mencionó la necesidad de que también estuviera presente la madre de la otra chiquilla.
De modo que. Tal como lo había hecho la tarde anterior también la recibí con
café y masas. Yo repetí el pantalón y la blusa y ella también estaba muy
informal con un jogging blanco que le quedaba muy bien pero no era nada
sugerente.
En el principio de la
charla, que también se desarrolló en el living, hablamos de las chicas, de su
relación y de su entorno. Básicamente repitió lo mismo que me dijera la madre
de Paula, lo que me dejó tranquila respecto de cómo marchaba el romance de sus
hijas.
Y ahí introduje la primera
pregunta.
-¿Cuándo van de
vacaciones las llevan juntas con alguna de las dos familias?-
-Si, por supuesto-
Respondió.
-Ah, que bien. Es una manera
de que convivan, aunque sea en un periodo sin preocupaciones. ¿Y adonde piensan
ir? Pregunto, si no es secreto-
-No, todos los años
vamos a Cancún y allí las llevaremos. Como tenemos una sola hija no es
problema, en cambio Paula tiene varios hermanos y a sus padres se les hace
pesado lidiar con todos. Así no solo ayudamos a las chicas sino también a
nuestros amigos-
-Me parece genial.
Pero hay que cuidar a las chicas. Ciertos sitios de veraneo pueden parecer por
unos pocos días el paraíso y tentar a la gente para hacer cosas de las que luego
pueden arrepentirse. Cuiden que se porten bien-
-Lo haremos. Pero…-
Dudó.
-¿Sí?- Pregunté
imaginándome lo que seguía.
-¿Cómo puedo contarle
esto?-
-Con palabras. ¿Qué
sucede?-
-Su comentario me hizo
recordar que yo tuve una de esas tentaciones. Un año tuve una aventura con una mujer
española. Debo confesarle, aunque usted, perdone, lo debe saber bastante bien,
la pasé genial-
-No lo dudo-
-Disculpe, no sé si
debí contarle esto, pues ahora dirá que habiendo tenido esa experiencia se la
negaba a mi hija-
-Adivinó mis palabras-
-Es el temor, usted sabe, de que
fracase y no lo pueda superar-
-Lo superará. Es una
mujer muy preparada y Paula también-
E iba a levantarse del
sillón mientras miraba la hora, como para irse y de pronto me miró a los ojos.
-Hay mas- Me dijo y
agregó -Seguí teniendo relaciones ocasionales y sin compromiso con otras
mujeres-
-¡Oh! ¡Vaya!- Exclamé.
-Tenemos un grupo de
amigas, todas casadas con hombres. A veces nos juntamos y hacemos cosas…y a
veces tenemos encuentros con otras mujeres-
-Vaya, usted es una
caja de sorpresas-
-Si, pero le ruego,
esto es una confesión. Las otras madres del colegio solo supieron de mi
aventura en Cancún y les pareció mas graciosa que escandalosa, pero no saben el
resto-
-Soy una tumba…y…a propósito,
me gustaría conocer ese grupo. No para tener relaciones, ya tengo bastante con
dos novias, pero me fascina saber que les pasa por la cabeza a las que alternan
entre ambos sexos-
-¿Para otro libro?-
-No lo había pensado,
pero es una buena idea. ¿Me contactará?-
-¡Seguro! Se van a
enloquecer de conocer a una lesbiana famosa-
-Espero tu llamado-
Y así nos despedimos.
Luego que se fuera la
madre de Emilia me quedé pensando un largo rato. Además de que me parecía
increíble como les había sacado información sin el mas mínimo esfuerzo todavía
estaba tratando de saber a ciencia cierta que deseaban las mujeres casadas
cuando tenían una relación lésbica por fuera del matrimonio. ¿Era solo placer?
¿Era la búsqueda de algo totalmente distinto? ¿Era así de sencillo o había algo
mas?
Estaba todavía en esas
meditaciones cuando llegó Marga desde su casa. Ya se había duchado y cambiado
de ropa, después de llegar del trabajo. La amaba cuando se ponía sus calzas y
una blusa negras. Keiko ni siquiera pasó por su casa. Entró por la puerta
principal de mi casa y pasó rauda por el living cuando Marga y yo todavía no
habíamos comenzado a conversar.
-¡Voy a darme una
ducha!- Dijo mientras se dirigía a mi baño.
Al rato apareció solo
con un camisón blanco. Estaba hermosa. Marga me había preguntado por mis entrevistas,
pero le dije que iba a hacer unos mates así se los contaba a las dos juntas. De
manera que cuando mi japonesita apareció ya tenía listo todo para tomar mate y
ponerlas al tanto.
Algo sabían de mi
entrevista con la madre de Paula, pero cuando les conté de la confesión de la
madre de Emilia casi se quedan duras con la boca abierta.
-¡No puedo creerlo!-
Dijeron a coro, como si lo hubieran ensayado.
-Así es. Y tendré un
contacto con el grupo de tortas. Y podre juntar material para mi libro-
-Esto va a ser genial- Agregó Marga
mientras daba una chupada a la bombilla.
Capítulo 5
En tanto yo trataba de
tener actividades todo el tiempo para no amargarme por la lamentable situación
de mi país. Debo confesar que a veces me daban ganas de irme a vivir a otro
lado. No soy nacionalista, pero al menos quisiera vivir en un país ordenado,
con progreso, trabajo, educación y sin violencia y eso está cada vez mas lejano
en la Argentina.
Por de pronto,
mientras realizaba videos tocando el órgano y los subía a un canal de You Tube
que creé a tal efecto, esperé el llamado de la madre de Emilia. Su demora me
hizo pensar que se había arrepentido pero dos días después me mandó un mensaje
de WhatsApp para avisarme de una próxima reunión, solo de carácter social, y a
la que estaba invitada. Se disculpó alegando que antes de darme el dato lo
había consultado con el resto del grupo y la aprobación había sido unánime.
Bien, esto va mejor de
lo que esperaba, pensé. De modo que, contrariamente a lo que suponía, las
señoras casadas que gustan de las aventuras lésbicas estaban dispuestas a
hablar. ¿Necesidad de catarsis? ¿Vanidad? Ya lo sabría. De inmediato acepté la
invitación.
El día indicado fui al
domicilio que me pasó la madre de Emilia. Tal cual lo imaginaba, dentro de ese
grupo no había otras madres de alumnas del colegio. Me encontré con un grupo de
desconocidas. Recordé el comentario de la señora acerca de que solo le conocían
su aventura de Cancún.
Como soy, para estas
mujeres, y otras también, una celebridad, me recibieron como tal. Se prodigaron
en besos y abrazos. Alguna se entusiasmó un poco, pero la frené. Eran un grupo
muy singular. Al menos en apariencia no había ni siquiera un hilo conductor. Físicos
de características diferentes, gordas, delgadas, altas, petisas. En la ropa
tampoco coincidían, unas de jogging, otras súper elegantes, otras mas formales.
Y las edades oscilaban, según mi calculo, entre treinta y cincuenta años.
En suma, eran seis con
la ya conocida madre de Emilia. Lo primero que me preguntaron fue si tenía
intenciones de escribir un libro con el tema. Les dije que no lo había pensado pero
que de una casual conversación con la madre de Emilia había surgido el tema.
Ustedes saben que esto era mentira, pero era una mentira piadosa. No quise
mencionar a Emilia y su orientación sexual, pero luego, en medio de la
conversación advertí que todas sabían de ella.
Les comenté que no
solo me interesaban las anécdotas que pudieran contar, sino que me intrigaba en
particular que las llevaba a buscar mujeres para engañar a sus maridos y que
sentían respecto a relacionarse con ambos sexos.
-¿Usted no ha tenido relaciones con
hombres?- Me interrogó la mas jovencita.
-Jamás. Nunca tuve la más
mínima curiosidad-
-No sabe lo que se
pierde-
-En verdad, en lo
personal, prefiero seguir en la ignorancia-
-Otra cosa que a mí me
intriga, ¿Cómo hace para mantener dos novias?- Preguntó otra.
-Con esfuerzo-
Respondí para luego aclarar que era un chiste y allí me explayé contando acerca
de la comunidad que teníamos y terminé diciendo.
-Nos amamos entre
todas. Y está bien por es un reaseguro por si a alguna le pasa algo. No son
relaciones ocasionales. En realidad, hay una comunión-
A esa altura ya me
estaba acercando a ponerme molesta. Yo había ido con intención de interrogarlas
y eran ellas las que me preguntaban a mí. De todas maneras, intenté
responderles con amabilidad porque de esa manera obtendría mayor predisposición
de su parte. No volvieron a insistir y comencé yo con mis preguntas y
aclaraciones.
-En realidad todo esto
comenzó por pura curiosidad, como ya lo adelanté, después de una conversación
con ella- Dije señalando a la madre de Emilia y agregué – y también porque hace
poco me vino a la mente una aventura que tuve en la preadolescencia con una
chica que ya de grande se casó y no fue algo extemporáneo, sino que era su idea
desde que estábamos en el colegio primario. Si llevo adelante un libro, mi idea
sería plasmar aventuras y anécdotas, con los nombres cambiados, por supuesto y
hacer una breve reseña de cuáles son las motivaciones de cambiar de objeto
sexual-
-Entendido- Dijeron
casi a coro.
Y comenzaron con los
relatos. En realidad, eran historias bastante parecidas. Algunas habían tenido
primero una aventura lésbica con compañeras de secundario y después se casaron
pensando que lo suyo era algo pasajero. Con el tiempo descubrieron que no y
comenzó la alternancia. Otras fueron al revés. Jamás habían tenido relaciones
lésbicas y ni soñaban tenerlas, pero con los años comenzó el tedio y en ese
momento en que una persona esta mas susceptible por la situación lo que se
acercó fue una amiga u otra mujer que la comprendía, generalmente compañera de
trabajo, y terminaron en la cama descubriendo que eso era mas lindo que hacer
el amor con su marido en la misma posición durante años, tolerar que solo él
tenga un orgasmo sin saber que ellas podían tenerlo también.
El orgasmo. Todo pasaba por ahí.
Tantas mujeres ignoran lo que es tener un orgasmo. El hombre, egoísta a la
larga, jamás espera que su esposa pueda gozar de semejante manera. Para el
hombre ella debe ser la receptiva pasiva que está solo para darle placer. Si a
eso se le suma el hastío de una vida vacía o incluso la falta de relaciones
sexuales, el deber de cumplir el rol de ama de casa, madre, esposa, acompañante
sin ninguna gratificación, como lo espera la sociedad, y no solo la sociedad
machista sino también muchas mujeres que creen que debe ser así, es lógico que
las hartas busquen otra cosa, realmente otra cosa que no sea ponerse al abrigo
de un hombre. Lo que necesitan es una buena compañera de juegos sexuales que
las haga sentir plenas.
Capítulo 6
La otra sensación de
seguridad era por supuesto que sus maridos tuvieran alguna sospecha de engaño.
Si, cuando se ponían inquisidores, les decían que iban a encontrarse con una
amiga, era evidente que eso era cierto de alguna manera. El hombre, si fuera
tan paranoico como para seguirlas o mandarlas seguir, al verla encontrarse con
otra mujer dejaría de lado sus sospechas. En general los hombres son bastante
ingenuos en ese punto.
Pero, por el
contrario, si lo descubrieran, por azar o por insistencia la reacción podría
ser mas peligrosa. Un hombre engañado por su esposa con otro hombre tiende a
esa ancestral sensación de pelea con el rival, tal como en la época de las
cavernas y eso generaría una situación violenta, pero lo que el hombre no
comprende, ni comprenderá, es que su esposa se acueste con otra mujer. No entra
en su cerebro tal idea y no la puede metabolizar. Eso puede llegar a ponerlo
mas violento.
Estas mujeres con las
que hablaba estaban seguras de hacer todo con mucho cuidado para no ser
descubiertas y hasta ahora les estaba yendo bastante bien. Solían tener
reuniones entre ellas o con alguna fuera del grupo, pero no cualquier
desconocida, sino en quien pudieran confiar.
Tomé nota de todo lo
que me contaron. De sus anécdotas, de como cada una descubrió dentro de sí la
llama del lesbianismo y de cómo se conformó este grupo tan particular. De como
utilizan diversos métodos para el engaño y de la tremenda satisfacción que les
produce una relación. De cómo se sienten mucho mejor de ánimo y ganas de vivir
la vida.
Cuando ya se estaban agotando
los comentarios una de ellas dijo.
-No podés dejar de
escribir ese libro. Así como ayudase a muchas mujeres y sobre todo a las chicas
jóvenes con tu libro sobre el feminismo y el machismo debemos ayudar a todas
las mujeres que viven una vida insatisfecha y triste por no animarse a hacer
algo diferente-
-Voy a ponerme a
trabajar. Les haré llegar borradores para que los vayan leyendo- Respondí.
Al fin y al cabo, me
complacía que pareciera que la idea del libro era suya lo que me evitaba
decirles que había sido mi intención desde el primer momento y se sintieran engañadas.
Volví a casa con la sensación de que tenia otra mina de oro en las manos. Como
llegué tarde, Marga y Keiko ya estaban esperándome con el clásico mate y los
bizcochos. Mientras lo tomábamos les conté lo sucedido.
-¿No se te tiró alguna?- Preguntó
Keiko.
-No, como tirarse no,
pero noté que varias andaban con ganas. Por supuesto que traté de no darles ni
la más mínima posibilidad-
-El trabajo con el
placer no se mezclan- Acotó Marga.
-Y mucho menos entre
una jauría de lesbianas donde cualquiera de ellas me vería como un trofeo. Imagínate,
quien se levantará a la torta famosa-
-¿Crees que tenés
suficiente material, como para no tener que repetir la experiencia?-
-Supongo que si porque
espero no volver. De todas maneras, basándome en las historias que me contaron
te puedo inventar diez o quince mas-
Y después de esta última
frase me quedé pensando al punto que Marga y Keiko se quedaron mirándome
extrañadas.
-¿Qué te pasó?- Me
preguntaron.
-Nada, que de pronto
se me ocurrió una idea. Pensaba, ¿Cómo será este tipo de mujeres del otro lado
del mundo?-
-Ah, ya me la veo
venir. ¿Otro viaje al Sol Naciente?- Interrogó Marga.
-No, por ahora no,
pero…-
-¿Pero qué?- Preguntó
Keiko.
-Tengo en mente una
persona que puede hacer el trabajo sucio allá en Japón. Alguien que no tiene
drama en hurgar profundo-
-¡Mitsuko!- Exclamó
Keiko.
-Tal cual- Respondí.
-¿Y crees que aceptará?-
-Seguro, es capaz de
cualquier cosa con tal de divertirse. Después la voy a llamar-
-A propósito…- Comenzó
a decir Marga -¿Mitsuko es la lesbiana que te posibilitó ayudar a Mei y Yuzu,
según contas en tu libro?-
-¿Cuál es el problema?
Vos no quisiste ir a Japón conmigo en mi primer viaje y a Keiko no la conocía.
Conocí a Mitsu, tal como lo conté, en plena calle. Lo demás está en la novela.
No hay ningún secreto-
-Si, no hay problema
con eso. Lo que ocurre es que hasta recién no había caído en la cuenta que esa lesbiana
de la que contas era Mitsuko. Y…otra pregunta Mitsu ya andaba con la cuatro
ojos?-
-No, en aquel entonces,
pero me parece que Maruta ya le andaba detrás y pocos meses después ya estaban
viviendo juntas para asombro de Harumi-
-Pero Harumi ya sabía
que su hermana era torta-
-Si, pero la hacía
saliendo con mujeres mas grandes. La sorpresa fue cuando su compañera de colegio,
Maruta, le contó que andaba con su hermana-
-Y, por aquel
entonces, Harumi todavía andaba sin saber que quería hacer de su vida
sentimental-
-Si, pero me parece
que Matsuri ya la “decidió”-
Y levantándome de mi asiento,
me dirigí a mi estudio diciendo.
-Voy a llamar a esa yegua y
proponerle un negocio-
Capítulo 7
Se alegró muchísimo de
verme la cara. Mientras estábamos saludándonos se asomó por detrás de ella la
carita de Maruta sonriendo, enigmática, con sus infaltables anteojos. Saludó,
me mandó besos para Marga y Keiko y siguió su camino.
-La mandé a cocinar-
Dijo Mitsuko entre risas-
Inmediatamente después
me preguntó como andábamos y yo aproveché a preguntarle por las chicas. Ella
estaba en contacto con todas y me fue pasando un rápido informe que, como
conclusión, indicaba que estaba todo bien.
Después de todo ese
intercambio de noticias me preguntó.
-¿Qué andas
necesitando?-
-Ja. Me haces sentir
que solo te llamo para pedirte favores-
-Y lo bien que haces.
Al menos podemos saludarnos y vernos las caras. Pero no te preocupes. Es un
gran placer hacer algo por vos-
-Bien, el tema es
así…- Dije y comencé contarle todo lo sucedido en los últimos días acerca de mi
nuevo proyecto.
-Tengo buenas historias,
pero de pronto hace un rato se me ocurrió saber cómo sería el tema por allí
y…¿a quién preguntarle si no?-
-A la persona indicada.
Ahora decime, ¿Lo que quieres es que me contacte con algunas señoras y les
saque información?-
-Tú lo has dicho-
-Si, creo recordar a
un par de ejemplares de esos y podré conectarme con otras mas. Dalo por hecho-
-Tomate tu tiempo.
Tampoco es tan urgente-
-Ok. Me voy a ocupar y
te voy escribiendo mails con lo que consiga-
-Te voy a incluir en
los créditos y en las regalías si se publica el libro-
-Te tomo la palabra. Y
ahora voy a ver que está haciendo Maruta en la cocina-
Y así, una vez que le dejé
el encargo a Mitsuko me puse a trabajar en las notas que yo había juntado. Se
avecinaba un nuevo libro mientras tanto los anteriores seguían vendiéndose
bastante bien y de manera constante.
La subida de videos a
You Tube tocando el órgano eléctrico también parecían ir de maravillas.
Aumentaban constantemente las vistas y la cantidad de suscriptores. No había
pasado un mes desde las primeras subidas que recibí una notificación para
ofrecerme a monetizar mi canal. Por supuesto que acepté de inmediato y pronto
tuve publicidad al inicio de cada canción. Y eso significó dinero y el dinero
siempre viene bien, sobre todo cuando se vive en un país con el 90% de
inflación anual.
Afortunadamente el
arquitecto Castaño había tomado unas obras interesantes y de gran tamaño por lo
que me tranquilicé por el futuro laboral de Marga. En la misma situación estaba
la empresa del señor Yamura dirigida por Keiko. Habían logrado reemplazar un
componente de su producción que era importado por otro nacional con lo que
evitaron que tener que lidiar con el gobierno y la falta de dólares para traer
esos insumos del exterior.
O sea que la situación
de este país maldito no nos afectaba demasiado, al menos por ahora. Y quisiera
aclarar que cuando digo maldito no es un insulto. Es la aceptación de que estamos
condenados a ir de fracaso en fracaso, sobre todo desde el advenimiento del
peronismo allá por 1945. Por eso puedo decir, país maldito, o país maldecido
por la suerte. Pero lo peor es que no aceptamos que la culpa es de todos los argentinos
y no solo de la clase política, porque los políticos no vinieron de Marte así
de pronto. Salieron del seno de esta sociedad que los prohijó y los educó.
En el afán por
mantenerse en forma, Marga se compró varios equipos para hacer ejercicios y se
montó un pequeño gimnasio en una habitación que todavía tenia desocupada. Un día
vimos como descargaron una cinta para caminar, una bicicleta fija y un aparato
para hacer abdominales y otras variantes además de algunas mancuernas y
pequeñas pesas. Nunca supimos cuánto había gastado, pero en realidad no nos
sorprendió porque ya llevaba un par de meses insistiendo con el tema de que
estaba harta de ir al gimnasio y que prefería la comodidad de la casa y el
hecho de que las tres pudiéramos disfrutar de todo el equipamiento.
Así fue que, aunque
Keiko y yo no éramos muy afectas al ejercicio de gimnasio, le hicimos compañía
a Marga aprovechando lo que había. De todas maneras, no éramos sedentarias, amamos
caminar y andar en bicicleta, pero por la calle. Aunque, estos aparatos venían
bien sobre todo para esos días de invierno en que no dan ganas de salir de
casa, aunque una fuera una osa polar.
Mi editor volvió a la
carga con el tema de que debía hacerme una gira por Europa. Incluso me avisó
que las ciudades a visitar serían Madrid, Roma y París. Claro, incluyó Paris porque
sabe que muero de placer por visitar esa ciudad, mi favorita en el mundo, aunque
ahora ya está compitiendo con Tokio. Es cierto que son absolutamente opuestas y
quizá por ello es que me gustan tanto.
Hacer un viaje era
tener que ir sola. Ya no podría distraer a Marga y Keiko de sus trabajos una vez
mas. Pero, estaba segura de que las extrañaría y no disfrutaría del paseo.
Además, ya estaba enganchada con el nuevo libro.
Llamé a mi editor. Le
expliqué que por el momento no podía hacer un nuevo viaje y le propuse hacer
conferencias por Zoom. Me dijo que era una buena idea y que iba a averiguar que
recepción tendría la oferta. Pero no se privó de decirme que las casas editoras
europeas estaban un tanto celosas porque les prestaba mas atención a los
japoneses. Yo le refuté que no se podían quejar porque habían hecho un gran
negocio con mis libros, y ya fuera que yo estuviera por allí o no, se estaban
vendiendo muy bien, al menos ese era el reporte que me habían hecho llegar.
Mi editor se rindió ante la evidencia
y me dio la razón. De todos modos, le dije que preparara esas conferencias si
fuera posible pero que consultara conmigo fechas y horarios. De esta manera di
un corte al tema y me dispuse a seguir trabajando.
Capítulo 8
-¿Alexia Montes?-
-Si, por ahora-
La mujer que
preguntaba mi nombre era la directora de un centro cultural cercano a mi casa.
Se rió de mi contestación y continuó con lo que venía a decirme.
-Vi sus videos en You
Tube tocando el órgano y me parecieron muy buenos. Seré indiscreta, ¿Lee música
o toca sólo de oído?-
-En primer lugar,
gracias por el elogio y no es indiscreción, en la información del canal
explicité que solo toco de oído-
-¡Ah! Muy bueno, muy
bueno. ¿Ha tocado en público?-
-No, me temo que no me
animaría. Para hacer cada video he tenido que recomenzar varias veces hasta que
me salga el tema completo sin errores. Creo que al público en vivo no le
gustaría-
-Debería intentarlo.
Le diré una cosa. Si se anima, las puertas del centro están abiertas para
usted. Cuando quiera me llama, mi nombre es Edith, y combinamos-
-Le agradezco, pero no
se haga ilusiones-
-Espero. Se que un día
le va a picar el bichito y aquí tiene donde expresarse-
-Bien, supongo que
tiene razón. La llamaré, si me animo-
Y tras un cordial
saludo, la mujer se alejó para atender a otras personas.
Debo confesar que me
dejó pensando, pero, de todas maneras, aceptar su ofrecimiento era la
obligación de tener que practicar mucho, lo que, francamente, me gustaba.
Comenté la novedad a
mis novias que, por supuesto, se manifestaron muy entusiasmadas y trataron de
alentarme a que me ponga manos a la obra.
-Bien, veré como me
hago tiempo para todo. Ahora tengo que escribir un libro- dije.
Pero, al otro día me
llegaría una novedad. Me llamó la madre de Emilia y me pidió si la podía ver en
el Mc Donalds. Debo confesar que el tono de su voz y el deseo de vernos
personalmente implicaba que debía decirme algo serio y que no podía, o al menos
no quería, decirlo por teléfono. Y rato después estábamos frente a sendos cafés
con medialunas.
-Una de las chicas del
grupo que conociste el otro día, Mabel es su nombre, tuvo una cita con otra
mujer…-
-Y la descubrió el
marido-
-Si, pero no. El
marido que las descubrió fue el de la otra mujer-
-¿Y que pasó?-
-Parece que las estaba
siguiendo y no mordió el anzuelo de que solo se encontraba con una amiga, tal
vez porque sospechaba algo, pero lo cierto es que les hizo un escándalo en la vía
pública y luego se llevó a su esposa-
-Podría decir que es
problema de la otra mujer, pero, sospecho que ahora Mabel tiene miedo de que el
hombre la deschave, si logra saber quién es-
-Exacto-
-Debería suponer que
esta señora no es tan idiota como para tener a Mabel en su lista de contactos
del celular-
-No lo sabemos-
-¿Cuántos días hace de
esto?-
-Ayer-
-¡Ah! Si esta mujer
tiene a Mabel en su lista y ha chateado con ella ya puede darse por reconocida,
pero si solo ha hablado por teléfono sin chat, aunque la tenga como contacto
deberíamos hacernos de ese celular rápidamente, antes de que lo haga revisar-
-Eso suena difícil
¿Cómo lo lograríamos?-
-Robándolo, ¿de que
otra manera?-
-Me parece que tu alma
de novelista se te subió a la cabeza-
-Si, pero es lo que
mejor me funciona. En principio quiero que me consigas con Mabel el número de
teléfono de esta mujer y luego déjame todo por mi cuenta. Es necesario que
ninguna de ustedes quede involucrada-
Y así fue que pocos
minutos después, estando ya en casa recibí un mensaje de Mabel pasándome el número
de teléfono de su amante ocasional. De inmediato busqué en mi escritorio un
celular con tarjeta que tengo como repuesto por lo que no está a nombre de
nadie y llamé.
Tuve que hacer varios
intentos y nunca obtuve respuesta por lo que deduje que el aparato no estaba en
poder de la señora y era muy probable que el marido ya lo hubiera llevado a
algún lugar para que se lo estudien. ¿Pero adonde?
De inmediato me acordé
de aquel periodista que me había ayudado cuando fue el caso de las escuelas del
conurbano y me puse en contacto con él. Después que le expliqué la situación,
sin entrar en demasiado detalle, le pregunté si sabía de algún lugar donde se
pueden llevar los celulares para estudiar las llamadas que se han hecho. Por
suerte eran solo cuatro.
-Tenes que tener en
cuenta que son todos clandestinos. Son hackers que preferirán el anonimato,
pero se puede hacer tratos con ellos-
Y me dió la lista. El
siguiente paso era saber el nombre del marido de la amante de Mabel, aunque en
ese momento me surgió la gran duda ¿Y si, tratándose de negociar con gente
fuera de la ley, hubiera dado un nombre falso? Me sentí como al principio.
Estuve un día entero
tratando de pensar cómo hacer para identificar el lugar donde podría estar el
teléfono. En el medio conseguí con Mabel el nombre del marido engañado. Ya era
un dato más.
Como sea, tenía que hacer el intento.
Capítulo 9
Como también tenia las
direcciones de estos individuos fui a la que identifiqué. Para ello me conseguí
una peluca rubia y grandes anteojos de sol, me pinté como una puta, me puse
unos pantalones elastizados, calzado de acrílico con taco aguja y una blusa que
mostraba la mitad de mis senos.
No era un sitio sórdido,
tenia un local de ventas de accesorios para celulares. Como me indicó mi amigo
pedí por “Alfonso” a modo de contraseña. La empleada fue a la trastienda y al
rato me hizo pasar. El hombre estaba detrás de un vidrio sentado a un
escritorio, trabajando. Como tuve que esperar, comencé a recorrer el sitio con
la vista y de pronto lo vi. Tan rápida como pude lo tomé, junto a otros tres
que estaban juntos y luego me quedé haciéndome la idiota.
El tipo me hizo pasar,
le hice el verso de que quería que me revisara las llamadas de un celular que
le llevé, que era un aparato viejo que nunca había usado por que fallaba.
Aceptó el trabajo. Lo tomó, lo miró y lo puso a un costado.
-A que nombre lo
anoto- Me preguntó.
-A Gloria-
-Bien. Yo no la voy a llamar.
Llámeme usted en un par de semanas.
-Ok- Dije y salí del
local con los celulares que había tomado.
De inmediato llamé a
la madre de Emilia y a Mabel y les dije que creía que tenía el celular correcto
y que quería verla cuanto antes. Nos encontramos, para variar, en el Mc
Donalds. Cuando llegué ellas ya estaban allí. Saqué el celular del bolso y se
los mostré. Mabel lo reconoció enseguida, no solo por la infantil funda sino
también por la pantalla de inicio. Recorrimos todos los contactos y ella no figuraba
pero igualmente el hacker hubiera podido identificar las llamadas.
-Bien- Le dije a Mabel
-Recuperamos el celular, pero bajo ningún concepto lo debe saber tu amiga. Si
ella se entera puede abrir la boca sin querer y no te digo nada si se lo encuentra
el marido. Este celular, según mi opinión, debería ser destruido-
-Estamos de acuerdo,
¿pero si solo le falta este celular al hacker no será sospechoso?-
-No, porque me llevé
otros celulares también. Lo lamento por sus dueños-
De todas maneras,
zafamos de la situación de la manera mas insólita. Al otro día de haber estado
yo en el local entraron ladrones y se llevaron alrededor de cincuenta celulares
entre nuevos y en “arreglo”. De modo que mi incursión pasó desapercibida. Y lo
mejor de todo era que el hacker no podía denunciar lo celulares que tenia para
revisar, para no comprometer a sus dueños y con todo el hecho, según mi amigo
periodista, ni siquiera parecía acordarse de que alguien lo había llamado en
nombre del marido de la amante de Mabel.
Así fue que con mi ingenio
y una gran suerte el caso quedó resuelto, pero me enfrentaba a un problema. Temía
que en el grupo que había hablado conmigo surgieran dudas en cuanto a la
posibilidad de que el libro alertara a muchos maridos engañados. Por lo tanto,
las reuní en casa donde tuvimos una larga charla. Después de debatir se llegó a
una conclusión. El marido de la amante de Mabel era el único que se había dado
cuenta en casi diez años que llevaba el grupo haciendo de las suyas y no creían
que el libro aumentara ese porcentaje. Después de todo, argumentaron, los hombres
son tan inocentes que, aunque supieran de que hay mujeres que los engañan con
otras mujeres siempre van a pensar que a ellos nunca les pasará.
Estaban a punto de
retirarse cuando llegaron, por diferentes caminos, Marga y Keiko. Hasta ese
momento estas mujeres solo sabían de la existencia de mis novias por
comentarios. Cuando las conocieron personalmente se quedaron maravilladas.
-Ustedes son el sueño
de todas nosotras- Dijo una de ellas.
-Si, pero esto solo se
logra cuando no hay matrimonios y los hombres quedan estrictamente fuera del
asunto- Respondí.
-Lo que nos pasa a
nosotras es que somos mujeres que todavía vivimos en el sistema patriarcal y
queremos un marido para que nos mantenga mientras nos quedamos en casa y
tenemos hijos- Dijo otra.
-Y, bueno, eso es lo
que aprendieron de sus madres y sus madres de sus abuelas. El asunto es romper
el molde antes de casarse, arreglárselas como pueda cada uno, estudiando,
teniendo una profesión o un emprendimiento. Asegurarse de ser las generadoras
del dinero y así se hacen un favor ustedes, se sienten realizadas como personas
independientes, no le deben nada a nadie, se libran de criar hijos y encima
pueden dar rienda suelta a su verdadera sexualidad- Comenté
-Ahora es tarde para
nosotras- Manifestó una tercera.
-Por eso, si descubren
que sus hijas se disparan para el lado lésbico, no las critiquen, no las castiguen,
ayúdenlas, aconséjelas y acompáñelas. Será lo mejor para ellas-
-Eso lo puedo afirmar
yo y ahora mi hija es muy feliz gracias a los consejos de Alexia- Dijo la mamá
de Emilia.
Cuando ya se iban se
me acercó Mabel.
-Todavía no les di las
gracias como corresponde. Me ha salvado la vida-
-No es nada. Fue un
poquito de acción, ya me estaba aburriendo siempre sentada escribiendo-
Respondí.
-Si hubiera sido otra
situación creo que hubiera intentado seducirla- Manifestó en voz baja.
-Pero no es. Y cuídese.
Esta vez salió bien-
Se acercó, me dio un
beso en la mejilla y se marchó con las otras que ya estaban en el jardín
delantero despidiéndose de Marga y Keiko.
-Simpáticas- Dijo
Marga.
-Son todas una boludas- Agregué yo y
nos reímos a coro.
Capítulo 10
Lo que me preocupaba
era el libro. Después de lo sucedido con Mabel y su amante me parecía que
escribir un tratado sobre como las mujeres engañan a sus esposos con otras
mujeres era algo así como darles información que podía volver a los hombres mas
posesivos y paranoicos y las que perderían serían las esposas. Y toda esa duda
persistía en mi a pesar de que las amigas de la madre de Emilia y Mabel misma
opinaron que debía comenzarlo.
Pensaba en todo ello
mientras sacudía las teclas del órgano y no encontraba respuesta. Estaba sola
en casa una tarde cuando recibí la señal de llamado de Mitsuko.
-¿Cómo va ese libro?-
Me preguntó después de los afectuosos saludos.
-En suspenso…-
Y le relaté toda la
historia, sobre todo lo relacionado a Mabel y mis dudas. Ella manifestó que
sería un problema en Argentina u otro país latinoamericano donde los hombres
todavía se creen los amos de las mujeres y hay mucha violencia de género, pero
consideraba que en Japón eso era distinto por razones que no estaban relacionadas
con el lesbianismo en forma directa.
-¿Cómo es eso?- Le
pregunté.
-El tema es así. Sabes
muy bien que aquí hay tolerancia respecto de las personas homosexuales, sobre
todo en los sitios en que la influencia taoísta, budista o confucionista es mas
poderosa y en algunas prefecturas hay certificados de unión civil que
posibilitan la visita a hospitales, derechos de herencia y cosas así. Mei y
Yuzu tienen ese certificado. Lo que ocurre aquí es que las personas mayores
tienen una vida mas tradicional y muchas veces no saben cómo reaccionar respecto
de la homosexualidad, pero no es un problema de homofobia, sino porque tienen
un concepto arraigado de igualdad en todas las cosas y suelen ver a los
homosexuales como gente muy especial a la que, a veces, no saben cómo tratar. De
todas maneras, las mujeres con tendencias lésbicas pero que están casadas
tienen amplias posibilidades, sobre todo en los baños públicos de agua
caliente. Como es norma meterse en el agua totalmente desnuda y están separados
los hombres de las mujeres hay ocasión de algunos juegos eróticos sin mayor
culpa. No sé que pasa entre los hombres, pero sospecho que deben hacer algo
parecido. No te olvides que antes de la llegada del cristianismo aquí, que por
suerte esta muy limitado, la homosexualidad era absolutamente normal-
-Bien, pero…¿qué pasa
con las personas jóvenes?-
-Ahí está la otra cara
del tema. Los japonese cada vez tienen menos sexo. No les interesa formar una
familia porque es “mucho problema” y eso que para progresar en un empleo tener
una familia y sobre todo con un hijo es bien visto y deseado-
-Es como el tema de
los MGTOW o los hombres vegetarianos-
-Exacto, pero también
existe esa apatía entre las mujeres y muchas prefieren vivir solas o tener un perro
antes que un hijo-
-O sea que para las
lesbianas es mas fácil tener aventuras extramatrimoniales-
-Si, pero no lo ven
como lesbianismo, solo como una manera divertida de tener relaciones sin
compromiso-
Y tras esa frase
agregó.
-Ahí te envié por mail
unas historias que me contaron algunas conocidas. Te van a resultar interesantes,
pero no son como para andar robando celulares, ja, ja-
Le agradecí el envío y
cuando estábamos por cortar me dijo.
-¿Y si contaras las historias
que recopilaste vos y las mías como si hubieran sucedido sido en Japón?-
-No sé, pero me diste
pie a que se conectaran dos neuronas. ¿Por qué no una novela “ficticia” que
suceda en el futuro?-
-¡Genial! ¡Ya la estoy
esperando!-
Y nos despedimos.
Esa noche llamé a la
madre de Emilia y la invité a mi casa porque no quería hablar con ella por
teléfono acerca del libro. A la mañana siguiente, café con leche y medialunas
mediante le conté lo que pensaba y que mi idea de ambientar las historias en
una novela que orillaba la ciencia ficción. Ella estuvo de acuerdo. Noté que
todavía estaba sensible por lo sucedido a Mabel.
A la hora de la
sobremesa con Keiko y Marga, nos acomodamos en los sillones del living y
mientras degustábamos un licor de café al coñac les conté acerca de mi
intención de convertir el tema de las lesbianas de “medio tiempo”, como empecé
a llamarlas graciosamente, en una novela de ciencia ficción. A las dos les
fascinó la idea, aunque, en ocasiones no sé si lo hacen porque me quieren o porque
en realidad les parece bien. De todas maneras, me gusta ser halagada.
Después de una noche
tormentosa, no sé qué pasó, pero estábamos todas muy animadas, tal vez por el
coñac, a la mañana siguiente cuando me levanté a preparar el desayuno no sabía
ni donde estaba. Marga y Keiko aparecieron cinco minutos después y no se las
veía mucho mejor. Tomamos unos abundantes cafés para despertarnos y una vez que
ellas partieron a sus actividades me senté en mi escritorio, lápiz en mano
tratando de imaginar como comenzaría mi nueva novela.
No había coordinado
todavía algunas ideas sueltas cuando recibí un llamado de mi editor. Ya tenía
las fechas de las tres conferencias que tendría que dar. Una sería para público
en Madrid, otra en Roma y la tercera en París.
-¿Qué pasa con el
idioma?- Le pregunté.
-Bueno, en Roma y
Paris habrá traductoras en tiempo real. En Madrid no creo que tengas problema-
-Ja! También me
refería a Madrid. Los españoles también hablan bastante diferente a nosotros-
-Si, lo sé. Las
películas de Almodóvar y de Alex de la Iglesia deberían venir con subtítulos.
No les entiendo nada-
Y así quedamos. Ya tenía las fechas,
el equipo con el Zoom en funcionamiento y yo, con pocas ganas de hablar.
Capítulo 11
Después de dar mi propia
interpretación de como había llegado a la literatura y que significaba ello en
mi vida manifesté que esperaba sus preguntas. Y los españoles comenzaron una
interesante ronda de comentarios, observaciones y definiciones sobre mi obra
que hasta a mí me impresionaron. Parecía que se habían leído todo mi trabajo y
lo habían desmenuzado a fondo porque inquirieron hasta los más pequeños
detalles. Fue todo un desafío pues, en otras ocasiones, los lectores me han
preguntado banalidades que contesté con cierta comodidad, pero ahí me sentía
examinada y debí pensar. Me sentía, de todas maneras, cómoda en el sentido de
que estaba en mi casa y mientras me preguntaban algo yo podía buscar en mi otra
computadora los datos necesarios para las respuestas.
Fue una interesante
experiencia que, cuando terminaba la conferencia les agradecí de corazón. Luego
me llegaron otras preguntas, tales como cuando haría un viaje por España y si
existía la posibilidad de que diera conferencias en diversas ciudades. Me cuidé
de no prometer nada y le eché la culpa a mi editor.
Pero, en esa etapa
recibí de una jovencita la pregunta mas inesperada.
-¿Tiene alguna
predilección especial por Japón?-
Me tomé un par de
segundos porque me sentí sorprendida.
-Bueno, sí, me encanta
su cultura, sin ofender a nadie, pero lo que me ata al Japón es una bella
japonesita que me tiene loca-
Al principio hubo un incómodo
silencio y luego todo el auditorio estalló en un aplauso que parecía no
terminar. Mientras tanto me levanté del sillón y tomando la cámara me dirigí a
la pared donde tengo la foto de Keiko y la mostré.
Pero luego moví la
cámara hacia el retrato de Marga y agregué.
-Ella también es mi
gran amor-
Y el aplauso se hizo
mas fuerte. Tras esa demostración de afectos me despedí del público y terminó
la sesión.
Al otro día tuve mi
turno con público de Roma. En esta ocasión estaban reunidos en el Cinema Nuovo
Sacher, en el Trastevere, elegido por que podía albergar bastante público,
esperando lograr una cantidad aceptable de gente que, finalmente llenó el
lugar.
Al igual que la vez
anterior me instalé en mi escritorio y en cuanto se abrió la pantalla recibí un
importante aplauso de bienvenida. Comenzamos bien, pensé. Una bella joven
ofreció de conductora y realizó una detallada síntesis de mi obra. Luego, hablé
yo, mientras era traducida por la mencionada joven. Escucharon en respetuoso
silencio y cuando terminé comenzaron las preguntas.
Debo decir que no
estuvieron tan inquisitivos como los españoles, pero igualmente demostraron que
conocían mis libros. Las preguntas se dirigieron mas hacia mis trabajos sobre
la sexualidad en Japón. Era evidente que el tema les interesaba, pero también
me interrogaron bastante sobre mi conocimiento de la cultura del país del Sol
Naciente. Alegué que no era experta en detalles sobre la cultura pero que podía
darles una semblanza a partir de mi trato con la gente.
Además de mi obra
también noté interés sobre mis opiniones relativas al feminismo y patriarcado.
Por un momento pensé que alguien saldría a tratar de refutarme, pero no. Era
evidente que su interés estaba mas allá de las bobadas habituales y escucharon
en silencio todo mi discurso.
Hubo un gran aplauso
al finalizar y volví a sentirme reconfortada. Por supuesto no faltó la pregunta
sobre si alguna vez iría a visitarlos personalmente. Les contesté que no podía
prometerles nada pero que siempre tenía el deseo.
Debo contar, en este
punto, que ya había hecho un viaje por Europa, allá por el 2012, era muy joven
y todavía desconocida. Madrid, Roma, Florencia, Padua, Venecia, Innsbruck,
Lucerna, Kerns, Paris, Lourdes, San Sebastián y Toledo habían sido mis
destinos. Ese viaje fue iniciático. Allí comprendí que había, no solo otra
cultura, sino también otra manera de vivir.
La tercera sesión fue
en el sitio mas emblemático posible, la librería Shakespeare & Co. En pleno
corazón de Paris. La librería que aparece en la película “Antes del anochecer”
y la genial cinta de Woody Allen “Medianoche en Paris “ y, lo mas importante, en el libro “Paris era
una fiesta” donde Hemingway la menciona repetidas veces.
Me sentía en la
gloria. En parte porque amo Paris con todas mis fuerzas y también por poder ingresar,
aunque fuera virtualmente en ese mundo de cultura. No había mucha cantidad de personas,
pero disfruté cada minuto de lo que se convirtió en una interesantísima charla,
alternando lo poco que sé de francés con español e inglés.
Los franceses fueron,
además de saber de mi obra, los que más me requirieron acerca de mis ideas
políticas y respecto de la Argentina. Fui clara y franca, tanto que en un momento
me preguntó alguien, en español, si no pensaba dedicarme a la política.
-Me temo que no, soy
trabajadora, honesta y de mente amplia y todo ello no es compatible con la
política-
-Lástima. Se necesita
gente como usted en la política-
-Tal vez…- Comencé a
responder cuando me di cuenta que quien me había dicho esto no era francés, mas
bien sonaba como un perfecto porteño y sin terminar mi respuesta pregunté.
-¿argentino?-
Me respondió que sí.
Le pregunté si estaba en Europa porque ya no toleraba vivir en Argentina y volvió
a responder afirmativamente.
-Quédate ahí donde
estas. Siempre vas a estar mejor que acá-
Se quedó un segundo en silencio y
luego puso el pulgar hacia arriba. La sesión terminó con otro fuerte aplauso.
Capítulo 12
Es cierto que el
trabajo escasea, pero quienes tienen estudio y dignidad pueden aspirar a tener
un empleo ya que hay una gran mayoría de gente que ya no califica por falta de
estudios o simplemente porque se han acostumbrado a vivir del Estado que fomentó
su vagancia como consecuencia de las políticas populistas. Triste destino para
un país que era uno de los más avanzados de Latinoamérica en educación.
Marga dependía de que
el arquitecto Castaño tuviera obras, pero era un profesional con mucha
capacidad y voluntad de trabajar por lo que siempre tenia algo para hacer. En
cambio, Keiko dependía de sí misma y por supuesto de la experiencia de su
padre, el señor Yamura, pero además contaba con un bien inapreciable que era la
lealtad y la capacidad de su personal, algo también difícil de conseguir en
estos tiempos.
De manera que mi preocupación
rondaba por el nuevo libro. Mientras trataba de inspirarme, porque si bien
alguna vez había escrito algún cuento corto de ciencia ficción nunca lo hice en
forma de novela, y por ello comencé a releer a H. G. Wells , Isaac Asimov y
otros que fueron parte de mi lectura favorita en mi adolescencia.
También cayeron bajo mi
vista los textos que me había enviado Mitsuko y que para facilitarme su lectura
había impreso. De su análisis saqué las mismas conclusiones que mi amiga
japonesa. Estaba existiendo un marcado desinterés en formar parejas
heterosexuales con todas las consecuencias que ello acarrea y la opción era
cero sexo o aventuras pasajeras tanto homo como hetero. Las mujeres parecían
mas liberadas, aunque no tenía ninguna estadística para comprobarlo. Claro que
todavía no era la mayoría la que practicaba esta abstinencia, pero había cierta
preocupación en las autoridades. Y no era para menos en un país donde la gente
prefiere tener un perro antes que un hijo.
Fui dando forma a un
argumento que se desarrollaba en una época donde el sexo estaba reglamentado y
controlado por el Estado, de manera que todo debía hacerse de la manera
indicada y solamente dentro del matrimonio por ello era que las mujeres
buscaban la liberación a través de relaciones lésbicas clandestinas, de manera
que para no poner en alerta a los hombres casados en mi novela pondría el
control de la moral sobre el gobierno.
A la tardecita, cuando
llegaron mis novias de sus trabajos me encontraron bocetando algunas ideas en
una libreta y les relaté a grandes rasgos lo que estaba pensando.
Fue Keiko quien me preguntó
-¿Y en el caso de
hombres insatisfechos, no buscan otros hombres?-
-No hay estadísticas,
obvio, pero es totalmente diferente, para una mujer tener una aventura lésbica
puede ser solo eso, una aventura. Para un hombre buscar otro hombre es cruzar una
delgada línea a la que todos los machos le temen. Además, que si es su hombría
la que está en duda lo lógico es que se busquen una mujer para cogérsela y
demostrar que son activos dominantes-
Y unos segundos
después de esta respuesta se me ocurrió una idea y le dije a Keiko que
continuaba sentada a mi lado mientras yo tomaba notas.
-Pero hay otra cosa
que es digna de tener en cuenta. Si bien para un hombre que su mujer tenga una relación
sexual con otra mujer es lo mas deshonroso que le pueda pasar, al mismo tiempo
existe un morbo generalizado de consumir pornografía lésbica-
-Bueno, es eso de que
si es ajeno esta bien pero que no me pase a mi- Acotó Marga que estaba sentada
en un sillón leyendo un libro.
-Exacto, pero creo que
ese factor también debería incluirlo en la novela- Agregué yo.
De manera que seguí
trabajando. Keiko se dirigió a la cocina y al rato volvió con el mate y
bizcochitos. Y nos acomodamos para la ceremonia relajante de todas las tardes.
Conversamos un poco sobre sus trabajos y luego escuchamos música mientras el
mate iba pasando de mano en mano. Esos momentos eran necesarios para las tres.
Para ellas por lo estresante de sus trabajos y para mí porque también debía
descansar la mente.
En ese entonces fue
que comencé a dar forma a un ambicioso proyecto arquitectónico. No crean, mis
lectores, que se trataba de una gran construcción, pero una vez que se los hice
saber a mis novias, todas coincidimos que era una buena idea.
El tema era que pasar
de una casa a la otra requería atravesar los jardines a la intemperie y eso era
algo bastante complicado por el frio de los inviernos de manera que hicimos lo
siguiente, de lo que se ocupó técnicamente el arquitecto Castaño. Como la casa
de Marga y la mía tenían una medianera en común a la altura de los lavaderos
hicimos una puerta por la que pasábamos sin salir al patio, con una hoja doble
para poder cerrarla de ambos lados y dar privacidad en el caso que se quisiera.
Para unir mi casa con la de Keiko no fue tan sencillo pero un no muy largo pasadizo
realizado en ladrillos y con techo de losa de hormigón, unió la casa de ella
con la mía y también pusimos puerta doble, lo que significaba también una
medida de seguridad.
Esos trabajos motivaron
que pospusiera unos días mi literatura, pero cuando se terminaron quedamos
contentas. El arquitecto Castaño volvió a elogiar mi inventiva diciendo por
enésima vez.
-Como me hubiera
gustado tener una diseñadora como usted, lastima que se dedica a escribir-
Y luego aprovechó para
contarme que su hija se había distanciado de su novio.
-Espero que no sea
porque se haya vuelto lesbiana- Respondí.
-No, no se preocupe
por ello, de todas maneras, jamás la reprobaría, pero el pequeño detalle es que
el muchacho le confesó que andaba medio “confuso”-
-¿Gay?- Manifesté
sorprendida.
-Así parece, pero
bueno, la vida es así- Y encogiéndose de hombros me dio la mano y se fue no sin
antes decirme.
-Por ahí se la mando
para que charlen un poco-
-Encantada, que me llame- Y se
marchó.
Capítulo 13
Pero le dediqué un
tiempito a la hija del arquitecto Castaño porque tenía ganas de escuchar su
versión de la historia de la supuesta homosexualidad de su novio.
Ella vestía esa mañana
un pantaloncito muy corto y sugerente y una blusa tipo musculosa no muy
ajustada y sandalias de taco chino, algo inusual, ya que las jovencitas suelen
andar en zapatillas. La hice pasar al living, le ofrecí un café y galletas de
chocolate. Después de las banalidades corrientes que se suelen decir en un
encuentro nos acomodamos en sendos sillones y comenzó la verdadera charla.
-Bien, contame lo de
tu novio- Le pedí.
-Antes que nada,
quiero agradecerle por este tiempo, yo sé que está muy ocupada y no quisiera
molestarla- Comenzó diciendo.
-No te preocupes, si
yo accedí a que vengas es porque, en verdad, me interesa lo que te sucede y
aunque no tenga una solución, al menos tenes en quien venir a confiar, como si
fuera tu hermana mayor- Respondí.
-Bueno. El tema es que,
con Javier, mi novio, ya llevábamos dos años de salir juntos y hasta ahora no
había sucedido nada anormal. La pasábamos bien, paseábamos, estudiábamos juntos
y soñábamos en que, algún día, cuando tuviéramos la edad conveniente y nuestras
vidas organizadas, trabajo y todo eso… nos casaríamos, pero…-
-¿Pero, qué?-
-En los últimos meses
comenzó a estar raro. Era como si ya no quisiera estar conmigo. Siempre tenia
otra actividad que hacer-
-¿Y como surgió eso de
la posible homosexualidad? Ya que su actitud también podría ser producto de que
o ama a otra chica o que se dio cuenta que es muy joven para pensar en compromisos
y prefirió huir. No sería el primero…-
-Un día, en el Mc
Donalds, se lo escuché a unos amigos de él. En realidad, no eran chicos del
colegio sino compañeros de un equipo de futbol. Yo los había visto alguna vez,
pero ellos no me reconocieron y por eso, como estaban en la mesa cercana
hablaban sin bajar la voz, pero lo nombraron y dijeron que al parecer había tenido
relaciones con otro de los chicos. Yo casi me levanto y los encaro, pero me
contuve, sentí que iba a hacer el ridículo de mi vida-
-Si, claro. Siempre es
mejor ir a la fuente antes de hablar de más-
-Eso hice. Al otro día
mientras estaba en casa, porque vino a traerme unos apuntes, le dije lo que
había escuchado. Le aclaré que si era cierto no lo juzgaba, pero le pedí que,
por favor, fuera sincero conmigo-
-¿Y lo fue?-
-Al principio no. Pero
conforme trataba de explicar lo inexplicable se fue enredando más en excusas y
terminó reconociéndolo. En realidad, me dijo que estaba muy confuso, que no sabía
lo que quería y que solo había sido como una prueba. Yo le dije que también
podía haber hecho una prueba conmigo y eso lo descolocó totalmente-
-¿Por qué? ¿Nunca
tuvieron relaciones entre ustedes?-
-Nunca-
-¿Nunca lo intentó?-
-Jamás, esta bien que
yo nunca lo alenté, pero ya sabe como son los hombres. Viven alzados todo el
tiempo y no es por alabarme a mi misma, pero en el colegio había varios que me
tenían ganas y justo él que era el mas cercano no hacía otra cosa que darme
besos en la boca y nada mas-
-¿Quedaron en algo?
¿Algo como esas pavadas de “tomarse un tiempo”?-
-No, nos despedimos.
Le deseé suerte. Le pedí que se cuide y nada mas-
-¿Te duele? ¿Tenes la
sensación de haber sido engañada todo este tiempo?-
-No, no me duele y con
respecto a ser engañada tampoco lo siento así. Él mismo estaba desorientado. No
sabía lo que sentía. Tal vez lo intuyó y trataba de demostrarse a sí mismo que era
“normal” pero sé que al menos me apreciaba-
-Bien, porque lo importante
que tenes que saber es que vas a tener oportunidad de conocer muchos hombres
antes de encontrar a quien te acompañe toda la vida, o hasta el divorcio, ja,
ja. Sos joven, sos bonita y tenes toda una vida por delante. Lo importante es
que una decepción así no te inmovilice y no te deje ser feliz-
-Bueno, de ultima me
puedo hacer lesbiana- me dijo riéndose.
-Si, claro, pero tenes
que saber eso no es garantía de felicidad. Corres el riesgo de encontrarte con
la persona equivocada tal como sucede en la heterosexualidad-
-Pero usted es muy
feliz y encima con dos novias-
Si, soy feliz, no lo
niego. Pero no todas las personas gay son felices. Muchas, y sobre todo los
hombres, viven vidas trágicas, por la no aceptación de sus familiares, por la
dificultad de conseguir pareja estable, por la homofobia. Si se te cruzó la
peregrina idea de probar el lesbianismo te digo dos cosas, primero, con esto se
nace, segundo fíjate donde te metes-
-Y Paula y Emilia son
felices-
-Ja, ja, ya veo por
donde vas. No se te ocurra tener aventuras porque te sentís desgraciada por lo que
te pasó. Yo se que eso es mas frustrante que si te hubiera dejado por otra chica,
pero no es motivo para que intentes experimentar lo que no sentís y respecto de
Paula y Emilia, no es que sean felices, están viviendo un sueño. Muy
probablemente, lo dicen las estadísticas, que rompan en poco tiempo, luego cada
una ira buscando por su lado y así pasaran mucho tiempo antes de encontrar su
otra mitad-
-La vida es dura-
-Muy dura. La
felicidad son momentos que debemos aprender a aprovechar pues a veces nos damos
cuenta que lo dejamos pasar esperando otra cosa. La vida no es esos anuncios en
la televisión donde muestran parejas lésbicas felices. De modo que Sali a
disfrutar tu juventud, a mostrar esas hermosas piernas que tenes y a gozar de
la vida. Ya llegara el tiempo de las responsabilidades laborales, por ahora,
solo trata de no queda embarazada-
Y ella se marchó contenta y yo también.
Me hizo recordar mi propia frescura de años atrás.
Capítulo 14
Pero no tuve que
esperar mucho tiempo para satisfacer mi curiosidad pues, esa misma tarde cuando
estaba dedicada a la tarea de escribir sonó mi celular y vi que era ella quien
me llamaba. Atendí con presteza.
Tras el saludo Adela
me dijo directamente, y dando prueba de su madurez, aquello que pasaba por mi
mente.
-Alexia, hace un rato volví
a pensar en algo que hablamos. Y era que Javier no sintiera afecto por mí, como
le dije esta mañana y solo me hubiera usado como pantalla para esconder la
homosexualidad que sentía latente. Cuando llegué a casa me di cuenta que existía
realmente esa posibilidad y temo que tal vez usted se quedó pensando que eso me
podía afectar. Quería dejarla tranquila. Lo pensé, lo elaboré y ya lo deseché.
Me sentí mal, es cierto, pero ya pasó-
-¿Me quedo tranquila
entonces?- Le pregunté.
-Si. Usted es una gran
persona, quisiera que fuera mi amiga-
-Lo soy. Sos una
muchacha excepcional. Cualquier cosa, ya sabés. Mi teléfono, mi casa y mi
tiempo están a tu disposición-
Y colgamos. Me quedé
mas tranquila.
Estaba acomodándome
después de la conversación con Adela cuando llegaron, cada una de su casa,
Keiko y Marga. Las dos estaban cambiadas con ropa cómoda de entrecasa lo que me
hacía suponer que también se habían duchado para sacarse las malas ondas de la
calle. Ambas me dieron besos en los labios y mientras Marga se sentaba a mi
lado en el sillón, Keiko se dirigió a la cocina, como si supiera que yo había
dejado preparados los elementos para el mate vespertino. Cuando mi japonesita
volvió de la cocina y comenzamos el ritual del mate, les conté, lo mas detallado
que pude, toda la conversación que había tenido con Adela. Se asombraron de la
situación. Marga, que por trabajar con el arquitecto Castaño había conocido al
novio de Adela en la oficina, dijo que jamás se lo hubiera imaginado.
-Es que generalmente
es así. Hoy día cualquiera puede ser gay y no tener ningún amaneramiento y no
es necesario parecer un camionero ruso para que se den cuenta que eres
lesbiana- Manifesté.
Keiko, luego de
pasarme el mate quedó pensativa unos segundos y como la mire inquiriéndole solo
con un gesto que le pasaba, comentó:
-El tema es…¿la engañó
a sabiendas de que era gay o él mismo se autoengañaba pensado que podía
“curarse”?-
-No lo sabremos, al
menos que él nos lo diga, pero yo no tengo ningún interés en meterme en esos
asuntos. Lo hecho, hecho está y Adela me manifestó que había pensado esa
posibilidad y que no le va a afectar-
-Es lo mejor que puede
hacer, es joven, es bonita, es simpática. Va a tener pretendientes enseguida,
en cuanto sepan que anda sola- Comentó Marga.
-Pero hay otra cosa
que me intriga…- Dijo Keiko -…¿Qué crees que la llevó a decir que se haría lesbiana?-
-Inconciencia. La
pobre, a pesar de que parece superada, aun no asimila del todo el golpe y cree
que experimentar cualquier cosa la va a ayudar. La previne de que tuviera
cuidado y que ante alguna duda acuda a mí-
-Claro, debe creer que
la felicidad esta en ser homosexual y no lo en lo heterosexual ya que tuvo una
decepción en una “supuesta” relación heterosexual- Agregó Marga.
-Tal cual. Y eso me
hace pensar que debería hablar con su padre, por las dudas- Concluí.
Después de dar un
sorbo a la bombilla del mate tomé el celular y llamé al padre de Adela. Me
atendió rápidamente.
-Hola Alexia. ¿Otro
trabajo?-
-No, ja, ja, ojalá pudiera,
pero por ahora no. ¿Tiene unos minutos?-
-Si, y me imagino por
qué. Supe que Adela fue a verla y volvió contenta. Le agradezco mucho su
interés-
-Si, pero creo que
usted debe conocer lo que hablamos. En otro caso hubiera sido discreta, pero ya
que tengo con usted lo que siento como una amistad me resulta necesario que
sepa lo que piensa su hija-
Y le conté los pormenores.
Al final le manifesté que no había nada porque preocuparse, pero ya que él y su
esposa eran las personas mas cercanas observaran si se portaba de manera diferente
El arquitecto Castaño
me agradeció enormemente mi preocupación y manifestó que iban a estar atentos.
Por mi lado le pedí que fueran discretos y no le dijeran a Adela nada acerca de
esta conversación.
-Pierda cuidado y mil
gracias- Manifestó.
Cuando colgué Marga me
preguntó como andaba el libro.
-Bien, avanzando
rápido. Realmente es fácil escribir ciencia ficción con trasfondo de sexo. Me
parece que me voy a dedicar a esto- Respondí.
-Pero, ¿Cuándo crees
que lo terminaras?- Me interrogó Keiko-
-No muchos días, pero
me parece que ustedes dos andan tramando algo-
-Vacaciones- Respondió
Keiko.
-¡Ah, bien!. ¿Adonde?-
-Podriamos ir a Las
Grutas. Para nosotras es el lugar donde comenzó nuestra historia y Marga no lo
conoce-
-Genial. ¿Y vamos a ir
en auto?-
-Si, claro, nos
podemos turnar para manejar-
-Denme una semana así
le tiro el manuscrito por la cabeza a mi editor. Mientras tanto, ocúpense de
organizar todo-
Las dos pegaron un grito
ensordecedor. Estaban felices. Yo también. Es cierto, necesitábamos alejarnos
de la realidad.
Capítulo 15
De manera que una
semana después, habiendo dejado la custodia de nuestras casas en manos de Azumi
y un par de guardias de la empresa, de entera confianza del señor Yamura,
partimos hacia el lejano sur. Habíamos decidido hacer turnos de solo dos horas
para manejar. El tema era que tanto Marga como Keiko no tenían experiencia en
la ruta abierta y la mía tampoco era una maravilla, por eso se podía decir que
cuando me tocó descansar igualmente iba atenta a cualquier imprevisto.
Para llegar a las diez
de la mañana y hacer el check in en el hotel partimos a las nueve de la noche
del día anterior, lo que nos iba a llevar a conducir casi todo el tiempo de
noche. Cenamos frugalmente para que no nos caiga pesada la comida y si
sentíamos hambre nos hacíamos café o mate con algunas galletas. Y realmente la
noche pasó sin problemas. La ruta tenia bastante tránsito lo que, en cierta
manera me parecía mejor por si teníamos algún inconveniente siempre habría
alguien que parara.
Comenzaba a salir el
sol cuando llegamos a Rio Colorado. Llevábamos buen ritmo y decidimos parar a
tomar algo caliente ya que habíamos acabado con el agua de los termos y las
galletas. La mañana estaba fresca pero igualmente invitaba a sentarse a una de
las mesas que estaban en la vereda del local donde nos detuvimos. Pronto llegó
una señorita, muy bonita ella, a preguntarnos que deseábamos. Le pedimos tres cafés
grandes y medialunas. El sitio estaba bastante concurrido, era evidente que el
público estaba conformado en su mayoría por gente que iba a sus sitios de trabajo,
aunque en un par de mesas se notaba que se trataba de turistas como nosotras.
En una mesa estaba sentado un hombre solo que hubiera paso desapercibido si no
fuera porque comenzó a levantar la voz y a quejarse de la mala atención, de que
el café estaba frio y no sé que otras cosas.
Nadie reaccionaba y
tal vez hubieran muerto allí sus protestas, pero cuando se acercó la moza a
tratar de calmarlo y ofrecerle disculpas el hombre la tomó del brazo y comenzó
a insultarla. Todo el mundo se quedó quieto. A mí me hervía la sangre. Como la
mesa que ocupaba el violento estaba cerca del estacionamiento llevó a la rastra
a la chica sin soltarla del brazo y justo la empujó contra el capot de nuestra
camioneta.
En ese preciso momento
me levanté de mi silla. Keiko y Marga me miraron aterradas. Me acerqué al
individuo por detrás. Él sostenía con su mano derecha a la chica y amenazaba pegarle
una trompada con la izquierda. Y ahí fue cuando intervine. Tomé con fuerza su
brazo izquierdo y le paré el golpe. Y su cara de sorpresa fue cambiando rápidamente.
Primero porque alguien le había detenido el brazo, segundo cuando se dio vuelta
y comprobó que era un mujer y tercero cuando vio que yo, con mi brazo libre descorría
mi campera y dejaba ver mi pistola 11,25 en una sobaquera.
Después del primer
instante de conmoción se deshizo con fuerza de mi sostén y trató de culminar su
obra con la chica, pero yo, muy rápidamente saqué la pistola de la cartuchera y
usándola como garrote le di tremendo golpe en la mandíbula con la empuñadura.
El tipo cayó casi de rodillas a mis pies y después de un par de segundos
levantó la vista hacia mí, pero se encontró que tomando el arma como
corresponde le estaba apuntando directamente en los ojos y se quedó quietito
como un cordero.
En ese instante
llegaron, haciendo sonar sus sirenas, dos patrulleros. De uno de ellos bajaron
dos agentes que tomaron al individuo de los brazos y se lo llevaron a la rastra
al vehículo donde lo entraron a patadas.
-Vaya que son rudos
los policías por acá- Dije en voz alta mientras me guardaba la pistola bajo la
campera.
-Es que hay un buen
motivo. La jovencita que usted defendió es la hija del comisario- Respondió
alguien que estaba a mi lado.
-Ese tipo ya está
muerto- Sentenció otro.
Del otro patrullero
bajo un oficial de alto rango. El comisario. Espero que no me venga con
problemas, pensé.
El comisario abrazó a
su hija tiernamente y hablaron unos segundos. Al parecer le preguntaba como
estaba y como habían sucedido las cosas. Después de darle un beso en la frente
se dio media vuelta comenzó a caminar hacia mí, cuando estuvo a dos pasos hizo
la venia y luego extendió su mano. Hice lo mismo y se la estreché con fuerza.
Sonrió.
-Debo agradecerle infinitamente
lo que usted ha hecho. Es muy valiente-
-O inconsciente,
quizás- Respondí. Y luego pregunté señalando el otro patrullero -¿Lo conoce?-
-No. Pero no importa,
después de esta noche no lo va a reconocer nadie-
Me sonreí como para demostrarle
que no me impresionaban sus palabras. El volvió a agradecer.
-Cualquiera lo hubiera
hecho- Dije por compromiso.
-¿Usted cree?-
Respondió mientras señalaba alrededor a todos los curiosos que nos rodearon.
Luego, tocó la visera
de su gorra con elegancia. Volvió a sonreír y dijo.
-Supongo que su arma
está registrada y en regla-
-Portación y posesión.
¿Quiere ver los papeles?-
-No es necesario. Y
recuerde, soy el comisario mayor Giménez. Cuente conmigo para lo que necesite-
Y se fue en su vehículo seguido por
el otro patrullero. En ese momento el ambiente se relajó y todos aplaudieron y
vivaron por mí. Mis novias todavía me miraban asombradas. Ninguna de las dos
sabía de mi arma y tuve que contarles mientras seguíamos camino a nuestro
destino.
Capítulo 16
-¿Qué pasa? ¿Nunca
vieron una mujer con un arma?-
-Si, pero no a vos-
Respondió Marga.
-Bien, para que no se
preocupen, les voy a contar- Comencé el relato y continué – Ya de adolescente
usaba armas. Iba con un tío a practicar al Tiro Federal. A mis viejos no les
gustaba nada, pero a mí me fascinaba. Y tenía y tengo muy buena puntería.
Siempre usé pistolas porque son fáciles de llevar, pero no eran de mi
propiedad, solía prestármelas un amigo de mi tío y así me hice muy hábil y les perdí
el miedo, aunque no el respeto, porque a estos aparatos hay que respetarlos…-
-Increíble- Acotó
Marga.
-…yo no tenía armas
propias hasta que me vi envuelta en un tiroteo en Tokio, en mi segundo viaje
cuando el padre de Ugawanda ordenó a unos imbéciles que me secuestraran porque
quería vengarse en mí el fracaso de su plan de casar a su hijo con Mei. Ahí me
di cuenta que era capaz de usar un arma bajo presión con serenidad y puntería porque
despaché a dos de los japoneses que me habían secuestrado. Entonces, cuando
regresé a Buenos Aires decidí comprarme esta pistolita y gracias a mi tío que
esta en el RENAR conseguí los papeles de posesión y portación. Y eso es todo-
-¿Y siempre la llevas
con vos?- Preguntó Keiko.
-No siempre. Pero en
esta ocasión me pareció necesario. Íbamos a viajar de noche y un arma es útil-
-Lo que me sorprendió
es que no la usaste como pistola sino como elemento contundente para golpear-
Acotó Marga.
-Si, era al divino
botón pegarle un tiro. Sabía que con el golpe bastaba-
-Seguramente le van a
dar la paliza del siglo en la cárcel al infeliz- Manifestó Keiko.
-Eso le pasa por
meterse con la hija del comisario, pero creo que es muy probable que aparezca
tirado en un zanjón, bien muerto- Respondí.
-Y bien merecido se lo
tiene- Dijo Marga.
-Sos muy valiente.
Recuerdo como me defendiste y enfrentaste a nuestros secuestradores en Tokio y
la persecución en auto- Recordó Keiko.
-¿Cuántas veces te
secuestraron en Japón?- Preguntó Marga.
-Dos- Respondí y entre
Keiko y yo le relatamos nuestra aventura cuando Keiko fue a ver a su ex novia
de la infancia.
-Vaya que se divertían
en la tierra del sol naciente- Dijo Marga riendo.
Pero de pronto
reaccionó.
-¿Te cargaste a dos
japoneses? ¿En serio? ¿Y no tuviste problemas con la justicia? ¿Y no te dejó
alguna secuela psicológica?-
-Primera respuesta,
si, en serio. Segunda respuesta, no tuve problemas con la justicia porque era
un claro caso de defensa propia y tercera respuesta, también no y por la misma
razón. Eran ellos o yo. En una situación así no hay otras opciones-
-Bien, genial. Me
siento mas tranquila y segura- Afirmó Marga.
-Y mientras tanto los
kilómetros se sucedían y nos acercábamos a nuestro destino.
Ya eran casi las diez
de la mañana cuando llegamos a la puerta del hotel. Era el horario justo para
hacer el check in. De modo que bajamos las valijas e ingresamos al enorme hall.
El hotel era un enorme
complejo llamado Casablanca. Una construcción en forma de U que ocupaba toda la
manzana rodeando una amplia pileta y un jardín. Las habitaciones daban a un
pasillo que no era cerrado, sino un patio que balconeaba hacia el interior con
vista a la pileta y por el otro lado se gozaba de un balcón privado con vista a
la calle y, mas lejos, hacia el mar.
Después que hicimos
los tramites de ingreso una señorita nos guió hasta la habitación en el primer
piso. Una vez que ingresamos pudimos ver que era bastante amplia, con grandes
roperos y dos camas, una matrimonial y otra simple.
-Alguna va a tener que
dormir sola- Dije riéndome.
-No voy a ser yo- Dijo
Keiko.
-Ni yo- Agregó Marga.
-Bien, como tampoco
pienso ser yo, lo cierto es que vamos a estar muy juntitas porque esta cama matrimonial
es mas chica que las nuestras- Acoté.
Después de cambiarnos
de ropa salimos a la calle. Tenia ganas de ver el mar en el único sitio de toda
la costa argentina donde me sentía cómoda debido a la temperatura del agua.
Caminamos una cuadra hasta la costanera que en ese lugar está bastante mas alta
que la playa y pudimos observar que la marea estaba baja y la playa se extiende
varios metros hasta el agua. Bajamos por una rampa hasta la arena y cuando
llegamos nos sacamos las chinelas y sentimos, con placer, el juego de la arena
entre los dedos. Cuando llegamos al borde nos metimos hasta que el agua cubrió nuestros
pies y luego seguimos caminado a lo largo de la costa alejándonos del centro.
Cuando habíamos hecho
varias cuadras recordé que estábamos en aquel momento donde Keiko y yo nos
dimos nuestro primer beso y lo comenté.
-En recuerdo a ese
momento deberíamos besarnos las tres- Dijo mi japonesita.
-Estoy de acuerdo-
Agregó Marga
Y allí, lejos del
amontonamiento de turistas nos besamos las tres largamente, tomándonos de las
cinturas. Luego, aun de la mano regresamos al centro.
-Tengo hambre- Comenté.
-¿Estará la pizzería?-
Preguntó Keiko.
-Tendríamos que ver-
Acoté y llevándolas de la mano comenzamos a subir la rampa hasta llegar a la
calle donde estaba la pizzería en la que Keiko apareció en mi vida.
Y así fue que nos
sentamos a comer una pizza con una botella de cerveza fría que disfrutamos
debido al tiempo que no tomábamos nada con alcohol debido a tener que manejar.
Así comenzaron nuestras vacaciones.
FIN (por ahora)