Al borde del abismo
Por
Alexia Montes
Marga Carbajal
Keiko Yamura
Décimo tercera parte de “Mi aventura en Tokio”
Capitulo Uno
Esa tarde estaba sentada a mi escritorio en el estudio ordenando algunos papeles y poniendo por escrito tareas que debía hacer. Por momentos mi mente volaba lejos y divagaba sin mucho sentido, al punto que de pronto dije en voz alta.
-Me fui mañana porque volveré ayer-
-¿Qué?- Preguntó Marga recostada sobre uno de los sillones leyendo un libro de mi biblioteca.
-Me fui mañana por que volveré ayer- Repetí.
-Es evidente que trabajar te hace mal, ya estas delirando- Comentó Marga.
-Es su estado natural- Agregó Keiko que estaba parada a unos pasos preparando el mate en mi equipo que tengo en el estudio, pava eléctrica incluida, para no tener que ir hasta la cocina cuando estoy trabajando.
-Eso es lo que me hace una gran novelista- Retruqué.
Keiko cebó el primer mate y me lo dio. Se quedó a mi lado jugando con mi cabello mientras yo lo tomaba. Inesperadamente Marga dijo.
-Defecaré ayer por que comí mañana, esa es buena-
-Sos bizarra, nunca creí que iba a escuchar semejante grosería de los labios de una dama- Dije haciendo ver que era solo una humorada.
Pero Keiko tenía ganas de seguir el juego.
-¿Dama? ¿Es que acaso hay una dama aquí?-
-Por supuesto que no, solo somos tres trolas, golfas y tortilleras- Manifestó Marga riéndose.
-Esto se desmadró, mejor volvamos a la buena educación que nos distingue- Opiné.
-Exacto, dinos otra de esas frases tan tuyas que son geniales- Dijo Keiko que ya había hecho la rueda completa de mate y estaba nuevamente a mi lado.
-Se me ocurre algo mejor…- Dije mirándolas y haciendo unos segundos de silencio para crear expectación.
-…porque no exprimen un poco esos cerebros que creo que tienen y hacemos un libro en común, con una historia creada por cada una-
Marga se puso seria.
-¿No tenes algo planeado para esta temporada?-
-No-
-¿No vas a escribir algo sobre la aventura acerca del cuadro robado?-
-No, le voy a dejar toda la fama a Ricardo-
-¿Sabes que esa idea tuya me gusta?- Afirmó en tono de pregunta Keiko.
-Si, no está mal, si nosotras tuviéramos aunque sea un décimo de la imaginación de ésta- Dijo Marga señalándome.
-Imaginémoslo como un desafío. Hagamos así…cada una plantea una historia por separado, que sea original, luego las cotejamos y las corregimos entre todas, pero cada una será dueña de su relato, las compaginamos y después decidimos si queremos publicarlo-
-Suena muy ambicioso- Dijo Marga.
-¡Vamos! ¡Hagámoslo! Va ser divertido- Insistí.
-¿Cualquier temática?- Preguntó Keiko que comenzaba a entusiasmarse con la idea.
-Cualquiera. No nos pongamos limites que así es como se crea-
-¿Sexo?- Preguntó Marga.
-Esta tiene la idea fija- Opinó Keiko.
-Cada una puede pensar por separado. Luego nos sorprenderemos pero lo ideal sería que tocáramos temas diferentes para no parecer dogmáticas- Manifesté.
-De todas maneras si cada una piensa por separado corremos el riesgo de repetirnos- Dijo Marga.
-Como sea. Cada una que piense lo que se le ocurra. Sin apuro, tomémonos un tiempo pero tampoco es cuestión de que nos dejemos estar- Dije.
-Bueno, igual fijemos un plazo- Insistió Marga
-Bueno…mañana por la mañana- Dije riendo.
-Ja, ja- Masculló Keiko de manera socarrona-
De manera que el desafío quedó planteado. Yo corría con ventaja, por supuesto, ya que escribir es mi metier y disponía del tiempo entre mis actividades artísticas. En cambio mis novias tenían sus trabajos y poco tiempo libre. Por eso les recomendé que llevaran un anotador y pusieran por escrito la idea que se les ocurriera en cualquier momento del día y entonces podían partir de allí y no tener que comenzar a pensar de nuevo. Aceptaron mi consejo. Después de todo, incluso con tiempo para sentarme a escribir en la computadora, es lo que suelo hacer, muchas veces tuve inspiraciones para mis libros mientras estaba haciendo un trámite o viajando.
Por supuesto que mi editor no tardó en llamarme para saber si estaba en algún proyecto.
-Parece que soy tu mina de oro. ¿Acaso no tenes otros escritores a los que torturar?- Le pregunté.
-Querida amiga, si, tengo pero nadie es tan bueno como tú-
-No me elogies de esa manera, porque yo sé que me estas mintiendo. Lo que seguramente sucede es que ninguno te atiende el teléfono-
-Ja, ja. Muy graciosa. Decime…¿vas a escribir sobre el caso del cuadro robado?-
-No, me comprometí con Ricardo que no lo haría. Lo va a hacer él-
-¡Pero esa es una gran historia!-
-Lo sé, pero el compromiso es el compromiso y yo tengo palabra-
-Bien, respeto eso. Pero…¿Tenes algo en mente por lo menos?-
-Tengo algo pero no sé si te va a interesar-
-¿Cómo qué?-
-Es algo que sucedió de golpe. Mis novias y yo vamos a escribir una historia cada una, temática libre y la idea era publicarla, alguna vez-
-¿Cómo que alguna vez? Pásame las historias cuando las tengan y vemos. Sería un boom, imagínate, las tres amantes escribiendo un libro juntas-
-Eso es morbo. ¿No queres incluir un video con las tres teniendo sexo?-
-No es eso. No seas mala. Pensalo, al fin y al cabo si escriben ¿no es para publicar? Por ahí surgen otros dos talentos-
-No te prometo nada. Veremos que escriben mis chicas y si se animan a publicar. Después te aviso-
Y nos despedimos.
En tanto, en Sudacalandia está por asumir el nuevo presidente. Temo que la cosa se va a poner complicada, no solo porque ya advirtió que la situación económica va a ser difícil los próximos meses, sino porque los corruptos de siempre le van a hacerla vida imposible y queda saber cuánto tiempo van a soportar sus votantes el ajuste que se viene.
A veces, cuando me despierto y me doy cuenta donde estoy, respiro aliviada.
Capitulo Dos
Finalmente asumió Milei en Sudacalandia. Ese domingo, como de costumbre tuvimos el asado habitual pero se puso una pantalla en el sitio de la reunión para seguir el evento y estuvimos todos atentos pues, aunque ya no vivimos allí, nos preocupa el futuro de nuestra patria original.
Nos quedábamos pegados frente al televisor y a las notebook tratando de no perdernos detalle alguno pues considerábamos que se estaba viviendo un momento histórico irrepetible del que esperamos ver los resultados. De todas maneras no dejamos de comer nuestro asado ya que afortunadamente podemos comprarlo.
Pocos días después tuvimos una sorpresa, cuando estábamos desayunando recibimos un llamado por Zoom de nuestras amigas de Japón. Las Taniguchi estaban en casa de Yuzu y Mei cenando y se les ocurrió llamarnos para saber cómo estábamos.
Tuvimos una charla muy distendida donde nos contamos todas las novedades tanto de un lado como del otro del planeta. Ellas demostraron que estaban al tanto de la situación política en Sudacalandia pues nos hicieron varias preguntas y comentarios. Entre esas cuestiones Mei me trasladó una inquietud de Shou tratando de saber si, ahora con el nuevo gobierno, era posible llevar adelante aquel proyecto que se había frustrado tiempo atrás de construir nuevas escuelas. Le respondí que todavía era muy temprano para saberlo pues todavía temíamos que la nueva gestión fracasara por la presión de la oposición salvaje que no se resignaba a perder poder.
Keiko y Marga debieron irse a sus trabajos y me quedé un rato más conversando con las niñas del Imperio del Sol Naciente. Fue una linda experiencia y un gran placer volver a verlas.
Cuando ya se terminaba la charla Yuzu me preguntó si estaba trabajando en algún libro nuevo y le conté la experiencia que estábamos probando de escribir entre las tres. Se manifestó asombrada y contenta por la idea.
-¿Van a publicarlo?- Preguntó.
-Esa es la idea-
-¡Que bien! Ya estoy ansiosa por verlo!-
-Paciencia. Recién estamos comenzando-
Y cuando cortamos después de largos saludos de despedida me quedé pensando. No veía la hora de ver lo que estaban escribiendo mis novias.
Pasaron varios días y ellas mantenían el secreto. No sé si era idea de cada una, no sé si era porque no se animaban a mostrar sus ideas o si se habían puesto de acuerdo para generarme más intriga.
Lo que sí sabía era que ambas andaban con una carpetita con anotaciones que portaban siempre consigo por si se les ocurría algo, tal como se los había sugerido. Y como se las llevaban a sus trabajos tampoco tenía posibilidad de hurgar en sus escritorios, lo que en realidad no iba a hacer…creo.
Una tarde, mate por medio, se revelaron las incógnitas. Evidentemente estaban de acuerdo pues al mismo momento me mostraron sus trabajos. Ambas lo tenían escritos de manera prolija en Word con las hojas sujetas por un gancho. No pude menos que sonreír.
-Se ve que se han tomado su tarea muy en serio- Les dije
-No es para menos. Es nuestra puerta a la fama- Manifestó Keiko.
-Y…quien les dice- Opiné.
Tome ambos trabajos y me puse a leer. Debo confesar que me sorprendieron. No por que pensara que no eran capaces de escribir un relato sino porque eran de muy buena calidad.
Capítulo Tres
El primero que leí fue el de Marga. Me atrapó de entrada, su título era : “La Adivina”.
Relataba que una mujer, no muy agraciada y triste porque no era atractiva para los hombres, no sabiendo que hacer concurrió a lo de una adivina para que le pronosticara el futuro. La señora, después de tirar unas cartas y solicitarle algunos datos personales pensó largamente y luego le dijo que conocería a un hombre apuesto, rubio, atlético, de alto coeficiente intelectual y buen pasar económico.
La muchacha salió de lo de la adivina pensado que le había tomado el pelo, además de cobrarle una suma importante. Pero ocurrió que semanas después, en una reunión se encontró con el hombre descripto y por añadidura éste comenzó a cortejarla. Ella, obviamente respondió a esa pretensiones y luego de un no muy largo noviazgo terminaron casándose.
Al principio todo era como vivir un cuento de hadas. El hombre, además de rico, era atento y solicito con ella. La llevaba de paseo, cenaban en lujosos restaurantes y hasta le había regalado un auto. En la cama era algo rudo, pero no dejaba de gustarle. De alguna manera disfrutaba ser poseída.
Hasta que ocurrió lo inesperado. En una ocasión esa rudeza del sexo se trasladó a la vida cotidiana. El tipo comenzó a maltratarla, primero verbalmente, la humillaba, incluso delante de otras personas y en la cama se ponía cada vez más violento, sobre todo cuando ella se negaba a tener relaciones por el miedo que le estaba produciendo. De las palabras pasó al hecho y una y otra vez la abofeteaba por cada cosa que él consideraba que ella hacía mal, como por ejemplo, la comida.
Su vida se convirtió en un infierno. Alejada, como consecuencia de las prohibiciones y vigilancia de su marido, de amistades y parientes, se fue quedando sola. Salía muy poco a la calle y muchas veces debía andar con anteojos negros para disimular los golpes en la cara.
Pero ocurrió que uno de esos raros días en que pudo salir se cruzó con la adivina. Ésta le preguntó cómo estaba y si había sucedido aquella premonición y ella no tuvo más remedio que contarle todo, con lujo de detalles.
Como estaban cerca de la casa de la adivina, la señora le dijo que quería tirarle de nuevo las cartas. Y allí fueron. Le pidió una foto del hombre, que la muchacha conservaba casualmente en su billetera e hizo todos los pasos para pronosticarle el futuro. Luego de un rato le manifestó.
-No te hagas problema, este hombre morirá en pocos días-
La muchacha no estaba segura de creerle pues el tipo era sano y no había motivo para pensar que moriría de una enfermedad pero como antes la adivina había acertado, guardó para si un poco de esperanza.
El hombre la siguió maltratando y cada vez se ponía peor. Hasta que una noche, cuando le tiró la comida recién hecha a la basura no pudo más. Tomo un cuchillo de la cocina y le atravesó el pecho. Una, dos, tres, diez veces, con toda la bronca acumulada por varios años.
Finalmente, cuando entraron unos vecinos a la cocina al oír los gritos del hombre lo encontraron en el suelo, en medio de un gran charco de sangre y a ella todavía con el cuchillo en la mano. La profecía se había cumplido.
-¡Wow, esto está bueno!- Exclamé.
-¡Excelente!- Dijo Keiko.
-¿La conocías?- Le pregunté
-No recién la escucho por primera vez- Respondió mi japonesita
Luego pase al relato de Keiko. Se trataba de ciencia ficción y su título era: “Prejuicio”.
En un futuro no muy lejano la vida en la tierra transcurría como siempre entre países prósperos y países pobres. Tiranías, guerras, hambrunas, progreso científico y personas tan ricas a las que jamás se les acabaría el dinero aunque arrojasen millones desde un avión todos los días.
Inesperadamente los sistemas de vigilancia detectan la llegada de extraterrestres. Y luego cuando la nave nodriza de los alienígenas se mantiene a cierta altura sobre Nueva York, en el sitio donde están los edificios de las Naciones Unidas se produjo una trasmisión televisiva en la que uno de estos visitantes lejanos afirmaba que querían conversar con los lideres del mundo pues venían en son de paz a colaborar con algunos de los problemas de nuestra sociedad ya que creían que la inestabilidad de la raza humana podría alterar a todo el universo.
Las opiniones se dividieron. Algunos deseaban entrar en contacto con los alienígenas mientras otros decían que se trataba de una trampa para conquistarnos.
-Usted ha visto demasiada películas- Le reprochaba el embajador de Finlandia al embajador Ruso quien era uno de los incrédulos.
-¿Por qué no le podemos creer?- Opinaba el representante de Noruega.
-¡Porque son malvados!- Gritaba el embajador norteamericano golpeando su escritorio.
La situación estaba en un total estancamiento.
En medio de las negociaciones, también hablaron los representantes de los extraterrestres.
-Podríamos decir que no entendemos su postura pero en realidad no nos sorprende. Ustedes temen por que somos extraños y porque en la historia de su planeta se han sucedido invasiones sangrientas con aniquilación de pueblos enteros, pero esto no sucederá con nosotros. Venimos a ayudarles, desinteresadamente. ¿Tan obcecados son que no pueden entenderlo?-
-No necesitamos ayuda- Manifestó el representante de los países árabes.
Se produjo un estancamiento en las negociaciones. Los representantes querían consultar con sus lideres y no se fiaban de que sus conversaciones fueran escuchadas por los alienígenas por lo que cada uno viajo a su país para tomar una decisión.
Pero, semanas después, cuando regresaron los embajadores a Nueva York nada había cambiado. Los gobiernos apoyaban a sus representantes opinaran lo que opinaran.
Se sucedían las discusiones mientras tanto la nave extraterrestre continuaba sobre Nueva York. Su tripulación se mantuvo en silencio durante el receso por los viajes de los embajadores.
-Si se tratara de una invasión ya nos hubieran atacado- Manifestó el representante de Portugal.
De pronto la discusión cesó. Casi como por magia todos se pusieron de acuerdo. Se les propuso que se trasladaran al desierto de Mojave, un sitio tan vacío de seres humanos como la Luna. Se propuso una votación. Dejar aterrizar a los alienígenas o no. Ganó el voto positivo por unanimidad.
Los viajeros hicieron lo que se les decía y se colocaron en el sitio indicado. Pocos minutos después, una lluvia de misiles destrozaba por completo la nave. La traición, gen básico de la humanidad volvía a triunfar.
-Este esta tan genial como el otro y no lo digo por quedar bien- Exclamé.
Y entonces les leí mi relato. Se llamaba “El ciego”
Cosme era el ciego que pedía limosna en la estación del tren en un pueblo del interior de la provincia. Como sucede en estos sitios todo el mundo lo conocía y le dejaba invariablemente alguna moneda cada vez que iban o volvían de sus viajes.
Era amable y respetuoso, siempre daba las gracias al oír el tintineo del metal en la latita que solía tener en la mano. Incansable, solía pasarse varias horas al día para poder juntar lo suficiente y luego marchaba lentamente a su casa, en el borde del pueblo, donde vivía solo, tanteando los resaltos de las veredas con su bastón blanco. Los vecinos, al verlo, siempre se corrían de su paso para evitarle que se tropezara y le saludaban con aprecio.
Una vez que llegaba a su casa, vaciaba la latita sobre la mesa del comedor y contaba las monedas, luego las pasaba a un frasco donde las acumulaba hasta juntar lo necesario para comprar comida o lo que necesitara.
Luego se hacia la comida para finalmente encender la televisión y ver las noticias.
Porque Cosme no era ciego. Se hacía pasar por ciego para que le dieran limosna y evitarse trabajar. Pero, por supuesto nadie lo sabía y llevaba varios años manteniendo el engaño sin despertar la más mínima sospecha.
Para ese momento en que encendía la televisión solía cerrar todas las ventanas y se aislaba del mundo, no fuera que alguien lo descubriera.
Cosme tenía pocos vecinos alrededor de su casa puesto que era una de las últimas del pueblo y no confraternizaba mucho con ellos pero había un muchachito, Javier era su nombre, hijo de doña Rosa, la lavandera, que acostumbraba a conversar con él cuando lo veía por la calle y muchas veces le ayudaba a llevar la bolsa de las compras.
Cosme estimaba al chico, porque era educado y solicito. Solía regalarle una manzana al volver de la verdulería en tanto Javier le contaba todos los chismes del barrio manteniéndolo informado. Se hicieron bastante amigos. Lo más que pueden ser un muchachito de quince y un señor de treinta y pico.
Pero un día, mientras regresaba con su bastón blanco de la estación Cosme vio como tres sujetos intentaban robarle la mochila a Javier. Inmóvil por el terror fue testigo de cómo lo asesinaron sin poder hacer nada. No porque no se animara sino porque se descubriría su engaño.
Los asesinos, que lo conocían, pasaron a su lado corriendo y burlándose de él. No hizo nada. Ni en ese momento, ni después. Nunca declaró ante la policía, nunca dijo ni media palabra. A menudo veía a esos criminales cruzarse con él en la vereda. Pero no tenían miedo. Habían asesinado a un chico delante de quien no los podía delatar. Delante de un ciego.
Cuando terminé mi relato, Marga y Keiko se quedaron mudas. Estaban realmente azoradas y tardaron un rato en reaccionar.
-Impresionante- Dijo Marga
-Terrible- Opinó Keiko.
-Los suyos están muy buenos, tenemos que seguir adelante- Manifesté y agregué.
-Podemos pulir el estilo. Yo también tengo que agregar algunas cosas más al mío. El primer paso, es decir el de la creación pura ya está logrado, ustedes son geniales. Ahora trabajemos en conjunto y cuando lo tengamos listo llamo a mi editor-
-¿Crees que le interesará?- Pregunto Marga.
-Por supuesto, no se los dije para no presionarlas pero ya está enterado y ansioso de ver el resultado. Lo vamos a sorprender-
Y nos dimos un gran abrazo, signo de una nueva época. ¿Nueva época?
Capitulo Cuatro
Después de haber leído los tres textos decidimos repasarlos y corregir lo que fuera necesario. Por ejemplo si había que extenderse en descripciones, tanto de lugares como de personajes. Poner énfasis en las reacciones y acciones y buscar las frases más adecuadas, sobre todo para llegar a los finales inesperados que tenían los tres relatos.
-Me encantan sus finales inesperados- Dije mientras estábamos trabajando.
-Son tu especialidad. Es evidente que nos has inspirado-Manifestó Marga.
Estuvimos tres días, en los momentos libres, mejorando los tres trabajos. Y cuando nos dimos por satisfechas dije que era momento de enviarlos a mi editor, lo que hice al día siguiente. En cuanto los recibió me llamó para decirme que los iba a leer de inmediato.
No pasaron muchas horas cuando volvió a llamarme.
-¡Esto está genial! Deberían hacerlo a menudo- Me dijo entusiasmado.
-Bien. ¿Crees que es material de publicación?-
-¡Pero, por supuesto! Me pongo a trabajar en ello. Necesito los nombres y fotos de tus niñas para poner en la contratapa. En cuanto tenga todo compaginado te envío la prueba de galera-
Esa tarde, durante la hora del mate les conté la conversación con mi editor. Estaban felices.
-Mira lo que surgió de una conversación estúpida- Dijo Keiko.
-Deberíamos poner más atención a las incongruencias que dice Ale- Manifestó Marga señalándome.
Dos días después recibí un llamado de mi editor. Ya había recibido las fotos de mis novias y estaba conforme. Pero me sugirió que pensara en el título del libro.
-¿También en el titulo tengo que pensar?-Le pregunte a modo de broma.
-Obvio- Respondió.
Le prometí que lo vería con Marga y Keiko. Y como ya estaba cebado me preguntó si podía poner una pequeña historias de cómo nos conocimos así le daba un tema de interés para los lectores.
-¿Qué? ¿Acaso con los cuentos no basta?- Dije
-Bueno, vos sabes cómo es esto. Hay cosas que venden más-
-Lo dicho, creo que lo único que te falta pedirme es un video de las tres teniendo sexo- Repliqué.
Esa noche les participé a mis novias las novedades de mi conversación con mi editor y la sugerencia de que pensáramos un título.
-Eso es fácil. Las tres tortas- Dijo Marga
-Las tres mosqueteras- opinó Keiko.
-Lesbianas por tres- Siguió Marga
-El trio magnifico- Deliró Keiko
-Alexia Montes y sus chicas- Exclamó Marga.
-La maestra y las alumnas- Manifestó Keiko.
-Ustedes están locas- Dije yo deteniendo las sugerencias.
-Un trio perfecto- Insistió Marga.
-Las tres imbéciles- Volví a decir.
Me miraron.
-¿No te gustan nuestras sugerencias?- Preguntó Marga
-Francamente no. Tenemos que pensar un título más serio- Insistí.
Mientras tanto me pasaban varias ideas por la cabeza y no lograba ordenarlas, hasta que, de pronto exclamé.
-Tres son multitud-
Volvieron a mirarme en silencio. Después de unos segundo Marga opinó.
-¿Sabes que me gusta?-
-A mí también- Agregó Keiko.
-Entonces no se habla más, o mejor dicho, no se divaga más- Concluí.
Pero lo de divagar no les causo mucha gracia y me tiraron con los almohadones del sofá. Después de devolverles los almohadones dije.
-Ahora mismo le escribo a mi editor- Y tomé el celular para mandarle un mensaje de Whats App.
Estábamos contentas de que la idea loca estaba camino a convertirse en realidad.
-No lo van a leer ni nuestros parientes- Dijo Marga.
-No importa, la idea era divertirnos un poco-Opiné.
-La próxima vez tendríamos que escribir un libro de poemas- Manifestó Keiko.
-Buena idea- Dije y agregué – Deberíamos ponernos manos a la obra, solo por ver que sale-
-Estoy de acuerdo- Exclamó Marga.
Pocos días después mi editor me mandó por mail la portada que había ideado con nuestras fotos en primer plano y la de una multitud de gente detrás. El titulo estaba impreso en grandes letras negras y por debajo se leían nuestros nombres. Me agradó y también a mis novias. Como también adjuntó la prueba de galera la leímos detenidamente y quedamos conformes. No era un libro muy extenso pero estábamos contentas.
En el texto del mail mi editor me preguntó si lo autorizaba a compartirlo con el editor en Japón y le respondí que desde cuando solicitaba permiso para eso ya que siempre solía hacerlo por su cuenta. Y por supuesto le dije que tenía nuestra autorización.
Como las noticias vuelan rápido en esta época de comunicaciones instantáneas no pasaron dos días y ya Yuzu me envió un Whats App contándome que tenían la prueba de galera y la tapa. Que su patrón ya lo había leído y estaba ansioso por publicarlo. Le contesté que estábamos felices de que les resultara interesante y por supuesto me preguntó si teníamos intenciones de viajar para su presentación. Le dije que lo consultaría con las chicas.
-Podríamos hacer también ese viaje a China que nos prometimos una vez- Dijo Marga cuando les conté sobre el llamado de Yuzu.
-Para ver ciudades llenas de gente me quedo en Tokio- Respondí.
-Bueno…hay un par de lugares que se podrían ver en China aparte de megaciudades…- Insistió Marga.
-¿Cuáles?- Preguntó Keiko.
-La montaña Tianmen y el Monte Huashan- Contestó Marga.
-Hum, ya veo por donde venís y creo que estas loca- Dije yo.
-¿Por qué? Sería un experiencia única- Manifestó Marga
-Única y última. Conozco esos lugares de videos de You Tube- Afirmé.
-Bueno, no es para tanto- Dijo Marga riéndose.
-No, si te parece poca cosa estar en el Monte Huashan, colgada de un cable, caminando pegada a una pared vertical sobre un sendero de tablas de 30 centímetros de ancho clavadas a la roca y a mil metros de altura, aunque lo de Tianmen podría ser más tolerable, solo es bancarse un teleférico de siete kilómetros y medio de largo y luego una escalera, al menos hay una escalera de novecientos noventa y nueve escalones- Dije.
-Veo que estas bastante informada- Manifestó Marga.
-Si, como te dije, he visto varios videos-
-Lo que quiere decir que te interesa-
-Me gusta ver a esos chinos locos que viven escalando montañas y construyendo templos o viviendo en lugares inaccesibles…pero nada más- Afirmé
-¿Y por qué no verlo en persona?- Preguntó Marga y dirigiéndose a Keiko dijo
-¿Qué te parece?-
-Coincido con Ale, estas loca-
-Yo sé que tienen ganas de vivir la experiencia, no me engañan- Insistió Marga.
-Tal vez, sería una buena manera de suicidarnos juntas- Manifesté riéndome.
-Déjenme armar el viaje y después me dicen-
Keiko y yo nos miramos.
-Bien. Prepará un itinerario y lo sometemos a votación- Dije.
-Que graciosas, si no están de acuerdo conmigo, pierdo- Opinó Marga.
-Vos dale y después vemos- Concluí pensando que Marga se olvidaría del tema con los días.
Pero soy una ilusa. Ya sé que Marga es bastante cabeza dura, igual que yo, e igual que Keiko…somos iguales, lo que quedó demostrado al otro día cuando Marga volvió con el tema.
-Podríamos ir a Pekin, de allí a Huashan y luego a Tianmen para finalizar en Shanghái, todo en avión-
-Si, podríamos llegar a Shanghái si todavía estamos vivas- Argumenté.
-Vamos…si pudimos escalar el Fuji podemos con esto- Insistió Marga.
-El Fuji lo puede escalar hasta mi abuelita con la bolsa del supermercado llena- Dije yo, lo que no le gustó a Keiko que, para variar, me tiró con un almohadón del sillón.
-Se puso celosa de las montañas chinas- Manifestó Marga riéndose.
Keiko no dijo nada y se quedó mirándonos. Era evidente que Marga estaba a punto de convencernos pero para ser franca no me gustaba la idea. De todas maneras todavía faltaba para hacer ese viaje, si lo hacíamos, por que aun debíamos pasar por la edición del libro, la impresión, la presentación en Uruguay y luego combinar los tiempos para ir a Japón por lo que el ambiciosos proyecto de Marga de estar colgadas de un arnés a mil metros de altura quedó en stand-by.
Pero surgió otro tema. La presentación para la edición en español. Por supuesto que a mí no se me ocurrió hacerla en otro lugar que no fuera Montevideo o Punta del Este aunque mi editor tenía otra intención que me manifestó en una llamada telefónica.
-¿Por qué no se vienen a Buenos Aires a presentar el libro?- Preguntó
-Ni loca- Respondí.
-¿Por qué?-
-Porque me prometí no volver jamás a Sudacalandia-
-Pero, las cosas están diferentes. Ahora gobierna Milei-
-Mira, vos serás optimista pero yo no. Ese país está infectado de peronistas y kirchneristas y corruptos y todavía no los han exterminado. Cuando no quede ninguno podremos hablar de esto. La presentación es en Uruguay y no hay concesión-
-Bien, si es así…- Cerró la conversación mi editor.
Yo sigo sin creer en milagros.
Capitulo Cinco
Como de costumbre mi editor tuvo una tirada lista para hacer la presentación del libro y por lo tanto ya estábamos en condiciones de realizarla. Finalmente elegí Montevideo, en el Centro cultural Castillo del Alquimista o Castillo Pittamiglio, situado sobre la Rambla Ghandi. Un edificio en forma de torre y otros edificios anexos de ladrillos rojos y que tiene en el frente una gran estatua que parece un mascaron de proa de un barco con una imagen similar a la Victoria de Samotracia, la estatua que está en la entrada del Museo del Louvre. La construcción data de 1911 y debo decir que el sitio es fascinante, casi como un viaje al Medioevo. No tenía idea de su existencia hasta que me lo propusieron de la Secretaría de Presidencia de la Nación cuando se enteraron, según ellos de pura casualidad, que tenía intención de presentar el nuevo libro en Uruguay.
Cuando mi editor vio las fotos de inmediato me avisó que no quería perderse el evento para poder conocer ese castillo en medio de la ciudad y confirmó su presencia.
Sorprendentemente el hecho tuvo más difusión de lo que me esperaba no solo en Uruguay sino también en Sudacalandia por lo que pronto supe que varias personas de las letras y la cultura, de la verdadera cultura, del otro lado del rio también asistirían pero lo que más me impresionó fue que también lo haría el presidente Lacalle Pou.
-¿No será demasiado por un librito de cuentos?- Preguntó Keiko.
-A mí también me parece una exageración pero, según parece, esto se nos fue de las manos- Respondí.
-Tenes que aceptarlo. Finalmente vas a ser famosa gracias a nosotras- Manifestó Marga.
-Les estaré eternamente agradecida- Dije.
Cuando llegó el día nos trasladamos en Taxi Aéreo a la capital y nos hospedamos en el hotel Punta Trouville, a solo una cuadra del Centro Cultural, para poder cambiarnos y prepararnos para el evento.
El conserje nos atendió como si fuéramos de la nobleza. Ya tenía reservada una suite en el último piso, lo que era una exageración pues solo habíamos pedido una habitación común. De todas maneras agradecimos su gesto que además fue completado con una merienda completa, tipo desayuno continental que nos hizo llegar a la habitación sin que la hayamos pedido.
Para mí era una experiencia única y fascinante poder compartir un momento como éste con mis novias y que ellas también fueran parte de la atención recibida durante el acto de presentación.
Después de una ducha reconfortante nos vestimos. Las tres de largo, con zapatos taco aguja y aunque el color predominante era negro los estilos de los vestidos eran ligeramente diferentes. Solo llevamos un sobre haciendo juego con los zapatos, lo suficientemente grande para el celular y los documentos.
Fuimos caminando hasta el castillo y no dejamos de llamar la atención pero eso nos gustaba y por supuesto no faltaron algunos pedidos de autógrafos por el camino. En la puerta nos recibió una señora, muy elegantemente vestida que nos guio hasta la sala donde se haría el acto. Por el camino pude ver que además del público se encontraban varios medios periodísticos del otro lado del rio. Era evidente que habíamos logrado captar la atención.
Nos detuvieron para hacernos reportajes y los atendimos amablemente. Recién ahí mis novias comenzaron a saborear las mieles de la fama pues ellas también fueron entrevistadas y no pocas veces.
La señora guía nos indicó que ya podíamos pasar al salón principal y cuando lo hicimos se prendieron las luces de docenas de flashes. Me sentía una celebridad en la alfombra roja de Hollywood. Nos sentamos a una larga mesa. Mi editor, que apareció tras nosotras se sentó a un lado y también lo hizo el director del centro cultural que se presentó en ese momento por que no lo conocíamos.
Cuando saludé con la mano al público presente estalló un cerrado aplauso. Y mientras miraba hacia donde estaba la gente pude ver que era cierto que el presidente estaba allí, sentado en primera fila. Le hice un saludo que respondió con una sonrisa.
El primero que habló fue el director del lugar que, evidentemente, no había tenido tiempo, o ganas, de leer el libro pero salió airoso haciendo una presentación genérica usual. Al menos recordó que éramos tres autoras.
Luego habló mi editor. Por supuesto ya tiene bastante curtida la piel para este tipo de eventos y se despachó con un corto pero efectivo discurso en el que ni siquiera se privó de agradecer al Uruguay la excelente manera en que habíamos sido recibidas. Hizo una síntesis de cómo había nacido el libro, según él, pues nunca le había contado la real manera en que sucedió. Hizo reír un poco al público y luego nos dejó hablar a nosotras tres.
Marga y Keiko estaban estáticas. No tenían idea de cómo empezar, por eso tomé la palabra. Sin entrar en detalle comenté como había surgido mi cuento y creo que debo contarlo ahora. Es un hecho real, más real que esta novela. Sobre un hombre que se hacía pasar por ciego y pedía limosna en la Estación Padilla y en el tren del Ferrocarril Belgrano. Yo lo veía todos los días hasta que una vez apareció en las noticias. Lo habían descubierto a pocas cuadras de la estación comprando en un almacén y lo reconocieron. Tuvo que huir corriendo. Luego no sé qué le pasó. Después hice un par de chistes. Agradecí al Uruguay su hospitalidad y en especial al señor Presidente.
Finalmente insté a mis novias a hablar. Marga es la más entrenada por su condición de vendedora de inmuebles y se despachó también con algunos comentarios sobre su cuento y no vaciló en decir que si no les gustaba el libro la culpa de todo la tenía yo, lo que causó algunas risas.
Keiko estaba en su faz tímida pero hablo de corrido también haciendo alusiones graciosas sobre su cuento. Agradeció la atención recibida y dijo, sin echarme culpa alguna, que era gracias a mí que se le había dado por escribir, aunque contó que al menos sabía bailar K-Pop como actividad artística.
Una vez que terminamos los discursos se abrió micrófono para los asistentes. Las preguntas no fueron muy originales, como siempre, pero las contestamos con paciencia y amabilidad.
También había algunos periodistas tanto locales como venidos de Sudacalandia, y ellos quisieron ahondar en temas no literarios pues el primero que pudo hablar preguntó.
-¿Es cierto que le ofrecieron un cargo electivo o ejecutivo en el nuevo gobierno?-
-Mira…- Dije tomándome un segundo de respiro -…No voy a contestar preguntas sobre política del otro lado del rio por respeto a la investidura presidencial del señor Lacalle Pou, aquí presente. No es el momento. Si quieren pudo darles alguna nota luego del brindis en otro sitio más adecuado-
Contrariamente a lo que pensé aplaudieron todos sin excepciones.
-Bien. Los veo después del vino…si todavía estoy sobria-
Lo que generó una carcajada del público.
Capitulo Seis
En cuanto pasamos al lujoso salón donde se servía un vino y algunos bocaditos me acerqué a saludar al señor presidente. Amablemente me alcanzó una copa y guiñando un ojo me dijo.
-Al menos me puede contar a mí que opina de la situación en Argentina. Así entre nosotros-
Me sonreí. Lo miré y pensé que era un hombre muy apuesto.
-Entre nosotros, solo un milagro va a sacar a la Argentina adelante. Primero hay que ver cuanta aguanta la gente el sacrificio inflacionario por el sinceramiento de precios, luego saber si realmente funciona la política económica, tercero, si el gobierno tierne puede aguantar la embestida de todos los delincuentes que no quieren resignar su parte del botín y para ello movilizan a la gente ignorante, que es mucha, por desgracia, y gracias a los gobiernos populistas. Es mucho, demasiado para gente que no está habituada a hacer política-
-Pero tiene fe- Insistió el presidente.
-Le voy a decir algo, con la fe sola no se llega a ningún lado-
-Es usted muy sarcástica e ingeniosa-
-Un poco de ello es lo que me hace sobrevivir-
El hombre tomó un bocadillo y luego dijo.
-Sé por informes que leo que a sus…novias les está yendo bien en sus emprendimientos-
En eso advertí que Marga y Keiko me estaban mirando y les hice señas de que se acercaran.
-No solo es su mérito. Es la ventaja de vivir en un país normal- Manifesté.
-Gracias- Respondió el presidente.
Saludó a mis novias y se excusó por que debía irse a otros compromisos.
-La he pasado muy bien. Reconozco que me hicieron reír con sus frases ingeniosas. Sigan así-
Y se despidió con una pequeña reverencia.
El hecho no pasó inadvertido a los periodistas argentinos que continuaban al acecho y se acercaron.
-Es evidente que tiene una buena relación con el presidente- Dijo uno de ellos.
-Cuando se tratan personas honestas me llevo bien- Repliqué.
Y comenzaron con sus preguntas.
-¿Es cierto que le habían ofrecido un cargo electivo, o no, en el actual gobierno?-
-No, nadie me ofreció nada y además no lo hubiera aceptado. Va contra mis principios personales. Además ya estaba viviendo aquí en Uruguay y por nada del mundo voy a dejar este país que me acogió generosamente-
-¿Cree que el gobierno de Milei puede tener éxito?-
Le respondí lo mismo que al presidente y agregué.
-Todavía hay mucha gente mala con poder y puede hacer mucho daño.
Siguieron otras preguntas más o menos del mismo tono y respondí con paciencia y amabilidad. Luego se centraron más en el libro.
-¿Cree que el libro pueda tener éxito de ventas, por tratarse una apuesta nueva en cuanto a su producción literaria?-
-El libro no fue publicado con la idea de lograr un best seller ni mucho menos. Fue un divertimento que se nos escapó de las manos. Si tiene éxito mejor, no solo por mi sino por ellas- Dije señalando a mis novias y agregué -Si fuera un éxito las haría trabajar más a ellas y yo descansaría un poco-
Luego hubo más felicitaciones, más pedidos de firma de ejemplares y cuando ya quedaba poca gente en el salón se acercó el director y nos dijo.
-Este ha sido el mejor evento de presentación de libros que he tenido en años. La presencia del presidente ha sido un gran golpe publicitario. Ya lo sabe, tiene usted las puertas abiertas de este lugar cuando quiera-
-Le agradezco mucho y créame que estamos maravilladas con este sitio tan hermoso y que desconocíamos. Pierda cuidado lo vamos a tener cuenta para lo que se presente-
Respondí estrechándole la mano.
Y después de despedirnos de los pocos asistentes que aún permanecían salimos a la calle. Ya era de noche y caminamos la cuadra hasta el hotel sintiéndonos sinceramente seguras. Una vez que entramos el conserje nos invitó a pasar al salón comedor.
-Señoras, tenemos una suculenta cena para brindarles. Todo corre por cuenta de la casa-
Nos miramos sorprendidas.
-¿Es cierto?- Preguntó Marga.
-Totalmente, ya envío al maître con la carta y al sommelier también-
Nos sentamos a una mesa preparada para nosotras. Estábamos en eso cuando llegó mi editor.
-Creí que te habías perdido- Le dije.
-Ni a ustedes, ni la cena- Contestó.
-¿También estas invitado?-
-Absolutamente, ya sabía de esta sorpresa por que pasé a buscarlas a ustedes al hotel, tarde por que ya se habían ido, el conserje me dijo lo que estaban planeando-
-No nos dijiste nada. Estas cambiando, ya sabes guardarte un secreto- Manifesté riéndome.
-Y eso no es nada, también tengo otro secreto. Me tienen que firmar este ejemplar-
-¿Para quién?-
-Para la hermana del presidente-
-¿Lacalle Pou?-
-No, mujer, ¿Qué presidente tiene una hermana famosa?-
-¡Ah, ya caigo!-
Y las tres firmamos el ejemplar. Sin dedicatoria.
La cena estuvo maravillosa. La comida riquísima, el vino de calidad, los postres un manjar y la charla muy amena. De otras mesas nos miraban. Algunos se atrevieron a pedirme autógrafos. Varios argentinos me felicitaron por mis ideas y nos contaron que se habían ido al Uruguay a trabajar aunque no tenían todavía decidido quedarse. Nos sacamos una cantidad incalculable de selfies.
Finalmente, agotadas, subimos a la habitación.
-Te invitaríamos a una orgia con nosotras pero estamos muy cansadas- Le dije a mi editor.
-No gracias. Tengo mi habitación- Dijo sonriendo.
-Pero te gustaría ¿no?-
-No, les tengo miedo- Y tras esa palabras buscó la llave de su cuarto y se fue por las escaleras-
Capitulo Siete
Realmente estábamos cansadas y esa noche no hubo sexo. De todas maneras terminamos en la gran cama matrimonial enroscadas unas con otras como de costumbre. A la mañana siguiente, luego de una ducha reparadora nos vestimos más informalmente, calzas y blusas holgadas y bajamos para irnos del hotel previo paso por la confitería para desayunar.
El conserje volvió a aparecer para felicitarnos por la presentación ya que la había visto en el primer noticiero de la mañana. Se manifestó asombrado de qué hubiera estado presente el presidente de la nación.
-Yo sabía que usted es una famosa escritora pero nunca me imaginé que tanto lo es- Me dijo.
Y luego se marchó no sin antes que le regaláramos un ejemplar del libro autografiado por las tres.
-Lo voy a conservar como un tesoro. Soy una gran lector pero es la primera vez que voy a tener un libro del que conozco personalmente a sus autoras- Manifestó y agregó – Ya saben, cuando vengan a Montevideo estaremos felices de que se alojen aquí-
Y tras los saludos se marchó a hacer su trabajo.
En ese momento apareció mi editor que también estaba por marcharse. Tenía cara de haber dormido mal y por eso decidí bromear con él.
-¿Alguna visita nocturna no te dejó dormir bien?- Le pregunté.
-Ojala hubiera sido así, el botones estaba muy fuerte, pero no captó mis insinuaciones.-
-¡Sos capaz de haber tratado de seducirlo!-
-No, es broma, aunque realmente estaban muy bien, pero dormí mal por la cama, el colchón era demasiado duro para mi gusto-
Se sentó con nosotras y desayunamos. Luego Marga se hizo cargo de pagar la cuenta,(es ella quien se ocupa de nuestras finanzas comunes) y salimos a tomar un taxi al aeropuerto. Todos íbamos a viajar en avión. Mi editor, un vuelo regular a Buenos Aires y nosotras nuestro taxi favorito que ya nos esperaba en la pista.
-Ustedes sí que viven bien- Comentó mi editor cuando supo la forma en que volveríamos a Punta del Este y agregó –En cambio yo, ahí como un vulgar plebeyo en un vuelo de línea-
-Eso no es una cuestión de clase, es que sos un amarrete- Le contestó Keiko.
Mi editor hizo como que no le había escuchado y preguntó.
-¿Ya tienen alguna noticia de Japón?-
-Si, ya están en el tema, pronto sabremos cuando tendremos que ir- Respondí.
-Deberías salir de tu agujero y venir con nosotras- Dijo Marga.
-No estaría mal-
-Además vamos a ir a China, de paso-
-¡Qué bien! ¿A qué parte?-
-Al monte Huaschan-
Nos miró con cara de espanto.
-Ustedes están locas. ¿Las tres van a ir al Monte Huaschan?-
-Si, ella va a subir y nosotras dos vamos a estar abajo viendo como rebota en el piso cuando caiga- Dije señalando a Marga.
-En serio, están delirando-
-Si, por ahora. La idea es de Marga- Manifestó Keiko.
-Dios, si es que existe, las ayude-
Y nos despedimos mientras mi editor se iba diciendo en un murmullo
-Locas, están locas-
A media mañana ya estábamos en nuestro agujero en el mundo. Después de un tranquilo vuelo y acercarnos al edificio en el auto que habíamos dejado guardado en el hangar. Marga y Keiko se fueron a sus trabajos y yo, como de costumbre me quedé acomodando papeles. La casa estaba en perfecto orden gracias a la eficiente labor de la señora Azumi.
Al mediodía me dediqué a revisar los portales de los diarios para ver qué novedades había en el mundo durante nuestra ausencia en la cual ni siquiera habíamos visto las noticias. Pronto pude observar que en los apartados sobre cultura se hablaba de nuestra presentación, pero lo más notorio era que en todos los artículos, además de opinar de lo puramente literario aparecía una foto repetida, aunque desde diferentes ángulos, de mi conversación con el presidente Lacalle Pou. Ahí estábamos los dos, copas en mano, donde se veía a pesar de la imagen fija que estábamos charlando amigablemente, en algunas incluso se me veía claramente sonreír.
En uno solo de estos artículos se insinuaba la idea de que yo fuera una especie de embajadora informal ante el gobierno de Uruguay, lo que no tuve ni la más mínima intención de desmentir. Que crean lo que quieran, pensé. Por supuesto que en otros editoriales se aclaraba que yo había contestado negativamente a la posibilidad de que me hubiera sido ofrecido un cargo en el gobierno.
Esa tarde les mostré los artículos a mis novias que coincidieron en pensar que en el gobierno existía alguien que deseaba colgarse de mi fama. De todas maneras yo no quería quedar pegada a ningún oficialismo aunque fuera el que había votado. Si ese oficialismo triunfaba en sus metas sería bueno para los sudacas pero a mí no me movía un pelo y si fracasaba mucho menos me gustaría ser asociada al desastre.
A la noche me llamó Yuzu. El libro ya estaba en la imprenta y pronto tendríamos noticias de cuando podíamos combinar para ir hacia las antípodas.
Otro llamado que recibí fue el del señor Yamura. Había tenido una ligera indisposición digestiva, nada que preocupara, pero como eso le impidió ir a la presentación del libro no quiso dejar pasar la oportunidad de felicitarme por haber incluido a su hija en ese proyecto.
-Yo no hice nada. Todo surgió de una conversación informal. Solo les propuse la idea y tanto Keiko como Marga se engancharon. El mérito es de ellas que dedicaron un tiempo para incursionar en algo que nunca habían hecho, pero es innegable que ambas tienen talento-
-¿Piensan seguir con estas publicaciones?-
-Si, hubo un comentario, al pasar, de hacer algo de poesía pero nada serio por ahora. ¿A usted le preocupa que Keiko se distraiga de su trabajo por participar en proyectos literarios?-
-Ni remotamente. Al contrario, yo sé que mi hija es una persona altamente responsable solo quería saberlo porque me agrada la idea de que haga algo aparte de la empresa. En realidad es lo que necesita. Lo que necesita toda persona que debe tomar decisiones importantes mientras está en su trabajo pues hacer una actividad lúdica mejora su rendimiento yo temía que Keiko estuviera demasiado abstraída por los problemas de la empresa. Por eso yo hacía iaido, era mi manera de relajarme y pensar mejor-
-Me quedo más tranquila-
-Si se entusiasma con la literatura le pido que le ayude. Usted es como un ángel para ella-
-Pierda cuidado. Lo haré-
-Lo sé. Por eso confié en usted desde que la conocí-
Y cortamos.
Capitulo Ocho
Una noche de verano en Kitty´s. El lugar estaba lleno de comensales. El verano en Punta del Este suele atraer mucho turismo internacional. La mayoría son brasileños pero también llegan europeos. Antes llegaban más sudacas pero con la crisis del otro lado del rio se hicieron presentes muchos menos. Los pocos que podían costearse unas vacaciones en Uruguay.
Afortunadamente siempre tenemos una mesa reservada y nos sentamos dispuestas a disfrutar de una buena cena. De inmediato estuvieron a nuestro lado el maître, al sommelier y el dueño del lugar procurando saber que deseábamos comer y tomar.
Ya estaba degustando un vino blanco que acompañaba la entrada de fiambres cuando observé que Marga tenía la vista fija en un punto en el centro del salón. No sabiendo que miraba exactamente miré hacia ese lugar y lo más cercano que pude ver fue a un par de hombres sentados a una mesa con un niño que, podría estimar, estaba en sus cuatro o cinco años y al que ambos hombres atendían solícitamente.
En verdad que la escena era llamativa pero había algo más en la curiosidad de Marga y al observar mejor a los hombres pude darme cuenta que uno de ellos era la versión masculina de mi novia. Antes de que ella pronunciara palabra pregunté.
-¿Tu hermano?-
Marga me miró asombrada porque me había dado cuenta cuando ella todavía estaba en duda.
-Creo que si- Respondió.
Y no necesitó creer más pues el hombre al que nos referíamos de pronto giró la cabeza hacia nosotras y nos vio. Se levantó de su silla y se acercó.
-¿Marga?- Preguntó aun dudando él también.
-Si, soy yo, querido hermano- Contestó Marga quien no disimulaba su malhumor.
-Disculpa pero no quiero ser entrometido. Es que encontrarnos en este lugar tan lejos de lo que solíamos frecuentar fue una gran sorpresa para mi-
-Bueno, vos te fuiste a España y me dejaste a la deriva después de tratar de arruinar mi vida- Manifestó Marga.
-Yo quisiera disculparme ahora que nos hemos encontrado. Fui muy egoísta contigo y reconozco que estaba muy equivocado-
Yo los miraba atentamente y Keiko abría los ojos lo más que puede una japonesa. Ambas permanecíamos en silencio.
-¿Y cómo estás?- Preguntó el hermano.
-No creo que te importe pero estoy muy bien. Aquí, como ves, con mi “escritorcita” como la llamabas. Y también con mi otro amor, Keiko- Respondió Marga como sintiendo que le estaba clavando un puñal.
-Me disculpo eternamente con usted- Me dijo el hermano.
-Presto poca atención a los comentarios despectivos. Si me interesaran no tendría tiempo para contestarles a todos- Manifesté yo.
-¿Y tú? Veo que tienes compañía- Dijo Marga.
-Si, es…es…mi pareja. Estamos casados hace varios años. El niño se llama Josefo y es nuestro hijo-
-¿Y quién de los dos se embarazó?- Pregunté sarcásticamente.
-Fue una subrogación de vientres, en Estados Unidos-
-¿Y qué hacen por aquí?-
-Estamos en el crucero. Lo tomamos en Brasil, ahora paró aquí, mañana vamos a Buenos Aires y seguimos hasta Mar del Plata y regreso y de allí a España de nuevo-
-¿Viven en España? Se ve que la pasan bien-
-Así es, Manuel…mi pareja, es ejecutivo de un Banco y yo tengo un restaurante cerca de la Plaza Mayor-
-Que bien, ya sabemos dónde ir a comer cuando vayamos a Madrid- Acoté yo.
-Entonces se van mañana- Dijo Marga un poco más distendida.
-Esta noche. Terminamos la cena y nos pasan a buscar para regresar al barco-
-¿Qué les parece?- Nos preguntó Marga.
Y como sabíamos el motivo de la pregunta asentimos.
-Bien, trae a tu pareja y a tu crio y terminemos de cenar juntos- Invitó Marga.
En pocos minutos estuvieron acomodados en nuestra mesa. Se generó una amena conversación en la cual ambos hermanos limaron rispideces.
-¿Así que viven aquí?- Preguntó la pareja del hermano.
-Si, nos fuimos de Sudacalandia por que aquello es un infierno- Respondió Marga.
-Pero ahora deberían estar mejor con el cambio de gobierno- Opino el hermano.
-¿Recuerdas aquello de “sangre, sudor y lágrimas”?- Le pregunté.
-Si-
-Pues bien. Recién están en la época de la sangre, el sudor y las lágrimas. Todavía falta mucho.
Cuando ya estábamos en el brindis con el clásico champagne que nos obsequia la casa lo que provocó el asombro del hermano de Marga y su pareja, llegó una persona a avisar que era hora de embarcar. Eran muchos los comensales que debían regresar al crucero y el salón quedó casi vacío. El hermano de Marga y su pareja nos dieron sendas tarjetas con sus datos.
-No se olviden de nosotros- Dijo el hermano
Y luego dirigiéndose a Marga agregó.
-Discúlpame por todo, fui un imbécil. Espero que sean muy felices las tres-
Se despidieron. Le hicimos algunas monerías al crio que se rio con ganas y salieron por la puerta principal del salón.
-Bueno, al menos fue amable y se disculpó- Dije yo.
-Lo que no quita que siga siendo un imbécil- Manifestó Marga.
-Y…eso es lo que son los hombres, aun los gays- Opiné y nos reímos.
Terminamos el champagne, pagamos la cuenta y salimos a caminar por el Puerto. La noche estabas esplendida. En el muelle se estaban embarcando los pasajeros del crucero. A lo lejos, a un costado de la isla Gorriti el enorme barco con todas sus luces encendidas parecía un enorme árbol de navidad recortándose contra la oscuridad.
-De alguna manera sentí un gran placer- Dijo de pronto Marga.
-¿Debido a que?- Pregunté.
-Debido a que me viera de nuevo con vos. Podría haber estado con cualquier otra persona pero el hecho de verme contigo creo que lo dejó pasmado, siento el placer de la venganza-
-Pero él parece estar muy bien, también-
-Si, tal vez, pero casado y con un hijo. Eso es tan decadente como ser heterosexual-
Keiko y yo nos reímos con ganas.
-Creo que disfrutaste esa imagen- Opiné.
-Si, y en verdad, el otro tío también parecía un idiota-
Y volvimos a reírnos hasta hacernos doler el estomago
Capitulo Nueve
Finalmente Yuzu me llamó para darme algunas opciones de fecha de presentación del libro. Tuvimos que escoger la más lejana por que, para ser sinceras, no estábamos muy preparadas para viajar. Marga debía dejar todo ordenado en su oficina y encomendarles tareas a la parejita de arquitectos que la secundan. Para Keiko es más sencillo ya que el señor Yamura, a pesar de haberle dejado las decisiones de la empresa, para no sentirse inútil suele estar en la fábrica algunas horas y tiene una visión completa de las actividades debido a lo cual puede tomar el trabajo de dirigente por unos días sin que por ello se afecte el normal desenvolvimiento de la misma.
De más está decir que el señor Yamura, tal como me lo había expresado, estaba orgulloso de su hija y la señora Yamura no le iba en zaga en ese sentimiento.
En cuanto a mí, puedo dejar de hacer lo que estoy realizando en cualquier momento. Ventajas de no tener gente a cargo ni trabajo fijo.
Finalmente convinimos con Yuzu el día de la presentación y partimos al otro extremo del mundo. Como siempre, taxi aéreo hasta Montevideo y luego un vuelo con dos escalas por United Airlines. El viaje fue bastante monótono. Traté de dormir la mayor cantidad de tiempo posible pero a veces mis novias me despertaban con su conversación. Cada vez que hago uno de estos viajes, prefiero no pensar las horas de vuelo que llevo acumuladas. Yo creo que si las sumaría serian varios días de mi vida metida en un tubo volante. Por supuesto disfruté de las comidas y me levanté de mi asiento un par de veces para estirar un poco las piernas caminando por el pasillo.
Llegamos al Aeropuerto de Haneda donde nos estaba esperando un auto enviado por la editorial que nos llevó hasta el Hotel Nogha en uno de mis barrios preferidos, Akihabara. El edificio es una hermosa construcción moderna con una gran cantidad de plantas en su frente lo que lo hace bastante llamativo en una callejuela angosta donde no hay otra vegetación.
Apenas estábamos poniéndonos cómodas cuando me llegó una llamada del Estudio Wit. En Japón parece que las noticias corren rápido pues fue el señor Nakatake quien me contactó para invitarme al estudio ya que quería hacerme una propuesta. Como teníamos todo el día por delante le dije que iría encantada. Apuré a mis novias a cambiarnos de ropa y salimos.
Tomamos el tren en la estación Ochanumizu hasta Mitaka por la línea JR. Fue un lindo viaje pues pudimos ver el paisaje urbano desde la altura y llegamos en solo 50 minutos. Solo tuvimos que caminar cinco cuadras hasta el edificio del estudio.
Como de costumbre nos recibieron con todas las atenciones posibles. Todo el mundo nos saludaba y se sacaba selfies con nosotras durante el trayecto desde la puerta hasta la oficina del señor Nakatake.
Estaba gozando de las miles de la fama cuando me llamó Yuzu para preguntarme si habíamos llegado bien. Le dije que sí y me preguntó dónde estábamos. Cuando le manifesté que estábamos en el Estudio Wit largó un carcajada.
-¿Ya? ¿Tan rápido?-
Le conté que me habían contactado en cuanto llegamos al hotel y decidimos ir y de paso pasear un poco.
-¿Ya hablaron con Nakatake-san?-
-No todavía. ¿Qué sabes al respecto?-
-Justamente la llamaba para eso. En el estudio ya quieren hacer un manga o un anime con las historias. Akiyama-san ya les envió un libro y están super encantados…-
En ese momento hizo su aparición en la puerta de su oficina el señor Nakatake y le dije a Yuzu
-Solcito, el señor Nakatake está invitándonos a su oficina. Luego te llamo-
-Okey-
Pasamos a la enorme oficina del director del estudio que, de inmediato nos invitó a sentarnos e hizo traer bebidas y unos bocaditos.
-Señoras, sé que han llegado esta mañana temprano y no quise molestarlas pero ya que han sido tan amables de venirse hasta aquí luego de tan largo viaje no voy a demorar en explicarles el motivo de mi llamado-
-No se preocupe, siempre es agradable visitar a los viejos amigos- Dije.
-Bien, agradezco el cumplido…y paso a contarles. Hace un par de días el señor Akiyama me envió varios ejemplares del libro que han escrito entre las tres. De paso quiero felicitarlas por la idea y además porque es evidente que tiene dos compañeras muy ingeniosas, creo que van camino a convertirse en una suceso, además de la fama que usted ya tiene…- Manifestó dirigiéndose a mí.
-Gracias- Atine a responder.
-Bien, el tema es que estamos interesados en hacer algo con su libro. Pensamos en un manga o un anime, por supuesto, es lo que hacemos aquí. En principio nos parecía que, obviamente un manga iba a ser más sencillo y más rápido de realizar pero surgió el problema de que nos podíamos superponer con la edición del libro y eso al señor Akiyama no le iba a gustar mucho. Hablamos el tema con él y estuvimos de acuerdo que lo mejor era una película con las tres historias. Hacer un anime nos va a llevar más tiempo, y eso le daría a la edición del libro la posibilidad de una gran venta para luego, a su debido tiempo presentar la película. ¿Qué le parece?-
-En primer lugar tengo que estar de acuerdo con mis “socias”. En este caso no tomo determinaciones yo sola- Y dirigiéndome a ellas les pregunté - ¿Qué les parece?-
No vacilaron en responder.
-Un anime, los argumentos son válidos- Dijo Marga.
-Además en un anime todo se vería más efectista- Agregó Keiko.
-Okey. Sea un anime. Personalmente debo decir que es un gran honor para nosotras así que no tenemos nada más que decir. Lo importante es que usted y el señor Akiyama estén de acuerdo en que cada uno no vulnera los intereses del otro-
-En eso quédese tranquila, por eso hable con él para dejar todo en claro-
-Bien. Siendo así…- Manifesté.
-Pero antes que se vayan tengo otra cosa que decirles-
-¿Algún otro negocio?- Pregunté
-No, que ya tenemos preparada una mesa en el comedor para un almuerzo con el que celebrar nuestro nuevo acuerdo-
-¡Ah! Ya me estaba extrañando que no hubiera almuerzo- Dije y reímos todos.
Así fue que nos dirigimos al piso donde está situado el comedor. Una gran cantidad de empleados del estudio estaba presente. Nos aplaudieron al entrar. Saludamos con reverencias y cuando estuvimos sentadas el señor Nakatake se puso de pie y dijo.
-Señoras y señores. Nuestra escritora estrella y sus colegas, ya han hecho un trato con nuestro estudio. ¡El libro Tres son multitud será una película de anime!-
Y mientras todo el mundo aplaudía, se sentó junto a mí y me manifestó.
-Sus mangas y su anime siguen cosechando recaudaciones millonarias-
-Lo sé, he visto mi cuenta bancaria-
-Usted es toda una rock start- Me volvió a elogiar.
Capitulo Diez
Al salir del Estudio llamé a Yuzu para contarle la novedad. Ella gritó de placer al oír la noticia.
-¡Genial! No se olviden que las esperamos mañana para la presentación. ¡Ah! Y al otro día estamos todas invitadas a lo del abuelo-
-Excelente. Tenía ganas de ver al viejo-
Y Yuzu volvió a reír con ganas.
Esa noche decidimos ir a ver al grupo AKB48 en su teatro en el barrio de Akhiabara. Pasamos por una maquina expendedoras y nos compramos dos lightsticks cada una. Debo explicar de que se trata, son palos luminosos llamados también “palos kpop” que se volvieron populares en los recitales de K-Pop pues con ellos el público demuestra su pasión por un grupo o artista determinado.
De modo que munidas del esencial elemento entramos al teatro. En verdad éramos casi cómo abuelas en ese mar de chicos adolescentes pero muy amablemente nos hicieron lugar y cuando comenzó el espectáculo nos animamos, como el resto del público, a gritar, cantar y sacudir nuestros palitos de luz. Me sentía toda un niña. Nuestros vecinos de asiento nos miraban asombrados.
El espectáculo no solo se trata de canciones. Las chicas del grupo también conversan temas varios entre ellas e interactúan con el público. Claro que yo no entendía ni jota. Mi japones es muy pobre y más aún cuando hablan rápido. Keiko nos traducía algunas cosas para no quedar en ayunas. Como estábamos en primer fila, las artistas nos podían ver bastante bien, ya que el escenario no es alto. De pronto, una de ellas, que había participado de la fiesta en el Estudio Wit, en nuestro último viaje, aquella fiesta en donde tentamos a la pequeña travesti, nos reconoció, algo que me parecía inimaginable y tras saludarnos con la mano nos invitó a subir.
Tratamos de sostener una conversación con las chicas del grupo pero salvo Keiko, Marga y yo no hacíamos más que el ridículo. Aunque era sorprendente ver que no se burlaban de nosotras en ningún momento. Pero lo más gracioso fue cuando nos invitaron a hacer unos pasos de coreografía, pues la idol manifestó, y lo dijo al público, que recordaba habernos visto bailar en aquella reunión.
Lo que siguió fue una de las cosas más insólitas que me sucedieron en la vida. Keiko es experta en bailar K-Pop, yo suelo bailar cuando estoy sola en casa porque me da vergüenza y Marga tiene una ductilidad muy amplia para los movimientos. De modo que nos prendimos en la coreografía de una canción con cinco chicas del grupo. Cada movimiento me salía como si hubiera entrenado toda mi vida. A medida que pasaban los minutos me sentía más cómoda. Cuando terminó el tema musical nos aplaudieron tanto que no podía creerlo. Saludamos a las artistas y bajamos a nuestros asientos en medio de un estruendoso aplauso. Nos habíamos convertido en las reinas de la noche. Al finalizar el espectáculo pasamos a saludar a las chicas del grupo y cuando salimos a la calle, los fanáticos que estaban esperando la salida de las artistas nos volvieron a ovacionar y pedirnos selfies.
Llegamos al hotel y nos fuimos directo a la ducha. Después de quedar tan solo con nuestras prendas más íntimas pedimos la cena a la habitación y cuando llegó comimos como si hubiéramos pasado un año en el desierto. Esa noche hubo sexo, mucho sexo. Tal vez el K-Pop nos había excitado.
A la mañana siguiente nos levantamos temprano. nuevamente solicitamos el desayuno a la habitación. Solo cubiertas por camisones de seda nos acomodamos en el balcón sentadas alrededor de una mesa y mientras comíamos comenzamos a escribir y repasar nuestros discursos. Esta vez debíamos ir preparadas para la presentación. No fuera que tuviéramos que improvisar como en Montevideo. Una vez que consideramos que estábamos listas, nos vestimos de la manera más informal que nos gusta, calzas negras brillantes y blusas holgadas y un saquito tejido por que la temperatura estaba un poco fresca. La única diferencia con el mis novias era que mis calzas tienen una enorme botamanga Oxford. Me encantan esa calzas porque me recuerdan a las que usaba Raffaela Carrá, una cantante italiana super sexi a la que me quería parecer cuando era niña.
El paseo fue por el barrio. Yo tenía intención de comprar algunas figuras de personajes de anime y ese es el sitio indicado. De manera que nos metíamos en las grandes galerías para observar la oferta. De pronto entramos en el negocio que regenteaba Hanaku, aquella travesti a la que hicimos participar de una orgia lésbica. Anduvimos dando vueltas y mientras mirábamos que se podía adquirir tratábamos de encontrar a aquella dulce japonesita con “mango incorporado”
Finalmente la vio Keiko. Estaban mostrando algunos objetos a unos compradores que parecían yanquis o australianos. Esperamos que terminara y cuando estuvo sola la rodeamos entre las tres.
-Hola reina- Le dije.
Su cara pasó del asombro a la lascivia. Al verse acosada por estas tres tortilleras se le debe haber vuelto a la memoria el glorioso momento que le hicimos pasar.
-Hola. ¿Cómo andan?-
-Nosotras bien…¿y tú?-
-Mejor que nunca ahora que las veo-
-Si, pero no te haga ilusiones. Solo estamos tres días y tenemos todo el tiempo ocupado- Dije.
-Lastima- Dijo poniendo cara compungida.
-Otra vez será- La consoló Marga.
Pero la muy zorra se nos acercó, señal de que iba a decirnos un secreto y dijo.
-Ustedes me enseñaron cosas muy lindas. Y las puse en práctica con unas amigas. Quedaron fascinadas. Nos juntamos todos los fines de semana para hacer unas orgias interminables. De modo que les agradezco todo lo que hicieron…me hicieron aquella vez-
-Es bueno saberlo, bien por ti- Manifestó Keiko.
-Les voy a estar eternamente agradecida- Respondió Hanaku.
-Bien- Dijimos sin saber qué otra cosa agregar.
En ese momento la llamó un cliente y antes de ir a atenderlo nos dijo
-Ya va a haber otra oportunidad-
-Seguro- Dijimos en coro.
Y se marchó bamboleando su hermoso trasero.
-Lindo culo- Dijo Marga.
Y después de hacer alguna compras nos fuimos al Parque del Ueno a disfrutar de unas gaseosas y bocadillos sentadas en una banca a la sombra de los árboles y descansando para esa noche.
Regresamos en taxi al hotel. Volvimos a ducharnos y nos vestimos para la ceremonia. Todas de vestidos muy cortos. Un poco audaces, no por lo que insinuaban sino por la temperatura ambiente, pero las piernas están para mostrarlas.
A la hora convenida nos pasó a buscar el chofer enviado por Yuzu. nos esperaba una nueva experiencia
Capitulo Once
En pocos minutos estuvimos en la sede de la Editorial y Centro Cultural donde presentaríamos, como de costumbre, el nuevo libro. No había gente en la puerta y pensamos que no habría ido nadie pero al poder mirar a través de la rendija de una puerta lateral al salón pude comprobar que estaba lleno, incluso había gente de pie.
-No puedo creerlo- Dije asombrada.
Yuzu se acercó casi corriendo a nosotras y me abrazó con ese ímpetu tan particular que le caracteriza.
-¡Sempai Alexia, que bueno volver a verla!-
Y luego abrazó a mis novias repitiendo lo feliz que estaba por nuestra presencia. Detrás de ella llego el señor Akiyama quien nos saludó efusivamente, luego de la reverencia habitual.
-Señoras, es hora de entrar al salón a calmar las fieras- Dijo riéndose.
Entramos las tres con el editor y el solcito Yuzu que, debo decirlo, estaba hermosa y radiante como nunca. Contrariamente a lo habitual tenía puesto un llamativo vestido de color claro, largo hasta las rodillas y lucia zapatos con taco aguja. Estaba hecha toda una reina.
Subimos los cinco al escenario y me llamó la atención que Yuzu también lo hiciera. Cuando me senté en uno de los cómodos sillones observé al público y pude ver que había varias personas conocidas, Mei, las Taniguchi, Mitsuri, el abuelo Aihara, Shou y Ume y, para mi sorpresa Fumiko, aquella aventura del infancia de Keiko y su pareja Sakiko, la policía.
Cuando estuvimos todas y el señor Akiyama, acomodados en nuestros sitios se hizo un silencio sepulcral. El primero que tomó el micrófono fue el editor jefe pero solo para presentar a Yuzu que iba a decir unas palabras. Me ganó la curiosidad.
El solcito comenzó a hablar.
-Señoras y señores. Hoy le pedí a Akiyama-san que me diera la oportunidad de decir unas palabras. Todos conocemos a esta altura a Montes-san, esta prestigiosa escritora que llegó un día del otro lado del planeta para investigar sobre las gyaru y la homosexualidad en Japón, las vueltas del destino lograron que nos conociéramos y nos hiciéramos grandes amigas. Ella tuvo su primer éxito de ventas con una novela sobre el amor de dos chicas. Tuvo la delicadeza de cambiar los nombres para evitar problemas a las protagonistas reales de la historia. Y ese secreto se mantuvo hasta hoy. Porque yo le he agradecido en privado muchas veces lo que hizo pero quise hacerlo, hoy , en público. Montes-san fue la persona que nos ayudó con su empuje a que mi pareja, Mei y yo comprendiéramos la fuerza de nuestro amor. Nos hizo ver que todo es posible, nos cambió la vida para mejor, para ser felices. Por eso quise agradecérselo, aquí, en público. Por eso me alegra tanto volver a verla aunque sé que venirse desde América es un largo y tedioso viaje, pero ella siempre viene a presentar sus libros y a visitarnos y eso no tiene precio. Es una gran amiga. Y es una gran amiga de mi amor, Mei y de todas las chicas con las que hemos crecido juntas en el colegio y no me equivoco al decirlo que también lo es de mi abuelo Aihara-san. Montes-san ayudo a mi padrastro a abrir escuelas en Uruguay, y también tuvimos su ayuda cuando se quiso hacerlo en Argentina aunque otros factores ajenos nos lo impidieron. Y aquí está de nuevo, con un proyecto novedoso que tiene la dicha, digo sin temor a equivocarme, de compartirlo con sus compañeras de la vida. Eso es todo lo que quería decir-
Y se levantó de su asiento y nos besó a las tres. Yo estaba pasmada. Jamás creí que Yuzu haría lo que hizo, es cierto que es bastante vehemente pero fue como una confesión masiva de salida del closet. Aunque me supongo que todo el público ya estaba consciente de la relación entre Mei y ella. Confieso que casi me largo a llorar pero me contuve para que no se me corra el rímel. Luego de ese emocionante discurso del entregó el micrófono al señor Akiyama y se quedó sentada observando lo que ocurriría.
El señor Akiyama miró a Yuzu y dijo.
-Bueno, ahora ya saben quiénes son las heroínas de nuestro primer éxito con la señora Montes. Fue un hermoso discurso y valía la pena escucharlo-
La respuesta del público que había permanecido en silencio fue un intenso aplauso. Luego continuó nuestro editor.
-Bien, como dijo Yuzu, aquí tenemos de nuevo a la señora Montes para presentar un nuevo libro, pero la novedad es que lo han escrito en sociedad, ella y sus dos compañeras de la vida y debo decir que es una obra apasionante, con relatos atrapantes y de finales inesperados. Las señoras Marga Carbajal y Keiko Yamura han demostrado ser muy talentosas. Yo tuve la oportunidad de conversar con ellas en viajes anteriores y tenía la convicción de que se trata de dos personas cultas e inteligentes, por ello este nuevo libro seguramente tendrá un gran futuro de éxito de ventas, y esto lo digo por que como ustedes saben siempre hacemos un estudio de mercado y la promesa de éxito es segura, lo que queda corroborado por la presencia de todos ustedes. Y no quero extenderme más, las dejo con las autoras.
Primero Marga y luego Keiko hablaron de como se había gestado la idea y como adoptaron un esquema de trabajo asesoradas por mí, de cómo pensábamos seguir haciendo este tipo de colaboraciones y del tremendo placer que sintieron de trabajar juntas en la elaboración de la obra. También matizaron con alguna salida humorística que causaron bastante gracia sobre todo cuando Marga dijo que en esta ocasión me habían prohibido que hiciera otra demostración de iaido.
Yo comencé mi discurso agradeciendo a Yuzu sus palabras y felicitándola por ser tan valiente además de decir que solo les había dado un pequeño empujón pues era evidente que ellas ya estaban seguras de sus sentimientos. Luego hice alguna referencia a los textos sin spoilear, por supuesto, agradecí a todos su presencia y le prometí que volvería siempre, aunque fuera nadando.
Tras nuestras palabras, el público pudo hacer preguntas. Al principio se centraron en el libro y sobre cómo se sentía trabajar en conjunto, las tres fuimos respondiendo a las diferentes inquisiciones y todo estaba perfecto hasta que una chica, muy jovencita nos interrogó sobre nuestra relación.
-¿Es cierto que viven las tres juntas? ¿Cómo logran ese equilibrio?-
Mis novias y yo nos miramos. Durante un segundo no supimos quién iba a responder hasta que tomé la palabra.
-No hay una formula. Simplemente se dio así porque somos quienes somos y lo aceptamos. En realidad todo depende del carácter de las personas, nosotras nos acoplamos casi naturalmente, es cierto , convinimos algunas reglas, pero las reglas no sirven de nada si no tienes la mente despejada, una buena cantidad de generosidad personal y mucha comprensión. Luego, el tiempo va acomodando todo. Yo sé que en este mundo todavía es difícil entender a quienes aman a una persona de su mismo sexo y que es mucho menos comprensible el amar a dos personas al mismo tiempo pero se trata de eso, de amor, de dedicación y preocupación por el otro. No es una ideología, no vale la pena andar gritando a los cuatro vientos su orgullo sexual. Yo soy una persona publica, y ahora ellas también, por eso trascendió nuestra relación en los medios aunque no fuimos nosotras quienes lo divulgamos pero no hacemos de ello una militancia, lo importante es lo que sucede justamente lejos del público, entre las cuatro paredes de nuestra casa y así debería ser para todo el mundo…-
Todo el público se pudo de pie para aplaudir. Miré a Yuzu y a mis novias. Otra ocasión para sentirme feliz.
Capitulo Doce
Y, después de las preguntas que fueron matizadas por sucesivos aplausos llegó el momento de relajarnos. Bajamos del escenario y pasamos a un salón contiguo donde sería la firma de ejemplares y, no podía ser de otra manera, un bastante abundante lunch.
-Aquí se gasta el dinero de sus ganancias- Le dije en tono de broma al señor Akiyama.
Creí que no terminábamos nunca de firmar. La fila era larguísima pero finalmente concluimos. Mucho público ya se había retirado y recién entonces pudimos conversar con nuestras amigas y el abuelo Aihara. Nos retiramos a un costado, munidas de bocadillos y copas de vino para recibir su bienvenida.-
-¿Sabían lo que iba a decir Yuzu?- Pregunté.
Las Taniguchi y Matsuri confesaron que las había tomado de sorpresa pero el comentario de Mitsuko nos causó gracia
-Aunque de ella se puede esperar cualquier cosa-
Ume, Shou, el abuelo y Mei ya lo sabían y según contaron, una vez que lo supieron, la animaron a hacerlo.
-Bueno…no hay que animarla demasiado- Agregó Matsuri.
Ahí reparé mejor en la niña del cabello rosado. Su aspecto infantil, de persona más pequeña de su edad real se estaba evaporando, ya era toda un señorita, alta, delgada y muy aplomada.
-He oído que van a pasar unos días en China, ¿Regresan directamente Uruguay o vuelven a pasar por aquí?- Preguntó.
-Tenemos que volver, pues el vuelo de regreso lo tenemos contratado desde Tokio a Montevideo- Respondí.
-¿Estarán aquí en una semana?-
-Si, eso estimamos. ¿Por qué?-
-Porque finalmente he logrado organizar mi primer evento teatral como actriz y directora al mismo tiempo y quisiera invitarlas-
Fue una gran alegría para mí y mis novias saber que la pequeña demonio rosa estaba avanzando en su sueño de hacer teatro y una vez que combinamos el día, le prometimos que estaríamos allí, en primera fila. Nos agradeció con un beso en la mejilla a cada una y continuamos con otros temas de conversación.
-Así que piensan pasear por China- Dijo el abuelo.
-Así, es- Contesté
-¿Algún lugar en particular?-
-Además de Shanghái y Pekín iremos a la montaña Tianmen y al Monte Huaschan- Dije casi distraídamente.
El abuelo nos miró con esa cara de espanto que ponen todos cuando menciono el monte Huaschan. Las caras de los demás eran de asombro.
-Supongo que lo verán de lejos- Insistió el abuelo
-No, de lejos no, desde arriba- Respondí riendo.
-Voy a decirle algo con todo el afecto de un padre…ustedes están locas- Manifestó
-Acertó- Dije
-Pero no sé por qué no me sorprende- Volvió a decir.
-Son esas cosas que se hacen una vez en la vida- Intervino Marga.
-Si, de eso no me cabe duda- Manifestó el abuelo.
Después de un breve silencio el abuelo recuperó la palabra.
-Ya saben que mañana en la noche hay una cena en casa y que ustedes son las invitadas especiales. También estarán todas estas niñas ya conocidas y estas dos que conocí esta noche y como sé que son grandes amigas también las he invitado- Dijo refiriéndose a Fumiko y Sakiko y agregó – Pero además estarán presentes una cantidad de personas que desean conocerlas, intelectuales, profesores, miembros de la Academia de Cultura. No se desanimen, son personas muy alegres y cordiales, la pasaran bien con ellos-
-Será una interesante experiencia- Dijo Keiko.
-Y muy fructífera. Muchos tienen curiosidad por el éxito de la señora Alexia y quieren saber por qué-
-O sea que me voy a convertir en objeto de estudio- Manifesté.
-Si, en realidad las tres. Cuando el señor Akiyama hizo correr el libro por entre varios círculos académicos la curiosidad aumentó- Concluyó el abuelo.
Y después de esa conversación nos dedicamos a interactuar entre todas. Keiko pudo tener su reencuentro con su vieja amiga y las tres con todo el resto. Le pregunté a Mitsuko por Maruta, su pareja, y me respondió que había tenido que hacer un trabajo que no le permitió concurrir pero que la veríamos en la próxima cena. Casi quedamos solos en el gran salón. De a poco nos fuimos despidiendo con la ilusión de vernos al otro día.
-Estas más linda que nunca- Me dijo Mitsuko en un momento en que estuvimos a solas.
-Gracias, y puedo decir lo mismo de vos- Le contesté.
Eso fue lo único que pudimos decirnos en memoria de tiempos pasados. Aunque pueden repetirse y las dos lo sabemos.
Cada uno se fue a su casa, las amigas de Keiko a un hotel y nosotras regresamos al nuestro transportadas nuevamente por un auto de la editorial. Nos terminamos de despedir en la vereda. Y cansadas pero felices decidimos que nos vendría bien una reparadora ducha y una cena en la habitación.
Al otro día decidimos no tomar el desayuno en la habitación sino que bajamos a la confitería. Y como andábamos con ganas de jugar un poco a las “colegiales” nos vestimos con aquellas prendas que habíamos comprado en un viaje anterior. Por supuesto que lo que logramos fue llamar la atención por unos instantes por que los japonese son muy discretos y casi de inmediato volvieron a sus conversaciones e incluso a sus trabajos pues varios estaban con sus laptop encendidas.
Después de haber comido una exquisitas masas dulces acompañadas de un suculento café con leche salimos a bajar lo “adquirido”. No teníamos una idea clara de adonde íbamos a ir y comenzamos a caminar sin rumbo fijo por veredas de grandes avenidas o callejuelas estrechas llenas de gente que iba y venía.
En medio de toda esa muchedumbre nos topamos con unas colegiales de verdad. Me di cuenta que nos observaban y que ninguna se atrevía a acercarse a nosotras por lo que les dije a mis novias que detuviéramos la marcha así alguna de ellas lograba animarse.
Una de las niñas se acercó como si nos tuviera miedo. Hizo una profunda reverencia y extendiendo sus brazos nos mostró el libro, un ejemplar del que acabamos de presentar, tomado con ambas manos. No sabía que decir de la timidez pero finalmente articuló estas palabras.
-Señora Montes sempai, admiro todo su trabajo y ayer compré su última obra. ¿Podría autografiarla?-
-Si, como no- Dije tomando el libro y agregué- Pero también lo firmaran ellas pues son autoras-
-¡Si! Es que no me atrevía a tanto- Aclaró.
Y luego les firmamos en sus cuadernos al resto de las colegialas que se marcharon riendo de felicidad
Capitulo Trece
Seguimos caminado sin rumbo fijo, mirábamos vidrieras, entramos en algunos shoppings, compramos gaseosas en una máquina expendedora solo por la curiosidad de ver como funcionaban y al mediodía nos sentamos en una banca en Los Jardines del Este del Palacio Imperial. No transitaba mucha gente, algunas parejas tomaban su almuerzo a la sombra de los grandes árboles y otros caminaban distraídamente, disfrutando de un sitio que te aleja de toda percepción de estar inmerso en una de las más grandes ciudades del mundo. Allí nos quedamos conversando.
-Tendremos que vestirnos adecuadamente esta noche- Dijo Marga.
-¿Te parece? Después de todo vamos a ser las estrellas del espectáculo y podemos hacer lo queramos- Respondí.
-Ja, ja, Podría ser que les demos otra impresión- Opinó Keiko.
-Los japoneses están muertos con nosotras, por nuestro nivel intelectual y por nuestros físicos- Manifesté.
-¿Vos crees que se hagan la película con nosotras, algo así como medio libidinoso sabiendo que somos lesbianas?- Preguntó Marga.
-Así como estamos, vestidas de colegialas, seguro que si- Dije.
-Podríamos ir así- Dijo Keiko
-No, ni locas. El vestido de colegiala les debe hacer la cabeza más que a los occidentales, por eso los mangas y anime están llenos de chicas con pollerita tableada- Manifesté.
-Ni modo, pero creo que unos vestidos cortos y elegantes andarían mucho mejor- Concluyó Keiko.
Finalmente decidimos que esa noche iríamos de vestidos y zapatos con tacos no muy altos y cómodos.
-¿Sabes cómo llegar a lo del abuelo?- preguntó Marga.
-Alguna de ustedes debería acordarse, también han estado allí-
-Yo, ni idea- Aseveró Keiko.
-Bien, solo queda una cosa, llamar al solcito-
Y cuando estaba sacando el celular de mi carterita sonó una llamada. La providencial Yuzu también estaba pensando en lo mismo que nosotras.
-¡Hola Alexia sempai! ¿Dónde están?-
-En el Jardín del Palacio Imperial- Respondí.
-¡Que bien! Yo las llamaba para decirles que a las diecinueve horas va a pasar el auto de siempre a buscarlas por el hotel-
-Genial porque aquí las tres desmemoriadas estábamos tratando de acordarnos donde vive tu abuelo-
-No se preocupen. También las llevara de regreso al hotel cuando termine la reunión-
Y así quedamos tranquilas. Solo hacía falta darnos una ducha, pintarnos y vestirnos.
Ya en el hotel tratamos de descansar un poco, intuíamos que iba a ser una larga noche y debíamos vernos espléndidas.
El auto paso a buscarnos puntualmente, no podía ser de otra manera, y nos dejó en el patio anterior de la casa del abuelo. Nos recibieron su ama de llaves que estaba contenta de volver a vernos y dos guardaespaldas que también nos conocían de visitas anteriores. El ama de llaves nos guio hasta la biblioteca, aquella biblioteca donde sucedieran los hechos más importantes que viví en Tokio junto a las reinas Mei y Yuzu.
Pensamos que no habría mucha gente pero la sorpresa fue enorme. El salón estaba lleno de personas que hablaban entre si animadamente formado corrillos y grupos dispersos por la estancia. En cuanto el ama de llaves nos anunció como si fuéramos damas de una corte imperial se hizo un expectante silencio. Todos se dieron vuelta para mirarnos. Ninguna de nosotras sabíamos cómo comportarnos así que hicimos lo más lógico, saludamos con un “buenas noches” y realizamos una profunda reverencia.
El saludo fue contestado por un coro bastante armónico y reverencias. De entre medio del gentío pareció el abuelo. Se acercó a nosotras y estrechándonos las manos dijo.
-¡Ah! ¡Aquí está mi escritora favorita y sus dos talentosas colegas!-
Dicho esto nos fue presentando a cada uno de los presentes. Con las chicas conocidas nos estrechamos en un fuerte abrazo como si no fuera que nos habíamos visto la noche anterior. No recuerdo nombres ni ocupaciones, todo se me mezcló en la cabeza. Había directores de escuelas, empresarios, algunos profesionales de diferentes materias, artistas platicos y músicos.
Pero cuando me quedé extasiada fue en el momento en que se adelantó un señor canoso, con barba y una mirada de chiquillo travieso. Inmediatamente reconocí a Hayao Miyazaki. No podía creer lo que veían mis ojos. El insigne maestro del anime, director del Estudio Ghibli, autor de las más maravillosas películas de anime que he visto en mi vida me saludaba como si yo fuera una personalidad. Yo, que a lado de él soy una vaca torpe.
Les presenté a Marga y Keiko. Conversamos un rato, le manifesté mi admiración por sus películas. Él se mostró modesto, como todos los grandes de verdad. Luego me arrastró la marea, todo el mundo querían conversar con nosotras y tuvimos que responder cientos de preguntas. Pero la que más gracia me causó fue cuando un profesor de matemáticas de no sé qué universidad me preguntó si bailaba o cantaba tango.
-Me temo que voy a defraudarlo. No bailo tango ni un paso. En cuanto a cantar tengo la voz de un ganso pero lo que sí puedo decirle es que conozco algunas letras, así, superficialmente-
-No importa, después de todo es bueno conocer a un porteña hermosa como usted- dijo, no sé si tirándose un lance o por simple cortesía.
Durante la cena debimos responder más preguntas. Era evidente que estaban fascinados por nosotras lo que me llevó a un pensamiento. Y, de pronto, en uno de los escasos momentos de silencio interrogué en general a quien quisiera contestar.
-¿Puedo saber qué es lo que genera el interés que ustedes demuestran por nuestras personas? En realidad, no voy a negar que algo de talento tenemos pero no creo que eso sea todo…-
La pregunta los tomó de sorpresa. El abuelo, rápido de reflejos manifestó.
-Voy a tomarme el atrevimiento de contestar. Hace algunos años, usted entró por esa puerta demostrando tanto aplomo y seguridad en sí misma que me impactó. No nos conocíamos personalmente. Yo no tenía ni idea de quien era usted y a que venía, salvo que estaba haciendo algunas investigaciones acerca de la juventud japonesa para un libro. Y, en una conversación, que nunca olvidaré, logró convencerme de aceptar la vida que había elegido mi nieta Mei. Estuve desarmado ante usted. Manejó con tanta maestría su estrategia, con tanto conocimiento general, incluso de algunas costumbres nuestras y proviniendo además de un sitio tan lejano como Sudamérica que quedé asombrado. He aquí una mente brillante, me dije. Y cuando leí su primer libro sobre nosotros quedé fascinado, fascinación que se repitió en cada libro, en su conocimiento de nuestro pueblo y, debo decirlo, de la demostración magistral en que en su último viaje hizo del iaido. Hablé de usted a muchos de los presentes y no quisieron perder oportunidad de conocerla y debo decirle que ha causado al misma impresión a todos. Usted y sus dos compañeras de la vida, como dijo el señor Akiyama-
Capitulo Catorce
La reunión parecía no terminar jamás. Pero lo cierto es que estábamos muy animadas y no era por el alcohol precisamente. Busqué a Miyazaki-san para conversar con él y volverle a decir sobre lo que me habían impresionado sus películas lo que pareció agradarle mucho.
Pero, de pronto se animó el ambiente y todos esos señores y señoras que hasta entonces habían guardado cierta compostura comenzaron a bailar con la música de grupos de K-pop que hizo poner el abuelo de Mei. Y, de más está decir que nosotras junto a nuestras amigas nos pusimos a realizar una improvisada coreografía que nunca habíamos practicado anteriormente pero que nos salió como si todas hubiéramos estado de acuerdo previamente. Nos ganamos una andanada de aplausos y lo más notorio fue que, luego, varias de las señoras se empeñaron en bailar con nosotras. Se había perdido por completo la seriedad del encuentro.
Mitsuko y yo hicimos unos pasos juntas y hasta parodiamos una escena lésbica que le causó gracia a todo el mundo, aun a mis novias. Yuzu, Mei, Harumi, contorneando su espectacular cuerpo, Maruta, Matsuri, Fumiko y Sakiko no se quedaron atrás y todo fue jolgorio. Hasta Ume y Shou ensayaron algunos pasos. El abuelo, desde un costado, aplaudía y reía. Estaba disfrutando del evento como nunca antes lo había visto hacerlo.
Era la madrugada cuando comenzaron a retirarse los invitados. Se sucedieron los saludos, los agradecimientos y las invitaciones para la ocasión de otro viaje. Creo que llenamos una agenda con todas las que recibimos. Nuestras amigas se fueron ultimo y el auto que nos esperaba ya estaba listo en la entrada. El abuelo nos acompañó, nos saludamos prometiendo vernos en el teatro donde actuaría Matsuri una semana después.
En el momento del subir al auto se me acercó el abuelo y me dijo.
-Gracias. Me ha hecho rejuvenecer unos años-
-Esa fuerza estaba dentro de usted, solo había que aflojarla un poco- Contesté riendo.
-Prométame que se van a cuidar en Huaschan-
-Lo haremos- Contesté.
Al otro día, luego de varias horas de descanso estábamos tomando el avión de Air China hacia Pekín. Nos esperaba una nueva aventura.
Descendimos en el Aeropuerto Internacional luego de poco más de tres horas de vuelo y desde allí tomamos un auto hasta el hotel. fue un camino bastante directo por una anchísima autopista. El hotel Mandarín Oriental Wangfuging Beijín está situado en la calle peatonal Wangfuging frente a una enorme estatua de cinco toros que no tengo idea de lo que representan. La calle es muy ancha y contiene una gran cantidad de food markets donde se pueden probar todas las delicias de la comida china, por lo que una vez acomodadas bajamos a caminar un poco para observar el panorama.
Tokio es una ciudad de características fuera de la escala humana, pero creo que Pekín es mucho más espectacular y enorme por donde se la mire. Es casi agobiante. Cenamos en uno de los restaurantes próximos al hotel y nos fuimos a dormir. Necesitábamos recuperar horas de sueño y al otro día nuestro plan era visitar los puntos más emblemáticos de la ciudad en donde estaríamos solo una jornada.
Al otro día decidimos que nuestra primer parada no podía ser otra que la Plaza Tianamen, el sitio histórico de mayor relevancia donde se suceden los fastuosos desfiles militares y donde se produjo la famosa revuelta de los estudiantes del 15 de Abril de 1989 que culminó en una sangrienta represión y masacre.
El siguiente paso fue visitar la Ciudad Prohibida. Es inevitable decir que todos esos sitios son espectaculares, no solo por lo que representan históricamente sino también arquitectónicamente y demuestran que China no se ganó su mote de “Gigante asiático” por casualidad. No dejábamos de asombrarnos. Todo es tan magnifico e imponente que una persona se siente casi como una hormiga comparada con el ambiente que la rodea.
Visitamos todos los lugares en donde podía entrar publico dentro de la Ciudad Prohibida lo que nos llevó varias horas. En el tiempo que nos quedó visitamos el Templo del Cielo y el Parque Longtan. Quedamos agotadas de tanto caminar a pesar de que todo estaba circunscripto a pocas cuadras de distancia y también cerca del hotel. Durante la caminata, sobre todo en horas del anochecer vimos las calles atestadas de gente, pero lo que más nos llamó la atención fueron las mujeres chinas. Yo había visto varios videos en You Tube de esas hermosas mujeres, muy delgadas y elegantemente vestidas e imaginaba que se trataba de producciones preparadas pero, en la calle, pudimos comprobar que son reales, que van vestidas de maneras muy sexis y provocativas y que nadie las molesta. Otra cosa que nos llamó la atención fue ver la gran cantidad de jovencitas filmándose a sí mismas bailando o cantado o haciendo notas con sus celulares. Si en Japón el uso del celular para todo lo que signifique cualquier cosa menos hablar es masivo, en China lo superan con creces.
Volvimos a cenar en un restaurante de la peatonal y regresamos al hotel. Al otro día teníamos que partir hacia nuestro desafío al destino. El monte Huaschan o el Monte del Esplendor. Dado que la idea original de viajar en avión no se pudo concretar debido a algunos problemas locales de vuelos, decidimos ir en un auto alquilado. Once horas de viaje. Lo bueno fue poder ver el paisaje a lo largo de la ruta, aunque nos detuvimos solo para comer algo, cargar nafta y cambiar de conductora pues nos fuimos turnando en el manejo. Finalmente llegamos a la ciudad de Huayin, la más cercana a nuestro destino.
La ciudad no tiene muchos atractivos pero demasiadas avenidas. Y no muchos hoteles a los que debimos buscar bastante y finalmente recalamos en el Longyue que no era ni tres estrellas, pero como nuestra idea era solo pernoctar una noche nos resultó acogedor.
Al otro día nos pusimos en marcha hacia el monte por una sinuosa carretera, angosta y con tantas curvas cerradas que temía encontrarme con alguien de frente inesperadamente. Manejé yo todo el trayecto que nos dejó al pie de un telesferico. Tomamos el “vehiculo aéreo” que nos dejó prácticamente dentro de la montaña, pero de allí todavía quedaba un largo trecho de escaleras con escalones tallado en la roca por monjes taoístas. La inclinación se va haciendo cada vez mas empinada y, a pesar de los escalones, hay que utilizar las cadenas que a modo de baranda están a los costados de la escalera.
Todo este primer tramo se hace sin ningún tipo de medida de seguridad como arneses u otro tipo de sujeciones. Mientras tanto se pueden observar la increíbles vistas de los montes vecinos y descubrir en las cimas pequeños santuarios pues estas montañas son consideradas sagradas y sitio de culto.
La subida se va haciendo agotadora y es recién el primer paso donde se hace un esfuerzo físico notable. A pesar de ello es increíble la gran cantidad de gente que sube y baja por estas escaleras y, lo que es más notable, de edades avanzadas. Aunque, al sitio que vamos a arriesgar nuestras vidas, el camino de los tablones de madera, el ingreso está limitado a menores de 55 años.
Al llegar a la cima ingresamos en un local donde debemos dejar las pertenencias que nos pueden molestar en el camino restante. Y nos hicieron firmar un documento en donde aceptamos que lo que vamos a hacer es nuestra exclusiva responsabilidad. Es la antesala del vértigo.
Capitulo Quince
Mientras nos colocaban los arneses Marga dijo
-Llegó la hora de la verdad. Yo las convencí de venir hasta aquí y ya estoy sintiéndome culpable-
-No te preocupes, si muero no voy a recriminarte nada, ni siquiera voy a llegarte en tus sueños para atormentarte- Respondí
-Yo tampoco- Agregó Keiko.
En ese momento Marga se colocó un casco lo que, sinceramente, me causo gracia.
-¿Pensas que vas a caer de cabeza?- Le pregunté
Sin responderme se ajustó una cámara por arriba del casco en un soporte especial.
-No voy a hacer esto sin que nadie sepa que lo he hecho- Dijo al fin.
Yo llevaba una cámara digital y Keiko también tenía la suya pero nunca se nos ocurrió ponerla en un casco. Al menos habíamos tenido la precaución de atarlas a nuestro cuello para que no se nos cayeran en una algún movimiento rápido.
Y salimos de la habitación a un pequeño balcón formado en una saliente natural de la roca donde se apiñaban una notoria cantidad de personas esperando su turno para llegar hasta el sendero de madera. El balcón, aunque estrecho, tenía barandas y podíamos estar allí paradas sin peligro, o, sea, “sin peligro” es una manera de decir.
Yo no podía creer que hubiera tantas personas dispuestas a correr el riesgo de caminar prácticamente en el vacío a mil metros de altura. Había visto videos en You Tube pero no imaginaba que tan populoso es ese evento. Se que se dice que mueren varias personas al año pero nadie de los que hemos interrogado en nuestras charlas nos lo pudieron asegurar.
Del balcón se baja por una hendidura de la roca a través de una escala vertical con escalones de acero atornillados en la piedra. En ese sitio ya hay cables de acero dobles donde sujetar el arnés, pero como ese cable no es continuo, sino cortado por sectores, hay que desengancharse para pasar al sector siguiente lo que implica que por unos segundos solo te sostienen tus manos.
Y finalmente se llega al camino de tablones. Tres vigas de madera soportados por grampas atornilladas a la roca, de no más de treinta centímetros de ancho, que crujen a cada paso y teniendo a un lado una pared vertical de roca pulida donde no hay donde agarrarse, salvo del cable de acero y una cadenas y del otro lado, y por debajo, el vacío absoluto, con un límite mil metros allá abajo. Y un paisaje tan hermoso que es difícil no admirarlo aún esa peligrosa posición.
Y lo peor de todo es que no es un camino de una sola dirección. Pues quienes regresan del otro extremo lo hacen por los mismos tablones lo que implica increíbles y riesgosos movimientos de soltar las grampas del cable y pasarla por detrás de la otra persona y volver a sujetarse.
En cuanto puse un pie en los tablones sentí como se quejaban. Decidí no escucharlo, ya bastante tenía con la sensación de que mis pies apenas apoyaban en las maderas. Fui agarrándome de las cadenas además de sujetar mi arnés al cable. Daba un paso detrás del otro, lentamente, muy lentamente. Apenas si quería levantar la vista para ver el paisaje, la verticalidad de las montañas vecina me producía algo de vértigo pero trataba de no pensar ni siquiera en ello.
Me crucé con algunos que regresaban y tuve que soltarme del cable de acero, aferrarme a la cadena y volver a engancharme. Después de tres o cuatro cruces ya me había acostumbrado a la operación.
Marga caminaba delante de mí. No se daba vuelta ni de casualidad. Sospecho que se hizo la guapa cuando propuso esa aventura pero ahora estaba con miedo. Como no tenerlo cuando sabes que estas a un paso de ser fiambre (muerto). En cambio yo me di vuelta para ver si Keiko seguía todavía atrás. Cuando la vi, estaba aferrada a la cadena con una mano y sacando fotos con la otra. Al darse cuenta que la estaba observando me sacó una foto a mí y luego mientras se guardaba la cámara en el bolsillo sonrió con esa sonrisa feliz, tan suya, como si estuviera en casa a salvo de todo y no en un monte pegada a un pared vertical en riesgo de caída libre.
Me sonreí, casi nos largamos a reír las dos pero nos contuvimos y seguimos tanteando las maderas paso a paso. Todo el trayecto tiene más o menos cien metros de largo y ya estábamos llegando al final. De hecho cuando caí en cuanta de que estábamos casi por pisar el promontorio donde se puede descansar un rato y rezar, los que creen, pues hay un pequeño templo taoísta con una estatua de no sé quién, Marga ya estaba allí habiendo hecho pie.
Keiko y yo llegamos a la pequeña meseta. El sitio no es muy amplio pero pueden estar allí varias personas, sobre todo a la sombra de algunos pocos arboles después de haber atravesado el camino de tablones al rayo del sol.
Yo sentía las piernas acalambradas por el esfuerzo y los nervios. Procuramos hacernos unos masajes para descontracturarnos. Me senté sobre una piedra y me puse a mirar el paisaje.
Las montañas se sucedían una tras otra, todas cubiertas de vegetación, muchas con las paredes casi verticales y si se observaba con prismáticos se podían ver pequeños santuarios en las cimas de algunas. Siempre tuve admiración por la tenaz capacidad de los chinos antiguos, y los actuales también, de construir y desafiar los accidentes naturales de semejante manera, sobre todo cuando no existían maquinas que ayudaran en las tareas.
Y llegó el momento de regresar. Todavía seguían llegando personas al promontorio y corría el riesgo de llenarse, por lo que volvimos a juntar valor y retomamos en camino de las maderas. Nuevamente Marga encabezó la marcha pero la siguió Keiko y yo por detrás. Como ya lo relaté el cruce con los que venían en sentido contrario hacia más penosa la marcha. Yo ya estaba casi harta. Quería llegar al final de un vez y al mismo tiempo debía contenerme y concentrarme pues dar un paso en falso es la muerte casi segura ya que, los arneses son “Made in China” y todos sabemos que la calidad de lo fabricado en el gigante asiático a veces no es muy fiable.
Llegamos al final del camino y nos restaba subir la escala de escalones de acero. Finalmente estábamos en el balcón y de allí a la habitación donde nos restituyeron nuestras mochilas, nos quitamos los arneses y conversamos un rato con algunos turistas europeos que recién llegaban y querían saber que se sentía.
El resto del regreso no era tan fácil tampoco. Bajar por las escalera con los escalones tallados por los monjes es otro riesgo pero al menos teniamos las cadenas para agarrarnos. Luego el viaje de funicular sobre la selva montañosa y finalmente llegar al auto. Creo que recién ahí comencé a sentir que se me aflojaban las piernas, pero todavía tenía que manejar en ese camino que parecía una montaña rusa, pues ni Marga ni Keiko, aun después de arriesgar su vida en las alturas, no se animaban a conducir.
Era la tardecita cuando llegamos a la ciudad. Fuimos derecho al hotel. Ni siquiera salimos a caminar. Cenamos comida autóctona que nos sirvieron en el restaurante del albergue unas chinitas muy simpáticas que lo único que hacían era sonreír y tratar de explicarnos que contenía cada plato. Al otro día saldríamos a una nueva aventura en las montañas: La puerta del Cielo.
Capitulo Dieciséis
Durante el desayuno y luego de una noche de sueño reparadora tuvimos la intención de trasmitir nuestras fotos en el Monte Huaschan pero caímos en la cuenta que no podíamos hacerlo ya que Whats App, Facebook y Google están bloqueados por la censura. Esa situación comenzó a preocuparnos ya que si nuestros amigos en Japón o Uruguay querían saber de nosotras no podíamos notificarlos por varios días.
Finalmente, buscando información en Internet logramos saber que podíamos contratar por tiempo limitado un servicio de comunicaciones llamado Viber Out. Lo hice a través de un celular que siempre llevo de repuesto y llamamos a Yuzu en Tokio.
Le explicamos la situación y le pedimos que trasmitiera el mensaje de que habíamos sobrevivido a la aventura ya que nos resultaba complicado seguir llamando a otros contactos. En cuanto a los padres de Keiko, como se habrán imaginado ni le dijimos lo que íbamos a hacer de manera que les hicimos un corto llamado diciéndoles que estábamos bien, sin entrar en detalles.
De Huayin a Zhangjiajie, la ciudad mas cercana a la puerta del cielo hay otras once horas y media de transito en automóvil. Y como ya teníamos alquilado el vehículo seguimos disfrutando del paisaje, parando cada par de horas para mover un poco las piernas, cambiar de chofer y seguir, además de comer algo.
-Extraño el mate- Dijo, de pronto, Marga.
-Yo también- Respondí.
De todas maneras seguimos dándole al té y las masas dulces amen de algún otro producto local. No teníamos gran expectativa sobre Zhangjiajie después de la decepción de la ciudad anterior pero al menos el viaje fue un lindo caleidoscopio de montañas, planicies y en el medio grandes obras viales. Yo me sentía bastante frustrada con el tema de las comunicaciones y francamente aunque me encanta China en general empecé a amargarme y debí disimular mi enojo para no arruinar el resto del viaje. Creo que lo que mas me molestaba era que no habíamos tenido en cuenta ese detalle.
De Zhangjiajie a la Montaña del Cielo hay solo cuarenta minutos de viaje en auto por otro camino estrecho y lleno de curvas y contracurvas. Pero ni mis novias ni yo estábamos con ganas de seguir conduciendo, por lo que buscamos un hotel.
Encontramos uno en pleno centro, frente a un cruce de avenidas con mucho tránsito, llamado Huatian que tampoco era una maravilla pero estaba limpio y la comida abundante y sabrosa. Esa noche dormimos a pata tendida, como se suele decir, y para la mañana ya me sentía con ganas de manejar hasta la explanada donde comienza la gran escalinata que lleva a la Puerta del Cielo.
Aquí no correríamos riesgos disparatados, el camino de subida tiene 99 curvas, creo que es como un numero sagrado o algo así. El único problema que podíamos tener era que alguna de nosotras, especialmente yo que conducía, podríamos marearnos por tantas idas y vueltas de la ruta. Pero no sucedió. Lo único que me preocupaba era, como en Huaschan, no encontrarme a nadie de frente, aunque el transito era muy escaso. Muy poca gente se anima a a subir manejando y prefieren el funicular.
En menos tiempo de lo esperado estaba estacionado frente a la gran explanada donde comienza la escalinata, pero antes comenzar el ascenso, son 999 escalones, nos detuvimos en el bar que esta a un costado decididas a comer algo reparador. Luego del almuerzo nos quedamos mirando hacia el lado opuesto a la Puerta del Cielo, observando el maravilloso paisaje que sirvió de inspiración para la película Avatar. Y finalmente nos dedicamos a subir los casi mil escalones hasta llegar al enorme agujero en la montaña de 130 metros de alto y 50 de ancho. (Para aquellos argentinos que conocen Sierra de la Ventana, es algo parecido pero mucho más “a lo chino”) es, de veras, imponente. Desde allí nos sacamos fotos, descansamos un rato y regresamos por la interminable escalinata. Manejé de regreso a la ciudad. Cenamos en el Saint Martin, comida coreana y de ahí al hotel.
Al otro día, por la tarde podíamos dejar el auto en la sucursal del alquiler en el Aeropuerto y, por fin, hacer un vuelo directo a Shanghái. Descansamos como pudimos y a la mañana siguiente salimos a caminar unas pocas cuadras alrededor del hotel que no resultaron muy atractivas y regresamos pronto. A la hora indicada entregamos el auto y poco después ya estábamos instaladas en el avión de Shanghái Airlines para un vuelo que en menos de dos horas nos dejaría en el Aeropuerto de Pudong.
Nos alojamos en el Hotel Mandarín Oriental Pudong, cerca del rio Huangru que atraviesa la ciudad. Recorrimos la peatonal Nanjing y la costanera sobre el rio, sobre todo en ese sitio donde el rio hace una gran curva y se ven enormes edificios en la costa opuesta, entre ellos la Torre de Shanghái. Cenamos comida comprada en la calle, y caminamos hasta entrada la noche pues las calles estaban llenas de gente y se respiraba aires de seguridad con policías estacionados en todas las esquinas.
El ultimo día en Shanghái decidimos aprovecharlo al máximo. Lo primero que hicimos fue visitar el Jardín Yuyuan en la parte vieja de la ciudad, una recorrida rápida por el Shanghái Museum, una caminata por el Templo de Buda de Jade y para terminar compramos en un Shopping de la calle Nanjing cada una un vestido chino de seda, de cuello Mao, largos hasta los pies, con insinuantes tajos a ambos lados. Marga lo compró rojo, yo negro y Keiko blanco. Cuando regresamos al hotel nos duchamos y nos vestimos con nuestras adquisiciones. Estábamos infartantes y sensuales.
-Aquí van las prostitutas de Shanghái- Dijo Marga cuando salimos del ascensor.
Debo confesar que fuimos blanco de todas las miradas, tanto masculinas como femeninas. Salimos a la calle, tomamos un taxi y nos dirigimos a la parte vieja de la ciudad con la intención de cenar en el Huxinting, uno de los más emblemáticos restaurantes de la ciudad.
Allí tampoco pasamos desapercibidas. El maître llegó a nuestro lado más rápido que camión de bomberos. De inmediato llamó al sommelier y después de una breve conversación hicimos nuestro pedido, todo ello hablado en ingles lo que seguramente fue escuchado por los comensales de la mesa mas cercana ya que una dama del grupo preguntó
-¿Are you an actress?-
-No, We are not. We are simply tourist - Contestó Marga
-¡Oh. You are a beatiful ladies!- Comentó el señor sentado al lado de la dama y agregó –¡You are perfect ladies for models! I am representative of models of “haute couture”-
-Míralo al viejito. Esta tirando la carnada- Susurró Keiko a mi oído-
-We have own jobs- Respondió Marga.
En realidad ya me estaba hartando el señor que pretendía ser representante de modelos pero no dije nada. Nada, hasta que de pronto escuche una voz.
-¡Pero quien está aquí! ¡Nada menos que la famosa Alexia Montes!-
Miré al sitio de donde provenía la exclamación. Se trataba de los comensales de otra mesa que me habían reconocido. De inmediato las tres personas, sudacas, me pidieron autógrafos en las servilletas y contentos de haberme saludado regresaron a su mesa.
El viejito de la mesa vecina dijo.
-Haber sabido que hablaba español no hubiera hecho el ridículo conversando en inglés.
Esa fue nuestra última noche en China. Llena de aventuras, pero no veía la hora de regresar a Japón.
Capitulo Diecisiete
Salimos de Shanghái en vuelo directo a Tokio por Spring Airlines. En dos horas y media estaríamos en la tierra del Sol Naciente. Quise aprovechar a dormir pero no pude. Realmente estaba muy cansada de todas las aventuras que habíamos tenido pero lo corto del viaje no me dejó descansar.
Aterrizamos en Haneda, aeropuerto que ya conocemos bastante y como nadie sabia de la hora de nuestra llegada fuimos directo a tomar un taxi hasta el hotel donde habíamos parado la semana anterior y nos habían reservado una habitación para dos noches más.
En cuanto entramos en el cuarto nos desvestimos totalmente. Nos metimos las tres al mismo tiempo en la ducha y luego solo nos pusimos unos camisones livianos transparentes. Así vestidas pedimos el desayuno y mientras esperábamos nos dedicamos a subir todas las fotos al Facebook, los Whats App y You Tube. ¡Bendito país donde no hay escudos de censura!
Estábamos en eso, viendo como aparecían rápidamente comentarios a nuestros posteos cuando llegó el desayuno traído por un botones que no se atrevía a levantar la vista para no vernos semidesnudas. Le dimos una buena propina. Dijo ¡Arigato! Y se fue contento.
Cuando nos disponíamos a atacar las masas Marga dijo.
-¿Sabes dónde es la representación de Matsuri?-
-Ni el lugar, ni la hora ni la obra que va a presentar- Respondí.
-Yo solo sé que era hoy- Acotó Keiko.
-Estamos fritas, le prometimos que íbamos a ir-
-En Japón no estas fritas cuando tenes al solcito- Dije mientras tomaba mi celular.
A quién podía llamar si no era a Yuzu.
-¡Konichiwa Alexia Sempai!- Gritó siempre tan delicada mi reinita Yuzu
-Hola princesa, como ves estamos vivas…todavía-
-¡Si, acabo de ver sus posteos! ¡Que loco!-
-Si, muy loco. Pero sobrevivimos. Ahora tenemos un problema y solo vos poder ayudarnos-
-Lo que quiera-
-¿Me podes decir la dirección y el lugar donde se va a presentar Matsuri y el nombre de la obra?-
-¡Ja, ja! ¡Siempre perdidas!- Exclamó.
-Es increíble, hasta Yuzu nos gasta- Dijo Keiko que la escuchó.
-Les digo los datos-
-Niña, si vos no tuvieras a Mei y yo a estas dos pesadas te juro que te propondría matrimonio- Le dije.
No paraba de reír por mi ocurrencia. Cuando se calmó me informó
-Es en el Akiba Cultures Center. Están solo a dos cuadras, así que pueden ir caminando. Salen del hotel, van hacia la derecha y doblando a la izquierda entran en una calle angosta llamada Akhiabara Junk y hacen tres cuadras por ella hasta llegar a la calle Kandamyojin, ahí se van a encontrar de frente con el edificio del Akiba. La hora es a las 21 y la obra se llama Una Noche de Yuko Kuwabara, es fuerte pero no se la pueden perder sobre todo actuando Matsuri-
-Ahí estaremos- Manifesté y cortamos.
Seguimos desayunando tranquilamente y continuando la lectura de los comentarios en Facebook
A pesar de que la hora de la función era recién a las nueve de la noche decidimos ir mas temprano para ver el panorama. Según mi investigación en Internet el Centro Akiba tenia muchas opciones de galerías de arte que valía la pena ver por lo que nos pusimos en marcha a las seis de la tarde.
No sabíamos cómo vestirnos y no quería molestar de nuevo a Yuzu por lo que después de un largo conciliábulo decidimos ir de colegialas, con las polleritas tableadas y zapatillas pero musculosas en lugar de camisas. Realmente nos veíamos sexis.
Llegamos al Centro en pocos minutos y entramos. Una recepcionista nos atendió con esa amabilidad única de los japoneses y por suerte se entendió bien con Keiko pues no capté mucho de lo que dijo. Nos dio varios folletos y guidas por mi novia japonesita recorrimos varias salas de exposición de arte tradicional una, de arte moderno otra y de anime y manga la tercera.
Cuando se fue haciendo una hora cercana a la función nos acercamos al lobby del teatro para ver, sorpresivamente, que había mucho público esperando. Mientras mirábamos por aquí y allá tratando de encontrar alguna conocida sentí la voz de Mitsuko.
-Ahí llegaron las sobrevivientes-
Y de pronto nos vimos rodeadas por una gran cantidad de mujeres que nos querían saludar. Estaban Mei y Yuzu, Shirapon, Momokino, Mitsuko, Maruta, Harumi, la propia Matsuri, Fumiko, Sakiko, Sara, Nene, Nina, Sayaka, Miyabi, Ume y los hombres Udugawa y Shou, además del abuelo Aihara. El resto de las personas en el salón debieron preguntarse quienes éramos porque nuestras amigas nos volvían locas a preguntas, hasta que se calmaron.
-Lo hicieron al fin- Dijo el abuelo.
-Si, fue algo…difícil, pero lo superamos- Respondí
-Hay que tener mucho valor para hacer lo que hicieron-
-O lo que piensa todo el mundo, que estamos locas-
-En sus videos se ve mucha gente en ese sitio. ¿En verdad está tan concurrido?-
-Si. Lo que prueba que los locos somo más de lo que la gente cree-
Matsuri se despidió de todas nosotras para prepararse para la función. Y las demás nos quedamos conversando hasta el momento de entrar a la sala. Se abrieron las puertas y nos fuimos acomodando. Por supuesto que todo el grupo de amigas de la diablilla de cabello rosa nos sentamos juntas. Yo quedé con Marga a mi lado derecho y Mitsuko del izquierdo. Juro que me sentía incomoda pero no por el temor a que alguien se zafara y dijera algo inconveniente pues mis novias sabían que había tenido una aventura con la mayor de las Taniguchi. El tema es que cuando las miraba a Marga y a Mitsuko ellas se sonreían maliciosamente y me di cuenta de su juego cuando ambas, al mismo tiempo comenzaron a acariciarme las piernas.
-Déjense de joder- Les dije en un susurro.
Por suerte el inicio de la obra cortó todo el juego.
En realidad era un verdadero drama. Una mujer mata a su marido y lo confiesa a sus hijos, va al cárcel y luego cuando sale intenta recomponer la empresa familiar, una flotilla de taxis. El conflicto se mantiene de manera permanente entre la viuda y sus hijos. No voy a contar el final. Matsuri, en sociedad con una profesora de teatro habían armado la producción y la dirección. La otra, por ser mayor de edad hizo de la madre y la pelo rosado interpretó a una hija. Estuvieron espectaculares. Comprendo todo lo que sucedía por que Mitsuko me hacía un resumen de lo que se hablaba en el escenario.
Cuando terminó la obra el aplauso fue signo elocuente de que había sido un éxito. salimos al lobby donde luego llegaron los actores y tuvimos oportunidad de interactuar con ellos. La socia de Matsuri hablaba español y fue muy amable de conversar conmigo y mis novias. Estaba terminando una noche perfecta. Para completarla Matsuri anunció que tenía organizada una cena para todas nosotras en un restaurante vecino. Y allá fuimos.
Capitulo Dieciocho
Ume, Shou y el abuelo debieron irse tras la función porque tenían otros compromisos. Solo quedamos toda la troupe de desquiciadas, convención de lesbianas, o casi, y el pobre Udugawa que nos tiene una paciencia infinita.
El restaurante donde iban a seguir los festejos por el éxito de la representación estaba a pocos metros. Se llama Robata Ishikura, sobre la calle Akihabara Junk y donde suelen ir los artistas después de las funciones, por lo que ya están acostumbrados a tener un publico bastante ruidoso y poco convencional.
Éramos en total las dieciocho del grupo de amigas mas la socia de Matsuri y dos chicos que habían trabajado en la obra, por cierto, notoriamente gays, lo que llevó a Udugawa a refugiarse entre nosotras e incluso, Shirapon, bromeando para que no lo acosaran, dijo que era su novio.
El restaurante, a pedido de Matsuri, nos había reservado toda la planta alta para tener un sitio privado por lo que subimos y nos fuimos acomodando en diversas mesas aunque con el transcurso de la noche nos pasábamos de una mesa a otra para conversar con quienes queríamos y comíamos un poco aquí y un poco allá.
Todas conversábamos con todas, se formaban grupitos y luego se deshacían para formarse otros. Yo, como todas, iba de mesa en mesa saludando y diciendo algunas pavadas. En un momento se me acercó Shirapon y me dijo.
-No logro captar como es la energía que las une a ustedes tres- Refiriéndose a Keiko, Marga y yo.
-Solo te puedo decir que es muy intensa- Respondí.
-Si, es intensa, y pareja. No hay una que domine y otras que la sigan. Quizá por eso es que solo capto un aura que las sigue y las une aunque estén en cada punta del salón-
-Es que es así, no hay una que domine. No somos una reina con su harén. Ni una pareja mas una amante. Somos todas iguales para todas-
-Interesante, interesante- Murmuró y siguió su camino para conversar con otras personas.
En verdad Shirapon me resulta enigmática. A veces no se si esta inventado eso de que tiene un poder como para intuir con certeza o lo tiene de verdad. Yuzu está convencida de que lo tiene. De todas maneras si bien puede parecer un tanto extraña a mí me agrada. Es una observadora natural y en eso me siento identificada con ella.
Luego me acerqué a Matsuri. Estaba tranquila degustando una cerveza. Me paré a su lado y señalando hacia el sitio donde estaba Harumi, con su cuerpo perfecto, mostrando una pequeña pero insinuante línea de la parte superior de sus senos debido a la apertura de su blusa y le dije
-¿Y? ¿Cómo andan las cosas con la diosa Harumin?-
Matsuri me miró, sonrió con esa sonrisa tan particular que tiene y me dijo.
-No pasa nada, siempre está reacia-
-Pero cuando estuvieron ustedes en casa ¿no durmieron juntas?-
-Si, eso, dormimos, porque no se deja tocar un pelo. A veces parece que afloja y te deja darle un beso, o más bien se lo robo, pero después se pone tensa-
-Y, hay que darle tiempo-
-Si, pero yo quisiera meterle una mano en esos pechos-
-Ja, ja, te juro que yo también si no estuviera comprometida con mis novias y no estuvieras vos de por medio-
Matsuri se rio.
-No es usted la única Alexia-san. Hay muchas que quisieran meter los dedos ahí-
Nos reímos con ganas. Antes de partir hacia otra mesa le dije.
-Entonces te deseo suerte, primero por que Harumi se decida que quiere y luego para que no te la robe otra-
-No va a pasar- Respondió Matsuri.
-¿Qué? ¿Que alguna vez se decida o que te la saque otra?-
-Ja, ja, usted si que saber ser incisiva Alexia-san-
Y la dejé con su cerveza. Luego pasé por la cercanía de Mitsuko que seguramente ya tenia algún grado etílico en la cabeza.
-Venís de conversar con Matsuri-
-Si-
-Seguro que estuvieron hablando de mi hermana-
-Obvio-
Yo no sé cómo decirle a Matsuri que la tiene que agarrar a Harumi y violarla. Y ahí vas a ver como se decide a ser lesbiana-
-Un método eficaz-
-Así es-
Conversaciones como estas, un poco bizarras, predominaron en la noche. Además hubo baile. Una buena excusa para tener algún contacto con la persona que quisieras. Hasta los actores gays de la obra anduvieron persiguiendo a Udugawa pero no consiguieron nada por que el cerco que le puso Shirapon fue bastante efectivo al punto que luego salieron juntos en el auto del ex prometido de Mei.
Yo estaba agotada. No habíamos tenido suficiente descanso al regreso del viaje por China. A pesar de ello también estuve bailando un poco. Con mis novias, con Mitsuko, con Maruta y con Yuzu. También experimenté el acoso de la socia de Matsuri que, después de un largo rato, decidió exponer su orientación sexual por que al principio se la veía muy seria y distante, como en otro mundo.
La reunión terminó cuando el dueño del restaurante avisó que debía cerrar. Así fue que salimos y en la calle cada pájaro se fue a su nido. Mei y Yuzu tomaron un taxi. Las Taniguchi mas Maruta y Matsuri, se tomaron otro. Y el resto se las arregló con el transporte público. Nos despedimos pues, si bien teníamos otro día en Tokio ya no iba a haber tiempo de nuevas reuniones. Fueron largos abrazos, besos y alguna que otra mano puesta en donde, si fuéramos personas decentes no lo toleraríamos. Me daba pena alejarme nuevamente de este grupo maravilloso pero estaba segura que volveríamos a vernos.
Mis novias y yo regresamos caminando al hotel gracias a las pocas cuadras en que estaba. Era casi la madrugada. Los servicios de limpieza de la ciudad estaban trabajando a pleno. Dos o tres policías en cada esquina nos hacia sentirnos seguras.
En cuanto subimos a la habitación nos dimos una ducha y terminamos en la cama. Nos dormimos mientras estábamos tratando de iniciar algo parecido a una relación sexual. Tal era el grado de agotamiento que teníamos.
Pero al otro día, luego de ocho horas de sueño, ya estábamos respuestas. Aunque el tiempo no alcanzaba para mucho. Solo para organizar nuestras valijas, los pasajes, pagar el hotel y después un breve paseo alrededor de la manzana donde está el hotel para luego esperar el taxi que nos llevaría al Aeropuerto y regresar a nuestro lugar en el mundo.
Capitulo Diecinueve
Un juego de ajedrez que Marga compró en Akihabara con piezas representadas por personajes de animé fue el entretenimiento que nos hizo pasar las horas más rápido en el vuelo de regreso. Paramos solo para dormir una siesta y para las comidas. El resto del tiempo jugábamos sin cesar.
Aterrizamos en Montevideo y por supuesto, como de costumbre, tomamos el taxi aéreo hasta el Aeropuerto del Carmen. En el hangar teníamos lista la camioneta y en pocos minutos estuvimos en casa. A pesar de que había estado regularmente contactada con sus padres, lo primero que hizo Keiko fue llamarlos para comunicarles que estábamos bien. Y que, por supuesto, iríamos el domingo siguiente al asado habitual.
De todas maneras, después de un día de descanso, a la mañana siguiente, tras el desayuno, cada una se fue a sus trabajos. Yo me quedé en casa realizando una gran cantidad de videos haciendo play back de canciones para subirlos a You Tube. Era mi manera de relajarme aunque ello implicó maquillarme y cambiar de vestuario y calzado para cada video pero quedé contenta con el resultado. Después de todo ese trabajo, mas tranquila, vestida solo con corpiño y tanga, me senté frente a la computadora para publicar los videos. Y además tuve que ordenar la ropa que había dejado regada por sobre la cama y la alfombra.
Luego hablé con mi editor, que se sorprendió de que fuera yo quien lo llamara, y le conté todo lo sucedido en Japón con la presentación del libro.
-¿Y fueron a Huaschan, finalmente?- Me preguntó.
-Si, y si queres saberlo, estamos todas vivas-
Luego hablé con Yuzu. Ella me llamó para decirme que en cuatro días se habían vendido mas de dos mil libros y que su patrón estaba pensando ya en la segunda edición.
Por las tardecita regresaron mis novias. Estaban contentas por que los negocios marchaban bien y Keiko sobre todo porque se había rencontrado con sus padres.
-¿Le contaste lo de Huaschan?- Le pregunté.
-Si, obvio. Me sentiría mal si no fuera sincera con ellos. Además corría el riesgo de que se me escapara la verdad en alguna conversación-
-No quero imaginármelo, el señor Yamura envejeció diez años de golpe- Dijo Marga.
-No, no creas. Lo tomaron con calma-
-Claro, por que estabas ahí para contárselo-
-Si, supongo. Pero mis padres me educaron para que sea una persona libre y responsable de mis actos-
-Bueno…muy responsable, yo no lo diría- Acotó Marga y recibió un almohadón por la cabeza.
Pasado ese momento comencé a preocuparme por si existiría la posibilidad de que el señor Yamura, que confía tanto en mi para que cuide de su hija, se pudiera enojar por hacer algo tan irresponsable como lo que hicimos en el Monte Huaschan. Voy a tener que hablar con él, pensé.
Esa noche cocinamos las tres juntas como hacia bastante tiempo que no lo hacíamos. Entre viajes y trabajos extra era más fácil llamar al delivery. Vestidas solo con conjuntos de ropa interior y remeras que parecían vestidos cortos estábamos cómodas. La cena fue en el piso de Marga y luego subimos a la terraza a degustar un café y una copita de coñac. La noche estaba hermosa, la temperatura era agradable.
Sentadas alrededor de una mesa conversamos acerca de todo lo que nos había sucedido estas últimos días.
-Mañana voy a hablar con tu padre- Dije a Keiko.
-¿Por?-
-Sabes que él confía en mi para que te cuide y como está enterado de que fuimos al Monte Huaschan y te expusiste a semejante peligro va a tirarme la bronca y quero disculparme antes-
-Ja, ja. ¡No te reconozco tan aprensiva!- Manifestó Keiko
-Llámalo como quieras- Respondí.
-¿Sabes una cosa? Mi papá está orgulloso de mí por lo que hice. No te olvides que es como un viejo samurái-
-De todas maneras le debo una explicación-
-Como quieras. Le va a hacer bien si hablas con él, pero tene la seguridad de que no te va a reprochar nada-
Y nos quedamos en silencio degustando lentamente nuestras copas de coñac.
Y así fue. A la mañana siguiente después del desayuno partieron mis novias a sus tareas y yo salí a los pocos minutos, en mi auto, hacia la Barra del Maldonado, a la fabrica de la empresa del señor Yamura y su hija.
Dejé el auto en el estacionamiento y entré a la oficina. Saludé a las empleadas y pregunté si Keiko estaba desocupada. Una de las mujeres me indicó que podía pasar.
-Viniste- Dijo mi novia dándome un beso en la mejilla.
-Si, ¿Tu viejo esta en la fabrica o en su casa?-
-En el jardín de atrás practicando iaido-
-Voy a verlo-
-Tene cuidado, nó sea que se enoje. Mantenete lejos-
-Seguiré tu consejo- Respondí.
Sali al jardín y me encaminé al fondo. En el deck de madera donde práctica con la katana estaba el señor Yamura haciendo lentísimos movimientos con el arma.
-Buen día- Dije poniéndome frente a él y suficiente distancia.
-Buen día, me alegra que haya venido. ¿Una taza de té?-
-Desayuné, pero le voy a aceptar-
El señor Yamura caminó hasta donde estaba ubicada una mesa con dos tazas de té, una jarra y platos con masas dulces.
-¿Esperaba a alguien?- Pregunté.
-A usted-
-¿Sabía que iba a venir?-
-Por supuesto. Usted tiene la belleza y la sensibilidad de una mujer, pero también tiene la fuerza de un guerrero y el honor de un samurai-
-Jamás lo hubiera pensado-
-Por eso sabía que vendría. Usted no rehúye la batalla-
-Bien, en ese caso…-
-En ese caso debo decirle lo mismo que le dije cuando mi hija comenzó lo que creo que será una interesante carrera literaria. Haga lo que haga voy a sentir todo mi orgullo de padre por ella. Y ella hizo algo que nunca pensé que haría. Y no es por que sí. Usted estuvo a su lado, y estoy seguro de que ella se animó por que confía en usted como un ángel de la guarda-
Me quedé en silencio hasta que dijo.
-Venga, tómese este té que se enfría. Y las masas están buenas-
Y nos dimos las manos, con fuerza, como dos guerreros.
FIN
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