Saturday, July 09, 2022

ENSEÑANDO A VIVIR. (5ta parte de Mi aventura en Tokio)

 

1 Libro, conferencias, remodelación

 Si pudiera llamarse rutina a la vida que llevábamos en nuestra comunidad lésbica, diría que estábamos insertas en ella, pero como en realidad todo parecía un caos, sería lógico decir que lo sobrellevamos bastante bien.

Lo más parecido a cierto orden eran los horarios de Keiko y Marga en sus trabajos. Yo preparaba el desayuno para las tres, ya sea en casa de Keiko o en la mía y Marga, si había dormido en su casa, pasaba rauda a compartirlo con nosotras. Ellas se iban luego a sus obligaciones y yo a las mías, porque una puede ser una diletante, pero también tiene su trabajo. Una vez que me quedaba sola, me tomaba unas cuatro horas para escribir y otras cuatro para pintar. Descansaba un poco sacando algunos acordes en el órgano o en la guitarra. Salía a hacer algunas compras y luego preparaba el mate para el regreso de mis dos novias. A la noche cocinábamos entre todas.

Con respecto a escribir estaba entre tres proyectos y no tomaba ninguno como definitivo, por lo que le dedicaba un poco de tiempo a uno, luego al otro y luego al tercero.

Estos eran la novela sobre mi última aventura en Japón, que, según mi editor, esperaban ansiosas mis seguidoras lesbianas, la segunda opción era una novela policial, género en el cual no había incursionado mucho, y la tercera una historia de aventuras ideal para los fanáticos de títulos como El Código Da Vinci o la genial novela de mi amigo Ricardo Montenegro, El Caldero de Ceridwen. Este último género nos había dado a ambos varias satisfacciones hasta que yo me encaminé mas decidida hacia los temas de las relaciones entre mujeres.

Pero estaba ocupando parte de mi tiempo algo que comencé a tomar como un mero entretenimiento pero que se fue haciendo cada vez mas interesante y gratificante. Y eso era las charlas que brindaba en el colegio donde iba Adela, la hija del arquitecto Castaño. De ofrecerlas en una sola división pasé a tener conferencias inter divisionales con cada vez mas concurrentes. Las daba fuera del horario, pues eran, obviamente, extracurriculares, aunque contaban con el apoyo de todo el plantel docente y directivo.

En una ocasión la directora me citó a su despacho a tomar el té y tuvimos una charla muy interesante.

-Yo quiero educar mujeres de verdad- Me dijo y agregó – No quiero unas pavotas

 que lo único que piensan es que el colegio es un mal necesario y que cuando se reciban van a poder casarse con un magnate que las mantenga y que las convierta en princesitas entre algodones. Tampoco me agradan las que piensan que la cuestión es rebelarse todo el tiempo mostrando las tetas y sin tener una mínima idea que brote de sus cabezas-

-Es exactamente lo que yo pienso- Respondí

-Y por eso está aquí y por eso voy a tratar de que estas charlas se extiendan a otros colegios, por supuesto con su permiso-

-Bien, todo dependerá del tiempo-

Y quedamos en esa situación, salvo que, cuando ya estábamos por despedirnos y mientras me daba un fuerte apretón de manos me manifestó.

-¿No pensó en escribir un libro con todas sus opiniones?-

-No, pero me acaba de dar usted una idea-

-Bien. Será bueno. Me comprometo a hacer todo lo posible por su divulgación si lo escribe-

-Gracias- Dije y me fui de su despacho sonriendo feliz.

Había encontrado una tarea concreta en que ocuparme.

Lo primero que hice aquel día al regresar a casa fue llamar a mi editor y manifestarle mi intención. Por supuesto me dijo que estaba loca. Que esos temas no le interesaban a nadie y que además iba a meterme en problemas con las feministas radicales.

-Cuanto mejor, si ellas se ofenden y hacen lio el libro se venderá mas. Siempre funciona así. El que te quiere censurar te termina haciendo un favor. Acordate aquella vez que la iglesia quiso hacer sacar la escultura de León Ferrari del cristo crucificado del Centro Recoleta. Nadie sabía quién era Ferrari y al final la exposición se llenó de gente, incluso de la que nunca va a los museos-

-Si, el argumento vale. Dale para adelante- Dijo resignado.

Y así comencé a juntar mis notas que tenia dispersas entre papeles y documentos de Word. Cuando les comuniqué esta decisión a Keiko y Marga se entusiasmaron y prometieron ayudar. Pero, además me encontré con otra tarea.

Todo comenzó con un llamado telefónico de Adela. Ella y aquel grupo original que se había reunido conmigo en el Mc. Donalds me solicitaron si podía darles charlas que incluyeran tópicos sobre arte, literatura y música además de mis ideas sociales.

-Sé un poco de cada cosa, pero no soy una experta. Solo puedo compartir con ustedes lo que a mí me gusta- Le contesté

-Eso nos basta, si no es molestia-

-No es molestia, les puedo ofrecer un par de horas semanales, tengo bastante trabajo, pero no creo que el colegio ni el local de comidas rápidas sea un buen lugar. Hablen con sus padres, si aceptan les puedo hacer un lugarcito en mi horario y en mi casa siempre y cuando sean las diez o doce del grupo original-

-¡Hecho! ¿Cuándo comenzamos? -

-Cuando hables con tu padre. Luego llamame y combinamos-

La aceptación de este tiempo dedicado a Adela y sus compañeras tenía el doble motivo de ser útil en su educación, pero también me servía para mi proyecto de libro escuchándolas opinar, lejos de las miradas de los profesores y también me venía bien para pulsar las opiniones de sus padres. Saber cuál sería su reacción cuando le dijeran que iban a reunirse en la casa de una lesbiana famosa y confirmar si no tenían algún prejuicio al respecto. Del arquitecto Castaño ya conocía su opinión, pero ignoraba la del resto, aunque nadie había protestado por mis conferencias en el colegio.

Y hablando del arquitecto. Castaño, Keiko y yo nos encontramos con otra novedad. De repente, una noche mientras cenábamos las tres, Marga se descolgó con la noticia.

Iba a comprar una casa que estaba medianera por medio con la mía, pero del otro lado de la de Keiko, para lo cual ya tenía en venta la suya. La casa vecina ya llevaba tiempo desocupada y era evidente que necesitaba algunos arreglos, pero el arquitecto se había comprometido a hacérselos al costo. La construcción no era muy grande y por ello tampoco demandaba mucho tiempo y dinero. Marga vendió su casa bastante rápido teniendo en cuenta el desastre económico del país y por ello se vino a vivir conmigo provisoriamente. También tuve de visita varias veces al arquitecto, padre de Adela, pues pasaba a ver los trabajos en la casa vecina. Visitas en las cuales me confirmó que su hija le había pedido permiso para ir a mi casa a lo que accedió sin dudar y me manifestó que hablaría con el resto de los padres.


2 Reuniones y otros temas

 Mientras se estaba realizando la remodelación en la casa que había comprado Marga, sucedían otras cosas. En primer lugar, ya decidida a organizar las reuniones del grupo de Adela en casa traté de establecer horarios. Finalmente me decidí por los viernes en la tarde. La hija del arquitecto estuvo de acuerdo y me informó que eran doce las chicas que deseaban participar.

De modo que, mientras esperaba el día de la reunión, seguí organizando mis anotaciones y comenzar algunos esbozos del libro en la computadora. Al mismo tiempo comenzaron a llegarme vía mail, las primeras imágenes del anime que me tenia como protagonista y autora. Me parecieron muy apropiados y se los hice saber. En realidad, estaban muy contentos en Japón con mi aprobación.

Por otro lado, tanto Keiko como Marga comenzaron a darse cuenta que yo estaba bastante ocupada y deseaban que no me hiciera cargo de las tareas de mi casa. Al principio pensé que ellas me iban a ayudar, hecho con el que no estaba de acuerdo ya que también tenían sus ocupaciones y sus respectivas casas.

Unos días después supe la intención. Pues me llamó el señor Yamura y me preguntó si tenía un rato libre para conversar conmigo. Así fue que invité al padre de Keiko y a su madre a tomar el té. Estaba ansiosa por saber que deseaban, pero tuve que tener paciencia. Los japoneses suelen tomarse su tiempo para expresar sus intenciones o respuestas.

Finalmente se develó el misterio. El señor Yamura había escuchado de parte de su hija acerca de lo sobrecargada de trabajo que yo estaba y, por supuesto si no me ofendía, me ofrecía los servicios de un ama de casa que trabajaba con ellos desde hacía varios años. El tema era que a esta mujer le estaba costando mucho viajar a los domicilios de otros clientes pues estos se habían trasladado a barrios cerrados en la periferia, por lo que había tenido que dejar esos trabajos y tenía algunos días libres además de atenderlos a ellos. Para darme tranquilidad me confirmó que iba a comenzar esa semana en la casa de Keiko.

Le pregunté donde vivía y me confirmó que, a muy pocas cuadras, por lo que no tenía problemas de viaje. En ese instante se me ocurrió otra idea.

-Si trabaja para ustedes, para Keiko y para mí, ¿le queda algún día libre?-

-Si, le queda uno. ¿Por?-

-Porque si es tan buena como ustedes dicen, y espero que honesta también, la podría recomendar a Marga, mi nueva vecina aquí al lado-

El señor Yamura rió con delicadeza.

-Sospecho que esta nueva vecina también tendrá una puerta en su medianera- Dijo

-Ja, Ja, usted sí que va al grano- Le respondí.

-No conocemos a su amiga y amiga de Keiko y realmente nos gustaría verla algún día-

-Haremos una reunión aquí para que se conozcan todos-

-Entonces, quedamos en que la señora Azumi la llame para combinar cuando empieza-

-¿Azumi? ¿Es japonesa?-

-Si, lo es, vino de niña. Es una persona muy educada e inteligente, verá usted-

-Ok, dele mi número de celular y que me llame-

Así fue que la señora Azumi, una delicada flor de loto, como la definió Marga pasó a trabajar para nosotras tres, en la casa de cada una. Era placentero tratar con ella. Evidentemente hacia su trabajo con amor y dedicación lo que no que quitaba que era una persona instruida y ferviente lectora.

Cuando llegó el día de mi primera reunión con el grupo de Adela, llegaron todas juntas en una camioneta conducida por una mujer que bajó a saludar. Era la madre de Verónica, la mejor amiga de Adela.

-Aquí están todas las que vinieron. Son nueve. ¿Las paso a buscar en dos horas?-

-Exacto. Eso es lo que había quedado con las chicas-

-Bien. Las dejo en sus manos. Nos vemos-

Y se marchó.

Hice pasar a las chicas al amplio living y les dije que se acomodaran como pudieran. Había dispuesto algunas sillas además de los sillones y unos grandes almohadones en el suelo.

-Bien, aquí estamos. Conversaremos un poco de temas serios y luego pasaremos a algo de “divulgación cultural”. Probablemente tienen puestas muchas expectativas en estos encuentros y por ahí se desilusionen, pero lo cierto es que nunca estudié para maestra. Y otra cosa…no las quiero ahí mudas, quiero que opinen, que expresen lo que sienten, o al menos lo que sienten que pueden contar ante otras personas-

Me dirigí a la cocina y les llevé bandejas con galletas, bizcochos y vasos con gaseosas. En verdad estaban contentas.

La primera hora la dediqué a charlar sobre lo que querían hacer de sus vidas, la sociedad, la violencia de género, el matrimonio y lo que salía espontáneamente. No me había preparado un programa, quería que fueran ellas las que manifestaran sus seguridades, sus sueños y sus miedos y yo trataba de darles algún consejo.

La segunda hora les puse música. Para que aprendieran que el rock no nació con ellas. Quedaron fascinadas con temas tan disimiles como “Muchacha ojos de papel” del flaco Spinetta o “Hijo afortunado” de Credence Clearwater Revival. Luego maticé con la declamación de algunos poemas de Machado y Miguel Hernández. Las insté a que escriban.

-No se trata de volverse escritoras, lo que se trata es de que aprendan a expresarse. La palabra escrita ayuda y si tienen que corregir, corrijan. Todo es aprendizaje. Y, por favor, no caigan en temas romanticones con palabritas edulcoradas. El mundo afuera es brutal y se respeta al que es firme en su lenguaje tanto como en sus convicciones-

Todas asintieron.

A las dos horas sonó el timbre. La misma mujer estaba lista con su vehículo para llevarlas.

-¿Se portaron bien?- Me preguntó.

-Perfecto-

-Bien, me alegro-

Cuando iba a subir a la camioneta le pregunté

-Eran doce, ¿no sabe que paso con las tres que no vinieron?-

-Le juro que no. ¿Le preocupa?-

-Algo…por ellas-

-La entiendo- me respondió y poniendo en marcha el motor se fue.


3 Mas reuniones y la mudanza de Marga

 Finalmente, Marga se mudó a su nueva casa. No es muy grande, lo ideal para una sola persona. Distribuida solamente en planta baja, tiene dos dormitorios, un living, cocina, baño y lavadero. Lo realmente generoso es el jardín que linda con el mío y por supuesto, tal como en la humorada del señor Yamura, se le hizo una puerta para acceder rápidamente, lo que también posibilitaba que pasara directamente al de Keiko, hecho que no me genera ningún problema, en nuestro caso tres no son multitud y no hay celos de por medio.

Es una construcción sencilla sin ningún estilo definido. Cuadrada, de paredes blancas y algunos detalles de ladrillo a la vista, además posee una hermosa terraza accesible donde tomar sol, realmente bienvenida, pues tanto mi casa como la de Keiko no la tienen. El interior esta realzado debido a que Marga hizo una importante renovación de mobiliario ya que vendió su casa anterior amueblada.

El arquitecto Castaño insinuó que debíamos hacer una fiesta de inauguración, pero le dijimos que la pospondríamos para mejor ocasión.

Mientras tanto yo continuaba con las reuniones y la redacción de mi libro. A las reuniones siguieron concurriendo las mismas nueve de siempre. Y también era la misma madre que las traía y llevaba. Observaba a las chicas con detenimiento. No eran ningunas ingenuas ni tenían delirios de románticas. Su educación y, creo yo, que mis charlas las estaban preparando para un mundo en el que sería duro competir, pero sin ver al hombre como un enemigo. Las veía seguras de sí mismas, sin entrar en la corriente de las feministas radicales y su estúpido lenguaje inclusivo. Les hablé del MGTOW y no se sorprendieron, ellas no se consideraban atacadas por la filosofía de los hombres haciendo su propio camino.

-Tenemos que ir a la par de ellos, sin ser sumisas ni arrogantes. Y tenemos que empezar a entender que nuestra misión es vivir como queremos y no seguir el mandato de ser una fábrica de hijos, ni tampoco convertirnos en una carga que espera que todo lo debe hacer el macho proveedor- Dijo una de las chicas llamada Estela.

Lo resumió clarito. En tanto yo anotaba todo lo que opinaban, juntando material para mi libro.

Uno de esos días de reunión Marga llegó mas temprano y se quedó escuchando. Les llamó la atención a todas mis oyentes que inmediatamente le preguntaron si era mi pareja. Ella contestó que sí y yo creí un deber aclararles la situación y les conté de Keiko. Se quedaron maravilladas. Fue una buena ocasión para explicarles que el amor no debe ser la imposición social heterosexual para preservar la especie y que tampoco es privativo entre dos personas.

Cuando se fueron Marga se sentó a mi lado, tomó un bizcocho del plato y mirándome me preguntó

-Hay solo chicas en el grupo. ¿No es tener una visión parcial sobre todo para escribir tu libro?-

-¿Qué me queres decir?-

-Te falta la opinión de los chicos. ¿Qué dicen los varones de todo esto?-

-¿Sabes que tenes razón? Voy a tener que organizar un grupo, pero me temo que no va a ser espontaneo como éste y el resultado no sea el mismo. Además, ¿quién se aguanta a estos salvajes?-

-Llevalos adonde están domesticados. Al Mc Donalds-

Y así fue que, gracias a la idea de Marga, hablé con la directora para juntar unos diez alumnos varones y charlar con ellos, por única vez, sobre los temas que iba a encarar en el libro.

“Detesto los locales de comidas rápidas…” Comenzaba la genial novela “Todo el poder, todo el tiempo” de mi gran amigo Ricardo Montenegro. Y a mí me pasa lo mismo, pero con el tiempo me fui acostumbrando a parar de tanto en tanto a tomarme un café negro con dos medialunas, sobre todo cuando puedo sentarme a las mesas en el exterior, que han quedado como costumbre de la época de salida de la cuarentena.

Pero en esta ocasión la temperatura estaba un poco fresca y me senté en el interior del local. Estaba en una mesa individual y me separaba de una mesa mas grande un panel blanco de piso a techo. Cuando yo ya estaba degustando mi café se sentaron, a esa otra mesa, cinco mujeres. Ellas no me veían ni tampoco yo a ellas, pero el cotorreo clásico que se produce en este tipo de encuentros sociales comenzó a llegarme a los oídos y, sobre todo, cuando sentí que me nombraban.

-Es una mujer muy culta y muy respetuosa- Decía una voz que me pareció conocida.

-Si, pero es lesbiana. ¿Y cómo vamos a dejar a nuestras hijas ir a casa de una lesbiana?- Contestó otra.

-Te recuerdo que fueron las chicas las que le pidieron hacer las reuniones, además da charlas en el colegio y la directora la apoya-

-Y entonces ¿Por qué tienen que ir a su casa?-

-Porque se sienten más cómodas, porque no se distraen y porque así pueden interactuar tranquilamente-

-¿Y si las convierte en tortas?-

-No seas ridícula, eso no se enseña, se nace o no se nace. Además, si sos una madre observadora verías algún cambio de conducta en sus hijas y yo, el único que vi es que está leyendo mucho más que antes y sus notas están mejorando-

Una tercera voz se hizo oír.

-Y vos no deberías ser tan crítica pues bien que te tiraste durante quince días a aquella turista española en Cancún y todo el mundo lo sabía. ¿Acaso no te gustó?-

Hubo un coro de risas.

-Yo las llevo y las voy a buscar- Dijo la voz que yo había creído conocida. Y agregó -Déjenlas ir, van a ver que es positivo-

Me levanté de mi silla lentamente, di una vuelta alrededor de la mesa para que no me vieran del otro lado de la mampara y me encaminé al tarro de los desechos más lejano. Vacié mi bandeja y salí del local lo más rápido que pude. No quería que supieran que las había estado escuchando.

En la siguiente reunión se presentaron doce chicas. Me alegré que no hubiera sido producto de algún encontronazo con padres y madres o docentes, sino la capacidad reflexiva de los padres que no necesitaron alguna insistencia de mi parte para que las reuniones continuaran sin problemas.

 

4 Mucho trabajo

Finalmente pude concretar la idea de juntar a un grupo de varones para conocer sus opiniones sobre la sociedad y su relación con las chicas. La reunión fue en el local de comidas rápidas, tal como lo había previsto y llegaron unos quince, algunos escogidos por la directora del colegio mas otros que sintieron curiosidad por el encuentro.

Cuando estuvimos acomodados alrededor de una mesa y una vez consumido lo pedido, comenzó la charla. A diferencia de las chicas, entre los varones había varias miradas diferentes. Algunos coincidían con la visión patriarcal tradicional, solo un par sabía de los MGTOW y el resto oscilaba entre ser políticamente correctos, es decir apoyando el feminismo o no tener una opinión decidida. Las diferencias se hicieron notar cuando se habló sobre el aborto, en realidad quedaron divididos a la mitad lo que me llevó a preguntarles si su opinión no estaba influenciada por el entorno familiar. Unos pocos, de los que se oponían, reconocieron la extrema religiosidad de sus padres. El resto dijo que pensaba libremente.

La conversación me dejó la conclusión de que las chicas tienen mas conciencia de grupo que los varones, son mas inteligentes y maduras pero que corren el riesgo de que esa capacidad será nefastamente influenciada por los grupos feministas radicales y allí es donde siento que debo protegerlas. Pero también enfrentan problemas como la ausencia de un estado que las cuide ante la violencia de género o la falta de igualdad de oportunidades en el trabajo y eso también debía incluirlo en mi libro. Los chicos no se cuestionan estos temas. Dan por sentado que el mundo es igual que el de sus padres y sus abuelos y no hay necesidad de que haya que cambiarlo y eso no implica que sean violentos, sino que consideran que es así y punto. Y los que manifiestan su apoyo al feminismo aun me dejan dudas si su acción es sincera o lo hacen por no parecer políticamente incorrectos. De todas maneras, y como desde siempre, a igualdad de edades, son mas inmaduros.

Agradecí a todos su presencia y me volví a casa con un montón de ideas dándome vueltas en la cabeza. Era hora de seguir con la escritura.

La presencia de la señora Azumi, nuestra ama de llaves, me facilitó enormemente mi dedicación al trabajo. Llegué a preguntarme como me las había arreglado cuando me ocupaba de todas las tareas del hogar y de la literatura al mismo tiempo. Me recluí en mi estudio, junté mis notas anteriores con las que había recopilado en los últimos días y me puse a trabajar.

De todas maneras, no dejaba de ocuparme de recibir a mis novias con el clásico mate con bizcochos cuando regresaban de sus trabajos y luego preparar la cena porque la cocina producía en mí un efecto relajante. Me encantaba jugar con ollas y sartenes realizando platos novedosos. Y luego de la cena las tres viendo una película y terminando en la cama, ya fuera en mi casa, la de Keiko o la de Marga.

En la mañana desayunábamos juntas y en cuanto me quedaba sola me llevaba un café al estudio y arrancaba mi jornada. Como, a diferencia de otros libros, tenía mas o menos ordenado en mi cabeza lo que quería decir, iba a bastante buen ritmo y lo único que alteraba esa rutina de trabajo eran las reuniones semanales con el grupo de amigas de Adela que continuaron porque todas estaban fascinadas por cosas que no aprendían en el colegio.

En medio de esta actividad no dejaba de conversar de vez en cuando por Zoom con mis amigas de Japón que ya andaban preguntando cuando iba a volver por esas tierras. Pero lo que me sorprendió fue una llamada de Yuzu quien, además de trabajar con su pareja, Mei, en la Academia Aihara todavía conservaba su empleo en la editorial que había impreso las versiones japonesas de mis libros.

Después de los saludos comenzó a contarme que ya se había corrido el rumor de que estaba escribiendo un libro sobre relaciones sociales y feminismo y que ya estaban ansiosos por conocerlo.

-No puedo creer que ya les haya llegado la noticia- Le dije.

-Si, tu editor en Argentina llamó hace unos pocos días-

Maldito, pensé. ¿Cómo se le ocurre adelantar algo así, si ni siquiera volví a comunicarme con él desde aquella vez en que le manifesté que tenia la idea, pero sin confirmársela?

Le agradecí a Yuzu su información. Le pregunté por el resto de las chicas y me contó que todo andaba bien. Y cuando ya estábamos por cortar exclamó.

-¡Ah, me olvidaba! En un portal de noticias sobre mangas y anime ya publicaron que en unos pocos meses estará listo el anime de tu autoría. ¡Estoy ansiosa por verlo! ¿Te enviaron algún adelanto?-

-Si, los estoy recibiendo y me parecen geniales-

-¡Bárbaro, espero que lo emitan pronto!-

Y cortamos.

Inmediatamente llamé a mi editor.

Apenas dijo hola lo ataqué.

-¿Qué es eso de andar divulgando en el otro lado del mundo que voy a escribir un libro si ni siquiera sabes si estoy trabajando en eso?-

-Lo hablamos-

-Si, ya sé que lo hablamos. Pero era solo una idea. Debiste haberme consultado-

-Si, pero…- La voz de mi editor se volvió vacilante -…supongo que estas en eso-

-Si, pero pude haber cambiado de idea sobre la marcha y estar en otra cosa-

Respiró aliviado.

Yo agregué

-Y no se te ocurra apurarme-

-No. Bien. Avísame- Dijo temeroso.

Pero mi editor no solo había sido boca floja con los japoneses sino con los periodistas especializados y comencé a recibir llamados de algunos intentando saber de qué trataba el libro. Dado que en algunos círculos se conocían mis opiniones sobre feminismo y sociedad ya preveían buenas notas. Yo me negué a dar reportajes y dije que lo haría con el libro editado en la mano, antes no.

Y me desconecté del mundo porque ya me tenían harta con las llamadas, apagué mi celular y les dije a mis novias y a la señora Azumi que si necesitaban comunicarse conmigo me llamaran al teléfono fijo cuyo número estaba solo reservado a ellas.

 

5 El libro y las presentaciones

Telefoneé a mi editor y le pregunté si había tiempo suficiente para presentar el libro en la Feria ya que estaba en condiciones de acelerar la escritura y darle oportunidad de hacer la prueba de galera y las correcciones correspondientes. Me contestó que sí y que ya iba a ocuparse de elegir la tapa para lo que me preguntó si tenía definido el título.

En realidad, no lo había pensado aún y tuve que decirle que me diera unos minutos y volvería a llamarlo. Asintió.

¿Cómo diablos puedo llamar a este libro para que llame la atención? Pensé. Y me puse a escribir opciones en un papel. Llevaba media hora sin decidirme hasta que se me ocurrió algo.

-Patriarcado y feminismo, dos caras de la misma moneda- Le dije a mi editor cuando atendió a nuevo llamado.

-¡Wow! Eso sí que esta bueno. Lo tomo. Voy a hacer diseñar la tapa-

Con parte de las tareas de edición en marcha retomé la escritura y completé la redacción solo dos días después. Luego mandé el documento por mail a la editorial y me senté a esperar. Bueno, lo de “me senté” no es tan cierto, porque continué con una pintura que había dejado a medio hacer, lo que me servía como relajante.

Mi editor se puso a trabajar en serio y pronto tuvo la prueba de galera realizada. La leí y no encontré nada que corregir. Luego aprobé la tapa y acto seguido se envió a impresión con la intención de ser presentado en la Feria del Libro en Buenos Aires.

Finalmente me llegó la confirmación de la fecha de presentación y tuve la suerte de que la editorial consiguiera un salón amplio, lo que podía generar que fuera un gran éxito o una gran decepción por que solo escritores consagrados como Vargas Llosa o Gabriel García Márquez solían llenar esos espacios.

Mientras llegaba el día intenté diagramar un discurso corto pero efectivo, aunque, obviamente, no tenía idea de que me iban a preguntar los asistentes y si me iban a atacar o elogiar. Finalmente llegué a la conclusión que lo mejor era semblantear e improvisar. Y que el Diablo me ayude.

Cuando tuve el libro en mis manos además de ver mi fotografía en la contratapa y la lista de todas mis publicaciones me encontré con un texto escrito por Roxana Kreimer, una intelectual a quien yo respeto muchísimo y de la cual sigo sus videos en You Tube. Ella manifestaba su elogio por mi manera abierta y sin tapujos con que abordaba temas tan delicados y además de reconocer que había leído todos mis libros, incluso los de aventuras, y que aceptó hacer esa nota de contratapa y un prólogo a pedido de la editorial. Fue una verdadera sorpresa ya que yo admiro a Roxana y jamás había tenido contacto personal ni telefónico con ella. Por lo que de inmediato llamé a mi editor y después de agradecerle tamaño regalo le pedí el número de ella, que gentilmente me envió por WhatsApp.

La llamé lo más rápido que pude. Me atendió con toda amabilidad. Conversamos un poco sobrevolando los temas en que coincidimos y al final de la charla me dio otra gran sorpresa, ella iba a presentar mi libro en la Feria, aunque me pidió que cuando la viera ponga cara de sorpresa porque se suponía que era un secreto. Además de parecerme un valorado reconocimiento de su aporte me hizo sentir mejor, ahora las feministas que estuvieran en la sala se las iban a tener que ver con dos huesos duros de roer.

Como todos los años, la Feria del Libro estaba llena de visitantes. Montones de autores, desde famosos a ignotos firmaban sus libros, las editoriales presentaban sus novedades y se respiraba un clima de fiesta en medio de tanta desgracia en la que está envuelta el país con un gobierno corrupto, ineficiente y autoritario que justamente lo último que le interesa es que la gente tenga acceso a la cultura. Pero hay un remanente, por suerte aún, de ciudadanos que tenemos hambre de conocimiento, como también dignidad para trabajar honestamente y que sigue abarrotando el predio de la Feria para saciar su ansia de conocimiento. Y todo esto sucede a pesar de los políticos de turno que intentan usarla como plataforma de banderas ideológicas. Pero el pueblo ávido está en otra cosa porque un libro es cultura, es conocimiento, es la herramienta para ser menos analfabetos, menos sometidos, menos engañados.

Cuando entré en el salón llamado Restaurante Central, el segundo mas grande de la feria ya había atravesado varios grupos de personas que me pidieron autógrafos. Algunos ya tenían el libro y según pude observar la mayoría eran jovencitas en edad escolar. En la puerta del salón me encontré con Adela y sus amigas que hicieron tanto alboroto que mucha gente alrededor debió creer que yo era una rock star.

El salón estaba lleno. Había gente parada a los costados porque las sillas no alcanzaron. Subí al escenario y me senté en el centro de la larga mesa, detrás de mí llegó Roxana. Era la primera vez que la vería en persona. Nos saludamos efusivamente.

-¿Preparada?- Me preguntó.

-Siempre lo estoy- Respondí.

En la primera fila estaban mi editor, Marga, Keiko y detrás se habían podido acomodar mi grupo de seguidoras e incluso algunos de los varones que habían conversado conmigo en el Mc Donalds

Una vez que el presentador logró el silencio que debió solicitar varias veces comenzó a hablar. Lo suyo no era un discurso. Solo se remitió a decir que yo era una gran escritora con muchos libros en mi haber pero que era la primera vez que presentaba uno en la Feria. Luego leyó el texto escrito por Roxana y la presentó a ella anunciándola como la persona mas autorizada intelectualmente para hablar sobre el libro.

Roxana hizo tal elogio del libro que hasta a mí me resultó apabullante. Lo llamó una nueva luz en medio de la oscuridad en que están sumergidas las relaciones sociales y de género, no solo en nuestro país sino en el mundo en general, salvo algunas poquísimas excepciones. Fiel a su estilo y tomando partes de mi libro, criticó al feminismo radical y a los hombres violentos, al estado ausente y a las mujeres que se victimizan o solo piensan en conseguir un macho proveedor. Su discurso cosechó aplausos.

Bueno, la cosa no esta tan mal, pensé. Pero cuando tomé el micrófono para hablar una muchacha del fondo del salón comenzó a increparme. A decir que yo defendía el patriarcado machista y que estaba en contra del aborto y del lenguaje inclusivo y ya ni recuerdo cuantas cosas más.

Me paré. Con el micrófono en la mano me acerqué al borde del escenario. Se hizo un silencio gélido. Me tomé dos segundos antes de hablar y finalmente dije.

-¿Leíste el libro?- No hubo respuesta.

-¿Te animas a venir aquí, a mi lado y repetirme todas esas cosas que te dijeron que digas?- Nuevo silencio.

-¿No venís?- Repregunté y agregué -Entonces cállate-

Un estruendoso aplauso llenó el salón.

 

6 Reportajes

Pasado el primer momento posterior de la presentación, mi editor me hizo llegar algunos comentarios que habían sido vertidos en las redes sociales. Yo no tengo ninguno de esos sitios virtuales donde la mayoría de la gente solo escribe puras pavadas de las que me entero cuando las reproducen en los programas de televisión. ¿O será que hay personas inteligentes que permanecen ocultas mientras los medios masivos solo divulgan palabras de políticos y artistas en busca de sus quince minutos de fama?

Como sea, tuve una lista de comentarios en mi WhatsApp. En la mitad me elogiaban y en la otra mitad intentaban destrozarme, sobre todo me trataban de autoritaria por mi reacción con la feminazi de pañuelo verde que me había increpado en la presentación del libro.

“Excelente, esto va bien, vas a vender muchos libros” le contesté a mi editor. Y comencé a prepararme para la avalancha de invitaciones a programas radiales y televisivos.

Algunos reportajes fueron telefónicos. Podría decir que me trataron con bastante benevolencia. Naturalmente solo aceptaba darlos a medios opositores al gobierno, un poco por simpatía y otro poco porque sabía que las feministas fanáticas se concentran en los canales oficialistas ya que, al igual que las madres de Plaza de mayo, utilizan su cercanía al populismo gobernante para tener un espacio en el que puedan manifestar su odio a todo lo que no coincide con sus ideas.

Debo confesar que esta gimnasia verbal me gusta. Me apasiona la polémica. Porque, si bien daba notas a quien yo elegía, por otro lado, había comentarios de conductores y panelistas de otros programas donde ante mi ausencia me criticaban ferozmente. Yo no les respondía y cuando en medio de un reportaje quien me entrevistaba me hacía saber lo que había dicho fulana o mengana, solo les decía:

-No voy a perder el tiempo atendiendo a esas retrogradas-

Y las ventas aumentaban.

Una mujer, ex modelo y ahora periodista, siempre me había parecido de una belleza exótica e interesante. Su nombre es Mariana Arias y cuando me invitó a su programa acepté doblemente complacida, no solo por el reportaje sino por conocerla personalmente. Fue una hermosa experiencia. Nosotras dos, sentadas frente a frente en mullidos y cómodos sillones conversando con la tranquilidad de quien lo hace con una amiga en el living de su casa. Los camarógrafos y los asistentes técnicos estaban allí pero no lo parecía, sumidos en las sombras y en respetuoso silencio.

Ese reportaje fue como el epitome de la larga lista de medios que me atosigaron esos días. La culminación de un arduo trabajo que había comenzado meses antes. Por eso lo escuché varias veces ya que me obsequiaron un pendrive con la grabación.

Fui sencilla. Un pantalón de jean elastizado y unas botitas cortas negras. En la parte superior una blusa azul oscura de tela con brillo moderado. Poca bijouterie y casi a cara lavada, solo con bastante mascara de pestañas para realzar los ojos.

Mariana estaba esplendida. Verla personalmente me emocionó ya que, además de su perenne belleza, es una mujer muy inteligente, su trato es amable y nada invasivo.

Obviamente la charla comenzó hablando del libro y su contenido.

Le conté como había surgido la idea y la motivación de ponerlo por escrito. Le di mis impresiones acerca de lo que había aprendido en mis charlas con las chicas y los chicos adolescentes. Manifesté que hubiera querido dar conferencias en colegios públicos pero que no me fue posible debido a cierta resistencia del personal directivo y docente al cual, insistí, comenzaba a verlo manipulado y manipulador de ideas populistas.

-Hay un permanente lavado de cerebro hacia los estudiantes y lo que eso genera no solo es mas ignorantes, mas analfabetos, menos gente preparada para obtener un trabajo, mas desigualdad, sino que refuerza la violencia machista, la falta de oportunidades para las mujeres y la violencia sexual-

-Entonces ¿estarías de acuerdo con el feminismo?-

-No, porque en la Argentina las feministas radicales son afines al gobierno. No les interesa las mujeres, son solo un grupo de acomodaticias en cargos públicos. Si un hombre ejerce violencia contra una mujer y ese hombre pertenece a su casta de políticos hacen la vista gorda o si quieren destrozar a un hombre ajeno a su círculo acusan sin pruebas. Los hombres deben tener cuidado de estar a solas con una mujer sea desconocida o no. Y además el estado está completamente ausente con jueces permisivos que siguen doctrinas peligrosas y nunca protegen de verdad a la mujer indefensa y no tienen idea de cómo tratar el tema-

-¿Crees que el cupo femenino es un avance?-

-Ni remotamente. El cupo es un engaño. Lo más posible es que diversos estamentos del estado, sobre todo, se llene de gente que no está preparada y además es una forma de discriminación. Lo que debe hacerse es educar a todos por igual y que ante la posibilidad de un empleo las oportunidades sean las mismas. Y entrara quien este realmente capacitado, sea hombre o mujer-

-¿Qué opinas del movimiento MGTOW?-

-Estoy totalmente de acuerdo. Ocurre que viéndolo de afuera parece solamente una reacción contra el feminismo radical pero si se lo analiza con detenimiento, también es una reacción contra el patriarcado, ya que el hombre MGTOW no desea seguir las convenciones sociales que lo obligan a formar una familia y ser el macho proveedor, dejando muchas veces de lado sus sueños personales y las mujeres deberían estar agradecidas por ello, ya que también ellas podrían llevar a cabo sus propios sueños sin convertirse en la princesita que espera que un hombre la mantenga y así conseguir esa independencia que dicen querer, pero que la consigan con su esfuerzo, como todo el mundo. Y, te debo agregar, que hay una consigna dentro del movimiento, la que no trasciende, y es la negativa de pagar al estado mas impuestos. Eso lo apoyo fervientemente, no podemos seguir manteniendo vagos y corruptos-

-¿Y respecto al aborto?-

-Deben respetarse las ideas científicas. Hay un límite de tiempo para hacerlo y una motivación, ya sea violación o un problema serio de salud. Pero no podemos dar rienda suelta a que cualquier piba se embarace y piense: Total, aborto y listo. Y no comparto la idea de la objeción de conciencia. Un médico debe hacer lo que debe hacer y dejar de lado sus cuestionamientos personales y sobre todo religiosos. A la iglesia la tenemos que mantener lejos de nuestras vidas-

Y esos temas y muchos mas conversamos con Mariana, quien tuvo un alto rating de su programa y me alegré por ella y por mí.

Siguieron aumentando las ventas.

 

7 La última polémica.

 El siguiente programa televisivo al que concurrí, y por suerte el ultimo de la lista, ya no iba a ser tan ameno. Poco antes de salir al aire se me cruzó en el pasillo uno de esos esperpentos que dicen llamarse mujeres, vestida con absoluta carencia de elegancia, trapos de todos los colores sin la más mínima combinación, aros en todos los agujeros posibles, tatuajes en brazos, cuello y quien sabe en que otro lugar y un corte de cabello, mitad largo de un lado y mitad casi rapado del otro y el clásico pañuelo verde en la muñeca. Un espanto.

-Te voy a destrozar frente a las cámaras- Amenazó.

-Antes de preocuparte por eso mírate en el espejo y fíjate en que monstruo estas convertida- Repliqué sin respuesta por parte de ella pues se marchó rápidamente.

En el estudio me dieron un lugar preferencial ya que era la invitada de honor, a ambos lados estaban sentados los panelistas, entre los cuales estaba la antes mencionada y otros a quienes no conocía mucho pues no soy afecta a este tipo de programas, salvo, claro es, cuando me sirven.

La nota comenzó tranquila. Algunos panelistas estaban ávidos de saber de qué se trataba el libro y deduje que otros ya lo habían leído. Pude hablar con mesura y despaciosamente. Nadie me interrumpía y yo me preguntaba cuando iba a explotar la feminista radical del pañuelo verde. Hasta que ya no pudo contenerse.

-¡Vos estas defendiendo la violencia machista!- Me increpó.

Para no caer en su desenfreno me tomé un segundo y respondí.

-Hasta donde yo sé son ustedes las que quieren matar al hombre. ¿A eso como lo llamas?-

-¡Esa no es respuesta! ¡Las mujeres estamos expuestas a la violencia de genero!-

-¿Y vos que estás haciendo para evitarlo? ¿Generando mas violencia?-

-¡Nosotras luchamos para defendernos!-

-Si, claro…pero solo cuando el acusado no es del partido oficialista. No las vi muy entusiasmadas cuando el ex gobernador Alperovich fue acusado de violación a su sobrina-

-¡Eso es un caso aislado!-

-Mira muñeca, ustedes con su aspecto ridículo, sus palabras altisonantes, sus gestos de camionero maleducado, sus insultos a la autoridad, su lenguaje inclusivo y su fobia a los piropos no han hecho más que agravar una situación que reconozco que es grave pero que no solucionan amenazando al hombre-

La mujer quedó callada por un segundo y no la dejé interrumpirme.

-¿Sabes cuál es el problema? Que es evidente que ustedes no tienen idea de nada. Quieren evitar la violencia y no hacen nada para conseguir que el gobierno y las autoridades policiales y jurídicas hagan algo serio por defenderlas. No le reclaman, porque, claro, que van a exigir al gobierno al que pertenecen sus colectivos, como las Madres de Plaza de Mayo que dejaron atrás y lejos sus ideales, si es que alguna vez tuvieron alguno, y se convirtieron en un apéndice enfermo del gobierno, o como los colectivos transgénero que solo sirven para que se acomoden en el Estado unas pocas travestis y las demás tengan que seguir prostituyéndose porque a nadie les importa como sobreviven. Y con respecto a la igualdad de oportunidades, mátense estudiando y haciendo mérito. No van a lograr nada con cupos que en realidad es otra manera de discriminarlas y ustedes, tan contentas, los aceptan. Querida, en este mundo las cosas funcionan según una única ley, la biología, los hombres y las mujeres son diferentes, de acá, acá y acá (mientras me señalaba la entrepierna las tetas y la cabeza) Es cierto que hay muchas tareas y profesiones que pueden hacer tanto hombres y mujeres, pero no veo a ninguna feminista entusiasmada por obtener un cupo para levantar bolsas de 50 kilos de cemento en una obra. Eso es solo porque son diferentes. Porque física y mentalmente los hombres están preparados para algunas tareas elementales y las mujeres también. Tampoco podríamos ver a un hombre intentando amamantar a sus hijos. Entre ustedes con sus mensajes de odio nunca va a sobresalir una Madame Curie ni una Danica Patrick. Y con respecto al sexo parecen ignorar que hay una ley fundamental desde que la vida es vida que trata de la preservación de la especie. Por eso, tanto entre el ser humano como entre cualquier especie animal, el macho siempre está alzado y la hembra cuando está dispuesta escoge al mejor. Bueno, menos entre los humanos ya que muchas suelen escoger al menos indicado.

Biología, se llama la realidad. Andá y relee el libro que te hicieron comprar en la secundaria. Te va a venir bien. Su misión en la tierra es ser femeninas y no querer ser seudomachos. Después cuando aparecen movidas como el MGTOW escapando raudamente de las mujeres se van a quejar de que “ya no hay hombres” y salvo que sean felices lesbianas, como yo, se van a quedar como decía mi abuelita “para vestir santos” y no conseguirán el macho proveedor que desean, aunque lo nieguen-

-¡Todo tu discurso en neoliberal, imperialista y patriarcal!- Consiguió decir.

-¿Eso es todo lo que tenes para argumentar? Yo te voy a decir lo que es violencia contra las mujeres. Mientras vos estas aquí, viviendo cómoda en tu casa rodeada de todos tus chiches tecnológicos y pudiendo ducharte dos veces al día y comer cuatro comidas, el gobierno del cual forman parte todas sus asociaciones feministas jamás condenó las violaciones y las muertes de mujeres, por no hablar de niños también, que están cometiendo los soldados rusos en Ucrania. ¿Tenes los ovarios, esos que usas para atacarme, para cambiar lugar con ellas?-

El silencio en el estudio fue glacial. Nadie se atrevió a emitir siquiera una opinión más. El conductor pidió una tanda y las luces disminuyeron. Me levanté de la silla. La mocosa se me acercó y a prudente distancia, porque será feminista pero no idiota, me gritó

-¡Sos una basura!-

-Puede ser, pero por algo yo estuve sentada en el sillón central y vos sos solo una del montón.

De manera totalmente inesperada dos lagrimas corrieron por sus mejillas. Su boca se movía, pero no emitía ningún sonido. Era un manojo de nervios. Bajó la cabeza y mantuvo el silencio. La miré. Todos alrededor estaba expectantes.

-Anda a tu casa y tomate un Clonazepam. A la última persona a la que le podría creer algo es a una mujer llorando-

Ella dio media vuelta y encerrada en su mutismo se alejó hacia la puerta del canal.

-¿No estuviste dura?- Me preguntó alguien.

Respondí maquinalmente

-Es la única manera en que se aprende-

 

8 Volviendo a la normalidad

En cuanto terminé con toda la seguidilla de entrevistas decidí que era tiempo de tomarme un descanso. El libro estaba en marcha, se estaba vendiendo bastante bien y también me llegaban pagos de regalías de libros anteriores y del estudio Wit que seguía avanzando con el anime, aunque conociendo algo de los tiempos que les lleva la animación probablemente lo estrenen para cuando yo sea viejita.

Marga y Keiko seguían en sus trabajos. Mi casa estaba impecable gracias a la ayuda de la señora Azumi y yo tenía ganas de quedarme un buen rato en la cama por las mañanas.

Mi editor me llamó para proponerme una gira por América Latina incluyendo Miami. Le dije que no. Rotundamente no. A los pocos días insistió, pero como me conoce bien, esta vez me proponía España, Italia y Francia. Le dije que tal vez, pero para cuando me sintiera mas descansada.

La otra novedad respecto del libro me llegó de muy lejos. Fue Yuzu la que me llamó por Zoom para avisarme que en la editorial ya tenían un ejemplar del mismo, pero recién estaban trabajando en la traducción ya que iban a analizar si mi opinión era válida para las costumbres japonesas. Le agradecí el aviso y aproveché para preguntarle por el resto de la banda. Me contó que todas estaban bien, que además se había reencontrado con dos viejas amigas suyas que hacía años que no veía y que las estaba ayudando a estudiar ya que habían quedado bastante atrasadas. Me alegró oír lo mucho que se preocupaba por los demás. Siempre admiré en Yuzu esa capacidad de entrega y valor, mezclada con buen humor y optimismo.

En cuanto al trio que conformamos Marga, Keiko y yo, debo decir que nos estábamos “desbarrancando” alegremente a prácticas sexuales un tanto bizarras. Lo que una pareja no se anima a hacer porque cada uno teme que al otro le desagraden sus ideas y deseos, lo puede hacer un trio. Ya fuera que cualquiera de las tres insinuáramos algo las otras dos ya estaban de acuerdo sin hacerse el más mínimo problema.

De allí que, en nuestros juegos sexuales, aparte del uso intenso de dildos, se hicieron presente practicas como el bondage, las nalgadas, las mordeduras en los senos, la adoración de pies y las penetraciones dobles, entre otras cosas. No teníamos una ceremonia seria como pretenden algunas personas que hacen del acto sexual casi una misa. Nosotras nos tentábamos de risa en medio de los orgasmos, gritábamos, nos retorcíamos en la cama. Todo era jolgorio y diversión. Y, sin ningún tipo de prejuicio, cada vez la pasábamos mejor.

Empezamos a matizar nuestras aventuras en la cama con el deseo de salir un poco de nuestras casas. De modo que se hizo costumbre ir a cenar, todos los viernes, a Cherie, un pequeño restaurante en la avenida Maipú, a pocas cuadras de nuestros hogares. Los fines de semana salíamos a andar en bicicleta por la costa y si el tiempo estaba lluvioso y no nos aguantábamos dentro, salíamos igual con uno de los autos, munidas de mate y facturas que saboreamos dentro del vehículo, estacionado en algún lugar agradable, mirando la lluvia caer. Aparte de ello no íbamos ni a teatros ni a cines. Preferíamos ver videos y películas en casa. Solíamos hacerlo, las tres tiradas una arriba de la otra en el gran sillón de mi living, siempre vestidas con remeras holgadas y calzas ajustadas. Por mi parte solía leer mucho, a veces tocaba la guitarra o el órgano o pintaba algún cuadrito cuando me llegaba algo de inspiración.

Y, de pronto me acordé de algo. Tenía dos promesas de reuniones incumplidas. Una era la inauguración de la casa de Marga y la otra que la familia Yamura se conociera con ella. De modo que tuve la idea de hacer todo en una reunión. Cuando se lo planteé a mis novias manifestaron su entusiasmo de inmediato. Debíamos hacerla obviamente en la casa nueva y rápidamente nos pusimos a organizarla.

Primero fue la lista de invitados. El señor y la señora Yamura, eran indiscutibles, luego el arquitecto Castaño, su esposa, a quien con conocía, y su hija Adela, y, por qué no, sus amigas.

-Tendremos una reunión una tanto ecléctica- Manifestó Keiko que estaba fascinada con el hecho de que sus padres quisieran conocer a Marga.

Encargamos pizzas y empanadas a Morita y nos ocupamos de surtir la bodega con buenos vinos, cervezas y gaseosas. Fijamos la fecha para un sábado, el día mas apropiado ya que no hay que levantarse temprano en la siguiente mañana.

A última hora agregué a mi editor, al que trataba mayormente por teléfono y poco personalmente y me pareció que era un gesto de amabilidad que le debía.

Ese día, para no hacer trabajar de mas a Azumi, nos pusimos a limpiar la casa de Marga entre las tres, pero al fin la agradable japonesa apareció a ayudar. Dejamos todo resplandeciente, lo que realmente necesitaba pues desde la mudanza Marga todavía tenia algunas cosas sin ordenar.

Todo el mundo llegó puntualmente a las ocho y debo decir que fue una hermosa jornada. Después de recibir a los invitados, Marga, Keiko y yo servimos la pizza y distribuimos las bandejas con las empanadas. Azumi se quedó, y aunque pretendía seguir ayudándonos la tuvimos que convencer de que era, para nosotras, una invitada mas.

De la reunión surgieron encuentros interesantes. Mi editor propuso a Adela y sus amigas, intervención mía mediante, que les enviaran material escrito por ellas para estudiar la posibilidad de una pequeña antología, el arquitecto Castaño tuvo unas primeras charlas con el señor Yamura y Keiko para hacer algunas mejoras necesarias en su fábrica. La señora Azumi les relató varios pequeños cuentos de la tradición japonesa muy interesantes a las amigas de Adela que quedaron fascinadas con las historias.

En medio de todo eso improvisé algunos temas en el órgano que había llevado de mi casa y comimos hasta hartarnos. Pero el momento que más me tenía a la vez intrigada y ansiosa era el encuentro entre los Yamura y Marga. En el momento de su llegada los presenté y ambos se habían mostrado muy respetuosos haciendo su clásico gesto de reverencia para saludar. Luego, en el fárrago de la reunión no tuvieron oportunidad de conversar tranquilos por lo que les propuse a los Yamura que se quedaran un rato mas, después que todo el resto de los invitados se hubiera ido.

Y así fue. Cuando ya solo quedamos los cinco. Nos sentamos alrededor de la mesa ratona del living de Marga y conversamos. Abrí la ultima botella de vino y les serví a todos. Después que terminé la ceremonia de llenar las copas les dije:

-No se preocupen, hay lugar de sobra para que se queden a dormir-

Y comenzó la verdadera charla.

 

 9 La conversación.

 Cuando se me disparó la idea de que Marga, Keiko y yo hiciéramos un trio no se me ocurrió en ningún momento que tal vez tuviera que explicarlo ante alguien. No era esa la sensación que tenia ante el señor Yamura ya que, en dos oportunidades, se había manifestado positivamente ante la original experiencia, pero recién conocían a Marga y temí que les pudiera caer mal por cualquier motivo, aunque no se me ocurría ninguno en particular.

En cuanto me serví lo último que quedaba de vino en mi copa, caminé lentamente a sentarme en el sillón grande, donde mis novias me habían hecho lugar en medio de ellas. El señor Yamura estaba sentado muy cómodamente, con las piernas cruzadas en uno de los sillones individuales y su esposa se había acomodado en el otro sillón, sentada en el borde, muy delicadamente, como corresponde a lo elegante y mundana que es.

La sonrisa del padre de Keiko me llamó la atención. No era esa sonrisa caballeresca que suele hacer habitualmente, sino que hasta me pareció como preanuncio de un sarcasmo. Por eso no me sorprendió lo que dijo para abrir la conversación.

-Me recuerdan a una película-

-Ja, supongo que no será una de los tres chiflados- Acoté para suavizar lo que se vendría.

-No, eso no. Me recuerdan a Doña Flor y sus dos maridos- Y su boca se abrió aún mas.

Marga estalló en una carcajada, Keiko casi escupe el vino que estaba tomando y yo, con toda elegancia, di un pequeño sorbo a mi copa y repliqué.

-El tema es saber quién de las tres es doña Flor-

-Cierto- Dijo Yamura.

-No le haga caso- Acotó la señora Yamura.

-No, esta bien. Es una manera de romper el hielo- Respondí.

-Hablando seriamente. Las he observado durante toda la reunión y lo que he notado es que tienen un equilibrio, en sus modos, en sus gestos entre ustedes, en su dedicación para que en esta reunión todos la pasáramos bien que muchas veces es mas difícil que ocurra en una pareja de dos- Dijo Yamura.

-Sera que, sin darnos cuenta al haber una tercera, esta obra de contrapeso- Manifestó Marga.

-Es una posibilidad. Tal vez haya que promover las familias de a tres- Respondió Yamura.

Keiko seguía muda. Creo que le parecía la cosa mas loca del mundo estar hablando de este tema ante sus padres. De todas maneras, vale recordar que ellos siempre la habían apoyado en todo porque la amaban tanto. Le pasé la mano por sobre el hombro y ella me miró con esa increíble dulzura que suele derretirme el alma. Tras ese gesto volví la mirada al señor Yamura y dije.

-Hay que recordar, y esto usted lo debe saber, que en geometría la única figura indeformable es el triángulo. Por eso se hacen las estructuras de madera o hierro con esa forma-

-Eso vale para la geometría, pero espero de todo corazón que ustedes lo hagan realidad en las relaciones personales- Me replicó Yamura.

-Así será- Respondí.

-En cuanto a que hoy se nos presentó la oportunidad de conocer a la señora Marga debo decir, y tal como se lo manifesté hace un tiempo a usted, señora Alexia, confiaba ciegamente en su juicio. Esta situación pudiera haber sonado como una locura en otro contexto, pero estaba tranquilo al respecto y veo que no me equivoqué. Pues no solo me llevo mi propia impresión sino también la de mi esposa que nunca falla en sus observaciones y debo confesar que durante la reunión, conversando con el arquitecto Castaño le pregunté que relación tenía con ustedes y me contó que había hecho primero la remodelación de la casa de la señora Alexia y luego, ésta, la de usted, señora Marga y sin que yo le preguntara nada me detalló que lo había hecho por que la considera una excelente empleada en la que siente que puede confiar toda su empresa y eso, aquí y en Japón, es la mejor de las recomendaciones-

Cuando terminó su discurso nos quedamos unos segundos en silencio. Y de pronto me di cuenta que a Marga le estaba corriendo el rímel por las mejillas. Como pudo dijo.

-Me hace usted muy feliz y no voy a defraudarlo-

-Bueno, todo esta lógicamente dentro de los avatares de las relaciones personales y amorosas. Nada es perfecto pero mi confianza es que ninguna de las tres sería capaz de hacer algún daño a las otras-

-De eso no queda la menor duda. Llegamos a esta “insólita” situación justamente gracias a que hubo un dialogo abierto y sin cosas que ocultar, entre nosotras- Manifesté.

Y me puse en pie.

-Señoras, señor. Dado que el vino se terminó ofrezco una vuelta gratis de cafeína-

-¡Aceptado!- Dijeron al unísono.

-Señor Yamura, como le dije antes, hoy pueden quedarse en mi dormitorio para descansar. Me preocuparía que se fueran de noche manejando-

-Estoy de acuerdo- Me respondió.

Así fue que nos tomamos una ronda de cafés bien cargados. Puerta en la medianera mediante, llevé a los padres de Keiko a mi casa y les di todos los elementos para que pudieran dormir bien. Les señalé donde estaba el baño y la cocina por si querían tomar algo en medio de la noche. Me agradecieron infinitamente y los dejé para que se acomoden.

 Volví a la casa de Marga. Mis novias estaban allí tomando una segunda taza de café y terminando lo que había quedado de una pastafrola de membrillo. Me senté con ellas en el living y después de un rato de silencio fue Marga la que habló.

-Que geniales que son tus viejos- Le dijo a Keiko.

-Si, pero yo temí que pensaras que te estaban poniendo a prueba-

-No lo sentí así. De todas maneras, cualquier padre quiere saber que clase de loca se enamoró de su hija, ja, ja-

-Si, pero ustedes olvidan algo importante- Acoté

-¿Qué?- Preguntaron a dúo.

-Que el señor Yamura confía en mí y por lo tanto soy garante de las dos-

Su respuesta fue rápida. Me tiraron con todos los almohadones que tenían a mano mientras no podíamos parar de reírnos.

 

 

10 Novedades

 Un par de días después de la trascendental reunión estábamos las tres en el living de mi casa. Marga acostada a todo lo largo del sillón triple, Keiko y yo sentadas sobre la alfombra muy juntitas. Sobre la mesa ratona estaba mi notebook. El momento era casi idílico. Sonaba algo de Chopin en mi aparato de CD y hacíamos un silencio casi religioso.

De pronto sonó la señal del Zoom y estirando el brazo atendí pues pude ver que era Yuzu quien llamaba. En la pantalla apareció la hermosa rubia siempre sonriente y tras ella asomó la carita de Mei. En la pantalla pequeña se nos podía ver a nosotras tres y antes que pudiéramos decir hola, la simpática Yuzu comenzó a reírse. No entendíamos que le había causado gracia hasta que por detrás de las hermanastras apareció el bellísimo rostro de Harumi.

Ahí entendí la risa de Yuzu. Era por vernos a nosotras tres juntas e imaginando lo que pensaríamos nosotras al verlas a ellas. Harumi, al darse cuenta reaccionó rápido y dijo.

-Yo estoy de visita, aclaro- Y volvimos a reírnos.

Después de los saludos y el parte de novedades Yuzu me anunció que habían terminado con la traducción del libro y que el mismo director de la editorial lo había leído, aprobándolo inmediatamente. Lo que no supo decirme era cuando estaría editado pues, afortunadamente, tenían muchísimo trabajo, pero estimaba que tampoco sería un largo tiempo. Estuve muy conforme con la respuesta. En realidad, tenia mis dudas de que fuera entendido dentro del contexto social de Japón, tan diferente al nuestro, pero evidentemente algunas cosas son universales.

Fue una agradable y larga charla. Aprovechamos para ponernos al día con las novedades y finalmente hicimos un brindis a la distancia, prometiéndoles que iría a visitarlas cuando tuviera tiempo. Conversar con mis amigas japones me aligera el alma. Las envidio sanamente por que viven en un mundo que sería posible para nosotros, los argentinos, si no estuviéramos rodeados de tantos corruptos, ignorantes, vagos e inútiles. Los países, evidentemente, tienen un sino. Y el argentino es el del fracaso.

No tuve mucho tiempo para relajarme pues pocos días después me enfrenté a un problema. De las doce chicas que concurrían habitualmente a mi casa, un día vinieron sólo diez. Le pregunté a la madre que las traía habitualmente y me dijo que no tenia idea. No supe si creerle o no. O acaso no me lo quiso decir para no amargarme, pero no tuve que pensar mucho cuando al ver acomodadas a mis discípulas en el living, noté que las que faltaban eran aquellas que habían “solicitado mi bendición” para su relación lésbica tras la primera reunión en Mc Donalds.

-¿Qué pasó con Paula y Emilia?- Pegunté antes de iniciar el tema del día.

Adela me miró a los ojos y me dijo con hilo de voz.

-Decidieron salir del closet con sus padres-

-Y así les fue…- Agregué.

-Tal cual-

-¿Las volvieron a ver después del hecho?-

-No, porque ni siquiera las dejaron ir al colegio para que no se encuentren-

Hijos de puta, pensé.

-La directora quiso hablar con los padres de ambas, pero hasta ahora no lo logró- Continuó Adela.

-Pero trascendió que la culpan a usted de haberlas animado-

-Si, me lo esperaba- Contesté.

Esa tarde aproveché a conversar con las chicas del tema de salir del closet y otros riesgos. Luego les hice escuchar algo de música, como siempre y finalmente les pedí si tenían los números de teléfono de los padres de Paula y Emilia. Una de ellas llamó a sus padres y me los consiguió. Cuando pasó la madre a llevarse al grupo se detuvo un ratito a charlar conmigo

-Quiero que sepa que todos apoyamos a Paula y Emilia y a la directora y a usted. Sabemos qué hará lo que crea mejor-

-Quédese tranquila- Le dije estrechándole la mano con firmeza.

De inmediato llamé a los padres de Paula y Emilia. Fue sintomático que ambas madres, habiendo atendido el teléfono, se negaran a seguir la conversación en cuanto se enteraban que era yo quien las telefoneaba. Estaba tratando de pensar alguna otra táctica cuando recibí un llamado. Era el padre de Emilia.

-Señora, quisiera que disculpe a mi esposa, pero ocurre que estamos muy nerviosos por todo lo que pasó-

-Le entiendo, pero encerrándose en su percepción de lo que consideran injusto o malo no van a encontrar la solución del problema-

-Tiene usted razón. ¿Qué podemos hacer?-

-Reunirnos y conversar, los cinco en primer lugar y luego con las chicas. No van a arreglar nada encerrado a sus hijas-

-Okey. Déjeme que hable con los padres de Paula y la llamo-

No me hacía muchas ilusiones de que el padre de Emilia tuviera éxito con su esposa y con el otro matrimonio. Y la poca esperanza se fue diluyendo a lo largo del día en tanto no recibía ningún llamado. A la tardecita, en la sesión, previa a la cena, de mate y bizcochos con mis novias les conté lo que había pasado y coincidieron con mi pronostico. Pero, justo en el momento en que estaba cortando muzarela para hacer una pizza recibí la comunicación esperada. El padre de Emilia me solicitó ponernos de acuerdo para una reunión. Rápidamente, antes que se arrepienta, fijé fecha y hora.

Tras cortar llamé a la directora del colegio para ponerla al tanto del encuentro. Le dije que no le prometía nada pero que haría lo posible por solucionar la situación.

-Usted no sabe con quién se enfrenta. Esas mujeres son arpías- Me dijo.

-Tanto mejor. Cuanto más alto vuelan, mas rápido caen- Le respondí, lo que le provocó una sonora carcajada.

El día fijado preparé una pequeña escenografía. Había decido no recibir a los matrimonios en el living sino en la habitación que me sirve de estudio. Coloqué a la vista diplomas de mis premios literarios y de pintura. Dispuse la computadora sobre el escritorio y también algunas de mis esculturas. Y, también a propósito, corrí las cortinas que dan al amplio jardín para que se lo viera en toda su belleza.

A la hora señalada llegaron los dos matrimonios. Ambos hombres estrecharon mi mano en un cordial saludo. Las mujeres lo rehuyeron y se dedicaron a mirar la decoración, algo que ya esperaba. Los invité a sentarse en los sillones alrededor de mi escritorio y cuando se acomodaron les pregunté si deseaban té o café. Ante su respuesta llamé a Azumi y le pedí que trajera lo solicitado. Las mujeres estaban mudas, asombradas de mi atención. Todo marchaba de acuerdo a mi plan


11 Enseñando a vivir.

  En cuanto todos tuvimos la bebida solicitada, además acompañada de unas galletas dulces, esperé unos segundos, lo suficiente para saber que tenia toda la atención de mis visitantes.

-Bien- Dije -Estamos reunidos por que ustedes creen estar viviendo una dramática situación que va a arruinar sus vidas para siempre. Y no me refiero a las vidas de sus hijas sino a las suyas propias-

-Es que nos preocupamos por ellas- Atinó a decir el padre de Emilia.

-No creo que ese sea el punto. Ellas están creciendo en un mundo, difícil sí, no puedo negarlo, pero en un mundo donde la elección sexual cada vez es menos un problema y donde ellas y sus compañeras comienzan a aceptarlo. El tema es como lo ven ustedes. Me sorprende que, siendo gente joven, todavía no estén adaptados a esta sociedad cambiante, creí que esa reacción de miedo y prejuicio pertenecían a la generación anterior-

-Pero estarán expuestas al bullyng- Insistió el padre de Emilia.

-Si, no faltan los retrógrados en cualquier ambiente, pero hay algo que no se puede cambiar y eso es la orientación sexual. No es una enfermedad que se cura con tratamientos o remedios, ni una perversión que se castiga con el encierro, por eso ante lo inevitable del hecho lo mejor que pueden hacer ustedes es apoyarlas, darles amor. Si no tienen contención en su casa, entre su familia, ¿Dónde la van a tener?-

-¿Qué pensaran los otros padres? Puede suceder que no quieran que sus hijas o hijos se junten con ellas- Interrogó el padre de Paula.

-Con mas razón deben darles amor, pero les puedo casi asegurar que eso no sucederá por que a través de las largas charlas que he tenido con las chicas de su grupo y de otras divisiones del colegio acerca del pensamiento de sus padres antes temas como éste, hay una apertura mental positiva y si no la hay por convicción, la hay por no ser políticamente incorrectos-

Se produjo un breve instante de silencio que aproveche para dar un sorbo a mi café. y como nadie parecía dispuesto a decir algo continué.

-Antes de que sus hijas decidieran salir del closet con ustedes, lo cual me parece un acto de valentía, ya lo sabían sus compañeras mas cercanas e incluso otras no tan allegadas. Sus hijas se presentaron ante mí ya convencidas de su amor. Si por casualidad ustedes piensan que yo he influido en su orientación sexual les puedo asegurar que ni yo ni nadie puede hacerlo, se nace con eso. Y con respecto a la reacción de sus compañeras hasta donde lo he podido observar siempre ha sido de apoyo a la relación-

-¿Y si es algo pasajero?- Preguntó el padre de Paula.

-No lo creo. Tal vez mas adelante conozcan otras personas y el suyo no sea un “amor para siempre” pero eso es la normalidad tanto en la homosexualidad como en la heterosexualidad. Y si es algo pasajero, lo cual, repito, no lo creo, entonces ¿Qué problema hay?-

El padre de Emilia tomó un sorbo de su café y dijo.

-Bien, pero una vez que salgan al mundo. Cuando no las podamos proteger y ya no estén dentro de su círculo de amigas que las comprenden, ¿Qué pasará?-

-La vida será dura como para cualquier mujer. No tienen necesidad de andar proclamando por ahí su orientación sexual e igualmente tendrán que pelear por un trabajo, por el reconocimiento a sus aptitudes laborales, sobre todo en este país donde no hay futuro ni para los hombres. Y entonces el sexo no pasará a un segundo plano, pero dejará de convertirse en la obsesión primaria. Sobrevendrán otros problemas-

-¿Pero no quedaran solas cuando sean mayores?-

-Ese es un problema de la actual sociedad. La vida solitaria. Pero no es exclusivo de las minorías sexuales. Es un problema general. Hace unos días escuche, por ejemplo, que la mitad de las personas en Paris viven solas. Y obviamente no se trata de homosexuales solamente. Tener una pareja que nos acompañe hasta la vejez o la muerte es una lotería. Nadie está exento de la soledad-

-A usted le ha ido bien- Manifestó el padre de Paula.

-Si, no me puedo quejar. He crecido en una sociedad que era mucho menos permisiva que la actual con estos temas, pero sobreviví. No diré que ser lesbiana me cerró puertas, tampoco me las abrió. Estudié mucho, trabajé sin descanso, insistí y luché, como todo el mundo y aquí estoy…- Contesté mientras con mis manos señalaba el entorno de la habitación y luego continué -Sus hijas tienen la suerte de tener padres con un buen pasar económico, o al menos eso parece pudiendo enviarlas a un colegio privado en un país donde la educación pública ya no existe, son sanas, sueñan con un futuro, tienen su casa, sus amigas. ¿Qué mas necesitan? Les diré, que las amen como son-

El padre de Emilia se levantó de su asiento.

-Para mí es suficiente. Me ha convencido-

-A mí también- Acotó el padre de Paula.

-Me parece genial- Manifesté, pero agregué -Pero no las escuché a las madres, ¿Están también de acuerdo?-

La madre de Paula se sonrió levemente. Me miró a los ojos y dijo.

-Es cierto que vinimos a esta reunión con mas miedos y prevenciones que nuestros maridos y por eso no supimos que decir, pero estoy de acuerdo con todo lo dicho-

La madre de Emilia se acercó a mí y me estrechó la mano.

-Muchas gracias. Nos ha hecho ver lo que necesitamos-

En ese momento mi memoria hizo un salto entre mis neuronas y rápidamente intentó conectar mi disco rígido mental. Yo conocía esas voces. ¿De dónde?

Mientras me devanaba los sesos tratando de acordarme acompañé a mis visitas hasta la puerta. La madre de Paula al saludarme dijo.

-En la próxima reunión estarán aquí las chicas. Gracias-

Las saludé, me quedé en la puerta hasta verlos subir a sus autos y regresé a mi estudio. Me senté frente al órgano y comencé a tocar Para Elisa. Mi mente volaba por quien sabe que recónditos cielos. Azumi llegó a levantar las tazas y los platos.

-¿Todo bien?- Preguntó

-Si, todo genial, gracias- Contesté

Y cuando volví a quedar sola en la habitación, de pronto, se unieron las neuronas correspondientes y recordé de donde conocía aquellas voces. Eran dos de las mujeres que había escuchado de casualidad en el Mac Donalds cuando una se quejaba que yo podía convertir a sus hijas en tortas y la otra le recordaba su aventura lésbica en Cancún. Me reí sola. Por eso no querían ni abrir la boca. No por que supieran que las había oído aquel día sino por temor a meter la pata y hablar de mas. Esa noche les conté a mis novias toda la historia y estuvimos riendo largo rato.


12 Inclusivo

Tengo respeto por todos los periodistas que se juegan sus trabajos y tranquilidad criticando al gobierno. Hay que estar en sus zapatos mientras desde el oficialismo populista, admirador de dictaduras latinoamericanas y de otras partes del mundo, tratan de hacerlos callar. Uno de esos periodistas es Eduardo Feimann. Y me sentí muy halagada cuando me llegó una invitación de la producción de su programa de noticias en un reconocido canal de cable para que me entrevistara acerca de un tema que parece menor, pero que no lo es a la luz de todas las maniobras de adoctrinamiento, sobre todo en los niños, que realiza el gobierno. Se trata del lenguaje inclusivo.

El hecho fue que recibí un mensaje de WhatsApp que de inmediato respondí. Y a los pocos días estaba entrando en el estudio del canal donde fui recibida por una asistente que de inmediato se puso a mi disposición para lo que necesitara. Me informó cuando debía entrar en escena, donde me ubicaría y el tiempo que duraría la entrevista. Luego me preguntó si deseaba un retoque de maquillaje y ante mi afirmativa me condujo a un sitio donde otra mujer me mejoró, un poco, la cara. Después de todos estos preparativos me quedé parada tras de cámaras observando el programa anterior.

Unos días antes Marga me había comentado que una joven, conocida suya desde hacía varios años tenía un singular proyecto. Había decidido crear una escuela de manejo de monoplazas de carrera de una categoría promoción para mujeres. La idea era formarlas para que compitieran a la par de los hombres y con el objeto de incentivar las inscripciones el curso era gratuito para las alumnas ya que lo financiaba con el apoyo de varios sponsors. Como fanática del automovilismo deportivo y de mujeres como Danica Patrick, ganadora de competencias de Indy Car, la idea me pareció genial y una vez acordada la entrevista televisiva le prometí que aprovecharía a promocionar el emprendimiento.

Estaba pensando en eso cuando se me acercó el señor Feimann junto a miembros de su equipo. Me saludó con toda cortesía y después de unos segundos de charla me dijo que yo era muy hermosa, con un aspecto muy femenino. Le respondí

-¿Acaso creía que por ser lesbiana iba a estar cubierta de percings, tatuajes, vestida con un pantalón de boxeo y con la mitad de mi cabello rapado?-

Mi observación le causó mucha gracia y luego me preguntó si podía mencionar mi orientación sexual. Me sonreí.

-Claro, si la conoce todo el mundo- Le respondí.

-Lo que ocurre es que usted es crítica del lenguaje inclusivo y ante la medida del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, opositor al gobierno nacional, de prohibirlo en las aulas, la primera organización que presentó un amparo es justamente un colectivo de lesbianas-

-Ja, esas no son lesbianas. Esas son monstruos que andan añorando el pene- Contesté.

Las risas fueron generalizadas en todo el grupo.

Una vez que me ubiqué en mi asiento, tuve a Feimann frente a mí y se encendieron las luces del estudio comenzamos a charlar. Primero me presentó, como una reconocida escritora y habló de mis esfuerzos por concientizar a mujeres y hombres de la realidad de la complementación entre sexos, sin odios ni violencia. Y por supuesto mencionó mi orientación sexual.

-¿Cuál es tu opinión acerca del lenguaje inclusivo?-

-Que es absolutamente innecesario, que el idioma castellano tiene todas las herramientas para dejar bien en claro lo que se quiere decir-

-¿Cumple alguna función?-

-Ninguna. Solo adoctrinar. Confundir, sobre todos a los niños en edad escolar que ya bastante poco saben de comprensión de textos y de las reglas del idioma-

-¿Vos crees que modificaría en algo la percepción sobre los colectivos minoritarios?-

-De ninguna manera. Que vayan a preguntarle a los negros o a los indios si les cambió algo el que los llamen “gente de color” o “afroamericanos” o “pueblos originarios” Todo es una farsa del relato-

-Algunos funcionarios del gobierno nacional están criticando la prohibición del uso en las escuelas de la ciudad de Buenos Aires-

-Esos inútiles deberían ocuparse de mejorar las condiciones en las escuelas de sus distritos, sumar mas cantidad de días de clases, recomponer todo lo que se perdió en la maldita cuarentena. Todos, funcionarios o sindicalistas están inmersos en sus peleas políticas y no les importa un rábano la educación. Es más, si los niños son mas ignorantes, mejor para ellos-

Y así seguimos un rato más. Por supuesto que aproveché a comentar como un ejemplo de verdadera inclusión al proyecto de la amiga de Marga. Di los datos de contacto para quienes estuvieran interesadas.

-De eso se trata- Comenté- No de hacer cupos falsos que no se cumplen y que no sirven para nada sino de dar las mismas oportunidades para todos. El talento esta ahí afuera. Hay miles de varones y mujeres que no quieren un maldito plan de ayuda. Quieren trabajar, ser útiles, a sí mismos y a la sociedad. Recuerdo que hace poco entrevistaste a una chica que hacía prótesis de manos con impresoras 3D. ¿Esa chica necesitó una modificación en el lenguaje para hacer lo que hizo? No, pero esa es la gente que odia este gobierno lleno de corruptos e inútiles que solo piensan en llenarse el bolsillo y quedarse en la época de la guerra fría como única ideología, porque es la gente que los interpela y yo los aplaudo. No serán los idiotas que hablan en inclusivo los que arreglaran este país. Serán los que usan el cerebro-

A pesar de que en los medios de comunicación los silencios son inconvenientes, se hizo un segundo en que nadie habló.

-Bien, realmente tus palabras deberían hacer reflexionar a quienes abogan por el lenguaje inclusivo-

-No tengo esperanzas al respecto. Lo lamento por que son mis compatriotas, pero hay mucha gente que ya es irrecuperable. Y hasta un par de generaciones. Hay que comenzar de nuevo y los que queden en el camino tendrán que adaptarse porque, si de verdad alguien tiene huevos para hacer una nueva Argentina, van a quedar afuera de todo-

Y así concluyó el reportaje. Recibí felicitaciones de los periodistas presentes. Al rato me llamó Marga para agradecerme por la promoción del emprendimiento de su amiga. Y yo, feliz de haberme expresado una vez mas.

 

 13 Preparativos de viaje

 Cuando me compré la cama para mi casa elegí una de dos plazas y media. La razón era que quería dormir cómoda. Estirarme lo mas que podía y sentir que todavía me sobraba espacio. Cuando conocí a Keiko las medidas de la cama todavía seguían siendo amplias para ambas y como nos turnábamos en donde pasar la noche, al mudarse a su nueva casa, junto a la mía, Keiko tuvo la maravillosa idea de comprar también una cama de dos plazas y media. Por ello en el momento que Marga comenzó a comprar muebles nuevos para su hogar la convencimos de que también adquiriera el mismo tamaño.

Ahora somos tres en la cama y el tamaño sigue siendo cómodo y no es problema decidir en que casa nos quedamos pues todas son iguales. Es cierto que terminamos abrazadas unas con otras, con las piernas atravesadas o simplemente tomadas de la mano, pero lo cierto es que nos despertamos sintiendo que hemos logrado un gran reposo.

Por alguna razón siempre termina Keiko entre Marga y yo. No sé cómo se hizo costumbre, pero supongo que es porque ella es la mas menuda de las tres y nosotras tendemos a protegerla. Y así amanecemos.

Pero, además de nuestras burbujas, castillos unidos por los jardines comunes y las que construimos Marga y Keiko en sus trabajos y yo en mi casa tratando de pintar, ahora que no estoy escribiendo, el mundo allá afuera se está poniendo hostil.

Podemos vivir sin hacernos demasiado problemas. Como siempre les digo a mis novias : Tenemos comida, trabajo y agua para ducharnos. Pero el gobierno sigue haciendo todo lo que puede para volvernos la vida imposible. Además de todos los desastres en que está sumiendo la economía y toda una seguidilla de actos de corrupción, mala administración de la pandemia, errónea adquisición de vacunas y una postura ideológica que quedo de los años 70, ahora nos ha involucrado con asesinos terroristas de los que ya tenemos claros antecedentes en nuestro país, como la voladura de la Embajada de Israel y la AMIA y la muerte del fiscal Nisman. Debo decir que estoy preocupada, pero, por otro lado, debemos seguir con lo que hacemos y rogar que la situación no empeore.

Entre las posibilidades de seguir una vida normal volvió a surgir el tema de un viaje de presentación de mi libro. Mi editor estaba tratando de hacerlo traducir al inglés, al francés y al italiano. Pero como todas esas tratativas, aunque avanzaban, todavía no estaban resueltas, la única que ya tenia fecha de salida al mercado era la versión japonesa. Este apuro del editor japones era consecuencia de que yo ya tenía un nombre en el mercado del Sol Naciente. Era mas conocida allí que en Europa.

Por lo tanto, el ofrecimiento de un periplo por las capitales del Viejo Mundo que me había hecho mi editor quedaba suspendido por unos meses, pero me había llegado un mail de la editorial japonesa avisándome que el libro estaba editado y tenían intenciones de que yo lo presentase, al menos en Tokio.

 Hacer otro viaje al otro lado del mundo, que sería el cuarto, me agotaba con sólo la idea de pensarlo. Pero necesitaba un cambio radical. Alejarme de este país y disfrutar, aunque fuera por pocos días del primer mundo. De una civilización de verdad. Además, ansiaba ver a mis amigas y darles un fuerte abrazo. El problema era hacer coincidir una fecha concreta en que el editor japones, me diera un sitio para presentar el libro con la posibilidad de llevarme a Marga y Keiko conmigo. Personalmente me daba igual. Estaba en uno de esos escasos momentos en que lo único que deseaba era relajarme y no pensar en el futuro inmediato.

Pedirle al señor Yamura que me prestara a Keiko por unos días y que él se encargue de su empresa no era demasiado problema. De hecho, el hombre, a pesar de haberle dejado la responsabilidad a su hija solía darse una vuelta por las oficinas para no perder la costumbre. El tema era con el arquitecto Castaño. Llevarme a Marga implicaba algo así como cortarle un brazo, pero, en algún momento debía darle vacaciones y decidí, nuevamente, ser yo misma la que le solicitara un arreglo de fechas.

Antes de eso, debía hablar con mis novias y acordar si estaban dispuestas a viajar, luego hablar con el editor de Japón, para ello primero lo conversaría con Yuzu, y averiguar las fechas disponibles para la presentación del libro, y al final convencer a Yamura y a Castaño.

Esa noche, en la cena, les comenté a Marga y Keiko mis planes. De mas esta decir que estuvieron de acuerdo. Marga había quedado fascinada por el viaje que hiciéramos cuando fuimos a conocer el estudio que haría un anime con mi novela y Keiko deseaba volver, esta vez sin las preocupaciones de aquel viaje en que anduvimos buscando a su amiga de la adolescencia. El primer paso estaba dado. Keiko dijo que lo hablaría directamente con su padre lo cual me ahorraba una entrevista y, para mi sorpresa, Marga contó que había tenido una conversación, días atrás, con su patrón en la que convinieron una licencia de unos días, a confirmar.

Decidí que al otro día llamaría a Yuzu por Zoom. Primero le envié un mensaje de WhatsApp para saber a qué hora estaba disponible ya que con su actividad en la editorial y en el colegio estaba muy atareada. Me contestó un par de horas mas tarde. La había enganchado justo en una reunión de profesores. En ese momento pensé: Como ha crecido esta niña. Adoro a todas mis amigas de Japón, pero ella me produce un sentimiento de admiración por su entrega y valor y su permanente optimismo.

-¡Hola Alexia san!- Exclamo en cuanto nos vimos en las pantallas.

-¡Hola princesa! ¿Tenes unos minutos para atenderme?-

-¡Pero, por supuesto!-

-¿Me podés contar en que anda mi libro por allá?-

-Seguro. Anda muy bien. La editorial lo distribuyó en algunas librerías para monitorear su venta y ya esta con la intención de hacer una distribución completa. ¿Por qué? ¿Estás pensando en venir?-

-Si se puede…-

-¡Claro que se puede! ¡Déjame hablar con el señor Akiyama san y te llamo!-

-Bien, espero tu llamado-

-¿Y Marga y Keiko van a venir?-

-Si, estoy negociando eso, pero será así. Además, ando con ganas de darme una vuelta por los estudios Wit, solo para chismear como anda mi animé-

-¡Genial! ¡No sabe cuánto la vamos a estar esperando!- Exclamaba, a veces tuteándome y a veces tratándome de usted, lo que me causaba mucha gracia.

-Yo también tengo muchas ganas de verlas- Manifesté.

Y luego de interminables saludos de despedida, quedamos en que me confirmaría las fechas probables de viaje. En la cena les di la noticia a mis novias.

Y se puso en marcha el operativo “viaje al sol naciente”.

 

 

14 Andanzas por Oriente

 No había pasado un día cuando recibí un llamado de Yuzu. Muy entusiasmada me confirmó la fecha para poder presentar mi libro en Tokio para un mes después. De modo que tenia suficiente tiempo para organizarme yo y mis novias. Lo primero que hice fue informarles sobre el día indicado lo que las puso en movimiento para arreglar sus asuntos laborales. El señor Yamura no solo estuvo encantado de suplir por unos días a su hija, sino que hasta me agradeció dos cosas. La primera que me llevara de nuevo a su hija a pasear por la tierra natal y la segunda de que esa situación lo pondría un tiempito en actividad por que se andaba aburriendo un poco. El arquitecto Castaño me pidió, entre risas, que al menos la traiga de regreso a Marga. De todas maneras, me confesó que estaba con poco trabajo, debido a la pésima situación económica del país y por eso, incluso pensaba tomarse también unos días de descanso.

Dejé a la señora Azumi a cargo de todo. En realidad, quedó a cargo de las tres casas y con esa característica tan propia de los japoneses hasta me agradeció con énfasis que le brindara tal responsabilidad. En poco tiempo ya teníamos los pasajes sacados. Los certificados post pandemia en orden y las valijas ordenadas. De modo que en la fecha indicada el señor Yamura nos llevó en su camioneta hasta Ezeiza para tomar el vuelo de KLM directo al imperio del sol naciente. Llevé conmigo un par de novelas para leer pues el viaje dura más de treinta horas, pero como suele sucederme, a poco de despegar ya estaba durmiéndome y si no fuera por la charla de mis novias creo que hubiera dormido todo el viaje. Por momentos, cuando despertaba, caminaba un poco por el pasillo para adelante y para atrás. En varias ocasiones me detuve a charlar con pasajeros por que para algunos era una cara conocida, pero no recordaban donde. Por lo que debía dar alguna referencia. Por suerte no me encontré con ninguna feminista radical y todo fueron saludos y felicitaciones.

Finalmente, el avión nos depositó en el Aeropuerto Haneda, una espectacular terminal situada sobre la Bahía de Tokio, al punto que parece que los aviones van a terminar en el agua. El día estaba soleado y cálido. Bastante agradable. Pasamos por las oficinas de migraciones donde no nos pidieron ningún certificado de vacuna ni nada por el estilo. Igualmente, nosotras los mostramos y solo nos contestaron con una dulce sonrisa y la consabida reverencia. Es probable que hayan pensado que éramos unas argentinas desquiciadas por que tratábamos de cumplir con todas las reglas.

Tomamos nuestras valijas y comenzamos a salir hacia la calle dispuestas a encontrar un taxi para ir al hotel Ryumeikan, casualmente el mismo de aquel viaje de presentación de mi libro anterior.

Ya estábamos en la vereda tratando de descubrir algún vehículo disponible cuando sentimos una voz detrás de nosotras

-¿Las señoritas andan buscando quien las lleve?-

Nos dimos vuelta instantáneamente y pudimos ver a la hermosísima Mitsuko, tan larga como es ella, enfundada en una calza negra brillante y una blusa tejida blanca. a su lado la insondable Maruta con sus anteojitos y tan bella como siempre. Muchas veces me he preguntado como logran llevarse bien Mitsuko y Maruta, tan distintas entre sí. Las posibilidades son dos. O Maruta no es la dulce inocente que parece y se transforma en la cama en una perra salvaje como Mitsuko, o por el contrario realmente es dulce e inocente y eso es lo que las junta, ser tan distintas.

El hecho era que ahí estaban dándonos la bienvenida. Se habían ofrecido a raíz de un comentario de Yuzu. Sin que nosotras supiéramos averiguaron el vuelo que nos traía y decidieron esperarnos. Nos confundimos en abrazos y besos interminables a pesar de las restricciones de distancia social y uso del barbijo obligatorio aun en sitios abiertos. La parejita japonesa se alegró de vernos a las tres juntas y de inmediato nos avisaron que estaba preparada una reunión para esa noche en lo de Yuzu y Mei para agasajarnos. Me puse realmente contenta, pero me surgió una duda.

-¿No hay que cumplir una cuarentena de tres días?-

-Si, pero si tomas todas las precauciones de distancia y barbijo nadie te dice nada- Respondió Mitsuko.

La camioneta de Mitsuko era una van muy cómoda. Cargamos las valijas y entramos todas con suficiente espacio para estirar las piernas. El viaje desde el Aeropuerto hasta el hotel afortunadamente no fue muy largo. Estuvimos unos pocos minutos en la autopista 1 y enseguida estábamos estacionado frente al imponente edificio. Bajamos las valijas. Nos registramos y cuando ya estábamos por subir a las habitaciones Mitsuko y Maruta, que hasta ese momento nos acompañaron para ver que no tuviéramos ningún problema comenzaron a despedirse.

-Esta noche, a las siete las paso a buscar. Ojo, no se les ocurra vestirse como reinas. La reunión es de jogging, blusa y zapatillas. Bien cómodas- Ordenó Mitsuko.

Y luego, cuando ya estaba por salir del lobby se me acercó y me dijo al oído.

-Sabiendo lo insaciable que sos no quiero ni imaginarme que orgias harás con esas dos. Te admiro- Terminó de decir mientras se alejaba riéndose.

Una vez en la habitación pudimos constatar que había una cama matrimonial y una de una plaza, lo que, por supuesto no era un problema, aunque la cama matrimonial no era tan grande como las nuestras igual íbamos a dormir juntas. De todas maneras, íbamos a desordenar la cama de una plaza para no despertar suspicacias.

Mientras nos acomodábamos llamé a Yuzu. En cuanto me atendió le dije.

-Supongo que ya sabes que estamos en Tokio-

-¡Si, por supuesto!-

-Mitsuko ya nos adelantó lo de la reunión esta noche, pero ¿Qué novedades tenes para mí y la presentación del libro?-

-¡Ya está todo arreglado! ¡Pasado mañana a las 17 horas en el mismo lugar de la otra vez! El señor Akiyama va a poner un vehículo para se trasladen. Las va a pasar a buscar a las 15 horas por si hay problemas de tránsito-

-Ok. ¡Entonces nos vemos esta noche!-

-¡Si! Y no le diga nada a Keiko, pero tenemos una sorpresa para ella-

-Me volveré muda-

Después de cortar decidí darme una ducha. Mis novias andaban en eso, bañándose juntas, de manera que me desnudé y me metí en el cubículo con ellas. Hubiéramos terminado haciendo un desparramo de agua en el baño si no fuera porque estaba cerrada la puerta de acrílico. Luego, comenzamos a prepararnos. En un principio se nos ocurrió ir las tres vestidas igual, pero desechamos la idea. Siempre que se producía un reencuentro con nuestras amigas japonesas yo me sentía feliz.

 

 15 Fiesta

 Mitsuko pasó a buscarnos a la hora fijada. Como conozco la obsesión de los japoneses por la puntualidad convencí a mis novias que ya estuviéramos en el lobby del hotel un rato antes. Tal como nos lo había indicado estábamos vestidas de manera informal. Keiko lucía una calza negra, pulóver livianito color beige y calzaba zapatillas blancas. Marga se había puesto un jean negro, una blusa sin mangas color rosa y zapatillas haciendo juego con la blusa. Yo tenía un jean celeste elastizado, un pulóver liviano negro y zapatillas azules.

Todavía estaba estacionando en la entrada cuando la vimos, de modo que salimos en tropel hasta el vehículo. En cuanto nos vio Mitsuko exclamó.

-¡Bien! ¡Muy bien vestidas!-

Y, a decir verdad, no sé si nos estaba tomando el pelo, pero ella y Maruta lucían de la misma manera.

En pocos minutos estuvimos en el edificio donde viven, en un piso Ume con Shou y en el otro Yuzu y Mei. Después de dejar la camioneta en el estacionamiento subterráneo ingresamos al espacioso ascensor y subimos al piso de la parejita de hermanastras. Mitsuko tocó el timbre y se escuchó la voz de Mei en el portero. De inmediato nos abrió y estuvimos las cinco en el pasillo de entrada al departamento. Allí estaba Yuzu esperándonos. Nos ofrecieron pantuflas para cambiarnos el calzado que traíamos de la calle y mientras nos cambiábamos nuestra rubia amiga se abrazaba con todas con la efusividad y alegría que siempre tiene.

Nos condujo al enorme living y allí estaban todas. Eso parecía un aquelarre de brujas. No faltaba nadie. Además de las anfitrionas Yuzu y Mei, saludé a las hermanitas de Kioto, Sara y Nina, a Matsuri, a la bella Harumi, a Momokino, Nené, la sempai Suzuran y en medio de semejante grupo de “extraviadas mentales” a la siempre simpática Ume a la que le pregunté por su marido.

-Esta aquí, cambiándose, pues recién llegó de Israel-

Un segundo después, como si hubiera escuchado mi pregunta, apareció Shou pulcramente peinado y sin barba.

Después del abrazo de bienvenida me preguntó.

-¿Y, sucedió algo en Argentina con las escuelas?-

-No. Y no sucederá. Allá todo está peor y la educación mas todavía-

-Lastima, lastima- Respondió moviendo la cabeza de un lado a otro. Y no hablamos más del tema.

La reunión estaba muy entretenida. A Marga y a Keiko las atosigaron a preguntas. Las muy malditas querían saber cómo manejamos un trio, pero tanto ellas como yo les contestábamos con anécdotas graciosas mas que con detalles íntimos. Comimos abundantemente, bebimos cerveza y vino.

De pronto sonó el timbre.

-¡Ah! ¡Ahí están!- Exclamó Yuzu como si ya supiera de quien se trataba.

Y así era. Cuando se abrió la puerta y entraron dos personas vi como se sorprendió Keiko, pero yo también estuve sorprendida. Eran Fumiko, la amiga de la infancia de Keiko que habíamos ayudado cuando su padre intentaba interferir en su vida y venia con su pareja, la decidida Sadhasi. Estaban hermosas ambas y me emocioné cuando Keiko y Fumiko se abrazaron con todo sentimiento.

-De manera que esa era la sorpresa- Le dije a Yuzu que me miraba con sus enormes ojos verdes.

-Si, ¿Qué le parece?-

-Excelente, pero si me tuteas mucho mejor-

-Me cuesta un poco Alexia sempai-

Y sin decirle mas la abracé.

-Bueno, como te resulte mas fácil-

Al poco tiempo apareció el señor Udagawa, lo que debió parecer un alivio a Shou, el único varón entre tantas mujeres. Una vez que saludó a todas ambos se fueron a un costado a jugar una partida de ajedrez.

La noche se fue en contarnos novedades y reírnos de cualquier cosa. Por supuesto que todas prometieron ir a la presentación del libro que, dicho sea de paso, ya habían leído y concordaban con todo lo que yo había escrito.

En un momento salí al amplio balcón. Necesitaba alejarme un ratito del bullicio. Me quedé mirando Tokio que desde esa altura parecía solo una multitud de luces. Luces que se prendían y apagaban, luces fuertes y débiles, siluetas de enormes edificios, una al lado de la otra, extendiéndose por kilómetros. Estuve un rato en silencio, degustando de vez en cuando un sorbo del vino que tenia en la copa. De pronto una silueta se paró junto a mí, en silencio. Miré al costado y lo primero que vi fue una enorme cabellera rubia. Obviamente era Yuzu que, a mi lado, también se quedó contemplando la ciudad.

Y súbitamente habló.

-Recién contaba Keiko san que tiene un grupo de chicas a las que les está enseñando a vivir-

-Enseñando a vivir es una frase un poco exagerada. Solo hablo con ellas, les cuento lo poco que sé de la vida-

-¿Es hermoso, ¿no?-

-¿Enseñar? Si seguro. Y a propósito…¿Cómo estas tú con tu experiencia docente?-

-Maravilloso. Cundo me di cuenta que eso es lo que quería hacer sentí que mi vida tenia un rumbo. Antes era una despistada-

-Has crecido mucho Yuzu. Mucho. Admiro tu valor, tu valor para luchar por tu amor, tu valor para estar con Mei y apoyarla en todo lo que está haciendo por la Academia, en estar con tu madre, en no rendirte y en tu permanente optimismo-

Una lagrimita se le escapó mejilla abajo.

-Todo esto que me dice usted Alexia sempai es muy importante. Yo también la admiro. Y usted, conociéndonos apenas, también se jugó por nuestra relación y hasta corrió riesgos innecesarios-

La abracé mientras le decía.

-No es nada, solamente estaba buscando argumento para una novela-

Y nos reímos ambas.

A lo lejos comenzaba a asomar una tenue luz. Era el inicio de un nuevo día en el Imperio del Sol Naciente. Yuzu y yo entramos a la sala y nos unimos al jolgorio general.

 

 16 Paseando por Tokio

 En cuanto llegamos a nuestra habitación y tras sacarnos la ropa caímos las tres en la cama muertas de cansancio. Habíamos tenido una reunión inolvidable y una promesa para volvernos a reunir cuando estuviéramos a punto de regresar al tercer mundo.

Kieko, todavía estaba emocionada por la sorpresa que le habían deparado las chicas al conseguir que su amiga de la infancia viniera desde Yokohama junto a su pareja. Para mí también fue un importante encuentro en el que rememoramos las aventuras pasadas. Encontrar a Mei y Yuzu afianzadas en su amor y además trabajando juntas fue otra gran satisfacción. Y disfruté de la gran amabilidad y cortesía del resto del grupo, como así también Marga a la que hicieron sentir integrada y muy querida.

Estaba en el mejor de mis sueños cuando sentí el sonido de llamada de mi celular. Todavía a medio despertar atendí.

-Buen día señora Montes san. Disculpe la molestia. Soy el señor Akiyama de la editorial-

-Buen día. Si, lo recuerdo perfectamente-

-Vuelvo a disculparme, pero tenía que informarle algo por si usted tiene algún plan preparado para mañana, después de la presentación-

-No, nada por ahora-

-Bien. El tema es que un grupo de unos diez jóvenes escritores, algunos de movimientos LGTB querían tener una reunión mas intima, una cena, mañana a la noche. Están interesados en conversar y cambiar opiniones. ¿Puedo contar con usted?-

-Por supuesto. No hay problema. Lo único que le pediría es poder llevar a mis amigas que han viajado conmigo desde Argentina-

-Sin duda. Serán todas bienvenidas y sus opiniones también cuentan. Vuelvo a pedirle disculpas, pero esto surgió hoy a la mañana y ni siquiera tuve tiempo de llamar a Aihara san (Yuzu) para notificarle pues ella es la que ha coordinado y organizado con gran eficiencia todo lo referente a su viaje-

-Eso me da una idea. Me gustaría que estuviera y también Mei Aihara, si es posible-

-Sus deseos son órdenes. Como ya sabe, mañana las pasará a buscar un vehículo para llevarlas a la presentación-

Y cortamos.

Marga, también a medio despertar, me preguntó con quién hablaba. Antes de contestarle zamarreé a Keiko para que abra los ojos.

-Escuchen, mañana a la noche tenemos una cena con el editor de mi libro, un grupo de jóvenes escritores y tal vez Yuzu y Mei-

-Bien, pero quiero seguir durmiendo- Contestó Keiko.

-No. Salgamos a disfrutar un poco de la ciudad. ¿Para que las traigo hasta el otro lado del mundo? ¿Para dormir?-

A regañadientes se levantaron ambas. Les propuse darnos una ducha y salir a caminar un poco. De manera que en un rato estábamos de nuevo las tres sacudiendo el agua bañándonos juntas. Nos vestimos iguales, no en el color, pero si en el estilo. Remeras blancas, pero con una camperita liviana holgada y pantalones holgados. Keiko de rosa, Marga de blanco y yo de gris. Y zapatillas para caminar cómodas. Al rato pasamos por la confitería del hotel a tomar el desayuno y luego salimos a la calle.

-¿Adónde vamos?- Preguntó Marga.

-A los jardines del Parque Chidorigaduchi. Según mi Google Maps es enorme y hay museos y ruinas de castillos y un palacio imperial. Y árboles de cerezos. Ideal para pasarla tranquilas un rato. Y además esta aquí a pocas cuadras-

Ambas estuvieron de acuerdo y comenzamos la caminata. El día estaba espléndido y en pocos minutos estábamos dentro del parque. Anduvimos de aquí para allá sin importarnos el tiempo. Compramos algunos recuerdos y unas golosinas para comer mientras paseábamos. Los árboles de cerezo no estaban florecidos por lo que nos perdimos ese magnifico espectáculo, pero, por el contrario, al no ser época de florecimiento, había poca gente en los caminos internos. Me sentía en otro mundo. La profusión de vegetación lograba que por un momento una se olvidara que estaba en medio de una de las mas grandes ciudades del mundo.

Nos sentamos a las mesas de un puesto que vendía algo así como unas salchichas de cerdo a las que bajamos con gaseosa y mientras observábamos nuestro alrededor se me ocurrió hacer un llamado.

-Konnichiwa- Me saludó una dulce voz femenina.

-Hello, sorry I do not speak japanese- Dije con mi mejor acento posible.

-Ok. Very well. Hello- Me contestó la misma voz

-Good. I am Alexia Montes, I am writer…-

Y no necesité decir nada mas pues la mujer inmediatamente me reconoció.

-¿Dónde está usted?- Me preguntó ansiosa.

-Aquí en Tokio, para la presentación de mi nuevo libro-

-Si, lo comentaron aquí en la oficina. Incluso pensamos en que fuera alguien del estudio a la ceremonia-

-Me halaga-

-¿Va a venir a visitarnos?-

-Si, con todo gusto, si no es molestia…-

-De ninguna manera. Le enviamos un vehículo. ¿En que parte de la ciudad está?-

-Estoy, con dos amigas que vinieron conmigo de Argentina, en el Parque Chidorigaduchi, pero preferiría ir por allí pasado mañana para no andar a las corridas pues todavía nos estamos reponiendo del viaje y de una recepción que nos hicieron amigas nuestras anoche-

-Como guste. Así le preparamos una recepción nosotros también-

-De acuerdo. Y no nos mande un vehículo. Ya estuve viendo los mapas y dado que estamos en un hotel casi enfrente de la Estación de Tokio ya sé que línea debemos tomar que nos deja cerca del estudio y de paso hacemos un poco de turismo ferroviario-

La mujer se rió con la ocurrencia.

-Listo, las esperamos pasado mañana. De todas maneras, alguien del estudio ira a verla mañana-

Cuando corté mire a mis novias que esperaban expectantes mi relato.

-Listo, ya tenemos programa para pasado mañana. Vamos a ir al estudio Wit donde están haciendo el anime con mi historia-

-¡Que bueno!- Exclamó Marga.

-¡Y yo lo voy a conocer!- Afirmó Keiko.

Y yo también estaba ansiosa por ver como marchaba mi animé.

 

 17 Compras, programas y una historia triste.

 Después del improvisado almuerzo seguimos caminado por el parque. Las tres sacábamos fotos con los celulares a cuanta cosa nos llamara la atención. Finalmente nos detuvimos a descansar en un largo banco de madera muy confortable y nos dedicamos a ver pasar la gente.

Entre el público pasó un grupo de chicas con uniforme escolar. Polleras plisadas con motivo escoces color gris y blanca, muy cortitas, camisa blanca con un gran moño, un chaleco gris, zapatos negros y medias gruesas negras. Yo las miraba con atención, pero fue Marga la que se podía decir que leyó mis pensamientos.

-Debo confesar que esos uniformes me producen cierta excitación- Dijo sin sacarle de encima la mirada a las niñas.

-Coincido- Dije y agregué -A mí me hubiera gustado usarlo, pero fui a una escuela pública con guardapolvo blanco-

-Yo también- Comentó Marga quien seguía absorta mirando a otro grupo de escolares.

-Yo usé esos uniformes cuando vivía aquí- Manifestó Keiko.

-Hum. Me imagino como te verías- Dijo Marga.

-Sería lindo verte así vestida. ¿Todavía lo tenés?- Agregué.

-No. Y además me quedaría chico-

-Lastima- Se lamentó Marga.

-Pero podríamos comprarnos unos a medida- informó Keiko-

-¿Dónde?- Interrogó Marga ansiosa.

-Según tengo entendido, aquí en Shibuya hay tiendas que venden uniformes escolares usados a buen precio-

-¿Usados?- pregunté.

-Si, es costumbre, muchas mujeres los usan con algunos cambios para personalizarlos si no pudieron hacerlo en el colegio y hay un gran mercado. Si sabía que les gustaba se los hubiera dicho antes-

Ya estaba por tomar de un brazo a cada una de mis novias con la intención de ir a Shibuya cuando se nos acercó un grupito de niñas y sus hermosos uniformes.

-Hellow, ¿is you Montes sempai?- Preguntó una de ellas.

-Yes- Respondí

Y sin mediar otra palabra tres de ellas sacaron de sus mochilas sendos libros míos, dos eran el actual que iba a presentar y el tercero el anterior, el del animé. los extendieron hacia mí con una lapicera cada uno para que se los firme. Lo que, por supuesto hice, halagada de tal reconocimiento en plena calle.

Una vez cumplida la ceremonia Marga pidió que nos sacáramos fotos juntas con las niñas. Ellas accedieron gustosas. En realidad, eran como hermosas muñecas de porcelana. Tan bellas con sus ojos rasgados, su piel delicada y sus largas cabelleras negras. Después de varias fotos nos saludaron como si fuéramos viejas amigas y orgullosas de su logro de obtener una firma mía se alejaron riéndose y dándose vuelta agitando la mano.

Esta vez fue Marga la que nos arrastró a las demás.

-Vamos a comprarnos esos uniformes- Dijo resuelta.

Salimos del parque y paramos un taxi. Afortunadamente el barrio de Shibuya no está tan lejos y llegamos en pocos minutos. Bajamos justo en la esquina del cruce de calles mas transitado y popular en el mundo. A una cuadra del enorme shopping 109 y casi enfrente de la estatua de Hachiko, el perro fiel que esperó en la explanada de la estación del ferrocarril nueve años a su dueño, que había fallecido. No pude evitar que me subiera a la garganta una indescriptible sensación de angustia y hasta me rodaron un par de lagrimas al recordar la historia que había visto en una película años atrás. Me di cuenta que Keiko compartía mi desasosiego por que conocía la historia. Marga se quedó mirándonos preocupada. Ella no sabía del hecho y pensó que algo serio nos pasaba.

Le relaté el motivo de la estatua y se quedó muda. No pareció alterarla, pero la conozco bien y se lo que sintió. Caminamos hacia el shopping las tres de la mano para darnos fuerzas. Con los minutos se nos pasó la angustia.

Recorrimos el enorme edificio de arriba abajo hasta que dimos con los locales donde se vendían uniformes escolares. Keiko fue la que se entendió con la vendedora que se manifestó contenta de poder vender tres equipos en unos pocos minutos. De manera que estuvo muy amable mostrándonos todas las variantes de colores y formas. Tuvo la paciencia de que nos probáramos varios de ellos e hiciéramos las combinaciones posibles. Estábamos como niñas en una juguetería. Yo no podía creer lo que estábamos haciendo. Finalmente nos decidimos y además de las polleras, las camisas y los chalecos nos llevamos moños, medias de lana y zapatos negros. Como estábamos impacientes por salir así a la calle le pedimos la posibilidad de poder cambiarnos allí mismo a lo que accedió sin problemas. Nos dio unas bolsas para llevar la ropa que nos habíamos sacado y así, vestidas de colegiales de minis plisadas salimos al bullicio del barrio de Shibuya.

Yo me sentía esplendida. Keiko se imaginaba como en sus años de colegio y Marga se paraba a mirarse en cada vidriera que reflejara su imagen.

-Las veo y me siento capaz de violarlas aquí mismo- Dijo mientras caminábamos.

Keiko y yo nos reímos.

-Me parece que nos está pasando lo mismo a las tres- Dije riéndome.

-Somos una locas perdidas- Comentó Marga.

Keiko, en silencio se sonreía levemente mientras nos escuchaba y de pronto dijo.

-Durante todos los años en que use estos uniformes nunca se me ocurrió que podía calentarle la cabeza a alguien. Ustedes me están pervirtiendo-

-Yo estoy sintiendo las miradas de los hombres- Dije.

-Yo también- Agregó Marga

-Yo también- Manifestó Keiko.

-Pobres ilusos- Volví a decir.

Y así tomamos un taxi para volver al hotel. El taxista ignoró por completo nuestro aspecto, pero en el lobby del hotel, el empleado de la conserjería nos miró de arriba abajo mientras atravesábamos el salón.

Entramos en la habitación. Pasó sólo un segundo para que todos nuestros ratones comenzaran a aflorar. Nuestro aspecto aniñado con los uniformes escolares realmente nos había excitado. De los manoseos pasamos a la acción y mas rápido que volando estábamos desparramadas en la cama prodigándonos todas clase de caricias y besos y todo lo que nos pudiéramos imaginar. Fue una noche increíble de la que solo descansamos cuando pedimos el servicio de cena en la habitación. Realmente habíamos hecho una gran compra en Tokio


18 Presentación

 Esa mañana nos levantamos tarde para estar descansadas por el evento de la tarde. Era la primera vez que Marga y Keiko asistían a la presentación de un libro mío en Japón y por ello estaban tan entusiasmadas como yo por que llegara la hora indicada.

En esta ocasión nos vestimos de la forma más elegante posible. Vestidos cortos, tacos aguja y solo un minúsculo sobre para llevar el celular y los documentos. Por si refrescaba nos llevamos unos chalecos finos sobre los hombros. Como era de esperar el vehículo llegó puntual, pero ya estábamos en el lobby y subimos de inmediato. Era una lujosa limosina en donde pudimos acomodarnos y hasta degustar una copa de vino durante el viaje.

En pocos minutos llegamos al sitio de la presentación. Era el mismo de años atrás y como en aquella ocasión me quede fascinada por la gran cantidad de libros en la biblioteca. Nos recibió Yuzu en persona y antes de ir al salón nos mostró una sala especial donde se exhibían incunables ilustrados con bellísimas imágenes y caracteres escritos de manera vertical.

Poco antes del inicio de la presentación entramos en el gran salón. Yo me dirigí al estrado donde había una larga mesa. De pie junto al extremo de la mesa se encontraba el señor Akiyama quien me veía por primera vez desde aquella otra oportunidad. Después de una profunda reverencia estrechó mi mano con las suyas muy suaves y delicadas.

-Bienvenida. Es un gran honor tenerla aquí de nuevo-

-El honor es para mí- Contesté.

Me señaló mi lugar en la mesa y nos sentamos. Recién pude ver con tranquilidad el auditorio. Había, por lo menos, unas trescientas personas. En las primeras filas estaban todos mis conocidos, varones y mujeres. Yuzu, Mei, Sara, Nina, Mitsuko, Maruta, Harumi, Matsuri, Momokino, Suzuran, Ume, Shou, Udagawa y hasta Fumiko y Shadasi. Y por supuesto mis novias.

Inició, puntualmente para variar, el señor Akiyama. No es hombre de muchas palabras, aunque vive de ellas con su editorial, su biblioteca y su centro cultural. Pero de todas maneras fue brevemente claro.

-Señoras, señores, amigos de las letras y de la cultura. Aquí tengo, a mi lado, a una distinguida escritora de la que hemos publicado varios títulos, pero, lamentablemente, para nosotros vive tan lejos que, aunque en pocas ocasiones disfrutamos de sus visitas, cada una de ellas es sobrevalorada por su gran intelecto, su simpatía y, debo decirlo, por su admiración por nuestro pueblo. Y no olvidemos que ella llega de la tierra del tango…-

Un gran aplauso interrumpió sus palabras. No sé si por mi o por su alusión al tango. Y continuó.

-…Hoy llegó para presentarnos un libro muy especial. Su análisis acerca del fenómeno del feminismo y de la cultura patriarcal que están en discusión en todo el mundo. He leído el libro. Lo he hecho leer por representantes de comunidades diferentes y todos han coincidido en que se trata de una obra que logra lo mas preciado que puede lograr una obra cultural. Nos hace pensar. Y como no soy a quien han venido a ver los dejo con la autora-

Otro aplauso cerrado.

Cuando tomé el micrófono pude ver que todos los asistentes se colocaban auriculares para escuchar la traducción, así que comencé con un comentario acerca de ello.

-El señor Akiyama ha dicho que amo su cultura. Pero lo que no he podido es aprender su idioma. De todas maneras, es cuando nos damos que la tecnología sirve para algo- Dije mientras tomaba unos auriculares que estaban en la mesa.

La risa generalizada fue buen indicio de que todo andaba bien. Dejé los auriculares de donde los había tomado y continué.

-Estoy en verdad contenta de estar de nuevo entre ustedes. Presentar un libro, es como parir un hijo…bueno, es la única metáfora que se me ocurrió. Sé que el tema de este libro nos es una novela de aventuras sin otro compromiso que el entretenimiento, ni siquiera una de mis historias lésbicas donde algunas personas pueden verse reflejadas, o no, Sé que aquí me estaba jugando la posibilidad de encontrarme con opiniones contrarias, en algunos casos hasta teñidas de cierta violencia verbal. Pero sentí que debía hacerlo. Uno no es lo que esconde bajo llave, uno es lo que muestra cuando pone el pecho a las adversidades. No escribí para obtener redito de las críticas y los escándalos. Así soy yo, y esto pienso. Y como no quiero entretenerlos demasiado escuchándome pontificar sobre temas que seguramente ustedes conocen tanto o mejor que yo, estoy dispuesta a contestar preguntas…-

Otro aplauso que se extendió por algunos segundos. Y comenzaron las preguntas. No voy a hacer un detalle de ellas, pero tuve que afilar el ingenio y hacer memoria de cosas que había escrito pues era bien evidente que muchos habían leído ya el libro y otros tenían sus ideas bien organizadas. Luego bajé del escenario y en una mesa rodeada de muchos ejemplares del libro comencé la ardua tarea de firmar y firmar y firmar, intercambiando comentarios y recibiendo felicitaciones.

Un par de periodistas de la televisión me hicieron breves reportajes y otros de medios gráficos también conversaron conmigo en perfecto castellano. En tanto Yuzu y un par de empleadas de la editorial organizaban a los presentes para que pasaran a otro salón donde estaba servido un ágape.

Terminé de firmar y me junté con mis novias, todas mis amigas y amigos. Nuevamente felicitaciones y abrazos. Estaba en el mejor de los mundos.

En el ágape también se me acercó mucha gente a conversar e intercambiar opiniones. Que lejos de las delirantes de pañuelo verde me sentía en ese momento, no solo en distancia sino también en educación. Incluso se me presentó un ejecutivo del estudio Wit con diez libros para que se los firme.

-La esperamos mañana- Me recordó cuando le devolví los libros firmados.

-Por supuesto, no lo olvido- Respondí

En un momento se me acercó el señor Akiyama con un grupo compuesto de diez jóvenes, cinco mujeres y cinco varones.

-Ellos son los que van a tener el honor de cenar con usted. Yo también estaré. No me pienso perder una velada tan interesante-

Los fui saludando de a uno, reverencias y felicitaciones mediante.

Excepto Mei y Yuzu, el resto de las chicas se fueron yendo a sus casas, o eso creo, porque por lo que escuche a medias fue que Mitsuko las había invitado a todas a su departamento para una reunión y luego llevarlas a cada una adonde lo necesitaran.

Marga, Keiko y yo nos preparamos para un buen fin de jornada.

 

19 Cena y charla.

 Cuando ya quedaban muy poca gente el señor Akiyama nos invitó a trasladarnos al restaurante donde sería la cena con los jóvenes escritores japoneses. No era un largo trayecto, en realidad el local estaba justo al lado de modo que salimos a la vereda y a los pocos metros entramos en un amplio local que estaba lleno de comensales. Al principio pensé que debería tener una reunión intelectual, comida mediante, en un sitio bulliciosamente molesto, pero Yuzu se adelantó hacia las escaleras y dijo.

-Es arriba, tenemos un salón solo para nosotros-

Y la seguimos. En el piso superior recorrimos un corto pasillo y nos abrieron las puertas del comedor privado. El sitio era fascinante, ornado con paneles con imágenes de paisajes y personajes antiguos, quizá de la corte del periodo Edo, el piso era de madera y las divisiones entre pinturas y toda la carpintería también lo era. Reinaba un color rojo oscuro, luces de lámparas pequeñas y una larga mesa en el centro de caoba lustrada casi como un espejo. En lugar de sillas teníamos muy cómodos sillones giratorios con apoyabrazos y un alto respaldo.

Los jóvenes escritores estaban allí ya sentados y conversando, pero en cuanto entramos se pusieron de pie casi de un salto, hicieron una profunda reverencia que respondí, luego les pedí que se sentaran y que me sentía muy halagada por su atención.

Me sentaron en la cabecera con Marga a mi izquierda y Keiko a mi derecha. En la otra punta se sentó el señor Akiyama con Mei a un lado y Yuzu al otro. A lo largo estaban los diez escritores, como ya dije, cinco varones y cinco mujeres, muy elegantemente vestidos y, en principio un tanto cohibidos.

Como supuse que su estado se debía a mi presencia traté de romper el hielo lo antes posible. Yuzu me ofició de traductora.

-Bien, en principio, y aunque ya hemos sido presentados les reitero mi saludo y el placer de conocerlos. Es un gran honor para mí que jóvenes escritores del otro lado del mundo de donde yo vivo quieran conocerme. Pero debo decirles algo, para mí también es un honor conocerlos a ustedes ya que siempre, en cualquier lugar del planeta, me alegra saber que hay jóvenes que apuestan a la cultura, el arte y la educación. Y además no puedo dejar de decirles que admiro su sociedad y su cultura por eso me siento doblemente halagada-

Iban a comenzar a aplaudir cuando los detuve.

-No, no es necesario el aplauso. No era un discurso. Era solamente un saludo, como si fuera de un viejo conocido que regresa a casa. Ahora conversemos justamente como viejos amigos-

Algunos igualmente se tentaron de aplaudir.

La cena transcurrió en un ambiente de cordialidad y disfrute de la intelectualidad. Los japonenses me preguntaron por el tango y tuve que confesar que no era muy cultora de dicha música. Sólo que conocía apenas algunas letras que para su beneplácito les recité, más que cantarlas. Yo les hice algunas preguntas sobre su cultura y la conversación se fue derivando no solo al actual libro sino también al de mi aventura para unir a Mei y Yuzu y el de los avatares que pasamos con Keiko en el viaje que hicimos juntas. Les resultaron interesantes mis visiones occidentales sobre la cultura gyaru y la homosexualidad en Japón.

Mientras estábamos en ese tema les comenté que pensaba que la ausencia de influencia de la religión católica y de las otras religiones monoteístas era lo que les mantenía la mente abierta sin ese afán condenatorio que hay en occidente.

-Sigan así, no se dejen influenciar por religiones con dioses vengativos. A la larga se convierten en una fuente de esclavitud-

Ninguno de los jóvenes era homosexual, aunque con gran capacidad de aceptación de lo diferente.  Igualmente se sintieron extrañados por nuestro trío a lo que les respondí.

-Formamos una pequeña comunidad. El amor siempre está presente. Lo importante no es el número sino el sentimiento-

Y luego de unos segundos se me ocurrió agregar.

-¡Y no es un harén! Las tres somos iguales-

A lo largo de la conversación surgió el hecho de que no les sorprendía el maltrato hacia las mujeres en Latinoamérica, pero también detestaban las reacciones de las feministas radicales.

-¿Todo es muy violento en América, ¿no?-

-Si, hay una idiosincrasia de la violencia que, además, se está agravando. Méjico tiene una altísima tasa de asesinatos de mujeres y Brasil tiene el récord de crímenes por odio sexual. En Argentina la promulgación de leyes sobre el matrimonio gay y el reconocimiento de la elección de genero no han logrado que persista la homofobia y sigue creciendo el número de violencia de género, sobre todo debido a la ausencia de un estado protector. Pero las feministas en lugar de generar sistemas de contención y de acciones junto con los hombres se la pasan afirmando que es el enemigo y eso genera mas odio y todo se convierte en una espiral de violencia de la que ya no se sale.

-Nos sorprendió su análisis del MGTOW y de los hombres herbívoros. ¿Piensa que son un problema para la sociedad japonesa?-

-Es un fenómeno que si bien esta muy extendido en Japón, también esta sucediendo en otros países. El tema es que para el que lo analiza desde la óptica de la preservación de la especie puede parecer un problema…¿Pero lo es realmente? ¿No se supone que vivimos en un mundo sobrepoblado, sin economías sustentables, sin espacio, con falta de alimentos? Entonces ¿No es mejor que cese la procreación compulsiva por al menos una década? Claro que la tendencia puede volverse irreversible y generar un efecto de despoblación, pero no creo que se llegue a eso. Todavía siguen siendo muchos los hombres que solo piensan en tener pareja e hijos como lo manda la sociedad y la religión-

Y así continuó la reunión. Después de tres, muy agradables, horas de charla y de exquisita comida comenzó la dispersión. Los jóvenes se fueron yendo repitiéndome lo agradable que había sido la experiencia. El señor Akiyama llamó a un vehículo para que nos alcanzara al hotel y cuando nos estábamos por despedir les dije a Mei y Yuzu si querían acompañarnos al otro día a visitar los Estudios Wit. Lamentablemente ambas tenían compromisos con horarios de modo que tuvieron que desistir de la invitación lo cual lamenté mucho pues ellas también son protagonistas del animé.

Al llegar al hotel y mientras nos deglutíamos unas botellitas de whiskey en la habitación convinimos que iríamos vestidas con los uniformes de colegialas. Y, dado que estábamos rendidas nos dormimos enseguida.

 

 20 Estudio Wit

 Del Estudio Wit me habían enviado un mensaje para avisarme que habían preparado un lunch para recibirnos, por lo que me sugerían que pasara por sus oficinas al mediodía. Volvieron a insistirme en enviarme un auto, pero les reiteré que habíamos decidido ir en tren.

Esa mañana nos levantamos temprano para ducharnos y prepararnos. Luego del baño nos vestimos con los uniformes escolares dando, cada una, un toque personal al suyo. Estábamos felices con nuestras vestimentas. Luego bajamos a la confitería a tomar el desayuno donde fuimos objeto de las miradas, tanto masculinas como femeninas.

Podríamos suponer que las miradas eran de burla, pero no estábamos en la Argentina y realmente sentimos que eran de admiración. Las mujeres de diferentes edades

nos brindaban sonrisas cómplices y nos hacían alguno de esos gestos característicos de saludo que acostumbran las japonesas.

Después del desayuno salimos a caminar por los alrededores del hotel. Nos separaban de la Estación Central de Tokio apenas un par de cuadras, aunque en esta ciudad las cuadras pueden ser de diferentes tamaños y estas resultaron un poco largas.

Finalmente estuvimos frente al viejo edificio de color rojo debido a que fue construido totalmente de ladrillos a la vista por ser, a pesar del diseño de un arquitecto japones Tetsuno Kingo, una copia de la de Ámsterdam y construida entre 1908 y 1914. Allí debimos preguntar y repreguntar varias veces hasta dar con el andén correcto de la línea Chio Line por que el sitio es un aquelarre de andenes y gente caminado de aquí para allá.

Teníamos el dato de la hora de salida y el tiempo de viaje, por lo tanto, pudimos programar con tranquilidad nuestra partida ya que la puntualidad es inquebrantable, algo a lo que los argentinos no estamos acostumbrados.

Las vías eran elevadas y por lo que resultó también ser un paseo viendo la ciudad abigarrada de edificios con fachadas de cristal. Tras 34 exactos minutos estábamos descendiendo en la estación Mitaka, un moderno edificio de hormigón y grandes pasarelas que comunicaban a los primeros pisos de los edificios adyacentes.

De la estación hasta el Estudio Wit solo hay cuatro cuadras que caminamos lentamente disfrutando del entorno. Pocos minutos después atravesamos la puerta de entrada donde la recepcionista nos reconoció a Marga y a mi de inmediato. Se puso de pie e hizo una reverencia, luego con una amplia sonrisa nos indicó por donde debíamos ir para llegar a la oficina del señor Nakatake.

Otra empleada se ofreció a guiarnos y al pasar por los pasillos algunos empleados nos saludaban efusivamente y otros, los que no nos conocían, preguntaba quienes éramos. Keiko estaba asombrada de nuestra entrada, pero también fue objeto de muestras de cariño por parte de la gente.

-Están hermosas- Dijo la empleada que nos guiara cuando se detuvo ante la puerta del director del estudio.

Sonreímos por el elogio y ella abrió la puerta que daba a la sala de la secretaria. Luego la secretaria se paró y nos abrió la puerta del despacho de su jefe. Y allí nos recibió Nakatake sempai en persona.

Me faltarían palabras para describir la recepción que nos hicieron. Tanta amabilidad y admiración me resultaban agobiantes, pero al mismo tiempo me alegraban. El director, luego de los saludos y de presentarle a Keiko, como correspondía, como también mi pareja, lo que no les extrañó, ni generó ninguna pregunta, ni siquiera un gesto de sorpresa o de no entender, nos guió hasta las salas de proyecto y dibujos donde habíamos estado anteriormente. Toda la gente estaba abocada a su trabajo. Algunos lo hacían en mi animé y otros en diferentes proyectos. Todos y cada uno detuvieron su tarea unos segundos para charlar conmigo. Temí que pudiera entorpecer su labor, pero el director Nakatake me tranquilizó.

-Recibir visitas les ayuda con el stress. Son gente que no esta en contacto con el publico para el que trabajan como los actores de teatro, por eso charlar con alguien defuera de su circulo de trabajo les hace bien-

Ya sin culpa seguí saludando a todo el mundo. Creo que hasta los ordenanzas de la limpieza se acercaron, al menos por un apretón de manos. No podría recordar la cantidad de selfis que nos sacamos con todo el mundo, pero juraría que sobrepasaron las doscientas.

Después de la sala de dibujo pasamos por el sitio donde se editan los videos y se les da animación. Pudimos ver partes de capítulos de mi animé. Realmente me resultó emocionante, verme allí, reflejada mi imagen estilizada y bonita, mas de lo que soy, siendo una verdadera otaku en uno de los géneros artísticos que mas me agradan.

Tras el recorrido nos dirigimos al salón donde sería el lunch. Cuando entramos ya había bastantes personas allí y nos recibieron con un fuerte aplauso. Se acercó el director con una caja envuelta en un pañuelo de seda y me dijo.

-Sempai Montes chan. Aprovecharemos su visita para obsequiarle la primera mitad del anime tal como va a salir al aire cuando lo completemos. Hemos estado trabajando duro por que creemos que es una hermosa historia. Tal vez lo tengamos completo antes de lo programado y desde ya la comprometo para el día de su presentación. Se que no es fácil venirse desde el otro lado del mundo, pero ya la consideramos una de las nuestras y el estudio correrá con todos los gastos para usted y sus acompañantes. Y debo contarle que las revistas especializadas ya andan tratando de saber de qué se trata y cuando será el estreno pues ha generado una inesperada atención. Aquí, en esta caja hay cinco pendrives con los primeros seis capítulos. Hicimos varios por si usted quiere obsequiar alguno, aunque también los puede copiar cuantas veces quiera-

Y estirando los brazos alargó la caja hacia mí. La tomé presa de emoción. Ya estaba sintiendo un nudo en la garganta y temí que intuyeran que estaba por largarme a llorar, de modo que respiré hondo y hablé

-Son ustedes muy generosos conmigo. Demasiado…-

Y no pude hablar más. El director me tomó la mano fuertemente y me brindo una enorme sonrisa. Luego todos volvieron a aplaudir.

-Y ahora ¡a comer!- Dió la orden y todos obedecieron.

Marga, Keiko y yo tomamos un plato con saladitos y un vaso de vino cada una y nos quedamos comiendo y viendo a la gente a nuestro alrededor. Cada tanto se nos acercaba alguien para una selfi y nos elogiaba los trajes de escolares. Fue un día genial. Era ya la tardecita cuando volvimos a la estación Mitaka a tomar el tren. Nuevos 34 minutos de viaje y descendimos en la lujosa estación central. A los pocos minutos estábamos en el hotel.

-Ahora, plan completo de paseos por Tokio sin compromisos- aseveré.

-Una ciudad toda nuestra- Agregó Marga.


21 Regreso

 Nos quedamos toda una semana en Tokio. En principio yo había pensado en visitar al abuelo de Mei, pero cuando le pregunté en la reunión si estaría disponible me contestó que estaba tomándose un buen descanso en un spa en Suiza. Después de todo había ocupado gran parte de su vida trabajando sin cesar y ahora que el Instituto estaba en manos de su nieta, había decidido recuperar fuerzas.

De modo que ese plan quedó descartado. De todas maneras, le pedí a Mei que le enviara saludos en cuanto se comunicara con él y me contestó que lo hacía casi todos los días e iba a cumplir con mi pedido. Al día siguiente de haber estado en el Estudio Wit recibí un mensaje de ella avisándome que su abuelo también me mandaba “respetuosos y cálidos saludos” para mí. En la misma llamada me dijo que ella y Yuzu nos invitaban para el día anterior a nuestro regreso a una cena informal en su departamento, las cinco solas que naturalmente acepté de inmediato.

Los días siguientes fue una maratón de idas y vueltas por las calles de Tokio, desde las amplias avenidas hasta las estrechas callejas. Templos, museos y parques. Nos quedábamos hasta altas horas de la noche paseando con toda tranquilidad. Probamos comidas exóticas y de las conocidas, nos sacamos fotos en cuanto lugar podíamos.

Uno de los paseos mas espectaculares fue la visita a la Tokio Skytree, una casi imitación de la Torre Eiffel, desde donde se puede ver gran parte de la ciudad que, salvo hacia el lado de la bahía, todo el alrededor se extiende hasta el horizonte.

Paseamos por los barrios de Minato, Shibuya, Shinjuku, Taito, Meguro, Shinagawa y el emblemático Akihabara donde compré varios animes yuri en DVD, entre ellos Strawberry Panic, Citrus y Sailor Moon. El barrio de los mangas y los animé me resultó fascinante y ese entusiasmo también me llevó a comprar merchandising, posters, taza, muñequitos…al punto que Marga y Keiko ya quería arrastrarme a otro sitio.

Todos estos recorridos lo hacíamos en tren. Ver la ciudad atravesada por toda clase de autopistas y vías férreas elevadas la hace aparecer como una imagen de película de ciencia ficción. A lo que no podíamos acostumbrarnos a pesar del paso de los días es a que los japonenses circulan por la izquierda y debía estarse atento para cruzar la calle.

El anteúltimo día decidimos tener una gran aventura que no incluyera edificios altos ni calles atestadas. Contratamos un auto para que nos lleve al Monte Fuji. Salimos temprano para aprovechar la jornada. El recorrido no es muy largo, apenas dos horas por autopista. Luego, un transporte local nos dejó a la altura de lo que se llama la quinta estación. Allí ya estábamos a los 2000 metros de altura. A partir de ese punto todo dependía de nosotras. Afortunadamente estamos en buen estado y comenzamos el ascenso, livianas de carga, solo con un par de botellas de agua, unos chocolates y zapatillas cómodas.

Podría decir que no fue tan difícil, pero en realidad llegamos exhaustas. Llegar a la cima a 3776 metros de altura y poder ver el magnífico paisaje de alrededor y disfrutar el silencio valió la pena el sacrificio. Creo que me hubiera ido mal de Japón si hubiera abandonado antes del fin. Nos sentamos un rato. Para mi, la mayor experiencia de mi vida en cuanto a ascenso eran algunos escalamientos en el Cerro Campanario, en Bariloche y en la Sierra de la Ventana. Estábamos exultantes. No recuerdo muy bien, pero creo que gritamos de placer, luego, eso sí, lloramos de emoción. Nos sacamos montones de selfis y fotos del paisaje y con pena comenzamos el descenso. Nos costó un poco debido a las piedras sueltas en el camino, pero estuvimos en la quinta estación mas rápido de lo que calculamos. Poco tiempo después nuestro chofer nos estaba llevando de regreso al bullicio de la ciudad.

Al otro día armamos las valijas y dejamos la ropa que vestiríamos en la cena con Mei y Yuzu y en el viaje. Como siempre, en cada uno de mis visitas al primer mundo ya tenia los nervios alterados de tener que volver a la Argentina y su triste realidad.

Esa noche nos reunimos con la parejita feliz. Su departamento es hermoso y lo tienen muy bien cuidado, claro que con una ama de llaves mediante pues tanto Mei como Yuzu trabajan todo el día. Y por ello son felices. Ambas están haciendo lo que les gusta. Mei siempre tuvo como meta dirigir el Instituto y todo se le fue dando naturalmente a pesar de la idea de su abuelo en prepararle un matrimonio arreglado. Por suerte el hombre recapacitó al ver el valor de Yuzu defendiendo su amor y bueno, claro está, mi participación. Yuzu encontró su camino a pesar de que no tenia sus ideas muy claras al ingresar a la secundaria, pero ahora es maestra y secretaria ejecutiva de la editorial que maneja mis publicaciones en el Lejano Oriente.

A diferencia de la reunión de bienvenida, esta tuvo oportunidades de largas charlas e intercambio de ideas. Y una buena comida, pues Yuzu es una excelente cocinera.

Nos trasmitieron saludos de todas las chicas del grupo, de Ume y de Shou. Era casi el amanecer cuando nos despedimos. Regresamos al hotel. Pocas horas después estábamos saliendo hacia el Aeropuerto.

Nuevamente mas de un día metidas en el avión. Marga y Keiko estaban felices por el viaje. Yo compartía sus alegrías, pero tenia mas ganas de dormir que otra cosa. Miré una película para pasar el rato y el resto del tiempo me puse los auriculares y me conecté a la música. Creo que nunca en mi vida escuche tantos temas musicales de un solo tirón.

Regresábamos a nuestro país. Las noticias que nos habían llegado eran lamentables. Cambios de ministros, peleas en el circulo del poder, corrupción, incapacidad, egoísmo. Inflación creciente. Admiración de los gobernantes por las dictaduras tiránicas de Latino América y otras partes del mundo. A veces me pregunto si ese sentimiento de amor a la patria que se debería sentir es genuino cuando uno ve como gobernantes y muchos gobernados hacen todo mal. ¿Vale la pena vivir en un país así?

¿Vale la pena vivir en un país donde la mitad de los cohabitantes, (me niego a decir compatriotas, porque de patriotas no tienen nada) siguen obcecados en admirar a quienes les están robando la vida y la otra mitad mira sin reaccionar?

Se dice que viajar abre la mente. Es así. Cuando se aprende que en otras partes del mundo las cosas son tan diferentes es cuando se ve la miseria en que hemos caído. Nosotros los argentinos que nos creíamos el mas europeo de los países de Latino América, nosotros que nos creíamos que somos los inteligentes del mundo, nosotros que nos creíamos superiores. Hoy, los países civilizados nos miran atónitos. Si, comparados con el resto de la América del Sur, nos jactábamos de no ser una república bananera ¿Por qué ahora lo somos?

La respuesta es: Por nosotros mismos…

Y no sigo mas por que me voy a largar a llorar.


FIN...por ahora

 

 

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