Sunday, March 24, 2024

"HACIA LAS ALTURAS" DECIMO CUARTA PARTE DE "MI AVENTURA EN TOKIO"

 

 

 

Hacia las alturas

 

Decimo cuarta parte de “Mi aventura en Tokio”

 

Alexia Montes

 

 

 

 

 

 

Uno.

Estaba sentada en la terraza de nuestro edificio, comiendo un helado, el postre de la cena. El sol ya se había ocultado en el rio, atrás de Punta Ballena. La noche estaba agradable. Fuera de la vista de cualquier curioso, salvo que alguien tenga un dron, estaba solo vestida con tanga y corpiño color negro.

Mis novias hicieron su irrupción, cada una con su helado. También estaban con sus prendas íntimas pero lo gracioso era que Marga llevaba a Keiko de una correa sujeta al cuello de la japonesita y ésta la seguía dócilmente.

Mientras yo las miraba Marga ordenó a Keiko que se sentara en uno de los sillones y que comiera su helado. Keiko hizo un gesto de placer y obedeció. Marga se sentó a mi lado.

-¿Y? ¿Qué te parece mi perrita?- Me preguntó.

-Linda, sobre todo cuando menea la colita- Respondí.

Continuamos unos segundos terminando el postre y volvió a hablar Marga.

-¿Revisaron sus mail en estos días?-

-Muy poco, a decir verdad estoy tratando de desconectarme del mundo por un tiempito- Le contesté.

-Tendrías que verlos, y vos también chiquita- Manifestó Marga señalando a Keiko.

-¿Por qué?- Pregunto la “chiquita”.

-Para saber si no es solo a mí que escriben varias señoras que conocimos en la reunión en la casa del abuelo-

-¿Y qué dicen?- Pregunté.

-Parece que quedaron atónitas por nuestro trio y quieren conocer detalles de nuestra vida en común. Hasta estoy pensando que a varias se les despertó la libido de golpe-

-Eso es común en matrimonios con mujeres reprimidas. Lo primero que sueñan en estar con otra mujer- Dije

-¿Estas segura?- Preguntó Marga.

-Bueno, no sé, pero oigo cosas por ahí…- Respondí.

-Me imagino, Por todas las minas casadas que se te tiran de rodillas- Replicó Marga.

-Algo así…-

Y luego de un breve rato mirándola a Keiko sentada en el mismo sillón donde le ordenara Marga agregué.

-Mándale una foto de tu perrita así se dan una idea de cómo vivimos-

Keiko se levantó de su sillón y se sentó más cerca de mí. Tomó la correa que aún tenía puesta y me la dio para que yo la sostuviera.

-Ahora soy tu perrita- Dijo lamiéndome la mejilla.

-Me parece que no la entrenaste bien- Le dije a Marga y reímos las tres.

Keiko se acurrucó contra mi apoyando su cabeza en mi hombro y seguimos la charla.

-¿Contestaste alguno de esos mail?- Le preguntó a Marga.

-No, quería saber si ustedes también los recibieron y ver que hacíamos-

-Lo tenemos que leer detenidamente y pensar que contestamos, para no involucrarnos en algún problema- Opiné

-Ok- Respondieron a dúo mis novias.

-Eso me da una idea- Dije de pronto.

-¿Qué?- Volvieron a hablar en dúo.

-¿Y si escribimos un libro que trate solamente de historias lésbicas?-

-¿Y lo que habíamos dicho de escribir poemas?- Preguntó Keiko.

-Hagamos historias que luego culminen en un poema- Manifesté.

-Podemos escribir una historia en conjunto o una historia cada una- Dijo Marga.

-Veamos. Tenemos que pensar. Tarea: Tomémonos unos días, cada una piensa alguna idea, lo escribe en un bloc y después las cotejamos. No es necesario que sea un texto literario, algo así como una tormenta de ideas. Luego vemos-

-Me parece genial- opinó Keiko.

-Comparto- Replicó Marga.

Luego de tomada la decisión Keiko se sentó en mis rodillas y se asió a mi cuello con sus brazos. En tanto Marga tomó la cuerda y la ató al apoyabrazos. Tras eso se sentó más cerca de mí y me pasó uno de sus brazos por la cintura. Y así nos quedamos mirando la Luna.

De pronto Marga rompió el silencio y dijo casi como si estuviera pensando en voz alta.

-Claro, ahora caigo. Como me va a sorprender que esas japonesas se hicieron la cabeza con nuestra relación si acá tenemos a una que es toda una pervertida-

Keiko se sonrió y replicó.

-Y bien que te gusta que lo sea, ama Marga-

No daban ganas de bajar de la terraza. Habíamos encendido adentro el aire acondicionado pero la fresca brisa que llegaba de la costa nos acariciaba la piel. Abajo, por la Avenida Costanera pasaban de continuo autos y gente caminando en grupos ruidosos. Regresaban a sus casas después de haber cenado o visto algún espectáculo, o quizá de perder algunos pesos en el Casino. Me agradaba esa visión. Demostraba claramente que en Uruguay la inseguridad es cosa del pasado. Hacía unos días había visto un video mostrando al presidente Lacalle Pou departiendo con otra persona sentados a una mesa en la vereda de una confitería en Punta del Este, sin estar rodeado de guardaespaldas ni policías.

-Mañana voy a revisar esos mail- Dije, pues ya me estaba ganando la curiosidad.

-Yo también- Manifestó Keiko.

Era casi la medianoche cuando decidimos ingresar al interior del edificio. Marga tomó la correa con la que llevaba a Keiko y se la llevó. Yo fui atrás de ellas.

-Esta perrita necesita un buen castigo- Dijo Marga.

-¿Usted me va a castigar también, ama Alexia?- Me preguntó la japonesita dándose vuelta y poniendo esa cara de nena inocente que la hace más deseable.

-Vamos- Exclamó Marga tirando de la correa con fuerza.

Y allí entraron las dos al dormitorio de Marga donde nos tocaba pasar esa noche.

Fui a lavarme los dientes y darme una refrescada de cara con un poco de agua. Cuando llegué al dormitorio Keiko estaba arrodillada a los pies de Marga, con las manos atadas a su espalda y las piernas también sujetas por cuerdas. En tanto la “ama” todavía tiraba de la correa y obligaba a su “perrita” a jugar con la lengua en sitios cavernoso y profundos.

Me senté en uno de los sillones a observarlas. Las dos eran todo un espectáculo de dominación y sumisión. Estaban disfrutando tanto sus roles que a medida que se iban excitando ambas quedaron a punto de un orgasmo. Lo noté en sus caras, hasta que Marga no pudo más y estalló de placer. Keiko no se quedó atrás y, a pesar de estar totalmente inmovilizada se retorcía de gusto.

Pasado el huracán me miraron. Ya me vi lo que se venía y no ofrecí ninguna resistencia. Marga desató a Keiko y con las mismas cuerdas me ataron a la cama. Y no conformes con eso me amordazaron para que no pudiera emitir sonido alguno, ni siquiera de placer.

Por turnos, las dos me castigaron con un látigo en las nalgas. Cuanto más me azotaban más deseaba ser azotada. Creo que finalmente el verdadero castigo fue cuando dejaron de hacerlo pues sentía la necesidad de ser sometida. Esa noche tuvimos sexo fogoso y muchos, muchos orgasmos.

Dos

Me desperté totalmente desnuda. Mis novias dormían profundamente. A tientas busqué mis prendas íntimas que en algún momento me habían sacado y las encontré en la alfombra. De la noche anterior todavía me quedaba un cierto escozor en las nalgas por la paliza recibida y esa sensación me gustaba. Era como prolongar la sesión de sadomasoquismo que tanto disfrutáramos.

Después de ponerme la tanga y el corpiño fui a la cocina a preparar el desayuno. Por suerte era sábado y no había que ir a trabajar por lo que ni siquiera fui a despertar a Marga y Keiko. Estaba terminando de acomodar tazas, platos y otros elementos sobre la mesada de la isla cuando aparecieron las dos juntas y, de nuevo, solo con su lencería.

Al pasar a mi lado Marga acarició mis glúteos y como di un respingo preguntó.

-¿Aun te duele?-

-Si, estuvieron un poco bruscas anoche-

Marga se dirigió a Keiko y le dijo.

-Ahora se queja que fuimos bruscas y cuando dejamos de castigarla y le sacamos la mordaza lo único que decía era ¡más! ¡mas!-

-Una insaciable- Manifestó Keiko.

Tomamos el desayuno y mientras ellas acomodaban todo lo usado yo fui a buscar una de mis laptop y me puse a revisar los mail. Al rato Keiko hizo lo mismo.

Después de una exhaustiva lectura dije.

-Por lo que veo son solo cinco-

Y cuando comparamos los nombres vimos que eran las mismas cinco que nos escribieran a las tres.

-Yo no las ubico de la reunión en lo del abuelo- Dijo Marga.

-Yo tampoco. Es que nos presentaron tantas personas que es imposible acordarse- Agregué.

-Todas eran señoras muy serias y educadas- Dijo Keiko.

-Si, hasta que se pusieron a bailar desenfrenadamente- Acoté

-Cierto, recuerdo que les encantó esa escenita tipo AKB48 que les hiciste con Mitsuko- Agregó Marga.

-¡Si! ¡Ya lo había olvidado!- Exclamé.

-Por lo general los mensajes demuestran su satisfacción por habernos conocido, hablan de nuestro nivel intelectual y su asombro por haber logrado el equilibrio en una relación triple. Nos piden mantenernos en contacto y no mucho más que eso. No hay ninguna alusión a algo más sexual- Dijo Keiko.

-Yo creo que no lo dicen por ahora. Estarán esperando ver que les contestamos- Opiné yo.

-Si, ya viste como son estas japonesitas. Se hacen las inocentes con esa carita de nenas y después resultan unas leonas. Y si no…mira a la chiquita- Manifestó Marga señalando a Keiko.

(Marga siempre le dice “la chiquita” a Keiko en nuestra intimidad y a Keiko le gusta que la llame así. Es parte de nuestro juego de sumisión y roles)

-Yo creo que no deberíamos gastarnos demasiado en la respuesta. Solo un texto formal, agradeciendo su interés y contando a vuelo de dron como mantenemos el equilibrio- Dije yo.

-Si, sobre todo cuando estamos borrachas- Agregó Marga riendo.

-Lo que me intriga es si cada una escribió por su cuenta o lo han conversado entre todas ellas- Manifestó Keiko.

-Buena observación. Es difícil deducirlo, pero nosotras les contestaremos por separado para no ponerlas en evidencia por si fue una reacción individual. De todas maneras haremos un texto común y responderemos lo mismo a cada una de ellas- Opiné.

-Hecho. Escribiremos ese texto ahora que tenemos tiempo- Ordenó Marga.

Y nos pusimos manos a la obra mientras comenzábamos la segunda etapa del desayuno cuando no vamos a trabajar, o sea el mate-

Cada una se acomodó en un sillón del living de Keiko para variar un poco de departamento y mientras el mate pasaba de mano en mano tomamos papel y lapicera y redactamos lo que nos parecía para luego decidir un texto común. No nos llevó mucho tiempo y luego de cotejar y corregir quedó de esta manera:

“Señora, es un enorme placer que habiendo pasado varios días desde la reunión en que nos conocimos todavía me recuerde. Si bien es cierto que esa noche intercambiamos direcciones de mail con muchas personas que dijeron que nos iban a escribir no esperaba que alguien lo hiciera tan pronto. Para mis compañeras y para mí fue una noche memorable pues nos divertimos en grande ya que muchas personas demostraron que a pesar de ser intelectualidades en diferentes campos no desdeñaban la sana diversión. Por su mensaje veo que usted ha interpretado esa diversión por parte nuestra de igual manera. Había muchas personalidades esa noche en casa del señor Ahiara y ha sido un honor sentirnos integradas en ese ámbito. En lo que respecta a su curiosidad por la relación que mantengo con otras dos mujeres al mismo tiempo solo puedo decir que es algo que se dio naturalmente. Hubo solo una conversación en la que convinimos que íbamos a ser sinceras una con las otras y que no habría ningún tipo de preponderancia en la cual alguna se sintiera superior a las demás. Yo sé que es algo que mucho tildarían de “anormal” pero lo único que no une es el amor. Y eso es algo que no tiene ni requiere explicación. Funciona así y ya está. De más está decir que ya que se ha tomado el trabajo de intentar mantener el contacto conmigo y mis compañeras seguiremos intercambiando mensajes toda vez que usted lo desee y escribimos este mensaje en común para demostrar, de alguna manera, que puede conectarse con cualquiera de nosotras pues es lo mismo con quien lo haga”

Y así fue que habiendo escrito el texto en Word lo copiamos y pegamos para todos los mensajes que enviamos. O sea que cada una de las japonesas que nos escribiera recibió tres mensajes iguales. No imagino la cara de sorpresa que debió poner cuando los leyó.

Una vez completado este trámite decidimos que era momento de cambiar de aire sin irnos tan lejos, solo cruzar la avenida costanera e instalarnos en la playa. De modo que tomamos tres sillas plegables, una bolsa con los libros que pensábamos leer, el bolso con los elementos del mate y los bizcochitos y dos sombrillas porque ya no nos apetece tanto broncearnos, al menos Marga y Yo pues Keiko, como toda mujer oriental tiene la costumbre de no exponerse al sol.

Así cargadas salimos del edificio, caminamos por la amplia vereda y cruzamos la calle. En cuanto estuvimos sobre la playa me saqué las sandalias pues amo jugar con los dedos sobre la arena. Buscamos un sitio para instalarnos. No había demasiada gente. La temporada de verano ya está declinando y el turismo no fue muy numeroso debido a la crisis en Sudacalandia.

Establecimos el campamento. Lo primero que hicimos fue darnos un chapuzón rápido en el agua todavía tibia y luego comenzó la sesión de mate y conversaciones intrascendentes. Así pasamos la tarde de ese sábado, el primero después de nuestra aventura china en el Monte Huaschan. Al otro día teníamos el primer asado de domingo en el edificio del señor Yamura. Estábamos decididas a descansar de viajes y riesgos.

 

 

Tres

Mientras estábamos en la playa tomando mate y leyendo tres muchachos comenzaron a observarnos. Ni muy jóvenes ni mayores, era evidente que tenían ganas de acercarse pero no se animaban. Nosotras, nos percatamos de la situación pero no hicimos nada por alentarlos. Ellos jugaban con una pelota de futbol haciendo pases hasta que uno de ellos tuvo la idea de “equivocarse” al patear y la pelota llegó lentamente a lado de mis pies.

Era evidente que estaban convencidos de que se les presentaba la oportunidad de entablar una conversación. El que había pateado se acercó caminado con ese paso de autosuficiente que suelen hacer los hombres cuando creen que están en ganadores. Yo tomé la pelota, me paré y se las patee adonde estaban los otros dos con muy buena puntería pues cayó en medio de ellos. El que se acercaba se detuvo sorprendido, tal vez porque no esperaba mi reacción o por la dirección y la fuerza con que se las devolví.

-Disculpe señorita- Dijo con la voz que pudo y dándose media vuelta se volvió con sus amigos.

Miré a Marga y Keiko. Ambas se taparon la cara con los libros que estaba leyendo para que no se notara que estaban tentadas de risa. Los hombres dejaron su juego y se fueron caminando por la playa.

-Es el intento de seducción más corto que he visto en mi vida- Dijo Marga.

-No tenía idea de que eras hábil para el futbol- Comentó Keiko.

-Algún día tendríamos que hacer un partido en la fábrica- Manifesté yo.

-¿Sabes que si? Los empleados estarían contentos de jugar un rato- Exclamó Keiko

-Lo vamos a proponer mañana, ¿Qué te parece?- Dije.

-¡Perfecto!-

Y seguimos con la lectura hasta que el sol comenzó a bajar. Juntamos todos los elementos, las sillas y las sombrillas y regresamos a nuestro edificio. Fuimos a ducharnos las tres juntas, lo que terminó en medio de un juego con el agua de la ducha. Mas tarde, nos vestimos con pantaloncitos, blusas sin manga, sandalias de taco chino y nos fuimos a cenar a Kitty´s.

La entrada en nuestro restaurante favorito fue como siempre. Algunas miradas se dirigieron a nosotras y una manos tímidas nos saludaron. Luego llegó el dueño con el maître y el sommelier. Pedimos la comida y aceptamos la sugerencia del vino adecuado. Mientras degustábamos la entrada observé que, a unas pocas mesas de nosotros, estaban los tres aprendices de galanes de la playa acompañados de tres señoritas de senos bastante grandes, sobre todo comparándolos con nuestros pequeños pechos.

Le hice un gesto a mis novias que se dieron vuelta disimuladamente.

-Parece que les gustan las tetonas- Dijo Keiko.

-Entonces no sé qué nos vieron a nosotras- Acotó Marga.

-Por ahí lo que querían era solo jugar al futbol- Agregué yo.

Promediaba la cena cuando me di cuenta que una de las mujeres nos miraba insistentemente. “Sonamos” Pensé, “Esta va a venir a pedir un autógrafo y los giles se van a dar cuenta quienes somos”.

Lo primero se cumplió. Finalmente la mujer se levantó de su silla y se acercó a nuestra mesa.

-Buenas noches, disculpen que las moleste mientras cenan pero quería pedirle un autógrafo- Me dijo alcanzándome una pequeña libreta.

Mientras le firmaba manifestó.

-He leído todos sus libros, me falta el último que sacaron ahora-

-Está en todas las librerías- Le respondí.

-Han hecho buena caza- Le dijo Marga señalando la mesa vecina.

-¡Ah! ¿Esos? Son unos pobres ilusos que deben pensar que por que nos pagaron la cena van a poder llevarnos a su casa-

-¿O sea que ustedes están con ellos solo porque les pagaron la cena?- Pregunté.

-Si, claro. Nosotras somos lesbianas, no una comunidad como ustedes, mis amigas tienen sus parejas en Buenos Aires pero se nos dio la oportunidad de hacer ese viajecito y ahora…¿Qué tiene de malo aprovecharse de unos pobres tipos?-

-Nada, supongo- Dije sonriéndome.

-Pero van a tener que escaparse de ellos en cuanto salgan del restaurante- Opinó Keiko.

-Ya se nos ocurrirá algo- Contestó la mujer. Se guardó la libretita donde, mientras hablábamos también firmaron Marga y Keiko y regresó a su mesa.

-Deberíamos hacer lo mismo, engañar a unos hombres para que nos paguen la cena- Dijo Marga.

-Ja, ja. Nosotras ya somos tan populares que nadie tragaría el anzuelo, pero además, ¿Hacer de “normales” solo por una cena? Yo por lo menos lo haría por un crucero por el Mediterráneo- Manifesté.

Después de unos segundos en que mis novias se quedaron mirándome aclaré.

-Ni loca lo haría. Mi repulsión hacia el cuerpo de varón es tan grande que no podría tolerarlo-

Terminamos la cena y pedimos helado de postre. Mientras lo estábamos degustando salieron las tres mujeres y los tres hombres. Me apuré con mi helado, llamé al mozo y pagamos. Estaba interesada en ver como zafaban de su galancitos. Al salir del restaurante caminamos hacia mi auto que estaba en una zona del estacionamiento un poco oscura. Subimos y nos quedamos mirando. Unos metros más allá, junto a una SUV Porsche, color negra, estaban paradas las seis personas conversando. De pronto uno de los muchachos trepó a la SUV, puso en marcha el motor y los otros dos lo siguieron rápidamente. La camioneta arrancó y las tres mujeres se quedaron solas, paradas en una esquina del muelle mirándose entre sí evidentemente sorprendidas.

-¿Qué pasó?- Preguntó Marga.

-Que fueron los tipos los que salieron volando, en lugar de ser ellas- Le contesté.

-Estoy segura que se las levantaron para hacer alarde ante alguien en el restaurante. Yo vi que los muchachos saludaron a uno que estaba en otra mesa- Opinó Keiko.

Arranqué el auto y me acerqué lentamente a las tres mujeres que seguían en el mismo sitio donde las dejaran plantadas. En cuanto estuve a su lado paré y les pregunté.

-¿No era que iban a ser ustedes las que iban a correr?-

-Ja, sí, pero ellos fueron más rápidos-

-¿Les dijeron de su orientación sexual?-

-No, no llegamos a eso-

-¿Las presentaron a alguien, como para hacer alarde del levante?- Volví a preguntar.

-No, saludaron a un señor, de lejos, nada más-

-Entonces son trolos- Sentenció Marga, siempre tan directa.

-Ja, ja, si, tal vez- Respondió una de las mujeres.

Nos despedimos y partimos para casa. Allí nos tomamos una café y terminamos el día teniendo otra sesión de sexo desenfrenado. En esta ocasión terminó Marga atada de pies y manos, amordazada y acostada en el sillón, mientras podía vernos a Keiko y a mi haciendo el amor. Luego la soltamos y se unió a la fiesta.

¿Para que necesitamos hombres? Cada día soy más feliz por ser lesbiana.

 

Cuatro.

El domingo en el asado de la fábrica fue un día especial. La primera razón por que se había viralizado el video donde desafiábamos al Monte Huaschan y fue durante todo el tiempo una catarata de elogios por nuestra valentía. Volver a ver esos videos me produce más escalofríos que los que pude haber tenido allá arriba, a mil metros de altura , caminado por un entablonados de 30 cm de ancho, pegadas a una pared vertical y solo sujetas por un arnés made in China.

La otra razón fue que Keiko no tuvo mejor idea que contar lo bien que pateaba yo la pelota e inventó habilidades mías para el futbol. Si habíamos tenido la idea de proponer un partido para el siguiente domingo nos quedamos en la intención porque el desafío llegó antes desde un grupo de operarios que de inmediato manifestaron su interés en vernos jugar.

Lo interesante de su desafío era que conformaríamos equipos mixtos de ambos bandos. Un arquero varón y cinco mujeres y cinco varones por cada uno. El sitio para el partido se podía conseguir pues detrás de los terrenos de la fábrica había un polideportivo que alquilaba canchas y había una de tamaño suficientemente grande. Uno de los muchachos se comprometió a reservarla para el día indicado. Los equipos se conformaron rápidamente, en el nuestro además de los cinco jugadores varones y el arquero todos ellos operarios, estábamos Keiko, Marga, dos empleadas de la administración y yo. Por el otro lado había una mezcla de operarios varones y las cinco mujeres eran hijas de algunos de ellos. Ya esperaba el próximo fin de semana.

Esa noche estuvimos delicadas en nuestras relaciones sexuales. Fue todo un juego de tiernas caricias y mucha demostración de afecto. No sé porque estábamos así, tan romanticonas y para nada salvajes como la mayoría de las veces. Pero fue muy lindo y, como de costumbre terminamos dormidas, enroscadas como serpientes unas con otras.

El lunes, mientras desayunábamos para ir cada una a su trabajo, sonó el celular de Marga.

-¡Epa!- Exclamó Marga en cuanto vio quien le llamaba.

Keiko y yo nos miramos asombradas por la exclamación. Marga hablo un par de minutos. Por lo que pudimos oír, quedó con alguien citada en la oficina por la tarde. No tuvimos tiempo de preguntarle pues ella estaba exultante y nos contó todo.

-El que llamo es un señor llamado Antonio Nogueira, un millonario de Montevideo, tiene más plata que político corrupto, y hace rato que estamos en tratativas para concretar un negoción, el más grande que tendría desde que nos mudamos. Y quiere tener una reunión esta tarde y, al parecer, con ganas de concretar-

-¿Y de que se trata el negoción?- Pregunté.

-Es sobre un terreno en un lugar privilegiado, frente al mar. El dueño lo vendió por un precio vil pues no quería dejárselo a su ex mujer y yo se lo compré. Ahora resulta que ese terreno vale millones y yo tenía intención de venderlo solamente, pero apareció este señor Nogueira y me propuso comprarlo por su verdadero valor y hacer tres torres de veinte pisos cada una y me dejaría a mí un diez por ciento de los departamentos para que haga con ellos lo que quiera-

-¡Wow! ¿Eso significa que te vas a volver millonaria?- Preguntó Keiko.

-Si, pero no me voy a olvidar de ustedes, van a poder venir a visitarme a mi nueva casa en la Riviera Francesa- Respondió Marga riendo.

Y luego de unos segundos dijo.

-Ni locas piensen que se van a librar de mi-

-¡No! Si no lo pensamos- Respondí yo.

Luego del desayuno me dejaron sola. Conversé un rato con la señora Azumi que había venido a controlar a sus empleadas, y me fui a mi estudio a pensar un poco. En realidad ando medio constipada de ideas y por eso me puse a leer un rato.

Era media tarde cuando sonó mi Whats App con un mensaje de Marga acompañado de tres fotos. Me llamó la atención pues entre nosotras solo nos comunicamos por teléfono en tiempo real, de modo que abrí rápidamente el mensaje. Lo leí.

“¿Alguno de estos te resulta conocido?” Decía en el epígrafe de una de las fotos.

Las miré detenidamente. Estaban tomadas desde un piso superior y se veía el estacionamiento frente al edificio donde Marga tiene sus oficinas. Las tres fotos mostraban a tres hombres caminando hacia una SUV Porsche negra. En las dos primeras los tres sujetos estaba de espaldas. Uno de ellos era alto, fornido, vestido con traje azul, el otro, más delgado, de saco azul y pantalón gris, el tercero, más joven tenía una remera de un chillón color rojo. En la última foto, cuando ya estaban al lado del vehículo lo reconocí, era uno de los muchachos que encontramos en la playa y luego en Kitty´s el sábado pasado. Y claro, luego reconocí también el auto.

De inmediato la llamé a Marga.

-¿Viste las fotos?- Me preguntó.

-Si, las vi y reconocí a uno de los pendejos del sábado. ¿Quién es?-

-Es hijo de Nogueira. Nogueira es el tipo fortachón de traje, el otro flaco es el secretario que hace unos días anda por Punta buscando negocios mandado por su patrón y el pendejo, como te dije es su hijo-

-¿Te lo presentó?-

-No, porque cuando los hice pasar a mi oficina le dijo que se quedara afuera, entraron solo Nogueira y su secretario-

-¿Y cómo sabes que es su hijo?-

-Porque cuando estaban por salir Nogueira le dijo al secretario: Anda y decile al tarambana de mi hijo que vaya saliendo a poner en marcha el auto-

-¡Ja, ja! ¡Cuanto hacía que no oía la palabra tarambana!- Exclamé-

En eso sonó mi teléfono de línea.

-¿Hola?-

-¡Soy yo, Keiko! ¿Viste las fotos que mandó Marga?-

-Si, de esos estamos hablando-

-Me imaginé, por eso te llamo al teléfono de línea. El chico de remera roja es uno de los pelotudos del sábado, ya me imagino que lo saben pero yo sé quién es el tipo de saco azul y pantalón gris…-

-¿Quién?- Preguntamos al unísono Marga y yo pues le había puesto el altavoz a mi teléfono para que escuchara ella también.

-El chabón que saludaron en Kitty´s el sábado cuando estaban con las minas. Ese fulano estaba solo en una mesa y ni se acercó a saludar. Yo lo vi y recuerdo que una de las chicas dijo que habían saludado a alguien-

-Esto lo tenemos que seguir conversando esta noche- Dije, pero ahí me acordé de preguntar. -¿Y a vos como te fue?-

-¡Genial! ¡Negocio concretado!-

-¡Felicitaciones! ¡Esta noche festejamos!-

Esa tarde. Luego de la acostumbrada ducha y cambio de ropa nos fuimos a la terraza a tomar mate. Y continuar con la interesante charla, de paso.

-Si el secretario andaba ya hace unos días por Punta del Este, el hijo de Nogueira lo sabría, ¿pero, si los pendejos andaban de trampa, porque no fueron más discretos?- Pregunté.

-Porque quería que los viera- Dijo Marga.

-¿Para qué?-

-Fácil, para que los viera con mujeres- Volvió a responder Marga.

-Y se lo contara al padre- Concluí

-Exacto-

-¿Estás pensando lo mismo que yo?- Dije.

-O sea que el padre sabe que su hijo y algunos idiotas como él están de joda en Punta. Y le manda al secretario para que “vea algunos negocios” y de paso los espíe, porque tiene miedo que el hijito sea trolo. Entonces el hijito trolo y sus amigotes se buscan tres minas y las exhiben ante el secretario como de casualidad- Resumió Keiko.

-Nada más claro- Dijo Marga.

-¿Cómo es el tipo, digo, desde lo moral?- Pregunte

-¿Nogueira? De lo peor. Chupacirios él y su esposa. No me extrañarían que fueran del Opus Dei. Es lo que algunos llaman un “mataputos”-´Respondió Marga.

-Y encima le sale un hijo trolo…bueno eso es lo que creemos-

-Si es lo que creemos nosotras pero de lo que estoy segura es que si no es por trolo lo basurea por inútil. A ningún magnate que tiene un hijo en edad de hacerse en los negocios lo deja afuera de una reunión importante y lo usa solo de chofer-

-Clarísimo, si no es por puto es por idiota. ¿Tiene otro hijo?-

-Una mujer. Esta en Europa estudiando no sé qué cosa. No sé si le salió derecha pero una vez la vi y es una machona insoportable, pero, te aseguro, que una luz para los negocios-

-O sea que tal vez pueda ser lesbiana pero a él no le importe-

-Si, se podría decir-

-Es buen tema para una novela- Dijo Keiko.

-Realmente- Contesté

Cuando se terminó el agua del mate fui a dentro con todo el equipo y regresé a la terraza con tres copas y una botella de champagne.

-Y ahora, señoras, vamos a festejar por el logro de Marga, a la que está yendo tan bien que nos va a mantener a nosotras dos- Dije mientras servía el líquido en las copas.

Y allí, en nuestra terraza, ya bajo las sombras de la noche, acariciadas por una tenue brisa brindamos por el logro de nuestra novia. Cuando terminé la copa, me quede mirándolas. Marga Y Keiko reían por algo que no escuché. Se las veía tan bien. Hermosas y felices.

Un nudo se me acomodó en la garganta y tuve ganas de lloriquear un poco. Pero de felicidad. Pocas veces, llevadas por nuestro ritmo de vida, había tomado conciencia del gran tesoro que tiene cada una al tener a las demás.

Ellas se dieron cuenta que yo estaba absorta mirándolas. Se acercaron y tomándome de la cintura y sin que yo dijera nada de lo que estaba pensando dijeron.

-Nosotras también te amamos, reina-

Y nos besamos largamente.

Unos minutos más tarde volvimos a nuestra realidad prosaica. Le pregunté a Marga.

-¿Y cómo sigue la cosa?-

-Por ahora, planos y más planos. También pude incluir a la parejita de arquitectos en el negocio y van a reunirse con el equipo de Nogueira para comenzar con el relevamiento del terreno-

-Genial. ¿Y con el hijo de Nogueira que hacemos?-

Mi pregunta las tomó de sorpresa.

-¿Cómo qué?-

-Y …averiguar si en realidad es trolo-

 

Cinco

Estaba preparando la cena, pelando cebolla para hacer una tarta, cocinando la carne e hirviendo los huevos cuando de pronto se me cruzó una loca idea a través del cerebro.

Marga estaba tras de mi preparando la tartera, me volví hacia ella y le pregunté.

-Decime una cosa, ¿Si este señor Nogueira es tan puritano, crees que pueda influir sobre su decisión descubrir que vos sos lesbiana?-

-No. Porque lo sabe. Desde el primer momento tuvo en claro quién soy. El tipo es conocido de Castaño, quien, flojo de boca, algo le dijo sobre que nos conocía de mucho tiempo a ambas. Al parecer la mujer de Nogueira que tiene todas tus novelas le terminó de aclarar quien sos vos. Y no hizo más que sumar dos más dos son cuatro y bingo. Se dio cuenta que yo también era torta. ¿Y sabes que hizo? Después de contarme como había llegado a esa conclusión me dijo que respetaba mi orientación sexual. Que lo dejaba aclarado para que no fuera obstáculo en los negocios que podríamos hacer. Eso me lo había dicho el mes pasado cuando todavía no teníamos un negocio concreto. Ahora ya está, no le importa-

-Y porque tiene una hija torta, según crees- Dije

-Si, tal vez. A la que muy posiblemente alienta porque el hijo es un idiota para los negocios y además presumiblemente trolo- Respondió Marga.

-A la que apoya por razones de negocios. Pero, siendo un puritano lo que hace es discriminar entre sus hijos- Opinó Keiko

-Seguro, el tipo vive lo del hijo como una debilidad de su sangre de macho, en cambio puede decir que la hija mujer es torta por culpa de la “sangre de la madre”- Manifesté

-Es muy loco pero probablemente piense así.- Dijo Marga

-Lo más sencillo es que piensa como piensan muchos imbéciles que pretenden ser políticamente correctos hoy día y dicen respetar las diversidades sexuales pero olvídate de su discurso progresista si le toca en su familia- Opinó Keiko.

-Yo sigo creyendo que a Nogueira le pesa más que su hijo sea un inútil para los negocios a que sea trolo. Este tipo tiene el dinero metido en la sangre y solo eso le importa- Manifestó Marga.

-Puede ser. De todas maneras le da los gustos. No cualquiera anda con una SUV Porsche por ahí lo más campante- Dije.

-De todas maneras nosotras creemos que es trolo porque lo deducimos. Hasta ahora no sabemos nada concreto. Por ahí es solo un pendejo inmaduro e inútil incapaz no solo de hacer negocios al estilo de su padre sino también de tener una relación seria con una mujer- Insistió Keiko.

-Estas en lo cierto. Por eso lo digo de nuevo. Deberíamos sacarnos la duda. Solo por saber. Por chusmas- Manifesté.

-Estoy de acuerdo- Dijo Marga

-Yo también- Dijo Keiko.

Cuando ya estábamos comiendo, Keiko levantó de pronto la vista del plato y preguntó.

-Un momento. Si el tipo es tan puritano y posiblemente la mujer también. ¿Cómo es que ella tiene todas las novelas de Ale?-

-No lo sé. Solo recuerdo que me lo dijo- Respondió Marga.

-Me parece que estamos frente a una familia de locos. Pero no importa en tanto y en cuanto haga buenos negocios con Marga. ¿Lo tenes bien investigado, no?-

-Totalmente. El tipo es un genio de las inversiones y muy solvente. No iba a hacer tratos con un aventurero. Que tenga una familia muy particular no me interesa aunque…me gustaría chusmear un poco, como decís vos, Ale- Contestó Marga.

Pero al día siguiente, mientras desayunábamos les comenté que era mejor mantenernos a la expectativa sin hacer nada, no fuera que por ser tan metidas le arruináramos el negocio a Marga. Mis novias estuvieron de acuerdo y toda la intención de investigar quedó suspendida.

Cuando me quedé sola, como el clima estaba agradable, salí a caminar por la playa. Me encanta ir por la orillita, donde la arena esta firme y así anduve el largo de unas cuadras. Había bastante gente que posiblemente estaba aprovechando los últimos días de vacaciones. Algunos me saludaban, no sé si me reconocían o solo por ser educados.

De pronto vi a los tres muchachos entre los que estaba el hijo de Nogueira. Seguían con su pelota en un sitio más aparatado haciendo lo que llamamos “pasecitos”.

“Al menos parecen bastante educados, juegan lejos de donde está la gente” Pensé.

Y sucedió lo inesperado. El hijo de Nogueira, al verme pasar, se acercó y me dijo.

-Buen día señorita, no sé si el otro día cuando casi le pega la pelota, nos disculpamos con usted-

Me sonreí.

-Si, lo hicieron y no fue molestia-

Noté que estaba turbado. Parecía que quería decir algo más pero no le salían las palabras.

-Bien, voy a seguir mi camino. Y no te preocupes. Me alegra saber que son unos chicos bien educados- Dije.

En ese momento recobró el habla.

-Me olvidaba decirle, yo la conozco. Mi mamá tiene todos sus libros. Por la foto en la contratapa la reconocí. Mi mamá se va a poner contenta cuando le cuente-

-¿Y no quisieras llevarle un autógrafo?- Manifesté.

-¡Si! ¡Claro! Pero no tengo donde-

-No te preocupes, siempre llevo una libretita conmigo por si se me ocurre algo cuando ando por la calle-

Le firmé un autógrafo en una hoja y se la entregué. Estaba contento como niño en una juguetería.

-¡Mi mama se va a enloquecer con esto! ¡Muchas gracias!-

Y se fue con sus amigos. Me quedé mirándolo. No me parecía que fuera homosexual. Simplemente juzgué que era muy apegado a su madre y poco proclive a las grandes aventuras de negocios de su padre. Lo imaginaba como artista antes que un fiero empresario. Era evidente que por eso su padre lo defenestraba. Seguí caminando pero durante mi paseo llamé a mis novias y las puse al tanto del encuentro. Estaban sorprendidas.

En esa conversación además quedamos en que pasaría a buscar a Marga y nos reuniríamos en el comedor de la fábrica del señor Yamura. Luego de mi caminata regresé a casa, ordené algunos papeles e hice unas anotaciones. Luego tomé mi auto y pasé por la rotisería.

Cuando estaba esperando mi pedido sentí un murmullo detrás de mí. No me quise dar vuelta pero pronto supe el motivo cuando se paró a mi lado el presidente Lacalle Pou.

-El mundo es un pañuelo- Dijo y yo asentí.

No podía creer lo que pasaba. Nos quedamos conversando unos minutos hasta que llegó mi pedido. Nos despedimos amablemente mientras el murmullo a nuestro alrededor era creciente. Salí a la calle y tratando de mantenerme lo más serena posible enfilé hacia el edificio de las oficinas de Marga.

 

Seis

Después de almorzar en el comedor de la fábrica, llevé de regreso de nuevo a Marga a su oficina y luego me fui a recorrer vidrieras para ver si había algo interesante en cuanto a ropa. Luego pasé por lo de mi marchand favorita, Adriana, que me había avisado que tenía vendidos otros tres cuadros míos. Una excelente noticia.

A la tarde estaba con el mate preparado para recibir a mis novias. Primero llegó Keiko. Fue a darse una ducha y cambiarse de ropa. Al rato llegó Marga que se sacó los zapatos, los tiró por cualquier lado y también se quitó la blusa y el pantalón para luego echarse en un sillón.

-Estoy agotada- Dijo mientras yo le alcanzaba un mate.

Keiko regresó de su baño y se sentó junto a mí. Marga, devolviéndome el mate manifestó.

-Estamos invitadas a cenar en la casa de Nogueira-

-¿What?- Exclamé.

-Lo que oíste-

-¿Las tres?- Preguntó Keiko

-Exacto, las tres- Respondió Marga.

-¿Why?- Volví a interrogarla.

-Por dos razones que te competen. La primera por el autógrafo que le firmaste al hijo para su madre y la segunda porque el flaco ese que es su secretario te vio esta mañana con el presidente conversando animadamente en la puerta de la rotisería-

-¿Y eso tiene alguna importancia para él?-

-Si, y te voy a decir por qué. La primera es que la mujer, que como sabemos es admiradora tuya, le ordenó que nos invitara…-

Keiko y yo reímos.

-…y la segunda es porque siendo un tipo acostumbrado a ser poderoso admira a los poderosos y saber que tenes trato con el presidente te convierte en una de esos poderosos, o sea que también te admira-

-No puedo creerlo-

-Créelo porque mañana a la noche cenamos en su casa-

-¿En Montevideo?-

-No, aquí. Tiene una mansión espectacular sobre La Brava-

-¿Habrá que sacar los vestidos de fiesta y los tacos altos?- Preguntó Keiko

-No te quepa la menor duda. Y además debo agregar que vos también sos objeto de admiración por haberte hecho cargo de la empresa de tu viejo y llevarla adelante- Le dijo Marga a Keiko.

-O sea que nos tenía en la mira-

-Tal vez, el tipo quería hacer negocios conmigo y como yo lo hice con él, seguro que estuvo preguntando por ahí si yo era de fiar. Hasta donde sé estuvo conversando con Castaño, con quien hizo algún negocio hace años y Castaño le contó de todo, hasta que fuiste la consejera de su hija-

-¡Vaya!- me siento anonadada.

Al otro día, después de una jornada de lo más rutinaria, donde estuve escribiendo algunos apuntes para un cuento y luego practicando con el órgano, en cuanto llegaron mis novias nos preparamos para ir a la casa del señor Nogueira. Debo decir que estaba ansiosa por conocerlo personalmente.

Marga se puso un vestido blanco, sin mangas, largo hasta el piso y zapatos de taco chino también blancos. Keiko,  un vestido similar pero estampado con flores y zapatos dorados. Yo me puse un conjunto de pantalón Oxford y una saco liviano color blanco y una camisa negra de seda. Mi calzado era una botitas negras con taco chino.

-En este momento me siento como Los Ángeles de Charlie- Dijo Marga y agregó – Somos la encarnación de la elegancia-

Fuimos en mi auto y cuando llegamos a la dirección indicada nos quedamos pasmadas frente a la entrada. Un muro alto rodeaba una enorme mansión que, por lo poco que se veía, era blanca como las casas mediterráneas o griegas.

Un individuo salió a nuestro encuentro. Traje negro, auricular en el oído, era la viva imagen de un agente del Servicio Secreto. Amablemente nos pidió alguna identificación y en cuanto vio los documentos que no le dejamos agarrar con sus manos sino que se los mostramos lo suficientemente cerca como para que los leyera, hizo un gesto hacia adentro y comenzó a abrirse el portón.

Arranqué el auto y entramos en el jardín del frente. Di vuelta a una rotonda y lo paré frente a la puerta de la casa. En las escaleras estaba un señor de librea negra que nos hizo pasar al interior.

-Esto no lo hemos visto ni en la casa del abuelo Aihara- Murmuró Marga a mi oído.

Tuve que contener la risa.

De la escalinata del frente pasamos a un amplio hall y de allí a la biblioteca.

El señor de librea abrió la puerta y nos anunció como “las señoritas invitadas”. De nuevo tuve que contener la risa y ahora con más razón por que en medio del salón estaban el señor Nogueira y su esposa, muy elegantemente vestidos. Él se adelantó y nos dio la mano a cada una de nosotras y luego nos presentó a su esposa. Todo era muy formal. Demasiado para mi gusto.

El señor Nogueira nos invitó a sentarnos en los sillones y llamó al mayordomo.

-¿Desean tomar algo como aperitivo?- Preguntó.

-Vino- Dije yo y mis novias asistieron estando de acuerdo.

Creo que hasta teníamos miedo de abrir la boca y meter la pata. Nunca me había pasado algo así antes.

-Bien, señoritas- Dijo el anfitrión y luego de ver que tenía nuestra atención, continuó.

-Hace tiempo que tuve oportunidad conocer al arquitecto Castaño cuando vino a hacer algunos negocios y luego, en uno de su viajes me presentó a la señorita Carbajal. Cuando supe que finalmente la señorita se había instalado aquí me dije que debía hacer negocios con ella pues su reputación como profesional y como persona era muy buena, excelente, diría. En conversaciones con el arquitecto Castaño también tuve noticias de ustedes, señorita Montes y señorita Yamura y de su actividades. No deben culpar al señor Castaño por ser tan amplio en sus elogios pero llegó al punto en que llamaron mi atención. Lo interesante es que cuando le comento a mi esposa acerca de lo que sabía, me enteré que ella es fanática suya y que ha leído todos sus libros. De inmediato me hizo una semblanza que me demostraba que conocía perfectamente su obra y su filosofía de vida lo que me hizo más interesante conocerla. Y luego me llegaron comentarios de colegas empresarios acerca de la eficiencia de la fábrica que dirige la señorita Yamura y también me resultó una persona digna de conocer. El hecho es que nunca tenía tiempo de organizar un encuentro pero finalmente al concretar un gran negocio con la señorita Carbajal fue que me dije que esta era la gran oportunidad…y aquí estamos-

-Ha sido usted muy claro- Dije sin saber que agregar.

-Es bueno saber que nos tienen en buen concepto- Manifestó Keiko.

 

Siete

Después del vino, entró el mayordomo y avisó que la cena estaba lista. En tanto la conversación se había hecho más amena, se había roto el hielo y las tres conversábamos con el matrimonio Nogueira con total soltura.

En el momento en que transitábamos hacia el comedor apareció el hijo de Nogueira. Fue evidente que al padre no le causó mucha gracia su presencia, pero la madre lo trató de manera más amable. El muchacho estaba turbado frente a la presencia del padre, a pesar de ello nos saludó con prestancia y luego de avisar que iría a encontrarse con unos amigos salió de la casa rápidamente. Se podía decir que estaba huyendo.

Nos sentamos alrededor de la enorme mesa. Muy grande, solo para cinco personas pero igualmente cómoda. No voy a describir la comida, aquello era un aquelarre de platos con diferentes preparaciones que iban desde carnes rojas, pollo, mariscos, fiambres, ensaladas y no sé cuántas cosas más. Creo que había comida por lo menos para veinte personas. Igualmente traté de ser discreta al servirme y mirando a mis novias vi que ellas también.

-Coman, coman a gusto- Dijo la anfitriona.

“Nos vio cara de hambrientas” Pensé.

La conversación giró sobre varios temas, desde economía y filosofía hasta construcciones. El señor Nogueira sabia también que yo tenía alguna experiencia en arquitectura pero antes que me propusiera alguna colaboración me apresuré a aclararle que hacía muchos años que no veía nada del tema y que mi vocación iba por otro lado.

En medio de todo el farrago de temas la señora habló de mis libros y mis conferencias y dijo que compartía mis ideas. Miré al señor Nogueira para trata de adivinar si reaccionaba a las palabras de su esposa pero estuvo inmutable.

Al final de la declaración de elogios de su mujer se dirigió hacia mí y dijo.

-Mi secretario la vio ayer conversando con el presidente en plena calle-

-Así, es. Se podría decir que somos viejos conocidos. Hasta ha tenido la deferencia de asistir a la presentación de nuestro último libro- Dije para que le quedara bien en claro mi relación con Lacalle Pou.

-¿Sabe una cosa? Cuando uno tiene poder debe relacionarse con personas con poder o con acceso al poder y por eso debo decirle que usted es una de esas personas. Lo sé por lo que me ha contado mi esposa y lo confirmé cuando mi secretario me contó lo que había visto. El mundo es de los valientes, de los poderosos, de los que no vacilan por sus ideales, de los que arriesgan todo por un negocio y para que no le quede ninguna duda, eso no tiene que ver con la orientación sexual-

-No creí que iría por ese lado- Le respondí audazmente.

-Voy por que les quiero contar algo. Cuando yo esté ocupado en otros temas o cuando ya no pueda dirigir mis negocios será mi hija la que se ocupe. Ahora ella, que es arquitecta, está en Europa estudiando varios sistemas de construcción prearmada para ver su factibilidad de uso en nuestro país. Pero si tuviera prejuicios de padre egoísta no la alentaría y ¿Sabe por qué?-

-Me lo imagino- Respondí.

-Yo sé que ha imaginado bien, porque ella es lesbiana. Pero es una tigresa para los negocios y es mi heredera-

El concepto estaba claro. Como nos lo habíamos imaginado despreciaba a su hijo no por su sexualidad, que todavía no estaba confirmada, sino por incapaz. Pero de él no dijo absolutamente nada.

Después de la cena salimos a la gran terraza. La conversación continuó como en el comedor sobre temas varios. El señor Nogueira me hizo preguntas que ya había contestado varias veces.

-¿No le interesó participar del nuevo gobierno en Argentina?-

-No soy política, ni lo quiero ser. No tengo banderas, ni ideologías, ni sectas, ni religión, ni siquiera tengo nacionalidad. Me dedico a sobrevivir, yo y mis parejas-

-Palabras duras, pero que solo pueden provenir de alguien que sabe lo que quiere. La felicito-

Después de un rato en que conversé con mi admiradora, la anfitriona, volví a acercarme a Nogueira.

-¿Le puedo hacer una pregunta, de difícil respuesta?-

-Si, como no-

-¿Es usted religioso?-

Se río y me quedé pensando que fibra había tocado en aquel hombre.

-Le voy a contar. Yo sé por qué me hace esa pregunta. Porque tengo fama de serlo, porque vamos todos los domingos a misa y damos grandes donaciones a la iglesia y además tengo buena relación con el Obispo. Supongo que le llamó la atención que al mismo tiempo sea tan comprensivo con la orientación sexual de mi hija. Pues, no soy religioso. Ni pizca, y el obispo y toda su lacra de vagos e inútiles me tiene sin cuidado, pero no puedo portarme como un lobo en medio del rebaño porque si no muchos se espantarían y no harían negocios conmigo. En cambio, si creen que soy como ellos, un creyente, van a caer como mansos corderitos. ¿Le parece?-

-Ja, ja, creo que voy a comenzar a admirarlo- Dije riéndome

El mozo que servía las bebidas paso y tomamos una copa cada uno. Tras eso volví al ataque.

-He visto que tiene un problema de carácter con su hijo-

-Usted lo ve todo-

-De eso vivo-

-Si, mi hijo es un inútil. Lo único que sabe es andar perdiendo el tiempo con sus amigotes-

-¿Pero, no se planteó introducirlo en los negocios?-

-No, ¿Para qué?- No tiene ni la mitad de los huevos de su hermana. Usted me entiende-

-¿Y no probo con el efecto Pigmalión?-

-No. ¿Qué es eso?-

-Es una manera de tratar a una persona como si fuera muy inteligente o capaz. No importa si lo es o no. El tema es que haciéndoselo creer va a lograr que esa persona se interese más en lo que debe hacer y así mejora su nivel intelectual-

-O sea que si comienzo a decirle a mi hijo que es un genio para los negocios a la larga lo será. ¿Usted cree en eso?-

Mi cara debió ser elocuente.

-Ja, ja, lo sospechaba. No cree-

-Bueno, no pierde nada con intentarlo. Lo cierto es que hasta ahora ha hecho lo opuesto y su hijo ahí anda, seguramente sintiéndose un miserable porque eso es lo que le dijo toda su vida-

-¿Sabe que usted es muy audaz para decirme esto? Otras personas ni se me acercarían a darme un consejo. Todos me tienen miedo. Porque creen que puedo enojarme ferozmente-

-¿Y lo hace?-

-Claro que si-

-Y por eso le tienen miedo-

-Prefiero que me tengan miedo. Así uno domina el mundo de los negocios-

-Si, pero corre el riesgo de que todos le mientan, le digan solo lo que quiere escuchar-

-Hasta ahora me ha funcionado-

-No se lo niego. Tal vez yo esté equivocada. Pero pruebe lo de su hijo. Algo bueno debe tener ese muchacho. Al menos es educado-

El hombre me miró.

-Debo decirle que tenía altas expectativas sobre usted. Todos los antecedentes lo decían-

-Lo lamento si lo defraudé-

-No es eso, simplemente creo que las opiniones sobre usted se quedaron cortas. Creo que además de hacer buenos negocios con su compañera, la señorita Carbajal es posible que tenga una buena amistad con usted y con la señorita Keiko-

-Mejor así. Lo único que no puede esperar de nosotras es que vayamos a misa-

Y reímos los dos.

En ese momento subió a la terraza el secretario del señor Nogueira. En cuanto me vio hizo una reverencia como saludo y luego extendió su mano. Yo extendí la mía y aquel saludo parecía al revés, él tenía la mano delicada y flácida, yo se la tomé con fuerza. No dijo nada, supongo que no le dolió. Luego de saludarme y de pedirme disculpas por la intromisión le dio al señor Nogueira un celular. El anfitrión miró en silencio unos segundos la pantalla que yo no podía ver. Luego me miró.

“Uy, que le pasa a este” Me pregunté.

Giró el celular y me mostró la imagen. Allí se nos veía claramente a las tres, Marga, Keiko y yo caminado por la pasarela del Monte Huaschan.

-¿Ustedes fueron capaces de hacer esto?- Preguntó.

El volumen de sus palabras llamó la atención de mis novias y la señora Nogueira.

-Si- Dije yo tranquilamente como si me hubiera preguntado si había tomado mate esa mañana.

El señor Nogueira hizo una profunda reverencia ante nosotras.

-Señoritas. Cada vez me sorprendo más con ustedes. Esto es un acto de valentía extraordinario. Las admiro-

Devolvió el celular a su secretario que había permanecido mudo a su lado. Luego éste desapareció por una puerta lateral.

-Propongo un nuevo brindis por la valentía de estas mujeres- Dijo el señor Nogueira.

De inmediato, como si lo hubiera escuchado, apareció un mozo y sirvió más champagne. Brindamos.

Poco tiempo después nos estábamos despidiendo. Nuestros anfitriones nos acompañaron hasta donde dejáramos el auto. Siguieron despidiéndose una vez que arranqué y estábamos al salir. Una vez en la Avenida costanera, mientras rogaba no encontrarnos con ningún control de alcoholemia fue cuando reaccionamos.

-No puedo creer todo lo que sucedió allá adentro – Dijo Keiko.

-Yo tampoco. A mí me parece un sueño todavía- Agregó Marga

La noche estaba fresca. Abrí el vidrio de la ventanilla para que entrara aire. Mis sensaciones eran extrañas. Tendrían que pasar unos días para digerir todo lo que escuchamos y vivimos. En tanto esperaríamos que a Marga le vaya bien con su negocio.

-Material para una novela- Dijo Keiko.

-Vaya que sí- Respondí

 

Ocho

En la semana pasaron dos cosas. Lo primero fue que recibimos mails de las japonesas del entorno del abuelo Aihara que agradecían nuestra respuesta y ahora sí, demostrando que estaban de acuerdo cuando nos escribieron por primera vez, nos manifestaron que estaban organizando un pequeño club de reuniones y que seriamos las homenajeadas cuando pudiéramos ir por aquellas latitudes. Agradecimos su mensaje y les dijimos que siendo tan largo el viaje al Sol Naciente, probablemente pasaría un tiempo antes de que eso pasara, ya que lo hacíamos siempre por alguna razón especial.

Lo segundo fue que Keiko y yo le utilizamos el gimnasio que Marga tiene en su piso para ponernos en forma debido al partido del domingo siguiente. Para el evento Keiko había comprado camisetas para todos. Un equipo tendría del color celeste y el otro azul intenso. Uno de los operarios que suele jugar habitualmente por diversión en un club de Maldonado nos consiguió la presencia de un amigo árbitro, lo cual me pareció muy bien ya que seguramente las faltas y otras jugadas poco claras generarían discusiones interminables si no había algún entendido que pusiera justicia. Keiko habló con los chicos y las chicas durante el almuerzo en la fábrica y decidieron que el partido duraría dos tiempos de veinte minutos cada uno ya que éramos unos y unas cuantas que no estábamos como para correr demasiado tiempo, dado que además íbamos a jugar en una cancha grande. Con todo arreglado esperamos con ansia el domingo.

En tanto Marga ya estaba trabajando con sus socios sobre el proyecto de las torres del señor Nogueira. Tuvieron que partir de una idea de la hija del magnate, pues no les quedaba más remedio ya que era evidente que su padre la favorecía y hasta debería decir, la malcriaba. De todas maneras las ideas parecían bastante buenas, una vez superado el prejuicio de verla como la hija del dueño.

Un día, saliendo del Banco me encontré en la calle con la esposa de Nogueira y aprovechando la suerte la invité a tomar el té en Crepas. La mujer es muy simpática y amable. A pesar de que se le notan sus aires de princesa. Lógicamente, cuando se es la esposa de un millonario no es humildad, precisamente, lo que puede demostrar. Pero la pude tolerar y debo reconocer que su nivel de frases estúpidas y lugares comunes es bastante bajo.

De todas maneras no era ella la que me importaba. Por lo tanto le pregunté por su hijo.

-¿Ya lo ha notado usted? El pobre es tan bueno para nada- Me contestó.

-Sin embargo usted lo quiere-

-Si, pero no puedo protegerlo toda la vida. El padre es muy riguroso con él y lo menosprecia-

-Si, lo había notado. Pero…por lo que veo le da la posibilidad de andar con un auto muy caro y tiene la libertad de salir con sus amigos-

-Claro, no se le puede prohibir todo, pues ya es un jovencito-

-¿Conoce el Efecto Pigmalión?- Le pregunté.

-No, ¿por?-

Y así como se lo había explicado a su marido se lo conté a ella. Me miraba asombrada.

-Debería comenzar a hacer eso. ¿El padre lo sabe?-

Asentí.

-¿No cree que podría ser tarde?-

-Inténtelo, pero no lo malcríe-

-Gracias- Dijo la mujer y tras tomar el ultimo sorbo de té se marchó pues llegaba tarde a la peluquería.

Y finalmente llegó el domingo. Nos levantamos temprano para ir a la cancha pues estaba pactado para antes del asado, ya que después de comer iba a ser imposible correr por cuarenta minutos.

Llegamos en mi auto y vimos que algunos de los participantes y publico ya se nos habían adelantado. Parecía que el evento estaba llamando la atención. Hasta el señor Yamura ya estaba instalado, juntos a su esposa, en sendas sillas plegables.

Marga y yo era la primera vez que veíamos a quienes iban a ser nuestros y nuestras compañeras de equipo. No habíamos tenido la picardía de hacer una reunión previa para saber, al menos como nos sentíamos cómodos en la cancha. Pero, según supe, el equipo contrario tampoco se había preparado. O sea que todo iba a ser improvisado por ambos bandos.

Salimos a la cancha y se acercó el árbitro que se había vestido con el atuendo reglamentario, lo que podía parecer una exageración pero él se tomaba el asunto muy en serio. Tirada la moneda y elegidos los arcos y quien salía primero, comenzó el partido.

De entrada los rivales parecían más acomodados en el campo de juego. Nosotros íbamos y veníamos corriendo conforme ellos avanzaban o retrocedían y no teníamos un planteo básico de ataque y defensa. Hasta que nos metieron un gol. Creo que recién en ese momento tome conciencia de lo que podíamos hacer. Se me ocurrió que como Marga y yo éramos las que corríamos más rápido, aún que los hombres, podíamos pasar al ataque, Keiko, que no era tan veloz pero seguía siéndolo en comparación con el resto, se quedaba en el medio abriendo el juego y los hombres formaron una doble fila de defensa. Eso logró que no corriéramos tanto y el juego se moviera por pases largos para lo que si parecían bastante hábiles nuestros compañeros.

Así fue que logramos un empate con un gol de Marga después que le pasé la pelota en el último segundo, cuando le hice creer al arquero contrario que iba patear al arco y en cambio la dejé en los pies de mi novia que la empujó con toda la furia contra la red. El público comenzó a vitorear. Hasta ese momento había permanecido expectante pero las improvisadas hinchadas comenzaron con canticos graciosos.

Estaba por terminar el primer tiempo cuando Keiko, en un descuido de la defensa contraria hizo nuestro segundo gol. Ya estábamos cerca de la apoteosis.

En el descanso, con tiempo para intercambiar opiniones fuimos organizando una táctica de juego. Los rivales estaban cansados de correr y lo que propuse fue seguir realizando pases largos para hacerlos correr más. Pasado los quince minutos de entretiempo volvimos a la cancha. El señor Yamura me hizo un gesto con su pulgar levantado mientras sonreía. Todos los que estaban en la cancha salvo Marga y Yo eran sus empleados pero él estaba orgulloso de nosotras y sobre todo de su hija.

Mi táctica de cansancio rindió sus frutos. A poco de comenzar hice mi primer gol y cuando promediaba el tiempo de juego uno de los muchachos hizo el cuarto. Pero nos descuidamos un poco y los rivales nos metieron un tanto. Estábamos yendo cuatro a dos y a pocos segundos antes de que el árbitro diera por terminado el partido, ellos nos pillaron en un descuido y nos hicieron el tercero. Así terminó el encuentro.

Salimos de la cancha todos abrazados, compañeros y rivales. Creo que pocas veces disfruté tanto como de este juego. Nos felicitamos mutuamente y entonces el señor Yamura nos llamó a todos los jugadores, y jugadoras y sorpresivamente sacó de una bolsa dos copitas y unas medallas que había comprado en secreto para repartir entre los y las participantes.

-Estoy muy orgulloso de ustedes- Dijo mientras me daba una copa a mí y la otra a una de las chicas del equipo rival y luego nos entregó las medallas.

Con la copita en la mano dije que creía que lo mejor era conservarla en una vitrina en la fábrica, como recuerdo de un excelente momento. La chica del otro equipo dijo que estaba muy de acuerdo y entonces el señor Yamura se comprometió a hacer construir una vitrina especial pues descontaba que iba a haber muchos eventos más como éste que seguramente mejorarían las relaciones entre empleados y directivos.

-¡Y ahora al asado!- Exclamo y todos aplaudieron.

Los que jugamos nos fuimos a dar una ducha y cambiarnos de ropa. Pocos minutos después estábamos en la terraza del edificio comunal, con una lata de cerveza en la mano para refrescar el cuerpo mientras esperábamos la tan sabrosa carne.

-Me duele todo- Me dijo Marga parándose a mi lado, en el momento en que yo estaba mirando la línea de la costa hacia San Ignacio cubierta en parte por la bruma generada por el rompimiento de las olas.

-A mí también. Estamos necesitando más gimnasia-

-Si, voy a tener que volver a los ejercicios por que los tengo medio abandonados. Estos últimos meses no me he dedicado lo suficiente. Mucha tensión. Lo del libro fue genial pero lo del negocio con Nogueira me tuvo bastante estresada-

-¿Pero, anda bien?-

-Si, por suerte. Y la semana próxima voy a tener el “honor” de conocer a la pendeja de su hija. Vamos a ver cómo nos llevamos con ella-

-Suerte-

-Creo que la voy a necesitar-

En ese momento se acercó Keiko.

-Me duele todo- Dijo.

-Bingo, ya somos tres- Manifesté yo.

-Muy buen gol, el tuyo- Le dijo Marga pasándole la mano por la cintura.

-Gracias. todavía no sé cómo lo hice-

-Hubiéramos necesitado alguien que nos filmara- Dije

-Creo que algunos de los chicos estuvieron filmando, hablaré con ellos después- Manifestó Keiko.

Pero fue evidente que si estábamos en imágenes por que pocos minutos después aparecimos en X, Tik Tok e Instagram, en cuentas de algunos de los muchachos que trabajan en Yamura. Como ninguna de las tres tenemos otra red social que Facebook nos vinieron a mostrar sus celulares donde aparecíamos haciendo los goles y alguna que otra jugada. Los títulos revelaban la admiración que sienten estos jóvenes, y no tan jóvenes, por nosotras pues en los títulos nos tildaban de genias. Algo un poco exagerado…

Fueron las publicaciones en Facebook las que llegaron a todos los ámbitos posibles. Desde mi editor en Buenos Aires, pasando por mi amigo Ricardo, todas las japonesitas que viven allá en la tierra del Sol Naciente, el Arquitecto Castaño, su hija, novias y amigas y las compañeras del colegio, y no sé cuántas personas más. Marga bajó algunas imágenes y videos y me los pasó para que los suba a You Tube, lo que hice de inmediato.

Para esa tardecita, cuando el asado y las ensaladas ya estaban depositados en los estómagos juntos con el vino o la cerveza, y habíamos ordenado y levantado toda la vajilla usada y estábamos por tomar sabrosos cafés, ya más relajados pudimos ver que la viralización se había multiplicado geométricamente.

-Creo que nunca fuimos tan populares- Dijo Marga.

Y así parecía ser. Habíamos pasado un día inolvidable. Regresamos a casa por calles internas, no fuera que cayéramos en algún control de alcoholemia. Nos fuimos a dormir solo con unos mates que tomamos ya casi de noche en nuestra terraza.

 

Nueve

La semana siguiente recibimos tantos comentarios y mensajes debidos a los videos del partido de futbol que nos quedaron muchos sin contestar. Desde Japón hasta el abuelo Aihara se tomó su tiempo para participar. Y Yuzu, Mei, Harumi, Matsuri, Mitsuko, Shirapon y todas las demás. En un diario de Sudacalandia también apareció una nota con una foto donde se me veía a mí en el preciso momento en que le hacia el pase a Marga para su gol y que decía:

“La polifacética escritora, pintora y música Alexia Montes, la pasa bien en su autoexilio de lujo jugando al futbol con sus amigas”

Creí notar no solo cierto sarcasmo sino también una pizca de envidia en el autor del artículo. En un par de canales de noticias, en esos segmentos donde se la pasan hablando estupideces y chismes de la farándula, también nos nombraron y mostraron un video de unos pocos segundos donde aparecíamos las tres jugando y festejando abrazadas tras uno de los goles.

Pero, además de la diversión, a Marga se le presentaba una semana importante. Llegaba de Europa la hija del señor Nogueira y mi novia temía que la hija, que podría influir sobre su padre, se convirtiera en un estorbo en el negocio que acababan de realizar.

El lunes, después del desayuno cada una se dirigió a su trabajo y yo me fui a la terraza a pintar el paisaje marino que solemos ver desde la altura. Al mediodía, como extrañaba a mis novias las llamé para saber si nos reuníamos a almorzar. Marga propuso su oficina por que andaba bastante ocupada pero no quería perderse la pizza que les prometí llevar.

Fuimos a comer al balcón del edificio aprovechando los últimos días del verano. Estábamos en eso cuando Marga se descolgó con una noticia.

-Hoy en la mañana hablé con el señor Nogueira y le dije que quería que su hijo trabajara conmigo-

Las caras que pusimos Keiko y yo debieron haber sido bastante evidentes y graciosas porque Marga largó una carcajada y dijo.

-Ja, ja, pusieron la misma cara que puso el señor Nogueira-

-¿Y qué te dijo?-

-Al principio no le gustó la idea. Me dijo que era un inútil, pero yo le contesté que algo bueno debía haber en él y que, dado que necesitaba más personal pensaba ubicarlo en la tarea de hacerme tramites y cosas así. Luego insistió con el argumento de que habría en Punta del Este una gran cantidad de jóvenes dispuestos a trabajar y volvía a preguntarme ¿Por qué a él?-

-¿Y qué le contestaste?-

-Que justamente, por ser su hijo. Por qué así tendría una persona de confianza que ambos conocíamos-

-¿Y?-

-Aflojó, y a las dos horas ya lo tenía a Jacobo, así se llama, en la oficina dispuesto a trabajar y, aunque no lo crean, feliz de poder hacerlo-

-Un milagro- Dijo Keiko.

-Si, pero eso no fue todo-

-¿Qué más?-

-Le dije que Alfonso y Beatriz, mi parejita de arquitectos asociados habían visto unas cuantas cosas que se podían mejorar del proyecto original-

-¿El que hizo la hija?- Pregunté

-Exacto-

-Vos estabas con ganas de suicidarte hoy?- Volví a preguntar.

-No, con ganas de hacer justicia. Lo de las mejoras es cierto, y no quería dejárselas pasar, así que cuando mañana llegue la nenita vamos a ver como lo toma-

-¿Y él como lo tomó?-

-Bastante tranquilo. Solo dijo que lo arregle con ella-

-No sé cómo te atreviste-

-Yo tampoco, pero esta situación me está empezando a parecer divertida. Nogueira puede decirnos que nos vayamos al demonio pero ya pagó por el terreno, yo me hice de una buena suma y mis socios también, así que lo demás es diversión-

Estaba comiendo mi segunda porción de pizza cuando Marga continuó hablando.

-¿No te vendrías mañana a chusmear un poco y opinar sobre los cambios que pretendemos hacer?-

-¿En concepto de qué?- le pregunté.

-Vamos, no te hagas la boluda. Vos sabes mucho de construcción aunque no “ejerzas” y además sos muy práctica, más que el saber técnico tenes bien claro dónde va cada cosa para que sea más sencillo-

-Lo que pasa es que tenes miedo de estar a solas con la nenita-

-Ja, ja, no…estarán también mis socios. Dale, date una vuelta, así como de casualidad. No te olvides que la madre de la nenita es admiradora tuya. ¡Ah! Y se llama Esther. Llegó anoche a Montevideo directo de Londres y esta noche llega a Punta…-

-¿En taxi aéreo?-

-No querida, en el avión de papito-

-Mira vos, y en Sudacalandia dice que nosotras estamos en un “autoexilio de lujo”-

-Y, siempre va a haber alguien más alto que uno- Concluyó Marga.

Después del almuerzo cada una regresó a sus actividades. Yo volví a mis pinceles pero seguí el cuadro en el atelier basándome en algunas fotos que había tomado en la mañana. Por la tardecita preparé el mate y esperé a mis novias con impaciencia. Me he dado cuenta que cada vez las necesito más a mi lado.

Durante el mate Keiko preguntó.

-Este Nogueira es católico, ¿no? Entonces ¿Por qué sus hijos tienen nombre bíblicos judíos?-

-Mirá, a mí me confesó que toda su imagen de persona religiosa es “pour la galerie” Se lo hace creer a los demás magnates para pasar por uno de ellos, pero en verdad odia a los curas. Por ahí les puso nombres judíos a sus hijos para quedar bien con la colectividad- Manifesté.

-Buen punto- Agregó Marga.

Esa noche cocinamos juntas. Hice pollo al horno con papas también al horno. Mis novias ayudaron pelando y cortando las papas mientras yo le sacaba la piel al pollo y lo trozaba para ponerla en la bandeja. Después del trabajo no sentamos a degustar un vino tinto, mientras se cocinaba la cena.

Comimos con mucha satisfacción. En verdad estábamos contentas y comencé a darme cuenta de que mis novias también pasaban por un momento de necesidad de estar juntas.

Esa noche en la camas quedo demostrado. Tuvimos una orgia. Los dedos de Marga en mi caverna inferior me hicieron retorcerme de placer y la lengua de Keiko en mi caverna superior casi me llega a la garganta. Luego cambiamos de posiciones hasta que culminamos en una sucesión imparable de orgasmos. Mojamos tanto las sábanas que debimos cambiarlas.

 

 

 

Diez

A la mañana siguiente me acerqué a las oficinas de Marga. Me recibió una joven muy hermosa que resultó ser la nueva recepcionista. En cuanto le dije quién era se apabulló y por un momento no supo que hacer.

-No te preocupes, conozco el camino- Le dije y ella sonrió de alivio.

Pasé por la sala de dibujo y allí, en uno de los tableros estaba una mujer rubia, de vestido rojo bastante ajustado a un hermoso cuerpo, zapatos de tacos altos, poco apropiados para la mañana y algunos colgantes, pulseras y anillos, todos dorados. La mujer, evidentemente era Esther y estaba revisando unos planos. Como no levantó la vista no la saludé y seguí derecho hasta la oficina de Marga. La encontré dando instrucciones a Jacobo.

-Hola, viniste. Te presento a Jacobo-

-Ya lo habíamos visto en la casa de sus padres- Respondí.

-Si, pero no en calidad de empleado de mi negocio-

-Espero que valga la pena la diferencia- Manifesté mientras le daba la mano.

El joven sonrió. Escuchó algunas ordenes que le daba Marga y luego salió raudo hacia la Planta Baja para subir a su SUV, o de su padre, más probablemente.

-¿Viste a la nena?- Me preguntó Marga.

-Si, cuando entré, pero no la saludé-

-Bien, vamos a verla. Hasta ahora no me ladró. Me parece que nos hicimos una idea equivocada sobre ella-

-O es lenta para reaccionar-

-Si, es posible-

Nos acercamos al tablero donde Esther revisaba los planos. Marga nos presentó. Cuando le dijo mi nombre abrió los ojos enormes.

-Un placer. ¿Sabe mi madre que está aquí?-

-Si, ya hemos compartido una cena en casa de su padre-

Tras el preámbulo coloquial nos pusimos a ver los planos. Las sugerencias de los socios de Marga me parecieron correctas y además le agregué algunas de mi autoría. Esther estaba sorprendida.

-¿Sabe usted de construcciones?- Me preguntó.

-Algo-

-Porque sus ideas me parecen muy buenas. Le agradezco mucho-

En ese momento Marga me miró sorprendida pero no logró decir nada por que sonó el teléfono en su oficina y se fue a atender. Aprovechando el momento le dije a Esther

-¿Un cafecito?-

-Si, como no-

Fui hasta la máquina expendedora que estaba en un rincón del salón y serví dos cafés. Regresé en el instante en que Marga salía de la oficina y dijo.

-Tengo que ver un cliente urgente, regreso en un rato-

-No te preocupes. ¿Te puedo usar la oficina?-

-Si, dale-

Hice un gesto a Esther para que me siga hasta la oficina de Marga. Me senté tras el escritorio y ella se sentó frente a mí. Le acerqué el vaso de café y poniéndome cómoda comencé mi discurso.

-Como habrá visto su hermano Jacobo está trabajando con la señora Carbajal-

-Si, lo sé y debo decirle que me sorprendió-

-¿Que su hermano tuviera un trabajo?-

-Si, papá nunca lo alentó a que trabaje, cree que es un inútil-

-Y, por lo contrario, cree que usted tiene la capacidad para sucederlo en sus negocios-

-Si, ha observado muy bien la situación-

-Bueno, tampoco hay que ser muy despierto para darse cuenta. Hace poco que conozco a su padre y lo que le describo es muy evidente. La señora Carbajal conoció a Jacobo y le pareció que era importante que le diera, por primera vez en su vida, una responsabilidad. Espero que no sea problema para usted-

-No, créame que no-

-¿Usted sabe que sucede cuando un animal, de cualquier especie, tiene dos o más hijos?-

-No-

-Al principio alimenta a los dos por igual, pero rápidamente uno parece ser más decidido y audaz que el otro y se las arregla para recibir más alimento y mientras se fortalece el otro, débil, se debilita aún más, como una especie de profecía autocumplida, y finalmente muere. Entre los humanos no debería suceder eso. Por ello es que cree la señora Carbajal que se le debe una oportunidad a su hermano y eso no significa que luche contra usted por el control de las empresas de su padre sino que tenga las armas como para seguir su propio camino por otro lado-

Ella me miró. Jugueteó unos segundos con el vaso de café y pude ver que no era la leona peligrosa que nos habíamos imaginado sino una gatita que se desarmaba ante cualquier presión.

-¿Usted ha hecho un gran esfuerzo por satisfacer a su padre? Un esfuerzo que la está agotando- Le pregunté

-Si, por alguna razón que no conozco mi padre comenzó a hacer diferencias entre Jacobo y yo y me puso en este lugar de ser su heredera y mi hermano un inútil. Yo no tuve opción, tuve que responder a su demanda y me convertí en una persona que todo el mundo respeta o teme, o lo que fuera, que termina haciéndome mal. Con ninguna otra persona, como con usted ahora , he tenido posibilidad de expresar mi desaliento. A veces me siento agotada y le juro que no me molestaría que mi hermano ocupe mi lugar-

Tomó el café de un sorbo pues ya estaría medio frio.

-Me gustaría que repasemos esos cambios y poder conversar con los socios de la señora Carbajal para implementarlos. Luego hablaré con mi padre para avisarle de las decisiones tomadas y le diré que he aceptado sus sugerencias porque las creo muy buenas-

Ese fue el primer contacto que tuve con la hija del señor Nogueira. Estuvimos viendo los planos unos minutos, luego llegaron los arquitectos y al rato Marga. Dejamos a los profesionales conversar entre ellos y le llevé a mi novia a su oficina.

-Ahí tenes a la fiera domesticada. Un dulce la yegua. Está a punto de explotar porque no tolera más que su padre la presione tanto para que sea su heredera-

-Lo sospechaba- Respondió Marga.

-Y…otra cosa- Dije y agregué- Muy bonita la recepcionista. ¿No estarás teniendo malos pensamientos para con ella?-

-Ja, ja, No. Es más heterosexual que una gallina. Tiene un novio así de grandote que la viene buscar en una Royal Enfield-

-Bien, por lo que veo ya no se me necesita más aquí. A propósito, yo no lo hice pero…¿averiguaste si en realidad la fierecilla es lesbiana?-

-Ni idea, ¿Por?-

-No sé, tengo una leve sospecha…-

 

Once

Esa noche Marga estaba contenta. Se debía a que logró tener al hijo de Nogueira trabajando con ella solo por desafiar a su padre y para mejor tenia a la hija domesticada por que la mujer aceptó todas las sugerencias del matrimonio de arquitectos socios de Marga y las mías también. Y el poderoso señor Nogueira no dijo nada al respecto.

Eso nos contó esa noche durante la cena.

-La fierecilla se mudó a mi edificio para tener su base de operaciones-

-¿En tu oficina?-

-No, por suerte. Se alquiló una oficina en el piso inferior. El hecho es que ella será la responsable legal de la obra y quiere estar al tanto de todo pero por suerte se hizo su propio reducto. Y lo hizo porque tampoco quiso quedarse a trabajar en la casa de su padre aunque el viejo y su mujer ya se fueron a Montevideo-

-No soporta a su padre- Comenté.

-Algo de eso hay, pero además porque no trabajará sola. Se trajo su “equipo”- Respondió Marga haciendo la clásica seña de comillas con los dedos.

-¿Por qué decís “equipo” así entre comillas- Dije yo haciendo el mismo gesto.

-Porque su “equipo” es solo una persona. Una arquitecta que conocí esta tarde. ¿Como les diré? Una belleza exótica, un físico espectacular, cabello negro batido como en los 80,una lengua que le va y viene por los labios como una serpiente. Parece que siempre está alzada, pero he comprobado que además tiene cerebro-

-Muy gráfica descripción- Manifestó Keiko.

-¿Ya te enamoraste?- le pregunté a Marga.

-Ja, ja ¡No!- Respondió.

-Me parece que el almuerzo de mañana es en lo de Marga- Dijo Keiko.

-Otra que se calentó- Dije yo y agregué- Mañana, almuerzo en lo de Marga, no voy quedarme con la incógnita-

Al mediodía siguiente llegué al edificio de las oficinas de Marga con el paquete de sándwich de miga que me encargaron. Estacioné el auto y salí con el paquete. Estaba cerrando la puerta cuando sentí una voz a mi espalda.

-Alexia Montes, siempre tan sensual-

Me di vuelta de inmediato. No reconocía la voz, pero cuando vi a la persona que me había hablado quedé muda. Lo que ella notó.

-¿Te quedaste sin palabras?- Dijo.

-No puedo creer lo que veo- Dije

Y lo que veía era a Silvia Pal, la mujer más hermosa que conocí en mi vida, con perdón de mis novias. Silvia había sido una compañera en mí, muy breve, pasada por la Facultad de Arquitectura. Me tenía loca y a todos los varones también. Trataba de sentarme siempre cerca de ella y conversábamos mucho. Me encantaba su presencia y procuraba todo el tiempo tratar de saber si su amistad para conmigo podía ser algo más. Pero era una muralla infranqueable y vivíamos rodeadas de admiradores, de ella, no míos.

Poda haberla abordado muchas veces para pedirle una cita, pero fue una casualidad increíble la que me llevó un día a llamarla por teléfono e invitarla a salir. Contra mi previsión, aceptó. Fuimos a comer pizza en Ramos Mejía, en la época en que se podía andar por las calles del Municipio de La Matanza. Conversamos mucho. Ella no paraba de hablar de sus conquistas heterosexuales y yo seguía anonadada y sin saber cómo pedirle que fuera mi novia.

Al finalizar ese año ya no volví a la Facultad y no la vi más. Hasta ahora.

-Sabía que alguna vez me iba a cruzar con vos por aquí- Dijo mientras hacia su clásico gesto de pasarse la lengua por los labios.

-¿Por?-

-Porque siempre estás en las noticias, ayer casualmente vi una nota sobre tus habilidades para el futbol-

-Si, parece que los noticieros no tienen temas más importantes de que hablar en Sudacalandia- Dije y agregué – Yo no lo sabía pero debí adivinar que estabas aquí-

-¿Ah ,sí?-

-Si, por que sos la socia de Esther Nogueira-

-¡Vaya, estas enterada! ¿Y cómo lo sabes?-

-Porque Marga Carbajal, a quien ya conoces te describió perfectamente-

-Marga, si la conocí ayer. Una fiera para los negocios y muy atractiva-

Poniéndole un dedo sobre la punta de la nariz le dije

-Ni se te ocurra nada con Marga porque te cago a patadas-

-Tranquila, ya sé que es una de tus novias, acaparadora-

-Hablando de eso, ¿Cuándo se te despertó el lesbianismo?, porque cuando yo trataba de conquistarte vos derramabas heterosexualidad por todos lados-

-Éramos muy chicas y a decir verdad tenía miedo…pero después me curé-

-Y ahora picas alto encamándote con la hijita de un multimillonario-

-Ja, no seas tonta, no lo hago por plata como te estas imaginando-

Tomé el paquete de sándwiches que había dejado sobre el techo del auto y le dije.

-Voy adentro, mis novias deben estar hambrientas. ¿Queres almorzar con nosotras?-

-No puedo, tengo que encontrarme con Esther y tenemos que ir al terreno a ver a los agrimensores, pero puedo pasar a saludar-

Mientras caminábamos hacia la puerta del edificio le dije.

-Hubiera estado lindo hacer una buenas tijeras en aquella época-

-Y, si- Dijo ella y se ruborizó.

Entramos al edificio, subimos las escaleras hasta el piso donde tiene Marga su oficina y Silvia me acompañó a saludar a mis novias.

-Aquí estoy yo y los sándwiches, y una vieja amiga- dije introduciendo a Silvia.

Cuando atravesó la puerta Marga y Keiko se quedaron con la boca abierta.

-¡No puedo creerlo!- Exclamó Marga.

-Así es, esta torta, miembro de nuestra colectividad fue compañera mía cuando estuve en la Facultad-

-Hola chicas- Dijo Silvia saludando a mis novias con un beso en la mejilla a cada una.

-Quiero que sepas que ahora no solo sos bienvenida por ser colega de trabajo, sino también por ser amiga de Alexia y sobre todo por torta (lesbiana)- Dijo Marga

Silvia se rio.

-Bien, es bueno saberlo. Espero que seamos todas buenas amigas-

Luego hizo sus gestito de pasarse la lengua por los labios y agregó

-Bueno…me voy. El trabajo espera-

Y en cuanto salió al pasillo, Marga preguntó.

-Guacha, ¿Cuántas veces te la cogiste?-

-Nunca. Solo salimos una vez y lo único que hicimos fue ir a una pizzería y ella hablar de sus hombres y yo escucharla mientras me hacia la cabeza pensando como lograría llevarla a la cama-

-Si, eso es lo que una pensaría de solo verla-

 

Doce

Mientras tomábamos mate y nos comentábamos las novedades del día Keiko contó que había logrado hacer un muy interesante contrato de exportación a Estados Unidos.

-Solo se trató de investigar un poco el mercado y buscar los clientes. Después de que encontráramos algo que valía la pena los contactamos, formalizamos la venta e hicimos los trámites correspondientes lo que fue bastante rápido. En Uruguay están muy capacitados para que los tramites sean poco burocráticos y no tenes que andar sobornando a nadie-

-Pues, te felicito. Tu viejo debe estar contento-

-Si. Esta agrandado. Bueno…el también hizo parte del trabajo-

-Genial, ¿Y vos?- Le pregunté a Marga.

-Bien. Están trabajando los agrimensores y ya llegaron las máquinas para excavar. Creo que todo va a andar bastante rápido. La princesita trajo una buenas ideas de Europa en cuanto a velocidad de construcción. El tema es que no se si tendremos aquí el material tecnológico y humano que tienen allá. Pero le tengo fe-

-¿Y cómo andas con los Nogueira?-

-Con el padre muy bien. Se borró y no jode. En cuanto a los críos te diré que Jacobito, tal como lo habíamos pensado, parece bastante avispado lo que podría preocupar a la princesita pero aparentemente se están llevando bien y creo suponer que es como que recién se descubrieron uno con el otro. Tengo ganas de invitarlos a mi piso a cenar-

-¿A ellos dos solos?- Pregunto Keiko ganándome de mano.

-No, a la admiradora de Alexia también-

-Estaría bueno. Apoyo la idea- Dije yo.

-Así conozco a la princesita- Agregó Keiko.

-Esto se va a convertir en un nido de lesbianas- Manifesté y agregué -Como cuando vino la turba de las Taniguchi y compañía-

-¡Ah! Pero esas eran japonesas- Comentó Marga

-¿Y que tiene? Acá también tenemos una japonesa- Retruqué imaginando hacia donde quería ir Marga

-Si claro, pero yo digo japonesas de verdad- Insistió Marga.

Lo que le valió un certero golpe con un almohadón en la cabeza lanzado por Keiko que está mejorando su puntería.

De modo que a la noche siguiente, con la ayuda de dos empleadas de la señora Azumi dejamos todo preparado para la cena que debía ser lo más informal posible.

La mesa con los fiambres la dispusimos en la terraza ya que las temperaturas no aflojan a pesar del incipiente otoño y la otra en el gran comedor de Marga, que como alguna vez lo describí, es la que vive en el tercer piso.

Nos vestimos lo más cómodas posible. Las tres con calzas negras brillantes y zapatillas. Arriba una remera holgada, la mía de color blanco, la de Marga color azul y la de Keiko, rosa. Al sonar el timbre bajó Marga a recibir a sus invitados.

Cuando entraron los tres miraban para todos lados, asombrados.

-¡Esto es fabuloso!- Comentó Esther.

-¿Los tres pisos son iguales?- Preguntó Silvia

-Similares, cada una hizo la distribución a su gusto- Respondió Marga.

Las dos mujeres, Esther y Silvia estaban vestidas de forma parecida a nosotras, calzas y remeras. La de la hija de Nogueira era estampada en varios colores, la de Silvia, negra. Porque, no recuerdo haberlo mencionado, en la época en que la conocí Silvia tenía la costumbre de vestir siempre totalmente de negro y evidentemente sigue igual. Jacobo lucía un pantalón y una remera bastante ajustados.

Las invitadas se acercaron y nos saludamos. Le presenté Esther a Keiko. En el saludo observé por el comentario que le hizo la hija de Nogueira que conocía el trabajo de nuestra japonesita y que además lo admiraba.

-A Silvia no tengo que presentártela porque me enteré que se conocían- Dijo Esther al acercarse a mí.

-Si, tengo ese placer- Respondí mientras le daba una abrazo a mi vieja amiga.

-Estoy anonadada- Comentó la hija de Nogueira mirando alrededor.

-Este es nuestro castillo- Dijo Keiko

-Estoy segura de que es así-

Al principio todo parecía muy formal. Estábamos como en los rounds de estudio de una pelea de box. Ofrecí a las invitadas e invitado una copa de vino y los invité a pasar a la terraza. Una vez arriba el asombro se repitió cuando vieron el mar con las últimas luces del atardecer.

-¡Esto es fabuloso!- Repetía Esther que seguramente habrá tenido montones de vistas así en su vida pero que, quizás, nunca las había disfrutado.

Nos sentamos alrededor de la mesa de quesos y fiambres y la conversación comenzó a ser más animada. El hielo se estaba derritiendo.

-Lo que me perdí por hacerme la heterosexual- Bromeó Silvia

-Siempre se pierde siendo hetero- Manifesté yo

-Divertirse- Agregó Esther.

-Una vida- Dijo Marga

-La felicidad- Opinó Keiko.

-Una mansión en Punta del Este con vista al mar- Agregó Silvia.

-Y una maravillosa comunidad de hermanas- Dijo Keiko.

Luego de la entrada hubo consenso para quedarnos en la terraza por el resto de la cena por lo que bajamos Keiko y yo, junto con las dos empleadas a buscar las fuentes de comida y más bebidas, pues todo era para comer con la mano, pizzas, sándwiches, y no necesitábamos platos ni cubiertos. Silvia se sumó a nosotras para ayudar mientras Marga y los hermanos Nogueira se quedaron conversando sobre el trabajo.

Rato después, habiendo comido y bebido lo suficiente trasladamos las sillas hacia un costado y nos quedamos conversando de temas varios. Inesperadamente Esther lanzó un comentario del que yo algo sabía, pero como una confesión entre nosotras.

-Una vez que termine este trabajo no se si voy a seguir en la empresa de mi padre. Me está haciendo mucho mal la presión-

-No creo que a papá le guste mucho tu idea si lo llega a saber- Dijo Jacobo.

Levanté la vista para para darme cuenta que mis novias habían hecho lo mismo. Nos miramos con cara de asombro. ¿Qué pasó? Me pregunté.

-¿Se lo vas a contar vos?- Preguntó Esther a su hermano.

-Ni loco. Se lo vas a tener que decir vos y espero que papa te entienda-

-Y entonces vos tomarías mi lugar- Manifestó la princesita.

-Jamás. O por qué crees que siempre acepté el papel de pelotudo. Sabía que en algún momento iba a conseguir algo bueno. Y eso me lo ofreció Marga. El viejo se va a tener que conseguir otro esclavo-

Inesperadas confesiones. Hubo una instante de silencio que parecía que nadie se atrevía a romper. Hasta que tomé mi celular y busque algo de música alegre. Cuando la encontré exclamé.

-¡Vamos a bailar!-

 

Trece

La disrupción tuvo un buen efecto. Igualmente tuvimos que bajar al piso por que hacer ruido en la terraza a esa hora no es educación de buenos vecinos, aunque nuestro edificio sea el único de toda la manzana.

Si faltaba poco para convertir la cena en una reunión absolutamente informal, lo logró el baile. Todas hicimos algunos pasos siguiendo el ritmo del grupo Girl´s Generation, bailábamos solas o tomadas de la mano con la primera que encontráramos más cerca, hasta Jacobo tuvo oportunidad de hacerse la marica como no lo había visto antes. Realmente estaba desatado.

Por eso fue que en un momento en que me senté en un sillón y él lo hizo a mi lado, mientras yo seguía dándole a la cerveza aproveché a preguntarle totalmente desinhibida.

-¿Es cierto que sos gay?-

-Ja, ja ¿se nota?-

-Bastante-

-Si , lo soy-

-Y no quisieras que tu padre lo sepa-

-Si, lo sabe-

-¿Por eso te desmerece, para que no te hagas cargo de la empresa?-

-Supongo que si-

-¿Pero tu hermana es lesbiana y sabemos que lo sabe y sin embargo no le importa?-

-Es que es distinto. Entre las mujeres, y ustedes lo saben bien, el ser homosexual no es un demerito, porque pueden acostarse con quien quieran y sin embargo seguir siendo fuertes y decididas. He visto su video jugando al futbol o, más aún, el del Monte Huaschan, ustedes son aguerridas y valientes, eso es lo que admira mi padre. Por eso no cuestiona a mi hermana, además también sabe de la relación que tiene con Silvia. A Silvia la trajo mi padre a la empresa apenas egresó de la Facultad. Su imagen es que en las parejas de lesbianas no hay una que predomine, bueno…salvo cuando juegan roles. En cambio la homosexualidad entre hombres es muy desigual, hay uno que domina, que además no se ve a sí mismo como homosexual porque es el que la pone, y si encima sos de los que les gusta ser cogido, estas acabado, sos solo una pobre mariquita y eso no es así, conozco pasivos que en su vida cotidiana son fuertes y valientes, pero hombres con la mentalidad como mi padre solo nos consideran como nenitas. Por eso mi padre me defenestra-

Le pasé la mano por el hombro y lo atraje hacia mí.

-Pero si tu padre ya lo sabe, ¿Qué estaban haciendo con esas tres locas en Kitty´s hace varias noches donde estaban, en otra mesa, el secretario de tu padre? ¿Estaban aparentando para pasar por heterosexuales?-

-Usted sabe todo. Me impresiona. No, en verdad los dos chicos que estaban conmigo, aquellas veces en la playa y en el restaurante son heterosexuales, conquistaron a las chicas, pero ellas eran tres y necesitaban alguien que les ayudara, por eso fui y encima puse el auto-

-¿Pero después fue como si huyeran?-

-No teníamos un peso más, habíamos gastado todo en la cena y la única posibilidad era luego ir a un Albergue Transitorio así que tuvimos que huir. No crea que por ser hijo de alguien rico nos da crédito ilimitado-

-¿Sabías que las chicas eran lesbianas?-

-¿Si? No sé cómo lo sabe pero era evidentemente una situación ridícula-

-Una de las chicas que nos reconoció me lo dijo después en el estacionamiento-

-Verdaderamente es gracioso-

-¿Y cómo te llevas, vos mismo con tu homosexualidad?-

-Conmigo, bien. Es una época más libre a pesar de que todavía hay homofobia. Mi problema en este caso es ser hijo de un rico. Todos piensan que tenes que pagar…-

-¿Te extorsionan?-

-No, y eso ya no me preocupa. El tema es que creen que por ser yo el niño rico y encima pasivo tengo que pagarles para que me cojan-

-¿Pagas?-

-Ni loco, aun así me va bastante bien-

-Genial- Dije y como todas ya se estaban cansando de bailar propuse si querían quedarse hasta el desayuno. La propuesta tuvo aceptación unánime y fue así que la conversación siguió toda la noche, mientras tomábamos café para estar despiertas.

El desayuno fue un momento de relax. Seguimos con el café y pobres nuestros estómagos, pero le agregamos bastante leche para compensar. Esther, Silvia y Jacobo se fueron por la mañana a tratar de dormir un poco y retomar el trabajo al mediodía. Keiko durmió solo una hora y ya estaba fresca y activa. Marga también decidió irse al mediodía. Yo estaba medio muerta. Y no es por los años. Hacía mucho tiempo que no me pasaba una noche completamente despierta. Acostarme tarde es una costumbre que tenemos pero no seguir de largo hasta el otro día.

De modo que cuando llegó la señora Azumi a la mañana le di unas pocas instrucciones y me fui a dormir un rato. Las dos mujeres que nos habían ayudado con la cena se habían quedado a dormir en la Planta Baja del edificio donde hay un dormitorio con todas las instalaciones para esos casos. Dado que son solteras no les molestaba quedarse a ayudar pero las mandé a descansar temprano. La señora Azumi las despertó y se pusieron a ordenar el piso de Marga, aunque yo, con mi trastorno obsesivo compulsivo ya había lavado las fuentes y los vasos y dejado un cierto orden.

Cuando me levanté eran las catorce horas. De inmediato me puse a trabajar. Antes de dormirme se me había ocurrido una idea sobre un libro con historias lésbicas. Con todos los acontecimientos de los últimos días se me había olvidado por completo y me vino a la mente de pronto. Era hora de comenzar a hacer anotaciones.

A la tarde, cuando mis novias regresaron con más cansancio que ganas de pensar, les comenté el tema.

-Es cierto, nos olvidamos por completo- Dijo Marga.

-¿Y qué es lo que propones?- Preguntó Keiko.

-Creo que tenemos varias situaciones que se presentaron estos días a las que podemos adaptar. Nuestra historia, la de los chicos Nogueira, las japonesas que nos escriben, podríamos hacer una gran mezcla con todo eso o cuentos diferentes. Volvamos a la libreta de anotaciones, pero no se apuren. Elaborémoslo tranquilas y con detalle-

Esa noche no tuvimos relaciones sexuales. Estábamos tan agotadas que cenamos una ensalada muy liviana y nada de alcohol. Realmente los últimos tiempos habían sido muy movidos, presentación del libro, viaje a Japón y China, las experiencias en el Monte Huaschan y la Puerta del Cielo, muchas horas de manejo por las rutas del Gigante Asiático, la reunión en lo del abuelo Ahiara, la función de teatro de Matsuri y de regreso la novedad del gran negocio de Marga, el avance dela empresa de Keiko, los avatares con la familia Nogueira, el partido de futbol y las largas horas de vuelos en China y Japón y de regreso.

Estamos vivas. Y eso es loque importa. Tenemos un lugar en el mundo donde somos felices, vivimos tranquilas y juntas. Un buen descanso nos pondrá de vuelta en carrera.

 

Catorce

A pesar de que los tiempos pasados habían sido muy activos y pensábamos descansar, no pudimos lograrlo. Marga estaba muy ocupada con sus clientes de la inmobiliaria y además el nuevo emprendimiento en el terreno que le vendiera al señor Nogueira le estaba absorbiendo todo el tiempo. De manera que decidió que Jacobo, su nuevo empleado, dejara de hacer tramites que podía realizar cualquier chiquilín y lo puso al frente de una oficina para la venta de los departamentos de su padre. El joven se tomó su trabajo muy en serio, dejó su ropa informal y comenzó a aparecer en la oficina de traje y corbata, demostrando, además, que tenía pasta de vendedor.

Keiko estaba sorprendida de que una delegación de los nuevos clientes que había conseguido en Estados Unidos, llegados para conocer la fábrica, se quedaran maravillados por el orden, la limpieza, la excelente educación de todos los empleados y, sobre todo, la calidad de los componentes que fabricaban. Por lo tanto también andaba de aquí para allá tratando de que los yanquis se sintieran cómodos en los tres días que estaban pasando en Punta del Este.

Yo, por lo tanto, me la pasaba haciendo videos tocando el órgano para uno de mis canales de You Tube y otros para mi canal donde hago play back de canciones y de los que cobro por la publicidad.

 Por el dinero cada vez me preocupo menos, las regalías de los libros se superan cada mes, los derechos por los mangas y los animes crecían exponencialmente y mi marchand vendía cada vez más cuadros míos en Europa, China y Japón.

-Mas temprano que tarde vamos a tener que hacer una exposición itinerante- Me decía, pero a mí me daba pereza solo oír la palabra viajar.

Pasaba además parte de mi tiempo escribiendo o pintando y luego preparando el mate para mis novias cuando regresaran agotadas a casa.

Una mañana se me ocurrió pasar por la gran obra. Llegué a la puerta y como estaba abierta entré directamente. Un obeso pero gracioso operario me detuvo el paso.

-¿Una nueva arquitecta?- Preguntó.

-No, querido, yo soy la que piensa-

El hombre rio sacudiendo su barriga cementerio de asados y cervezas.

-Pase nomas, entonces es bienvenida- Me dijo.

Le hice una breve reverencia y entré. Me dirigí directamente a la construcción prefabricada que estaba en una esquina del terreno. Ya tenía experiencia en obras y sabía que seguramente allí tendrían Esther y Silvia su oficina.

Entré sin llamar porque aquí también la puerta estaba abierte. Esther y Silvia estaba mirando los planos sobre una gran mesa, apoyadas con los codos sobre la superficie y echando sus traseros para atrás.

-Si siguen moviendo así sus culitos la van a pasar mal con tanto hombre alrededor-

Las dos se dieron vuelta rápidamente.

-¡Ah! ¡Sos vos!- Exclamaron a dúo.

-¿Cómo que “ah, sos vos”? ¿Así me reciben?-

-Dale, ya que viniste acércate a ver los planos y colaborá un poco- Dijo Silvia.

Me acerqué a la mesa y cuando estaba a su lado les manifesté.

-Juro que casi les meto una mano a cada una cuando me estaban dando la espalda-

-Dale, dale. Antes que eso resolvenos unos problemas- Exclamó Esther.

-Bien, si lo piden así-

Y así fue que me estuvieron consultando acerca del recorrido de los caños de desagüe, de la distribución de las luces de los palieres y otras minucias. A cada opinión mía exclamaban.

-Juro que ni lo había pensado-

-Entonces es cierto que lo que dice Marga-

-¿Qué dice Marga?-

-Que sos una genia de la construcción, que, a pesar de no haber terminado la Facultad tenes una enorme capacidad para resolver problemas-

-Si, eso dicen…- Solo se me ocurrió contestar y luego agregué -Me gustaría ver la excavaciones-

-Vamos- Dijo Silvia y nos encaminamos donde ya se podían ver tres enormes pozos que serían para las cocheras subterráneas.

-El señor es el capataz- Dijo Silvia mientras me señalaba a un tipo bastante apuesto que estaba parado al borde de una de las excavaciones.

El hombre, obviamente tratando de quedar bien, me dio la mano y me mostró el gran trabajo, orgulloso de su puesto.

-Veo que están haciendo los tres pozos a la vez, es un gran ahorro de tiempo…- Comencé a decir.

-Si, claro, el tiempo es dinero y sobre todo para el señor Nogueira- Dijo el hombre.

-Por supuesto- Manifesté y demostrando que su interrupción no me había hecho mella agregué -Veo que están haciendo los muros de contención de hormigón en las paredes solo entre edificios. ¿Por qué no hacen cajas de hormigón completas, porque por lo que puedo deducir está facilitando que haya desmoronamientos por las otras caras de las excavaciones?-

El tipo me miró y se quedó pensando, en tanto yo continuaba hablando.

-Así como el señor Nogueira le puso tres equipos de excavación también podrían haberles puesto tres equipos de encofrado y armado de hierros y trabajaban todos al mismo tiempo-

El hombre se repuso y me preguntó.

-¿Usted es arquitecta?-

-No, una simple Maestra Mayor de Obras-

-Ah, me lo imaginaba-

-¿Qué imaginaba?-

-Que es solo una amiguita de alguna de las arquitectas y que solo vino a curiosear-

-Si, es cierto , solo vine a curiosear…- Y me tome un segundo para seguir- A pedido de la señora Esther que valora mis consejos-

-Es cierto, y más vale que la escuche porque también es amiga del señor Nogueira- Manifestó Esther.

-Y del presidente Lacalle Pou- Agregó Silvia tratando de no tentarse.

-Lo lamento señorita, no sé cómo disculparme-

-Poniendo tres equipos de armadores, uno en cada pozo. haciendo los fierros y el encofrado e ir profundizando después que estén hormigonadas las cajas, así será más seguro y ahorrara tres días por cada edificio-

-El tiempo es dinero- Dijo Silvia con evidente sorna-

-Y sobre todo si es de “papito”- Dije yo riéndome-

Y volviéndome a las chicas dije.

-Esta inspección me dio ganas de un buen té con masa dulces. ¿Tienen tiempo? Las invito a la confitería de Casapueblo.

-¡Encantadas!- exclamaron al unísono las dos arquitectas.

 

Quince

-Buen trabajo, sigan así- le dije al capataz que todavía me miraba sin comprender.

Subimos las tres a mi auto y nos dirigimos al hermoso complejo construido por Páez Vilaró que estaba en realidad bastante cerca de la obra.

Entramos y ni bien caminamos por los pasillos nos cruzamos con gente que me saludaba.

-Parece que sos bastante conocida- Dijo Silvia

-Si, es porque de vez en cuando vengo a colaborar trabajando en diseño de estampados para telas y algún que otro consejo con las decoraciones-

Nos sentamos a una de las mesas que daban la vista al mar (rio). Se acercó la camarera a solicitar el pedido.

-Té con dos enormes medialunas con jamón y queso- Pedí

-¿Ustedes?- Preguntó la chica.

-¿Están buenas esas medialunas?- Me preguntó Esther.

-¡Buenísimas! La especialidad de la casa- Respondí.

-Bien, pedimos lo mismo, ¿No Silvi?-

-De acuerdo- Contestó Silvia.

-Hacen una linda pareja- Dije yo, de entrada.

-Gracias. Vos con tus novias parecen formar un trio perfecto-

-Un triángulo equilátero- Manifesté.

-¿Y cómo va eso?-Pregunté haciendo el gesto de señalar hacia donde está la obra-

-Bien. Muy bien. Tenemos el dinero para lo que necesitamos y el viejo ni aparece-

-Excelente. ¿Seguís pensando en abandonarlo cuando esto se termine?-

-Tal vez si, tal vez no-

-Temes que tu hermano no sea sincero y ocupe tu lugar-

-No es eso. Por ahora parece estar muy cómodo trabajando con Marga y según parece anda bien. En cierta manera lo envidio. Logro ser independiente y no le importa el dinero, digo, para acumularlo como el viejo…-

-¿Entonces?-

-Hay otra cosa que me preocupa. El tipo ese que es los ojos del viejo, Ernesto Barrón se llama-

-¡Ah! Su secretario. Un fisgón a sueldo, ya lo he conocido-

-Exacto, un fisgón, un espía que mi padre puso para controlarnos a mí y a mi hermano-

-Lo cual tampoco habla bien de tu padre-

-Si, pero eso no me sorprende, mi padre es así-

-De todas maneras tu padre, como toda persona con poder, debería saber que no puede confiar en nada que haya visto con sus propios ojos. Los chupamedias son más peligrosos que los enemigos-

-Pero lo más detestable es que espía a sus propios hijos- Opinó Silvia.

-¿Lo han visto?-

-Si, anda por ahí. Se piensa que no lo hemos detectado. A veces se muestra en la obra pero también nos ha seguido a nosotras cuando salimos a pasear e incluso Jacobo sabe que anduvo rondando por el edificio donde tenemos las oficinas-

-Tendrían que neutralizarlo de alguna manera o hacerlo seguir a él para ver con quien se encuentra o habla-

-Si, pero nos conoce. ¿Qué podemos hacer nosotras?-

-El tema es saber si reporta solo a tu padre o a alguien más-

-Eso es exactamente lo que sospecho- Concluyó Esther.

-Y, apropósito ¿Cómo andas con tu hermano?-

-Bien. Con toda esta situación lo he comenzado a conocer como nunca antes. Nos llevamos bien-

-Eso debería ser aprovechado. Te voy a hacer otra pregunta y se sincera conmigo. ¿Te gustaría heredar la empresa de tu padre?-

-Si, no es tan divertido andar refaccionado baños y cocinas-

-Te entiendo. Entonces lo más inteligente es seguirle el juego a tu viejo pero…poniéndote de acuerdo con tu hermano. Si él sinceramente lo que quiere es estar lejos de su padre y parece encaminado realmente a seguir por su cuenta, hagan un pacto. Ayúdense y cuando tengas el poder asóciense y así prosperan los dos-

-De acuerdo. Tenes razón-

-Ustedes pueden llegar a ser un buen equipo en el futuro. No vale la pena que pierdan su tiempo y energía enfrentados uno contra el otro-

-En realidad nuestro padre no nos puso a competir por el poder de la empresa, simplemente anuló a mi hermano el que, ahora vengo a descubrir, le siguió el juego para independizarse tarde o temprano-

Después que terminamos el té nos quedamos viendo la vastedad del mar (rio).

-¿Han venido alguna vez a ver la puesta del Sol desde aquí?- Les pregunté.

-No, nunca- Respondió Silvia-

-Háganlo, no se lo pierdan. Es una experiencia emocionante-

Luego de unos segundos de pausa volví a inquirir.

-¿Tu padre defenestra a tu hermano porque cree que es realmente un inútil o por su orientación sexual?-

-Porque nunca lo vio capaz de ser alguien con poder y no me preguntes como comenzó esa diferencia porque yo también era muy niña en ese entonces. Tal vez porque me veía a mi decidida y audaz en los juegos infantiles y él no se animaba a nada. Con el tiempo el problema no era con quien se acostaba sino que creía que ser homosexual le restaba poder y podía caer en manos de otro-

-Si, algo parecido me dijo tu hermano la noche de la cena en casa-

-Entonces no estoy tan desacertada. Pero mi hermano no es así. Yo creo que tiene bien diferenciadas la cama y los negocios-

-Así parece-

Esther se quedó mirado a la lejanía como buscando decir algo que le pesaba y no sabía cómo. De pronto largó el rollo.

-El viejo también era gay-

-¿Qué?- Pregunté.

-Si, un tío me lo contó. El viejo se tiraba sus buenos “tiritos” en su juventud hasta que el abuelo le puso los puntos sobre las ies y lo obligó a dejar sus aventuras juveniles, lo casaron con mamá y asunto arreglado-

-No te puedo creer. Entonces probablemente su frustración es no poder haber hecho lo mismo con su hijo, aunque tampoco me creo mucho que haya abandonado su orientación sexual así por que sí. Y discúlpame que lo diga porque es tu padre- Dije.

-No hay problema- Contestó Esther.

-Tu familia es de locos- le dije a Esther riéndome.

-¿No damos para una de tus novelas?-

-Sinceramente si- Respondí

 

Dieciséis

 Esa noche le conté a mis novias la conversación que había tenido con Silvia y Esther.

-¿Y que vas a hacer?- pregunto Keiko.

-Por de pronto hablar con nuestro amigo el comisario. Ha quedado en deuda después que se hizo famoso por recuperar El jardín de las delicias y le voy a pedir un favor-

-¿Como que?-

-Si puede poner a un agente a seguir al tipo este, solo seguirlo y ver si se contacta con alguien sospechoso, nada más-

-Ya estamos envueltas en otra aventura- Dijo Marga.

-Espero que no te traiga problemas-

-¿A mí? ¡No, ni ahí! Ya te dije, yo ya tengo mi negocio arreglado. Ahora es tema de las princesitas, yo solo me dedico a vender departamentos-

-Y, a propósito…¿Cómo anda el benjamín?-

-Bien, cada día mejor. Lo puse solo para una atención previa y después me los pasa a mí, pero ya le estoy dando más responsabilidades. El pendejo no es ningún boludo-

Al otro día hablé con el comisario. Me atendió muy amablemente en su despacho y reconoció, antes de que le dijera nada, que tenía una deuda conmigo.

-Por eso vengo- Le dije

Y le conté solamente los detalles necesarios para justificar por que deseaba hacer seguir a un individuo. El comisario se manifestó contento con la idea y de inmediato llamó a una agente mujer. Cuando ella entró en la oficina nos presentó, aunque debo decir que llegó tarde pues ella me reconoció rápidamente.

-¡Señora Alexia, que placer verla!- Dijo mientras me daba la mano con fuerza.

Era muy bonita y me pareció bastante avispada. Volví a hacer el relato para ponerla a ella en situación. Le dije que solo lo siguiera, que viera cual era su rutina y me lo informara a mí. Ella se extraño en principio y preguntó si era un asunto extraoficial.

-Si, va a ser un trabajo que debe hacer de civil y reporta a la señora pero cualquier problema acude a mi ya que estando en conocimiento de la misión puedo responder por usted. Puede estar tranquila-

La mujer estaba exultante. Le pareció magnifico que le encomendaran una misión de incognito. Le pasé las fotos que me había enviado Marga aquella vez que descubrimos quien era el hijo de Nogueira y le indiqué quien era el que debía ser seguido, le informé su nombre pero le aclaré que no sabía dónde se hospedaba.

-Eso va a ser fácil de averiguar- Dijo la mujer policía segura de sí.

-Bien, entonces es todo tuyo- Le manifesté dándole un apretón de manos.

Luego me despedí del comisario.

-Creo que es muy despierta- Le dije señalando la puerta por donde se había ido la mujer.

-De lo mejor. Creo que si sale bien la voy a promocionar-

-Le agradezco lo que hace por mi-

-No se preocupe. Aun sigo en deuda-

-Bueno, no es para tanto- Respondí y lo saludé mientras salía de su oficina.

Solo dos días bastaron para que la mujer policía me diera un detallado informe de las actividades del espía del señor Nogueira. Como sospechaba estuvo rondando por el edificio donde tiene las oficinas Marga y luego siguió a las princesitas hasta la obra. Anduvo detrás de Jacobo cuando salió a buscar algo para almorzar y después tuvo el resto del tiempo ocioso aunque también pasó por su cuenta por la obra y estuvo conversando con los capataces, pero ello ocurrió cuando Esther y Silvia no estaban presentes.

El informe parecía normal pero había algo que le llamó la atención a la agente y a mi cuando lo leí. Antes de cenar solía sentarse en el lobby del hotel donde estaba alojado haciendo que leía un diario pero levantando la vista para ver si pasaba alguien por la vereda. Las dos noches sucedió lo mismo. Pasó una persona, un joven de jeans , remera y zapatillas que siguió unos metros mas adelante en la vereda e ingresó en una cafetería. Nuestro hombre salió del hotel sin prisa y caminó hasta donde estaba el joven. Hablaron unos minutos, tomaron un café y cada uno se fue por rumbos distintos. Barrón volvió a su hotel. Cuando vio que entraba, la mujer policía apuró el paso y siguió al joven solo dos cuadras hasta otro hotel, donde después de verlo subir en el ascensor sacó su chapa de policía y solicitó datos del individuo. Realmente la chica era muy despierta.

-¿Obtuviste sus datos?- Le pregunté.

-Si, se llama Ernesto Sastre y es empleado de la firma “Estructural”-

-Habrá que ver quién está detrás de esta empresa- Dije

-Ya lo hice. Es un señor de apellido Montaña. Es un hombre de mucho dinero y lo único que se me ocurre como dato es que sería rival en los negocios del señor Nogueira-

-Si, suena lógico- Opiné y luego tomándola de la mano le pregunté

-¿Vamos a tomar algo?, yo invito-

-¡Gracias!- Dijo ella emocionada.

Nos sentamos a la mesa de una confitería. Tomamos té con masas dulces y conversamos de todo. La chica estaba feliz y cuando nos despedimos me dio un gran abrazo. Unos minutos después llamé al comisario elogiando la capacidad de la agente.

-¿Necesita algo más?- Me preguntó

-No por ahora, voy a hacer mi juego. Cualquier cosa lo llamo-

-Ja, no puede estar lejos de la acción- Dijo entre risas

-Es mi debilidad- Respondí.

Esa tardecita fuimos las tres, Marga, Keiko y yo a la confitería donde se reunían Barrón y Sastre para confirmar con nuestros propios ojos el informe de la mujer policía. No nos dejamos ver, por las dudas, y cuando el espía de Nogueira regresó a su hotel llamé desde mi celular trampa, el que no está registrado en ningún lugar, a la recepción pidiendo hablar con Barrón en el momento en que pasaba por frente al mostrador a pedir la llave.

Como estaba en la vereda no podía escuchar lo que le dijo el empleado pero el espía tomó el teléfono con confianza sin sospechar el motivo del llamado

-¿Si?-

Poniendo voz de radioteatro dije.

-Sabemos lo que estás haciendo. Vas a ir de inmediato a Montevideo, vas a renunciar a tu trabajo y le vas a contar a Nogueira lo que haces y después te desapareces antes de que te haga desaparecer alguien- Y corté.

El tipo miró para todo lados sin tener idea de quien podía haberle hablado. Subió rápidamente a su piso y a los pocos minutos lo vi pagando la cuenta del hotel y valija en mano tomó un taxi, no tenia ganas de seguirlo aunque suponía que iba al aeropuerto.

Minutos después me reuní con Marga y Keiko. Ellas habían hecho lo mismo con el señor Sastre y lograron que también saliera corriendo a tomar un taxi.

Decidí que no diríamos nada a Esther y Jacobo hasta saber la reacción de Nogueira. Ante cualquier problema negaría nuestra participación en todo el hecho.

Ahora estaba impaciente por saber del magnate de la construcción.

 

Diecisiete

Solo pasaron otros dos días. Nogueira llamó a su hija y le preguntó si habían tenido algo que ver con la renuncia de Barrón. Esther, que no tenia idea de lo que estaba pasando pues yo había tenido el buen tino de no decirles nada acerca de mi decisión de seguirlo, negó toda participación. Nogueira ni siquiera se molestó en llamar a Jacobo, todavía lo seguía considerando un inútil.

Me enteré de todo esto cuando Esther me llamó a mí. Yo seguí en mi plan de hacerme la idiota y le dije que probablemente habría alguna interna en el personal de la empresa de su padre lo que había llevado a que alguien presionara a Barrón pues, si era el fisgón de su padre seguramente también espiaba a otros miembros de su staff.

De todas maneras, también me contó Esther, que aprovechó para decirle que sabía que ese individuo operaba como su espía y que no iba a tolerar que su propio padre desconfiara en algo de ella. El magnate acusó el golpe. Probablemente era la primer vez que ella lo desafiaba y sin ponerme demasiado suspicaz creo que hasta debe haberse arrepentido de haber criado un monstruo que no podría controlar.

La princesita confiaba en mí de una manera inesperada. Por lo tanto aproveché a preguntarle si Barrón le había contado a su padre el motivo de su renuncia. Me contestó que no lo sabía. Evidentemente Barrón tampoco era un idiota.

-Esto se esta poniendo interesante- Dijo Marga cuando nos reunimos en su oficina para el tradicional almuerzo.

-Seguro que si- Manifesté yo.

-¿Hasta ahora que tenemos?- Preguntó Keiko.

-Hasta ahora sabemos que Barrón era un doble espía, trabajaba para Nogueira y también le informaba a Montaña. Renunció porque se supo descubierto y prefirió poner distancia entre ambos magnates y él. Nogueira sabe que renunció pero no por qué. Creyó que su hija tenía algo que ver. Ella le dijo que no pero de paso le echó en cara que los estuviera espiando. Fin de la historia, por ahora-

Marga, en el momento que estaba por llevarse una porción de milanesa a la boca, se detuvo de golpe.

-¿Y si la cosa era al revés?-

-¿Cómo, al revés?-

-Supongamos que era Barrón quien recibía la información de parte del otro sujeto al que también asustamos-

-Es una posibilidad pero no creo que haya renunciado sin decir más. Si espiaba a Montaña para Nogueira no hubiera huido repentinamente. A lo sumo le hubiera dicho a su patrón: Mire, me descubrieron, no se quien, pero será mejor que envíe a otra persona a hacer mi trabajo-

-De todas maneras hemos tirado de los hilos y nos divertimos a costa de otros- Dijo Keiko.

-Bien, ahora nos vamos a hacer las boludas, que no nos cuesta nada, y vemos que acontece- Manifesté yo.

-El tema será que Nogueira envíe otra persona, que Esther y Jacobo no conozcan y los siga espiando con impunidad- Opinó Marga.

.-Problema de ellos, yo ya hice hasta donde había pensado- Respondí

Durante unos días no tuve noticias de las princesitas ni del hermanito. Parecía que no pasaba nada hasta que repentinamente se apareció el señor Nogueira por las oficinas de Marga.

Mi novia ya me había alertado de su presencia pues lo vio en el momento en que cruzaba la playa de estacionamiento por lo que, así, vestida de manera muy informal como estaba, de entrecasa, salí raudamente.

Llegué y luego de dejar el auto entré en el edificio. Pasé por la oficina de Marga y la encontré sola. Me dijo que Nogueira estaba reunido con su hija y Silvia en el otro piso. entonces me serví un café de la maquina que tiene mi novia en su sala de reuniones y me quedé conversando con ella. Marga estaba segura que yo era la única que podía sacarle alguna información sobre los últimos hechos por eso lo esperamos.

Pasaron unos minutos y apareció en el piso de Marga. lo atendió la recepcionista que lo introdujo en la oficina. Cuando ingresó se manifestó sorprendido al verme.

-Que bueno encontrarla por aquí, así aprovecho a saludarla- Me dijo mientras me estrechaba la mano.

Se acomodó en uno de los sillones que le señaló mi novia, la recepcionista que todavía no se había ido le ofreció un café.

-No, gracias, mi estomago ya no lo tolera- Respondió y luego dirigiéndose a nosotras manifestó

-Ahora voy a inspeccionar la obra con mi hija. Según su informe anda todo bien pero tuve que aclararle que no había puesto a nadie a espiarla-

-¿A nadie? Pero, al parecer eso era lo que pensaban, no solo Esther sino también Jacobo- Dije tratando de azuzarlo con la pregunta.

-Exacto, a nadie, ni siquiera al señor Barrón que solo tenía que informarme acerca de la posibilidad de nuevos negocios-

-¡Ah!- Dije yo.

En ese momento llegó la recepcionista para avisar que las señoras Esther y Silvia estaban en la puerta esperándolo. Marga se excusó diciendo que tenía algo que darles y me dejó a solas con él.

-Tiempos difíciles- Dijo de pronto como descargándose un peso de encima.

-¿Difíciles? No esperaba escuchar esa palabra de su boca, usted que es un empresario exitoso-

-No todo es como lo pintan. Las cosas no están yendo nada bien. Este emprendimiento con la señora Marga es mi última oportunidad de retornar a las grandes ligas-

-No tenia idea. ¿Y sus hijos lo saben?-

-No, por ahora no le quise decir nada a Esther. A Jacobo para que le voy a decir si se ha hecho evidente que nunca le interesó heredar la empresa-

-Si, y lo mas paradójico es que ahora está trabajando para salvarla sin saberlo, vendiendo departamentos- Manifesté.

-Si, parece mentira, las vueltas de la vida-

-Pero. Dígame una cosa, estamos viviendo en un país que tiene muchas oportunidades, usted es una persona que durante muchos años ha sido exitoso. ¿Por qué ahora le va mal?-

-Básicamente por que otro empresario se ha adelantado a mis proyectos, como si supiera lo que yo iba a hacer. Dueños de tierras, empresas constructoras, todos, trataban conmigo y de pronto de echaban para atrás. Y después me enteraba que hacían tratos con la firma “Estructural” de mi rival, Montaña-

Lo miré. Estaba indecisa entre decirle o no lo que sabia, pero segura de la traición de Barrón.

-No sucedió lo mismo con la señora Marga- Inquirí.

-No, ella mantuvo su palabra y cerramos el trato tal como lo habíamos pactado, por eso la respeto tanto-

-¿Y las empresa constructoras? ¿Son las que trabajaban habitualmente con usted?-

-Si, pero fue como un consorcio que armaron entre Marga y sus socios arquitectos y actuaron ellos como intermediarios-

Yo seguía indecisa pero debía contarle lo que sabía para que conociera la realidad. “Que sea lo que Dios quiera” pensé y dije.

-Le voy a adivinar el futuro y le pido que lo tome en serio-

-Hare lo posible-

-El señor Montaña, a quien no conozco más que de nombre, no lo va a molestar más ni le va a sacar más negocios-

-¿Tan segura está?-

-Tanto como que el señor Montaña no encuentre otro espía o traidor que le revele los negocios que usted va a hacer-

La cara de Nogueira palideció. Era evidente que lo que acababa de decirle lo había trastocado. Al principio le costó articular palabras, pero cuando se repuso dijo.

-¿Usted me está diciendo que en mi empresa había un espía que le informaba mis pasos a Montaña?-

-Tal cual-

-¿Quién?-

-Discúlpeme que se lo diga así, pero usted debería saberlo, lo tuvo siempre bajo sus narices-

-¿Barrón?-

-Está dicho-

-¿Cómo lo supo?-

-Observando. Somos un pueblo chico. A alguien le llama atención un extraño que tiene una rutina sospechosa. Lo manda seguir y descubre que se reúne regularmente con otra persona y dos mas dos son cuatro. No supe bien que pasaba hasta que usted me contó de sus problemas empresariales-

-¿Y cómo puede probarlo?-

-Llame a Montaña y pregúntele si tiene un empleado llamado Sastre de apellido. Seguramente le va a decir que no, pero de todas maneras ya lo sabemos. Está en su nómina-

-¿Sabe que usted me ha salvado la vida?-

-¿Yo? ¡No! Ha sido, como el título de una vieja pelicula “una sucesión de eventos inesperados”. Que la señora Marga tuviera el terreno ideal, que respetara el trato, que tanto su hijo Jacobo y su hija Esther nos cayeran muy bien, que ellos sospecharan que usted los mandaba espiar, que a mi se me ocurriera curiosear un “poquito” por ahí y que, al final descubriéramos, con dudas, la trama que ahora queda confirmada-

-Lo que usted ha hecho no tiene precio. No se trata solo de dinero, usted ha salvado el empleo a cientos de personas-

-Recuerde a Marga también-

-Si, soy consciente de ello-

En ese momento apareció Marga por la puerta avisando que Esther se estaba poniendo impaciente. El señor Nogueira dijo que ya iba y luego tomándome las manos me dijo.

-Esto también me reconcilia con mi hijo. Usted es un ángel-

-Si, ya lo sabía- Respondí.

Y el magnate se fue caminado rápido a reunirse con su hija.

Marga me hizo un gesto con la mano como pregunta.

-Esta noche les cuento- Contesté

 

Dieciocho

Y así fue que esa noche le relaté lo sucedido a mis novias. Y tras eso Marga comenzó a contarnos esta historia

-Ahora me cierran algunas cosas. El gerente de la empresa constructora que está trabajando con nosotros ya había pasado por una experiencia así. Tenía un trato con Nogueira para construir un condominio en un terreno sobre la Brava. A Nogueira solo le faltaba concretar la compra de la propiedad. Pasaron varias semanas y un día Montaña lo llamó para que le hiciera una obra y grande fue su sorpresa cuando vio que era el terreno que iba a comprar Nogueira, le pareció sospechoso y no quiso hacerlo. Al parecer ya se estaba corriendo la voz en el gremio. Por eso cuando lo llamó Nogueira para nuestra obra preguntó si no había posibilidad de algún problema, como yo lo conozco de hace tiempo le aseguré que estaba todo bien y entonces se comprometió con nosotros-

-Bien, y nosotras, sin quererlo, nada mas que por simple metidas para ayudar a las princesitas logramos un bien mayor-

-Y no dejamos rastros- Acotó Keiko.

De esta manera se terminó la historia del nuevo socio de Marga. La obra siguió su curso a bastante velocidad. El capataz le contó al señor Nogueira que iban más rápido gracias a mis consejos y el padre de Esther me llamó para darme las gracias.

Por otro lado decidimos dejar para mas adelante el proyecto del libro en conjunto. Bastante atareadas estaban mis niñas y no quería abrumarlas con otros temas.

Los que continuaron fueron los partidos de futbol. Se armó un tercer equipo en la fábrica y jugábamos campeonatos de a tres solo con el ánimo de pasarla bien y divertirnos. Un par de veces vinieron periodistas de canales locales a hacer notas a los y las jugadoras.

De Japón seguían llegando buenas noticias acerca de la suerte del último libro y los animé. Lo que significaba más dinero para las arcas.

Por otro lado, de pura casualidad, Marga encontró una noticia acerca de la empresa del señor Montaña. Al parecer habían decidido mudarse a…Sudacalandia.

-O tiene algún negociado con el nuevo gobierno, o tiene ganas de suicidarse- Dijo Keiko.

De todas maneras era un estorbo menos para el señor Nogueira que ya estaba pensando en nuevos emprendimientos.

Un sábado por la noche vino a nuestro edificio con su esposa, su hija Esther, su hijo Jacobo y la infaltable Silvia. Fue una noche muy agradable. Mucho mas descontracturados que en nuestra primer cena en su casa, tuvimos una excelente reunión.

Ese día se armó una versión de nuestra comunidad lésbica “ampliada”. Sin mezclar las relaciones sentimentales ni sexuales nombramos a Silvia y Esther como “socias honorarias” lo que les causó mucho placer.

Las señora de Nogueira se sacó decenas de fotos conmigo pues quería presumir ante todas sus amigas y el señor Nogueira firmó la tregua con su hijo que, por supuesto, decidió seguir trabajando con Marga, por lo menos hasta que ella lo aguante (es chiste)

En la terraza, (evidentemente el calorcito no afloja) mientras tomaba una taza de café tras los postres se me acercó el señor Nogueira.

-Usted es una mujer valiente. No como esas idiotas de los movimientos feministas, digo valiente de verdad. Y sus novias también. Por eso quiero obsequiarles un departamento en los nuevos edificios, a elección-

-No sé qué dirán mis novias pero yo no se lo voy a aceptar. En la vida haya que tener una medida. No se trata de acumular. Y yo ya tengo todo lo que quiero. Este es mi lugar en el mundo. Aquí esta mi gente. Aquí están mis pequeñas cosas. Y con eso me basta. Saber que a usted le va bien es mi mejor pago-

-Acepto su filosofía, y valoro su sinceridad. Seamos amigos-

-Por supuesto- Contesté

Por lo que supe Marga y Keiko le dieron idéntica respuesta. Con Marga ya tenían un arreglo por el que parte del precio del terreno se lo pagaba con departamentos, pero ese era un tema diferente pues, como parte del negocio, Marga ya los había puesto en venta.

También, en otra ocasión, estuvieron reunidos Nogueira con el señor Yamura. Ambos alardearon de sus hijas lo que me causó gracia al escucharlos pues parecían dos niños peleando, pero al final se hicieron buenos amigos y eso trajo como impensada consecuencia que la empresa del señor Nogueira aportara otro equipo de futbol mixto para nuestros mini torneos.

En Sudacalandia todo sigue siendo un gran caos. La sensación es que nadie sabe que va a pasar, el estilo del presidente es tan novedoso que todo el mundo anda con pies de plomo y con el culo contra la pared.

Se acerca el 24 de Marzo, el día en que se recuerda el golpe militar de 1976. Los hipócritas de siempre van a sacar sus banderitas rojas y gritaran que el actual gobierno es una dictadura. Pobres imbéciles, unos por edad y otros por ignorancia no tiene idea de lo que pasó en los años de plomo. A veces cansa escuchar las noticias de aquel “remoto” país.

Y en cuanto a nosotras, seguimos con nuestros juegos sexuales de castigo y bondage que nos produce tanto placer. Las noches después de la cena se convierten en una especie de orgia desenfrenada. Realmente nos complementamos muy bien. Se puede decir con justeza que somos una para todas y todas para una.

Finalmente terminamos agotadas desparramadas por la cama. En ocasiones así nos encuentra el día, abrazadas, desnudas, con la ropa por cualquier sitio, pero felices.

Y, en Kitty’s tuvieron que darnos una mesa más grande ya que ampliamos la cantidad de comensales de tres a cinco, y en ocasiones a seis cuando nos acompaña Jacobo.

En cuanto a nuestras amigas del otro lado del mundo hicimos un Zoom casi multitudinario en donde presentamos a Esther y Silvia y Jacobo que fueron calurosamente bienvenidos. Una reunión virtual que duró varias horas y en la cual todos hablamos y reímos y bromeamos y prometimos ir por allí en cuanto hubiera oportunidad.

Y pienso en todo esto, sentada en un sillón, en la terraza del edificio, de nuestro castillo, como dice Keiko, mirando el mar (rio) con una copa de vino en la mano, observando cómo está quedando mi cuadro del paisaje y soñando con muchas más aventuras, muchas más emociones, viajes, libros y sobre todo mucho más amor con mis chicas, con las reinas de mi vida, Marga y Keiko

 

 

 

 

FIN (Por ahora)