Capítulo 1
Finalmente Keiko se salió con la suya,
no totalmente, pues en lugar de instalarse en mi casa logró que su padre le
comprara una vivienda de las llamada tipo “chorizo” clásica de la época del
crecimiento demográfico de la ciudad de Buenos Aires en la época de la
inmigración. La casa estaba en muy buen estado ya que había sido reciclada por
sus dueños anteriores y no tuvo nada más que amueblarla muy minimalista, como
se suelen decorar las casas en Japón. Tenía varias habitaciones en hilera que
daban a una larga galería cuyo techo se continuaba en una frondosa parra, un patio de ladrillos con gran
cantidad de macetas. Los pisos interiores eran de machimbrado lustrado al igual
que los cielorrasos y todas las paredes pintadas en un tenue color amarillo. Al
fondo un jardín con plantas y un par de naranjos.
El hecho era que la propiedad en
cuestión estaba justo a la vuelta de mi casa y, crease o no en las causalidades,
su patio trasero lindaba con mi jardín, por lo que pronto hubo una puerta en la
medianera para que pasáramos de una casa a la otra sin salir a la calle.
Esa situación hizo que adoptáramos una
loca rutina en la que yo me iba a dormir unos días a su casa y otros ella se
quedaba en la mía. Siempre cenábamos en mi comedor porque si bien yo estaba
ocupada muchas horas escribiendo mi nueva novela o ensayando con el órgano y la
guitarra tenía tiempo para cocinar, tarea que no solo servía para satisfacer
nuestras ansias de comida sino que me significaba una actividad relajante en la
que me olvidaba de todo.
En cambio Keiko continuaba con el agobiante
trabajo en la fábrica de su padre y solía llegar exhausta, por lo que yo
acostumbraba a esperarla con el baño preparado para que se duchara y relajara.
Una vez que salía del baño se vestía con un camisón de seda estampada de vivos
colores, de los cuales tenía toda una colección y también yo que me había traído
varios de nuestro viaje a Oriente. Me encantaba ese momento, ambas nos veíamos
muy sexis y la seda era una caricia constante en la piel.
Antes de irnos a dormir nos sentábamos
en los sillones del living, con una copa de vino cada una y conversábamos de lo
que nos había sucedido en el día. También aprovechábamos para conversar vía Skype
con nuestras amigas del otro lado del mundo, que constantemente nos decían que
nos extrañaban e instándonos a hacer un viaje a la tierra del Sol Naciente.
Yo tenía conversaciones en otros
momentos del día, sobre todo con Mei y Mitsuko, debido a aquel compromiso que me
había solicitado el abuelo de Mei acerca de proponer nuevas directivas para el
Instituto, y como no estaba dispuesta a hacer dos viajes al año decidí con mis
amigas que trataríamos todo por Internet. Al fin y al cabo, para qué diablos
está la tecnología.
Después de la sobremesa Keiko y yo nos
íbamos a la cama que tocara ese día a satisfacer nuestras permanentes
calenturas. Yo estaba loca por ella y viceversa. Éramos no uno, sino dos
volcanes en erupción cada vez que comenzábamos con nuestras caricias que
culminaban en una sucesión interminable de orgasmos como creo que nunca hubiera
logrado un hombre que yo tuviera. Estimo que las medianeras con nuestros
vecinos debían ser bastante poco
trasmisoras de los sonidos pues jamás nadie vino a quejarse por nuestros gritos
de placer.
Esa fue nuestra vida durante algunos
meses. Yo escribía mientras mi editor me llamaba cada dos o tres días
apurándome. A veces, cuando veía en la pantalla que era él ni siquiera le
contestaba. El padre de Keiko les estaba dando cada vez más responsabilidades
pues estimaba que en poco tiempo debía retirarse como una veterano samurái y
dejarle la empresa. Los padres de mi amante nos invitaban una vez a la semana a
cenar a su casa donde nos atendían a cuerpo de rey. Ambos demostraban gran
afecto hacia mí y yo los respetaba casi con devoción.
Toda esta rutina cambió cuando en una de
las comunicaciones con Mei y Yuzu nos dijeron que planeaban venir a la
Argentina.
-¡Genial!- Dije yo y pregunté cuándo.
-No lo sabemos muy bien porque papá va a
asistir a un congreso de educación en Buenos Aires- Contestó Mei.
-¿De modo que Shou también viene?-
-Sí, y Ume también- Agregó Yuzu
-¡Apa!- Dije sorprendida.
-Creo que es en el próximo mes- Acotó
Mei.
-Bien, quiero que sepan desde ya que no
se hagan problema por el alojamiento. Los voy a alojar en mi casa…-
-¡Y en la mía también!- Agregó Keiko
entusiasmada.
De manera que íbamos a tener una
alteración agradable en nuestras vidas. De inmediato me dispuse a hacer planes
para llevar a pasear a las parejitas por donde más pudiera. Mis intenciones de
que aprovecharan el viaje para hacer turismo se las hice saber en una posterior
conversación.
-Lo vamos a ver con papá y mamá- Dijo
Yuzu y posteriormente me confirmó que el viaje seria en Febrero y faltaba muy
poco para esa fecha.
-Justo para nuestro verano- Acoté.
Y así fue que pocos días después en otra
conversación con los cuatro definimos todos los detalles de fechas en que Shou
estaría ocupado en su congreso y las que les quedarían libres. Y de paso me
comprometí a buscarlos a Ezeiza.
Capítulo 2
Para poder buscar a los viajeros Keiko
me prestó una de las camionetas de la empresa de doble cabina con suficiente
espacio para las personas y el equipaje. Así fue que el día de la llegada
estaba esperándolos impacientemente. Mi amante no había podido venir conmigo
pues tenía importantes reuniones de trabajo. Cuando llegué al estacionamiento
estaba completo por lo que, puteando de bronca, decidí dejar la camioneta en un
sitio reservado a autoridades.
Me mantuve parada en la Sala de llegadas
y como el vuelo se estaba demorando me puse a hojear una revista que saqué del
anaquel de un kiosco. Después de unos minutos el empleado se me acercó y me
preguntó si la iba a comprar o no.
-La verdad, no. No tiene nada
interesante- Le contesté.
-Bueno, entonces déjela donde está por
que esto no es una biblioteca-
En ese momento vi que entre los libros
estaban algunas novelas mías incluida la de la historia de Yuzu y Mei que había
escrito al volver de mi primer viaje a Japón.
Dejé la revista donde la había sacado y
le pregunté al vendedor.
-¿Cómo se están vendiendo esos libros?-
Me miró fijo como si no quisiera
contestarme pero lo derretí con mi sonrisa de pescar ingenuos y me informó.
-Se venden como pan caliente. Hasta yo
mismo he leído este último, el de las chicas lesbianas y está muy bueno-
-¿Puedo?- Le pregunte sarcásticamente
mientras tomaba uno de los libros.
-Sí, claro- Respondió.
Tomé el libro, le miré la tapa, estaba
buena, era bastante llamativa, algo en lo que nunca había reparado antes y
luego lo di vuelta. Tal como recordaba allí estaba mi foto en la contratapa. Se
la mostré al vendedor y señalando la foto le pregunté.
-¿Sabes quién es?-
-Sí, obvio, la autora…-
Y se quedó callado pues en ese momento
advirtió que era yo. Después que reaccionó buscó desesperadamente algo en sus
bolsillos que resultó ser una lapicera y tomando el libro me pidió que se lo
autografiara.
-Perdone por lo que le dije antes- Se
disculpó mientras le firmaba el ejemplar.
-No te preocupes, creo que yo hubiera
hecho lo mismo en tu lugar-
Culminé el encuentro con un beso en la
mejilla solo para dejarlo contento y me fui al centro del salón pues ya estaban
anunciando la llegada del vuelo de Emirates desde Tokio.
Después de unos minutos de ansiosa
espera aparecieron por la puerta Yuzu adelante, hermosa y perfectamente
maquillada como siempre, con su cabello rubio flotando en el aire. Lucia sus
largas piernas debido a un mínimo pantaloncito de jean blanco y unas sandalias
con plataformas y el resto de su cuerpo con una remera azul de mangas cortas,
Mei, un paso más atrás, de morena belleza
enigmática para los ojos de quien la viera pasar, solo se diferenciaba de su
hermanastra-esposa en la vestimenta por que en lugar de pantalón corto llevaba
un jean largo ajustado al cuerpo y botitas. Unos metros más atrás Shou y Ume tomados
de la mano. Él lucia muy presentable con un saco sport y pantalón blanco, y
como detalle singular con la cara afeitada, ella con un vestido corto de tela
estampada. Era la primera vez que la veía con algo que no era sus clásicas calzas
o su traje sastre con el que iba a trabajar. Cada uno de ellos arrastrando su
valija con rueditas. Al verme Yuzu y Mei corrieron hacia mí y me dieron un abrazo
que casi me ahoga. Luego sus padres me saludaron también efusivamente.
Estuvimos así largo rato abrazándonos y riendo con alborozo mientras la gente
pasaba a nuestro lado mirándonos con sorpresa como si no fuera posible algo así
en un aeropuerto.
En medio de esa efusividad me
preguntaron por Keiko.
-No pudo venir porque está con mucho
trabajo. Esta noche la van a ver- Contesté.
Después de los saludos le dije.
-Vamos, tomen sus valijas y síganme que
tengo el vehículo para llevarlos a casa-
Salimos por la puerta principal hacia el
estacionamiento. Llegué primero a la camioneta y me encontré con un guardia que
la estaba mirando con atención.
-¿Qué sucede?- Pregunté.
-Está estacionada en un lugar reservado
a autoridades del aeropuerto-
-¡Ah, sí! ¡No me digas!- Reaccioné y
luego, en el momento en que todo el grupo se acercó agregué -Mira, si el fulano
no está yo lo aprovecho, no tenía otro lugar para estacionar-
Mientras decía esto abrí la puerta trasera
del vehículo y le hice señas que podían cargar las valijas y se acomodaran.
-Diga que no le puedo hacer una infracción…-
-Si la hicieras ya sabes dónde te la
podes meter- Le conteste airada -¡Y podes ir y decirle a las “autoridades” que
hagan más espacio de estacionamiento! ¡A Eurnekian anda y decile!-
Esto último llegué a exclamarlo cuando
ya me había acomodado en el asiento del conductor y puesto en marcha el motor.
Mis amigas y Shou permanecieron mudos un rato, pero cuando ya estaba tomando la
Autopista Ricchieri me largué a reír y fue Yuzu quien dijo riéndose también.
-Jamás hubiera visto algo así en Japón-
-Esto fue una muestra educativa de
nuestro folclore para que nos conozcan, ¡bienvenidos a la Argentina!-
Y todos se largaron a reír.
Capítulo 3
Mientras los llevaba por la Autopista
Ricchieri y la Avenida General Paz todo el grupo no cesaba de comentar sobre
todas las cosas que les llamaban la atención. Yo, que no soy guía de turismo,
no deje de mostrarles algunas de las villas miserias a los costados del camino.
Pensé que quedarían sorprendidos pues no recordaba que Shou primero y Ume y las
chicas después cuando lo acompañaron en sus viajes ya habían tenido oportunidad
de ver la pobreza de los países del Tercer Mundo. De todas maneras se mostraron
asombrados por la gran cantidad de autos y las anchas autopistas.
-Seremos Tercer Mundo, pero no tanto- Comenté.
Una vez que bajamos a la Avenida Maipú y
me dirigí al barrio en que vivo comenzaron a comentar lo bonito que era lo que
me produjo una cierta pizca de orgullo.
Detuve la camioneta en la puerta, abrí
el portón con el control remoto y entré al garaje. Una vez adentro bajamos
todos y los conduje a través del pasillo que lleva al living. Estaban
asombrados con la casa. Les llamaba la atención los grandes ventanales que
daban al jardín. Depositaron las valijas en el living y los fui llevando por el
resto de la vivienda para mostrársela en su totalidad. Pasamos por el comedor, el estudio, mi lugar en el mundo,
dividido entre el sector del escritorio donde escribo mis libros, el sector de
música con los instrumentos y el pequeño sector de atelier donde tengo
ordenados los elementos para pintar, la cocina, y las habitaciones, la mía
primero y la huéspedes después. La habitación secundaria tiene dos camas, una
simple y otra matrimonial. Parados en la puerta les dije a Shou y Ume.
-Con Keiko decidimos que todos estaríamos
mas cómodos si ustedes se quedan en esta habitación, como verán es muy cómoda-
-¿Y nosotras?- Preguntó Yuzu.
-Ustedes dormirán en el piso- Les
contesté pensando que las iba a molestar.
Pero no surtió efecto la broma pues
ambas se manifestaron conformes.
-Está bien, al principio dormíamos en el
piso- Acotó Mei.
Me reí.
-Ja, Ja Debería hacerlas dormir en el
piso en serio. Pero vengan todos que tengo más cosas que mostrarle-
Caminé hacia la puerta ventana que da al
jardín seguida por mis amigos. Salí al deck y bajé al camino de lajas que se encamina
hasta la puerta que une mi casa con la de Keiko. Abrí la puerta con llave
mientras me observaban curiosos. Y les hice atravesarla.
Se quedaron maravillados por el patio
con naranjos de Keiko.
-Síganme- les dije y tal como lo hiciera
con la mía les mostré la casa de mi amante.
-¿Esta casa también es tuya?- Preguntó
Ume.
-No, es de Keiko, como ven somos
vecinas. ¿Qué les parece?-
-Es hermosa- Dijo Yuzu.
-Bien, me alegra que les guste, porque
en la habitación de huéspedes se alojaran ustedes-
Y se las mostré aclarándoles que también
tenía una cama matrimonial.
-Bueno. Cada habitación de huéspedes
tiene su propio baño así que los dejo a todos que se pongan cómodos, se duchen
si quieren y los espero en mi comedor con algo liviano para almorzar-
-¡Perfecto!- Dijeron casi en coro.
Yuzu y Mei se quedaron en la casa de
Keiko y yo volví a la mía con Ume y Shou.
Ellos se dirigieron a su habitación y yo
me fui a la cocina a preparar algunas minutas. Casi cuarenta y cinco minutos
después fueron pareciendo todos ya cambiados y relajados. Ume había vuelto a
sus calzas y Shou con una camisa larga y pantalones pescadores. Yuzu y Mei
lucían hermosos conjuntos de jogging color rosa. Yo había dispuesto la comida y
la bebida en la mesa grande del comedor.
Mientras comíamos traté de
interiorizarme del cronograma de actividades de Shou para poder organizar luego
los paseos.
-¿Cuáles son tus actividades?- Le
pregunté.
-En principio mañana tengo el día libre,
luego, los cuatro días siguientes un vasto plan de reuniones de la mañana a la
noche y para finalizar ya que estamos en el periodo de vacaciones escolares más
largo en Japón, nos podemos quedar una semana-
-Bien, entonces debo elaborar un plan de
paseos para las dos semanas-
Y después de unos segundos en que nos
quedamos callados se me ocurrió preguntarle.
-¿Y dónde son las reuniones?-
-En el Instituto Nichia Gakuin-
Por alguna razón el nombre me pareció
conocido.
-¿Tenes la dirección?-
-Ya la busco- Y se fue hasta la
habitación.
Al rato regreso con un papel.
-Yatay 261, Buenos Aires…¿es lejos de
aquí?-
-Te digo- Dije abriendo el Google Maps
en mi celular.
Observé que estaba cerca de Parque
Centenario. Mire cuales eran los caminos más rápidos y luego manifesté.
-Digamos que no es muy cerca, pero no te
preocupes, yo te voy a llevar. Es más, podríamos ir todos así de paso conocen
Buenos Aires-
-¡Sí!- Exclamaron todas las mujeres al
unísono.
-Entonces, comamos que ya estoy pensando
un plan para mañana-
Capítulo 4
Después de la comida las chicas me
ayudaron con la limpieza de la cocina y luego nos sentamos en el living. Yo me dirigí
a mi estudio y de allí me traje el órgano eléctrico y la guitarra.
-¿Alguien sabe tocar la guitarra?-
Pregunté.
-¡Si, yo!- Exclamo Shou y entonces se la
pasé.
-Toquemos algo que sepamos todos- Dije
mientras acomodaba el órgano sobre una mesa ratona.
Así pasamos la tarde entre canción y
canción. Cantamos como perros y tanto mis interpretaciones como las de Shou
dejaban bastante que desear pero nos divertimos sobremanera. Al atardecer sentí
la puerta de la medianera y vimos a Keiko llegar desde su casa. Cuando entró al
living se confundió en abrazos con los visitantes.
-Tenia tantas ganas de verlos que no me
cambié de ropa todavía, ahora voy a ponerme cómoda- Dijo y regresó a paso
rápido a su casa.
-¿Alguna vez tomaron mate?- Pregunté.
-No, ¿Qué es eso?- Me interrogó Ume.
-Bien, esperen y lo verán-
Me fui a la cocina, puse a calentar la
pava y preparé unas bandejas con bizcochitos de grasa y galletitas dulces.
Cuando tuve todo preparado regresé al living. Keiko ya estaba de regreso,
hermosa como siempre con unas calzas negras brillantes y una remera larga y
amplia color blanco.
-¡Aquí esta!- Exclamé.
Y llené el mate con agua, le puse unas
gotas de edulcorante y lo fui tomando lentamente.
-Se toma así- Y llenando de nuevo el
mate se lo pasé a Keiko que también tomó.
-Perdón, ¿todos toman del mismo
sorbete?- Preguntó Ume.
-Sí, y esto se llama bombilla-
En tanto le pasé el mate a Shou que lo
tomó como si lo hubiera hecho toda su vida.
-¿Y no es antihigiénico?- Insistió Ume.
-Y, si, pero esta es la costumbre.
Además como el agua está caliente mata los gérmenes-
Y le pasé el mate a Ume que lo miró por
todos lados sin decidirse a tomarlo.
-Ándale que es rico- Dije.
Y lo tomó. Y así el mate pasó por todas
las manos y las bocas. Todos lo disfrutaron con gusto y tampoco le hicieron
asco a los bizcochos y las galletas.
Mientras tanto cantábamos alguna canción
o conversábamos de temas varios.
Yuzu se mostró curiosa por la forma
particular en Keiko y yo convivíamos. Y le respondí.
-Es que es la única manera en que nos
soportamos-
El comentario causó gracia general.
Cuando el mate ya se había terminado
hacía rato y mis visitantes hurgaron mi biblioteca y mis cuadros, salieron al
jardín a disfrutar de la agradable temperatura y dimos una vuelta a la manzana
para que conocieran el barrio, la noche llegó y decidí ponerme a cocinar.
No tuve necesidad de pedir ayuda pues
todas las chicas se ofrecieron.
-Todas juntas en la cocina vamos a hacer
desastres. No es complicado lo que voy a hacer así que necesitaría solo una
ayudante-
Entonces tomé a Yuzu de la mano y me la
llevé conmigo.
-Yo sé que sabes cocinar muy bien. ¿Me
ayudas?-
-¡Por supuesto!-
Fideos con pollo untados con una
abundante salsa no son una comida muy complicada. De manera que estuvo rápido y
desde la cocina le grité a Keiko que pusieran los cubiertos y la vajilla en la
mesa del comedor. Cuando todo estuvo dispuesto, llevamos las fuentes y yo
cargué con dos botellas de vino y otras dos de gaseosas.
Fue una cena espléndida. Era la primera
vez que podía utilizar toda la vajilla. Nunca había tenido tantos invitados
juntos cenando. Conversamos de muchos temas y entre ellos sobre el Congreso al
que iba a asistir Shou.
-¿De qué trata exactamente? ¿Es un
congreso sobre educación?- pregunté
-Ocurre que el Instituto decidió que
podía ser útil abrir unas filiales en algunos barrios de los suburbios de
Buenos Aires y como sabían de mi experiencia en varios países me convocaron
para que los asesore, aunque no soy el único, por eso las reuniones-
-¿Qué instituto?- Preguntó Keiko.
-El Nichia Gakuin- Respondió Shou.
-¡Ah, pero si es donde yo estudié!-
De más está decir por qué el nombre me
había sonado conocido.
-Vaya con las coincidencias- Agregó Mei.
-Me pregunto…¿son para barrios humildes
o para niños ricos?- Interrogué
-Para barrios humildes, si no fuera así
no me hubiera molestado en venir- Contestó Shou.
-¡Va a ser genial! ¡La educación es muy
buena en el Instituto!- Exclamó Keiko.
-Eso me hace pensar algo…- Manifesté.
Todos me miraron interrogativos.
-¿Qué te parece si mañana a la noche
invitamos a tus padres a cenar?- Dije a Keiko.
-¡Si, estarían contentos de conocerlos!
¡Ya los llamo!-
Mi amante tomó su celular y llamó a su padre.
De inmediato tuvimos la respuesta. Tendríamos cena con la familia Yamura.
Capítulo 5
Después que todos se fueron a dormir
Keiko y yo nos quedamos un rato en el living, recostadas en el sillón grande y
abrazadas. Las caricias se fueron convirtiendo en una catarata de explosiones
eróticas y finalmente nos fuimos a mi cama. No sé por qué hay veces que nos
ponemos más fogosas pero esta fue una de ellas. Yo creo que nos excitaba la
posibilidad de que nos escucharan. Era la primera vez que manteníamos
relaciones habiendo otras personas en la casa.
Me despertó la luz del sol entrando por
la ventana. Me levanté, me puse solo un
camisón de seda sobre mi cuerpo desnudo y me dirigí a la cocina. Cuando
atravesé el living me encontré con Ume y Shou, sentados en el piso y observando
el jardín. Estaban en total silencio. No quise molestarlos en su aparente
estado de meditación y muy lentamente seguí mi camino.
Me puse a preparar el desayuno. Mientras
tanto escuché voces en el living. Keiko había pasado por la sala sin darse
cuenta que estaban nuestros huéspedes y me estaba llamando. Ume y Shou se sorprendieron
y sobresaltaron. La situación me hizo reír, Salí de la cocina y ya junto a
ellos les dije
-Disculpen a Keiko, es medio bruta la
pobre-
Mi amante me hizo un pellizco en el
brazo para vengarse y antes que pudiera articular alguna palabra en su defensa,
Ume dijo.
-No te preocupes, no nos molestó. Es que
estábamos fascinados por el jardín-
En tanto terminaba de hacer el desayuno
llegó desde la casa de Keiko la otra parejita. Yuzu y Mei entraron en mi casa y
nos saludamos como si no nos hubiéramos visto desde hace mucho tiempo. Poco
tiempo después estábamos todos sentados a la mesa.
Mientras desayunábamos le pregunté a
Keiko si conocía algún sitio donde se pudiera encargar comida japonesa.
-Sí, Sakiko. Mis padres a veces encargan
ahí-
-¿Tienes el teléfono?-
-Sí, ahora lo busco en la agenda-
En el momento en que nuestros huéspedes
lavaban la vajilla utilizada llamé al delivery y le hice un pedido para la
noche. Keiko se fue a vestir para ir al trabajo y entonces reuní a todos para
informarles que íbamos a hacer una recorrida por la Capital y ver los sitios más
emblemáticos. Recibí una exclamación de aprobación.
-Bien, entonces todos a vestirse que
salimos en un rato-
Y me dirigí a mi habitación a cambiarme
yo también.
Pocos minutos después estábamos reunidos
en el living preparados para salir munidos de nuestras cámaras fotográficas.
Keiko se fue a su trabajo y el resto nos montamos en la camioneta.
Tomé la Avenida Maipú y luego salí por
la Avenida General Paz. Ingresamos en la Capital, donde los llevé por cuanto
lugar se me antojó interesante. Palermo, Retiro, Puerto Madero, La Boca y un
regreso por San Telmo. Shou y Ume sacaban fotos a cuanta cosa les llamaba la
atención mientras Yuzu y Mei se sacaban selfies de manera casi compulsiva. Todo
les pareció maravilloso, hasta el pestilente Riachuelo, se quedaron asombrados
en las veredas de los negocios de antigüedades alrededor de la Plaza Dorrego y
terminé invitándolos a tomar cerveza con maníes en el bar del mismo nombre que
la plaza. De regreso los llevé por Recoleta y nuevamente por Palermo.
Si mi memoria no me falla creo que era
la primera vez que llevaba a algún extranjero a recorrer la ciudad. Por eso no
cesaba de asombrarme yo misma como iba redescubriendo esos sitios por los que
he pasado tantas veces sin darles la menor importancia.
En el atardecer regresamos a casa. En
pocas horas iban a llegar los padres de Keiko, de manera que urgí a todos a que
se pusieran presentables. Yuzu y Mei me ayudaron a poner la mesa y a la hora
indicada me llegó el servicio de delivery con una gran variedad platos japonés
y dos mozos para servirnos. El servicio extra se debió a que, sin saberlo yo,
Keiko los llamó después para informarles que en esa cena iban a estar sus
padres, viejos y grandes clientes del restaurante.
Keiko llegó puntualmente y sus padres
dos minutos después. Los recibimos en mi sala de estar. Ellos estaban emocionados
de encontrarse con compatriotas y pronto, tras las presentaciones conversaban como
si se conocieran de toda la vida. El señor Yamura y su esposa elogiaron mi casa
y les causó gracia que hubiera una puerta en la medianera con la casa de su
hija.
El padre de Keiko se manifestó muy interesado
en la misión que traía a Shou a nuestras tierras. Dijo que tenía un gran
concepto del instituto en que había estudiado su hija y al mismo tiempo se
manifestó sorprendido de que Shou no heredara el puesto de director de su padre
allá en Tokio, pero allí fue cuando se sorprendió aún más al saber que era Mei,
la joven Mei, quien estaba a cargo del Instituto Aihara.
Fue una cena inolvidable. Todos
estábamos de buen humor. Los Yamura y Los Aihara se entregaron a conversar en
japonés mientras Keiko me iba traduciendo algunas cosas que yo no entendía. A
la señora Yamura le encantó el aspecto de Yuzu y su desenfado. En un momento le
preguntó.
-¿Tú eres lo que llaman una gyaru?-
La rubia se sonrojo un poco.
-Si- Contestó bajando la cabeza.
Y la madre de Keiko replicó.
-No te avergüences, deberías estar
orgullosa de ser lo que quieres- Y mirando a Mei insistió.
-Ustedes son una hermosa pareja-
-¿Cómo se dio cuenta?- Preguntó Yuzu.
-Hay cosas que se delatan con las
miradas- Dijo la señora y sonrió
mostrando todos sus dientes blancos como perlas.
Capítulo 6
La cena terminó bastante tarde y después
que se retiraron los padres de Keiko nos fuimos todos a dormir. Yo había
quedado con Shou que lo llevaría a la sede del instituto Nichia, donde se
desarrollarían las reuniones para que Shou y otros expertos opinaran y dieran
su parecer y compromiso para llevar adelante la idea de crear cuatro escuelas
nuevas en el conurbano, en cuatro municipios diferentes.
Claro está que no podía dejar en banda a
todo el resto de mis visitas de manera que cargué con todos en la camioneta y
partimos hacia la sede de las reuniones. Al mismo tiempo Keiko partió a su
oficina. La pobre se estaba esforzando mucho por aprender todo lo necesario
para tomar las riendas de la empresa paterna por ello no podía faltar un día,
aunque se puede decir que casi la obligué a que se tomara una semana de vacaciones
cuando Shou estuviera libre y viajáramos a algún lugar más lejano de paseo.
Llegue al Instituto Nichia puntualmente,
o al menos con el tiempo como para que Shou se presentara ante las autoridades y
de paso nos presentara a las demás. Como manera de conocerse mejor los
participantes del evento, tanto los directivos del instituto, los asesores,
entre los cuales estaba Shou y autoridades de los municipios elegidos, se había
organizado una especie de pequeño ágape de presentación y apertura. Y como las
chicas, Ume y yo estábamos ahí, nos quedamos.
Todo transcurría en un marco de mucha
amabilidad y pensaba en ese momento que interesante que sería instaurar un
régimen de estudios como en Japón para ver si de alguna vez salíamos de este
pozo al que estábamos condenados como una vulgar republiqueta bananera.
De pronto noté que una mujer, de unos
treinta y pico, se acercaba a Shou y se lo llevaba a un costado del salón. Desde donde yo estaba no escuchaba bien y
haciéndome la distraída, sin saber que era lo que me impulsaba, me acerqué
cautelosamente.
-Buenos días- Dijo la mujer- Mi nombre
es Rita Méndez y soy concejal del partido de La Matanza por el Frente para la
Victoria, donde piensan poner una de estas escuelas y sé que usted es uno de
los asesores pero debo decirle que en las autoridades del municipio usted no
está visto con buenos ojos ya que hemos recibido información desde Japón de que
ha fomentado una relación lésbica entre su hija y su hijastra-
Shou estaba mudo. La sorpresa lo tenía
paralizado. Debía intervenir.
-Es evidente que usted no tiene idea de
la importancia de la persona a la que se está dirigiendo- Acoté.
La mujer me miró sorprendida de mi irrupción.
En tanto yo continúe.
-Me resulta extraño que usted, que dice
ser del partido que promulgó la ley de matrimonio igualitario y la ley de género
se presente aquí a cuestionar temas personales que no tienen nada que ver con
la capacidad profesional del señor-
La mujer me volvió a mirar. E intuí lo
que seguía.
-¡Ah! Ya sé quién es usted. La escritora
esa que cuentas historias lésbicas, debí imaginármelo-
-Soy quien soy y lo que acaba de decir
al señor Aihara no quedará solo entre nosotros. El que avisa no traiciona-
Tomé a Shou del brazo y me lo llevé
junto con el director del instituto. Le conté al hombre acerca del comentario
de la concejal y su reacción, aunque calmada me dejó en claro lo que iba a
suceder. Hizo llamar a la fulana a que la traigan a su presencia. Cuando la
mujer estuvo a su lado dijo con voz calma pero firme.
-Señora, el Instituto Nichia ha ofrecido
a su municipio la posibilidad única de construirles una escuela modelo para sus
jóvenes. Es una oferta que casi podría decir que no están en condiciones de
rechazar, pero nosotros sí de elegir otro municipio y olvidarnos de ustedes.
Para que todo se haga con la debida responsabilidad hemos convocado a personas
que saben mucho de educación, el señor Aihara es uno de ellos, su informante, o
como quiera llamarlo, en Japón, debió haber dicho que fue maestro y es heredero
de uno de los más importantes institutos de Tokio, y no solo eso, el señor Aihara
durante muchos años, creó, construyó y mantuvo una gran cantidad de escuelas en
Oriente, en los barrios suburbanos de ciudades importantes de Malasia,
Singapur, Japón mismo, Corea del sur y varios países de África. Su hija Mei es
la actual directora del instituto Aihara en Tokio. Por lo tanto piénselo antes
de emitir conceptos arcaicos y feudales, ya que, como le dije puedo elegir otro
municipio y sabrán que usted es la
culpable-
La mujer quedó muda. Para ser sincera, todo el resto de
nosotras también. Ella se dio media vuelta y prácticamente huyó al otro lado
del salón. El director del Nichia y Shou quedaron conformes con el resultado de
la advertencia, pero yo no. Estaba decidida a averiguar quién era realmente esa
fulana y de donde había sacado la información. ¿Quien en Japón podía haber sido
tan hijo de puta? Y me pasaron un par de nombres por la cabeza.
Pero ya tendría tiempo de averiguarlo.
Pocos minutos después comenzaron las
reuniones. Así que optamos por irnos a pasear un poco hasta que tuviera que
pasar a buscar a Shou, de manera que llevé a Ume y las chicas al Museo de
Bellas Artes en Recoleta y luego al Centro Cultural. El día estaba hermoso y
todas disfrutaron del paseo. Pero yo seguía con la idea fija. Decidí que debía hablar
con alguien de confianza en Japón y no se me ocurrió otra que Mitsuko.
Después de buscar a Shou regresamos a
casa. Al rato apareció Keiko. Nos pusimos cómodas y preparé la cena con la
ayuda de Ume. Después de la sobremesa mientras la conversación continuaba en la
sala me escabullí a mi habitación y llamé a Mitsuko. Le conté brevemente lo que
había pasado y le manifesté que mis sospechas recaían en el padre de Udagawa y
en el señor Fudo, el padre de la ex novia de Keiko.
Mi gran amiga me manifestó que haría
algunas investigaciones del paradero de ambos y nos despedimos. Mientras ella
bromeaba
-¿No podes estar lejos de los problemas,
no?-
Y ambas reímos.
Capítulo 7
Cuando regresé al comedor Shou le estaba
contando a Ume y las chicas lo que había pasado en la mañana y sobre mi
intervención. Ume me preguntó por qué no les había dicho nada y yo solo atine a
decirles que no quería preocuparlas.
-No te preocupes por eso, yo estoy muy
orgullosa de mis chicas y sé que Shou también- Me replicó.
-¿Ý, tenes alguna idea de donde le llegó
la información a esa mujer?- Me preguntó Keiko.
-No, pero es evidente que en Japón hay
alguien con mala leche-
-¿Mala que…?-
-Mala leche, mala voluntad, maldad-
-¿Y esa mujer que papel juega?-
-Tampoco puedo imaginarme, como se lo
dije a ella que me sorprendía que una dirigente de un partido político que votó
por la ley de matrimonio igualitario obrara de esa manera-
-Lo que implica que hay algo más detrás-
Dijo Keiko
-Exacto y eso es lo que quiero
averiguar-
En ese preciso momento me acordé de mi
editor que alguna vez me había hablado de un periodista de investigación amigo
suyo. Así que, a pesar de la hora, lo llamé por teléfono.
Por supuesto que primero le tuve que aguantar
algunos reclamos. Pavadas como avisarme que debía hacer varias presentaciones
de mi última novela y preguntarme para cuándo tendría una novela nueva. Después
que lo dejé más o menos calmado le hice la pregunta que me interesaba.
-Una vez me dijiste que conocías a un
periodista muy bueno para hacer investigaciones en la política, ¿todavía es
amigo tuyo?, porque necesito un favor-
-¿Algo que tenga que ver con tu próximo
trabajo?-
-Sí, tal vez-
Y con ese argumento lo convencí de que me
diera su teléfono y, en cuanto lo tuve, le envié un mensaje por WhatsApp aclarándole
que no era necesario que me contestara en el acto sino al día siguiente.
De manera que después de lavar la
vajilla hicimos unos minutos de sobremesa y nos fuimos a dormir ya que, les
recordé, que al otro día debíamos levantarnos temprano nuevamente para llevar a
Shou al congreso.
Esta vez Keiko y yo nos fuimos a su
casa. Yuzu y Mei cruzaron el jardín con nosotras y se fueron a su habitación.
Al rato ya estaba con mi amante enfrascadas en un desenfreno sexual. Pasados
los minutos y mientras yo estaba explorando su vagina con mi lengua Keiko
comenzó a proferir sus clásicos gritos
de placer. Yo imaginaba que nuestras amigas debían habernos oído y estarían
atentas, de modo que cuando mi amante tuvo el orgasmo y gritó con más fuerzas
le tapé la boca y la sujeté fuertemente de los brazos, lo que me da una cierta dosis
de placer adicional pues me encanta someterla. Lo que ocurrió en ese momento
fue inesperado porque cuando estábamos en silencio pudimos oír a alguna de las
dos, no sabíamos si Yuzu o Mei, gritando de placer. Nos causó gracia y no
podíamos parar de reír. Yo estaba preocupada por si nos oían y era evidente que
disfrutando del sexo ni siquiera se habrían dado cuenta del bochinche que armamos
nosotras.
Al rato el silencio ganó la noche. Keiko
y yo nos dormimos abrazadas. No tenía idea de la hora cuando me desperté con la
garganta seca, de modo que decidí ir hasta la cocina a buscar algo para beber
en la heladera. Mientras me estaba sirviendo jugo en un vaso sentí que alguien
me observaba. En el vano de la puerta de la cocina estaba Yuzu, hermosa,
vestida con un pequeño pijama de seda, con una cara de dormida que daba
ternura. Yo solo tenía puesto un conjunto de corpiño y tanga, de manera que era
la primera vez que ambas nos veíamos tan escasas de ropas.
-Humm, iba al baño y vi la luz- Me
aclaró.
-Pasá, ¿queres jugo?- Le dije mientras
tomaba otro vaso de la alacena.
-Bueno- Dijo y se sentó en un banco de
la isla en el centro.
Le serví la bebida y me senté del otro
lado.
-¿Y… Yuzuchi? ¿Cómo la estás pasando?-
-Genial. Me siento como en casa, Keiko y
tú son muy buenas anfitrionas-
-¿Y cómo anda todo con Mei? Supongo que
bien, por lo que se escuchó hace unas horas-
Bajó la mirada y se sonrojó.
-No te preocupes, nosotras estábamos
haciendo lo mismo-
Fui hasta la heladera y la abrí para
buscar más jugo, en eso sentí un abrazo de atrás. En el primer segundo pensé
que Yuzu se había vuelto loca, pero no, era Keiko que había entrado en silencio
en la cocina.
-Vine a curiosear que estaban haciendo-
Dijo y agregó -¿Vieron la hora? ¿Qué les parece si tomamos unos mates?-
Keiko estaba solo cubierta con un
camisolín de seda y se adivinaba que al menos no tenía puesto el corpiño. Mientras
ponía la pava para calentar el agua preguntó.
-¿Y Mei? ¿Duerme todavía? Parece que
quedo agotada-
-Acá estoy- Se escuchó la voz de la
morocha desde la puerta, también vestida con un ligero baby doll.
Así fue que nos quedamos tomando mate y
conversando hasta que el sol comenzó a aparecer. Fue uno de esos momentos
mágicos que no suelen repetirse con la asiduidad que una quisiera. Disfrutamos
de la charla que pasó por las diferencias de costumbres entre Japón y la
Argentina, comentarios graciosos de nuestras experiencias sexuales y por lo que
le había sucedido a Shou. Les conté que había hablado con Mitsuko y que ella
averiguaría sobre los señores Fudo y Udagawa aunque opiné que ya no sería de
esperar alguna venganza por parte de ellos. Todas coincidieron.
Capítulo 8
Mientras todo el grupo estaba desayunado
en mi comedor antes de partir para llevar a Shou se me ocurrió la desagradable
idea de que la concejal hubiera intuido la historia de Shou a través de mi
novela y se los dije a mis invitados.
-No hay manera de que lo hubiera sabido
así, usaste otros nombres y presentaste al personaje de Shou como un empresario
muy alejado del mundo de la educación, es evidente que tiene información de
Japón- Me respondió Ume.
Me tranquilicé que pensaran así porque ya
me estaba sintiendo culpable. Eso estaba pensando cuando recibí el llamado del
periodista amigo de mi editor.
-Disculpe que le envié un mensaje ayer
tan tarde- Me anticipé.
-No es nada, suelo irme a acostar muy
tarde-
-Permítame que me presente-
-No es necesario, la conozco, no
personalmente of course, lo que ocurre es que he leído todos sus libros-
Bueno, empezamos bien pensé y el
continuó.
-Dígame en que la puedo ayudar-
Y así fue que le conté todo lo que había
pasado el día anterior y le puse rápidamente en antecedentes de las historias
anteriores, pero le aclaré que la parte de Japón ya la tenía cubierta, que lo
que realmente me interesaba era saber quién era la concejal Méndez y de que la
jugaba en su municipio.
-Déjelo por mi cuenta. Francamente no
tengo mucha idea, no es de los personajes políticos conocidos, pero es seguro
que está operando para alguien gordo, siempre es así-
-Bien, le dejo la inquietud. Llámeme
cuando tenga alguna novedad-
-Por supuesto, no se preocupe-
Rato después partíamos de nuevo al
Instituto Nichia. Las dos parejas y yo. Keiko, como de costumbre, a su trabajo.
Cuando llegamos estacioné la camioneta y les pedí a Ume y las chicas que me
esperaran. Entré al instituto junto con Shou. Mi intención era ver si la
concejal andaba por ahí pero no la encontré.
-Parece que se borró- le dije a Shou.
-Mejor, te juro que me asustó, nunca
antes me habían interpeló de esa manera-
Para no pasar por mal educada decidí
acercarme al director cuando por el camino me interceptó un señor muy bien vestido.
-¿La señora Montes?- Me preguntó.
-Sí, la misma- Contesté.
-Señora…mi nombre es Augusto Ferro, soy concejal
del partido de La Matanza por el Frente…-
Lo interrumpí.
-¿Usted también viene a amedrentar al
señor Aihara?-
-Señora, nada más lejos de mí. Ocurre
que nos enteramos del comentario extemporáneo de la señorita Méndez y fui
comisionado para pedirle al señor Aihara las debidas disculpas.
-¡Vaya! ¡Veo que están aprendiendo a comportarse!
¿Y de donde llegó la orden?-
-Del intendente-
-Bien, pero…¿es sincera o calcularon la
amenaza del director del Instituto?-
-Absolutamente sincera-
Me miró, como tratando de ver que efecto
me habían causado sus palabras y un segundo después dijo.
-De todas maneras es un tema delicado-
-Veo que a pesar de todo no hay una retractación
sincera…Dígame…¿es una cuestión de moral o política?-
-No le entiendo-
-Usted sí me entiende.
Insisto…¿Realmente están interesados en que el Instituto abra una escuela en su
distrito?-
-Nosotros deseamos tener esa escuela-
-Está bien voy a creerles…por ahora- y
seguidamente agregué -Tenga en cuenta que el señor Aihara es una persona muy
notable en este asunto de abrir escuelas en países del Tercer Mundo y que no se
lo puede insultar con tanta alevosía como se lo ha hecho, lo menos que pueden
hacer es expresarle una disculpa, sea sincera o no-
El hombre asintió sin mucha convicción. Creo
que de estar los dos solos hubiera preferido asesinarme ahí mismo.
-Allí está, sería bueno que lo haga
ahora- Dije señalándolo a Shou.
Cuando mi interlocutor se marchó, Ume se
acercó a mí para preguntarme que había pasado y le conté la conversación
mantenida. Yuzu y Mei también se quedaron escuchando mi relato.
-¿Y qué conclusión sacas?- Me preguntó
Ume.
-Que sigue siendo un problema doble. Con
una punta en Japón y la otra aquí. ¿Nunca les pasó algo parecido en otro país?-
-Jamás-
-Bueno, será mejor que dejemos de lado
el tema hasta tener más información. Vayamos a dar una vuelta así despejamos un
poco la mente-
Nos despedimos de Shou y salimos a la
calle. Durante ese día las estuve llevando por varios Museos. Las tres mujeres disfrutaron
mucho del paseo. Hicimos una parada frente a la Plaza de Belgrano, a un costado
de la Iglesia Redonda para almorzar
después de una interesante visita al Museo de Arte Español y al Museo
Sarmiento.
A la tardecita pasamos a buscar a Shou.
Se lo veía contento. Creía que el trabajo del congreso estaba marchando de
maravillas.
Capítulo 9
Al parecer las mateadas en el amanecer
iban camino a convertirse en una costumbre pues muy tempranito, apenas se asomaba
el sol yo salí al deck de mi jardín y me senté con el termo, el mate y los
bizcochitos, diez minutos después llegó Keiko y como si hubieran sido atraídas
por el aroma de las galletas del lado de la casa de Keiko aparecieron Yuzu y
Mei y por el lado de mi casa también habían madrugado Ume y Shou.
Y así estuvimos, unas acomodadas en las reposeras, otras sobre
alguna colchoneta, conversando de temas varios y sin importancia hasta que el
reloj nos anunció que teníamos que comenzar las actividades. Al rato Keiko se
estaba yendo a la oficina y el resto al Instituto.
Entramos al Salón de Actos pues todavía
no había comenzado la reunión. Anduvimos de aquí para allá chismeando
alrededor. En esa recorrida pude ver a los concejales de La Matanza, la señora Méndez
y el señor Ferro. Me miraron de lejos. Era evidente que les producía rechazo
pero me alegré por ello. No suelo congeniar con imbéciles.
Estábamos por despedirnos de Shou cuando
se nos acercó el director del Instituto.
-Es muy probable que ustedes tengan sus
planes para seguir haciendo turismo, pero quería invitarlas a ver las
deliberaciones-
-Pensé que eran privadas- Dijo Ume, adelantándoseme.
-En realidad sí, pero hay un cupo de
personalidades selectas que las pueden ver y he decidido hacerles partícipes,
si gustan-
Nos miramos las cuatro y solo con un
gesto estuvimos de acuerdo. El director nos invitó a subir a la platea superior
del salón desde donde podíamos ver todo.
Pocos minutos después los participantes
se fueron acomodando en sus asientos. En ese momento Mei comentó.
-Pensar que mi mayor deseo era que papá
se hiciera cargo del Instituto Ahiara y me molesté mucho cuando no quiso
hacerlo. Pero ahora estoy muy orgullosa de él-
Ume la abrazó, Yuzu le tomó una mano y
yo la otra. Fue un momento de gran comunión.
Apenas comenzadas las deliberaciones, el
director del Instituto Nichia enumeró todas las ventajas que obtendrían los
municipios si aceptaban que se abrieran filiales en sus distritos y luego
manifestó todo lo que pondría el Instituto y con lo que deberían colaborar las
autoridades locales.
Los delegados de tres de esos municipios
se manifestaron no solo deseosos de colaborar pues consideraban que una escuela
de calidad podía derramar su conocimiento y disciplina en las otras escuelas de
cada zona. Pero los representantes de La Matanza se mostraban reacios
cuestionado todas y cada una de las ponencias, tanto de Shou como de los otros
expertos invitados. Entre otras observaciones insistían en que la disciplina no
era buena porque era opresiva, o que ser exigentes con las notas era
discriminatorio y ni hablar de las repeticiones de grado y la temática de los
exámenes. Lo cual parecía confirmar mis sospechas de que realmente no querían
ese tipo de avances en su municipio.
Estaba en esas cavilaciones cuando
alguien me tocó el hombro.
-¿Señorita Montes?-
-Sí, soy yo- contesté.
-Disculpe, en realidad la reconocí por
las fotos de sus libros pero quería asegurarme- Me dijo la voz todavía en las
penumbras.
Pero luego se sentó a mi lado y fui yo
la que preguntó.
-¿Usted es…?-
-Carlos Romero, periodista, amigo de su
editor, nos contactamos por teléfono-
-Sí, claro, lo recuerdo-
-Bien, el tema es que usted me pidió datos
sobre la concejal Méndez y yo le prometí que haría algunas investigaciones. Así
es que me llegué hasta aquí tras los pasos de ella porque quería saber de qué
se trataba todo esto y de paso hacer una nota para el diario y aquí me la
encuentro a usted-
-Sí, mis planes eran otros pero el
director del Instituto organizador nos invitó a ver las deliberaciones y nos
quedamos-
-Mejor. En realidad, antes de verla a
usted ya llevaba varios minutos observando a Méndez y su colega y debo decirle,
a la luz de lo que sé que no me extraña su actitud y pensaba informarle pero ya
que está aquí es mejor que lo hubiera escuchado con sus propios oídos-
-Sí, y no me extraña-
El hombre miro un rato hacia la mesa de
deliberaciones y después de unos segundos me preguntó
-¿Ese señor de saco claro es el señor
Aihara?-
-Si- Respondí.
-Pues véalo usted. Está mirando hacia
aquí como si no entendiera nada de lo que pasa-
Observé la cara de desconcierto de Shou
y le hice un gesto de ánimo. Él sonrió y volvió a poner atención en la reunión.
-Ahora me voy dando cuenta que en La
Matanza no quieren saber nada acerca de un instituto de buena calidad educativa.
Y me estoy imaginado que, con la información que tenían, hicieran presión a
través de la acusación a Aihara para que el director de instituto se enojara y
les quitara la opción y así quedar ellos como víctimas- Le dije al periodista.
-Creo que está usted en lo cierto y no
me extraña, en principio le puedo asegurar que usaron a la señora Méndez como
ariete para objetar a Aihara porque es la esposa de un pastor evangelista.
Usted sabrá que oyen hablar de homosexualidad y se les pone los pelos de punta,
luego cuando vieron que el director del Instituto no cumplió su amenaza
decidieron atacar por otro lado-
Asentí y me quede en silencio. Tenía un
buen tema para otra novela.
Capítulo 10
Esa noche recibí el esperado llamado de
Mitsuko. En realidad no me pudo dar ninguna información fehaciente. No había
manera de probar si el señor Fudo o el señor Udagawa tenían alguna relación con
el hecho de que supieran en este remoto país acerca de las relaciones lésbicas
de Yuzu y Mei.
El padre del ex prometido de Mei aún
continuaba preso y lo estaría por bastante tiempo más. Su reclusión incluía no poseer
un celular, tal como no ocurre en nuestro vergonzoso sistema penitenciario y
salvo la visita de su esposa no tenía contacto alguno con el exterior. La mujer
era una señora anciana, apegada a las viejas costumbres, incapaz de trasmitir
un mensaje así.
El señor Fudo, padre de la amiga íntima
de Keiko, al parecer había realizado un profundo cambio en su manera de pensar
pues ya era sabido que aceptó la inclinación sexual de su hija y la invitó,
junto con su pareja, a vivir con él. Pero la muchacha se rehusó. Perdonó a su
padre el mal que le había hecho pero prefería mantener su total independencia,
al punto en que incluso no quiso saber nada de cualquier cosa que estuviera
relacionado con las empresas de éste.
Agradecí a Mtisuko todas las molestias
que se había tomado, pero ella insistió en que era un placer, ya que la
mantenía entretenida. Luego, en la cena le comenté las novedades al resto de
mis amigos y toda la situación pareció quedar en una incierta zona gris ya que
Shou estaba más interesado en colaborar con la idea de las escuelas que
cualquier otro chisme que corriera por allí.
Una vez que lavé los platos ayudada por
Mei y Yuzu, mientras Keiko preparaba café para todos, nos sentamos en mi living
a tocar algo con la guitarra y el órgano. Ya languidecido el entusiasmo nos
fuimos a dormir. Esta vez Keiko y yo nos quedamos en mi casa y volvimos a tener
otra noche pasional de sexo casi ilimitado.
A la mañana siguiente se volvió a
repetir la tertulia de mate y bizcochos en el deck de mi jardín. A tal punto había
entusiasmado nuestra infusión a Ume y Shou que decidieron que comprarían varios
mates, bombillas y paquetes de yerba para llevar a Japón.
Era el cuarto día de deliberaciones en
el Instituto Nichia y se podía esperar que al menos los tres municipios
restantes que habían manifestado interés en la apertura de escuelas definieran
su situación. Shou estaba contento y desencantado al mismo tiempo. No terminaba
de entender la conducta de los representantes del Municipio de La Matanza.
Aproveché la tertulia para explicarle un
poco de política nacional. Le hice un rápido repaso de nuestra historia
deteniéndome más en los últimos años. Conté la nefasta política de los
gobiernos populistas que lo único que quieren son gente pobre para poder
manejarlos mejor, dadivas mediante, que para lo único que servían era para
seguir manteniéndolos pobres y como la educación es una manera de que el pueblo
tome conciencia y aprenda a manifestar su descontento y votar con inteligencia
es que estaban en contra de todo adelanto en la educación. Le detallé entonces
que el Municipio de La Matanza era un bastión del gobierno populista y que sus
intendentes respondían al poder central sin protestar, porque, además, como
todo político estaban también inmersos en la corrupción monetaria extendida en
todos los sectores.
Todos, salvo Keiko, que ya conoce de
hace varios años nuestro país, quedaron asombrados.
-Bueno, al menos nos quedan tres
proyectos para llevar adelante. Hoy lo definiremos- Dijo Shou.
Me quede pensando. Avellaneda,
Berazategui y Florencio Varela tampoco eran ninguna garantía, gobernados por
intendentes populistas. Pero no dije nada. No quise parecer aguafiestas.
Después del mate y una ronda de café Keiko
marchó a la empresa de su padre y mientras Shou se ponía elegante para la
reunión yo reuní a Mei, Yuzu y Ume y les dije que, si estaban de acuerdo, prefería
presenciar el evento. Todas manifestaron su aprobación. Ya habría tiempo de
tomarnos unos días de descanso y paseos.
Llegamos temprano al Instituto. Pocos
minutos después comenzaron a llegar todos los participantes. Cuando estaba por
subir las escaleras para ir a la bandeja superior de asientos me encontré a
Romero, el periodista. Me hizo seña de que lo siguiera un lugar apartado y
cuando estuvimos en un rincón del salón de entrada me dijo
-Tengo malas noticias para su amigo
Aihara-
-¿Qué sucede?- Pregunté impaciente.
-Me temo que los otros municipios también
rechazaran la propuesta del Instituto Nichia-
-¿Cómo lo sabe?-
-Contacto, alguien que está en la
madriguera del lobo me contó que la jefa dio la orden. Por supuesto, es un
rumor, por eso no me quise perder esta reunión-
-Tuve esa intuición esta mañana- Le
conté.
-Esto va a ser un escandalo- Manifestó.
-¡Ja! Como si a “ellos” les importara- Respondí.
Y cuando ya estaba por ir a reunirme con
mis amigas di media vuelta y le pregunté
-¿Supongo que vas a escribir sobre
esto?-
-Ni loco me lo pierdo, ya tengo
apalabrados dos sitios de noticias en Internet y un diario de gran circulación-
Una vez que subí a la platea me senté al
lado de Mei y ella me miró fijamente
-¿Pasa algo?-
-Sí, pero no quiero adelantar nada hasta
escuchar lo que sucede allí abajo-
En ese momento los participantes de la
reunión estaban tomando asiento alrededor de la mesa de deliberaciones. Estaban
todos los representantes de los cuatro municipios, las autoridades del Nichia y
los asesores invitados, entre ellos Shou que se dio vuelta levantando la vista
hacia donde estábamos, sonrió sin mucha convicción y acomodándose se dispuso a
escuchar las ponencias presentadas.
Capítulo 11
No tuve que esperar mucho tiempo para
darme cuenta que el rumor que me había traído Romero era cierto. De a uno, los
delgados de los otros municipios que hasta el día anterior parecían estar de
acuerdo en aceptar la instalación de escuelas en sus distritos fueron exponiendo
los mismos argumentos negativos que los representantes de La Matanza.
Previsoramente, tanto Romero como yo nos
pusimos a grabar en nuestros celulares todo lo que se decía y tomando en primer
plano a quien hablaba para que no quedaran dudas.
No podía ver, desde donde estaba, la
cara de Shou que estaba sentado dándonos la espalda, pero si podía ver los
gestos de asombro de los otros expertos que fueran citados junto con mi amigo.
Un finlandés, un noruego y un neozelandés estaban entendiendo perfectamente lo
que se decía aun sin haber escuchado la traducción.
Mire al periodista y para que mi voz no
quedara grabada en el celular, le hice un gesto. Yuzu, Mei y Ume también estaban
asombradas de lo que pasaba pero tampoco abrieron la boca al ver que yo seguía
grabando.
Una vez que todos los delegados
terminaron con sus discursos vacíos y viciados de ideología barata el Director
del Instituto se puso de pie y con pocas, amables y a la vez contundentes
palabras les agradeció el tiempo que habían perdido y, de paso, se lamentó por
el tiempo y las esperanzas que él mismo había perdido. Se hizo un profundo
silencio. Nadie se movía de sus asientos. El primero que se levantó fue el
experto neozelandés. Murmuro algunas palabras que no llegue a oír pero supongo
que no fue nada agradable. Le siguieron los otros. En tanto Shou permanecía en
su asiento, se le acercó el director del Instituto y conversaron unos segundos.
Mis amigas y yo bajamos al sitio de la
reunión. En tanto, Romero se acercó a mí y me dijo.
-Voy a compaginar la nota. En unas horas
se lo envío al diario y a los portales de noticias. Te llamo en cuanto lo
publiquen. Debo agradecerte porque me diste la posibilidad de esta nota que
nadie tiene-
-Yo también debo agradecerte. Si no
fuera por vos nadie sabría de esta vergüenza-
Y corrí a reunirme con Shou y las
chicas. En cuanto estuve a su lado lo abracé muy fuerte.
-No te preocupes. No es culpa de ustedes
ni del director del Nichia. Esto es lo que pasa en estas republiquitas
bananeras gobernadas por personajes corruptos cuya única ambición es el poder-
Ume me abrazó a mí y tomando a Shou del
brazo exclamó.
-Creo que nos estamos debiendo unos días
de vacaciones-
-Bien, vayamos a tomar algo por ahí,
hagamos una visita a algún museo y luego regresemos a casa a organizarnos-
Respondí.
Inmediatamente la llame a Keiko y la
conminé a que se tomara la semana de descanso prometida por su padre porque,
donde fuera, pensaba salir al otro día a algún lado.
Tratando de consolar a Shou y
aprovechando el resto del día que nos quedaba libre los llevé al Museo de Armas
de la Nación y más tarde recalamos en una confitería de la esquina de la
Avenida 9 de julio y la Avenida Santa Fe. Luego, volvimos a mi casa y lo
primero que hicimos todos fue ponernos ropa cómoda y, a pedida de Ume, nos
sentamos en el living a tomar mate.
La conversación anduvo por varios temas,
incluido lo que había sucedido en la mañana. Yo trataba de hacerles entender
como es la mentalidad latinoamericana algo que resulto casi imposible pues
ellos no entendían como los gobiernos se desentienden de las necesidades
básicas de su pueblo.
-Y lo que es peor aún, la falta de
conciencia ciudadana de sus habitantes que prefieren ser mantenidos sin
trabajar olvidando todo rastro de dignidad. Y un pueblo que se vende a un
gobierno ya está listo para ser comprado por cualquiera…-Agregaba yo.
Cuando ya estábamos terminando el mate sonó
mi celular. Era un mensaje de Romero avisándome que ya estaba publicada la nota
en los portales de Internet. Inmediatamente abrí mi notebook y busque la
noticia.
Lleve la notebook al living y les leí la
nota a mis amigos.
“En el día de doy se dio la última
puntada a una escandalosa actitud de los representantes de cuatro municipios
del conurbano que se negaron a recibir la posibilidad de que un prestigioso
centro de estudios de CABA les abriera en cada uno de sus distritos una escuela
modelo con todos los avances de la educación. De forma sospechosamente casual,
todos esos municipios están gobernados por el Frente para Todos, y según una
fuente bien informada no se debió a una determinación particular de cada
municipio sino que la orden provino de la cabeza de su partido…”
Y así continuaba detallando todos los
argumentos esgrimidos por los representantes, dando, además, nombre y apellido
de cada uno de ellos.
-Clarísima- Opinó Mei.
-Ahora debemos ver la reacción del
gobierno. Romero se la jugó, pero con esta nota va a hacerse famoso- dije y
luego agregué –Lo cual no sé si será bueno para él-
Un rato más tarde llegó Keiko. La
pusimos al tanto de las novedades y luego me la llevé para que me ayude a
cocinar. En la cena propuse que debíamos decidir el sitio donde ir de
vacaciones.
-Un lugar donde no haya mucha gente-
Opino Yuzu
-En algo así estaba pensando. ¿Mar o
montaña?- pregunté.
-¡Mar!- Exclamaron todos, incluido Shou
como si se hubieran puesto de acuerdo de antemano.
-¿Las Grutas?- preguntó tímidamente
Keiko.
-¿Por qué no?- Dije-
Y así tuvimos que explicar al resto que
era Las Grutas.
Capítulo 12
Volver al sitio donde nos conocimos con
Keiko me resultaba agradable. Me preocupaba el tiempo de viaje pero también
sería una recorrida que nuestros visitantes disfrutarían. Le dije a Keiko que
seguiría utilizando la camioneta que me había prestado donde cabíamos todos con
comodidad. Y además les sugerí que llevaran lo mínimo indispensable pues, si
teníamos suerte con el clima, lo más probable era que nos pasáramos todo el día
en la playa.
Fijamos la hora de salida a las ocho de
la noche, calculando que llegaríamos a nuestro destino entre las nueve y las
diez de la mañana de la siguiente jornada. Así fue que ocupamos parte de la
noche y luego de unas horas de descanso, también la mañana para organizarnos. Llevé
la camioneta a una estación de servicio donde le revisé los neumáticos y todos
sus fluidos y le cargue nafta. Cuando regresé a la casa todos tenían preparados
sus bolsos y los cargamos inmediatamente.
El viaje no tuvo inconvenientes.
Nuestros visitantes no cesaban de admirar la extensión del campo mientras
tuvimos luz diurna. Yo iba manejando tranquila y mientras todo era bullicio en
el interior del vehículo Keiko iba cebando mates para todos.
Había pasado la medianoche cuando me
detuve en Sierra de la Ventana y cenamos en una hostería. Dormí una hora y
seguimos viaje. Manejar de noche no me agrada mucho pero no podíamos perder
tiempo. El amanecer nos encontró cuando ya hacía rato que habíamos dejado atrás
Bahía Blanca. A las nueve horas estábamos entrando en Las Grutas.
Me dirigí directamente al Hotel
Casablanca porque tenía la intuición de que lograría alojamiento y, además de
estar cerca de la playa, poseía una hermosa pileta.
Durante todo el viaje estuve atenta en
mi celular a la sección de noticias de Google para saber si el gobierno había
acusado el golpe de la denuncia de mi amigo periodista pero parecía no suceder
nada.
Tal como lo preví, en el hotel había
tres habitaciones disponibles de modo que cada parejita se instaló cómodamente
en la que les correspondía. Cuando íbamos a ocuparlas les dije que se apuraran
a bajar por que la idea era iniciar el periodo de descanso con un buen atracón
de pizzas en el lugar donde Keiko y yo nos conocimos. En unos pocos minutos
estábamos todos en la recepción y salimos a la calle. El día estaba soleado y
el calor se hacía sentir. Afortunadamente hay solo dos cuadras a la pizzería.
En cuanto llegamos nos acomodamos en la glorieta de la entrada, el mismo exacto
sitio donde estaba comiendo cuando se me acercó mi bella japonesita.
Cuando estábamos por comenzar a comer me
llegó la noticia que esperaba. En la pantalla del celular pude ver que el gobierno
negaba tener ninguna vinculación con lo sucedido en el Instituto Nichia. Culpaba
a los municipios, pero sin ir demasiado lejos por ser sus aliados políticos.
Les comenté la novedad afirmando que no me sorprendía la respuesta.
Después de algunas pizzas y varias
cervezas decidimos ir a caminar un poco por la playa. Tratamos de ir por donde
la sombra de los acantilados nos protegía del sol. A nuestros amigos les llamó
la atención lo extenso y vacío de la costa porque un poco más allá del límite
de la ciudad casi no había nadie acampando.
En medio de esa caminata me sonó el
celular. Mire la pantalla y vi con sorpresa que era Mitsuko y atendí de
inmediato por que no era la hora habitual en que mi amiga solía llamarme.
-Hola, amiga. ¿Qué pasa?-
-Tengo una gran novedad. ¿Vos querías
saber quién divulgó lo de Shou?-
-Si, por supuesto-
-¿Paso algo más con respecto a eso?-
Le relaté lo más rápido y claro que pude
todo lo sucedido incluido lo de la nota periodística y la respuesta del
gobierno.
-Mienten- Me dijo.
-Vaya novedad- Respondí y luego
intrigada pregunté -¿Quién miente?-
-El gobierno argentino y te voy a decir por
qué-
-Estoy ansiosa-
-Mira, la cosa es así. Anoche me
encontré en una reunión con un viejo amigo, Akiyama, del ministerio de
educación y como sabe que estoy vinculada al Instituto Aihara me preguntó si
sabía cómo le había ideo a Shou en sus reuniones-
-¿Y cómo lo sabía?-
-Por qué una semanas antes de la partida
de los Aihara a Argentina fue visitado por un funcionario de la embajada argentina
que le estuvo haciendo varias preguntas sobre Shou. Y ahí me confesó que
estúpidamente comentó que había estado en la ceremonia de casamiento de Yuzu y
Mei como para demostrar que Shou era una persona de mente abierta, todo porque
sabía que allí hay leyes muy progresistas en lo sexual-
-Así que esa fue la fuente-
-Así es-
-Y decime, si yo comentara esto al periodista
que hizo la nota, este señor Akiyama, ¿Estaría dispuesto a dar un reportaje?-
-Déjame que lo averigüe y te llamo-
-Ok. Besotes y abrazos y gracias-
En cuanto corté les comenté las
novedades a mis amigos e hice otra pregunta difícil
-Shou, si el periodista quisiera demostrar
la relación de las investigaciones sobre ti en Japón y la reacción de los
representantes de los municipios y que el gobierno central está detrás de todo
esto habría que blanquear la relación de Yuzu y Mei. No están ninguno de
ustedes comprometidos a aceptar semejante exposición-
Se miraron entre los cuatro, Shou, Ume,
Yuzu y Mei. Luego me miraron a mí.
-Ya lo dije hace unos días. Estoy
orgullosa de mis hijas- Dijo Ume.
Que hermoso tener unos padres así.
Capítulo 13
La rutina en Las Grutas era tan
agradable y estaba tan bien con mis amigos que deseaba que no terminara jamás.
Pero en el medio de nuestro descanso estuve activa con el celular. Esa misma
noche, durante la cena me llamo Mitsuko para confirmarme que el señor Akiyama
había consultado con sus superiores la situación y estos le dieron vía libre porque
en fondo estaban indignados debido a la actitud de los políticos argentinos. Y
como dato adicional le contó a mi amiga que tenía una tarjeta con el nombre del
individuo de la embajada. Se llamaba Eduardo Carballo.
Le agradecí enormemente a Mitsuko todos
los datos e inmediatamente llamé al periodista para comentarle las novedades.
-Lamento si te importuno en la cena pero
tengo algo para vos- Le dije.
-No hay problema- Respondió. Estaba
expectante por lo que le iba a contar.
Así fue que le trasmití lo que sabía y
le dije que aunque estaba permitido sería mejor que no revelara la fuente, o sea
el nombre del funcionario japonés, y que, en la medida de lo posible no entrara
en detalles sobre la causa por la que se lo había interpelado a Shou.
-Perdé cuidado- Me contestó.
Durante los dos días siguientes no tuve más
novedades. Nuestras jornadas eran playa, largas caminatas, paseos por la calle
principal, comparas de recuerdos y largas mateadas al pie de los acantilados.
Un día antes del regreso me llegó un
mensaje de Whats App de Romero anunciándome que ya tenía una nota publicada en
varios portales de internet. De inmediato abrí uno de ellos y la leí.
“A pesar de que el gobierno negó haber
tenido que ver con los bochornosos sucesos en los cuales cuatro municipios
regidos por intendentes del partido oficialista se negaron a recibir ayuda,
invocando consignas perimidas, para abrir varios institutos de educación de
alta calidad ofrecido por el Instituto Nichia por medio de fuentes reservadas hemos
llegado a saber que un señor llamado Eduardo Carballo, militante del riñón
político de la señora vicepresidenta estuvo en Japón haciéndose pasar por
funcionario de la Embajada de nuestro país en Tokio haciendo averiguaciones
acerca de la honorabilidad del señor Shou Aihara, uno de los especialistas que
iban a aportar ideas para estos nuevos institutos. Al no encontrar nada con que
lo pudieran atacar bastó un comentario nimio, que no viene al caso detallar, del
personal que lo recibió, para tratar de enlodar su imagen. Como no lograron su
propósito, se cursó orden a los intendentes de que de cualquier manera impidieran
la ayuda prometida por que no era necesaria”
En un aparte de la nota, Romero informa
que pregunto al director del Instituto si iba a haber otro intento en otros
municipios a lo que el interpelado contestó: “Ahora ya es tarde por este año,
va a comenzar el periodo de clases y debemos atender debidamente a nuestros
alumnos”
Conociendo al director imagine que el
“por este año” significaba nunca más.
Leí toda la nota a mis amigas y Shou y
estuvieron de acuerdo en que estaba muy realizada.
-Es una lástima que no se haya podido
realizar lo que soñabas, pero al menos conocieron lo que es tratar con los
políticos populistas en la Argentina. ¿Sabes qué? ¿Por qué no estableces
contactos en el Uruguay? Creo que ahí vas a tener más suerte.-Dije a Shou.
-Es para pensarlo- Respondió.
Dos días después y sin ninguna otra
novedad y mutismo total por parte de cualquier nivel del gobierno, comenzamos
el regreso a Buenos Aires. El viaje, al contrario del de ida fue silencioso.
Nadie hablaba. Yo manejaba con la vista fija en la carretera y de vez en cuando
le tomaba la pierna a Keiko sentada a mi lado.
Llegamos a mi casa en la mitad de la
mañana. Nuestros amigos debían prepararse pues al otro día tenían vuelo a su
tierra. De manera que Keiko y yo nos dedicamos a ordenar nuestras ropas y
elementos que lleváramos a Las Grutas.
-Deberíamos invitar a tus padres a una
cena de despedida. ¿Crees que si los llamamos sobre la hora podrán venir?-
Pregunte a mi amante.
-¡Si, seguro! No se lo van a perder-
Mientras Keiko llamaba a sus padres yo
llame al delivery. Era la tardecita cuando, con todo preparado nos reunimos en
mi living. Un rato después llego el pedido de comida y unos minutos más tarde
los padres de Keiko.
Fue una hermosa reunión. Mezcla de alegría
y melancolía por la despedida.
-Otra vez tienen que venir solo a
descansar- Opiné
Y todos estuvieron de acuerdo.
-Ustedes también deben darse una vuelta
por Japón, y ustedes también- Dijo Ume señalándolas a Keiko y a mí y después a
los Yamura.
Al otro día, por la mañana cargamos el
equipaje de los viajeros y subimos todos a la camioneta. En una hora estaba
estacionando frente al Aeropuerto de Ezeiza. Acompañamos a nuestros amigos a
hacer el chek in y luego, cuando llego la hora de abordar los despedimos desde casi
hasta la entrada de la manga de acceso. Los abrazos fueron interminables. Promesas
de vernos pronto y algo de lágrimas.
Finalmente cuando partió el avión Keiko
y yo nos quedamos solas en medio del gran salón. La tomé de la cintura y
caminamos hacia la salida. Cuando pasamos frente a un puesto de diarios le dije
-Mirá, acá tienen mis libros-
-¡Cierto, allá están!- Exclamó señalando
con el dedo.
Pero yo estaban mirando los titulares de
los diarios expuestos. Anunciaban una epidemia de una nueva enfermedad en una
provincia de China.
FIN