Trabé amistad con Oleg Yazdowsky una tarde de verano mientras caminábamos por el parque paseando nuestros perros. En realidad Oleg y yo era vecinos desde hacía muchos años pero por esas circunstancias que uno no se detiene a pensar, jamás habíamos intercambiado más que respetuosos saludos.
Sabía que llegó de la Madre Rusia muy de pequeño, en realidad era de mi misma generación, actualmente ambos rozamos los sesenta años. Lo hizo junto con su madre y su padre y se instalaron en una pequeña casa casi en las afueras del pueblo. Eran muy amables y educados. Lo que no pudieron evitar fue que todo el mundo los viera como posibles fugados de su tierra ya que sabemos que quién se va de Rusia es por problemas políticos y aun más en aquella época de la Guerra Fría. Oleg fue a la escuela en la Capital y cuando regresó al pueblo ya era un mozo apuesto. Comenzó a trabajar en el campo de unos amigos.
Los años pasaron inexorables y finalmente esa tarde de verano un comentario banal sobre los perros hizo que, mientras los canes jugaban, nos sentáramos en un banco a la sombra de un gran roble a charlar-
Mi perro es un Golden Retrive., de nombre Bobby, muy original, aun cachorro con bastante energía para correr y saltar. El de Oleg resulto una perra mestiza pero con algunos rasgos de Husky siberiano. Se llamaba Kudryavka. Medio difícil para andar llamándolo pero me explicó que era un apodo por el rizado de su pelo.
Casi sin proponérnoslo comenzamos a encontrarnos cada tarde en el parque. Oleg era bastante parco en su conversación pero de vez en cuando largaba algunas frases en voz no muy alta que me dejaban pensando.
Un día dijo: -Kudryavka era una perra callejera en Moscú…-
Rápidamente hice cuentas. Oleg y sus padres habían llegado cuando yo era un niño. Tal vez por el 63 o 64. O sea que la perra tendría casi como 58 años. Después pensé que yo era un idiota, tal vez mi nuevo amigo se refería a un antepasado de su perra.
Otro día dijo: -Cuando muera se la dejare a mis hijos…-
Lo mire, Oleg era una persona mayor pero no era un viejo, y salvo que tuviera una enfermedad oculta, se lo veía en mucho mejor estado que yo mismo. ¿Cuánto más pensaba que iba a vivir la perra? Me quedé con la duda.
Más adelante, sin hablar de la perra, me contó que habían huido de Rusia por discrepancias con el Gobierno.
Vaya novedad, pensé.
Me dio algunos detalles. Su padre Vladimir, era cirujano en el programa espacial. Y si bien durante un tiempo tuvo que cumplir órdenes finalmente se hartó por remordimiento de conciencia y huyó con su esposa y su pequeño hijo, o sea el mismo Oleg.
Cada día que pasaba Oleg parecía más dispuesto a contarme lo sucedido.
-Huimos una noche. Un amigo de papá nos presto un auto y casi con lo puesto nos marchamos por la frontera a Polonia y de allí a Francia, donde le ofrecieron trabajo a mi padre pero él deseaba ir más lejos, lo más lejos que pudiera y hasta aquí llegamos.-
Y tomándose un respiro preanunciando que iba a decir algo importante agregó.
-También nos trajimos a la perra-
-Claro, es fácil encariñarse con estos animalitos-
-Si, pero además era esencial salvarle la vida-
-¿A quién?-
-A Kudryavka, por supuesto-
Y ahí hice la pregunta que me carcomía el cerebro.
-¿A la antepasado de Kudryavka?-
-No- Respondió mientras la señalaba a unos pocos metros de nosotros- A ella-
-¿Cómo a ella? ¿Cuántos años tiene?-
-68 años-
-¡Me está tomando el pelo!-
-No, ella es la verdadera, la auténtica Laika-
-Laika murió en el espacio- Repliqué.
-Eso es lo que todo el mundo cree. La nave no estaba preparada para ser recuperada, por lo tanto Laika iba al sacrificio. Mi padre, que era uno de los médicos que la controlaba en su entrenamiento le tomó mucho cariño y el día anterior al lanzamiento en Noviembre del 57 la trajo a casa para que jugara con ella. Lloré de pena cuando debió llevarla de nuevo al Cosmódromo.
-¿Y si no murió en el espacio como es que esta viva y con semejante cantidad de años? Si hasta parece que todavía fuera un perro joven-
-Pocas personas lo saben. El hecho es que, al parecer, la nave en una de sus orbitas perdió todo contacto con la tierra. Ese fenómeno duró unas dos horas y cuando regresó la comunicación supieron por los latidos del corazón y otras señas vitales que Laika aun vivía cuando ya debería estar muerta según los cálculos. Los científicos y los militares que controlaban el proyecto no sabían que pasaba y poco después volvió a cortarse la comunicación y dieron oficialmente la nave por perdida-
-¿Y entonces?-
-Dos científicos amigos de mi padre hicieron los cálculos de donde podía haber caído la nave. Tomaron un helicóptero y fueron al lugar. Encontraron la capsula, algo rota, pero suficiente armada como para no haber dañando en el golpe a la perra. Rápidamente la sacaron de allí y mi padre la llevó de vuelta a casa. Más tarde llegaron los militares al sitio del aterrizaje y al no encontrar a la perra comenzaron a buscarla por toda la estepa pensando que había huido por sus propios medios. Mi padre supo que el resto de los científicos pensaban que durante el periodo ciego de comunicación la nave había estado en otra dimensión y que eso podía haber alterado a Laika y querían encontrarla para estudiarla y hasta para, quizás, enviarla de vuelta al espacio. Mi padre la ocultó en casa mucho tiempo. Pronto comenzó a darse cuenta que parecían no pasar los años para la perra y cuando supo que la KGB andaba detrás de él decidió que era hora que nos fugáramos-
Lo mire. Puse cara de creerle.
-Asombroso-, dije y agregué. -Pues espero que viva muchos años más-.
Llame a Bobby y nos fuimos. No sé si Oleg se arrepintió de haberme contado su historia, pero si de algo estoy seguro es que yo jamás se lo contaría a nadie. ¿Quién iba a creerme?
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