La asunción de un personaje tan
nefasto como el nuevo presidente de Brasil que no solo es un representante de
la extrema derecha sino que además está asociado con iglesias evangelistas
poniendo a Dios por sobre todas las cosas es solo otro paso más en la involución
de la sociedad en el mundo, lo que nos da a los nihilistas la fuerza de creer
que cada vez tenemos más razón en oponernos a toda clase de ideología,
fundamentalismo, dogmas, militancia o religión.
Ya no vale creer en nada ni
nadie. Todas las ideologías, los discursos, las religiones y las militancias se
van amalgamando hasta convertirse en una masa informe de la que no se salva
nadie y donde todo se confunde. Hoy existen populismos de derechas y fascismos
de izquierda. Todo es igual al otro.
El sometido de ayer se convertirá
en el tirano de hoy y su discurso y su accionar será más violento que el de su
anterior opresor.
La etapa de las “revoluciones
sociales” en donde soñamos con una época de tolerancia y apertura mental, de no
discriminación y de respeto por la diversidad se está acabando. Si creímos que
iba a llegar para quedarse, hoy día parece ser que solo fue una efímera
primavera y solo en algunas partes del mundo.
Las ideologías de izquierdas y de
derechas y las religiones lo único que piensan es en aniquilar al otro, que en definitiva
es su igual, porque no se trata de pensar en mejorar una sociedad sino
solamente en PODER. Poder para hacer lo que quieran desde enriquecerse hasta sentirse
dueños de las almas y las vidas de los ciudadanos.
Y estos, últimos, los hombres y
las mujeres de a pie muy probablemente acompañaran esta nuevas versiones del Fascismo, que surgen por todo el mundo, con su voto.
Más temprano que tarde algunos se arrepentirán, otros en cambio se convertirán
en cancerberos de los lideres vendiendo su alma al mejor postor y su mente ya
no tendrá cura.
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