Keiko, Esther, Alexia, Marga y Silvia
La gran fiesta
21 era Parte de “Mi aventura en Tokio”
Por
Alexia Montes
Chapter 1
Keiko estaba leyendo algunas notas en su notebook, sentada en una banqueta alta frente a la isla que separa la cocina del comedor de mi piso, vestida con un ajustadísimo pantalón blanco y un pulóver de cuello en V de color rosado. Yo terminaba de preparar el desayuno con abundante café, medialunas, pan con manteca y un frasco de mermelada de frutilla por si alguna quería darles un toque más dulce a las tostadas.
Acomodé dos bandejas con todos los elementos sobre la mesada de la isla y estaba por sentarme a degustar mi café cuando unos brazos fuertes me tomaron por detrás y una lengua comenzó a jugar en mi oreja. Esa era la costumbre de Marga con la que lograba hacerme derretir de placer.
-¿Que tal, reina?- Me preguntó sin soltarme.
-Acá esperando que me violen- Respondí sonriendo.
-Ya están haciendo cochinadas ustedes dos- Acotó Keiko sin levantar los ojos de la pantalla.
Marga le hizo el gesto de mostrarle la lengua. Y dijo.
-¿Sabes que ando con una idea desde que me levanté?-
-¿Y lograste mantenerla tanto tiempo?- Preguntó Keiko todavía abstraída en su tarea.
Me causan gracia estas dos mujeres siempre peleando de mentira. En un principio era Marga quien trataba a menudo de hacer enojar a la japonesita pero con el tiempo Keiko fue aprendiendo a hacer lo mismo y no se callaba ningún chiste que se le ocurriera para molestar a la turca. Pero esta vez Marga hizo que la ignoraba y me preguntó a mí.
-¿Sabes cuál es mi idea?-
-Ni idea- Respondí
-Hacer una fiesta. Acá en nuestro edificio. Algo para nuestros amigos más cercanos-
Esta vez Keiko levantó la vista de la notebook y puso cara de extrañeza pero no dijo nada.
-Vivimos de fiesta en fiesta- Respondí yo.
-Si, bueno…pero hablo de hacer algo especial-
-Te recuerdo que también hemos tenido orgias sexuales grupales- Insistí.
-Graciosa- Manifestó Marga.
-Dale, explícanos cual sería la diferencia-
-Imagínate todo un día. Arrancar con un buen desayuno, esos si, los invitados deberían llegar temprano, luego conversaciones, baile, escuchar música, más conversaciones, el almuerzo, un paseo por la playa si está agradable la temperatura, la merienda, más baile, más música, más conversación, la cena, la sobremesa y a dormir. Al otro día todo el mundo a desayunar de nuevo y más tarde cada uno a su casa-
-No sé si suena divertido pero…¿de cuantas personas estamos hablando? Porque si hablas de que pasen la noche aquí habría que ver si hay lugar- Acoté
Keiko seguía mirándonos fijo sin decir palabra. Ya había olvidado su notebook, al punto que la cerró.
-No sé, hagamos una cuenta… Nuestras amigas arquitectas, los padres de Keiko, los padres de Esther…-
-Ya van nueve y no me está resultando gracioso- Afirmé
-…Jacobo y tu editor, Adriana tu marchand, la señora Azumi…-
-Ya van trece- Dije
-…bueno podemos invitar a Lacalle Pou. No me digas que sos supersticiosa- Y ahí no mencionó a nadie más.
-Estas loca- Exclamé.
-Si queres seguir delirando podes invitar también a Gabriela Sabatini- Opinó Keiko.
-Cierto, la había olvidado- Respondió Marga y apretándome aún más en la cintura agregó
-También podríamos invitar a Ricardo, salvo que ande buscando cuadros robados por ahí-
-Olvídate de Lacalle Pou y por la Gaby y Ricardo no tenemos idea de en qué parte del mundo están ahora y no se van a venir hasta acá por una fiesta pedorra- Manifesté.
-¿Y que se supone que festejamos?- Preguntó Keiko.
-Nada, ¿para qué tiene que haber un motivo?- Interrogó Marga-
-Que por fin pusieron presa a la Reina Polenta- Dije yo riendo.
-Ese sería un buen motivo, pero no politicemos la reunión- Dijo Marga mientras me mordía suavemente el lóbulo de la oreja, me soltaba la cintura y se acomodaba para desayunar vestida con un inquietante pantalón negro engomado y una blusa de anchas mangas color celeste.
Yo, como no pensaba moverme del edificio todavía estaba con un pantaloncito corto muy ajustado color azul y una musculosa negra. Me acomodé también frente a la isla y tomando un pan con manteca continué la conversación.
-Bueno, y ¿cuándo se supone que has pensado hacer esa reunión?- Le pregunté a Marga.
-Ni idea, habría que ver la disponibilidad de los invitados- Contestó.
-Mis viejos se anotan cuando quieras, siempre están dispuestos-Afirmó Keiko
-Bien, ahora voy a ver a las arquitectas y a Jacobo en la oficina y les pregunto por ellos y los padres de Esther- Manifestó Marga.
-A la señora Azumi la voy a ver en un rato. Hoy le toca traer a sus “chicas” a limpiar. A mi editor y a mi marchand los llamo en un rato- Informé.
-¿Todavía andan bien Jacobo y tu editor?- Preguntó Keiko
-Supongo que sí, ¿sabes algo?- Pregunté
-No, era solo una pregunta. Viste como son estos gays, duran poco- Acotó mi japonesita riendo
-Hasta acá tenemos trece. Tendríamos que saber de la Gaby y Ricardo- Dijo Marga.
-Los llamaré, pero no prometo nada- Manifesté.
Luego de una buena taza de café insistí con las preguntas.
-Suponiendo que juntamos trece o catorce personas en casa para pasar una noche. ¿Dónde las acomodamos?-
-Bueno, tenemos tres camas matrimoniales, más la cama que les corresponde a los padres de Keiko. En cada piso hay una habitación de huéspedes con dos camas de una plaza lo que suma diez camas- Dijo Marga.
-Además hay que tener en cuenta que hay parejas y entonces la distribución de hace más complicada- Opinó Keiko
-Parejas…o sea los viejos de Esther, una, los tuyos, dos, las arquitectas tres, nosotras tres, cuatro, Jacobito y tu editor cinco, van a tener que juntar las camas si quieren dormir juntos, y nos queda Azumi y Adriana, tu marchand-
-Todavía tenemos para dos personas más, de todas maneras mi idea es que no se vaya a dormir todo el mundo al mismo tiempo, los que podemos estiramos hasta el día siguiente sin dormir-
-Estoy comenzando a creer que tu idea se está poniendo loca- Afirmé
-Yo también- Respondió Marga.
Chapter 2
Aquí debo aclarar la distribución de los departamentos:
El de Keiko tiene un dormitorio principal con vestidor y baño en suite, uno para sus padres decorado con motivos japoneses, un gigantesco living comedor, una habitación de huéspedes con una cama matrimonial y una de una plaza, un toilette, un lavadero y una cocina enorme.
El de Marga tiene un dormitorio principal con vestidor y baño en suite, una habitación de huéspedes con una cama matrimonial y una de una plaza, un gigantesco living comedor, un gimnasio, un toilette, un lavadero y una cocina enorme.
El mío tiene un dormitorio principal con vestidor y baño en suite, uno de huéspedes con una cama matrimonial y una de una plaza, un gigantesco living comedor, un estudio de gran tamaño donde combino atelier, instrumentos musicales, escritorio para la computadora y una gran biblioteca, un toilette, un lavadero y la cocina enorme.
Toda la distribución fue realizada de manera de que las habitaciones de estar y de servicios fueran iguales en los tres pisos, más que nada por un afán de normalizar medidas y no tener que andar innovando para cada departamento. Luego, en cuanto a la decoración, cada una la realizó a su gusto.
El edificio está rodeado por tres lados con un balcón terraza de dos metros de ancho. Estos lados son la fachada que da al mar (rio) y las laterales. La fachada que da hacia tierra no tiene balcón aunque un sector es vidriado. Desde los livings la vista es hacia la ciudad y la Isla Gorriti, desde las habitaciones que yo uso de Estudio, Marga de Gimnasio y Keiko de dormitorio para su padres, se puede observar Punta Ballena y si no estuviera oculta por el acantilado se podría ver Casa Pueblo.
La Planta Baja tiene en el sector medio el Palier de entrada, el ascensor y la escalera, más atrás la Sala de Máquinas y a los costados del Palier se abren dos puertas, una para cada lado hacia los amplísimos garajes. Uno de ellos tiene una mesada y un panel de todas las herramientas necesarias, el otro tiene un largo armario que cumple las funciones de depósito de cuanta cosa no se utiliza. La Planta Baja no tiene ventanas hacia ningún lado, solo ventila por aire acondicionado.
Los tres pisos tienen paredes ciegas hacia la parte trasera, salvo una ventana a la altura de los palieres altos, el resto de las paredes son vidrios fijos o puertas vidriadas, lo que da una vista excepcional al exterior. Para completar hay una terraza lisa que ocupa toda la superficie del edificio y es solo alterada por la caja del ascensor y el tanque de agua.
La construcción está ubicada en una manzana, de la que somos únicas propietarias, cubierta por completo de pasto, sin flores, arboles ni canteros y solo interrumpida por los caminos de acceso para vehículos. Caminos que salen a la calle lateral Cruz del Sur y luego se puede acceder fácilmente a la Avenida Costanera, sobre la Mansa, a la altura de Parada 27.
La decoración es personal en algunos sectores y en otros repetimos los mismo en todos los pisos. El solado, por ejemplo, es porcelanato color mármol blanco con vetas para todas por igual. Cada una puso alfombras en dormitorios y livings pero estuvimos de acuerdo que no serían fijas. Los baños están revestidos de cerámica color marfil de piso a techo y los accesorios en los principales son de color bordó y en los toilettes de color café con leche. Los lavaderos tienen una pileta y espacio para lavarropas y secarropas, todo blanco.
También son blancos todos los cielorrasos sean cual fueran sus destino de uso. Los dormitorios de huéspedes están pintados de color crema y las camas son de madera con ropa color marfil.
Las cocinas, debido a que encargamos todo el mobiliario y accesorios al mismo lugar tiene una predominancia de blanco y negro en las alacenas y mesadas. Las superficies de mesada e islas es mármol negro. Anafes, hornos, campana, heladera y otros artefactos son de color plateado metalizado. Los revestimiento de azulejos negros.
Las diferencias se notan en los livings comedores los dormitorios principales y las habitación de uso diferenciado.
Marga pintó las paredes de azul y toda la ropa de cama hace juego con ese color, inclusive la alfombra. Keiko hizo lo mismo pero en un vibrante y erótico color rojo. Yo pinte de blanco las paredes pero mi ropa de cama, sobre todo el gran acolchado es animal print pero de vaca. Las camas de mis novias son metálicas, aunque yo, siguiendo mi estilo la compré de madera lustrada.
En cuanto a las habitaciones restantes, es sabido que Keiko en el primer piso la destinó a dormitorio de sus padres cuando se quedaran a dormir. Por lo tanto la decoró como si fuera una casa rural japonesa, con detalles de madera y biombos con dibujos de paisajes. Una mesada de madera oscura con un soporte para katanas, con katanas falsas incluidas. Alfombra de color blanco y ropa de cama tan roja como la de su dormitorio. No sé si los Yamura la verán erótica pero fue evidente que las veces que se quedaron estuvieron a gusto allí.
En el segundo piso está la mía. La convertí en mi estudio con tres sectores bien definidos. En principio una biblioteca de piso a techo, de madera, llena de libros. Sobre las paredes que dan al balcón muebles bajos con estantes y puertas para guardar elementos de pintura y documentos. A un costado con vista a Punta Ballena mi escritorio con dos computadoras, en la otra esquina mis atriles para pintar y en el tercer ángulo la guitarra en su soporte y sobre una mesa antigua que compré en un anticuario, mi órgano eléctrico y la citara Guquin. Y además un par de sillones Vassily con tapicería de cuero marrón.
En el tercer piso Marga se limitó a decorar la pared ciega con espejos y llenó la sala de aparatos de gimnasia que usamos de vez en cuando. No le hizo nada especial, ella soñaba con un gimnasio y eso hizo.
Y por último los livings y comedores. Los comedores diarios se hicieron a un costado de la isla de la cocina. Con mesas redondas y cuatro sillas. Metálicas de color negro en los de mis novias, de maderas lustrada en el mío. Las mesas de los comedores principales también son metálicas en los de Marga y Keiko pero patinadas en azul, haciendo juego con las diez sillas cada una. En mi caso la mesa y las cuatro sillas del diario son de madera de roble claro y en el comedor principal son de algarrobo oscuro, tanto mesas como sillas.
Los livings son iguales en cuanto a distribución. Dos juegos de sillones en forma de L con tres asientos por un lado y uno por el otro con una mesita ratona en la esquina. Enfrentados para generar un sector de conversación con una mesa ratona en el centro, de metal y vidrio las de mis novias, de madera la mía. La diferencia vuelve a notarse en los colores de la tapicerías de los sillones. En el piso de Keiko mi japonesita insistió con el rojo, en mi piso son color café con leche y en el de Marga son negros.
Algunas escultura modernas se distribuyeron por aquí y allá, y en la paredes ciegas de dormitorios, y livings de todos los pisos cuelgan varios cuadros pintados por mí. (No podía ser de otra manera).
Hasta aquí la sucinta descripción. Este edificio es nuestro bunker. Aquí somos las reinas. Tenemos a nuestra vista la playa de La Mansa y podemos ver sin necesidad de ir hasta Casa Pueblo las largas puestas del Sol sobre el Rio de la Plata, sobre todo en el verano, sentadas en malla, en las reposeras del balcón o en la terraza.
Antes de marcharse a sus trabajos y mientras terminábamos de tomar el desayuno, Marga abrió su notebook y después de unos segundos de búsqueda, abrió un video de You Tube.
-¿Te acordas que me trataron de loca cuando dije que podía haber una relación entre Milei y la Meloni?- Dijo mientras giraba hacia mí la notebook donde se podía ver una imagen de ambos mandatarios cabeza a cabeza y riendo como una pareja de colegiales.
-¿Pero son o no son?- Pregunté.
-No, pero no podes negar que yo no andaba demasiado lejos-
-Confieso que esa escena no es precisamente la de dos jefes de estado en una reunión protocolar- Manifesté.
-Exacto, mira esos ojos de nuestra amiga Georgia, lo dicen todo- Dijo Keiko que se acercó a ver la pantalla.
-Y…digamos que Milei no haría eso con Trump- Opiné.
Marga y Keiko largaron una carcajada.
-No, no me lo imagino- Dijo Marga en medio de la risa.
Y dicho esto apago la notebook y la guardó en un bolso.
-Bien, me voy a producir- Dijo mientras se dirigía a la entrada.
-Yo también- agregó Keiko y también marchó.
Me quede sola un rato. Pocos minutos después llegó la señora Azumi y dos de sus chicas a hacer una pasada de limpieza. La invité a tomar un café y mientras lo bebía le comenté la idea de Marga sobre la fiesta.
-Usted avíseme y yo vengo a arreglar todo- Manifestó.
-Si, muy bien, es buena idea pero lo que queremos es que también seas invitada- le confirmé.
-¡Gracias, muchas gracias!- Exclamó.
-No tengo que volver a decirte que formas parte de la familia- Le dije.
-Lo sé, lo sé, gracias- Volvió a repetir.
Chapter 3
No había pasado mucho tiempo desde que se marcharan mis novias cuando recibí un llamado de Marga.
Apenas logré decir Hola.
-¡Reina! ¡Se me ocurrió otra idea!-
-¿Dos en un día?- Le pregunté recordando la broma que le hiciera Keiko.
-¡Si! ¡Y esta es genial!-
-Te escucho-
-¿Qué te parece si hacemos una fiesta más monstruo e invitamos a la gente de Japón?-
-Decididamente estás loca- Te digo lo mismo que por Ricardo y la Gaby. ¿Cómo crees que van a venir del otro lado del mundo a un fiesta pedorra de un día?-
-¡Hagámosla de varios días entonces!-
-Cada vez que hablas me asustas más. ¿Quién les va a pagar el viaje? ¿A quiénes vas a invitar sin ofender al resto?-
-Bueno, lo podemos pagar nosotras. A los Ahiara les pagamos el viaje una vez-
-Bien, ponele. ¿Y la otra pregunta?-
-Mei, Yuzu, Shou, Ume, las Taniguchi, Matsuri, Maruta y el viejo-
-Hasta ahí me parece razonable. Pero sigo creyendo que estas loca. Además, ¿Cómo vamos a combinar tanta variedad de invitados para coincidir en una fecha?-
-Hablando con todos, pongamos una fecha no muy cerca y vamos manejándonos-
-Tengo la sensación de que te crees que todas estamos desocupadas sin hacer nada-
-Dale, sería un hermosa fiesta. Esta noche pulimos la lista de invitados y vamos viendo. Llamamos a los que decidamos y ahí combinamos fechas. Los más complicados serán los de Japón, el resto ya está con los tenedores en la mano esperando entrar a comer, ja, ja-
-Eso me lleva a hacerte un comentario. Ahora la cosa cambiaria a otros horarios pero, primero, creo que debemos comenzar con un almuerzo y no con desayuno, lo segundo es rever el alojamiento y definir si esta joda va a durar un día, dos días, una semana, cuatro meses…que se yo-
-Lo vemos esta noche-
-Dale- Dije y corté.
Esta mujer se levantó algo psicótica hoy, pensé.
No llamé a nadie esperando que esa noche nos pusiéramos de acuerdo en lo que íbamos a hacer. Me pasé el día pintando, escuchando música y tratando de sacar en el órgano el tema de La Unión, “Lobo hombre en Paris” con el que ando fascinada, sobre todo desde que descubrí el cuento de Boris Vian que dio origen a la letra.
A la tardecita llegaron mis novias y atrás de Marga también lo hicieron Esther y Silvia. Como de costumbre se armó la ronda del mate. En cuanto Keiko se enteró de la última idea de Marga no pudo menos que seguir tomándole el pelo.
-Yo que vos le exigiría a tu dealer que te venda marihuana de mejor calidad por que últimamente andas desvariando bastante- Le dijo.
-Seguí así que te vas a ganar un buen castigo- Respondió Marga
A lo que Keiko solo respondió dándole la espalda y echando sus glúteos hacia atrás ofreciéndoselos a Marga quien les dio una sonora nalgada.
-Y no me pidas más, pervertida- Fue el comentario de mi novia turca.
Después que terminamos de reír por las ocurrencias de estas dos divertidas mujeres comenzamos a conversar seriamente.
-Bien, comencemos por hacer una lista- Opiné.
-Veamos- Dijo Marga y agregó – Por Japón habría nueve personas, hipotéticas, por supuesto, Mei, Yuzu, Ume, Shou, Mitsuko, Harumi, Maruta, Matsuri y el abuelo-
-Los que podríamos llamar locales serian, Mis viejos, los Nogueira, nosotras cinco, Jacobo, Azumi y Adriana, doce- Manifestó Keiko
-Y, no es local pero cerca tenemos a mi editor- Informé.
-Por lo tanto tenemos veintidós personas- Sumé.
-Meter veintidós personas en un edificio durante algunos días es un lio- Dijo Silvia.
-Por eso yo tengo una idea, bueno en realidad es de mi viejo- Manifestó Esther.
-Otra con ideas, esto se está volviendo peligroso- Dije riendo.
-No, escuchá, escuchá…mi viejo me propuso algo, se podía hacer una fiesta unificada pero podía ser aquí en un momento y en otro en su villa…-
-Y yo podría verlo también con mis viejos. Para eso tenemos el salón de los asados- Dijo Keiko
De pronto pareció que la cosa se iba organizando. Una fiesta, tres sedes, varios días, una semana quizá. Ahora la cosa me iba gustando.
-También podemos hacer alguna merienda en nuestro departamento- Ofreció Silvia.
-Y mientras, entre reunión y reunión podemos llevar a pasear a los japoneses por la zona…- Estaba diciendo Marga cuando la interrumpió Keiko.
-¡Alquilando un colectivo!-
-Bien volvamos al punto crucial. Tenemos que avisarle a todo el mundo y ver como combinamos las fechas de acuerdo a sus tiempos. Pero no podemos olvidar que todo esto requiere una organización y debemos tomarnos el tiempo para que todo salga bien-
Y así fue que nos dimos las manos, algunos besos y unas tocaditas de glúteos. Y nos dispusimos a cenar.
Después de la cena, probablemente porque estábamos contentas, comenzamos una orgia en el dormitorio de Marga. Keiko y yo de pronto fuimos asaltadas por Esther, Silvia y Marga, desnudadas y atadas de pies y manos, con la diferencia, esta vez que nos amarraron una contra la otra, de frente. Nos ordenaron que cada una abrazara a la otra y nos ataron las manos, luego nos fueron arrollando de manera que no podíamos despegarnos. Esta vez no nos amordazaron porque nos obligaron a que nos besáramos en la boca todo el tiempo. Y así lo hicimos. La excitación era impresionante, pero no poder movernos y refregarnos una contra la otra nos excitaba más. No parábamos de besarnos. Ambas teníamos orgasmos múltiples. Era una verdadera locura. En eso, nuestras dominantes se fueron a hacer el amor en el piso de Keiko y mi novia japonesita y yo nos quedamos acostadas en la cama, desesperadas por la inmovilidad y a punto de explotar de placer.
Dos horas, más o menos, creo, estuvieron las otras tres gozando del sexo. Regresaron y nos desataron. Eso solo bastó para que Keiko y yo, terriblemente excitadas comenzamos nuestra propia furiosa relación sexual. Nos metimos las lenguas, y también los dedos, por cuanto orificio encontramos, nos apretamos los pezones, nos dimos furibundas nalgadas, y finalmente la penetré con un dildo de los más grandes que tengo. Jamás había oído gritar tanto de placer a mi japonesita.
Pero lo fascinante era que teníamos público. Marga, Silvia y Esther, cansadas de su actividad sexual se habían sentado cómodamente gozando del espectáculo que dábamos Keiko y yo. Hasta que quedamos agotadas y nos fuimos a dar una ducha.
Esa noche las arquitectas se quedaron. Durmieron en mi cama y mis novias y yo en la mía.
Chapter 4
No diré que comenzó una febril tarea para organizar la gran fiesta. En realidad los invitados locales más mi editor ya estaban enterados y dispuestos para cuando fuera. El tema eran los de Japón. Primero saber si les gustaba la invitación, segundo saber si podrían venir y tercero si pudieran combinar sus tiempos para viajar juntos.
Por lo tanto me tomé el trabajo de comunicarme con nuestras amigas del Lejano Oriente. Cuando quedé sola en la casa me acomodé en mi sillón de relax que tengo en el estudio y comencé la tarea.
No es que llamaría a todos. Ya tenía definido que haría un llamado a Yuzu para que trasmita la noticia a los Aihara, luego un llamado a Mitsuko para que movilice a su hermana y sus novias, o lo que sean. Pero al que quise llamar directamente fue al abuelo. Su persona merecía un trato especial y debía, además, convencerlo de salir del Imperio del Sol Naciente, algo que no suele entusiasmarlo mucho.
Yuzu reía como una campanita. En cuanto le dije lo que habíamos planeado se entusiasmó como niña con juguete nuevo. Estaba feliz. Dijo que no me preocupara que ya iba a arreglar todo. Le informé quienes eran los otros invitados y le avisé que llamaría a la mayor de las Taniguchi y al abuelo. Me contestó que no había problema. Que trataría de ver con todos la fecha adecuada.
Mitsuko se sorprendió. Hacía tiempo que no hablábamos y se mostró alegre por el llamado, sobre todo cuando le dije el motivo. Le conté lo mismo que a Yuzu y ella también se mostró dispuesta a colaborar con la organización en aquel lado del mundo.
Pero el que se sorprendió más fue el abuelo. Cuando escucho mi voz exclamó
-¡No puedo creer que la reina llame a este humilde servidor!-
Después de reírme le dije que para mí era un honor conversar con él. Luego le conté lo mismo que a Yuzu y Mitsuko. Se manifestó encantado. También se ofreció a organizar todo. Le explique que las niñas ya se habían ofrecido para ello y por lo tanto sería conveniente que lo hablen entre ellos. Y agregué que la idea era hacerlo cuando el clima en estas latitudes permitiera salidas al aire libre, por lo tanto no era urgente pero que convenia saberlo lo antes posible pues debíamos combinar varias cosas.
Cumplido mi cometido, regresé a mi órgano a seguir lidiando con el tema “Lobo Hombre en Paris”. No tenía muchas ganas de hacer otra cosa. En lo de mi marchand ya se estaban acumulando montones de cuadros míos con diversos destinos en China y Europa y para escribir necesitaba un tema y no se me ocurría nada.
Cuando me cansé de hacer varios intentos sin conseguir un avance con mi práctica de órgano decidí salir a la calle. Me llevé la cámara digital pues mi intención era sacar fotos del lugares emblemáticos de Punta del Este para luego reproducirlos en pinturas. Pasé por Casa Pueblo, por Kitty´s, por el Puerto, la playa con la escultura de la mano, saqué fotos de las rompientes brumosas de San Ignacio, el puente sobre la barra del rio Maldonado y muchas imágenes de la playa de La Brava, con sus pequeñas dunas y la vegetación de arbustos.
Estaba en ese paseo en el que iba de un lado al otro con mi Torino, cuando, frente a la Playa de Ingleses se detuvo un hombre al costado de mi auto y se quedó mirándolo con atención. Cómo sospeché alguna malévola intención me fui acercando y descubrí que ese individuo era nada menos que mi amigo Ricardo.
-¿Te gusta?- Le pregunté sorprendiéndolo.
-¡Ah! ¡Hermosa! ¡Qué casualidad vos por acá! ¿Es tuyo?-
-Así es y no tanta casualidad, yo vivo acá. ¿Y vos que haces por estas tierras? Te hacía en Europa-
-Si, pero tuve que venir a Sudacalandia, cómo le decís vos y entonces un matrimonio amigo me invitó pasar unos días con ellos. Estaba por llamarte, para saber si estabas por estas latitudes o paseando por Japón-
-No, estoy en plan de descanso-
-¿Te estas dedicando a la fotografía ahora?- dijo señalando mi cámara.
Le expliqué el cometido de mi fotos y le pareció una buena idea. Después de ello le pregunté por el libro sobre el robo del cuadro El Jardín de las Delicias.
-Un éxito total. Lo han traducido al francés, al inglés, al italiano y al alemán. Me he recorrido media Europa presentándolo. Lo más gracioso es que todo el mundo piensa que es pura imaginación. Nadie cree que está basado en hechos reales porque, como mucho, piensan que la difusión de algunas noticias al respecto, hace tiempo, eran puro “fake” y yo, después de que me di cuenta que nadie me iba a creer deje que pensaran lo que quieran. Lo cierto es que todavía se está vendiendo cómo pan caliente y sigue en la lista de los libros más vendidos, creo que esta vez voy a superar a El Código Da Vinci-
-Me alegro por vos. Y decime…¿Vas a darte una vuelta por casa?-
-¡Si! ¡Por supuesto! Así saludo a toda tu tribu-
-Bárbaro. Te espero esta noche. Vas a estar rodeado de mujeres por que la tribu se amplió-
-¿Mas lesbianas?-
- Exacto-
-Ustedes sí que saben vivir-
-Tenes que hacerte lesbiana- Respondí.
-Lo pensaré pero no me haré una operación de reasignación de sexo-
-Entonces van a pensar que solo sos un avivado-
Y reímos los dos. Subí al auto, le pregunté si lo llevaba a algún lado pero me dijo que andaba con ganas de caminar y ver vidrieras.
-Bueno, ya conoces la dirección. Venite a eso de las ocho así tenemos tiempo de conversar antes de la cena-
-Dale-
Y arranqué mi auto partiendo hacia el edificio. Una vez que llegué le avise a mis novias y amigas de la visita. Marga y Keiko me preguntaron lo mismo.
-¿No andará atrás de otra idea loca?-
-Su trabajo se basa en ideas locas, no me extrañaría- Le contesté a ambas
Esther y Silvia se manifestaron encantadas de poder conocerlo ya que habían leído algunos de su libros. Por lo que todo auguraba una agradable velada.
Toda la comunidad lésbica se reunió para la infaltable ronda de mate. Estuvimos conversando de varios temas y sobre todo de cómo organizar la fiesta que planeábamos. Aunque faltaba bastante tiempo, esperando el clima más templado y la respuesta del lado japones convinimos en que era conveniente adelantar algunos detalles.
Ricardo llegó puntualmente, a las ocho. Cuando nos vio a todas juntas preguntó.
-¿Debo decir que son todas hermosas o por ser lesbianas lo van a tomar a mal?-
-Los elogios son siempre bien recibidos- Dijo Esther
-Bien, realmente son todas hermosas. Las envidio, ja, ja Eso me recuerda un viejo chiste-
-Contalo- Pidió Marga.
Ricardo nos saludó con un beso en la mejilla una a una y después que se acomodó en un sillón dijo.
Chapter 5
-Ya verán que el chiste es bastante viejo, por los nombres con los que me lo aprendí-
Hizo una segundo de silencio y comenzó
-Un señor conversando con un amigo le cuenta “Anoche tuve una pesadilla” “¿Qué soñaste” Le pregunta el amigo. “Soñé que estaba en una isla paradisiaca con Gina Lolobrigida, Sofia Loren y Claudia Cardinale” “¡Pero eso no es una pesadilla! Exclama el amigo. Y el que contaba el sueño dice “¡Si, porque en el sueño yo era Brigitte Bardot!”-
Y luego de mirarnos mientras nosotras reíamos agregó
-Aunque supongo que para ustedes no habría sido una pesadilla-
-Dalo por seguro- Respondió Silvia.
Ricardo se acomodó en el sillón, tomó una copa de cerveza que le alcancé y dijo.
-Realmente y fuera de toda broma me parecen un grupo fascinante-
-Dignas de una novela- Manifesté yo, sin imaginar para qué lado se dispararía ese comentario.
-Si, bueno…a ustedes dos recién las conozco- Dijo señalando a las arquitectas, y continuó – Pero acerca de estas tres yo escribiría un libro. No se crean que ignoro lo que han hecho, algo sigo por las redes y las noticias, juegan al futbol, se trepan a una montaña en China, son excelentes empresarias, hasta han escrito un libro en común y practican iaido…-
-Entonces deberías comenzar ese libro, pero agregando a nuestras amigas- Opinó Keiko.
-Debería tomar algunas notas-
Antes de que sirviéramos las pizzas y empanadas que habíamos encargado al delivery, Ricardo nos estuvo haciendo varias preguntas. Lo que más gracia le causó acerca del relato de como mis novias y yo habíamos conocido a las arquitectas fue saber de la experiencia que habíamos tenido Silvia y yo en la Facultad de Arquitectura, años antes.
-Ja, ja, no me las imagino. Alexia atrás tuyo y vos haciéndote la hetero. Debió haber sido gracioso-
-No tanto- Dije yo y agregué – Se me escurría como pez mojado y yo estaba segura que le tiraban las mujeres. ¿Por qué? No me lo preguntes. Intuición femenina, tal vez-
-¿Y vos que pensabas?- Preguntó Ricardo a Silvia.
-No sé, estaba aterrada. Alexia me gustaba, ya estaba intuyendo que lo mío iba para el lado del lesbianismo, pero eran solo fantasías. Nunca antes me había cruzado con una mina que realmente me atrajera y eso me asustó…-
-Pero aquí están, como buenas amigas…o ¿algo más?-
Y se detuvo para corregirse.
-¡No, no me lo digan! No quiero meterme en su intimidad-
Y haciendo gesto de recordar algo continuó dirigiéndose a mí.
-Tus libros se venden como pan caliente en Europa y no solo el ultimo, me refiero a todos, o bueno, no sé si todos pero unos cuantos. Cuando digo que soy argentino en los círculos cultos no me dicen ¡Ah, Messi!, me preguntan ¿Conoce a Alexia Montes? Y cuando contesto que sí, sobre todo los libreros me comienzan a contar lo bien que se venden tus libros. Recuerdo muy bien a la dueña de Shakespeare & Company en Paris, estaba muy contenta por ello…¡Ah! ¡Y tus cuadros! Vi varios en una galería de arte en los Campos Elíseos y entré a preguntar. ¡Estaban todos señados! Sos realmente una estrella-
-Te agradezco el comentario. Es cierto, lo veo todos los días en mi cuenta bancaria-
Ya estábamos atacando la comida cuando Ricardo volvió al ataque con otro tema.
-¡Ya recuerdo! ¡Te condecoró la Meloni! ¡No sabes el ruido que hizo eso en Europa!, bueno…al menos en Madrid donde yo estaba en ese momento. Todos los diarios hablaban de eso. Pero… había una foto publicada y ahora que lo pienso estaban ustedes cinco con condecoraciones-
-Así es, en principio la condecorada era Alexia, nosotras la acompañamos solo por pasear pero parece que a la Meloni le llegó el chisme de como funcionábamos como comunidad y sobre nuestros trabajos y quiso tener una mención para cada una- Contó Marga
-Hace poco estuvimos de nuevo con ella. Realmente la admiramos- Aclaró Keiko.
-Genial, genial. Hay que escribir un libro sobre ustedes. Contando sobre la gente que vale la pena. Como el ultimo de Alexia, que supongo que es sobre tu papá- Manifestó Ricardo dirigiéndose a Keiko.
-Si, es sobre mi viejo-
-Permitime felicitarte. Tu padre es un gran Shogun-
-Ja, Ja, justamente es así como lo llamo- Aclaré yo.
-Y por ese libro también estuvimos con el Primer Ministro japonés- Contó Silvia.
-¿También? Vaya, cada vez me convenzo más de que deben ser las protagonistas de mi próximo libro-
-Pero vos escribís historias fantásticas- Opiné.
-Esta bueno cambiar un poco, vos tratas varios temas, antes también escribías solo historias fantásticas y ahora sos multitemática-
El resto de la noche fue un contar de anécdotas e historias. Ricardo tomaba notas pero al mismo tiempo nos decía que debíamos tener más reuniones para seguir juntando material. Por ello surgió un tema que no habíamos tocado.
-Mas hacia el verano vamos a realizar un fiesta. En realidad es más que una fiesta. Como vienen invitados de Japón haremos durar los festejos una semana más o menos. El tema seria, durante el día llevamos a pasear a los invitados de Japón por diversos puntos de la ciudad y alrededores y por las noches nos reuniríamos en un sitio distinto para cenar, bailar y pasarla bien, por ahora tenemos unos veintidós invitados, bueno, incluidas nosotras, y vos estabas en la lista así que aprovechamos a invitarte oficialmente y ahí podrás conocer a otras personas de nuestro círculo cercano, quizá te sirva para más información- Dije yo.
-¡Por mi encantado! Solo avísenme con tiempo y estoy aquí!-
El resto de la velada fue muy agradable, tal como lo imaginábamos. Ricardo es un tipo macanudo, divertido e imaginativo. Si cree que va a vender un libro con nuestras historias es un poco iluso, pero, a mí me pasaba lo mismo con el libro sobre el señor Yamura, no lo escribí para ganar dinero sino para hacerle un homenaje, pero la realidad es que se estaba vendiendo muy bien.
Una vez que Ricardo se fue con la promesa de pasar una tarde con nosotras para juntar más información, un sábado, antes de regresar a Buenos Aires nos quedamos conversando. En realidad nunca se nos hubiera ocurrido a ninguna de nosotras que pudiéramos ser protagonistas de un libro. Pero lo cierto era que gozábamos de cierta fama en nuestras actividades.
Keiko ya había sido mencionada en publicaciones uruguayas de economía como una eficiente gerente de la empresa de su padre al igual que Marga a la que atribuían haber contribuido al éxito del regreso del señor Nogueira a los altos niveles en construcción en la zona turística costera. Esther y Silvia habían recibido un premio por el proyecto del edificio en el que justamente vivían. (Por supuesto que en broma, les comenté que era gracias a mis ideas) y en cuanto a mí , ya me conocen. Libros, cuadros, canales de You Tube con miles de seguidores, fugaces conciertos de órgano y citara Guquin, iaido, futbol, escalada al Monte Huachan. Éramos personalidades influencers, sin serlo deliberadamente.
Chapter 6
Ricardo nos persiguió por todos lados. Investigó, preguntó, revisó fotos y redes sociales. En realidad no demasiadas pues la única que anda por Instagram es Marga y yo apenas piso de vez en cuando el Facebook aunque tengo activos mis canales de You Tube, el de play back y el de órgano y ahora citara Guquin.
Un sábado estuvo todo el día en el edificio. Conversó con todas nosotras mientras escribía raudamente en su notebook. Almorzó en casa pero a la noche lo llevamos a Kitty´s donde palpó de primera mano nuestra pequeña popularidad entre los habitués. Cada cosa que veía lo maravillaba y su entusiasmo era contagioso.
El domingo siguiente fue a lo de Yamura y sus clásicos asados. Para que nos viera jugar en vivo le hicimos un desafío a las chicas del club vecino, partido que estuvimos a punto de perder por goleada pero nos recuperamos en los últimos minutos y terminamos 3 a 2. Después de eso y antes de los chorizos hicimos una práctica de iaido junto al padre de Keiko. Y Ricardo se maravillaba aún más.
También entrevistó a mi marchand Adriana acerca de mi obra pictórica y, de paso, conversaron sobre como habíamos descubierto el cuadro original del Jardín de las Delicias, robado en España.
Toda una semana lo tuvimos entre nosotras. Realmente fue bastante entretenida y nos divertimos con el humor siempre acido y sarcástico de mi amigo. Finalmente se fue con un montón de anotaciones en papel y en su computadora portátil copias de fotos y más escritos.
-Decididamente creo que perdiste la chaveta- Le dije una tarde mientras tomábamos mate.
-Muñeca, te voy a confesar algo. Suponía, desde lejos, que ustedes tenían unas vidas dignas de ser vividas pero jamás imaginé cuan hermoso lo estaban pasando, cuan inteligentes son, cuan divertidas y sobre todo, aunque está a la vista, cuan hermosas se ven cuando están juntas. Hay una química especial, y eso no solo se trasluce entre vos y tus novias, sino también con Silvia y Esther, todas se miran y todas se entienden, se leen las mentes. Y en esas miradas hay mucho amor, entre todas ¿O me equivoco?-
-No, no te equivocas. Creo que hemos logrado formar un grupo fuera de serie-
Antes de partir mi amigo quiso hacer algo más. Estábamos todas en casa cuando dijo que ya tenía una idea para la portada y el título del libro pero nos tenía que pedir un favor. Y ese favor fue que debíamos posar para una foto. Nos solicitó que tratáramos de vestir todas iguales y quería que cada una tuviera un katana en sus manos por lo que tuve que sacar las de mi colección.
Revolvimos los guardarropas y finalmente encontramos que ponernos. Todas teníamos una musculosa negra, bastante ajustada, pantalones blancos, también absolutamente ceñidos al cuerpo y botas tipo paje negras. Nos hizo acomodar una junto a la otra conmigo en el centro, a mis lados Marga y Esther y en los extremos Keiko y Silvia y sosteniendo las katanas apuntando al suelo en actitud desafiante y sexi a la vez. Nos sacó varias fotos, incluso algunas desde un punto bajo, para parecer más altas. Nos las mostró y nos parecieron geniales.
-Voy a titular el libro “Las Samurái”. ¿Qué les parece?-
-Está bueno- Dijimos casi a coro.
-Debo confesar que la idea me la dio el señor Yamura cuando estaban practicando iaido que las llamó mis pequeñas samuráis, pero ustedes no son pequeñas. Son enormes-
Apenas partió Ricardo volvió la calma al edificio. Prometió que se pondría a trabajar de inmediato. Era una sensación nueva para nosotras, en especial para mí que siempre escribí sobre otros. Resultaba extraño ser protagonista de un libro pero Ricardo nos había contagiado su entusiasmo y tuvimos que dominar la impaciencia para poder leer los primeros capítulos.
Entretanto nos íbamos organizando para la Gran Reunión. Decidimos que sería una semana y, si era posible, cenar cada día en un sitio diferente. La lista se hizo rápido. El departamento de las arquitectas , el salón en el edificio de Yamura, nuestro edificio, la mansión de los Nogueira, el restaurante del hotel de Casa pueblo y Kitty´s para culminar nuevamente en nuestro edificio en la fiesta final. En los dos sitios públicos se alegraron de haberlos elegido y prometieron tener un salón privado para ser mejor atendidos.
En medio de esa actividad recibí un llamado de Ricardo para contarme que había expuesto la idea de hacer un libro sobre nosotras a su editor y que éste le dijo que no iba a ser rentable, que volviera a lo suyo y que, además, era hacerle propaganda a la competencia. Por lo tanto Ricardo le recordó todo el dinero que había ganado gracias a él y que entonces se iría al editor de Alexia, o sea el mío. En ese momento su editor recapacitó y le dio vía libre, pero que no haría una tirada grande por las dudas. Ricardo volvió a amenazarlo de hacer la tirada por su cuenta y al fin logró lo que quería, que su editor aceptara todas sus condiciones.
Además de eso me notificó que trataría de tenerlo listo a la brevedad, para ser presentado cuando fuera la gran reunión pues creía que había obtenido muchísimos datos y los consideraba suficientes. Después me confesó que hasta había logrado una entrevista con Lacalle Pou y con el papá de Esther. Realmente mi amigo estaba entusiasmado.
Era cuestión de esperar la prueba de galera.
Chapter 7
Cuando Ricardo me contó las vicisitudes pasadas con su editor y su amenaza de ir a publicar el libro con el mío me pareció conveniente hablarlo con mi editor antes de que se enterara de sorpresa lo que estaba sucediendo.
-¿Hola mi reina!- Saludó.
--Hola-
-¿Alguna novedad?-
-Si te réferis a si estoy escribiendo algo, no. Pero tengo una noticia que contarte…-
Y le largué todo el rollo. No sé porque esperaba que se molestara pero debo reconocer que no es tonto (Por eso hace tanta plata con mis libros) y por ello reaccionó diciendo:
-¡Buenísimo! Tu amigo Ricardo es un gran escritor, muy reconocido y cada libro suyo es siempre esperado por el público, así fuera un manual de horticultura, ja, ja no te enojes, es broma. Que lo publique otra editorial no me molesta, nos está haciendo publicidad para nosotros gratis-
-No me molesta lo de la horticultura, podrías haber dicho algo más zafado, pero te cuento que cuando Ricardo se lo propuso a su editor, éste le salió con el mismo argumento, que estaba publicitando a la competencia-
-¿Pero al final cambio de idea?-
-Si, claro-
-Es que vio el negocio. Los editorialistas no somos tontos-
-Si, supongo- Contesté
Y así quedó la conversación. Me preguntó para cuando iba a ser la gran fiesta y le respondí que estábamos en ello.
Una tarde, tal vez dos o tres días después, estaba pintando en mi atelier algunos paisajes de los que había fotografiado y mirando hacia el parque vi estacionar una camioneta de la empresa de Nogueira y bajar a la hermosa Silvia.
“Hum, ¿esta vendrá por guerra?” Pensé.
Tocó el timbre, le abrí por el portero eléctrico y le grité en el hueco de la escalera que subiera a mi piso.
La morocha estaba para el infarto. Toda de negro, para variar, pero no venían en plan de guerra. Quería parar un poco para tomar un café y conversar con una amiga. Estaba buscando alguien que la escuche.
No la quise apurar. Me di cuenta que estaba tratando de contarme algo que le pesaba y era mejor que se decidiera sola a comenzar. Hice café y le di una taza. Ella estaba sentada en uno de mis sillones del estudio, yo me senté en el otro. Después de tomar un sorbo levantó la vista me miró con esos hermosos ojos penetrantes.
Y comenzó.
-El otro día cuando todas estuvimos hablando con Ricardo de nuestras infancias cada una de ustedes se explayó sobre la suya. Keiko y Esther contentas porque su padres las habían aceptado tal como son, lo cual todavía es una rareza. Marga contó la horrible experiencia con su madre y su hermano y vos, ni que hablar, recuerdo cuando estabas preparando el libro sobre tus padres y además lo leí con mucha atención. En ese momento cuando me toco hablar a mí solo dije que había tenido una infancia normal y nada más, pero esa mentira me estuvo pesando en el alma y quiero contarles la verdad…-
-¿Qué verdad?-
-Que tuve una infancia desgraciada. Y no fue por la homosexualidad, eso vino después, fue por religión-
-¿Religión?-
-Si, nunca lo conté pero mi padre es pastor evangelista…-
-¡Ah!- Solo atine a decir.
-Si, y de los peores, de esos que se creen tocados por Dios. Por eso ordenaba que la familia debía estar siempre en el templo, en primera fila, para demostrar que no solo era un buen pastor sino un padre de familia ejemplar-
-Ya te voy comprendiendo-
-Si, lo que sigue es casi obvio, mi hermana…-
-¿Tienes una hermana?-
-Si, tan repulsiva como mi padre e idiota como mi madre. Ella siempre iba a las ceremonias y se daba corte ante los feligreses. Pero yo me escapaba, trataba de no ir, me escondía, a veces me encontraban y era arrastrada hasta el templo, otras veces no, pero cuando esa noche regresaban a casa recibía algún castigo por mi falta-
-Jamás lo hubiera imaginado-
-Así es. Como pude sobreviví a ese calvario, que vos conoces muy bien también. Termine mis estudios primarios y secundarios y me anoté en Arquitectura, también contra el designio de mi padre que opinaba que las mujeres solo estaban para refregar platos. Para evitar su persecución me fui a vivir con Agustina, esa chica pelirroja que vos también conociste en la Facultad. No pasaba nada entre nosotras. Me ayudó mucho y nos hicimos muy amigas. Cuando vos te acercaste a mi sentí por primera vez el calorcito que daba una mano femenina, pero, también sabes, que estaba aterrada por ello-
-¿Entonces?-
-Que, como pude, termine los estudios. Me recibí de Arquitecta y conseguí trabajo en un centro donde enseñaba decoración e historia de Arquitectura preparando chicos para ingresar a la Facultad. Era un trabajo muy lindo y no ganaba poco. Allí me enamoré, con seguridad, de una compañera. Comenzamos a salir, pero alguien le fue con el cuento a mis viejos. Vinieron a mi casa, todavía vivía con Agustina, y armaron un escándalo tal que ya no quise volver al edificio. Por eso me vine a Uruguay.
-Yo creí que era solo por trabajo-
-Si, en realidad por ambas cosas, naturalmente-
-¿Y cómo te fue aquí en Uruguay, al menos antes de conocer a Esther?-
-Conseguí trabajo como pasante en un estudio de arquitectura de medio pelo en Montevideo, pero no me quejaba, por primera vez me sentía libre y me alcanzaba el sueldo para alquilar y comer todos los días. Pero no pasó mucho tiempo hasta que me “descubrió” el señor Nogueira. Vio unos trabajos míos y casi de inmediato me tomó en su empresa. Y no solo estaba mejor laboralmente, allí conocí a Esther…-
-Y el resto es historia- Completé.
-Así es-
-Y tuviste miedo de contar todo esto, sabiendo que Marga y yo pasamos por situaciones similares-
-Si, pero ustedes son dos leonas. Se bancan cualquier cosa. Yo me sentí indefensa-
-Pero la tenes a Esther y a todas nosotras, por supuesto. ¿A propósito? ¿Esther sabe todo esto?-
-Se lo conté anoche-
-¿Y?-
-Por supuesto que me contuvo y me apoyó mucho. Además cuando le pregunté si debía contar todo esto para el libro me dijo que lo conversara con vos, para saber qué opinas…y aquí estoy-
-Bien, es muy valiente de tu parte-
-¿Y qué crees que debo hacer?-
-Mira, yo no te puedo obligar a que lo hagas, es tu decisión. Solo te puedo decir que para mí haber escrito el libro sobre mis padres fue una catarsis sanadora. Y Marga nunca ha ocultado su pasado-
-Entonces quiero que Ricardo conozca mi historia-
-Podemos llamarlo y se la contas por videollamada si quieres-
-De acuerdo-
Me cambié de asiento, como pude me senté a su lado, le pasé el brazo sobre sus hombros y atraje su cabecita hacia mí. Ella se dejó hacer. De pronto nos quedamos mirándonos fijamente. No podía apartar mi vista de sus hermosos ojos. La besé en la frente, ella volvió a mirarme y dijo.
-Tenes una mirada muy dulce-
-Debe ser por la diabetes- Le contesté.
-Graciosa- Dijo sonriendo y se acurrucó en mi pecho.
Después de unos minutos le pregunté si quería hablar en ese momento con Ricardo. Ella dijo que sí. Me levanté del sillón, Me senté frente a mi computadora y prendí el ZOOM. Logré una comunicación inmediata. Le pregunté a mi amigo si tenía tiempo para una larga charla y me respondió afirmativamente. Llamé a Silvia a mi lado y le dije
-Acá, Silvia tiene algo que contarte-
Y Silvia volvió a repetir lo que me había narrado, con pelos y señales, fechas y lugares. Ricardo no salía de su asombro. Tomaba nota de cuanto escuchaba. Cuando terminó el relato dijo.
-Querida amiga, no sabes cuanto lamento todo lo que te ha sucedido, pero infiero que lo estas superando juntos a tu pareja y tus amigas. Ahí hay un par más que tienen sus historias lamentables pero entre todas son un grupo de leonas, de samuráis, así es como las veo y por eso se me ocurrió llamar así al libro. Son todas unas guerreras curtidas-
Una vez que apagué la computadora, me llevé de la mano a Silvia a mi comedor y le dije
-Vamos a preparar unos mates que ya van a llegar las arpías y me van a criticar por no atenderlas bien-
En ese instante sonó el timbre. Era Esther. Subió a mi piso y en cuanto entró preguntó.
-¿Y? ¿Cómo anduvo eso?-
-Genial- Respondió Silvia y se fundieron en un abrazo.
Esther me miró por sobre el hombro de Silvia y me guiño un ojo. Yo sonreí. Me sentía emocionada por verlas así. Estábamos en medio de ese momento mágico cuando llegaron mis novias. Entraron y alcanzaron a ver abrazadas a nuestras amigas y a mi observándolas. De inmediato se dieron cuento que algo pasaba y preguntaron.
Entre Silvia y yo les contamos todo lo sucedido. Mientras el mate pasaba de mano en mano y los bizcochos desaparecían de la bandeja, Esther se me acercó, me abrazó y musitó a mi oído
-Gracias-
-Entonces debemos festejar- Manifestó Marga.
Dejé el mate en manos de mi novia turca, me llevé nuevamente de la mano a Silvia a la cocina y le dije.
-Dale, reina, vamos a cocinar para estas hambrientas. A mí cocinar me hace bien, compartamos un poco de felicidad.
Chapter 8
Silvia y yo realizamos una par de tartas. Una de carne y otra de verdura. Nos divertimos bastante mientras cocinábamos. En tanto el resto del grupo continuó la ronda de mate en el comedor.
Luego nos sentamos a cenar. La conversación estaba muy divertida y nos sentíamos relajadas. En un momento Keiko elogió las tartas y Marga agregó.
-Están buenas, estas mujeres deberían cocinar juntas siempre-
-O vivir juntas- Manifestó Keiko.
-Eso, te cambio a Silvia por una de ellas- Le dije a Esther riendo
-Te la cambiaria pero solo por las dos. Igualmente creo que va a ser un problema, imagínate andar haciendo mudanzas de nuevo y todos esos contratiempos-
-Cierto- Repliqué y agregué- Deberíamos haberlo pensado antes-
Reímos al unísono. El chiste no hizo más que reflejar algo que se respiraba en el aire. Ya no éramos un trio más un pareja o amigas con derecho a roce, ni siquiera un grupo de lesbianas divertidas. Estaba comenzando a creer que había un profundo amor entre todas sin distinción.
Las arquitectas se quedaron a dormir y, aunque fuera por una noche, Esther se fue con Marga y Keiko al piso de la turca y Silvia y nos quedamos en mi dormitorio. Tuvimos sexo. Un sexo muy armonioso y tranquilo, casi como el que había tenido con Esther tiempo atrás. Finalmente nos quedamos dormidas, abrazadas y desnudas.
Una almohada que me cayó en la cabeza nos despertó. Había sido Marga la que lo había arrojado. Nos desperezamos, nos vestimos y fuimos al comedor de Keiko donde estaba reunida toda la banda. Fue un desayuno muy agradable. Estábamos felices. Tras el café y las tostadas mis novias y mis amigas se marcharon a sus trabajos. Yo me quedé sola.
Estaba leyendo algunos apuntes que tiempo atrás había preparado para una novela cuando tuve un llamado de ZOOM. Era el solcito Yuzu. Atendí con presteza, quizá ya habría novedades.
-¡Hola mi niña!- Saludé
-¡Hola Alexia-san! ¡Que alegría volver a verla!-
-Lo mismo digo-
Y después de los elogios y los saludos la hermosa Yuzu comenzó a contarme que se había decidido en el bando japones acerca del viaje y las fiestas (en plural porque ya se habían convertido en varias fiestas)
-Nos hemos organizado para viajar juntos en Agosto. Ya tenemos los vuelos programados. ¿Es suficiente tiempo para que se organicen allá?-
-Suficiente, me tenes que decir que día llegaran así preparo la manera de buscarlas en Montevideo y voy viendo como reparto los sitios en donde hacemos las reuniones-
El solcito me confirmó que llegarían un día viernes por la tarde y que se podían quedar unos diez días. Que irían todas las invitadas más Shou y el abuelo y que todos estaban encantados de poder reunirnos.
Luego hablamos de como andaba el mundo, por ambos lados. Me encanta conversar con Yuzu, es tan bonita y simpática y siempre anda irradiando optimismo. Apenas cortamos me dediqué a trabajar. Lo primero que hice fue escribir a todos los invitados locales un mensaje avisando de la fecha de llegada de las japonesas y preguntando si estaban disponibles.
Mientras esperaba las respuestas llamé a mi compañía de taxis aéreos y solicité dos aviones para el día indicado. Luego organicé, llamados mediante, como serían los eventos.
Mi decisión fue que cuando llegara el viernes debían descansar, cenaríamos y los recién llegados dormirían en el edificio. El sábado un pequeño tour, luego la primera fiesta oficial en casa, el domingo todo el día en lo de los Yamura con todo el personal, el lunes, de día tour, de noche cena en Kitty´s, el martes tour y cena en lo de los Nogueira, el miércoles tour y cena en el edificio donde viven Esther y Silvia que ya tenían disponible, para más lugar, otro departamento vecino todavía vacío, el jueves tour y cena en el restaurante del Hotel de Casapueblo, el viernes otro tour y fiesta en nuestro edificio nuevamente. El sábado, el último tour y finalmente la fiesta de despedida hasta el día siguiente (Si aguantaban) para luego descansar todo el domingo y partir el lunes por la mañana.
Tras mi conversación con Yuzu me llegó inmediatamente después un mensaje de Ume que decía: “El viernes anterior a nuestro regreso es el cumpleaños de Yuzu, nosotras ya le llevamos los regalos de aquí, porque allá será complicado comprárselos sin que se dé cuenta”. Tomé nota.
Planteé el programan a todos los interesados incluyendo el festejo del cumpleaños del solcito y la respuesta fue unánime: De acuerdo. Fiesta por varios días y a olvidarse de las penas.
En tanto comenzaron a llegar pruebas de galera del libro de Ricardo enviadas por él mismo y ya corregidas. Yo creía que mi editor era rápido pero el de mi amigo parece superarlo.
Me entretuve leyéndolas y luego se las pasé a mis novias y amigas para que opinaran. En la sinopsis de la obra Ricardo hacía mención en primer lugar a nuestras infancias, al descubrimiento de la sexualidad y luego los estudios, los trabajos y como nos fuimos conociendo con el pasar de los años mientras cada una intentaba su camino.
Pasó por nuestra realización personal, por las mis aventuras policiales, el ascenso al Monte Huachan, las ideas políticas, las condecoraciones de la Primera Ministra Meloni, mis discursos, mis libros, los animes, los mangas y los viajes. Las amistades de Japón que le había descripto, el iaido, el equipo de fútbol, los proyectos de nuestra amigas arquitectas y la capacidad de Keiko y de Marga para llevar adelante sus empresas. Allí estaba todo. Era increíble poder verlo con los ojos de otra persona. En realidad Ricardo nos elogiaba, creo de sobremanera, pero era su visión. Tampoco dejó afuera al ex Presidente Lacalle Pou, a mi marchand Adriana, al empresario Nogueira y a Yamura-san.
Mis novias y amigas aprobaron todo lo que hablaba de ellas. Estuvieron muy conformes pues afirmaron que Ricardo las había retratado tal cual son. Incluso Silvia, Marga y Yo estuvimos de acuerdo en la manera en que supo contar las lamentables peripecias con nuestros padres. A medida que iba llegando el material tratábamos de leerlo lo antes posible y así ayudar a acelerar la edición del libro. También aprobamos las fotografías elegidas por mi amigo para incluir entre el texto.
Cuando le conté sobre las fechas en que realizaría el evento que estábamos preparando dijo que iba a intentar presentar el libro durante esa semana y pensó que la cena en Casapueblo sería una buena ocasión, llevando a algunos periodistas amigos a cubrir la ceremonia. La idea nos pareció buena. Era un aditamento interesante en medio de la vorágine que viviríamos en esos días.
La organización del gran evento continuó. Los Nogueira y los Yamura estaban encantados de poder ayudar. En Casapueblo y en Kitty´s ya tenían destinados sitios privados para las reuniones y en la propiedad de Páez Vilaró se pusieron aún más contentos cuando les esbocé, sin confirmarles, la posible presentación de un libro.
Yo seguía destinando tiempo para organizar mis cuadros, practicar con el órgano y la citara Guquin cuando, de pronto, tuve una inspiración para escribir: Relataría con pelos y señales y de la manera más humorística posible lo que fuera a ocurrir en nuestra sucesión de fiestas.
Chapter 9
Finalmente llegó el día del arribo de nuestras invitadas japonesas y sus dos acompañantes varones. Marga y Keiko se fueron a sus respectivos trabajos y yo estuve dando los últimos toques a la organización. Esa noche tendríamos cena de recibimiento y me reuní con la señora Azumi para tener todo preparado.
Con el suficiente tiempo me acerqué al Aeropuerto del Carmen manejando una combi de quince asientos que alquilamos, no solo para trasladar a los viajeros del aeropuerto a la casa o viceversa sino también para los tour que tenía programados.
Dejé el vehículo en el hangar de la empresa de taxi aéreo, como solemos hacer, y partimos, en dos aviones rumbo a Montevideo. Mi piloto se manifestó encantado de poder ser uno de los que fueran a buscar a quienes veían de Japón por que los recordaba de viajes anteriores y le habían parecido personas maravillosas.
Aterrizamos en el aeropuerto internacional de Carrasco, Montevideo, y los pilotos acomodaron ambos aviones a la vera de la pista. No tardó demasiado en llegar el vuelo de Air France. El recibimiento fue, como suele suceder, bastante bullicioso. En cuanto retiraron el equipaje todo el grupo vino caminado hacia mí, que los esperaba en la puerta que da a las pistas auxiliares.
Yuzu y Harumi fueron las más efusivas. Vivieron corriendo a abrazarme y besarme. Luego llegaron las demás, Mitsuko, Maruta, Matsuri y Mei. y cuando se calmaron de tanta alharaca pude atender al matrimonio Aihara, (Los mayores, o sea Ume y Shou). Y aunque hubiera querido saludarlo primero por ser la persona de mayor edad, llegué al abuelo, a quien le hice una profunda reverencia que contestó de la misma manera.
-Solo usted es capaz de hacerme recorrer la mitad del mundo- Me dijo mientras, luego del saludo protocolar no dejaba de estrecharme la mano.
El abuelo estaba impecable, de traje y corbata. Ume con sus clásicas calzas sobre los tobillos, Shou bastante presentable pues no tenía barba aunque lucia pantalón de jean y una camisa de varios colores.
Las mujeres estaban hermosas. Yuzu con sus pantaloncitos y sandalias con taco, Mei de jean largo y una blusa blanca, Matsuri y Maruta vestían camisa y pollera escocesa tableada como colegiales. Mitsuko con pantalones engomados, zapatos de taco alto y su inconfundible peinado desparejo y Harumi estaba cada vez más linda enfundada en un conjunto de jogging gris con sus pechos queriendo salírsele por el cierre de la campera y su trasero notorio ya que el pantalón de gimnasia era holgado en las piernas pero muy ajustado a la altura de la cadera.
Los pilotos ayudaron con el equipaje. Nos distribuimos en los dos aviones y emprendimos el viaje a Punta del Este. El abuelo, que iba sentado a mi lado no dejaba de manifestar acerca de lo bello del paisaje mientras afirmaba que estaba impaciente por ver donde vivíamos.
Descendimos en El Carmen. Nuevamente los pilotos bajaron las valijas de los aviones mientras yo buscaba la combi en el hangar. Me acerqué a la pista y las valijas volvieron a cambiar de sitio. Estaban encantados con el transporte. Todas conversaban recordando sus viajes anteriores mientras el abuelo, en silencio, parecía querer absorber las vistas de una tierra tan lejana de su terruño.
Como ya lo he descripto alguna vez el trayecto del Aeropuerto hasta nuestro edificio es muy corto, por lo que llegamos en pocos minutos. Abrí uno de los portones del garaje con el control remoto y entramos. Después de bajar el equipaje que ya estaría mareado, con tantas vueltas, si fueran personas, entramos en el palier y fuimos subiendo en el ascensor. Le propuse dejar todas las valijas en el descanso de la escalera de un piso intermedio hasta tanto definiéramos el alojamiento de cada uno.
Luego los llevé hasta el piso de Marga, donde ya había quedado con mis novias que nos esperarían. Cuando abrí la puerta los saludos efusivos se repitieron. Todas se abrazaron con Keiko y Marga. Estábamos todavía en medio del jolgorio cuando sonó el timbre. Eran Silvia y Esther que no se querían perder la bienvenida y nuevamente se volvió al bullicio.
Cuando nos calmamos se decidió hacer una ronda de mate. Ume estaba tan contenta que se ofreció a cebarlo ella misma. De manera que Marga (Pues estábamos en su cocina) le indicó donde estaban todas los elementos. Nos sentamos en los largos sillones, algunas en el piso y alrededor de la gran alfombra del living. Les prometí para después que recorreríamos el edificio aunque todas lo conocían pero mi interés era mostrárselo al abuelo que no dejaba de observar todo con atención.
-Esto es maravilloso, el paisaje, la playa, el mar (Debí aclararle que era rio) y este hermoso edificio. Aquí lo tienen todo. Es como un castillo-
-Y además tenemos las más fascinantes puestas de sol. Ahora, en un rato sucederá- Dijo Marga
Y mientras tomábamos el mate nos quedamos absortos contemplando al Sol caer sobre las aguas.
-Hermoso, hermoso- Repetía el abuelo.
Tras la mateada con los mates cebados por Ume que desde que conoció nuestra infusión se ha vuelta fanática de ella, tanto como de la cerveza, invité al grupo a recorrer el edificio. Paseamos por todas las habitaciones, comenzamos desde la Planta Baja, donde está el Garaje y nuestros autos. El abuelo se mostró curioso respecto al Torino y le tuve que contar la historia de la marca en las carreras de Turismo Carretera en Sudacalandia y como habían hecho una gran papel en las 84 Horas de Nurburgring, allá por 1969, año en el que por supuesto aún no había nacido.
-Ya lo voy a llevar a dar una vuelta- Le prometí.
También se asombró por la habitación que Keiko tiene reservada para sus padres, por mi estudio y por el gimnasio de Marga. Y cuando llegamos a la terraza, a pesar de que ya había caído la noche, gracias a la profusa iluminación le pude señalar donde estaba la ciudad y la isla Gorriti.
Realmente estaba emocionado. Seguía repitiendo que todo el entorno era hermoso.
-Ustedes viven en un sitio privilegiado- Me dijo
Tras el recorrido y antes de la cena para la cual la señora Azumi y dos de sus empleadas ya estaban preparando la mesa, repartimos las habitaciones.
Marga, Keiko y yo usaríamos mi dormitorio. Ume y Shou el de Marga, Yuzu y Mei el de Keiko. Las habitaciones de huéspedes estarían ocupadas en el piso de Marga por Mitsuko y Maruta, en mi piso por Harumi y Matsuri y en el piso de Keiko, el abuelo que prefirió un ambiente espartano. Trasladamos las valijas a cada destino y nos reunimos en el comedor de Marga.
La cena estuvo abundante y rica. La señora Azumi, a quien le di carta blanca para que hiciera lo que pensara conveniente, preparó varias tartas, alguna de verduras, otras de carne roja y otras de pescado. El vino lo puse yo, de mi bodega aunque las más jóvenes prefirieron gaseosa dietéticas. El postre fue torta de chocolate y culminamos con café regado con una gota de coñac.
Me parecía mentira ver nuevamente en nuestra casa a todo el grupo de nuestras más cercanas y cercanos amigos del otro lado del mundo. Era de esperar que vendrían hermosos días compartiendo esta felicidad.
Chapter 10
Después de la cena llegó uno de los momentos que más disfruto. La sobremesa y una conversación tranquila. El abuelo estaba de pie, mirando a través del ventanal, en la esquina del living de Marga donde se puede ver la ciudad.
Trasladé dos sillones, le ofrecí uno y me senté a su lado. Dos minutos después también se acercó Mitsuko. Hubo un instante de silencio. En el comedor el resto del grupo hablaba sin descanso.
-Incluso de noche es un hermoso paisaje- Fue el primer comentario de la mayor de las Taniguchi.
-Realmente- Opinó el abuelo y luego le preguntó - ¿Usted ya estuvo aquí?-
-Si, y debo reconocer que además de la belleza del entorno es uno de los pocos lugares donde me he sentido atendida como una reina. Hace tiempo vinimos con mi hermana, Matsuri, Maruta y las chicas de Kioto-
-¡Ah, sí! Las de cabello platinado-
-Esas-
El abuelo se dirigió a mí y dijo.
-Apruebo lo que dice Mitsuko-san. Nos ha recibido usted con todos los honores-
-Es lo que debe ser. Además del aprecio que tenemos aquí por todos ustedes, no podemos menos que corresponder a la manera en que nos reciben cuando viajamos a Japón- Respondí.
Y después del cruce de elogios le expliqué al abuelo de que se trataban todas las luces que se veían desde nuestro hogar y la silueta, aun en medio de la oscuridad, de la Isla Gorriti.
-Mañana comenzaremos a pasear por los alrededores. Tengo planeadas varias opciones. La vamos a pasar lindo- Afirmé y continué -A la noche va a poder ver a los Yamura y otra gente muy interesante-
-Eso estaba por preguntar. Yamura-san es un hombre que me merece mis mayores respetos. Usted ha hecho una excelente radiografía sobre él en su último libro-
Agradecí el comentario y respondí que solamente había escrito sobre lo que veía y que el señor Yamura era un personaje interesante de por sí. Siguió luego una breve conversación tras la cual el abuelo dijo que se retiraría a dormir pues el viaje lo había agotado. Lo guié hasta su habitación y cuando regresé al comedor de Marga el resto de los viajeros ya se aprestaban para ir a descansar. Los llevé a su habitación designada.
Después de dejar a cada pareja en su nido, subí nuevamente las escaleras al tercer piso donde todavía estaban mis novias y nuestras amigas. Silvia y Esther estaban buscando sus mochilas para irse a su casa cuando las detuve.
-¿Se van?-
-Si, reina. ¿Por?- Respondió Silvia.
-Pueden quedarse a dormir si quieren-
-¿Adonde?- Preguntó Silvia.
Me acerqué a ellas y las tomé de la cintura.
-A ver, mis princesitas. ¿Ustedes pensaron que con todo el castillo lleno de gente las iba a dejar afuera?-
-Bueno…- Esbozó Silvia.
-Les tengo una sorpresa, y es una sorpresa para todas porque no les dije nada ni siquiera a Marga y Keiko. Cuando estaba organizando la distribución de las camas me di cuenta que podría ser que desearan quedarse una noche o las que quisieran, porque ustedes son nuestra familia. Así que un día fui en secreto a comprar un sofá cama y lo instalé en mi dormitorio. Por eso quería que mis niñas y yo durmiéramos en mi piso-
-¿O sea que vamos a dormir todas juntas en tu dormitorio?- Preguntó Silvia.
-Así es. Una cama matrimonial y un sofá cama también de dos plazas. Todas juntas, como debe ser-
Silvia y Esther me abrazaron y besaron de alegría. Keiko y Marga miraban asombradas y también felices. En ese momento llegó la señora Azumi para llevar a sus empleadas que habían trabajado atendiendo durante la cena. Una vez que se fueron las mujeres, mis novias, mis amigas y yo nos fuimos a mi piso.
Por supuesto que hubo sexo. Pero casi silencioso. No queríamos alterar la paz de nuestros huéspedes.
En la mañana siguiente me levanté temprano. Me puse un conjunto de jogging blanco holgado y me dirigí a la cocina de Marga, que era donde nos reuniríamos para desayunar. Detrás de mi llegaron mis novias y abocamos a preparar el desayuno. De a poco aparecieron Ume y Shou y el resto de las chicas.
Antes de eso Keiko dijo.
-Espero que a ninguna se le ocurra salir en paños menores, por los hombres, digo-
Nos reímos con Marga.
-Creo que Shou alguna vez se cruzó con una de nosotras a medio vestir- Comenté.
-Si, pero más que nada pienso en el abuelo- Afirmó Keiko.
Contra nuestro temor todas las mujeres aparecieron debidamente vestidas. El último en llegar fue el abuelo. Después de los saludos nos sentamos a la mesa a departir y alimentarnos, ya descansados del viaje, nuestros huéspedes y del sexo mis novias, nuestras amigas y yo.
Esther y Silvia partieron ni bien acabaron su café y sus facturas. Querían arreglar un poco su departamento y prepararse para la reunión de la noche. Las acompañé para abrirles la puerta del garaje.
-Sos una reina, divina total- Me dijo Esther mientras me abrazaba.
-¿Por qué?- Pregunté.
-Solo a una reina como vos no se le podía pasar por alto que pudiéramos tener las ganas de quedarnos a dormir y estar más tiempo con ustedes-
-Bueno, lo hice pensando egoístamente. Solo era para tenerlas cerca y acariciarlas-
Todavía reíamos cuando subieron al auto de Esther y partieron.
Volví al tercer piso. La mesa era un jolgorio con tantas mujeres juntas. Me dirigí a Shou y al abuelo.
-Ustedes perdonen que tengan que tolerar a este grupo de ruidosas imparables. No se preocupen, esta noche habrá más hombres con los que conversar-
Al término del desayuno Marga Keiko y yo lavamos todo. Mientras tanto les dije a nuestros huéspedes que se prepararan para salir a dar una vuelta por la ciudad. De modo que cada una fue a la habitación que ocupaba a buscar el arma más necesaria: Su celular.
Cuando todo el grupo estuvo preparado bajamos a la Planta Baja donde estaba la combi que alquilamos. Éramos en total doce personas. Yo tomé el volante y después de abrir la puerta del garaje salimos al exterior. El día estaba soleado, con una temperatura lo suficientemente agradable como para no tener frio pero, al mismo tiempo, poder caminar sin cansancio.
Chapter 11
Una vez en la calle tomé por la Rambla Claudio Williman o sea la Costanera sobre La Mansa. Luego de un largo trayecto donde nuestros amigos pudieron observar las hermosa casas y edificios a la vera del camino y por el otro lado el mar (rio) tomé la Rambla General Artigas y antes de entrar en la zona del Puerto me detuve frente a las oficinas de Calypso Charter y Excursiones para confirmar el crucero que tenía programado como ultimo evento antes de la fiesta de despedida. Tras cumplir ese trámite y una vez dentro del vehículo le informé a todas (y todos) cual había sido el motivo de la detención lo cual originó una fuerte aplauso. Luego arranqué el vehículo con la intención de detenerme en el Puerto. Y logré estacionar casi frente a la Feria de Pescados frescos ya que allí en donde se suelen concentrar los lobos marinos a pedir comida siendo un gracioso espectáculo.
Bajamos a los muelles y caminamos admirando los barcos anclados, a cual más lujoso, en tanto veíamos a los lobos jugueteando entre los pilares de los muelles. Nadie dejaba de sacar fotografías. Selfis y de cuanta cosa llamaba la atención. Por supuesto que yo tampoco me privaba de la oportunidad de inmortalizar estos días que eran consecuencia de la loca idea de Marga que finalmente apoyamos sin reservas. Nos detuvimos a comer pescado en Sea Food Ártico y luego nos sentamos a ver las piruetas de los lobos que salían hacia el mar.
Montamos la combi y seguí el camino que tenía planeado. Hacia la punta de Punta. Continuamos por la Costanera Artigas hasta llegar al punto más saliente de tierra en la Playa de los Ingleses. Paré para que saquen fotos y luego de dar una vuelta casi en U seguimos por Artigas pero ya en La Brava. Tomé por la calle Virazón hasta Puesta del Sol y me detuve frente a la casa-galería de mi marchand Adriana. Ella ya estaba avisada de nuestro paso y nos recibió con té y masas. Mostró con orgullo su negocio y contó cómo se había convertido en mi representante en lo ateniente a la pintura. Minutos después salí por la calle 2 de Febrero y luego continué por Sotileza hasta detenerme frente al Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria que me interesaba ver pues para mí también iba a ser una primera visita a esta hermosa capilla con frente de un llamativo color celeste.
Retomé la Costanera Artigas y tras otro breve recorrido paré el vehículo frente a la escultura de la mano del hombre emergiendo de la arena, un clásico de Punta (Sacarse una foto allí es el equivalente a sacarse una foto junto a los lobos marinos de la Rambla de Mar del Plata)
Nuevamente selfis y celulares disparándose como ametralladoras. Excepto Ume, Shou y el abuelo, el resto se largó a una carrera por la playa jugando y riendo todo el tiempo. Hasta Mitsuko se prendió en el jolgorio y debo confesar que yo también. Yuzu reía sin parar e incluso Mei estaba visiblemente feliz.
Cuando pude juntar a todo el ganado los subí a la combi y partimos hacia el norte. Esta vez por la Costanera Lorenzo Battle Pacheco pasando frente a los enormes edificios que terminara recientemente el señor Nogueira en los terrenos que le comprara a Marga.
Hice un par de paradas más en las entradas a Balnearios sobre La Brava siempre para que saquen fotografías y continué el largo viaje hasta la desembocadura del Maldonado. Primero pasamos frente al edificio donde viven Esther y Silvia pero no nos detuvimos. Seguí hasta un par de complejos más allá, donde la Costanera hace una gran curva. Allí está el edificio que adquirió el señor Yamura para él y su gente. Esta vez paré.
Los Yamura ya sabían también de nuestra rápida visita y nuevamente fuimos convidados con té y masas. En cuanto llegamos a la entrada del edificio salió Yamura-san a recibirnos. Los primeros que se saludaron fueron el abuelo y los Yamura con ceremoniosas reverencias.
-Los shogunes se saludan- Me dijo Mitsuko al oído.
-Ciertamente- Le contesté.
Después de la ceremonia entre los mayores pasamos a saludar los demás. Fue una gran encuentro de japoneses lejos de Japón. Se los veía felices. Lo primero que visitamos fue el departamento de los Yamura. El abuelo se mostró asombrado. Por la decoración y por el paisaje circundante.
-Hoy no hay casi nadie del personal por que andan haciendo compras y paseos por la ciudad, pero mañana tendrá ocasión de conocerlos a todos- Aclaró la señora Yamura.
-Será un placer- Respondió el abuelo.
La segunda visita fue a la fábrica, aprovechando que no había gente trabajando. Cruzamos el jardín japones donde practicamos iaido y luego Yamura-san y Keiko les mostraron las instalaciones a los visitantes. Algunos ya las conocían pero a quien yo observaba con mayor detenimiento era al abuelo que escuchaba con atención todo lo que le explicaban los Yamura, padre e hija.
Despidiéndose nuevamente con toda ceremonia, Yamura-san nos recordó que, al otro día, domingo, se haría el gran asado habitual.
-Tendremos sesión de iaido y al parecer futbol femenino- Dijo y agregó -Las chicas del club vecino andan con ganas de jugar-
-¡Excelente!- Dijimos mis novias y yo casi al unísono.
Con todo el pasaje en la combi partí nuevamente. Realicé el regreso por el interior. Por la Avenida Cuneo y luego por Aparicio Saravia, aprovechando a observar los humedales del rio Maldonado y luego pasando por el frente del Aeropuerto El Jagüel. Debo confesar que nunca había visto esta parte oculta de Punta del Este. Es casi como su contracara. Barrios casi marginales, con negocios improvisados, mucha gente caminando. El paisaje circundante es hermoso pero pasar por algunos sitios me causó cierta aprensión y me enojé conmigo misma por traer a nuestros huéspedes por zonas que yo misma no conocía, pero que a ellos parecía no importarles.
Doblé en una rotonda a la avenida Ave Aigua que luego cambia de nombre a Florida, pasando por el centro de Maldonado y más tarde tomé la Avenida España con la que logré salir a la Costanera de La Mansa a la altura de la Parada 25 o sea a pocas cuadras de nuestro edificio.
Entré la combi al garaje y todo el mundo bajó feliz por el paseo. Era conveniente ir a descansar un poco. Cada pareja se fue a su habitación a ducharse y cambiarse de ropa aunque la idea era estar cómodos, nada formal.
Mis novias y yo hicimos lo mismo. Nos duchamos juntas para no perder tiempo. Luego nos vestimos. Musculosas ajustadas y pantalones holgados, de calzado zapatillas.
Oficialmente la reunión era en el tercer piso. (La tenemos de punto a Marga). de manera que fuimos subiendo. La señora Azumi, en su doble rol de encargada de la atención y de invitada, ya estaba allí organizando todo el menú. La idea era que fuera comida que no necesitara cubiertos, por ello se cocinaron pizzas, empanadas, porciones de tartas, y variedad de saladitos. Las bebidas y lo comestible estarían dispuestos en la mesa para que cada cual se sirva. En las heladeras estaban listos los postres.
Al rato comenzaron a llegar los invitados. Primero fueron Esther y Silvia, luego Adriana, más tarde Jacobo y mi editor, siempre juntitos. También comenzaron a llegar nuestros huéspedes. El comedor y el living se fueron llenando. Tras ellos llegaron los Nogueira, los Yamura y Ricardo.
Se hicieron las presentaciones formales para que cada uno supiera quienes eran los otros y…¡comenzamos la fiesta!
Chapter 12
Ricardo subió al piso cargando a duras penas con dos pesadas cajas. Como me imaginé cuando lo vi y me acerqué a ayudarle, se trataba de los primeros cien libros editados acerca de nuestro grupo. Puse las cajas sobre la mesa del comedor diario. Tomé uno de los ejemplares y comencé a hojearlo. Sinceramente me pareció genial. Las fotos en las páginas eran a todo color a diferencia de lo que se suele hacer de costumbre que es editarlas en blanco y negro. Y allí en la portada estábamos las cinco , desafiantes, con nuestra katanas, foto que nos sacara el mismo Ricardo.
A instancia de mi amigo repartí varios libros entre los presentes y él mismo anunció que la presentación oficial se haría en Casapueblo días después. Las imágenes que me parecieron más fascinantes fueron aquellas en las que aparecíamos haciendo equilibrio en el Monte Huaschan y las que me sorprendieron, unas en las que se nos veía jugar al futbol con las chicas del club, fotos que Ricardo nos sacó sin que lo supiéramos.
Todos y todas estaban entusiasmados pasando hoja tras hoja de los libros, luego la señora Azumi y sus dos empleadas comenzaron a colocar los platos en la mesa. Marga y yo les acercamos las bebidas. Las chicas de Japón se ofrecieron a ayudar pero les dijimos que no era necesario y que siendo invitadas no debían trabajar.
Las conversaciones se hicieron amenas. El señor Nogueira estaba encantado de conocer al abuelo y al matrimonio de Ume y Shou. Se interesó por todo lo que había hecho el papá de Mei en cuanto a las escuelas en tiempos de la presidencia de Lacalle Pou y le pidió un contacto porque, aunque no estaba en condiciones de prometer nada, se le estaba despertando la idea de financiarle la apertura de otras escuelas aun si el nuevo gobierno uruguayo no lo apoyara.
-En Argentina era una entidad privada la que nos convocó pero el gobierno se negó a darnos apoyo y todo fue un fracaso- Comentó Shou.
-Quizá porque esa entidad no tenía peso suficiente y el anterior gobierno argentino era un desastre al que no le interesaba la educación, disculpe mi comentario, pero yo , y no es por agrandarme, llego lejos y alto, incluso con el nuevo gobierno uruguayo-
-Entonces podremos hacer algo interesante-
-No le que quepa la menor duda. Estaremos en contacto-
Luego Nogueira habló con el abuelo.
-Yo sé que los latinoamericanos somos bastante inconstantes y poco afectos a las costumbres. De pronto nos invaden culturas ajenas y aplaudimos. Por eso admiro su apego a la tradición-
-No crea que todo lo que brilla es oro. En Japón también hay muchos cambios, también hay influencia extrajera, pero no le voy a negar que una gran parte de la juventud todavía respeta las costumbres incluso las que parecen demasiado “occidentalizadas”. Ahí vea a esas niñas, (Dijo señalando al otro lado del comedor donde estaban Yuzu y el resto) parecen muy modernas, y lo son, pero yo las he visto con que gracia se visten con sus kimonos y van a las celebraciones. Y uno se da cuenta que no todo está perdido-
Como consecuencia de estas rondas de conversaciones se formó un grupo en un costado del gran salón donde estaban, ocupando algunos sillones, los Yamura, los Nogueira, los Ahiara y el abuelo. Me acerqué con una bandeja de saladitos para convidarles y dije.
-Ya parecen un grupo de autoayuda-
-¿Por qué?- Preguntó Ume
-Porque pueden formar el grupo “padres y madres que tienen hijas lesbianas”-
La risa fue general. Y la señora Nogueira dijo.
-Es cierto, no lo habíamos notado. Y debo decir por mi parte que estoy muy orgullosa de serlo-
-Coincido- Dijo Shou
Y tras él, el resto del grupo repitió la misma palabra. Pero el abuelo se explayó.
-Por ser el mayor, y apegado a las viejas costumbres, algo de lo que hablamos hace un rato, y a pesar de haber dirigido muchos años institutos de educación de jovencitas debo reconocer que lo del lesbianismo no era un tema que me preocupara o afectara, simplemente porque no lo registraba. Estuve ciego mucho tiempo. Era evidente que las niñas lo llevaban con mucho disimulo…-
-Lo que no evitó que atendiera el caso de mi hija con mucho tacto, lo que siempre le estaré agradecido- Interrumpió Yamura-san.
-Cierto, y ese caso fue una puerta abierta a que considerara con más respeto a las niñas, solo tratando que no se metieran en problemas, pero…algo que nunca había pensado se presentó ante mi cuando una personita, absolutamente desconocida, venida de muy lejos, me dijo un día en medio de una entrevista que me estaba haciendo ¿No cree que su nieta pueda estar teniendo un romance lésbico antes de casarse? ...o algo así, no recuerdo las palabras exactas-
-¿Se refiere a su nieta Mei?- Preguntó la señora Nogueira.
-Exacto. Y a esta audaz mujer que me interrogó sin temor- Manifestó señalándome y continuó
-Y en los días posteriores aprendí cuan fuerte puede ser el amor entre dos mujeres y cuan fuerte puede ser la voluntad de una persona para luchar por su amada, como me lo demostró aquella hermosa niña que siempre esta alegre y optimista- Dijo señalando a Yuzu que casualmente reía por alguna ocurrencia en el grupo donde estaban reunidas las mujeres.
Me puse de pie y mientras me llevaba una bandeja vacía manifesté.
-Los dejo con sus temas de conversación pero no se olviden que hoy tenemos un equipo de karaoke y hay que cantar-
-¿Tocará el órgano o la citara?- Preguntó Yamura-san
-Por supuesto. ¿Dónde voy a conseguir un público que no pueda huir cuando comience a tocar?-
Y los dejé conversando. Baje a mi piso y regresé con el órgano, luego, en otro viaje subí la citara. Cuando me vieron, todo el mundo aplaudió. Pero primero los conminé a cantar karaoke.
De pasar vergüenza con el karaoke no se salvó casi nadie. Excepto los mayores que solo aceptaron ser testigos de las aullidos que emitíamos todas. Mis novias y nuestras amigas arquitectas nos dedicamos a destrozar los temas en castellano y las chicas japonesas temas de k-pop en su idioma. Los temas de k-pop sonaron como una invitación a bailar y ninguna de nosotras se privó de ello. Hasta Ume dio algunos pasos pero a Shou le dio vergüenza seguirla.
Cuando agotamos el karaoke todos los presentes se acomodaron para escuchar mi concierto de órgano. Acomodé el instrumento sobre una mesa y me senté en un banco alto. Se hizo un silencio respetuoso de manera que pude interpretar varios temas bastante bien, pues, alguna vez lo he contado, tocar en público me cuesta un poco más que hacerlo a solas. Para terminar con el órgano improvise algunos temas que intentaban parecer música oriental, solo con las teclas negras de medio tono.
Mas tarde interpreté temas improvisados con la citara Guquin. En realidad no conozco canciones existentes y por ello es que toco lo que me sale. Igualmente fui muy aplaudida. Bueno…son todos amigos, no podía esperar otra cosa.
Por supuesto que no privé de hacerle chistes a mi editor acerca de la calidad del libro de Ricardo. No se molestó por que obviamente sabía que era una broma y que, además, la calidad de su libros es de primer orden. Pero llevando un poco más allá mi broma se dirigió a mi amigo escritor y le dijo
-¿No te interesaría cambiar de editor?-
Ricardo, al principio no entendió que era una chanza y le contestó seriamente que de ninguna manera. Entonces intervine y aclaré la situación generando una sonrisa en ambos, pero en la cara de mi editor la sonrisa se borró de golpe cuando le dije a mi amigo
-Me interesaría conectarme con tu editor-
Dado que ya era evidente que estábamos en pleno tren de bromas mi editor reaccionó rápidamente y volvió a reír.
Con el paso del tiempo los mayores se fueron a descansar. Los Yamura en su dormitorio privado y el abuelo a su habitación. Luego abandonaron la sala Ume y Shou. Al rato cuando el señor Nogueira decidió marchar a su casa llamó a su chofer que llegó en pocos minutos. Como tenía espacio en su VAN llevó a Adriana, mi marchand, a su casa y a Jacobo y mi editor los dejó en la puerta del hotel donde para éste último.
La siguiente en irse fue la señora Azumi que dejo todo impecable ayudada por dos empleadas que se fueron contentísimas cargadas de varios regalos que les hicimos por el trabajo realizado. Azumi tiene un auto Fiat Palio, muy bien cuidado y llevó a sus niñas al edificio de la comunidad de la empresa de Yamura pues los miembros de su equipo de trabajo viven en el mismo lugar.
En la sala, desparramadas por sillones, alfombras y cuanto lugar servía para sentarse o acostarse quedamos conversando animadamente mis novias, las arquitectas y las tres parejas japonesas. Era una manera inconsciente de no querer que termine tan hermosa jornada.
El cansancio nos fue ganando y, de a poco, nos fuimos a nuestras habitaciones. Como el día anterior Silvia y Esther se quedaron en casa. No hubo sexo pero terminamos durmiendo abrazadas y mezcladas. En mi cama Esther, Marga y yo y en el sofá Keiko y Silvia.
Chapter 13
En la mañana del domingo me levanté apenas el sol asomó su cara. Me vestí con ropa de gimnasia negra y me dirigí a la cocina de Marga. Me sorprendí al encontrar a Ume y Shou tomando mate, sentados a la mesa del comedor diario.
-No podíamos dormir y como Marga dijo que podíamos usar el mate nos vinimos a ver el amanecer- Se excusó Ume.
Le pasé la mano por sobre el hombro y la atraje hacia mí.
-No te preocupes. Aquí tenes que hacer cómo si estuvieras en tu casa-
Y luego de decir esto se me atravesó una pregunta.
-¿Ustedes suelen tomar mate en Japón?-
-Cuando podemos, a veces es difícil conseguir yerba. Ahora nos vamos a llevar varios paquetes-
En ese momento llegaron las arquitectas y Keiko. Atrás llegó Marga y de a poco fueron apareciendo los demás. Silvia me ayudó con el desayuno y en pocos minutos estuvo servido en la mesa grande.
La conversación giró en torno a lo que haríamos durante el día. Y cuando ya el sol estaba más alto y la temperatura era agradable comenzamos a movilizarnos. Recordando la promesa que le hiciera al abuelo le dije que yo lo llevaría en el Torino e inmediatamente se auto invitó el matrimonio Yamura.
-Me gustaría ver cómo funciona semejante maquina en sus manos- Dijo el papá de Keiko y acepté llevarlos.
Silvia y Esther partieron a su departamento pues querían buscar la ropa de futbol. Y en esta ocasión fue Marga la que se encargó de la Combi para llevar al resto de las japonesitas.
Salí por la costanera de La Mansa a poca velocidad. Junto a mi estaba sentado el abuelo y en el asiento trasero los Yamura. A todos les hice poner el cinturón de seguridad. Aunque trataba de no cometer ninguna infracción le di al auto un par de tramos cortos de fuertes aceleradas. Lo miré de reojo al abuelo. Estaba imperturbable mirando fijo hacia adelante.
Atravesé el centro de la ciudad lentamente y cuando salí a la costanera de La Brava comencé a acelerarlo en un tramo un poco más largo. El motor rugía con toda su potencia y yo lo llevaba firmemente. Después desaceleré cuando ya estábamos por llegar al “shogunato” de los Yamura. Entré al estacionamiento y cuando detuve la marcha el primero que habló fue Yamura-san.
-Creo que hoy hemos conocido otra habilidad suya. Temeraria y al mismo tiempo segura. Tiene momentos de sangre fría que nos hace entender por qué se animó allá en China en el Monte Huachan-
El abuelo también opinó.
-Este no es un auto para señoritas débiles. Es un auto para machos. Debo reconocer que usted me asombra cada día. Le agradezco el paseo. Supongo que al regreso volveremos de la misma manera-
-Téngalo por seguro- Respondí
Baje mi bolso del auto, los Yamura subieron a su departamento a arreglarse y el abuelo decidió ir a pasear por los alrededores. Dado que estaba todo el personal de la fábrica se saludaba con cada uno que aparecía por los senderos del jardín.
Tras de mí llegaron Silvia y Esther. También bajaron sus bolsos del auto y cuando estuvieron a mi lado dijeron
-¡Sos una guacha! ¿A que velocidad ibas cuando pasaste frente a nuestro edificio?-
-¡Ah! ¿Me vieron?-
-Si, volando bajo. ¿Trajiste al abuelo y a los Yamura?-
-Si-
-¿Y están vivos?-
-Si, y contentos con la experiencia-
Varios minutos después llegó Marga con la Combi y el resto de nuestros huéspedes. Les tuve que contar como había sido la experiencia de la velocidad y no lo podían creer. Estábamos por ingresar al edificio cuando llegó una de las chicas del club vecino.
-¿Jugamos?- Preguntó.
-Por supuesto. En una hora estamos allá-
-Somos seis. ¿Ustedes tienen alguien más?-
-Ya vamos a encontrar- Respondimos.
Mientras atravesaba el hall del edificio nos encontramos con todo el grupo de niñas japonesas. Las llamé y les dije
-Necesitamos una voluntaria para que juegue en nuestro equipo-
Todas dudaron. Es decir, no todas, por que Mitsuko se adelantó y manifestó
-¡Yo juego!-
Y una hora después estábamos en el campo de juego. Por suerte teníamos un equipo de ropa de más que le sentó bien a la mayor de las Tanigucchi y comenzamos a precalentar. Alrededor de la cancha ya se había llenado de público. Nuestro partidos siempre llaman la atención. En el momento en que peloteábamos pude ver que ya habían llegado mi marchand, Jacobo y mi editor y los Nogueira
Comenzamos un poco frías y no podíamos acostumbrarnos a que éramos cinco, es decir una más, en la cancha, además de Marga que siempre va al arco. Las chicas del club dominaron la primer parte del primer tiempo lo que les alcanzó para hacernos dos goles. Ya estaba decepcionándome del partido cuando Mitsuko se me acercó y me dijo.
-Vamos a hacer un trío en el ataque, vos, yo y Silvia, las demás esperaran en la mitad del campo para repeler cualquier contragolpe. Nos la pasamos entre nosotras tantas veces podamos para marearlas, ellas son de correr y patear, vamos a hacer un poco de slalon. Ya les dije a las otras-
Un minuto después Esther sacó un disparo del fondo de nuestra defensa que cayó en mis pies. En lugar de correr como poseída hacia el arco contrario se la pasé a Mitsuko, Mitsuko a Silvia, Silvia a mí, y así un par de pases más. Cuando las rivales no sabían a quién marcar le quedó la pelota a la japonesa y disparó tan fuerte al arco que casi mete a la arquera dentro.
Dos jugadas después hicimos lo mismo y llegó otro gol, esta vez fue Silvia la que tuvo la oportunidad. En el descanso nuestras rivales estaba desorientadas y en cambio nosotras pensamos una estrategia aún más complicada. Seguiríamos con los pases pero rotaríamos en el ataque. La táctica dio sus frutos. Finalizamos el partido ganado cinco a dos. Fue una fiesta nuestro abrazo colectivo en el centro de la cancha. Las chicas del club se acercaron a saludarnos y felicitarnos.
-Esa táctica la tenemos que practicar- Me dijo la capitana que al saludarme no se privó como de costumbre de acariciarme los glúteos.
Nuestros invitados y la gente de la fábrica nos vitorearon. Yuzu, Mei, Harumi, Maruta, Matsuri, Ume, Shou y el abuelo no paraban de felicitarnos y al costado de la cancha el resto de nuestros amigos nos aplaudían sin parar.
Fuimos a ducharnos y a cambiarnos para la segunda actividad del día antes del asado. La sesión de iaido. Yamura-san fue a buscar sus katanas y nosotras regresamos al jardín donde ya esperaban aquellos que deseaban ver la demostración, aunque algunos ya la habían visto varias veces.
Es evidente que nos estamos perfeccionando pues ninguna de nosotras cometimos errores gruesos. Yamura-san se puso al frente y Keiko, Marga, Silvia, Esther y yo a sus lados pero un poco más atrás. Realizamos los doce “katas” y culminamos en medio de un gran aplauso. A pesar de habernos visto anteriormente el abuelo se manifestó asombrado y dichoso por ver como en Occidente, un grupo de jóvenes desarrollábamos con respeto y maestría una actividad de otra cultura muy lejana.
Al finalizar la demostración llegó hasta el grupo de espectadores un joven de la cocina que avisaba que las carnes ya estaban a punto. De manera que nos encaminamos al salón del último piso a degustar el asado. Lo que fue otra gran sorpresa para el abuelo quien casi intenta cortar la carne como los gauchos, sosteniéndola de una punta con los dientes pero luego no se animó.
-Esto es más peligrosos que blandir una katana- Dijo pero igualmente disfrutó del asado y más aun de las achuras y los chorizos.
Mis novias, mis amigas y todo el grupo llegado de Japón anduvieron de mesa en mesa conversando con los empleados de Yamura. También se acercaron algunas de las chicas del equipo de fútbol vecino que siempre son bienvenidas. Todas ellas me preguntaron por Mitsuko, no solo por su habilidades deportivas sino también por su belleza.
-Lástima que vive en Japón, yo la tendría en mi equipo- Dijo la capitana.
Y así pasó el tiempo. El asado se fue terminado y comenzaron varias demostraciones de talento por parte de hijos de los empleados que bailaron, tocaron instrumentos y recitaron. La señora Yamura nos deleitó con una hermosa canción tradicional japonesa que le arrancó lagrimas al abuelo.
Tras el espectáculo se sirvió una merienda con café y medialunas y estaba casi cayendo el sol cuando los que estábamos de visita decidimos marchar. Los Nogueira se retiraron a su casa de Punta del Este, Silvia y Esther decidieron pasar la noche en su departamento.
En tanto Marga cargó con nuestro huéspedes, yo, tal como le prometí, lleve al abuelo pero aproveché el viaje y llevé a mi marchand Adriana a su casa y a Jacobo y mi editor al hotel.
En esta ocasión fui manejando tranquila y sin acelerar pues ya estaba oscuro. Tras dejar a los tortolitos en el Conrad, solo quedamos el abuelo y yo en el auto.
-Debo reconocer que usted es una mujer muy femenina, muy sexy y eso parece contradecirse con su aplomo y su habilidad para enfrentarse a situaciones de riesgo-
-Bueno, creo que todo el grupo es así, “mis chicas” son muy femeninas y dulces y también audaces. Y Yuzu y todo el grupo que vino con usted también-
-¿Por eso aman mujeres y no hombres?-
-Quizá, la homosexualidad es algo inexplicables, pero con lo que se nace. El hecho es que ninguna de nosotras ni las chicas japonesas somos esas “marimacho” que andamos por la vida haciéndonos los varones brutos-
-Entiendo. ¿Pero nunca pensó en haber querido nacer varón?-
-Nunca. Y menos en estas épocas en que los varones son menospreciados por esas feministas neo fascistas que como todas las mujeres se aprovechan de los hombres y luego los detestan hasta hacer falsas denuncias y cosas así. Jamás me hubiera sometido a algo como eso. Probablemente sería una MGTOW-
-Comprendo-
-¿Sabe cuál es la palabra clave de toda esta situación?- Le pregunté
-No-
-Libertad, solo libertad para ser feliz en la vida, no solo en la cama, con quien queramos-
Chapter 14
Debido a la manera exagerada en que estuvimos comiendo todo el día se decidió que la cena sería solo una buena taza de té o café caliente y alguna masita liviana. Éramos menos personas que en los días anteriores. Solo mis novias y la “delegación” japonesa.
El abuelo se manifestó muy feliz de haber visto con sus propios ojos lo que yo había explicado en mi libro sobre Yamura-san. Realmente estaba asombrado de la alegría de sus empleados que tenían su día festivo acompañados por los padres de Keiko y por ella misma.
-No solo veo el gran respeto que le tienen a tu padre sino también a ti. Esa gente los adora- Le dijo a mi novia japonesita.
-Tratamos de que se sientan como una familia- Respondió Keiko.
-Fue una buena metáfora eso de cruzar el Mar Rojo- Afirmó el abuelo
-Si, pero aquí no se abrieron las aguas, hubo que venir en barco- Respondió Marga que estaba atenta a la conversación.
Matsuri y Harumi conversaban sentadas en uno de los sillones individuales, por lo que la de color rosa estaba casi sentada en las piernas de la menor de las Taniguchi. Mitsuko departía con Ume y Shou mientras Maruta los miraba como embobada. Marga, Keiko, el abuelo y yo, nos acomodamos en un juego de sillones triples mirando por la ventana hacia la oscuridad.
Me levanté, fui a mi bodega y regresé con un wiski. Les ofrecí a todos pero solo Marga, Keiko y el abuelo aceptaron. Servi en sus vasos y también en uno para mí.
Después de eso comenzó la diáspora a los dormitorios. En un momento en que nos quedamos solos, el abuelo insistió con la conversación que habíamos mantenido en el auto.
-Sé que la homosexualidad viene con uno y eso no se evita pero…si puede hacer una descripción analítica de ese sentimiento ¿Por qué una mujer en lugar de un hombre?-
-Sencillo, amo la suavidad de la piel de una mujer, amo sus labios, sus besos, su roce, su dulzura y su entrega, puedo ser la dominante o la sumisa y todo está bien. Pero con una persona de otro sexo hay que cumplir los roles impuestos y el acto sexual se convierte en un montón de clichés repetitivos, aburridos…y además los hombres no saben hacer el amor-
-Ja, ja. Me esperaba esa respuesta sarcástica-
-Pero le aclaro algo, cuando digo que amo a la mujer tiene que ser una mujer muy especial, no solo lesbiana sino también libre de prejuicios y preconceptos e inteligente. No tolero a las mujeres comunes que solo quieren alguien de quien vivir o a quien martirizar, como sucede con el noventa por ciento de ellas-
-Apruebo- Respondió el abuelo.
Y nos fuimos a dormir. Mis novias y yo terminamos compartiendo mi cama, haciéndonos “cucharita”. La noche estaba ideal para descansar.
En la mañana siguiente desayunamos temprano. Mis novias debían volver a su rutina laboral y yo me tenía que hacer cargo del contingente japonés. Para este día organicé una visita a Montevideo por lo que era necesario cambiar de vehículo. En esta ocasión ya tenía programado un vuelo en taxi aéreo y luego alquilada una combi en la capital para recorrer la ciudad.
Mitsuko y yo fuimos las primeras en la cocina y por ello comenzamos a preparar el desayuno y luego se agregó Harumi encantada de poder ayudar. En los minutos siguientes fueron apareciendo los demás. Mientras tomábamos el café con croissants y galletas con dulce de leche, les fui informado de los detalles del paseo programado.
En cuanto Keiko y Marga se marcharon invité a todo el grupo a bajar al garaje y acomodarse en la combi. Los lleve hasta el aeropuerto del Carmen y allí abordamos el avión.
En pocos minutos estábamos en la Capital de Uruguay. En la salida del aeropuerto nos esperaba la combi con una chofer mujer lo que me gustó. Era bastante bonita y para más datos me reconoció enseguida diciéndome que me admiraba.
El recorrido comenzó en la Ciudad Vieja, luego por las Ramblas Presidente Wilson, el Estadio Centenario, la plaza Independencia con la estatua y Mausoleo de Artigas y ese hermoso edificio con cupulas muy parecido al Pasaje Barolo de Buenos Aires y la Puerta de la Ciudadela, el Palacio Salvo, El Mercado Agrícola, el Teatro Solís, la Feria Tristán Narvaja, el Mercado Ferrando y la Plaza Fabbini.
En medio de ese recorrido nos detuvimos para almorzar en el mercado del Puerto donde me esperaba una sorpresa mayúscula. Elegimos uno de los tantos restaurantes y fuimos entrando de a uno o dos. Yo fui la última en ingresar y cuando estaba por sentarme vi una mano que se levantaba para saludar. Al principio no creí que era para mí pero en cuanto pude reconocer a quien saludaba casi caigo de espaldas, era el mismísimo ex presidente Lacalle Pou.
Se lo comenté a mis compañeros de paseo y de pronto puede observar que el presidente se levantaba de su asiento y se acercaba a saludar. Se paró a mi lado y dijo.
-Dichosos los ojos que la ven por estos sitios- Y tomando con delicadeza mi mano me besó el dorso
Luego saludó a todos uno por uno. Estrechó fuertemente la mano del abuelo y también se detuvo a intercambiar unas palabra con Ume y Shou, al mismo tiempo que manifestó recordar a Mei y Yuzu.
-Conocí a toda esta hermosa gente cuando abrimos los colegios según sus normas de estudio y créame…usted es el patriarca de una familia excepcional- Le dijo al abuelo que ni se esperaba recibir un elogio así y mucho menos de un ex presidente latinoamericano-
Luego, antes de despedirse y volver a su mesa que compartía con otros señores se dirigió a mí.
-Creo que Yamandu tiene la intención de seguir con el plan de las escuelas. Espero que sea así-
Volvió a besarme el dorso de la mano y se marchó.
Todo el grupo se quedó mudo. hasta que Mitsuko dijo.
-¡Wow! ¡Que hermoso hombre!-
Y todos reímos.
La mención sobre las escuelas por parte de Lacalle Pou me dio la idea de visitar la que inauguramos en la ciudad. Todos se entusiasmaron con mi propuesta y pasamos a ver. Caimos de improviso pero fuimos muy bien recibidos. La directora y algunas maestras que estaban libres de sus horas de catedra nos atendieron con mucha amabilidad. Y el abuelo puedo comprobar, por primera vez in situ, que su hijo tenía muy buenas ideas. Recorrimos los salones en donde algunos alumnos, los más grandecitos, reconocieron a Shou y lo saludaron con mucho entusiasmo. La directora quiso improvisar un acto de reconocimiento pero el papa de Mei le dijo que era mejor dejar a los alumnos en su clase sin que pierdan tiempo de trabajo, que ver cómo funcionaba la escuela ya era un gran premio para él.
Regresamos vía aérea y luego combi hasta el edificio. Descansamos un par de horas y ya cambiadas y cambiados de ropa nos dirigimos a Kitty´s.
En nuestro restaurante favorito no pedimos que lo cerraran para nosotros por lo que había bastante gente. De todas maneras el dueño nos reservó un salón privado. Recordemos que éramos veintitrés personas y no era muy fácil acomodarnos pero lo lograron ubicándonos en una larga mesa con once de cada lado y el abuelo en la cabecera.
Por supuesto que semejante grupo no pasó desapercibido, siendo , además, mis novias y yo las viejas conocidas de los habitués. Fue una hermosa cena, atractivas conversaciones y el pleno goce del tiempo transcurrido. El abuelo y las chicas japonesas estaban fascinados y se sentían dichosos de poder compartir ese momento.
-Cuando Yuzu me dijo lo de hacer un viaje aquí, confieso que me sentí abrumada pensando en las horas de vuelo y al mismo tiempo me sentía feliz de poder volver a ver a este grupo maravilloso y conocer a sus nuevas amistades. Hoy me siento plena y contenta de haber hecho este viaje- Me dijo Ume mientras me tomaba la mano con esa delicadeza que le he visto cuando acaricia a su Yuzu y a Mei.
Me sentí feliz por ello
Chapter 15
Amaneció el martes. En esta ocasión hicimos el desayuno con Ume. Mientras me ayudaba estando las dos solas le pregunté.
-¿Yuzu tiene alguna noción de que le vamos a festejar el cumpleaños el viernes?-
-Me parece que no. Ella es bastante especial en eso y si bien esa así de extemporánea y alegre, no sueña con ser el centro de atención.
Y no hablamos más porque la primera que apareció fue el solcito aun refregándose los ojitos tratando de despertarse y tras ella se asomó la dulce Mei.
Nuevo desayuno y nueva explicación de planes. Esta vez también en avión pero más allá de la Capital. El destino era la hermosa Colonia del Sacramento
Mis novias a sus trabajos y yo con todo el grupo, combi y avión. Una hora después aterrizábamos en el Aeropuerto de Laguna de los Patos. Otra combi alquilada y a recorrer la ciudad, pequeña pero pintoresca, sobre todo en su casco viejo. Ciudad que los Ahiara conocían, excepto el abuelo.
En el avión iba sentada en el asiento del copiloto cuando el piloto me preguntó
-¿Supo lo de esta chica Itzcovich?-
-No, ¿Qué?-
-Falleció. Y lo peor es que se sospecha que fue suicidio-
Me quedé muda del espanto. Matilde Itzcovich probablemente no sea conocida en Sudacalandia pero en Uruguay era un idola absoluta, campeona de Karting en torneos locales e internacionales. Una gran promesa. ¡Y solo tenía 16 años! Era una de esas mujeres que yo admiro, de las que saben luchar en un mundo de hombres sin las falsedades del feminismo. No lo podía creer. Y no puedo dejar de mencionarlo. Esta mención es mi homenaje.
Cuando llegamos a Colonia traté de pensar en otra cosa. Mis huéspedes se extrañaron que me mantuve en silencio todo el viaje. Pero, ni bien aterrizamos recuperé el ánimo.
El paseo por Colonia incluyó la Plaza de Toros, el casco histórico, el acuario, el faro, la rambla, el fuerte El Bastión de San Miguel, el Museo Casa del Virrey y las ruinas del Convento de San Francisco. Y el almuerzo fue en el restaurante del Club Náutico. Culminamos en la Basílica del Santísimo Sacramento.
Colonia ejerce sobre mí una calma reparadora. El sitio es tranquilo, como trasladado a años atrás. Las calles empedradas, las viejas casonas y la enorme cantidad de árboles brindan un marco de un sitio digno de ser vivido.
Aquí, en esta hermosa ciudad colonial también visitamos la escuela que inauguró Shou y la recepción aunque los tomamos de sorpresa fue tan cálida y emotiva como la de Montevideo, llevándose el papá de Mei un buen recuerdo y el abuelo otra satisfacción.
Regresamos por la tarde. Nuevamente un tiempo de descanso y esta vez, me llevé a todos en la combi a la casa de Nogueira. La fastuosa mansión en donde conocimos Keiko y yo al magnate de la construcción.
Marga ya había ido directamente de su trabajo y las arquitectas también. Yo pasé a buscar a Adriana y a la parejita feliz de Jacobo y mi editor. Keiko también llegó desde la empresa llevando a sus padres y a la señora Azumi. Ricardo llegó por su cuenta. Todos pasamos por el control de los guardaespaldas de Nogueira que nos atendieron muy amablemente. Estacionamos en la rotonda al frente de la casa y un portero nos fue anunciando como si estuviéramos en una reunión de palacio.
Las japonesas, Shou y el abuelo se quedaron pasmados de semejante recibimiento pero, a pesar de tanta pompa era evidente que el padre de Esther no se tomaba el asunto seriamente sino que lo hacía como una burla a los de su clase social.
Pasamos primeramente a un gran salón en donde nos ofrecieron aperitivos y entradas que estaban dispuestas en una mesa. Conversamos un poco entre todos y luego, ante el aviso de un sirviente pasamos al comedor. En el momento en que entrabamos en este segundo salón el señor Nogueira me miró y me guiño un ojo. Luego se aceró y me dijo en sorna
-Espero que se hayan sentido honrados con semejante recepción-
-Mejor que en Buckingham- Contesté sonriendo.
Toda la pompa del ingreso a la casa se perdió luego. Tras la opípara cena se produjo el desbande. Pusieron música y bailamos hasta mas no poder. A pedido de la señora Nogueira hicimos Keiko, Marga y yo unas figuras de k-pop. Hasta el abuelo participó dando un par de pasos de baile y el padre de Esther y Yamura-san danzaron con sus esposas.
Mas tarde, el dueño de casa nos ofreció una pequeña visita guiada para mostrarnos algunas de sus obras de arte, cuadros y esculturas, que supo comprar para su colección.
-Pensar que yo intentaba vivir en la formalidad de mi nivel social y lo único que lograba era aburrirme como una ostra- Me dijo Nogueira.
-Y, no todo se puede en la vida…- Respondí con tono de sarcasmo.
-Nada más cierto. El dinero no hace la felicidad-
-Si, y sobre todo si no lo tiene- Volví a retrucar.
El señor Nogueira rio con ganas.
Reunidos todos los invitados en el gran salón de recepción seguimos con las conversaciones. Todas las chicas japonesas conversaban animadamente con Esther y Silvia. Marga y Keiko lo hacían con el Abuelo y los Aihara grandes, o sea Ume y Shou. Ricardo, Jacobo, Adriana, la señora Azumi y mi editor también formaron su grupito. Los Nogueira y los Yamura también dialogaban y sospecho que estaban haciendo negocios.
Yo los observaba pensando como diablos se había amalgamado esa heterogeneidad de caracteres y actividades tan diferentes. Estaba en ese pensamiento cuando se me acercó la dulce Harumi.
-Todavía se sigue hablando en Japón de la exhibición de senos que tuvimos por Zoom-
-Ja, sí. Fue divertido-
-Divertido e inesperado. Mi hermana tuvo la idea lo que ya me parecía una locura, pero lo que pasó después fue asombroso-
-Y ahora, pasado el tiempo, ¿que pensas?-
-Confieso que me rio sola cuando me acuerdo-
Y después de unos segundos en los que evidentemente estuvo pensando lo que me iba a decir, preguntó.
-¿Ustedes tienen sexo entre todas?-
-Si, ese es nuestro convenio. Todas con todas, sin celos ni historias-
Y para mi sorpresa la hermosa Harumi a quien consideraba recatada manifestó.
-Que lindo debe ser-
-¿Y por qué no lo propones?-
-Ja, ni loca. Pero un día de estos supongo que mi hermana nos va a arrastrar a una orgia-
La reunión fue perdiendo volumen. El cansancio nos fue ganando y comenzó el reparto de gente por sus lugares de reposo. Finalmente todos los invitados de Japón y nosotras tres regresamos a casa. Una copita de coñac y a la cama.
Chapter 16
Desayuno como de costumbre. Todo la improvisada comunidad alrededor de la mesa del comedor de Marga tomando café o té con medialunas, bizcochos y tostadas con manteca, dulce de leche o mermelada. Como se ve, no nos privamos de nada.
Mis novias se fueron a sus trabajos y yo cargué a toda la tribu japonesa en la combi. Partí por la Costanera de La Mansa para, luego de cruzar la ciudad, tomar la Costanera de La Brava, pasar por frente a la casa de las arquitectas y del complejo de viviendas y fábrica de Yamura-san, doblar en la boca del Maldonado, cruzar los puentes sobre el rio y entrar en la Ruta 10.
El viaje nos demandó uso cuarenta minutos y cuando tuve el mar a nuestra derecha y la Laguna José Ignacio a nuestra izquierda supe que ya estaba llegando.
A decir verdad, aparte del mar y el faro no hay mucho que ver en el pueblo, conformado por casas de diversos tamaño, algunas mansiones, y estilo moderno y muchos terrenos baldíos cubiertos de vegetación. La idea era pasar un día de relax, aprovechar que la temperatura estaba agradable y retozar un poco en la playa.
En la rotonda de entrada doblé por la calle Enrique Sáenz Martínez y volviendo a doblar en Las Calandrias, salimos junto al faro. Paré el vehículo, bajamos a tomar fotos y recorrer la playa a pie. Luego estuvimos paseando por el pueblo y volvimos a buscar la combi.
Aceptando mi idea nos instalamos en el Parador La Huella. En realidad ya había hablado con los dueños del lugar y nos estaban esperando. Comimos como salvajes una hermosa parrillada con chorizos y achuras. El abuelo, a pesar de que recién era la segunda vez que lo hacía disfrutó de comer carne que todavía sangraba. Su hijo, su nuera y sus nietas, además del resto de las chicas la saboreaban con delite, como lo había hecho en los viajes anteriores. Estaban tan entusiasmados que se podían haber acabado una vaca.
El parador está prácticamente en la misma playa que, al igual que en Punta del Este la llaman La Brava por ser la más expuesta al oleaje y el viento. Hicimos una larga sobremesa mientras conversábamos de varios temas. Hasta los dueños del lugar se animaron a colarse en las conversaciones asombrados de la gran cantidad de viajeros de tierras lejanas en una época que no es la temporada alta de turismo. Y, por supuesto, no se privaron de algunas selfis.
Para bajar la comida hicimos otra caminata. Por momentos andábamos por calles sin asfaltar, abiertas entre pequeños bosques y de vez en cuando aparecía una mansión de hormigón con grandes balcones y ventanales rodeada de un hermoso jardín, perfectamente conservado.
Volvimos a la combi y emprendimos el regreso. Teníamos que hacer un descanso para lo que estaba planeado en la noche. Llegamos al edificio y cada uno se fue a su madriguera a reposar, bañarse y cambiarse de ropa. Esta vez nos esperaban las arquitectas que iban a debutar como anfitrionas.
Al igual que el día anterior yo pasé a buscar a los que andaban dispersos, además de nuestros huéspedes. Las chicas japonesas estaban muy entusiasmadas por conocer el nidito de amor de Esther y Silvia. En pocos minutos estaba deteniendo la combi frente al edificio.
Las arquitectas para ofrecer mayor comida habían pedido prestado el departamento al lado del suyo que estaba desocupado por el momento pues sus compradores habían viajado a Europa. Ya de por si el de ellas es de buen tamaño y con este agregado que se llenó con sillas y mesas, de lo que se ocupó la señora Azumi, tuvimos un buen espacio para bailar y divertirnos.
El menú también fue preparado por nuestra Ama de llaves general ya que Silvia y Esther no tenían tiempo. A todos nuestros huéspedes le gustó el departamento y su decoración minimalista.
-¿Si forman las cinco una comunidad, porque no viven todas juntas?- Me preguntó Mei inesperadamente.
Le tuve que contar como se había formado el grupo en dos tiempos definidos. Que mis novias y yo ya vivíamos en el edificio cuando hicieron su aparición las arquitectas.
-Deberíamos buscar un edificio de cinco pisos- Concluí riendo.
Esther y Silvia también contaron de manera graciosa como yo había participado del diseño del edificio lo que generó no pocas risas.
La señora Azumi corría de aquí para allá ayudada por sus dos empleadas pero también por mis novias y yo pues decidimos que las anfitrionas no debían trabajar en lo absoluto. También tuvimos que frenar a la señora Azumi.
-¿Están lista para mañana?- Preguntó Ricardo anticipando la presentación del libro al día siguiente.
-Siempre estamos listas- Respondió Esther.
-Genial, porque les tengo una sorpresa-
-¿Una sorpresa? ¿Cuál?- Preguntó Marga.
-Sonaste, nunca vas a aprender que una mujer, y sobre todo a varias juntas, no le podes decir que tenes una sorpresa. Te van a volver loco hasta mañana- Dije yo.
Ciertamente insistieron un poco pero Ricardo no se dejó amedrentar y salió airoso sin revelar detalle alguno.
En un momento de la noche el señor Nogueira, para asombro de todos y de sus propios hijos se mostró como un excelente bailarín de tango, lo que pudo demostrar con su esposa pues ninguna de las mujeres presentes teníamos ni la más mínima idea de cómo mover los pies. De todas maneras el abuelo, Ume y Shou disfrutaron de escuchar tangos ya, que como es sabido, en Japón es bastante popular.
También hicimos bastante karaoke con nuestras desafinadas voces, pero resultó divertido. Y hubo baile. Cada uno hizo los pasos que se le ocurrían o que podían hacer. De pronto recordé la coreografía de Jerusalema y entre Keiko, Marga y yo comenzamos a hacerla. No pasó mucho tiempo para que se incorporaran Esther y Silvia y tras de ellas todos los más jóvenes, Mitsuko, Harumi, Maruta, Marsuri, Yuzu, Mei, Jacobo, mi editor y Ricardo.
Al principio parecía todo un desconcierto pero luego fuimos mejorando y logramos hacer algo más decoroso.
Quedamos extenuados. Nos arrojamos en cuanto sillón hubo disponible. La caminata del día y el jolgorio de la noche requerían varias horas de sueño. Y era hora de regresar cada ave a su nido.
Como de costumbre repartí a Jacobo y mi editor, a Adriana mi marchand, a Ricardo y llevé a la delegación japonesa al edificio. Keiko llevó a sus padres y regresó a nuestra casa, la señora Azumi se llevó sus dos empleadas que también quedaron agotadas, pero por trabajar. Las arquitectas les regalaron una gran cantidad de comida. Nogueira y esposa se marcharon en su SUV con chofer.
Una hora después los y las japonesas estaban en casa, al igual que Keiko y Marga. Hicimos un poco de café. Ume, Shou y el abuelo se fueron a dormir. Las demás nos quedamos conversando un rato.
De pronto Mitsuko dijo.
-Tendríamos que hacer una sesión quitándonos los corpiños pero en vivo-
La miré.
-¿Y qué hacemos con el abuelo y los Aihara grandes?-
-Tenes razón…pero convengamos una cosa. En la primera oportunidad que estemos reunidas todas nosotras, ya sea en Japón o aquí, volvamos a hacerlo.
Chapter 17
Creo que la propuesta de Mitsuko dejó pensando a más de una. Por un lado unas imaginaron una orgia y en un lado opuesto otras se espantaron con la idea. Pero todo quedó en el aire. Era hora de ir a dormir y nos esperaba otra jornada con mucha actividad.
Al otro día, jueves, preparé junto a Harumi el desayuno y luego continuamos con la rutina. Mis novias a trabajar y yo cargué a la “delegación” japonesa en la combi. El que estaba cada vez más contento con estos paseos era el abuelo. Creo, que aunque no lo exteriorizaba abiertamente, lo disfrutaba tanto o más que las mujeres del grupo.
Salimos cuando aún era bastante temprano. Tomé la Ruta 9 luego de cruzar el centro de Maldonado, continuamos, atravesando la campiña uruguaya y al llegar a Rocha doblé hacia la derecha por la Ruta 15. Una vez en el pueblo salimos a la costa para observar el faro y la Isla Tuna. Luego recorrimos el Puerto y el Museo, instalado en lo que fuera una estación de ferrocarril.
También pasamos por el Centro Cultural y esta vez para sorpresa nuestra llegó una persona a notificarnos que sabían que estábamos en el pueblo y nos invitaban a recorrer la escuela que inaugurara Shou ubicada a pocos pasos de donde nos encontrábamos.
-¿Como supieron que estábamos aquí´?- Le pregunté a la persona que resultó ser un ordenanza del colegio.
-Los vieron en el puerto. Una maestra reconoció enseguida al señor Shou Aihara y a usted. Además, ya teníamos noticias de que habían estado en Montevideo y Colonia- Me respondió.
El hecho fue que caminamos hasta la escuela, donde, a diferencia de las visitas en las anteriores, aquí tenían a todos los alumnos esperándonos en el jardín. Cuando entró Shou hubo un fuerte aplauso y como enseguida reconocieron a Yuzu y Mei por su charla sobre educación y disciplina también las aplaudieron.
El abuelo, a mi lado, dijo.
-Vaya, estoy creyendo sinceramente que mi hijo me ha superado ampliamente-
-Cada uno en lo suyo, cada uno en lo suyo…- Le contesté.
Hubo un acto donde un alumno recitó un poema, otros cantaron una canción japonesa y otro grupo hizo una demostración de danzas autóctonas de Uruguay. La directora dio un discurso de bienvenida e invitó a Shou a decir unas palabras.
-Realmente, no esperaba esta demostración. Estoy aquí junto a mis hijas, mi esposa y mi padre, que fue quien me enseñó a amar la profesión de educador, sólo haciendo un paseo de vacaciones invitados por esta excepcional amiga, la escritora Alexia Montes. No vengo como un inspector de control, cierto es que me ganó la curiosidad de ver cómo anda todo y si, ya que estábamos, hay algo que se pueda mejorar-
La directora le agradeció las palabras. Afirmó que todo estaba funcionado muy bien. Que los alumnos habían mejorado mucho y que sabían que en todas las escuelas inauguradas por Shou el nivel académico era muy bueno.
-Me alegro. Es bueno saber que uno ha aportado algo positivo a este mundo-
Nos invitaron a un lunch improvisado donde los alumnos y sus maestras también congeniaron con el resto del grupo.
Tras ese momento tan emotivo fuimos a almorzar al mismo restaurante llamado El Arrecife, donde habíamos estado antes, en alguna de nuestras visitas a La Paloma.
Regresamos a media tarde. Esta vez lo hice por la costa para acortar camino. Había que volver con tiempo para el descanso porque la noche iba a ser muy movida.
Esther, Silvia, Marga y Keiko con sus padres, ya estaban en casa. Habíamos quedado en reunirnos en el edificio. El resto de las personas iría por cuenta propia a Casapueblo.
Luego de un momento de relax con mate incluido y una ducha reparadora, todos y todas estuvimos listos para acudir a la presentación del libro sobre nosotras. Era una sensación extraña esa de participar de una presentación literaria donde no soy la autora pero si la protagonista, o una de ellas.
Apenas llegamos encontramos a Ricardo que estaba organizando el evento, yendo de aquí para allá. Como siempre lo hago me ofrecí a ayudarle pero me lo prohibió.
-Tú y tus amigas son las homenajeadas en este acto. No quiero que trabajen-
Y le hice caso.
A la hora indicada estábamos sentadas en el escenario del salón de eventos del hotel. El público que se había dado cita era muy numeroso. Obviamente se debía a la fama de escritor de Ricardo y que sus seguidores estuvieran ansiosos de saber que era este nuevo tema que trataba lejos de las atrapantes novelas de aventuras que caracterizan la obra de mi amigo.
En un momento le pregunté.
-¿Tu editor no vino?-
-No, porque te odia- Me contestó sonriendo.
-Peor para él-
Como dije, en el escenario estaba Ricardo sentado en el centro de la larga mesa y de un lado y del otro nos ubicamos mis novias, mis amigas y yo. Después de un silencio expectante mi amigo comenzó la disertación.
-Señoras, señores. Tal vez a algunos les asombre que en esta ocasión presente un libro que no es de mi estilo acostumbrado y que además lo presente aquí en Uruguay y no en Buenos Aires, pero hay dos motivos suficientes por los que quise hacerlo, uno, la gran amistad que me une con mi colega Alexia Montes y de conocer, a través de ella a este grupo increíble de mujeres…-
En ese momento se prendió la pantalla gigante que estaba ubicada detrás de nosotras y la primera imagen fue la de la tapa del libro donde estamos las cinco con nuestras katanas.
-…el segundo motivo es porque es aquí, entre ustedes, que viven ellas. Una escritora, artista plástica, música autodidacta, una empresaria inmobiliaria exitosa, una empresaria de la computación, también exitosa y dos arquitectas de las cuales varias obras importantes ya se pueden ver en esta zona. Juegan al futbol, practican iaido, el arte de desenvainar y envainar las katanas, hacen buceo en estas aguas uruguayas, bailan la coreografía de Jerusalema, tres de ellas han hecho equilibrio a mil metros de altura sobre una pasarela de 30 centímetros de ancho en el Monte Huachan en China…-
Mientras sucedía el relato de Ricardo las imágenes que lo acompañaban se iban sucediendo. Un murmullo recorrió la sala cuando se nos vió a Marga y a mi filmadas por Keiko que luego gira la cámara para tomarse ella mientras hacíamos equilibrio en la pasarela china.
-…y, como si todo esto fuera poco, aunque en principio la galardonada iba a ser solo Alexia Montes, finalmente, las cinco recibieron una medalla de reconocimiento por parte de la Primera Ministra Georgia Meloni y también un regalo a Alexia de parte del Primer Ministro Japones por su último libro sobre el señor Yamura, padre de Keiko. Son luchadoras, por eso las fotografié desafiantes con sus katanas, que además manejan muy bien, para la portada del libro. Este es mi homenaje para ellas. Todas, y sobre todo Alexia por ser una personalidad reporteada a menudo por el periodismo han dejado bien en claro su oposición al feminismo fanático y su firme convicción de que hombre y mujer deben ir a la par. Alexia Montes, a pesar de muchos opinadores populistas es quien ha tratado con ahínco de defender verdaderamente los derechos de mujeres y las minorías sin caer en demagogia política…-
Aquí fue interrumpido por un aplauso que parecía no terminar más.
Cuando el aplauso mermó Ricardo tuvo oportunidad de seguir con su elogioso discurso y al terminar nos invitó a nosotras a decir algunas palabras. En lugar de “vender” el libro ya habíamos decidido con antelación que cada una contaría lo que más quisiera de nuestra relación.
Keiko fue la primera y mencionó que una de las cosas que le habían impactado fue poder conocer al Primer Ministro de Japón pues como sus padres habían emigrado a Argentina (Dijo Argentina, no Sudacalandia) creyó que nunca volvería a su país y ese regreso fue posible gracias a Alexia Montes (o sea yo)
Marga contó la experiencia del Monte Huachan. Luego de hacer alarde de como valientemente nos animamos a semejante aventura confesó que no lo haría nunca más.
Esther contó sobre el miedo que le dio saber que iba a conocerme a mí, porque su madre es una fanática de mis libros y me imaginaba algo así como un ser superior dando catedra de vida, lo que provocó algunas sonrisas.
Silvia se despachó con la anécdota de cómo nos conocimos ella y yo, años atrás, en la Facultad de Arquitectura y como la perseguía y ella, todavía inconsciente de su lesbianismo, se escapaba, aunque confesando que, de alguna manera, le atraía.
Y yo dije.
-Hemos tenido, juntas, varias experiencias fascinantes, pero, y estoy segura que hablo por todas, la que más nos emocionó fue cuando recibimos las condecoraciones de parte de la Primera Ministra Georgia Meloni, sobre todo cuando, para sorpresa nuestra, las condecoraciones fueron para todas-
Un nuevo aplauso. Nos pusimos de pie y saludamos con una reverencia que también teníamos estudiada. Mientras Ricardo anunciaba que en las mesas del fondo del salón estaríamos firmando ejemplares.
-Pocas veces en sus vidas van a tener un ejemplar no solamente firmado por su autor sino por todas sus protagonistas- Manifestó.
En ese momento, inesperadamente, Yuzu, sentada en primera fila, pidió la palabra. Ricardo la invitó a subir y cuando estuvo en el escenario le dio el micrófono. La hermosa rubia se acercó a mí y me tomó de la cintura. Tenía puestos unos tacos enormes y estaba tan crecida que casi me supera en altura. Comenzó a hablar.
-Señoras y señores. Obviamente ustedes no me conocen, mi nombre es Yuzu Aihara y quiero contar algo de lo que me acabo de enterar hace cinco minutos. Yo le debo gran parte de mi felicidad a esta hermosa mujer (Dijo señalándome con el micrófono) Vivo en Japón y soy maestra en la Academia de mi abuelo Aihara pero además también trabajo en la editorial del señor Akiyama-san que viene publicando todos los libros de Alexia-san desde hace tiempo, convertida en una escritora muy popular en mi país. Mi familia , algunas amigas y yo estamos de visita en lo de Alexia-san y cuando nos enteramos acerca de este libro llamé a mi jefe en Tokio y se lo comenté…-
Y dirigiéndose a Ricardo continuó.
-…Mi jefe, el señor Akiyama-san tiene el interés de publicar tu libro en Japón. Me lo acaba de confirmar por WhatsApp. Si tenes interés te voy a pasar el contacto-
La cara de Ricardo era incomparable. Tomo el micrófono y manifestó
-Querida Yuzu, a pesar de que he vendido libros traducidos a muchos idiomas jamás se me ocurrió que podría publicar algo en Japón. estoy emocionado. Lo veré con mi editor y nos pondremos en contacto-
Yuzu me soltó la cintura, me guiño un ojo y bajó del escenario en medio de un singular aplauso. Cada día más hermosa esta criatura.
Chapter 18
Luego de semejante revelación pasamos al fondo del salón a firmar. En el trayecto la tomé a Yuzu de la cintura y le dije cerca del oído.
-Te lo tenías bien guardado. Lo que hiciste es algo hermoso-
Me miró sonriendo y respondió.
-No, es solo negocio- Y antes de que pudiera responderle agregó -Es chiste-
Sentada frente a una larga mesa firmamos tantos libros vendidos que Ricardo debió ir a su auto a buscar más cajas con ejemplares. En la hoja correspondiente ya estaban impresos los seis espacios para las firmas nuestras y la del autor. Creo que quedé más cansada que cuando firmo libros en mis presentaciones, pero estaba muy contenta.
Cuando el público se fue yendo pasamos al salón comedor donde nos tenían reservada una larga mesa. A un costado, otra mesa con toda clase de manjares y bebidas listos para ser servidas. Los mozos diligentes nos dieron a probar el vino y pronto comenzó la cena.
Nogueira había insistido que el abuelo y Yamura-san estuviera en las cabeceras. Yo tenía a Marga a mi izquierda y a Keiko a mi derecha. Silvia y Esther se mezclaron con el resto del grupo y quien quedó frente a mí fue Ricardo. Estaba exultante. Y no era solo por el éxito del momento. Sino por la notica que le diera Yuzu.
-No te lo esperabas- Le dije
-Ni remotamente, ustedes sí, supongo-
-No, tampoco, el solcito nos sorprendió a todas-
-¿El solcito?-
-Si, así es como le decimos a Yuzu-
Fue una cena fabulosa. Comimos hasta hartarnos y después del postre y el café comenzamos la retirada. Como de costumbre regresé a nuestro edificio con la combi y todos los japoneses. Keiko llevó a su padres y Marga la acompañó. Los Nogueira a Adriana, Jacobo y a mi editor. Silvia y Esther también se marcharon en una de las camionetas del padre de la arquitecta rubia.
El abuelo se marchó a la cama rápidamente pues estaba agotado por toda la actividad. Ume, Shou, Matsuri, Mitsuko, Harumi y Maruta, Mei y Yuzu y yo nos quedamos charlando y tomando más café mientras esperábamos el regreso de Keiko y Marga.
Cuando llegaron nos servimos una copita de licor de banana y los Aihara grandes se fueron a dormir. Entonces fue que quedamos en el living de Marga todas, menos las arquitectas, aquellas que habíamos hecho la pijamada virtual donde nos sacamos los corpiños.
Cuando nos dimos cuenta nos tentamos de risa. Y solo eso. Después de conversar un rato nos fuimos a dormir. Al otro día era el cumpleaños del solcito y nos esperaba otra jornada especial. Marga, Keiko y yo tuvimos sexo calladas para no generar escándalos.
En la mañana siguiente me levanté temprano y Keiko me acompañó a preparar el desayuno. De a poco fueron llegando todos los huéspedes, excepto Yuzu y Mei. cuando Ume estuvo a mi lado le pregunté por su hija.
-Está todavía en el dormitorio. Mei la está entreteniendo para que todos los demás estén aquí y le podamos cantar el feliz cumpleaños-
Marga bajó raudamente a buscar el regalo que había comprado y regresó a su piso. Keiko y yo ya los habíamos acomodado sobre la mesa donde estaban todos los demás. Hasta el abuelo madrugó para la ocasión aunque todavía lucía su hermosa robe de chambre.
Estábamos sirviendo el café en las tazas cuando se asomó la carita dulce de Mei y nos vio. Saludó con la mano y desapareció, tres segundos después regresó trayendo de la mano al solcito.
Un coro bastante desafinado cantó el feliz cumpleaños. Yuzu se quedó estática. Obviamente algo esperaba pero vernos a todas y todos allí esperándola la emocionó y alguna lagrimita le corrió por las mejillas. Nos fue saludando una por una y también al abuelo y a Shou. Hubo muchos abrazos y besos. Ella reía y lloraba al mismo tiempo y solo podía decir.
-¡Arigató, arigató!-
Entonces Ume la condujo a la mesa del comedor diario y pudo ver la montaña de regalos. Volvió a lagrimear. Se los fuimos entregando uno por uno. Había joyas, ropa, equipo de maquillaje, zapatos, libros, una agenda y más cosas. Una vez que revisó los regalos invité a todos a desayunar y que Yuzu soplara la velita de una pequeña torta, anunciando que era solo un pequeño anticipo pues la verdadera estaría a la noche.
Mientras desayunábamos Yuzu recibió llamados de felicitaciones de las arquitectas, de Adriana, de Jacobo y de mi editor, de los Yamura, los Nogueira y Ricardo que volvió a agradecerle su participación en contactar a su patrón, o sea mi editor, en Japón.
Marga y Keiko partieron a sus trabajos. Yo me quedé con el grupo de huéspedes y les propuse hacer un paseo caminando por la ciudad. Iríamos en la combi hasta el puerto y una vez allí recorreríamos alguna calles viendo negocios y parando a almorzar en un Mc Donalds. Todo el mundo estuvo de acuerdo sobre todo en lo que se refería al puerto pues les había encantado estar allí viendo los barcos y a los lobos marinos.
Aunque ya había hecho las reservas correspondientes pasé nuevamente por las oficinas de los cruceros para averiguar si todo estaba en orden para el paseo en barco pues estaba programado para el día siguiente. Ante su respuesta afirmativa salí y guie al grupo de nuevo a los muelles y allí nos quedamos un tiempo sentados en una escalinata mirando a los lobos.
Había un silencio especial. Ninguno hablaba. Cada uno parecía estar sumido en sus pensamientos. No sé qué les pasaba a los demás pero a mí eso me sucede cuando sé que está cerca la fecha de despedirme de gente a la que quiero. Yuzu y Mei caminaban de la mano por la rambla ensimismadas en su mundo y yo las observaba como queriendo contagiarme de su felicidad.
De pronto alguien se sentó a mi lado. Era Harumi, la niña que cumple años el mismo día que yo. Con esa manera tan sensual de hablar me preguntó.
-¿Mirando a la parejita?-
-Si, ¿No es un hermoso espectáculo?-
-Si, desde que conocí a Yuzuchi me pareció una persona excepcional y Mei, aunque parece hosca es muy dulce. Me encanta que sean felices-
No dijo más. Se quedó mirando en dirección a las niñas Aihara y yo hice lo mismo. Adiviné en ese silencio que a pesar de ser la gran amiga que siempre la apoyó, en el fondo Harumi todavía amaba a Yuzu. Le pasé el brazo por sobre el hombro y la atraje hacia mí. Se dejó llevar y nos quedamos así unos segundos, hasta que decidí que era mejor seguir con el paseo. Me puse de pie y ayudé a la menor de las Taniguchi a levantarse.
-Vos también tenes un destino de felicidad. Lo sé por vieja y por taurina- Le dije.
Ella sonrió.
-Gracias- Respondió
Y tomadas de la mano nos reunimos con el resto del grupo para completar el recorrido.
Almorzamos en el Mc Donalds de Los Muergos y la avenida Gorlero. Vimos vidrieras. Algunas niñas adquirieron ropa y bijouterie. Regresamos a la combi con varias bolsas de compras. Era hora de volver al edificio y preparar todo para la noche y el gran festejo. Aunque sabía que la señora Azumi ya se estaba encargando con su proverbial eficiencia.
Chapter 19
Luego del necesario descanso los huéspedes comenzaron a subir al piso de Marga. habíamos convenido que por ser un festejo especial damas y caballeros nos vestiríamos con nuestras mejores galas. Por lo que Ume y todas la chicas aparecieron vestidas de fiesta, algunas con insinuantes escotes y zapatos de taco aguja. Los caballeros de riguroso traje. Yo me puse un vestido muy corto y ajustado, de finos breteles, color dorado y sandalias de suela y taco de acrílico.
Las primeras en llegar fueron mis novias. Keiko trayendo a su padres y Marga que cargó con Jacobo y mi editor. Ambas pasaron raudamente a sus pisos a cambiarse de ropa. Yamura-san estaba vestido con un traje tradicional y su esposa con un hermoso kimono de seda estampada. La parejita gay se había puesto pantalones bombilla, saco y camisa blanca.
Luego aparecieron Silvia y Esther, ambas infartantes. Vestidos ajustados y cortos pero con una novedad insólita. Silvia estaba de blanco y la rubia de negro. Luego supimos que habían intercambiado vestidos. Ambas con botitas animal print.
El señor Nogueira hizo la siguiente aparición. Lucía un traje brillante de color negro azulado y la señora un vestido largo color turquesa que mostraba que todavía estaba en estado de merecer. Ricardo llegó luego junto con Adriana pues había pasado a buscarla con un remise. Él con un saco beige y pantalón negro y ella un conjunto de palazzo rosado y zapatos haciendo juego.
Yuzu estaba radiante. Tenía puesta una remera de mangas muy cortas y escote redondo. Pollera acampanada larga hasta las rodillas en tela estampada con flores y tomada por un lazo de seda a la cintura, en el cuello tenía atada una cinta negra y calzaba sandalias negras de plataforma. Se la veía muy feliz.
Una vez que estuvimos todos la rodeamos para entregarle la otra tanda de regalos que traían los invitados. Como en la mañana los ubicamos en la mesa del comedor diario y allí los fue abriendo mientras los demás mirábamos expectantes. Fue una lluvia de prendas de ropa, joyas, estuches de maquillaje, perfumes, libros, zapatos. Por suerte ningún regalo se repitió y las prendas y los zapatos eran del talle adecuado pues ya nos habíamos informado de los números correspondientes con Ume y Mei.
El solcito se emocionaba con cada regalo. Y agradecía con besos y abrazos. Fue un momento muy emotivo. También llegó la señora Azumi que estaba en la cocina completado la organización y le regaló un hermoso estuche con perfumes y cremas hidratantes.
Las mesas fueron servidas. Comida y bebida dispuestas de manera que cada uno tomara lo que deseaba y se acomodara donde más quisiera.
Ya se habían formado grupos coloquiales. Las niñas bailaban entre ellas, mis novias y yo observábamos felices y satisfechas haber logrado semejante reunión entre nuestra gente querida. Adriana y Ricardo conversaban recordando el affaire del cuadro robado en el Museo del Prado. Nogueira, su esposa, Yamura-san, su esposa y el abuelo departían, presupongo que alegremente, pues cada tanto se reían como adolescentes. Jacobo y mi editor estaban mirando la luna por el gran ventanal.
De pronto sonó el timbre.
-¿Esperas a alguien más?- Me preguntó Marga.
-Si, dije y fui hasta el portero eléctrico. Pregunte quien era y me llegó con la respuesta la voz que quería, y esperaba, escuchar.
-¡Bajo a abrir!- Exclamé.
-¿Quién es?- Preguntó Keiko.
-¡Sorpresa!- Grité desde las escaleras.
Bajé corriendo. Estaba tan emocionada que ni se me ocurrió usar el ascensor. Llegué a la puerta de entrada y abrí. Allí, en todo su esplendor, estaba la Gaby. Mi adorada Gabriela Sabatini a la que había llamado días antes y por qué no me pudo confirmar su presencia, decidí ocultar su venida, por las dudas.
Salí al parque y le abrí el portón del garaje. Ella entró el auto y luego de acomodarlo subimos, esta vez por el ascensor. Una vez en el piso de Marga le aclaré.
-No saben todavía que ibas a venir, así que si desmayan por verte no te asustes-
-Ja, Ja. No te preocupes-
Entré al living de Marga llevando de la mano a la Gaby.
-¡Miren quien llegó!- Dije.
Ni mis novias ni las arquitectas se desmayaron pero corrieron a saludar a Gabriela. Los que no la conocían preguntaron quién era y cuando oyeron el nombre y lo supieron también se acercaron a saludar como verdaderos cholulos.
Gaby preguntó quién era la homenajeada y cuando le señalé a Yuzu me dijo casi en un susurro.
-Es hermosa-
Y dando dos pasos se acercó a nuestro solcito y le entregó un estuche con varios de sus perfumes. Yuzu tenía las mejillas coloradas. Asió el paquete. Gaby la tomó de una mano y le dijo.
-La genia de Alexia me invitó a formar parte de este grupo que, por lo que sé, están realizando una serie de reuniones y paseos. Lamentablemente mis ocupaciones me lo han impedido pero me hice, como pude, un lugar para estar hoy por que Alexia me habló mucho de ti y sé que eres una gran persona-
Yuzu no podía más. Abrazó a Gabriela y le respondió.
-No se mucho de tenis pero muchas veces oí su nombre y siempre fue mencionada con elogios, por eso es un placer conocerla-
-Si, entonces podemos será amigas y tutéame, por favor-
Y Gaby se unió a la fiesta. Hablo con todos y todas. Participó de nuestros improvisados bailes y tuvo la amabilidad que tiene siempre para atender todos los requerimientos. Se sacó fotos con cada uno pero sobre todo con la cumpleañera Yuzu que estaba exultante de felicidad.
Cantamos, toqué el órgano y la citara Guquin. Conversamos sobre cualquier tema, hicimos una ronda de chistes a cual más malo, pero nos reímos igual. Porque sí. Porque queríamos reírnos. En un momento nos quedamos Marga y yo sentadas en un sillón, Gaby acercó una silla y también se acopló Keiko.
-¿Cómo anda el grupo Scissors?- Preguntó Gabriela.
-Genial. Nos llevamos de maravillas-
-Me alegro, sino les retiraba mi madrinazgo-
Y reímos.
Yuzu bailó con Shou, con su abuelo, con el señor Nogueira y hasta con Yamura-san.
Creo que fue la más hermosa fiesta de todas las hermosas fiestas que hemos organizado en nuestro edificio.
En un momento de calma se me acercó Yuzu y tomándome de la mano me dijo.
-Gracias Alexia-san. He tenido mucho cumpleaños felices pero este es el más lindo-
-Ya tendrás muchos más. Guarda un buen recuerdo de hoy. Hemos hecho todo con verdadero amor para que lo disfrutes-
Le contesté tomándola de la cintura y dándole un beso en la frente.
Chapter 20
Como todo en la vida, la fiesta debía terminar. El abuelo, Ume y Shou se retiraron a sus habitaciones. Los Nogueira se marcharon y casi como de costumbre repartieron a todos aquellos que no habían venido con movilidad propia. De todo el grupo quedaron las arquitectas para pasar la noche con nosotras y el matrimonio Yamura que, por supuesto fue a dormir a su habitación.
Gaby se había ido unos minutos antes, lamentando no poder quedarse para el crucero del siguiente día y la fiesta final. La acompañé a la salida, le abrí el garaje y sacó su auto. Cuando ya estaba por partir, sentada en el vehículo, me dijo.
-Gracias Alexia. Me siento muy cómoda entre ustedes. Me hicieron pasar una hermosa noche. Ah! Y los caballeros…muy caballeros-
-Gracias a vos. No sabes cuanto me alegraste la noche por verte. Cuando quieras, ya sabes que esta es como tu casa. Veni y te recibiremos-
Y después de un beso arrancó su auto y se marchó, bastante ligerito por cierto.
Tras la retirada de los mayores, en el living de Marga quedamos las alienadas de siempre haciendo chistes y terminándonos la última botella de licor de crema de cacao. Finalmente todo el mundo se fue a dormir. A pesar de estar todo el “grupo Scissors” no hubo sexo. Caímos rendidas en las camas incluso, algunas, a medio desvestir.
En la mañana siguiente la cocina y el comedor de Marga eran un hervidero de gente. Debido a que había aconsejado a todos los huéspedes de que se levantaran temprano para no perder tiempo, desayunar rápido y salir para el Puerto fue que se aparecieron todos juntos en demanda del café mañanero.
Nos vestimos con ropa informal, jogging y zapatillas para estar cómodas y cómodos. El abuelo lucia una remera blanca con el escudo del Yatch Club de Tokio. Después del caótico desayuno Marga, Harumi, Mitsuko y yo ordenamos todo, lavamos la vajilla y guardamos los utensilios en la alacena.
Éramos en total dieciséis personas. Bajamos al garaje, nos acomodamos en la combi y partimos. Allá en el Puerto nos estaría esperado los demás. Adriana, Jacobo, mi editor, Ricardo y los Nogueira.
En cuanto llegamos ya estaban preparados los tripulantes del barco. Un capitán, con el que ya habíamos hecho alguna excursión anterior en otra nave más chica, Paul, el guía de buceo, tres marineros, un cocinero y dos mozas asistentes para la hora del almuerzo.
El crucero era el más grande de la flota. Era de tres pisos sobre cubierta y uno por debajo, con varios camarotes, algunos con camas simples y otras dobles, un extenso espacio de cubierta para sentarnos a tomar sol y una enorme mesa para la comida. Bajo cubierta un espacioso living comedor, cocina, baños, sala de navegación y camarotes para la tripulación. Dado que el viaje iba a ser solo diurno, no tenía importancia la cantidad de camarotes. Sobre la parte posterior, en la popa ya estaban preparados varios equipos de buceo con su chaleco, tanque, y accesorios.
En cuanto estuvimos todos a bordo el capitán dio la orden de partida. Había una emoción creciente. Al salir del Puerto tomó rumbo a Isla de los Lobos, donde estaba prevista una parada para aquellos que se animaran a bucear, lo que está permitido, no así bajar a tierra ya que se trata de un área protegida. Estábamos a solo cuatro millas y media por lo que el viaje se realizó en poco tiempo.
Una vez frente a la Isla de los Lobos el guía nos preguntó quién se animaría a bucear. Respondimos afirmativamente mis novias y yo, nuestras amigas arquitectas, Jacobo, mi editor, Ricardo y de las chicas japonesas la única que se anotó fue Mitsuko.Pronto estuvimos preparadas para bajar. De a una fuimos metiéndonos en el agua con los chalecos inflados, a los que luego fuimos sacando el aire para sumergirnos. No hay palabras para describir la belleza del mar en ese sitio. Cientos de pescados vagaban de aquí para allá y no muy cerca algunos lobos marinos jugaban entre sí. No nos acercamos por prevención. Los lobos suelen ser mansos como perritos, hasta que algo les molesta. Todo el grupo se mantuvo junto siguiendo al guía y tratando de no perder de vista a los compañeros. De todas maneras el agua es muy transparente y se veía a suficiente distancia. Luego de media hora de excursión subacuática regresamos al barco. Nos sacamos el equipo y secamos nuestros cuerpos al sol.
Luego nos dirigimos a la Isla Gorriti. En poco tiempo estábamos frente a la isla. De acuerdo a lo previsto fondeamos cerca de la costa del lado que da hacia el mar y se sirvió el almuerzo en el comedor de la cubierta superior. Fue otra experiencia de esas que no se olvidan con exquisitos platos y buena bebida. Todos nuestros amigos estaban encantados.
-Pocas veces disfruté de un paseo así, relajado- Dijo el señor Nogueira
Yamura-san, el abuelo y otros me felicitaron por la idea y fue allí que conté por primera vez en esos días que todo lo que estábamos viviendo era producto de un día Marga se levantara en la mañana y dijera: Tengo una idea. Por lo tanto el mayor mérito era de ella.
Dimos la vuelta alrededor de la isla. Bajamos a la playa donde hicimos un campamento improvisado y tomamos mate cebado por Ume y al que todos elogiaron. Creo que aprendió a cebar mejor que nosotras.
Era la tardecita cuando desembarcamos en el puerto. Después de despedirnos calurosamente de nuestros anfitriones subimos a los vehículos y cada uno se fue a su casa. Nos esperaba un domingo con plan doble. El asado en lo de Yamura-san y por la noche la fiesta final de despedida. Creo que comenzaba a notarse en ese regreso a nuestro edificio que ya comenzaba a invadirnos la nostalgia.
Chapter 21
En el edificio quedamos solos nuestros huéspedes japoneses y nosotras tres. El resto del grupo se dispersó por su viviendas. La cena fue bastante informal. Pizza, empanadas buen vino y gaseosas para las niñas. Era, en realidad, un momento de relax en medio de tanta actividad.
Después de la cena nos quedamos conversando hasta tarde pues en realidad no iba a ser necesario levantarse temprano para ir a lo de los Yamura. Y luego de la charla se produjo la dispersión final. Mis novias y yo nos fuimos a mi piso, nos quitamos la ropa y jugamos un poco al sexo pero finalmente hicimos algo que nos encanta, quedarnos abrazadas una junto a la otra.
-Voy a extrañar estos días- Dijo Marga.
-Yo también- Opiné.
-De todas maneras creo que nos merecemos un descanso- Agregó Keiko.
-Necesitamos paz y soledad- Manifestó Marga.
-Si, pero no te olvides que esta fue tu idea loca- Dije.
-Una semana, las tres recluidas en el edificio, lejos de los problemas, leyendo, viendo la tele, o haciendo lo que a cada una le gusta- Se explayó Keiko
-Eso- Dije
-Eso- aceptó Marga
-¿Y qué hacemos con las arquitectas?- Pregunté.
-Bueno, que vengan, así las azotamos un poco- Dijo Marga mientras reía.
Después de estas elucubraciones nos fuimos durmiendo.
Al otro día, cuando me desperté vi a mis novias durmiendo plácidamente. Me levanté, me vestí con el jogging gris y fui a la cocina de Marga. Cuando estaba llegando oí voces y me asomé. Ume y las chicas Ahiara estaba preparando el desayuno.
-Vaya sorpresa- Exclamé
Mei y Yuzu se acercaron a saludarme. Luego volvieron a su tarea. Al pasar al comedor vi que la mesa estaba perfectamente servida. Me senté y no hice nada. Estaba untando manteca en un pan cuando llegaron mis novias, Shou y el abuelo. Unos minutos mas tarde hicieron su aparición las Taniguchi, Matsuri y Maruta.
El desayuno sirvió para recordar anécdotas de esta semana pasada tan particular. Todas y todos nos agradecieron la invitación y manifestaron que estaban muy felices. Que iban a extrañarnos cuando estuvieran en su tierra.
Al mediodía partimos para lo de Yamura-san. Marga llevó a todo el grupo en la combi y yo, a pedido del abuelo, lo volví a llevar en el Torino. No había nadie por la Rambla de la Brava y por eso lo aceleré hasta los 100 kilómetros por hora, lo que impresionó nuevamente al patriarca de los Aihara.
Esta vez no hubo futbol ni demostración de iaido. Se sirvió el asado en el gran comedor y luego hubo canciones y bailes por parte de hijos de empleados de la fábrica. Yo aporté algo tocando el órgano. Fue una reunión tranquila. Estuvieron todos los que animaron esta inusitada semana y quedó formalizado el compromiso de reunirnos a la noche para la gran fiesta de despedida.
Regresé trayendo nuevamente al abuelo y además de Mistuko y Maruta que querían experimentar la velocidad. Al acelerar un poco el auto, no demasiado, creo que iba a ochenta, sentí la sirena de una moto de la policía. Me detuve. El uniformado paró su vehículo, se acercó al auto y miró por la ventanilla.
-¡Aja! ¡Debí imaginármelo!- Exclamó.
Lo miré, era el mismo que me había detenido la primera vez que saqué el vehículo a la ruta.
-Si va hacerme la multa me lo merezco- Dije.
-Hum…sí. Pero veo que lleva una persona mayor, probablemente al hospital- Dijo señalando al abuelo y agregó – Por esta vez pasa-
Estaba por marcharse cuando regresó sobre sus pasos y me dijo para sorpresa de mis acompañantes.
-Déjeme sacarnos una selfi. Dos veces ya no me van a creer mis compañeros-
Y logrado su propósito se fue.
En el auto se hizo silencio. Solo alcancé a escuchar la voz del abuelo refunfuñando-
-Persona mayor…persona mayor…-
Y tuve que contarles como había conocido al policía.
Llegamos al edificio. Cada uno fue a su dormitorio. Marga y Keiko se reunieron conmigo y les relaté lo que me había sucedido en la ruta. Nos fuimos a cambiar. La señora Azumi ya estaba organizando todo el evento junto con tres de sus empleadas. La tarde estaba hermosa y el sol comenzaba su periplo de descanso, pintando las nubes de rojo intenso.
Con la caída del sol fueron llegando los invitados. El primero fue Ricardo que lo hizo nuevamente con Adriana (parece que estos dos están al borde de olvidar sus respectivas promesas de celibato). Mi amigo escritor me dijo que ahora su editor había pasado del odio al amor hacia mi persona pues el libro se estaba vendiendo como pan caliente.
Después llegaron Jacobo y mi editor en taxi, Los Nogueira y los Yamura, las arquitectas y desde el interior de la casa, las dos familias Aihara, el abuelo, las Taniguchi, Maruta y Matsuri.
Una vez que estuvimos todos comenzó la última gran reunión. Como en las anteriores hubo karaoke, mi recital de órgano y citara Guquin, baile, conversaciones y mucha algarabía.
Pero también un poco de tristeza. Nuevamente la mitad de la circunferencia del planeta nos iba a separar con nuestras amadas amigas japonesas, con la inefable Ume, con el gracioso Shou, con la seriedad amistosa del abuelo, con el solcito Yuzu y su amada Mei, con la parejas insólitas de Mitsuko con Maruta y Harumi con Matsuri. Igualmente tendríamos el Zoom para hacer reuniones virtuales aunque no es lo mismo.
Comimos y bebimos. Cantamos y lloramos. Deseábamos que la noche no terminara nunca. Pero no pudimos evitarlo. De a poco se fueron los invitados locales. Solo quedaron en el edificio los Yamura y las arquitectas además de nosotras y los huéspedes del Lejano Oriente.
Al otro día el desayuno fue más calmo. Casi en silencio. Había un aire de tristeza por la despedida pero tratamos de disimularlo. Cuando se fueron Silvia y Esther a su trabajo estuvieron abrazándose con las japonesas una y otra vez. Lagrimeando un poco y prometiéndose mutuamente tratar de volverse a ver.
Luego al irse Keiko a la fábrica y llevando a sus padres a su casa y Marga a su oficina sucedió lo mismo. Mas abrazos, más llanto y más promesas.
Quedé sola con todo el grupo. Ordenamos el equipaje ya preparado. Yuzu se marchaba con una valija más que yo se la regalé, porque no la usaba, cargada con sus regalos.
Hicimos el trayecto hasta el Aeropuerto del Carmen en la combi. Luego avión hasta Montevideo y finalmente después de nuevos abrazos y llantos y otra vez promesas allí quedé en la pista mirando como partía el avión con todos nuestros y nuestras amigas.
A mi lado el piloto del taxi aéreo que varias veces nos ha llevado dijo.
-Volverán, les gusta esta tierra y es evidente que a usted la aman, volverán- Y luego de un par de segundos agregó -O usted se las arreglara para ir a verlos-
FIN…?