En las paradas del Metrobus en el
Partido de Vicente López hay unos pequeños anaqueles donde la gente deja y saca
libros que luego devuelve tras leerlos. Así fue que me encontré con “Manual de
zonceras argentinas” de Arturo Jauretche.
Si bien conocía algo de la
trayectoria política de Jauretche, radical que se pasó al peronismo, todo lo
que me había llegado de acerca suyo eran comentarios que generaban curiosidad
por lo que escribiera, pero nunca lo hice hasta este casual encuentro de uno de
su libros más mencionados.
En mi ignorancia y fantasía
pensaba que el libro trataba sobre las cosas del decir común de la gente
pero desde los primeros párrafos advertí
que no era así. El propósito era defenestrar frases y pensamientos de todos
aquellos políticos a los que evidentemente no le unía ningún tipo de simpatía,
por no decir que reflejaba un odio manifiesto.
Desde un revisionismo histórico en
el cual Jauretche hace lo que critica, es decir cambia totalmente el relato
para convertir a santos en diablos y a diablos en santos sin ningún tipo de
objetividad se pasa sin medida de un extremo al otro, algo cotidiano en el
pensamiento argentino.
Su placer parece ser meterse en
la dicotomía Rosas-Sarmiento, pero no se priva de criticar a Alberdi, Rivadavia,
Roca y Mitre entre otros, que también tienen sus trapos sucios, es cierto. Pero
es tanto su odio desparramado que en periodo histórico más reciente fustiga
también a la indiscutible señora Alicia Moreau de Justo.
Sus críticas a la educación y al periodismo
parecen la fuente de inspiración del gobierno populista de los Kirchner y
podría jurarse que su revisionismo casi infantil es la inspiración de Paka-
Paka.
¿Me decepcionó? No. En realidad
no cabía esperar otra cosa de un ideólogo del peronismo. Su manual habla de
zonceras, lo que me quedo la duda es que si era sobre las que intentaba
defenestrar o sobre las que el mismo escribe, porque en su crítica parece no
darse cuenta que en medio de su texto dice cosas como: “Rosas era un patriota”
o “los peronistas son los únicos que entienden el ser nacional”
Me hubiera gustado saber cómo
justificaba que Rosas en 1853 se refugiara en Inglaterra, (¿su enemigo?) donde
tenía propiedades o si creía que el ser nacional es "alpargatas si, libros no".
Mañana devolveré el libro al
lugar donde lo encontré.