Alexia,
Keiko y Marga
Silvia
y Esther
El Shogun Yamura
Crisis de Adolescentes
Vigésima parte de “Mi Aventura en Tokio”
Alexia Montes
One
Hora del after office. Mate en el living de Marga. La
clásica conversación sobre las novedades del día y tiempo de relajación.
Marga, luego de pasarme el mate que recién había
tomado, dijo.
-Mañana al mediodía tengo una reunión importante-
-¿Otro multimillonario? Espero que no tenga una hija
lesbiana- Repliqué.
Marga largó una carcajada.
-Bueno, no era para tanto- Agregué.
Marga me miró fijamente y tratando de contener la
risa dijo como podía
-¿Sabes que es lo gracioso?-
-No-
-Que sí. Tiene una hija lesbiana-
-Tenemos un karma- Manifestó Keiko.
-Les tengo que decir quién es porque si no van a
enloquecer de ansiedad- Bromeó Marga.
-¿Quién?- Preguntamos a coro Keiko y yo.
-Castaño. Viene por negocios-
Aquí debo contar que antes de que nos mudáramos a
Uruguay, Marga, que trabajaba con el Arquitecto Castaño ya había hecho varios
viajes por negocios inmobiliarios. Luego, ya afincadas aquí siguió siendo
durante un tiempo, representante de su ex patrón. Pero debido a que Castaño se dedicó
más al mercado local de Sudacalandia, ya hacía tiempo que no sabíamos de él.
-¿Algún negocio importante?- Pregunté.
-Algo…no es para él, es para Paula y Emilia-
-¿Se van a mudar?-
-No, van a abrir una sucursal de su cafetería-
Me quedé con la bombilla del mate a medio chupar,
Keiko estática no terminó de llevarse el bizcochito a la boca.
-¿Tan bien les va que están pensando en una
sucursal?- Pregunté
-Así parece. El tema es que Castaño las convenció de
que lo hagan al estilo Mc Donalds-
-O sea que compren un local y lo alquilen a un concesionario-
Manifesté.
-Exacto-
-¿Y vos de que jugas?-
-De conseguirle locales para ver. Ya les preparé una
lista, así que los voy a tener por lo menos un par de días caminando por el
centro de Punta-
-¿Vienen las chicas también?-
-Si, toda la banda, Castaño, Paula, Emilia, Adela y
Brenda-
-Aprovecharon el viaje-
-Lo que pasa es que la idea incluye darle un aspecto
“corporativo” a los locales y eso lo haría…-
-Castaño-
-No. Adela y Brenda, las futuras arquitectas-
Keiko largo una carcajada.
-Ja, ja, ¡Otra pareja de arquitectas tortas!-
Yo también me reí con ganas.
-No quiero pensar que pasaría si se conocen con las
nuestras-
-Quisiera verlo- Agregó Keiko.
-Podríamos. Las invitamos a todas mañana a la noche a
una cena informal- Opinó Marga
-Me parece una idea genial- Dije
-Yo me encargo de todo- afirmó Marga.
Pero no fue necesario que Marga invitara a Castaño y
su comitiva pues al otro día, a la mañana, recibí un llamado de Adela, la hija
de Castaño.
-Hola reina- Saludé.
-¡Hola señora Alexia!-
Después de los efusivos saludos me contó lo que ya
sabíamos y manifestó su deseo de aprovechar la ocasión para vernos.
-Justamente anoche Marga nos habló de su viaje y
teníamos la intención de invitarlos a cenar esta noche, después de su
recorrida- Le manifesté
-¡Genial! ¡Tenemos una ganas enormes de verla y a sus
novias!-
-Bien, Cuando se reúnan con Marga hoy ella les va a
informar cómo hacemos-
-Bárbaro, en un rato sale el avión para Punta. ¡Nos
vemos esta noche!-
Corté la llamada y le dije a Marga.
-Ahí está. Todas tuyas. Fíjate si tenes vehículo para
traerlas hasta acá o voy a buscarte-
-No te preocupes. Tengo una camioneta de la empresa
de Nogueira bastante amplia-
Keiko intervino en la conversación.
-El pobre señor Castaño se va a sentir apabullado por
estar rodeado de tantas lesbianas juntas-
Me reí.
-Es cierto- Dije
-Entonces debemos traer al menos otro hombre para que
no se sienta solo- Comentó Marga.
-¿A quién?- Preguntó Keiko.
-A Jacobo-
Keiko y yo largamos una sonora carcajada.
-Dijiste “para que no se sienta solo”. No quiero
imaginar que estabas pensando- Manifesté.
Marga se dio cuenta de lo que había dicho y riendo
aclaró.
-No, no era eso que piensan-
-Digamos que la presencia de Jacobo no suma otro
“hombre”- Agregó Keiko.
-Bueno, che…es el único que tengo a mano- Se excusó
Marga.
-Bien, aceptado- Concluí yo.
Y tras el desayuno mis novias se fueron a sus
obligaciones y en cuanto llegó la señora Azumi le recomendé que tuvieran el
edificio arreglado para la hora de la cena. Yo me encerré en mi estudio a
pintar y llamar al delivery. No tenía ganas de cocinar y encargué empanadas y
pizzas.
Estaba ordenando mis pinceles cuando en el You Tube
escuche la noticia de que la Primera Ministra Meloni había dictado un decreto
limitando la ciudadanía de descendientes de italianos y no parecía haber
límites para los inmigrantes llegados de África o Medio Oriente.
¿Qué está pensando esta mujer? Me pregunté recordando
la conversación que habíamos tenido en el Palacio Presidencial.
¿No era que temía que se le llenara Italia de
inmigrantes indeseados y peligrosos? Esa noticia sumada a la acusación a Marie
Le Pen en Francia me hizo temer que la derecha estuviera retrocediendo. Y
sabemos lo que eso significa.
Two
Por curiosidad me interné en las páginas de noticias.
Mi conclusión fue que el decreto de la Meloni era lógico. Que si estaban
escandalizados, sobre todo aquí en América donde los descendientes de italianos
emigrantes son muchísimos, simplemente era porque estaban acostumbrados a que
hasta un tataranieto podía pedir la nacionalidad, sin ser sus padres, abuelos o
bisabuelos nacidos en Italia, y eso es ilógico. Además comprobé que la idea de
limitar las corrientes migratorias de África permanecía incólume. Y eso me
reconcilió con mi admirada Meloni.
Luego de estas disquisiciones de política
internacional me dediqué a ventilar las neuronas por el centro de Punta. Pasé
por la casa de mi marchand, Adriana, y luego fui a Servi-Art en la calle
Aparicio Saravia a comprar pinturas acrílicas y bastidores.
Regresé al edificio justo en el momento en que
llegaba también Keiko. Entramos los autos y subimos al piso de Marga, que por
ser el más alto siempre termina siendo el de las reuniones. La señora Azumi ya había
recibido al delivery y acomodado el pedido en bandejas y pizzeras metálicas
listas para calentar.
Unos pocos minutos después llegó Marga trayendo a
toda la tribu en una camioneta de la empresa de Nogueira. Abrió el garaje y
entró. Una vez adentro bajaron del vehículo. Según me contó luego Marga, tanto
el Arquitecto Castaño como su hija y el resto de las chicas se quedaron
apabullados ante la imponencia de nuestro edificio. Pasaron al Hall y de allí
en ascensor al tercer piso.
Ingresaron en el living de mi novia turca y en el
encuentro nos fundimos en fuertes abrazos y exclamaciones de placer por parte
de las niñas cuando me vieron. También saludaron con efusividad a Keiko.
Castaño me dio la mano con firmeza y le respondí de igual manera.
-Estoy asombrado por lo que hicieron aquí- Dijo
mirando todo alrededor.
Los hice pasar al comedor y les avisé que la cena se
estaba calentando y que, además, esperábamos otros invitados. Se acomodaron en
los sillones. Ofrecí bebidas y la señora Azumi se encargó de traerlas. De
pronto sonó el timbre. Fui hasta el portero eléctrico y a mi pregunta sentí la
dulce voz de Silvia anunciando que habían llegado junto con Jacobo.
En cuanto entraron al living hice el intento de
presentarlos pero ocurrió que el Arquitecto Castaño ya conocía a Esther pues
alguna vez había tenido tratos comerciales con su padre, aunque en ese entonces
nuestra rubia arquitecta era todavía una niña.
La sorpresa fue cuando le presentamos a Silvia, así,
sin anestesia, como su novia y socia. Castaño y las chicas quedaron azorados.
No se esperaban semejante revelación.
Luego le presentamos a Jacobo, a quien Castaño no
conocía, porque, como sabemos, el señor Nogueira lo ocultaba.
En medio de las presentaciones pude observar que las
cuatro argentinas, Adela, Brenda, Paula y Emilia se quedaron mirando con
atención a nuestra reina de la belleza, Silvia. Ni Castaño pudo sustraerse a su
presencia pues en un momento, aparte, me comentó.
-Esa mujer es toda un belleza perfecta-
La reunión fue muy divertida y nos pusimos al día con
los chismes. Me alegraba saber que las dos parejitas estaban, de alguna manera
consolidadas, o al menos eso era lo que parecía. Paula y Emilia habían
convertido ese pequeño sueño de tener un pequeño negocio propio, y en común, en
algo que estaba trascendiendo sus mejores planes. Recordé los temores de sus
padres cuando salieron del closet.
En cuanto a Adela, después de la frustrada relación con
su novio que resultó gay, supuse que iba a volcarse a experimentar el costado lésbico
solo por despecho pero era evidente que Brenda había resultado una excelente
compañera de vida pues se la veía muy feliz a la hija de Castaño. Se lo hice
ver al arquitecto.
-Cuando conocí a Adela me parecía una chica satisfecha
de la vida, pero ahora me lo parece mucho más- Le dije.
-Es cierto. Mi esposa y yo también lo notamos. Cuando
salía con el tarambana ese parecía feliz. Realmente estaba enamorada del chico.
Pero el imbécil la engañó y eso es algo que no puedo perdonarle. Sufrimos
cuando se rompió la relación y también cuando supimos que amaba a una chica,
bueno, usted debió soportar mis quejas, pero ahora está más feliz que nunca. Y
tienen muchos proyectos en común. Como estudian arquitectura les doy algunos
trabajos para que se vayan fogueando y encima Paula y Emilia les confiaron
totalmente la decoración de su local y por eso están aquí-
-¿Supo algo del chico?, le pregunto porque supe,
cuando vivíamos en Sudacalandia que lo había atacado una patota-
-Si, parece que así fue. No conozco los detalles,
solo que decidió irse a otro país. Creo que está en Holanda o algo así-
-Ojala esté bien. Fue un cobarde, o no, es difícil
todavía ser homosexual en estos países con mentes retrogradas. Tuvo miedo, pero
no debió engañarla a Adela. ¿Hasta cuando iba a seguir con la farsa?-
-No lo sabemos, pero mejor que mi hija lo supo a
tiempo-
Y cerramos el capítulo.
Luego, entre Marga y las chicas revelaron que había
un par de locales que tenían aprobación. Restaba saber cuál elegirían aunque
todavía tenían que ver otros más al día siguiente. Aclararon que a pesar de que
les iba bien contaban con la ayuda financiera de sus padres que estaban
entusiasmados con el progreso.
Castaño me preguntó por Nogueira. Le conté que andaba
en varios proyectos y que Esther se encargaba de ellos.
-Esta grande la mocosa. La conocí siendo muy niña- Me
comentó
-Es una gran arquitecta y su socia también- Afirmé.
-¿Y usted, hace algo de arquitectura?-
-Casi nada y solamente por ayudar. Tengo bastante con
lo mío. Entre libros y cuadros me la paso gran parte del tiempo escribiendo o
pintando, pero de vez en cuando me piden alguna colaboración y me engancho, al
fin y al cabo fue mi primera elección de profesión-
Después del postre y el café Castaño y su comitiva
anunciaron que se iban a descansar pues al otro día debían ver los restantes
locales y al siguiente, temprano en la mañana, tenían vuelo directo a Buenos
Aires. Nos deseamos lo mejor y quedamos en contactarnos vía Zoom.
Todos nos saludamos en el piso y solo Marga y yo
bajamos hasta la puerta del edificio acompañando a nuestros invitados cuando
llegó el remise a buscarlos.
En cuanto arrancó el vehículo Marga, que estaba a mi
lado dijo.
-Esa yegua de Emilia no me gusta nada-
-¿Por qué?-
-Dos veces se me tiró con esa onda del beso
indirecto-
-No lo advertí-
-Claro, porque la muy turra lo hizo cuando todos
estaban distraídos. No veo la hora de que se vayan-
-Supongo que no la vas a encarar-
-Si no hace nada más, no-
Three
Esa noche nos quedamos solo las tres en el edificio.
Silvia y Esther llevaron a Jacobo a su departamento y luego marchaban a su
casa. Keiko, Marga y yo nos quedamos charlando mientras saboreábamos un coñac.
Marga todavía seguía de pésimo humor debido a los lances de Emilia.
-¿Qué se creerá esa pendeja?- Se preguntaba.
Keiko y yo lo tomábamos a broma y Marga se enojaba aún
más.
A la mañana siguiente mis novias partieron a su
trabajos y yo me quedé estudiando algunas ideas para otro libro. Se me pasó la
mañana leyendo y cuando llegaba el medio día recibí un llamado de Marga.
-Nena, ¿queres escribir una novela? Te tengo el
titulo-
-Decime- Respondí tratando de no reírme.
-La muerte de una torta-
-¿Qué pasó ahora?-
-No te imaginas. Estuvimos viendo una par de locales
con Castaño y su “comitiva” y después paramos en mis oficinas para un café y
reponer fuerzas. De pronto esa yegua de Emilia se hizo humo. Yo creí que había ido
al baño pero ocurrió que fue hasta las oficinas de Esther y Silvia y encontró a
la morocha sola. Como estaba parada viendo unos planos en una cartelera la tomo
de atrás y le metió soberana mano en el culo…-
-¡No me digas!-
-…si te digo. Entonces Silvia reaccionó y se dio
vuelta de golpe empujándola a un costado. La guacha salió de la oficina
diciendo que Silvia la había golpeado pero no contaba con que la puerta estaba
abierta y que Esther, que recién llegaba, había visto todo desde el pasillo-
-¿Y cómo siguió?-
-Vino a mi oficina, hablo con Castaño, repitiendo su
retahíla y tras ella llegó Esther que no le puso una bofetada porque la turra
se refugió tras Castaño-
-¿Entonces?-
-Yo conté lo que me había pasado ayer en la reunión
pero Paula se negaba a creerlo y Castaño, no sabiendo a quien creerle prefirió
defenderla a Emilia. Ahora están en la vereda conversando-
-Me temo que te perdiste un negocio-
-No me preocupa. Al paso que voy necesitaría cien
Castaños para ganar lo que gano con Nogueira. Por mí que se vayan-
-Voy para allá-
-Si, ya sabía que no te ibas a perder la diversión.
Dale, te espero-
Así como estaba vestida, de short negro, remera
blanca y sandalias salí rápidamente, solo con el tiempo necesario para buscar los
documentos del auto, algo de plata y el celular.
Llegué a bordo de mi Torino en pocos minutos. Al
estacionar pude ver al Arquitecto Castaño, su hija Adela, Brenda, Paula y Emilia
en la vereda conversando.
En cuanto estuve al lado del grupo le dije a Castaño
que quería hablar con él en privado. Las chicas trataron de seguirnos pero las
detuve.
-Es una conversación entre persona mayores- Dije con
firmeza.
Entramos al edificio y conduje al arquitecto a unas
oficinas que sabía que estaban desocupadas.
-¿Y bien? ¿Qué pasó?- Le interrogué
-Emilia dice que Silvia la empujó, o algo así-
-¿Y le dijo por qué?-
-No-
-Bien, yo le voy a contar lo que sé. Emilia se comportó
ayer en la reunión de muy mala manera pretendiendo acosar a Marga. Probablemente
usted no lo haya notado porque son gestos que entendemos las lesbianas. A pesar
de eso Marga prefirió dejar el asunto en stand by haciendo que nada pasaba pero
hoy Emilia se propasó con Silvia, manoseando sus glúteos y Silvia no tiene que tolerar
eso pues seremos lesbianas pero no promiscuas-
-Yo confío en las chicas y eso me hace dudar de esa versión-
-Yo también confío en mis chicas y sé cómo son-
-Es una lástima que estemos discutiendo nosotros por
estos temas después de tantos años de conocernos-
-En mi caso no me preocupa pero me resulta increíble
que usted dude de la palabra de Marga con quien ha trabajado bastante tiempo
como para saber de su honestidad-
-Buen punto, Usted sí que sabe cómo mover las piezas-
-Mire, al parecer esa chica Emilia tiene algunos
cables pelados y no solo es un peligro para su relación con Paula, lo que es un
problema privado de ellas, sino que también pone en peligro su negocio, mancha
la intervención de usted y las inversiones de sus padres. Le tiene que poner un
freno. Si, ya sé que no es tarea suya sino de sus padres, ellos la han aceptado
como es, algo que seguramente les ha costado y ella los defrauda comportándose
irrespetuosamente-
-Bueno, tampoco es para tanto- Respondió Castaño.
-Vaya, no creí que iba a escuchar esas palabras de
usted. Suena como que siendo lesbianas les da patente para ser infieles o
promiscuas. Me extraña que piense así después de lo que pasó su hija. ¿Le
parecería bien si hubiera sido Brenda la que se comportara así?-
-No, evidentemente no-
Se quedó mirándome unos segundos. Luego giró la
cabeza hacia la ventana del salón. Evidentemente estaba confundido. Volvió a
mirarme.
-¿Qué debo hacer?-
-Yo no creo que usted deba hacer algo, no es el padre
ni de Emilia ni de Paula. No tiene esa autoridad. Pero lo mejor sería que les dijera
que piensen lo que están haciendo, que no hagan más macanas porque si no deberá
hablar con sus padres y no solo la parejita se iría al tacho sino también su
negocio, donde, creo, que los padres tienen dineros invertidos-
-Tal cual. En realidad debería decirles que se
arreglen entre ellas antes que nada. Que Emilia se arrepienta y que Paula la
perdone-
-Es un inicio, pero solo hasta ahí. Lo demás lo deben
determinar los padres. Así como deben acompañarlas y protegerlas ante la
realidad de ser lesbianas también deben estar presentes si se presenta una
crisis en la pareja. Dígame…¿Cómo tomo todo esto Paula? ¿Está enojada con
Emilia? ¿Le cree, o le cree a Silvia?-
-Creo que está muy confundida. No sabe que pensar.
Hasta ahora parecían una pareja perfecta-
-Evidentemente Emilia tenía algún cable pelado pero
recién ahora le hizo cortocircuito-
-Si, tal vez-
Extendí mi mano y el Arquitecto Castaño la tomó.
-Amigos- Dije
-Amigos- Respondió.
Y cuando estaba por trasponer la puerta para irse
agregó.
-Lamento que en nuestro reencuentro haya sucedido
esto-
-En la vida pasan cosas y nadie está exento-
Respondí.
Four
El arquitecto Castaño y toda su comitiva decidieron
no ver más locales y marcharse al otro día, tal como lo tenían planeado, de
regreso a Sudacalandia.
Marga seguía con los cables cruzados. Las demás
tratábamos de no darle demasiado vuelo al asunto. No me imaginaba como estaban
Paula y Emilia como pareja, luego de los recientes eventos pero sospechaba que iban
a tener que pasar por un periodo de reflexión.
Todo parecía volver a la normalidad. Marga llamó al Arquitecto
para decirle que no estaba en condiciones de atender el tema de los locales
mientras no hubiera una disculpa formal de Emilia y una debida aclaración de
los hechos. Castaño aceptó la condición pero manifestó que el tema no estaba en
su manos y que tampoco quería involucrarse ya que ninguna de la dos, Paula y
Emilia, eran sus hijas.
Pero, siempre hay un “pero”, al otro día recibí una
llamada del padre de Paula. El hombre estaba molesto. En realidad no entendía
nada de lo pasado por lo que tuve que explicarle lo sucedido. Al principio no
parecía entender y tuve que ser bastante grafica en el relato
-Mire, la novia de su hija tuvo el atrevimiento de
tratar de seducir a una de mis novias y luego se propasó con una de mis amigas-
-¿Propasó? ¿Cómo?-
-Tocándole el culo, señor-
-¿Tan así?-
-Si no me cree háblelo con su hija que debe estar
devastada, creo…-
-Si, lo está-
-Bien, preocúpese por estar a su lado. La pobre es
una víctima. Pero es joven y se repondrá. Por ahí perdona a Emilia, por ahí no.
Ya se los advertí a usted y a su esposa. No hay diferencia con el mundo hetero,
a veces las cosan andan bien, a veces mal. Nada tiene que ver la orientación
sexual. Y usted debe admitir que no estábamos en condiciones de dejar pasar
este hecho, sobre todo cuando yo les enseñe a su hija y a las otras chicas que
una de las prioridades en la vida es el respeto por las demás personas. Siento
que fracasé con Emilia. Ayuden a Paula a sobrellevar esta situación y ya
vendrán tiempos mejores, el mundo no se acaba ahora-
El hombre esbozó una disculpa y corté. Lo único que
me faltaba. Volver a tener que ocuparme de pendejas inmaduras.
Y así parecería porque unas horas más tarde el que me
llamó fue el padre de Emilia. Este sí que se iba a poner denso. Después de
vociferar un poco, protestando, reacción a la que no respondí ni con una sola
palabra, una vez que se hubo calmado, comencé a hablar.
-Evidentemente conoce una versión distorsionada de los
hechos-
-Conozco lo que me dijo mi hija. Ni siquiera pude hablar
con Paula porque no atiende mis llamados-
-Entonces se lo voy a contar yo…- Dije y le relaté
toda la historia.
-Eso no es lo que sabía-
-Por supuesto, su hija les va a contar lo que ella
quiera. Pero lo que yo le digo es la realidad. Lo lamento-
-Lo que pasa es que estaba rodeada de lesbianas-
-Usted me hace reír. ¿Acaso su hija no lo es?-
-Ella es muy jovencita-
-Pero no inocente. En su confusión mezcló gordura con
hinchazón, presupuso, al igual que usted, lo cual es lamentable, que por que
seamos lesbianas somos una degeneradas que andamos seduciendo jovencitas
inocentes. Lo que, como le dije, su hija no lo es-
Hubo un silencio al otro lado de la línea lo que aproveché
para continuar.
-Lo que usted insinuó es muy lamentable. Somos
personas adultas, responsables y serias. Yo misma enseñe a su hija y a sus
amigas como se debe respeto a las personas, sean de la orientación sexual que
sean. Evidentemente, en el caso de su hija, al parecer no estaba atenta cuando
lo dije-
Y continué acelerada.
-Tiene de mi parte la versión real de los hechos.
Usted y su esposa, hace mucho tiempo confiaron en mí para que les hable a su
hija y a sus amigas. Sigo siendo la misma persona honesta que trató de
inculcarle valores a esas mocosas, pero lo importante es que su hija y Paula
decidan que van a hacer de ahora en más. Hablen con los padres de Paula. Al
menos comiencen con algo en lugar de venir a recriminarme a mí y a mis amigas por
lo sucedido-
El hombre, al igual que el padre de Paula intentó una
disculpa. También le corté apenas terminé de decirle.
-Gracias-
Afuera el mundo está enloqueciendo. El presidente
Trump pateó el tablero y volaron todas las piezas por el aire. En Sudacalandia
los mafiosos lideres de los sindicatos hicieron otra huelga. No va a haber un
gobierno que pueda trabajar tranquilo sino hace con toda esa gente una buena
eutanasia, o los deporta a la Isla de los Estados.
Yo alternaba entre pinceles y computadora. Estaba entusiasmada
haciendo unas obras abstractas. No es que me guste, pero tuve ganas de experimentar. Debo confesar que me resulta más complicado
que pintar figurativo.
Mientras tanto Keiko se estaba agarrando la cabeza
por los problemas que le acarreaba el impuesto a los productos que vendía a
Estados Unidos. Audaz e inteligentemente varió el timón y se dedicó a venderle
a Europa. Marga no tenía esos problemas y continuaba vendiendo departamentos de
los edificios que construía e iba a construir Nogueira y además inició unos emprendimientos
propios de dúplex en unos terrenos que tenía en la costa pasando el puente del Maldonado.
No tuve noticias del grupo de Castaño hasta una
semana después. La que me llamó fue Paula
“Esta se va a poner a llorar” Pensé y traté de
tenerle paciencia. Pero me sorprendió de entrada.
-Señora Alexia, quería disculparme con usted debido a
todo lo bochornoso que vivimos días atrás-
-No te preocupes-
-Es que…¿Sabe qué pasa?-
-No, si no me lo decís-
-Lo sucedido en su casa y luego en las oficinas no es
nuevo para mí. Emilia ya había tenido comportamientos vergonzosos en el pasado.
Y lo peor era que fue con chicas heterosexuales a las que ni ella ni yo tratábamos
mucho. Las habíamos conocido en una fiesta. Ella se propasó y luego lo hizo con
otra chica lesbiana en otra fiesta y la gota que derramó el vaso fue que acosó
a una de nuestras empleadas. La chica renunció. Yo lo lamenté porque era muy
buena en su trabajo. Traté de frenar a Emilia pero cada vez estaba más
imparable. Lo que nunca me imagine es que haría algo entre ustedes. No sabe cuánto
lo lamento. Mis padres ya lo saben todo y los de Emilia también. Están
anonadados. Discúlpenos todo este problema-
Me dejó muda
Five
Cuando conté acerca de las revelaciones de Paula, mis
novias y amigas también se quedaron mudas.
-Pobre Paula, de manera que hacía tiempo que venía
tolerándole a Emilia sus exabruptos y no decía nada- Opinó Esther.
-Bueno, en fin, que ahora lo pudo largar. Tal vez sea
mejor- Agregó Keiko.
Y no hablamos más del tema. De alguna manera ya había
perdido el entusiasmo de enseñar a vivir a las jovencitas. Había pasado
bastante tiempo desde la última vez que le hablé al grupo por Zoom y lentamente,
casi como desgarrándose, el contacto se perdió. Y no lo lamenté. Tengo otras
cosas más importantes que hacer. Era evidente que esa fama de “educadora” que
me habían hecho no era lo suficientemente profunda. Y tuvo que pasar lo de
Emilia para darme cuenta.
En tanto anduve husmeando por las noticias de Uruguay
porque veo al gobierno de Yamandu Orsi oscilar entre ser una izquierda democrática
y conciliadora o ser una izquierda berreta al estilo de la Sudacalandia peronista
o Bolivia y ni hablar de Venezuela. Me preocupa un poco que el gobierno se vea errático.
Ya estoy extrañando a Lacalle Pou.
En Sudacalandia el gobierno de Milei le dio un duro
golpe a la oposición peronista, o como se llame, habiendo levantado el “cepo”
que impedía el libre funcionamiento del comercio y las inversiones en el país.
Puede ser que al fin los libertarios echen de una vez por todas al populismo
pero son más duros que una cucaracha y aun peligrosos.
Me dediqué a leer un poco, la muerte de Vargas Llosa
me hizo recordar que tenía su libro “La tía Julia y el escribidor” y volví a
recorrer esa graciosa trama del romance del escritor con su tía y la suerte del
autor de telenovelas que odiaba a los argentinos.
Estaba transcurriendo los primeros capítulos cuando recibí
otro llamado relacionado con el affaire Emilia. Esta vez era la hija del
arquitecto Castaño, Adela. Trate de atenderla con la mayor amabilidad porque la
pobre, no tenía culpa de lo que estaba pasando y había sido la primera de las jovencitas
que había confiado en mí .
-Buen día, señora Alexia. Discúlpeme que la llame
pero quería disculparme en mi nombre, el de mi novia Brenda y en el de mi padre.
Ocurre que nos fuimos tan rápido de Punta del Este y no tuvimos tiempo para una
despedida formal-
-No te preocupes- Atine a decirle y luego le
pregunté. -¿Cómo están Paula y Emilia? ¿Hablaron entre ellas?-
-No, Paula ya le venía tolerando muchas cosas y nosotras
no lo sabíamos. Ella habló con los padres de Emilia para disolver la sociedad.
El padre de Paula quiere comprarles la parte para seguir con el negocio pero aún
no tienen respuesta-
-Lastima. Me recuerda que hace mucho tiempo les
advertí que no todo es fácil ni color de rosa. El comentario fue para que
estuvieran atentas a cualquier problema y trataran de solucionarlo tanto entre
ellas como entre tú y tu novia si les pasara algo. Lamento que haya sucedido
esto. Evidentemente es Emilia quien parece no haber comprendido. Ella va a
sufrir, aunque no lo parezca, si no sienta cabeza-
Y luego me contó de cómo ella y Brenda estaban
trabajando con su padre y estudiando.
“Espero que al menos a estas les vaya bien” Me dije.
Finalmente cortamos y volví a mi lectura.
Horas después tuve que atender a Silvia. Pasó sola por
el edificio para hablar conmigo. No era por sexo. En realidad era porque estaba
bastante apesadumbrada por los hechos.
-Tenía que haberla apartado suavemente a Emilia y
entonces no hubiera habido escandalo- Me dijo sintiéndose culpable.
-No te hagas problema. Hiciste lo correcto. La fulana
es una turra por más mujer que sea. Si no era ese día, sería en otra ocasión.
Ya sabes, tenía un pequeño prontuario que Paula ocultaba y sufría. Estuvo bueno
que sucediera entre nosotras pues somos personas importantes para las chicas e
incluso para su padres y por lo tanto, si bien dudaron al principio, no tuvieron
más que aceptar nuestra palabra-
Silvia aceptó mi punto de vista. Se acurrucó en mi
pecho y la abracé fuertemente. Estuvimos un rato así en silencio. De pronto se
irguió, sacudió su hermosa melena negra y más tranquila y sonriente dijo.
-Gracias mi reina. Te amo-
-Yo también te amo- Respondí.
Nos besamos en la boca y se marchó feliz, eso creo.
Al menos estaba más animada.
La tarde estaba desapacible. El otoño que se hizo
rogar finalmente llegó (bueno, en realidad yo sería feliz si todo el año fuera
verano). De un día para otro los árboles se pusieron amarillos y las hojas inundaron
las veredas. Esta todo nublado, teñido de un gris plomo bastante deprimente. Es
la época de quedarse de este lado de la ventana y dormir, coger y comer.
Keiko me contó que su padre diseñó e hizo construir
un salón en la terraza del edificio, totalmente cerrado para instalar allí la
parrilla, la cocina y todo lo concerniente a los asados de los domingos. Para
que los asadores no sufran el frio construyó una escalera, también cerrada, que
une la nueva sala con el piso superior del edificio comunal que es el que
usualmente utilizamos en las reuniones domingueras.
Con respecto a los sábados, lo que durante bastante
tiempo fueron reuniones esporádicas y aleatorias de todo el grupo, se convirtieron
en un hermosa rutina en las cuales, luego de la cena hacíamos largas sobremesas
y las arquitectas se quedaban a dormir. Por supuesto que también había sexo
entre quienes quisieran y con quien quisieran, dependiendo de la pesadez después
de la cena.
Las cavilaciones en las que me sumerjo pueden dejarme
casi catatónica, sentada en mi gran sillón de trabajo y mirando el mar (rio).
Estaba en una de esas fugas cuando llegó Keiko de la fábrica. Casi automáticamente
me levanté y fui a preparar el mate. En tanto mi japonesita anunció que se iba
a duchar. Yo estaba en la cocina colocando bizcochos en un plato cuando sentí
dos manos tomándome, por atrás, de la cintura.
-¿Keiko?- Pregunté.
-No tontita-
-¿Silvia?, ¿Esther?- Volví a preguntar.
-No te hagas la boluda, sabés bien quien soy y no me
trago tu broma-
Me di vuelta. Frente a mi estaba Marga en toda su
imponencia. Me abrazó y me dio un largo beso en la boca jugando con nuestras
lenguas.
-¿Qué te paso que estas tan contenta?- Le interrogué.
En eso estábamos cuando entró en la cocina Keiko
vestida solo con una tanga y un diminuto corpiño (no necesita más). Se metió
entre Marga y yo y nos rodeó a cada una con sus brazos.
-¿Qué tomaron hoy?- Dije
-Nada, supongo que debe ser el día. Esta nublado e
invita al relax-
-Al relajo querrás decir- Agregué
-Eso, al sexo con el aire acondicionado prendido,
sintiendo el golpeteo de la lluvia y estirando el deseo hasta mas no poder. Una
noche perfecta- Respondió Marga.
-Eso- Dijo Keiko y agregó -Vamos a coger-
Six
Se murió Bergoglio. (Esta novela se está convirtiendo
en un canal de noticias). Lo cierto es que me importó poco. Ya lo había
criticado fuertemente en mis visitas a Italia. Y no solo porque soy atea y él
era el líder de una iglesia autista y pedófila, sino también por su injerencia
en la política de Sudacalandia, recibiendo en el Vaticano a sus más
impresentables representantes sudacas. Así que…pasemos la hoja y a otra cosa.
Recibí en mi Whats App varias fotos del banquero
crossdresser donde, para decirlo francamente, se lo veía extraordinariamente
mejorado y eso me llevó a invitarlo a cenar un día en Kitty´s. Aceptó de
inmediato y entonces armé una cena en donde no solo íbamos a estar las miembros
del grupo Scissors sino también el banquero, debidamente montado (travestido) y
mi marchand Adriana.
-Esto va a ser como una sopa de verduras, hay una
mezcla de todo- Dijo Keiko
-¿No estarás con intenciones de hacerles de
celestina?- Preguntó Marga.
-No, ni remotamente, es solo para dar un toque
diferente a la salida- Respondí dándome cuenta en ese momento que Marga podía tener
razón, aunque a mí no se me había ocurrido tal cosa.
Lógicamente se fijó el sábado como fecha del
encuentro. Ni a Adriana ni al señor Ambrosio les adelanté ni media palabra.
Quería ver qué pasaba cuando se conocieran.
-La célibe y el crossdresser- Dijo Keiko.
-Buen título para una novela- Agregó Marga.
Todos llegamos por vías diferentes a la explanada del
Puerto donde está el restaurante. Silvia y Esther, de radiantes minifaldas
blancas y musculosas negras pisando sobre sandalias de taco alto negras,
llegaron en la SUV de Nogueira, Adriana también impactante de pantalón negro
brillante y camisa de seda rosa, sobre unos stiletto blancos, llegó caminando pues
su casa está a unas pocas cuadras. Keiko, Marga y Yo nos vestimos con
ajustadísimas minifaldas de jean azules y pulóveres finos de cuello en V, de
diferentes colores, además de botas negras. Y para completar el cuadro,
Ambrosio, o sea Marisa, llegó con una pollera tipo tubo larga hasta las
rodillas, una blusa con volados en el cuello y zapatos plateados con taco
chino.
-Parece Tootsie- Dijo Marga a mi oído.
-Solo le faltan los enormes anteojos- Comentó Silvia.
(Recordar: Tootsie era una película protagonizada por
Dustin Hoffman donde se travestía para obtener trabajo como actor, o actriz)
Pero, así y todo, estaba esplendida. Y remarco el
femenino.
Fue el último en llegar. Las primeras fuimos nosotras
y nos quedamos en el deck del restaurante, detrás Silvia y Esther, luego llegó
Adriana y por ultimo Marisa (la voy a mencionar así, por respeto).
No podría describir los gestos de Adriana y Marisa
cuando las presentamos, solo diré que fue de sorpresa. Pero Adriana es una
mujer de mundo y con todo aplomo se acercó a Marisa y la dio un beso en la
mejilla a la par de que sostenía su mano.
-Encantada de conocerte- Dijo.
-Yo también- Respondió el banquero crossdresser.
Marga me miró y no pudo evitar una sonrisa.
-Estos dos terminan en la cama- Me dijo.
-No creo- Le respondí
Aunque me dejó pensando.
Luego de haberse producido el encuentro afuera del restaurante,
todo el grupo entró al local. De más esta volver a repetir que nos reciben como
si fuéramos diosas del Olimpo.
Nos ubicaron en una mesa de la esquina del
restaurante cuyas vidrieras dan hacia la isla Gorriti, apenas iluminada. Yo
observaba a Marisa y no podía creer como había evolucionado en poco tiempo. Se
la veía distinguida y discreta. Toda una señora.
Dado que quedé sentada su lado se lo comenté.
-No sabe, es maravilloso, en ese grupo que ustedes descubrieron
cuando andábamos tras los zapatos hay una mujer que oficia de una especie de personal
trainer para ser más femenina y realmente he aprendido muchas cosas con ella-
Me respondió.
-Vaya, me alegro- Manifesté.
Entonces me preguntó señalándome con disimulo a
Adriana.
-¿La señora es soltera?-
-Vas rápido. Si lo es pero ha hecho del celibato su
religión-
En lugar de parecer desanimado por mi revelación, fue
evidente un gesto de alivio. Lo miré inquisitivamente y se vio obligado a
aclarar.
-Es que yo también he decidido no volver a formar
pareja…-
Y acercando sus labios a mi oído terminó la frase
-…no tengo erecciones y no quiero hacer el ridículo-
¡Era un noche de grandes revelaciones!
Fue una cena muy amena, divertida y con una excelente
gastronomía y regada con buenos vinos. Hablamos de todo. Por supuesto que la
química entre las chicas del grupo Scissors ya está descontada pero después del
comentario de Marisa pensé que no estaría cómoda con Adriana. Al poco rato me quedé
tranquila. Se llevaban muy bien y era evidente que mi marchand tampoco tenía el
más mínimo interés sexual en el crossdresser. La movía la curiosidad y nada más.
Después del postre y el café nos pusimos en camino a
casa. Como todos los sábados Esther y Silvia se quedarían en el edificio.
Adriana dijo que iba a ir caminando hasta su casa pero Ambrosio/Marisa le dijo
que la alcanzaría con el auto.
-Estos dos terminan en la cama- Me dijo Marga por
segunda vez en la noche.
Al rato llegamos a nuestro hogar. Yo iba manejando mi
Torino con mis novias y detrás llegaron las arquitectas en la SUV. Rápidamente
fuimos a darnos una ducha reparadora. Nos vestimos con la ropa vintage de mi
abuela. A Silvia y Esther también le había regalado algunas prendas que solían
utilizar.
Fui a mi barcito y llevé una botella de licor de
banana. Keiko fue buscar las copas. Mientras caminaba hacia el living con la botella
en una mano y mi celular en la otra, sonó el aviso de mensaje de Whats App.
Miré, era Adriana que me decía si podía llamarme.
La llamé yo.
-¡Que tal reina! ¿Qué pasó?-
-Nada, todo bien. No quise interrumpir, pensé que estarían
haciendo el amor-
-No, por ahora. ¿Paso algo con Marisa?-
-Nada, la señora es una dama. Yo estaba medio
asustada porque pensaba que iba a avanzarme pero me dejó y se fue raudo-
-¿Y vos?-
-Yo, feliz. Solita en mi cama con mis juguetes. Creo
que Marisa va a ser una buena amiga para ir al tomar el té y conversar-
-Genial- Comenté y le mandé un beso.
-¿Cogieron?- Preguntó Marga.
-No, obsesiva- Le respondí.
Seven
El domingo amaneció lluvioso. No es habitual que
llueva los domingos pero esta vez “falló el sistema”. Nos levantamos a
desayunar. Reunidas en el comedor de Keiko degustamos abundantes tazas de café con
medialunas y pan tostado con manteca. Luego las arquitectas se fueron a su casa
para cambiarse de ropa e ir a lo de Yamura.
Marga, Keiko y yo salimos después, de cómodos conjuntos
de jogging y dispuestas a pasar un día agradable en el clásico asado que
organiza el padre de mi novia japonesita.
En cuanto llegamos al estacionamiento que está a un costado
de uno de los edificios que ocupa todo el personal de la fábrica lo primero que
noté fue la construcción de un pasadizo armado con estructura de caños y cubierto
de lona que unía ambos edificios y luego, a través del jardín facilitaba llegar
hasta la fábrica, no solo sin mojarse sino también sin sufrir el frio.
-¿Esto lo hizo tu viejo?- Le pregunté a Keiko.
-Así es, quiere cuidar la salud de nuestros empleados-
-¿Y ellos que opinan?-
-Super agradecidos-
Entramos por una puerta lateral al corredor cubierto
e ingresamos en el edificio. Por ascensor llegamos al piso más alto, el de las
reuniones. Estaba notablemente cambiado. Las paredes pintadas de blanco,
cortinados en todas las ventanas, mesas y sillas nuevas, una gran mesada para
ubicar lo que traían los cocineros desde la nueva cocina cerrada en la terraza
y en un extremo la escalera que llevaba al sitio de la parrilla que Keiko nos
llevó a conocer. Tenía dos gigantescas parrillas con toda su ventilación, una gran
mesa para elaborar las ensaladas y trocear la carne, armarios con vajilla, una
cocina y una heladera comercial.
Estábamos bajando al piso cuando llegaron Esther y
Silvia que ya estaban admirando los cambios. Pero Keiko me tomó del brazo y me
llevó al otro extremo del gran salón. Allí había armada una tarima a modo de
escenario, completo de trípodes con micrófonos, soportes para guitarras, una batería,
una consola de luz y sonido y el techo los reflectores para iluminar el proscenio.
-Aquí está todo preparado para que quien quiera demuestre
sus habilidades. Hay quienes escriben y podrán leer sus textos, hay quienes
hacen música, hasta un grupo que prepara pequeñas obras de teatro y va a venir
una concertista de órgano- Dijo Keiko.
-¿Martha Argerich?- Le pregunté.
-No seas tonta, sabes a quien me refiero-
Y la idea me encantó.
Me quede pensando unos segundos y tomando a Keiko de
la cintura le dije.
-¿Que diría tu viejo si le propongo escribir un libro
sobre él?-
-¿Qué es demasiado, que es solo un modesto…-
-Para, ya conozco bastantes japoneses. Lo que quiero
saber es que puede pasar después de invocar su humilde persona-
-Se va a poner loco de alegría-
-Basta, eso es lo que necesitaba-
Y llevando a Keiko de la mano me acerqué adonde el
señor Yamura departía con uno de sus empleados.
-Yamura, sensei- Le dije
Me miró extrañado porque nunca me dirijo a él de esa
manera.
-¡Ah! Aquí está mi pequeña samurái- Exclamó.
-Gracias por lo de pequeña- Respondí y agregué-
Quisiera hacerle una pregunta, no…más que eso, quiero imponerle un compromiso…-
-¿De qué se trata?-
-Quiero escribir un libro sobre usted-
-No lo merezco-
-Ya sabía que me iba a decir eso, pero no soy mujer
de rendirme ante un no-
-Ya lo sé. Y no voy a insistir. ¿Qué es precisamente
lo que desea escribir?-
-Sobre su vida, su trayectoria empresarial, y sobre
todo sobre esto- Manifesté señalando con el brazo todo el entorno.
-¿Sobre esto?-
-Si, sobre como un empresario logra que su empleados
cambien de país y lo sigan fielmente, casi como los judíos seguían a Moisés a
través del Mar Rojo-
-Ja, ja-
La que se rio fue Marga. Luego reaccionó y cubriéndose
la boca para tapar la risa, como pudo dijo
-Nunca hubiera imaginado ejemplo tan insólito-
-¿Y entonces que debo hacer?- Preguntó Yamura.
-Solo tenerme paciencia y revisar algunos documentos
y fotos viejas, si las tiene, y contarme todo lo que recuerda. Yo vendré aquí a
entrevistarlo-
-De acuerdo. Creo que va a ser una excelente
experiencia-
El señor Yamura estaba ancho de orgullo. Sus
empleados, que oyeron toda la conversación aplaudieron largamente. Keiko,
todavía a mi lado acercó sus labios a mi oído y manifestó.
-Gracias-
Esa tarde de lluvia estrenamos el escenario. Dos
hijas de empleados leyeron sus poemas, otro par de muchachos improvisaron una
escena de una obra de teatro que estaban ensayando, una joven tocó temas
japoneses en su guitarra y para no ser menos y “a pedido del público” yo recité
uno de mis escasos poemas. Todo fue muy celebrado y el señor Yamura anunció que
planeaban organizar un centro cultural para enseñar literatura, música y
teatro, lo que fue recibido con beneplácito por todo el personal.
En medio de eso se me acercó uno de los capataces, a
quien conozco, como a casi todos, desde hace bastante tiempo, y me dijo.
-Usted tiene el poder de escribir ese libro sobre
Yamura-san y divulgarlo. Se lo merece-
-Pierda cuidado, esa es mi idea- Le respondí.
Aunque, a pesar de mi deseo de rendirle un homenaje,
no imaginaba si la vida de un empresario japones llamaría a las ventas. Pero
contaba con mi editor para ello.
De manera que al otro día lo llamé y le dije
-Antes de que me hagas la pregunta estúpida de
siempre te aviso que ya tengo una idea de un libro-
-Sorprendente, ¿Y de que se trata?-
-De la vida de Yamura-san-
-¿El papa de Keiko?-
-Exacto, y esta vez, más que nunca, quiero que te esfuerces
en venderlo-
-¡No te preocupes! ¡Ese es mi juego!-
Y quedo sellado el pacto. Ese mismo mediodía ya
estaba en lo de Yamura conversando sobre su biografía.
Eight
El señor Yamura me recibió en su amplio piso, el más
alto del edificio vecino al que tenía el salón comedor. La decoración de su
vivienda, como buen japones es austera y minimalista. Pocos cuadros, algunos míos,
esculturas de formas suaves y colores claros, un par de tapices con motivos de
cerezos en flor y los infaltables soportes donde exhibía sus katanas.
La madre de Keiko, se llama Ayame, que significa Arco
iris. El padre se llama Kenzo. Lo aclaro porque en toda mi historia no lo
mencioné nunca y les debo ese reconocimiento. Para cuando llegué la señora Ayame,
tenía todo ordenado sobre un amplio escritorio. Documentos, fotos y anotaciones
que había hecho a lo largo de su vida juntos al señor Kenzo Yamura, lo que me
dio la pauta de cuanto admiraba a su esposo.
Me ofreció té y masas y comenzamos a departir cuando
llegó el señor Yamura y se unió a la conversación. Fue una catarata de datos.
Me ofrecieron todos sus recuerdos para que yo trabajara con ellos. Estaban realmente
entusiasmados y yo feliz, no solo de poder escribir ese libro sino también de
homenajear a ese hombre.
Supe de su nacimiento en 1974 en la ciudad de
Yokohama, sus estudios primarios en el Internacional School donde aprendió inglés
además de las materias tradicionales. Luego su paso por el secundario
industrial Kosen que es la puerta abierta a la Universidad. Los altos estudios
de ingeniería los hizo en la Universidad de Tokio. Allí conoció a su futura
esposa que era empleada administrativa de la casa de estudios. Luego, sin pasar
por trabajos rentados, se abocó a crear su propia empresa ya que la computación
estaba haciendo su explosión en el mundo con los programas Windows y el inicio
popular de la Internet y necesitaba elementos para sus aparatos. Y así estuvo
hasta que surgió el problema de la relación de Keiko con la hija del poderoso
empresario Eiji Fudo que amenazó a Yamura, lo que lo obligo a apurar los planes,
que ya tenía, de venir a América pues en Japón la competencia era casi una
guerra. Le propuse evitar el tema de Keiko y la hija de Fudo y solo centrarnos
en el tema de la competencia industrial. Estuvo de acuerdo.
Y luego todo lo que ya conocemos por mis relatos. La
forma en que manejó su empresa tomando empleados, algunos con ascendientes
japoneses, como le pasó la posta a Keiko durante la pandemia y la decisión de
instalarse en Punta del Este lo que significó un enorme crecimiento de la
empresa. Y como sus fieles empleados lo siguieron cruzando el charco (Y no el
Mar Rojo) y lo hubieran seguido hasta el fin del mundo. La elección de un sitio
agradable para el trabajo, los condominios y las comodidades para todos su
empleados. Una vida ejemplar del Shogun Yamura, como yo solía decirle en broma.
Volví a mi edificio cargada de información. Para que
no corran riesgo y no tener que trasladar fuera de su vivienda ningún documento
valioso le tome fotos a todo. Luego las pasé a la computadora y me dediqué a
estudiarlos aunque muchos de ellos estaban en japones, pero el matrimonio me
mostró que era cada cosa y yo solo buscaba fechas y nombres.
Hacia esto mientras preparaba el mate para mis
novias. A la tardecita llegó la niña Keiko y se sentó a tomar mate conmigo
mientras me traducía algunas frases. Al rato llegó Marga y pronto estuvimos las
tres conversando acerca de la vida de los padres de mi japonesita. Me estaba
entusiasmando mi trabajo.
Con la ayuda de Keiko fui armando el rompecabezas de
notas y datos. La señora Yamura me envió muchas fotos escaneadas para que elija
cuales podían ir en el libro y mi editor se puso a trabajar en serio. Me llamó
para pedirme una introducción que resumiera lo que iba a escribir y alguna foto
para armar una gacetilla que pensaba enviar a los editores europeos pero sobre
todo a los japoneses. Tenía idea de que en el Imperio del Sol Naciente el libro
iba a ser un verdadero suceso.
Cumplí con lo que me pedía y a las pocas horas recibí
el armado en PDF que había hecho. Cuando se lo aprobé me dijo.
-Ya lo estoy enviando-
Yo seguía escribiendo a toda velocidad. Me pasaba
varias horas frente a la computadora y avanzaba a pasos agigantados. Mi
marchand Adriana me preguntó un par de veces como andaban los cuadros y le
contesté que tenía varios pintados en mi atelier y que podía pasara a buscarlos
cuando quisiera. Lo que hizo rápidamente pues ya los tenía vendidos.
La intuición de mi editor sobre la repercusión del futuro
libro en Japón no estaba errada. Es cierto que ya soy una escritora reconocida
al otro lado del mundo y que cada noticia de una nueva publicación es esperada
con curiosidad pero no hay que bajar los brazos para mantener la fama.
Confirmé la visión de mi editor cuando recibí un
llamado. Quien podía ser si no era el solcito Yuzu.
-¡Alexia-san que buena idea!- Exclamó después del saludo.
-¿Te parece?-
-¡Es genial! Aquí el señor Akiyama ya se está mordiendo
los nudillos de impaciencia!-
-Decile que se calme porque hasta que tenga el libro
se va a quedar sin dedos-
-Le envié una copia al abuelo y ya decidió apoyar la publicación.
Dice que Yamura-san es un ejemplo-
-Andamos bien entonces. Aquí todavía tengo que
completar algunas cosas del texto, luego viene la presentación en Uruguay, pero
veré con mi editor para que ustedes puedan tenerlo, editarlo y sacarlo a la
venta aunque yo no esté por allí hasta más tarde-
-Podría adelantar un streaming-
-Veo que vos también estas ansiosa. Déjame verlo y te
llamo-
Después de cortar con la rubia de las Ahiara no podía
dejar de sonreír. Esta mocosa me hace muy feliz con su entusiasmo.
Era la tardecita de ese mismo día, pocos antes de que
regresaran mis novias de sus trabajos cuando, estando en la cocina preparando
el mate, sentí un llamado en mi celular. Como no reconocía el numero atendí con
prevención.
-¿Hola?-
-Buenas tardes Alexia-san- dijo la inconfundible voz
del abuelo Ahiara.
-¡Ah! Buenas tardes o buenos días allí. ¿Qué se le
ofrece?-
-Supe de su nuevo libro…-
-Si, algo me comentó Yuzu-
-Supongo que le habrá dicho que pensaba colaborar en
su difusión-
-Así es-
-Bien, he estado hablando con algunas personas de la
cultura que también colaborarían, pero la novedad es que está interesado el Primer
Ministro…-
-¡¿Qué?!-
-Lo que oyó. Todo está muy verde todavía y tal vez tenga
que insistir un poco pero sería probable que el Primer Ministro quiera conocer al
señor Yamura, aunque querrá leer primero el libro-
-Estoy anonadada. Jamás pensé que esto se me volaría
de las manos-
-Usted termine el libro con la profesionalidad que le
caracteriza. El resto déjemelo a mí, a Yuzu y al señor Akiyama-
Y después de los saludos, cortó.
Nine
Cuando le conté a mis novias sobre las dos llamadas
que recibí de Japón se quedaron mirándome asombradas, sobre todo cuando
mencioné lo del Primer Ministro japones.
-No puedo creerlo- Repetían ambas como un mantra.
-¿Le contaste a mi viejo?- Me interrogó Keiko.
-No, esperaba conversarlo con vos, más que nada en lo
referente al gobierno. No tengo idea de las opiniones políticas de tu padre en
el contexto actual-
-Si he de serte sincera yo tampoco. Al menos sé que
apoya, sin fanatismo al gobierno dominante, el de Partido Liberal Democrático
que viene gobernando casi sin oposición desde hace un montón de años-
-Supongo que me estás hablando de un Partido de
derecha-
-Exacto. Ya sabes que a mi padre las izquierdas no le
caen simpáticos, por eso coincide siempre con tus opiniones-
-O sea que si esto llega a niveles tan altos no
debemos esperar ninguna sorpresa-
-Estas en lo cierto-
-Entonces voy a llamar a tu padre-
Y lo llamé. Le conté toda la conversación que había
tenido con mi editor, con Yuzu y con el abuelo. Quedó tan sorprendido como
todos. Me agradeció y quedamos en que lo llamaría por otras novedades.
Así fue que seguí trabajando sin descanso. Realmente
comencé esta tarea con entusiasmo y a medida que crecía su interés por parte de
otras personas se me hacía más imperativo continuar.
En cuanto tuve listo el manuscrito, y decidida la
foto que me interesaba poner en la tapa, se lo envié por mail a al señor
Yamura. Antes que nadie más debía ser él quien le diera el visto bueno. Lo leyó
rápidamente y al otro día recibí un llamado telefónico suyo aprobando con
creces todo el texto. Tras ello le envié el material a mi editor indicándole
donde quería cada foto y su epígrafe correspondiente. Me sentía exultante. Y
creo que contagié a todos a mi alrededor.
Pocos días después me llegó la confirmación de que el
Castillo del Alquimista estaba reservado. Mi editor me pasó la prueba de galera
que acepté rápidamente. Inmediatamente mandó la prueba también a Japón para que
la traduzcan.
-Supongo que seguís sin interés en hacerte un viaje
por estas tierras- Me dijo mi editor.
-Supones bien- Respondí.
-Estoy de acuerdo pero fíjate que en medio de la
interesante vida de Don Yamura hay un hecho puntual que puede ser detonante de alguna
polémica-
-¿A qué te réferis?-
-Al énfasis que pusiste en todo el tema de la mudanza
a Uruguay con el seguimiento de sus fieles empleados. Me gustó esa comparación
de cruzar el Mar Rojo-
-Ese énfasis está calculado querido amigo y veo, por
tu reacción que funciona. Ya sabes, hay que arrojar alguna piedra al rio para
que se hagan las ondas y se extiendan-
-Debí imaginarme-
La acción de mi editor en Sudacalandia dio efecto.
Pronto, varios periodistas pidieron hablar conmigo. Y, como vengo haciéndolo
últimamente, no los atendí. Que esperaran a la presentación en Montevideo.
Mientras tanto iba informándole al padre de Keiko como marchaban las cosas. En
un momento le puse sobre aviso que el libro iba a tener mucha más trascendencia
de lo que pensábamos y que eso podía ocasionar alguna polémica.
-No me importa, es más…mi alma samurái lo anda deseando.
Era hora de sacudirse la polilla- Me respondió, para mi sorpresa.
Bien. Si es así… Me quedé pensando.
Esa noche se lo comenté a Keiko.
-Me parece que al viejo le entusiasmó la idea del
libro por que promociona la empresa- Me dijo.
-Tengo la sensación de que vamos a hacer algo de
ruido en Montevideo-
-No te preocupes- Aseguró mi japonesita.
En cuanto estuvieron los libros impresos se decidió
hacer la presentación en lo que se ha convertido nuestro lugar habitual. El
Castillo del Alquimista. Ese día en la mañana viajaríamos todos a Montevideo y pernoctaríamos
en nuestro hotel favorito, Trouville. Luego, por la tarde cruzaríamos al
Castillo y haríamos la presentación.
Y cuando digo todos es todos. Las cinco amigas, el
señor Yamura, su esposa y Jacobo.
Sabíamos por anticipado que estarían presente mi
admiradora número uno, como a ella le gusta llamarse, o sea la señora Nogueira
y también su marido. Alguien me susurró que estaría el ex presidente Lacalle
Pou.
Salimos del Aeropuerto del Carmen en dos taxis aéreos
y una vez en Montevideo , también en dos taxis, pero terrestres, nos llegamos
hasta el hotel. nuestra recepción ya estaba organizada. En el hotel están contentos
porque suele hospedarse bastante gente para mis presentaciones y en una noche
recaudan lo de todo un mes.
Mis novias, mis amigas y yo salimos a caminar un rato
por la costanera. Terminamos sentadas en un banco mirando el rio y hablamos de
cosas sin importancia. Luego, a la hora de salir a la presentación, nos pusimos
ajustados vestidos y tacos altos. Como ya se está haciendo costumbre
atravesamos la calle como si fuera la alfombra roja de la entrega de los Oscar.
Llegamos al Castillo. Esta vez no había ningún colectivo minoritario haciendo
manifestaciones y en pocos minutos estuvimos en el salón que estaba lleno, pero
no tanto como otras veces. Igualmente era un éxito.
Nos ubicamos en el escenario, el dueño del Castillo,
a su derecha yo, a mi lado el señor Yamura, luego su esposa y por ultimo Keiko.
El dueño del Castillo hizo el primer discurso. Se mostró muy impresionado por
la manera en que el señor Yamura organizó su empresa. En un momento dijo
-Creo que si bien hemos venido a la presentación de
un libro, magníficamente escrito, como es costumbre en la señora Alexia Montes,
lo que nos vamos a llevar hoy es la imagen de este hombre probo y sensible que
ha logrado lo que pocos, la fidelidad absoluta de su gente, no me animo a decir, de sus trabajadores, porque
lo que relata la señora Montes es la comunión de un familia, más que de una
empresa-
Ni yo lo hubiera dicho mejor.
Luego leí algunos párrafos del libro, sobre todo de cuándo
y cómo se decidió la mudanza a Uruguay. Y por último el señor Yamura dijo un pequeño
agradecimiento, al público y a mí por haberme interesado en su humilde persona.
Tras ello invitó a quienes quisieran hacer preguntas. Que no se hicieron
esperar.
Fueron sobre cómo llegó primero a Sudacalandia (ellos
decían Argentina) y como se adaptó a nuevas costumbres y más tarde como logró
que su empleados lo siguieran a su actual situación.
Hasta que apareció uno que puso el dedo en el
ventilador.
-Si se fue de Argentina durante el gobierno de Alberto
Fernández por que la situación era insostenible ¿Por qué no intenta regresar
ahora que las cosas han cambiado?-
Estuve por contestar pero el señor Yamura puso
suavemente su mano sobre la mía, tomó el micrófono y dijo
-Porque ya estoy viejito-
Lo que provocó no pocas risas. Pero el hombre
insistía.
-Puede hacerlo su hija-
Keiko tomó el micrófono y respondió
-Aquí soy feliz. Deme una buena razón para dejar la
felicidad atrás-
-La felicidad la hace uno en cualquier sitio que
vaya. La razón para volver a la Argentina es que allí todo cambió-
Esa última frase motivo mi intervención pues ya me
estaba saliendo de la vaina.
-¿Libertario?- Pregunté
El muchacho respondió afirmativamente.
-Entonces déjame decirte. Allá las cosas no han
cambiado. Parece que han cambiado pero es solo una fachada. Milei podrá ser
todo lo disruptivo que quiera pero no tiene poder. El poder lo tiene el
peronismo y no por que ocupa cargos en este momento, aunque hay algunos
infiltrados, sino porque tiene carcomida las mentes de suficientes personas
como para conseguir los votos necesarios. No hay batalla cultural que valga con
ellos. Sus cerebros ya no tienen marcha atrás. Además el gobierno tiene la idea
fija de destronar a la señora chorra en las elecciones, Macri creía lo mismo y así
le fue. Volvieron. Y van a volver en el 2027. Y además, tanto al señor Yamura
como a su hija y a otras personas que vinieron junto con nosotros, con la
intención de instalar sus negocios aquí nos recibieron con los brazos abiertos,
sin complicarnos con tramites burocraticos-
Después un breve silencio que se produjo al terminar
mis palabras estallo un fuerte aplauso. Estaba satisfecha. Al otro dia iban a
hablar en Sudacalandia del libro y eso significaba más ventas.
Y yo no estaba desacertada. Una incompresible
maniobra echó por tierra la ley de Ficha Limpia. ¿fue el kirchnerismo o el
propio gobierno quien la saboteó? De todas maneras ambas situaciones me daban
la razón. Pero no hay más problemas, los católicos están contentos porque
tienen nuevo Papa, un yanqui.
Después de la ceremonia llegó el momento de firmar
libros. Lo hicimos el señor Yamura y yo.
-Nunca imaginé que esto era tan trabajoso- Comentó el
padre de Keiko mientras firmaba un libro tras otro.
En tanto degustamos algunos sándwiches de miga y
tomado una copa de vino. Pero ya teníamos la cena preparada en el hotel, como también
se está haciendo costumbre. Antes de salir, en medio de la muchedumbre apareció
el ex presidente Lacalle Pou.
-Me habían dicho que venía pero no lo había visto-
Aclare mientras lo saludaba.
-Me mantengo de incógnito- Respondió guiñando un ojo
y agregó -Usted ha hecho algo necesario. El señor Yamura es un importante
hombre de negocios que ha traído divisas al país, además de ser un nombre
honorable e integro, se merecía un libro suyo-
Agradecí el comentario y llamé al señor Yamura para
que saludara a Lacalle Pou. Le firmamos un libro y se fue no sin antes
decirnos.
-No se vayan. Aquí tienen futuro-
-Lo sabemos- Contesté.
Y después de la azarosa jornada nos fuimos a cenar al
hotel. Marga, Keiko, los Yamura, los Nogueira, Esther, Silvia, Jacobo y mi
editor. La sobremesa se hizo larga, le regalé un libro al dueño del
establecimiento. Y salvo los Nogueira que se marcharon a su casa en Montevideo,
el resto nos quedamos esa noche para regresar a Punta del Este a la mañana
siguiente.
Ten
Tras la exitosa presentación en Montevideo el próximo
paso era el Lejano Oriente.
Pero todavía teníamos que esperar la traducción y la
edición en papel.
Mientras tanto recibí varias llamadas de
Sudacalandia, que insistían con que les respondiera algunas cosas sobre el
libro. Aproveché cuanta oportunidad me dieron en defenestrar a un seguidor,
chupamedias del presidente Milei que posteó en una red social una verdadera salvajada
sobre el recientemente fallecido ex presidente uruguayo Pepe Mujica. Quizás su
pasado tupamaro pueda ser una mancha en sus historia pero lo cierto que el
hombre es, y lo seguirá siendo por mucho tiempo, el único presidente totalmente
honesto, tanto intelectualmente como económicamente.
Mi reacción fue bastante comentada, sabiendo del otro
lado del Rio de la Plata que no me simpatizan los zurdos pero eso también me
dio oportunidad de manifestar que Milei ya me tenía harta. Que finalmente había
entrado en la “rosca” política de la “casta” que tanto criticaba y que estaba
haciendo las mismas trapisondas. Nadie salió a desmentirme. Sobre todo cuando
afirme que si no mejoraba su accionar y lo hacía más transparente, bajar la inflación
no le iba a servir de nada y lograría, como ya lo he dicho que volviera el kirchnerismo
delincuente e ineficaz.
Pero lo que realmente hizo saltar los portales de
noticias fue cuando insinué que Milei era solo un delfín del kirchnerismo al
que dejaron llegar al poder solo para que haga el trabajo sucio de arreglar un
poco el desastre dejado por ellos y después retomar el poder en 2027 para
seguir robando.
Se me vinieron como caranchos a nido ajeno. Pero les demostré
que me sobraba tela y manifesté
-Hagan algo para desmentirme. Milei, si sos honesto intelectualmente
sacate de encima a tipos como el Gordo Dan y al “Mago del Kremlin” y tal vez
vuelva a creer en vos-
El presidente, habituado a salir con los tacones de
punta contra quien lo critica no tuvo la más mínima reacción. Y no se si alegrarme
por ello.
Pero basta de pavadas. Ya se estaba haciendo tiempo
del viaje al otro lado del mundo y estaba claro que iríamos los Yamura y yo,
sobre todo porque el abuelo Aihara nos tenía prometida una entrevista con el Primer
Ministro. De todas las chicas la única que andaba con tiempo era Marga, pues
dejaría a Jacobo, cada vez más eficiente, a cargo de la oficina. Keiko, por
irse su padre no tenía más remedio que quedarse al frente de la fábrica y las
arquitectas estaban teniendo bastante trabajo en el proyecto de varios grupos
de viviendas camino a San Ignacio.
Así fue que tras un aviso del solcito Yuzu tuvimos la
fecha para el viaje. La usual partida del Aeropuerto del Carmen, luego el
Aeropuerto de Montevideo y otro largo trayecto hacia el imperio del Sol
Naciente. Debo confesar que el viaje estuvo entretenido. Conversamos bastante
entre los cuatro. Marga estuvo muy cariñosa conmigo, evidencia de que la
distancia con respecto al resto del grupo y el viaje solas la puso más romántica.
Aterrizaje en Narita totalmente tranquilo. Allí nos esperaba
en una Van, uno de los guardaespaldas del abuelo, a quien conocíamos, que se ocupó
de cargar todo el equipaje y luego manifestó que teníamos alojamiento en la
misma casa del patriarca Aihara para lo cual había preparadas, especialmente,
dos habitaciones.
Narita está un poco más lejos que Haneda, el otro
aeropuerto, por lo que nos llevó unos minutos llegar a la mansión. Nos
recibieron otros empleados que volvieron a ocuparse de las valijas y directamente
nos guiaron hasta las habitaciones en el primer piso. Luego, llegó nuestra
vieja conocida, el ama de llaves, que manifestó que nos pusiéramos cómodas y que
podíamos bajar a la biblioteca donde el señor Aihara estaba atendiendo unos
asuntos pero que no había problema por ello.
La habitación que nos habían reservado para Marga y
para mí era enorme, tenía balcones hacia la calle, estaba toda alfombrada y con
una cama de dos plazas, además de un baño en suite.
Aprovechamos para darnos una ducha y después de
vestirnos con ropa cómoda, básicamente jogging negros y zapatillas, bajamos a
la biblioteca. Allí estaba el abuelo sentado a su escritorio. Apenas entramos
se levantó de su sillón y haciendo una reverencia primero y estrechándonos las manos
después nos saludó.
-Disculpen que no haya salido a recibirlas pero me
tenían sujeto aquí varios llamados telefónicos que no podía evitar- Manifestó.
-No se preocupe. Conocemos muy bien su preocupación por
la atención a sus huéspedes- Respondí.
-¿Están cómodas?-
-Totalmente-
En ese momento entró el matrimonio Yamura. El encuentro
con el abuelo fue muy emotivo. Hubo abrazos y lo que supongo elogiosas
palabras, pues hablaron en japones. Tras ese primer instante de saludos nos sentamos
a conversar. Después de intercambiar novedades como era temprano para la cena
decidimos dejar al abuelo terminar su tarea y salimos a caminar, los cuatro,
por el vecindario, en un barrio donde una casa es más imponente que la
siguiente. No parábamos de admirar la arquitectura y los jardines decorados. Llegamos
hasta una calle más transitada donde había muchos negocios y nos detuvimos
frente a algunas vidrieras, sobre todo las de ropa. Finalmente regresamos.
Nos invitaron a pasar al comedor. Estábamos determinando
donde nos sentaríamos cuando llegó el abuelo.
-Bien, tengo el honor de tener que informarles el
plan. Esta noche tenemos cena con mi nuera Ume-san y con mis nietas Yuzu y Mei.
Mi hijo Shou anda por Corea del Sur y no vendrá por unos días. Mañana podrán
pasear un poco y por la tardecita se hará la presentación lo que ya está
combinado con el señor Akiyama, al otro día paseo por la mañana y a media tarde
la reunión con el Primer Ministro…-
-¡Wow!- Interrumpí.
-Así es. Tiene mucha curiosidad por conocerlo señor
Yamura-san- Respondió mirando a nuestro amigo.
-Es un honor impensado- Aclaró Yamura.
-Se lo debemos a la reina del iaido- Dijo el abuelo
riendo.
Mientras sucedía esto llegaron a la casa las niñas
Aihara y la siempre dulce madre, Ume. Se produjeron los abrazos, los besos y
las muestras de cariño. Pocos minutos después nos sentábamos a la mesa. Me preguntaron
por el resto de las chicas y tuve que contarles porque se habían tenido que
quedar en Uruguay.
--Eso es lo bueno de tener varias novias. Siempre hay
alguna con posibilidades de viajar- Dijo el abuelo riéndose para que se notara
que era un chiste.
La cena fue abundante y bien regada. Amena en las
conversaciones y en un ámbito muy agradable.
-Me quedó decirles que tras la presentación habrá una
cena en el restaurante acostumbrado. Y tras el último día de paseo, por la
noche, la reunión aquí en donde como siempre, se anota todo el mundo- Completó
el abuelo.
Todo organizado. No podía ser de otra manera.
Estábamos en Japón.
Eleven.
El día siguiente comenzó con un suculento desayuno en
el comedor diario de la mansión. El abuelo estaba muy ocupado en sus asuntos en
la biblioteca y solo pasó a saludar. Vestidos con ropa cómoda salimos Marga,
los Yamura y yo a pasear por el centro de Tokio. Para ello el abuelo dispuso
que una Van nos llevara donde quisiéramos.
De manera que luego que nos dejara en la inmediaciones
de la Estación de Shibuya caminamos por sus amplias veredas, pasamos por el
monumento a Hachiko para dejar unas flores y luego de caminar unas ocho o nueve
cuadras entramos en el Jardín Imperial Meiji Jingu donde nos perdimos entre el
bosque con los magníficos árboles que lo adornan y descansamos en el Santuario
Meiji en medio de una serena tranquilidad y un silencio reparador.
Regresamos para descansar antes de la presentación.
Tras la ducha Marga y yo elegimos ir de pantalones. Nos pusimos, ambas, unos
ajustados de tela engomada, negros y arriba un suéter liviano de cuello redondo
el de Marga y color celeste y de cuello en V, el mío, de color blanco,
completando los atuendos con botas, animal print las mías y charol negro las de
Marga.
Cuando nos encontramos en la planta baja pudimos ver
que la señora Yamura se había vestido con una yucata de vivos colores.
Realmente estaba hermosa. Por el contrario el señor Yamura estaba de formal
traje gris oscuro, camisa blanca y corbata. Quien parecía más informal era el
abuelo, que también estaba de traje pero sin corbata.
Subimos a la Van que en pocos minutos, en medio del enloquecedor
tránsito de la ciudad, nos dejó en la puerta del centro cultural. Nos recibió
el señor Akiyama que nos guio hasta una salón donde teníamos algo para tomar y
comer si lo deseábamos.
Estábamos allí cuando apareció Yuzu a preguntar si
estaba todo bien, siempre tan diligente y organizada. A poco tiempo de estar
conversando con nosotras miró su reloj y dijo
-Ya es hora, los guío hasta el salón-
Cuando entramos pude ver que junto al señor Akiyama
también estaba el abuelo en el escenario lo que me sorprendió. Una vez arriba
se nos invitó a sentarnos en unos cómodos sillones. Allí estábamos los cinco,
cada uno con un micrófono en la mano y esperando el inicio del acto una vez que
culminara el interminable aplauso que se desató cuando aparecimos.
El señor Akiyama tomó la palabra y dijo que nuevamente
era un orgullo y una gran placer recibirme en su centro para la presentación de
un nuevo libro y que, en esta oportunidad, era una satisfacción doble pues ese
libro versaba sobre una persona nacida en Japón.
Tras ese breve discurso le cedió el centro de la
escena al abuelo quien manifestó que conocía al señor Yamura por ser padre de una
ex alumna de su Instituto y que lamentaba que no estuviera pero sabía que
estaba cuidando de la empresa de su padre mientras duraba este viaje. Luego
hizo una semblanza rápida de como Yamura logró abrir su fábrica en Argentina y después
sobre su traslado a Uruguay.
-A veces no valoramos lo que es aventurarse en países
desconocidos, con otros idiomas y otras reglas de juego, por eso es doblemente
valioso lo que ha hecho el señor Yamura-san y sobre todo por su personal-
Después hablé yo. Conté como había conocido al señor
Yamura, lo que arranco algunas sonrisas en los espectadores y manifesté como
veía, día a día la preocupación que tenía por el estado de bienestar de su
gente. A cada una de mis descripciones respondía un “Ah” o un “Oh” de la tribuna.
Cuando concluí le cedí la palabra y el comenzó a hablar en japones, así que no sé
lo que dijo pero debió ser muy emotivo pues el aplauso fue avasallador e
interminable. La señora Yamura pidió hablar y también lo hizo en japonés. Otra
vez me quedé sin saber que dijo pero la respuesta del público fue igual.
En ese momento vi entre el público una cara que me
pareció conocida. Y comencé a preocuparme pues tras unos segundos advertí que
era el señor Eiji Fudo, el poderoso empresario, padre de la niña que había
tenida una relación con Keiko en sus años infantiles y por el que tanto Keiko
como yo estuvimos en riesgo de vida cuando lo enfrentamos.
Marga, que estaba sentada en la primera fila justo
frente a mí se dio cuenta de mi gesto y me hizo una seña imperceptible. El
señor Yamura, muy atento, lo vio y me preguntó que pasaba.
-Acabo de ver a su “amigo” Fudo- Le dije tapando el
micrófono.
-No se preocupe- Me respondió aplomado.
Terminamos con todos los discursos y como de
costumbre pasamos a un salón contiguo a firmar ejemplares.
-No sabía que esto era tan cansador- Manifestó el
señor Yamura que también firmaba los libros junto a mí.
Estaba en esa operación cuando volví a ver al señor
Fudo, esta vez en la fila con un libro en la mano.
-Ahí está de nuevo- Le murmuré a Yamura.
-No se preocupe- Volvió a decirme.
Yo lamentaba no tener mi pistola. Además hubiera sido
un peligro tener que enfrentar al sujeto con una arma en lugar atestado de
gente. Pero no quería tenerlo cerca. Mientras pensaba que hacer la fila fue
pasando y yo firmaba automáticamente. Hasta que le llegó al turno al
empresario. Tomó el libro con las dos manos y extendió los brazos hacia el
señor Yamura, haciendo una reverencia. Éste tomó el libro , lo apoyó en la mesa
y lo firmó. Cuando se lo iba a devolver el señor Fudo le habló en japones.
Yamura le contestó y parecía evidente que era un diálogo entre dos personas
normales. Como vio mi cara de no entender nada, la señora Yamura me tradujo
-Fudo-san dice que está arrepentido de todo lo que
hizo y que se alegra de que nos haya ido bien en América y que espera que lo
perdone. Y mi marido ha dicho que esta todo olvidado-
-Bueno, si es así…- Alcancé a decir.
En ese instante, sorpresivamente el señor Fudo se
dirigió a mí en un claro inglés.
-Señora, también ansío su perdón por el lamentable momento
que le hice pasar a usted y a la señorita Keiko Yamura-
-Supongo que su arrepentimiento es sincero, pues sino
no hubiera venido hasta aquí a disculparse- Manifesté.
Tomé el libro que el señor Fudo aún tenía en sus
manos y se lo firmé. Mientras se lo estaba devolviendo le pregunté.
-¿Y también logró que su hija lo perdone?-
-Lamentablemente no. Me guarda mucho rencor y no
puedo acusarla por ello. Tiene toda la razón. De todas maneras estoy muy atento
a ella aunque no lo sepa. He usado algunas influencias para que a su pareja, la
policía, no le den misiones peligrosas. Sería terrible que le pasara algo. Trato
de velar por ambas aunque lo ignoren-
Y tras esa palabras hizo una reverencia, dio media
vuelta y se perdió entre el gentío.
-¿Cree en su honestidad?- Le pregunté a Yamura.
-Si, un hombre puede cometer errores. Pero lo más
importante es su palabra. Creo que es sincero-
Y así terminó esa presentación tan particular.
Twelve
Tras la presentación tuvimos la acostumbrada cena.
Los comensales eran también casi los mismos de siempre: El señor Akiyama, Yuzu,
Mei, Marga, el abuelo, yo y la única novedad era la presencia del homenajeado
señor Yamura y su esposa, la dulce Ayame.
Estábamos en un momento de descanso entre la cena y
el postre cuando sentí el aviso del Whats App. Era un mensaje escrito de
Fumiko, la hija del señor Fudo.
“¿Puedo llamarte?” Me preguntaba.
Sali con el celular a un balcón del restaurante y le escribí
afirmativamente. Pocos segundos después sonó el llamado.
-Hola reina- Saludé
-Hola señora Alexia-san-
-Déjate de formalismos y contame que pasa-
-Es por mi padre ¿Estuvo allí?-
-Si, lo vimos-
-¿Ningún problema?-
-No, estuvo oyendo toda la presentación. Luego
adquirió un libro y se lo firmamos, Yamura-san y yo. Y en ese momento pidió una
disculpa a ambos. Yamura-san cree que es sincero-
-Ah, me quedo más tranquila-
-¿Temías alguna reacción violenta?-
-Un poco si-
-¿Pero no te hablas con él? Le pregunté y me dijo que
no le habías perdonado-
-Y no pienso hacerlo, pero igual conozco de su vida.
Por eso sabía que iba a ir hoy. El tema es que no pude avisarles-
-No te preocupes. En cuanto lo vi me puse atenta.
Pero quisiera hacerte una pregunta,
¿Cómo sabías que vendría si no te hablas con él?-
-Es muy gracioso. Yo sé que está atento a que no me
pase nada, ni a mí ni a Sadhasi y tiene un informante, lo que no sabe es que
ese informante, que es un chico muy despierto e inteligente, también me informa
acerca de mi padre-
-Es casi gracioso- Afirmé.
-¿Entonces está todo bien?-
-Quédate tranquila- Respondí y luego le interrogué
-¿Y tus cosas como andan?-
-Todo genial. Es una lástima que no pueda viajar a
Tokio, pero le mando a todas las chicas un enorme beso-
Y cortamos. Volví a la mesa y le puse al tanto de la
conversación al señor Yamura y luego al resto de los comensales que conocían la
historia.
Después de los postres cada pájaro se fue a su nido.
Mas relajadas, Marga y yo tuvimos sexo. Fue una experiencia muy tranquila y
agradable y acabamos durmiéndonos abrazadas y semi desnudas.
Pero al otro día nos esperaba el gran evento. Íbamos
a ser recibidos por el Primer Ministro. Procuramos ir descansados y preparados
para tomar todo con mucha paciencia, sobre todo para quienes no somos
japoneses. De todas maneras solo Marga y yo éramos extranjeras ya que además
del señor Yamura y su esposa, nos acompañaría el abuelo Ahiara.
Nos vestimos de manera discreta y elegante, con
vestidos largos hasta las rodillas de color beige el mío y un suave amarillo el
de Marga. El abuelo y Yamura iban de riguroso traje color oscuro pero la madre
de Keiko volvió a vestir una hermosa yucata.
Nos reunimos en la biblioteca esperando la VAN de
propiedad del abuelo que nos llevaría al sitio de la reunión. A la hora
indicada subimos al vehículo y nos acomodamos. El viaje no fue muy largo y en pocos
minutos estuvimos en el Barrio Akasaka. Yo esperaba que el encuentro fuera tal
vez en algún edificio de oficinas pero cuando la camioneta entró por un gran
portal a unos interminables jardines, me quedé muda de la sorpresa. Al final de
ese camino estaba uno de los edificios más hermosos de la capital japonesa. Un
enorme palacio que me hacía recordar por su imponencia al Palacio Real de
Madrid. Pero no era el edificio principal del complejo de edificios
gubernamentales. Se trataba ”solo” de la Casa de Invitados del Estado.
Bajamos del vehículo. Todos, excepto el abuelo porque
ya conocía el lugar, mirábamos a nuestro alrededor fascinados por semejante
lujo. En la recepción nos esperaba una mujer que nos guio hasta la sala donde seriamos
recibidos por el Primer Ministro.
Apenas habíamos entrado se nos invitó a sentarnos en
varios sillones alrededor de uno más imponente. Casi ni tuvimos tiempo de
acomodarnos pues entró el primer ministro acompañado de otro señor. Ambos
también de riguroso traje color oscuro.
Nos pusimos de pie. Hicimos un intercambio de
reverencias y luego nos dimos la mano como cualquier occidental. El ayudante
del gobernante le iba diciendo nuestro nombre y ocupación. El primer ministro
sonreía y nosotros también, aunque no se si eso podría formar parte del protocolo
pues en un momento advertí que al abuelo no se le movía un musculo.
El gobernante intercambió unas palabras con el abuelo
y salvo la palabra “arigato´” no entendí nada más, aunque era de suponer que le
estaba agradeciendo algo. Tal vez el llevarnos a nosotros allí. Nos invitó a sentarnos
y una vez acomodados comenzó la verdadera reunión. El hombre hablaba un
perfecto ingles por lo que todo lo posterior se habló en ese idioma.
El primer ministro expresó elogiosos conceptos en la
persona de Yamura, lo felicitó porque se había convertido en un empresario
exitoso fuera del país, elogio la belleza de la señora Yamura, aunque con mucho
tacto y luego dirigiéndose a mí me felicitó por haber escrito el libro que
hiciera posible conocer la labor del padre de Keiko.
-Usted ha dado un paso importante para divulgar la
labor de Yamura-san y creo que será un ejemplo para los jóvenes de hoy. Además,
aquí conocemos toda su obra y le puedo asegurar que nos ha gustado mucho-
-Es un honor para mí recibir sus elogios y el hecho
de que nos haya recibido siendo, como imagino, una persona muy ocupada-
Repliqué.
-Cierto, pero además de impresionarme su libro no
podía dejar de atender a mi amigo, el profesor Aihara-san- Manifestó.
“Mira vos, el abuelo, amigo del Primer Ministro”
Pensé.
Tras la reunión formal pasamos a otra sala donde se
nos invitó con un lunch. Yo no podía dejar de observar todo el lujo del
edificio. Mientras estaba en ello se me acercó el gobernante y me dijo.
-Estoy enterado de que la hija del señor Yamura-san
está en estos momentos a cargo de la empresa-
-Si, por ello no pudo venir-
-Cuando hagan otro viaje a Japón están invitadas a
visitar el Palacio. Tal vez incluso las pueda atender si gozo de tiempo-
-Le agradezco muchísimo- Manifesté
-Y si vuelve a encontrarse con la señora Georgia
Meloni salúdela de mi parte-
Mi cara debió ser elocuente.
-Si, sabemos mucho de usted- Dijo, en medio de una
amplia sonrisa.
Después de despedirnos salimos al jardín. Nos pasó a
buscar nuestro vehículo.
“¡Que tal! Ya conozco tres gobernantes importantes-
Pensé para mí.
Thirteen
En el mundo siguen pasando cosas importantes, pero me
llevaría mucho tiempo hablar de ello. De modo que contaré que esa noche tuvimos
una frugal cena con el abuelo. Nos fuimos a acostar temprano porque al otro día
queríamos salir a pasear un poco, ya libres de todo compromiso y solo pensando
en la última reunión en lo del patriarca Ahiara.
Después del desayuno partimos los Yamura, Marga y yo
a recorrer un poco más la ciudad. Era inevitable un paso por la Tokio Tower. De
modo que fuimos allí, subimos, yo tratando de vencer mi miedo a las alturas,
que extrañamente no tengo cuando viajo en avión.
Llegamos hasta el nivel más alto, el que tiene el
mirador con el piso de cristal. Me hice la valiente ante el matrimonio Yamura
mientras Marga trata de contener la risa sabiendo de mi fobia. La expedición a
la torre fue un éxito, los padres de Keiko estaban encantados, yo salvé mi
honor y Marga se comportó como una verdadera dama.
Luego, más terrenales, recorrimos los parques
aledaños disfrutando de la paz y la vegetación. Visitamos los templos Zojoji y
culminamos, un poco cansados, en Le Pan Cotidien, un hermoso restaurante a la
vera de la avenida Hibiya Dori.
Regresamos caminando hasta la casa del abuelo y, de común
acuerdo, nos fuimos a descansar. Marga y yo terminamos abrazadas en la cama, en
lo que fue una agradable siesta reparadora.
Era la tardecita cuando comenzamos a sentir
movimiento en la entrada y la planta baja. Como no podíamos hacernos esperar
nos vestimos y bajamos. La consigna era comodidad y así fue. Pantalones
amplios, blusa de mangas cortas y botas con taco escaso para no sufrir de los
pies. Todo, tanto mi novia como yo, de riguroso negro.
Al llegar a la sala biblioteca, vimos que ya se
estaba formando la reunión. Los Yamura ya estaban allí, vestidos de prendas
deportivas. Pero también estaban Yuzu y Mei, Mitsuko y Harumi, Matsuri, Nene,
Momokino, Maruta, las hermanitas de Kioto, Nina y Sara, y la más grande de las madres,
Ume, esta vez acompañada de Shou. Tampoco faltaba la enigmática Shirapon.
Por supuesto que todo se convirtió en un mar desenfrenado
de besos y abrazos y risas. Y en medio del bullicio también pude saludar al
señor Akiyama y su bella esposa. Mientras iba caminando por el salón saludando
aquí y allá noté en una esquina que estaba dispuesta sobre una mesa una bellísima
Citara Guquin.
-¿A qué se debe la presencia de la citara?- pregunté
a Yuzu.
-Vendrá una concertista china a tocar unos temas.
Acompaña al señor Shi Ning y su esposa-
-No me imagine que vendría. Todavía no se si el libro
se venderá en China-
-Se venderá, por eso viene, invitado por el abuelo- Aclaró
Yuzu
-No me dijeron nada-
-Aquí es donde debo decir ¡Sorpresa!- Manifestó el
solcito mientras se reía con esa risa tan contagiosa.
Decidí hacerme la tonta y manifestarme sorprendida
cuando se presentara el señor Ning.
Estaba en eso cuando se me acercó nuevamente Yuzu y
me tomó del brazo, poniendo cara de pícara me preguntó.
-Alexia-san, si no recuerdo mal usted tiene una citara
Guquin que le regalaron sus novias para un cumpleaños-
-¿Qué me estas queriendo decir?-
-¿Se animaría a tocar?-
-No, sin autorización de la dueña del instrumento.
Allá en Argentina los gauchos suelen decir que la mujer, el caballo y la
guitarra no se prestan-
Yuzu largo una carcajada. Y cuando pudo detenerse
dijo.
-Déjemela a mi-
Y se marchó.
En tanto yo seguí haciendo sociales y poniéndome al día
con los chismes. En ese momento llegó mi editor chino, el señor Ning y su
atractiva esposa, acompañados de una muchacha, muy joven, que debía ser la
concertista. Primeramente saludó al anfitrión y luego se dirigió a mí.
-Es un placer encontrarla nuevamente- Saludó mientras
me besaba la mano.
Fingí que me sorprendía su presencia. Luego su esposa
me dio dos besos, uno por mejilla, como dice la canción de Sabina.
-Estoy asombrada, pensé que ustedes no estaban
interesados en el libro-
-Muy interesados. El tema es que debimos hacer todo
muy rápidamente y no pudimos organizar presentaciones, por ello, hablando con
el señor Aihara me ofreció este sitio y este momento para hacerle una breve
nota-
-Bien, veo que ya tienen todo arreglado- Respondí.
Para males mayores, o no, el abuelo se acercó a nosotros.
Mirándome dijo.
-La señora Alexia-san no solo es una gran escritora,
además, según he sabido, toca la citara Guquin y practica iaido-
-Sé lo que es eso ultimo. ¿es cierto?- Me preguntó el señor Ning
-Si le digo que no le mentiría- Contesté.
-Bien- Dijo el abuelo y golpeando sus palmas invocó a
los presentes agregando – ¡Señoras, señoritas y señores, hoy además de la eximia
interprete de la citara Guquin, la señorita Mei Ling que nos deleitará con
algunas canciones también he comprometido a la señora Alexia-san a tocar la
citara también, todo ello después de la cena, pero antes tendremos una
demostración del arte de desenvainar y envainar la katana a cargo de la señora
Alexia!-
Todos miraron, las que sabían algo y las que no
tenían ni idea. Me sonreí y dirigiéndome a Marga le dije
-Vos no zafas, ven a acompañarme y mostras lo tuyo-
Al principio no quería pero no tuvo más remedio
cuando el señor Yamura afirmó.
-Modestamente, algo tengo que ver con lo que han
aprendido estas jóvenes samuráis y por ello deseo hacer también la demostración-
El abuelo hizo traer una réplicas de katana sin filo
pero con una decoración muy bonita. Nos las entregó a Yamura, Marga y a mí. Comenzamos
con la dirección del padre de Keiko. Hicimos los doce katas y creo solo nos
equivocamos en un par de movimientos. Mitsuko filmó toda la exhibición y me envió
el video para que lo comparta en mi canal de You Tube.
Concluida la distracción, se apersonó el ama de
llaves del señor Aihara y anunció que la comida estaba servida. Éramos casi veinte
personas sentadas a lo largo de una mesa completa de bandejas con todo lo que
uno quiere comer e imagina que puede ser.
Después del postre la niña china tocó la citara. Las
melodías que se puede arrancar de la citara son tan hermosas que uno podría
quedarse horas escuchando y relajándose. O tocando. Yo lo he hecho cuando
necesitaba descansar la mente y estando sola en el edificio improvisaba.
Una vez que Mei Ling tocó varios temas, ella misma,
con un suave gesto me invitó a acercarme. Caminé hacia el instrumento, me senté
en el banco donde estuviera la niña y comencé una improvisación. Al principio
parecía sonar desafinado, pero a medida que la música iba invadiendo mis
sentidos me fui sintiendo más cómoda y por lo tanto, la melodía sonaba mejor.
Estaba como en un sueño. A mis ojos aparecía un paisaje verde, pleno de
montañas y arboles de formas extrañas. El cielo era celeste y el sol se
ocultaba tras los montes. Iba por un camino y una mujer, vestida con su ropa
tradicional se me acercaba, me ofrecía una flor y me decía “Te amo”. Y flotaba
en el aire.
Hasta que termine la improvisación. Un fuerte aplauso
me despertó de la ensoñación.
Me sentía muy feliz.
-No podía haberlo hecho mejor. Usted es una caja de sorpresas-
Me dijo el señor Ning mientras estrechaba mi mano. Su demostración de iaido y
su interpretación de la citara estarán incluidos en el video que vamos a
difundir en todos los centros culturales donde haremos un presentación de su
libro.
Tras su palabras me pidió autorización para hacerme una
nota en los jardines de la casa. Le dije que estaba de acuerdo siempre y cuando
el abuelo lo autorizara. De más está decir que se mostró complacido. Por lo que
durante unos pocos minutos me entrevistó la esposa del señor Ning. Diálogo en
el pude contar como había llegado al tema del libro, mi relación con el señor Yamura
y mi admiración hacia él. Todo terminó con un gran saludo al pueblo chino y a
mis lectores.
-En cuanto esté editado se lo enviaremos para que lo
apruebe- Dijo el señor Ning.
La reunión continuó, ya liberada de los eventos en
los que me involucraron estaba más dispuesta conversar con todos. Las mujeres
del grupo estaban fascinadas. Al punto que Marga me tomaba todo el tiempo del
brazo para recordarme que estaba allí y yo le sonreía. El evento continuó hasta
bien entrada la madrugada por lo que también disfrutamos de un importante
desayuno a la americana. Los Yamura ya se habían ido a la cama. El señor Ning,
su esposa y la joven Ling debían volar temprano a Beijín. También marchó el
señor Akiyama y su esposa. El abuelo aguantó bastante más pero finalmente se retiró
a su aposentos. Todas las demás, incluido Shou, seguimos conversando. Era como
tratar de prolongar el tiempo. Sobre todo sabiendo que en la noche siguiente debíamos
embarcar para Montevideo.
Y el grupo se fue desgranando. Ume y Shou fueron los
primeros, las hermanas de Kioto tenía que tomar el tren, Momokino, ShIrapon y
Nene también las siguieron. Solo quedamos conversando y masticando lo que sobrara
del desayuno Mei, Yuzu, Harumi, Matsuri, Mitsuko, Maruta, Marga y yo. Cuando promediaba
el día también se fueron. Mi novia y yo subimos a preparar las valijas y dormir
un rato. Estábamos agotadas pero satisfechas.
Esa tardecita nos encontramos en la planta baja. La
Van que nos llevaría al Aeropuerto ya estaba preparada. El abuelo nos despidió
en el gran salón de recepción.
-He tenido unos días inolvidables gracias a ustedes,
a usted señor Yamura-san y a su encantadora esposa y a usted señora Alexia- san
y a usted señora Marga-san. Ustedes y todas las personas que han compartido
esta hermosa reunión. Hace tiempo aprendí a vivir de otra manera mi vejez y en gran
parte la responsable de ello es la señora Alexia-san-
-No exagere- Le respondí.
Y nos fundimos en un abrazo.
Todo el personal de la casa del abuelo salió a
despedirnos.
-¡Vuelvan pronto!- Exclamó el ama de llaves que tanto
me conoce.
Un corto viaje hasta el Aeropuerto, luego el tubo
volador y a dormir una cuantas horas. Ya íbamos de regreso. Había pasado unos hermosos
días en Tokio, la vieja Tokio. Pero ansiaba volver a encontrarme con Keiko, con
Silvia, con Esther y con todas mis cosas.
Y hasta, quizá, con algunas novedades.
Fourteen
Durante el viaje de regreso dormimos bastante. El
matrimonio Yamura aprovechó para descansar después de días tan ajetreados.
Marga y yo conversamos animadamente. Son lindos esos momentos en que la charla
se torna agradable, sin las interrupciones de la vida cotidiana.
Para que voy a detallar lo que ya saben. Llegada a Montevideo
y trasbordo al taxi aéreo. En el Aeropuerto del Carmen nos esperaban en sendos
vehículos, Jacobo y Keiko. Ansiosos por nuestro regreso. Jacobo nos pasó a
buscar a Marga y mi para llevarnos a nuestro lugar en el mundo y mi novia
japonesita deseaba llevar lo más rápido posible a sus padres a su hogar.
Aún en la pista de aterrizaje nos despedimos. La convivencia
con los Yamura me hace sentirlos como la familia que no tuve y cuando estaba
pensado eso Marga me toca el hombro y me dice
-Los siento como los viejos que hubiera necesitado-
-No vas a creerlo…- Comencé a decir
-¿Qué estabas pensando eso?-
-Totalmente-
Keiko cargó las valijas de su padres y en cuanto se
acomodaron se puso al volante no sin antes avisar que volvería rápido para tomar
unos mates.
Me acerque al auto y saludé a los Yamura.
-Han sido unos hermosos días. Estoy muy contenta de
haberlos compartido con ustedes-
-Entonces vas a tener que escribir otro libro sobre nosotros,
mi pequeña samurái- Respondió el señor Yamura y agregó -¡Las espero el
domingo!-
Los miramos irse. En tanto Jacobo, muy gentil, ya
había cargado nuestras valijas en la camioneta y apenas nos acomodamos puso la
marcha y salimos a la calle.
-¿Alguna novedad?- Preguntó Marga a su empleado.
-Si, ahí andan mi hermana y Silvia trabajando en un nuevo
proyecto de mi viejo. Están bastante ocupadas, estamos a punto de vender un par
de casas sobre la Brava y…mañana tienes visitas-
-Ummm, eso último me huele mal- Comentó Marga.
-Y con razón en cuanto sepas quienes son- Manifestó
Jacobo.
-No quiero ni imaginármelo-
-Supongo que lo adivinarías, serán los padres de Paula
y Emilia-
-¡Esos! ¿Qué quieren?-
-Seguir con el plan de la sucursal-
-¿Y las chicas? ¿Se reconciliaron?- Pregunté yo.
-Mire (Jacobo a mí todavía no me tutea) no se mucho,
el que me habló fue el padre de Paula. Lo poco que me dijo es que quería
comprarle la mitad del negocio al padre de Emilia pero éste último contraatacó
y le ofreció lo mismo. O sea que ningún de los dos quiere aflojar y planean
seguir con la expansión-
-A pesar de sus hijas- Opiné.
-Si, eso parece- Contestó Jacobo.
Y después, dirigiéndose a Marga agregó
-Querían venir antes pero los patee para cuando
estuvieras. Confieso que no sé cómo debía tratarlos y además no te iba a privar
del espectáculo-
-Gracias- Dijo Marga riéndose.
-Vas a estar entretenida- Acoté yo.
-En cuanto la cosa se ponga fulera, te juro que te
llamo- Manifestó Marga.
Y ya estábamos a la puerta de nuestro edificio.
Bajamos las valijas y Marga dijo.
-Voy un rato hasta la oficina así veo a las arquitectas
y me ordeno un poco, pero vuelvo para el mate-
-Ok, las voy a estar esperando-
Subí mis maletas a mi piso y las de Marga al suyo
donde me encontré a la señora Azumi con dos de sus empleadas terminado del limpiar.
-¿Llegaron antes?- Me preguntó.
-Si, creo que el avión se adelantó un poco, pero no
te apures, voy a mi piso a ponerme cómoda-
Me di una agradable ducha y me puse un jogging de
campera y pantalón negros, abajo solo la tanga y el corpiño. Me calcé una cómodas
zapatillas y subí al piso de Marga a preparar el mate. La señora Azumi ya
estaba terminado y pronta a partir.
-¿Ya te vas?- Le pregunté.
-Si, voy a llevar a las chicas a su casa-
-Si no están apuradas les puedo ofrecer unos
reconfortantes cafés y masas-
Azumi está acostumbrada a que siempre le ofrezca algo
pero sus empleadas no podían creerlo. Disfrutaron de la merienda mientras
conversamos un poco. Fue otro de esos momentos agradables. Unos minutos más
tarde de que partiera nuestra querida Azumi y su gente, llegó Keiko. Subió al
piso y vino corriendo hacia mí. Nos abrazamos y nos besamos.
-Mi padre esta super feliz. Gracias- Me dijo.
-Por nada- Contesté
En ese momento llamó Marga para avisar que venía
junto con las arquitectas que tenían muchas ganas de saludarme.
Por lo tanto, minutos después, estuvimos todas las
integrantes del Grupo Scissors reunidas nuevamente. Me dio una gran alegría
verlas a todas. Es como una necesidad de vinculo que va más allá del sexo.
Todas y cada una hemos comprendido que hay una afecto sincero entre las cinco.
Mientras el mate pasaba de mano en mano y consumíamos las galletas dulces y los
bizcochos la conversación pasó por los detalles del viaje y ver los videos que subí
a mi canal de You Tube, luego hablamos del caso de Paula y Emilia y nos pusimos
al día con las novedades políticas de Sudacalandia.
Keiko se refugió en mis brazos y para no ser menos
Silvia se aferró a mi cintura. En tanto Marga y Esther se sentaron juntitas en un
sillón y se dieron algunos besos en la boca. Por supuesto que toda esa escena
no podía terminar más que en sexo pero… siempre hay un pero. Primero debíamos
cenar.
Así fue que Silvia y yo nos pusimos a cocinar. Pizzas
para todas. Marga abrió un par de cervezas, Esther y Keiko dispusieron la mesa
y cuando estuvo todo listo nos dedicamos al otro placer de la vida, comer.
Una vez concluidas las pizzas, nos servimos helado que
ofreció Keiko. Mas tarde un café regado con coñac y derecho a la cama. Ni
siquiera bajamos del piso de Marga. Su lecho fue el campo de batalla. Como
siempre, todas con todas, con la que está más cerca, con la que se pone más cachonda.
Para dormir nos repartimos. Marga y Silvia se
quedaron en su cama y yo me llevé a Keiko y Esther a mi dormitorio. Así nos
encontró el día siguiente. Nos costó levantarnos para desayunar pero teníamos
por delante una nueva jornada de trabajo.
Fifteen
Aunque prefería estar en casa pintando o simplemente
relajándome me preguntaba cómo se las arreglaría Marga con estos dos
energúmenos que preferían mantener un negocio a costa de la felicidad de sus
hijas, porque, seamos sinceros, Paula sufría por el engaño de Emilia, pero
seguramente Emilia también terminaría a la larga sufriendo por su fama de
tortillera buscona sin lazos afectivos. Pero eso no parecía interesar a su
padres pues habían descubierto que el negocio que comenzaran las niñas podría
tener futuro.
Lo que no sabía es si el negocio funciona por la
impronta lésbica que le habían impuesto y si la parejita se separaba o lo
manejaban otros caería como alpinista que dio un mal paso. Eso era lo que
íbamos a saber en pocas horas, o no. El hecho fue que cuando se iba a su
oficina Marga volvió a “amenazarme” con llamarme si la cosa se ponía pesada.
Pero ocurrió que Marga no aguantó más y un par de
horas antes de que llegaran sus posibles clientes me llamó para que la
acompañara en la reunión. Y allá fui porque además soy una curiosa
incorregible.
Pasé primero por el reducto de las arquitectas. Las encontré
apoyadas sobre la mesa de trabajo revisando unos planos. Ambas estaba acomodadas
de tal manera que la tentación era insostenible. Me acerqué a ellas
silenciosamente y les metí, con ganas, las manos en sus glúteos.
Saltaron como espuma de cerveza y ya estaban a punto
de insultar cuando se dieron cuenta que era yo.
-¿Sos graciosa, vos?- Dijo Silvia.
-La culpa es de ustedes, ahí apoyadas en la mesa, haciendo
ostentación de sus traseros- Les conteste riéndome.
Nos saludamos y luego preguntó Esther.
-¿Qué te trae por acá?-
-Marga, que quiere que esté cuando vengan los padres
de Paula y Emilia a hacer negocios-
-¡Ah, sí! Nos contaron. O sea que venís a divertirte-
-Eehhh, se podría decir que si-
Y luego de alguna otra broma les dije que iba a ir a
la oficina de mi novia, no sin antes advertirles.
-Y, ojo, que también vienen Paula y Emilia, y esta última
anda buscando algún buen trasero para acariciar-
-Que graciosa- Dijeron a dúo poniendo voz de burla.
Entré en las oficinas de Marga. Saludé a Jacobo que
estaba trabajando en la computadora. Lugo fui al privado.
-¡Ah, reina! Menos mal que llegaste. Decime, ¿qué
mierda tengo que hacer con esta gente?-
-Por de pronto, escucharlos, por ahí vienen con alguna
sorpresa-
-Si, tenes razón. Mira ahí tengo unos sándwiches de
miga, la temperatura esta agradable afuera, ¿Comemos en el balcón mientras esperamos?-
Y así fue. Estuvimos comiendo y conversando como si
hiciera diez años que no nos veíamos. De pronto apareció la recepcionista avisándonos
que ya estaban aquellos a quienes esperábamos. Marga se sentó tras su imponente
escritorio, yo me acomodé en un sillón a un costado y al frente ya había hecho disponer
cuatro sillas para los recién llegados.
Después de acomodarnos, mi novia le aviso a su recepcionista
que los hiciera pasar.
Por la forma en que miraron, fue evidente de que
ninguno esperaba verme allí. Lo que no supe era si su gesto de sorpresa era
positivo o negativo.
-Bien, los escucho- Dijo Marga tras los saludos de
rigor.
El padre de Paula tomó la palabra.
-Señora, no es novedad para usted que nuestras hijas
han tenido un problema de índole privado que les hizo pensar en terminar con su
negocio. Nosotros, su padres, quisimos, cada uno, hacernos cargo de que continúe.
Hemos tenido algunas negociaciones un tanto ríspidas pero convinimos finalmente
seguir adelante juntos, abrir aquí una sucursal, tal como lo tenían planeado, y
ellas manteniéndose como socias a pesar de su rompimiento sentimental-
-¿Y ustedes creen que eso es posible?- Preguntó Marga
adivinando mi pensamiento.
-Bueno, estuvieron de acuerdo en que cada una
continuaría con su vida- Respondió el padre de Emilia.
-¿Qué continúen ellas al frente del negocio es importante
porque le daba una impronta “especial”- Pregunté yo.
-Le entiendo, tal vez sea así. De todas maneras el negocio
continúa y nadie quiere bajarse del carro- Apuntó el padre de Paula
-Funcionaria como las Tatu- Manifesté
-¿Quiénes?- Pregunto Paula.
-Las Tatú, un dúo de cantantes rusas que por idea de
la discográfica se la pasaban todo el tiempo jugando se ser lesbianas porque
eso vendía. Y los seguidores lo creían, hasta que una confesó todo y se fueron
al tacho. ¿Esa es su idea?-
-Bueno, nosotras somos lesbianas- Aclaró Emilia-
-Ni que lo digas- dije y agregué- El tema es que ustedes
venden siendo pareja, ¿no?-
Todos, incluida Marga, me miraron como si estuviera loca.
-Usted insinúa que deberían simular que siguen siendo
pareja?- Preguntó el padre de Paula.
-¿Por qué no? ¿Acaso ustedes no quieren seguir
estando en el negocio y que el negocio funcione. Los veo muy interesados en
eso, al punto que vinieron aquí con la intención de abrir una sucursal, ¿acaso
no es cierto?-
-Cierto- respondieron a dúo los padres.
-Entonces no hay que obligar a las niñas a que
simulen ser pareja, sino que lo sean de nuevo-
Esta vez fue Emilia la que clavó sus ojos libidinosos
en mí. Había comprendido mis palabras totalmente.
-¿Y eso como lo lograrían?- Preguntó el padre de Paula.
-Fácil, que su hija acepte a Emilia tal como es y
adopten un estado pareja abierta que ambas puedan usufructuar-
-Pero…¿y sus enseñanzas?- Volvió a preguntar el padre
de Paula.
-Que yo sepa les enseñé a ser respetuosas y sinceras
con sus parejas, no que fueran una ñoñas. Si la pareja abierta les funciona.
Pueden seguir así-
Ahora Emilia se sonreía con todos sus dientes y Paula
se relamía como suele hacerlo Silvia cuando se está poniendo cachonda.
-Le dije a Alexia que me acompañe en esta reunión
para ver si podía dar alguna idea de solución a este embrollo pero jamás me
imagine algo así- Dijo Marga.
La miré a Emilia y dije seriamente.
-Eso, sí. Que no se te vuelva a ocurrir meterte con ninguna
de nosotras cinco porque te vuelo la cabeza de un zapatazo.
-Bien, si todos están de acuerdo, ¡hagamos negocios!-
Concluyó Marga.
Sixteen
Paula, Emilia y sus padres decidieron que estaban de
acuerdo en todo. En seguir con el negocio y en una pareja abierta. Satisfechos,
se retiraron a descansar pues recién al otro día harían un recorrido con Marga
para ver posibles locales. Algunos de los que les había mostrado en la ocasión
anterior y otros nuevos.
Una vez a solas Marga me miró y comenzó a reír. Le
costó parar pues cada vez que iba a decir algo se tentaba nuevamente. Hasta que
lo logró.
-¡Sos una hija de puta! Jamás se me hubiera ocurrido
semejante solución. Que Emilia lo aceptara era posible, pero ¿qué ocurrió con
Paula?-
-A Paula también le gustó la idea-
-Bueno eso es evidente, ¿Acaso vos te imaginabas que
podía aceptar?-
-No, pero fue una jugada improvisada. No me di cuenta
hasta lo esbocé apenas un poco. Emilia se avivó enseguida y se delató sola con
esa mirada de fiera enjaulada que tiene, pero en Paula también era notorio pues
se puso colorada como un tomate. Era evidente que ya se estaba haciendo la película
y pensando ¿Cómo no se me ocurrió?-
-Es increíble, cuando el resto de la comunidad se entere
de esto no lo va a poder creer-
Eso lo supimos de inmediato. Esther y Silvia vieron
salir a nuestros visitantes y se acercaron a la oficina de Marga para saber que
había sucedido.
-¡Esta loca prácticamente las instó a formar otro
grupo Scissors!- Exclamó mi novia.
-¿Y Paula aceptó?- Pregunto Silvia.
Ante mi respuesta positiva agregó.
-Mírala vos, la mosquita muerta…-
-Son las peores, ahí tenes a la japonesita, parece un
dulce y después en la cama te deja acalambrada- Opinó Esther.
Después de terminar con algunos sándwiches que habían
quedado decidí irme a casa. Pasé primero por lo de mi marchand después de
avisarle por teléfono. Me recibió con café y medialunas. Conversamos sobre la
demanda de cuadros de los chinos y quedé en ocuparme del tema, ya que el libro
sobre Yamura caminaba solo y lo único que había que hacer era cobrar regalías.
Cuando llegué me llamó Yuzu para darme buenas
noticias. En Japón el libro se estaba vendiendo como pan caliente. La historias
de Yamura y como superó las dificultades para sobrevivir con su empresa y la
manera en que atendía a su personal llamaron mucho la atención. Además había trascendido
nuestra visita al Primer Ministro, generando curiosidad al periodismo pues no es
habitual que se produzcan este tipo de encuentros con las más altas
autoridades.
Me instalé en mi estudio para hacer algunos bocetos.
Preparé el mate y comencé a tomar mientras trabajaba. A la tardecita llegó Keiko
con un gran paquete de churros con dulce de leche que había comprado por el
camino.
-Me tenté- Dijo mientras los acomodaba en un par de
platos.
Le conté lo del mediodía en la oficia de Marga y su
reacción de incredulidad fue la misma que el resto del grupo. Mas tarde
llegaron las demás. Silvia y Esther habían comprado empanadas y Marga un par de
botellas de un vino que quería probar.
Tras la cena Esther y Silvia se fueron a su rincón en
el mundo. Me pareció que andaban medio cachondas pero con la intención de tener
intimidad. Mis novias y yo nos acomodamos en la cama de Keiko. Mi japonesita y
yo nos quedamos solo en tanga, pues habían volado hasta los corpiños y comenzamos
una sesión de besos y abrazos interminables. Marga se quedó mirando sin intervenir.
-¿Qué pasa?- Le pregunté.
-Nada, es que he descubierto que también me encanta
ser voyeur. Sigan, sigan, nomas-
Finalmente se acomodó junto a nosotras y así nos quedamos
dormidas, abrazadas y dándonos calor una a la otra.
Al otro día subí a preparar el desayuno en mi piso.
Mis novias llegaron un par de minutos después. Conversamos un poco de las noticias
que se escuchaban en la radio. Suelo oír a Feimann en Radio Mitre en Internet
en una notebook que tengo en la mesada de la cocina. Después cada una, a lo
suyo. Marga iba a seguir atendiendo a los padres de Paula y Emilia, Keiko tenía
algunas reuniones con empresarios uruguayos que estaba interesados en sus productos
y yo decidí ponerme a pintar.
Después de varias horas de encierro voluntario donde
le di terminación a dos cuadros a la vez (Me estoy volviendo habilidosa en ese
aspecto), salí a la calle. Me acomodé en mi Torino y me dirigí a la península a
buscar un sitio donde tomarme un café y no tener que lavar la taza. Por ello me
detuve frente al Burger King de Los Muergos y Gorlero. Pedí un café con
medialunas y me senté a una mesa junto a la ventana.
Estaba por la segunda medialuna cuando vi a dos
elegantes señoras caminando por Los Muergos y deteniéndose en las vidrieras de
ropa. De pronto comencé a darme cuenta que una de esas señoras me resultaba
familiar. Se acercaban adonde yo estaba pero no hice nada. Me quedé mirándolas
y en el preciso momento en que pasaban frente a la ventana de la hamburguesería
aquella mujer que me resultaba familiar me vio. Hizo un gesto mezcla de alegría
y sorpresa y de inmediato, sin mediar palabra, arrastró a su compañera adentro
del local.
En cuanto se acercaron a mi mesa descubrí quien era.
Nuestro amigo crossdresser, Ambrosio, el
bancario. Y la otra persona era una mujer. Nos presentó. Señalándome dijo.
-Alexia Montes, la famosa escritora, ya sabés. Es una
de las maravillosas personas que me ayudaron a realizarme-
Extendí mi mano y tomé la de la mujer.
-Y ella es mi novia, Magdalena, me ha comprendido y
me apoya en mi pasión por el crossdressing
-Me alegro mucho. En esto es muy importante tener
alguien en quien apoyarse y confiar- Dije sin ser muy original y luego agregué
– Si no están apurados podemos tomar algo-
Aceptaron. Pasamos un rato ameno conversando acerca
de cómo se habían conocido, como le confesó a ella su pasión oculta y como ella
lo aceptó.
-Punta del Este es un sitio muy chico. ¿No tiene
miedo de que alguien lo reconozca, saliendo así, en pleno día?-
-No, estoy convencida de que no me reconocerán y
además Magdalena es como un escudo para mí. Me siento segura con ella-
Y después de una ronda de café y medialunas siguieron
su camino. Yo me volví a mi vehículo y me fui a casa. Era hora del mate y mis
novias llegarían en cualquier momento de sus trabajos.
Rato después, mientras compartimos la infusión les conté
mi encuentro con Ambrosio.
-Entonces…¿en que quedó ese tema de que no tenía
erecciones?-Preguntó Keiko.
-Buena pregunta, ya ni lo recordaba- Respondí
-Tendrán un pacto. Por ahí la tipa es lesbiana y se
conforma con unas buenas tijeras- Manifestó Marga.
-Al menos parecía feliz según lo que contaste- Comentó
Keiko.
-Si, así parecía. En fin, hemos sido buenas hadas
madrinas.
Seventeen
Pasó ese día de trabajo. Marga quedo agotada de andar
llevando a los padres de Paula y Emilia a ver varios locales para su negocio.
Las mocosas se portaron como dos santitas. Supongo que las amedrenté, sobre
todo a Emilia con mi amenaza de correrlas a zapatazos si metían con alguna de nosotras.
Finalmente eligieron uno de los negocios y quedaron en completar todo el papelerío
vía mail pues debían partir al día siguiente a Buenos Aires.
Keiko terminó de cerrar varios negocios con
fabricantes locales de computadoras y estaba más que satisfecha por los
resultados.
Yo pinté un poco y me dedique a practicar con la
citara Guquin pes tenía intención de llevarla el domingo al asado en lo de
Yamura.
Las noticias de la ventas de mi último libro seguían
siendo muy positivas y yo acumulaba dinero en mi cuenta bancaria.
La tarde terminó con el clásico mate y el intercambio
de noticias con mis novias. Tuvimos sexo en mi cama y esta vez a Marga no le
fue suficiente jugar de voyeur sino que se metió de lleno abrazándonos fuertemente
y totalmente desaforada metiendo su lengua por todos los orificios que pudo.
Creo que haber sido solo espectadora la noche anterior fue lo que la puso más
insaciable.
El sábado estaba fresco pero soleado. Nos vestimos
con jogging y zapatillas y fuimos a la playa. Llevamos las sillas plegables y
una conservadora con bebidas y sándwiches de miga. Cada una se llevó un libro.
Yo intentaba terminar “La tía Julia y el escribidor” de Vargas Llosa, Marga
tomó “La comunidad del anillo” de mi colección de Tolkien y Keiko “El arte de
la Guerra de Sun Tzu” material apropiado para una japonesa.
La pasamos bastante bien. Aunque no es la temporada
de calor el hecho de que no corriera viento resultó en un clima agradable. No éramos
las únicas. Otra gente estaba disfrutando del ruido de las olas y la arena.
Algunos chicos jugaban a la pelota y los mayores conversaban o leían, al igual
que nosotras.
Permanecimos en silencio, cada una compenetrada en su
lectura y tomando cada tanto un jugo de naranja y un sándwich. A veces bajaba
mi libro y contemplaba el mar (rio) la silueta, a lo lejos de la isla Gorriti y
a la gente que paseaba por la playa.
Sonó mi celular. Era Silvia, estaban con Esther en la
puerta del edificio tocando el timbre y como nadie contestaba me preguntaban
donde estábamos.
-Si están frente al edificio tenes que mirar hacia la
playa, justo en línea recta y ahí vas a vernos- Le respondí.
-Ah, sí, ya las veo- Afirmó Silvia.
Pocos segundo después llegaban a nuestro lado. Ambas
estaban hermosas, también vestidas de jogging.
-¿Quieren que les busque un par de sillas?- Les
pregunté.
-No. Nos arreglamos sentadas en la arena- Dijo
Esther.
Y cuando se sentaron las convidé con comida y bebida.
A partir de ese momento se terminó la sesión de
lectura. Estuvimos conversando un rato y cuando se acabaron los sándwiches
decidimos volver al edificio. Mis novias y yo tomamos nuestras sillas y
emprendimos la marcha. Esther se ofreció a llevar la conservadora y se tomó del
brazo de Marga. Más atrás, Silvia a mi izquierda me tomó de la cintura y Keiko
de mi brazo derecho.
Entramos por la puerta del garaje. Dejamos las sillas
en el armario de la planta baja y subimos al piso de Marga.
Una vez adentro se nos ocurrió vestirnos con la lencería
vintage de mi abuela. Encendimos el aire acondicionado y nos dispusimos a pasar
el resto del día descansando. A la tardecita hicimos mate y lo acompañamos con
bizcochos.
El ambiente estaba calmo y relajado. Creo que se
debía a que todas estábamos necesitando un poco de descanso después de los
viajes y las insólitas experiencias con Paula y Emilia y sus padres.
Mientras pasaba el mate de mano en mano Marga estaba
mirando un video de You Tube en su celular que mostraba la llegada de Milei al
palacio Chigi, sede del gobierno italiano, sitio que todas conocemos, y se veía
a la primera ministra Georgia Meloni esperándolo en el patio central. Lo que
dijo nos causó gracia a todas. Mostrando la pantalla con el video en pausa manifestó
-Mira la cara de la Meloni ¿No parece una novia
enamorada esperando a su novio?-
La sonrisa de la Primera Ministra era casi elocuente.
Marga insistió diciéndome
-¿Te acordas que una vez te dije que estos podían ser
pareja?-
-Si, me parece que estas obsesionada por el tema-
Respondí
-Bueno, parece una cara de enamorada- Dijo Esther
tomando el celular y mirando la pantalla con atención-
-Dale, dale alas a la imaginación de ésta- Manifesté
señalando a Marga.
Cocinar me resulta divertido y cuando lo hago con
cualquiera de mis novias o amigas me encanta más aun. Con Silvia nos repartimos
el trabajo e hicimos una tarte de carne con cebolla y zanahorias y otra con
batatas, cebollas y berenjenas. Marga, Esther y Keiko pusieron la mesa.
Distribuyeron platos, copas y cubiertos. En cuanto las tartas estuvieron a
punto las servimos y comimos acompañándolas con el vino de Marga. La
conversación siguió durante la cena y luego con el muy sencillo postre de queso
y batata.
A la hora del café fui a mi piso y me traje la citara
Guquin. Las chicas aplaudieron mi decisión y se acomodaron en los sillones a
escuchar. Estuve tocando algunas melodías que había sacado de videos de You
Tube y otras que improvisé en el momento. Si bien me encanta tocar canciones
conocidas, lo que significa un reto, gozo más improvisando. Mi mente vuela
lejos y alto. Mis novias y amigas me escuchaban con atención. En el más
profundo silencio. Parecía que sus mentes también iban hacia lo alto. Fue un
momento mágico. Una vez que concluí con la última nota que quedó vibrando en el
espacio el silencio perduró. Todas parecían inmersas en un viaje celestial. El
efecto duró unos pocos segundos y cuando reaccionaron aplaudieron con
entusiasmo.
-Mañana la llevo al asado de tu viejo- Le dije a
Keiko.
-¡Buenísimo! ¡Les va a encantar!- Manifestó mi japonesita.
Y luego de un rato agregó
-También deberíamos llevar la ropa para jugar al
futbol. El otro día me crucé con las chicas del club y me dijeron que se
quedaron con ganas de un revancha ¿Qué les parece?-
-Que deberíamos haberlo sabido antes así nos entrenábamos-
Opinó Esther riendo.
-Esta me causa gracia. ¿Cuándo entrenamos para un
partido?- Dijo Marga.
Luego de conversar un rato más nos mudamos a mi piso.
Allí la lencería vintage voló por los aires.
El intercambio de parejas fue constante. De a dos o de a tres o las
cinco juntas metiendo dedos y lenguas por cada orificio que se encontraba por
el camino. Los orgasmos eran constantes, los gemidos de placer también. Era
como estar en paraíso.
-Che, no se cansen que mañana hay partido- Exclamó
Silvia riendo.
-Cálmense un poco que si seguimos así una de nosotras
va a terminar embarazada- Gritó Marga.
Fue una noche excepcional
Eighteen
Nos costó trabajo levantarnos al día siguiente. Keiko
y Marga se habían ido al piso de la turca mientras Silvia, Esther y yo quedamos
enredadas en mi cama. Cuando pude librarme de sus piernas y brazos fui hasta la
cocina de Marga y allí las encontré a mis novias preparando el desayuno.
Al rato llegaron las arquitectas. Todavía medio
dormidas tomamos bastante café para despertarnos. Luego, Silvia y Esther
partieron a su casa para buscar la ropa de futbol, quedando en encontrarnos en lo
de Yamura más tarde.
Mis novias y yo fuimos al edificio donde viven el
padre de Keiko y todo su personal. Cuando llegamos varios de los empleados se
me acercaron a felicitarme por el libro. Subimos al piso superior, donde están
distribuidas sillas y mesas. Yo iba cargando mi citara Guquin que acomodé sobre
una mesa en el escenario.
Estaba en esa tarea cuando llego a mi lado el señor
Yamura.
-¡Ah! ¡Genial! Veo que ha traído su instrumento-
-Así es- Respondí.
En ese momento se aceró Keiko y me dijo.
-Ya está todo arreglado. Las chicas del club van a
estar listas en media hora-
-¿Hay partido? Hubieran avisado- Manifestó Yamura y
se fue a avisarle a su esposa para buscar dos sillas plegables.
Llegadas Silvia y Esther nos fuimos a cambiar y un
rato después estamos al borde de la cancha del club tratando de hacer algunos
movimientos para no entrar a jugar en frio.
Casi inmediatamente se juntó bastante gente para ver
el encuentro. Sabían que era la revancha del último partido y estaban
expectantes sobre el resultado.
Arrancamos bien. Keiko hizo un golazo que sorprendió
a las rivales. Y cuando casi estaba por terminar el primer tiempo, fue Silvia
la que casi rompe la red del arco contrario con un misil.
Nos estamos volviendo un verdadero equipo de futbol,
pensé, pero en una distracción las rivales nos metieron un gol y pocos minutos después
otro más. De manera que cuando terminó el partido estábamos 2 a 2. Este
resultado nos seguía dando la ventaja ya que habíamos ganado el primer
encuentro. Pero las rivales no estaban conformes y pidieron un sesión de
penales.
Aceptamos y comenzó la seguidilla de disparos al
arco. Marga quiso atajar en nuestro equipo y se lució. Después de cinco penales
por cada bando seguía el empate pues cada arquera había detenido dos pelotas,
por lo que íbamos 3 a 3. Así fue que de común acuerdo decidimos dejar todo allí
y el señor Yamura invito a las chicas del club al asado.
Tras cambiarnos y volver al salón me dispuse a
degustar mi comida favorita, un buen choripán regado con chimichurri.
Conversamos con los Yamura y entre nosotras. El padre de Keiko estaba feliz.
Todos sus empleados lo habían felicitado y además enmarcó y puso en un sitio
especial una foto donde aparecía dándose la mano con el primer ministro. Me
alegré tanto por él. Merecía todo ese reconocimiento,
Cuando ya había pasado la euforia por el partido y el
asado me dirigí al escenario, le saque la tela protectora a mi citara y comencé
a tocar lo que sabía, acompañado también de varias improvisaciones. Como el día
anterior en nuestro edificio, aquí también todo el mundo hizo un silencio
reverente. Hasta los niños, poco habituados a quedarse callados, se acercaron espontáneamente
al borde del escenario y sentados en el suelo me contemplaban como si fuera una
deidad. Yo disfrutaba el momento. Tocar el órgano me produce un gran placer
pero la citara tiene un sonido tan dulce e intenso a la vez que cierro los ojos
y vuelo. No sé cómo acierto las cuerdas pero, a pesar de no ver, la melodía
sale mágicamente.
Fue otro domingo especial. Al terminar mi pequeño
concierto volví a la mesa a seguir atacando la carne. Keiko y Marga me abrazaron
y felicitaron. El señor Yamura y también su esposa estaban emocionados. Nos
quedamos haciendo la sobremesa habitual y luego partimos. Silvia y Esther se
iban a la mansión del señor Nogueira. Tenían una especie de reunión a tomar el
té. Mis novias y yo regresamos a nuestro edificio.
Al poco rato ya estábamos bañadas y cambiadas de
ropa. Keiko se puso a preparar el mate y como si no hubiéramos comido nada
durante el día comenzamos a degustar un paquete de bizcochos de grasa.
El sol se estaba poniendo. En Casa pueblo seguramente
se oiría la voz del inmortal Páez Vilaró despidiéndolo. Nos quedamos viendo el
hipnotizante color rojo del cielo. Abrazadas, las tres en el sillón más grande
del living de Marga y terminando los bizcochos. Otra jornada que valió la pena
vivir.
Y dos días después llegó la felicidad. Si, me dirán
ustedes. ¿No son felices ya? Si claro, pero esta felicidad es por otro motivo
que jamás creí que llegaría a vivir. La confirmación de la detención de la
mujer más corrupta de la historia de Sudacalandia, la ex presidenta Cristina Fernández.
Sabiendo de mi aversión a todo lo que ella representa me llamaron de varias
emisoras y canales de televisión para preguntarme mi opinión.
La puedo resumir en este texto que me publicaron
en varios diarios del país.
Nada que festejar
“El reciente fallo de la Corte Suprema podría ser una excelente
ocasión de festejar que alguna vez en nuestro país sale el disparo “para el
lado de la justicia”.
Pero no es así. La exigua condena de solo seis años para la ladrona más
grande nuestra historia parece una burla, sobre todo después que se la paso
diecisiete años esquivando con cuanto artilugio político o judicial encontró a
mano. Y que llegó tan justo que por poco tiempo no logra la impunidad absoluta
como la logró Menem. Teniendo en cuenta que la señora no se robó solamente
plata sino también el futuro de muchos argentinos, sin salud, educación ni
seguridad.
Y además es de tener en cuenta que este fallo no desalienta a la
gran cantidad de delincuentes que están ahora amparados en las sombras de la
política esperando su turno pues les da para pensar que la impunidad es posible
o que la condena llega muy tarde.
Y por último asombra la cantidad de militantes que siguen alentando
a la reina polenta. Probablemente deje de ser su referente política pero
seguramente sus mentes será coaptadas por algún sucesor que se presente.
PD: En el
gobierno, asesorados por el mago del Kremlin querían derrotar a la señora en
las urnas. Parece que no aprendieron la historia. El peronismo no tiene ningún
empacho en tener a una ladrona como jefa (salvo que les piante votos) y si su
presencia era positiva para volver al poder en 2027 iban a ir detrás de ella
como mansos corderitos…para seguir robando y arruinando el país”
Espero que ahora, entre esto y otras medidas,
Sudacalandia comience a ser un país en serio. Aunque tengo pocas esperanzas,
los peronistas siempre están acechando a la vuelta de la esquina. Pero, de
todas maneras, a pesar de lo que escribí en la nota, el hecho de que esta mujer
vaya presa también alimenta mi felicidad.
Esa noche, mis novias, mis amigas y yo, destapamos un
Chandon y festejamos.